La influencia de la Iglesia Católica en la política Occidental

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Descripción



INFLUENCIA DE LA IGLESIA CATÓLICA EN EL PENSAMIENTO POLÍTICO OCCIDENTAL





JUAN SEBASTIAN PANTOJA ZAPATA







TRABAJO DE TEODICEA
MANIZALES
2015




INTRODUCCIÓN


En el presente trabajo se abordará el tema político desde la perspectiva católica, contextualizando un poco desde la historia para responder a la pregunta: ¿Cómo ha sido la influencia que la Iglesia ha ejercido en la política del hemisferio occidental? y también cómo ha actuado y que dice con respecto a las nuevas propuestas políticas que han surgido en los últimos dos siglos. También se abordará la cuestión desde la perspectiva de la doctrina social de la Iglesia Católica para conocer un poco más su postura "política" hacia la sociedad y los estados.

Otro tema a abordar es la posibilidad de la caída de la civilización occidental por la pérdida de los valores cristianos que tanto ha promulgado la Iglesia Católica en siglos de evangelización en Europa, y cómo esta caída progresiva de los valores tradicionales y de la cultura, está influenciada en la actualidad por el cuestionamiento crítico que se le hace al papel de la Iglesia en la sociedades modernas de occidente y por los ataques que continuamente está recibiendo esta institución a causa del papel que recientemente está asumiendo el laicismo contra la religión y particularmente contra la Iglesia.







EL LEGADO SOCIO-CULTURAL DE LA IGLESIA

La Iglesia Católica ha ejercido durante muchos siglos una innegable influencia sobre la cultura y la civilización occidental, desde que el imperio romano al mando de Constantino decidió adoptar la religión Cristiana Católica como la oficial del imperio. Desde este ascenso no solamente político, aunque muchos quieren verlo solamente así, ha habido también un ascenso del pensamiento socio-cultural, por el cual Europa ha quedado impregnada y que ha sido el mismo pensamiento que se nos trasmitió durante la conquista y la colonia de los imperios del viejo continente. Esta influencia socio-cultural que podría verse reflejada naturalmente en el pensamiento religioso de occidente, también ha estado ligada a la formación de muchos de los actuales estados europeos y americanos, lo cual comienza a mostrar la necesidad de referirse al cristianismo y específicamente a la Iglesia Católica para hablar de cultura, pensamiento filosófico o político en occidente.

La necesidad de relacionar a la Iglesia con occidente no es una novedad, pero si es un recordatorio de quienes somos y de dónde venimos, no cómo las preguntas existenciales que siempre se ha hecho el hombre en cuanto a su papel en el universo, sino como afirmaciones claras, similares a las de una personas que sabe quiénes son sus padres y donde está su casa. Es por eso que la cuestión acerca del papel que ha jugado la Iglesia en la conformación de la cultura que hoy día llamamos occidental pero que en realidad es cristiana, se debe en gran parte a que este contexto que ha facilitado la Iglesia, sin olvidar los vaivenes en relación a la libertad de expresión, nos permite cuestionar nuestras raíces no solo para acusar, denunciar o criticar, sino también para construir, es por esta misma razón que el actual cuestionamiento de las raíces de la cultura occidental, tienen que ver más con una necesidad de conocer que de ignorar, es por ello que este mundo actual parece representar una oportunidad para conocer verdaderamente y sin dejarse llevar por los subjetivismo que tanto se están arraigando en la actual cultura del consumismo y la mentira.



LA IGLESIA: PODER POLÍTICO DEL PASADO, INSTITUCIÓN SOCIAL DEL PRESENTE

No se puede negar el carácter institucional que ha poseído la Iglesia a lo largo de la historia, como un instrumento para resolver los problemas antropológicos que aquejan al hombre, pero también su carácter social es innegable, prestando un servicio a la sociedad que comienza en la libertad de adherirse a la doctrina cristiana y termina en su obligación de cumplir la voluntad de Dios y el evangelio, sobre todo el mandamiento del amor "Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis los unos a los otros como yo os he amado, que os améis mutuamente. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis caridad unos para con otros" (Jn 13, 34-35).

Para contextualizar un poco acerca del poder político de la Iglesia, debemos entender que hasta finales del siglo XIX la Iglesia y especialmente el Papa ostentaban el llamado "poder temporal" que se encontraba materializado en gran parte de los territorios que actualmente conforman la moderna Italia. Este poder temporal del Papa se debía a donaciones de reyes en el pasado, pero que durante la unificación del Reino de Italia se perdieron a causa de los enfrentamientos de Pio IX con el Reino de Cerdeña que fue el artífice de la unificación italiana. Este contexto en el que "Se abrió un abismo entre la conciencia nacional y la religiosa, con el cual la vida cristiana fue duramente condicionada" (Patiño, 2010, Tomo III, pág. 301) se dio el fin de los estados pontificios y del poder temporal que ostentaba el trono de San Pedro.

Podemos observar entonces cómo la Iglesia que en el pasado fue una institución que representó el poder político en sus estados pontificios y en muchos otros lugares de Europa, comenzaba a decaer y entonces se comenzó a pensar en "la necesidad del cambio de camino, porque la Iglesia estaba siendo tratada como una isla injustamente desacreditada" (Patiño, 2010, Tomo III, pág. 301). Esto demuestra que las cuestiones políticas que ha enfrentado de una u otra manera la Iglesia, han tenido repercusiones en la sociedad tanto católica, como laica, sin olvidar que también sus decisiones en este ámbito tienen consecuencias para la totalidad de sus feligreses.

Es este ambiente el que ha permitido que la Iglesia decidiera abrir sus puertas no solo a la ciudad eterna en donde se había escondido, sino a todo el mundo, ya no como un poder temporal, sino como una institución madura y con experiencia milenaria que permitiera un acercamiento mucho más humano y mucho más cristiano, es por ese motivo que surge la doctrina social de la iglesia católica que
"se desarrolló en el siglo XIX, cuando se produce el encuentro entre el Evangelio y la sociedad industrial moderna, sus nuevas estructuras para producción de bienes de consumo, su nueva concepción de la sociedad, del Estado y de la autoridad, sus nuevas formas de trabajo y de propiedad. El desarrollo de la doctrina de la Iglesia en materia económica y social da testimonio del valor permanente de la enseñanza de la Iglesia, al mismo tiempo que del sentido verdadero de su Tradición siempre viva y activa" (Catecismo, N° 2421)
Es pues la respuesta de una institución que tiene experiencia en el ámbito político, social y cultural y que ha estado presente en la historia occidental no para pasar efímeramente, sino para marcar una huella en la civilización.

Así la Iglesia tiene el deber de pronunciarse con respecto al estado y sus políticas, porque conoce de ello, le preocupa la dirección que toma el mundo y constituye su deber por su universalidad; pero también le pide a la sociedad como institución y a los estados como fuente de experiencia e iluminación, que sepan dirigir el destino de los pueblos y sus ciudadanos, saber administrar los bienes, es por eso que la Iglesia en la voz de Benedicto XVI asegura que "En nuestra época, el Estado se encuentra con el deber de afrontar las limitaciones que pone a su soberanía el nuevo contexto económico-comercial y financiero-internacional" (Benedicto XVI, Carta encíclica. Caritas in Veritae, 2009) ya que siente preocupación de la manera en que evoluciona el mundo y los estados con este sistema meramente económico-consumista. Reconociendo estos problemas actuales sigue así llamando a los poderes públicos del estado a que en vez de hacer correcciones y experimentar con la sociedad, se dé cuenta que "parece más realista una renovada valoración de su papel y de su poder, que han de ser sabiamente reexaminados y revalorizados, de modo que sean capaces de afrontar los desafíos del mundo actual, incluso con nuevas modalidades de ejercerlos" (Benedicto XVI, Carta encíclica. Caritas in Veritae, 2009)



LA IGLESIA EN LA POLÍTICA ACTUAL Y SU MISIÓN COMO PORTADORA DE LA VERDAD

En la actualidad se sigue percibiendo a la Iglesia, como se afirmaba anteriormente, como una institución de carácter social, pero también es necesario que sea percibida su misión fundamental que es llevar el mensaje del evangelio a los pueblos, una verdad que parte de la caridad que difunde Dios en los hombres, esa verdad que trasciende el plano espiritual y que abarca la integridad del hombre, desde su cuerpo a su alma y espíritu; esa caridad cristiana enseñada por Jesús hacia los demás, hacia los pobres de espíritu y los necesitados materialmente. Se basa no en un amor egoísta o subjetivo ya que "el amor a los pobres es incompatible con el amor desordenado de las riquezas o su uso egoísta" (Catecismo N° 2445), sino que se propone un amor que abarque la totalidad de la humanidad. Esta necesidad de un amor verdadero que se difunda entre los hombres es la que la Iglesia quiere cubrir expandiendo el mensaje de Cristo en el mundo actual.

Es preciso entonces que la Iglesia siga ocupando en la sociedad un valor institucional y religioso que sirva de base a los estados de la actualidad, que aprendiendo a confiar en su experiencia como forjadora de valores y también su experiencia pasada como mediadora eficaz basada en la diplomacia, se continúe buscando el desarrollo de los pueblos y de la cultura occidental en la que tanto ha influido la Iglesia. Es por eso tal vez que Benedicto XVI buscando retornar a un verdadero humanismo, lanza la crítica ante la indiferencia y oposición de sectores políticos laicistas o ateístas y advierte que
"la cerrazón ideológica a Dios y el indiferentismo ateo, que olvida al Creador y corre el peligro de olvidar también los valores humanos, se presentan hoy como uno de los mayores obstáculos para el desarrollo. El humanismo que excluye a Dios es un humanismo inhumano. Solamente un humanismo abierto al Absoluto nos puede guiar en la promoción y realización de formas de vida social y civil —en el ámbito de las estructuras, las instituciones, la cultura y el ethos—, protegiéndonos del riesgo de quedar apresados por las modas del momento." (Benedicto XVI. Carta encíclica. Caritas in Veritae. 29 de junio. 2009)
Aun así se puede interpretar que la interferencia de la Iglesia en cuestiones políticas es un retorno a la tan criticada unión Iglesia-Estado, sin embargo esa es una mala lectura del contexto que rige la sociedad actual que no lo permitiría y también del contexto Católico ya que "No corresponde a los pastores de la Iglesia intervenir directamente en la actividad política y en la organización de la vida social. Esta tarea forma parte de la vocación de los fieles laicos, que actúan por su propia iniciativa con sus conciudadanos. La acción social puede implicar una pluralidad de vías concretas. Deberá atender siempre al bien común y ajustarse al mensaje evangélico y a la enseñanza de la Iglesia." (Catecismo N° 2442).

De todos modos esto no quiere decir que la Iglesia no pueda tener voz en la cuestión política, sino que todo lo contrario le corresponde cumplir su misión profética de anunciar y denunciar la verdad de la revelación también en el contexto político, así como lo hizo en su momento San Juan Pablo II al hacer lo posible por promover valores para los jóvenes y para el mundo, mostrando la necesidad de una Iglesia que saliera al mundo, que tuviera más contacto con las personas, por eso viajó a muchos lugares, (lo cual le valió el apelativo del Papa Viajero) por eso influyó en decisiones importantes del mundo, porque su misión profética lo impulsaba a manifestar el amor de Dios a todo el mundo y no exclusivamente al entorno Católico, porque decidió salir al mundo a encontrarse con Dios en los otros sin callar la injusticia y la corrupción, es por eso que "Es muy probable que en este campo la lección civil de Juan Pablo II podría ser el hecho de haber desplegado sus energías por la libertad y la paz de los pueblos sin guardar silencio sobre las fórmulas que profundizan las desigualdades" (Patiño, 2010, Tomo III, pág. 357).


LA IGLESIA ¿EJEMPLO DE LIDERAZGO?

Contrario a lo que muchos puedan pensar, la Iglesia no deja de ser objeto de apasionadas discusiones a favor y en su contra, mucho más si es en cuestiones políticas. También es innegable ante sus defensores y detractores, que en un mundo globalizado, como es propio de este siglo, se necesita un impulso renovador que sea capaz de atraer la atención de los más religiosos como también de los más escépticos, impulso que la Iglesia aún posee y que para muchos resulta ser misterioso, pero que dentro de la Iglesia es la manifestación más clara y esencial de la fuerza de Dios, una influencia sobrenatural a la que se refiere el periodista Joseph M. Kraus al referirse a la elección del Papa Francisco en 2013 afirmando que "la influencia del Espíritu Santo Paráclito en la elección de los cardenales, tiene un peso que difícilmente se puede explicar en dos frases en efecto dichas en una entrevista" (Kraus, 2013, pág. 80), impulso que renueva y actualiza el mensaje del evangelio que a pesar de su antigüedad, aun les dice mucho a los hombres que se deleitan en buscar en él la verdad.

Podríamos entonces encontrar que la Iglesia ha estado atenta, en algunos casos liderando muchos de los cambios sociales que se han presentado en los últimos dos siglos, desde la dos guerras mundiales hasta las revoluciones científicas e incluso los acelerados cambios socio-políticos ocurridos en Europa, donde la Iglesia lideró, de la mano de San Juan Pablo II, la caída del comunismo en el este del continente, el desmoronamiento de la Unión Soviética que tanto mal le causó al Cristianismo y la caída del muro de Berlín en Alemania. También en América Latina mitigó el avance de las doctrinas marxistas-leninistas que tanto auge alcanzaron incluso dentro de la misma Iglesia. Es pues inevitable afirmar que la Iglesia es líder en el mundo actual.


CONCLUSIÓN

En conclusión se puede decir que la Iglesia Católica ha ejercido una innegable influencia en todo el mundo y que su campo de acción no solo se limita a cuidar de la salud espiritual de sus fieles, sino que también es su deber influir positivamente en los cambios sociales, pues como institución social que tiene entre sus deberes el amor al prójimo como a sí mismo y también como institución religiosa que sigue el camino la verdad y la vida, debe igualmente ayudar a guiar a la humanidad a que pueda alcanzar dicho propósito que va en consonancia con la necesidad antropológica de alcanzar un fin, pero también con esa necesidad de la sociedad que conforma la unión de los hombres, basándose en el amor, de ayudarse mutuamente en la construcción de una identidad, de una cultura y de una civilización, como la occidental.

Queda clara la necesidad de una Iglesia activa Socio-Políticamente para conseguir un equilibrio justo entre valores y sociedad, para aprender de la experiencia y para, ante todo, no olvidar las raíces de todo lo que se ha construido en siglos de historia, es como esa necesidad de volver a casa después de experimentar el abandono del hogar, de irse tras las vanidades del mundo, al igual que el hijo prodigo, que luego de olvidarse un tiempo de sus orígenes, recordó en la dificultad quien era y de donde venía, para también darse cuenta en donde estaba y hacia donde debía de ir.



BIBLIOGRAFÍA

Franco, J. U. (2010). Historia de la Iglesia, Tomo III. Bogotá: San Pablo.
Iglesia Católica. (1992). Catecismo de la iglesia católica. Ciudad del Vaticano: Librería Editrice Vaticana.
Kraus, J. M. (2013). La Nuova Chiesa di Papa Francesco. Roma: Fanucci Editore.
Benedicto XVI. (2009). Caritas in Veritatae. Vaticano: Librería Editrice Vaticana.



ORDEN DE AGUSTINOS RECOLETOS
SEMINARIO MAYOR SAN AGUSTÍN



Es una traducción libre hecha del texto original en italiano.


INFLUENCIA DE LA IGLESIA CATÓLICA EN EL PENSAMIENTO POLÍTICO OCCIDENTAL


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