La individualidad y sociedad civil en la democracia

September 28, 2017 | Autor: José Luna | Categoría: Individuality, Democracy, Civil Society
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Descripción



Held, David. Modelos de Democracia. Alianza Editorial, Madrid, 1996, págs. 59, 60.
Bobbio Norberto y Viroli Maurizio, Diálogo en torno a la república, ed. Kriterios Tusquets, 2002, España.
Ibíd., Held, David. Modelos de Democracia. Alianza Editorial, Madrid, 1996, págs. pág. 63.
Ibíd., pág. 68. Tomado de Defensor Pacis, pp. 48-49 (1342).
Ibíd., pág. 72.
Ibíd., pág. 85.
PUCE
José Rafael Luna
Teoría de la Democracia.
16 de mayo del 2013

La libertad, el autogobierno y el ciudadano activo – David Held

Para el siguiente trabajo utilizaré el texto de David Held, Modelos de democracia, enfocándome en el apartado que habla acerca de "La libertad, el autogobierno y el ciudadano activo" para tratar los temas de "visiones modernas sobre la democracia" y "participación y democracia directa" desarrollados durante el semestre actual. Dentro de este texto se intentará buscar la respuesta a la pregunta ¿cuál es la relación entre la toma de decisiones democrática y la libertad individual? Y de paso se buscará también responder a la pregunta de ¿cómo entender la relación entre democracia y sociedad civil?
Para comenzar nos ubicamos en el concepto de ciudadanía que en la antigua Atenas significó la participación en la administración de la justicia y en el gobierno de los mismos ciudadanos mediante la intervención en los asuntos públicos; este ideal entiende al hombre como un ser activo, con voluntad de ejercer su situación de ciudadanos y por lo tanto insumisos, interesados en los asuntos públicos. Este ideal desapareció durante mucho tiempo una vez entrada la conocida Edad Media en Europa en la que predomina el teocentrismo.
El homo politicus pensado en la época de la democracia ateniense se ve suplantado por el homo credens que introduce la fe cristiana. En este proceso el ciudadano activo, insumiso se convierte en un fiel creyente el que traslada la fuente de autoridad y sabiduría desde el ciudadano hacia otros representantes de carácter teológico. La valorada concepción sobre el hombre hecho para vivir en la ciudad ejerciendo roles que propiciaban el bien político se transforma en la preocupación por que los humanos puedan vivir en comunión con Dios, sometiéndose a su voluntad. La preocupación política para la organización social giró en torno a la interpretación de la voluntad divina y su articulación con los sistemas de poder secular.
El cristianismo no dejó de lado las reglas y metas que los seres humanos deben acoger con el propósito de tener una vida productiva, por ejemplo el ideal de la igualdad se mantuvo, más en el sentido teológico el cual entiende la igualdad de los hombres frente a Dios, cosa que implica la creencia de que no existen marcos normativos, derechos morales o políticos superiores, cuestión que dejó paso libre a la justificación de la esclavitud y servidumbre.
Retomando los planteamientos que propone Agustín, en su escrito "La ciudad de Dios", escrito entre 410 y 423 d.C. se habla acerca de que la historia de la Iglesia es la marcha de Dios en el mundo. Se habla acerca de que el deseo por las cosas terrenales debe canalizarse para el alcance de la ciudad divina, es decir se debe actuar bajo la iluminación de Dios y así desear alcanzar este ideal de ciudad. Estos escritos no representan mayor relevancia para la filosofía política, y a pesar de que se sea de todas maneras una innovación política, no se manifestó en un sistema democrático, porque en primera instancia el norte de las acciones de los hombres siempre tendría que ser Dios, más no el humano, el individuo: la comunidad era un efecto secundario de la tentativa de alcanzar la iluminación de Dios.
Otra expresión de pensamiento político que contribuyo al estancamiento del mismo fue la obra de Tomás de Aquino, quien plantea que si bien la monarquía es la mejor forma de gobierno, esta debe tener su autoridad limitada, su autoridad conocía sus límites una vez que dejaba de ser legítima, más el referente de legitimidad giraba alrededor de lo que se llamó la ley natural, concebida por el juicio de la Iglesia, por lo que esta se podía ubicar por encima de los gobernantes, teniendo la posibilidad de derrocarlos. La idea de la Iglesia de una sociedad cristiana internacional pensaba al orden político sustentado en la autoridad de Dios, autoridad universal para la comunidad humana. Los cargos de poder por lo tanto estaban en la cabeza de las más altas instituciones de la sociedad de ese tiempo: la posición del Papa y el emperador de lo que fue el Sacro Imperio Romano. Esta línea de pensamiento político solamente pudo cambiar una vez que fueron emergiendo los Estados-Nación.
La ciudadanía empieza a emerger en los centros urbanos o ciudades-estados. Estas nuevas formaciones, nuevos centros de poder se van dando a partir del crecimiento económico que genera la actividad agrícola, con comercio y manufactura que fue formando estructuras sociales nuevas y por lo tanto políticas diferentes sobre todo en Italia.
El republicanismo comenzó a salir a la luz nuevamente a finales del siglo XI con expresiones al norte de Italia como el establecimiento de cónsules que respondían a problemáticas propias de localidades. Estos cónsules o administradores gestionaban estos asuntos judiciales creando enfrentamientos y contrariedades frente a los derechos papales e imperiales de control legal. A finales del siglo XII, los cónsules fueron reemplazados por los podestà, quienes dirigían consejos de gobierno y tenían poder supremo en aspectos ejecutivos y judiciales. Estos consejos controlaban a los funcionarios, los cuales ocupaban sus cargos por tiempo limitado y era electos ante ciudadanos, "[…] en el marco de las estructuras de autoridad de la Europa feudal, con su compleja trama de exigencias y poderes coincidentes, los cambios que protagonizaron fueron notables, sobre todo porque, […] representan un desafío explícito a la idea imperante de que el gobierno debía contemplarse como una forma divina de autoridad.
En este nuevo modelo de gobierno se promovieron varios rasgos que distaron de los gobiernos absolutistas pero también se puede observar otras características que marcan diferencias con las repúblicas democráticas. Al igual que Atenas, en la república la ciudadanía estaba formada por un grupo exclusivo y los cargos para la podestà se elegían entre los candidatos de la nobleza, excluyendo a gran parte de la población y provocando inestabilidad civil. Según el autor las variantes del republicanismo renacentista son una forma de aristocracia y no algún modelo de política democrática. Aun así el aporte de las ciudades-república italianas fue remarcable por las innovaciones institucionales y también por las reflexiones que aportaron acerca de las nuevas formas de hacer política. Se evidencian rasgos que impulsan argumentos de autodeterminación y soberanía popular.
La comunidad se convierte en el fundamento de la libertad para la república renacentista. Existe más evidencia del autogobierno y el derecho a participar en los asuntos comunes de los ciudadanos marca un paso para la libertad individual, pues ahora la decisión (dependiendo del interés individual) de cada uno influye en el curso de la vida común de la cual cada uno forma parte. La libertad de la que los individuos de la república renacentista goza es consecuencia de los fines que perseguía, siguiendo el ideal político que corresponde a esta nueva situación, que es el de la libertad cívica de un pueblo independiente, y como lo diría Viroli, refiriéndonos a su discusión con Bobbio en el libro "Diálogo en torno a la república", que está en miras de alcanzar la verdadera libertad que consiste en la "ausencia de dependencia respecto a la voluntad arbitraria de un hombre o de algunos hombres". Ya en esta época los gobernantes son administradores de justicia y deben asegurar el cumplimiento de las leyes formuladas para el bienestar propio.
El precursor que inspiró al pensamiento republicano de los italianos renacentistas fue el Imperio Romano, que fijó un modelo de gobierno que vinculaba la libertad con la virtud, en donde se marcaban rasgos de la persecución de la gloria junto con el poder militar. La participación política en Roma se conectaba con el honor de la conquista. "Virtud significaba patriotismo y espíritu público, una heroica disposición a buscar el bien común por encima de los intereses de uno mismo o de la propia familia".
Cicerón planteaba que la cosa pública es asunto del pueblo y este es un conjunto de hombres reunidos por un acuerdo común sobre la ley y los deseos. Tito Livio afirmó que la expansión del poder republicano se debía a la predominancia de la virtud cívica por sobre los intereses de las facciones, es decir, prevaleciendo el interés común de los ciudadanos orientados hacia el bien público, sobre el interés privado en asuntos públicos. Muchos autores también relacionaban la grandeza con el equilibrio de las instituciones.
En la tradición republicana renacentista se pueden distinguir dos vertientes del republicanismo: el republicanismo humanista cívico (desarrollista) y el republicanismo clásico (protector). Los desarrollistas resaltan el valor intrínseco de la participación política para la configuración de los ciudadanos como seres humanos. Los proteccionistas por su parte subrayan la importancia instrumental (distinta de la perspectiva humanista) para la protección de los objetivos de los ciudadanos, como su libertad personal; para ellos es importante la participación de todos los ciudadanos en la toma de decisiones para salvaguardar su libertad personal. El primero, el republicanismo humanista cívico desarrollista, se articuló con Marsilio de Padua y se consolidó con Rousseau. El segundo se asocia con la obra de Maquiavelo y, posteriormente, Montesquieu y Madison.
En los escritos de Marsilio de Padua, especialmente en el "Defensor Pacis", en el que defiende la importancia del gobierno electivo y la soberanía popular, se busca establecer la autoridad de los gobernantes seculares sobre la Iglesia, afirmando que las leyes deben ser elaboradas por todo el pueblo o la mayoría, por medio de la reunión de voluntades en una asamblea general. Al estar buscando una política secular que esté al mando del gobierno elegido por los civiles, Marsilio tuvo que enfrentarse a los poderes tradicionales de la Iglesia.
En la obra de Marsilio se pueden encontrar tres diferentes planteamientos. Primeramente está el que trata acerca de que las comunidades civiles son productoras de razón y por eso pueden establecerse como la base que garantiza una vida sin necesidades para la comunidad. Esto se logra mediante un gobierno que sea creado para tal fin, que se encargue de regular a los ciudadanos adecuadamente para que estos puedan actuar aprovechando las oportunidades que se le presenten, siempre en vista de los intereses comunes. A partir de este planteamiento es que se puede identificar formas moderadas y enfermizas de gobierno, a juzgar por la manera de actuar en torno al bien común.
En segundo lugar Marsilio señala que la eficacia de un gobierno se puede observar en su manera de aplicar la autoridad coercitiva. Cuando los gobernantes se guían por el interés público el poder coercitivo es respaldado. El trabajo que debe realizar el gobierno en este ámbito es constante dado que siempre hay conflictos, y su efectiva aplicación garantiza la supervivencia de las asociaciones civiles. En este postulado podemos encontrar respuesta a la segunda pregunta que ha sido planteada: en un gobierno democrático, en donde el demos idealmente se autodetermina, deben haber modos de coerción por parte del gobierno elegido que correspondan a la voluntad popular. Si la coerción carece de respaldo de legitimidad es evidente que este gobierno va a disolver la voluntad del pueblo y por lo tanto de la sociedad civil, que pueden ser organizaciones, reuniones de gente que, aun dado el caso de que esté en contra de los intereses de la personas que figuran los puestos de poder, son relativas a un ambiente democrático.
Dicho esto podemos pasar a nombrar el tercer planteamiento de Marsilio, que consiste en que el legislador último de un gobierno es el mismo pueblo, dado que este es la fuente de legitimidad, es decir que la autoridad política máxima es la comunidad. La voluntad de este legislador se evidencia en las elecciones o en asambleas generales de ciudadanos, es decir, en la sociedad civil. El uso de la fuerza en un gobierno democrático está justificado cuando este es legítimo, cuando hay consentimiento de la ciudadanía. Si el gobierno obedece la voluntad popular existe la garantía de que exista el bien común; si las leyes que se siguen son las leyes hechas por la mayoría, habrá perdurabilidad del gobierno.
"La autoridad para hacer leyes pertenece, por tanto, al conjunto de ciudadanos o a la mayor parte de ellos […] porque dado que todos los ciudadanos deben ser tratados por la ley de acuerdo con la debida proporción, y nadie se daña a sí mismo a sabiendas o desea para sí la injusticia, todos o la mayoría desean una ley que lleve al beneficio común de los ciudadanos".
Los marcos legales que se establecen por los ciudadanos en vista de ser aplicados sobre los mismos ciudadanos implica una estabilidad de una comunidad organizada que tiende a mantener la paz dado que los ciudadanos que la conforman se sienten obligados a cumplir con las leyes que ellos mismo se han impuesto.
En consecuencia, los planteamientos del autor apuntan a un gobierno con similitudes al de las ciudades-república en las que las organizaciones que se generan dentro de la sociedad forman consejos de autogobierno mediante votaciones que aportan a la consolidación de la soberanía. Los gobernantes de estas ciudades tienen el deber de perseguir la voluntad popular defendiendo la ley que se expresa en beneficio de todos. Se insiste en que las elecciones son el método más efectivo para satisfacer la comunidad, y que además quienes son elegidos como gobernantes pueden ser destituidos si no cumplen con los deberes que se le atribuye.
Un factor importante viene a expresarse desde los primeros planteamientos acerca del funcionamiento de la democracia, en la democracia clásica ateniense y la concepción aristotélica de la política. Algunas características del ciudadano eran: ser varón, residir en la ciudad, lo cual implicaba que sea propietario, excluyendo a los extranjeros y comerciantes. Esto sustentó la concepción de que era ideal que la participación política se dé en comunidades pequeñas. Estos planteamientos llamaron la atención a Montesquieu quien tomó en cuenta que para que pueda suceder un autogobierno era necesario que quienes constituían la comunidad tengan intereses consolidados, es decir que exista coincidencia entre ellos, cuestión que por inferencia podemos decir que tiene como requisito coincidencias con respecto a la propiedad a propósito de una localidad.
Cabe decir que todo valor, asociación o institución, a partir de los postulados mencionados, puede ser sometido a la autoridad de la voluntad popular por lo que es incorrecto decir que el poder político se ejecuta eficazmente cuando este es imparcial y con limitaciones, por el contrario la autoridad del pueblo es ilimitada, y se defiende de los valores, asociaciones o instituciones que no tengan coherencia con la voluntad de la comunidad. Era importante por eso que los gobernantes sean gente que identifique con los ideales democráticos mencionados.
Sin embargo, y justamente en la época de Marsilio y su publicación Defensor Pacis las instituciones de gobierno electivo estaban entrando en conflicto con gobiernos hereditarios de muchas ciudades. Se pone énfasis entonces en el tema de la mantención de los ideales de la polis clásica. Para esto aparece la figura de Maquiavelo quien ofrece una versión de la tradición republicana: un republicanismo protector, que pueda aceptar a la independencia, al autogobierno y a la búsqueda de la gloria en la participación cívica.
Maquiavelo el equilibrio entre los poderes del Estado y los poderes del ciudadano. Señala que las tres formas de gobierno son inestables y tienden a generar ambientes de corrupción: tanto la democracia como la aristocracia y la monarquía.
Maquiavelo, al contrario de muchos no pensaba que exista un principio permanente de organización para que un gobierno se dedique a fortalecerse en torno a su articulación, como por ejemplo el principio de la división del trabajo. Entiende que no hay un sistema natural y por ello la política debía enfocarse en crear un orden determinado. La política era entendida entonces como una pugna por la obtención, utilización y contención del poder para poder constituir una sociedad.
Tomaba en cuenta el factor de la incompetencia de muchos hombres para la política, por lo que buscaba la promoción de la virtud como el factor necesario para que la voluntad cívica vaya avanzando en miras de su gloria. Para tal propósito, para la generación de virtud, Maquiavelo observa dos mecanismos institucionales: la defensa del culto religioso y la aplicación de la ley. Maquiavelo afirma que mediante el uso de la ley se podían forjar buenos ciudadanos, ubicando así los intereses de la comunidad por encima de los individuales. Plantea que un sistema constitucional que incluya los elementos de la monarquía, la aristocracia y la democracia podía promover una cultura de virtud.
El gobierno mixto hacia el que mira Maquiavelo, según él, tiene la capacidad de crear un equilibrio entre los intereses que por ser diferentes, de distintos grupos sociales, entre ricos y pobres, entran en rivalidad cuando llega el momento de tomar decisiones en un gobierno. Su argumento promueve la concepción de la separación de poderes y de la representatividad en la democracia, cuestiones que garantizan la posibilidad de expresión y el encuentro de un orden entre intereses contrarios, por lo que se genera un mecanismo de leyes que pueda abarcar los intereses de cualquier grupo.
Afirmaba que la existencia del desacuerdo que la diferencia entre facciones era un factor necesario para que se puedan generar buenas leyes, " […] la base de la libertad no sólo estaba en un régimen de autogobierno y una disposición a participar en la política, sino también en el conflicto y el descuerdo, a través de los cuales los ciudadanos podían promover y defender sus intereses".
Algo adicional a la constitución mixta, por lo tanto, era necesario para que pueda un pueblo preservar su libertad. El conflicto entre facciones así como entre estados diferentes puede ser un factor que atente contra la perduración de la libertad. Por lo tanto es importante aquí el factor del uso de la fuerza para el mantenimiento de esa libertad; su perspectiva tendría que ser una política expansiva que proteja al Estado de las posibles amenazas exteriores e interiores. Por lo tanto, mediante este razonamiento es que Maquiavelo llega también a la conclusión de que el interés común debe estar por encima de los intereses individuales tanto al interior como al exterior de un Estado.
Tomando en cuenta la inestabilidad de la política el autor mencionado llegó a afirmar que en determinados casos podría la tiranía ser una necesidad en vista de la mantención de la libertad. El contexto problemático que se presentaba en Europa en ese tiempo dio lugar a aseveraciones como la necesidad de un déspota que imponga un orden determinado para un Estado y una sociedad. Los Estados que siguieran este pensamiento tendrían características expansionistas que puedan ofrecer mejores condiciones de existencia que otros Estados.
Si bien se puede considerar a Maquiavelo como un aporte importante para el pensamiento democrático, al ser configurador del discurso republicano protector, debido a su concepción acerca de la importancia de la participación política, acerca de su concepción de la ciudadanía como compuesta de gente independiente con interés en determinarse a sí misma a través de la intervención en asuntos públicos, también se pueden observar falencias en tanto al pensamiento democrático en el momento de no pensar en elementos de protección de los gobernados, es decir de la sociedad civil.
Desde la perspectiva del republicanismo protector podemos encontrar respuesta a las preguntas planteadas al inicio del trabajo: la participación política es fundamental para que la persona pueda tener libertad ya que si los individuos se gobiernan a sí mismos, estos no serán dominados por otros y así tendrán libertad, autodeterminación e independencia. Las características de esta clase de republicanismo son primeramente un gobierno mixto que descanse sobre la participación constante en la vida pública para que exista un equilibrio entre el poder del pueblo, la aristocracia y la monarquía. La actividad constante del pueblo, del los ciudadanos podría darse mediante elecciones de representantes, asociaciones competitivas que defiendan intereses que permitan abarcar popularidad, acuerdos y consentimiento, todo esto en un ambiente de libertad de expresión, asociación y con la presencia del imperio de la ley. La pequeña comunidad urbana, el culto religioso común (valores que religan a la gente), los ciudadanos productores e independientes, la exclusión de la política a grupos dependientes (mujeres, niños, trabajadores agrícolas), y el conflicto entre asociaciones políticas rivales, fueron entendidas como condiciones de posibilidad para que se pueda dar dicho gobierno.
Los postulados del republicanismo desarrollista, como lo entiende Rousseau, se fundan en que los ciudadanos deben estar en condición de igualdad política y económica para que nadie esté en situación de subordinación frente a otra persona, esto con el objeto de que todos gocen de libertad para ser partícipes del proceso de desarrollo colectivo.
Una caracterísitca importante de este modelo de gobierno es la separación de las funciones del poder legislativo y del poder ejecutivo dado que el poder legislativo estaría conformado por la participación directa de las personas que ejercen su disposición como civiles en las reuniones públicas. En este tema se considera ideal la existencia de disposiciones unánimes, más dado el caso en que se den desacuerdos se acepta la regla de acatar las decisiones de la mayoría.
Otro punto de incidencia de la voluntad popular está en la misma elección de los puestos del poder ejecutivo y las personas que sean designadas para tal caso son ubicadas en esos puestos a manera de elección directa o mediante sorteo.
Igualmente para este modo de gobierno hay condiciones para su factibilidad, por ejemplo el que los gobiernos se apliquen sobre comunidades pequeñas, no industriales puesto que la industria implique que la distribución de la propiedad privada sea altamente desigual; lo ideal es que la sociedad esté constituida por productores independientes para que estos puedan, al poseer propiedades, de manera menos heterogénea, puedan ejercer su ciudadanía. Para Rousseau otra necesidad de este gobierno es que las mujeres se dediquen a la mantención y servicio de la esfera doméstica para que los hombres puedan tener tiempo de trabajar y dedicarse a la vida pública/política. Por supuesto estas propuestas iban en contra del curso real del mundo de ese tiempo en que se estaban generando cambios en el orden político a raíz de la proximidad de la revolución industrial.
En este trabajo, a través del recuento histórico acerca del proceso de la concepción de lo que es la democracia, se ha visto cómo se fueron dando pasos cada vez más explícitos hacia la inclusión de la sociedad para el gobierno de la misma sociedad. Hasta los planteamientos de Rousseau observamos que la noción de la democracia se va puliendo cada vez más como el mejor gobierno posible, pero aun hace falta el refinamiento de un detalle muy importante para que verdaderamente la democracia pueda aproximarse a su ideal. Este detalle consiste en la reivindicación de los derechos y libertades de las mujeres, que por decirlo en términos generales, conforman la mitad, si no es más de la mitad, de las sociedades gobernadas por democracias. Por eso observamos, para finalizar, un aporte importante para una justa concepción de lo que es la democracia a partir del pensamiento de Mary Wollstonecraft quien investiga principalmente sobre la naturaleza de las relaciones entre el ámbito de lo público y lo privado. Su investigación es un aporte importante para la democracia desarrollista.
Desde la visión de Wollstonecraft, se acepta que la libertad y la igualdad estén interrelacionadas y también se acepta que las personas perjudicadas por la desigualdad social, al no poder resolver sus necesidades, no pueden disfrutar de la libertad de aportar a la determinación de un gobierno que les beneficie. Un punto en que la pensadora no está de acuerdo con Rousseau es con respecto a la tradicionalidad del pensamiento político que entiende a los intereses de las mujeres y los niños como inferiores a los de los varones; tampoco está de acuerdo con la concepción de Rousseau acerca de la naturalización del rol de la mujer como dentro del ámbito de lo privado, lo cual no le da espacio para actuar en el ámbito público, quitándole la posibilidad de independencia, libertad y autodeterminación. "Es cierto que se las provee de comida y vestimenta, por lo que ni trabajan ni producen; pero a cambio de la salud, la libertad y la virtud. […] lo que las mujeres son y lo que pueden llegar a ser es el producto de medidas humanas e históricas, y no de una cuestión de diferencias naturales".
Entendiendo a los seres humanos como superiores frente a las otras especies por sus mayores capacidades de razonar, los derechos del hombre se basan en la discusión y explicación, cosa de la que son también capaces las mujeres, por lo que sus derechos no deberían ser reducidos. Para que todos puedan ser libres es necesario que estén en las mismas condiciones para que tengan posibilidad de perseguir sus fines y cumplir con sus obligaciones como ciudadanos. De esta manera, si es que no se cambia la estructura de las relaciones privadas, no habrá cambios políticos profundos en la sociedad.





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