La inconsistencia entre el discurso y la práctica del desarrollo como causa subyacente del desplazamiento forzado interno en Colombia

July 7, 2017 | Autor: Soledad Granada | Categoría: Colombia, UNDP, Desarrollo Humano, Indicadores Socioeconomicos, Desplazamiento forzado interno
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La inconsistencia entre el discurso y la práctica del desarrollo como causa subyacente del desplazamiento forzado interno en Colombia Soledad Granada En 1995 se estimaban unos 10,2 millones de desplazados internos en el mundo, mientras que en 2010 el Global Overview of Trends and Developments estima 27,5 millones, de los cuales entre el 13 y el 19% sucedieron en Colombia (entre 8% – 11.6% de la población del país) (IDMC, 2010). En 2010, según la misma fuente, en Colombia se generaron más de 280.000 nuevos desplazados. De acuerdo con las cifras de Acción Social los nuevos desplazados en 2010 equivalen a 120.189 y ya en junio de 2011 el número estimado de personas desplazadas ascendía a 44.144 (SIPOD, 2011). Estas cifras muestran cómo por un lado la dinámica del desplazamiento continúa año a año produciendo desajustes en el bienestar de la población y cómo a pesar de la cantidad de investigación y política pública que se ha producido especialmente en la última década, el desplazamiento no ha cesado. Paralelamente, Colombia ha demostrado ser una especie de "milagro" económico especialmente en la última década, se ha integrado a importantes mercados mundiales y se ha posicionado como uno de los principales productores agroindustriales, en especial de palma Africana. Estos dos escenarios contrastan, sin embargo al hacer una lectura sobre los determinantes del desplazamiento forzado en Colombia, se encuentra evidencia que conecta los contrastantes fenómenos. Determinantes del desplazamiento forzado en Colombia Hasta ahora los estudios sobre el fenómeno del desplazamiento interno en Colombia, aunque muchos, en su mayoría trata ó bien acerca de su caracterización socio demográfica y sus impactos en términos de bienestar social y económico, ó bien de sus determinantes. Sobre este último la literatura ha avanzado en la identificación de factores que son generadores de desplazamiento de forma directa, tales como la violencia asociada al conflicto, la pobreza y falta de oportunidades, la presencia de recursos estratégicos, entre otros. No obstante, más de veinte años después de los primeros seminarios académicos en el tema y de muchos intentos por mitigar la situación de los ya desplazados, la política pública sobre este tema se ha quedado puramente en el plano asistencialista sin conectar con la posible solución de las causas estructurales de dicho fenómeno. Si bien esto obedece también a la inexistencia de un apolítica pública de paz, una lectura profunda sobre los determinantes del desplazamiento forzado en Colombia señala la necesidad de una lectura más profunda de estos factores en función de establecer las causas subyacentes y estructurales del fenómeno en cuestión, específicamente para el caso colombiano. En este texto se propone una lectura sobre el concepto de desarrollo y su implementación como modelos económico desde dos perspectivas, una basada en la expansión de las libertades propuesta por Amartya Sen y otra basada en el crecimiento económico con sus inicios en el pensamiento de W.W. Rostow. Al contrastar estas dos perspectivas a través del análisis del desplazamiento forzado en Colombia, se evidencian las contradicciones entre el discurso y la práctica del desarrollo en términos macro de política pública, así como los determinantes del desplazamiento identificados en la literatura están estrechamente conectados a la implementación de esta contradicción.

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Sobre la noción y la práctica del desarrollo La mirada transversal a las investigaciones sobre los determinantes del desplazamiento forzado evidencia conexiones entre las hipótesis estudiadas. La más evidente es la relación de la violencia del conflicto armado como generador de desplazamiento y su instrumentalización por parte de intereses privados, ya sea para el control de recursos estratégicos o la concentración de la propiedad de la tierra. De otra parte, respecto a la discusión sobre los incentivos económicos para la migración, hay una fuerte argumentación sobre cómo la violencia del conflicto distorsiona los incentivos tradicionales y crea otros basados en la búsqueda de seguridad y justicia, es decir, la distorsión de los incentivos está estrechamente relacionada con la ausencia y abandono del estado en términos institucionales de las periferias en las que el Estado ha logrado llegar en la última década con soldados pero ha olvidado llevar jueces, maestros y doctores, por lo que proyectos alternativos de estado se disputan el territorio y la legitimidad brindando alternativas por lo menos en materia de resolución de conflictos. La lectura crítica de estas hipótesis indica la existencia de un elemento aglutinador subyacente: el modelo de desarrollo que acompaña la expansión del Estado. Hoy día conviven dos visiones representan el discurso y la práctica del desarrollo: el desarrollo como proceso de expansión de la libertad y el desarrollo como proceso de crecimiento económico, propuestas por Sen (2000) y Rostow (1959) respectivamente, la primera vive más activamente en el discurso y la segunda en la práctica. A través del análisis de conceptos como territorio, integración y construcción de Estado se logra hacer entender la conexión los diferentes determinantes del desplazamiento forzado como subproductos de la implementación del modelo de desarrollo entendido como crecimiento económico, así como la inconsistencia entre el discurso sobre el desarrollo basado en las libertades humano- y la práctica basada en la lógica del crecimiento económico que propicia el escenario para la ocurrencia del desplazamiento. El concepto de territorio representa de manera fiel el carácter limitado de los recursos, lo que plantea una paradoja entre la expansión del modelo imperante y el concepto de desarrollo humano ante la imposibilidad de redistribución. En el caso colombiano se hace evidente cómo los procesos históricos de expansión del modelo de desarrollo (basado en crecimiento económico y acumulación) han representado aceleradores de los procesos de integración vacía del territorio favorables para la expansión del mercado, lo que ha generado también que la construcción desigual del estado en las periferias históricas se haya hecho (y se siga haciendo) de manera acelerada y torpe. Esto ha traído consigo la perpetuación del modelo de dependencia centro-periferia en lo regional y lo local y el posicionamiento de la economía colombiana en la cadena de producción mundial como explotadores de materias primas. Simultáneamente, dichos procesos se han convertido en obstáculos para el mejoramiento de los valores deseados en términos de desarrollo humano. La política de integración y el desarrollo En Colombia más específicamente, la relación se explica por la transición de un modelo productivo basado en minifundio campesino, a uno con formas de producción que armonizan mejor

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con el modelo de desarrollo como crecimiento económico en un mercado globalizado, tales como la ganaderización, la agro-industrialización y la explotación minera por un lado; y de otro la masificación de la producción de cocaína. Ahora bien, el proceso de integración realizado por el Estado se ha dado en una lógica primitiva de construcción de Estado, mediado por la fuerza antes que por las vías institucionales y en competencia con otros proyectos de estado que también disputa el territorio y la lealtad de la población con el uso de la violencia. Esto ha generado un vacío que permite la vulneración de los derechos de propiedad (y de los derechos humanos) sin mayor costo ni sanción al estar embebidos en la irregularidad normalizada de una guerra civil de casi sesenta años. El proceso de acumulación de capacidad (tierra y capital) expresado en mayor inversión y concentración de la propiedad de la tierra, se consolida al final de los noventa y lo hace políticamente con la firma del pacto de Ralito en 2001. Este evento hizo oficial el cambio de proyecto político y económico para favorecer los intereses de sectores específicos que generan conexiones con las demandas de los mercados internacionales como lo es el caso de la palma africana. Este cambio coincide con el inicio de una tendencia al aumento en la tasa crecimiento del PIB, que ayudó a revertir la tendencia a la baja producto de la crisis financiera y económica mundial de finales de la década. Este pacto además de consolidar el estatus de quienes lo conformaban en los poderes locales, lo hizo también a nivel nacional en las elecciones de 2002 con la elección del proyecto político de Álvaro Uribe (López, 2010). El éxito de este proyecto radicó en la eficacia de los grupos paramilitares para ejercer violencia contra los civiles a nivel nacional como instrumento de destierro y coacción. En la última década hubo un proceso importante de expansión y consolidación del Estado y de las nuevas élites económicas, la política de seguridad del Estado tuvo éxito en la integración y el aseguramiento de las redes que conectan las grandes zonas industriales del país con los puertos y con la centralidad, lo que contrasta con el subproducto que fue la marginalización de zonas rurales en las que no había un interés económico en particular (Granada, Restrepo y Vargas, 2009). Medición, desarrollo y democracia de mercado La población rural en Colombia se ha visto a lo largo de las últimas décadas enfrentada a la reducción de su participación en el mercado y forzada al éxodo de sus tierras. Esto se explica principalmente por la expansión del modelo de desarrollo impulsado por el estado que favorece los proyectos productivos de corte agroindustrial y minero, altamente intensivos en capital y tierra, pero que tienen gran impacto en las estadísticas nacionales de crecimiento y, convenientemente, también en las de desarrollo. No obstante al darle una mirada a la medición que realiza las Naciones Unidas del índice de desarrollo humano (basado teóricamente en la definición de Sen), se evidencia que los parámetros que se tienen en cuenta para su medición son como componente social: la esperanza de vida al nacer, la alfabetización en adultos y la matricula en los tres niveles y su duración, y adicionalmente incluye la medición del nivel de vida a través del PIB real per cápita, como componente financiero (fuertemente influenciado por los niveles de inversión). Lo que es problemático del índice es que no tiene en cuenta la desigualdad y como se mencionó antes al controlar por este aspecto el panorama del

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desarrollo cambia sustancialmente. Bien hace Sen en mostrar que mayor riqueza no implica necesariamente más desarrollo humano, ni que menor riqueza implica atraso en ese aspecto. La paradoja que se identifica en la lectura del concepto de desarrollo a través del fenómeno del desplazamiento forzado en Colombia, se traduce en que los objetivos del discurso del desarrollo, basados principalmente en la definición de desarrollo humano de la ONU, no son consistentes con las mediciones ni con las políticas que se diseñan con el fin de mejorar el indicador en su concepto original. En Colombia la cruzada por elevar los índices de desarrollo se ha traducido en una carrera en asenso de la desigualdad y el destierro, siendo el desplazamiento forzado la más visible de sus expresiones. Éste representa el despojo de libertades de la población rural sobre sus propiedades (del destino de su desarrollo) a manos privadas con la connivencia de la incapacidad institucional del estado para la protección de sus derechos y así mismo la población desplazada que se traslada hacia los centros urbanos (en búsqueda de protección y seguridad) se encuentran ante la realidad del desempleo, la indiferencia institucional y la miseria. En resumen, podría decirse que este proceso generó equilibrio en el desarrollo en el sentido de Rostow (Nash) pues el crecimiento económico aumentó y se dio un avance en términos de industrialización, pero al mismo tiempo se estancó el desarrollo en el sentido de Sen (Pareto). Como reflexión final de este texto se plantea bajo el supuesto de la condición limitada (escaza) de los recursos, que mejoras en el crecimiento económico, en el estado actual de la naturaleza, genera necesariamente una ampliación en la brecha social que divide a los que expanden sus libertades de los que se enfrentan a la restricción de las mismas y empeorando el desarrollo en la concepción que propone Sen. Es necesario contemplar una discusión y revisión de los indicadores de medición del desarrollo en aras de la coherencia entre el discurso y la práctica, así como para la revisión de la política orientada a la integración y desarrollo a nivel nacional y regional. Referencias Granada, S., Restrepo, J.A. y Vargas, A. (2009). "Agotamiento de la política de seguridad democrática: Transformaciones recientes en el conflicto armado colombiano", en Guerra y violencias en Colombia Herramientas e interpretaciones, Restrepo J. y Aponte D. Editores, editorial Javeriana, ISBN: 978-958-716-2684, pp. 27-124. Internal Displacement Monitoring Centre (2010). "Global Overview of Trends and Developments in 2010", IDMC and Norwegian Refugee Council. López, C. (2010). "Y refundaron la patria…", Coorporación Nuevo Arcoiris, Congreso Visible, Dejusticia, Grupo Método y Misión de Observación Electoral -MOE-. Rostow, W.W. (1959). "The Stages of Economic Growth", The Economic History Review, New Series, Vol. 12, No. 1 (1959), pp. 1-16. Sen, A. K. (1999), "Desarrollo y libertad", Oxford: Oxford University Press, ISBN-13: 978-0385720274, 366 pp.

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Sistema Nacional de Atención Integral a la Población Desplazada (SNAIPD) y Sistema de Información de Población Desplazada (SIPOD): www.accionsocial.gov.co/ ILSA. Seminario Foro Nacional. El desplazamiento interno en Colombia. (1º: 1991: Chinauta. Fusagasugá).

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