La inconmensurabilidad en Paul K. Feyerabend
Descripción
Ensayo para Filosofía de la Naturaleza “La inconmensurabilidad en Paul K. Feyerabend” Ileana C. Hernández Herrera 03 / Noviembre / 2014 En el presente ensayo me interesa desarrollar cómo entiendo las ideas de hipótesis adhoc y paradigma del filósofo Paul K. Feyerabend al incluir algunos ejemplos que veo en la lectura de Sambursky y de Richard Rorty, en las cuales se mencionan sobre todo dos paradigmas distintos: el de la física de los griegos y el de la física moderna. Mi propósito es, básicamente, explicar y luego justificar con más ejemplos la propuesta de Feyerabend, a pesar de que él ya lo haya hecho en su libro “Contra el método” (comparando la física aristotélica con la de Galileo). Difícilmente podríamos hablar de filosofía de la ciencia sin hablar de historia de la ciencia y de las ideas, pues es preciso ubicar en un tiempo y espacio determinados los sucesos que han hecho del conocimiento lo que es hoy en día. Es preciso porque sólo así damos cuenta de las condiciones de posibilidad de éste, y nos podemos hacer preguntas como “¿la ciencia es progresiva?”, “¿estamos más cerca de conocer la verdad que hace unos siglos?” o “¿la ciencia produce conocimiento universal?”, es decir, podemos preguntarnos por la contingencia de los criterios de validez. Bajo esta perspectiva histórica podemos ubicar el trabajo de Paul K. Feyerabend en “Contra el método”. Para Feyerabend, el conocimiento es contingente y ubicable en una época y lugar, por lo que coincide con Stuart Mill cuando habla del pluralismo y cómo Europa está en deuda con la multiplicidad de caminos en lo que respecta a su desarrollo: el éxito duradero de nuestras categorías y la omnipresencia de determinado
punto de vista no es signo de excelencia ni una indicación de que estamos más cerca de la verdad, sino la indicación del fracaso de la razón.1 No es mi propósito en este ensayo argumentar la contingencia del conocimiento, por lo que basta mencionar que es uno de los supuestos desde donde partiremos: el conocimiento es histórico, contextual, contingente, y está basado en paradigmas de la época. Por lo tanto, también la ciencia con todo y su pretensión de universalidad es producto de su época. En palabras de Hegel: “cuanto más sólido, bien definido y espléndido es el edificio erigido por el entendimiento, más imperioso es el deseo de la vida por escapar de él hacia la libertad”2 , es decir, no podemos eliminar la posibilidad de contradicción. No podemos trabajar con conceptos estables si queremos hacer ciencia; por lo menos esa es la lección que nos ha dado la historia. Dos son los elementos en los que me quiero centrar: las hipótesis ad hoc y sobre todo los paradigmas griego y moderno. Me parece que son elementos que nos ayudan a entender en principio a Feyerabend pues de aquí saldría su teoría anarquista del conocimiento, además de que podemos rescatar, desde esta perspectiva, algunas de las ideas en el texto “El mundo físico de los griegos” de Sambursky. El hombre no tiene una perspectiva neutral, pues está parado en creencias (como las entendía Ortega y Gasset), en ideologías, en criterios de validez de su tiempo y espacio, o como diría Feyerabend y otros filósofos de la ciencia, en paradigmas. El paradigma proporciona las pautas mediante las cuales se filtran los estímulos del medio; se configuran las formas que vemos en la realidad y se censuran las visiones incompatibles. Se enseña la interpretación correcta (y ésta se vuelve natural). Se termina por ver la realidad como el paradigma nos ha enseñado a verla. No es una idea
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Paul K. Feyerabend, Tratado contra el método: esquema de una teoría anarquista del conocimiento. Tecnos: Madrid. 2010 2 Ibid.
difícil de digerir una vez que se ha aceptado el nihilismo o la postura posmoderna sobre la verdad: es una forma de leer la historia de la ciencia. Sambursky incluye bastantes ejemplos de elementos paradigmáticos, pues constantemente está comparando la física de los griegos con la moderna e incluso con los avances más recientes. Me parece que un ejemplo explícito es cuando explica el movimiento de las estrellas: para los griegos, el reposo representaba algo más “noble” que el movimiento. Esta idea no nos parece necesariamente aceptable hoy en día, pues ¿con qué criterio podemos hablar de la nobleza del movimiento o el reposo? Tendríamos que estar parados en el paradigma griego para entender esta relación de ideas. Sin embargo, para ellos fue tan evidente que en su cosmología no se admitía la posibilidad de una rotación universal: “El movimiento circular de las estrellas alrededor de la Tierra, como cualquier otro mecanismo cíclico, era suficiente como reloj y, lo que es más, ésa es la base de nuestra medida de tiempo. La opinión generalmente admitida de que el reposo es “más noble” que el movimiento militó realmente en contra de la idea de una rotación universal”3, de igual forma, otro elemento que permite asomarnos en su cosmología y sus elementos paradigmáticos sería el concepto de círculo, pues fue una parte tan inseparable para los griegos como la línea recta lo sería después en el cosmos newtoniano. Me parece que también podríamos citar a Rorty, pues en su libro “La filosofía y el espejo de la naturaleza”, en su primer capítulo describe la diferencia en el concepto de sustancia según los griegos y los modernos. Esto, al igual que los ejemplos anteriores, no son ejemplos de paradigmas tal cuales, sino de elementos significativos que se asoman de cada paradigma y que, dado el conjunto y la red de significados que componen nuestro mundo, los entendemos de una u otra manera. Para la filosofía de Descartes, sólo existen 3 sustancias: Dios, la mente y la materia. Esto es totalmente distinto a la idea de sustancia aristotélica (compuesta de materia y forma). Pues bien, a
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S. Sambursky, El mundo físico de los griegos. Alianza Universidad: Madrid. 1990, pp. 92
Aristóteles no se le hubiera ocurrido que las ranas, los hombres y las estrellas no eran más que accidentes de una gran sustancia (la materia), “Pero fue precisamente esta noción de una gran sustancia la que resultó necesaria para ofrecer un fundamento filosófico a la mecánica de Galileo y desprestigiar las tradicionales explicaciones hilemórficas”4 esto es porque el criterio real de Descartes no es la permanencia sino la posibilidad de manipulación matemática. Así que cuando la materia cartesiana (unión de todos los átomos/vértices) sustituye a la materia aristotélica (potencialidad), fue promovida al grado de sustancia y dejó al motor inmóvil de Aristóteles como un rival. Ahora, procedo a explicar el siguiente término de Feyerabend: las hipótesis ad hoc representan un papel muy importante en la ciencia como la conocemos. Las teorías no abarcan la totalidad, por lo que añadir hipótesis ad hoc crea la falsa impresión de la excelencia y universalidad del conocimiento científico, siendo que ninguna teoría es totalmente consistente con todos los hechos. Esto, por supuesto, no impide que se postulen teorías o leyes dominantes durante siglos. En lugar de desechar la teoría en cuestión, se recurre a aproximaciones o se inventan hipótesis ad hoc para cubrir la inconsistencia. Tales hipótesis son abundantes en la ciencia. Un ejemplo de hipótesis ad hoc en el libro de Sambursky es el que explica el desarrollo de la teoría de las esferas (la configuración de los astros según los griegos): se acumulan nuevos hechos, se incrementa la exactitud de la información poseída, y se ajusta el modelo antiguo a la nueva realidad5. El primer modelo (el de Eudoxo) fue “mejorado” por Calipo, quien añadió dos esferas para el Sol, dos para la Luna y una para Mercurio, otra para Venus y otra para Marte. Con esto, que hoy en día nos podría parecer sinónimo de imprecisión, en aquel entonces respondía a la exactitud geométrica que se estaba buscando.
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Richard Rorty, La filosofía y el espejo de la naturaleza. Cátedra: Madrid. 2010, pp. 67 Sambursky, op. cit. pp.83
Una hipótesis ad hoc puede ser un modelo, como en este caso, que hace posible la explicación lógica de un fenómeno (independientemente de su realidad de hecho): “Eudoxo, así, inventó sus esferas únicamente como representaciones geométricas que proporcionaban una solución limpia al problema planteado por Platón; aparentemente pues, no tuvo la intención de convertir ese modelo estrictamente geométrico que había sido concebido como una herramienta matemática, en una representación de la realidad física.”6 Mientras Eudoxo había atribuido a cada planeta un sistema propio de esferas para proporcionar un sistema geométrico de los movimientos planetarios, Aristóteles quiso llevarlo más lejos y hallar las conexiones entre todos los grupos de esferas, construyendo un sistema que ejemplifica el resultado de dar prioridad al modelo sobre los hechos y de transformarlo en sustancia real. Para filósofos como Imre Lakatos, casi todas las nuevas ideas son enteramente ad hoc, y no pueden ser de otra manera, aunque después cobren vida por sí mismas o sean, para bien o para mal, identificadas con la realidad misma y desconectadas de su origen/fundamento, como sucedió con el modelo de las esferas concéntricas. Cuando cambia un paradigma, surge una “nueva experiencia” a partir de cambiar las interpretaciones naturales que estorbaban por las que hacen mayor sentido. Esta nueva experiencia puede definirse como una hipótesis ad hoc pero marca el cambio de una cosmología a otra. De este modo, una amplia teoría empírica del movimiento es reemplazada por una más estrecha, completada con una metafísica distinta del movimiento. Aunque estas son ideas básicas que aún no contienen la propuesta del anarquismo epistemológico de Feyerabend me basta señalar, por el momento, los ejemplos que dan autores como Rorty o Sambursky a la historia de la ciencia y la lectura desde los conceptos de filósofos como Feyerabend. Estos conceptos, sin embargo, todavía requieren de una interpretación posterior, pues son sólo herramientas cognitivas. En
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Ibid, pp. 84
filósofos como Kuhn, por ejemplo, los paradigmas son inconmensurables entre sí. Ya hemos dicho que para filósofos como Imre Lakatos, casi todas las nuevas ideas son enteramente ad hoc, y no pueden ser de otra manera. Lo que caracteriza a Feyerabend es que, considerando la historia de la ciencia, los paradigmas distintos, y la importancia de las hipótesis adhoc, interpreta la relación entre teorías como una relación no necesariamente progresiva, racional o dada a partir de un método, pues entre un lenguaje observacional y otro no existe posibilidad de medición, son inconmensurables, por lo que se atreve a proponer: “¿Qué mejor recordatorio hay que el darse cuenta de que la elección entre teorías que son suficientemente generales para proporcionar una concepción del mundo comprehensiva y entre las que no hay conexión empírica puede llegar a ser una cuestión de gusto; que la elección de una cosmología básica puede llegar a ser también una cuestión de gusto?”7 Básicamente, en esto consiste la propuesta del anarquismo epistemológico. Así, pues, ilustramos dos herramientas de la filosofía de la ciencia: la idea de las hipótesis ad hoc y la de paradigma, a partir de las lecturas que se hicieron en clase del libro “el mundo físico de los griegos”. La interpretación que le demos a la lectura que nos posibilitan este tipo de conceptos, la interpretación que le demos a la historia de la ciencia y de las ideas, será la que nos ubicará en un mapa de las distintas corrientes filosóficas. En este caso, he incluido brevemente la propuesta de anarquismo epistemológico de Feyerabend, para ejemplificar un posible razonamiento que se sigue de haber leído la historia desde categorías como “paradigma”, “hipótesis adhoc”, y otras que no incluí del todo, como “interpretaciones naturales”, “lenguajes observacionales”, entre otros.
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Feyerabend, op. cit. pp. 120
Bibliografía Paul K. Feyerabend, Tratado contra el método: esquema de una teoría anarquista del conocimiento. Tecnos: Madrid. 2010 Richard Rorty, La filosofía y el espejo de la naturaleza. Cátedra: Madrid. 2010 S. Sambursky, El mundo físico de los griegos. Alianza Universidad: Madrid. 1990
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