La (in)analizabilidad al borde de la neurosis en el dispositivo analítico clásico

La (in)analizabilidad al borde de la neurosis en el dispositivo analítico clásico
¿Por qué consideramos a la anorexia como un ropaje actual de la histeria?

Mediante un discurso actualmente conocido proveniente de la práctica de Freud en el análisis, se ha planteado que desde el contexto del psicoanálisis clásico existen pacientes reconocidos como "inanalizables", es decir, impedidos de realizar análisis, esto puesto a que presentan demasiadas resistencias y les es imposible formar una neurosis de transferencia, tienen poca capacidad de insight y un sentido de la realidad alterado. Lacan abre camino a través de esta problemática planteando que dichas resistencias pueden ser pensadas como provenientes del analista y no únicamente desde el sujeto en análisis.
Hoy en día, las neurosis de transferencia no son apreciables de modo similar al relatado en los escritos freudianos, sin embargo, podemos reparar en la similitud del funcionamiento de sujetos con patologías que son cada vez más frecuentes en el acontecer mundial, patologías psicosomáticas, adicciones o la anorexia pudiesen tener una correlación con las exigencias epocales del medio y de esta manera, vestir a estas patologías estudiadas con antelación por el psicoanálisis.
Sabemos que la neurosis de transferencia se constituye en la medida en que sea posible la transferencia y Freud indica como única posibilidad de cura el operar a través de ella. Podemos pensar, desde Lacan, que la existencia radical del sujeto, en tanto objeto a, debe situarse en el campo del OTRO, una vez que ha operado el nombre del padre y se ha posibilitado ese intervalo, ese deseo del otro, el objeto a puede alojar en dicho espacio, por ende, hablaríamos de un sujeto que opera desde la neurosis.
El neurótico, una vez que el objeto a logró transferirse al campo del OTRO, intentará identificarse de todas las maneras posibles que le permitan acercarse a aquello que el OTRO le entregó, es decir, permanecerá en un curso de transferencia en transferencia, velando así la falta en ser del sujeto, la angustia, la castración, en la ilusión de lograr completar a ese OTRO.
Lacan plantea una función que se vuelve necesaria para sostener la interrogación de los significantes de la demanda del otro, la "función de afanisis", que operará a través de la pregunta: "¿Puedes perderme?". Esta función cumple un rol fundamental para el funcionamiento de la anorexia, el cuál será retomado posteriormente.
La histeria, estudiada ampliamente por Freud luego de su aprendizaje con Charcot, es descrita como uno de los tipos de neurosis de transferencia, tiene que ver con una forma consciente de padecer en el cuerpo, convirtiendo el goce inconsciente e intolerable en un sufrimiento demostrable en el cuerpo. El goce constituye para la histeria un límite peligroso, asume una constante falta, o lo niega, puesto que sabe que de lograrlo se sumiría en la locura.
Actualmente la anorexia es una patología frecuente y podemos asumirla como una expresión actual de la histeria en donde el síntoma sería el fantasma de la madre. Desde esta ventana, Lacan propondrá que la anorexia se genera en una falla de la función de afanisis, puesto a que no puede dejar de ponerla en juego, está constantemente apelando a ser falta, a que le otorguen ese espacio y poder reconocerse como uno distinto de la madre, se rehúsa a ser parte de ella y por ende, niega el alimento. El síntoma se instala en la fuente primordial de toda frustración y placer, la boca. La anoréxica imposibilita el deseo, lo aliena al deseo del otro y es la propia insatisfacción de nunca ser suficientemente delgada lo que lo satisface.
Es así como se vuelve fundamental en nuestro acontecer como analistas, el cuestionar permanente sobre el quehacer analítico en función de patologías frente a las que, bajo los paradigmas del psicoanálisis clásico, nos enfrentamos con pacientes ante los cuales la cura a través de la palabra resulta impedida puesto a que se dificulta la regla básica de la instauración de la neurosis transferencial caricaturizada y concluimos por derivar a pacientes ante los que debemos declararnos incompetentes. Sin embargo, el lograr dar cuenta del funcionamiento de las resistencias, tanto personales como del analizado, lograr identificar la influencia del medio y la época en el devenir de un sujeto en la actualidad, debiese, sin duda, sembrar al menos la duda preocupante sobre los márgenes del análisis clásico y encausar cuestionamientos y respuestas que permitan movilizar aquello concebido como encapsulado, motivar un quehacer al borde de la neurosis pudiendo volver la mirada sobre aquello (in)analizable, esta vez como posible de ser analizado.
Jonathan Pardo Ocampo