La importancia de los inventarios en el estudio de la platería catedralicia: El inventario del Sagrario, de 1588 y 1619, de la Santa Iglesia Catedral Primada de Toledo. Oro, plata y piedras preciosas.

July 9, 2017 | Autor: I. Garcia Zapata | Categoría: Historia del Arte, Toledo, Catedral De Toledo, Orfebrería y platería, Plateria
Share Embed


Descripción

La importancia de los inventarios en el estudio de la platería catedralicia: Los inventarios del Sagrario, de 1588 y 1619, de la Santa Iglesia Catedral Primada de Toledo. Oro, plata y piedras preciosas Ignacio José García Zapata

Resumen: A la hora de abordar el estudio del tesoro catedralicio, es fundamental acudir a los inventarios. Esta documentación eclesiástica aporta al investigador datos específicos sobre las obras artísticas atesoradas en un templo, como su origen, material o procedencia, permitiendo conocer cómo éstas se hallaban en el momento en el que se elaboró el inventario, lo que ayuda a comprender como ha evolucionado la pieza y el tesoro en todo su conjunto, ya que en muchas ocasiones éste ha variado con el paso de los siglos, y solo mediante estos listados se puede conocer el verdadero esplendor de los ajuares religiosos que se fueron formando en gran medida, gracias a las elites civiles y eclesiásticas, verdaderas mecenas de las preseas. Palabras Clave: Tesoro, Inventario, Catedral. Abstract: When approaching the study of the cathedral treasure, it is essential to go to inventories. This documentation provides the researcher ecclesiastical specific data treasured works of art in a temple, like his origin, source or materials, allowing to know how they were at the time when the inventory was taken, which helps to understand how it has evolved the part and the whole treasure at all, since in many cases this has changed over the centuries, and only through these listings could be found the true splendor of religious regalia, that were formed largely through the civil and ecclesiastical elites, true patrons of the jewelry. Keywords: Treasure, Inventory, Cathedral.

1025

Ignacio José García Zapata

En las catedrales suelen aglutinarse las máximas expresiones del arte: pintura, escultura, retablos, textiles, orfebrería etc… que a lo largo de los siglos han ido engrosando el patrimonio artístico de éstas. No solo hay que valorar la variedad de obras de arte que atesoran, también hay que destacar que en estos templos participan los grandes artistas del momento, ya que las catedrales, como cabeza visible de una diócesis, deben contar con la presencia de los artífices más notables, que la realcen por encima del resto. Otro aspecto que hay que tener en cuenta es la condición del tiempo, éstas no solo son espacios que aglutinan piezas de varios estilos, también conforman un recorrido histórico de la vida del templo, desde los momentos más desfavorables hasta los instantes de mayor esplendor, por lo que mediante las obras de arte de un determinado lugar se puede conocer la situación económica, el nivel intelectual o culto de sus prelados, las relaciones de estos con los grandes mecenas o las grandes fortunas, las ideas y los intereses de una época determinada. En definitiva la obra artística es la mejor muestra del paso del tiempo por una catedral, ella es fiel reflejo de lo acontecido. Las causas que han propiciado esta amalgama de obras de arte a lo largo de los siglos tienen mucho que ver con el ser humano. Este, en pos de aumentar su gloria personal, ha utilizado la catedral como foco de sus donaciones. Monarcas y nobles son los principales benefactores, de ahí que entre los tesoros se hallen los pendones de las grandes batallas de un país, o reliquias adquiridas por la mediación de un rey. A pesar del papel que estos han desempeñado para aumentar y engrandecer artísticamente el ajuar de los templos, son los obispos los que más han contribuido a su equipamiento. Este, y el clero en general, se sentía obligado a dotar a su sede de las necesidades materiales que requiriese, ya que la catedral era considerada la “esposa del obispo”. Este compromiso moral tenía también un tinte de obligación legal, ya que, aunque las rentas de un prelado fueran bajas, esto no le eximiría de cumplir con su catedral1. Teniendo en cuenta que muchos de estos donativos artísticos emanan de esa necesidad de ver ampliada la magnificencia de uno mismo, no es menos cierto, que en otras ocasiones estas dádivas tienen un componente religioso, que puede deberse a unas predilecciones devocionales, es decir, las empresas artísticas van a depender de las concepciones religiosas, teológicas o litúrgicas del dadivoso, que mediante su idea de lo sagrado va a aumentar la dignidad de su sede, aumentando la suya propia2. Dentro de los campos artísticos que más generosidades reciben por parte de los prelados se encuentra el ámbito de la platería, algo que no es de extrañar dada su 1 PÉREZ SÁNCHEZ, M. La Magnificencia del culto. Estudio histórico-artístico del ornamento litúrgico en la diócesis de Cartagena, Murcia, Academia de Alfonso X el Sabio, 1997, pp. 23-112. 2 RIVAS CARMONA, J. “El patrocinio de las platerías catedralicias”, en. Jesús Rivas Carmona, Estudios de Platería 2004, Murcia, Editum, 2004, pp. 481-498.

1026

La importancia de los inventarios en el estudio de la platería catedralicia

importancia en el culto, de ahí su consideración como un objeto de gran contenido teológico, y por tanto el deber de mostrarlo como una pieza artística de primerísimo nivel3. Junto a esto, los trabajos con materiales preciosos dan un mayor esplendor a la catedral, por lo que se convierten en uno de los caminos más sencillos para expresar las ideas religiosas del momento y del donante4, así como su poder y estatus. Por tanto, se hace indispensable comprender las ambiciones y las intenciones del obsequioso, ya sea miembro del clero, de la monarquía o de la nobleza, para llegar a apreciar que sentido cobra una determinada pieza. En definitiva, una suma de personajes eclesiásticos y civiles que por razones diferentes van a ir contribuyendo a la configuración del tesoro catedralicio. El inventario de 1619 fue realizado medio siglo después del inicio de la contrarreforma católica. Ésta trajo consigo una renovación de la liturgia, lo que conllevó un gran impacto en el escenario eclesiástico, sobre todo en las catedrales. Sin embargo estas actuaciones no fueron las protagonistas del nuevo movimiento surgido en Trento, el verdadero papel renovador y acorde a la exaltación de la eucaristía lo desempeñó la platería, de ahí que se refleje un importante aumento de piezas entre los inventarios del siglo XVI y los del XVII, y es que el nuevo ceremonial emanado del concilio precisaba de más y nuevas creaciones5. Por estas razones, fueron adquiriendo un importante ajuar que por desgracia no ha llegado integro al siglo XXI6. Diversos motivos por todos conocidos: guerras, saqueos, robos, fundiciones, etc… han hecho que no se pueda apreciar el verdadero impacto de la contrarreforma en la orfebrería, aunque los ejemplos conservados en esos primeros

3 CRUZ VALDOVINOS, J. M. “La función de las artes suntuarias en las catedrales: ritos, ceremonias y espacios de devoción”, en Miguel Ángel Castillo Oveja, Las catedrales españolas en la Edad Moderna. Aproximación a un nuevo concepto del espacio sagrado. Madrid, Fundación BBVA, 2001, pp. 149-170. 4 RIVAS CARMONA, J. “Algunas consideraciones sobre los tesoros catedralicios: el ejemplo de la Catedral de Murcia”, Imafronte, número 15, Murcia, Universidad de Murcia, 2000-2001, pp. 291-309. 5 Fue tal la cantidad de objetos que las capillas pasaron a ser verdaderos escaparates de plata, ver: PÉREZ SÁNCHEZ, M. “La contribución de la familia Lucas a la orfebrería de la Catedral de Murcia. Una propuesta de estudio del patronazgo de los canónigos”, Verdolay, número 6, Murcia, 1994, pp. 154-159. Junto a la platería, los ornamentos textiles también tuvieron un gran desarrollo, ver: PÉREZ SÁNCHEZ, M. “Algunos aspectos del arte textil de ostentación en Murcia: alfombras, colgaduras y tapices de los siglos XVII y XVIII”, Imafronte, número 12-13, Murcia, Universidad de Murcia, 1996-1997, pp. 271-292. 6 Esto no significa que en las iglesias protestantes se acabara con el tesoro de la catedral, sino que vario su uso, como demuestra: KROESEN, J. “El tesoro de la catedral de Halberstadt (Alemania). Testimonio de la fuerza conservadora del luteranismo”, en Jesús Rivas Carmona, Estudios de Platería 2006, Murcia, Editum, 2006, pp. 327-340.

1027

Ignacio José García Zapata

años, por ejemplo en la Catedral de Sevilla7, dan una idea de la estrecha vinculación del sacramento con las obras en plata y materiales preciosos8. Un motivo importante para el desarrollo de la platería española vino de la mano del descubrimiento de América, que aportó una ingente cantidad de oro y plata con la que se vieron saciadas las nuevas necesidades9. Con todo ello, la contrarreforma vino a engrosar el número de piezas que se recogían en los inventarios, algo que no decayó en los siglos sucesivos, sino que se vio acrecentado por el desarrollo del culto. La catedral de Toledo, como primada de España, no se podía quedar atrás en estas décadas de esplendor contrarreformista. A finales del siglo XVI comenzó la construcción de la Sacristía Mayor, de la capilla de la Virgen del Sagrario y del Ochavo, todo ello gracias a la iniciativa del cardenal don Gaspar de Quiroga (1577-1594), que quiso dejar atrás la Edad Media de la catedral, para adecuarla a los nuevos gustos con estos nuevos espacios que él no vería terminados, ya que su construcción se prolongó a lo largo del siglo siguiente, concluyéndose durante los episcopados del cardenal don Bernardo de Sandoval y Rojas (1599-1618) y el cardenal infante don Fernando de Austria (1620-1641). La sacristía mayor se concibió como una larga planta rectangular terminada en un altar con un retablo en mármol diseñado por Ignacio Haan, en el que se puede contemplar el Expolio del Greco. Los laterales de esta estancia son los que acumulan las grandes cajoneras y armarios que guardan las alhajas y ornamentos litúrgicos. Este espacio fue concebido por Nicolás de Vergara y Juan Bautista Monegro, que desarrollaron su labor a principios del siglo XVII, al mismo tiempo que se daba inicio a las obras de la capilla del sagrario y del ochavo, donde también intervinieron. La capilla de la patrona de la ciudad consta de una planta cuadrada con cúpula, donde destaca la intervención pictórica de Vicente Carducho. Concluida en 1616, tres años ante del inventario, fue inaugurada con la presencia de Felipe III. La última de las estancias fue concebida con el fin último de albergar la importante colección de reliquias que posee la catedral, por ello, a la espalda de la capilla del sagrario, se inició el ochavo, una capilla de forma octagonal, que repite dicho número simbólico en todo su desarrollo, y que contó con numerosas vicisitudes, ya que fueron varias las ideas planteadas, desde las iniciales de Nicolás de Vergara hasta las de Lázaro Goiti, pasando por las de 7 Ver: SANZ, M. J. La orfebrería sevillana del barroco, Sevilla, Excma. Diputación de Sevilla, 1976. 8 Ver: RIVAS CARMONA, J. “El impacto de la contrarreforma en las platerías catedralicias”, en Jesús Rivas Carmona, Estudios de Platería 2003, Murcia, Editum, 2003, pp. 515-536. 9 SÁNCHEZ LAFUENTE GEMAR, R. “La platería en las catedrales. Del tesoro medieval a la acumulación contrarreformista”, en Jesús Rivas Carmona, Estudios de Platería 2005, Murcia, Editum, 2005, pp. 487-504. Este mismo autor, indica que el estudio sobre los tesoros catedralicios se han centrado más en las piezas que en la evolución de los ajuares, algo que ayudaría a conocer el ritmo con el que se desarrollan los mismos en las etapas sucesivas.

1028

La importancia de los inventarios en el estudio de la platería catedralicia

Jorge Manuel Theotocopuli, lo que conllevó un gran retraso en la obra, que no vio cumplida su función hasta que en 1673 se procedió al traslado de las reliquias10. Desde los tiempos del tesoro catedralicio, las catedrales han visto aumentado su ajuar considerablemente, esta cantidad de piezas artísticas y la necesidad del ser humano de controlar todo lo que le rodea y de saber cuál es el alcance de sus posesiones, le ha llevado a crear una serie de mecanismo, donde regular y documentar su patrimonio. Esta misma idea se puede extrapolar a un cabildo catedralicio, que en un intento de controlar todas sus riquezas ha dado origen a unos inventarios, más si cabe, después del esplendor vivido por las catedrales tras el concilio de Trento, sobre todo en el ambiente de la orfebrería, donde catedrales e iglesias, destacando las más importantes de España como la primada de Toledo, vieron enormemente aumentados sus bienes. La investigación del tesoro es una tarea necesaria para conocer el desarrollo histórico de un determinado lugar. El estudio de estos ajuares por parte del investigador sirve como guión seguro para evaluar ese proceso histórico, que en ocasiones se ha visto afectado en la pieza en sí, es decir, el objeto artístico puede haber sufrido un cambio de contenido, lugar o incluso haber desaparecido, pero gracias a los documentos se podrá saber con qué fin fue creado, para qué lugar, por quién y multitud de preguntas más a las que la obra de arte de por si no puede dar respuesta. Por ello se hace fundamental el estudio de los inventarios si se quiere abordar el proceso de cambio, en este caso, de una catedral. Ésta va a ser en muchos casos el mayor ejemplo de la grandiosidad de una diócesis, por lo tanto, las innovaciones, las últimas tendencias, los mejores artistas y las mejores ideas van a tomar forma en estos lugares, confinando una riqueza artística que como ya se ha comentado derivará de la plasmación de las ideas de unas determinadas personas. De este modo, para iniciar un proceso de investigación sobre las colecciones de una catedral, es conveniente acercarse en primer lugar a los inventarios que periódicamente se han ido realizando, salvo interrupciones, bajo dictamen del obispo o del cabildo, que precisaban de conocer el contenido de sus colecciones, pero no meramente el número de piezas, sino su composición o valor económico, para así saber cuáles eran sus fuertes y sus debilidades11. La realización de estos inventarios cobra mayor fuerza en esas colecciones de platería, dada su alta cualidad teológica, y sobre todo, económica, lo que lleva a anotar con todo lujo de detalles las características de las piezas. También, estos listados tienen en muchas ocasiones la función de controlar 10 NAVASCUES PALACIOS, P. Historia breve de la fábrica de la catedral de Toledo, la catedral de Toledo, obra y fábrica, Barcelona, Lunwerg, 2011, pp. 11-74. 11 PÉREZ SÁNCHEZ, M. “La significación del inventario en el estudio de los tesoros catedralicios. El ejemplo de la Catedral de Murcia a través del inventario del Tesoro de 1807”, en Jesús Rivas Carmona, Estudios de Platería 2004, Murcia, Editum, 2004, pp. 445-466.

1029

Ignacio José García Zapata

el número de piezas, para enfrentarse a futuros problemas, como pueden ser los robos, por lo que llegan a convertirse en documentos de un gran valor legal. Durante siglos en la catedral primada se han ido realizando diferentes inventarios. En ellos se anotaba la relación de bienes artísticos y documentales que se conservaban tanto en la biblioteca y archivo capitular como en el sagrario. En esta última estancia se recogían en un principio de forma conjunta hasta que con el paso del tiempo se tendió a diferenciar entre libros y alhajas. Ya en el siglo XIII, dentro del Liber Privilegiorum, se realizó con motivo de la toma de posesión del cargo de tesorero del canónigo Rodrigo Yuanes, un inventario dividido en cuatro partes, la primera de ellas desarrollaba una lista de los libros habidos en el sagrario, contabilizando hasta sesenta y seis, esto indica que los libros eran considerados piezas de primer nivel, ya que estaban confiados al tesorero y no a un bibliotecario o archivero; en segundo lugar hace una relación de los objetos litúrgicos, donde contabilizaba unos veinte, entre cálices, incensarios, etc…; la tercera parte vislumbraba las vestiduras sagradas, y por último, realizó una lista con las donaciones recibidas mientras él ocupaba el cargo12. Desde ese momento existe un progresivo control, realizándose un gran número de inventarios, desde el ya comentado, pasando por los encargados por don Gil de Albornoz (1343), por don Francisco Jiménez de Cisneros (1503) o por el cardenal Lorenzana (1790), entre muchos otros13. Los inventarios, por tanto, componen una documentación fundamental para el conocimiento del proceso histórico que ha vivido la catedral. El primer inventario del sagrario realizado en el siglo XVI fue en tiempos del arzobispo don Francisco Jiménez de Cisneros en 1503. En comparación con los confeccionados en 1588 y 1619, refleja un ajuar extenso aunque no con el esplendor de estos últimos. Por ejemplo de las catorce cruces anotadas a principios de siglo, se pasa a treinta en el de 1619; lo mismo sucede con las mitras que contienen materiales ricos, que pasan de ocho a quince. Varias décadas más tarde, en 1580, el cardenal don Gaspar de Quiroga solicitó un nuevo inventario con motivo de la visita que le llevó a esa estancia, que ocho años más tarde volvería a repetirse, recogiéndose en este último las indicaciones que con motivo de la visita de 1580 ordenó el prelado. Posteriormente, se realizó uno en 1619. En todos estos inventarios del sagrario van a destacar por cantidad y calidad los relicarios, dada la importancia que el culto a las reliquias suscitó en Europa, lo que conllevó un afán acaparador por parte de las catedrales occidentales, que van a dedicar durante siglos gran can12 GONZALVEZ RUIZ, R. “La Biblioteca Capitular de Toledo en el siglo XIV”, Toletum, número 6, Toledo, Boletín de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, 1973, pp. 29-56. 13 FERNÁNDEZ COLLADO, A. Guía del archivo y biblioteca capitulares de la catedral de Toledo, Toledo, Instituto teológico San Ildefonso, 2008, pp. 64-67.

1030

La importancia de los inventarios en el estudio de la platería catedralicia

tidad de recursos a aderezar estas reliquias con los mejores materiales. La catedral de Toledo fue acumulando una gran cantidad de ellas, desde los paños en los que Cristo fue envuelto, pasando por un trozo del casco de Santiago el menor, hasta un sinfín de huesos de diferentes, y en ocasiones desconocidos, santos y santas. El inventario que el arzobispo Quiroga envió realizar en 1588, recoge con gran lujo de detalles el número de relicarios que alberga el sagrario, unos setenta, donde se incluyen las dos últimas adquisiciones que se incorporaron a la estancia tras la visita del arzobispo en 1580. Este inventario, al igual que sucederá con los siguientes, va a ir dando una serie de datos que ayudan a comprender la configuración de los relicarios, el material en el que están hechos, si poseen o no piedras preciosas, qué clase de piedras tienen, de qué color, con qué forma, que imágenes se pueden apreciar en la pieza, si tiene inscripciones, quien las donó, de donde proceden, aparte, claro está, de que poseen en su interior. En definitiva, estos registros aportan una ingente cantidad de datos que la pieza por sí sola no puede ofrecer. El segundo inventario del cardenal Quiroga fue efectuado con fecha del cinco de julio de 1588 por el canónigo tesorero don Francisco García Vallobaso ante Joan de Segovia, escribano de la catedral: “Comenzó a tomar cuenta a Francisco Ortega, sacristán mayor del dicho sagrario de las reliquias, relicarios ornamentos de oro y plata, piedras y perlas, brocados telas de oro y plata, seda y otras cosas que hay en el dicho sagrario que todo está a cargo del dicho Francisco Ortega. La cual cuenta le pidió por la visita inventario que hizo el ilustrísimo y reverendísimo señor cardenal don Gaspar de Quiroga, arzobispo de Toledo…”14. Este y el de 1619, son claros ejemplos del importante papel que desempeñan estos trabajos, unas anotaciones imprescindibles para tomar conciencia del radiante momento que atravesó el templo en el siglo XVI. En primer lugar va a recoger la extensa lista de relicarios que guarda la capilla del sagrario. La escueta labor del canónigo le llevó a seguir unos patrones para gran parte de los relicarios. Lo primero que indicaba era la forma que este tenía, si era un arca, una custodia, un busto, una figura humana o una extremidad del cuerpo. Después de indicar qué forma tiene la reliquia revela que alberga en su interior. Seguidamente va a proceder a una descripción de la pieza artística, que en muchos casos es importantísimo dado que con el paso del tiempo muchas de estas obras se pueden haber perdido, y solo gracias a estos trabajos se conoce como era la disposición de esa reliquia. Pero no solo se debe acudir cuando la obra que se busca no está, también se ha de acceder a ellos siempre, porque la pieza puede conservarse, pero puede que ésta haya sufrido alguna variación que no sea apreciable o que se desconozca, por lo que acudiendo a su inventario se puede saber si ha sido modifi14 Archivo Catedral de Toledo. Inventario 1588, s.n.

1031

Ignacio José García Zapata

cada. También, va a aportar información acerca del donante o del personaje que en ella dejó su impronta, por ejemplo se conoce que donó don Gil de Albornoz, entre otras cosas: “Una imagen de san Ildefonso de plata dorada de tres cuartos de alto con una mitra y báculo en la mano derecha y en la otra un vaso de cristal, guarnecido de plata sobre un pedestal que le tienen tres leones con las armas de don Gil de Albornoz”15. Uno de los más destacables magnánimos que tiene la catedral es San Luis de Francia, santo monarca que legó varias reliquias a esta ciudad, como pueden ser astillas del Lignum Crucis16. Aunque no solo el rey francés contribuyo al tesoro del sagrario, también, Felipe II mandó llevar a Toledo una reliquia de la madre de Constantino, Santa Elena, que reposa dentro de un tabernáculo cubierto de granates, turquesas y esmeraldas17. No fue ésta la única entrega que realizó, poco después ordenó llevar desde Flandes a Toledo el cuerpo de Santa Leocadia, empresa que desempeñó el jesuita Miguel Fernández, y que según refleja el inventario contó con procesión y presencia real para el día de su entrada en la ciudad18. Todas estas aportaciones son verdaderamente relevantes, pero si por algo va a llamar la atención un inventario, es por el detalle con el que se anota el material y las piedras preciosas que en muchas ocasiones decoran los tabernáculos, y es que mediante el uso de estos elementos, las reliquias van a resplandecer de luz y color, causando expectación. Con referencia al uso de materiales y piedras preciosas, va a dominar la plata. Junto a ella, para darle esplendor y luz a la obra van a destacar los brillantes. Entre las que más llaman la atención se encuentra la primera obra recogida en el listado, donada a esta catedral por el rey San Luis de Francia, en la que se alberga una de las tantas partes de Lignum Crucis que tiene la catedral y que está revestida por cuatro zafiros, dos balaxes, dos granates, dos topacios y veinte perlas19. También destaca el relicario donde están los huesos de San Andrés, depositados en un vaso de ágata con un gran número de esmaltes20. No solo se va a indicar la cifra de piezas o su clase, también se va a hacer mención, en algunos casos, a su forma, como sucede en el relicario que contiene los restos de Santo Tomas, donde los seis engastes de piedras son redondos, cuadrados y triangulares21. Todo ello refleja el importante papel descriptivo de los inventarios, ya que sin ellos, y si como pasa en muchas piezas, las piedras preciosas se han perdido, no se sabría qué perfil poseían con anterioridad. Además de la forma de las piedras, algunas reliquias van 15 A.C.T. Inventario 1588, Folio 169 R. 16 A.C.T. Inventario 1588, Folio 161 V. 17 A.C.T. Inventario 1588, Folio 175 V. 18 A.C.T. Inventario 1588, Folio 175 V. 19 A.C.T. Inventario 1588, Folio 161 V. 20 A.C.T. Inventario 1588, Folio 164R y 164 V. 21 A.C.T. Inventario 1588, Folio 165 V.

1032

La importancia de los inventarios en el estudio de la platería catedralicia

a ser decoradas con multitud de esmaltes, de los que se va a indicar, en algunos casos, el color que tienen, como se desprende del relicario de San Francisco, donde hay esmaltes verdes22, o del de Santa Catalina en el que los esmaltes se combinan entre azul y verde23. A pesar de que la mayoría de las piezas son de gran valía, también las hay que son falsas, para ello se puede ir a la descripción que se da del relicario que contiene la cabeza de San Mauricio24, donde se revela que la diadema de la cabeza tiene cinco engastes de piedras falsas. En otros casos, como en el relicario de San Juan Apóstol, se dice que las piedras son de poco valor25. Este mismo relicario va a portar otra información con respecto a las piedras, ya que se llega a indicar el número de piedras que faltan. Sin duda alguna los relicarios que posee la capilla del sagrario de la catedral de Toledo son de extraordinario valor, llenos de piedras preciosas, que a la luz del fuego, deberían de desprender gran cantidad de luz y de color. El último ejemplo al que se puede hacer mención, dada la cantidad de rubíes que lleva incrustados, se encuentra en la nave de plata sobredorada donde se alberga la camilla de Santa Leocadia y que tiene ochenta y cinco rubíes, aunque según el inventario faltan tres26. Por último, va a dejar constancia del interés por el buen decoro de los ornamentos que tuvo el arzobispo Quiroga, ya que en muchas piezas se indica que ya se han hecho los aderezos según mando el prelado en la visita de 1580, como sucede con la reliquia de San Bartolomé: “…sobre la cual hay una linterna de plata con esmaltes azules y por remate una lengua de escorpión, lo cual se aderezo como se mando en la visita”27. Incluso el arzobispo, al ver el mal estado de algunas obras, requirió realizar nuevas piezas donde albergar con dignidad las reliquias. Así sucedió con la que contenía la cabeza de San Juan Bautista, que en un primer momento el arzobispo mando arreglar, pero que más tarde, debido a un pedestal que el arcediano de Guadalajara, don García de Loaysa, solicitó al platero Diego de Valdivieso28, para ese mismo relicario, y que no quedó acorde con la imagen superior del santo, por lo que su señoría instó a Valdivieso a realizar una figura de medio cuerpo y de tamaño natural nueva29. Durante el tiempo que la cátedra de Toledo estuvo en sede vacante tras el fallecimiento del arzobispo Sandoval y Rojas, el cabildo de la catedral dio forma a un 22 A.C.T. Inventario 1588, Folio 167 V. 23 A.C.T. Inventario 1588, Folio 172 R. 24 A.C.T. Inventario 1588, Folio 168 R. 25 A.C.T. Inventario 1588, Folio 167 V. 26 A.C.T. Inventario 1588, Folio 172 V. 27 A.C.T. Inventario 1588, Folio 164 V. 28 RAMÍREZ DE ARELLANO, R. Estudio sobre la historia de la orfebrería toledana, Toledo, Diputación Provincial de Toledo, 2002, p. 373. 29 A.C.T. Inventario 1588, Folio 163 R y V.

1033

Ignacio José García Zapata

nuevo inventario del sagrario. Esta nueva recopilación de objetos, va a destacar por el aumento de información que se da con respecto a la llegada de algunas de las reliquias más importantes que se albergan en el templo. Por ejemplo va a señalar el lugar de procedencia de la reliquia de Santa Elena, que donó el rey Felipe II pocas décadas atrás, indicando que proviene del monasterio de monjas regulares de Santa Elena de la orden de San Benito de Venecia, donde guardan el cuerpo de la madre del emperador, y que fue gracias a la intervención del embajador en Venecia, don Diego de Guzmán de Silva30. Lo mismo va a suceder con la reliquia de San Eugenio, que a pesar de estar recogida también en el otro inventario no va a ser desarrollada por igual en este nuevo, ya que ahora se hace saber que llegó procedente de la Abadía de Saint Denis de Paris, gracias a la intervención de Felipe II ante Carlos IX, y que fueron entregados en Burdeos al canónigo de Toledo don Pedro Manrique de Padilla31. Los restos del cuerpo del santo arzobispo toledano llegaron a la ciudad entre un gran jubilo. Dada su importancia el cabildo encargó en 1568 a los artistas Nicolás de Vergara y Francisco Merino una urna de gran valor32. Poco más tarde el cabildo, para hacer gala de su agradecimiento, encargó una lámpara para San Denis, para la que se contó con la intervención de Diego Dávila, Marcos Hernández y Gonzalo Hernández33. Frente a la equidad de los inventarios de Quiroga, los nuevos van a prestar mayor interés en las grandes piezas. Por ejemplo la misma arca de San Eugenio va a tener una descripción exhaustiva que va a ocupar varias páginas: “…en un arca de plata blanca dorada en partes de la forma de urna que tiene de largo, vara y media y un dozavo poco más o menos, está sentada sobre cuatro garras y cada garra tiene debajo un ladrillo cuadrado de plata de alto de una pulgada y de una sesma, de cada garra sale una arpía ceñido un festón que cubre las partes vergonzosas. En la delantera en medio esta un escudo de las armas reales que le abrazan dos figuras de hombres y parece ser que le tienen sobre si dos términos que le sustentan sobre las espaldas. Debajo esta una letra negra que dice: Pio V Pontífice Máximo, Philippo II, Hispaniarum Rege, Anno Dei 1569. Al lado derecho del dicho escudo esta San Eugenio vestido de pontifical, sentado en una silla que parece que está predicando y algunas figuras de hombres y mujeres que le están oyendo y tiene una letra negra que dice: Toletanis Christus Nunciatur Eugenium Episcopum Suscipiunt, al lado izquierdo está el martirio de este bien aventurado…” 34. Continúa la descrip30 A.C.T. Inventario 1619, Folio 1 R. 31 A.C.T. Inventario 1619, Folio 2 R y V. 32 FERNÁNDEZ COLLADO, A. La Catedral de Toledo en el siglo XVI. Vida, arte y personas, Toledo, Diputación Provincial de Toledo, 1999, pp. 170-182. 33 RAMÍREZ DE ARELLANO, R. Estudio sobre la orfebrería…, op. cit. pp. 78-79. 34 A.C.T. Inventario 1619, Folio 2 R y V.

1034

La importancia de los inventarios en el estudio de la platería catedralicia

ción ofreciendo todo tipo de detalles, desde las medidas, las formas, las figuras que aparecen, los escudos e incluso las inscripciones que en ella se encuentran. Un caso similar se va a repetir con el cuerpo de la patrona, Santa Leocadia, que llegó a Toledo en 1587 desde el monasterio de San Ghislén, en la diócesis de Cambray, también por intervención real. En el inventario se van a anotar incluso una serie de testimonios del proceso de translación que se efectuó desde Flandes: “Otro testimonio escrito en latín en pergamino con sello pendiente del mismo pergamino en gosa Delata en que certifica el arzobispo comesacense que son los huesos de la bien aventurada santa, y como el abad de San Ghislen los entrego al Padre Miguel Hernández de la compañía de Jesús, en fecha de 11 octubre 1585”35. De este modo se puede saber cuál fue el proceso de entrega de estos importantes restos, que personas intervinieron, las fechas de entrega y demás observaciones que pudieron surgir. Esta nueva entrega de 1619 va a contar con dos apartados diferenciados dentro del capítulo de las reliquias que se poseen. El primero de ellos tiene como objetivo poner de relieve las reliquias que llegaron a la fábrica toledana por mediación del arzobispo don García Loaysa y Girón. Ofreciéndose una relación de diez relicarios, todos ellos adquiridos bajo el mandato de este prelado. Entre ellos está: “Un relicario custodia de plata con un cuerpo de ocho columnas todo dorado, torcidas las columnas y otro cuerpo encima de este con otras ocho columnas menores y dentro del cuerpo alto un sepulcro y por remate una cruz con su pie y encasamentos en que esta un pedazo de una cadera de San Benito”36. Seguidamente se va a ofrecer otra lista con las seis reliquias que el cardenal y arzobispo don Bernardo de Sandoval y Rojas entregó a la catedral: “El Illust. Don Bernardo de Sandoval y Rojas hizó donación a esta santa iglesia de tres cabezas de las once mil vírgenes cubierta la mayor parte de todas de terciopelo colorado y sobrepuestas en el terciopelo unas florecitas hechas de hilo de oro y aljófar y unos pasamanos que las guarnecen, y una de las tres cabezas esta puesta ahora de nuevo en un medio cuerpo de madera figura de Virgen dorado y estofado con una tarjeta en el pecho en forma de ovalo por donde se muestra la santa reliquia”37. Otro apartado que tiene nombre propio es el de la duquesa Doña Mencía, pero al contrario de lo que sucede con los anteriores casos, la colección de imágenes que se disponen de esta señora, no llegaron al sagrario mediante donación, sino que fueron adquiridas por la catedral. Se compone esta colección de once imágenes, realizadas todas ellas de plata dorada, con peana, y en algunos casos, con las armas de los Reyes Católicos, y se concluye con el peso de la pieza: “Otra imagen de San Pablo con su peana de plata dorada con las armas de los Reyes Católicos, con divisas de flechas y yugo. Pesa toda como 35 A.C.T. Inventario 1619, Folio 7 R. 36 A.C.T. Inventario 1619, Folio 20 R y V. 37 A.C.T. Inventario 1619, Folio 21 V.

1035

Ignacio José García Zapata

está veinte marcos y cinco onzas”38. Finalmente, en estos apartados con nombres propios, también se anotó la plata que dio el señor cardenal Silíceo, donde hay unas servilletas de plata, dos urnas, dos vasos… entre otros varios. A pesar de que los inventarios del sagrario dedican gran parte a las reliquias, no solo se van a componer de ellas, también otros elementos, como cruces, anillos, lámparas, etc… van a ser inventariados, estos incluso con más motivo, ya que eran más usados y por ende estaban a disposición de más gente, lo que implicaba mayor peligro, mayor uso y por tanto la necesidad de un mayor control. Entre la gran variedad de objetos que posee el sagrario en los momentos en los que se efectúa el inventario, destaca el número de cruces, que hacen un total de treinta, entre las cuales se encuentra la donada por el maestre de Calatrava, y que se hallaba desmontada en casa del platero del templo, Francisco Marches, donde se había llevado para hacer de nuevo39. Entre las cruces se reflejó una donación del rey de Portugal: “Una cruz grande de plata rica dorada con su manzana y pie de plata dorada que fue del arzobispo don Alonso Carrillo y a él se la dio el Rey de Portugal. Tiene en medio un crucifijo de plata y encima de la cabeza un pelicano en su nido con sus hijos…”40. El gusto por las piedras preciosas no se iba a limitar a las reliquias, otras piezas van a aparecer con engastes de estas piedras, incluso los títulos de los inventarios van a hacer mención a si tienen o no ese tipo de piedras: “Cálices de oro y plata con piedras y perlas y sin ellas”41. En definitiva, el sagrario se va a convertir en una auténtica joyería, donde encontrar todo tipo de piedras preciosas, como demuestran algunos de los siguientes objetos de arte que aparecen referenciados. Entre las piezas más llamativas hay una cruz pectoral: “Otra cruz de Jerusalén de oro con un balaxe en medio grande y muy bueno y doce perlas gruesas, de tres en tres en los brazos y en las espaldas un escudo de las armas del Cardenal don Pedro González de Mendoza que la dio”42. Este pectoral donado por el cardenal Mendoza no iba a ser el único objeto entregado por él. Entre los objetos más valiosos que transfirió, se encuentra un cáliz que debió ser el mejor del momento, ya que el texto refleja hasta exclamaciones por la cantidad de piedras que en él hay: “Otro cáliz y patena de oro que dio a esta S. Iglesia el S. Card. don P. González de Mendoza que tiene las señas siguientes, en la copa seis esmaltes de diversos colores cercados de perlas y debajo de ella tres escudos de sus armas. La manzana esta esmaltada de varios colores, tiene seis rubíes balaxes y seis florecitas de a tres perlas en cada una y dos 38 A.C.T. Inventario 1619, Folio 27 V y 28 R. 39 A.C.T. Inventario 1619, Folio 23 R. 40 A.C.T. Inventario 1619, Folio 24 R. 41 A.C.T. Inventario 1619, Folio 28 R. 42 A.C.T. Inventario 1619, Folio 26 V.

1036

La importancia de los inventarios en el estudio de la platería catedralicia

círculos de perlas gruesas, que cercan los rubíes y manzana debajo de la cual hay otros tres escudos de armas, como los de arriba, y debajo de esto un nudo sexabado con seis esmaltes, el pie también es sexabado, y en cada sexabo un rubí balaxe en un fondo cercado de perlas y más abajo en el pie un letrero en esmalte blanco y colorado, son todas las perlas que tiene este cáliz, doscientas y setenta y dos entre grandes y pequeñas y medianas!...”43. No solo las piezas destinadas a las funciones más importantes iban a estar ricamente ornamentadas, otros objetos también iban a mostrar el esplendor y el lujo del reluciente brillo que aportan ese conjunto de piedras preciosas. Por ejemplo los portapaces, de los que hay ocho, van a ser un ejemplo: “Otro portapaz grande de plata dorado que es la adoración de los reyes magos esmaltada de soporte sobre bronce, tiene en la coronación un camafeo, en que está la anunciación de Ntra. Sra. y en el pie otro en que está San Jerónimo (…) Tiene por todo el cuerpo, diez y seis piedras diferentes en sus engastes acompañadas con aljófar y por remate un ángel y a los lados dos figuras…”44. También, entre anillos de oro, de plata dorada y de azabache, uno de ellos hallado en 1503 en el sepulcro del arzobispo don Sancho45, se van a encontrar las ajorcas de la Virgen del Sagrario: “Las dos ajorcas de Ntra. Señora del Sagrario que se le ponen en los brazos cuando sale en procesión, tiene cada una doce diamantes finos de tabla, veinte y cuatro rubíes y dos grandes finos, dos esmeraldas grandes finas, dos zafiros grandes de tabla finos, seis asientos de perlas grandes muy buenas, treinta y seis perlas redondas netas, veinte y cuatro ramilletes con clavellinas, esmaltadas de rojo labradas en sus compartimentos con unas florecitas esmaltadas de verde que están debajo de las perlas gruesas, tiene cada una doce compartimentos que atan las perlas y en ellos unas florecitas de azul y rojo, y dentro de cada una un compartimento esmaltado de blanco, y en medio un friso esmaltado de rojo con unas letras de oro…”46. Otro de los objetos que componen este sagrario y que mejor inventariados están, son las custodias, entre las que se encuentra la “que se compró de la cámara de la reina doña Isabel por mandato del señor cardenal don fray Francisco Giménez”47. También van a aparecer coronas de oro y plata, blandones, candeleros y ciriales de plata, navetas, incensarios, ampollas, hostiarios, fuentes, atriles, collares, etc… en definitiva un ajuar grande y variado. Van a llamar la atención las mitras de oro y plata con piedras, perlas y aljófar y sin ello, entre las que se encuentra “una mitra

43 A.C.T. Inventario 1619, Folio 27 R. 44 A.C.T. Inventario 1619, Folio 31 R. 45 A.C.T. Inventario 1619, Folio 35 R. 46 A.C.T. Inventario 1619, Folio 35 V y 36 R. 47 A.C.T. Inventario 1619, Folio 37 R.

1037

Ignacio José García Zapata

muy rica que dio a esta iglesia el cardenal González de Mendoza”48, una pieza, “guarnecida de oro, piedras y perlas”. Otra de ellas es la que dio “don Sancho de plata dorada (…) con setenta y tres piedras diferentes y muchos granos de aljófar”49. No solo de donaciones se compone la lista, también hay adquisiciones, como la mitra que se compró al obispo de Calahorra, o la encontrada en el sepulcro de don Sancho, ascendiendo a quince, una más que en 1588. El esplendor del tesoro artístico conservado en la capilla del sagrario a principios del siglo XVII, se debe a la herencia recibida durante la Edad Media, pero sobre todo, es fruto del extraordinario periodo vivido por la catedral en el siglo XVI. Unas décadas de primacía en todos los ámbitos gracias a una serie de nombres propios, personalidades eclesiásticas y políticas, que fueron reflejando en su sede arzobispal los éxitos de su vida pública y privada. Los arzobispos Cisneros, Fonseca, Tavera, Silíceo, Quiroga, y ya en el siglo XVII, Sandoval, son solo algunos de esos hombres que durante un largo periodo gobernaron la sede más importante de la península. Sus decisiones, sus actos, sus ideas... en los menesteres de la vida política, económica y social, justo en unos momentos en los que la reconquista de la península y el descubrimiento de América habían impulsado el papel del imperio a la primera línea política europea, con el emperador Carlos I y sus sucesores a la cabeza, lo que generó un entramado de amistades reales y eclesiásticas, que de algún modo acabarían influyendo en la sede primada. El primero de ellos, el cardenal Cisneros, fue el encargado de desarrollar el importante papel iniciado por el cardenal Mendoza, prolongando esa unión que ligaría fuertemente a la casa real con los arzobispos de Toledo, llegando a ser presidente de la regencia que gobernó la corona mientras regresaba el rey Fernando, o siendo baluarte de las conquistas en el norte de África. Un prelado culto que dejó la fundación de la Universidad de Alcalá. Asimismo, el humanismo llegó con los contactos entre don Alonso de Fonseca y Erasmo. Le siguió el arzobispo don Juan Pardo Tavera, que dejó para la posteridad el hospital de San Juan Bautista50. El último prelado que ocupo la silla toledana antes de realizarse el inventario de 1619, fue don Bernardo de Sandoval y Rojas, personaje que destacó en el ámbito de la platería, por su donación de plata labrada al monasterio cisterciense de San Bernardo que el mismo fundó en Alcalá de Henares51. Sin duda, solo en este ambiente culto y prolifero se puede comprender la valía artística de las empresas abordadas en estos momentos, desde el arca nueva 48 A.C.T. Inventario 1619, Folio 31 V. 49 A.C.T. Inventario 1619, Folio 32 R. 50 FERNÁNDEZ COLLADO, A. La Catedral de Toledo…, op. cit. pp. 240-244. 51 HEREDIA MORENO, C. “Donaciones de plata labrada de cardenal arzobispo de Toledo don Bernardo de Sandoval y Rojas”, en Jesús Rivas Carmona, Estudios de Platería 2003, Murcia, Editum, 2003, pp. 261-281.

1038

La importancia de los inventarios en el estudio de la platería catedralicia

del primer cuarto del siglo, realizada por los plateros Pedro de Medina y Diego Vázquez 52, o la custodia de Enrique de Arfe hasta las intervenciones de Francisco Merino. Estos y otros maestros dejaron en sus hechuras el reflejo del fecundo estado de las artes en la ciudad imperial. En conclusión, esta serie de personajes son los que dieron forma al tesoro, del que se puede tener constancia de cómo era en un momento determinado, gracias al valor testimonial de los documentos53, ya que estos, los archivos, son el espejo de la memoria de la Iglesia, la historia del tesoro es la historia de la catedral54. Con el paso del tiempo distintos personajes han ido pasando por esa capilla, dejando escritas sus impresiones. Uno de ellos fue don Sixto Ramón Parro que narró así su visita al sagrario: “Referir por menos la multitud de arcas de plata y de nácar y maderas ricas, así como el número de estatus y bustos del mismo metal y de marfil, piedras y otras materias preciosas, y el de relicarios bellísimos que aquí se encierran, y enumerar la infinidad de reliquias que en unas y otros se guardan con el mayor decoro y veneración, sería tarea y prolija y enojosa además para los lectores: baste decir que según una relación que tenemos a la vista, extractada del inventario original, ascienden a trescientas cincuenta y siete las reliquias y á ciento diez y seis los relicarios, vasos y receptáculos de todas clases y formas en los que aquellas se contienen, aparte de las grandes arcas de San Eugenio, Santa Locadia, San Raimundo Abad etc. Y de las estatuas y bustos de plata de San Fernando, San Agustín, San Juan Bautista, San Sebastián, San Mauricio, Sata Rosalía y otros más pequeños: es sin embargo conveniente que digamos alguna cosa y demos noticia aunque muy a la ligera de varias de estas arcas, estatuas y relicarios más principales, ya por el valor intrínseco del oro, plata y pedrería que algunas tienen, ya por el mérito de su labor, ya por ser regalo de Reyes, Prelados y otras personas notables”55 . 52 LÓPEZ-YARTO ELIZALDE, A. “El esplendor de la liturgia eucarística: el monumento y el arca del Jueves Santo de la Catedral de Toledo”, en Jesús Rivas Carmona, Estudios de Platería 2006, Murcia, Editum, 2006, pp. 379-400. 53 Otra serie de estudios sobre la relevancia de los inventarios son: MIGUÉLIZ VALCARLOS, I. “El ajuar de plata de las iglesias guipuzcoanas a través de sus inventarios”, en Jesús Rivas Carmona, Estudios de Platería 2005, Murcia, Editum, 2005, pp. 301-314; RAYA RAYA, M, A. “La importancia de los inventarios en el estudio de la platería: el inventario de 1507 de la Catedral de Córdoba”, en Jesús Rivas Carmona, Estudios de Platería 2006, Murcia, Editum, 2006, pp. 611-629; RAYA RAYA, M, A. “La catedral de Córdoba: un nuevo inventario del siglo XVI. Apreciaciones acerca de su realización y estudio de sus piezas más significativas”, en Jesús Rivas Carmona, Estudios de Platería 2009, Murcia, Editum, 2009, pp. 629-652; no solo en el ámbito religioso son fundamentales los inventarios, también en el civil, ver: SÁEZ GONZÁLEZ, M. “La platería en los inventarios de la nobleza femenina gallega: siglo XVII”, en Jesús Rivas Carmona, Estudios de Platería 2012, Murcia, Editum, 2012, pp. 543-556. 54 MERINO RUBIO, P. Archivística eclesiástica. Nociones básicas. Sevilla, Guadalquivir, 1999. 55 RAMÓN PARRO, S. Toledo en la mano, Tomo 1, Toledo, 1857, pp. 600-601.

1039

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.