La importancia de la participación femenina dentro de la sociedad patriarcal en Mesopotamia y Egipto en la antigüedad.

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Descripción

Universidad Alberto Hurtado. Facultad de Filosofía y Humanidades. Carrera de Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales. Próximo Oriente en la Antigüedad. 2° año 2015.

“La importancia de la participación femenina dentro de la sociedad patriarcal en Mesopotamia y Egipto en la antigüedad”.

-Profesor: Julio Gajardo -Ayudante: Natalia Escobar. -Estudiante: Elisa Rojas Orellana. -Fecha: 28 de mayo del 2015.

A lo largo de la historia diversos han sido los episodios en donde las mujeres han adoptado una posición semejante a la de los hombres, en este ensayo busco demostrar que en las sociedades mesopotámicas y egipcias en la antigüedad, la mujer (como género) tenía un rol y lugar importante no obstante que eran sociedades patriarcales, esto sucedía mediante la participación de las mujeres en diversas áreas, tales como la economía, la política, la medicina y la religión. Para ello se utilizarán dos textos1, “Historia del Antiguo Egipto Oxford” de Ian Shaw, y “La Antigua Mesopotamia, Retrato de una Civilización Extinguida” de A. Leo Oppenheim, con el fin de extraer características de ambas civilizaciones, además de reutilizar las fuentes que en dichos textos aparecen, con ello abordaré las áreas anteriormente nombradas.

La sociedad mesopotámica y egipcia eran sociedades patriarcales, un ejemplo de ello es cuando el hombre se transforma en esclavo, acarrea a toda su familia a la esclavitud, y por ende también a su esposa, como si esta fuera un objeto o un bien de su marido, pagando por ejemplo las deudas de este con su propia vida.

La economía en Mesopotamia tenía diferentes áreas, una de ellas era la relacionada a las manualidades, es por eso que se exportaban esclavas por sus habilidades manuales principalmente, por un tema de motricidad fina. Invertían dinero en sus sirvientes con mayores habilidades para que estos aprendieran nuevas técnicas, por lo que se puede inferir que las mujeres de una u otra manera recibían un trato diferente en cuanto a sus habilidades ligada a su contextura física manual; estas recibían algún tipo de instrucción, la que era una inversión por parte de los dueños de dichos esclavos, ya que el trabajo de estos últimos adquiría un mayor nivel y por ende obtenía un mejor precio al ser vendido, Adolph Leo Oppenheim señala que en relación a los objetos creados: “éstos se fabricaban en las organizaciones autónomas del templo y del palacio con mano de obra servil”2, dejando entrever que la mujer, como mano de obra, pasa a ser un elemento secundario o invisible de la economía, a pesar de su importancia en el diario vivir y

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La traducción de estos textos al Castellano provoca el uso de la palabra “hombre” como símbolo universal de “ser humano”, dejando fuera la palabra “mujer” (por ejemplo: “hombres” en vez de “hombres y mujeres” o de “seres humanos”), no por un tema de no incluirla, sino por la negación de lo femenino dentro de las generalizaciones en dicha lengua (como por ejemplo para hablar de un grupo de personas se habla de “todos” y no de “todos y todas”). 2 Adolph Leo Oppenheim, “La Antigua Mesopotamia, Retrato de una Civilización Extinguida” (Madrid: GREDOS, 2003), p.101.

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en la relación comercial tanto interna como externa con otros pueblos, todo esto con el trabajo de la mano de una mujer de fondo. Tanto hombre como mujer en sus primeros años de vida están a cargo de sus padres, llegada la edad de contraer el vínculo del matrimonio, estos reciben una herencia o dote. La diferencia en la herencia recibida respecto a si el receptor era hombre o mujer, se observa en el siguiente fragmento de Oppenheim: “En el sur, el hijo primogénito recibía una parte preferente de la hacienda paterna, y en época palcobabilonia, se tomaban las disposiciones pertinentes para asegurar la dote de las hijas y los gastos matrimoniales de los hermanos menores”3, dejando en claro que se compartían los gastos entre marido y esposa, diferenciándose de una sociedad puramente patriarcal, en donde es el hombre quien costea los gastos, por lo que la sociedad babilonia tenía la noción de la igualdad de gastos por parte del novio como de la novia al momento de la realización del matrimonio, enlazando así la existencia de la dote a las mujeres como el significado más puro de dicha palabra4.

En Egipto, las mujeres no deciden con quien desean casarse, esto lo hacen sus padres, no por un tema de elegir al esposo “adecuado” para sus hijas, sino por un tema netamente económico, ya que cuando una de sus hijas contraía matrimonio el caudal familiar sería compartido con la familia del novio, por lo que perdían sus riquezas, es decir, estas en vez de aumentarse se dividían, por lo que no era económicamente rentable, por ello que Shaw señala que “el rey aumentó sus propiedades al no consentir el matrimonio de sus hijas con hombres no pertenecientes a la realeza y casándose él mismo con ricas herederas”5, por ende así podían aumentar o al menos conservar sus riquezas, por ende el tema del matrimonio era algo netamente tomado como una alianza económica, y se aleja a las razones amorosas, la mujer pasa a ser una de las “socias” de dicho contrato, y su familia no lo ve como un acto frívolo sino como asegurar la prosperidad para ellos y para la futura familia de su hija.

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Ibídem., p.90. Según la RAE, dote significa: “Conjunto de bienes y derechos aportados por la mujer al matrimonio, que tiene como finalidad atender al levantamiento de las cargas comunes”, en: Real Academia Española, “Diccionario Usual. Dote”, Fecha de consulta lunes 20 de abril del 2015, http://lema.rae.es/drae/srv/search?id=I4gCRvIBRDXX2qXUsYeW 5 Ian Shaw, “Historia del Antiguo Egipto Oxford”(Madrid: La Esfera de los Libros, 2007), p.351. 4

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Siguiendo con el matrimonio, nos encontramos con que en Egipto estaba presente la poligamia, el rey podía casarse con la cantidad de mujeres que desease. Además lo podemos relacionar con lo anteriormente dicho, por un lado el matrimonio entre personas de una misma familia (debido a la conservación del poder y de las riquezas) conllevaba riesgos biológicos, en muchos casos los embarazos eran inviables, otra razón está ligada a que sus descendientes encontraban la muerte en batallas o debido a enfermedades durante sus primeros años de vida. Dichas serían las principales razones por las que tenían más de una única esposa, principalmente con el fin de asegurar la descendencia, ya que contraían en reiteradas ocasiones matrimonio para poder engendrar el tan anhelado hijo (varón, valga la redundancia) que lo sucediera en el trono, demostrando lo patriarcal que era dicha sociedad.

En el caso mesopotámico, según Oppenheim: “El cabeza de la familia tenía una sola esposa; existen, no obstante, testimonios de una segunda esposa, de menor rango, mas únicamente en época paleobabilonia”6, empero con el avance del tiempo se pudo ir dando cuenta que “[…] se produjo un cambio, en el paso de la época paleobabilonia a la neobabilonia, en lo que concierne a la relación entre los sexos; […] las mujeres gozaban de una posición social más alta en aquel periodo”7, se puede extraer que entre la época paleobabilonia y neobailonia se produce un quiebre significativo entre lo que implica la posición de la mujer en la sociedad, como lo afirma la primera cita en sus inicios encontramos la presencia de la poligamia, sin embargo esta desaparece conforme avanzan al periodo de Neobabilonia, ligado a un cambio de posición de la mujer, en donde esta deja de ser la “esposa de” o la “segunda esposa de” para ocupar una participación y rol mayor8.

La mujer como madre, tanto en Egipto como en Mesopotamia se ubica en una importante posición, especialmente cuando estas son madres de reyes o faraones, pudiendo así tomar un lugar importante en la civilización, al punto en que en ambas civilizaciones se desarrolla la figura de reina, no como esposa del rey, sino como una verdadera soberana, asumiendo labores políticas equivalentes a las de los varones. Ejemplo de esto es en Babilonia Semiramis, quien “gobernó el

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Oppenheim, Ibídem., p.89. Ibíd., p.89. 8 Aquello es un tema que no se planea plantear en este ensayo, empero, resulta interesante y curioso pensar en qué habrá hecho posible que sucediera eso en dicha sociedad, qué razones y de qué tipo hay de fondo. 7

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país durante la minoría de edad de su hijo, Adad-nirari III, e incluso más tarde, ya que continuó llevando su título de reina, y mandó a inscribir su nombre sobre los monumentos al lado del de su hijo, entonces monarca reinante”9.

En Egipto, existen diversos casos en donde la figura de la mujer como madre adquiere gran importancia. Esto se aprecia por ejemplo en el plano arquitectónico-artístico, ya que existe un complejo piramidal para la reina Khentkawes, también existe una inscripción rupestre10 del faraón Mentuhotep, donde aparece su padre -Intef III-, el canciller Khety y la figura de su madre, quizás no resulte obvia la importancia que adquiere esta inscripción, sin embargo al ahondar en las relaciones presentes en ella es posible comprender su importancia. En ella aparece la figura de el canciller de frente al faraón, quien nos señala la imagen política de este, Intef III además de ser padre de Mentuhotep era su antecesor, por lo que la figura de su padre no se encuentra presente como su figura paterna sino como figura política, es por eso que aparece enfrentando al faraón, al igual que el canciller; por último, y no menos importante, la madre cobra una relevancia trascendental para el faraón es por ello que ella se encuentra detrás de él, ésta no se encuentra en el marco de lo político, y se puede inferir que está representaba un apoyo fundamental para el soberano, es por eso que está a sus espaldas, señalando que pese a las decisiones políticas que éste tome, ella siempre lo apoyará como toda madre apoya a sus hijos, aunque estos sean faraones.

Otros ejemplos son, relacionado con la importancia de la madre el de Ahmose-Nefertari, quien “utilizó el título de con más frecuencia que el de ”11, la que realizó diferentes intervenciones relacionadas al área de la infraestructura con la construcción de monumentos. En algunos casos los hijos de matrimonios secundarios llegaban al trono, y sus madres pasaban desde ser la esposa secundaria a una categoría superior, la de reinas, no sólo conseguían un mejor prestigio sino que también poder. Relacionado con la mujer y su participación en la política encontramos a la figura de Nefertiti, quien fue nombrada por su esposo como “corregente oficial” del faraón, esto se debió a que según Shaw: “Quizá la oposición a su régimen en algún lugar del reino (es decir, en Tebas) amenazaba con 9

Ibídem., p.113. La imagen de la inscripción descrita aparece en: Shaw, Ibídem., p.200. 11 Ibídem., p.302. 10

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descontrolarse, lo cual hizo necesario contar con alguien que pudiera actuar como rey”12, dejaba el poder en manos de ella, una mujer en el caso de que ocurrieran hechos lamentables para el faraón, ella tenía las facultades de actuar como soberana en dicha instancia.

En cuanto al plano religioso, la mujer está presente en las divinidades tanto en Mesopotamia como en Egipto. Es sabido la importancia que tiene el oficio del escriba en las antiguas civilizaciones, por ello resulta sumamente especial para el género femenino que el patrono de los escribas mesopotámicos fuera una diosa, ella era Nisaba, a quien los escribas le dedicaban diversas ofrendas. En tanto, la monarquía egipcia era teocrática, ya que el faraón a su vez era Dios, por lo que sí existía una reina esta era una figura religiosa, una diosa, Shaw nos señala el caso de Ahmose-Nefertari, quien junto a su hijo, Amenhotep I: “fueron los dioses patrones del poblado durante todo el Reino Nuevo […]. En el poblado no sólo había centros para el culto de ambos, sino que la mayor parte de las casas de Época Ramésida contenían en sus habitaciones anteriores una escena honrando al rey y a la reina”13. La mujer ocupaba al igual que el hombre un importante espacio en la religiosidad, sobrepasando el hecho de una monarquía teocrática, sino más bien relacionando a Ahmose-Nefertari como si esta se hubiese ganado un podio especial entre sus deidades.

Por otro lado la medicina floreció en Mesopotamia como en Egipto, en donde se desarrollaron diversas áreas dentro de esta, particularmente la mujer resultó atractiva por las diferencias funcionales que tenía en relación al hombre, sin embargo la existencia de fuentes relacionadas a la ginecología y la obstetricia afirman que dicho atractivo va más allá de una simple diferencia, sino que trajo consigo una nueva área de estudio que estaría ligada al desarrollo mismo de la civilización, ya que un parto mal atendido podía significar la muerte de la madre como la del o de la recién nacida, por lo que al contar con medidas de cuidado para estos aseguraba una mayor cantidad de población como también una mejor calidad de vida.

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Ibídem., p.368. Ibídem. p.294.

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En Mesopotamia, “La obstetricia estaba incluso entonces en manos de mujeres”14, dicha profesión en la actualidad es realizada tanto por mujeres como por hombres, incorporando a los varones en un área del cuerpo en donde difiere funcionalmente con respecto al de la mujer, está ligado a la universalidad actual en las profesiones, empero, en la antigüedad sólo las mujeres podían ejercerla, dejando a los hombres exentos.

Según lo expuesto anteriormente resulta arriesgado afirmar que la mujer ocupaba un lugar sumamente importante dentro de las antiguas civilizaciones, empero, resulta erróneo en su totalidad pensar que ella como género no estaba visible en dichas sociedades, o que su posición estaba subordinada en relación a las ocupaciones que realizaban los hombres. Como ya mencioné la mujer ocupó diversas posiciones dentro de las sociedades mesopotámica y egipcia en la antigüedad, ámbitos que prejuiciosamente se piensan que en su totalidad fueron ocupados solamente por hombres.

Si bien dichas sociedades (tanto egipcia como mesopotámica) eran del tipo patriarcales, la mujer supo plantarse ante ese escenario adverso en donde se dio como resultado la participación femenina en diversas áreas a la par con el género masculino, obviando los prejuicios que recaen sobre la mujer ligado a la visión occidentalista. Al mismo tiempo que se dejó de lado un pensamiento orientalista, en donde la mujer está subordinada a las labores domésticas, y es – únicamente- el hombre quien se desarrolla en un plano político, dicho pensamiento que nace debido tanto al desconocimiento de la historia como de la realidad de Oriente, queda obsoleto a partir de lo visto en este ensayo, dando paso a la construcción de la Historia en donde participen hombres y mujeres, dejando de lado las diferencias de género.

Pensar en una participación femenina condicionada abarca mucho más que lo visto en este ensayo, el que buscaba demostrar que las mujeres en la antigüedad estaban presentes y de una u otra manera representaban un elemento importante para dichas sociedades, es por ello que no sólo se intenta demostrar que la mujer tanto egipcia como mesopotámica en la antigüedad era parte de dichas sociedades y que sus labores estaban presentes en el diario vivir, mientras que otras estaban presente de manera extraordinaria (como el caso de las mujeres que llegaron a ser 14

Oppenheim, Ibídem., p.277.

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Faraones). Es por ello que queda un largo camino por recorrer en cuanto al reconocimiento de la mujer a lo largo de la historia, traspasando muchas veces los límites temporales y sobre todo geográficos, en donde el rol de la mujer en la historia –en este caso en la antigüedad- pueda ser tomado como un ejemplo de lucha para aquellas y aquellos que creemos que quedan grandes barreras que superar en el plano de la equidad e igualdad de género, en pro de lograr una sociedad no sólo más justa e inclusiva, sino que acepte a todos como seres únicos y que esas diferencias nos hagan a todos iguales para así vivir en diversidad y respeto.

Bibliografía: -Shaw, Ian. “Historia del Antiguo Egipto Oxford”. Madrid: La Esfera de los Libros, 2007. -Leo Oppenheim, Adolph. “La Antigua Mesopotamia, Retrato de una Civilización Extinguida”. Madrid: GREDOS, 2003.

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