La Importancia de la lectura y escritura en la formación filosófica en los T. actuales

July 5, 2017 | Autor: J. López Agudelo | Categoría: Filosofía, Formación y Actualización de Maestros de Educación Básica
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Descripción

LA IMPORTANCIA DE LA LECTURA Y ESCRITURA EN LA FORMACIÓN FILOSÓFICA EN LOS TIEMPOS ACTUALES

JUAN ESTEBAN LÓPEZ AGUDELO

UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA ESCUELA DE TEOLOGÍA, FILOSOFÍA Y HUMANIDADES FACULTAD DE FILOSOFÍA LICENCIATURA EN FILOSOFÍA Y LETRAS MEDELLÍN 2015

LA IMPORTANCIA DE LA LECTURA Y ESCRITURA EN LA FORMACIÓN FILOSÓFICA EN LOS TIEMPOS ACTUALES

JUAN ESTEBAN LÓPEZ AGUDELO

Trabajo de grado para optar al título de Licenciado en Filosofía y Letras

Asesora LUCILA GARCÍA VÉLEZ Doctora en Filosofía

UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA ESCUELA DE TEOLOGÍA, FILOSOFÍA Y HUMANIDADES FACULTAD DE FILOSOFÍA LICENCIATURA EN FILOSOFÍA Y LETRAS MEDELLÍN 2015

Nota de aceptación

__________________ __________________ __________________ __________________

__________________ Presidente del jurado

__________________ Jurado

__________________ Jurado

Medellín, 23 de abril de 2015

A Lucila, la maestra que desde su sabiduría y paciencia supo guiarme para aprender de su experiencia con la filosofía y al mismo tiempo, quiero agradecerle por enseñarme el arte del diálogo con los maestros del pensamiento. Además por ser siempre el ejemplo de gran persona e intelectual.

AGRADECIMIENTOS

A las primeras personas que debo agradecerle es a mis padres y a Yulieth por ser quienes han estado conmigo en los momentos de alegría y tristeza, además por permitirme continuar todo mi proceso educativo en la existencia. Lo mismo que por la comprensión de todo este tiempo, mientras terminaba este trabajo, en el cual sacrifiqué mucho tiempo para estar con ellos.

A las segundas personas que quiero manifestarle mi gratitud es a mis amigos quienes con sus experiencias con los textos me ayudaron a la precisión y ampliación de ciertos conceptos que a lo largo de la historia de la lectura y escritura se han venido manejando; estos amigos fueron cultivados en el proceso de formación en la facultad de filosofía o en los diversos lugares de mí proceso académico.

A Liliana Tobón, esa eterna mejor amiga que durante tantos años, siempre me ha dado la paz, la calma y las palabras precisas para que pueda tomar las mejores decisiones en la vida. Quiero agradecerle en este texto, el siempre creer en mí como amigo y docente.

Y por último a la comunidad educativa de la Escuela Normal Superior de Medellín. En especial a Carmenza Tobón, Luz Dary Pareja y Gustavo Alzate por ser mis eternos maestros y cómplices en esos sueños que tenía por conocimiento.

CONTENIDO

pág.

INTRODUCCIÓN

8

1. APROXIMACIÓN A LOS CONCEPTOS DE LECTURA Y ESCRITURA

15

1.1. LA LECTURA EN LA FORMACIÓN FILOSÓFICA

15

1.2. LA ESCRITURA EN LA FORMACIÓN FILOSÓFICA

19

2. LA LECTURA Y LA ESCRITURA COMO FORMADORA DE PREGUNTAS Y CONCEPTOS

27

3. LOS ESTILOS DE LA ESCRITURA FILOSÓFICA EN NUESTRO TIEMPO

37

3.1. LA ESCRITURA DIGITAL Y LA FILOSOFÍA

40

3.2. LOS MEDIOS DE LA ESCRITURA DE LA ERA DIGITAL Y SUS RELACIONES CON LA FILOSOFÍA

43

3.2.1. El correo electrónico

44

3.2.2. El foro

47

3.2.3. Los blogs e hipertextos

49

3.2.4. Las redes sociales y las páginas webs

52

3.3. EL ENSAYO FILOSÓFICO EN NUESTRO TIEMPO

55

3.4. EL ARTÍCULO CIENTÍFICO Y LA FILOSOFÍA

58

3.5. LA DISERTACIÓN FILOSÓFICA

61

pág.

3.6 EL PAPEL DEL LIBRO EN LA FILOSOFÍA

64

3.7 EL CUENTO FILOSÓFICO

67

4. LAS TEORÍAS DE LA LECTURA FILOSÓFICA EN LA ACTUALIDAD

70

4.1. EL SENTIDO FORMATIVO DE LAS TEORÍAS DE LA LECTURA FILOSÓFICA

72

4.2. LA TEORÍA DE LA LECTURA DE NIETZSCHE

76

4.3. LA TEORÍA DE LA LECTURA GADAMER

80

4.4. LA TEORÍA DE LA LECTURA EN DERRIDA

84

CONCLUSIÓN

86

BIBLIOGRAFÍA

87

7

INTRODUCCIÓN

La palabra Formación a lo largo de la tradición histórica, siempre ha sido enmarcada desde las siguientes caracterizaciones: “dar forma”, “formar con un fin o en un saber en específico” e igualmente brindarle las bases a otro sobre lo que es adecuado o inadecuado en la vida social dentro de la cultura.

No

obstante, los diccionarios especializados nos plantean muchas acepciones que tiene la palabra, pero la más pertinente es la siguiente que se encuentra expuesta en Verdad Método I de Hans Georg Gadamer: El resurgimiento de la palabra «formación» despierta más bien la vieja tradición mística según la cual el hombre lleva en su alma la imagen de Dios conforme la cual fue creado, y debe reconstruirla en sí. El equivalente latino para formación es formatio, a lo que en otras lenguas, por ejemplo en inglés (en Shaftesbury) corresponden form y Formation. También en alemán compiten con la palabra Bildung las correspondientes derivaciones del concepto de la forma, por ejemplo Formierung y Formation. Desde el aristotelismo del renacimiento la forma se aparta por completo de su sentido técnico y se interpreta de manera puramente dinámica y natural. Realmente la victoria de la palabra Bildung sobre la de Form no es casual, pues en Bildung está contenido «imagen» (Bild). El concepto de «forma» retrocede frente a la misteriosa duplicidad con la que Bild acoge simultáneamente «imagen imitada» y «modelo por imitar» (Nachbild y Vorbild). Responde a una habitual traspolación del devenir al ser el que Bildung (como también el actual Formación) designe más el resultado de este proceso del devenir que el proceso mismo. La traspolación es aquí particularmente parcial, porque el resultado de la formación no se produce al modo de los objetivos técnicos, sino que surge del proceso interior de la formación y conformación y se encuentra por ello en un constante desarrollo y progresión. No es casual que la palabra formación se parezca en esto al griego physis. Igual que la naturaleza, la formación no conoce objetivos que le sean exteriores. (Y frente a la palabra y la cosa: «objetivo de la formación», habrá de mantenerse toda la desconfianza que recaba una formación secundaria de este tipo. La formación no puede ser un verdadero objetivo; ella no puede ser querida como tal si no es en la temática reflexiva del educador). Precisamente en esto el concepto de la formación va más allá del mero cultivo de capacidades previas, del que por otra parte deriva. Cultivo de una disposición es desarrollo de algo dado, de modo que el ejercicio y cura de la misma es un simple medio para el fin (“Verdad y método I” 14-15).

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A partir de su origen etimológico, la palabra formación busca dar respuesta a la interpretación que de ella tiene cada cultura a través de la historia humana, esto con el fin de preservar su esencia que es conformar, deformar y reformar a un sujeto no solamente desde el conocimiento de las ciencias o saberes existentes en su época sino también en la comprensión de las experiencias de mundo que de allí devienen. Uno de los objetivos de la formación es generar la posibilidad de cultivarnos a diario para aprender cada día una cosa nueva gracias a las distintas imágenes que del mundo tenemos. Porque formarse no es potenciarse meramente en un ejercicio intelectual de pensamiento, es más bien la oportunidad de pensar por nosotros mismos.

Cabe la pena señalar que el efecto de la formación es darle a conocer a otra generación las distintas formas del conocimiento y habilidades a nivel social, cultural, económico y político, y así generar la construcción de la crítica, el análisis y la reflexión que da como resultado el juicio que tenemos de

las

distintas experiencias de mundo, gracias a la pluralidad que subyace en el pensar, sentir y actuar de una cultura, con el propósito de hallar

múltiples

formas de sentido en lo humano, pero ante todo en sus discursos.

No obstante, la formación filosófica no solo obedece a los elementos anteriormente enunciados y al uso que desde la pedagogía se da del concepto de Formación; más bien, la filosofía va más allá del mismo, puesto que se plantea una perspectiva de diálogo con todas las corrientes históricas de pensamiento para ir reflexionando y construyendo una re-significación del concepto según las necesidades que se tienen en los tiempos actuales por los fenómenos que, cada vez se van adentrando en nuestras cotidianidades, a nivel de la enseñanza-aprendizaje del saber filosófico.

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Lo expuesto se apoya en esta afirmación del profesor Germán Vargas Guillén que nos plantea su perspectiva acerca de la importancia de la formación filosófica en los tiempos actuales: La enseñanza de la filosofía no es medio para repetir la catilinaria de las grandes frases o sentencias de los filósofos de todos los tiempos, sino que es un ejercicio de pensamiento crítico que despliega la inteligencia narrativa; aquí, al cabo se trata de que cada quien se narre a sí mismo, construya su identidad; no sólo reconozca un pasado, sino que figure y reconfigure su proyecto de ser. Y no importa si al cabo terminan o no en la Escuela de Filosofía, sino que vivan sus días bajo esa bella sentencia de Sócrates que nos legó Platón en la apología: Una Vida sin examen no tiene objeto de ser vivida […] (47).

Podríamos decir que el profesor Vargas Guillén nos revela que la formación filosófica tiene como reto en nuestro tiempo, no solamente la formación en lectura y escritura sobre autores y obras de los distintos periodos históricos; más bien, su objetivo es ayudar al estudiante o profesional de la filosofía en la construcción y configuración de su identidad a través de las preguntas que desde la tradición se han enmarcado o también desde sus distintas experiencias de mundo y así darle un sentido a su existencia humana gracias a la reflexividad de las mismas en el pensar.

Por otro lado, la formación filosófica no sólo tiene este desafío dentro de su quehacer cotidiano en los tiempos actuales; de igual manera, su propósito es velar que el estudiante y el profesional tengan un acercamiento con las distintas tradiciones del pensamiento, porque es allí en donde se halla la búsqueda y comprensión de nuevas preguntas, pero ante todo, la orientación para la configuración de diversas miradas conceptuales sobre lo que actualmente se enmarca en la filosofía como disciplina de conocimiento.

Quizás valdría la pena añadir algo que nos señala la profesora María Cecilia Posada al respecto y que

incide también en la formación filosófica de los

distintos sujetos que están inmersos en nuestra cultura:

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La educación filosófica es una transformación de sí mismo asistida por un maestro, en una pedagogía que supone el diálogo y la palabra viva. El saber sólo es eficaz como autodescubrimiento, mediante el convencimiento gradual que el alumno obtiene a medida que desecha las respuestas convencionales inadecuadas (21).

En otras palabras, la formación es un proceso que tiene como tarea transformarnos desde los distintos ámbitos de la naturaleza humana, puesto que sí no lo hace, ella se quedaría en el mero supuesto que ya sabemos todas las verdades y no se necesita ningún nuevo aprendizaje. En cambio, cuando se realiza la transformación, no se forma exclusivamente en un conocimiento intelectual básico de una o varias ciencias del conocimiento, sino que se obtiene una mayor comprensión e interpretación del mundo, gracias a que dialogamos con los textos de los maestros del pensamiento a partir de la experiencia del conocimiento que tenemos nosotros como habitantes del mundo y de nuestra cultura. Es allí donde tenemos la oportunidad de reconocer la experiencia del otro, gracias a sus lecturas y escritos, los cuales se fueron construyendo desde las diversas significaciones que la palabra tiene en la conversación, con la finalidad de ayudarnos a construir nuevos horizontes de comprensión acerca de las preguntas y conceptos que gradualmente nos formulamos a lo largo de la formación filosófica.

El espacio que tiene como territorio de diálogo la formación filosófica en nuestros tiempos actuales ya no se circunscribe solamente al aula de clases del colegio o del recinto universitario u otros lugares de carácter intelectual, ni mucho menos en los lugares de poder. Porque,

según

Carlos Enrique

Restrepo, estos territorios no se cerraron, más bien, se ampliaron de la siguiente manera: El encuentro entre maestro y discípulo tiene lugar y tiene un lugar, en el que se sella una alianza abierta y liberada de influencias. Quizá es de esta manera cómo podemos calificar los nuevos espacios en los que se agencia hoy la filosofía del aula al libro y a la revista institucional, y de estos a la revista efímera, los blogs, los sites de filósofos e iniciados, de profes y grupos confesionales, iniciados y resistentes, el lugar del encuentro se ha modificado tanto como las formas por las que pasaba la filosofía, pues

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la forma privilegiada del libro ahora se conjuga con formas menos totalizantes y más bien fragmentarias ilocalizables (“El maestro-filósofo” 9).

Esto tiene como efecto que el lugar de encuentro, en vez de ser unívoco y momentáneo,

por el contrario, se multiplicara de forma

benéfica en la

formación filosófica, puesto que esto ayudó a la percepción de las nuevas preguntas que se plantean las nuevas generaciones, donde lo que prima más es el ejercicio de escucha, que tiene como propósito la comprensión y el reconocimiento de los distintos puntos de vista, según los interrogantes que nos

hacemos

nosotros

en

nuestra

experiencia

del

mundo

y

muy

significativamente de una cultura múltiple como es esta en la que nos encontramos insertos, en la cual ya no converge la palabra en un solo sentido, sino que cada sujeto es quien le da un énfasis a su significación a través de la interpretación que del pensamiento posee en relación con sus propias indagaciones.

Las relaciones entre maestros y estudiantes es otro de los retos que tiene la formación filosófica en los tiempos actuales, debido a

las inestabilidades

emocionales que cada uno de los estudiantes manifiestan a partir de los fenómenos presentes en su territorio formativo en relación con el sentido de su existencia en el mundo. Es por esto que Jhon Fredy Lennis nos plantea el reto que tiene la formación en filosofía, de dedicarse no exclusivamente al ámbito teórico, sino por el contrario, apostarle en igual medida al ámbito de lo práctico en la formación: La enseñanza de la filosofía en la actualidad se encuentra en la encrucijada de dos caminos: la teorética y la práctica. El reto, entonces, es analizar si hay algunos efectos prácticos evidentes y necesarios a cultivar a través de la enseñanza de la teoría filosófica, en otras palabras, si se puede pensar en los efectos prácticos de la enseñanza-aprendizaje de la filosofía sin arribar todavía a una moral, o si se puede hablar de la ética de la enseñanza-aprendizaje de la filosofía. En suma, sí podrían articularse ambos elementos en una enseñanza actual de la filosofía (27).

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La idea de Lennis nos refleja que la misión educadora de la filosofía no se circunscribe en la formación de un pensamiento crítico, analítico y reflexivo solamente para la emisión de juicios sobre autores y sus obras, más bien uno de objetivos en el pensamiento filosófico, es ayudarnos a relacionarnos con nosotros mismos, con el fin de ayudarnos a la configuración de la personalidad a partir de las experiencias de lectura y escritura que se tienen a lo largo del proceso formativo. Adicional a esto, es gracias al acto de leer y escribir en la filosofía, donde podemos adquirir una mayor apertura a la cotidianidad con el fin de examinar nuestras relaciones con el otro, para ampliar nuestras interpretaciones desde los distintos territorios que habitamos.

Para esto, podemos traer a colación lo planteado por Jorge Larrosa en su texto la experiencia de la lectura, en el cual nos muestra

los distintos giros

conceptuales que tiene la palabra formación a lo largo de su desarrollo histórico: La idea clásica de formación tiene dos caras. Formar significa, por un lado, dar forma y desarrollar un conjunto de disposiciones pre-existentes. Por otro, llevar al hombre hacia la con-formidad con un modelo ideal que ha sido fijado y asegurado de antemano. Mi apuesta sería pensar sin tener idea prescriptiva de su desarrollo ni un modelo normativo de su realización. Algo así como un devenir plural y creativo, sin patrón y sin proyecto, sin una idea prescriptiva de su itinerario y sin idea normativa, autoritaria y excluyente de su resultado […] (21).

Lo que el autor plantea es, pues, que la formación se desarrolla, teniendo en cuenta las experiencias de mundo que el estudiante elabora a partir de los juicios que construye a lo largo de su existencia humana. Para ello es preciso tener en cuenta el análisis del interrogante que el estudiante se plantea cuando se encuentra en un proceso constante de formación, e igualmente la indagación y construcción que lleva a cabo cuando se encuentra inserto en un territorio específico.

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En síntesis, de lo anterior podríamos decir que la formación es el diálogo entre la escuela y la cultura para darle diversas ópticas al estudiante sobre el mundo y así tener la mediación de hacer nuevas preguntas con el fin de dar respuesta a los interrogantes que nos formulamos dentro de nuestra vida cotidiana.

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1. APROXIMACIÓN A LOS CONCEPTOS DE LECTURA Y ESCRITURA

En esta aproximación a los conceptos de lectura y escritura, se busca darle al lector una síntesis acerca del papel que estos dos conceptos no solo han tenido a lo largo de la historia universal, sino también la relación que ellos devienen con la formación filosófica con el objetivo de generar una mayor comprensión e interpretación a la hora de abordar los textos e igualmente potenciar en nosotros una mayor capacidad de escucha para saber que le dijo cada concepción a los lectores y escritores en su momento. Lo mismo que analizar el papel de las prácticas cotidianas se generaron en el leer y escribir en nuestro tiempo. 1.1. LA LECTURA EN LA FORMACIÓN FILOSÓFICA

La lectura en otra época era asociada al ejercicio de la decodificación

de

signos y palabras. Pero con el tiempo, el ser humano se dio cuenta que esta actividad del pensamiento va más allá de esto y más bien, su sentido formativo es que a través del acto de leer, se identifique la carga semántica y pragmática que tienen tanto las palabras como los conceptos a la hora de encontrarse con ellos en los textos.

Por otro lado, la finalidad que tiene la lectura en nosotros, es ampliarnos de manera más crítica y reflexiva nuestro horizonte de comprensión e interpretación que se abre a nosotros a través del texto y sus distintas manifestaciones; pero en la lectura filosófica, no solamente son estos elementos expuestos que el lector identifica, es también el acercamiento a la

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experiencia de mundo que tiene el filósofo acerca de un asunto de su interés en relación con una tradición o con un momento histórico de su cultura de origen. No obstante, en la lectura filosófica, se busca potenciar en quien lee un mayor desarrollo intelectual que se refleja a partir de las preguntas que le formula al texto desde el diálogo. Lo mismo que en el desarrollo de una atenta escucha, para ver que le dice a nuestro tiempo en relación con los asuntos que nos planteamos en lo cotidiano.

Sin embargo, debemos tener en cuenta que no podemos caer en uno de los desastres filosóficos que Juan Manuel Cuartas nos enuncia en la siguiente afirmación: El desastre del falso conocimiento, la falsa vinculación de referencias; el falso tratamiento de los textos filosóficos, la falsa demarcación de las ideas, es evidente que desde la ignorancia la filosofía no es rigor evaluativo de la situación del hombre en el mundo, sino desprendimiento del vínculo ético de la enseñanza, puesta a la deriva de franjas impostadas de conocimiento, pseudomanejo precariamente estudiadas y sin embargo impostadas (“Desastres” 130).

Desde la afirmación del profesor Cuartas, la lectura filosófica nos exige ser lectores que no debemos quedarnos con una sola referencia dicha en su obra, por el contrario, es hallar dentro del texto, las distintas posibilidades de sentido que tiene una palabra, aunque también los referentes teóricos que conllevaron a su utilidad dentro de la escritura. Pero quizás lo que más busca el profesor enseñarnos, es que en el momento de leer debemos darle prioridad a la tarea de

no es estar a la caza de una sola idea. Más bien, es dejar al texto

mostrarnos sus distintas facetas en la escritura, dado que es allí donde podremos descubrir el camino para su comprensión e interpretación a partir de un asunto especifico, motivo de nuestro diálogo.

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Esto obedece de igual manera para no dejarnos llevar por dogmatismos y muchos menos por prejuicios sesgados, lo mejor es desprendernos de ellos y estar a la atenta escucha sobre lo que el texto nos va a decir en su experiencia de mundo. Cabe señalar que esto da como resultado una experiencia de lectura filosófica que señala una nueva significación de las palabras para tener no solamente

un mayor entendimiento común entre los miembros de una

comunidad filosófica, lo mismo que aportarle también a aquellos que no se encuentran en ella.

Frente a esto, Heidegger nos afirma algo sobre el sentido de la palabra, donde nos muestra el papel que esta conlleva en la significación, pero en especial en el lenguaje, a través del siguiente argumento: Tan pronto como hablamos de “significación” de las “palabras”, hemos dispuesto a éstas de conformidad con su sonido verbal (Wortlaut), al cual le está adherida una “significación”. El sonido (φωνή) es, como algo sensiblemente dado, lo más próximo y real. Lo otro le es adherido y sobrecargado, de manera que la palabra, como configuración sonora, se convierte en la portadora de la significación (2).

Lo anterior busca decirnos que una de las misiones que tenemos al leer en la filosofía, es la identificación de los sonidos y los distintos usos que estos tienen en la lectura, ya que a través de los mismos podemos explicar, comprender y traducir las significaciones que les damos a partir de nuestra lengua nativa; con el propósito de tener el reconocimiento de las distintas formas de lector

y

escritor existentes en la formación filosófica.

Valdría la pena señalar que esto generó dos formas de leer los textos filosóficos que son la del comentarista y el intérprete que el profesor Daniel Lins propone que se podría llevar acabo de la siguiente forma: El comentador vuelve al texto, pues pretende dejarlo tal cual lo encontró; mientras que el intérprete va adelante, conduce el texto hacía las márgenes, oral hacia el medio, ora hacia el afuera o el adentro, en una escritura-experimento, sin dualidades; aunque con

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el rigor necesario propio de la interpretación como musicalidad cuya potencia creativa exige una ascesis del texto haciéndolo de su lectura un acto libre, innovador; relación con las imposiciones exteriores, más bien que una manipulación o una reproducción considerada uniforme (147).

En relación con este planteamiento, podríamos decir, el intérprete y el comentador son dos formas académicas de leer la filosofía a través de nuestro proceso formativo. No obstante, ambos tienen la función de brindarnos desde su experiencia de lectura, un acercamiento al texto de mayor facilidad, gracias a las herramientas de lecturas adquiridas dentro de su formación filosófica en la escuela y en los distintos espacios actuales; es con el objetivo de potenciar una interpretación más plena y fecunda de los textos y una metodología de la lectura.

Esto se da según Alberto Manguel por que los métodos de lectura son un desafío para la sociedad y cultura de donde son originarios. En palabras del autor por esta razón: Los métodos por los que aprendemos a leer no sólo encarnan las convenciones de nuestra sociedad particular en cuanto a la lectura y la escritura —la canalización de información, las jerarquías de conocimiento y poder— sino que determinan y limitan además las maneras en que utilizamos nuestra habilidad como lectores (95).

En otras palabras, desde la afirmación de Manguel las experiencias de lectura en la formación filosófica tienen como finalidad mostrarnos quiénes somos nosotros como lectores desde nuestras fortalezas, debilidades y aspectos a mejorar en cada uno de los hallazgos que tenemos del texto con el fin de tener la oportunidad de hallar nuestros propios interrogantes que son el camino para la construcción y elaboración de las primeras conceptualizaciones sobre los temas objetos de interés en la filosofía como área del conocimiento.

Ejemplo de esto es lo que nos muestra Armando Petrucci cuando afirma que la experiencia de lectura no se diversifica básicamente en una clase de texto

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específico, más bien, es la oportunidad de conocer una variedad de escritos que tiene esta funcionalidad: Un porvenir para la lectura, entendida como una actividad cultural o de deleite para el hombre alfabetizado, está asegurado, en la medida en que es cierto que en el futuro próximo continuará la otra actividad fundamental propia de las sociedades alfabetizadas: la de la escritura. Hasta que dure la actividad de producir textos a través de la escritura (en cualquiera de sus formas), seguirá existiendo la actividad de leerlos, al menos en alguna proporción (sea máxima o mínima) de la población mundial (521).

Esto nos lleva a concluir que el objetivo de lo dicho por Petrucci es que la formación en lectura no se circunscribe solo al conocimiento que antes se tenía de las enciclopedias u otros libros de consulta. En nuestro tiempo, la internet y todas sus formas de información que allí se condensan a nivel digital, son las que nos muestran las diversas de formas del acto de leer y escribir en las distintas comunidades existentes en la humanidad; sin embargo, otra de sus funciones es mostrarnos las diversas pluralidades de pensamiento existentes en la sociedad y en la cultura, más acorde a las configuraciones cotidianas de los tiempos actuales.

1.2. LA ESCRITURA EN LA FORMACIÓN FILOSÓFICA

A diario en la vida cotidiana, utilizamos la escritura como un medio para expresar sentimientos, pensamientos e ideas acerca del mundo y los seres que se encuentran entre nosotros o también las proyecciones que buscamos generar en la existencia. En el caso de la formación filosófica, la escritura, es el espacio donde el filósofo nos presenta el desarrollo de su proceso académico en lecturas e igualmente de reflexiones sobre los autores y sus obras, de la misma forma que las distintas y diversas características de sus construcciones como conceptos y preguntas que elabora de ello, en la escuela, la universidad u otros espacios de la cultura en la que se encuentra inscripto. Pero escribir, no

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es solo esto que hemos expuesto, la importancia de la escritura del filosófico radica según Sergio Pérez en su texto Palabras de filósofos en lo siguiente: La autoridad del filósofo descansa en sus escritos, no ya en sus palabras. No podía ser de otro modo, porque durante muchos siglos hemos estado inmersos en una cultura de la escritura y ésta ha acabado por imponerse con el peso abrumador de los hábitos cotidianos. Las páginas no siempre fueron silenciosas y durante un largo periodo requirieron la animación de la palabra pronunciada, pero a fin de cuentas la naturaleza del texto terminó por acallar la voz. Hace ya largo tiempo que la filosofía adquirió un marcado carácter textual y, desde entonces, el escrito domina toda la vida y todo el comportamiento del filósofo. Dicho carácter se manifiesta de diversas maneras, empezando por los lugares mismos de trabajo: sitios repletos de libros, obras de referencia, archivos y cuadernos de notas, refugios íntimos, apartados, personales, en los que el sigilo refleja el placer del escritor y el lector solitarios ante su página muda (7).

Lo expuesto busca decir que la escritura filosófica no es solo el ejercicio de escribir posturas académicas, allí nos encontramos con las emociones, pensamientos y sentimientos que esa pregunta y el concepto generaron desde el inicio de su elaboración en sus diversas fases de construcción, hasta el momento de su presentación teórica por parte del sujeto que los escribe; de igual forma, es en el ejercicio de la lectura donde nos encontraremos con sus fortalezas, debilidades o flaquezas en la profundidad de su escritura y también donde tendremos la oportunidad de identificar la voz del sujeto que escribe. Lo mismo que los distintos referentes teóricos que aborda a lo largo del texto, para colocarlos a dialogar con las inquietudes de su cultura en la actualidad; que es en sí la esencia de la escritura en la formación filosófica.

No obstante, Walter Ong en su Texto Oralidad y Escritura nos plantea que la intencionalidad no solo obedece al ejercicio silencioso de escuchar los pensamientos de otros, más bien ella tiene diversas formas de utilización en la cotidianidad que debemos tener en cuenta en la formación filosófica: La escritura es artificial no significa condenarla sino elogiarla. Como otras creaciones artificiales y, en efecto, más que cualquier otra, tiene un valor inestimable y de hecho esencial para la realización de aptitudes humanas más plenas, interiores. Las

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tecnologías no son sólo recursos externos sino transformaciones interiores de la conciencia, y mucho más cuando afectan la palabra. Tales transformaciones pueden resultar estimulantes. La escritura da vigor a la conciencia. La alineación de un medio natural puede beneficiarnos y, de hecho, en muchos sentidos resulta esencial para una vida humana plena. Para vivir bien la distancia. Y esto es lo que la escritura aporta a la conciencia como nada más puede hacerlo (85).

Lo anterior, se genera, dado que cuando realizamos el ejercicio de compartir el conocimiento desde la tradición oral, la lengua nos puede brindar palabras para ocultar ciertos elementos que no deseamos dar a conocer; en cambio desde la escritura, a pesar que podemos emplear ciertas palabras para ocultar el sentido de lo que se quiere decir, muchas veces las palabras se le revelan al lector por el ejercicio interpretativo que hace del texto; pese a esto, la incidencia de la escritura en la filosofía tiene como objetivo desarrollar la profundidad del pensamiento humano acerca del mundo, pero ante todo, ayudar a construir conceptos que susciten formas de leer, analizar e interpretar la sociedad y la cultura. Y así legarnos una formación más amplia y profundidad sobre ese preguntarse del mundo actual.

Por otro lado, debemos tener en cuenta que la escritura no siempre fue la mediación de expresión de los pensamientos y posiciones de los filósofos en sus ires y venires de las épocas en las que desarrollaron sus ideas para la elaboración de sus conceptos y preguntas, el diálogo fue una de las primeras formas de exponer lo dicho, como lo muestra la filosofía antigua Y su vigencia cada día es más fuerte a lo largo de la historia universal, en especial en la filosofía contemporánea, en compañía de Heidegger y Gadamer que le devolvieron su voz.

Al respecto Emilio Lledó, en su introducción de los diálogos de Platón, nos muestra el papel del diálogo como primera forma de narración oral para dar a conocer las preguntas y formaciones conceptuales que realiza Platón y quienes

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los antecedieron, e indistintamente como ello, se volvió un género de la filosofía desde la escritura: La filosofía de Platón es la suma del discurso de todos sus interlocutores de sus diálogos, la suma de todas sus contradicciones. De ahí su inacabada riqueza, de ahí su modernidad. Precisamente por ello, nos siguen interesando: no por las posibles soluciones que pudieran ofrecer a tantos problemas como aparecen en su obra, sino porque en ellos señaló la mayoría de las cuestiones que han seguido preocupando a la filosofía. Pero tal vez, al descubrirlas en el habla de sus interlocutores, al ver en ese friso de la sociedad ateniense el concreto nacimiento de los problemas filosóficos, puede llegarse al punto en el que plantear, una vez más, el significado de una obra filosófica importante sea, definitivamente, dar un paso largo en dirección a la filosofía, a la clarificación de algunas de sus aporías más tenaces y a la solución de alguna de sus más esterilizadoras crisis (“Escritura filosófica” 11).

En otras palabras, nuestras lecturas y escrituras en la formación filosófica, son un conjunto de diálogos que no solo se centran en el matiz humano de nuestros pensamientos singulares, más bien son una pluralidad de voces donde escuchamos los puntos de vista que otros tienen acerca de algún asunto de las tradiciones históricas. Sin embargo, somos nosotros como lectores los que le damos importancia de acuerdo a su significado, a partir de las posturas que tenemos sobre el asunto; lo mismo que cuando realizamos el ejercicio de escritura para dar a conocer nuestras inquietudes sobre el mismo

o

presentamos nuestras propuestas de sentido de acuerdo a las significaciones de la época en donde nos encontramos circunscritos.

Por otra parte, Marina Garcés Mascareñas nos muestra cual ha sido el papel que tiene la escritura en los tiempos actuales: En filosofía, la escritura no es un medio para comunicar ideas o conocimientos, es la materia prima con la que los problemas y los conceptos se elaboran. La filosofía es un pensar que toma cuerpo en la escritura y la del filósofo es una voz que se rehace escribiendo. Esto no significa que la filosofía sea sólo un género literario ni que se agote en sus obras: la escritura es veraz si conecta un modo de vida, enraizado en una experiencia singular, con la búsqueda de una razón común. En esa conexión se abren problemas que siempre son nuevos, sin necesidad de ser innovadores y conceptos que

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son útiles, sin necesidad de ser aplicables. La escritura filosófica trama, en los dos sentidos de la palabra: entrelaza y conspira. Pero precisamente por ello no es formalizarle, no admite estándares ni protocolos de evaluación y de comunicación (31).

Se podría decir entonces que la escritura filosófica tiene como elemento denominador en su voz, algunas palabras sonoras para atrapar la atención de quien lee, pero ante todo, debe conectarse con un lenguaje que sea claro, preciso y conciso donde se refleja la construcción de un pensamiento teórico, que fue abstraído de la vida cotidiana. Puesto que durante mucho tiempo se pensó que la relación entre lo teórico y lo práctico no tenía tanta relevancia, en los tiempos actuales esto ha cambiado y ha adquirido mucha fuerza, porque es de ahí que se extraen la mayor parte de los problemas filosóficos actuales con el fin de tener una mayor comprensión e interpretación de la cultura y la sociedad.

Pese a esto, la escritura tiene como tarea la preservación de los patrimonios y tesoros humanos plasmados en la palabra, el signo y el símbolo con el propósito que las distintas generaciones tengan la oportunidad de reconocer los cambios que ha tenido el ser humano en su evolución, pero en especial, observar las diversas transformaciones del pensamiento en todos sus sentidos. En relación a lo anterior, Sergio Pérez nos muestra el papel que tuvo la introducción de la escritura en la filosofía desde esta afirmación: La filosofía occidental nació con el corazón animado por el texto. Pero una vez dicho esto, resulta indispensable considerar que la conversión que implicó el pasaje de la oralidad a la escritura no fue inmediata en ningún dominio de la cultura, incluida la filosofía. La filosofía debió realizar, al igual que la humanidad, el tránsito de un medio de comunicación a otro (“Palabras de filósofos” 24).

La filosofía es palabra y seguirá siéndolo, pero con su tránsito a la cultura escrita, el filósofo tendrá la oportunidad de preservar su pensamiento en la tradición histórica, lo mismo que reconocer algunos vestigios de quienes le

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antecedieron, puesto que antes aquello que se conocía era gracias a la tradición oral o por la preservación de algunos objetos que narraban los hechos suscitados. De alguna u otra manera, era la mediación técnica para saber y reconocer las distintas formas del pensamiento tanto de la filosofía como de la literatura u otras áreas del conocimiento.

Retomando a Walter Ong en su texto se nos muestra como a pesar de ser la escritura una técnica donde solo unos pocos privilegiados tenían el honor de formarse en sus inicios, es uno de los mejores inventos de la humanidad a través de esta afirmación: La escritura, era y es la más trascendental de todas las invenciones tecnológicas humanas. No constituye un mero apéndice del habla. Puesto que traslada el habla del mundo oral y auditivo a un nuevo mundo sensorio, el de la vista, transforma el habla y también el pensamiento (87).

En otras palabras, cuando nace la escritura, ya no solamente el hombre tendría la oportunidad de formarse un pensamiento a partir de metáforas y conceptos desarrollados a través de la escucha y la memoria. Más bien, fue la oportunidad de generar nuevas formas de sentir o pensar las palabras con la intencionalidad de tener una comprensión, interpretación y entendimiento más amplio acerca del mundo que nos rodea, gracias a la formación de una grafía, donde los seres humanos, pudieran describir los elementos que se encuentran su cotidianidad mediante palabras adquiridas por el aprendizaje del alfabeto funcional. Con el objetivo de dejar sus pensamientos o disertaciones acerca de sus preguntas o formaciones conceptuales a las futuras generaciones para ser expresadas desde sus códigos y significaciones socioculturales. Adicional a esto, Sergio Pérez en su texto “Travesías de la Escritura” nos muestra otra perspectiva de pensamiento sobre la importancia de los orígenes de la escritura:

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La escritura como medio de expresión personal es la culminación de complejos procesos culturales. Pero no es una evidencia inmediata, e incluso puede asegurarse que no estuvo disponible durante siglos, cuando se había extinguido las antiguas escrituras cursivas cotidianas y la única instrucción lingüística puesta por escrito era el latín que después para todos representaba una lengua ajena (11).

Desde este planteamiento, podríamos decir que la escritura es el camino donde se invita al autor a realizar el ejercicio de escribir acerca de los procesos que han enmarcado su formación de pensar y ver el mundo a partir de su propia lengua nativa, pero ante todo, la escritura como la mediación que nos enseña la cultura y todos sus legados históricos, con el fin único que tengamos mayores elementos para la construcción de nuestros conceptos y preguntas sobre nuestro tiempo presente que nos darán interpretaciones y comprensiones más críticas y fecundas sobre aquello vivido día tras día.

Seguidamente podremos ver que la preocupación de los teóricos o estudiosos de la filosofía cuando presentan sus textos, es hallar la pertinencia de sus argumentos con los momentos vividos en la actualidad. El motivo según Marina Garcés Mascareñas se da por lo siguiente: Escribir filosofía no es sólo transformarse sino abrir un lugar de encuentro y de interpelación. Los resúmenes de historia de la filosofía nos presentan a los grandes filósofos según lo que han dicho, según lo que han afirmado. Sería interesante hacer un día una historia que nos explicara qué han escuchado. No hay filosofía sin escucha, sin recepción, sin contagio, sin inseminación. No se trata sólo de las influencias escolares de unos sobre otros, sino de la recepción de lo que en cada caso queda por pensar. Escuchar lo no pensado: sólo ahí se desata el deseo de seguir pensando, de volver a escribir sobre lo ya escrito, la necesidad de retomar o de volver a empezar (32).

El desafío y el reto al que el filósofo se enfrenta cuando escribe, no es solo el de los bloqueos intelectuales como todos los seres humanos, o el de la falta de referencias teóricas para apoyar sus argumentaciones e interpretaciones de los autores y sus obras, Es de hallar un lugar de encuentro para ubicar su pensamiento, dada que la esencia de escribir filosofía, es tener la posibilidad de

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socializar lo dicho e indagado en el día a día con otras personas, ya sea en la forma de una conferencia, un artículo o en el espacio de clases. Esto desata el diálogo y el debate para poner todos los puntos de vista del tema en cuestión, con la intencionalidad de reconocer las fortalezas, debilidades y aspectos a mejorar en esa invitación al camino de la pregunta objeto de socialización.

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2. LA LECTURA Y LA ESCRITURA COMO FORMADORA DE PREGUNTAS Y CONCEPTOS

Cuando el estudiante y profesional de la filosofía, se acercan al saber propio de la disciplina, lo hace es a través de la construcción conceptual y de preguntas que otros se han realizado desde sus contextos históricos y culturales. Con la finalidad de realizar una lectura sobre el manejo y uso que los conceptos han tenido a lo largo de la tradición e igualmente las transformaciones que desde allí han adquirido, con la finalidad de tener una mayor comprensión e interpretación. Lo mismo que de las preguntas que ellos dieron respuesta en la tradición de su origen.

Pero que es un concepto o que es en sí una pregunta. Son planteamientos que quien lee o escribe en filosofía, tiene como tarea indagar a lo largo de su formación o quehacer profesional en su cotidianidad, para saber cómo elaborarlos en el momento que presenta una propuesta interpretativa, si es desde la lectura o si es una postura crítica o reflexiva desde la escritura en relación con un determinado asunto; para lo primero, en el texto “¿Qué es la

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Filosofía?” de Gilles Deleuze y Félix Guattari, nos muestra una aproximación de su significación1: Un concepto es una heterogénesis, es decir una ordenación de sus componentes por zona de proximidad. Es un ordinal, una intensión a todos los rasgos que lo componen. Como lo recorre incesantemente siguiendo un orden sin distancia, el concepto está en estado de sobrevuelo respecto de sus componentes. Está inmediatamente copresente sin distancia alguna en todos sus componentes o variaciones, pasa y vuelve a pasar por ellos: es una cantinela, un opus que tiene su cifra (26).

A partir de lo anterior, podríamos decir que el concepto es quien reproduce todos los elementos de pensamiento que el filósofo desea mostrar en su propuesta de lectura o escritura para la comprensión del mundo o de su cultura a través de su lengua nativa. Por consiguiente, su propósito es dar respuesta a las preguntas de la tradición histórica donde surge, es por esto que vive en 1

Para quienes deseen conocer otras aproximaciones históricas que desde la filosofía se han tenido en cuenta estos son los referentes bibliográficos: En la crítica de la Razón Pura de Kant, en el capítulo I de la Doctrina Transcendental de los Elementos, nos muestra esta aproximación que es lo siguiente: Los conceptos se fundan en la espontaneidad del pensamiento, del mismo modo que de las intuiciones sensibles que se forman a través de la receptividad de las impresiones. Estos conceptos no los puede utilizar el entendimiento más que para formular juicios. Porque ninguna representación que no sea intuición se refiere inmediatamente al objeto, jamás un concepto puede referirse a un objeto, sino a su representación como tal (cfr.pág.71) El segundo texto que puede servir de referencia es el Diccionario Filosófico de José Ferrater Mora, donde nos presenta la evolución histórica que a lo largo de la tradición del pensamiento ha tenido la utilización del Concepto. Una primera acepción son los correspondientes términos en varias lenguas: Concept, Begriff, concetto etc. –ha sido usado en muy diversas acepciones, equiparándose a veces a “noción”, a veces a “idea”, a veces a “pensamiento”, etc. Como cada uno de estos términos ha sido empleado en muy diversas acepciones, ninguna ayuda en gran cosa para entender el significado o el uso de “concepto”. En una segunda acepción se ha traducido concepto por γóλoϛ. La cual fue muy frecuente en la filosofía de Platón y de Aristóteles que en nuestra lengua diría “idea” o “noción” e igualmente en el transcurso del diccionario nos plantea que es una representación del pensamiento desde la palabra en algunas tradiciones históricas (cfr. págs. 615-619) El tercer texto es ¿Qué es la filosofía? De Gilles Deleuze y Félix Guattari que hemos citado para esta investigación por tener un referente del concepto que se ajusta a la temática. Lo mismo que por su claridad y precisión en su uso; el capítulo I Qué es el Concepto, puede dar visiones más amplias al lector sobre los orígenes del concepto e igualmente darle mayor explicación. Por último, el texto de Aproximación Hermenéutica a las Meditaciones Metafísicas de Descartes de autoría de Lucila García Vélez a lo largo de su escritura brinda información al lector sobre los usos, transformaciones y elementos que del concepto surgen para tenerlos en cuenta para la lectura y escritura (páginas 90-113)

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una constante de cambio a nivel de la formación o quehacer filosófico cómo en el mundo cotidiano donde está inserto su utilidad.

Pese a esto, los elementos homogéneos que encierra en sí mismo el concepto, buscan ayudarle al filósofo a formarse en una visión más amplia y profunda en relación con el pensamiento de la tradición en que se circunscribe o encierra, pero lo que es más importante de escucha y de la palabra acerca de las causas y efectos que este suscita en quien lo presenta o utiliza dentro de la lectura y escritura para interpretar lo que este nos devela. Por otro lado, Lucila García Vélez en su texto “Aproximación hermenéutica a las meditaciones metafísicas de descartes: una experiencia de lectura filosófica”, nos muestra los elementos que encierra un concepto para tenerlos en cuenta desde su lectura y escritura como recurso filosófico para su uso o formación: En nuestra búsqueda sin embargo, encontramos que no solo frente al concepto ha estado la preocupación de definirlo; siguiendo tras su huella, a propósito de lo que puede decirse de un concepto filosófico y a manera de inventario, hemos recogido lo que de él se dice: que valora, que tiene amplitud, que está dotado de rasgos positivos o negativos. Se dice también que un concepto tiene sentido, y que por ello puede ser por ello ontológico, técnico o histórico, además tiene su función, su contenido conceptual, sus momentos, su aplicación o su uso (que puede ser primario o secundario). Se habla de su metamorfosis, de su fijación, de su delimitación frente a otros, de su extensión, de su validez, de sus relaciones estrechas con otros conceptos, sus vinculaciones, o por el contrario de sus oposiciones (expresadas todas en una articulación conceptual): se habla de parentescos con diversos planteamientos, de su degeneración, de su significado, de su suficiencia, de su adecuación, de sus transferencias, de sus resonancias. Además un concepto puede ser calificado como polémico, o sobrecargado o gris o vacío, o potente, o desbordante (95).

En otras palabras, lo que hace homogéneo al concepto en sus elementos de conformación, es que se teje no solamente de una tradición histórica, más bien, se ajusta a las necesidades que estas devienen, por ser un médium

del

lenguaje que está en constante de cambio como ya hemos dicho en una de las partes de este capítulo, ya que se transforma según las necesidades de uso que tenga el filósofo para su escritura acerca de un asunto propio de su interés

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sobre la época en que vive. De igual modo, cuando lo leemos a través del ejercicio de la lectura como diálogo, se busca escuchar las vicisitudes que ha tenido desde distintas preguntas como objeto de respuesta o polemizante en su uso. Lo mismo que desde su sentido originario en lo histórico o cultural.

Cabe señalar, que otra de las miradas del concepto, es que estos se adhieren a nosotros en nuestra formación filosófica o en nuestra vida cotidiana desde diversas experiencias humanas, para concientizarnos de los asuntos de los tiempos actuales. Algo que según Lucila García Vélez y Raúl López Upegui, en su texto “Pedagogía del concepto” nos plantea se debe dar de esta manera: El aprendizaje de los conceptos filosóficos, por tanto, no sólo propicia el acercamiento a un determinado núcleo de pensamiento, sino que habilita una capacidad en los jóvenes, quienes aprovechando la exigencia que dicho ejercicio les demanda, descubren que este tipo de apropiación les abre una serie de relaciones hacia el mundo y hacia la vida, en los cuales se autoperciben y eventualmente, entienden que están asistiendo a un proceso de transformación de su propia condición comprensiva. Dicho aprendizaje los cuestiona, los cambia, los orienta, les abre perspectivas insospechadas del mundo, al igual que les ayuda a captar que el pensamiento obedece a esa misma ley de movimiento, de transito continuo y desplazamiento permanente. Quizás la única manera de darse cuenta de la rapidez como suceden las cosas y fenómenos sea precisamente a través de los procesos de conceptualización filosófica; de la comprensión de la propia historicidad de los conceptos como tales (208).

Para llegar a lo expuesto por estos autores, el filósofo en su quehacer profesional o en su formación, debe desarrollar preguntas que lo conlleven a una indagación crítica y reflexiva sobre las causas y efectos de los fenómenos que se viven en su cultura en estos tiempos actuales. Dado que esto conduce a una lectura y escritura desde conceptos que no solo son propios de una historia, sino que pertenecen a un plano que subyace en la cotidianidad donde se vive. Con la intencionalidad de amoldarse y adaptarse a la respuesta de un determinado grupo social sobre eso que se piensa e investiga de un asunto especifico.

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Habría que decir, que una aproximación sobre lo que significa o más bien tiene como sentido, una pregunta, es la de orientarnos una “pesquisa” del pensamiento que tenemos por un interés personal o de igual modo como producto de una interacción en el mundo que conocemos o deseamos comprender desde la interpretación a partir del proceso formativo. Pero quizá la respuesta que realmente corresponde a esto, no la brinda nuestra experiencia de lectura con los textos o las reflexiones que hacemos en la escritura a partir del ejercicio de diálogo que hemos tenido con otros.

Basándonos en esto, podríamos traer una afirmación de Hang Georg Gadamer sobre el sentido de la pregunta y que conecta con la lectura y escritura filosófica: El planteamiento de una pregunta implica la apertura pero también su limitación. Implica una fijación expresa en sus presupuestos que están en pie y desde los cuales se muestra la cantidad de duda que queda abierta. Por eso el planteamiento de una pregunta puede ser a su vez correcto o falso, según el terreno de lo verdaderamente abierto (“Verdad y método I” 441).

Este argumento, nos deja entrever que formarse en filosofía es potenciar en nosotros la pregunta que da como origen al concepto e igualmente lo delimita en un asunto de la tradición o de nuestro tiempo, para explorar mediante la misma su veracidad y potencialidad en su elaboración. De la misma manera, el leer y el escribir, son quienes abren los sentidos a su respuesta o muestran la falsedad que conlleva su desarrollo como forma del entendimiento entre el aprendiz o profesional de la filosofía con el texto o fenómeno que le genera su construcción de pensamiento.

Paralelamente a esto, David Machado Jaramillo, nos muestra que el sentido de la pregunta en la formación filosófica, es el camino para pensar el espacio, el tiempo y el contexto a través de los referentes teóricos que solicitan detenerse alrededor de una circunstancia. A partir de esta cita textual:

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Las preguntas surgen cuando las situaciones, los textos, los fenómenos culturales y los conceptos nos cuestionan, es decir, cuando la época, en su concreción histórica, nos interpela en lo que tiene de cuestionable (302).

Lo que el autor nos muestra es que la pregunta se desarrollo es con el asombro y la curiosidad que el estudiante o profesional tiene sobre una tradición histórica, de la misma manera que de su cotidianidad. Quizá, entonces cabría decir que el preguntarnos, es ahondar en un mismo texto o en los elementos enunciados desde distintas posibilidades de sentido para su comprensión e interpretación, ya no solo desde un conocimiento previo (experiencia) sino desde un conocimiento a posteriori (saber) adquirido en la lectura y escritura.

EL DESAFÍO DEL CONCEPTO Y LA PREGUNTA HOY:

La

formación filosófica, ya no corresponde solamente a la tarea de leer y

escribir sobre los clásicos o los teóricos contemporáneos, su sentido en nuestro tiempo, es también generar en quien lee o escribe filosofía una conciencia interpretativa de los fenómenos que se viven en las distintas culturas en la actualidad. Con ella, se trata de tener, no solo una visión pensante de su territorio, sino un juicio crítico y reflexivo, donde pueda ahondar en las distintas formas de pensar que generaron las diversas transformaciones históricas hasta llegar al presente; para ello, es imperioso el ejercicio alterno de la lectura y la escritura como medio para sus investigaciones. Es así como el aprendiz entra en contacto con las preguntas y conceptualizaciones de otros que, en cuanto pensadores,

se encuentran insertas en la tradición; disponiéndose a un

diálogo, en el cual acontece la apertura de la palabra, de tal manera que podrá entrever los puntos de vista expresados acerca del origen de una situación determinada e indiscutiblemente confrontar lo común o diferente con el presente.

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Partiendo de esto, Lucila García Vélez nos muestra que en los ejercicios de la lectura y la escritura, reconocemos la necesidad de la filosofía de darle vida y actualizar

los conceptos y también de formar otros mediante aquellos, en

cuanto se entra en dialogo con su significación histórica y cultural desde este argumento: Es en este horizonte poblado de diversas perspectivas donde podemos afirmar que si bien la filosofía no se ha autocomprendido siempre de la misma manera y que los filósofos de todos los tiempos o no han entendido o no se han ocupado del mismo modo de los conceptos, ella ha procedido siempre conceptualmente. Por ello, es este el espacio de continuidad donde comprendemos una preocupación y una acción de nuestra época, de acometer la tarea de una problemática del concepto en la filosofía de hoy, no sólo siguiendo el legado de la tradición, incluso allí donde los conceptos aparecen como palabras fosilizadas o esquematizadas, sino también en medio de los nuevos usos de la palabra concepto: en el arte, la publicidad, en los medios de comunicación, en la pedagogía, en la ciencia (“Aproximación hermenéutica” 38).

Lo expuesto, nos señala no solo la importancia de preguntarnos por nuestro tiempo actual, sino llevarnos a reconocer que el texto filosófico para su lectura o escritura, ya no puede reducirse a la respuesta a una preocupación única de su época, sino que es más bien una conversación con otras voces intentando encontrar un entendimiento común. Es así como puede darle a la pregunta una existencia más fecunda, donde se enriquezca en una interrelación de saberes, buscando, concienzudamente, cuidar los conceptos, vincularlos con su sentido originario y al mismo tiempo encontrar una significación acorde a la realidad que lo hace vivir.

Por

otra parte, Gadamer nos muestra que el reto de leer o escribir, está

orientado por el lenguaje, pues este cambia incesantemente en lo histórico, lo interpretativo por los juicios y prejuicios que los hombres poseemos en relación con nuestra experiencia del mundo, las preguntas de una época y a su utilización dentro de ella, haciendo estos giros humanos. Lo anterior, se refleja en la siguiente afirmación del autor:

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El lenguaje no es sólo eso. Es la primera interpretación global del mundo y por eso no se puede sustituir con nada. Para todo pensamiento crítico de nivel filosófico el mundo es siempre un mundo interpretado en el lenguaje. El aprendizaje de una lengua, la asimilación de nuestra lengua materna, es ya una articulación del mundo. Esto, más que una perturbación, es un primer descubrimiento. Implica una formación conceptual que se produce en medio de esta interpretación lingüística nunca es un primer comienzo ((“Verdad y método II” 83).

En otras palabras, la lectura y escritura que hace el filósofo, es del mundo, porque es este el que articula el lenguaje en todas sus dimensiones. Y es también allí donde surge

la experiencia

formativa del concepto filosófico,

gracias a la pregunta que lo genera a partir de su cultura e historia.

Quizá, entonces Deleuze y Guattari en su texto ¿Qué es la filosofía? Nos muestre una visión de sentido del concepto: El concepto es evidentemente conocimiento, pero conocimiento de uno mismo, y lo que conoce, es el acontecimiento puro, que no se confunde con el estado de las cosas en el que se encarna. Deslindar siempre un acontecimiento de las cosas y de los seres es la tarea de la filosofía cuando crea conceptos, entidades. Establecer el acontecimiento nuevo de las cosas y de los seres, darles siempre un acontecimiento nuevo: el espacio, el tiempo, la materia, el pensamiento, lo posible como acontecimientos (36).

Esto parece confirmarnos que el camino de formación de los conceptos, es desde la lectura y la escritura, porque, en teoría, ambos ejercicios nos muestran el acontecimiento singular o plural de la experiencia de mundo que llevaron al filósofo para la elaboración de una propuesta de sentido del mundo, de la cultura o de su época

acerca del asunto que estaba indagando. Es pues,

gracias a la pregunta, objeto de su reflexión que el filósofo puede para hallarlo en toda su expresión.

Con esto, podemos decir que la formación filosófica, obedece es a la conformación, reforma y deformación que como seres humanos en nuestros tiempos actuales hacemos de los conceptos y sus preguntas originarias, gracias a la experiencia del lenguaje. En el texto “Pedagogía del Concepto” los autores plantean algo al respecto:

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Es el lenguaje para nosotros esa misteriosa marcación que va dejando sus surcos en el espíritu; condensación de la sutil materia compuesta de sonido, sentido, significación, voz, medio físico, grafía o huella psíquica, presencia constante que reclama su distinción a cada instante de su serpenteante movilidad. Es el lenguaje la familiaridad más cercana con la que la naturaleza nos dotó, cercanía indisoluble a nuestra realidad corporal, psíquica, afectiva. Es en él donde se contornea y moldea, cobra presencia aún en su ausencia, en su uso se juega su vigencia y realidad, operando siempre en direcciones múltiples, abierto a posibilidades infinitas de organización, distribución, agrupamiento, sin límite alguno (García Vélez y López Upegui 31).

De esta circunstancia nace el hecho de que el planteamiento de dichos autores, tenga coherencia con nuestros tiempos actuales, donde ya el lenguaje filosófico no se reconoce solamente desde las conceptualizaciones del pensamiento, sino de igual modo desde metáforas, cuya intencionalidad, cabe señalar es mostrar emociones humanas desde los distintos modos del ser o desde otra perspectiva, -la satisfacción de los deseos que se tengan sobre y para algo- para lograr, analizar, comprender e interpretar el sentido de sus significaciones. es importante formarse filosóficamente, puesto que en cada una de dichas significaciones, hay un trasfondo de pensamiento asentado en la cultura, sea desde la aplicación de un concepto o de una pregunta existencial propia de una tradición histórica.

Por esta razón, Gadamer en esta afirmación, nos dice los distintos cambios que puede atravesar la palabra:

La palabra humana, es potencial antes de actualizarse. Es formable, pero no está formada. El proceso de pensar se inicia precisamente porque algo se nos viene a las mentes desde la memoria. También esto es una emanación, no implica que la memoria sea despojada o pierda algo. Sin embargo, lo que se nos viene así a las mentes no es aun completo ni está pensado hasta el final. Al contrario, es ahora cuando se emprende el verdadero movimiento del pensar, en el que el espíritu se apresura de lo uno a lo otro, va de aquí para allá, sopesa lo uno y lo otro y busca así la expresión completa de sus ideas por el camino de la investigación ((“Verdad y método I” 509).

De modo el asunto es tanto el uso del concepto y la pregunta que lo origina, como la lectura que lo examina y lo revive, para volver a utilizarlo o delimitarlo en la elaboración escrita o en la expresión de un pensamiento, porque si este

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es palabra, tiene la capacidad de actualizarse desde el uso, pero ante todo, puede renacer del olvido para tener otras significaciones humanas, ganando una vigencia acorde a las comprensiones que a partir de lectura y escritura, como intérpretes, tienen quienes lo cuidan. Es así como el concepto se guarda en la memoria de la cultura.

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3. LOS ESTILOS DE LA ESCRITURA FILOSÓFICA EN NUESTRO TIEMPO

La

filosofía de nuestro tiempo ya no tiene los estilos tradicionales de la

escritura que en otras épocas se insertaron a su quehacer tales como el ensayo, el diálogo, la epístola, el tratado, el aforismo, entre muchos otros con los cuales el filósofo buscaba dejar huella de su pensamiento en la cultura a la que pertenecía y explicar sus percepciones acerca de los asuntos humanos que allí se vivían y que históricamente cambiaron las formas de ver el mundo, conducidos por las preguntas y conceptos que generaron distintas corrientes de pensamiento.

La tarea de los nuevos estilos de la filosofía, es la de comunicar la palabra en distintas formas y fijarla en la escritura a través del lenguaje conceptual, pero también es la de mostrarnos nuevas formas de ver, comprender e interpretar el mundo desde la lengua nativa; esto según la profesora Luz Gloria Cárdenas Mejía se da por el siguiente motivo: El filósofo presenta en sus obras la forma en que ha ido configurando su pensamiento en orden a la verdad, por lo tanto no sólo crea conceptos sino además su propia forma de ordenarlos, la cual se expresa por supuesto en una singular forma de expresión. Se puede decir entonces a partir de lo anterior que hay un estilo platónico, un estilo aristotélico, un estilo existencialista, un estilo fenomenológico y un estilo hermenéutico; esto de ningún modo nos permitiría afirmar que la diferencia entre Platón y Aristóteles, como lo pensarían algunos, radica en su estilo, pues lo que se ha tratado de mostrar, es que la producción del pensamiento filosófico exige crear a su vez su propia forma de expresión. Es un pensamiento que se constituye también en su misma búsqueda de expresión, sólo que mediante ella a su vez se expresa la forma en que el filósofo ha logrado acceder a su conocimiento de la verdad (“Lectura y escritura” 169).

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Lo anterior nos muestra que la filosofía de nuestro tiempo gracias a sus distintos estilos como son la disertación, el cuento, el artículo científico, el libro, el ensayo y la era digital configuran una nueva forma de pensar no solamente en quienes se forman filosóficamente, sino también en aquellos que ejercen la filosofía como profesión con el objetivo de mostrarles, en estas formas de expresión del pensamiento, un medio para poder darle a conocer a otros sus percepciones del mundo desde un estilo propio que se fue formando desde el ejercicio de la lectura con los autores clásicos y de su época. Esto con el fin de poner a prueba sus propios

prejuicios edificados en la experiencia de mundo

que gracias a la escritura se van derribando o también convalidando si vienen al caso en la forma de un argumento que no es absoluto, sino que vive en constante cambio a medida que se va realizando los actos de lectura y escritura sobre ese mismo pensamiento al que se quiere dar respuesta.

Por otro lado, Claude Collin, nos muestra que los estilos de la escritura filosófica se forman es desde la experiencia que el filósofo tiene con los textos y con las preguntas que de ellos derivaron su reflexión o también de los asuntos de la tradición que se desea ahondar para tener una mayor profundidad en la comprensión de nuestro tiempo. Esto se apoya en esta afirmación del autor:

La experiencia filosófica reúne en mi opinión, lo que nos hace interesante a todos los Sócrates de todos los tiempos: es decir, que mostrándonos el camino que permite ir al fondo de todas las cosas, la experiencia filosófica nos muestra al mismo tiempo, el camino que lleva hacia sí mismo. En una palabra, la experiencia filosófica es como una gramática básica de la filosofía. Ella permite situarse y situar un texto en el proceso de reflexión (7).

En otras palabras, la experiencia de la escritura filosófica, es quien le enseña al filósofo la utilización del tono de voz adecuado para cada estilo, pero de igual forma, le muestra como cada estilo va acorde según el asunto al que se desea dar respuesta y al público al que puede ser dirigido el descubrimiento del pensar. Sin embargo, lo más importante es que el concepto se utilice de

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manera directa e indirecta para no perder la esencia de la filosofía en dicha escritura.

Cabe la pena señalar que la experiencia filosófica de la escritura, no solamente busca mostrar los distintos estilos de expresión que tienen los filósofos a la hora de comunicar sus pensamientos e ideas sobre diversos asuntos de la tradición, sociedad o cultura, otra de las finalidades que tiene dicha experiencia, es mostrarnos las transformaciones que las preguntas y los conceptos adquieren en cada época en relación con los asuntos que en cada una se presentan. De lo anterior este planteamiento de Mauricio Vélez Upegui:

Los signos, los símbolos y los textos, mediante los cuales los seres humanos hablan de sus propias experiencias y de sus relaciones con el mundo, nos digan quiénes somos y en esa medida nos ahorren el problema de la comprensión o el conocimiento de sí. A quien tal cosa suponga debería recomendársele atender las enseñanzas de una “hermenéutica de la sospecha”. Pero como manifestaciones sensibles ajenas (y distantes de nosotros en el tiempo y el espacio), ellos nos ayudan no sólo a reformularnos la pregunta ¿quiénes somos? (interrogación en parte fenomenológica y en parte hermenéutica cuyos términos entrañan a su vez un cuestionamiento por el sentido de nuestras vidas y en esa medida por la dirección que podemos seguir para no desaguar en el sinsentido o la vanidad) (113).

Con el planteamiento del profesor Vélez Upegui, podríamos decir que la tarea que

nosotros tenemos ante los estilos como formas de la palabra en la

escritura, es la de enseñar los distintos rasgos humanos que llevaron al filósofo a interesarse en el asunto, objeto de su pregunta o el papel que la pregunta desempeñó en su formación filosófica para la construcción intelectual en el pensar de su experiencia de mundo con el objetivo de no caer en el sinsentido, o por el contrario encontrarle el sentido a su propuesta de pensamiento en su época histórica.

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3.1. LA ESCRITURA DIGITAL Y LA FILOSOFÍA

Cuando nace la era de las tecnologías de la información y la comunicación denominadas TIC, el hombre no solo cambia su forma de ver el mundo desde la ciencia y la tecnología, sino que tiene la oportunidad de mejorar su calidad de vida en lo cotidiano y lo

laboral, lo mismo que pasa de tener

un

pensamiento ya no solo desde una perspectiva, sino que se abre a otras posibilidades de pensarse a sí mismo, para entrar en contactos con otros no pertenecientes a su cultura, ideología, raza, pensamiento entre muchas otras diferencias. Y así obtener un enriquecimiento que lo potenciará a la cualificación de su pensamiento acerca de su forma de ver, comprender e interpretar el mundo.

Esto es uno de los efectos que, actualmente, la red conocida por nosotros como internet logró generar dentro de las dinámicas humanas cotidianas, abrir nuestros horizontes de comprensión y generarnos una apertura para escuchar a quien no está situado en el territorio donde pertenecemos, sino que es de otro, con el objetivo de tener una experiencia de mundo más profunda y fecunda sobre cómo vive, piensa y construye el conocimiento en su cultura. Paralelamente el filósofo en este tipo de espacios digitales tiene esta tarea según José Ignacio Galparsoro: La filosofía está intrínsecamente vinculada a la escritura. El problema que se plantea con la aparición de esa nueva modalidad de escritura que es la escritura electrónica es el impacto de ésta sobre aquellas disciplinas que, como la filosofía, mantienen un vínculo de dependencia con la escritura impresa. Las preguntas que surgen son, pues, las siguientes: ¿cuál es el impacto de la escritura electrónica sobre la filosofía? ¿Puede la filosofía sobrevivir en el ámbito de un ciberespacio en el que, según parece, domina una nueva oralidad incompatible con la escritura tradicional? En definitiva, ¿es la escritura electrónica una amenaza para la filosofía? Se trata de preguntas que abordan aspectos cruciales de nuestra cultura y que, en mi opinión, no han sido tratados con la atención que se merecen. Pues lo que está en juego es mucho. No se trata de la expresión de un temor corporativista ante la desaparición de una disciplina institucionalizada ni, por tanto, de la manifestación de un prejuicio conservador ante el surgimiento de nuevos medios de expresión. De lo que se trata más bien es de analizar

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si esa revolución que las llamadas nuevas tecnologías de la información están, según parece, llevando a cabo tendría las mismas consecuencias revolucionarias (299).

Si se toma como punto de partida lo expuesto por el autor, esto nos muestra la otra cara que tiene la red que es la de las consecuencias negativas de lo humano desde la tecnología, pero en este caso, el asunto es cuestionarnos si la red acabaría con la filosofía o por el contrario le abriría la posibilidad para ser explorada con mayor amplitud por parte de los filósofos y otros lectores que pueden ser las personas del común o de otras profesiones. Quizás el nuevo reto de ahora es analizar nuevas preguntas frente al papel que las nuevas tecnologías tienen en relación con el pensamiento filosofía y en definitiva, la red como medio de expresión sería una nueva fuente de preguntas e igualmente pondría a prueba muchas conceptualizaciones que desde la tradición se han formado desde distintos asuntos del pensar filosófico.

Al respecto Daniel Cassany, nos muestra el papel que juega la red en nuestra vida cotidiana: La irrupción de internet ha cambiado las reglas de juego de la cultura basada en el papel, ha facilitado la producción, la distribución y el acceso a los artefactos auditivos, visuales y escritos de manera fácil, barata y universal, y esto está provocando un terremoto comercial (desaparición de videoclubs, tiendas de fotografía, discos y librerías) económico (cambio del modelo de negocio), jurídico (discusión sobre las leyes de propiedad y social (cambio drástico de hábitos culturales) (“Enseñar a leer” 35).

En otras palabras, una de las tareas de la filosofía es hallarle el sentido que tiene este fenómeno en nuestro tiempo, analizando las transformaciones que del mismo se desencadenaron y como estas generaron cambios en las formas de pensar, ver y comprender el hombre en relación al mundo y a la cultura. No obstante, más que el ejercicio del reflexionarnos, más bien el reto que debe asumir el filósofo como profesional y en formación, es interpretar estos cambios y encontrarle un concepto que le hable a esta época.

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Claudia Villa Uribe, nos muestra las causas que llevan al hombre de nuestro tiempo a estar en constante

transformación dentro de su experiencia de

mundo, dado a la fugacidad de los momentos de su vida: La eficacia de los sistemas tecnológicos pasa ahora a fundar un rasgo de fuerzas extra modernas que privilegian lo objetual (la riqueza) sobre lo subjetivo (lo humano). Un nuevo campo de interpretación, de alcance sistemático, de pronto desdibuja el lugar del ser humano instaurado como centro del conocimiento de la modernidad racional para disolver, junto con otras tantas expresiones al ser humano racional y razonable ilustrado y sensible, de algún modo soñado por la modernidad para dar paso-sin acabamiento alguno- al posthumano, figura que emerge de las conexiones problemáticas entre modernidad y contemporaneidad (107).

A partir de lo anterior, podemos entrever que una de las tareas que tiene la filosofía es indagar por el lugar de la razón en la era digital y como ella se adaptó e insertó sus distintas manifestaciones en dicha era. Al mismo tiempo que generó nuevas formas de comprensión e interpretación del mundo; esto se refleja a través de las metáforas utilizadas por los filósofos, los sociólogos o demás teóricos que estudian el fenómeno de la virtualización para estudiar al hombre de nuestro tiempo que se denominan de varias formas: Nativos e inmigrantes, residentes y visitantes o consumidores y productores. Pero la más llamativa es la de la abeja y la colmena o el vino y las botellas2.

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Según Cassany, las metáforas se justifican de la siguiente forma: los nativos son todos aquellos que nacen y creen viendo a l o largo de su vida todos los cambios y avances que tiene la sociedad a nivel tecnológico; ellos conocen y comprenden el mundo mirándolo a través de una pantalla de un computador, lo que identifican los distintos programas del computador y los manejan a la perfección. Mi entras el inmigrante, por el contrario apenas está realizando su proceso de adaptación a la cultura digital, pues cuando nació no existían los computadores y su proceso de conocimiento del mundo fue mediante la letra impresa existente en los textos e igualmente este t ránsito hizo que se replanteara mucha de sus tareas cotidianas. El residente en cambio, es aquella persona que se mantienen todo el tiempo conectados al mundo a través desde sus computadoras y teléfonos móviles a las distintas redes sociales, puesto que en ellas, se relacionan con sus amigos, se actualizan frente al conocimiento de su trabajo o área de estudio. Al mismo tiempo, que crean un perfil digital con el objetivo de dar a conocer sus triunfos en todos los aspectos de la vida cotidiana y profesional. Por otro lado, los visitantes como su nombre lo indica, se dedican solamente visitar los portales de internet para los asuntos netamente necesarios y ya cuando reciben el beneficio de la página web, ya no vuelven a utilizarla. Mientras el consumidor, consume todos recursos del internet hasta agotarlo para sacarle provecho al máximo, ya sea para su vida personal, profesional e intelectual, pero sin aportarle ningún beneficio a los demás miembros del portal que visita; hay otro personaje que le es similar se denomina productor, éste si aporta y comparte sus gustos y preferencias personales con los otros, pero lo hacen con un fin: vender sus productos o mercad earse así mismo. Por último, la abeja y la colmena, son todas aquellas personas o más bien profesionales que se dedican a utilizar las herramientas que ofrecen las distintas páginas en internet para crear sus propios portales empresariales o profesionales. Esto con el objetivo de dar a conocer sus productos o también para ver las distintas tendencias del mercado laboral; como los residentes siempre viven conectados a las redes, pero la diferencia es que participan en todas las iniciativas que nacen en internet. Los del vino y la botella, son aquellos que en su tiempo fueron productores de productos que la sociedad utilizaba antes de llegar la era digital tales como editoriales, disqueras, video clubs o tiendas de fotografía. Ahora ellos tuvieron que hacer el tránsito a lo digital adaptando sus productos a lo tecnológico; ejemplo de ello son las fotografías digitales con los retoques que el espectador desee realizarse por sí mismo, los libros digitales que los autores publican en los portales sin necesidad de intermediarios como antes o los grupos en red sobre cine en donde el espectador identifica los efectos de la película.

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Cassany nos plantea una de las características que tienen los sujetos que están insertos en estas metáforas como la de la abeja: Conectados a la red con un móvil inteligente o una tableta, actuamos como estos insectos admirables (abejas) cuando revisamos el correo, nos guiamos con el GPS, compramos una entrada de teatro, consultamos un dato en Wikipedia o hace click en “me gusta” en el muro de un amigo. La tendencia actual de guardar datos en la nube y de usar programas en línea (con Dropbox, google docs., ¡cloud!) todavía da más verosimilitud a estas metáforas. Somos parte de una gran comunidad digital, basada en la colaboración o en la cultura participativa (“Enseñar a leer” 34).

Con esto, podemos ver que la red formó en el hombre el concepto de ubicuidad que es estar en todas partes al tiempo, sin tener la necesidad de desplazarse, pero a la vez ayudó a preservar su información como un bien preciado para ser compartido con otros hacia su crecimiento intelectual o de la generación del intercambio bajo la premisa tú tienes lo que yo necesito, y yo a cambio te doy lo que quieres. Con esto podemos ver como la red le brinda un nuevo valor que ya no se refiere a los objetos materiales que usamos a diario en nuestra vida cotidiana o a las herramientas que utilizamos en el trabajo u oficina, sino al conocimiento que allí se encuentra, dado que los intercambios de información obedecen a una mayor apertura del conocimiento o a una renovación diaria de este a partir de las necesidades sociales y culturales de los sujetos que están en la red.

3.2. LOS MEDIOS DE LA

ESCRITURA DE LA ERA DIGITAL Y SUS

RELACIONES CON LA FILOSOFÍA

El internet o la red como la hemos denominado en este capítulo, se caracterizan por no quedarse en un solo medio de propagación de la información como es la página web, por el contrario en ella convergen distintos medios de

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comunicación como el correo, los foros, el blog, el hipertexto, la página web, las redes sociales y la narración digital 3.

3.2.1. El correo electrónico

Es el hijo de la carta y todas sus denominaciones que en otra época llegaba a los lugares donde nos encontráramos para darnos un mensaje que otro nos enviaba desde un punto lejano del planeta. Aquella, se diferencia del correo electrónico, porque su tarea no se cumple de manera física, sino que nos entrega un mensaje en el menor tiempo posible (segundos) y lo hace desde la computadora que puede ser la nuestra, la del café o la de la oficina. Esto con el fin de que la información llegue lo más rápido posible a su destinatario y este la responda A la mayor brevedad.

En relación con la filosofía, el uso del correo electrónico tiene la siguiente dinámica de trabajo según José Ignacio Galparsoro: El filósofo, antes de abrir el que presupone vacío buzón de las cartas, abre su buzón electrónico comprobando, normalmente para su desesperación, la existencia de un importante número de mensajes que debe leer con rapidez y, en su caso, responder con la misma rapidez. Normalmente, y a diferencia de la relación epistolar tradicional, en los e-mails se es poco proclive a utilizar fórmulas ceremoniosas o a expresarse en un lenguaje literariamente elaborado. En esta cuestión, Ferris parece estar en lo cierto cuando habla de una “nueva oralidad” a propósito de la escritura electrónica y, más en concreto, de los e-mails. Es, en efecto, un hecho que los e-mails tienden a reproducir el lenguaje oral. La actitud de precipitación con la que los filósofos abordan su relación epistolar es, sin duda, incompatible con una expresión escrita elaborada que sería el resultado de una previa actividad reflexiva reposada. No parece que el filósofo que lee y escribe precipitadamente e-mails esté utilizando un pensamiento altamente argumentativo. No parece, pues, que aquí el filósofo esté mostrando una actitud muy filosófica. Se podría objetar que esto no es muy importante porque es simplemente el resultado de la precipitación con que se desarrolla su actividad profesional (300).

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Cabe aclarar que en este texto, daremos una aproximación acerca del papel que tiene lo digital y sus distintas formas en relación con la filosofía y el sujeto de nuestro tiempo a nivel de su cotidianidad. Pero en especial, las reflexiones que se derivan desde lo filosófico a partir de la lectura de los teóricos y sus temáticas de pensamiento.

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Con esto se podría ver que el correo electrónico, a pesar de abrirle al filósofo la oportunidad de contactarse con distintos colegas de diversos lugares y naciones del mundo para intercambiar ideas y pensamientos, no lo puede hacer de manera muy profunda, tal y como lo hacía con las epístolas, dado que quien envía un correo, está esperando una respuesta inmediata acerca del asunto que está consultando con el par académico de otro lugar. En este caso, el correo es un medio para

intercambiar información, reflexiones acerca del

quehacer de la filosofía en nuestro tiempo o también para construir un vínculo intelectual que tiene por objetivo de dar a conocer las preguntas e interpretaciones que desde el saber y la cotidianidad se generan tanto quien manda el correo como quien lo recibe.

El correo electrónico, si se mira como una experiencia de lectura y escritura filosófica, podemos encontrarnos con una experiencia de lo vivido que según Claude Collin tiene esta significación desde lo humano: Es una esfera de lo vivido es una fuente muy rica de información. Es la del acontecimiento, hechos, situaciones, fenómenos, conflictos, condicionamientos, confrontaciones de los elementos físicos, psicológicos, sociales, institucionales, etc. Básicamente, todo lo que nos concierne y en lo que estamos implicados en el momento en que algo se produce. La mayor parte del tiempo esta información, que en el fondo constituye inconscientemente una fuente importante de nuestra filosofía en el primer sentido del término, sólo retiene rara vez nuestra atención (15).

Con esta afirmación podemos ver como el filósofo en el correo, busca escribir las preguntas que desde su cultura y cotidianidad le surgen para compartirlas con sus colegas o comunidad académica de su entorno o de distintos lugares. Esto con el propósito de tener una visión más amplia y profunda sobre cómo cada uno de los miembros de la sociedad y sus instituciones, dan respuesta a la misma indagación que él realiza; cabe señalar que quien escribe un correo, busca poner a prueba las confrontaciones que desde sus prejuicios tiene en relación con la pregunta que se realiza o de igual forma ver como otros desde

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su experiencia de mundo analizan las situaciones, conflictos y fenómenos que cotidianamente vivimos en la cultura.

Lo anterior, nos lleva a pensar que el filósofo cuando lee un correo no está buscando extraer solamente la información necesaria que sus colegas o comunidad académica le envían en torno a una temática específica o el aceptar la invitación para una conversación acerca del asunto a indagar. Más bien, busca ampliar sus horizontes de comprensión y así tener mayores elementos teóricos para darle respuesta a la inquietud de quien le escribe; sin embargo, a diferencia de las epístolas no podrá tomarse mucho tiempo en dar respuesta, debido a que nuestro tiempo, exige una inmediatez y rapidez en la escritura, la cual debe tenerse lista en horas, minutos y segundos dentro del transcurso de un día o máximo dos.

Esto llevó a que muchas veces las consultas elaboradas y sofisticadas que antes se realizaban referenciando textos que se encontraban en las bibliotecas, ahora sean simplemente el brindar o facilitar los links o artículos de los expertos que pueden complementar la temática a partir de las afirmaciones de quien escribe para aquel que leerá el correo.

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3.2.2. El foro4

En otro tiempo, era el lugar de encuentro donde convergían todos los distintos puntos de vista de una cultura a partir de las temáticas de una sociedad de forma presencial y tenía un espacio público donde se realizaba que era la plaza, el auditorio o el salón del concejo; actualmente se siguen llevando a cabo de esta forma, pero ahora los foros se han pluralizado, y ya no se quedan en los problemas de carácter social sino también tocan los asuntos académicos que las ciencias y los saberes reflexionan a diario desde la cultura, la historia y lo cotidiano entre muchos otras temáticas.

La inserción de los foros a la red, facilitó que ya no se quedaran en el espacio físico del lugar donde se realiza o en su desarrollo a lo largo de la semana que se lleva a cabo, sino que a partir de

esta nueva forma de ejecución, se

pudieron integrar aquellas personas que no podían asistir de manera física al espacio donde se efectuaba, debido a diversos asuntos de su cotidianidad o por

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Estos son algunos portales que llevan a cabo foros de filosofía en línea/ on line: http://forum.cinicos.com/forum/temas.html donde la temática central es el pensamiento cínico de la Grecia Helenística, India y China. Algunos de sus foros son: ¿La supervivencia del Nihilismo a manos de la Iglesia? (13/08/2001 00:00:00) / ¿De qué forma la filosofía ha cambiado su forma de pensar? (06/06/2014 20:48:09) Crear dioses (30/01/2014 00:34:51) Películas "cínicas" o "estoicas" (19/01/2013 18:30:35) http://www.filosofia.mx. En este foro hay diversas temáticas tales como: ¿Para qué sirven las utopías? ( 09 March 2013 06:37 PM) La gran depresión del siglo 21 (06 June 2013 06:54 PM) Más sobre la democracia digital ( 26 August 2012 09:01 AM) Necesidad social de interpretarnos (28 February 2012 03:30 PM ) http://www.filosoficamente.es/filosofia-uned/ Esta es una página de la UNED en España donde los estudiantes en uno de sus foros plantean las razones que los llevaron a estudiar el pregrado http://filosofa.crearforo.com/. Quien lee esta página se dará cuenta que convergen distintos puntos acerca de las relaciones que tiene la filosofía con otras áreas de las humanidades. Y algunos de sus debates se centran en estos: La República Hipotética/ Lecturas y escritos/ Ciberdebate Filosófico http://nodulo.trujaman.org/ Es un foro que toca temas de interés general para los profesionales de la filosofía: filosofía y cine/ filosofía y locura/ bioética/ textos de actualidad.

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la lejanía del espacio geográfico. Esto con la intencionalidad que ellos también brindaran sus aportes e ideas acerca de la temática que el foro congrega a través del espacio virtual; pero en el caso de la filosofía, los foros generan nuevas formas de preguntar que le permiten a quien la estudia y ejerce como profesional, distintas aproximaciones sobre como

leer las tradiciones y los

maestros del pensamiento.

Por otro lado, los foros según Daniel Cassany tienen esta clasificación, los cuales el participante debe tener en cuenta a la hora de darle a conocer a otros su punto de vista dentro de la página web donde se encuentra: Los foros generales duran todo el curso y afectan a cuestiones globales de una asignatura, de organización (programas, temporalización, recursos) y contenido (tareas longitudinales). En cambio, los particulares duran sólo un periodo corto (semanas, días) y son tareas de aprendizaje con objetivos y materiales específicos, vinculados a un punto del programa. Dentro de los generales, distinguimos el foro cerrado (para leer los mensajes) del abierto también para escribir (“Enseñar a leer” 211).

Basándonos en esto, podríamos ver que el filósofo cuando participa en un foro de la red, se debate en la constante de lo público y lo privado. Desde la primera, porque tiene que mostrar ante otros su forma de pensar sobre la pregunta que allí se plantea y expresarla en un lenguaje tan claro, preciso y conciso que muchas veces tiene que utilizar un lenguaje neutro (ni muy técnico, pero tampoco coloquial); dado que si lo hace de esta manera, podría no tener validez su participación dentro de este espacio. Quizás aquí es donde el filósofo tiene que buscar distintas formas de la palabra para tener el entendimiento común con otros desde su existencia o más bien, mostrar aquello que lo hace diferente respecto a su pensar y sentir del mundo y de su cultura.

En lo privado, la tarea que tiene un foro, es darnos a conocer como en cada uno de los puntos de vista que los participantes tienen, hay elementos propios de su propia experiencia de mundo, los cuales salen a flote a través de la temática

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que el foro congrega como punto de encuentro. Podríamos decir de igual forma, que la participación del foro, nos muestra una sola faceta del pensar humano, debido que la respuesta que allí se afirma puede ser cambiable, variable y reinterpretable a lo largo de la formación filosófica tanto en lo académico como desde lo laboral.

Frente a esto, el foro es una participación que vincula lo humano e intelectual de forma fáctica y que su tarea obedece más es a la confrontación de poner a prueba aquello que pensamos o consolidar las afirmaciones que tenemos sobre algo respecto a un tema. 3.2.3. Los blogs5 e hipertextos6

Estos medios de la escritura digital cada día se están consolidando, debido a las facilidades que brindan a quienes los consultan para la lectura, porque en ellos se puede empezar de abajo hacia arriba o en forma contraria, esto con el

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Estos son algunos de los portales donde los estudiantes y profesionales de la filosofía podrán enriquecer su pensamiento: http://www.filosoficamente.es/ algunas temáticas son: 6 meses sin filosofía/ los pequeños platones/ estudiar filosofía /coaching y asesoramiento filosófico http://filosofiacavernicolas.blogspot.com/ algunas de temáticas que allí se plantean son: Criterios de evaluación y teorías de la justicia/El significado (filosófico) de la Navidad/El lugar de la filosofía en la educación/Yes, we Kant?/ El valor de la filosofía. O lo que no mide el informe P.I.S.A/Adiós a la ética y a la historia de la filosofía en secundaria. http://filosofiaenblog.blogspot.com/ sus temáticas son abordar la enseñanza de la filosofía en autores y con fragmentos de sus obras a partir de problemas que ellos mismos se plantean tales como el mal, la religión, la ontología, la matemática, la realidad entre otros. http://elblogdelfilosofo.blogspot.com/ el autor deja ver sus corrientes de pensamiento de preferencia y a partir de ellas plantea un curso introductorio de filosofía. Y los filósofos que allí se enmarcan son: Platón, Aristóteles, Agustín, Tomás de Aquino, Descartes, Hume, Rousseau, Kant, Nietzsche, Marx, Ortega y Gasset y Wittgenstein. http://historiadelafilosofiaparacavernicolas.blogspot.com/ Este es un curso de filosofía dictado a manera particular y confronta los conceptos de Platón a partir de las experiencias cotidianas de nuestro tiempo. http://blogdetica.blogspot.com/ es un blog que está enriquecido de films cinematográficos y de documentales que tienen relación con la filosofía 6 Estos son algunos ejemplos de hipertextos en la filosofía: Crítica de la Razón Pura de Immanuel Kant por su estructura de red lineal con jerarquía, la teoría de Grafos de Hume, donde el autor plantea una estructura lineal con alternativa, las obras de Gilles Deleuze donde se nos muestra una estructura de enlaces con referencias y por último el Fedón de Platón donde hay una red semántica asociativa.

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fin que la experiencia de la lectura no sea plana, sino más bien diversa en todos los sentidos. Sin embargo, sus estilos de escritura transgreden la forma ordenada de leer un texto que antes se solía empezar desde la introducción por parte del autor para la comprensión e interpretación sobre lo que se plantea desde los distintos capítulos. Ahora se puede obviar muchas veces el orden de los capítulos, puesto que quien lee en estos textos, busca más bien una respuesta inmediata a la inquietud que lo remite al texto. Lo mismo que ver los referentes conceptuales que llevaron al autor a sustentar su pregunta.

Para esto no necesariamente tiene que seguir las secuencias que el texto plantea en su escritura, es el lector mismo quien traza sus secuencias de acuerdo a aquello que desea indagar.

Según Cassany, el sentido formativo de esta escritura, se da porque constantemente los sujetos de nuestro tiempo utilizan la red para la realización de sus consultas e investigaciones de diversas temáticas o también como espacio de interacción con otros que comparten sus textos o tienen la misma inquietud y desean compartirla; lo anterior se apoya en este argumento del autor: Internet multiplica las necesidades de leer con mirada crítica, de saber leer en varias lenguas y sobre varias disciplinas. A través de la red accedemos a muchos más discursos, más diversos, más remotos y más descontextualizados. Es imprescindible valorar la fiabilidad de una fuente, la coherencia interna de una web o identificar la ideología y punto de vista de un foro (“Tras las líneas” 182).

Dentro de este contexto, podemos comprender que la lectura de los blogs e hipertextos, muchas veces no se hace desde la lengua nativa nuestra, sino que ellos pueden ser presentados desde otras lenguas, esto con el fin de darnos a conocer otras significaciones e interpretaciones que puede tener el uso, manejo y transformación de un concepto que se forma a partir de una pregunta, como es en el caso de la filosofía y otras áreas del conocimiento. Pero lo interesante

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de esta propuesta, es ver que ya no prima básicamente la expresión escrita, allí quien lee encuentra expresiones visuales, auditivas y orales; esto obedece a que estos textos no muestran únicamente la mirada del saber que origina el concepto o la pregunta, sino

al mismo tiempo en su escritura, hay

otros

saberes que están insertos de manera explícita e implícita.

Finalmente, quien escribe un blog o crea un hipertexto en filosofía, tiene como objetivo mostrarnos las secuencias que ha tenido su formación en el saber a lo largo de su existencia humana, pero a la vez su capacidad creativa para presentar desde

una estructura original

su sistema de pensamiento para

compartirlo con otros, donde a partir del mismo,

se reflejan los referentes

conceptuales que apoyaron la construcción de su pregunta o el asunto de su tiempo, objeto de su interés e indagación a nivel profesional o formativo.

Según María Jesús Lamarca, el sentido del hipertexto en nuestro tiempo obedece a estas características: Una de las características que más se han destacado del hipertexto es la posibilidad de establecer una estructura que se aleje de la secuencialidad y del hilo discursivo lineal que imponían los medios analógicos y soportes como el papel, el libro, etc. La tecnología hipertextual posibilita enlazar nodos de información de cualquier tipo en forma de red. Una red se caracteriza porque no tiene un centro determinado, sino múltiples centros enlazados los unos con los otros. Los elementos que conforman la estructura hipertextual: nodos, enlaces y anclajes son la clave de esta estructura reticular. Sin embargo, esta estructura en red se suele identificar con un determinado tipo de relaciones eminentemente asociativas y semánticas, como si la única estructura reticular posible fuera una red sin jerarquías y sin líneas o secuencias temporales, graduales, causales, argumentales, estructurales, etc.

En otras palabras, cuando el filósofo escribe en forma hipertextual, busca tejer una red conceptual para darnos a conocer las tradiciones y maestros del pensamiento que apoyan su escritura acerca de la pregunta a la que está dando respuesta o apoya su argumentación del asunto que está ahondando de su cotidianidad. Conviene, sin embargo advertir que este tipo de escritura, no se

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quedan en una sola forma de lectura, su intencionalidad es converger múltiples interpretaciones en quien dialoga con el texto.

Frente a lo anterior, Paul Ricoeur, nos dice que quien dialoga con un texto, mira como el discurso que se plantea en este, nos remite a la realidad de los hablantes que lo integran, mediante la siguiente afirmación: El discurso significa plenamente. Remitir a la realidad, en última instancia, es remitir a esta realidad, que puede ser mostrada en torno de los hablantes, en torno, si se puede decir, de la propia instancia de discurso. Por otra parte, el lenguaje está bien equipado para asegurar este anclaje; los demostrativos, los adverbios de tiempo y de lugar, los pronombres personales, los tiempos del verbo, y en general todos los indicadores deícticos u ostensivos sirven para anclar el discurso en la realidad circunstancial que rodea a la instancia de discurso. Así, en el habla viva, el sentido ideal de lo que se dice se inclina hacia la referencia real, hacia aquello sobre lo cual se habla. En el límite, esta referencia real tiende a confundirse con una designación ostensiva donde el habla se une al gesto de mostrar, de hacer ver. El sentido muere en la referencia y está en la mostración (131).

Partiendo de este planteamiento, el hipertexto y el blog son discursos, porque utilizan las referencias gramaticales de una determinada lengua para darnos a conocer el mensaje que desean comunicar los hablantes desde su realidad de acuerdo al momento histórico en donde se encuentran insertos y a las preguntas del saber suscitadas por su propia experiencia de mundo. 3.2.4. Las redes sociales7 y las páginas webs8

Cuando surgen las páginas webs tenían como tarea enseñarnos la historia de una empresa, los objetivos, la misión y visión que sus fundadores tenían a 7

En la red social de Facebook hay alrededor de 40 perfiles entre grupos, personas y páginas dedicados a la filosofía a través de sus distintas corrientes de pensamiento. En Twitter, hay la misma cantidad de seguidores que en el Facebook, pero lo que allí se busca es más bien mostrar frases y pensamientos celebres de los filósofos con el objetivo de conocer que piensan los lectores; YouTube, es la otra red social que tiene alrededor de 11 canales especializados en filosofía 8 Éstas son algunas páginas webs que se dedican a la labor de formar a los estudiantes y profesionales de la filosofía en el conocimiento de hechos y acontecimientos que originaron algunas de las preguntas tradicionales del área. Quiénes las consultan podrán ver en ellas, ejemplos didácticos y pedagógicos para formarse:www.webdianoia.com / http://www.filosofia.net/ www.filosofiahoy.es / www.filosofia.org /

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futuro. Con el tiempo, estas páginas ya no sólo se insertaron a la cotidianidad de las empresas sino de otros espacios; es por esto que las vemos como páginas educativas, de ocio, culturales, de interés general, asuntos políticos o de las realidad internacional.

La razón que lleva a que se presente este fenómeno según Cassany, es que pasamos la mayor parte de nuestra cotidianidad conectados en la red. Lo cual se sustenta en esta afirmación: Los residentes viven en red: se comunican con sus amigos por Twitter y WhatsApps, cuelgan sus fotos en Picasa y los videos en YouTube, actualizan sus perfiles en linkedin (profesional) y Facebook (privado) siguen la actualidad a través de los Apps del móvil, hacen videoconferencias con un familiar lejano por Skype, etc. Han desarrollado una identidad digital tan plena que son clientes potenciales de las empresas de suicidio digital (seppukuo, suicide machine), que borran las huellas de alguien en la red, o del cementerio digital (eMorial) que recoge en una web personal el duelo después del deceso (“Enseñar a leer” 31).

Aquí convendría detenernos que la tarea del filósofo cuando entra al mundo de las redes sociales, ya no es tanto la de comunicarse con sus amigos, colegas y seguidores de su pensamiento o tener un vínculo más humano con su familia y el resto del mundo. sino que su tarea es pensar como estos espacios de la era digital, cambiaron las concepciones de mundo que el hombre tenía en su pensamiento, antes de la llegada

de estos

medios de comunicación a la

cotidianidad. de la misma manera que ver como ellos contribuyen a la ampliación de sus horizontes de comprensión en nuestro tiempo.

Es por esto que a diario vemos en una red social como Facebook debates de preguntas y asuntos cotidianos tales como la viabilidad de la eutanasia, textos esenciales para formarse en filosofía actualmente, el papel del filósofo en la sociedad de hoy entre muchos otros; Habría que decir frente a esto, que los miembros muchas veces no son estudiantes o profesionales de la filosofía, podemos ver también a otro tipo de personas, que tienen su interés en aprender

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filosofía, sin ser su campo de acción profesional, más bien por hobbies, cultura general o por una necesidad de dar respuesta a una pregunta que se planteó durante mucho tiempo.

No cabe duda que las redes sociales, ayudan a formarnos en filosofía de una manera más plural, porque allí fluyen las preguntas de nuestro tiempo o de otras épocas históricas

planteadas por académicos, estudiantes o gente

externa a la disciplina filosófica, los medios de comunicación, las universidades, los colegios, lo mismo que las asociaciones o sociedades creadas por los filósofos, muchas veces utilizan la creación de grupos en las redes sociales para poner a prueba las preguntas que desde sus recintos se generan a diario, con el objetivo de darlas a conocer a otros. Para abrir la discusión de su viabilidad o validez como propuesta de sentido acerca de un tema propio de la actualidad o de la tradición.

Por otro lado, las páginas webs en filosofía, en cambio se utilizan como medios de consulta para buscar información a partir de una temática propia de investigación que se tiene sobre un asunto en específico. De acuerdo con los objetivos que el filósofo formula a la hora de realizar su pregunta.

Cabe señalar que estas páginas, son también objeto de consulta por parte de los estudiantes en sus tareas académicas y escolares. De ahí que en ellas, el lector se encuentre con un lenguaje neutro que como ya hemos dicho no es muy técnico y tampoco muy coloquial. El motivo que llevó a adoptar este tipo de lenguaje es el siguiente según Cassany: La red es mundial y abierta. Acoge a millones de personas de internautas de diferentes razas, ideologías, culturas y religiones. Se producen infinidad de contactos interculturales entre interlocutores de comunidades distantes y mutuamente desconocidas. Se derrumba la tradicional monoculturalidad de la comunidad político-idiomática y surgen lentamente nuevas prácticas de interculturalidad o globalización: las cuestiones más locales o pertenecientes a

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las culturas menos conocidas pierden peso con relación a los fenómenos de masa y a las manifestaciones de las culturas más poderosas (“Tras las líneas” 188-189).

En otras palabras, quien lee una página web, dialoga con el pensamiento de sus autores o creadores acerca de lo que piensan sobre una temática determinada, ya sea de la filosofía o de otros saberes propios de lo humano. Pero lo interesante de esto, es que puede reconocer otros elementos culturales que pueden ayudar a adquirir una mayor interpretación del pensar que tienen sobre un asunto; donde paralelamente a esto, podrá interactuar con otros que siguen la página web,

para

ver los usos, las transformaciones y

manifestaciones que desde la cultura se le dan a las preguntas y conceptos en el caso de la filosofía, pero ante todo, ver como ellos le hablan a esos territorios desde los fenómenos que se viven allí en lo cotidiano.

3.3. EL ENSAYO FILOSÓFICO EN NUESTRO TIEMPO

El Ensayo es un estilo de escritura muy utilizado en todas las disciplinas del conocimiento humano, porque le permite a los sujetos que están inquietos por responder una pregunta, tener la oportunidad de darle respuesta a través de la escritura, ya que a través de esta, el autor no sólo está confrontando aquello que lee y

escucha de los textos, sino que argumenta desde su propio

pensamiento, lo mismo que dialoga con las distintas tradiciones, para que sus argumentos sean coherentes y sean marco de referencia dentro de un grupo de personas que pertenece a una comunidad académica.

En nuestro tiempo, muchas veces la presentación de ensayos, más que por el ejercicio de confrontar y poner a prueba los argumentos que se tiene sobre un tema en específico, su elaboración se realiza por el cumplimiento de un deber académico o escolar propuesto por un docente para ver los aprendizajes adquiridos con las temáticas propuestas en un curso. De ahí que su veracidad

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muchas veces se quede es en la presentación o comprobación de argumentos de un tema.

Por otro lado, la escritura del ensayo, no siempre obedece al sentido formativo e investigativo de dar a conocer un aprendizaje o postura de una investigación, también se pueden apreciar ensayos donde quien escribe tiene la necesidad de hacer una catarsis, y a lo largo de la escritura busca traspasar su huella o elegir sus propias palabras para comunicarse con otros y manifestar su sentir del mundo o su cultura. Ejemplo de esto, son los columnistas en los distintos diarios del mundo, donde la tesis que ellos se plantean, busca ser el argumento para hablar sobre un tema que acontece en la realidad. Esto no sólo desde un lenguaje técnico, sino tomando como referentes elementos cotidianos e históricos, puesto que la esencia del ensayo, es también darnos a conocer las distintas posturas que de un tema subyacen en el mundo, esto con el objetivo de tener una mayor comprensión e interpretación a la hora de afirmar o emitir un juicio sobre una temática propia de nuestro tiempo.

En el caso del ensayo filosófico, la tarea es preguntarnos ¿Cuál es el público para que el ensayo habla en nuestro tiempo? Frente esta pregunta la profesora Lucila García nos plantea algo al respecto:

La filosofía de nuestro tiempo es el fruto del encuentro y de la puesta a prueba de la experiencia del mundo compartida culturalmente, en la tarea de comprender, revisar y rectificar los conceptos con los que nos pensamos en él, gracias a su función mediadora, explorando conjuntamente dimensiones ontológicas, éticas, políticas para el pensamiento y la acción. La filosofía en su función cultural es aquella que se ejercita como oyente y por tanto, restituyendo las enseñanzas del maestro Platón en sus inicios, se encarga de promover, propiciar y realizar con los otros en los diversos saberes que nos siguen vinculando, el diálogo que somos (“El ensayo” 7).

En última instancia, en el planteamiento de la profesora García, nos deja entrever que el ensayo filosófico de nuestro tiempo, se da como el fruto de la

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experiencia de mundo del filósofo en lo profesional o en su formación como estudiante en la universidad, y que es gracias a esta escritura, donde podemos ver la comprensión, la revisión y rectificación que tiene de los conceptos quien escribe a la hora de presentar sus argumentos.

Sin duda, el sentido formativo del ensayo en filosofía, es el de confrontar la capacidad que tiene el filósofo para escuchar e interpretar las enseñanzas de los sistemas de pensamiento que los maestros presentan en los textos. Esto con el fin de tener una mayor apertura para poder vincularlos a otros discursos diferentes a los suyos.

Adicional a esto, Luz Gloria Cárdenas nos muestra las razones que conlleva al ejercicio de escritura en filosofía desde la argumentación mediante esta afirmación: El filósofo utiliza entonces la forma argumentativa para divulgar y confrontar sus tesis en la comunidad académica, por medio de ella presenta las razones que la explican y la justifican, con ello busca abrir la discusión como una forma de escuchar argumentos que le puedan orientar el camino de su investigación e igualmente abrirle nuevas posibilidades para su indagación. Pero también el filósofo busca formas de expresión que le permitan expresar sus propios descubrimientos con relación a la verdad (“Lectura y escritura” 170)

Desde la afirmación de la profesora Cárdenas, es en la escritura de textos de carácter argumentativo como el ensayo, en donde el filósofo puede presentar y explicar el sentido de sus argumentos acerca de la pregunta que ayudó a la elaboración de su tesis que muchas veces trata un asunto propio de nuestro tiempo o también como una propuesta de pensamiento para leer los autores y obras de alguna de las tradición de pensamiento filosófica.

Por otro lado, es gracias al estilo argumentativo, que el filósofo puede abrir una discusión con otros respecto al tema que plantea a lo largo de la escritura de su ensayo. no en vano, quien escribe, está dispuesto a escuchar los argumentos

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que otros tienen sobre su texto desde la propia interpretación que del mismo se deriva, pero también es con el objetivo de ver la importancia de pensar el asunto dentro de la investigación y formación filosófica.

Finalmente, cuando el filósofo se inserta en el rol del ensayista para presentar sus preguntas y el manejo de los conceptos como habitante de la cultura, indaga es por el sentido e interpretación que tienen estos en relación a los fenómenos sociales que vivimos en nuestra cotidianidad, esto con el objeto de hacernos pensar y reflexionar sobre las consecuencias que conllevaron a su nacimiento y los cambios que generaron en el hombre de nuestro tiempo desde sus distintos modos del ser.

a pesar que la tarea de pensar los fenómenos con los que interactúa a diario el hombre en su existencia, son ofrecidos por las ciencias humanas, que lo piensa desde distintos campos de acción como son lo social, lo cultural, lo lingüístico e histórico entre muchos otros, con el objetivo de reconocer como el hombre se adapta en estos campos, la filosofía ratifica

la

pluralidad de

sentidos que tienen para ser objeto de crítica y reflexión en la comprensión de lo humano sin reducirlo a un solo objeto de estudio. Cuando el filósofo lee o escribe sobre los fenómenos de la cultura, se vuelve un intérprete porque puede escuchar, desde su perspectiva integral, los diferentes puntos de vista que conllevaron a su nacimiento dentro de la vida cotidiana en la cultura.

3.4. EL ARTÍCULO CIENTÍFICO Y LA FILOSOFÍA

El filósofo de nuestro tiempo, para entrar en contacto con su comunidad académica o con otras comunidades de otros lugares, constantemente tiene que estar publicando artículos de carácter científico. Los cuales son textos escritos bajo estrictas normas de citación, un determinado número de fuentes bibliográficas y una mayor precisión del discurso en un límite de páginas; este

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tipo de normas las diseña una comunidad académica o científica, con el fin que todos tengan el mismo estándar de escritura a la hora de publicar sus textos.

Ahora bien, la Unesco nos brinda una aproximación sobre lo que es un artículo científico y la importancia que tiene su escritura desde esta afirmación: La finalidad esencial de un artículo científico es comunicar los resultados de investigaciones, ideas y debates de una manera clara, concisa y fidedigna; la publicación es uno de los métodos inherentes al trabajo científico. Es preciso establecer estrategias de publicación bien elaboradas y seguir con conocimiento de causa una serie de normas adecuadas para facilitar el intercambio entre científicos de todos los países y reducir a proporciones razonables el incremento del volumen de publicaciones (3).

Lo que nos interesa observar en esta aproximación, es como el artículo científico a diferencia del ensayo, ya no se queda con las lecturas e interpretaciones que el autor realiza desde su propia experiencia personal con los textos para escribir sus argumentos. Sino por el contrario, busca emplear un lenguaje más técnico, donde lo que prima son los referentes conceptuales que apoyan las afirmaciones o argumentos del texto frente al tema, objeto del escrito; para esto, en vez en de hacerlo de manera extensa y profunda como en otros estilos de la escritura, ahora lo realiza de una forma más breve y concisa sin perder la esencia del lenguaje de la ciencia o saber por el cual se está comunicando el conocimiento que se busca mostrar en la publicación.

Por otro lado, Marina Garcés Mascareñas, nos muestra el papel que tienen los artículos científicos en la filosofía:

El “paper” funciona como unidad de producción, de valoración y de evaluación de lo que se entiende como actividad investigadora. Pero además funciona como frontera. En tanto que estándar, deja fuera del ámbito de lo contable, visible, valorable y evaluable toda escritura que no se atenga a sus protocolos y a sus objetivos. Siguiendo la división entre comunicación para la comunidad de expertos y divulgación para el resto de la sociedad, toda escritura en el mundo académico ha quedado herida por esta división. Los científicos tienen la consiga “publish or perish”. En los campos “de letras”, podríamos variar los términos de la alternativa: “¿Escribes o públicas?” Sería el chiste

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que retrata la situación dramática de tantos “académicos”, no sólo filósofos, que deben optar entre escribir para publicar dentro del marco establecido para ello o escribir lo que realmente necesitan pensar. En el caso de la filosofía, esta demarcación tiene un doble efecto cuyas consecuencias aún no hemos valorado suficientemente: por un lado, la filosofía que entra en el campo legítimo de la escritura estandarizada es una filosofía puesta en el ridículo de tener que presentarse a sí misma como investigación científica; por otro lado, el resto de escrituras filosóficas quedan adscritas o bien a la literatura (el filósofo como escritor) o bien al periodismo (32-33).

Se diría entonces a partir de lo expuesto que el filósofo cuando utiliza este tipo de escritura científica, no solo está expuesto a ser evaluado y valorado de forma positiva o negativa desde su producción investigativa por un determinado grupo de persona que se denominan expertos en el tema que allí se presente. De igual manera, ya su comunidad lectora, no sería ya un público general, sino por el contrario un grupo de intelectuales que como él leen y escriben sobre el mismo asunto que su investigación plantea; esto con el fin de corroborar, comprobar y establecer la veracidad de las fuentes bibliográficas que apoyan la argumentación de la tesis que dentro del texto se plantea en relación al asunto o problema de carácter filosófico.

Valdría la pena tener en cuenta que una de las características que tienen los artículos científicos, es quien los lee, confronta la formación académica que tiene frente a los planteamientos que el teórico o experto realiza del tema, objeto de su interés. Lo mismo que analiza la validez y actualidad de

sus

referentes bibliográficos como fuentes de investigación a la hora de leer o escribir sobre la temática en nuestro tiempo.

Por otro lado, autores como José Ignacio Galparsoro, nos muestran que muchas veces el tránsito de la escritura filosófica de sus estilos tradicionales de expresión por el del artículo científico, muchas veces no es tanto por la era digital, se encuentra también la presión laboral que muchas instituciones ejercen en el filósofo para mostrar avances sobre su quehacer laboral y por el

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afán de hacer publicaciones en este tipo de formatos. Lo dicho se apoya en esta cita textual: Podríamos esgrimir muchas razones para explicar este paso gradual del libro al pequeño artículo. Y dichas razones tienen normalmente poco que ver con la actividad estrictamente filosófica y mucho que ver con condicionamientos externos. Uno de estos condicionamientos es la presión a la que el filósofo (normalmente empleado de algún centro de enseñanza) se ve sometido por las instituciones para las que trabaja. Tiene que demostrar que su trabajo es objetivamente productivo, y el criterio que se utiliza para juzgar su productividad es casi exclusivamente cuantitativo: el número de publicaciones. Un filósofo que no publica, no produce a los ojos de la administración; y un filósofo que publica poco es señal de que produce poco. De suerte que si el filósofo quiere obtener reconocimiento se ve en la obligación de publicar; y, claro está, es más fácil (y más rápido) publicar unos cuantos artículos que publicar un único libro […] El artículo corto puede circular por Internet con mucha mayor comodidad que un texto de 500 páginas. Si, al navegar por Internet, nos encontramos con un texto de 10 páginas podemos tener la tentación de leerlo o, al menos, de examinarlo rápidamente. No ocurre lo mismo si nos topamos con un texto de 500 páginas. El tradicional tratado filosófico no se ajusta bien a las exigencias de la red; en cambio, el pequeño texto, sí (302-303).

Frente a esta afirmación, podríamos decir que

la escritura del filósofo de

nuestro tiempo, ya no obedece tanto a mostrarnos las visiones e interpretaciones sobre los asuntos propios de nuestra época o de la tradición mediante la comprensión de los textos de los maestros del pensamiento o de los teóricos de la actualidad. Más bien, lo que busca este tipo de escritura, es darle a conocer a otros, la cualificación que ha tenido el pensamiento de quien publica el texto a lo largo de su formación académica y profesional, pero de igual manera, esto tiene como fin mostrar un resultado de las distintas indagaciones que las instituciones realizan sobre la

filosofía y sus distintas

corrientes de pensamiento mediante los referentes teóricos según sus propios intereses.

3.5. LA DISERTACIÓN FILOSÓFICA

El ejercicio de la escritura en forma de disertación, es un referente del modelo pedagógico francés, el cual lo tomó de la educación medieval, y donde lo que se busca es que mediante un texto el estudiante responda una pregunta acerca

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de un asunto propio de un saber o también sobre la importancia que dicho saber tiene para la sociedad. En nuestro tiempo, en cambio ya la utilización de esta figura de escritura, se insertó más a los profesionales que ya están en la culminación de su grado doctoral, puesto que el sentido formativo que tiene el doctorado, es que las personas le den un aporte significativo al conocimiento tales como estos que vamos a enunciar: una nueva propuesta interpretativa para comprender

un fenómeno social que se vive dentro de la cultura

actualmente, la traducción e interpretación de un sistema de pensamiento que subyace en un texto de la tradición de las ciencias naturales o sociales u otros saberes de la humanidad. Lo mismo que una propuesta teórica sobre la importancia de estudiar el pensamiento y obras de un determinado autor o la comparación de su propuesta de pensamiento con una producción intelectual actual.

Lo expuesto es una aproximación sobre las posibles temáticas que llevan a un estudiante de doctorado y en algunos casos de otros niveles académicos o profesional a la elaboración de una propuesta disertativa. Pero en el caso de la filosofía, no es sólo los elementos que ya enunciamos o nos hicieron falta, según Miguel Ángel Gómez Mendoza, su sentido formativo y de elaboración es éste: La disertación como escrito filosófico no es solamente un ejercicio (analizar una cuestión ordenada, plantear un problema, responder desarrollando una reflexión ordenada) que se podría hacer, pero con el riesgo de quedar siempre en el exterior, en el desconocimiento, la ignorancia o el rechazo de lo que debe producir esta reflexión. Este presupuesto no sólo es aplicable a la racionalidad; también puede percibirse en el ejercicio de la disertación. Es necesario que el estudiante se comprometa a buscar de qué manera él está implicado cuestionado por el problema y el desafío que implica la disertación. Se trata en el mismo movimiento (y esta paradoja tiene filosóficamente un sentido) de desligarse de sí mismo, de oponerse a sí mismo y de emplearse a fondo y arriesgarse (89).

Es

así como el anterior argumento, lo que busca es decirnos

que quien

elabora una disertación debe partir un interés personal propio a la hora de

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plantearse la pregunta objeto de su reflexión e igualmente reconocer los saberes previos y los no previos sobre la misma; dado que esto le permitirá tener una mayor precisión, pero en especial reconocer hasta dónde puede llegar en ella en la elaboración escrita y en su defensa frente al jurado que la escucha.

Habría que decir también que al momento de su lectura y escritura, el filósofo debe involucrar sus experiencias con otros textos en su propuesta, pero a la vez debe saber que a lo largo del proceso constantemente se irá confrontando sus aprendizajes, pero también lo que le hizo falta por profundizar frente al tema. de ahí lo paradójico de este estilo de escritura filosófica en nuestro tiempo.

No es fortuito por eso que veamos muchas disertaciones doctorales que les falten profundidad, contextualización y precisión a la hora de su lectura frente al jurado o al público, esto se da porque quien la presenta, muchas veces no está colocando a prueba sus argumentos, juicios, experiencias o pensamientos en el texto, sino también la experiencia de mundo que le llevó a interrogarse sobre el asunto humano que allí se trata sobre nuestro tiempo o de alguna tradición del pensamiento filosófico.

Según Claudia Villa, el filósofo busca distintas formas para cultivar el pensamiento, para confrontarse a sí mismo con el objetivo de desarrollar una mayor crítica sobre la realidad en la que vive y así tener una mayor comprensión de sentido de su existencia. Esto se apoya en esta afirmación de la autora: Por tradición cultural, una de las tareas creadoras del pensamiento filosófico ha sido la de leer en el tiempo-su tiempo-, los acontecimientos como probables objetos de interpretación conceptual llevando a este ejercicio hasta la textualidad que casi siempre le caracteriza. Si nuestro tiempo es el de la tecnología, entendida como fenómeno totalitario, la filosofía se ve por cierto desafiada a comprender y explicarse de qué modo esto acontece y conceptualizarlo (108).

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Es significativo señalar que hemos tomado el planteamiento de la profesora Villa, para decir que la tarea de las disertaciones como estilo de escritura de nuestro tiempo, es la de brindarnos a los profesionales y estudiantes de filosofía, nuevas formas de leer y utilizar los conceptos desde las distintas perspectivas de pensamiento existentes actualmente. No olvidando así el sentido formativo que toda escritura posee que es el de hablarle a una realidad y abrirnos las distintas posibilidades interpretativas de sentido para hacernos nuevas preguntas o también darnos la oportunidad de conocer lo que otros han escrito sobre ella. 3.6 EL PAPEL DEL LIBRO EN LA FILOSOFÍA El libro, es quien recopila la historia de la humanidad escrita por hombres que se destacaron por su lucidez intelectual dentro del pensamiento, hasta ahora, su presentación ha sufrido transformaciones físicas que van desde el impreso hecho por hojas de toda la gama de colores, tamaños y formas hasta el que es pequeño en tamaño y grande en extensión o letra. Pero una de las más significativas, es el paso que hizo del texto físico para insertarse en las tabletas y computadoras, provocando así unas nuevas prácticas de lectura en los lectores de nuestra época.

En el caso de la filosofía, su papel es el siguiente según Lucila García: El texto filosófico presenta una estructura y forma que le confieren la categoría de obra, depositaria de una significación y como tal, obedece a códigos de composición, organización y estructuración, donde además se pone en juego cada vez de una manera singular el género literario o estilo de lo escrito, todo lo cual da cuenta de por sí de su riqueza; partimos de la intuición de que un texto filosófico no es un lugar neutro de exposición de un pensamiento que uno supondría se construyó en otra parte (aquí dejamos abierto el interrogante que nos supondría antes las distintas obras de la tradición filosófica y todas las distintas formas imaginables de interacción que hacen indisociables la reflexión de la palabra viva (“Aproximación hermenéutica” 77).

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Es interesante reconocer como el texto ha ayudado al filósofo para que presente desde los distintos estilos de la escritura, la organización y estructura de todo el pensamiento que ha adquirido a lo largo de su formación filosófica en el espacio académico y profesional e igualmente su capacidad para la elaboración y formulación de preguntas y conceptos, esto con el sentido de poner a prueba su juicio y

capacidad discursiva frente al tema

que está

escribiendo; no es difícil descubrir que un texto de filosofía encierra múltiples sentidos en su respuesta, pues no se queda con un única lectura del mundo, por el contrario, abre distintas posibilidades, gracias a las exploraciones que el filósofo desde su escritura hace de las palabras de los maestros del pensamiento.

Por otro lado, Mauricio Vélez Upegui a partir de su lectura de Ricoeur, nos muestra los elementos que quien escribe debe tener en cuenta a la hora de su elaboración:

Composición (a), porque decir texto equivale a decir conjunto de enunciados escritos cuyas relaciones de cohesión sintáctica y coherencia semántica constituyen una unidad superior a la oración. La variable de la extensión no es suficiente para determinar cuándo un conjunto significante deviene texto. Sea cual sea la extensión, uno o varios enunciados, es necesario sobre todo que en él o en ellos haya, además de fijación escrita, forma interna. Pertenencia a un género (b), porque el texto, al poder entrar en contacto con otros textos, no puede menos de responder a las leyes de un canon discursivo. Por más originalidad formal que un texto exhiba, siempre es posible adscribirlo a un corpus mayor, integrado por textos entre los cuales existen “parecidos de familia”. Y estilo individual (c), porque el texto, al ser el producto de una exteriorización intencional por parte de un sujeto de enunciación, recibe las improntas singulares del individuo que lo agencia. Con ser que el discurso no es propiedad de nadie en particular, dada su naturaleza esencialmente colectiva, puede ser usado de un modo tan especial que lo haga aparecer como si fuera privativo de alguien (99).

Llegado a este punto, podemos ver que estos requerimientos no solo aplican para la escritura de textos filosóficos, sino para todos en general, ya que quien

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escribe debe elegir un género con el cual se sienta cómodo para expresar sus ideas, ya sea carta, ensayo, artículo, poesía, relato, cuento o novela, pues la escritura debe elaborarse en el ambiente más familiar para el autor e igualmente que le dé la oportunidad de interactuar con discursos de similar escritura o contraria para tener un mayor enriquecimiento en la interpretación del

texto en las distintas

manifestaciones

de sus propias palabras. El

conocimiento de la lengua nativa, es de vital importancia para la escritura tanto para el filósofo como para otros profesionales, porque es gracias al conocimiento de

la gramática, la sintaxis y el léxico es donde podemos la

veracidad y fluidez verbal del texto a la hora de ser leído por otro.

Por último quien lee o escribe un libro, fija un estilo propio por eso vemos en filosofía términos tales como rizoma, deconstrucción, ser ahí, aletheia, la nada entre muchos otros que pertenecen a los filósofos y muchas veces quien lee infiere quien los acuñó a la historia del pensamiento e indiscutiblemente identifica el estilo del cual le están hablando o leyendo. Esto se da porque quien escribe un libro deja su propia huella y traspasa en sus páginas sus sentimientos, anhelos y deseos humanos que lo llevaron a pensar el asunto que allí nos escribe.

En nuestro tiempo, el papel del libro en filosofía, no es simplemente mostrarnos las preguntas y conceptos que el filósofo construye en los lugares de la cultura o dentro del quehacer o la formación académica, sino por el contrario nos muestra sus idealizaciones y experiencias que tiene como miembro de la sociedad y la tarea de reflexionar la importancia que tiene el filosofar para nuestra época o de igual manera como la filosofía ha muerto o perdió participación en ciertos escenarios de la realidad.

Hay otro aspecto que tendríamos que señalar, muchos de los libros de filosofía ya hicieron su transición a la era digital, entonces lo que antes era falta de

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oportunidad para poder acceder a los mismos, ahora mediante la internet, se pueden encontrar todos en su gran mayoría dando un click y descargándolo gratis hasta pagando un excedente por este servicio; cabe señalar también que a nivel cultural hay una propagación de los textos de los filósofos publicados por editoriales comerciales, los cuales muchas veces tienen unos precios accesibles al público en general o también son solo objeto de compra de una determinada comunidad consumidora.

3.7 EL CUENTO FILOSÓFICO

Cuando nos hablan del cuento, todos lo asociamos a las historias de las hadas, los viajes fantásticos, caperucita roja; pero pocas veces pensamos el carácter filosófico que ellos pueden tener en la formación de los profesionales de la filosofía en ciertos campos del conocimiento. Algo que según Josefina Pantoja Menéndez se debe a lo siguiente: Los escritores de cuentos para niños han sido casi los únicos adultos en reconocer que muchos niños se sienten naturalmente intrigados por las cuestiones filosóficas. Para sondear el gran potencial filosófico de algunos cuentos veamos algunos ejemplos citados por Gareth B. Matthew en su libro titulado El niño y la filosofía. El oso que no era de Frank Tashlin cuenta la historia particular de un oso que inverna mientras su bosque sufre una radical transformación, de bosque común se vuelve obra en construcción, cuando el oso despierta se desconcierta doblemente porque no sabe si está dormido o despierto y además todo mundo le hace creer que es un obrero envuelto en piel de oso. Las cuestiones metafísicas y epistemológicas que pueden plantearse a partir de la lectura de este texto son: el problema del ser y del no ser que tanto preocupó a Parménides de Elea; la diferencia entre apariencia y realidad que tanto debatió Platón y la delgada línea que divide al sueño de la vigilia que atraviesa de parte a parte las reflexiones de Descartes (11).

Quizás la tarea del filósofo de nuestro tiempo, sea explorar en estas escrituras infantiles, la respuesta a muchas de las preguntas que desde la tradición se han planteado los maestros del pensamiento o también ver como algunos escritores, ya sean filósofos o literatos, utilizan los asuntos que llevaron a las preguntas de la tradición para re contextualizarla al lenguaje de los niños, esto

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con el fin que ellos se formen en el asombro e interés por la pregunta o potenciarlos a nuevas formas de ver el mundo gracias a la filosofía.

Por otro lado, el carácter de los cuentos filosóficos, es porque a través de cada personaje de la historia, se nos devela un concepto, fruto de la experiencia de mundo que el autor tiene sobre la temática que desde el texto se desarrolla. Lo mismo que cada uno de ellos, representa los distintos puntos de vista sobre el asunto que desde el cuento pretende enseñarnos; Deleuze nos dice el sentido que tienen los personajes conceptuales desde la siguiente afirmación: Los personajes conceptuales son unos pensadores, únicamente unos pensadores, y sus rasgos personalísticos se unen estrechamente con los rasgos diagramáticos del pensamiento y con los rasgos intensivos de los conceptos. Tal o cual personaje conceptual piensan dentro de nosotros, que tal vez ni nos preexistía. Por ejemplo, cuando se dice que un personaje conceptual tartamudea, ya no es un tipo que tartamudea en una lengua, sino un pensador que hace que tartamudee todo el lenguaje, y que convierte el tartamudeo en el rasgo del pensamiento mismo en tanto que lenguaje: lo interesante es entonces «cuál es este pensamiento que sólo puede tartamudear?». Otro ejemplo, si se dice que un personaje conceptual es el Amigo, o bien que es el juez, el Legislador, ya no se trata de estados privados, públicos o jurídicos, sino de lo que pertenece por derecho al pensamiento y únicamente al pensamiento. Tartamudo, amigo, juez, no pierden su existencia concreta, sino que por el contrario adquieren una nueva en tanto que condiciones interiores al pensamiento para su ejercicio real con tal o cual personaje conceptual (71).

Frente a esto, podemos ver que cada palabra, idea o movimiento del personaje es tan genuino a la cotidianidad donde se desarrolla la historia que cuando lo leemos como concepto debemos tener en cuenta el contexto histórico que llevó su creación y el rol de cada personaje en el texto. Pues este puede ser el legislador que defiende los dogmas del pasado o el intérprete que le muestra al niño distintos caminos del conocimiento. Cabe señalar que muchos personajes no siempre son reales sino más bien son fruto de la imaginación del creador ya sea el filósofo o literato para adaptar su propuesta de pensamiento al lenguaje infantil.

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Por otro lado, cuando se crean personajes conceptuales, se busca no solamente la presentación de conceptos formados a partir de las preguntas filosóficas, es también mostrar las distintas facetas que desde lo humano adquirimos cuando habitamos la cultura, pero en especial los distintos horizontes comunes de comprensión frente a la existencia.

Por otra parte, podríamos también los cuentos infantiles clásicos desde una perspectiva filosófica como no lo plantea John Fredy Taborda Flórez a través de la siguiente afirmación: La lectura de cuentos desde una perspectiva filosófica, que trae consigo un mayor grado de reflexión, exigiendo y permitiendo que los estudiantes logren hacerse otro tipo de preguntas, preguntas con un sentido diferente y complejo, preguntas que ayuden a la búsqueda de las respuestas que ellos necesitan para entender el mundo y habitarlo de una manera más consciente (30).

Lo interesante de examinar este planteamiento, es que podemos potenciar en los estudiantes más pequeños una formación filosófica atravesada del asombro y curiosidad que estos textos despiertan desde sus formas narrativas con la intencionalidad de enseñar conceptos tradicionales de la filosofía tales como el amor, el bien, la justicia, la amistad entre otros. Sería prudente decir que este estilo de escritura para el profesional de la filosofía que se sitúa en el espacio de la escuela, los cuentos, pueden ayudarle a identificar que piensan los más chicos en relación con los conceptos anteriormente enunciados o también a crear personajes que les permitirían mostrar las visiones que de nuestro tiempo se tienen de los conceptos. Si se tiene en cuenta, estas lecturas pueden ser generadoras de grandes debates y discusiones para identificar distintas formas del ser humano. Y los pensamientos que ellas devienen.

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4. LAS TEORÍAS DE LA LECTURA FILOSÓFICA EN LA ACTUALIDAD

Las teorías de la lectura, son las distintas perspectivas de pensamiento que el lector tiene o posee para aproximarse teóricamente a las distintos estilos de la escritura. Ya sea de carácter filosófico, literario, científico o de cualquier índole; esto con el fin de dar respuesta a una pregunta que durante su proceso formativo se plantea o también para ahondar en el saber en el que se encuentra inserto sea con fines académicos, personales o de profundización en temáticas del saber que quien lee indaga.

Jorge Larrosa, nos muestra el sentido que tienen las teorías de la lectura a través de esta afirmación: Todos nosotros sabemos (o creemos saber) qué es leer. Todos nosotros leemos todos los días, y leemos cosas sobre la lectura y, a veces, hablamos de las lecturas de los otros, de cómo leen, o de cómo deberían leer. Pero a lo mejor eso que sabemos (o creemos saber), lo sabemos (o creemos que lo sabemos), precisamente porque nunca nos lo hemos parado de pensar (“Enseñar a leer” 77).

Traemos a colación lo expuesto por Larrosa para decir que las teorías de la lectura, ya sea de filosofía o de otra área del conocimiento, aparte de enseñarnos una forma de acercarnos a los textos, su tarea más importante es hacernos reflexionar sobre nuestra forma de leer y acercarnos a nuevas formas para interpretar y comprender lo expuesto por los autores en sus obras. Es en las teorías de la lectura, donde tenemos la oportunidad de conocer nuevas experiencias a través de las voces de otros, esto con el fin de colocar a prueba nuestro conocimiento frente al mundo y a los textos.

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En las teorías de la lectura filosófica, los filósofos plantean distintas formas interpretativas para abordar no solamente sus propios textos, sino también aquellos que se encuentran insertos en la tradición del pensamiento filosófico; esto con el propósito de darle herramientas formativas al estudiante para su trabajo académico con los textos de dicha tradición. Valdría la pena que señalemos que las teorías de la lectura en filosofía buscan de igual forma mostrar las experiencias que desde los presupuestos del pensar se realizan quienes las plantean o también distintas formas de leer el mundo del texto; sin embargo, es allí donde el filósofo nos invita a reflexionar el sentido de las preguntas y conceptos que se tocan con nuestro tiempo, para tener distintas perspectivas de pensamiento a la hora de leerlos desde

nuestras propias

experiencias.

Frente a esto, Paco Vidarte, nos dice que quien lee está apostando toda su experiencia de mundo confrontándola frente aquello que el texto asevera en su escritura a través de este planteamiento: Quien lee apuesta, lo sepa o no, lo quiera o no. La primera vez que apuestas, te arrodillas y tomas agua bendita, nada pasa, en nada crees, se hace automáticamente como un ritual vacío […] Leer es tan peligroso como arrodillarse o tomar agua bendita. Lee y creerás. Acostúmbrate a una forma de leer y te la acabaras creyendo. El que lee hace lo mismo que el jugador que le echa el aliento a los dados y realiza un sinfín de rituales para influir en el tanteo final de los cubos numerados que arroja al aire. Pasión inútil, pero que no se dejará de repetir (242).

Aquí conviene detenerse a pensar entonces que, fruto de esta experiencia, cada teoría de la lectura filosófica, es la apuesta que hacemos para interpretar los textos o, como se dirá en el caso de la teoría hermenéutica, para tener un diálogo con los maestros del pensamiento –la cual se realiza desde la propia de experiencia de mundo que otros teóricos

tuvieron con ellos desde el acto

mismo de leer-; para esto, los filósofos brindan elementos conceptuales propios de la cultura a la que pertenecen e igualmente elaboran las preguntas que

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desde sus lecturas realizaron o la pregunta que les oriento su camino para hallar en los textos una experiencia teórica para su propia propuesta de sentido.

4.1. EL SENTIDO FORMATIVO DE LAS TEORÍAS DE LA LECTURA FILOSÓFICA

Quien se forma en filosofía, tiene la tarea de potenciarse día tras día en el ejercicio de pensamiento, para ello utiliza la lectura y la escritura como generadores de este ejercicio. Puesto que es leyendo y escribiendo, donde el profesional y estudiante de filosofía nos muestra sus experiencias de mundo frente a los textos, las comprensiones que tiene de las temáticas que desde el texto se desarrollan, pero en especial el uso, manejo e interpretación de los conceptos. Lo mismo que la forma en cómo los utiliza para dar respuestas a las preguntas que se plantea desde su ejercicio académico y profesional.

En nuestro tiempo según los profesores García y López la tarea de la lectura y escritura consiste en reconocer: Por el contrario, la importancia del ejercicio filosófico de la lectura y escritura como diálogo, de tal manera que sea posible articular las experiencias de los lectores a aquellas que ofrecen los textos de los que éstos se ocupan. Para que esto sea viable, es necesario aceptar, primero, que en las opiniones históricas y contextualizadas de nuestros estudiantes (los lectores) se recrean las preguntas, las experiencias, las realidades subjetivas, sociales, políticas y culturales que nos pertenecen a todos y no son exclusivas de nadie; y segundo, que la conversación es la vía más adecuada para comprender la actividad lectora y la función mediadora del maestro, cuando se trata de considerar, como decíamos, no la autoridad del saber, ni del sujeto que siempre enseña y dirige la versión verdadera y única, o el poder de la calificación o descalificación, sino de atender a lo que aquel, en un momento determinado representa como orientador, configurándose, más bien, una estrategia social consistente en aprender y enseñar a escuchar recíprocamente (“Pedagogía del concepto” 215-216).

Lo expuesto por los profesores, nos concientiza que el sentido formativo de las teorías de la lectura filosófica en la actualidad es enseñarnos distintas prácticas lectoras con los textos de la filosofía, pero ante todo, ver como en dichas prácticas se puede dar respuesta a las realidades en las que vivimos e invitar al

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otro a un diálogo pleno y fecundo desde la palabra que el texto nos presenta en su experiencia de mundo. Esto con el fin de abrir nuestros horizontes de comprensión para buscar el entendimiento común desde la lectura; pero en especial, para no quedarnos con una sola visión de pensamiento y de mundo sino abrirnos y ejercitar la escucha desde las distintas perspectiva existentes desde lo histórico y filosófico.

No obstante, el sentido formativo de las teorías de la lectura filosófica, tiene como función mostrarnos lo que se han llamado algunos “vicios” en los cuales el lector puede caer tales como: primero: el de la búsqueda de la profundidad del texto acompañada de una lectura detectivesca. en él se supone que hay algo oculto dentro del texto y que es a través de la lectura que lo podemos desocultar; esta propuesta de pensamiento se

deriva de los presupuestos

teóricos de los maestros de la filosofía, sin embargo, esta creencia se ha roto, dado que se afirma que el asunto no es el de saber la profundidad del texto, sino más bien de ver cómo, desde el acto de leer, se generan distintas interpretaciones del texto; pues cuando leemos una y otra vez, siempre el sentido se transformará de acuerdo a los asuntos que el texto nos dice, atendiendo a las preguntas que nos vamos planteando mientras le leemos. el segundo “vicio” que ocurre en una lectura inquisitiva, consiste en creer que la tarea del lector es jugar a investigar el texto a partir de la psicología del autor, la sociedad en la que vivió o el momento histórico, tomando la piel del sicologista, sociologista o historicista, para ver aquellos asuntos que dentro del texto se ocultan, pero con la intencionalidad de saber aquello que determina y explica lo que se dice , como la biografía del autor, dejándonos entrever con esto que el texto nace como una

escritura que solamente explica las

inquietudes personales que tiene quien escribe sobre un determinado asunto de su época histórica o de alguna de las tradiciones del pensamiento filosófico; los sociologistas, en cambio plantean un sentido del texto solo desde las

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dinámicas sociales y los últimos, desde la época en donde se circunscribe el autor y su obra. Cabría señalar que esta forma de lectura nace en el siglo xx como una extensión de la sociología, provocando con ello una lectura interpretativa que reduce las distintas dimensiones de un texto y la lectura del mismo.

Cabe señalar, sí en nuestro tiempo leyéramos un texto filosófico para extraer símbolos, ver una sociedad o época en lo histórico, no tendríamos una interpretación amplia y plural de aquello que tiene por decirnos el texto, pues una de las características de la lectura, es de abrirnos a las relatividades históricas de la escritura y a la vez generar en nosotros la disposición a escuchar las voces que existen dentro del texto, no sólo para una mejor comprensión de lectura, sino también con el objetivo de explorar de manera más amplia y adecuada la pluralidad de dimensiones que tiene su escritura.

En otras palabras, si cayéramos en los vicios que expusimos anteriormente, con la actividad de la lectura filosófica nos estaríamos perdiendo de las transformaciones que tienen los conceptos a lo largo de las distintas tradiciones del pensamiento filosófico e igualmente de la re-significación que sus preguntas han tenido dentro del quehacer profesional y académico de la filosofía.

Al respecto Bauman, nos plantea el sentido que esto tiene: Según crecen y maduran, los conceptos comienzan a moverse por sí mismos, y a veces alcanzan territorios bastantes alejados de sus lugares de nacimiento en que todavía era presente. O hacen alguna incursión hacia el futuro, que –quien sabe- puede ser igualmente inconsciente de ellos cuando llegue, por no encontrarlos útiles. Parece como si los conceptos naciesen como plantas, firmemente enraizados en el suelo y absorbiendo como nutrientes, pero con el paso del tiempo, se despegasen de ese suelo, les creciesen piernas y se embarcasen en la búsqueda de un alimento más amplio y variado (“La postmodernidad” 161).

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En nuestro tiempo, el desafío que tienen las teorías de la lectura filosófica, es mostrarles a los lectores que las formas del pensamiento presentes dentro del texto, no son verdades absolutas. Más bien, enseñan al lector como desde una etapa de la formación y ejercicio profesional de la filosofía se generan planteamientos en el texto. Cabría señalar que absolutizar la lectura y escritura de un autor sobre un asunto de la tradición o de la humanidad, impide que su trabajo pueda ser interpretado desde distintas perspectivas de pensamiento, provocando con ello una objetivación imposibilitadora del diálogo con otras voces diferentes a la suya; quizás es por esto que la lectura es el ejercicio dialógico donde no solamente interpelamos los argumentos del otro frente a su escritura sino también en donde se cuestiona el manejo que se tiene de las palabras y los conceptos en la cultura.

En relación con lo anterior, Bauman nos muestra como desde la cultura se pasa de tener un intelectual que legisla valores y formas de pensar a tener uno que se dedica a la labor interpretativa de aquello que acontece; esto aplica también para el filósofo, pues deja de ser el lector que legisla con sus textos los modos del ser. Y más bien se transforma en el intérprete que busca comprender el sentir, el devenir y el acontecer de la cultura desde cada uno de esos modos del ser; esto se apoya en esta afirmación del autor: Hoy, las jerarquías no están intactas y tampoco son inexistentes las amenazas. Progresivamente erosionadas las razones para suponer el poder legislativo de la legitimación, las tareas de legitimar y legislar aparecen súbitamente muy distanciadas. ¿Cómo pueden aducirse elementos a favor o en contra de una forma de vida, a favor o en contra de una versión de la verdad, cuando uno siente que sus argumentos ya no pueden legislar, que hay poderes detrás de las formas plurales de vida y de las versiones plurales de la verdad que no sería posible inferiorizar y por lo tanto someterlas con el argumento de su inferioridad? Repentinamente el viaje filosófico de dos siglos hacia la certeza y los criterios universales de perfección y de buena vida parece ser un esfuerzo vano. Esto no significa necesariamente que no nos gusten los territorios a los que nos ha llevado; al contrario, es la negativa de otros a admirarlos y seguirnos hasta ellos lo que nos preocupa e insta a buscar una nueva melodía más vigorosa, para el elogio que todavía deseamos cantar. Si queremos defender la

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dirección en la que nos encaminó nuestro viaje, es necesario que redefinamos retrospectivamente, su sentido (“Legisladores” 200).

Sería justo pensar que antes el filósofo legislaba en el mundo a través de las verdades que develaba en la escritura de sus propios textos o legitimaba lo que las tradiciones del pensamiento planteaban mediante la lectura pública o privada ante otros; esto lo mostraba en sociedad como un ser ilustrado que por su capacidad discursiva para defender sus ideas o por promover la lectura de los filósofos de cada época histórica tenía respeto y poder y se hacía lo que él creía correcto. En nuestro tiempo, ya no tenemos legisladores que nos muestran sus ideas como valores positivos o negativos, poseemos intelectuales que son capaces de colocar sus ideas no solamente con las tradiciones anteriores a su pensar del mundo y la cultura desde una perspectiva filosófica, sino que dialogan con otras teorías insertas de ciertos saberes, con la finalidad de mostrar como su discurso se abre a nuevas necesidades del pensamiento.

4.2. LA TEORÍA DE LA LECTURA DE NIETZSCHE

Nietzsche, el maestro de la sospecha que nos muestra lo finitos que somos como seres humanos, aquel personaje que creó en sus aforismos una nueva propuesta de pensamiento filosófico, pero ante todo, cómo aquellos nos develan una forma de ser del concepto. Al mismo tiempo nos muestra desde su escritura distintas formas de leer los textos filosóficos a partir de su concepción de la lectura.

Según Estanislao Zuleta la lectura es lo siguiente a partir de su propia experiencia leyendo a Nietzsche: Leer es trabajar. Lo que tenemos ante nosotros no es un mensaje en el que el autor nos informa, por medio de palabras de sus experiencias, sentimientos, pensamientos o conocimientos sobre el mundo, para que nosotros provisto de un código que poseemos en común con él, procuremos averiguar “lo que nos quiso decir” (78-79).

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No es una casualidad el hecho que tomemos esta afirmación de Zuleta, pues en la propuesta de lectura Nietzscheana, el lector tiene la tarea de trabajar con el texto, no para ver el mensaje que dice el texto simplemente. Su intencionalidad es que ahondando en

la lectura, podremos ver, escuchar e identificar que

conllevó a presentarnos desde la escritura el planteamiento que se encuentra allí inserto como propuesta de pensamiento.

Sin embargo, el mismo Nietzsche nos dice que leer es mucho más allá de la búsqueda de la dirección conocida en el pensamiento de los textos; por el contrario, es viajar a lo desconocido en el sentido que es en este donde podremos dar respuesta a aquello que deseamos saber y conocer desde la lectura. lo siguiente se encuentra en las palabras del autor: Por muchos caminos diferentes y de múltiples modos llegué yo a mí verdad; no por una única escala ascendí hasta la altura desde donde mis ojos recorren el mundo. Y nunca me ha gustado preguntar por caminos,-¡esto repugna siempre a mi gusto! Prefería preguntar y someter a prueba a los caminos mismos. Un ensayar y un preguntar fue todo mí caminar:-¡y, en verdad, también hay que aprender a responder a tal preguntar! Este –es mi gusto:-no un buen gusto, no un mal gusto, sino mi gusto, del cual ya no lo avergüenzo ni lo oculto. “Ese –es mi camino,-¿Dónde está el vuestro?”, así respondía yo a quienes me preguntaban por el camino”. ¡el camino en efecto,-no existe! (“Zaratustra” 272).

Podríamos ver desde el fragmento del Zaratustra que se encuentra expuesto, que leer tiene la significación de ser un camino largo, ancho y profundo que el maestro no lo traza en la enseñanza de su saber, sino que es el lector quien decide la durabilidad y profundidad de cómo lo va caminar a partir de las propias preguntas que desde el texto se genera o que quiere realizarle; de igual forma en el caso de la filosofía, todo camino de lectura depende del asunto que llame el interés del filósofo en su existencia humana. De ahí que su formación sea someter todos los caminos a prueba para ver cuál es el más veraz a partir de indagaciones cotidianas desde las preguntas realizadas en su propia experiencia de mundo.

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Por otro lado, Jorge Larrosa nos muestra el efecto que la lectura en perspectiva de camino como la plantea Nietzsche en sus lectores: Lo que leemos y el modo como lo leemos es un síntoma que revela eso que somos y que permanece desconocido incluso para nosotros mismos: nuestras características tipológicas. Es decir, la finura y el carácter de nuestros sentidos, nuestras disposiciones corporales, nuestras vivencias pasadas, nuestros instintos, nuestro temperamento esencial la calidad de nuestras entrañas (227).

Frente a esto, la lectura como un camino es quien nos muestra lo que somos en lo humano, pues cada texto devela una faceta diferente en nosotros y busca respuesta a esa inquietud de quienes somos, que buscamos y para que estamos en el mundo o también obedecen al placer de formar en nosotros un desarrollo de los sentidos y de una postura crítica desde lo racional partiendo de aquello que nos gusta o más bien seduce desde la palabra.

Hay otro aspecto que la teoría de la lectura filosófica nietzscheana resalta es que ella busca en sus lectores una conciencia profunda y dispuesta a dejarse llevar por el texto para descubrir los enigmas que ellos proyectan desde su escritura, no solo desde el sentido literal de las palabras en forma de conceptos o metáforas, sino también a través de la interrogación de un lector que desee mejorar su calidad de pensamiento gracias a lo expuesto por el autor. Cabe señalar que más que eso, se busca a alguien que leyendo se transforme en su actuar humano.

Basándonos en esto, Nietzsche en el origen de la tragedia afirma: Un libro es una fuerza que actúa sobre otras fuerzas produciendo en ellas efectos variables según su Tipologia. Puesto que un libro puede caer en cualquier mano, y dada su novedad, nada garantiza que actué en absoluto. Cuanto más intempestivo es un libro menos posibilidades tiene de encontrar oídos capaces de escuchar su sentido inaudito. Y lo que suele ocurrir es que el libro es apropiado por las fuerzas dominantes ya

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existentes y, por tanto, privado de su novedad radical, de lo más inquietante y enigmático de su sentido (67-72).

Esto nos lleva a

pensar que la tarea del libro desde la perspectiva

nietzscheana, es dejar que el lector en su camino forjado desde su experiencia, experimente todas las fuerzas inmersas que conllevaron a la escritura del libro, pero ante todo, los efectos que contienen para él según el estilo de cada texto. Hay otro aspecto que esta propuesta resalta es que cada texto tiene un lector especial para ser escuchado o generarle intereses a través de los enigmas que encierran sus sentidos dentro de lo novedoso de su propia propuesta de pensamiento.

Jorge Larrosa nos dice algo frente a las características del lector propuesto por Nietzsche: El mundo está lleno de libros-predicador que buscan demostrar verdades, imponer creencias, decirle a la gente qué camino deben seguir. Son libros que, pretendiendo decir la verdad, engañan al lector. Y el engaño consiste en que, aparentando dar algo, la verdad de la que son portadores, lo que hacen es tomar algo: el espíritu mismo del lector al que convierten en devoto. A los libros-predicador les corresponde los lectores creyentes. Esos lectores permanecen ligados a sus libros, les son fieles, les veneran, les siguen. Son lectores que buscan en los libros algún tipo de verdad y que, cuando creen haberla encontrado, permanecen atados a ellos. Pero los lectores que pide Nietzsche, como los discípulos de Zaratustra, deben buscarse a sí mismos. Por eso tienen que saber tomar los libros como instrumentos mediadores y prescindibles que les conducen a lo más alto de ellos mismos, a lo que ellos son (235).

En otras palabras, el lector que se forja desde el pensamiento de Nietzsche busca en sus textos y en las experiencias de lectura que hay en ellos, las mediaciones para dar respuesta a sus propias búsquedas. Pero en especial, lean textos que les den la opción de entrar y salir cuando sea necesario. Esto con el fin de mantener su devenir desde la lectura como una búsqueda de sí mismo.

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No obstante, la tarea de quien lee, no es leer por leer sino más bien ver el placer desde lo que se lee para hallar la felicidad y no una pesadez verbal e intelectual por lo teórico; esta es una de la tesis que la lectura nietzscheana pretende enseñarnos, donde la tarea de los lectores, es hacer una adecuada asimilación de lo dicho por el texto según cada uno de sus estilos o formas de la palabra, concepto o pregunta. Para formarnos en una actitud crítica y reflexiva con la finalidad de observar las máscaras que circunscribe cada uno e igualmente ver los distintos matices humanos que se esconden.

Por último otra de las características del lector formado desde esta perspectiva de pensamiento, es que invita a los otros a asombrarse y a interactuar con el mundo del texto, no solamente desde la forma académica del leer, sino a percibirlo de igual forma con los cinco sentidos; esto con el fin de ver todos los arquetipos del texto pero desde lo humano.

4.3. LA TEORÍA DE LA LECTURA GADAMER

Gadamer, el discípulo de Heidegger, el hombre que nos reinventó a través de su propuesta hermenéutica, pues en ella nos mostró el sentido que tiene el lenguaje como objeto de reflexión filosófica en la tradición y en nuestro tiempo a través del diálogo. Dentro de las teorías de la lectura se hace presente no sólo en un texto sino que varios aborda los asuntos del leer; en este apartado citaremos algunas citas de ellos. Pero en especial mostraremos que incidencia tiene su teoría en la formación filosófica de nuestro tiempo.

Según la profesora Lucila García, el sentido formativo del diálogo en la actualidad es: No es injustificado entonces que sea precisamente nuestra época la que requiera volver a pensar el diálogo, no como un método que enseña a hacer preguntas y a responder argumentadamente con un resultado exitoso, como lo señalábamos al comienzo, siempre como algo anterior y exterior; sino como una experiencia que acontece cada

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vez y nos sigue vinculando paradójicamente tanto desde su posibilidad como desde su creciente imposibilidad e inoperancia. Es aquí donde se hace oportuno hacer viva la palabra de Platón quien no solo centró toda la productividad del pensamiento para vivir y convivir humanamente en la conversación, sino que quiso conjurar ese poder monstruoso de la palabra que nos ha humanizado y ha permitido la irrupción de la cultura humana en el espacio de su finitud (“La experiencia del diálogo” 141).

Lo anterior, es para decir que la lectura es también donde quien lee hace preguntas como ya hemos dicho a lo largo de este capítulo, pero desde la afirmación de la profesora García, es en el diálogo donde descubrimos cuan cualificados estamos desde una postura crítica o reflexión sobre algún pensamiento filosófico o que nos hace falta para tener mayor concisión y precisión. Lo mismo que tenemos la oportunidad de descubrir como aquello que pensamos, ha sido tema de discusión de otros en épocas históricas diferentes a la nuestra; quizás por esto, es que cuando leemos los textos en todas sus dimensiones nos cultivamos en el arte de la confrontación producto de la interpretación y en una comprensión de los fenómenos sociales que vivimos actualmente.

No en vano, Gadamer nos muestra que es para él en verdad el acto del leer: Leer es, por contra, una manera silenciosa de dejarse decir nuevamente algo, lo cual presupone anticipaciones de comprensión. Todos sabemos lo que entendemos por una buena lectura en voz alta. Debe ser tal que se entienda bien y sólo puede ser así cuando el lector mismo ha comprendido lo que lee. No creo que, en el fondo, sea posible leer en voz alta algo de manera que otro lo entienda si, después de todo, uno mismo no lo ha comprendido (“Arte y verdad” 47).

El planteamiento del autor nos muestra como quien lee los textos ya tiene unas pre comprensiones frente al tema objeto de su indagación y cómo es en el diálogo con el autor, donde busca el entendimiento común para tratar de comprender las ideas que allí se tienen; muchas veces este ejercicio de la lectura puede resultar complejo, por el manejo y uso del lenguaje que tiene el texto respecto al tema. Pero básicamente la lectura tiene como objetivo ampliar de manera más profunda los elementos previos que se tiene sobre algo,

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examinarlos e igualmente mostrarnos las distintas voces subyacentes en el diálogo.

Valdría la pena, retomar otro de los postulados de Gadamer en Verdad y Método: La multiplicidad de las palabras no significa, pues, en modo alguno que en cada palabra hubiera alguna deficiencia que pudiera superarse, en cuanto que no expresa de manera perfecta aquello a lo que el espíritu se refiere; al contrario, porque en nuestro intelecto es imperfecto, esto es, no se es enteramente presente a sí mismo en aquello que sabe, tiene necesidad de muchas palabras. No sabe realmente lo que sabe (“Verdad y método I” 510).

Sí se tiene en cuenta la pluralidad de sentidos que tiene una palabra, la lectura muchas veces se da como el diálogo donde el lector tiene la tarea de buscar el sentido que el autor le da a determinadas palabras en su lengua nativa, su cultura o experiencia de mundo; porque el espíritu del mensaje se encuentra oculto en la palabra o el pensar dentro del uso, manejo y transformación que desde el texto se tiene de los conceptos, fruto de la pregunta a la cual estos deben dar respuesta.

El sentido formativo de la teoría de la lectura Gadameriana se podría encerrar desde esta afirmación de Lucila García y Raúl López: El lenguaje vivo, lo que conforma el campo de significatividades de nuestra existencia el punto de partida que nos ha conducido a entender como para las experiencias del comprender y del interpretar, la filosofía propone los conceptos, ellos no son palabras sueltas o aisladas en el discurso o en las argumentaciones de la filosofía, son el camino del decir propiamente dicho, ellos acompasan los cambios y las transformaciones de las condiciones de existencia del hombre y el mundo. Es por esto que hay que estar siempre atentos, ya que ellos pueden devenir, en algunas ocasiones, en tan sólo palabras convencionales o pueden neutralizarse o “momificarse”, dejando de tener todo sentido para nosotros. Esto no excluye, sino por el contrario, es un motivo que ratifica que, son precisamente los conceptos que han conformado la prosa de la filosofía en los que podemos reconocer la forma de humanidad en la que nos seguimos pensando, pues están ligados a nuestro lenguaje y no a formas abstractas, generales y a históricas que exigen definiciones precisas (65).

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En otras palabras quien dialoga con los textos desde el ejercicio de la lectura en el caso de la filosofía, busca ver las transformaciones y cambios que ha tenido en cada uno de los discursos de la tradición las preguntas y los conceptos fruto de la elaboración del filósofo en cada época histórica; lo mismo que es gracias a este que se puede ver la actualización que devienen las palabras de cada cultura a lo largo de la humanidad. Cabe resaltar que en la lectura como diálogo, se busca es interpretar y comprender cada uno de los textos insertos dentro de la conversación.

También cabe comparar esto con un planteamiento de Gadamer de SU TEXTO Arte y verdad de la palabra: En la conversación hay mucho hablar alrededor de un asunto sin entrar en él y lo mismo se encuentra en el texto, en el subterfugio de las fórmulas vacías de la retórica trivial. En la conversación viva, todo esto se sortea y pasa sin ser notado. Pero cuando esa manera natural de hablar aparece en un texto y a continuación, además, se traduce literalmente, entonces es funesto (“Arte y verdad” 49).

El lector que dialoga con el texto, lo hace es a través de una pregunta que se plantea a lo largo de la lectura, acerca de un asunto que desea conocer o dar respuesta. Éste puede ser muchas veces algo trivial o por el contrario un tema de mucha profundidad dentro de la tradición filosófica. No obstante, cuando el texto da la respuesta a la pregunta, esta se abre y la respuesta no se debe traducir literalmente, sino más bien estar abiertos a la escucha que conllevó a dicho planteamiento en su tiempo, como si estuviéramos en una conversación viva, y ver que le aporta a nuestro tiempo; de esto se deriva la afirmación de Gadamer de no traducir literalmente lo dicho por el texto.

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4.4. LA TEORÍA DE LA LECTURA EN DERRIDA

Jacques Derrida, el promotor del método de lectura e interpretación de la deconstrucción, muestra en su propuesta que el lector debe desarmar todo el texto con la finalidad de hallar el sentido de aquello que cada una de las palabras esconde dentro de su escritura e igualmente reconocer los límites que tiene dentro del lenguaje.

Aunque según Paco Vidarte leer de forma deconstructiva es: La lectura deconstructiva llevará al límite, también, la simple oposición entre inmanencia- transcendencia. Pues “adelantar que no hay fuera-de- texto absoluto no es postular una inmanencia ideal, la reconstitución incesante de una relación propia de la escritura. Ya no se trata de la operación idealista y teológica que, a la manera hegeliana, suspende y supera el afuera del discurso, del logos, del concepto, de la idea. El texto afirma el afuera, marca el límite de esa operación especulativa, deconstruye y reduce a “efectos” todos los predicados mediante los cuales la especulación se apodera del afuera (210).

Sí se tiene en cuenta lo que Vidarte nos plantea es que cuando deconstruimos un texto, buscamos es ver que lo lleva a ir allá de sus posibilidades desde su discurso o paradójicamente que es aquello que lo delimita dentro del mismo en relación con su escritura. Esto lleva a pensar que quien se arriesgue a leer desde esta perspectiva buscará es como una de las palabras tienen un rol y papel frente al texto y qué tipo de pensamientos generan más allá del texto o porque lo delimitan.

Frente a esto, Derrida con sus propias palabras nos dice que es en sí la deconstrucción: La deconstrucción, la experiencia deconstructiva, se coloca entre la clausura y el fin, se coloca en la reafirmación de lo filosófico, pero como apertura de una cuestión sobre la filosofía misma. Desde este punto de vista, la deconstrucción no es simplemente una filosofía, ni un conjunto de tesis, ni siquiera la pregunta sobre el Ser, en el sentido heideggeriano. De cierta manera, no es nada. No puede ser una disciplina o un método.

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A menudo se la presenta como un método, o se la transforma en un método, con un conjunto de reglas, de procedimientos que se pueden enseñar, etc. No es una técnica, con sus normas y procedimientos. Desde luego pueden existir regularidades en las formas en que se colocan cierto tipo de cuestiones de estilo deconstructivo. Desde este punto de vista, creo que esto puede dar lugar a una enseñanza, tener efectos de disciplina, etc. Pero en su principio mismo, la deconstrucción no es un método. Yo mismo he intentado interrogarme sobre aquello que puede ser un método, en el sentido griego o cartesiano, en el sentido hegeliano. Pero la deconstrucción no es una metodología, es decir, la aplicación de reglas (s.p.).

En otras palabras quien lee en forma deconstructiva busca pensar los límites de sentido del texto en sus formas de pensamiento e igualmente desde el uso que posee de las palabras, pero más bien su sentido formativo es desarmar el texto para preguntarle diversos asuntos acerca de lo que le llevó a pensar ciertos elementos y utilizar ciertas palabras en forma de conceptos para dar respuesta a la inquietud que lo circunscribe.

Por otra parte, valdría la pena que quien deconstruye está desarmando las categorías de la reflexión del texto para colocarlas a prueba frente a su validez y veracidad como punto de vista. Frente a esto un texto de Derrida citado por Vidarte: La lectura debe dirigirse a las relaciones que tienen lugar entre lo que el escritor pone en marcha con su escritura y las estructuras o esquemas que le vienen impuestos por la lengua o el sistema textual en el que se halla inserto y que, por otra parte, no termina de controlar. Por otro lado, “si la lectura no debe contentarse con duplicar el texto hacia otra cosa distinta que él, hacia un referente (realidad metafísica, histórica, psicológica, biográfica, etc.) o hacia un significado fuera de texto cuyo contenido podría tener lugar fuera de la lengua (209).

Frente a este planteamiento se nos muestra como la lectura de carácter deconstructivo, nos muestra los espacios y lugares que desde la lengua configuran los textos a quienes los leen, pero en especial el elemento que más prima en este estilo de lectura es el manejo para construir los sentidos desde el reconocimiento de las estructuras gramaticales con el objetivo de darle una mayor significación al proceso de la lectura.

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CONCLUSIÓN

En nuestro tiempo, el estudiante y profesional de la filosofía, no solamente tiene como tarea pensar los asuntos de la tradición y de la cultura actualmente, sino también potenciarse día tras día en nuevas formas de leer nuestro mundo, puesto que es a través de la lectura, donde nosotros nos tenemos la oportunidad de formarnos en el ejercicio de la escucha a partir de la palabra que nos dicen los otros sobre los temas que nos interesan; al mismo tiempo, podríamos decir que en el leer, es donde identificamos como los asuntos que interpelaron a toda una tradición, ya sea desde sus preguntas o desde los motivos que los originaron, los cuales nos dicen algo a nosotros, al mismo tiempo que nos muestra los cambios significativos y de uso de los conceptos como médium de la filosofía para las distintas propuestas de sentido que la constituyen.

Por otro lado, el leer no es el único acto en el que debe formar y potenciar el profesional y el estudiante de la filosofía, sino también la escritura, porque esta es la que permite darnos a conocer en una propuesta de sentido mediante los distintos estilos; cabría resaltar que quien escribe fija su pensamiento para darlo a conocer a otros e invita al diálogo, ya sea desde sus referentes teóricos como también desde sus posturas académicas frente algún asunto de la tradición y la cultura para nuestro tiempo. es así como diríamos que la formación filosófica desde la lectura y escritura, es la que nos enseña el pensar, el conocer y la visión que tenemos sobre la actualidad.

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