La importancia de Flandes en el rumbo del Imperio español y el papel de la flota en el conflicto.

May 21, 2017 | Autor: E. Jiménez Virgili | Categoría: History, European History, Military History, European Studies, Strategy (Military Science), Early Modern History, Maritime History, War Studies, International History, XVIII century, Military and Politics, Spain (History), History of the Spanish-Habsburg Netherlands, Military, Historia Social, Spanish empire, Historia, XVII century, Fuerzas Armadas, Historia Política y Social Siglos XVIII-XIX, Historia política y social siglos XIX y XX, Europa, História, Guerra, Estrategia, Historia Militar, Historia Contemporánea de España, Historia Moderna De España, Historia maritima, Imperio Español, Holanda, Spanish Armada, Spanish Royal Navy, Guerra de Flandes, Historia De Europa, História Marítima E História Militar, Historia De Las Ciudades En Europa, Flandes, Early Modern History, Maritime History, War Studies, International History, XVIII century, Military and Politics, Spain (History), History of the Spanish-Habsburg Netherlands, Military, Historia Social, Spanish empire, Historia, XVII century, Fuerzas Armadas, Historia Política y Social Siglos XVIII-XIX, Historia política y social siglos XIX y XX, Europa, História, Guerra, Estrategia, Historia Militar, Historia Contemporánea de España, Historia Moderna De España, Historia maritima, Imperio Español, Holanda, Spanish Armada, Spanish Royal Navy, Guerra de Flandes, Historia De Europa, História Marítima E História Militar, Historia De Las Ciudades En Europa, Flandes
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Descripción

La importancia de Flandes en el rumbo del imperio y el papel de la flota en el conflicto.

· Alumno: Eduard Jiménez Virgili. · Máster: Arqueología Náutica y Subacuática 2016-2017. · Asignatura: Ciencias s y técnicas. · Tutores de TFM: Alberto Gullón y José Quintero. · Fecha: Marzo de 2017.

La importancia de Flandes en el rumbo del imperio y el papel de la flota en el conflicto.

'' Ninguna batalla naval puede librarse sin algún elemento de riesgo.'' Frase de Horatio Nelson, citada por el Dr. Duncan Anderson, de la Royal Military Academy, Sandhurst.1

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Serie Documental Grandes Batallas de la Historia: Capítulo de Grandes Batallas de la Historia, Trafalgar. Escrito por CARRYTHERS, B., edición y producción de Cromwell Productions & Eagle Meda. Min. 14:59.

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0 - ÍNDICE:

1 - Resumen. ................................................................................................................... pág.4. 2 - La herencia de Carlos I y el potencial las Provincias Unidas. ................................................................................................................... pág.5. 3 - La revuelta más longeva de la Historia Moderna y el papel de la flota. .............................................................................................................. pág.6-11. 4 - Los efectos para el Imperio y su situación tras 1648. ............................................................................................................ pág.11-12. 5 -Conclusiones. ................................................................................................................. pág.13. 6 - Fuentes. ............................................................................................................ pág.14-15.

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1 - Resumen: La Guerra de Flandes, conocida por la historiografía europea como Guerra de los Ochenta Años, fue ni más ni menos que la revuelta más longeva de la Historia Moderna. Este conflicto supuso uno de los motivos que agotaron constantemente el Imperio español entre 1568 y 1648, manteniendo estos territorios del norte un protagonismo y efectos incluso hasta la Guerra de Sucesión. Ante tales perspectivas, me dispongo a plasmar por qué y cómo los actuales Países Bajos deterioraron y determinaron el rumbo de la corona española, y dentro de este conflicto destacaré cuál fue el papel de la flota. Palabras clave: Imperio, tercios, flota, rutas y abastecimiento.

1 - Abstract: The Dutch War, known for european historiography as the War of the Eighty Years' War, was nothing more nor less than the longest-lived revolt in Modern History. This conflict was one of the reasons that constantly exhausted the Spanish Empire between 1568 and 1648, maintaining these territories of the north importance and effects even until the War of Succession. Faced with such prospects, I set out to explain why and how the actual Netherlands deteriorated and determinate the course of the spanish crown, and into this conflict I will highlight what was the role of the fleet. Key words: Empire, thirds, fleet, routes and supply.

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2 - La herencia de Carlos I y el potencial de las Provincias Unidas:

Fruto de la estratégica política matrimonial emprendida por los Reyes Católicos durante el siglo XV, Carlos I recibió una extensa herencia internacional en 1516 que incrementó el potencial del Imperio Español e hizo de él la potencia europea hegemónico de la época. Esta herencia comprendía básicamente: ·

Herencia castellana, de Juana de Castilla: La Corona de Castilla, Navarra, las Islas Canarias, las plazas del norte de África y los territorios americanos.

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Herencia aragonesa, de Fernando de Aragón: Aragón, Cataluña, Rosellón, Valencia, las Islas Baleares, Cerdeña, Nápoles, Malta y Sicilia.

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Herencia borgoñesa, de María de Borgoña: Los Países Bajos, Aertois, Luxemburgo, Charoláis, Borgoña y el Franco condado.

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Herencia habsburguesa, de Maximiliano I de Habsburgo: Austria, Tirol, Estiria, Carintia y Carniola.

No obstante, con el fin del reinando del monarca (primero en el marco español en 1556 y después en el imperial por su muerte a los 58 años) 2 en 1558 empezó una notable conflictividad con las posesiones de los actuales Países Bajos. Las Provincias Unidas estaban constituidas por pequeños estados que habían pertenecido a Borgoña y al Sacro Imperio, pero Felipe II heredó esta posesión en lugar de Fernando, que quedó como emperador. Esto se debió a los intereses imperiales castellanos, ya que mediante Flandes la corona preservaba un fructífero mercado desarrollista, una base para acceder al potente comercio del centro y el norte del continente, ricas ciudades como Ámsterdam o Amberes, un enclave que ofrecía tanto notables productos como impuestos, un espacio donde exportar productos españoles, un escudo ante el expansionismo protestante y una posición geoestratégicamente perfecta en el corazón de la Europa Occidental tanto para acciones de guerra, política y/o diplomacia. Es decir, las provincias de los Países Bajos Septentrionales y Meridionales 3 en 1558 se unieron directamente a la Corona española, convirtiéndose en un posesión de la cual Felipe II no podía prescindir a causa de sus polifacéticos valores y potencial. 4

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Carlos I abdicó en 1556 en el marco peninsular en favor de su hijo mayor, Felipe II, aunque siguió en su labor en el marco del Sacro Imperio Romano-Germánico hasta su muerte en el año 1558. Los antiguos Países Bajos de los siglos XVI-XVII comprendían los actuales estados europeos de Bélgica, Países Bajos (con Holanda), Luxemburgo y algunos departamentos del noroeste de Francia. En total el número de provincias ascendía a 17, siendo regiones con notable autosuficiencia y potencial (englobando varias categorías, desde grandes condados a pequeños marquesados): Holanda, Zelanda, Flandes, Artois, Hainaut, Namur, Zutphten, Brabante, Luxemburgo, Limburgo, Güeldres, Overijssel, Groninga, Frisia, Utrecht, Malinas y Amberes.

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3 - La revuelta más longeva de la Historia Moderna y el papel de la flota.

Con el reinado de Felipe II, entre 1556 y 1598, se dispararon las problemáticas del norte al no identificarse los siervos de las Provincias Unidas con buena parte de las ideas de la corte castellana, además de ver mal a Felipe II, un mero rey extranjero. 5 Tal como apuntan autores, citando a Violet Soen (2011: pág. 176-177), empezaron una serie de luchas y conflictos en cadena desde las diferentes fracciones de las diecisiete provincias y la corona española. Aunque con el paso de las décadas la corona se dio cuenta de la necesidad de negociar por la situación financiera y estratégica, podemos apreciar que las contraproducentes ofertas, los intereses imperiales y las constantes crispaciones desde diversas facciones norteñas impidieron una pacificación fructífera y longeva. 6 Este clima propició así la revuelta más larga de la Historia Moderna, perdurando en múltiples fases evolutivas desde 1568 a 1648. Evaluar este conflicto armado podría dar para un doctorado, pero sí es necesario que nos centremos en comprender aquellos factores que complicaron el contexto, alargando el proceso y originando mayores choques: A - La labor ineficaz del gobierno a cargo: Los gobernadores y capitanes generales que representaban al rey en los Países Bajos entre los reinados de Felipe II y Felipe IV, desde Margarita de Parma a Francisco de Moura, fueron incapaces de mantener la estabilidad administrativa y arraigar el pacifismo en la región. El uso de la fuerza y/o las gestiones poco adaptadas a las condiciones fueron políticas imperantes, siendo las maniobras diplomáticas o las actuaciones contemplativas desproporcionalmente reducidas, destacando sólo pasividad por personajes puntuales, como Lluís de Requesens o Juan de Austria. 7 Esto explica a la perfección la desobediencia civil y las crispaciones de las clases bienestantes, que veían cómo desde el poder se cometían numerosas vulneraciones inflexibles ante sus principios o necesidades. B - La dureza española: A lo largo del mandato español en esta región del norte de Europa hubo múltiples episodios en los cuales se mostró intolerancia y falta de apoyo ante los súbditos flamencos, acentuando la mala visión local por los españoles. Podemos destacar entre ello numerosos exponentes. Por ejemplo, las medidas como los Tribunales de Tumultos que creó el Duque de Alba, que confiscó numerosas propiedades privadas y ejecuciones tal como detalla William Maltby 5

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Múltiples expertos de la historiografía anglo-sajona exponen que los monarcas españoles mostraron una actitud distante, preocupándose sólo por intereses peninsulares y no por los de los flamencos. La total pacificación de las 17 provincias no se dio a lo largo de 80 años, habiendo siempre incesantes frentes abiertos en alguna de ellas con el Imperio, entre otras provincias o con naciones europeas circundantes. Pensemos que las alianzas diplomáticas nutrieron fuertes relaciones a conveniencia. La neutralidad fue un requisito básico para elegir a hombres como Lluís de Requesens, tal como muestra Julie Versele (2006: pág.275-276), impulsando los nombramientos de Gobernadores generales estratégicamente para afrontar el contexto socio-político que encontrarían en el norte.

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(2007: pág.252-256). 8 Estuvo vigente también la falta de contemplación ante las necesidades de la región en situaciones de crisis, como en cuanto se dispararon endeudamientos, inflaciones, carestías de alimentos y precios durante la guerra de Suecia y Dinamarca. Tampoco podemos olvidar cómo se produjeron numerosas acciones del ejército que vulneraron a la población, quedando recurrentemente una mala visión e interacción desde los civiles respecto al grueso de tropas del norte. 9 C - La acumulación de frentes de modo insostenible: las rebeliones y sublevaciones por el imperio, las guerras ante Francia e Inglaterra, los frentes italianos, la participación en macro-conflictos como la Guerra de los Treinta Años, los choques ante los turcootomanos, la lucha contra la piratería... El Imperio Español fue un partícipe en conflictos internacionales en aras de mantener sus intereses o por obligación, y ello a la larga significó un progresivo desgaste de los recursos de los cuales disponía (demográficos, capitales,...etc.). Debemos tener en cuenta que esta multiplicidad de frentes implicaba diluir las fuerzas y abastecer contextos muy diversificados, no pudiendo canalizar esfuerzos y agotando la capacidad operativa al estratificar el ejército en numerosos frentes internacionales. Ante tales circunstancias, enfatizar y atender adecuadamente aquellos ejes prioritarios supuso un reto y explica la ineficacia del Imperio para solucionar de raíz la situación del norte. 10 D - Las pésimas condiciones para el Ejército de tierra: Primero de todo, la guerra tuvo que sostenerse en un complejo enclave alejado a centenares de kilómetros de la Península, teniendo que pasar los refuerzos por el complicado y recurrentemente amenazado Camino Español. 11 Esto ya suponía un auténtico reto logístico de por sí, como muestra el historiador Fernando Martínez (2007: pág.2). Pero además, una vez llegaban los soldados al norte, a lo largo de los 80 años de guerra la tropa tenía que combatir en un ambiente de dura climatología nórdica, afrontar numerosas carencias de aprovisionamiento (comida, pólvora, munición, etc.), falta de personal de personal... unas condiciones que pocos ejércitos hubieran aguantado. Esto se demuestra con los 45 motines de 1572 a 1607 por falta de pagas 12 que expone el

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La figura de del Duque de Alba , fue una de las más controvertidas y criticadas por sus actuaciones entre 1567 y 1573, arraigando en la leyenda negra, tal como muestra Alfredo Alvar (1997:pág.18). No obstante, como resalta Juan Giménez (2000: pág.269-272), en los tercios españoles destacaba un trato correcto con los civiles en tierras dominadas por la corona en base al concepto de la honra, las ordenanzas del sistema militar español y el liderazgo desde los altos mandos, habiendo un rígido control de esta tropa profesional. Este marco en cambio no se sustentó en áreas que no eran territorio imperial, en contextos de carestía de aprovisionamiento o al reclamar botines tras batallas. Así pues, atender un frente exigente como el de Flandes entre 1572-1607 o 1621-1647, sus períodos de mayor intensidad, fue agotador e insostenible, como muestra Fernando Martínez (2007: pág.12). El Camino Español por el que pasaban las tropas hasta Flandes era objeto de numerosas polémicas en sus tiempos. Por ejemplo, Quintín Aldea muestra con las cartas entre Diego Saavedra y el Cardenal Infante el caso de riesgo del paso por un posible corte suizo y francés en 1633 (1986: p.82-83). En esa época los constantes retrasos en las pagas eran una dinámica, llegando a prolongarse desde los ya normalizados 6 a casos de 36 meses. Tal condición en el sistema de pagos suponía un eje de

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mismo autor (2007: pág.14-15). Este contexto condicionó pues el estado y la labor de las tropas a lo largo de décadas de innumerables servicios militares. E - La intolerancia religiosa: La fragmentación de la Iglesia Católica ante los corrientes de la Reforma protestante y la consecuente Contrarreforma supuso un impacto en la estabilidad europea en los siglos XVI y XVII, condicionando el desarrollo continental, incrementado además por la implicación de las monarquías de la época y por el papel del Papado. Citando a Hugh Trevor-Roper, la Contrarreforma se generalizó en Europa gracias a España, actuando como ''paladín'' de la Iglesia católica e imponiendo su modelo religioso con rigidez (2009: pág.51). En tal panorama podemos destacar cómo el catolicismo español impuesto chocaba la doctrina calvinista, que arraigó a los Países Bajos. 13 Este fenómeno implicó que se acentuara tanto la división como las desavenencias en una sociedad ya conflictiva de por sí, disparándose con la represión y las políticas imperiales en unos territorios donde el peso del protestantismo iba aumentando, calando en la identidad de la población. Ante tales perspectivas, Alain Peyrefitte (1996: pág.194) expone cómo los calvinistas holandeses incluso financiaron parte de los ejércitos de Francia bajo Enrique IV contra España, fomentándose la inestabilidad con principios religiosos. F - La dilapidación de caudales sin compensación: Pensemos que sólo en la pagaduría para las tropas ya hubo una inversión ingente, como demuestra Geoffrey Parker (1976: pág.340); entre enero de 1642 y diciembre de 1645 el Tesoro Español sacrificó 2.819.637 escudos de 50 placas según cálculo del pagador general Ulloa. 14 Yendo a cifras aún más generalistas, el historiador Dave Maffi (2014: pág.430-439) expone que en enero de 1640 el gasto total para mantener el ejército de Flandes ascendía a 6.516.657 escudos, 15 mientras las arcas españolas no disponían entonces de un superávit equivalente siquiera a la mitad de esa cifra. Llegados a tales extremos, el esfuerzo por proteger los territorios del norte de Europa extenuaba económicamente la Hacienda y el tesoro, invirtiendo una desorbitada cantidad de recursos en una zona que ya no era solvente económicamente para la corona dado el gasto que suponía mantenerlos. Este conjunto de factores que se dieron al conjuntamente o sucesivamente en el mismo contexto espacio-temporal explica el alargamiento y la complejidad de este conflicto que condicionó y marcó el desarrollo no solamente del Imperio español, sino también de la Historia Moderna.

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conflictividad, más aún entre mercenarios o las tropas imperiales de procedencia no española como austríacos, croatas, polacos, albanos, padanos, toscanos, venecianos... complicando la disciplina. El calvinismo se extendió gradualmente desde Suiza por el corazón y el norte de Europa, calando en Francia, Escocia, los Países Bajos,... e incluso llegando a recónditos enclaves como Chipre o Malta. Fuente original procedente de; Archivo General de Simancas, CMC 3a/993. Fuente original procedente de; Archivo Histórico Nacional, E lib.957, Relación de los que importa el pagamento del exército, 28 de enero de 1640.

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No obstante, no podemos olvidar un aspecto clave que normalmente pasa desapercibido por parte de las fuentes y estudios; la participación de la flota en este conflicto de modo ininterrumpido a lo largo de las décadas. Es indiscutible que la Monarquía Hispánica era una potencia naval puntera entre siglos XVI y XVII, algo apreciado y resaltado por autores como Robert Hutchinson (2013: pág.120-145). Aún así, si repasamos el historial de servicios de la Armada en el Mar del Norte para participar en el conflicto de Flandes u otros en la zona el balance de efectividad mostrado por la flota militar tiende a ser negativo, y lo demuestran recurrentemente Colin Martin y Geoffrey Parker (1988: pág.39) con los desastres navales de 1574, 1596, 1588 y 1639. 16 Analizando tanto estas batallas como los servicios de campaña, podemos ver que en la lucha del norte no se pudo mantener una flota vigente y hegemónica a pesar de todos los intentos españoles, limitando actuaciones imperiales. Pero aunque la flota no fue capaz de imponerse en el Mar de Norte, 17 el papel de la Armada española fue esencial para el transcurso de la guerra y el afianzamiento imperial más allá de los campos de batalla. Pensemos que su esfuerzo permitió a la corona mantener el conflicto de Flandes y proteger sus intereses con el apoyo marítimo de diversos modos. A continuación analicemos su contribución: En primer lugar, la flota fue un elemento clave en el transporte de tropas hacia el norte. Los centenares de kilómetros de distancia que separaban Flandes de España y sus posesiones europeas meridionales eran un condicionante para el desarrollo bélico de la Monarquía en el norte, recurriendo al Camino español. Ante tal contexto hubo una cuantiosa cantidad de tropas que acudían al norte desde el mar, acentuándose además hasta la práctica totalidad de soldados al interrumpirse el Camino español desde 1635, como expone Robert A. Stradling (1992: pág. 309). Además, este método de transporte connotaba mayor rapidez y comportaba un control exhaustivo del viaje. En segundo lugar, la guerra del norte requirió una ingente cantidad de aprovisionamientos, más aún teniendo en cuenta las obligaciones de la corona para con sus tropas. Por ello, una importante parte de los abastecimientos de los cuales dependía el norte tenían pasaron por mar, permitiendo una vía más segura y rápida que el camino terrestre (lento, caótico y arriesgado). En tercer lugar, hubo una producción de naves no solo numerosas, sino que también especializadas se fueron adaptando al entorno, pudiendo citar el caso de los galeoncetes o las fragatas que muestra Robert A. Stradling (1992: pág.223). 18 19 16 17

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Las derrotas de la Armada Invencible en 1588 y de las Dunas en 1639 fueron las más catastróficas. Los motivos para explicar este contundente fracaso al intentar imponer en el maro naval a la Monarquía Hispánica se debe a una serie de factores interrelacionados, entre los cuales destaco básicamente la distancia vigente entre la Península Ibérica y el frente, la falta de efectivos y el hecho de tener que afrontar el potencial naval holandés, inglés y/o francés en sus propias aguas. En el caso de los galeoncetes, estas naves fueron una evolución del galeón producida en el siglo XVI, con menores proporciones y más compacto para afrontar los rigores que presentaba el mar nórdico.

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Esta adaptación potenciada desde los astilleros permitió producir naves que compitieran en equivalencia de condiciones constructiva a las de las flotas enemigas del norte, habiendo una flota española potente, capaz de expandir los intereses de la corona al ámbito náutico y apta tecnológicamente para luchar en la guerra naval y encarar los frentes marítimos nórdicos. Aún con estos factores, la participación de la flota también exigió un alto precio que aceleró el desgaste imperial y presentó multiplicidad de problemáticas e inefectividades que no se solucionaron. ¿Qué factores negativos podemos destacar? En materia de costes, la Armada (junto al ejército del norte) era un gasto que vaciaba las arcas imperiales de modo constante. Sólo en los presupuestos de Felipe II para 1574, en base a la obra de Geoffrey Parker (1975: pág.339) podemos observar que el pagador general del Ejército de Flandes Lixalde calculó necesarios un total de 702.727 escudos mensuales para garantizar la victoria del general Recasens y armar tanto la flota como la tropa de tierra, el equivalente a un total de 8'4 millones de escudos anuales. 20 Tengamos en cuenta que este gasto cuadruplicaba la inversión en la flota del mediterráneo de ese mismo año, pues el pagador de la flota del Mediterráneo Juan Morales de la Torre recibió 2.052.634 escudos de 10 reales. 21 22 En el ámbito de marineros hay también contras, pues la Armada presentó un déficit crónico, no superando nunca los 3.800 efectivos que se destinaron a la guerra de las aguas del norte en 1588. 23 Esto supuso un constante problema para generar flotas, tener profesionalidad y llenar proporcionalmente las naves con suficientes efectivos. 24 Si analizamos también las bajas que sufrió la flota, podemos apreciar una situación problemática e insostenible en numerosos episodios. En cuanto a marineros, Robert A. Stradling ve que las bajas en una marina de madera eran mayores que en la guerra terrestre (1992: pág.205). Esto lo podemos atribuir a los peligros imposibles de aislar como el fuego o las epidemias vigentes en la vida de abordo, la hostilidad crónica del propio medio marítimo, las muy frecuentes malas o escasas dietas, las privaciones, los 19

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Las fragatas según la historiografía naval tradicional fueron naves desarrolladas desde 1640 a partir del diseño de los navíos mayores producidos e investigados en el Mar del Norte y el Báltico. Al final de estos presupuestos se enviaron ''solo'' 3.688.085 escudos de 39 placas según las relaciones enviadas al rey, vigentes en las fuentes del Archivo General de Simancas, CMC 2a/º4, sin foliar. Esta cifra otorgada se halla en el Archivo General de Simancas, CMCM 2a/814. En esos momentos en el Mediterráneo se hacía frente a la piratería berberisca, a la flota francesa y a los turcos, por lo cual era un frente de largas proporciones y de vital importancia. Aún así, durante las campañas anuales este frente recibió menos inversiones que el de Flandes y el Mar del Norte. Acudiendo a Robert A. Stradling podemos ver este déficit crónico de marineros mediante cifras exponenciales (1992: pág.324): 1588; 3.800 hombres - 1600; 450 hombres - 1627; 1.200 hombres 1635: 3.700 hombres - 1645; 1.800 hombres - 1655; 500 hombres - 1669; 1.400 hombres. Dada semejante y apremiante falta crónica de marineros procedentes de la propia Península Ibérica en las grandes flotas de la corona española, recurrentemente se acabaron importando miles de hombres (normalmente no experimentados, mal formados y/o reclutados forzadamente) procedentes de los dominios españoles, destacando sobretodo los flamencos o los napolitanos.

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fallecimientos...etc. 25 Y en materia de pérdida de naves, Colin Martin y Geoffrey Parker muestran un discurso de Juan Bautista de Tassis referente al frente Dunquerque durante 1601 (1988: pág.39) cuyas líneas nos exponen la crítica situación de bajas en batallas navales, no habiendo suficientes efectivos para abordar y pacificar el Mar del Norte ni imponer una pauta de regeneracionismo ante las bajas: '' Si nosotros presentamos 100 barcos ellos presentan 400, y si más presentamos nosotros, más presentan ellos; y nunca tienen el más mínimo inconveniente en perder diez de sus navíos con tal de hundir uno de los nuestros.'' 26

4 - Los efectos para el Imperio y su situación tras 1648:

Múltiples expertos exponen junto a las fuentes de la época cómo la lucha por el norte durante la segunda mitad del siglo XVII, junto a otros factores, supuso un proceso de recesión gradual para España y su dominio europeo en base a un progresivo e incesante desgaste. En cuanto a la propia flota española de la Europa Septentrional, Robert A. Stadling aprecia que desde 1618 se dispararon los costes de la Armada del mar del Norte al ser revitalizada, aguantar notables pérdidas y requiriendo numerosas naves con personal (1995: pág.255-257). 27 A pesar de los notables esfuerzos que emprendió la corte para mantener los intereses españoles en los Países Bajos con políticas de acción directas, a partir de 1628 se produjeron sucesivas crisis civiles, militares y comerciales que alteraron el teatro de operaciones del Mar del Norte y el Báltico. Esto se tradujo en una contracción de los recursos que España obtenía del ámbito nórdico y en un incremento del riesgo de independencia o semiindependencia de Flandes, algo que Felipe IV y Olivares quisieron impedir con maniobras político-militares que reactivaron el frente nórdico entre 1621-1648. El conflicto de Flandes llegó a su punto álgido en 1647-1648, desembocando en una decadencia del potencial español y un retroceso de su flota en el marco marítimo ante las agresiones holandesas, francesas e inglesas. Tras los reveses tanto en los campos de batalla como fuera de ellos el imperio finalmente reconoce la independencia neerlandesa mediante el clave Tratado de Münster en 1648 y firma la Paz de Westfalia. 25

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En esta época de navegación a vela numerosas enfermedades del mundo náutico no se habían comprendido y, consecuentemente, solucionado. Para ello aún pasaron décadas, teniendo que esperar a los corrientes ilustrados del siglo XVIII y XIX para acabar con problemas como el escorbuto. Discurso del estado de guerra de Flandes de Juan Bautista de Tassis, en el año 1601 desde Dunquerque, fuente original extraída del Archivo General de Simancas, E 634/64. Esta situación supuso un auténtico reto para Hacienda y el tesoro de la corte, implicando subvenciones extraordinarias como el millón y medio de ducados de las Cortes de 1621 sólo para sustentar la escuadra de Flandes y como los numerosos préstamos de los banquero europeos (aún cuando no había garantías y prácticamente todos los ingresos reales restaban hipotecados).

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Llegados a tal momento histórico, el Imperio español estaba exhausto en múltiples campos y su política en el norte restaba en fracaso, además de dejar de ser la potencia europea por excelencia ante su contracción y los tratados firmados. En materia económica I. I. A. Thompson expone cómo Castilla había desembolsado un total de 400.000.000 ducados entre 1621 y 1640 para mantener su hegemonía europea; 47% para mantener los ejércitos, 45% para cubrir deudas contraídas para hacer frente a las exigencias bélicas y un 8% para otros gastos como embajadas, corte, pensiones... (1995: pág.274). Sólo el potencial del sistema defensivo español en síntesis con la resistencia del ejército que describe Richard Bonney (2006: pág.275-276) pudo garantizar tanto los intereses como las defensas en las restantes posesiones hispánicas del norte de Europa hasta 1657 contra ofensivas como las francesas u holandesas. Aún con la gradual recuperación militar española lograda entre 1647 y 1656 (tras estar al borde del colapso de 1640 a 1646), en 1657-1658 las fuerzas imperiales de tierra y mar se agotaron. Esta situación se debió a una serie de factores confluyentes que podemos ver a través de diversos hechos: al pacto anglo-francés de 1657 que sobretodo destaca Richard Bonney (1992: pág.240), el recorte británico a la conexión marítima entre España y sus territorios tanto del norte como de América, los múltiples frentes abiertos (Milán, Bruselas, Portugal, Cataluña...), la reactivación del frente portugués tras años de paz, el colapso del ejército de Flandes y las malas decisiones de Mazarino y Felipe IV. Esta carrera de confrontaciones en las cuales intervino España prácticamente ininterrumpidas durante décadas sólo frenó su ritmo con la Paz de los Pirineos de 1659, como puntualiza Daniel Séré (2007: pág.313), aunque para entonces las capacidades de las tropas y flotas imperiales ya restaban agotadas. 28 Hasta 1668 se sucedieron en el viejo continente complejos panoramas bélicos, políticos y comerciales según los intereses nacionales, una situación que se complicó gradualmente y en la cual la Monarquía Hispánica y Holanda fueron acercándose nuevamente por los factores integradores del comercio, transportes, servicios financieros y suministros mutuos, entre otros que destaca Manuel Herrero (2000: pág.45-60). 29 Finalmente a partir de la triple alianza de 1668 30 se pusieron sobre la mesa intereses conjuntos tanto políticos como militares sumados a los mercantiles, tal como expone David Salinas (1989: pág.12-13), y latentemente volvió a haber una relación homogénea entre España y territorios neerlandeses, empezando una nueva era de diplomacia por intereses conjuntos hispano-holandeses/neerlandeses. 31 32 28

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Pensemos que aún con la paz de 1648, España siguió en guerra con Francia diez años más y no se frenó el conflicto hasta la derrota española en la decisiva Batalla de la Dunas de 1658. Se evidenció una codependencia comercial tras 1648 con el transporte de mercancías, los préstamos bancarios y el subministro de especias, mano de obra negra, armamiento, pertrechos navales, trigo y cobre, elementos neerlandeses básicos de los cuales España no podía prescindir en ese período. Esta alianza la firmaron Inglaterra, las Provincias Unidas y Suecia contra Francia. Una importante parte de estos intereses recaían en frenar el avance de los intereses franceses de Luís XIV, además de llegar a acuerdos comerciales como en el campo de la sal o el comercio de armas.

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5 - Conclusiones: Las provincias del norte supusieron para la Monarquía Hispánica un elemento de enorme desgaste, pues aunque fueran consideradas imprescindibles el hecho de mantenerlas desangró económica y demográficamente los recursos de la corona a lo largo de una guerra que parecía inacabable, alargándose 80 costosos años y alzándose como la revuelta más longeva de la modernidad. Rompiendo con la historiografía tradicional del siglo XX, expertos modernistas como Dave Maffi exponen cómo las fuerzas armadas y terrestres españolas demostraron grandes capacidades de adaptación, recuperación y transformación durante los incesantes desafíos bélicos nórdicos que afrontaron hasta medianos de siglo XVII, revelando recursos inesperados y sabiendo cómo encarar conflictos para adquirir victorias en escenarios que han sido olvidados (2014: pág.510-511). Ante ello, las flotas y las tropas españolas mantuvieron un notable potencial, recuperaron prestigio y prolongaron su estatus entre sus homónimos profesionales europeos. No obstante, estaban condenados a la derrota ante la mala diplomacia española, la dispersión de territorios, reiterados malos liderazgos sin profesionalidad, el progresivo agotamiento imperial tanto en el marco hacendístico como en el demográfico y la falta de adaptación a innovaciones bélicas. Esto explica por qué la Armada acabó siendo ineficaz aún con su relevante papel, viéndose enfrontada sincrónicamente ante flotas de grandes potencias, 33 no pudiendo centrar recursos en el frente, estando dirigida por pésimos mandos, restando mal provisionada y quedando inmóvil ante los nuevos métodos de hacer la guerra. Aún después de la derrota de Flandes y sus consecuentes pérdidas en 1648, la Corona española siguió inmersa en más conflictos (las guerras de Devolución, de Holanda, de los Nueve Años...) que ocasionaron un definitivo desgaste español y cambios en la diplomacia europea, demostrado con Carmen Mª Fernández (2008: pág.429). Con el reinado de Carlos II y este renovado contexto se justificaron nuevas maniobras de acercamiento a Holanda por necesidad, pues como bien destaca David Salinas España necesitaba más políticamente a La Haya de lo que Holanda a Madrid (1989: pág.124). Así pues, los territorios neerlandeses fueron esenciales en la historia española, dictando su rumbo y desarrollo en la era Moderna. Aún con la justificada derrota del norte en 1648, siguió habiendo lazos de codependencia político-comerciales decisivos que ayudaron a la corona, perdurando como potencia el resto del siglo; una monarquía transnacional que a pesar de sus dificultades y rivalidades consiguió movilizar ejércitos y recursos notables, demostrando unas capacidades inesperadas que permitieron mantener un imperio notable, aunque gravemente dañado, hasta la época borbónica. 32

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Si analizamos con atención los tratados de Aquisgrán, Nimega, Ratisbona y Ryswick podemos captar este entendimiento hispano-holandés, alcanzando su mayor auge en el período 1682-1683. Debemos destacar sobretodo el choque con Inglaterra, ocasionando un bloqueo naval en el Mar del Norte que hipotecó los esfuerzos marítimos españoles en plena mitad de siglo XVII.

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6 - Fuentes: 6.1: Bibliografía: ALDEA, Quintín (1986): España y Europa en el siglo XVII. Correspondencia de Saavedra Fajardo. Tomo I, 1631-1633. Ed. CSIC, Centro de Estudios Históricos, Madrid. ALVAR, Alfredo (1997): La Leyenda Negra. Ed. Akal, Madrid. BONNEY, Richard (1992): The European Dynastic States 1494-1660. Ed. The Short Oxford History of the Modern World, Oxford. FERNÁNDEZ, Carmen MARÍA (2008): La política exterior de la monarquía de Carlos II: El Consejo de Estado y la Embajada en Londres (1665-1700). Ed. Ateneo Jovellanos, AIFA, Gijón. GIMÉNEZ, Juan (2000): Tercios de Flandes. Ed. Falcata Ibérica, Madrid. HERRERO, Manuel (2000): El acercamiento hispano-neerlandés (1648-1678). Ed. Biblioteca de Historia, Madrid. HUTCHINSON, Robert (2013): La Armada Invencible. Ed. Pasado & Presente, Barcelona. MAFFI, Dave (2014): En defensa del Imperio. Los ejércitos de Felipe IV y la guerra por la hegemonía europea (1635-1659). Ed. Actas, Madrid. MALTBY, William S. (2007): El Gran Duque de Alba. Ed. Atlanta, Barcelona. MARTIN, Colin & PARKER Geoffrey (1988): La Gran Armada 1588. Ed. Alianza, Madrid. MARTÍNEZ, Fernando (2007): Una Pica en Flandes, la epopeya del Camino Español. Ed. EDAF, Madrid. PARKER, Geoffrey (1976): El Ejército de Flandes y el Camino Español 1567-1659. Ed. Revista de Occidente, Madrid. PEYREFITTE, Alain (1996): La sociedad de la confianza. Ed. Andrés Bello, Barcelona. SALINAS, David (1989): La diplomacia española en las relaciones con Holanda durante el reinado de Carlos II (1665-1700). Ed. Biblioteca diplomática española, Sección estudios, nº4, Madrid.

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SÉRÉ, Daniel (2007): La paix des Pyrénées. Vingt-quatre ans de négociations entre la France et l'Espagne (1635-1659). Ed. Honoré Champion, Col. Bibliotheque Historie Moderne et Contemporaine, París. STRADLING, Robert A. (1992): La Armada de Flandes, política naval española y guerra europea, 1568-1668. Ed. Cátedra, Madrid. TREVOR-ROPER, Hugh (2009): La crisis del siglo XVII. Religión, reforma y cambio social. Ed. Katz, Madrid.

6.2: Artículos y/o capítulos: BONNEY, Richard (2006): The French Challenge to the Spanish Netherlands (16351700). En SANZ, Carmen & GARCÍA, Bernardo José (eds.): Banca, crédito y capital. La Monarquía Hispánica y los antiguos Países Bajos (1505-1700). Ed. Fundación Carlos de Amberes, Seminario Internacional de Historia de Madrid en 2005, Madrid. SOLEN, Violet (2011): ¿Naturales del país o esapignolizés? Agentes de la Corte como negociadores de la paz durante la Guerra de Flandes. En VERMEIR, René, EBBEN, Maurits & FAGEL, Raymond (eds.); Agentes e identidades en movimiento. España y los Países Bajos, Siglos XVI-XVIII. Ed. Sílex, Madrid. THOMPSON, I.A.A.,(1995): Money, Money, and Yet More Money! Finance, the Fiscal State, and the Military Revolution: Spain 1500-1650. En ROGERS, Clifford J. (ed.): The Military Revolution Debate. Ed. Boulder, California. VERSELE, Julie (2006): Las razones de la elección de Don Luis de Recasens como Gobernador general de los Países Bajos tras la retirada del Duque de Alba (1573). Ed. Univ. de Salamanca, Studia Historica,-Historia Moderna, nº28.

6.3: Videografía: Serie Documental Grandes Batallas de la Historia: Capítulo de Grandes Batallas de la Historia, Trafalgar. Escrito por CARRYTHERS, Bob, Edición y producción de Cromwell Productions & Eagle Meda.

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