La importación de manuscritos iluminados y su influencia en la miniatura de la Península Ibérica: 1470-1570, en La miniatura medieval en la Península Ibérica, Joaquín Yarza Luaces (ed.), Murcia, Nausicaa, 2007

October 6, 2017 | Autor: Javier Docampo | Categoría: Medieval illuminated manuscripts, Art Market, Renaissance Illuminated Manuscripts
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Descripción

La importación de manuscritos iluminados y su influencia en la miniatura de la península ibérica: 1470-1570 Javier Docampo Museo Nacional del Prado

El siglo posterior a la invención de la imprenta coincidió en buena medida con el último período de esplendor de la iluminación de manuscritos. Los tipos móviles no acabaron con los códices escritos a mano, pero los fueron relegando a la categoría de libros de lujo, a menudo con una rica iluminación. En la Península Ibérica, donde la imprenta se había introducido en 1472, se desarrolló durante esta etapa una miniatura de desigual calidad, pero siempre muy condicionada por los principales focos artísticos europeos: Flandes e Italia sobre todo, aunque también Francia de manera secundaria. Las vías de penetración de estas influencias debieron ser variadas. Sobre la estancia de miniaturistas hispanos en talleres extranjeros tenemos pocas noticias. Tan sólo podemos citar el episodio del scriptorium que Alfonso V de Aragón formó en la ciudad de Nápoles durante su reinado entre 1442 y 1458, y anterior, por tanto, a la época que examinaremos1. En él trabajaron un Alfonso “Spanyol”, también citado como “de Córdoba” y otro maestro anónimo, que colaboraron en las miniaturas del Libro de Horas de Alfonso el Magnánimo (Nápoles, Biblioteca Nazionale, ms. I.B. 55). Ambos debieron formarse en Valencia 1

Sobre este tema véase Gennaro Toscano, “Nápoles y el Mediterráneo: relaciones entre miniatura y pintura en la transición de la Casa de Anjou a la Casa de Aragón”, en El renacimiento mediterráneo: viajes de artistas e itinerarios de obras entre Italia, Francia y España en el siglo XV, Madrid, Museo ThyssenBornemisza, 2001, pp. 79-99.

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en el círculo de Joan Rexach y Jacomart, y al menos en el primero debió volver a su tierra después de la muerte del rey Alfonso. También debemos citar al Maestro de San Jorge, que además de participar en el mencionado libro de horas trabajó en otros como en el conservado en el J. Paul Getty Museum (ms. Ludwig IX. 12), destinado a un cliente catalán. Sin embargo todos ellos se movían en un lenguaje de origen flamenco, alejado de las novedades que el renacimiento estaba planteando en cuanto a decoración y organización de las escenas en los focos meridionales. Por este motivo no es fácil establecer relaciones entre estos maestros y miniaturistas valencianos como Pere Bonora, en cuya iluminación del Psalterium Laudatorium de Fray Francisco Eiximenis (Valencia, Biblioteca Universitaria, Ms. 725, fol. 128), introdujo orlas e iniciales “a bianchi girari”, en un estilo ya plenamente renacentista. Otros ejemplos de este tipo de orlas se hallan en dos códices con las Obras de Salustio (Barcelona, Biblioteca de la Universidad, ms. 122 y Biblioteca de Catalunya, ms. 448) o en un Misal (Londres, British Library, Add. Ms. 34663)2. También tenemos constancia de la presencia en España de artistas del resto de Europa. A mediados del siglo XV trabajó para el marqués de Santillana el pintor Jorge Inglés, de posible origen nórdico, al que Sánchez Cantón atribuyó en 1917 una serie de códices, conservados casi todos en la Biblioteca Nacional, donde llegaron con el ingreso de la biblioteca Osuna. Otro códice, un De regimine principum de Guido delle Colonne se conserva en la Houghton Library de la Universidad de Harvard (fMS Typ 195). Aunque buena parte de la crítica posterior ha mantenido esta atribución, se trata de un tema pendiente aún de un estudio en profundidad3. Amparo Villalba Dávalos, La miniatura valenciana en los siglos XIV y XV, Valencia, 1964, pp. 142-144 y Pedro Bohigas, La ilustración y la decoración del libro manuscrito en Cataluña, Barcelona, 1967, pp. 67-69, 78 y 81-82. 3 F. Javier Sánchez Cantón, “Maestro Jorge Inglés pintor y miniaturista del marqués de Santillana”, en Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, 1917, pp. 99-105 y 1918, pp. 27-31. La atribución fue mantenida por Chandler Rathfon Post A history of Spanish painting, vol. IV, part. I, Cambridge (Mass.), Harvard University Press, 1933, p. 70; Jesús Domínguez Bordona Exposición de códices miniados españoles, Madrid, 1929, p. 118 y J.J. Martín González , en The Dictionary of Art, Londres, 1996, pp. 854-855. Un rechazo de esta atribución para uno de los códices (la Beata Vita de San Agustín, Vit. 17-4) en Reyes y Mecenas: los Reyes Católicos, Maximiliano I y los inicios de la Casa de Austria en España, Toledo, 1992, p. 366, nº 100. Sobre el manuscrito

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En las cuentas de Isabel la Católica aparecen más miniaturistas extranjeros, como el parisino Ruperto Alexandre o Felipe Morrás de Picardía, también llamado en la documentación Philippe Maurras, que tasó la biblioteca de la reina a la muerte de esta4. En la corona de Aragón hay que reseñar la presencia de Antoine de Lonhy, artista polifacético activo aproximadamente entre 1445 y 1480. Formado en Borgoña en torno a 1440, sus primeras obras son miniaturas. Entre 1460 y 1462 le encontramos documentado en Toulouse y en Barcelona, donde trabajó como diseñador de vidrieras, como el rosetón de Santa María del Mar, y como pintor, en el retablo de los agustinos del Domus Dei en Miralles (Museu Nacional d’Art de Catalunya y Museo del Castillo de Peralada). Aunque no tenemos constancia documental de que trabajase como iluminador en Barcelona, algunas miniaturas han sido relacionadas con este período. Nos referimos a las dos hojas sueltas, procedentes probablemente de un misal, que representan una Crucifi xión (Praga, Národni Galerie) y un Cristo en Majestad (San Francisco, colección particular)5. Por otro lado desde 1502 está documentado un Gilaberto de Flandes como posible director del scriptorium que realiza los cantorales del monasterio de Santa Engracia de Zaragoza6. de Harvard: Roger S. Wieck, Late medieval and Renaissance illuminated manuscripts 1350-1525 in the Houghton Library, Cambridge, Mass., 1983, pp. 98-99. Sobre la biblioteca del marqués el estudio clásico es el de Mario Schiff, La bibliothèque del Marquis de Santillane, París, 1905. Véase también los catálogos de dos exposiciones: La Biblioteca de los Mendoza en el siglo XV, Madrid, 1958 y Los libros del Marqués de Santillana, Madrid, Biblioteca Nacional, 1977, en donde se proporciona una lista sumaria de los manuscritos que poseyó (pp. 17-21). 4 Joaquín Yarza Luaces, “Los Reyes Católicos y la miniatura”, en Curso sobre las artes en Aragón durante el reinado de Fernando el Católico, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1993, pp. 68-72, 79 y 82-83 y Rafael Domínguez Casas, Arte y etiqueta en la corte de los Reyes Católicos: artistas, residencias, jardines y bosques, Madrid, Alpuerto, 1993, pp. 127-128 y 135. Nuevas noticias sobre Alexandre en Carmen Morte García, “Artistas de la corte de los Reyes Católicos en Zaragoza” en Archivo Español de Arte, nº 280, pp. 426-430 y sobre Morrás en Elisa Ruiz, “Los libros de horas en los inventarios de Isabel la Católica” en El libro antiguo español VI, Salamanca, Ediciones Universidad, 2002, p. 413. 5 La carrera de Lonhy fue reconstruida por François Avril en “Le Maître des Heures de Saluces: Antoine de Lonhy” en Revue de l’Art, nº 85, 1989, pp. 9-34. Véase también El renacimiento mediterráneo..., pp. 481-490. 6 El arte en Cataluña y los reinos hispánicos en tiempos de Carlos I, Madrid,

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También conocemos la presencia en Barcelona entre 1509 y 1525 de un iluminador florentino, Giacomo Smeraldo Diotavanti, que trabajaría en los cantorales de monasterio de Pedralbes y en misales para Barcelona y Tortosa7. En Portugal, Antonio de Holanda, cuyo apellido parece indicativo de su origen, aparece como fundador de la escuela miniaturística desarrollada en la primera mitad del siglo XVI. Otra posible vía, sobre la que tampoco quedan apenas restos, pudo ser la importación de cuadernos de modelos, que los miniaturistas emplearían para copiar composiciones o motivos decorativos. No conocemos ningún cuaderno extranjero de modelos que pasase por la Península Ibérica, aunque es evidente que debieron ser utilizados, como demuestra un alfabeto completo de principios del siglo XVI conservado en París (École des Beaux-Arts, Ms. Masson 98)8. Sin embargo el factor que probablemente incidió más en la llegada de prototipos europeos a los talleres de miniaturistas españoles fue la importación de numerosos códices iluminados desde finales del siglo XV y hasta mediados del siglo XVI por parte de prelados, nobles y monarcas. Al igual que otros productos artísticos unas veces se encargarían o comprarían en los países de origen mientras que otras se adquirirían a los mercaderes que los traían a las grandes ferias, como la de Medina del Campo. Hasta que punto condicionaron estos manuscritos importados, a menudo de una calidad muy alta, a los miniaturistas hispanos es un asunto de gran complejidad. En primer lugar hay que tener en cuenta la interrelación entre las distintas manifestaciones artísticas, de manera que los códices no eran evidentemente la única fuente estilística e iconográfica para los iluminadores y así deben ser considerados otros factores como las conexiones entre pintura, miniatura, grabado y escultura en el caso del influjo del arte flamenco o la influencia que los modelos arquitectónicos (dibujos y grabados) pudieron tener en la en-

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Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2000, pp. 224-229, con la bibliografía anterior. Jesús Domínguez Bordona, y Juan Ainaud, Miniatura, grabado y encuadernación, Madrid, 1962 (Ars Hispaniae, t. XVIII), p. 235; Pedro Bohigas, La ilustración y la decoración del libro manuscrito…, pp. 127-129; Josefina Planas Bádenas, “Liber Missalis”, en El arte en Cataluña y los reinos hispánicos en tiempos de Carlos I, nº 29, pp. 246-247. Jonathan J. G. Alexander, Medieval illuminators and their methods of work, New Haven: Yale University Press, 1992, p. 126 y nota 35.

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trada del repertorio renacentista italiano. Especialmente importante se revela la transmisión de modelos a través de las estampas, asunto que ha recibido una cierta atención crítica9. En segundo lugar debemos considerar el peso de la tradición anterior. La formación del estilo hispano-flamenco que domina buena parte del período puede rastrearse desde los años centrales del siglo XV y es, por tanto, algo anterior a la etapa que estudiaremos. Nos limitaremos, pues, a ver una más de las vías de llegada, aunque de gran importancia, de las grandes corrientes artísticas europeas del momento y alguno de los aspectos de su influencia sobre la miniatura española.

Libros de oras de Flandes yluminadas: la llegada de manuscritos flamencos. Durante este período las adquisiciones de manuscritos iluminados deben verse en el marco general de la llegada a la Península de obras de arte de todo tipo: pinturas, esculturas, tapices, piezas de orfebrería y metal..., pero también sepulcros, retablos completos e incluso elementos arquitectónicos10. De manera que no es de extrañar que elementos tan fácilmente transportables como los libros cruzaran con frecuencia las fronteras. Especialmente los talleres flamencos, organizados en

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Diego Angulo Íñiguez, “Martin Shongauer y algunas miniaturas castellanas” en Arte español, 1924, pp. 173-180; L. M. F. Bosch, “A terminus ante quem for two of Martin Shongauer’s Crucifi xions”, en Art Bulletin, 1982, pp. 632-635; Rosario Marchena Hidalgo, “La influencia de los grabados en las miniaturas de los libros de coro de la catedral de Sevilla” en Archivo Español de Arte, nº 280, 1997, pp. 430-438 y Fernando Villaseñor Sebastián “Préstamos e influencias extranjeras en la miniatura hispanoflamenca castellana” en El arte foráneo en España: presencia e influencia, Madrid, CSIC, 2005, pp. 227-235. 10 La bibliografía es abundante. Sobre la importación de obras flamencas destacaremos como visiones de conjunto: Jan Karel Steppe, “Mécénat espagnol et art flamand au XVIe siècle” en Splendeurs d’Espagne et les villes belges, Bruselas, Crédit Communal, 1985, t. I, pp. 247-282; Joaquín Yarza, “El arte de los Países Bajos en la España de los Reyes Católicos”, en Reyes y Mecenas, pp. 133-150 y J.J. Martín González, “El arte flamenco en Castilla y León” en Vlaanderen en Castilla y León: op de drempel van Europa, Amberes, 1995, pp. 95-100. Sobre la llegada de obras italianas: Alfredo J. Morales, “Italia, los italianos y la introducción del Renacimiento en Andalucía”, en Reyes y Mecenas, pp. 177-197.

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este momento como auténticas “factorías” capaces de abastecer a toda Europa, proporcionaban sobre todo libros de rezo de pequeño tamaño y ricamente decorados: breviarios y libros de horas. Su carácter comercial se acentuaba con la posibilidad de incluir miniaturas a gusto del cliente, que, por esa razón, se realizaban en folios sueltos con los versos en blanco. También tenían a veces espacios en blanco para que los compradores pudieran añadir sus retratos, escudos, emblemas, etc. Así los compradores españoles podían encargar miniaturas de temas específicamente hispanos, como Santiago Matamoros, que luego se encuadernaban con el resto del libro. Como ejemplo podemos citar las tres hojas sueltas vendidas en Sotheby’s (17 de junio de 1997, lot. 35), una de ellas con un Santiago Matamoros, atribuidas al Maestro de Jannecke Bollengier, un discípulo del Maestro del Libro de Oraciones de Dresde. Pudieron formar parte de un libro de horas vendido en la misma subasta (lot. 82), destinado con toda probabilidad a un cliente hispano. Estos manuscritos importados estaban destinados a una clientela laica, aunque en ella habría que incluir a importantes obispos, que podía afrontar su elevado precio, frente a los libros litúrgicos para iglesias, catedrales y monasterios, que eran realizados normalmente en talleres españoles. Está documentada la presencia de escribanos de la Península trabajando en Flandes y colaborando con miniaturistas flamencos en la realización de libros de horas para satisfacer la demanda procedente de España. El manuscrito más significativo en el que pudo ocurrir esta confluencia es el Libro de Horas dividido en tres fragmentos, conservados en la Newberry Library de Chicago (ms. 39) y la Bibliothèque Royale de Bruselas (ms. IV. 35 y ms. IV. 375), obra de Willem Vrelant11. 11 Sobre este libro véase The Dyson Perrins collection. Part 2. Forty-six western and oriental illuminated manuscripts, Londres, Sotheby’s, 1959, nº 78; Léon Gilissen, «Membra disjecta d’un livre d’heures en latin et catalan» en Scriptorium, t. XIV, nº 2, 1960; Pedro Bohigas, Op. cit., pp. 103-10 ; L M. J. Delaissé, «Un copista español, un miniaturista holandés y un manuscrito flamenco en la Newberry Library», en Revista de Llibreria Antiquària, 8 , 1984, pp. 20-21; Georges Dogaer, Flemish miniature painting in the 15th and 16th centuries, Amsterdam, 1987, p. 100 y Bernard Bousmanne “Item a Guillaume Wyelant aussi enlumineur”: Willem Vrelant: un aspect de l’enluminure dans les Pays-Bas méridionaux sous le mécénat des Duch de Bourgogne Philippe le Bon et Charles le Téméraire, Turnhout, Brépols, 1997, pp. 237-238 y 240-241. Véase además C. F. R. de Hamel, «Reflexions on the trade in books of hours at Ghent and Bruges», en Manuscripts in the fifty years after the in-

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Las numerosas rúbricas en catalán junto con la presencia de oraciones redactadas en femenino obligan a pensar en una dama de este origen como destinataria del libro. Otro libro de horas iluminado del taller de Vrelant (Waddesdon Manor, The James A. de Rothschild Collection, ms. 9) pudo también ser realizado en parte por un escriba catalán como muestra su escritura gótica rotunda y la presencia de las tablas de cómputo escritas en esta lengua a comienzo del manuscrito12. Los primeros clientes de estos talleres pudieron ser los miembros de la importante colonia de mercaderes castellanos y catalanes asentados en las principales ciudades comerciales flamencas, sobre todo Brujas y Amberes13. La colonia catalana en Brujas debió ser importante al menos desde finales del siglo XIV y sus encargos de manuscritos pueden rastrearse desde ese momento. Así podemos citar un libro de oraciones que estuvo en la colección Chester Beatty con textos en latín y catalán, escrito antes de 1400 por un “Johannes de Ecclesia” habitante de Brujas (“commorante in villa brugensi”14. En fechas más tardías conocemos algunos códices adquiridos por importantes prelados, como el espléndido libro de horas (Zaragoza, Real Seminario de San Carlos, inv. 6209) comprado por el obispo Juan Rodríguez de Fonseca, probablemente hacia 1505-1506, cuyas armas aparecen en varios folios. Dogaer lo atribuyó al Maestro de los Libros de Oraciones de 1500 y Yarza, por su parte, al Maestro de Jacobo IV de Escocia15. También algunos nobles en misiones diplomáticas serían

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vention of printing, Londres, The Warburg Institute, 1983, pp. 29-33 y Josefi na Planas Bádenas, «Entre Flandes y la Corona de Aragón: las Horas Negras de la Hispanic Society of America», en El Mediterráneo y el Arte Español: Actas del XI Congreso del CEHA, Valencia, Septiembre 1996, pp. 80-86, especialmente la p. 86 y la nota 63. L. M. J. Delaissé, James Marrow, y John de Wit, The James A. de Rothschild Collection at Waddesdon Manor: illuminated manuscripts, Fribourg, Office du Livre, 1977, pp. 181-214 y Bernard Bousmanne “Item a Guillaume Wyelant aussi enlumineur”, pp. 311-312. J. A. Goris, Étude sur les colonies marchandes méridionales (portugais, espagnols, italiens) à Anvers de 1488 à 1567, Lovaina, 1925, especialmente las pp. 55-70 y 281-284. The library of A. Chester Beatty, A descriptive catalogue…, by E. G. Millar, Oxford, 1930, vol. 2, p. 217, pl. CLXXXIII y CLXXXIV. Sobre el mecenazgo del obispo: Joaquín Yarza Luaces, “Dos mentalidades, dos actitudes ante las formas artísticas: Diego de Deza y Juan Rodríguez de Fonseca”, en Jornadas sobre la catedral de Palencia, 1989, pp. 105-142. Sobre el li-

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buenos clientes, como por ejemplo Garcilaso de la Vega, padre del poeta homónimo, quien, siendo embajador en Roma, recibió en 1498 desde Bruselas un magnífico libro de horas del taller de Vrelant (Madrid, Biblioteca Nacional, Vit. 24-2), enviado por el obispo Diego Ramírez de Villaescusa, embajador en Flandes. El libro pasaría posteriormente a su hija Leonor de la Vega y sería revisado por la Inquisición en 157416. Procedente de Italia llegó otro libro de horas flamenco, el llamado Libro de Horas del papa Alejandro VI (Bruselas, Bibliothèque Royale, ms. IV 480), heredado por su hijo Juan, duque de Gandía, probablemente a la muerte del papa en 1503. Es interesante señalar que este libro de horas procede del mismo taller que otros dos que también estuvieron en nuestro país. Nos referimos a las Horas Ayala (Lisboa, Fundaçao Gulbenkian, LA 128), que, según una anotación del fol. 122 perteneció a José Ayala, fabricante de espadas en Toledo y el Ms. 1595 del Musée Condé de Chantilly, que tiene una censura de la Inquisición de 157317. bro de horas: Émile Bertaux, “Libro de Horas de D. Juan Rodríguez de Fonseca, obispo de Palencia” en L’Exposition retrospective d’Art, Saragosse, Typographie La Editorial, París, Librairie Centrale des Beaux-Arts, 1910, pp. 119-122; Joaquín Bosque Maurel y Joaquín Pardo Cajal, “Dos Libros de Horas con miniaturas conservados en Zaragoza”, en Seminario de Arte Aragonés, I, 1945, pp. 51-70 y Javier Docampo, “Libro de horas de Juan Rodríguez de Fonseca” en Erasmo en España: la recepción del humanismo en el primer renacimiento español, Madrid, Sociedad Estatal para la Acción Cultural en el Exterior, 2002, pp. 340-341. 16 Ana Domínguez Rodríguez, Libros de Horas del siglo XV en la Biblioteca Nacional, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1979, pp. 78-81, con la bibliografía anterior; Joaquín Yarza Luaces, Los Reyes Católicos: paisaje artístico de una monarquía, Madrid, Nerea, 1993, p. 370; Bernard Bousmanne “Item a Guillaume Wyelant aussi enlumineur”… pp. 183 y 267-268 y Juana Hidalgo Ogayar, Libro de horas de Leonor de la Vega, Madrid, Club Bibliográfico Versol, 2000. 17 Sobre el Libro de Horas de Alejandro VI: Gustave Pawlowski, “Le livre d’heures du Pape Alexandre VI Borgia” en Gazette des Beaux-Arts, 1891, t. XV y XVI, pp. 511-520 y Flemish illuminated manuscripts 1475-1550, edited by Maurits Smeyers and Jan Van der Stock, Gante, Ludion, 1996, pp. 14-15. Recientemente se ha realizado una edición facsímil (Patrimonio Ediciones). Sobre las Horas Ayala véase Museu Calouste Gulbenkian: catálogo, Lisboa, Fundaçao Calouste Gulbenkian, 1982, nº 491, p. 83 y A Imagen do tempo: livros manuscritos ocidentais, Lisboa, Fundaçao Calouste Gulbenkian, 2000, p. 158. Por otro lado Maurits Smeyers en L’art de la miniature flamande du VIIIe au XVIe siècle, Tournai, La Renaissance du Livre, 1998, p. 478, considera que el libro pudo pertenecer a Pedro de Ayala, protonotario apostólico,

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Los ejemplos anteriormente citados nos muestran a los españoles como meros compradores o herederos de códices. Pero también se hicieron encargos específicos a los principales talleres flamencos. Fueron especialmente frecuentes los realizados a Simon Bening (ca. 1483-1561) y su taller. Era hijo del también miniaturista Sanders Bening y su abundante obra le convierte en el más importante pintor de libros flamenco del siglo XVI. Su estilo novedoso pero firmemente anclado en las convenciones de la tradición flamenca era del agrado de los clientes ibéricos. Los encargos comenzaron desde el comienzo de su carrera. Así encontramos las armas de los Enríquez de Ribera en una serie de hojas que pertenecieron al mismo libro de oraciones, con textos en español, hoy dispersas en distintas colecciones. El linaje de los Enríquez de Ribera fue fundado al casarse Pedro Enríquez de Quiñones con Beatriz de Ribera Hurtado de Mendoza. Después de la muerte de ésta el viudo contrajo nupcias con su hermana Catalina. No es posible fechar las miniaturas antes de la muerte de don Pedro en 1493, por lo que el libro debió ser un encargo de su segunda mujer o alguno de sus hijos, entre los que se ha propuesto el nombre de Fadrique Enríquez de Ribera (m. 1538), marqués de Tarifa18. Hacia 1535-40 fue realizado otro encargo importante. Nos referimos a las recientemente identificadas Horas de Munich-Montserrat, por hallarse divididas entre la Bayerisches Staatsbibliothek de la capital bávara (Ms. Lat. 23638), la biblioteca del monasterio de Montserrat (ms. 53) y el J. Paul Getty Museum (Ms. 3)19. El libro lleva una censura, fechada en 1578, de Agustín de Orbaneja, prior del convento de San Telmo en San Sebastián, lo que ha llevado a suponer que fuera un encargo de Alonso de Idiáquez, fundador del obispo de Canarias y amigo de Fonseca. Sobre el libro de horas de Chantilly: Jacques Meurgey, Les principaux manuscrits à peintures du Musée Condé à Chantilly, París, 1930, pp. 167-169. 18 Judith Anne Testa, “Fragments of a Spanish prayerbook with miniatures by Simon Bening”, en Oud Holland, v. 105, nº 2, 1991, pp. 89-115 y v. 106, nº 1, 1992, p. 32. Una de las miniaturas fue vendida en Sotheby’s el 6 de julio de 2000 (lot. 35). En el catálogo de dicha subasta se proporciona más información sobre el destino de los demás fragmentos. En 2002 una de las miniaturas de la colección Ferrini pasó al Museo de Cleveland. 19 Thomas Kren, “Landscape as leitmotif: a reintegrated book of hours by Simon Bening” en Illuminating the book: makers and interpreters, edited by Michelle P. Brown and Scot McKendrick, Londres, 1998, pp. 209-232; Illuminating the Renaissance: the triumph of Flemish manuscript painting in Europe, Los Ángeles, The J. Paul Getty Museum, 2003, nº 154, pp. 474-476.

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convento y secretario de Carlos V, para el que realizó viajes a Flandes a comienzos de los años 1530 y en 1541. Otro grupo de miniaturas fue realizado en el taller de Bening para ilustrar los textos del rosario con destino a clientes españoles. Esta devoción conoció una gran expansión al final de la Edad Media. En España se extendió el uso de diminutos libros ricamente iluminados, los Rosarios, que constaban de los quince misterios del Rosario acompañados cada uno de la recitación de un padrenuestro y diez avemarías. Las ciento cincuenta avemarías resultantes han hecho que en ocasiones se les denomine Rosarios-Salterios en correspondencia con los ciento cincuenta salmos de estos últimos. Se conservan dos con texto español en su mayor parte. El más antiguo, fechable hacia 1525, se encuentra fragmentado entre la Boston Public Library, (doce hojas, Ms. Med. 35 y dos hojas, Acc. Nos. 82-157) y el Fitzwilliam Museum de Cambridge, (dos hojas, Ms. 257a y b)20. Otro se hallaba en la Biblioteca Philosophica Hermetica de Amsterdam; está escrito por Antoine van Damme y fechado en 1545. Fue realizado para la familia Acuña, cuyas armas figuran en el fol. 29 y estuvo también en manos de una familia portuguesa21. También conocemos una hoja suelta procedente de otro rosario con texto español (Washington, National Gallery of Art, B-22, 897), así como dos hojas que estuvieron en la colección Sexton y un manuscrito incompleto con la parte correspondiente a los textos en blanco (vendido en Christie’s, Nueva York, el 9 de junio de 1993, lot.

20 Marcia Kupfer-Tarasulo, “A Rosary Psalter illuminated by Simon Bening”, en Quaerendo, vol IX, nº 3, 1979, pp. 209-226; Alain Arnould, y Jean Michel Massing, Splendours of Flanders [cat. exp.], Cambridge University Press, 1993, pp. 90-91; Illuminating the Renaissance, nº 144, pp. 455-456. Recientemente se ha llevado a cabo una edición facsímil con el impropio nombre de Rosario de Juana la Loca, Madrid, Patrimonio Ediciones, 2004, acompañada de un estudio de Ana Domínguez Rodríguez y Pilar Treviño Fajardo. Véase también The Cambridge Illuminations: ten centurias of book production in the medieval west, edited by Paul Binski y Stella Panayotova, Londres, Harvey Miller, 2005, nº 98, pp. 219-221. 21 Véase Judith Anne Testa, “Fragments of a Spanish prayerbook…”, nota 57, Eberhard König, Das Goldene Zeitalter der Burgundischen Buchmalerei 1430-1560: sammlung Carlo de Poortere, (Leuchtendes Mittelater III), Katalog XXVII, Antiquariat Heribert Tenschert, 1991, nº 34 y A selection of illuminated manuscripts from the 13th to the 16th centuries, the property of Mr. J.R. Ritman (Sotheby’s, 6 de julio de 2000), lot. 57.

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6)22. El Rosario más importante es el conservado en la Chester Beatty Library de Dublín (Ms. W.99). Aunque es denominado de esta manera desde el siglo XVI el contenido textual es distinto y consta de treinta y un textos piadosos acompañados por otras tantas avemarías sin padrenuestro. Su desmembramiento a principios de siglo ha llevado a laboriosos intentos de reconstrucción23. A diferencia de los anteriores está escrito en latín con una letra gótica redonda que parece española. Debió realizarse hacia 1530 y tiene una anotación al comienzo fechada en 1652 que atribuye su pertenencia a Felipe II, reforzada por la presencia de hojas añadidas al principio y al final con textos en español y letra de la segunda mitad del siglo XVI. Se ha pretendido que el manuscrito pudiera estar hecho para Carlos I, basándose en la presencia de una serie de hojas de pergamino teñido de púrpura añadidas al comienzo y al final del códice. Más tarde el manuscrito pasaría a Felipe II, momento en el que se añadiría una miniatura con un perfil de Cristo (fol. 3) que bien pudo ser realizada en el taller de El Escorial. Los encargos mejor documentados a Simon Bening fueron los realizados por Mencía de Mendoza, marquesa de Cenete24. Se casó en 1524 con el conde Enrique de Nassau, primer chambelán del emperador Carlos V, y residió en los Países Bajos entre 1530 y 1533 y entre 22 La hoja de Washington fue comprada en Madrid en 1849 por W. Sterling. Véase Medieval and Renaissance Miniatures from the National Gallery of Art, Washington, 1975, nº 49, pp. 190-192. Los fragmentos Sexton fueron vendidos en Christie’s, Nueva York, el 22 de mayo de 1981. 23 Ha sido investigado por Judith Anne Testa en dos estudios: “The Beatty Rosarium reconstructed: a manuscript with excised miniatures by Simon Bening”, en Oud Holland, vol 98, nº 4, 1984, pp. 189-236 y en el volumen que acompaña a la edición facsímil Rosarium: Biblioteca Chester Beatty Signatura Ms. Western 99, Madrid, Casariego, 1987. Véase además Illuminating the Renaissance, nº 156, pp. 478-480. 24 J. K. Steppe, “Mencía de Mendoza et ses relations avec Érasme, Gilles de Busleyden et Jean-Louis Vives” en Scrinium Erasmianum, Leiden, E. J. Brill, 1969, v. II, pp. 449-506; Juana Hidalgo Ogayar, “Doña Mencía de Mendoza, marquesa del Zenete, condesa de Nassau y duquesa de Calabria, ejemplo de mujer culta en el siglo XVI”, en VIII Jornadas de Arte. La mujer en el arte español, Madrid, 26-29 de noviembre de 1996, Madrid, 1997, pp. 93-102 y, de la misma autora “Libros de horas de doña Mencía de Mendoza”, en Archivo Español de Arte, nº 278, 1997, pp. 177-18 y Libro de horas de doña Mencía de Mendoza: original conservado en el Instituto Valencia de Don Juan de Madrid: estudio, Torrejón de Ardoz (Madrid), Testimonio, 2002.

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1535 y 1539. Mujer de gran cultura, se interesó por el arte flamenco de su tiempo y formó una colección que incluía numerosas pinturas, tapices, piezas de orfebrería y libros iluminados. Por la documentación existente sabemos que en 1532 se hicieron pagos por varios libros de horas a distintos escribanos: Juan de Roan, posiblemente el copista y miniaturista Jean de Roovere; Hernando de Moxica y Estefanus Ossembeque, ambos de Amberes. Ninguno de estos libros ha sido identificado. A su muerte el inventario de sus bienes reflejaba la existencia de varios manuscritos iluminados, entre otros doce libros de horas y un Rosario, probablemente similar a los que hemos descrito. Por ello no es de extrañar que en uno de sus retratos más conocidos, orante y bajo la protección de Santo Domingo (Reggio Emilia, Galeria Parmeggiani), aparezca con un códice iluminado entre las manos, que parece un libro de horas. Lógicamente un personaje tan aficionado a los manuscritos iluminados acabó por desear alguno salido del más importante taller flamenco del momento. Así, durante su segunda estancia en los Países Bajos, en concreto en el verano de 1539, Doña Mencía encargó un libro de horas al ya citado copista Antoine van Damme y al miniaturista “mastre Ximon”, es decir Simón Bening, el cual que debía seguir en su trabajo las indicaciones de Juan Luis Vives relativas a los temas (“las ystorias”) que acompañarían al texto. El libro estaba ya terminado en 1540. Aún habría más encargos, a pesar de que cliente y artista no se pusieran de acuerdo a veces en la remuneración, y en 1542 se le pagaron a Bening 22.000 maravedíes por otro libro de horas. En el Instituto Valencia de don Juan de Madrid se conserva un diminuto libro de horas (Ms. 26-III-41) con los escudos de doña Mencía y su esposo en los fols. 35, 194 v. y 195. Aunque algunos autores lo han considerado obra de Bening, o al menos de su taller, su estilo y su calidad más bien discreta parecen corresponder a algún otro taller flamenco25. Habría que contemplar la hipótesis de que le pertenecieran algunos de los libros de horas iluminados por Bening y firmados por van Damme, como el conservado en la Pierpont Morgan Library de Nueva York (M. 451). 25 J. Domínguez Bordona, Manuscritos con pinturas, I, Madrid, 1933, p. 483-485; Gregorio de Andrés, Catálogo de los manuscritos del Instituto Valencia de Don Juan (inédito), pp. 127-128 y Miguel Falomir Faus, “Libro de horas de Mencía de Mendoza” en Carolus, Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2000, nº 187, p. 394.

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Bening no se dedicó sólo a la iluminación de manuscritos y también realizó pequeños retratos y obras religiosas sobre pergamino destinadas a ser consideradas como cuadros de caballete. Antes de su partida para España en 1539 doña Mencía le encomendó seis pinturas, probablemente pequeños retratos sobre pergamino. Dos de ellos podrían ser los retratos de doña Mencía y don Enrique de Nassau que se conservan en el Museo de Berlín26. En El Escorial se conserva también un Tríptico de San Jerónimo sobre pergamino pegado a tabla, que ha sido atribuido a Bening27. Recordemos también aquí la noticia, bastante confusa, de la posible existencia en Madrid a principios de siglo de una réplica del Políptico Stein de la Walters Art Gallery de Baltimore (Ms. 442) quizá una confusión a partir del hecho de que el propio políptico Stein pudo estar en España a finales del siglo XIX antes de pasar a las manos de Henry Walters28. Veremos más adelante como las familias reales de Portugal y España también fueron clientes de Bening y su taller. Otra vía para rastrear la presencia de manuscritos importados son las menciones en algunos inventarios de las bibliotecas de la nobleza, especialmente libros de horas flamencos. De todos modos la parquedad de las descripciones, más atentas a las encuadernaciones que a la ilustración del libro y con escasas informaciones sobre el origen de los manuscritos, hace muy difícil establecer conclusiones. Puede señalarse que el duque de Medina Sidonia poseía catorce libros de horas según el inventario que se hizo a su muerte en 1507, de los que cinco procedían de Flandes29. 26 Se atribuyen a Bening en Illuminating the Renaissance, nº 149, pp. 465-466. 27 La atribución a Bening fue hecha por Joseph Destrée, Les Heures de NotreDame, dites de Hennessy, Bruselas, 1923, pp. 43-45 y ha sido la más ampliamente aceptada (Cécile Scailliérez, «Entre enluminure et peinture: a propos d’un ‘Paysage avec Saint Jérôme Pénitent’ de l’école ganto-brugeoise récemment acquis par le Louvre» en Revue du Louvre, 1992, nº 2, pp. 18-20). También se han propuesto los nombres de Gérard Horenbout (Paul Durrieu, Manuscrits d’Espagne remarquables par leurs peintures ou par la beauté de leur exécution, París, 1893, pp. 34-35) y del Maestro de Hoogstraeten: Elisa Bermejo, «Colecciones del Patrimonio Nacional. Pintura XI. Primitivos flamencos (3)» en Reales Sitios, nº 35, 1973, p. 94. 28 Marcia Kupfer-Tarasuolo, “Innovation and copy in the Stein Quatriptych of Simon Bening” en Zeitschrift für Kunstgeschichte, 42, 1979, p. 280. 29 M. A. Ladero, y M. C. Quintanilla, “Bibliotecas de la alta nobleza castellana en el siglo XV” en Livre et lecture en Espagne et en France sous l’Ancien Régime, París, 1981, pp. 51 y 56.

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Además de los ejemplares cuya historia es bien conocida o aquellos en los que la presencia de escudos o lemas permiten reconocer claramente a las personas que los encargaron o poseyeron, podemos identificar numerosos libros de horas cuya presencia en España en el siglo XVI está atestiguada por contener anotaciones con censuras inquisitoriales, ya que muchas de sus oraciones se consideraban ligadas a prácticas supersticiosas. Las censuras se hicieron frecuentes a partir del Cathalogus librorum, qui prohibentur... ordenado por Fernando de Valdés (Valladolid, 1559), en el que se condenaban quince ediciones latinas y veintidós en romance porque contenían “muchas cosas curiosas y supersticiosas”. La prohibición se reprodujo en el Índice de Amberes de 1570 y se acentuó en el de Madrid de 1583, en el que se condenaban las “Horas en romance todas, quedando las de latín, salvo aquellas que expressamente estan prohibidas”30. El expurgo se solía realizar tachando o cortando aquellos pasajes considerados inapropiados. Alguno ya citado, como el libro de horas de Mencía de Mendoza, llevan estas anotaciones. Podemos añadir aquí otros nuevos. En 1562 se censuraba en el castillo de Triana un libro de horas anglo-flamenco de hacia 1420-30, obra del Maestro de Guillebert de Mets (Nueva York, Pierpont Morgan Library, M. 46)31, maestro cuya influencia sobre la miniatura castellana en los años centrales del siglo XV se ha señalado recientemente32. En la década siguiente hallamos más censuras en libros de horas franceses del siglo XV, como el de la Biblioteca Nacional de Madrid (Vit. 25-3), obra de un discípulo de Maestro de Adelaida de Saboya33 o las Horas Collins, (Philadelphia Museum of 30 J. M. de Bujanda, Index de l’Inquisition espagnole 1551, 1554, 1559, Quebec, 1984, (Index des livres interdits, VI) pp. 373-379, pp. 488-495 y J. M. de Bujanda, Index de l’Inquisition espagnole 1583, 1584, Quebec, 1993, (Index des livres interdits, VIII) pp. 367-373 y p. 602. 31 Pierpont Morgan Library, Catalogue of manuscripts and early printed books from the libraries of William Morris, Richard Bennet, Bertram Fourt hearl of Asburnham and other sources now forming portion of the library of J. Pierpont Morgan, Londres, Chiswick Press, 1906, nº 78, pp. 121-123; Seymour de Ricci, Census of Medieval and Renaissance Manuscripts in United States and Canada, Nueva York, 1961, p. 1374, nº 46 y Roger S. Wieck, Painted prayers: the book of hours in medieval and renaissance art, Nueva York, George Brazillier, 1997, nº 86, p. 111. 32 31. Fernando Villaseñor Sebastián, “Préstamos e influencias extranjeras en la miniatura…”, pp. 230-231. 33 Ana Domínguez Rodríguez, Libros de Horas del siglo XV…, p. 121. Avril

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Art), cuya Natividad (fol. 13) fue copiada en un libro de horas valenciano (La Haya, Koninklije Bibliotheek, ms. 135 J 55)34 (figs. 1 y 2). También algunos libros de horas franceses del siglo XVI como el conservado en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, que pudo pertenecer a Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II35. Más interesantes son los libros de horas flamencos con censuras por añadir nuevos testimonios sobre la importación masiva de manuscritos de esta escuela. Podemos citar algunos libros de horas iluminados en el taller de Willem Vrelant, como el que estuvo en la Bibliotheca Philosophica Hermetica de Amsterdam, que lleva la anotación “vistas por fray Jnº de Segovia, commissar”36 o el vendido en Sotheby’s el 6 de julio de 2000 (lot. 76). Otros se conservan en la Bayerischen Staatsbibliothek de Múnich, como el Clm 28345, que a veces ha sido llamado Libro de Horas de Juana la Loca, y el Clm 28346, más tardío y que ha sido atribuido a Simón Bening37. El Libro de Horas de El Escorial (vit. 12), una obra extraordinaria fechada en 1486, en la intervendrían Gérard David y el Maestro de Eduardo IV, contiene una misteriosa inscripción: “fr. Joannes vidal, 21 Maii 1585”, que puede corresponder también con una censura38.

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François y Nicole Reynaud, Les manuscrits à peintures en France 1440-1520, París, 1993, pp. 123 y 288. Sobre las Horas Collins véase Susie Nash, Between France and Flanders: manuscript illumination in Amiens, Londres, The British Library, 1999, pp. 187-189, 212-235, 355-359 y Leaves of gold: manuscript illumination from Philadelphia collections, Philadelphia Museum of Art, 2001, nº 19, pp. 78-81. Sobre el libro de Horas de La Haya: El renacimiento mediterráneo..., p. 220. Ana Domínguez Rodríguez y Javier Docampo, Diminuto Devocionario del Museo Arqueológico Nacional, Valencia, Grial, 1995, pp. 54-55; y, de los mismos autores, “El devocionario del Museo Arqueológico Nacional: ¿un libro de horas de Isabel de Valois?”, en Felipe II y las artes: actas del congreso internacional, Madrid, Universidad Complutense, 2000, pp. 569-575. A selection of illuminated manuscripts from the 13th to the 16th centuries, the property of Mr. J.R. Ritman, Sotheby’s, 6 de julio de 2000, lot. 28. Friedrich Winkler, Die Flämische Buchmalerei des XV und XVI Jahrhunderts, Amsterdam, 1978 (reprint), p. 187; Katalog der Lateinischen Handschriften der Bayerischen Staatsbibliothek München, Wiesbaden, 1984, t. IV, pars 8, pp. 131-138; Tesaurus librorum: 425 Years Bavarian State Library, Wiesbaden, 1983, nº 63 y nº 64. Sobre el Clm 28345 véase además Illuminating the Renaissance, nº 90, pp. 318-321. César Pemán, “Un Libro de Horas notable en la Biblioteca del Escorial”, en Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, 1922, pp. 233-238; Illumi-

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Dos libros de horas flamencos se conservan en Cambridge con censuras inquisitoriales. El más interesante es el llamado Libro de Horas de Isabel de Aragón (Cambridge University Library, Add. Ms. 4100), obra del Maestro de los Libros de Oraciones de hacia 1500. Pächt consideró que la propietaria original debió ser Isabel de Aragón, nieta de Fernando el Católico y mujer de Gian Galeazzo Sforza, duque de Milán, basándose en que su firma aparecía en una carta incluida en el manuscrito y dirigida a una “Reyna de Ungría”, posiblemente Beatriz de Aragón, viuda de Matías Corvino. Sin embargo la presencia de rúbricas en español y las formas masculinas en el Obsecro te apuntan a un comitente español. La mencionada carta finaliza con una recomendación para Antonio de Cardeña, embajador de Isabel de Aragón, y con una inscripción dieciochesca que recuerda que trajo el manuscrito de Hungría, de manera que probablemente podemos identificarle como el primer propietario del libro de horas. Posteriormente fue censurado en Valladolid en 1573. El Ms. 268 del Fitzwilliam Museum debió realizarse, en cambio, para un nativo de la Corona de Aragón, probablemente llamado Nicolás, afincado en Nápoles como demuestran los textos en italiano y la presencia de las armas del Reino de Aragón. Posteriormente fue revisado por la Inquisición en 157539. Esta abundancia de códices de Flandes en nuestro país fue sin duda un factor básico en el desarrollo del estilo hispano-flamenco que dominó la miniatura castellana hasta bien entrado el siglo XVI, aunque no sea siempre sencillo discriminar el alcance de las distintas influencias. Más adelante, cuando estudiemos los manuscritos que estuvieron en posesión de la reina Isabel la Católica y del emperador Carlos V, precisaremos más estos aspectos.

nating the Renaissance, nº 99, pp. 345-347. 39 Sobre el Ms. Add. 4100 véase Alain Arnould y Jean Michel Massing, Splendours of Flanders, pp. 156-157, Lieve de Kesel “Cambridge University Library ms. Add. 4100: a book of hours illuminated by the Master of the Prayer Books of circa 1500” en Transactions of the Cambridge Bibliographical Society, vol. X, part 2, 1992, pp. 182-202 y The Cambridge Illuminations, nº 96, pp. 215-217. Sobre el Ms. 268 véase Francis Wormald, y Phyllis M.Giles, A descriptive catalogue of the Additional Illuminated Manuscripts in the Fitzwilliam Museum, Cambridge University Press, 1982, pp. 211-215; Alain Arnould, y Jean Michel Massing, Splendours of Flanders, pp. 76-77; Illuminating the Renaissnace, nº 52, p. 219.

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La importación de manuscritos italianos Junto a la entrada de manuscritos flamencos hay que considerar también la importante presencia en nuestro país de códices italianos, aunque su huella sobre la miniatura española fue sin duda menor y se limitó fundamentalmente a los repertorios decorativos más que a las escenas figuradas. Todo parece apuntar a que los modelos flamencos colmaron las ansias de novedad de los miniaturistas españoles y sus clientes al menos durante la primera mitad del siglo XVI. La primera llegada importante de códices italianos se produce a mediados del siglo XV con los encargos de Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, que hizo copiar textos en talleres florentinos con sus emblemas nobiliarios mezclados con orlas “a bianchi girari”. Los miniaturistas castellanos permanecieron impermeables al nuevo estilo y cuando iluminaron códices para el propio marqués emplearon un arte flamenquizante muy alejado de las decoraciones florentinas. En la Corona de Aragón, además de las estrechas relaciones con la corte de Nápoles que ya hemos citados, también se importaron códices humanísticos italianos, como los que poseyó en el tercer cuarto del siglo XV el obispo Juan Margarit y Pau40. En el siglo XVI continuaron llegando a la Península manuscritos italianos. Al igual que con los códices flamencos, fue importante el papel desempeñado por los embajadores. Por ejemplo, en 1503 y con motivo de la paz de Venecia el representante español ante la Serenísima, González Ruiz de Figueroa, recibía un suntuoso manuscrito con el Canzoniere y los Trionfi de Petrarca que había pertenecido a Federico de Montefeltro (Madrid, Biblioteca Nacional, Vit. 22-1)41. Pero sin duda el hecho más destacado fue la llegada a Valencia de la biblioteca de Fernando de Aragón, duque de Calabria, heredera en parte de la riquísima colección de los reyes de Nápoles, iniciada por el rey Alfonso V de Aragón y acrecentada por sus descendientes. Aunque la invasión de Nápoles por parte de las tropas francesas en 1495 la había desprovisto de unos 1.140 libros y Federico, último rey de Nápoles, había vendido al cardenal de Amboise otros 138 manuscritos, buena 40 Además de la nota 1 véase Annarosa Garzelli, Miniatura fiorentina del Rinascimento 1440-1525, un primo censimento, Florencia, 1985, pp. 51-52, 428-429. 41 The painted page: italian renaissance book illumination 1450-1550, LondresNueva York, 1994, nº 60, pp. 136-137.

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parte de la biblioteca restante fue reclamada por el duque, ya virrey de Valencia en 1527. Casado en segundas nupcias con doña Mencía de Mendoza, a quien hemos visto como cliente de Bening, dejó su biblioteca a su muerte en 1550 al convento de San Miguel de los Reyes en Valencia, de donde pasaría en 1837, después de sufrir algunas pérdidas, a la biblioteca de la Universidad de Valencia, donde todavía se conserva42. Sin embargo, y aunque no se han hecho estudios al respecto, no parece que esta extraordinaria colección de códices iluminados influyera sobre los talleres de miniaturistas valencianos, Tuvo gran importancia el mecenazgo ejercido por algunos prelados españoles residentes en Italia. Destacan los encargos a Matteo da Milano, de formación lombarda y activo en Ferrara y en Roma, que atrajo a los clientes españoles como lo haría Bening en Flandes. Hacia 1513-14 pudo trabajar en un Misal para el cardenal Gabriel Merino (Catedral de Jaén). El resto de las miniaturas es atribuido por Juana Hidalgo a un tal Víctor y a un discípulo de Attavante. Sin embargo otros autores han señalado la presencia del francés Vincent Raymond y de miniaturistas españoles43. Más adelante, hacia 1520-21 Matteo da Milano realizó para el cardenal Bernardino de Carvajal, embajador español ante León X, otro Misal (vendido en Sotheby´s el 1 de diciembre de 1984, lote nº 44)44. Por último trabajó también para el cardenal Francisco de Mendoza y Bobadilla, obispo de Coria en 1533 y arzobispo de Burgos en 1550, cuyas armas aparecen en una hoja suelta (Londres, British Li-

42 La referencia fundamental sigue siendo la monumental obra de Tammaro de Marinis La biblioteca napoletana del re d’Aragona, Milán, 1947-1952. Sobre la llegada a Valencia de esta biblioteca véase el vol. 1, p. 198. Véase también M. Gutiérrez del Caño Catálogo de los manuscritos existentes en la Biblioteca Universitaria de Valencia, Valencia, 1913. Sobre algunos de los miniaturistas al servicio de la corte napolitana véase Antonella Putaturo Donati Murano, “Libri miniati per Alfonso e Ferrante” en Libri a Corte: testi e immagini nella Napoli aragonese, Napoli, 1997, pp. 15-39. Entre los catálogos de exposiciones recientes destacamos La biblioteca Reale di Napoli al tempo della dinastia aragonese=La biblioteca Real de Nápoles en tiempos de la dinastía aragonesa, Valencia, Generalitat, 1998. 43 Juana Hidalgo Ogayar, Miniatura del Renacimiento en la Alta Andalucía [tesis doctoral], Madrid, Universidad Complutense, 1982, pp. 151-209; José María Llorens Cisteró, “Miniaturas de Vincent Raymond en los manuscritos musicales de la Capilla Sixtina” en Miscelánea en homenaje a Monseñor Higinio Anglés, Barcelona, CSIC, 1958-61, vol. I, p. 491. 44 G. Morello, Raffaello e la Roma dei Papi (cat. exp.), Vaticano, 1985, p. 71.

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brary, Add. 21412, fol. 80)45. También desempeñó una gran actividad el cardenal Juan Álvarez de Toledo, que ocupó las sedes episcopales de Córdoba, Burgos y Santiago de Compostela, y que en sus estancias en Roma entre 1541 y 1557 encargó una importante serie de misales (Biblioteca Vaticana, Barb. Lat. 609, Vat. Lat. 3805, 3807, 5590 y 5591), obra probable de los más importantes miniaturistas de la corte pontificia en los años centrales del siglo, Vincent Raymond y su discípulo Apollonio de Bonfratelli46. Raymond, también conocido por su nombre italiano, Vincenzo Raimondi, trabajó en más ocasiones para la colonia española en Roma, como demuestra el Antifonario de Carlos V (Madrid, Biblioteca Nacional, Vit 16-1) llamado así por la presencia de escudos imperiales y realizado con destino a la iglesia de Santiago de los Españoles en Roma en 154047. Aunque ninguno de estos códices debió llegar a España en fecha temprana podemos encontrar ecos de su estilo en la obra de los miniaturistas del taller de El Escorial, aunque como veremos más adelante la fuente principal de su trabajo se hallará en la obra de Giulio Clovio.

Los encargos de nobles y monarcas portugueses Dentro de la importación de manuscritos a la Península no hay que olvidar el extraordinario papel ejercido por los nobles y reyes de Portugal, que ya habían comenzado a adquirir manuscritos franceses y flamencos a lo largo de todo el siglo XV48. A finales de la centuria hay que destacar los libros de oraciones de la reina Doña Leonor (1458-1525), mujer de Juan II: los libros de horas de la Biblioteca Nacional de Lisboa (Ilum. 165 y Ilum. 166), obras, respectivamente, del taller de Vrelant y del Maestro del Libro de Oraciones de Dresde y el Breviario de la Pierpont Morgan Library de Nueva York (M. 52), obra fechable entre 1491 y 45 Jonathan J. G. Alexander, “Matteo da Milano, illuminator”, en Pantheon, 1992, p. 38. 46 Emilia Anna Talamo, “I messali miniati del cardinale Juan Alvarez de Toledo” en Storia dell’arte, LXVI, 1989, pp. 159-169. 47 The painted page..., nº 127, p. 238, con la bibliografía anterior. 48 Sobre los libros de horas flamencos en Portugal véase A iluminura em Portugal: identidades e influencias: catalogo da exposiçao, Lisboa, Ministerio de Cultura, 1999, pp. 365-380; Sylvie Deswarte, Les enluminures de la Leitura Nova, París, 1977, pp. 10 y 11 y el catálogo A Imagen do tempo.

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1495 en la que intervendrían el Maestro del Primer Libro de Oraciones de Maximiliano y el Maestro de Jacobo IV de Escocia49. En el siglo XVI algunos de los manuscritos flamencos más suntuosos se realizaron con destino a clientes portugueses, entre los que destaca el rey Manuel I el Afortunado. Tradicionalmente se ha considerado que fueron suyos el Breviario Mayer van der Bergh (Amberes, Museo Mayer van der Bergh, Inv. 946), aunque recientemente se ha señalado a su segunda mujer María de Castilla como destinataria más probable50, y un Gradual adquirido en 1500 para celebrar su boda con María, hija de los Reyes Católicos (Viena, Österreichische Nationalbibliothek, Cod. 1783). Al igual que en España fueron numerosos los códices encargados al taller de Simon Bening. El más importante fue la Genealogía del Infante Don Fernando de Portugal (Londres, British Library, Add. Ms. 12531)51, comenzada en 1530 para el hermano del rey Juan III a partir de dibujos de Antonio de Holanda y que posiblemente estuvo en manos de Felipe II. Sin embargo los encargos más frecuentes fueron libros de horas, como las Horas de la reina Catalina, mujer de Juan III (Lisboa, Museo de Arte Antiga, Il. 13)52 o las Horas Da Costa (Nueva York, 49 Sobre los libros de la Biblioteca Nacional: Francisco Correia, “Inventário da colecção dos manuscritos iluminados da Biblioteca Nacional” en Biblioteca, Arquivos e Museus, vol. 2. nº 1, 1986, pp. 345-346; Inventário dos codices iluminados até 1500, Lisboa, Secretaria de Estado da Cultura, Instituto da Biblioteca Nacional e do Libro, 1994, pp. 291-293 y Bernard Bousmanne “Item a Guillaume Wyelant aussi enlumineur”…, pp. 258-259. El breviario de la Morgan Library fue atribuido a Antonio de Holanda, pero en la actualidad se considera obra flamenca (Dagoberto Markl, Livro de Horas de D. Manuel, Lisboa, 1983, pp. 25-30; Patrick M. de Winter, “A Book of Hours of Queen Isabel la Católica”, en Bulletin of the Cleveland Museum of Art, diciembre 1981, nota 20; Illuminating the Renaissance, nº 91, pp. 321-324). 50 Flemish illuminated manuscripts 1475-1550, pp. 55-57; Illuminating the Renaissance, nº 92, pp. 324-329. Sobre María de Castilla como comitente más probable véase Brigitte Dekeyzer, Layers of illusion: The Mayer van der Bergh breviary, Gante, Ludion, 2004, pp. 157-180. 51 Antonio Aguiar, A genealogia iluminada do infante Dom Fernando por António de Holanda e Simâo Bening: estudo historico e critico, Lisboa, 1962; Thomas Kren, Renaissance painting in manuscripts, Londres, 1983, pp. 69-78; Illuminating the Renaissance, nº 147, pp. 460-463. 52 Reynaldo Dos Santos, «Les principaux manuscrits à peintures conservés en Portugal», Bulletin de la Societé Française de Reproduction de Manuscrits à Peintures, 14è année, 1930, pp. 26-27 ; A Imagem do tempo, pp. 426-427.

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Pierpont Morgan Library, M. 399), que ostentan el escudo de Álvaro da Costa, armero del rey Manuel I, que ya poseía otro importante libro de horas flamenco (Bruselas, Bibliothèque Royale, Ms. IV 1260)53. Sin embargo el escudo de da Costa aparece pintado sobre otro, que en unas ocasiones se ha visto como el escudo real portugués, por lo que el libro pudo pertenecer al infante Juan y otras veces se ha identificado como perteneciente a la familia Sá, más concretamente de Joao Rodrigues de Sá54. Otro importante libro de horas, las Horas Hennessy (Bruselas, Bibliothèque Royale, II.158.B), pudo pertenecer al diplomático y humanista Damiao de Góis, que había encargado la Genealogía del Infante Don Fernando de Portugal55. También llegaron a Portugal manuscritos iluminados italianos, entre los que destaca especialmente la Biblia de los Jerónimos (Lisboa, Archivos Nacionales, Torre do Pombo, Ms. 161)56, suntuosa obra en siete volúmenes que fue encargada en 1494 en Florencia por los mercaderes italianos Bartholomeo Marchioni, Jeronimo y Sergini y un genovés desconocido, con el objetivo de entregársela al príncipe Manuel de Portugal antes de subir al trono. Obra de Attavante degli Attavanti, con la colaboración de otros artistas, sus cuidadas orlas a base de follajes dorados en relieve sobre fondos rojos y azules entre los que se disponen putti y viñetas con figuras de santos pudieron servir de modelo a miniaturistas portugueses, como los autores de la iluminación de la Leitura Nova, o españoles, como los que trabajaron en Toledo en el primer cuarto del siglo XVI57. 53 Flemish illuminated manuscripts 1475-1550, pp. 116-117. 54 Véase Thomas Kren, y Johannes Rathofer, Simon Bening Flämischer Kalender=Flemish Calendar=Calendrier Flamand, Lucerna, Verlag Luzern, 1988, p. 340; Roger S. Wieck, Painted prayers..., nº 17, p. 32 e Illuminating the Renaissance, p. 451. 55 J. Destrée, en Les Heures de Notre Dame dites de Hennessy, Bruselas, 1895, se hace eco de la tradición que hace pertenecer el manuscrito a Juana la Loca. También apunta la posibilidad de que hubiese sido realizado para la familia de la Gruuthuyse. Sin embargo, y al igual que en el Breviario Mayer van der Bergh pueden leerse anotaciones en portugués: véase Jethro M. Hurt, “The early ownership of the Hennessy Hours”, en Scriptorium, t. XXVII, 1973, pp. 43-46 e Illuminating the Renaissance, nº 150, pp. 467-470. 56 La obra cuenta con una extensa bibliografía. Véase The painted page..., nº 1, pp. 49-51, con las referencias anteriores. 57 Sylvie Deswarte, Les enluminures de la Leitura Nova., pp. 110-112 ; Anna Muntada, Misal Rico de Cisneros, Toledo, 1992, p. 101.

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Los ejemplos de la mejor iluminación europea del momento unidos a una pujanza económica y política sin precedentes produjeron el desarrollo de una importante escuela miniaturista en Portugal en la primera mitad del siglo XVI, durante los reinados de D. Manuel y Juan III, con piezas tan importantes como la Leitura Nova (Lisboa, Arquivos Nacionais); el llamado Libro de Horas de Don Manuel (Lisboa, Museu Nacional de Arte Antiga), que copió alguna composición del Breviario Mayer van der Bergh; el Breviario de la Condesa de Bertiandos (Lisboa, Academia das Ciências) o la Crónica de Juan I (Madrid, Biblioteca Nacional, Vit. 25-8). Los primeros artistas debieron proceder del norte, como el ya citado Antonio de Holanda, pero pronto surgirían artistas locales como Álvaro Pires o António Fernandes.

Los reyes bibliófilos Nos centraremos ahora en las colecciones de manuscritos iluminados de origen extranjero de los monarcas españoles. Dejando a un lado precedentes cercanos, algunos tan importantes como el Libro de Horas de Juana Enríquez, madre de Fernando el Católico, más conocido como Libro de Horas de Isabel la Católica y obra de Willem Vrelant (Madrid, Real Biblioteca)58, los primeros en importar destacados códices iluminados fueron los Reyes Católicos, especialmente la reina Isabel. Los inventarios existentes dan a conocer con cierta exhaustividad la biblioteca de la reina, aunque las descripciones no permiten detectar claramente la presencia de códices importados59. 58 Véase Ana Domínguez Rodríguez, María Luisa Martín Ansón y Faustino Menéndez Pidal, “El Libro de Horas de Isabel la Católica de la Biblioteca de Palacio”, en Reales Sitios, nº 110, 1991, pp. 21-31; Ana Domínguez Rodríguez, Libro de Horas de Isabel la Católica, Madrid, Testimonio, 1991; Gregory J. Clark, The Hours of Isabel la Católica, the facsimile edition, Madrid, Testimonio, 1997; Bernard Bousmanne “Item a Guillaume Wyelant aussi enlumineur”, pp. 183-186 y 269-270. 59 Diego Clemencín, Elogio de la reina católica doña Isabel, Madrid, 1821; José Ferrandis, Datos documentales para la Historia del Arte Español. Inventarios reales (Juan II a Juana la Loca), Madrid, 1943; F. Javier Sánchez Cantón, Libros, tapices y cuadros que coleccionó Isabel la Católica, Madrid, 1950; Elisa Ruiz, “Los libros de horas en los inventarios de Isabel la Católica” en El libro antiguo español VI, Salamanca, Ediciones Universidad, 2002, pp. 387-416.

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Junto con algunos manuscritos que la tradición supone que le pertenecieron sin que haya pruebas para afirmarlo60, es seguro que fueron de la reina Isabel dos obras maestras de la miniatura flamenca del último decenio del siglo XV: un Breviario (Londres, British Library, Add. Ms. 18851)61 y un Libro de Horas (Cleveland, Museum of Art, 1963.256)62. El primero (fig. 3) fue un regalo hecho a la reina hacia 1497 por el embajador Francisco de Rojas para conmemorar el doble matrimonio de los infantes españoles Juana y Juan con Felipe y Margarita, hijos del emperador Maximiliano. Parece ser obra sobre todo del Maestro del Libro de Oraciones de Dresde, con colaboraciones del Maestro de Jacobo IV de Escocia y Gérard David. Quedaron doce miniaturas sin llevar a cabo de las que siete fueron realizadas quizá cuando el libro ya se hallaba en España (fols. 365, 372, 374, 386 v., 390, 392 y 399). Esta doble boda también trajo a la Península otros dos importantes manuscritos iluminados en Flandes. Nos referimos a los propios documentos en los que se estipulaban las capitulaciones, que fueron atribuidos por Smeyers al Maestro del Primer Libro de Oraciones de Maximiliano (Archivo General de Simancas, P. R. 56-2; Madrid, Archivo de la Casa de Alba)63. El libro de horas de Cleveland pudo ser otro regalo hecho por Francisco de Rojas un poco antes, ya que estilísticamente puede fecharse hacia 1492. Según De Winter la mayor parte de sus miniaturas son obra del Maestro del Primer Libro de Oraciones de Maximiliano, que él identifica con Sanders Bening, a las que hay que añadir otras de Gérard Horenbout, el Maestro del Libro de Oraciones de Dresde y el Maestro del Libro de Oraciones de 1500. En este caso el manuscrito es60 Es el caso del libro de horas de la Biblioteca del Palacio Real de Madrid (ms. 2104), que lleva una encuadernación moderna en cuyo tejuelo se lee “Devocionario de S. M. la reina Isabel la Católica” (Domínguez Bordona, Jesús Manuscritos con pinturas, nº 1119, Catálogo de la Real Biblioteca. Tomo IX. Manuscritos, Madrid, 1995, vol II, pp. 427-28) o del conservado en la catedral de Sevilla (Catálogo Magna Hispalensis: el universo de una iglesia, Sevilla, 1992, nº 115). Debo la indicación de la existencia de este último códice a doña Ana Domínguez. 61 Janet Backhouse, The Isabella Breviary, Londres, The British Library, 1993, con las principales referencias anteriores. Véase también Illuminating the Renaissance, pp. 347-351. 62 Patrick M. de Winter, , “A Book of Hours of Queen Isabel la Católica”... 63 Reyes y mecenas, pp. 501-503, nº 251 y 253; Maurits Smeyers, L’art de la miniature flamande, p. 477.

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taba completo cuando llegó a manos de la reina Isabel. Recientemente, y basándose en el escudo de armas que aparece en la miniatura de la Misa de Difuntos, se ha sugerido la posibilidad de que el libro hubiera pertenecido previamente a una mujer flamenca casada con un español de la zona de Burgos, que posteriormente lo presentaría a la reina64. La influencia de estos códices debió ser intensa sobre el arte español del momento, no sólo en la miniatura sino también sobre la pintura. Backhouse señaló similitudes compositivas entre algunas páginas del Breviario de Londres y varios paneles del Políptico de la Reina de Juan de Flandes65. Aspecto importante fue la novedosa decoración marginal que estos manuscritos introducían en España. Sus orlas estaban decoradas en trampantojo con motivos de flores, frutas, insectos, acanto, objetos..., en relieve sobre una superficie coloreada. Era un sistema decorativo surgido en Flandes hacia 1475-80 en obras del Maestro de María de Borgoña, como el Libro de Oraciones de Carlos el Temerario (Los Ángeles, J. Paul Getty Museum, Ms. 37) o el Libro de Horas de Engelbert de Nassau (Oxford, Bodleian Library, Ms. Douce 219220). Se conocen como orlas Gante-Brujas por ser características de la escuela desarrollada entre estas dos ciudades flamencas. No sabemos como fue exactamente el proceso pero el hecho evidente es que encontramos varios ejemplos españoles fechables entre 1492 y el final de la centuria decorados con este tipo de orlas, que sólo desaparecerá con el fin de la iluminación de manuscritos. Algunos de estos códices fueron realizados para los Reyes Católicos, cuyos escudos aparecen, como el Misal para la Capilla Real de Granada, obra cuya terminación está documentada en 1496 y que se atribuye a Fernando de Jaén66, el Breviario de la Biblioteca Nacional de Madrid (Vit. 18-8) o las hojas arrancadas de un coral que estuvieron en la colección Lázaro, procedentes proba64 Illuminating the Renaissance, nº 105, pp. 358-361, especialmente la nota 13. En esta ficha se atribuyen las miniaturas a otros artistas y se retrasa la fecha de ejecución. 65 Janet Backhouse, The Isabella Breviary. p. 50. Aunque las similitudes son a veces muy genéricas como para establecer una fi liación directa se han señalado diversos préstamos tomados por el pintor de otros códices ganto-brujenses. Véase Juan de Flandes, catálogo de la exposición celebrada en el Museo del Prado, 1986, pp. 20 y 77. 66 Véase Anna Muntada, Misal Rico de Cisneros, pp. 109-110 y Joaquín Yarza Luaces, Los Reyes Católicos, pp. 96-98 y del mismo autor “Los Reyes Católicos y la miniatura”, pp. 72-78.

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blemente de Santo Tomás de Ávila y en las que parece hallarse el estilo de Fernando de Jaén67. Las nuevas orlas pronto llegaron a otros talleres. Se utilizaron tanto en documentos administrativos (Institución del Patronazgo eclesiástico de Granada, Archivo de Simancas)68, como litúrgicos (Misal toledano, Madrid, Biblioteca Nacional, Vit. 4-4)69 (fig. 4), libros de horas (Horas Zúñiga, Biblioteca del Monasterio de El Escorial, Vit. 10)70. Estos códices muestran su recepción del nuevo estilo flamenco tan sólo en lo decorativo y en ellos conviven las nuevas orlas Gante-Brujas con miniaturas que en los ejemplos más refinados siguen dependiendo de modelos arcaizantes, cercanos a la obra de Vrelant y su taller, que tuvo una influencia muy importante sobre la miniatura castellana por lo menos hasta el cambio de siglo (figs. 5 y 6). Junto a los citados manuscritos flamencos encontramos importantes códices italianos y franceses, poco mencionados a la hora de considerar la bibliofi lia de la reina católica. De Italia procedía el libro de horas de la Biblioteca Real de La Haya (Ms. 76 F 6), aunque también se terminó en España. El manuscrito fue comenzado en los primeros años del siglo XV para Gian Galeazzo Visconti, duque de Milán, pero sólo se completó la decoración de los folios 1-34 y 85 y 86 v. Esta primera fase es la que mayor atención critica ha recibido. Tradicionalmente 67 Jesús Domínguez Bordona, Manuscritos con pinturas, nº 1225. Recientemente ha aparecido una de estas hojas en la embajada española en París. Véase La embajada española en París, Madrid, Ministerio de Ausntos Exteriores, 2000, p. 28. 68 Reyes y mecenas, nº 168. 69 Este importante manuscrito ha recibido poca atención crítica desde que fue publicado en: A. Paz y Meliá, “Códices más notables de la Biblioteca Nacional. Misal toledano del siglo XV” en Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 8, 1903, pp. 36-37. Sólo José Janini y José Serrano, en Manuscritos litúrgicos de la Biblioteca Nacional, Madrid, 1969, nº 188, pp. 222-223, se ocuparon de él pero sin precisar nada sobre cronología o autores, mientras que Jesús Domínguez Bordona, en Miniatura, grabado, encuadernación (Ars Hispaniae, t. XVIII), Madrid, 1958, p. 222 lo fecha hacia 1500. 70 Elisa Bermejo, “Libro de Horas de Alonso de Zúñiga”, en Archivo Español de Arte, nº 117, 1957, p. 19 lo fecha entre 1465 y 1475 basándose en la indumentaria de los personajes. Yarza (Los Reyes Católicos, cap. 6, nota 84) ha considerado la incongruencia de estas fechas y plantea que o bien las orlas Gante-Brujas se hallan en un añadido posterior o bien el códice debe ser fechado más tarde. Del códice se ha realizado recientemente un facsímil: Libro de horas de “los Zúñiga”, Torrejón de Ardoz, Testimonio, 2003.

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se ha atribuido al taller de Giovannino de Grassi y más concretamente a Tomasino de Vimercate, antes conocido como Maestro de las Horas de Módena71. Según Byvanck en el catálogo de venta de la colección Van Wasenaar van Obdam, por la que pasó el manuscrito, se transcribía una anotación que ya no existe: “Estas oras fueron de la Señora Reyna Catholica Dona Isabel, propietaria de los reynos de Castilla y Leon”. Una censura inquisitorial del fol 159 v., aún existente, confirma su estancia en Castilla72. El códice debió ser adquirido en fecha indeterminada por Isabel la Católica, que mandaría completar su decoración con letras iluminadas y orlas. A falta de un estudio exhaustivo cabe observar en algunas de estas orlas, como en la del fol. 49, una clara influencia de las restantes decoraciones lombardas del códice. Por último hay que reseñar que Isabel poseyó también importantes manuscritos iluminados franceses. Obra maestra del gótico internacional parisino es el Livre de la chasse de Gaston Phébus (Nueva York, Pierpont Morgan Library, M. 1044) que lleva al comienzo una hermosa miniatura a página completa con el escudo real. También estuvieron en su poder manuscritos contemporáneos, como el Comentario sobre

71 A. W. Byvanck fue el primero en estudiar el manuscrito en Les principaux manuscrits à peintures de la Bibliothèque Royale des Pays-Bas et du Musée Meermanno-Westreenianum à La Haye, París, 1924, pp. 36-41 y en “Les principaux manuscrits à peintures conservés dans les collections publiques du Royaume des Pays Bas” en Bulletin de la Societé Française de Reproductions de Manuscrits à Peintures, 1931, p. 48. Fue incluido en la exposición Reyes Bibliófilos, Madrid, 1986, nº 51. Sobre Tomasino de Vimercate: Letizia Stefani, “Per una storia della miniatura lombarda da Giovannino de’Grassi a la scuola cremonese della II metá del Quattrocento: appunti bibliografici”, en La miniatura italiana tra gotico e rinascimento: atti del II Congresso di Storia della Miniatura Italiana, Florencia, 1985, p. 830, nota 31 y Kay Sutton, “The Master of the ‘Modena Hours’, Tomasino de Vimercate, and the ‘Ambrosianae’ of Milan Cathedral”, en The Burlington Magazine, 1991, February, pp. 87-90. Otro manuscrito iluminado por Vimercate se hallaba en el Colegio Mayor de San Bartolomé de Salamanca en 1550. Se trata de un tomo con las obras de Virgilio, que fue vendido en Christie’s el 3 de noviembre de 1997. 72 La censura dice: “Vistas et aprobadas pero aduiertese aquien tiene obligacion de Regari [Rezar?] officio de nrá sª queno cunple sino con el nuevo officio quomodo inprimior el Papa Pio quinto de gloriosa memoria. En Madrid, enero 17, 1574. - El dor Heredia” (Byvanck, A. W. Les principaux manuscrits à peintures de la Bibliothèque..., p. 37. Se trata del mismo censor que revisó el libro de horas del Museo Arqueológico Nacional de Madrid (Ana Domínguez Rodríguez; Javier Docampo, Diminuto devocionario..., p. 54).

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el Credo de los Apóstoles de Pierre Louis de Valtan, iluminado por uno de los miniaturista franceses más importantes del momento, Jean Poyer. De este texto realizó dos copias: una anterior y más sencilla, que se conserva en Londres (British Library, Ms. Add. 35320) y la que entregó su autor a la reina en 1500 durante su misión en Granada como enviado del rey Luis XII de Francia. Gracias a manuscritos como estos la miniatura francesa del primer Renacimiento pudo ser conocida en Castilla en fechas muy tempranas73. La afición de Fernando el Católico a los manuscritos iluminados es mal conocida, aunque probablemente fue menos intensa que la de su esposa. El ejemplar más destacado realizado por un artista extranjero que pudo estar en sus manos es un Misal-Breviario (Biblioteca Vaticana, Chig. C. VII 205), en el que aparece al principio su escudo. Sin embargo los estudios más recientes parecen apuntar a que su autor sería un maestro italiano que trabajaría en España también como pintor en el retablo de Bolea74. Más olvidadas que las de sus respectivos progenitores han sido las 73 Perteneció a la colección Huth y figuró en el catálogo de su venta: Catalogue of the famous library [...]. Eight portion, Sotheby’s, 10 july 1919, lot. 7656, pp. 2106-2107, que reproduce la dedicatoria en latín a la reina. Véase Janet Backhouse, “A book of hours by a contemporary of Jean Bourdichon: a preliminary note on British Library, Yates Thompson Ms. 5” en Manuscripts in the fifty years after the invention of printing, Londres, 1983, p. 45, Janet Backhouse, “The Tilliot Hours: comparison and relationships” en The British Library Journal, vol. 13, nº 2, 1987, p. 215 y Thomas Kren, Renaissance painting..., p. 174, nota 21. Después volvió a pasar por el comercio: Leuchtendes Mittelalter II, Antiquariat Heribert Tenschert, 1990, Katalog XXV, nº 57. Véase por último, junto con un estado de la cuestión sobre Poyer, François Avril, y Nicole Reynaud, Les manuscrits à peintures en Francet, p. 307; Roger S. Wieck, et. al. The hours of Henry VIII: a renaissance masterpiece by Jean Poyet, Nueva York, George Braziller, 2000, pp. 36-37 y, sobre todo, Mara Hofmann Jean Poyer: das Gesamtwerk, Turnhout, Brépols, 2004, p. 34. Esta autora ha sido la primera en restituir el verdadero nombre del artista, Poyer y no Poyet, a partir de una lectura cuidadosa de la documentación existente. 74 Sobre este complicado tema véase Joaquín Yarza Luaces, Los Reyes Católicos, pp. 116-118 y, sobre todo, cap. 3, nota 89. La bibliofi lia del rey católico es un tema por investigar y archivos y bibliotecas deben guardar numerosa información inédita. Como adelanto citaremos una carta de Felipe II a la duquesa de Florencia de 21 de octubre de 1561, en la que el rey agradece a su prima el envío de un “librito de oro”, com “ymagenes...muy devotas”, que “paresce haver sido del Rey Catholico mi bisabuelo” (Archivo General de Simancas, Estado 1476, Fol. 114). Debo esta noticia a la amabilidad del profesor Fernando Bouza.

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bibliotecas de Felipe el Hermoso y Juana la Loca, aunque en sus manos estuvieron algunos importantes libros de horas, especialmente flamencos. De la biblioteca de la reina Juana conocemos varios inventarios75, en los que se reseñan numerosos manuscritos iluminados, sobre todo libros de horas, aunque las descripciones no permitan identificarlos. El más conocido es el diminuto Libro de Horas de Juana de Castilla (Londres, British Library, Add. Ms. 18852), obra de un discípulo de Horenbout que también trabajó en el Breviario Grimani, y que probablemente fue encargado por la propia Juana mientras residió en Gante, entre 1497 y 1504, ya que aparecen sus divisas además de dos retratos (fols. 26 y 288)76. El libro se describe con claridad en el Inventario de las pertenencias de la reina en 154577. Otro libro de horas que pudo ser suyo, aunque seguramente no fue realizado para ella, se conserva en la Houghton Library de la Universidad de Harvard (Typ. 443 y 443.1), y en él pudieron intervenir diversos artistas como el Maestro Primer Libro de Oraciones de Maximiliano, el Maestro del Libro de Oraciones de Dresde y Simon Marmion. Wieck supone que los comitentes serían Yppolyte de Berthoz y su mujer Ysabeau de Keverwijk a partir de las iniciales “YY” en algunas de las orlas. Sin embargo, la presencia de oraciones en español apoya la tesis de un cliente hispano78. Por último se ha relacionado con la reina un tercer libro de horas flamenco con75 Publicados en Juan Gualberto López-Valdemoro de Quesada, conde de las Navas, Catálogo de la Real Biblioteca: Autores-Historia, Madrid, 1910, pp. 90-94 y en José Ferrandis, Datos documentales para la Historia del Arte Español. Inventarios reales (Juan II a Juana la Loca), Madrid, 1943, pp. 220-233. 76 Thomas Kren, Renaissance painting in manuscripts., pp. 59-62. Ignoramos en que se basa la afirmación de que fue un regalo de Francisco de Rojas, como se indica en Maurits Smeyers, Flemish Illuminated manuscripts, p. 31 y se afirma en Carolus: Charles Quint 1500-1558, Gante, Snoeck-Ducaju & Zoon, 1999, nº 11. Véase además Illuminating the Renaissance, nº 114, pp. 385-386, donde también se estudia otro libro de horas del mismo autor (Copenhague, Kongelige Bibliotek, Gl. Kgl. Saml. 1605, 4º), hecho para un joven desconocido y con el que guarda interesantes similitudes en el texto y las imágenes (nº 136, pp. 439-440). 77 José Ferrandis, Datos documentales para la Historia, pp. 222-223. 78 Roger S. Wieck, Late medieval and Renaissance illuminated manuscripts…, pp. 50-51 y 133-134. Para los aspectos estilísticos véase Maurits Smeyers, Flemish illuminated manuscripts, p. 137 y Bodo Brinkman en el artículo “Master of the Dresden Prayerbook” en The Dictionary of Art Londres, Macmillan, 1996.

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servado en la British Library (Add. Ms. 35313), obra en su mayor parte del Maestro de Jacobo IV de Escocia. Sin embargo los argumentos son endebles, ya que la atribución se basa tan sólo en la presencia de los santos Juanes en el calendario, la letanía y los sufragios, además de la aparición de santos españoles en la letanía79. El marido de Juana, el príncipe Felipe, era flamenco de nacimiento y poseyó también importantes códices iluminados, algunos de los cuales pudo traer a Castilla en 1504 cuando fue nombrado rey a la muerte de Isabel la Católica. Estos códices eran, de nuevo, sobre todo libros de horas flamencos. Algunos de éstos han sido considerados a veces como suyos, pero en realidad no debieron pertenecerle. Así, el conservado en el Colegio del Patriarca de Valencia, con una leyenda en el frontispicio (“Philippi IV Munificentia”) que en realidad alude al rey protector del conde-duque de Olivares, de quien pasó al colegio valenciano. Otro libro de horas en la British Library de Londres (Add. Ms. 17280) contiene dos supuestos retratos de Felipe el Hermoso y su mujer, añadidos posteriormente y que parecen ser falsificaciones decimonónicas 80. De excepcional calidad son las ya citadas Horas de Engelbert de Nassau, que probablemente Felipe recibió como regalo de su primitivo propietario, momento en que hizo añadir su escudo en varios folios81. Junto con su mujer se hizo retratar en un Gradual (Bruselas, Bibliothèque Royale, ms. 9126), que contiene misas y piezas de música 79 Thomas Kren, Renaissance painting in manuscripts, nº 8, p. 68. Ya hemos hecho mención de la tradición le atribuye la propiedad de las Horas Hennessy (Bruselas, Bibliothèque Royale, II.158.B). Véase también Illuminating the Renaissance, nº 109, pp. 369-371. 80 Sobre el libro de horas de Valencia véase Felipe Mª Garín Ortiz de Taranco, Un libro de horas del conde-duque de Olivares: estudio del códice brujense del Real Colegio de Corpus Christi en Valencia y de la ilustración europea de su tiempo, Valencia, Institución Alfonso el Magnánimo, 1951, pp. 59-62 y Javier Docampo, “Libro de horas del Colegio del Patriarca”, en Erasmo en España: la recepción del humanismo en el primer renacimiento español, p. 342. El códice ha sido objeto de un facsímil: Libro de horas de Felipe el Hermoso, Valencia, Millennium World Codex, 2001. Sobre el libro de horas de Londres: Janet Backhouse, “The so-called Hours of Philip the Fair: an introductory note on British Library Additional Ms 17280” en Wiener Jahrbuch für Kunstgeschichte, band XLVI/XLVII, 1993-94, pp. 45-54 e Illuminating the Renaissance, nº 117, pp. 391-393. 81 J.J.G. Alexander, The Master of Mary of Burgundy: a book of Hours for Engelbert of Nassau, Nueva York, 1970; Illuminating the Renaissance, nº 18, pp. 134-137.

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sacra y cuya iluminación se debe al Maestro de Jacobo IV de Escocia82. Asimismo poseyó un De officiis de Cicerón (Biblioteca del Monasterio de El Escorial, ms. h.IV.23) y un ejemplar de la Crónica Universal de Jean de Vico (Viena Österreichische Nationalbibliothek, cod. 325)83. También hubo en poder del padre del emperador libros de horas franceses, como el conservado en la Biblioteca Estense de Módena (α.K.7.2 = Lat. 22), que lleva el lema de la Casa de Austria “A.E.I.O.U” (Austriae Est Imperare Orbi Universo) y las siglas “P.K.” que pueden corresponder a Philippus Karolus. Se trata de una obra del Maestro del Misal della Rovere, un artista que trabajó en Italia y Francia y que recoge en sus miniaturas la influencia de Jean Fouquet84. Recientemente se ha relacionado con el príncipe Felipe otro libro de horas francés de comienzos del siglo XVI (Filadelfia, Free Library, Lewis E 113)85. Como hemos ido viendo cuando en 1516 Carlos I asciende al trono en las bibliotecas españolas ya abundaban los manuscritos iluminados procedentes de los más importantes focos de la miniatura europea, particularmente de los Países Bajos, de manera que los artistas españoles podían conocer de primera mano buena parte de las novedades de la miniatura renacentista. A lo largo de su reinado, los manuscritos importados por el emperador y por su mujer Isabel de Portugal continuarán incidiendo sobre el desarrollo de los talleres más próximos a la corte, que marcaban el gusto oficial dominante, lo que, por ejemplo, 82 F. Winkler, Die Flämische Buchmalerei..., p. 164. 83 Guillermo Antolín, Catálogo de los códices latinos de la Real Biblioteca de El Escorial, Madrid, 1910-23, t. IV, p. 560; Maurits Smeyers, L’art de la miniature flamande, p. 435. 84 Sobre el códice: Mirella Levi D’Ancona, “Il codice a.K.7.2 della Biblioteca Estense di Modena” en Commentari, IV, 1953, pp. 16-21. Domenico Fava, y Mario Salmi, I manoscritti miniati della Biblioteca Estense di Modena, Milano, Electa, 1973, vol II, pp. 165-67. Sobre otras interpretaciones del lema “AEIOU”: Rosenthal, Earl E. “The invention of the columnar device of emperor Charles V at the court of Burgundy in Flanders in 1516” en Journal of the Warburg and Courtauld Institutes, XXXVI, 1973, p. 222. Sobre el Maestro de los Misales della Rovere: Susie Nash, “Master of the della Rovere Missals” en The Dictionary of Art, pp. 657-658, François Avril, “La iluminación francesa del siglo XV y el mundo mediterráneo”, en El renacimiento mediterráneo..., p. 74 y Jean Fouquet: peintre et enlumineur du Xve siècle, París, Bibliothèque Nationale de France, Hazen, 2003, pp. 395-396. 85 La conexión parece, sin embargo, débil, ya que se limita a una carta inserta en el libro escrita en francés y firmada por “Philippus”. Véase Leaves of gold..., nº 36, p. 114.

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puede explicar la pervivencia de las influencias flamencas junto con las italianas86. El modelo italiano sólo se hará preponderante con la irrupción del estilo manierista que dominará la miniatura española a partir de los años centrales del siglo, momento además en que la importación de obras procedentes de los Países Bajos sufrirá un descenso. Los distintos inventarios conservados nos informan del contenido de las bibliotecas que el emperador reunió tanto en su palacio de Bruselas como en su retiro final en Yuste87. El mayor problema de su análisis a los efectos que nos interesan estriba, como es habitual, en la escasez de datos en los asientos bibliográficos, especialmente en lo referente a libros de oraciones, que continuaban siendo la principal tipología de manuscrito iluminado. Sin embargo sabemos que un importante grupo de breviarios y libros de horas, en gran parte de origen extranjero, le pertenecieron. Como sus antecesores Carlos I mostró predilección por los libros de horas iluminados en Flandes. Se le atribuye la propiedad del llamado Libro de Horas del Golf, que estuvo en la colección Chester Beatty, llamado así por los juegos infantiles, algunos similares a este deporte, que aparecen en los márgenes inferiores del calendario. Aunque el manuscrito no llevaba ninguna marca de propiedad, en el fol. 64 aparecía un escudo con el lema PLUS-ULTRA. Cuando fue reencuadernado en el siglo XIX se le añadieron el escudo de Carlos V en la tapa superior y el águila imperial en la contratapa88. También encontramos una en-

86 Javier Docampo, “Imagen religiosa y devoción privada: los libros de oraciones de Carlos V”, en IX Jornadas de Arte: El arte en las cortes de Carlos V y Felipe II, Madrid, CSIC, 1999, pp. 215-224. 87 Sobre la biblioteca de Bruselas véase M.Michelant, «Inventaire des joyaux, ornaments d’eglise, vaiselles, tapisseries, livres, tableaux, etc de Charles Quint, dressé a Bruxelles, au mois de mai de 1536», en Compte-rendu des Séances de la Commision Royale d’Histoire 3ª série, t. XIII, Bruselas, 1872, pp. 199-368. Para los libros del emperador en Yuste véase Vicente de Cadenas y Vicent, Hacienda de Carlos V al fallecer en Yuste, Madrid, Hidalguía, 1985, especialmente las pp. 17-35 y Gonzalo Sánchez-Molero, “La biblioteca postrimera de Carlos V en España: las lecturas del emperador” en Hispania, 2000, LX/3, nº 206, pp. 911-944. 88 Catalogue of the Renowned Collection of Western Manuscripts the property of A. Chester Beatty. The second portion, Londres, Sotheby’s, 1933, lote 69, p. 143. No debe confundirse, como hicimos en Javier Docampo, “Imagen religiosa y devoción privada...”, p. 217, con el también llamado Libro de horas del Golf (Londres, British Library, Add. Ms. 24098), obra de Simón Bening.

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cuadernación con la divisa “Plus oultre” y la mención “Karolus V Imp” acompañando a un personaje en busto coronado, sosteniendo una espada y un globo en un libro de horas de Willem Vrelant (Bibermühle, Colección H. Tenschert)89 También es posible que fuera realizado para el emperador el Libro de horas del rey Fernando I (Viena, Österreichische Nationalbibliothek, cod. 1875), ya que aparecen las armas de Fernando pintadas sobre las de su hermano Carlos90. El miniaturista flamenco que trabajó en más ocasiones para el emperador fue el artista bautizado por Winkler como Maestro de Carlos V. Según Smeyers trabajó entre 1505 y 1533 en Malinas y en Bruselas y su obra supuso el primer acercamiento de la miniatura flamenca al romanismo italianizante, en estrecha relación con la pintura de Bernard van Orley. Otros autores, basándose en obras tardías, como el Misal Arenberg, lo acercan al pintor Joos van Cleve91. Sin embargo creemos que se trata de una figura aún mal definida en torno a la cual se han agrupado una serie de manuscritos bastante diferentes entre sí, por lo que es posible que se trate de un taller más que de un artista individual. Mientras que los ejemplos más antiguos, como el Codex Vindobonensis 1859 de Viena, están próximos al arte de Simon Bening, los más recientes, como el M. 696 de la Pierpont Morgan o el citado Misal, se muestran conocedores de los logros de la pintura de van Orley o van Cleve92. En cualquier caso la presencia de varios de estos manuscritos en Castilla en el segundo cuarto del siglo XVI permitiría conocer de primera mano la corriente más avanzada, ya plenamente renacentista, de la iluminación flamenca del período. Probablemente el libro de horas flamenco más famoso realizado para Carlos I es el citado Codex Vindobonensis 1859 de la Österrei-

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En la actualidad se desconoce su paradero. La última pista lo sitúa en manos del librero H.P. Kraus hacia 1977 (catálogo de la subasta de Sotheby’s de 22 de junio de 1999, p. 76). Bernard Bousmanne “Item a Guillaume Wyelant aussi enlumineur”, p. 224 Maurits Smeyers, L’art de la miniature flamande, p. 470. Maurits Smeyers, L’art de la miniature flamande, pp. 433-434. El Misal Arenberg fue vendido en Sotheby’s el 21 de abril de 1998 (The Jaime Ortiz-Patiño collection of important books and manuscripts, lot. 186). En Illuminating the Renaissance, nº 170, pp. 508-510 se considera obra de un discípulo del Maestro de Cardenal Wolsey. Esta línea se sigue en Illuminating the Renaissance, pp. 495-502.

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chische Nationalbibliothek de Viena, posible regalo de su tía Margarita de Austria93. Por el retrato que aparece en el fol. 213 v., en el que Carlos aparece muy joven como rey de España pero aún no como emperador, puede fecharse entre 1516 y 1519. Otro libro de horas atribuido al Maestro de Carlos V es el que se conserva en la colección de los príncipes de Ligne en el castillo de Beloeil, Bélgica94. Está fechado en 1532, aunque es más arcaico por la utilización de orlas Gante-Brujas, que se combinan, no obstante, con otras arquitectónicas. En el fol. 52 se encuentran representadas dos medallas, o las dos caras de una misma, una con un retrato del emperador, con la divisa “Plus Oultre” y las columnas de Hércules, y la otra con una Venus. Al año siguiente se llevó a cabo otro libro de horas que se conserva en la Pierpont Morgan Library de Nueva York (Ms. 491)95, escrito para Carlos V, como indican su retrato orante (f. 54 v.) así como su escudo. Es probable que todos estos libros de horas, al igual que el Libro de Horas del Golf, se quedasen en los Países Bajos, ya que no hay trazas del paso de ninguno de ellos por España. Dogaer atribuyó también al Maestro de Carlos V otro libro de horas que perteneció al emperador (Viena, Österreichische Nationalbibliothek, Ms. Ser. n. 13251; fig. 7) realizado en grisalla en 1537 y cuyo frontispicio lleva el título “Officium Dive Virginis Marie cum aliis devotis precationibus Caroli Quinti Romanorum Imperatoris Regis Hispaniarum”96. Comparte algunas peculiaridades iconográficas con los libros de horas de Viena y Nueva York, como la presencia de la aparición de Cristo Resucitado a su Madre o la secuencia de siete escenas acompañando las Horas del Espíritu Santo, lo que nos sitúa ante un cliente con precisas demandas devocionales. El libro es de un formato casi el doble de alto que de ancho, frecuente en la miniatura francesa y flamenca de 93 Existe una edición facsímil con un estudio del que hay traducción española: Heinrich von Liechtenstein, Libro de Horas de Carlos V, Madrid, Casariego, 1994. 94 Reyes Bibliófilos, nº 67, pp. 94-96. 95 Seymour de Ricci, Op. cit., II, Morgan 491, p. 1459; Heinrich K. von Lichtenstein, Libro de Horas de Carlos V, pp. 116-118 e Illuminating the Renaissance, nº 166, pp. 496-498, donde se atribuye a dos miniaturistas, un Maestro del Morgan 491 y un anónimo del círculo del Maestro de Carlos V. 96 Manuscrits et livres imprimés concernant l’historie des Pays-Bas 1475-1600, Bruselas, 1962, p. 60; Dagmar Thoss, Flämische Buchmalerei Handschriftenschätze aus dem Burgunderreich, Graz, 1987, pp. 135-136; Heinrich K. Liechtenstein, Libro de Horas de Carlos V, p. 119; Georges Dogaer, Flemish miniature painting..., Amsterdam, 1987, pp. 169-170.

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este período, y sus figuras alargadas y de posturas complicadas muestran, aunque con cierta torpeza, la dependencia de modelos del manierismo italiano. Podemos rastrear paralelismos con otro libro de horas en grisalla de origen español, realizado para la mujer del emperador, y que ha pasado desapercibido hasta fechas recientes. Nos referimos al Libro de Horas de Isabel de Portugal (fig. 8), que fue de la colección Doheny y que debió realizarse en Toledo, como atestigua su calendario, a finales de la década de los treinta. Ha sido atribuido al pintor Antonio de Comontes, un discípulo de Juan de Borgoña97. Sin embargo, aunque quede pendiente un examen más detallado, parece más cercano a la obra de Diego de Arroyo y Francisco de Buitrago, miniaturistas de la llamada segunda escuela toledana que tasaron los libros de la emperatriz a su muerte98. Por último se ha situado dentro de la misma órbita estilística el mencionado libro de horas de la Pierpont Morgan Library de Nueva York (M. 696), fechable hacia 1547-50, con retratos de Carlos V (f. 56), de Felipe II y de varios miembros de la familia. A diferencia de los anteriores sabemos que este libro de horas quedó en España. Según la tradición fue llevado por el emperador a su retiro de Yuste y lo cierto es que en 1576 era propiedad de Martín de Gaztelu, secretario privado de Carlos V y de Felipe II, y que a finales del siglo XIX aún estaba en nuestro país99. 97 The Estelle Doheny Collection. Part II Medieval and renaissance manuscripts, Londres, Christie, 1987 y Manuel Sánchez Mariana, “El manuscrito en el siglo XVI” en Historia ilustrada del libro español. Los Manuscritos, t. I, Madrid, 1993, p. 280. Sobre Comontes véase Chandler Rathfon Post, A history of Spanish painting, Cambridge (Mass.), 1947, vol IX, part I, pp. 277-298. 98 Anna Muntada, Misal Rico de Cisneros, pp. 126-128 y Anna Muntada, “Un ejemplar de la Genealogía de los Reyes de España de Alonso de Cartagena en manos de la emperatriz Isabel de Portugal”, en Butlletí del Museu Nacional d’Art de Catalunya, nº 2, 1994, p. 183. 99 Seymour de Ricci, Census…, II, Morgan 696, p. 1483; Roger S. Wieck, Painted prayers..., nº 8, p. 18 y nº 84, p. 108; Javier Docampo, “Libro de horas de Carlos V” en Carlos V: las armas y las letras, Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los centenarios de Carlos V y Felipe II, 2000, nº 178, pp. 528-529. En Illuminating the Renaissance, nº 167, pp. 499-501 se atribuyen sus miniaturas a dos manos, un Maestro del Morgan 696 y un ayudante. Según José Luis Gonzalo Sánchez-Molero “La biblioteca postrimera de Carlos V...”, p. 940, habría sido regalado a Gaztelu por el emperador antes de su muerte y no después de la misma como afirma una anotación en el fol. 1. Sobre la colección de Gaztelu véase Amelia López-Yarto Elizalde, “El gusto artístico de

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Al igual que su padre también Carlos I poseería libros de horas franceses, de los que el más destacado se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid (Vit. 24-3)100. La pertenencia al emperador se basa tan sólo en una anotación en la segunda hoja de guarda con letra que parece del siglo XVII. En cualquier caso parece probable que el códice llegase a España en la primera mitad del siglo XVI dando a conocer una antología de la miniatura parisina hacia 1500. En efecto, en un estudio reciente sus miniaturas se han atribuido al Maestro de Robert Gaguin, el Maestro de Martainville 183, el Maestro de la Crónica Escandalosa, el Maestro de Jacques de Besançon y el Maestro del Morgan M. 388 (un seguidor de Poyer)101. Otra obra de gran calidad que pudo ser suya son las llamadas Horas de Enrique VIII, obra de Jean Poyer (Pierpont Morgan Library, Ms. H. 8)102. Según una nota firmada por uno de los poseedores del manuscrito en el siglo XVIII, Georges Wade, se trataría de “un regalo del emperador Carlos V a Enrique VIII, rey de Inglaterra”. Al parecer la información procedía del propietario anterior, un tal Charles Benoit Desmanet, y no se puede confirmar con otros datos. Otros manuscritos de origen francés que pudieron ser suyos son el salterio Vit. 14 de la Biblioteca de El Escorial103 o el libro de horas ms. personajes ilustres de la corte de Felipe II: Antonio Pérez y Martín de Gaztelu, secretarios del rey” en Felipe II y las artes: actas del congreso internacional, Madrid, Universidad Complutense, 2000, pp. 129-132. 100 No compartimos la seguridad con que se identifica este libro con el citado en el inventario de Yuste en José Luis Gonzalo Sánchez-Molero, “La biblioteca postrimera de Carlos V...”, p. 939. Un completo análisis iconográfico del manuscrito en Ana Domínguez, Libros de Horas del siglo XV…, pp. 82-105, con toda la bibliografía anterior. Las últimas precisiones estilísticas pueden verse en Isabelle Delaunay, “Les Heures d’Ècouen du Musée National de la Renaissance: échanges entre manuscrits et imprimés, autour de 1500» en Revue du Louvre, 1993, nº 4, p. 16 y ss. Recientemente se ha realizado una edición facsímil: Madrid, Club Bibliófi lo y Biblioteca Nacional, 1999. 101 Mara Hofmann, Jean Poyer: Gesamtwerk und Rezeption (Thesis doctoral, Berlin, Freien Universität, 2001, v. 2, p. 73). 102 .Véase Description of the Great Book of Hours of Henry VIII, Frankfurt, 1923, pp. 12-16 y 18; John Plummer y Gregory Clark, The last flowering: french painting in manuscripts 1420-1530, Nueva York, 1982, nº 113; Janet Backhouse, “The Tilliot Hours”, p. 213 y Roger S. Wieck, Painted prayers..., nº 39, p. 58, y Roger S.Wieck The hours of Henry VII…, pp. 185-186. 103 La pertenencia a Carlos V debe basarse en la tradición, ya que el manuscrito no contiene indicaciones de ningún tipo. Véase Paul Durrieu, Manuscrits d’Espagne remarquables par leurs peintures ou par la beauté de leur exé-

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lat. 1202 de la Bibliothèque Nationale de París104. Nos detendremos ahora en un manuscrito de elaboración compleja y azarosa historia: las Horas Sforza (Londres, British Library, Add. Ms. 34294)105. Comenzado para Bona Sforza, duquesa de Milán, hacia 1490 por su miniaturista favorito Giovan Pietro Birago, la obra quedó inacabada tras el robo de buena parte del manuscrito. A la muerte de la duquesa la obra pasó a su sobrino Filiberto de Saboya y después a su esposa Margarita de Austria, quien lo llevó a Flandes. En 1517 se comenzó a reemplazar las páginas de texto perdidas y a completar la ilustración con la adición de dieciséis miniaturas y dos orlas por parte de Gérard Horenbout, tarea que se prolongó al menos hasta 1521. En esta segunda etapa se realizó un retrato de Carlos V en grisalla, fechado en 1520 y con el monograma KI “Karolus Imperator” (fig. 9). Este retrato debió añadirse cuando Margarita regaló el manuscrito al emperador, que era su sobrino, presumiblemente con motivo de su coronación. Es probable que Carlos trajera el manuscrito a España en 1522, donde permanecería hasta que fue adquirido en Madrid en 1870 por el coleccionista J.C. Robinson que lo llevó a Gran Bretaña. La influencia que una obra tan extraordinariamente decorada pudo tener en los talleres cercanos a la corte debió ser importante. Por un lado suponía un ejemplo de convivencia dentro del mismo manuscrito, aunque fuera por causas accidentales, de estilos italiano y flamenco. Y este eclecticismo había producido un resultado especialmente afortunado, no sólo porque las miniaturas de Horenbout tuvieran presente en ocasiones a las de Birago, sino porque ambos estilos compartían más elementos de lo que pudiera parecer en un primer momento. Por otro lado mostraba un nuevo repertorio de orlas renacentistas, en las que jarrones, vegetación y animales aparecían en relieve sobre fondos azules, rojos y negros. La influencia de las Horas Sforza puede verse en la decoración del Breviario de Carlos V, monumental obra en cuatro volúmenes (Escorial, Vit. 4 a 7). Los estudios más recientes señalan la participación

cution, París, 1893, pp. 43-44; G. Antolín, Catálogo de los códices latinos de la Real Biblioteca de El Escorial, t. IV, p. 278 y Jesús Domínguez Bordona, Manuscritos con pinturas, nº 1567. 104 Abbé V. Leroquais, Les livres d’heures manuscrits de la Bibliothèque Nationale, París, 1927, t. I, nº 60, pp. 147-148. 105 Mark Evans, The Sforza Hours, Londres, The British Library, 1992. Véase además Illuminating the Renaissance, nº 129, pp. 428-431.

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de Bernardino de Canderroa, el principal iluminador del Misal rico de Cisneros, al comienzo del manuscrito, que sería completado por Juan Correa de Vivar y por un discípulo suyo que hemos denominado Maestro del Breviario de Carlos V. El arco cronológico de realización es difícil de precisar, pero los retratos del emperador (fig. 10) permiten suponer que se extendió entre 1519 y mediados de la década siguiente106. Aunque las orlas renacentistas ya habían sido utilizadas en obras como el Misal Rico, la presencia del suntuoso libro de horas traído por el emperador pudo servir como modelo para miniaturistas que trabajaban para el mismo cliente y que continuaron combinando las tradicionales orlas Gante-Brujas con las nuevas decoraciones de columnas-candelabro y grutescos. Otros elementos que aparecen en el Breviario, como los retratos del emperador en clípeos situados en las orlas inferiores o la utilización de miniaturas a página completa, eran novedosos respecto al Misal Rico y pudieron inspirarse en las Horas Sforza. Otro famoso libro de horas italiano que estuvo en poder de Carlos I fue el que, según la autobiografía de Cellini, que se encargó de su encuadernación, le regaló el papa Pablo III. Al igual que el Antifonario ya reseñado fue también iluminado por Vincent Raymond107. El manuscrito se hallaba en 1923 en la colección de Maurice de Rothschild y, aunque desconocemos su paradero actual, podemos hacernos una idea de su estilo a través de otros libros de horas de Raymond, como las Horas de Eleanora Gonzaga, duquesa de Urbino (Oxford, Bodleian Library, Ms. Douce, 29) 108. Recientemente el Estado español ha adquirido 106 Anna Muntada, El Misal Rico de Cisneros, pp. 80 y 116-117; Javier Docampo, “El Breviario de Carlos V: estudio del códice y sus miniaturas”, en Reales Sitios, 2000, nº 145, pp. 29-39. Anna Muntada en “Breviario de Carlos V” (El arte en Cataluña y los reinos hispánicos en tiempos de Carlos I, nº 53, pp. 292-294) retrasa el comienzo de la intervención de Canderroa hasta 1519, después de la finalización del Misal Rico y de la proclamación de Carlos V como emperador. 107 Benvenuto Cellini, Vida y otros escritos, Barcelona, Parsifal, 1993, pp. 151-157; Pietro Fedele, «L’uffiziolo di Madonna rillegato da Benvenuto Cellini» en Mélanges d’Archélogie et d’Histoire, École Française de Rome, XXIX Année, 1909, pp. 329-339; Boyer d’Agen, «Vincent Raymond de Lodève miniaturiste pontifical» en La Nouvelle Revue, t. LXIV, 1923, pp. 211-221 y 315-325. Este último autor considera que el libro fue comenzado por Clovio y terminado por Raymond. 108 The painted page..., p. 242.

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un diminuto manuscrito con el texto del credo que perteneció a Carlos V, con una suntuosa encuadernación de orfebrería que permite hacerse una idea de la obra perdida de Cellini. El manuscrito se conserva en el Museo Nacional de Artes Decorativas de Madrid y su encuadernación se ha considerado en ocasiones como española y de mediados del siglo XVI, pero otras publicaciones la retrasan a finales del siglo XVI109. No todos los manuscritos que trajo el emperador a España fueron libros de horas, por los inventarios sabemos que abundaban en su biblioteca las obras literarias, históricas, morales, etc. La más conocida es el Officium Salomonis (El Escorial, Vit. 13) que el impresor gantés Robert de Keyser ofreció a Carlos I en 1520110. Se trata de una obra de gran interés iconográfico, en la que se conjuga la exaltación dinástica del emperador con los paralelismos con personajes del Antiguo Testamento, especialmente Salomón. En cambio no debieron venir a España otros manuscritos literarios o científicos que fueron suyos: un Roman de Girart de Rousillon o un Roman de Meraugis (Viena, Österreichische Nationalbibliothek, Cod. 2549 y Cod. 2599), un Livre des stratagèmes de Frontino (Bruselas, Bibliothèque Royale, ms. 10475) o un Livre des simples medecines de Matthaeus Platearius (San Petersburgo, Biblioteca Nacional de Rusia, Fr. F.v.VI.1). Tampoco tenemos constancia del paso por nuestro país de los lujosos códices con los estatutos de la Orden del Toisón de Oro que pudieron estar en su poder, como el del Instituto Valencia de Don Juan de Madrid (Ms. 26. I. 27) o el de la Österreichische Nationalbibliothek de Viena (Cod. 2606)111. 109 Sotheby’s Western manuscripts and miniatures, 22-junio-1999, nº 85; Carolus, nº 303, p. 514; El arte de la plata y de las joyas en la España de Carlos V, Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2000, nº 124, p. 267. 110 J. Van der Gheyn Un manuscrit de l’imprimeur gantois Robert de Kayser à la Bibliothèque de l’Escurial, Gante, 1907; Jesús Domínguez Bordona, Manuscritos con pinturas, nº 1566; Ana Domínguez Rodríguez, “El Officium Salomonis de Carlos V en el Monasterio de El Escorial” en Reales Sitios, nº 83, (1985); Fernando Checa, Carlos V y la imagen del héroe del Renacimiento, Madrid, 1987, pp. 151-152, 196-198. En Carolus: Charles Quint 1500-1558 se atribuye a Clara de Keyser. Recientemente se ha publicado una edición facsímil con el pintoresco título de Libro de horas del viaje de Carlos V para ser coronado emperador, Madrid, Testimonio, 2000. 111 Anne Korteweg, «Le manuscrit KB 76 E 14 de La Haye, le contenu et la décoration des livres des Statuts aux XVe et XVIe siècles» en L’ordre de la Toison d’Or, de Philippe le Bon à Philippe le Beau (1430-1505): idéal ou reflet

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La esposa del emperador, Isabel de Portugal, también poseyó importantes manuscritos flamencos. Destacaremos en primer lugar el Breviario conservado en El Escorial (Vitrina 3), obra atribuida a Horenbout, que según Winkler fue de Margarita de Austria112. Es posible que, como tantos otros manuscritos, fuera regalado a Carlos I, que lo entregaría a su mujer. La pertenencia a la emperatriz parece reforzarse por la aparición de anotaciones con los nacimientos de la familia real de Portugal (fols. 308-309 v.). Otro importante manuscrito que estuvo en su poder es el libro de horas conservado en la Huntington Library en San Marino, California (HM. 1162), obra de gran interés ya que en ella encontramos una utilización insólita de miniaturas importadas de Flandes113. Para la confección de este códice se adquirieron diecisiete pequeñas escenas hechas por Simon Bening (56 x 39 mm), o bien se recortaron de un manuscrito ya existente, y posteriormente se pegaron en folios sueltos o en cuadernos más grandes (167 x 115 mm) en los que se escribió el texto correspondiente y se completó la decoración mediante orlas renacentistas o continuando el paisaje de las escenas principales a la manera flamenca. Los artistas que finalizaron el manuscrito fueron probablemente los mismos que trabajaron para el Breviario de Carlos V en Toledo. Recordemos por último que a la emperatriz perteneció también el libro de horas que fue de la colección Doheny y al que ya hemos hecho referencia.

d’une société?, Bruselas, Bibliothèque Royale, 1996, pp. 43-44. 112 F. Winkler, Die Flämische Buchmalerei..., p. 170. Véase además Concepción Muñoz Delgado, “Un manuscrito inédito de la Real Biblioteca de El Escorial” en Archivo Español de Arte, nº 230, 1985, p. 144-156 y, de la misma autora, “Miniaturistas de escuela ganto-brujense en los códices de El Escorial”, en Real Monasterio-Palacio de El Escorial: estudios inéditos en conmemoración de la terminación de las obras, Madrid, 1987, pp. 321-329. 113 Judith Testa, “The Beatty Rosarium reconstructed...”, p. 222; Consuelo Dutschke, Guide to medieval and Renaissance Manuscripts in the Huntington Library, San Marino, 1989, vol. 2, pp. 497-501; Illuminating the Renaissance, nº 151, pp. 470-471.

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El canto del cisne: Giulio Clovio y el scriptorum de El Escorial El más ilustre miniaturista del manierismo italiano, el croata Giulio Clovio (1498-1578)114, es conocido en nuestro país sobre todo por su relación con El Greco, que le retrató en un célebre cuadro (Nápoles, Museo de Capodimonte) sosteniendo entre sus manos su obra maestra, las Horas Farnese (Nueva York, Pierpont Morgan Library, M. 69). Sin embargo los españoles fueron buenos clientes y desde la década de los treinta encontramos los primeros testimonios de la presencia de obras suyas en manos de Carlos V. El emperador poseyó un manuscrito con las Stanze (Viena, Österreischische Nationalbliothek, cod. 2660) escritas por Eurialo d’Ascoli con motivo de la captura de Túnez en 1535 y de Argel en 1541. Tiene dos páginas miniadas por Clovio y fue entregado a Carlos V en 1543. Sin embargo es probable que el códice no viniese nunca a España115. Vasari, que fue el primer biógrafo de Clovio, nos informa de que se hallaban “in uno epistolario, tre storie grandi di San Paulo Apostolo; una delle quali indi a non molto fu mandata in Ispagna”. Este códice se ha venido identificando con el Comentario de la Epístola de San Pablo a los Romanos (Londres, Soane’s Museum, ms. 143), hecho para su autor, el cardenal Marino Grimani, hacia 1537-38. En su estado actual el manuscrito sólo tiene una miniatura a página completa con la Conversión de San Pablo (fol. 7 v.), inspirado en uno de los cartones de Rafael para los tapices de la Capilla Sixtina116. Maria Cionini-Visani 114 Sobre Clovio las monografías básicas son: J. W. Bradley, The life and works of Giulio Clovio, Londres, 1891 y María Giononi-Visani, y Grgo Gamulin Giorgio Clovio: miniaturist of the Renaissance, Nueva York, Alpine, 1980 (reed. Londres, 1993). Sobre las relaciones entre Clovio y España: Fernando Benito Doménech, “En torno a Julio Clovio y España”, en Archivo Español de Arte, nº 243, 1988, pp. 307-312; Francisco M. Gimeno Blay y Amadeo Serra Desfi lis, El Liber Missarum et Officiorum de Felipe II, Valencia, Patrimonio, 1996, pp. 42-51; Almudena Pérez de Tudela y Gabaldón, “Giulio Clovio y la corte de Felipe II”, en Felipe II y las artes: actas del congreso internacional, Madrid, Universidad Complutense, 2000, pp. 167-183. 115 María Giononi-Visani, y Grgo Gamulin, Giorgio Giulio Clovio, p. 101; Eva Irblich, “Stanze sorra l’impressa de l’aquila, en Carolus, nº 209, p. 416. 116 The painted page..., nº 133; María Giononi-Visani, y Grgo Gamulin, Giorgio Giulio Clovio, pp. 49 y 100 y Elena Calvillo, “Romanità and Grazia: Giulio Clovio’s Pauline Frontispieces for Marino Grimani” en Art Bulletin, 2000, v.

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identificó las miniaturas que faltarían en el códice con dos hojas conservadas en el Museo del Louvre, también inspiradas en los cartones de Rafael, con La conversión de San Pablo y Las virtudes teologales, que habían sido mencionadas elogiosamente por Francisco de Holanda en sus Diálogos en Roma. Recientemente Elena Calvillo ha reinterpretado libremente a Vasari, formulando la hipótesis de que estas miniaturas sueltas pertenecieran a una segunda edición ampliada de los Comentarios, códice que sería lo que se envió a España. Vasari también menciona varios envíos a Carlos I, de los que no queda ningún rastro: una Virgen con el Niño, con santos y figuras alrededor, entre las que aparecía arrodillado el Papa Pablo III o un “quadretto di figure piccole” que fue un regalo del Cardenal de Trento. Otro regalo del mismo cardenal nos proporciona una primera mención a Felipe II: “un altro di Nostra Donna, ed insieme il ritratto del re Filippo, che furono bellissimi, e perciò donati al detto re Catolico”. Es posible que Vasari se equivocase y esta pieza quedase en manos del miniaturista y no llegase nunca a España, ya que no aparecen en los inventarios de bienes del rey pero puede encontrarse la descripción de piezas parecidas en los inventarios hechos a la muerte de Clovio117. Otras obras citadas por Vasari si pueden ser identificadas. Así nos cuenta que a Ruy Gómez de Silva, príncipe de Éboli y favorito de Felipe II, se le envió “un quadretto, la Nostra Donna col figliuolo in braccio, Santa Lisabetta, San Giovannino, ed altre figure”. Se conservan dos Vírgenes con el Niño atribuidas a Clovio, una en la colección Wildenstein (París, Musée Marmottan)118 y otra en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid119 (fig. 11). La primera, en la que la Virgen está acompañada, 82, pp. 280-297. Las citas de Vasari proceden de Vita di Don Giulio Clovio Miniatori, con introducción notas y bibliografía de Antonietta Maria Bessone Aureli, Florencia, R. Bemporad, 1915, pp. 61-72. Se trata de una reedición extraída de la segunda edición de las Vite, publicada en 1568. 117 A. Bertolotti “Don Giulio Clovio, principe dei miniatori”, en Atti e memorie delle RR. Deputazioni di Storia Patria per le provincie dell’Emilie, VII, 1881, pp. 271-272. Almudena Pérez de Tudela “Giulio Clovio…”, nota 10, señala una pieza que se hallaba en el Alcázar madrileño en 1600. 118 M. Levi D’Ancona, “Illuminations by Clovio lost and found” en Gazette des Beaux-Arts, julio-septiembre, 1950, pp. 55-76. Sobre la Sagrada Familia véase además Eliot W.Rowlands, “A newly discovered Holy Family drawing by Giulio Clovio” en Master Drawings, vol. 23-24, 1985-86, nº 1, pp. 31-36. 119 Elena de Laurentiis, “Miniaturas devocionales entre el manierismo y la contrarreforma en el Museo Lázaro Galdiano” en Goya, nº 263, marzo-abril 1998,

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además del Niño, por Santa Isabel, San Juanito, San José y tres figuras femeninas, corresponde mejor con la descripción de Vasari. Según una carta del 4 de diciembre de 1556 dirigida al Cardenal Alejandro Farnese por Giuliano Ardinghelli, embajador del duque de Parma en Bruselas, el cardenal había mandado una “pequeña pintura de don Julio” a Ruy Gómez de Silva y habría encargado otra similar para el Emperador. Aunque no sabemos si esta segunda se llegó a realizar, es posible identificarla con la conservada en el Museo Lázaro, que es casi con certeza la que figura en los sucesivos inventarios de El Escorial120. Sin embargo el San Juan Bautista en el desierto “con paesi ed animali bellissimi” también citado por Vasari como enviado a Felipe II no ha podido ser identificado, aunque sabemos que estuvo en El Escorial, porque figura con el nº 1520 en la entrega de 1574. Continúa Vasari haciendo alusión a dos obras de tema veterotestamentario, un David cortando la cabeza a Goliat y una Judit con la cabeza de Holofernes, que Margarita de Austria habría entregado a Felipe II. La primera aparece referida en otra carta de Arghindelli del 28 de abril de 1557 y se encuentra en los inventarios de El Escorial hasta la invasión napoleónica. Así el inventario de la entrega de 1574 reseña en el nº 1517: “Un quadro pequeño de madera, illuminado, de mano de don Jullio: la historia de David quando mató al gigante Golías, guarnecido de évano, con tapador de lo mismo, que tiene un pie y un quarto en quadro”. Puede ser identificada con la conservada en la colección Wildenstein (París, Musée Marmottan), cuya composición deriva de una pintura de Daniele da Volterra (París, Louvre). La Judit fue entregada cuatro años más tarde, en 1561. Sin embargo no aparece en los inventarios filipinos y no se tiene constancia de su paradero en pp. 88-98. Esta autora ha estudiado otras miniaturas italianas de la misma colección, alguna de las cuales puede proceder también de El Escorial. Véase también Carmen Espinosa Martín, Iluminaciones, pequeños retratos y miniaturas en la Fundación Lázaro Galdiano, Madrid, Fundación Lázaro Galdiano, 1999, pp. 27-30 y Fernando Bouza, , “Sagrada Familia con Santa Isabel y San Juanito”, en Felipe II, un monarca y su época, un prícipe del Renacimiento, Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 1998, nº 226, pp. 596-597. 120 Así en el inventario de la entrega de 1574 figura con el número 1518 una imagen de Nuestra Señora y Sancta Elissabhet con sus dos niños y Sant Joseph. Véase Zarco Cuevas, Fray Julián Inventario de las alhajas, pinturas y objetos de valor y curiosidad donados por Felipe II al Monasterio de El Escorial (1571-1598), Madrid, 1930, pp. 190-191.

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la actualidad. Para conocer la composición hay que acudir a un dibujo preparatorio conservado en Zagreb y a un grabado de Philippe Soye (Madrid, Biblioteca Nacional, Invent/1484). Además de Vasari otra fuente para conocer la llegada de obras de Clovio a la corte española son las cartas dirigidas en 1567 por el secretario de la Embajada Española en Roma, Juan de Verzosa y Ponce de León a Gabriel de Zayas, secretario de Felipe II121. En ellas se comunica el envío de numerosas imágenes, entre las que se identifican un “Santo Lorencio” y una de “Nuestra Señora”. Pueden señalarse más obras, que no han sido identificadas, entre los inventarios reales122. Junto con estas miniaturas religiosas la Biblioteca de El Escorial también debió albergar un importante conjunto de miniaturas históricas: los Triunfos de Carlos V (Londres, British Library, Add. Ms. 33733). Durante mucho tiempo se creyeron de mano del propio maestro y es probable que en El Escorial también fueran tenidas por tales. Sin embargo la crítica actual rechaza la autoría de Clovio e incluso se apunta la hipótesis de que se trate de una obra flamenca o española123. Según la tradición, Felipe II envió a Clovio un conjunto de grabados a partir de dibujos de Maarten van Heemskerck para que los reprodujera en color sobre pergamino. Al igual que las restantes saldrían de El Escorial con la invasión francesa. No sólo las colecciones reales albergaron miniaturas de Clovio. Nobles y coleccionistas se disputaron las obras del croata. Así, en una carta de la duquesa de Alba, de 15 de marzo de 1565, se decía “De Don Julio tengo yo tantas [imágenes] que podría enviarle dellas si las quiere”. Otra carta del cardenal Farnese a su protegido Clovio, fechada el 8 de agosto de 1570, da cuenta del encargo de un pequeño cuadro para la “signora D. Geronima moglie dell’ambasciatore del Re Filipo”, del que no tenemos noticias ulteriores. También la princesa de Éboli puedo estar interesada en su producción, ya que está documentada la intención de Ottavio Farnese de regalarle una miniatura del Croata a

121 Luis Pérez Bueno, “Libros para Felipe II. Epitafios para el emperador Carlos V” en Archivo Español de Arte, 1948, pp. 58-60. 122 Vease los ejemplos proporcionados por Almudena Pérez de Tudela, “Giulio Clovio...”. 123 Thomas Kren, Renaissance painting in manuscripts, pp. 136-141; Anne van Buren “London, British Library, Renaissance Painting in Manuscripts” en The Burlington Magazine, nº 979, octubre 1984.

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través de su embajador en Madrid, Gian Domenico del Orsa124. Todas estas obras de Clovio, que en su mayor parte no eran manuscritos iluminados sino miniaturas concebidas como pequeños cuadros, lo que nos indica con claridad la metamorfosis de esta modalidad artística, ejercieron una poderosa influencia sobre el último foco de la miniatura española, el scriptorium de El Escorial. El primer cronista del Monasterio, el Padre Sigüenza, ya era consciente de ello cuando refiriéndose al fundador y principal representante de este taller, Fray Andrés de León, lo llama “otro don Julio en el Arte”125. La propia “Memoria sepulcral” del miniaturista español afirmaba que “Don Julio el de Roma olgaba de ver cosas suyas”126 o, más explícitamente, un acta capitular del Monasterio relata: “El que en nuestros tiempos tiene principal fama en Roma es don Julio, del cual se aprovechó tanto el dicho Fr. Andrés de León, contrahaciendo sus imágenes, que vino a igualar con él”127. También Felipe de Guevara, en sus Comentarios de la Pintura abunda en el tema: “En Roma es ilustre cosa lo que Julio Epirota en este género de iluminación hace. Labra en lo que yo he visto figuras muy galanas y floridas, en lo qual yo desearía un poco más de brio y espíritu, á quien ingeniosamente Fr. Andres de Leon en nuestra España, Religioso del Orden de San Hierónimo imita en tanto, que conferida con el patron la imitada, los dueños de los patrones se confunden algunas veces en escoger la suya”128. Según una carta de Verzosa a Zayas del 18 de abril de 1567 al parecer se pidió al propio Clovio que escogiese pergaminos para iluminar, así como algunos de los dibujos de su colección, tanto propios como de otros maestros para que pudiesen servir de fuente de inspiración a Fray Andrés de León: “Con este van cinquenta pergaminos de dos

124 Francisco Javier Sánchez Cantón, Fuentes literarias para la historia del arte español, Madrid, 1923, t. I, p. 46, Iván Golub, “Nuove fonti su Giulio Clovio”, en Paragone, anno XXXI, nº 359-361, 1980, pp. 121-140; Almudena Pérez de Tudela, “Giulio Clovio…” p. 176. 125 Fray José de Sigüenza La fundación del Monasterio de El Escorial, Madrid, Turner, 1988, p. 327. 126 Consuelo Iglesias de la Vega, “Algunos artistas jerónimos de El Escorial” en Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, t. LXXI, 1963, p. 306. 127 Guillermo Antolín, “El libro de horas de Felipe II” en La ciudad de Dios, 1918, p. 40. 128 Felipe de Guevara, Comentarios a la pintura, Barcelona, Selecciones Bibliófilas, 1948, pp. 189-190.

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suertes escogidos por mano de Don Julio [...] y se buscaran algunos papeles de manos excellentes con que se pueda ayudar esse padre el todavia trabaja y no se quiere deshazer de los suyos”129. Bradley señaló que Felipe II invitó a Clovio en 1572 para que dirigiese el scriptorium escurialense, a lo que se negó el croata alegando su avanzada edad130. La tarea fundamental del scriptorium escurialense entre 1577 y 1589 fue la iluminación de la librería del coro, compuesta en la actualidad por 223 libros, de los que 214 corresponden al siglo XVI131. Además realizó otros libros importantes: el Breviario de Felipe II, el Capitulario132 y los tres tomos del Pasionario, conservados todos en la biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Junto con el ya mencionado Fray Andrés de León, trabajaron en estas obras otros iluminadores entre los que destaca Fray Julián de la Fuente del Saz y Hernando de Ávila133 (fig. 12). Las influencias de Clovio pueden establecerse a varios niveles. Por un lado se incorporó el repertorio decorativo del manierismo italiano: tarjas, guirnaldas, mascarones, hermas, etc., aunque evitando su gusto por el desnudo, de estirpe miguelangelesca. Por otro lado las miniaturas recogieron en parte el sentido compositivo y las primicias arquitectónicas del nuevo estilo. Pero lo más importante fue una manera diferente de trabajar la miniatura, en la que, según relata Francisco de Holanda, las figuras se modelan mediante la yuxtaposición de puntos coloreados. Es la manera de “átomos y niebla”, que tanto éxito proporcionaría a Clovio y sus seguidores y que en España sería adoptada, además de en el scriptorium de El Escorial, en otros talleres de miniaturistas dedicados a la iluminación de ejecutorias de nobleza134. 129 Almudena Pérez de Tudela, “Giulio Clovio…”, pp. 176-177 y nota 47. 130 J. W. Bradley, The life and works of Giulio Clovio, pp. 188-190. Sin embargo no menciona documentación que justifique tal aseveración. 131 Vicente Rabanal, Los cantorales de El Escorial, San Lorenzo de El Escorial, 1947. 132 Recientemente se ha editado un facsímil acompañado de un estudio introductorio: El Capitulario del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial (siglo XVI), estudio crítico por José Manuel Ruiz Asencio, las miniaturas del Capitulario por Juan José Martín González, Madrid, Testimonio, 1997. 133 Juan López Gajate, Hernando de Ávila, virtuoso miniaturista de Felipe II, San Lorenzo de el Escorial, Estudios Superiores de El Escorial, 1998. Sobre la influencia de Clovio, véanse las pp. 192-197. 134 Francisco de Holanda, Op. cit., p. 72. Sobre las ejecutorias véase El documento pintado: cinco siglos de arte en manuscritos, Madrid, Museo del Prado, 2000,

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Como conclusión señalaremos la necesidad de seguir trabajando en esta línea de investigación. La abundante presencia de códices y miniaturas de las distintas escuelas europeas en suelo hispano, aunque conocida desde antiguo, no ha sido suficientemente considerada a la hora de explicar el desarrollo de la miniatura española de este período y sin duda es un factor básico para discriminar de forma más clara cuales fueron los modelos que tuvieron en cuenta los miniaturistas españoles. Las escuelas flamenca e italiana no eran monolíticas, como parece implicarse cuando se habla de “influencia italiana” o de “estilo hispano-flamenco”. Ambas conocieron un largo desarrollo cronológico y, sobre todo en el caso italiano, una variedad de focos regionales, que no permiten considerarlas como un unicum que pudiese influir de manera simple. Por otra parte los artistas españoles seleccionaron lo que estos modelos extranjeros ofrecían sin caer en una mera copia. Si esta selección fue fruto de su voluntad, de la de sus clientes o de una mera incapacidad técnica es asunto a desarrollar en otro estudio, pero lo cierto es que, como hemos visto, hasta bien avanzado el siglo XVI las novedades que fue recogiendo la iluminación de los códices españoles se limitan a lo decorativo, sin que los avances en cuanto perspectiva, composición o volumen de las figuras, que tanto el modelo flamenco como el italiano mostraban, fueran tenidas en cuenta.

nº 30, 36 y 37.

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Fig. 1. Horas Collins, (Philadelphia Museum of Art, fols. 73 v. y 74)

Fig. 2. Libro de horas valenciano (La Haya, Koninklije Bibliotheek, ms. 135 J 55, fols. 84 v. y 85).

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Fig. 3. Breviario de Isabel la Católica, (Londres, British Library, Add. Ms. 18851, fol. 29)

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Fig. 4. Misal de Toledo (Madrid, Biblioteca Nacional, Vit. 4-4, fol. 7 v.).

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Fig. 5. Libro de Horas de Isabel la Católica, fol. 11 v. (Madrid, Biblioteca del Palacio Real).

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Fig. 6. Libro de horas de los Zúñiga, (Biblioteca de El Escorial, Vit. 10)

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Fig. 7. Libro de Horas de Carlos V (Viena, Österreichische Nationalbibliothek, Cod. Ser. n. 13251, fol. 28 v.).

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Fig. 8. Libro de Horas de Isabel de Portugal (Antigua Colección Doheny, vendido en Christie’s el 2-XII-1987, fol. 71 v.)

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Fig. 9. Libro de Horas Sforza (Londres, British Library, Add. Ms. 34294, fol. 213 r)

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Fig. 10. Breviario de Carlos V (Biblioteca de El Escorial, Vit 4 a 7, t. IV, fol. I v.).

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Fig. 11. Giulio Clovio. Sagrada Familia con Santa Isabel y San Juanito (Madrid, Museo Lázaro Galdiano).

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Fig. 12. Hernando de Ávila. Natividad de María (Cantoral 196, Monasterio de El Escorial)

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