La Imitatio Alexandri en el Bajo Imperio Romano. Una aproximación al análisis del discurso simbólico del poder durante la Antigüedad Tardía

Share Embed


Descripción

La Imitatio Alexandri en el Bajo Imperio Romano. Una aproximación al análisis del discurso simbólico del poder durante la Antigüedad Tardía Emilio Pasetti Universidad Nacional de La Rioja [email protected]

Resumen La imagen de Alejandro Magno constituirá durante toda la Antigüedad tardía e, incluso, durante la Edad Media, un modelo arquetípico del soberano ideal, que será apropiado en formas muy diferentes por todo tipo de personajes en busca de legitimar su posición de poder. Si bien ya los reyes helenísticos definieron su posición a partir del modelo de Alejandro, serían los emperadores romanos de la Antigüedad tardía los que legarían a Occidente un lenguaje iconográfico y simbólico de la imitación de Alejandro como discurso de poder. Esa apropiación de la figura de Alejandro se inicia con la dinastía de los Severos y, especialmente,

durante

el

reinado

de

Caracalla.

Este

emperador

comenzará

sistemáticamente a hacer uso de la misma como un importante vehículo para legitimarse en el poder. Sin embargo, es durante el reinado de Constantino que se define una nueva iconografía imperial cristiana que ejercerá una amplia influencia en los siglos siguientes. La misma está fuertemente influenciada por el modelo de Alejandro Magno. Basta mencionar, a modo de ejemplo, la introducción de la diadema como símbolo de realeza. La imitatio Alexandri por parte de Caracalla, Constantino y los sucesores de este último se reconoce tanto en numerosas manifestaciones del discurso iconográfico oficial, como en la escenificación de las apariciones del emperador ante los habitantes del Imperio, de la que dan amplio testimonio las fuentes literarias del período. En el presente trabajo se pretende, a través del análisis de diversas fuentes literarias, numismáticas y artísticas de los siglos III al V d.C., determinar cómo la imagen de Alejandro Magno fue reutilizada en el discurso simbólico del poder durante el Bajo Imperio Romano y señalar algunas proyecciones de esos usos hacia el temprano mundo medieval.

1

Introducción El impacto que tuvo Alejandro Magno en el mundo antiguo ha permitido abordarlo de diferentes formas. Ya durante su vida, sus propagandistas lo definieron como “un verdadero sucesor de los héroes de Homero”. Historiadores y arqueólogos han estudiado diversas facetas del conquistador de Macedonia, y cómo su legado ha influenciado el devenir histórico. Con la llegada del imperio romano, se producirá una apropiación de la figura de Alejandro. Ésta se inicia con la dinastía de los Severos, especialmente, durante el reinado de Caracalla. Este emperador comenzará sistemáticamente a hacer uso de la misma como un importante vehículo para legitimarse en el poder. Sin embargo, es durante el reinado de Constantino que se define una nueva iconografía imperial cristiana que ejercerá una amplia influencia en los siglos siguientes. La misma está fuertemente influenciada por el modelo de Alejandro Magno. La Edad Media será receptora también, de los valores y virtudes que la imagen del conquistador macedónico posee.

Caracalla y la Imitatio Alexandri En el año 195d.C., el hijo mayor de Septimio Severo, Lucio Septimio Basiano, cambia su nombre al de Marco Aurelio Antonino, en un claro intento de buscar legitimidad en el pasado reciente, por ello la necesidad de evocar el nombre Antonino como sinónimo de virtud gubernamental, pero pasará a ser mejor conocido por la historiografía con el seudónimo de Caracalla, debido al uso de determinadas prendas de vestir germanas, las cuales incluían un manto llamado caracallus. A partir del año 196, Caracalla es ascendido por su padre a César, decisión trascendental porque comenzaba así el gobierno dinástico de los Severos. Un año después, Caracalla es nombrado imperator destinatus, finalmente en el año 198, Caracalla es designado por su padre como co-emperador, desde ese momento en adelante comienza a tener influencia sobre todo el imperio debido a su nueva titulatura. Su hermano menor, Geta, quien desde el año 198 ostentaba el título de César, es incorporado a gobernar el imperio como un tercer co-emperador. Desgraciadamente este anhelo paterno de ver a sus hijos llevar armoniosamente las riendas del imperio sería imposible, debido a que en los últimos años

2

de vida de Septimio Severo, Caracalla y Geta comenzaron a dar síntomas de un odio que terminaría en tragedia. Caracalla es el único Emperador que desarrolla una admiración y una veneración personal a la figura de Alejandro Magno, exteriorizándola constantemente en sus modos de actuar. Las fuentes contienen varias referencias a este suceso, la Historia Augusta si bien, solo se refiere a esto en una ocasión, si afirma que esta obsesión comienza en caracalla siendo un joven: Después que rebasó su niñez, bien por la astucia de su carácter, bien porque consideraba que debía equipararse a Alejandro el Grande de Macedonia, se volvió más reservado, más severo e incluso de aspecto más atroz, hasta el punto de que muchos no creían que era el mismo que habían conocido de niño. Tenía siempre en sus labios a Alejandro Magno y las hazañas que este había realizado. (Historia Augusta 1989:287)

Dion Casio transmite muchas anécdotas de la pasión que Caracalla le profesaba a Alejandro: “él era tan entusiasta con Alejandro que usaba ciertas armas y copas que pensaba que habían pertenecido a él, tanto en los campamento como en la misma Roma (...)organizó una falange compuesta por 16000 soldados, todos ellos macedonios, la llamó la falange de Alejandro. El armamento de estos soldados era el mismo usado por las tropas de Alejandro (...) exigió ser llamado el Augusto del Este” (Dio 1955:293)

Es ciertamente probable que el trasfondo histórico de esta imitación de Caracalla hacia Alejandro haya sido la situación militar del Imperio Romano en su frontera Este, debido a las constantes hostilidades contra el imperio Parto. Septimio Severo anteriormente se había enfrentado a este imperio durante los años 197 y 198. De igual manera, Caracalla marchó hacia esa frontera para luchar contra estos enemigos, los cuales históricamente estaban relacionados con el Imperio Persa contra el que combatió Alejandro. Es factible que éste sentimiento de admiración hacia Alejandro haya sido inculcado a Caracalla por su padre Septimio Severo, quien durante la lucha por el título imperial, se enfrentó en el año 194 contra Pescenio Niger. La batalla decisiva se desarrolla en la zona de Issos en Cilicia, el mismo lugar donde Alejandro consigue su victoria contra el rey persa Darío en el año 333

3

a.C., es posible que esto haya despertado un primer sentimiento de admiración en Caracalla siendo todavía éste un niño. Caracalla buscó, al igual que Alejandro Magno, la universalidad del imperio, vemos esto reflejado en las constantes campañas contra los partos, como así también la supuesta boda que Caracalla pretendió con la hija del rey Parto, lo que significaría no solo la ampliación, sino también la consumación de la idea de universalización del imperio. Para realizar esta empresa y convertirse en el soberano que reine sobre el mundo, la figura de Alejandro Magno constituía el mejor vehículo para que Caracalla legitimara su accionar. La Constitutio Antoniniana pasa a ser el elemento legal necesario para aspirar a esa unidad y universalidad que logró Alejandro, y que Caracalla quería. La Constitutio, es un edicto que data del año 212 por el cual todos los habitantes del Imperio Romano adquirían la ciudadanía romana.

Este documento sería recibido como uno más de tantas

disposiciones promulgadas, y según la falta de evidencia arqueológica que la mencione (emisiones monetarias por ejemplo) la constitutio, tuvo muy poca publicidad, lo que significaría que ésta, no necesariamente constituiría una transformación excepcional. Más allá de los fines que hallan movido a Caracalla a la creación de este edicto, no se puede discutir que el otorgamiento de ciudadanía sigue siendo una decisión revolucionaria, ya que va en contra de una política antiquísima de otorgar la ciudadanía fuera de los límites de la ciudad de Roma a un pequeño y reservado número de personas, los cuales generalmente eran solo miembros de las elites dominantes.

Bajo esta medida, surge

nuevamente la figura de Alejandro Magno, la cual utilizada no solo como símbolo de virtud y éxito militar sino también como modelo para la búsqueda de unión entre oriente y occidente bajo el mando del Emperador Romano. Constantino y Alejandro Magno Durante el año 306, el emperador Constancio Cloro muere en la ciudad de York, dejando como heredero a su hijo Constantino. Constantino conseguirá romper con la forma de gobierno inaugrada por Diocleciano, la Tetrarquía, imponinedo nuevamente el gobierno unico bajo un solo Augusto. Esta ruptura con la anterior forma de gobierno estará representada, entre otros medios, en las acuñaciones monetarias, las cuales dejarán de representar las efigies serias, con rasgos

4

estereotipados, que intententaban demostrar la igualdad entre los tetrarcas, para mostrar nuevamente a un estilizado emperador, incluyendo además, dos elementos que podemos relacionar directamente a Alejandro Magno, la incorporacion de la diadema y la mirada dirigida hacia el cielo. El termino diadema, del griego, diadéō, que significa “yo uno” o “yo ato”, puede ser aplicado a tiras de metal o tela que eran ajustadas a la cabeza mediante un lazo. La primer diadema usada en las representaciones monetarias de Constantino, data del año 324. Posteriormente, estas diademas fueron representadas con ricos ornamentos de metales y piedras preciosas, este cambio se debió a la necesidad de difrenciarse de los Cesares, los cuales tenian permitido usar una diadema lisa, sin ornamentos. Como se mencionó, no debe dudarse que mediante la adopcion de la diadema y la mirada hacia los cielos, constantino está describiendo graficamente el fin que propició al esquema político planteado por la tetrarquía, quedando como gobernante indiscutido de todo el imperio. Surge preguntarse entonces si este cambio no supone un mensaje más profundo,¿por qué eligió Constantino este estilo de imagen como gobernante?, Jonathan Bardill, siguiendo a Patrick Bruun sostiene que el uso de la diadema constituye un nuevo emblema de poder e infiere que apunta a un nuevo concepto de soberanía. El cambio de imagen podría haber sido suficiente – modificando simplemente la representación iconográfica en la efigie imperial- pero no fue así, ya que la incorporación de la diadema fue trascendental, debido a que ésta no fue un atributo común a los antecesores imperiales de Constantino. Es necesario entonces entender qué refleja el uso de la diadema para Constantino y, entendiendo sus origenes, por qué fue rechazada por los anteriores emperadores. En su corta vida, Alejandro Magno, logró extender su poder desde Macedonia hacia toda Grecia, sobre los territorios del imperio persa e India. Como símbolo de gobierno, quizás imitando a los monarcas persas, de cuyas tierras, Alejandro era ahora dueño; como así también por el hecho de que el uso de una cinta amarrada a la cabeza, era constantemente usada por los atletas victoriosos, es posible que Alejandro adoptará la diadema como un símbolo de victoria militar.

5

Si bien los autores no pueden fechar exactamente cuándo comenzó el uso de la diadema por parte de Alejandro, después de su muerte en el año 323 a.C., el uso de ésta comenzó a estar íntimamente asociada a sus conquistas en vida, como así también, a su dominio sobre Asia, esto puede ser identificado en las acuñaciones monetarias realizadas por sus sucesores, como por ejemplo, los anversos de las monedas de Lisímaco. La actitud frente al uso de la diadema fue totalmente distinta durante el Imperio Romano. El Regnum fue temido por los ciudadanos romanos, equiparándolo con la usurpación, la tiranía y por ser contrario a la ley. Después de la caída del último rey romano, los ciudadanos juraron que la ciudad nunca volvería a ser gobernada por un monarca. Por ende, un símbolo tan arraigado al poder monárquico al cual no querían regresar, como así también a las monarquías de Oriente, no era bien recibido. Posiblemente, el uso de la diadema por Constantino, al igual que Alejandro Magno, significará la culminación de un proceso de dominación de una significativa porción de territorio, establecida mediante el triunfo militar. La aparición de la diadema en las acuñaciones monetarias a partir del 324 debe ser relacionada con la victoria de éste sobre Licinio, mediante la cual, Constantino se constituye en el único gobernante del imperio. En el año 325, además de celebrarse los veinte años de reinado de Constantino, se celebró el Concilio de Nicea, mediante el cual la controversia arriana quedó solucionada. Tanto los logros político-militares de unificación del imperio bajo su mando, como así también la unificación de la Iglesia Cristiana, y por ende la única religión oficial, fueron suficientes para justificar la comparación de Constantino con Alejandro Magno y, por lo tanto, justificar la adopción de un símbolo tan relacionado a una figura monarquíca. El segundo elemento iconográfico importante es la mirada elevada hacia los cielos. Muchos historiadores sugirieron que la mirada elevada en los retratos de Constantino representa la introducción del Cristianismo en el nuevo arte imperial. Esto es sumamente cuestionable, dado que mucha iconografía pagana – anterior al cristianismo- y sobre todo helenística, también la representa. Es claro que la mirada hacia el cielo de Constantino está inspirada en antecedentes helenísticos. Desde la primera estatua de Alejandro pasando por todas las siguientes, el conquistador macedónico fue representado con su mirada dirigida hacia arriba, y su rostro apuntando hacia los cielos. Esta expresión en el rostro de Alejandro

6

sugiere la emoción causada por la comunión entre él y lo divino. Constantino tomará esta idea para representar su imagen en las monedas, asimilando así su imagen con la de Alejandro Magno, como así también dejando libre la interpretación de que su mirada está dirigida hacia Dios. Alejandro Magno y sus proyecciones hacia la Edad Media La figura de Alejandro Magno trascenderá a los reyes y emperadores romanos y será también revalorizada por la cultura medieval. Su historia constituyó un tema de significativa popularidad durante el medioevo. La imagen de Alejandro y sus proezas serán contadas en numerosas crónicas, poemas y canciones. Si bien por antonomasia, la figura de Alejandro constituye un modelo a imitar por la cultura cortesana, y sobre todo por los caballeros quienes veían a Alejandro como un héroe guerrero, y al cual, su imagen, representaba los valores de la virtud militar, también se lo consideraba en los términos de un caballero cristiano. La memoria de Alejandro será la inspiradora de una gran cantidad de literatura caballeresca, la cual destacará sus cualidades como guerrero y servirá de inspiración a la gran masa de caballeros existentes. La culminación del ideal de Alejandro será plasmado en la obra “El Libro de Alexandre” que dataría aproximadamente del siglo XIII. Esta obra constituye el resultado de un cuidadoso estudio y análisis de textos anteriores con la intención de crear una visión global y certera de Alejandro Magno. Es importante destacar que en los primeros siglos de la Edad Media, el hombre medieval interpreta a los sucesos del pasado con cierta contemporaneidad, es decir, sin entender una ruptura entre los hechos del pasado y su presente. Si embargo, esto no significa que éste fuera ahistórico, es decir que no tuviera conciencia de que determinados hechos precedieron a otros, como por ejemplo entender que los hombres antiguos no habían sido cristianos. Esta percepción de contemporaneidad de los hechos históricos influye en las distintas formas de arte, es por esa razón que diversas historias de la antigüedad clásica estén imbuidas de un claro sentido medieval.

7

Por lo tanto, la medievalización que se realiza con la imagen de Alejandro Magno en la obra El Libro de Alexandre demuestra este modo de percepción histórica continuadora y sin diferencias entre el pasado y el presente. La vida de Alejandro será adaptada a las concepciones sociales y culturales del hombre medieval del siglo XIII. El personaje de Alejandro será descripto vistiendo armaduras medievales y sus acciones se desenvolverán en una “Antigüedad” cargada de valores y resonancias medievales. En cuanto a su configuración como gobernante, este estará presentado a imagen y semejanza de un rey medieval, poseyendo un cúmulo de virtudes asociadas a los reyes durante el siglo XIII, Alejandro es el continuador del linaje real, es poseedor de las virtudes esperables en un monarca, templanza y fortaleza, es un ser noble y magnánimo, en suma, el Alejandro de la obra El Libro de Alexandre constituye el prototipo del monarca medieval. Es interesante encontrar los paralelismos realizados por el autor de la obra entre la figura de Alejandro y del entonces monarca castellano Fernando III. En el comienzo de la obra, Alejandro demuestra su deseo de liberar a su tierra del yugo del rey persa Darío. Esta situación es comparable al ideal de reconquista que imperaba durante el siglo XIII en los reinos cristianos quienes para ese momento ya habían avanzado sobre significativos territorios ocupados por los musulmanes. En el poema, Alejandro encontrará su fin debido a su codicia, es decir su imparable deseo de conquista contradiciendo los designios de Dios. Esta idea de codicia en su imagen lo convertirá en un ejemplo imperfecto, el cual que se perfeccionará con la llegada de Fernando III, quien posee todas las virtudes de Alejandro excepto la codicia. Podemos pensar entonces que el autor de la obra busca demostrar la culminación de la perfección como monarca en la imagen de Fernando III. Conclusión La figura de Alejandro Magno constituirá durante toda la Antigüedad tardía e, incluso, durante la Edad Media, un modelo arquetípico del soberano ideal, que será apropiado en formas muy diferentes por todo tipo de personajes en busca de legitimar su posición de poder. Si bien ya los reyes helenísticos definieron su posición a partir del modelo de

8

Alejandro, serían los emperadores romanos de la Antigüedad tardía los que legarían a Occidente un lenguaje iconográfico y simbólico de la imitación de Alejandro como discurso de poder. Durante el siglo III, el emperador Caracalla hará suya la imagen de Alejandro buscando fundir la suya con la del conquistador. Con la llegada del emperador Constantino, la memoria de Alejandro será utilizada para definir una nueva iconografía imperial no solo en las acuñaciones monetarias sino también en las representaciones artísticas en general. Constantino será el nuevo Alejandro, quien no solo dio continuidad al imperio, en la nueva ciudad – Constantinopla – sino que logró unificarlo bajo una sola religión, el cristianismo. Durante la Edad Media el ideal de Alejandro se adaptará en la literatura caballeresca. La memoria de Alejandro será medievalizada para poder así constituir una imagen acorde a los reyes de la época. , vemos entonces como la constante evocación de Alejandro permite que su figura ocupe un lugar eminentemente significativo en la historia, y que finalmente se convierta en una leyenda.

Bibliografía - BARDILL, JONATHAN (2011) – Constantine Divine Emperor of the Christian Golden Age – Cambridge. - DIO, CASSIUS (1955) - -Roman History Volume IX – Londres: Loeb Classical Library - HISTORIA AUGUSTA (1989) Madrid: Akal Ediciones. - HERODIANO (1985) Historia del Imperio Romano después de Marco Aurelio – Madrid: Editorial Gredos. - GONZALEZ, RAFAEL; FERNANDEZ SANTIAGO (2002) – Algunas Cuestiones en Torno a la Promulgación de la Constitutio Antoniniana – Universidad de Murcia – Universidad de Elche. - MARIN, FRANCISCO MARCOS (1987) - El Libro de Alexandre - en Actas del Primer Congreso Internacional de Historia de la Lengua Española – Madrid: Arco Libros.

9

10

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.