La imagen del inmigrante magrebí en la España actual. Una propuesta de investigación [Paper]

June 19, 2017 | Autor: Pablo López-Chaves | Categoría: Identity (Culture), Migration Studies, Migración
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LA IMAGEN DEL INMIGRANTE MAGREBÍ EN LA ESPAÑA ACTUAL UNA PROPUESTA DE INVESTIGACIÓN

Pablo López Chaves. Universidad de Granada.

PRE-PRINT Versión final publicada en FUENTES NAVARRO, Mª Candelaria et alii (eds.). II Encuentro de Jóvenes Investigadores en Historia Contemporánea: celebrado en Granada los días 22 al 25 de septiembre de 2009. Granada: Editorial Universidad de Granada, 2010, ISBN: 978-84-3385094-2

1. Introducción

El fenómeno de la inmigración constituye hoy, en su diversidad y dinamismo, una dimensión relevante de la sociedad española. Se trata también de un objeto de particular atención mediática y colectiva, que afecta directamente al “despertar” de la conciencia de España como destino de inmigración en la década de los 90 y los 20001.

En este sentido, el objetivo principal del presente trabajo es bosquejar una propuesta sobre la utilidad concreta del análisis histórico en un campo que parece escaparse de su marco convencional de aplicación y que pertenece actualmente a otros estudiosos, como los geógrafos o sociólogos. Como se verá, el “pensar históricamente” no sólo nos ayuda a situar los fenómenos de cambio social en coordenadas que tienen una andadura previa, tanto en el espacio como en el tiempo. También es posible avanzar en una perspectiva interrelacionada, global, que reúna y articule inteligiblemente las aproximaciones desde otras disciplinas.

Cohen, A. “Reflexiones a propósito de una lectura estadística de la inmigración: la inmigración entre imágenes y cifras” en Checa Olmos, F. et alii (coord.) Inmigración y derechos humanos: la integración como participación social. Icaria, 2002, p. 57. 1

En este caso, reunir las que cada ciencia social realiza sobre la materia de estudio, y hacerla “aterrizar” en el campo de lo concreto, de lo histórico en el doble sentido de temporal y espacialmente condicionado y de estrechamente entretejidos. Así pues, las líneas que se desarrollan a continuación se ofrecen como un breve ensayo acerca de la formación de la imagen social del inmigrante magrebí en la España actual, intentando explorar de una forma iniciática en qué medida la disciplina histórica debe tener en cuenta las aplicaciones de otras disciplinas para contribuir al conocimiento del presente vivido. Y viceversa, se trata de señalar de qué forma la perspectiva histórica puede cumplir un papel fundamental en dicho conocimiento.

2. Aclaraciones terminológicas (y reflexiones previas)

La cuestión de cómo se articulan conceptos y categorías útiles para investigar tanto cualitativa como cuantitativamente el fenómeno de la inmigración no es asunto de poca importancia. El debate francés acerca de las categorías estadísticas “etnificadas”, que el profesor Aron Cohen recuerda de cara a los estudios en terreno español 2, apunta en qué medida es importante no sólo el cuidado en extraer conclusiones de los datos, sino en saber cómo se han construido éstos y en base a qué referencias reales. La consecuencia de emplear términos en ciencias sociales sin la necesaria implicación críticapuede prestarse a la confusión y la manipulación en su difusión social, envuelta en un baile de términos y cifras confundidas3.

Cohen, A. “Las categorías estadísticas de la inmigración: acotaciones a un debate francés”. Ería, 60, 2003, pp. 5-15. 2

No puedo dejar de hacer mención a las cuestiones que la historiografía “postsocial” ha suscitado acerca del artificio no sólo de determinados términos, sino de la propia investigación en ciencias sociales, del estatuto del conocimiento y de la imposiblidad de remitirse a una “realidad social” más allá de la construcción lingüística (ver por ejemplo los trabajos de Hayden White o Patrick Joyce). No obstante, muchos otros autores (Julio Aróstegui, Pérez Zagorín o el llamado realismo práctico) dudan de la completa desconexión del lenguaje con la realidad. Me posiciono a favor de la tesis según la cual el hecho de descubrir la “mediación” del lenguaje en el acceso cognoscitivo a dicha realidad no anula completamente su capacidad de representar válidamente la misma. Supone, en efecto, una llamada a criticar con mayor profundidad el empleo del lenguaje como herramienta de representación. Para algunas aportaciones constructivas sobre este debate, me permito citar a Appleby, J, Lynn, H y Jacob, M. “Una nueva república del saber”. La verdad sobre la historia. Barcelona: Andrés Bello, 1998; Cabrera, M. A. “El debate postmoderno sobre el conocimiento histórico y su repercusión en España”. Historia Social, 50. Valencia: UNED, 2004, pp. 141-164. También cabe recordar las propias palabras de Pierre Vilar en su crítica a Baudrillard, Vilar, P. “Pensar históricamente”, pp. 9ss. 3

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El exhaustivo trabajo de Rinken y Pérez Yruela dedica un capítulo entero a establecer los fundamentos terminológicos y metodológicos de su estudio, y realizan una serie de aclaraciones sobre las palabras empleadas que conviene destacar, dado que aparecerán frecuentemente a lo largo de las páginas siguientes4.

3. El proceso de formación de imágenes sociales. Algunos componentes esenciales.

Un fenómeno inmigratorio como el que España vive en la actualidad supone ante todo un impacto transformador relativamente rápido e intenso en su tejido social. Personas de distinta raza, cultura y costumbres, religión y situación socio-económica (por usar las

Rinken,S. y Pérez Yruela, M. “Capítulo 1. Metodología” Opiniones y actitudes de la población andaluza ante la inmigración. Sevilla: Junta de Andalucía, 2007, pp. 18-39 [online]. Con respecto al concepto de tópico o estereotipo, entiendo aquí la construcción social de una imagen (es decir el proceso de percepción social), caracterizadas por unos rasgos más o menos definidos, sobre un fenómeno, individuo o grupo concreto. A priori, no implica connotaciones positivas ni negativas, pero su propia tendencia al estaticismo (a “fijar” los rasgos del inmigrante en este caso) implica una estrecha relación con el prejuicio, que citamos más abajo. 4

La opinión es otro término que aparece a renglón seguido. Se refiere a la valoración que los diferentes actores sociales (permitámonos la simplificación de englobarlos en “la sociedad”) emiten sobre el fenómeno percibido. En este trabajo me refiero específicamente a la que la población “autóctona” (nueva simplificación a efectos de estudio) articula en función de los tópicos existentes sobre la inmigración magrebí. Las actitudes pueden considerarse derivadas de este proceso de percepción, construcción tópica y valoración del fenómeno. Aquí hacemos referencia a la respuesta por parte de la población autóctona (actores políticos y mediáticos, incluidos) ante la inmigración magrebí. Todo ello juega su papel a la hora de acuñar el concepto de prejuicio en una población. Sintetizando, el prejuicio sería a la vez una actitud, fundamentada en una opinión negativa, que un segmento social demuestra hacia otro grupo considerado “externo” (un exogrupo), dando lugar a manifestaciones hostiles o discriminatorias contra individuos o conjuntos de ellos que se consideran pertenecientes a tal exogrupo. Se encuentra vertebrada por la conformación de una imagen tópica, compuesta por varias características más o menos simplificadoras. El prejuicio se revela resistente a las informaciones que lo contradicen4 y adapta la “intensidad” de sus expresiones en función del contexto en que el sujeto se encuentra 4. Actuaría como un catalizador del proceso de construcción de alteridades, es decir, del establecimiento de imágenes de un otro. En este sentido, puede llegar a constituir un buen abono para la germinación del racismo y la xenofobia. El grado de complejidad e inestabilidad de estas imágenes supone un desafío con el que se encuentran las investigaciones. Una vía efectiva de aproximación y definición puede radicar en el enfoque sobre el proceso formativo de las imágenes de la inmigración y los inmigrantes. A pesar de la tentación de dar por supuesto su carácter “fijo”, en el que de hecho se basan, están lejos de ser tanto abstractas como inmutables. Su aparición tiene que ver con contextos determinados, con interacciones complejas a lo largo del tiempo y el espacio y con imaginarios históricamente sedimentados. Ello hace que cambien, y que no lo hagan por el mero azar.

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categorías analíticas del profesor Jiménez Bautista) 5 y socio-educativa, han de ocupar el mismo espacio e interactuar en el día a día, en la búsqueda y desempeño de trabajo, en el acceso a bienes y servicios sociales, en el acontecer político del momento o en el ambiente mediático, por citar algunos aspectos. Estos contactos se producen en medio de circunstancias precisas, que toman parte de primera mano en la formación de los tópicos sobre la inmigración.

a. Los imaginarios históricos. Podríamos decir que el encuentro/definición del otro conlleva asimismo la definición de la identidad propia, en una mutua y estrecha interrelación. Debajo de las opiniones y actitudes manifestadas hacia la inmigración se esconde un doble imaginario: el del magrebí de una parte y el de una identidad “nacional” española de otra, que se establece y configura como fondo y oposición a la primera6. Ambas se encuentran en estrecha ligazón, subsumidas en la memoria colectiva española y sedimentadas en el tiempo largo en que ésta se enraíza. No es posible entender el tópico sin desentrañar sus antecedentes, y en este sentido la aportación de la historia como producción de conocimiento sobre el pasado se revela fundamental.

El curso de esta aproximación ya ha sido hollado por un original trabajo, el de Eloy Martín Corrales. Él trata de historizar la imagen del magrebí en España precisamente a través de testimonios gráficos de muy diverso tipo. Como Antonio Miguel Bernal señala en la introducción, en este imaginario sedimentado a lo largo de siglos confluyen tanto las experiencias y valoraciones (construidas y reconstruidas en cada época) sobre el periodo andalusí (los “tiempos de los moros”) y la presencia en el norte africano durante 500 años 7 . Entre los hilos de estos tapices se iría tejiendo también una “conciencia nacional”, en relación con un mundo norteafricano hacia el cual se osciló entre una predominante maurofobia y una eventual maurofilia.

Jiménez Bautista, F. “La inmigración marroquí vista por los jóvenes granadinos”. Seminario internacional Modos de Gobernanza, interacciones culturales y Globalización: una perspectiva marroquí. Conferencias impartidas en la Fundación Euroárabe de Altos Estudios, 2 de Abril de 2008, Granada. 6 Cohen, A. “Reflexiones a propósito…” p. 58. 5

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Martín Corrales, E. La imagen del magrebí en España : una perspectiva histórica, siglos XVI-XX. Barcelona: Bellaterra, 2002, pp. 17ss.

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Todos estos imaginarios parecen confluir y condensarse, actuando como componentes previos que actúan en la formación del tópico actual del inmigrante. Por razones de extensión y de enfoque de este trabajo, me limito aquí a la etapa más reciente, la coincidente con la Transición española, preámbulo del periodo en que el país comenzó a señalarse como destino de inmigración en el escenario europeo8.

La llegada de la democracia habría conllevado el emborronamiento en las instancias oficiales del discurso sobre el magrebí propio del franquismo, a caballo entre la imagen del moro como un ser inferior y rechazable sobre el que la Hispanidad habría realizado sus más gloriosas gestas, y una cierta visión idealizada, infantilizada, que servía de base a la actitud “paternalista” del régimen en el Protectorado. No obstante, en los medios populares (en revistas satíricas, viñetas de prensa, etc.) aún pervivirán estos caracteres, y quizá permiten acercarse con mayor fidelidad a la percepción social dominante.

Éstos dejan traslucir, hacia finales de la década de los setenta y ochenta, una suerte de “mala conciencia” y simpatía hacia “el saharaui”, cuya imagen tiende a no ser tan negativamente contemplada. Como contrapartida, “el marroquí” (y su monarca como arquetipo) aparece generalmente caracterizado como un ser despótico, aprovechado y mentiroso, ambicioso hasta el punto de querer conquistar de nuevo el solar hispánico, incluso bestializado. En todo ello se entrelazarían cuestiones de diplomacia internacional (la crisis del petróleo, la revolución de Irán, el islamismo y su extensión al Magreb), económicos (los conflictos por la pesca), políticos (la cuestión del Sahara, de Ceuta y de Melilla) y finalmente sociales (la inmigración que comienza a dejarse notar durante la década de los ochenta), los cuales fueron foco de tensión e impactaron en la sociedad española a través de los medios. Conviene señalar el interés de profundizar en el desarrollo histórico de estos acontecimientos y fenómenos, para comprender mejor el contenido y efecto de las imágenes a las que dieron lugar9..

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Martín Corrales, E. ibídem, capítulos VIII y IX especialmente. La cuestión de si es posible elaborar un estudio histórico de un periodo que raya con nuestro presente más estricto es otro punto que ha sido sometido a debate recientemente. No soy ajeno a ello, pero entrar convenientemente en este tema supondría introducir un excurso excesivo para el objetivo de esta comunicación. Considero que Julio Aróstegui, entre otros, ha reflexionado adecuadamente sobre el potencial, limitaciones y precauciones de este nuevo campo del análisis histórico, no tanto en términos de mera cronología, sino de conceptualización y método. Cfr. Aróstegui, J. La historia vivida. Sobre la historia del presente. Madrid: Alianza Editorial, 2004. 9

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Precisamente a raíz de la inmigración, el imaginario sobre el magrebí ha llegado a su estado actual, en el que puede destacarse una división en dos grandes vertientes. Desde una perspectiva “humanitaria”, la prensa, publicidad, mensajes oficiales, discursos reconocidos… presentan una visión tendente a la esquematización del inmigrante y de sus penalidades. La patera sería la máxima expresión de una serie de tópicos sobre el magrebí como un ser débil, indefenso, pasivo y simplificado al que aludiré con mayor extensión en el apartado de los Media. Paralelamente otro discurso se ha hecho visible, que aprovecha el atractivo y prestigio aparente alcanzado por lo multicultural como vehículo de expresión en boca de partidos, empresas y sindicatos. En todo ello se aprecia la tendencia a cristalizar determinados rasgos ideales (vestimenta, facciones, lengua, actitudes, actividades…) propias del magrebí10. Sin embargo, por debajo de éstas, se ha articulado en los últimos años otra imagen menos positiva, claramente xenófoba en algunos casos, cuya salida no serían los medios de comunicación, sino manifestaciones informales (graffiti, chistes, comentarios a pie de calle…) que ya han comenzado a tener eco en ciertos posicionamientos políticos minoritarios.

b. La importancia de una visión contextualizadora.

Las coordenadas en las que se mueve una sociedad al momento de entrar en contacto con la inmigración son elementos de primera mano para configurar su percepción y actitud frente a la misma11.

Así, se juzga importante la experiencia previa en cuanto a inmigración (y, en el caso de España, emigración propia), el ritmo e intensidad en que ésta se ha producido, el tipo de asentamiento de los inmigrantes, su procedencia y el grado de interacción con los lugareños. En general, tal y como señala el trabajo de Rinken y Pérez Yruela, centrado en zonas de alta concentración inmigrante en Andalucía, el contacto directo permite por un lado apreciar mejor los efectos positivos (a menudo puestos en sordina por los

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Martín Corrales, E. op.cit., p. 243.

Cito concretamente a Checa Olmos, F. “España y sus inmigrados, imágenes y estereotipos de la exclusión social” Actas III Congreso sobre la Inmigración en España, Granada: Universidad de Granada, 6-9 Noviembre 2002. p. 421; también Martínez García, M. F. “Una aproximación a las actitudes y prejuicios…”, p. 5 y finalmente Rinken,S. y Pérez Yruela, M. “Opiniones y actitudes…”, especialmente 247 y ss. 11

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medios) pero al mismo tiempo agudiza la inquietud por una expansión descontrolada y excesiva del contingente de inmigrados. Se suele realizar una distinción fundamental entre el asentado y el itinerante, lo cual se suele tomar como medidor fundamental del grado de arraigo (siempre positivo) en lo socio-profesional y socio-cultural. En estos “perfiles” (es decir, el comportamiento, características y estrategias de los individuos y familias inmigradas) interviene el contexto económico y político, por lo que un análisis amplio de los mismos se hace indispensable para entender las percepciones y actitudes sobre la inmigración.

Igualmente, su predisposición para establecer contacto con los autóctonos es uno de los puntos sobre los que se vierten opiniones más negativas, basadas en la percepción del exogrupo como tendente a la autosegregación, aspecto correlacionado tanto con lo socio-profesional (muy recurrente cuando existe un importante contingente de temporeros) y lo cultural (en cuanto a la percepción de un cierto hermetismo en las relaciones grupales que establecen dichos residentes).

Sobre el carácter socio-demográfico de los locales, a muy grandes rasgos podría decirse que las percepciones más negativas sobre la inmigración parecen ser más frecuentes entre personas de edad más avanzada, menor nivel de estudios, ideología conservadoraderechista, así como entre mujeres más que entre hombres. No obstante, es necesario señalar la máxima cautela ante tentaciones de generalización, en tanto que todos los perfiles muestran un cierto grado de matiz12.

Es necesario aquí subrayar la importancia de lo socio-económico, frente a la tendencia a cifrar las interacciones sólo en clave cultural. En este sentido, cabe destacar la situación de la economía española tras la crisis y “reconversión” de la década de los 80, que conllevaron una serie de transformaciones de largo alcance. De entre ellas destacaría la modificación de las estrategias de contratación de trabajadores, en el sentido de la flexibilización y precarización, al tiempo que se pone el acento en el desarrollo del sector servicios. Coincidente con una mayor sobrecarga en las estructuras de servicio social, la inmigración tendería a partir de mediados de los 90, aún inmersos en las Desrues, T, Pérez Yruela, M. y Molina Molina, O. “Las dimensiones socioeconómicas y culturales del rechazo hacia los inmigrantes. Una aproximación a la imagen social de los inmigrantes a partir de los resultados de una encuesta sobre la opinión de los españoles en materia de racismo y xenofobia”, Actas V Congreso Inmigración en España. Valencia: Universidad de Valencia, 21-24 marzo 2007. 12

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secuelas de la crisis, a ser vista fundamentalmente como mano de obra barata, perniciosa para los trabajadores locales en tanto que permitían bajar los salarios y aumentaban la presión sobre los servicios estatales. En este sentido, como Cohen señala, acaso sea necesario invertir el sentido de las críticas y pasar de tomar al inmigrante como causa de la precarización del mercado laboral a poner el acento en las condiciones de desarrollo económico que ha seguido España en los últimos años y que crea en consecuencia nichos de atracción de mano de obra. Sería la propia coyuntura empresarial, interesada en la máxima flexibilización, la que crearía una serie de polos atractivos de mano de obra de este tipo, a más precaria mejor 13.

Sin embargo, el proceso de formación de imágenes sobre el inmigrado magrebí tiende a una fuerte codificación en términos culturales. La “alteridad”

de los magrebíes

descansa sobre una serie de categorías esquemáticas, que confunden lo religioso con lo cultural y son adjudicadas automáticamente en base a la procedencia 14 . La máxima expresión de este proceso es la cristalización en un modelo biológico-cultural, una “raza”. El profesor Jiménez Bautista ha estudiado el caso de la aparición de una nueva raza “marroquí” recurrente en el vocabulario popular de los jóvenes granadinos encuestados. Ésta uniría en un solo modelo a todo aquel magrebí (no necesariamente de Marruecos) con cierto aspecto físico, al que se le adjudica la condición de “musulmán”, tanto en lo religioso como en lo cultural (aspectos sutilmente confundidos), Cohen, A. “Las categorías estadísticas…”, p. 77. Izaskun Andueza (cfr. bibliografía) recoge algunos testimonios de los propios inmigrantes, en referencia a la necesidad de amoldarse a “los trabajos para extranjeros, es lo que hay”13. Trabajos que obviamente se sitúan en peores condiciones comparativas que aquellos desempeñados por los autóctonos. 13

El trabajo publicado por Miguel Pajares en 2007 señala justamente lo simplificador de la percepción común sobre el inmigrante como “competidor” y “precarizador” del trabajo por el que pujan también los locales. A muy grandes rasgos, se ha apreciado que el pasado ciclo expansivo ha promovido un desplazamiento socio-profesional ascendente, siendo los puestos de inferiores condiciones aquellos en los que los trabajadores inmigrados se han insertado comúnmente. Existe una cierta coincidencia entre aquellos sectores con peores condiciones laborales y los que registran un mayor porcentaje de éstos (agricultura, construcción, hostelería, asistencia personal y doméstica…). Pero no sería posible derivar una relación causa-efecto, en tanto que las tendencias hacia la precarización precedían al flujo migratorio. Hasta un cierto punto, aquellos trabajadores locales “encerrados” en este “tercer grado” sí han experimentado los efectos negativos de la competencia inmigrada, pero habría que plantearse si el problema reside en éstos o en las estrategias de maximización de beneficios actualmente vigentes. Es importante tener en cuenta los aspectos que han marcado esta dinámica de inserción y movilidad laboral, a la hora de poder analizar las tensiones que la destrucción de puestos de trabajo y la coyuntura actual de contracción supondrá entre trabajadores “locales” e “inmigrados”. Recordemos el caso de la categoría “francés musulmán de Argelia”, aplicada en el censo francés de los años 50 y adjudicada por el mero carácter de los apellidos. Cohen, A “Las categorías estadísticas…”, p.10. 14

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“inmigrante” y encuadrado en “clase baja”. Se trata por tanto de una constelación de lugares comunes que cristaliza fundamentalmente en términos de extrañeza. Y ésta a su vez puede verse marcada por determinados sucesos que invitan a la generalización y simplificación.

Así se llega al cuarto elemento, la evolución política del país. En este proceso de cristalización de tópicos sobre el inmigrante magrebí también juegan un papel primordial los poderes públicos. No sólo las acciones gubernamentales, cuya máxima expresión son las políticas de inmigración plasmadas en las leyes de Extranjería, sino las declaraciones de representantes políticos y los supuestos de los programas electorales contribuyen a tejer un discurso en el que van unidos tanto un modelo social “nacional” como una cierta visión del magrebí, al cual no escapa la influencia de las relaciones con las cancillerías de estos países, especialmente Marruecos. En sus discursos es proverbial la tendencia a confundir lo magrebí con lo musulmán, en una torpe asociación15.

c. La divulgación de las imágenes: el crucial papel de los Medios de Comunicación

Si estos tópicos han adquirido en los últimos años una gran fuerza en la conciencia de la población española no ha sido sólo en base al contacto de primera mano con los nuevos llegados. En este punto entran en juego los medios de comunicación, cumpliendo la función básica de “difundir” las experiencias y problemáticas en torno a la inmigración. No obstante, esta labor de difusión no se basa en la mera transmisión de informaciones, sino en buena medida en la construcción de las mismas, es decir, en la “generación” de tópicos. Los Media llevan a cabo un proceso de selección de la información objeto de ser difundida, de enfoque sobre la misma (por ejemplo resaltando determinados aspectos de acuerdo con los intereses mediáticos del momento y de acuerdo con valoraciones preestablecidas) y de posterior interpretación al ser hiladas en el discurso que es la noticia en sí, en el que entran a formar parte el propio conocimiento (percepción, opinión, actitud y prejuicio) del redactor que la elabora. Checa Olmos, F. “España y sus inmigrados…”, pp. 430 ss. También hago mención de los últimos debates electorales, aireados en los medios, acerca de cuestiones como el velo o un supuesto “contrato” de aceptación de determinados parámetros culturales para lograr la concesión de permisos de residencia. 15

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Existe un punto de partida “empírico” (la interacción aludida) sobre las que los Media se basan, pero a su vez las elaboraciones que éstos hacen influyen sobre cómo esa experiencia es entendida, no ya por la población que no tiene contacto directo, sino por los propios actores “primarios” (inmigrantes y locales) e incluso por los periodistas encargados de producirlas. En este sentido, cumplen en el más pleno significado de la palabra la función de “mediar”, en tanto que no sólo “reflejan” la realidad, sino que la filtran, simplifican, solidifican en tópicos (cargados de valoraciones implícitas), expanden su radio y por último contribuyen a moldear la propia actitud de los actores sociales, influyendo, en última instancia, en que tales tópicos tengan repercusiones reales (por ejemplo, definiendo la agenda de los partidos políticos, al convertirse la inmigración- esta inmigración retratada por los medios- en un elemento activo en la opinión pública)16.

No es de extrañar por tanto que sean muchos los estudios acerca del poder de los medios de comunicación para modelar la percepción y la opinión públicas17. Entre estos grandes tópicos se sitúa en lugar destacado el de “invasión”. Comparado con las cifras de hoy día, es interesante subrayar que tal visión se instaló ya desde los primeros momentos en que la dinámica inmigratoria comenzó su marcha ascendente, a finales de los 90’s y “saltó” a la esfera de la conciencia pública18.

Máxime cuando existe una cierta “fe” pública en tomar lo aparecido en estos medios como fuentes de información ajustada (“fidedigna” precisamente). Con todo, hay que señalar que el sentido de las últimas publicaciones sobre el poder de los Media tienden a matizar éste, señalando por ejemplo que el público es consciente del sesgo de tal o cual grupo informativo y escogen a qué fuentes desean prestar atención. Igualmente, los últimos congresos sobre inmigración que han dedicado un apartado a la producción mediática también señalan aspectos positivos y de concienciación, incluso la aparición de espacios de información especializados en esta realidad. Cito las I Jornadas sobre Medios de Comunicación, inmigración y sociedad celebradas en la universidad de Sevilla en diciembre de 2006. 16

Cito por ejemplo el de Checa Olmos, F., op.cit. o Granados Martínez, A., “El tratamiento de la inmigración marroquí en la prensa española” en Bernabé López y Mohamed Berriane (Dir.), Atlas 2004 de la inmigración marroquí en España. Madrid: UAM, 2004. Muestra de la actualísima importancia de este campo de la investigación son los trabajos recogidos en AA.VV. Jornadas Medios de Comunicación, Inmigración y Sociedad. Sevilla: Junta de Andalucía, 13 y14 de Diciembre 2006 [online], así como la mesa nº 10 del V Congreso sobre Inmigración en España, al cual pertenecen numerosas referencias empleadas aquí. 17

Los estudios de Cueto Nogueras, C. y Cazorla, A. “Percepción de la Inmigración en Andalucía: proyección en la opinión pública” Actas V Congreso Inmigración en España,, revelan que un 54,5 % de la población encuestada cree que el número de inmigrantes en su comunidad “aumentará mucho”. (p.9). 18

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En este punto merece la pena detenerse brevemente con algunas cifras estadísticas actualizadas, a modo de contraste 19 . Un estudio de la evolución histórica de la inmigración en España necesita estar estrechamente conectada con la demografía, como es el caso. Así, se debe poner de relieve el carácter relativamente acelerado del crecimiento de la población inmigrante que ha entrado en nuestro país desde fines de los 90. Mientras que en 2000 los datos barajados por el Instituto Nacional

de

Estadística cifraban en 1.045.000 las personas extranjeras residentes en España (un 2,3% de los 42,1 millones de habitantes en aquel momento), las últimas estimaciones –a 31/12/08- hablan de unos 4,5 millones (un 10% aproximadamente de los algo más de 46 millones que refleja el padrón a 1/1/2008, publicado en diciembre de ese mismo año), de los cuales 4.473.499 gozarían en este momento de permiso de residencia 20 . Una fuente muy valiosa de información se encuentra a mano en los boletines estadísticos de Extranjería e Inmigración, publicados trimestralmente21.

En la actualidad (30/VI/2009), el número de nacionales marroquíes con certificado de registro o permisos de residencia asciende a 748.953, de los cuales más de 29.000 gozan ya de régimen comunitario. Les siguen a mucha mayor distancia los nacionales de Argelia con 48.919 mientras que Mauritania y Túnez apenas alcanzan los 30.000 conjuntamente con Nigeria.

Aunque habría que relativizar la percepción de esta oleada migratoria como algo inesperado, sin previo aviso, ya había antecedentes desde al menos los 80, sí es ciertamente apreciable un fenómeno reciente y acelerado, pero cuya lectura se presta a Me baso aquí en las reflexiones que el profesor Cohen, A. “Reflexiones a propósito…” vierte en su artículo, así como en sus numerosas aclaraciones sobre medios de entrada, “presiones” demográficas y tendencias en la fecundidad. 19

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Datos extraídos del informe stock del padrón continuo elaborado por el Instituto Nacional de Estadística (www.ine.es), y el Observatorio Permanente de la Inmigración. Informe trimestral de Extranjeros con certificado de registro o tarjeta de residencia en vigor. Madrid: Ministerio de Trabajo e Inmigración, 30 de Junio de 2009 [online], elaborada a partir de ficheros cedidos por la Dirección General de la Policía y de la Guardia Civil. Son conocidos los problemas de sobrerepresentación en un caso (registro repetido de una misma persona en distintos lugares, bajas no actualizadas) y de subrepresentación en el otro (extranjeros no registrados o a los que no se ha concedido el permiso, distintos intervalos de renovación según nacionalidad y tiempo de residencia dando lugar a periodos en “suspenso” legal de los residentes ), que explican algunos desajustes entre cifras. Para estas cuestiones me remito a las notas metodológicas que incorporan los distintos informes. 21

Disponibles en http://extranjeros.mtin.es/es/InformacionEstadistica/.

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confusión. Una de ellas sería la de confundir cifras de stock con cifras de flujo, por ejemplo, tomando el número de residentes registrado cada año como el número de entradas –de nuevos inmigrantes- que se han producido en tal periodo (entradas que por cierto se producen normalmente por medios de transporte usuales; el cayuco o la patera representarían en torno al 1%22) o asumiendo que la cifra de permisos concedidos se refieren a permisos iniciales en su totalidad, cuando en gran medida se deben a renovaciones (es decir, no hay más entradas, sino los mismos individuos que renuevan su estatus). Igualmente, se da por sentado que el inmigrante “viene para quedarse”.

Existen dos puntualizaciones que la estadística permite hacer a este respecto. Por un lado, está comprobada la tendencia a la sobrerrepresentación de los extranjeros en el padrón municipal, en tanto que se registra de forma relativamente fiel las altas, pero no las bajas. Así, se confirma la posición de España como país de recepción de inmigrantes, pero no está claro en qué medida una porción de éstos no se establece definitivamente en nuestro país, sino que lo abandona al poco tiempo. Este desfase impide conocer hoy día con exactitud en qué medida el impacto de la crisis está incidiendo en el fenómeno de retorno23.

Por otro, hay que citar los últimos estudios en curso sobre movilidad de la población magrebí, los cuales están revelando claramente que la visión “unidireccional” de la migración (se sale un día del país de origen para no volver) simplifica una realidad mucho más compleja, de regular “circulación migratoria” entre España y el país de origen, que se visita periódicamente24. Otro lugar común es el ya mencionado de la “avalancha potencial” que, desbordada al otro lado del Mediterráneo (una población que crece aceleradamente y que no encuentra 22

Nota de prensa: INE.Encuesta Nacional de Inmigrantes 2007, avance de resultados. Madrid: Instituto Nacional de Estadística, 22 de mayo de 2008. [online a través de http://www.ine.es/prensa/np499.pdf] 23

Es necesario señalar que las proyecciones más recientes sobre ingresos migratorios en España prevén una marcada reducción en los próximos años, ya perceptible desde 2008. Nota de prensa: INE. Proyección de la Población de España a Corto Plazo, 2008-2018. 21 de enero de 2009. [online a través de http://www.ine.es/prensa/np538.pdf]. Cfr. asimismo Pajares, M. Inmigración y mercado…,p. 197 y ss. Capote Lama, A., Cohen, A. et alii “Presentación del Proyecto de Investigación Hispano-Marroquí: Marroquíes en Andalucía: de los espacios sociales de la migración a los de la movilidad”. Actas V Congreso…como una introducción al proyecto que pretende iluminar estas cuestiones. 24

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recursos para prosperar) se precipita en un efecto de “vasos comunicantes”, hacia el norte. Ante esto habría que mencionar la actual dinámica demográfica del Magreb, marcada desde los 70 por una clara tendencia a la deceleración del crecimiento25. Así, precisamente las cohortes de población que ingresan ahora en la vida activa, aquellas que fundamentalmente dan el paso de migrar, están disminuyendo paulatinamente, y por tanto las causas que motivan el proyecto migratorio se enraízan en componentes más complejos y menos mecánicos26. Igualmente, la cuestión de “la invasión por el vientre” debe ser sometida a crítica. Si bien la natalidad de padre y/o madre extranjera alcanza hoy día el 19% de la tasa global, y el índice sintético de fecundidad entre mujeres inmigradas (de procedencia magrebí especialmente) tiende a ser más alta que el de las locales, la aportación de éstas a la fecundidad global es sólo de 0,1 hijo/mujer (de un total de 1,4).

Es más, adoptando una perspectiva dinámica, el estudio para Francia que Laurent Toulemon ha realizado, revela un comportamiento interesante a este respecto. Según Toulemon, las mujeres magrebíes, quienes parten con una fecundidad relativa más elevada en el país de origen (a la baja también) tienden a retrasar los embarazos en vísperas del viaje, que se producirán en los años siguientes a la instalación en el país. Se crea así un engañoso efecto de onda, que termina con una rápida y cada vez más acusada confluencia con la fecundidad global del país de llegada27. En síntesis, no es que se tengan muchos más hijos, sino que se concentran en los años posteriores al asentamiento. Se puede pensar que tal es la situación en España, máxime si consideramos lo reciente del fenómeno.

Es importante hablar también de la dimensión espacial de estos números. Concretamente, al concepto de concentración de la población inmigrada. De acuerdo

Courbage, Y.. “Cambios y perspectivas de la población en el sur del Mediterráneo”, Anuario 2007, Institut Europeu de la Mediterrània. Barcelona: IEMED, 2007. [online a través de http://www.iemed.org/anuari/2007/earticles/eCourbage.pdf]. 25

26

INE Encuesta Nacional de Inmigrantes 2007, avance de resultados. Madrid: Instituto Nacional de Estadística. 22 de mayo de 2008. p. 2. [online a través de http://www.ine.es/prensa/np499.pdf]. Toulemon, L. “La fécondité des immigrées: nouvelles données, nouvelle approche”. Population & Sociétés, nº 400. París: INED, Abril, 2004, [online]. 27

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con las estadísticas, la inmigración como un fenómeno reseñable muestra una clara polarización en la geografía española: Madrid como “isla” central, y las regiones costeras de Cataluña, Comunidad Valenciana, Murcia y Andalucía serían las que concentran el mayor grueso de población extranjera (aprox. 65% en 2008) 28 , y aún dentro de éstas, el adoptar una escala más detallada nos permite observar matices entre provincias o incluso dentro de las mismas, lo cual afecta de primera mano a la percepción y actitud ante el fenómeno en la población autóctona 29 . A pesar de esta marcada concentración en determinados puntos, el tópico parece asumir que, tarde o temprano, la “marea” acabará por anegar toda la geografía del país. No obstante, el hecho de que los recién llegados tiendan a reunirse en determinadas localizaciones invita a profundizar en las coordenadas contextuales, fundamentalmente la estructura del mercado laboral y su evolución, que los animan a ello.

Un segundo tópico general que se repite es el del inmigrante como sujeto conflictivo (se habla de “un marroquí”, al igual que “jóvenes rumanos”, etc.) en los mismos titulares. Se acepta así de forma implícita y sin reflexión profunda que la implicación de tales individuos en este tipo de acontecimientos se debe a su origen y al hecho de ser inmigrante. De este modo los Media contribuyen a leer episodios en clave etnocultural, soslayando otras cuestiones que pueden estar en juego 30 . El inmigrante como sujeto paciente de la precariedad laboral es otro tema recurrente. Su caracterización se presta a menudo a retratos estereotipados y basados en una suerte de código genético: el magrebí como conflictivo “por naturaleza”31.

Sujeto paciente es también el inmigrante que aparece en noticias como víctima de actos racistas. A pesar de su tinte humanitario, estos enfoques tienden a seguir representando al colectivo, y a sus individuos, como una masa indiferenciada, esquematizada, sin agencia e irremediablemente indefensa y sin recursos32. 28

Secretaría de Estado de Inmigración y Emigración. Boletín Estadístico de Extranjería e Inmigración. Madrid: Ministerio de Trabajo e Inmigración, nº 19, febrero 2009, p. 4. 29

Rinken,S. y Pérez Yruela, M. Opiniones y actitudes…, p. 251.

30

Martínez García, M.F.op.cit., p. 3; Checa Olmos, F. op.cit., p. 429.

31

32

Andezua, I. op.cit., p. 4. Martín Corrales, E. op.cit., p. 239.

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4. Conclusión Lejos de quedarnos en un mero ejercicio intelectual, de contemplación abstracta, el valor de trabajos como los mencionados radica en última instancia en su función de comprender este fenómeno de interacción y estudiar la posible aparición de discursos de corte racista o xenófobo en los últimos años.

De hecho, esta evolución no se presta a interpretaciones simples. Ya es posible apreciar una cierta contradicción en las encuestas al valorar de forma positiva la aportación inmigrante a la economía y a la “riqueza cultural”,mientras que al mismo tiempo se expresan reservas, cuando no respuestas decididamente negativas, sobre el número de inmigrantes o la llegada de más en el futuro. Más allá de los números exactos, las grandes líneas están claras. Con la debida cautela y teniendo en mente la infinidad de respuestas diversas, en general puede decirse que se tiende a preferir un control/limitación de los inmigrantes que llegan, y que se aboga, al menos públicamente, por propiciar la “armonización” de los que ya están aquí33. No obstante, la forma en que se concretan estos controles y los parámetros en que se cifra que debe ser la integración permanecen indefinidos, y en esta indefinición pueden ir cobrando fuerza nuevas actitudes negativas.

Este trabajo explora sólo una parte del problema. Reflexiona sobre la imagen que la población autóctona construye de los inmigrantes y, como un reflejo, de sí misma. Habría que hacer otro tanto con el grupo de inmigrados para estudiar cómo unas y otras se entretejen. En última instancia, para comprender la fabricación de alteridades, y poder criticarlas en la medida en que son artificiales.

La realidad social da pie a la creación de imaginarios, pero el reflejo deformante que éstos devuelven influye a su vez en la configuración de esta realidad social. Un reto, y al mismo tiempo un deber, de los científicos sociales y humanistas de hoy (geógrafos, sociólogos, politólogos, antropólogos, traductores...) es el de abordar estos fenómenos y Datos extraídos de Jiménez Bautista, F. op.cit, así como • Cueto Nogueras, C. y Cazorla, A. “Percepción de la Inmigración en Andalucía: proyección en la opinión pública” Actas V Congreso Inmigración en España. Valencia: Universidad de Valencia, 21-24 marzo 2007. 33

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sus implicaciones. Entre todos ellos se sitúan los historiadores. Pero, ¿qué puede aportar el historiador al estudio de fenómenos tan recientes, de tan escasa profundidad cronológica? Acaso convenga recordar aquí a Pierre Vilar, o a tantos otros historiadores de vocación y oficio. Donde las ciencias sociales pueden tener la tentación de producir aproximaciones parciales, abstractas y generalizadoras, basadas en conceptos y datos sólidos pero artificiales, el historiador tiene la obligación de reunirlas todas, y situar los acontecimientos en el tiempo y el espacio. Demostrando, en suma, la coexistencia de los campos de estudio y la interacción de factores en continuo movimiento. A fin de cuentas, “la ausencia de historia tarde o temprano se reemplaza con sucedáneos”34.

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34

Antonio Miguel Bernal en Martín Corrales, E. op.cit, p. 19.

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