La imagen de la ciudad precolombina en las crónicas españolas de Indias de los siglos XVI y XVII

Share Embed


Descripción

geijsi{ise ,

CIUg;\IJiJ ills'IcJi{Jc.:\J YJY;\J C

JU

;r§ityl

$":\IJ ; S lJ i L

i+\J":\l; I]:

yiijch\'{ }iJ.*i{itSLtrJ

Ponencias )) comunicaciomes w "&L e § .*§*§* * x M6@&j!# U

MERIDA

30,

Y

3I

DE ENERO T DE FEBRERO DE 1997

ffi#rwGffiffisG ffi

§&Jffi&ffiffi§ W§mryq»mffif,es eflEef,es

cüt#mAm§§ Dffir pffiRw§vffifficffi& Pomencias

Y ffi§§effiffi#ilr&

y Comunicaciones

Tffifffiffi

30,

3I

pAse§ffi;

I

MERIDA DE ENERO Y T DE FEBRERO

1997

ffir WF ffiU Eoront RtctoNtt ot Exrp¡u¡ouu

r& §$wAGffiN §H ke ü§#ffi&ffi pffiffi§ffiLffiffimffiru& ffih§ tue§

f,ffiffih*frffie§ msp&ffiffiffiÁs ffi§ §ruffi§&§ ffi§ L#S

§§Ge#s K\flE Y José %ARA el análisis de la arquitectura y urbanismo preWcolombinos, sobre todo en el caso de aquellos cen§ tros poblacionales o rituales que se vieron soterrados bajo e1 sustrato colonial, las crónicas de los conquistadores y viajeros editadas en fechas aún próximas al momento de la conquista resultan, a primera vista, de especial

interés para ilustrar, animar o completar la información que nos proporcionan la arqueología y los vestigios que han permanecido en pie hasta nuestros días. En estas obras se va describiendo una serie de núcleos poblacionales, así como sus edificios más significativos, al hilo del relato histórico. Estas descripciones de ciudades precolombinas se refieren, fundamentalmente, a los grandes núcleos urbanos de1 área de México Central, de la cultura maya, o del ámbito andino.

Respecto a la zo¡a mesoamericana, aparte de las informaciones que los primeros conquistadores proporcionaron de México-Tenochitlán (el propio Cortés, Gómaru, Bernal...), nos encontramos con otras referencias de Fray Juan de Torquemada, don Carlos de Sigüenza y Góngora,

KW§il

Julio García Arranz

Podrían apuntarse varios motivos que justifiquen la existencia de estas descripciones monumentales y urbanas, en ocasiones muy detalladas, que salpican las narraciones históricas de los cronistas. Consideramos que puede entenderse la existencia de unas razones prácticas o utilitarias, y otras vinculables a 1a peculiar estructura mental de aquellos escritores.

A) Razones prácticas para la descripción de ciudades precolombinas: 1) En el caso de los primeros conquistadores militares, las crónicas poseen una utilidad eminentemente informa-

tiva y política: han de describir detalladamente a la corona española las grandezas y particularidades de los territorios que han ocupado militarmente, remitiendo relaciones, descripciones, tratados, crónicas y memoriales que se refieren a 1a totalidad de las tierras descubiertas o a algunas en concreto. Se trata de una atención casi funcionarial a los sistemas de organización irumana y aprovechamiento de recursos. Al mismo tiempo, estos escritos justifican 1a

o Gemelli Carreri, referidas a los centros de Cholula y

empresa conquistadora, e inciden en una valoración personal del conquistador, que obtiene de este modo honor, fama, y ascenso social.

Teotihuacán. Sin embargo, la mayor parte de 1as descripciones de monumentos o ciudades precolombinos hacen referencia al área maya, sobre todo gracias al descubrimiento de grandes conjuntos arqueológicos que se produ-

la gente que la posee y la manera de su uiuir, y el ñto y ceremonias, seta r-t ley que ti.enen, y el fruto que elt ellas uuestras reales altezas podran bacer y della

ce a finales del s. XVII (Chichén ltzá, Izamal o Thio

-

Yucatán, México-, Palenque -Chiapas, México-, Copán Honduras-, Tikal, Zaculeu o Tayasal -Guatemala-), difun-

a

través de los textos de Fray Lorenzo de Bienvenida, Fray Diego de Landa, Diego García de

didos

Palacios, Fray Gregorio Garcia, Diego L6pez de Cogolludo, Andrés Avendaño y Loyola, Jacobo de Alcayaga, Fray Antonio Fuentes y Guzmán, o Juan de Villagutierre (Alcina, 1995: 43-5). Finaimente, si bien las ruinas del imperio inca no han merecido la misma atención que las áreas maya o mexicana, el territorio andino cuenta con algunas crónicas de los ss. XVI y XVII que nos dan noticia de las principales ciudades arruinadas o restos materiales de la zona (obras de

Cieza de León, Estete, Francisco de Xerez, Molina el Almagusta, el Inca Garcilaso, fray Bartolomé de las Casas, Yázcluez de Espinosa o fray Antonio de la Calancha), en especial referidas a los núcleos de Tiahuanaco, Tonebamba, Pachacamac, el Cuzco o la fortaleza de Sacsahuamán (alcina, 1995: 49-50; 55-56).

(...) porque t)uestras majestades sepalx la tieffa que

es,

podrátx recibir (Hernán Cortés, Cartas de rela.ción, carta primera). Y tanxblén pgrque en los tiempcts que ban. de uenir se conozca lo mucbc¡ que a.nxpliaron la corc.¡na real de Castilla. Y cómc¡ (...) se Pr¡blaron los ricos y abund.antes reinos de la Nueua España y Peni (.J (Pedro Cieza de León, Ia crónica del Perú, proemio del autor).

2) En los escritos de los cronistas religiosos -puede apreciarse en Bernardino de Sahagún o Diego de Landase describen con detalle edificios de culto y sus respectivos usos con el fin de dar a conocer mejor las pervivencias de religiosidad azteca -idolátrica desde el punto de vista de los españoles-, o sus distintas manifestaciones, y utilizar este meior conocimiento para facilitar su más eficaz conversión. Par& predicar contra estas coscts -pecados de idolatría pa.ra sauer si las bay, menester es de saber cómo las usauan en tietnpo de su idolatría, que por.falta de no saber esto en ,xuestra preserx-

y ritos idolátricos-, y aun

_ 263_

JOSE JULIO GARCIA

ARMNZ

cia bazen rnucbas cosas idolátricas sitt que lo entendamos (Bernardino de Sahagún, Historia general..., prólogo). 3) Francisco López de Gómara afirma, et st¡ Historia general de las Indias (cap, 46), "Quien no poblare, no hará buena conquista; y no conquistando la tierra, no se conyefiirála gente; así que la máxima del conquistar ha de ser poblar". Puede que la necesidad de poblar el espacio ocupado como uno de los principales obietivos del conquistadoE tal y como sucedía en e[ proceso de Reconquista de la Península Ibérica, condujera a un especial interés por los centros urbanos ya creados, teniendo muy en cuenta sus características, organización y riqueza.

4) Es también posible que la incorporación al relato de los cronistas de datos geográficos, a veces de gran precisión e interés, entre los que se incluye la localización de las principales ruinas precolombinas conocidas -así sucede en el Conxpendio de Yázquez de Espinosa-, pudo ser consecuencia del intento de evitar conflictos jurídicos originados por la indefinición de los límites en los territorios recién conquistados. B) Otras razones, como hemos indicado, responden a la mentalidad específica del hombre del siglo XVI: mu/ diversas fueron la formación intelectual y escalas de valores del conquistador, y absolutamente diverso, por tanto, el interés que puso en las cosas que presenció o de las que recibió noticia. Veamos algunos de los comportamientos más comunes que condujeron a la atención por el urbanismo precolombino: 1.)

Destaquemos la curiosidad con que los conquista-

dores contemplaron los nuevos pueblos, lo que 5¡eneró la necesidad de conocerlos, y condujo a incluir entre sus relatos de la acción conquistadora diversos datos sobre la geografía fisica y humana, y las producciones y cultura de

los nativos. Francisco Hernández, por ejemplo, indica en sus Antigüedades de la Nueva España, que mandó reproducir Ia estatua de un rey de Tezcoco, con todos sus ornamentos, ... para poner basta donde yo pueda ar¿te los ojos de nuestros hr.tmbres, las cosas pasadas y paru que aquellos a quienes no ba sido dado uer gentes tan distantes, las conozcan en lo posible.

Esta provechosa curiosidad que inducía al conocimiento del pasado indígena fue también estimulada por la corona (Morales, 1990:313-314). Desde España se potencia este interés científico mediante una legislación y algunos cuestionarios que se repartieron con el fin de indagar en los antecedentes indígenas y conocer la realidad de sus nuevos dominios. Pero, si bien la corona incentivó el conocimiento del pasado indígena, del mismo modo, cuando la demolición del patrimonio precolombino se practica, fue normalmente siguiendo un rnandato real o un celo religioso: "Ordenamos y mandamos..., que en todas aquellas provincias hagan derribar, quitar y quiten los ídolos, aras y adoratorios de la gentilidad y sus sacrificios..." (Morales, 1990: 314). No se tendía a destruir obras de arte, sino a extirpar los I'adoratorios" y lugares de sacrificio, elementos que eran

del diablo" según los hispanos. Además de una medida para acabar con los "repugnantes', considerados "obras

sacrificios humanos, esta destrucción constituía igualmente una medida psicológica para el ánimo de los indios: una vez exterminados sus crueles dioses, no ocurría nada, y todo constituía por tanto un puro mito diabólico.

- 264-

Incluso la práctica de la "huaquería",

o saqueo de

tumbas indígenas, documentado a partir de 1522 (Alcina, 1995: 27), si bien en muchas ocasiones fue un fenómeno incontrolado, en otros respondía a concesiones o licencias emitidas por las autoridades coloniales, que siempre recibían el pago del quinto real de lo hallado parala hacienda pública.

2) El deseo de obtención de riquezas y beneficios materiales, que fueron motivaciones fundamentales de la actividad conquistadora -"conquistar como negocio" (Rodríguez, 1989: 8)-, conducen al descubridor a fijarse especialmente, y casi inventariar determinados aspectos de la riqueza de la ciudad, fascinación ejercida,

sobre

todo, por los metales preciosos. Este afán crematístico se aprecia, por eiemplo, en las especulaciones sobre los ornamentos aúreos que aún permanecen en las costrucciones subterráneas cuzqueñas:

En mucbas partes desta ciud.ad bay grandes edificios debajo la tlerra, y en las mismas enhañas della boy día se ballan algunas losas y caños, a aún joyas y piezas cle orr¡ de lo que enterraban; y cieño debe de baber erx el circulto desta ciudad enteffados grandes tesoros, sin saber dellos los que sott uiuos; y como en ella bubiese tanta gente y el demonio tan enseñoreado sobre ellos por la permisión de Dios, babía muchos hecbiceros, agoreros, idolatradores; y destas reliquias no está. del todo llmpia esta ciudad., especialmente de las

becblceñas (Pedro Cieza de León, La crónica del Perú, cap.93).

3) Lo que se ha venido en denominar "angustia'' del conquistador español, sensible ala certeza de que lo que está contemplando -sobre todo en el caso de las ciudadesestá en trance de desaparición, intuición que en ocasiones se calmó siendo carúlizada a través de sus escritos: (...) en todas las panes por donde yo andaba ninguno ocupaba en escrebir nada de lo que pasaba. Y que el tienxpo colrsuttxe la rnernoria de las cos¿u de tal manera, que si no es por rastros y üías exquisitas, en lo uenidero no se sabe ccm uerdadera noticia lo que pasó (Pedro Cieza de León, La crónica del Peni, proemio). se

4) Por otra parte, existe también un fuerte peso de la tradición: desde los últimos siglos medievales se produce gran abundancia de una variopinta literatura denominada de "Libros de Viajesl en los que viajeros convertidos en narradores acompañaban el relato de su itinerario de abundantes detalles geográficos, descripciones de ciudades, noticias históricas, etc., de forma similar a lo que sucede con las crónicas indianas. En estos textos suelen

darse cita algunos de los sentimientos que, según Antonello Gerbi (1978: L49), caructerizaban a los c¡onistas: el orgullo de ios nuevos descubrimientos, el gusto periodístico de "hacer noticia", e[ desahogo de "peregrina erudición", o, incluso, el placer de fabular. También se han señalado, entre las posibles fuentes literarias que incidieron en la mentalidad de los cronistas, los Libros de Caballerías, género, sin duda, muy apetecido por los conquistadores: así Bernal Diaz del Castillo, hablando de las ciudades que surgían casi del agua en torno al lago Texcoco , afirma "(. ..) nos quedamos adÍñtados y decíamos que parecian a las cosas de encantamiento que cuentan en el libro de Amadís". 5) Los descubrimientos que se operan durante el siglo

XVI provocaron un importante impacto en el pensamiento europeo del momento: dieron logar a un trascendentai

lA IMAGEN DE tA ctuDAD pRECoroMBrNA

cambio en su concepción del mundo, que ya no se ajustaba a los límites impuestos por ta Antigüedad Clásica. El que existieran vfla rraf:uraleza y urra geografia distintas a las descritas por Plinio animó innegablemente el estímulo pafi la indagación naturalista y antropológica, y los europeos que viajan a América contemplan y analizar, asombrados una nueva naturaleza, unas nuevas razas humanas y unas civilizaciones cuyas manifestaciones describen con gran interés. Berrlal Diaz del Castillo, por ejemplo, afirma que los españoles "todo lo .trascendemos y queremos saber", 1o que permite que se les pueda denominar "deve-ladores de secretos" o "hacedores de geografía',. En algún caso, en el interés por la arquitectura precolombina pueden intervenir también factores sentimentales: Yo, incitado por el deseo de la conseruación de las antigüallas de mi patria, ésas pocas que han quedado, porque no se plerddn del todo, me diEuse al ffaba.jo tan excesiuo conxo basta aquí me ba sido, y delante me ba de ser, el escribir su a.ntigua repúbltcót basta acabarla y, en su particular deterntiné dibujar en este capítulo la descripción de ella. Diré los nombres antiguos que sus banyios tenían, que basta el año de mil y quitúetr tos y sesenta,, que yo salí de ella, se cc¡nseruaban en su antigüedad. Después acá. se ban trocado ütlgunos nonxbres de aquéllos por las iglesias par-roquiales que en algunos batrios se ban labrado (Inca Garcilaso de laYega, Conxentarios reales,lib. VII, cap. 8). O la apatición en México, desde finales del s. XVII, de un fuerte sentimiento nacionalista mestDo que conduce a una valoración de las más genuinas manifestaciones indígenas. Con el precedente de D. Carlos de Sigüenza y Góngora, primer criollo que incorporó el mundo prehispánico a ia historia novohispana, y con la llegada de expediciones científicas patrocinadas por la corona española y sabios europeos durante el siglo XVIII (Malaspina, Celestino Mutis), vehículo idóneo para la penetración de

ideas enciclopedistas dominantes en la Europa de la época, se propició una inquietud cultural y una vocación científica y cultural de los americanos hacia las cosas del propio suelo. Eruditos y viajeros de esta centuria (el italia, no Lo¡enzo Boturini, Mariano Ferná¡dez Veitia, o los jesuitas Fray José Diaz de \a Yega, Francisco Javier Claviiero, o el abate Molina), profagonizaron un movimiento reivindicativo de la historia indígena prehispánica, indignados por las diatribas con que se trataba de desprestigiar el Nuevo Mundo para refutar ia tesis sobre la degeneración del Nuevo Continente. 6) Finalmente, muy en relación con el apartado anterior, se ha hablado también de un interés arqueológico por parte del cronista renacentista. La sobrestimación humanista de la Antigüedad grecolatina conduio a una especial atención a las ruinas que sirven de contínuos modelos en el Arte, y ello puede impulsar alviajero de las Indias a una particular atención hacia los monumentos antiguos que va encont¡ando en su peregrinaje. Sin embargo, resulta obvio que la información urbanística precolombina que nos proporcionan todas estas crónicas, pese a su indudable valor documental, padece de una serie de limitaciones o deformaciones que resultan

de la tradición cultural o intereses de los conquistadores. Exponemos a continuación algunas de las más llamativas, a nuestro juicio, alteraciones de la realidad descrita:

a) Se trata de una visión selectiva de lo urbano. En

EN rAS 1RóMCAS

EgpAñorrts DE INDU9 DE Los stclos

xw y xwt

efecto, las descripciones de los cronistas se centran espe-

cialmente en aquellos hitos que más llaman la atención por la riqueza o calidad de sus materiales, o por su monumentalidad. Las descripciones de ciudades como Tenochitlán o Cuzco se limitan prácticamente a sus grandes plazas, a sus llamativas obras de ingeniería, a sus murallas, y a sus construcciones religiosas, palaciales y militares, guardando un casi absoluto silencio sobre cualquier otro tipo de edificación más humilde. La extensa descripción de Bernardino de Sahagún, por ejemplo, se reduce a los 77 edificios que sitúa dentro de Ia plaza de templo mayor de Tenochitlán -llevado por su específico interés por los aspectos religiosos-, y a determinadas estancias palaciales. Este interés selectivo se muestra, especialmente, en el caso de las Cartas de Relación d.e Conés. Para el conquistador extremeño constituía un índice de desarrollo y bienestar el número de casas nobies de una localidad, Ia

riqueza de ios materiales constructivos, su extensión y número de aposentos, así como la existencia de jardines o huertos aledaños. Además, en tanto las referencias a los sistemas defensivos y fortificaciones de las ciudades son mínimas antes de su llegada a Tenochitlán, estas se hacen mucho más extensas y detalladas tras los agitados avatares bélicos que sufrió en la capital. Son, en efecto, muy breves las referencias a la arqu! tectura no noble:

Eta México, cuando Cortés entró, un pueblo de sesemtq. nxil casas. Los del rqt, señores y cortesa.nos son grandes y buenas. Ins de los otros, pequeñas y ruines, sin puertas ni uenta.nas; rnas por pequeñas que son, pocas ueces dejan de tener dos, tres y basta diez moradores; y así bay en él infinidad de gente (Francisco López de Gómara, I-a conquista de México, "México Tenuchtitlan").

b) La introducción de valoraciones personales de los conquistadores, por lo general condicionadas por las ideas sobre el mundo y el hombre que caracterizaban el Renacimiento europeo, puede ser igualmente un facto¡ de alteración de aquello que se trata de describir. El conquistador veia lo que quería ver, e ignoraba el resto, ya sea por las razones prácticas enunciadas anteriormente, ya sea por su necesidad de comprobar si la nueva realidad descubierta respondía a su vísión preconcebida de las cosas. Sobre la realidad americana, los españoles fabricaro¡ la suya propia, reinterpretándola de acuerdo con su historia y sus necesidades. De este modo, en sus textos podemos testimoniar: - El peso de Ia propia tradición cultural europea de los conquistadores:

(...) la entrada era, por una, pueTta becba corno boca de serpiente, y pintada endiabladamente. Tenía los colmillos y dientes en relieue, cosa que asombraba a los que allí entraban, especid,lnxente a. los cristianos, que se les presentaba el infierno al uerla delante (Francisco l,ópez de G6mara, La conquista de México, "México Tenuchtitlan").

- Subjetivismo en las apreciaciones: Hernán

Cortés,

como soldado, ve todo con ojos de militar. Cuando escribe en su tercera carta que "Temixtitán" es ttmuy hermosa", y que será una digna capiial de todas las nuevas provincias, ello significa que en ella los españoles estarán "muy

fuertes y seguros, y muy señores de los naturales, y de manera que dellos en ninguna forma pueden ser ofendi_ 265_

JOSIi JULIO CARCÍA

ARRA\Z

dos". Este exclusivo utilitarismo apenas permite una rendljapara e1 hedonismo bucólico de la descripción de huertas y jardines de algunos palacios aztecas. - Verdadero asombro o entusiasmo: cuando Cortés se enlrenta a las nuevas tierras que está descubriendo, lunto al utilitarismo y valor informativo y político de sus Cartas de relaciór't, sus descripciones de la Nueva España delatan un interés y curiosidad que avivan su imaginación pero, al mismo tiempo, provocan un choque con la realidad: desbordado por las novedades, es a veces incapaz de explicarse con claridad (Rodríguez, 7989:2). En ef'ecto, tras una experiencia conquistadora que se reducía a las islas del Caribe, el viaje de los españoles hacia el interior del continente supone el progresivo descub¡imiento de una civilización altamente desarrollada, como el propio Cortés no duda en admitir. Hallar ciudades con una or¡¡anización tanto urbanística como comercial, en nada inferior a la europea, era quizás lo que el

conquistador menos podía esperar. De ahí el asombro que le producen las ciudades mesoamericanas -admiración, claro está, teñida de intereses económicos y políticos- que se refleja en sus descripciones, y
Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.