La imagen de Alfonso X en torno a finales del XV. La visión de Diego Rodríguez de Almela

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La imagen de Alfonso X en torno a finales del XV. La visión de Diego Rodríguez de Almela Elena Caetano Álvarez

Si hacemos un recorrido global, veremos que la literatura, la historia y la historiografía, esencialmente durante el Medievo, han sido herramientas y adalides del poder y que los historiadores son hijos de su tiempo. Esta afirmación, fuera de ser una novedad, es algo tan común que hoy en día sigue vigente y que afecta a la Historia científica que se intenta llevar a cabo en la mayoría de círculos académicos. Así, veremos por ejemplo, cómo en el mundo en el que vivimos se tomó como figura a un Alfonso X en su vertiente más reflexiva e idealizada, un rey Sabio, mientras que los Reyes Católicos, en el contexto de su reinado, desarrollarán e interpretarán a un monarca bastante diferente. Como sabemos, el personaje en el que vamos a centrar nuestro análisis no es precisamente un ser anónimo, y son muchos los estudios, trabajos, monografías y ensayos que se han escrito en torno a su persona. A pesar de ello, fuera del ámbito de la filología, nos resulta llamativo el vacío académico que se encuentra en los estudios sobre la trascendencia del rey durante los siglos posteriores a su reinado, y nos sorprende precisamente porque en la historiografía medieval nunca se olvidó a Alfonso X1. Nuestra meta, pues, no es la de hablar sobre el rey Sabio, sino centrarnos en lo que cuentan otros autores sobre él: Llegar a averiguar si es un rey querido u odiado, si predomina su vertiente cultural o la imperialista y, en definitiva, saber quién es Alfonso X para un hombre del siglo XV. Así pues, el estudio que pretendemos realizar se encuentra acotado cronológicamente al reinado de los Reyes Católicos y a un autor en particular, Diego Rodríguez de Almela, aunque se mencionarán a otros escritores e historiadores de la época para complementar la información que nos pudiera dar el primero. Hemos empleado para ese estudio obras de carácter general, como historias universales o sumarios de reyes entre los que, en concreto nos ha resultado especialmente esclarecedor el Compendio historial2 de Diego Rodríguez de Almela, que, al dedicar un fragmento bastante interesante a la vida y obras de Alfonso X, nos ofrece una información valiosísima. Por otro lado, el El Valerio de 1 Fue el mismo Alfonso X el que le dio fuerza a los trabajos cronísticos a partir de su reinado, comenzando por la redacción de la General estoria y de la Estoria de España. Pero sería Alfonso XI quien, en torno a 1344 encargara la redacción de las crónicas de sus antecesores Alfonso X, Sancho IV y Fernando IV, dando lugar al corpus documental denominado comúnmente, Crónica de los Tres Reyes. Estas obras servirán como base para toda la literatura cronística e historiográfica que se desarrollará durante el siglo XV, en el que el género de la recopilación cronística alcanza su auge. Como ejemplo de ello tenemos la Suma de las crónicas de España, escrita a principios de siglo por Pablo García de Santa María a Juan II. Sobre ella, ver el estudio de José Luis Villacañas Berlanga, “Un manual de historia de España para Juan II: La suma de las Crónicas de España de Pablo de Santa María”. (2006). 2 Publicada en 1464, le valió a Almela el título de cronista de los Reyes Católicos. La obra se entronca en la corriente inaugurada por el propio Alfonso X de las Crónicas Generales y recoge los hechos desde el Diluvio hasta el reinado de Enrique IV A pesar del encomiable estudio y transcripción realizada por Armenteros Lizana y que nos ha servido de guía, para este trabajo hemos decidido ceñirnos al Mss. 1979 de la Biblioteca Nacional.

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las historias escolásticas y de España3 del mismo autor, por su carácter moralista, ha sido además de gran ayuda para la comprensión de la idiosincrasia de la sociedad a los albores de la modernidad. También de Almela hemos consultado, de manera tangencial, la Compilación de las batallas campales o Tratado de las batallas4. De este modo, se pretende con este artículo, demostrar que la historia y las circunstancias han sido relevantes, si no esenciales, para la modificación de la tradición alfonsí y del recuerdo del propio rey, que, teniendo en cuenta el contexto bélico y de expansión territorial en el que nos movemos, es recordado de manera positiva y por su vertiente batalladora, conquistadora e imperialista. Al ser estas ideas primordiales durante el reinado de los Reyes Católicos, eclipsarían el apelativo “Sabio” por el que hoy en día le conocemos. La literatura a finales del siglo XV: el ejemplo de Diego Rodríguez de Almela Tras la muerte del rey Sabio, la historiografía castellana se caracteriza por una compleja combinación de continuidad y desvío del modelo cronístico planteado por la Estoria de España alfonsí, que Ramón Menéndez Pidal editó como Primera Crónica General5. En cuanto al devenir histórico, en el curso de los últimos años del siglo XV se desarrollan determinados procesos, eminentemente políticos, que cambian la sociedad y la mentalidad peninsulares. Con los Reyes Católicos se creó un instrumento de gobierno para el conjunto de la nación que se estaba constituyendo. Este reinado además conoció acontecimientos decisivos que cambiaron los propósitos políticos arraigados desde siglos: la guerra contra Granada, la expulsión de los judíos y el descubrimiento de América suponen una división en el establecimiento de los períodos históricos que se ha trasladado también al dominio de la literatura y, sobre todo al género que a nosotros nos incumbe, la historia, que como veremos se convierte en una herramienta esencial para el aparato político del reinado de Isabel y Fernando. Diego Rodríguez de Almela Nacido en Murcia en 1426, hijo de Alonso Martínez de Almela, escribano del Cabildo Catedralicio, y de Catalina Pérez de Trexedes, era sacerdote de profesión y en 1464 tomó posesión de una canonjía en la catedral de Murcia. Se le conocen varias licencias para asistir a Roma, donde el auge del humanismo y de la imprenta despertaron el interés del autor, tanto es así que ocupará un lugar importante entre los autores que contribuyeron al desarrollo del movimiento renacentista iniciado en Aviñón con Benedicto XIII. La herencia cultural procedente de este foco trascendental llegó a nuestro cronista gracias a su relación con don Alfonso de Cartagena, quien fue su mayor influencia. 3 Finalizada en 1462. De carácter moralista, nos ofrece ejemplos morales revestidos de episodios nacionales o bíblicos. Para este trabajo hemos utilizado el incunable de 1487 editado en Murcia por Lope de la Roca y almacenado en la Biblioteca Nacional. INC/249(1) 4 Impresa en 1487 en Murcia, hace relación de “todas las batallas campales que fueron e son acaescidas desde el comienzo del mundo”. La edición consultada será el MSS/1319, publicado en 1481 de la Biblioteca Nacional. 5 Cf. Inés Fernández Ordóñez, Las Estorias de Alfonso El Sabio (Madrid: Istmo, 1992); Inés Fernández Ordóñez, Alfonso X El Sabio y las Crónicas de España (Valladolid: Universidad de Valladolid, 2000); Inés Fernández Ordóñez, “Variación Ideológica del modelo historiográfico Alfonsí en el siglo XIII: Las versiones de La Estoria De España”, in La Historia Alfonsí: El modelo y sus destinos (Siglos XIII-XV), ed. Georges Martin (Madrid: Casa de Velázquez, 2000).

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Ante todo, Almela es historiador, por lo que su narrativa será sencilla, exponiendo con claridad los acontecimientos sin perder el hilo conductor de la obra, la tan ansiada unidad peninsular6. Alfonso X en las obras de Diego Rodríguez de Almela Para una mejor visualización y comprensión de los episodios que se han seleccionado a fin de reconstruir la figura de Alfonso X en la época en cuestión, se ha visto a bien desglosar dichos relatos en tres temáticas distintas, que son las que nos van a ofrecer las respuestas que buscamos. La guerra La guerra es y ha sido siempre una de las grandes preocupaciones del ser humano y en todo contexto bélico podemos observar cómo el poder, mediante diferentes herramientas, intenta justificar ante sí mismo así como ante los otros, sus casus belli. Veamos el caso de la España medieval, donde, bajo el estandarte de Dios, se desarrolló una guerra de siglos que culminó con la toma de Granada en 1492. Y sobre la Reconquista versan las menciones a Alfonso X en nuestras obras. Por ejemplo, la primera mención que se nos hace de Alfonso X en el Valerio es en el capítulo XII título segundo del segundo libro, llamado “de disciplina e correpción militar”. En este episodio, que se recoge muy detalladamente en la Primera Crónica General, el infante Alfonso X tuvo su primer contacto con la guerra de la mano de su padrino Alvar Pérez de Castro7, yendo a batallar contra los moros de Andalucía, donde se desarrollaría la batalla campal contra el rey Abenyud, en la que, por supuesta ayuda del apóstol Santiago, los cristianos salieron victoriosos. También encontraríamos el episodio recogido, de manera más breve, en la CLX batalla comprendida en su Tratado de las batallas. (…) En esta batalla se lee que aparesció el apóstol Santiago con grand compannía de caualleros blancos (…) (Valerio, II-II-XII) (…) En sta batalla apareció el apóstol Santiago en ayuda de los christianos (…) (Tratado de las batallas, CLX)

No vemos cambios significativos en la narración de ambos textos, ya que uno es el desarrollo posterior del otro. Lo que sí podemos destacar es que se pone de manifiesto, ya desde infante, el carácter fiero del rey Alfonso X, aun cuando en realidad sólo acompaña a su padrino en la empresa, pues se le atribuye gran poder y decisión a la hora de enfrentarse al enemigo. Resulta también decisiva la figura del apóstol Santiago, que, apoyando a los cristianos en su empresa, legitima las aspiraciones de la corona, y, por ende, del futuro rey Alfonso. Otro tema que puede resultar esclarecedor a la hora de analizar la figura de Alfonso X es el de la anecdótica conquista de Niebla. Este episodio, curiosamente, no aparece narrado en el Tratado de las Batallas, aunque sí en el Valerio (capítulo V del título II “de las cosas que fueron fechas o dichas sabiamente o discreta” del VII libro) y en el Compendio 6 Diego Rodríguez de Almela and Concepción Armenteros Lizana, “Compendio Historial”, (Murcia: Real Academia Alfonso X el Sabio, 2000). 7 Manuel González Jiménez, Alfonso X 1252-1284, ed. Rogelio Pérez Bustamante, Reyes de Castilla y León (Palencia: Diputación Provincial, 1999), 20-23.

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(capítulo DXXXII). El relato de la toma de Niebla ha sido recogido por un número suficientemente representativo de textos historiográficos desde fecha temprana. Como vemos en este ejemplo, el contenido es muy similar y el hilo argumental es el mismo, y, al igual que en otras obras, como la Compendiosa Historia Hispanica8 de Rodrigo Sánchez de Arévalo, Almela no se limita a narrar en el Valerio el hecho, la anécdota, sin adentrarse en los detalles políticos que lo rodean y que serán de gran importancia para la comprensión de la revuelta nobiliaria que sufre el rey Sabio. La conquista de Niebla ocupa un lugar preeminente en la Crónica de Alfonso X, dedicándose el capítulo VI de la misma íntegramente al acontecimiento, lo que probablemente le concediera la importancia que Rodríguez de Almela acepta y expresa en sus obras, si bien es cierto que el cronista murciano no se centra tanto en la cuestión del Algarbe9. Sobre la duración, en el Valerio se afirma que son diez meses, coincidiendo con el relato de Rodrigo Sánchez de Arévalo en la Compendiosa, mientras que en el Compendio dice que son siete. Por su parte, la propia Crónica de Alfonso X declara que el sitio de la ciudad de Niebla duró nueve meses. Este desvarío de fechas, así como el propio carácter legendario del episodio de las moscas10, le restan credibilidad histórica al relato, aunque la duración del asedio, según los documentos, podría encontrarse en la horquilla marcada por los relatos. En este episodio es importante recalcar la valoración que hace Almela del monarca castellano en el Valerio. De él dice: (…) Este rey don Alfonso puede ser loado por dos maneras. La vna por la grand constancia que en él ovo de estar allí fasta la vila le ser dada. Lo otro por los frayres con mucha discreción e sotiles palabras sosegar el rey e a la hueste e dar consejo commo pudiesen estar en el cerco que tenían sin trabajo de las moscas (…)

Llama la atención que, de las dos virtudes que a este rey se le pueden achacar en relación con este episodio, precisamente una de ellas, la que implicaría la sabiduría, sea reconocida no al propio monarca, sino a la pareja de frailes que le aconsejan en el asedio a la ciudad. La política de Alfonso XI Este trabajo analiza diferentes aspectos de la vida política de Alfonso X mediante los testimonios escritos que los recogen. Es interesante observar su política matrimonial, de la que se hace eco Almela en diferentes ocasiones: por ejemplo con el matrimonio de su hijo primogénito, el infante don Fernando de la Cerda, con la infanta doña Blanca, hija del Rey San Luis de Francia. Este relato es narrado con detalle en el capítulo sexto del título VIII “de amistad” del libro cuarto del Valerio y en el capítulo DXXXIX del Compendio Historial. Después de pasar tres años en Andalucía, Alfonso regresa a Castilla tras dejar un reino de Granada aparentemente controlado. Podía volver a retomar la política Biblioteca Nacional de España, INC/1167, pp. 203-206 Manuel González Jiménez and María Antonia Carmona Ruiz, Crónica de Alfonso X: Según el Ms. Ii/2777 de la Biblioteca del Palacio Real, Madrid (Murcia: Real Academia Alfonso X el Sabio, 1998), 17. 10 Durante el asedio de la ciudad de Niebla, todas las fuentes narran una anécdota de lo más curiosa: al parecer, una inmensa plaga de moscas se cernió sobre el campamento cristiano e hizo morir a muchos de los que acompañaban a Alfonso X. Cuando el rey estaba a punto de rendirse y levantar el asedio, una pareja de monjes le propusieron que lanzara un bando en el cual se decía que, a cualquiera que cazase una cantidad determinada de moscas, se le recompensaría económicamente. Así se hizo y la plaga se erradicó en un par de días. 8 9

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internacional que las circunstancias le habían obligado a descuidar. Parecía llegado el momento de estrechar relaciones con Francia con el ya previsto desde 1266 matrimonio del infante heredero Fernando de la Cerda con Blanca, la hija de Luis IX de Francia. La boda tendría lugar en 1269 en Toledo, cuando el infante contaba con catorce años. Mas, como veremos, este matrimonio sólo será la excusa para narrar el episodio de la llegada de la emperatriz María de Brienne a la corte para pedirle a Alfonso X el pago de parte del rescate del emperador de Constantinopla. Este episodio ha de situarse en 1263. La emperatriz11 busca ayuda para rescatar a su marido, Balduino II12. Este episodio de ayuda al Imperio de Oriente y la fama que reportó a Alfonso X, quien no sólo ayudó con la tercera parte del rescate que le pedía la emperatriz sino que pagó la cantidad completa, puede conectarse no sólo con la buena imagen que se quiera dar del rey, sino también con la elección del mismo como emperador de Alemania, tal y como se haría directamente en la Crónica de Alfonso X13. (…) Entonces el rey tómola por la mano e fízola asentar a la mesa e díxole que ouiese alegría e comiese ca entro de veynte días le daría todos los cinquenta quintales de plata o diez mil marcos e fízolo así. E tomó della seguridad que tornaría al papa e al rey de Francia lo que le auía dado (...) (Valerio VI-VIII-IV) (…) E entonçe el rey la tomó por la mano e la traxo a sentar a la mesa e le dixo que comiese alegremente. E quanto hera al restante del emperador su marido fuese çierta que dentro de veynte días le daría todos los çinquenta quintales de plata que heran diez mil marcos que ella tenía concordado su restante lo cual el rey conplió según ge lo dixo que dentro de los veynte días dio a la emperatriz los çinquenta quintales de plata. E tómole juramento que tornase al papa e al rey de Francia lo que le avya dado (...) (Compendio historial, DXXXIX)

Siguiendo con el tópico del Imperio, otro episodio que capta nuestra atención es el de la elección de Alfonso X al trono del Sacro Imperio Romano de Occidente, punto álgido de las aspiraciones imperiales del monarca castellano mejor conocidas como fecho del imperio y que comienzan tras la muerte del emperador Federico II en 1250, cuando se abrió entonces en las tierras alemanas una fase de fuertes tensiones en la pugna por el Imperio Germánico, mejor conocidas como el gran interrego14. Almela recoge el episodio con todo lujo de detalles en un único capítulo, el DXL, en su Compendio historial. También mencionaría el acontecimiento en el Valerio, en el quinto capítulo del título sexto “de la piedad e amor que ouieron muchos a su patria o tierra” perteneciente al libro quinto. Es interesante observar el detalle de que, mientras en la Crónica de Alfonso X este episodio, que ya sabemos fracasó al final, comparte su aparición con otros temas que quizás resultan más vistosos, como las bodas de los infantes y los primeros conatos de revueltas 11 Hija de Juan de Brienne y de doña Berenguela, hermana de Fernando III, y prima hermana, por tanto, de Alfonso X 12 Como afirma González Jiménez los comentarios su edición de la Crónica de Alfonso X (p.48), Balduino II en realidad no fue capturado, sino expulsado de Constantinopla en 1261. El tópico del cautiverio es, pues, una leyenda que resta valor histórico a esta parte tanto de la Crónica de Alfonso X como a sus sucesoras. Queda en pie de todas formas la presencia de esta emperatriz en la corte castellana, probablemente con el fin de recaudar dinero para restablecer la maltrecha economía de su Imperio. 13 Manuel González Jiménez and María Antonia Carmona Ruiz, Crónica de Alfonso X: Según el Ms. Ii/2777 le la Biblioteca del Palacio Real, Madrid (Murcia: Real Academia Alfonso X el Sabio, 1998), 52. 14 Cf. Julio Valdeón Baruque, “Alfonso X y el Imperio”, Alcanate: Revista de estudios alfonsíes 4 (2004-2005): 3-4.

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nobiliarias dentro del reinado del monarca castellano, en el caso de Almela ocurre todo lo contrario, dedicándose en el Compendio Historial un capítulo bastante extenso al relato del tema de la elección imperial de Alfonso X. (…) Oyendo los grandes e magníficos fechos del rey don Alfonso de Castilla, señaladamente la grand magnifiçençia que vssó contra el emperador de Constantinopla en lo sacar commo lo sacó de captiuo e dar por él tan grand cantidad . E otrosi porque hera de la casa e duendo de Babaria que es en Alemania por ser commo hera fijo de la reyna donna Beatriz, fija del duque don Fadrique de Babaria, rey de Alemania, electo emperador de los romanos, eligeronlo para emperador de los romanos e de Alemania (...) (Compendio historial, DLX) (…) En tanto que el rey don Alfonso X de Castilla e de León seyendo elegido por emperador de Alemanna en discordia (…) (Valerio, V-VI-V)

El afán imperialista de Alfonso X no sólo quedaría reflejado en las obras de género cronístico o historiográfico, sino que también se haría su lugar en la literatura con ejemplos tan reconocibles como el que se incluye en la obra del literato Juan de Mena, Laberinto de Fortuna15, en cuyas coplas finales, en concreto la CCLXXXV, se hace una pequeña referencia a distintos reyes entre los que se encuentra nuestro monarca Sabio. En estas coplas, Mena hace un recorrido por la historia del país recalcando lo más importante de cada rey, considerando en el caso de Alfonso X que el aspecto más relevante es precisamente su llamada al Imperio y su política exterior cuando bien sabemos que no fue precisamente un éxito. Mas segunt aquello qu’está ya dispuesto del tu claro rey e de su magestad, ante sus fechos e prosperidat en poco ternedes lo mucho de aquesto; ternedes en poco los fechos del sesto Alfonso, persona de tanto misterio que fue a Alemaña llamado al imperio, segunt que leyendo nos es manifiesto; (Laberinto de fortuna, CCLXXXV)

El rey sabio Hombre realmente instruido, reunió a su alrededor un equipo de poetas, juristas, músicos, artistas, historiadores, científicos, traductores, con el que intentó y logró configurar un ambicioso proyecto intelectual que dispuso de un vehículo de comunicación propio: la lengua castellana. Al parecer, el apelativo de Sabio aparece indudablemente ligado a Alfonso X, pero esto es una realidad que no siempre ha sido así. Por su vertiente de sabio, hemos olvidado tanto los grandes aciertos como los rotundos fracasos de su vertiente política. Fue un monarca de dimensiones internacionales que presentaba sólidos argumentos para ser elegido cabeza rectora del Sacro Imperio. Normalmente, la vida de un rey está documentada por biografías, datos, fechas, nombres de batallas, ciudades, esposas, hijos, insurrecciones, etc., pero en el caso de Alfonso X el imaginario colectivo le ha reservado aún hoy unos rasgos peculiares que tienen que ver, fundamentalmente con la literatura, el conocimiento y el derecho16. 15 15

Juan de Mena, Laberinto de Fortuna (Barcelona: Crítica, 1994). Cristina Jular Pérez-Alfaro, Sabios cristianos medievales (Madrid: Nivola, 2003), 63-65. 40

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Son ciertamente pocas las referencias a la sabiduría de Alfonso X que hemos podido encontrar en las obras de Almela. En la mayoría de las menciones a Alfonso X en el Valerio, por ejemplo, veremos que se le nombra siempre como autor de las Siete Partidas, sin embargo en el Compendio sólo hemos encontrado una breve referencia a la sapiencia del monarca en el capítulo DXXIX, eso sí, de manera muy tangencial a la hora de presentar al recién intitulado rey tras la muerte de su padre Fernando III. De él se dice que fue muy estudioso y se le atribuyen conocimientos de astrología, así como la composición de las tablas alfonsíes y de la General Estoria, el Libro del Tesoro y de las conocidas Siete Partidas. (…)E ste rey don Alfonso fue mucho estudioso e fue llamado estrólogo porque fue mucho sabio en çiençia de astrología. E compuso e copiló las tablas que son llamadas alfonsís, que es syngular obra de astrología, e copiló las tablas que son llamadas alfonsíes, que es syngular obra de astrología e copiló más la General Estoria e el libro que es llamado del tesoro e las Siete Partydas, sacadas del derecho común que se guardan oy en estos regnos de Castilla e de León por leyes abtorizadas. (Compendio historial, DXXIX)

Nada se dice pues de su labor literaria, de su ímpetu por la traducción al castellano, o de sus obras poéticas. Lo que realmente interesa a Almela y a sus coetáneos de Alfonso X son sus hazañas políticas y militares. Conclusiones En vista al análisis realizado en este estudio, queda demostrado que las menciones a Alfonso X se reducen, en su amplia mayoría, sólo a los ámbitos bélico y político, dejando a un lado las virtudes intelectuales que han hecho famoso al monarca en nuestros días. Hemos podido observar cómo el hombre es lo que es por sus circunstancias, y cómo Almela y sus coetáneos escriben como escriben debido a la realidad que les rodea. El aparato ideológico que rodea al reinado de los Reyes Católicos es el centro de nuestra reflexión. En un momento en el que el centro de todo interés está en la expansión territorial, y en la consecución de un Estado unificado peninsular a medio o largo plazo, es lógico que lo que realmente interese a los autores de la época, que al fin y al cabo escriben para sus gobernantes, sea la política bélica y exterior de los monarcas de la antigüedad, y Alfonso X no iba a ser una excepción. Tampoco es una novedad el uso de la literatura y el arte como herramientas del Estado, y es que el empleo de las crónicas como objeto de legitimación y propaganda, de los cronistas como representantes de la ideología regia, la literatura como manipulación política y el púlpito como rector de morales. Pensemos pues, en Almela que, como dijimos anteriormente, tras la redacción del Compendio historial, el autor fue nombrado cronista oficial de los Reyes Católicos, lo que nos puede llevar a pensar que a lo largo de la composición del resto de sus trabajos, lo que el murciano perseguía era el mecenazgo real. Mientras que a lo largo de la Alta Edad Media el mecenazgo era ostentado sólo por instituciones eclesiásticas, al tener éstas el monopolio intelectual, ahora, a finales de la Baja Edad Media y con el mundo Moderno a las puertas, el mecenazgo civil y el otorgado por las monarquías autoritarias en formación se desarrolla de manera asombrosa. Por tanto, podemos concluir que Almela, así como sus compañeros de época, se ponen a disposición del aparato gubernamental castellano, produciendo una ingente cantidad de obras relacionadas con los reyes Isabel y Fernando y otras de carácter general que retratan a los anteriores monarcas, y en las que se recrea a un Alfonso X enaltecido y 41

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feroz batallador y conquistador, a diferencia de lo que a lo largo de los siglos y, sobre todo, con el reflote de los ideales humanitarios y democráticos, se ha convertido para nosotros el rey de Castilla, mecenas de las artes y embajador de cultura.

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