La Iglesia en Jerez durante el siglo XIV

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Descripción

750 años de Cristianismo en Jerez

LIMES FIDEI

750 años de Cristianismo en Jerez

Javier E. Jiménez López de Eguileta Pablo J. Pomar Rodil (coordinadores)

750

años de Cristianismo en Jerez

Santa Iglesia Catedral 12 de septiembre 2014 - 8 de marzo 2015 Jerez de la Frontera

DIÓCESIS DE ASIDONIA-JEREZ JOSÉ MAZUELOS PÉREZ OBISPO

CABILDO CATEDRAL ANTONIO LÓPEZ FERNÁNDEZ DEÁN

AYUNTAMIENTO DE JEREZ MARÍA JOSÉ GARCÍA-PELAYO JURADO ALCALDESA

EXPOSICIÓN

CATÁLOGO

ORGANIZA

EDITA

Diócesis de Asidonia-Jerez Cabildo Catedral Ayuntamiento de Jerez

Diócesis de Asidonia-Jerez

COMISARIO

Antonio López Fernández DIRECTORES

COORDINACIÓN

Javier E. Jiménez López de Eguileta Pablo J. Pomar Rodil TEXTOS

José Cobos Fernández de Ginzo

Juan Abellán Pérez Javier E. Jiménez López de Eguileta Francisco Javier Lomas Salmonte Fernando López Vargas-Machucha Rafael Manzano Martos Silvia María Pérez González Pablo J. Pomar Rodil José Luis Repetto Betes Rafael Sánchez Saus

MONTAJE

COMENTARIO DE OBRAS

Taller de Fiestas Delegación de Urbanismo, Infraestructuras, Vivienda, Suelo y Movilidad

Laureano Aguilar Moya [L.A.M.] Isabel Almagro Franco [I.A.F.] Lorenzo Alonso de la Sierra Fernández [L.A.S.F.] Jesús Caballero Ragel [J.C.R.] Carmen del Camino Martínez [C.C.M.] Gonzalo Castro Moreno [G.C.M.] Ramón Clavijo Provencio [R.C.P.] Odile Delenda [O.D.] Francisco Antonio García Romero [F.A.G.R.] Salvador Hernández González [S.H.G.] Francisco Javier Herrera García [F.J.H.G.] Javier E. Jiménez López de Eguileta [J.E.J.L.E.] Eduardo Lamas Delgado [E.L.D.] Fernando López Vargas-Machuca [F.L.V.M.] Miguel Ángel Mariscal Rodríguez [M.Á.M.R.] José Manuel Moreno Arana [J.M.M.A.] Pilar Nieva Soto [P.N.S.] Pablo J. Pomar Rodil [P.J.P.R.] Carla Puerto Castrillón [C.P.C.] Álvaro Recio Mir [Á.R.M.] Antonio de la Rosa Mateos [A. de la R.M.] Eugenio J. Vega Geán [E.J.V.G.]

Javier E. Jiménez López de Eguileta Pablo J. Pomar Rodil COORDINACIÓN CABILDO CATEDRAL

Manuel Lozano Jiménez COORDINACIÓN DE MONTAJE

CONSERVACIÓN Y RESTAURACIÓN

S&S Restauraciones - María José Segura Castro Cristina Espejo Segura TEXTOS Y CATALOGACIÓN

Javier E. Jiménez López de Eguileta Pablo J. Pomar Rodil DISEÑO GRÁFICO Y ROTULACIÓN

M&MS - Manuel Salado Argudo Maribel Toro Rodríguez TRANSPORTES TRANSTER. Transportes y Montajes del Sur

SEGUROS UMAS

DISEÑO GENERAL

M&MS - Manuel Salado Argudo Maribel Toro Rodríguez FOTOGRAFÍAS

José Contreras Sánchez ISBN: 978-84-697-1928-2 Depósito Legal: CA-457-2014 © de los textos: sus autores © de las fotografías: José Contreras Sánchez © de la edición: Diócesis de Asidonia-Jerez

Índice PRESENTACIONES

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PRÓLOGO Rafael Manzano Martos

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ESTUDIOS La Iglesia asidonense durante el período visigodo Francisco Javier Lomas Salmonte

33

Los mozárabes de la Cora de Sidonia Juan Abellán Pérez

53

Entre la tradición castellana y la herencia andalusí.

La arquitectura religiosa en Jerez de la Frontera desde la conquista cristiana hasta la irrupción del tardogótico (1264-1464)

Fernando López Vargas-Machuca

65

La Iglesia en Jerez durante el siglo XIV Javier E. Jiménez López de Eguileta

101

La religiosidad de los jerezanos en la Edad Media Rafael Sánchez Saus

115

Cofradías y hospitales del Jerez de finales de la Edad Media (1392-1504) Silvia María Pérez González

129

Entre la liturgia medieval y la piedad contrarreformista. La imagen de Cristo crucificado en Jerez de la Frontera

Pablo J. Pomar

147

San Dionisio Areopagita, patrón de Jerez de la Frontera José Luis Repetto Betes

165

CATÁLOGO El Cristianismo en el área asidonense. Del reino visigodo al dominio islámico

172

La conquista de Jerez y la intercesión de los santos

188

Domus Dei et Porta Coeli. Jerez, entre parroquias y conventos

226

Confraternitates xericienses. La religiosidad de los jerezanos

262

Splendor Dei. El culto católico en Jerez

282

La Iglesia Colegial. Preeminencia eclesiástica

308

BIBLIOGRAFÍA

327

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LA IGLESIA EN JEREZ DURANTE EL SIGLO XIV Javier E. Jiménez López de Eguileta

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« os canónigos de Sant Saluador de Xerez e los otros clérigos benefiçiados en las eglesias del dicho lugar de Xerez biuieron fasta aquí e biuen oy día en pobreza, lo vno por la muchodunbre de las eglesias que son en la uilla e lo al por la guerra que ouiemos e auemos con los enemigos de la fe, que son muy çercanos a esta tierra»1. Difícilmente se hubiera podido describir de otra forma con tan pocas palabras el contexto de la Iglesia en Jerez durante los primeros momentos del siglo XIV: una pobreza endémica y acuciante causada, desde los primeros tiempos de la repoblación en el siglo XIII, por unas rentas insuficientes para un número tal de iglesias que resultó a todas luces contraproducente y por las continuas acechanzas de las razias musulmanas propias de una frontera que no se alejó definitivamente de la ciudad hasta principios del siglo XV. El autor de la descripción, el arzobispo de Sevilla, don Fernando Gutiérrez Tello, que sabía tan bien manejar la espada como regir el báculo2, conocía de primera mano la realidad jerezana como línea de frontera, pues él mismo, prototipo de obispo áulico, participaba junto al rey en las distintas campañas contra las fuerzas islámicas del momento3. Por esta razón, el estatuto del clero xericiense de 1319, donde se insertan el fragmento inicial y otros que aquí se pondrán, constituye una valiosa fuente para el conocimiento de la vida eclesiástica de Jerez durante la Edad Media. El hecho de que haya permanecido inédito hasta hoy, nos obliga a editarlo en su totalidad al final del presente estudio. Fue Alfonso X quien en 1266 dispuso el repartimiento de la ciudad dividiendo su perímetro amurallado en seis grandes circunscripciones, encabezadas todas ellas por su iglesia parroquial. Los nombres de los Evangelistas y los de San Salvador y San Dionisio –este último declarado patrón de Jerez– cristianizaron el título de las mezquitas principales de la ciudad islámica, que fueron adaptadas en su interior para la celebración del culto católico de los repobladores. La precaria situación de la Iglesia que se describe en 1319 evidencia la precipitación del Rey Sabio a la hora de proveer de clero parroquial a la ciudad de Jerez. La repoblación de la zona gaditano-xericiense en el siglo XIII no iba a ser tan fácil como se podría deducir de la prodigalidad con que procedió a la dotación civil y eclesiástica de la misma, sustentada ideológicamente en el tan deseado fecho de allende, que pretendía llevar la Cruzada al Norte de África4. No había contado Alfonso X con elementos tan adversos para ello como el fracaso del establecimiento de un puerto estratégico en Cádiz y, por consiguiente, de su repoblación5, o las distintas incursiones de los meriníes a partir de 1275 por todo el territorio de la bahía gaditana6, con episodios tan trágicos como el saqueo y destrucción de El Puerto de Santa María en 12777 o el gran asedio a la ciudad de Jerez en 12858,

Aparición de Santa María de la Merced Basílica de Nuestra Señora de la Merced. Jerez de la Frontera

Javier E. Jiménez López de Eguileta

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donde se inserta el legendario capítulo de la jura de los caballeros jerezanos por defender con sus vidas la plaza. Estos serios contratiempos dificultaron sobremanera cuanto Alfonso X había proyectado para la conclusión del proceso de Reconquista de la zona. En efecto, desde el mismo momento del repartimiento de la ciudad de Jerez hay constancia de ventas de heredamientos por parte de beneficiarios del mismo, y aun de deserciones9, cuyos protagonistas prefirieron regresar a sus lugares de origen huyendo de tan desolador espectáculo. Los mismos asientos de la partición dan buena cuenta de aquella pobreza en la que estaba sumida la ciudad en los años inmediatos a su poblamiento cristiano: «E fueron (i.e. otras casas) de don Beltrán, tío de Niculás de la Torre, e por pobredad que avíe mandógelas vender don Alfonso e comprólas Domingo Sancho de Sant Yuste d’Alcalá e su muger, donna Yusta» (partida n. 257); «Eran (i.e. otras casas) de Johán Gomes, que heredó con los cavalleros çipdadanos e por pobredad que ovo, vendió la fechura a Johán Alfonso, caballero de don Alfonso, en tal manera que él more por sí e faga la vesindat que el otro debía faser» (partida n. 777). Lo cual, estrechamente unido a décadas de incesantes guerras contra musulmanes –meriníes y granadinos– en todo el término de Jerez, hizo que el proceso repoblador involucionase hasta límites realmente críticos, que pusieron en serio peligro la continuidad en manos cristianas de la tenencia de la ciudades gaditanas ya incorporadas a la Corona castellana10. Esta crisis de repoblación dejó muy mermada la vecindad de Jerez, que pasó a convertirse en una de las zonas más inseguras de toda Castilla, como franja de la frontera entre cristianos y musulmanes. Ello propició una acentuación del carácter guerrero de su sociedad –que ya no abandonaría hasta el siglo XV– y el establecimiento de un potente grupo de élite, integrado por caballeros militares, que dominaron el panorama civil del Jerez de los siglos bajomedievales11. Ante estas circunstancias, los diezmos que percibía la Iglesia para su mantenimiento, principal ingreso del estamento eclesiástico, distaban en demasía de lo que el derecho presumía para el clero parroquial: «que los clérigos a quien son dados los benefiçios de Sancta Eglesia deuen ser puestos en las eglesias en manera que de las rentas que

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ouieren se puedan mantener communalmente e puedan dar a los prelados sus derechos e conplir las otras cosas a que son tenidos 12 de derecho» . A ello se unía el agravante de las persistentes demandas por parte de la nobleza jerezana de que se aumentasen los servidores de las iglesias con la intención de mejor atender las fundaciones, memorias y capellanías que habían dejado dotadas en sus fábricas. Sin embargo, la autoridad eclesiástica nunca accedió a ello, toda vez que esa concesión se hubiera tornado en perjuicio de dicho clero, que, teniendo los mismos ingresos, se vería aún más necesitado y empobrecido. Empero con tal fuerza y desafío lo tenían reclamado que el arzobispo de Sevilla hubo de expresarse en esta guisa justo antes de zanjar el asunto: «porque ricos omes e caualleros e otros omes onrrados por quien auemos de fazer nos afinzan muchas vezes que annadamos benefiçios en las eglesias sobredichas e si lo non fiziéssemos por ellos auernos ýan sanna e desamor, otrossí, faziéndolo, enpobreçeríamos más los dichos clérigos de lo que son»13. Era el 16 de agosto de 1319 y don Fernando Gutiérrez Tello, «queriendo fazer bien e merçed a todos los canónigos e clérigos benefiçiados en las eglesias del dicho lugar (i.e. Jerez), a los que son agora e serán de aquí adelante, porque fueron siempre obedientes a nos e a nuestro cabillo en todo lo que fue seruiçio de nuestra Eglesia e nuestro», fijó y estableció finalmente que el número de canonjías y beneficios parroquiales en la ciudad fuera de veintitrés, esto es, el mismo que había quedado dispuesto en 1266 a raíz de la repoblación castellana de Jerez: tres beneficios por parroquia, más ocho en la Iglesia Colegial de San Salvador, con los que se constituiría su cabildo de canónigos14. ¿Qué puede significar, entre otras cosas, este dato? Nada menos que la población de Jerez, en más de medio siglo, no sólo se hubiera estancado en su crecimiento, sino que incluso hubiera asistido a un proceso de regresión, que, anejo a unos laboreos de tierras y cuidados de ganados harto complicados por los siempre presentes ataques musulmanes15, hacía que las rentas ciudadanas no posibilitasen el aumento de los diezmos y, por ende, la distribución de más beneficios entre las parroquias jerezanas16. Esos mismos diezmos constituían la materia de un contrato sacro que simbólicamente se efectuaba entre el clero parroquial y sus feligreses, de modo que ambas partes saliesen favorecidas por la recepción de

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ciertos bienes, a su manera indispensables para cada una de ellas: mientras que el primero, con la cura animarum, es decir, la predicación de la Palabra de Dios y la administración de los sacramentos, atendía a sus parroquianos desde la pila a la sepultura, éstos, el corpus fidelium, contribuían al mantenimiento del clero y de sus iglesias con el ofrecimiento de sus diezmos. Básicamente, era este el esquema de cuanto dispuso sobre la parroquia y las relaciones entre curas, fieles y diezmos el Derecho canónico desarrollado en el siglo XIII y desde entonces fijado y consolidado hasta el fin del Antiguo Régimen en el XIX17. Ya las mismas Partidas alfonsíes habían señalado las cuatro partes en que se dividían estos diezmos: «la primera para el obispo, la segunda para los clérigos, la tercera para la labor de la iglesia et la quarta para los pobres»18, si bien, en la archidiócesis hispalense sólo se distinguieron las tres primeras19. De ellas, la tercera porción era destinada al mantenimiento del culto y del templo. No obstante, al contrario de lo que ocurre en Sevilla20, sabemos que en Jerez estas percepciones no dieron lugar a grandes obras21, sobre todo por el hecho de que tan sólo ocho personas relacionadas con oficios de la construcción se habían establecido en la ciudad a partir del repartimiento22, número realmente incompatible con la realización de cualquier proyecto de envergadura. Los escasos testimonios que conocemos relacionados con la arquitectura castellana parroquial del siglo XIII manifiestan la concurrencia ad hoc de ciertos talleres profesionales acaso provenientes de Córdoba y Sevilla23. Por su parte, la documentación de la época, tan escasa para los primeros momentos del Jerez cristiano, apenas deja algunas descripciones sobre intervenciones en los edificios religiosos de la ciudad. Acabamos de presentar todo lo concerniente a la Iglesia Colegial de San Salvador, donde se documentan obras desde los albores del siglo XIV24. Naturalmente, la colegiata jerezana, a la que se le había repartido en 1266 una mayor collación, que incluía además las mejores casas y lo más granado de la incipiente sociedad repobladora, se encontraba en una situación de ventaja con respecto a sus hermanas parroquiales, a lo que debemos sumar los privilegios que desde Alfonso X le habían concedido los reyes castellanos, cual fundación bajo su patronazgo25, aumentando sus diezmos o eximiéndoles de ciertos

impuestos. Por lo demás, el resto de noticias documentales sobre San Salvador resulta impreciso e inconexo, aunque deja entrever algunos de los adecentamientos del edificio cristianizado y las primeras devociones del cabildo y de los feligreses. Tal es el caso del testamento de Pedro Ruiz, otorgado en 1317, donde deja establecida una capellanía de misas a celebrarse en el altar de la Santa Cruz26, o el de doña María, mujer de Miguel Pérez del Yeso, que en 1348 mandó antes de morir unos manteles para los altares de Santa María y San Clemente27. Por lo que respecta al resto de parroquias jerezanas, nada sabemos de cómo se desenvolvieron sus administradores para transformar las antiguas mezquitas en lugares capaces de albergar el culto católico de los nuevos pobladores. Tampoco contamos con ningún dato documental de obras en ellas a lo largo de los siglos XIII y XIV, salvo lo que se pueda inferir de los restos conservados en sus fábricas28. En cambio, sí tenemos noticias fidedignas de ciertos párrocos y la relación que tuvieron con sus feligreses. La parroquia, además de la célula básica del entramado diocesano, era el centro de la collación y unidad de organización vecinal. Feligreses y parroquia estuvieron desde el principio íntimamente ligados, especialmente por la adscripción de los primeros a ésta. Aunque con el tiempo se permitió, no fue tarea fácil cambiar de vecindad en los siglos bajomedievales, de modo que se garantizase, siquiera a medio plazo, la estabilidad de la institución. Esta vinculación permitió que generaciones familiares asociasen su memoria a la de la parroquia a la que pertenecían, pues en sus capillas y altares habían dejado instituidas capellanías y otras remembranzas que sus sucesores habrían de continuar. Sin embargo, si bien la implicación de los vecinos en la vida parroquial pareciera no ser significativa, algunos documentos de la segunda mitad del siglo XIV corroboran lo contrario. En 1372 Fernando Alfonso de Mendoza29, «criado» de Alfonso XI, y su mujer, Mari González, pretendieron construir una nueva capilla en San Marcos que sirviera para enterramiento de su linaje. Lejos de que tal voluntad fuera aprobada unilateralmente por la autoridad eclesiástica competente, encontramos que es la parroquia en pleno la que decide y procede a la

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concesión, otorgando el 20 de marzo escritura pública ante un notario de la ciudad. La intitulación de la carta está protagonizada por lo que hoy podríamos llamar el consejo parroquial, formado, en primer lugar, por los beneficiados, Clemente Sánchez y Alfonso Fernández, seguidos del mayordomo, Domingo Sánchez del Páramo, y hasta dieciséis vecinos de la collación de San Marcos, que actuaban «en nombre e en voz de los otros vezinos de la dicha collación sucessores della que son ausentes, bien assí como si fuessen presentes»30, y que se habían reunido para la ocasión «seyendo ayuntados en uno ante la puerta nueva de la dicha iglesia de San Marcos», con lo que tenemos además una fecha ante quem para la realización de la que podría identificarse con la interesantísima portada y bóveda del ingreso meridional a dicha parroquia. Esta fórmula de actuación colectiva puede responder, entre otras razones, a un deseo de contener los frecuentes litigios ocasionados por susceptibilidades entre las distintas propiedades que se encontraban en el edificio: estando de acuerdo toda la feligresía en el otorgamiento de la cesión, difícilmente se alzarían voces en contra en un momento futuro. Por su parte, los beneficiarios del nuevo solar para levantar la capilla habían entregado en compensación al mayordomo de fábrica, amén de ciertas cantidades de dinero, una serie de ornamentos y vasos sagrados nada desdeñables: «una copa de plata esmaltada con una cruceta y un cáliz de plata esmaltado con su patena e una casulla e dos dalmáticas de seda de paño enlevado afforrado en lienço cárdeno e una estola deste mesmo paño y un manípulo», lo que nos da idea de la dignidad que había alcanzado el culto parroquial jerezano para estas fechas, que habría ido abandonando aquella condición de pobreza que le caracterizó en el siglo XIII y principios del XIV. Por último, la escritura notarial recoge con todo lujo de detalles el espacio que les es entregado para tal fin. Como quiera que sea la primera referencia documental en Jerez a una concesión de sitio para la construcción de una capilla familiar, no nos resistimos a publicar el tenor de la disposición, que queda consignado de este modo: «otorgamos e conocemos que damos al dicho Fernando Alfonso e a vos, la dicha Mari Gonçález, su muger, la entrada de un arco que está fecho en la dicha iglesia, do está el emparedada, que es en linde de la capilla de Sancho García de Natera, para que podades abrir el dicho arco fasta la dicha iglesia e fazer en el suelo de parte de fuera una capilla e que armedes sobre la pared de la capilla del dicho Sancho García e la dicha capilla que vos, el

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dicho Alfonso e la dicha Mari Gonçález, que la fagades a vuestra costa e a vuestra minción e la ayades propriamente para él e para vos e para los que dél e de vos vinieren, libre e quita en paz para siempre jamás e sin ningún embargo». Por si ello fuera poco, aparecen testificando al final del documento «Alfonso Gonçález e Pedro Ximénez, albañíes», que probablemente tuvieran a su cargo la construcción de la nueva capilla. Los laicos juegan a veces un papel substancial en la vida de la parroquia. Como se ha visto, su implicación en los asuntos de administración de la fábrica es incuestionable, pero también lo es en el gobierno de la iglesia en momentos realmente adversos. A principios de la última década del siglo XIV, se estaba produciendo en Jerez una mortandad, en la que había fallecido Pedro Martínez, vicario de la ciudad y beneficiado de la parroquia de San Miguel31. Al parecer, el cabildo catedral de Sevilla, constituido en administrador de la archidiócesis en un momento de sede vacante, se estaba retrasando en nombrar un nuevo cura para aquélla, por lo que los feligreses de la collación denunciaban que se encontraban «en peligro las ánimas de todos los que en ella mora (sic)»32. En la carta donde se recogen estos hechos, que no debía de ser la primera que enviaban al cabildo hispalense interpelándole con dicho motivo, los mismos vecinos de San Miguel proponían a Juan Martínez, que hasta ese momento era capellán en la parroquia, como «omme ydónio para ser cura desta dicha eglesia»33. Nada sabemos de la respuesta capitular, pero esta prueba de celo religioso por parte de los parroquianos del arrabal jerezano manifiesta, de un lado, la intensa vivencia espiritual de los mismos, quienes se presentan –al modo del pasaje evangélico– como ovejas sin pastor (cf. Mc 6, 34), y, de otro, su estrecha vinculación con la gestión de la parroquia en los períodos más difíciles. No se nos escapa un hecho que se antoja principal y que se colige de este mismo documento, cual es ver en 1390 erigida en parroquia –con sus beneficiados, capellanes y feligresía– la ermita que en los primeros años de la repoblación había quedado consagrada al arcángel San Miguel. No obstante, el manejo de otros documentos del siglo XIV permite adelantar en casi treinta años esta nueva realidad parroquial de Jerez. Gracias al testamento de Mari Martín de Fuentes34, otorgado el 8 de diciembre de 1362,

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tenemos la seguridad de que en los aledaños de aquella primitiva ermita existía en dicha fecha un asentamiento poblacional de cierta entidad, además de un clero que atendía las disposiciones post mortem de sus feligreses, con doble de campanas incluido, a tenor de lo que expresan las mandas de la testadora: «E mando a los clérigos de la eglesia de Sant Miguel, por que me digan la vegilla e otro día la misa e me fagan tanner todas las canpanas, veynte marauedís (...) E mando que las casas que yo en el arraual [de] de Sant Miguel, en que yo moro, en linde del corral de herederos de Alffonso Pérez de la Coua, que las arrienden mis albaçeas...». ¿Qué podríamos decir, en cambio, sobre el desarrollo pastoral de aquella otra capilla del siglo XIII dedicada al apóstol Santiago? El mismo testamento nos vuelve a dar luz sobre el asunto: en 1362, al menos, su arrabal se encontraba poblado: «E fago mis albaçeas que cunplan este mi testamento syn danno dellos e de sus cosas al dicho Iohan Ferrández, mi hermano, e Antón Garçía, vezino en el arraual de Santiago», pero nada se advierte sobre la iglesia. Fray Esteban Rallón, por el contrario, afirma en su Historia de Xerez que ya era parroquia en 130435, pero esto resulta imposible a la luz de lo declarado en el documento de 1319 que veíamos al principio. Habrá que esperar a 1392 para encontrar la primera huella documental de su condición parroquial, cuando por una carta de poder asentada en el célebre registro notarial de Lope Martínez se tiene constancia de que el hijo de García Fernández de Pastrana y Marina Sánchez era «clérigo benefiçiado en la eglesia de Santiago»36, quien, por cierto, debía de ser el único beneficiado de la misma según se desprende de una manda del testamento de Leonor Martín, en que dice: «E mando al clérigo de la dicha eglesia de Santiago, porque [...] el día de mi finamiento e otre día vna misa a mi enterramiento, quinze marauedís»37. También de esta época procede otro testamento en el que su otorgante deja tres pares de manteles «para cobrir el altar de Santiago»38. Finalmente, este panorama se completa con las noticias que provienen del Libro Blanco de la Catedral de Sevilla, que data de 1411 y que, al igual que a San Miguel, le asigna dos beneficios dotados –uno más que hacía veinte años–, de lo que podemos deducir que sus feligresías eran aún notablemente menores que las del resto de iglesias jerezanas, algunas de las cuales –San Mateo, San Marcos y San Juan– contaban para entonces con hasta cuatro beneficios, signo inequívoco del crecimiento de su población39.

La vida religiosa mendicante en la ciudad estaba bien representada desde el mismo momento de su conquista, cuando dominicos y franciscanos se asientan en suelo jerezano y son dotados de tierras por el propio Alfonso X el Sabio para levantar sus monasterios40. La parquedad de noticias con que contamos para conocer el desarrollo de los frailes menores de San Francisco en Jerez durante las décadas posteriores a la llegada de los nuevos pobladores contrasta significativamente con cuanto se ha averiguado hasta hoy sobre los predicadores de Santo Domingo, acerca de quienes se han arrojado datos substanciosos respecto de su actividad pastoral –cuya predicación les valió la conversión a fines del siglo XIV de un numerosísimo grupo de judíos–, construcciones en su convento e, incluso, devociones más pretéritas41. En cambio, hacía mucho tiempo –algo más de cuarenta años– que las plumas de los historiadores no se detenían en aportar alguna nueva información sobre los orígenes de la Orden de la Merced en la ciudad42. De la lectura de aquel famoso testamento de la arcense Mari García, la Labradora, publicado por vez primera por Miguel Mancheño a finales del siglo XIX43, se infirió que la llegada de los redentores de cautivos a tierras jerezanas hubo de producirse en los años inmediatos a 1365, fecha del otorgamiento de esta última voluntad. Pero la aparición ahora de una nueva manda, consignada en el ya referido testamento de 1348 de aquella tal doña María, nos obligar a adelantar la fundación del convento de la Merced en unos veinte años más: «E mando a la obra de Santa María de la Merced tres maravedís e un dinero»44. El hecho de que, como refiere el legado, el monasterio se encontrase en obras nos invita a pensar que el asentamiento definitivo y permanente de los mercedarios pudo haberse producido en torno al año 1345 o, en cualquier caso, entre esta fecha y 1317, cuando tuvo lugar la celebración de un capítulo general de la orden en Valencia, sin que en sus actas conste la presencia de representación alguna de la encomienda jerezana45. Justamente, uno de sus primeros comendadores hubo de ser el doctor fray Juan de Burgos, que aparece recibiendo lo dispuesto en favor de la Merced por la labradora arcense. De la misma manera, tradicionalmente se ha venido adjudicando al siglo XIV la fundación del monasterio del Espíritu Santo de la rama femenina de la Orden de Predicadores. En el siglo XVIII Mesa Ginete se afanó en demostrar que tales inicios tuvieron lugar a la luz

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de un proceso de asociación de las emparedadas que existían en las proximidades de la Iglesia Colegial, ya que –según él– no consta venida alguna de otras monjas para proceder a ello46. Si esto hubiera llegado a ser así, no habría agotado el fenómeno del emparedamiento, que se mantuvo presente con fuerza a lo largo del siglo XV en todas las iglesias de la ciudad, y aun en la de San Salvador47. Sin embargo, lo cierto es que hasta 1430 no se tiene constancia documental de la existencia de dicho convento, cuando Elvira Martínez Maldonado, la Astera, dejó dotadas por su testamento unas tierras en el pago de Ducha para la celebración de una capellanía de misas en su iglesia48, o cuando en 1431 el canónigo Francisco Fernández ordenó entregar cierta cantidad de dinero «para las obras de los monesterios de Santo Domingo de los frayles e Santo Domingo de las duennas monjas de esta dicha çibdad»49. Por último, diremos algunas palabras sobre el fenómeno asociativo seglar y la religiosidad popular en Jerez durante el siglo XIV. Aquella situación de pauperismo de la que hablábamos al comienzo del presente estudio debió de marcar fuertemente el carisma de las distintas instituciones religiosas que fueron surgiendo al amparo de las devociones de los pobladores jerezanos. Previamente a ello, parece que éstos no fueron ajenos a la triste realidad vivida entonces, como hace notar Pedro Ruiz en 1317 cuando antes de morir dispuso que «a seis pobres, que yo dexo oy escrito a mis

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albaseas, que den a cada uno un pellote de gorgoli e que le paguen las costuras»50. No obstante, encontramos desde muy tempranas fechas la presencia de hospitales destinados a la atención de enfermos y moribundos. El primero del que existen datos documentales es el de San Salvador, ubicado en las cercanías de la Iglesia Colegial, que se encontraba preparado para ofrecer refugio y cama a estos necesitados, de conformidad con lo que expresaba el testamento de doña María de 1348: «[mando] dos almadraques y dos cabezales y dos sáuanas y vna colcha al ospital de San Saluador»51. Todo parece indicar que al frente de este establecimiento se encontraba la hermandad homónima que aparece en documentos de 139252 y 139353. Entre los más antiguos también se sitúa el hospital de San Blas, cuya cofradía rendía culto en 1392 a una imagen que se encontraba en un altar de la parroquia de San Mateo: «E mando [...] eglesia de Sant Matehos, porque digan vna misa ante el altar de Sant Bras de la dicha [eglesia], quinze dineros»54. En 1394, parece incluso que estaba fundada una cofradía femenina en la ciudad, la de Santa María, establecida en San Salvador, de la que era hermana Mari Gil, vecina de esa collación: «E mando que mis albaçeas que paguen al capellán que canta misa por las hermanas de Santa María [las primeras] quatro marauedís que le deuo, e que paguen más a las dichas hermanas tres marauedís e medio que les deuo de candelas a la dicha hermandat»55.

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Apéndice Documental 1 1319, agosto, 16, jueves. [Sevilla]

Fernando Gutiérrez Tello, arzobispo de Sevilla, ordena y establece el número de canónigos y de curas de Jerez en veintitrés. A.- ACS, sec. IX, leg. 124, doc. n. 4. Pergamino de 380 x 222 mm. + plica de 55 mm. Buena conservación. Dos orificios en la plica. Sellos perdidos. Tinta ocre. Escritura gótica fracturada formada, o de privilegios.

Javier E. Jiménez López de Eguileta

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Porque el derecho dize que los clérigos a quien son dados los benefiçios de Sancta Eglesia deuen ser puestos en las eglesias en manera que de las rentas que ouieren se puedan mantener / communalmente e puedan dar a los prelados sus derechos e conplir las otras cosas a que son tenidos de derecho, e porque cunple mucho a la Eglesia de Dios que los sus ministros /3 ayan buena mantenençia del patrimonio de Iesu Christo, por que non ayan de pidir56 e buscar mantenimiento de otra parte con mengua de los bienes spirituales, por ende, nos, / Don Fernando, por la graçia de Dios, arçobispo de la Sancta Eglesia de la muy noble çibdad de Seuilla, parando mientes que los canónigos de Sant Saluador de Xerez e los otros clérigos / benefiçiados en las eglesias del dicho lugar de Xerez biuieron fasta aquí e biuen oy día en pobreza, lo vno por la muchodunbre57 de las eglesias que son en la uilla e lo al por la /6 guerra que ouiemos e auemos con los enemigos de la fe, que son muy çercanos a esta tierra, e porque ricos omes e caualleros e otros omes onrrados por quien auemos de fazer nos afinzan / muchas vezes que annadamos benefiçios en las eglesias sobredichas e si lo non fiziéssemos por ellos auernos ýan sanna e desamor, otrossí, faziéndolo, enpobreçeríamos más los dichos / clérigos de lo que son, por todo esto que dicho es, queriendo fazer bien e merçed a todos los canónigos e clérigos benefiçiados en las eglesias del dicho lugar, a los que son agora e serán de aquí adelante, porque /9 fueron siempre obedientes a nos e a nuestro cabillo en todo lo que fue seruiçio de nuestra Eglesia e nuestro, con conseio e con otorgamiento del deán e cabillo de la dicha Eglesia, ordenamos e establece-/mos que el número de las calongías e de los benefiçios seruideros de las eglesias del dicho lugar

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de Xerez esté en este mismo estado que es oy día que este ordenamiento es fecho en cada / una de las eglesias, que son por todos los canónigos e clérigos seruidores XXIIIIo, saluo ende que tenemos por bien que en la eglesia de San Matheos, en que son agora quatro que tornen en tres después /12 que el vno dellos finare e dende adelante que finque el número de los tres, assí como es en todas las otras eglesias parrochiales de Xerez, así que finque el número en XXIIIes como era ante. E que / nos, nin otro arçobispo que uenga después de nos, non podamos acreçentar más canónigos nin clérigos en ninguna de las dichas eglesias, saluo si fuesse uoluntad de Dios que llegassen las rentas / de cada una eglesia a tanto por el annal de cada canónigo e clérigo pujasse cada anno de dos mil marauedís arriba, e llegando el annal del benefiçio a la dicha quantía si puiare más la renta que /15 nos e nuestros suçessores podamos poner más clérigos segúnd fuere el acreçentamiento de la renta más de los dos mil marauedís. E nos, el deán e el cabillo de la dicha Eglesia, otorgamos / todo esto que dicho es. E, por que esto non uenga en dubda, mandamos poner este ordenamiento entre los otros ordenamientos de nuestra eglesia e mandámoslo seellar / con nuestros seellos. Fue fecho este ordenamiento por el arçobispo e cabillo, jueues, XVI días andados del mes de agosto, era de mil CCC LVII annos. /18 Confirmo.

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2 [1390 ó 1391], noviembre, 24. [Jerez].

Los vecinos de la collación de San Miguel de Jerez piden al deán y Cabildo Catedral de Sevilla que provea a Juan Martínez, clérigo, como cura de dicha parroquia, ante el fallecimiento hacía tiempo del que lo había sido hasta entonces, Pedro Martínez, vicario. A.- ACS, sec. IX, leg. 182, doc. n. 54/3. Papel de 213 x 255 mm. Buena conservación. Escritura gótica híbrida precortesana. Sennores / deán e cabillo de la Santa Eglesia de la muy noble çibdat de Seuilla. Nos, los omes /3 bonos vezinos de la collaçión de Sant Miguel del arraual de Xerez de la Frontera nos encomen-/damos en la vuestra graçia e merçed. Sepades que a días que anda la mortandat aquí en Xerez / e acaesçió finamiento de Pero Martínez, vicario, clérigo benefiçiado e cura que era en la dicha /6 eglesia de Sant Miguel. E, desde que finó, a estado e está la dicha eglesia syn cura e / está en esta eglesia vn buen omme, Juan Martínez, clérigo, por capellán, el qual es omme ydó-/nio para ser cura desta dicha eglesia. E, por él ser tal, enbiamos otra nuestra carta a la /9 vuestra merçed para que le diésedes la dicha cura e non ouimos respuesta. E a estado / e está esta eglesia e collaçión syn cura, por lo qual están en peligro las ánimas de / todos los que en ella mora58. Porque uos pedimos que, por saluaçión de nuestras á-/12nimas e commo aquellos que an poder para lo fazer, que querades proueer al dicho / Juan Martínez de la dicho59 cura e dedes vuestra carta sobrello e faredes grant seruiçio / a Dios e Dios vos mantenga. E desto vos enbiamos esta carta firmada de algu-/15nos de los omes bonos desta collaçión. Fecha veynte e quatro días de nouienbre. / Yo, Aluar Martínez. [Martín Alfonso]. Yo, Antón Áluarez. Yo, Iohan Ferrández. / Pero López. Alfonso Sánchez. Yo, Alfonso Ferrández. Yo, Iohan Ferrández. /18 Pero Garçía. Javier E. Jiménez López de Eguileta

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NOTAS 1

Archivo Catedral de Sevilla (en adelante ACS), sec. IX, leg. 124, doc. n. 4. Vid. Apéndice documental, doc. n. 1.

2 Cf. Diego ORTIZ DE ZÚÑIGA, Annales eclesiásticos y secvlares de la mvy noble y mvy leal civdad de Sevilla, metrópoli de la Andaluzía, Madrid, Imprenta Real, 1677, p. 176. 3 José ALONSO MORGADO, Prelados sevillanos o episcopologio de la Santa Iglesia Metropolitana y Patriarcal de Sevilla, Sevilla, Izquierdo y Compañía, 1906, pp. 280-286; Carlos ROS, Los Arzobispos de Sevilla. Luces y sombras en la sede hispalense, Sevilla, 1986, pp. 65-67. 4 Manuel GONZÁLEZ JIMÉNEZ, “La obra repobladora de «Alfonso X» en las tierras de Cádiz”, en Cádiz en el siglo XIII. Actas de las «Jornadas Conmemorativas del VII Centenario de la muerte de Alfonso X el Sabio», Cádiz, Universidad y Diputación, 1983, pp. 7-20. 5 Manuel GONZÁLEZ JIMÉNEZ, “Cádiz en el siglo XIII: Historia de un proyecto frustrado”, en Idem e Isabel Montes Romero-Camacho (eds.), La Península Ibérica entre el Mediterráneo y el Atlántico. Siglos XIII-XV, Sevilla-Cádiz, Diputación de Cádiz y Sociedad Española de Estudios Medievales, 2006, pp. 747-758. 6 Miguel Ángel MANZANO RODRÍGUEZ, “De nuevo sobre la invasión de los meriníes en la Península Ibérica: precisiones e ideas”, en 750 aniversario de la incorporación de Jerez a la Corona de Castilla: 1264-2014. Actas del Congreso, Jerez de la Frontera, Ayuntamiento, 2014, pp. 47-63. 7 Manuel GONZÁLEZ JIMÉNEZ, “Una «noble çibdat e bona»: fundación y poblamiento de El Gran Puerto de Santa María por Alfonso X El Sabio”, Alcanate. Revista de Estudios Alfonsíes, 1 (1998-99), pp. 19-28; IDEM, Alfonso X el Sabio, Barcelona, Ariel, 2004, p. 323. 8 Juan ROMÁN DE CUENCA, El Libro del Alcázar. De la toma de Jerez a la conquista de Gibraltar. Siglos XIII-XV, edición a cargo de Juan Abellán Pérez, Jerez de la Frontera, EH Editores, 2012, pp. 31-33. 9 Manuel GONZÁLEZ JIMÉNEZ y Antonio GONZÁLEZ GÓMEZ, El Libro del Repartimiento de Jerez de la Frontera. Estudio y edición, Cádiz, Instituto de Estudios Gaditanos y Diputación Provincial, 1990, pp. LXXXVII-LXXIX. 10

Manuel GONZÁLEZ JIMÉNEZ, La repoblación de la zona de Sevilla durante el siglo XIV, Sevilla, Universidad, 2001, pp. 25-33.

11

Rafael SÁNCHEZ SAUS, “La formación de la nobleza jerezana en la Edad Media”, en Actas de las I Jornadas de Historia de Jerez, Jerez de la Frontera, Ayuntamiento, 1988, pp. 33-38. 12

Vid. Apéndice documental, doc. n. 1.

13

Ibídem.

14 Manuel GONZÁLEZ JIMÉNEZ y Antonio GONZÁLEZ GÓMEZ, El Libro del Repartimiento..., p. LVI. El total de veintisiete que se advierte en el Libro del repartimiento se comprueba sumando cuatro clérigos más, los que se encargarían de la atención de la capilla de Santa María en el Alcázar, que ahora no están presentes, debido a que en 1283, mediante el llamado Privilegio del Alcázar, Alfonso X estableció que fueran todos los beneficiados de la ciudad en conjunto los que atendiesen su culto. José Luis REPETTO BETES, Historia del Cabildo Colegial de Jerez de la Frontera (1264-1984), Jerez de la Frontera, Caja de Ahorros, 1985, pp. 48-52. Hipólito Sancho dirá que estos clérigos serían los encargados de atender «la nutrida guarnición con que a raíz de la reconquista contaban las fortificaciones de Jerez». Hipólito SANCHO DE SOPRANIS, Historia de Jerez de la Frontera desde su incorporación a los dominios cristianos. Tomo I. 1255-1492, Jerez de la Frontera, Jerez Industrial, 1964, p. 109. 15 Emilio

MARTÍN GUTIÉRREZ, “Reflexiones en torno a los paisajes rurales en Jerez de la Frontera durante el último cuarto del siglo XIII”, en 750 aniversario de la incorporación de Jerez a la Corona de Castilla: 1264-2014. Actas del Congreso, Jerez de la Frontera, Ayuntamiento, 2014, p. 177; María Antonia CARMONA RUIZ, “Las actividades pastoriles en Jerez de la Frontera. Siglos XIII-XV”, Ibídem, pp. 209-211.

16

Téngase presente que los legisladores de la época lucharon por todos los medios para que los clérigos vivieran dignamente, con el deseo de evitar que los consagrados para el culto divino se vieran en situaciones de apuro y aun de miseria económica, ellos que debían de presidir al pueblo santidad y dignidad (cf. 1 Tim 3 y 5). José Luis MARTÍN MARTÍN, “Beneficios y oficios del clero rural castellano (siglos XIII-XV)”, Anuario de Estudios Medievales, 35/2 (2005), p. 697. 17 Antonio

GARCÍA Y GARCÍA, “Parroquia, arciprestazgo y arcedianato. Origen y desarrollo”, Memoria ecclesiae, 8 (1996), p. 25.

18 Las Siete Partidas del Rey Don Alfonso el Sabio, cotejadas con varios códices antiguos, Tomo I, Madrid, Real Academia de la Historia, 1807, p. 465: Partida I, Título XX, Ley XIX, “En quántas maneras se pueden partir los diezmos segunt la costumbre de cada lugar”. 19 Antonio

MUÑOZ TORRADO, La Iglesia de Sevilla en el siglo XIII. Estudio histórico, Sevilla, Izquierdo y Compañía, 1914, pp. 43-54.

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20 Rafael

CÓMEZ RAMOS, Arquitectura Alfonsí, Sevilla, Diputación Provincial, 1974.

21 Fernando LÓPEZ VARGAS-MACHUCA, “En torno a la arquitectura gótica andaluza en el siglo XIII: el caso de Jerez de la Frontera”, en Manuel González Jiménez (coord.), Sevilla 1248. Congreso Internacional Conmemorativo del 750 aniversario de la conquista de la ciudad de Sevilla por Fernando III, rey de Castilla y León, Madrid, Fundación Ramón Areces, 2000, pp. 949-960. 22

Manuel GONZÁLEZ JIMÉNEZ y Antonio GONZÁLEZ GÓMEZ, El Libro del Repartimiento..., p. LVIII.

23 Remitimos al lector al estudio que en el presente catálogo ha incluido el que hasta ahora es el mejor conocedor del arte cristiano medieval de Jerez, Fernando López Vargas-Machuca. 24 Javier

E. JIMÉNEZ LÓPEZ DE EGUILETA y Pablo J. POMAR RODIL, “La Colegiata medieval de San Salvador de Jerez de la Frontera”, en 750 aniversario de la incorporación de Jerez a la Corona de Castilla: 1264-2014. Actas del Congreso, Jerez de la Frontera, Ayuntamiento, 2014, pp. 459-484.

25 Así se expresaba Fernando IV en 1303: «Sepades que los míos canónigos de la yglesia de Sant Saluador de ese mismo lugar (i.e. Jerez), que es mío patronadgo». Archivo Histórico Diocesano de Jerez de la Frontera (en adelante, AHDJF), Fondo Colegial, sec. II, caja 10, doc. n. 543/1. 26

AHDJF, Fondo Hispalense, Jerez de la Frontera, Capellanías, San Salvador, caja 208, exp. n. 3, fols. 4r-8v.

27 AHDJF, 28

Fondo Colegial, Mesa Capitular, Libro Becerro, fols. 47r-48v.

Vid. nota 21.

29 Rafael

SÁNCHEZ SAUS, Linajes Medievales de Jerez de la Frontera, I, Sevilla, Guadalquivir, 1996, p. 120 (5).

30 Archivo

Municipal de Jerez de la Frontera, Protocolos Notariales, Oficio XXII, Pedro Camacho de Grajales, años 1633, fol. 393r-394v.

31 Se

encuentra a punto de aparecer un extenso trabajo que hemos dedicado a la figura del vicario de Jerez durante el siglo XIV. Javier E. JIMÉNEZ LÓPEZ DE EGUILETA, “La doble nominación notarial: un ejemplo del siglo XIV en la vicaría de Jerez”, en Daniel Piñol (coord.), La auctoritas del notario en la sociedad medieval: nominación y práctica, Barcelona, Promoción de Publicaciones Universitarias, 2015 (en prensa).

32 ACS,

sec. IX, leg. 182, doc. n. 54/3. Vid. Apéndice documental, doc. n. 2.

33 La provisión de los beneficios parroquiales correspondía directamente al arzobispo de Sevilla, si bien en períodos de sede vacante era el cabildo catedral el encargado de nombrar a los nuevos servidores de las distintas iglesias de la archidiócesis. A veces, aunque ignoremos por qué causas y en qué ocasiones, el propio papa, a través de su nuncio, procedía directamente a dicha provisión, como deja entenderse en el caso del presbítero jerezano Alfonso González, que el 16 de julio de 1372 le fue concedido por Guido, legado de Gregorio XI, un perpetuo beneficio servidero en la parroquia de San Lucas, vacante por defunción de Gil Gómez. Manuel MILIAN BOIX, El fondo «Instrumenta Miscellanea» del Archivo Vaticano. Documentos referentes a España (853-1782), Roma, Instituto Español de Historia Eclesiástica, 1969, doc. n, 337, p. 163. 34

AHDJF, Fondo Colegial, sec. II, caja 20, doc. 1.

35 Fray Esteban RALLÓN, Historia de la ciudad de Xerez de la Frontera y de los reyes que la dominaron desde su primera fundación, vol. IV, edición a cargo de Emilio Martín Gutiérrez, Cádiz, Universidad de Cádiz y Ayuntamiento de Jerez, 2003 [1660 ca.], p. 140. 36 María Dolores ROJAS VACA, Un registro notarial de Jerez de la Frontera (Lope Martínez, 1392), Madrid, Fundación Matritense del Notariado, 1998, asiento n. 15, p. 124. 37 Ibídem,

asiento n. 4, p. 106.

38 Ibídem,

asiento n. 74, p. 199.

39

Miguel Ángel LADERO QUESADA y Manuel GONZÁLEZ JIMÉNEZ, Diezmo eclesiástico y producción de cereales en el reino de Sevilla (1408-1503), Sevilla, Universidad, 1978, p. 28.

40 Javier E. JIMÉNEZ LÓPEZ DE EGUILETA, “Alfonso X y el Convento de Santo Domingo de Jerez de la Frontera. Análisis de su primer

documento y el caso del falso diplomático”, Alcanate. Revista de Estudios Alfonsíes, IX (2014/2015) (en prensa).

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41

Agustín MUÑOZ Y GÓMEZ, Nuevas memorias judiegas. Colección de documentos inéditos relativos a los judíos de Xerez en el siglo XIV, Jerez de la Frontera, El Guadalete, 1892; Hipólito SANCHO DE SOPRANIS, Historia del Real Convento de Santo Domingo de Jerez de la Frontera, Almagro, Tipografía del Rosario, 1929; IDEM, “Contribución a la historia de la judería de Jerez de la Frontera”, Sefarad, 11 (1951), pp. 349-370; Fernando LÓPEZ VARGAS-MACHUCA, “Un ejemplo de reutilización y asimilación de arquitectura almohade: la iglesia del Convento de Santo Domingo de Jerez de la Frontera”, en El Mediterráneo y el Arte Español. Actas del XI Congreso del CEHA (Valencia, 1996), Valencia, 1998, pp. 27-30; Javier E. JIMÉNEZ LÓPEZ DE EGUILETA y Manuel ROMERO BEJARANO, Los Claustros de Santo Domingo de Jerez de la Frontera. Historia y Arte, Jerez de la Frontera, Remedios 9, pp. 31-35.

42 Hipólito SANCHO DE SOPRANIS, Historia de Jerez de la Frontera..., pp. 203-207; IDEM, Mariología medieval xericiense, Jerez de la Frontera, Gráficas del Exportador, 1973, pp. 24-28; Juan de la LASTRA Y TERRY, La Merced, Patrona de Jerez de la Frontera, Madrid, Revista Estudios, 1973, pp. 122-124. 43 Miguel 44 Vid.

MANCHEÑO Y OLIVARES, Las Iglesias Parroquiales de Arcos de la Frontera, Arcos de la Frontera, El Arcobricense, 1896, pp. 52-56.

nota 27.

45 Juan de la LASTRA Y TERRY, La Merced..., pp. 122-123. Precisamente, el testamento de Pedro Ruiz de 1317, aun dejando algunas mandas para los monasterios de Santo Domingo y San Francisco, tampoco apunta nada sobre la posible existencia de mercedarios en Jerez para entonces. Vid. nota 26. 46 Francisco de MESA GINETE, Historia sagrada y política de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Tarteso, Turdeto, Asta Régia, Asido Cesariana, Asidonia, Gera, Jerez Sidonia, hoy Jerez de la Frontera, II, Jerez de la Frontera, Melchor García Ruiz, 1888 [1754], pp. 368 y ss. 47 Silvia María PÉREZ GONZÁLEZ, “Las mujeres de la muy noble y muy leal ciudad de Jerez de la Frontera: viudas, emparedadas, terceras y beatas”, en 750 aniversario de la incorporación de Jerez a la Corona de Castilla: 1264-2014. Actas del Congreso, Jerez de la Frontera, Ayuntamiento, 2014, pp. 291-293. 48 AHDJF,

Fondo Hispalense, Jerez de la Frontera, Capellanías, San Dionisio, caja 160, doc. n. 13, fol. 84r.

49 AHDJF,

Fondo Colegial, sec. II, caja 20, doc. n. 35/1.

50 Vid.

nota 26.

51 Vid.

nota 27.

52 María

Dolores ROJAS VACA, Un registro notarial..., asiento n. 69, p. 193, testamento de Domingo Martínez, vecino de la collación de San Salvador de Jerez: «E mando a la cofradía de la hermandat [...] de Sant Saluador de la segunda hermadat, onde él es cofrade, diez reales [...]».

53 AHDJF, Fondo Colegial, sec. II, caja 20, doc. n. 4/1, traslado de una cláusula del testamento de Sancho Martín, vecino de Rota: «E mando a la confradía de la eglesia de Sant Saluador la parte que yo he en tres pedaços de oliuar, que son en la mata del oliuar de aquí de Xerez (...) en tal manera e con tal condiçión que la dicha confradía que faga de cada anno prepetuamente por sienpre jamás vna remembrança por mi ánima, bien e onrradamente, en la dicha eglesia de Sant Saluador, sy ý me enterrare, e que salgan sobre mi fuesa a fazer oraçión con la cruz e el agua bendita». 54 María

Dolores ROJAS VACA, Un registro notarial..., asientos nn. 4 y 5, pp. 106 y 109.

55 AHDJF,

Fondo Colegial, sec. II, caja 20, doc. n. 8.

56 Sic. 57 Sic. 58 Sic. 59 Sic.

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