\"La identidad es una abstracción\". Entrevista a Gregorio Martínez

June 7, 2017 | Autor: Daniel Carrillo Jara | Categoría: Afro Latin America, Identity (Culture), Identidad, Literatura peruana, Literatura afroperuana, Gregorio Martinez
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Tinta E xpresa · R evista de Literatura Año V, N.º 5. Lima, 2013, pp. 195-205

“LA IDENTIDAD ES UNA ABSTRACCIÓN”: ENTREVISTA A GREGORIO MARTÍNEZ

Daniel Carrillo Jara

Universidad Nacional Mayor de San Marcos

G

regorio Martínez es un escritor polémico: vinculado estrechamente con el grupo Narración, es considerado uno de los escritores más representativos de la narrativa de vertiente afroperuana en el Perú. Lo cierto es que desde Tierra de caléndula hasta Diccionario abracadabra (incluyendo la fundamental novela Canto de sirena), el escritor nacido en Coyungo (Nazca) ha sabido representar tanto al sujeto negro de la costa sur del Perú como la cultura popular de la ciudad de Lima, así como también discutir temas como las teorías de Francis Fukuyama o los planteamientos de Noam Chomsky en sus últimos libros. Ofrecemos aquí una entrevista realizada a través de correo electrónico que confirmará la idea planteada al inicio: Gregorio Martínez es un escritor polémico. Has dejado entrever más de una vez tu filiación a una teoría marxista de la literatura; sin embargo, ¿continuas manteniendo esa idea o tu concepción ideológica de la práctica literaria ha variado? Debí decir concepción socialista o comunista en lugar de marxismo. Pero en los 70 o en los 80, yo no dudaba que el marxismo, con los aportes del leninismo y del maoísmo, fuese la teoría política más efectiva para transformar la sociedad a través de una revolución violenta. Hoy creo, no por antojo sino porque me lo dice la realidad, que el marxismo como teoría política perdió filo cuando en el proceso capitalista se produjo la revolución industrial. Esto

todavía en el siglo XIX. Por supuesto que algunos teóricos, entonces comunistas, como Raymond Aron o Alexander Kojeve, dieron una señal de alerta. Inmediatamente, el aparato ideológico de la Unión Soviética los acusó de agentes y fueron silenciados. Apabullados por la hegemonía del marxismo-leninismo que difundía la Academia de Ciencias de la URSS, nadie se atrevía a reconocer que la revolución industrial había cambiado las leyes de la dinámica social. Era un hecho que todas las revoluciones orientadas por el marxismo habían ocurrido en la periferia del capitalismo, en países predominantemente feudales como Rusia y China. Esto lo señalaba el propio Lenin. Sin embargo, sigo creyendo en

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una concepción socialista y comunista; pero el ideario tiene que remontarse a la etapa anterior al marxismo, a la época de Proudhon, cuando los trabajadores producían directamente su prensa y literatura política, sin la mediación de los “intelectuales” y teóricos del socialismo. Relacionando entonces tu proyecto personal de los años 70 y 80 con el proyecto del grupo Narración, que se perciben similares y con el mismo objetivo, ¿cuál crees que es la importancia e influencia de ese grupo en el desarrollo de la literatura peruana? Conviene señalar que el grupo Narración tenía el carácter de frente cultural. Estábamos quienes coincidíamos en la oposición al régimen militar velasquista, que alegaba haber iniciado un proceso revolucionario en el Perú. Nos oponíamos en lo cultural y en lo político. Mientras el régimen era apoyado por gente como Hugo Neira, Julio Ortega, Alfredo Barnechea, Mirko Lauer, José B. Adolph, Leónidas Cevallos, aun Alejandro Romualdo y Julio Ramón Ribeyro. Muchos izquierdistas, algunos por oportunismo, otros por ingenuidad, se habían trepado a ese carro. Los comunistas que cumplían los dictados de la URSS, lo habían hecho en masa. Pero también los intelectuales elitistas, como el filósofo Augusto Salazar Bondy,  que en los años 60 formaron el Partido Social Progresista. Algunos de estos habían sido profesores en la Academia de Guerra del Ejército Peruano, donde los coroneles adquieren cierto lustre en ideología y política. Pero, eso sí, los integrantes de Narración no constituíamos un ala de Sendero Luminoso como algunos sugieren. 196

No. Por ejemplo, Augusto Higa y yo militábamos en el MIR, heredero de Luis de la Puente, que era visto por Sendero Luminoso como una organización aventurera, manipulada por Fidel Castro y en el fondo prosoviética. Sin duda, Vilma Aguilar estaba ligada a Sendero, mas no Ricardo Ráez ni Antonio Gálvez Ronceros, que nunca fueron militantes de organización marxista alguna. La importancia de Narración está en que nos vinculamos directamente con las luchas sociales que se libraban en el Perú. En el segundo número de la revista, aparece un suplemento dedicado a la lucha del pueblo de Ayacucho por la gratuidad de la educación. Una década más tarde, Ayacucho será el centro de la guerra civil que trastornó el país en busca de una nueva estructura social y económica. Sin darnos cuenta, en el tercer y último número de la revista, ya lo “literario” pasa al segundo plano y la crónica testimonial cobró primera importancia. Ese suplemento fue dedicado a la lucha de los mineros de Cobriza, en Huancavelica. Creo que fue esta experiencia la que me hizo reconocer que el autor es solo un agente. Por esto, yo no creo en el

“[…] reconocer que el autor es solo un agente. Por esto yo no creo en el ‘éxito’ como escritor ni me considero un profesional de la escritura”. “éxito” como escritor ni me considero un profesional de la escritura, algo que para autores como Mario Vargas Llosa o Alfredo Bryce Echenique resulta capital. Debido a la influencia del grupo Narración, para mí es importante que

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el autor se convierta en un vocero, en el que trasmite un imaginario. Y para conseguirlo, debe nutrirse mucho en los recursos de la expresión popular. Esta valoración fue todo un postulado en el grupo Narración. Por supuesto que desde antes algunos autores peruanos, Eleodoro Vargas Vicuña, José María Arguedas, por ejemplo, se han nutrido en las vetas de lo popular; pero el grupo Narración lo planteó de manera expresa, enumerando incluso ciertos recursos. El uso de lo testimonial, en mi novela Canto de sirena, pero más allá de lo antropológico, revela el postulado del grupo Narración. Lo mismo se puede decir de Monólogo desde las tinieblas de Antonio Gálvez Ronceros y de esa prosa vivaz de Augusto Higa en Final del porvenir. Una de las peores taras en el ambiente literario, no solo del Perú, es el histrionismo de los autores y desenfrenado afán por ganar vitrina y publicidad. En el grupo Narración, se ridiculizó mucho esto y creo que constituye uno de sus mejores aportes. En el ámbito del lenguaje literario, ¿crees que se puede hablar de una suerte de evolución en tu producción literaria? Tierra de caléndula, mi primer libro, resulta un buen almanaque que exhibe la diversidad de mi escritura desde el comienzo. También se percibe ahí el afán de sacar los pies del plato. Hay textos en tercera persona, muy objetivos, en lengua estándar, “Cómo matar al lobo”, por ejemplo; pero otros se deben más a mecanismos lúdicos, a ciertos artificios verbales trasladados a la escritura. Sin duda, creo en la evolución; solo que, en mi caso, el germen ya estaba desde el

inicio de mi experiencia narrativa. Si en Canto de sirena intento hacer literatura de la oralidad, en Crónica de músicos y diablos el juego es con la escritura, llevarla a extremos. Juego que por supuesto atenta contra el desarrollo argumental y la secuencia de acciones que reclama la novela tradicional. El ideal del autor es capturar al lector. Claro, deslumbrarlo con la historia así como los pintores del Renacimiento  encandilan con su temática. Excepto si uno se propone que la novela, como creación artística, se ponga al nivel de las  demás artes que hace rato abandonaron los modelos clásicos, la usanza antigua. Claro que el atrevimiento puede costar caro. Ahí están los ejemplos de El otoño del patriarca, La casa verde, José Trigo, Adán Buenosayres, Gran sertón: veredas, obras abismales que fueron repudiadas por los lectores. Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa, calladitos, retornaron a la buena senda con novelas seductoras. Uno con el melodrama, en Conversación en La Catedral, y el otro con la telenovela, en El amor en los tiempos del cólera. Pero El otoño del patriarca y La casa verde son novelas supremas y quedarán en la cúspide dentro de 50 años. En casi la totalidad de tus libros, se percibe una especie de incertidumbre genérica, una imposibilidad de reducir tu producción a un género específico. ¿A qué se debe este intencional alejamiento de la normativa literaria?, ¿cómo se relaciona entonces tu obra con el canon de la literatura peruana? Lo ideal para mí es que un texto, al publicarse, sea solo libro. Mi afán es ser el autor de un libro, no de una novela o de un poemario porno. Quizás esta manía 197

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se deba a mi origen mostrenco. Para la Ahora que me preguntas esto, percibo gente de Coyungo no había El Quijote o que mi camote por lo popular, por Gargantúa y Pantagruel, sino un libro que sacar los pies del plato, no ha sido una podía ser grueso o flaco. Al recibir un intención contestataria premeditada, una libro, lo primero que hacía la gente era oposición directa al discurso histórico tantear el volumen. Y de inmediato lo oficial. Me parece que más bien me tentó probaban en la cabeza de un muchacho. el alto logro del discurso popular, ese Ahora veo que Tierra de caléndula increíble artificio que tiene la expresión es, justamente, el libro que inicia el popular. Muchas formas del habla desbarajuste de los géneros literarios. popular que podrían parecer vulgares, No tengo claro cómo ocurrió. Porque frutos de la ignorancia, resultaban en antes yo tenía un conjunto orgánico verdad verdaderas filigranas expresivas. de cuentos formales, premiados en los Simplemente elegí la tela que me Juegos Florales de San Marcos, en 1965, parecía de mejor calidad. Y esto que por un jurado que estaba compuesto por yo reconozco que un corte de tela de Alberto Escobar, Antonio alpaca, proceso inglés, Cornejo Polar y Tomás “Salir a otros aires lo que deja en vergüenza a una Escajadillo. No me producida en el Perú. hizo fue devolverme a explico qué ocurrió con No hay comparación. Coyungo. Lima nunca ese material. Ninguno Además, soy enemigo de me deslumbró porque ha sido publicado ni todo tipo de chauvinismo. ese fenómeno lo sufrí en siquiera en revista a Solo que entre beterraga grado extremo cuando mimeógrafo y tampoco o cirguela, y las formas llegue por primera vez a conservo copia. Había correctas betarraga y Nazca y vi la luz eléctrica. ciruela, prefiero las un cuento ambicioso, Esa fue la experiencia extenso, titulado “La incorrectas. Sin embargo, más maravillosa de mi promesa”, sobre el durante mucho tiempo existencia”. embuste de un reparto me avergoncé de haber de títulos de propiedad dicho “cirguela” en mi de tierras, hecho que ocurrió en Nazca niñez. Con diéresis. Lo mismo ocurre durante el Gobierno de Manuel Prado. cuando se trata de relatos y  formas del Mi alejamiento de la norma ocurre discurso. porque pienso en libro, no en género. No crees que ese alejamiento de la norma puede definir incluso más aspectos de tu obra; por ejemplo, es evidente desde tus primeros libros la clara intención de negar o contradecir la historia oficial. ¿Crees que en tu producción literaria y periodística existe la intención de alejarse de los discursos históricos oficiales para denunciar sus falseamientos? 198

¿Cuánto y cómo crees que ha influenciado la migración (a Lima, a Francia, a Estados Unidos) en tu obra? Salir a otros aires lo que hizo fue devolverme a Coyungo. Lima nunca me deslumbró porque ese fenómeno lo sufrí en grado extremo cuando llegue por primera vez a Nazca y vi la luz eléctrica. Esa fue la experiencia más maravillosa

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de mi existencia. Solo comparable a cuando salí del monte, de Batanes, donde nací, y llegue a la ranchería de Coyungo. Entre al tambo y mi padre, un indígena lucanas, me pregunto si quería algo. Los andamios del tambo ofrecían todas las ilusiones y todos los colores del arco iris. Me quedé mudo. “Dale una cola”, le dijo mi padre al tambero. Este la destapo, pop, con un artificio que tenía debajo del mostrador, y me la alcanzo hirviendo y botando humo. Era roja y picante y miles de hormigas me llenaron la boca y los ojos se me llenaron de lágrimas. Era lo más increíble. Se llamaba Kola Inglesa y tenía unas leonas dibujadas en la etiqueta. Quién iba a pensar que años más tarde yo iba a vender cientos de botellas de soda en los estadios y en las ferias, en mi trajín de niño mercachifle. Llegué a París pensando en el Barrio Latino, en los poetas de Estación Reunida que habían migrado en masa luego que se desencantaron de la falsa revolución del general Velasco; pero, al salir del aeropuerto Charles de Gaulle, en la camioneta de Juanito Barea, rumbo a la Ciudad Luz, lo primero que vi fue un burro cargado de carbón. Ese carbón de palo tan escaso en Lima y tan frecuente y abundante en Coyungo como en París. “Ah, carajo”, dije sin pensarlo, “he vuelto a Coyungo”. Juanito Barea se mató de risa. “Aquí también vas a encontrar chanchos en los bosques, así como en Maijo, donde tenía chacra tu padre, esto no es como Lima”, me aseguró Juan Barea. Pero lo primero que encontré en el área metropolitana de Washington D. C., mejor dicho en Arlington, donde vivo, al otro lado del Potomac, ya en el estado de Virginia, fue un par de zorros que cada noche cruzaban por mi jardín,

en una zona llena de árboles, a solo diez minutos de la Casa Blanca. A la tercera vez que los vi, dudé que fueran zorros. No tenían la cola tan frondosa. Aunque pararon en seco cuando imite el canto arrecho de las zorras que salen en Coyungo en las noches de octubre. En verdad eran coyotes. Desde Arizona, habían empezado a migrar a principios del siglo pasado y por fin ya habían llegado a la costa este de Estados Unidos. Posiblemente, en un par de años más, llegarían a Nueva York. Sí, salir a otros aires me había devuelto a Coyungo; por esto tengo una higuera y una parra como don Gregorio Centeno en la parte alta y calichosa de Batanes, allá en Coyungo. Y en la próxima primavera, plantaré una mata de granada. Porque higos, uvas, granadas, dátiles, son la fruta de Coyungo. Y estas plantas, por algo providencial, se logran bien aquí, en esta área de Arlington, pese a que está bastante al norte y en invierno el frío es intenso, varios grados bajo cero. Si bien es cierto que la migración de alguna forma afianza tu vínculo con lo local, ¿no existe una relación entre la misma y la ampliación de tus temas: no escribir específicamente sobre Coyungo ni el Perú, sino sobre Nostradamus, el Malleus Malleficarum, Francis Fukuyama? Resulta evidente que hay una ampliación de temas en mi escritura. Pero mi encandilamiento con temas como Nostradamus o el Apocalipsis, con la quemazón del Infierno y el Malleus maleficarum, o el apego a las teorías fantasiosas como la de Fukuyama, todo esto nació en Coyungo, cuando escuchaba versar a Bernardino Alva, 199

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personaje de la novela que estoy trabajando actualmente, y a don Avelino Gutiérrez, el padre de Alfredo Gutiérrez, el que en Canto de sirena se pregunta: “¿Por qué en el cinema no se ve que hacen piche, que hacen caca?”. Y esa ampliación de temas nació también de ver y escuchar el contrapunteo entre los decimistas Indalecio Chávez y José Barbagelata. Ellos era compadres y por esta razón solo competían con cultísimas decimas de lo divino; así evitaban caer en la provocación y el insulto de las decimas de lo humano y lo profano. Indalecio Chávez, un negro grandazo que calzaba más de 50, era muy atrevido y ofensivo en sus décimas; pero, cuando se enfrentaba con su compadre José Barbagelata, ante la insistencia de la gente de Coyungo, se ponían esa jáquima: solo decimas floridas. Ellos hablaban de Pitágoras y de la pugna entre el 3 y el 4. Lo divino no se limitaba al Cristianismo; tenía que ver con todas las creencias. Ahí fue que escuché por primera vez la mención de la “Proposición 47”, que nunca supe que era una referencia al Teorema de Pitágoras. Antes que matemático, Pitágoras es uno de los grandes profetas de la humanidad, al lado de Buda, Cristo, Mahoma, Zoroastro y Confucio. Hace poco, leyendo un texto de Daniel Mendelsohn, God’s Librarians (Los bibliotecarios de Dios), recién supe al detalle que Proposición 47 es el único manuscrito sobreviviente en el que se conservó, para la cultura occidental, el teorema de Pitágoras que cada colegial peruano puede recitar de memoria. De alguna forma, has definido la migración como afianzamiento del lugar de origen en la memoria del sujeto. ¿Crees que es

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un proceso común entre los escritores peruanos que viven en el extranjero?, ¿cómo la migración de estos mismos afecta el concepto de literatura nacional? Creo que el afianzamiento ocurre en la mayoría de los escritores. En Poemas humanos, César Vallejo retorna a Santiago de Chuco con mayor carnalidad. En Lima, Julio Ramón Ribeyro siempre pasó como miraflorino, nunca habló de su lado tarmeño; pero ya en París, escribió ese cuento maravilloso titulado “Silvio en El Rosedal”, que los tarmeños saben que tiene una base real. Aun Mario Vargas Llosa, que se encandila con lo cosmopolita, en el exterior escribió esa cala en las entrañas del Perú que es La casa verde, su mejor novela por siempre. Para mí, Conversación en La Catedral, debido al recurso del pastiche, que el propio Vargas Llosa reconoce, resulta demasiado melodramática. Y esto es lo que atrapa al lector y lo convence de que está frente a una gran novela. Tengo mis dudas con respecto a los autores peruanos que en el exterior empiezan a sacudirse la oriundez. En otros casos, puede ser solo ironía. Por ejemplo, esto ocurría con César Moro, que hasta empezó a escribir en francés. Lo hacía para vengarse del Perú que lo había maltratado tanto, de modo directo y físico. Muchas veces César Moro fue agredido debido a su homosexualidad. De tantos amigos, solo Rosita Alarco, la musicóloga, se acomedía a curarle sus heridas y  a reconfortarlo. Sí, César Moro escribía en francés; pero sus libros circulaban en América Latina, no en Francia. Hasta hace poco, la Biblioteca de París no tenía ni un libro en francés de César Moro. Esta es la verdad de

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la milanesa. Claro que todo migrante cuyo cobertizo llegaba ella para que la peruano quiere mostrar cosmopolitismo. agarrara en el suelo sin misericordia. En mi caso, yo ya había estado en el lugar Esto en la realidad concreta. La ficción más cosmopolita del mundo, Nazca, adorna los hechos. Esa novela apareció crucero de caminos desde antes de los en 1928, el mismo año que se editó Siete incas, ruta de los antiguos aimaras que ensayos de interpretación de la realidad peruana de José Carlos en algún momento Mariátegui; pero se dominaron la  Costa “[…] como experiencia, la publicó en Italia, del Perú y dejaron la migración enriquece. Y este pues en Inglaterra fue base yunga que es la proceso, al final, favorece a prohibida bajo pena causa de ese parecido nuestra literatura. Cortar todo de cárcel y recién le entre la gente de vínculo […] carece de sentido”. dieron luz verde en Ica, Chincha, Mala, 1960. Solo que, con Huacho, moches y piuranos. Nazca fue también gran las minorías, muchos críticos actúan de escenario de burdeles con orquestas modo abusivo, premunidos del cartabón pobladas de músicos que llegaban de clásico. Gershom S. Scholem, lumbrera Panamá, Cuba, Puerto Rico, mucho antes de la Escuela de Frankfurt, pese a ser del esplendor de la anchoveta y del auge judío, le puso mala cara a la novela de Luis  Banchero Rossi. Eso sí, como de Philip Roth, El lamento de Portnoy; experiencia, la migración enriquece. Y porque, según su criterio crítico, este proceso, al final, favorece a nuestra alimentaba el estereotipo de la salacidad literatura. Cortar todo vínculo, como lo judía. Dicen que Gershom S. Scholem hizo Carlos Castañeda, el brujo, carece escupió el libro cuando llegó a esa parte donde Portnoy se la corre hundiendo el de sentido. falo en un hígado. En Estados Unidos, un Algunos críticos han considerado que crítico afroamericano también acusó a mi representas de forma estereotipada al sujeto novela Canto de sirena de darle pábulo al negro en tus obras, en relación al sexo, por prejuicio del negro lujurioso. El cronista ejemplo. ¿Cuál es tu opinión acerca de esto? Pedro Cieza de León también escribió pestes sobre la supuesta perversión Sin duda, esos críticos estarían sexual de los indígenas, de la preferencia embutidos de prejuicios. Porque nunca he que tenían por la cópula entre hombres. escuchado que se alegue “estereotipado Un pensador mexicano tan elogiado en sujeto sexual blanco” cuando algún los tiempos de Mariátegui y Alfonso crítico aborda la novela de D. H. Reyes, me refiero a José Vasconcelos, Lawrence, El amante de Lady Chatterley autor de Raza cósmica, reprochaba que o Trópico de Cáncer de Henry Miller. Y la los chinos se reprodujeran como ratones. novela de Lawrence está basada en un Por esto, acusaciones de propiciar el hecho real: la relación lujuriosa entre prejuicio del negro garañón muestran la aristocrática británica Lady Ottoline solo ignorancia. Precisamente porque la Morrell y un picapedrero musculoso literatura en su origen es obscena. Y esa que era conocido como “el Tigre”, hasta obscenidad de la literatura, que empezó 201

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en los libros sagrados de cada cultura, es lo que a mí me atrae y me interesa. No hay mejor porno duro que la Biblia o la mitología griega. Zeus se disfraza de cisne para copular a Leda, luego de toro para fornicar con Europa, de águila o buitre para violar a Ganímedes; ya que Zeus era de doble filo. La literatura empezó como un desfogue de lujuria que quedo estampado en una pared, en el momento que se origina la escritura. ¿Qué relación crees que debe existir en la literatura entre identidad y autenticidad?

pero que en París la policía francesa siempre tomaba como un argelino, esto confesado por el propio Bryce. Considerando a los integrantes del grupo Narración, ¿cuál crees que es la relación entre tu forma de representar al negro en la literatura y la de Antonio Gálvez Ronceros? Incluso, ya que ambos comparten similitudes estéticas e ideológicas, ¿cómo se insertan ambos dentro de la tradición de la literatura peruana negra y negrista, que incluye autores como José Diez Canseco y Enrique López Albújar?

No estoy muy seguro de la identidad, Me distancio de Enrique López Albújar ni siquiera de la nacional. Esto se porque él, como narrador y escritor, preguntaban mucho los ideólogos, además como juez e intelectual, estaba historiadores, sociólogos, antropólogos saturado de racismo. No importa que y algunos escritores en los fuera mestizo. Aunque años 70. Cada agrupación “No estoy muy seguro de el racismo es aún más marxista tenía el punto grave en un mestizo. la identidad. Ni siquiera en su agenda y en su Matalaché es una novela declaración de principios de la identidad nacional. prejuiciosa. No es que […] Entonces para como el “problema alimente el estereotipo del mí la identidad es una nacional”, mas nunca negro garañón; sino que abstracción”. fue definida su esencia. el ideario que sostiene el Entonces, para mí, pensamiento de López la identidad es una abstracción. Albújar esta enraizado en la nefasta Aparentemente, yo podría ser un teoría de Cesare Lombroso sobre la representante de la cultura negra criminalidad. Negros, chinos, indígenas peruana. Sin embargo, soy más indígena de América, son los prototipos del quechua que negro, porque mi padre criminal innato. Incluso sus facciones es un indígena lucanas por los cuatro corresponden exactamente con las de costados. Mi madre es solo parcialmente un criminal. Y cuando leemos Cuentos negra y china y europea. Soy un mestizo andinos, vemos que todo aparece bajo peruano con mayor carga indígena y la visión lombrosiana. Quizás no hasta más chino que negro. Esto de toda la culpa sea de López Albujar. Tal vez las capas culturales ya tiene que ver nuestras “ciencias jurídicas” todavía, en con la autenticidad. El ancestro que el siglo XXI, están traspasadas del ideario tantos peruanos ocultan. Un Alfredo de Cesare Lombroso, especialmente Bryce Echenique que en el Perú cada los cursos de criminología y medicina quien asume como blanco indiscutible; forense. Lo digo porque, en abril de

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2011, vi en Internet un texto del escritor Eduardo González Viana, abogado, que describe al expresidente Alberto Fujimori como un sujeto lombrosiano. Nunca pensé que González Viana fuera tan ignorante y racista para aceptar a estas alturas que la teoría de Lombroso es válida. Posiblemente, así como López Albújar, el mentado González Viana también recibió en la universidad un obsoleto y reaccionario curso de criminología. Otro cantar es la coincidencia con Antonio Gálvez Ronceros. Coincidimos en asumir la “creatividad popular” como una preclara

forma literaria, incluso una técnica, una poética. Por supuesto, nutrirse de la creatividad popular era un postulado del grupo Narración; pero no era fácil ponerlo en práctica. Antonio Gálvez Ronceros vivió su experiencia en un universo más definido y vigente. Me refiero a Chincha y especialmente al caserío El Carmen. En mi caso, viví en Coyungo, un lugar de migrantes andinos y negros de Acarí que habían llegado en 1911 huyendo de una plaga de ratas. Aun en el universo negro de Lima, integrado por migrantes chinchanos, cañetanos principalmente, Acarí es lo extraño,

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lo desconocido. Por esto, la canción anónima “Toromata”, con arreglo de Caitro Soto, dice: “Este negro no es de aquí / este negro es de Acarí”. ¿Percibes algunos continuadores en la representación de la cultura, lenguaje y saber del sujeto negro después del grupo Narración? Prefiero referirme a la narrativa en general. No a muestras de sectores culturales. No creo que Augusto Higa, por ejemplo, escriba sobre el universo peruano japonés. Para mí, el universo de Augusto Higa es El Porvenir, La Victoria. Aun su última novela, centrada en un personaje japonés de nacimiento. En este sentido, puedo decir que los narradores últimos, en el Perú y en América Latina, han acatado el modelo de la narrativa de Estados Unidos. Un texto de entretenimiento y para el consumo de usar y botar, el cual requiere un discurso directo y sin complicaciones. Incluso, no interesa el estilo propio. Y preferible dejar de escribir sobre los pobres, sobre los indígenas o negros, excepto si se trata de la violencia que produjo Sendero Luminoso. Y aun este caso, visto con ojos de un testigo urbano, de preferencia miraflorino, como quien escribe una crónica de viaje o de guerra. No cuestiono la opción. Todo depende del logro y el resultado; porque, en literatura, lo fácil y la imitación no perduran. Últimamente, hay una especie de renacimiento de la tendencia que inició Enrique Congrains en los años 50 del siglo pasado. He leído fragmentos de magníficos textos de autores relativamente jóvenes que están ambientados en barrios populares como 204

“También quiero escribir un libro con los trazos que hacía en la arena del río de Coyungo cuando aún ni sabía el abecedario. Un libro para mirar, no para leer. Porque para escribir no se necesita alfabeto”. Collique o Piñonate. Esto ya es la orilla opuesta a Miraflores. Y al ubicar una historia en Piñonate, en algún momento podría asomar el huaino de Picaflor de los Andes: Barrio Piñonate, Plaza Dos de Mayo, Avenida Alfonso Ugarte. Eso ya toca la fibra del Perú e imbrica lo que es Lima: una metrópoli saturada de cultura andina. Además de problematizar la dualidad oralidad/escritura, tus libros parecen adecuarse a las nuevas tecnologías audiovisuales al incluir ilustraciones y dibujos. ¿Cuál crees que es la importancia del aspecto visual o iconográfico en tu producción literaria? Eso de lo visual tal vez sea porque cuando escribo pienso en libro, no en una novela, un volumen de cuentos o de ensayos. Entre pornógrafos y alta costura (1999) consta de un solo ejemplar y el lector o mirón más frecuente es el propio autor, tanto que ya lo tengo maltrecho. Es un volumen casi solo de imágenes tortuosas que hice para mí. Ahora ya no es novedad, porque la crisis del periodismo impreso está produciendo un tipo de revista de lujo que es solo ilustración tras ilustración, generalmente publicidad exclusiva y exquisita, carente de texto. La mejor muestra es la revista Vogue, de más de 400 páginas en papel couché. Pero mi

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libro lo hice una década atrás. También quiero escribir un libro con los trazos que hacía en la arena del río de Coyungo cuando aún no sabía ni el abecedario. Un libro para mirar, no para leer. Porque para escribir no se necesita alfabeto. Los nazcas escribían, pero carecían de alfabeto. No solo podemos hablar de migrantes geográficos, también de migrantes culturales. ¿Cómo crees que afecte a la literatura las nuevas tecnologías, sobre todo el auge de Internet, Google y el surgimiento del libro digital? En cuanto a la producción literaria misma, las nuevas tecnologías ayudan enormemente al librarnos del engorro de la escritura como tal. Semejante al alivio que significó la pluma fuente frente a la pluma de pavo, la máquina de escribir frente a la pluma de tajo. Pero un bloguero actual jamás igualará a Cervantes. En 2001, cuando le hicieron un homenaje a Ruy Bradbury, el padre de la ciencia ficción que ya se acercaba a los 90, un periodista le pregunto qué tipo de computadora utilizaba para escribir. El autor de Crónicas marcianas, que en los años 50

había escrito sobre el mundo cibernético, dijo que él no usaba computadora, que no lo hacía porque no conocía a nadie que estuviera haciendo mejor literatura que antes por usar tal tecnología, que el seguía tipeando en su máquina Remington con cinta de tela entintada. Debido a que la computadora escribe con candela, así como el dedo de Dios, el mayor riesgo para el usuario es que acabe encandilado y confunda, por el efecto del fetichismo de la letra impresa, un adefesio con un logro artístico. Basta recorrer Internet para comprobarlo. Con respecto al sistema editorial y al libro mismo, sí se ha producido una completa revolución, tan profunda como la revolución que produjo la creación de la tipografía. Y no digo Gutenberg para no ser injusto. Ahora, producir un libro es baratísimo. Si no existieran los amarres dentro del sistema capitalista, en este momento cualquier autor podría mercadear sus textos directamente a los interesados y recibir electrónicamente el pago respectivo. Pese a la enorme ventaja, esta misma situación ha puesto en enorme riesgo a la entera industria editorial en cada país del orbe.

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