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May 19, 2017 | Autor: Israel Lira | Categoría: Literature, Hermeneutics, Liberty, Concepts of Liberty, Julio Verne
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HERMENEUTICA & LITERATURA

La Idea de Libertad en Julio Verne Por ISRAEL LIRA

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e la lectura de una de las obras del genio julioverniano, hablamos pues de «20, 000 leguas de viaje submarino», pudimos identificar un pasaje, que en particular llamo mucho nuestra atención; en el Capítulo VIII de la Segunda Parte, titulado La bahía de Vigo, Verne nos narra la particular y difícil situación por la que atraviesa uno de sus personajes principales, el profesor de Historia Natural y adjunto al Museo de Paris, M. Pierre Aronnax. Luego de casi 31 capítulos de aventuras, este pequeño escrito resulta insuficiente, para comentar el escenario anterior al pasaje que será motivo de la breve labor hermenéutica que nos proponemos efectuar, sin perjuicio de ello, se ha de comentar que, el señor Aronnax junto con su fiel sirviente Conseil, y el ballenero canadiense Ned Land, pasaron un sinfín de tropelías y peripecias, luego de ser rescatados del naufragio del barco que los transportaba y que salió en búsqueda de un peligroso narval, que a fin de cuentas resulto ser el submarino Nautilus, y que fuera este último, el que le dio fin al barco en mención. Rescatados sí, pero tomados prisioneros por el Capitán Nemo, privados de su libertad por un periodo de tiempo indeterminado, sin comunicación con la civilización e internados en las profundidades del océano desconocido, ya que en 1866, que es el año en donde toma posición la obra, había un escaso conocimiento de la biodiversidad marina; precisamente es este último punto del cual partiremos, ya que de los tres prisioneros, solo uno encontraría un gusto progresivo en el viaje, nos referimos pues al profesor Aronnax. Aronnax, a lo largo de la obra, no solo estrecharía una amistad académica con el Capitán Nemo, sino que vería en su cautiverio una oportunidad para completar sus estudios sobre la biodiversidad marina, lo cual efectuó y en creces. Conseil era el fiel sirviente del profesor, por lo que su opinión a lo largo de la obra es siempre sumisa a la voluntad de su señor, mientras que el espíritu de la libertad, al parecer, estaría representado por Ned Land, el ballenero canadiense contratado para matar en un inicio al «narval» (submarino Nautilus), 1

corajudo, valiente y aguerrido, cuyo único placer era –al parecer– una buena comida y una buena caza. Dentro de todo esto, y al comienzo de sus aventuras, el profesor Aronnax se adhería a las ideas de escape que se planteaban de cuando en cuando a lo largo de la obra, a lo cual siempre se determinaba, que debería esperarse por un momento preciso, siendo más plausible que este se hiciera evidente cuando el Nautilus se encontrase cerca de la costa. Pero a lo largo de la obra también vemos como el profesor Aronnax se encuentra tan fascinado por sus investigaciones mare in situ, de la fauna marina tan desconocida, que las ideas de escape comienzan a difuminarse para él. Sin embargo, y después de largos meses de cautiverio, la oportunidad se presenta, y es planteada abruptamente por el ballenero: «Ned Land me miro más fijamente aún que antes, hasta que, desplegando por último los labios, me dijo: –Lo voy a intentar esta misma noche…»[1] Esta situación pone al profesor en una espada de damocles, y le afecta a sobremanera: «Aquella jornada la recuerdo como una experiencia triste en extremo, ya que la pase luchando entre el deseo de recobrar la posesión de mi libre albedrio y el sentimiento de abandonar aquel portento que era el Nautilus, dejando incompletos mis estudios submarinos. Dejar así el Atlántico, ‘mi Atlántico’, como me complacía en llamarle, sin haber investigado sus últimas capas, sin haberle arrebatado los secretos que me habían revelado los mares de las Indias y el Pacifico, se me antojaba como la forma de dejar incompleto un acto…al que sin embargo esta también en nuestra manos darle fin. ¿Acaso no es esto igualmente una pérdida de la libertad? ¡Era como una novela que estuviéramos leyendo, y que nos fuera arrebatada de las manos al comienzo. ¡Qué horas tan penosas transcurrieron en mí en esta y al mismo tiempo anhelando que alguna circunstancia imprevista desbaratara los proyectos de Ned Land!»[2] Derivado de este escenario, nos asaltan –y con los pantalones abajo en una tarde de verano– las siguientes interrogantes: ¿Acaso el profesor ha sido preso de las pesadillas marinas o de algún desvarío mental? ¿Por qué se siente tan apenado de recobrar su libertad? ¿Por qué la libertad se le muestra como prisión ahora? ¿Por qué la libertad tiene que redefinirse en su ser? ¿Ned Land es el único cuerdo acaso? Son preguntas que surgen y que tal vez obtengan respuesta con esta cita de Rousseau: «…el impulso exclusivo del apetito es esclavitud, y la obediencia a la ley que uno ha prescrito es libertad…»[3] 2

De la sentencia de Rousseau, se puede colegir que, el profesor Aronnax inconscientemente se sujetó a su propio sistema normativo, y en ello, a un ideal metavolitivoindiviual –que se configuraba como el ideal de progreso y desarrollo de las ciencia naturales, más allá de sus aspiraciones personales–, aferrándose y regocijándose del mismo, porque era la realización de su investigación y de su trabajo. Sin embargo, esto no nos permite sostener que el ballenero Ned Land fuera un animal sin conciencia de una auténtica libertad, sino que su sistema de leyes internas era otro, y sus ideales, el de una vida sin ataduras a ninguna idea superior, sino a su brazo, su bisteck y su arpón, el concepto de libertad para Ned Land. ¿Quién era más libre? Es una pregunta que dejamos al lector. Como epílogo a este pequeño escrito y ante la proliferación del apolitismo, el esnobismo y la ausencia o carencia de racionalidad en la sociedad –como epifenómenos de la postmodernidad–, esta arista de la libertad (la libertad de Aronnax), es precisamente la que se encuentra en desuso, es demonizada o entendida como dogmatismo, cuando la lucha por ideales metavolitivo-individuales[4], y el sometimiento voluntario a una idea, no es más que otra faceta de la libertad, y en opinión del presente redactor, la auténtica libertad. ¿Qué no es el hombre sino sus ideas? _________________________ [1] VERNE, Julio. «20, 000 leguas de viaje submarino». Editorial Bruguera S.A. 1979. p. 365. [2] Ibídem. p. 366-337. [3] ROUSSEAU, Jean Jacques. «El Contrato Social». Capitulo VIII: Del Estado Civil. [4] Siempre y cuando estos ideales sigan principios racionales y objetivos –científicos–, alejados de todo dogmatismo.

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