La idea de convencionalidad existencial en Monólogo del padre con su hijo de meses de Enrique Lihn

Universidad Alberto Hurtado Facultad de Filosofía y Humanidades Seminario de Poesía Chilena Carolina Sandoval Villarroel

La idea de convencionalidad existencial en Monólogo del padre con su hijo de meses de Enrique Lihn

Enrique Lihn, es un poeta chileno miembro de la generación de los 50, conocido principalmente por su labor poética, aunque también supo desplegar su discurso en el ámbito de la crítica, la narrativa y el comic. Caracterizado por una visión crítica y descarnada de la vida y la literatura, publica obras sobre los modos de representación de la realidad en el arte, junto a la constante del desarraigo como es el caso de El Paseo Ahumada (1983) que además expresa una de las líneas fundamentales de la poesía de Lihn: la poesía urbana. Otra de las características presentes en su obra guarda relación con la apelación al oficio del escritor, y al sentido de su hacer, temáticas que se aborda n en La musiquilla de las pobres esferas (1969). De sus estimulaciones y concepciones en torno a la cultura y el arte, quedan las Conversaciones con Enrique Lihn, una serie de entrevistas realizadas por Pedro Lastra, sin embargo es con La pieza oscura (1963) que el autor fija los hitos, no sólo para su poesía, “sino para el panorama poético chileno en su conjunto” (memoria chilena.cl). En gran parte de los poemas que componen La pieza oscura, el sujeto lírico da cuenta de un presente problemático y una existencia insatisfecha, una situación que lo

sitúa en un espacio marginal, descentrado. Según lo que nos propone Matías Ayala, en Para una poética de Enrique Lihn, es mediante La pieza oscura que el autor adquiere paradójicamente una “mayoría de edad” deshaciéndose de los adolescentes ripios románticos. En este sentido, la idea de paradoja, surge debido a que la característica fundamental en gran parte de los poemas que componen La pieza oscura se centra en la infancia y su presencia fantasmagórica. De acuerdo a esto, Monólogo del padre con su hijo de meses, resulta característico dentro de la obra. En el poema, el hablante lírico, situándose en un presente angustioso, le habla a su hijo recién nacido, donde, mediante una perspectiva de hombre adulto, realiza un recorrido por la vida, desde la concepción, pasando por la niñez, la adolescencia y la adultez, momento que se manifiesta el clímax nostálgico característico del poema donde “vives de lo que ganas, ganas lo que mereces, mereces lo que vives/ Hay que felicitarte/ eres por fin, un hombre entre los hombres” (114117) lo que finalmente termina en la vejez y la muerte. El sujeto, en este sentido, se reconoce como una suerte de fantasma, preso de y en su propio pasado, incapaz de escapar y de atenerse a las normas que rigen la vida social en su presente y próximamente en su futuro, una situación que no sólo experimenta el hablante lírico, sino que también experimentará el hijo, y por qué no decirlo, todos. La idea de identificación en este aspecto es interesante, pues hay un juego con el lector; la intención de hacerlo partícipe del recorrido existencial que todos hemos pasado (niñez, adolescencia), o pasaremos (la vejez), junto a la idea de la anticipación de la muerte y la visión de una existencia que se dirige irremediablemente hacia ella.

En relación a la construcción y estructura poética, en Monólogo del padre con su hijo de meses, Enrique Lihn, realiza asociaciones tangibles respecto a lo abstracto, “de tus salidas a la calle vuelves/ con los bolsillos llenos de tesoros absurdos/ guijarros, florecillas/ hasta que un día ya no puedes luchar/ a muerte con la muerte y te entregas a ella” (145-148) es decir, en la vejez, todas las experiencias de vida -lo abstracto- toman forma de “tesoros absurdos”, simples “florecillas”, o piedras

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entendido como lo tangible- que finalmente, nada de importancia tienen al momento que llega la muerte. Por otro lado, nos encontramos con una tendencia ineludible a la digresión, además la prosodia no tiene una estructura definida, está casi por completo despojada de métrica, debido a la utilización del verso libre. Ahora bien, a modo de conclusión, podemos decir, que la idea del “viaje” existencial por parte del sujeto poético, dota al texto de un tenso dramatismo, que como ya vimos es característico de La pieza oscura, mostrando así, una visión casi de supervivencia dentro del destino convencional humano, al mismo tiempo que se percibe un aire de desencanto resignado. En este sentido, existe aquí una sensación de que no hay novedad, que todo ya se ha experienciado o está predeterminado dentro de límites reconocibles: el padre no cree que el niño podrá ser fe liz cuando sea adulto, presentándolo como una proyección de sí mismo, hablándole desde una cierta ancianidad.