La historiografía del \"despotismo ilustrado\": el siglo XVIII visto por los historiadores del XIX

July 3, 2017 | Autor: A. Calderón Argelich | Categoría: Nationalism, History of Historiography, History of Nationalism and Nation-Building
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Descripción

La historiografía del "despotismo ilustrado": el siglo XVIII visto por los historiadores del XIX Resumen: En este trabajo nos proponemos revisar la concepción del poder en la España del reformismo borbónico que exploraron los historiadores del siglo XIX, un aspecto que se encuadra en una tesis en curso sobre la interpretación liberal y romántica del siglo XVIII. El siglo de la Ilustración y del absolutismo mirado a través de este filtro puede dejarnos entrever rastros de varias discusiones. La principal inquietud que los historiadores del siglo XIX tenían sobre el siglo XVIII era comprender en qué medida se había contribuido al "progreso" de la "nación" española. Entre el período de "decadencia del imperio" (representado por el último reinado de los Austrias) y la "revolución nacional" de la Guerra de Independencia, había un siglo cuya naturaleza estaba por establecer. El proyecto político del nacionalismo exigía un relato sobre el pasado y los historiadores tuvieron la misión de construir una memoria sobre la España borbónica que fuera coherente con su identidad nacional. Abstract: In this paper we propose to review the idea of power in Spain of Bourbon reformism of the historians of the nineteenth century, an aspect that is part of a thesis in progress on the liberal and romantic interpretation of the eighteenth century. The Age of Enlightenment looked through this filter can let us glimpse traces of several discussions. The main concern that historians of the nineteenth century had on the eighteenth century was to understand to what extent had contributed to "progress" of the Spanish "nation". Between the period of "decline of the empire" (represented by the last reign of the Habsburgs) and "national revolution" of the War of Independence, was a century whose nature was to be established. The political project of nationalism demanded an account of the past and historians had the mission to build a report on the Bourbon Spain that was consistent with their national identity.

Esta comunicación se enmarca en una tesis doctoral en curso que pretende analizar la historiografía sobre el siglo XVIII español elaborada en el siglo XIX. La elección y el enfoque que aquí hacemos de este tema responde a dos inquietudes básicas: investigar cómo influye la ideología en el ejercicio del historiador y analizar cómo la historiografía ha sido utilizada para construir las identidades nacionales. De esta manera, la investigación que estamos realizando toca dos temas: la historia de la historiografía y la historia de los procesos de nacionalización. Los estudios críticos sobre los historiadores y sus obras han estado desarrollándose de un modo bastante prolífico en los últimos años1. Sin duda, esto no deja de ser un fenómeno colateral de la crisis de los grandes paradigmas que ha atravesado el trabajo del historiador en los últimos treinta años. El llamado giro lingüístico, el paso de la historia social a la historia cultural y de las representaciones, o el interés por las cuestiones de "memoria histórica" favorecen que cada vez más los historiadores se preocupen por autoanalizarse críticamente2. Por otro lado, la investigación que estamos llevando a cabo también tiene como objetivo hacer algunas aportaciones al estudio de la creación de las identidades nacionales, en las que las obras historiográficas son sin duda un instrumento muy relevante. En muchos casos, los historiadores a través de sus libros e investigaciones han proporcionado una narrativa que ha servido para dotar de significado esa identidad, o incluso han participado personalmente en el entramado institucional que la mantiene viva. Es obvio que el pasado es un elemento de primer orden en la legitimación de la nación, y aunque este no sea patrimonio exclusivo de los historiadores, estos han jugado un papel fundamental en la construcción y gestión de la memoria. De este modo, la historiografía es uno de los muchos elementos que ha ayudado a “imaginar” la comunidad3. Se configuró como conocimiento diferenciado del resto de saberes sociales, precisamente al mismo tiempo que las revoluciones liberales y los nacionalismos. La historiografía como área de conocimiento separada de la filosofía y

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Véase el último tomo de la Historia de España dirigida por Ramón Villares y Josep Fontana: José Álvarez Junco (coord.) Las historias de España: visiones del pasado y construcción de identidad, Madrid, Crítica-Marcial Pons, 2013. Ignacio Peiró, Historiadores en España: Historia de la Historia y memoria de la profesión, Prensas de la Universidad de Zaragoza, Zaragoza, 2013. 2 cf. Roger Chartier, El mundo como representación: estudios sobre historia cultural, Barcelona, Gedisa, 1992; François Dosse, La marcha de las ideas: historia de los intelectuales, historia intelectual, Valencia, Universitat de València, 2007. Darrin M. McMahon y Samuel Moyn (eds.) Rethinking modern European intellectual history, Oxford University Press, Oxford, 2014. 3 Eric J. Hobsbawm, Naciones y nacionalismo desde 1780, Barcelona, Crítica, 1992. Anthony D. Smith, Nacionalismo: teoría, ideología, historia, Madrid, Alianza, 2004. Azar Gat, Naciones: una nueva historia del nacionalismo, Barcelona, Crítica, 2014.

de la literatura apareció en Europa hacia mediados del siglo XVIII y principios del XIX, como un producto de las exigencias de la Ilustración (criticismo de las fuentes, cambios metodológicos, defensa de su utilidad para el debate público) y del romanticismo (anhelo de libertad, búsqueda del espíritu popular, literatura con ambiciones totalizadoras)4. En el caso de España, la instauración de los Borbones implicó un cambio en el modelo de pensar la comunidad de la monarquía hispánica que cada vez tomará más un carácter que podemos denominar como "protonacionalista". A inicios del siglo XIX, las viejas interpretaciones católicas y medievalizantes convergieron con las nuevas ideas románticas y revolucionarias que hicieron su aparición en Europa. Con la guerra de independencia y el complejo período de revolución y contrarrevolución, esta identidad nacional se consolidó pero pronto volvió a demostrar repetidas veces sus debilidades y los conflictos que acogía en su seno5. Paulatinamente se fue configurando una "master narrative" en la que los españoles eran un pueblo guerrero y celoso de su independencia frente a los invasores6. La Edad Media era así una época en que el equilibrio entre poder monárquico y representación ciudadana había conseguido un balance justo, que llegaría a su esplendor con los Reyes Católicos y el descubrimiento de América. Esta mirada mitificada y benevolente buscaba legitimar la monarquía como forma esencial de gobierno en España, fundamentar la idea de indisolubilidad de la nación española y elaborar un consenso sin fisuras entorno al carácter católico de la sociedad. La "decadencia" que marcaba la época de la dinastía de los Austrias menores era vista como las consecuencias del despotismo, el fanatismo y la ambición desmedida. Esta historiografía de talante liberal (aunque con importantes respuestas desde la izquierda más republicana o la derecha más neocatólica) propugnaba una historia protagonizada

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Daniel Woolf, “Of Nations, Nationalism, and National Identity: Reflections on the Historiographic Organization of the Past”, en Edward Wang y Franz Fillafer (eds.), The Many Faces of Clio Crosscultural Approaches to Historiography, New York, Berghahn Books, 2006, pp. 71-103. Stefan Berger, Writing the Nation: A Global Perspective, New York, Palgrave 2007. Stefan Berger y Chris Lorenz, Nationalizing the Past: Historians as Nation Builders in Modern Europe, New York, Palgrave Macmillan, 2010. 5 Jose María Portillo Valdés, Revolución de nación: orígenes de la cultura constitucional en España, 1780-1812, Madrid, BOE, 2000. José Álvarez Junco, Mater Dolorosa: la idea de España en el siglo XIX, Madrid, Taurus, 2001. Ricardo García Cárcel, El sueño de la nación indomable: los mitos de la Guerra de la Independencia, Madrid, Temas de Hoy, 2007. José Cepeda Gómez y Antonio Calvo Maturana, “La nación antes del nacionalismo”, Cuadernos de Historia Moderna, 11 (2012), pp. 9-22. 6 Krijn Thijs, “The metaphor of the master "narrative hierarchy" in national historical cultures of europeˮ, en Stefan Berger y Chris Lorenz (eds.), The Contested Nation: Ethnicity, Class, Religion and Gender in National Histories, Basingstoke, Palgrave Macmillan, pp. 60-74.

por las clases medias y burguesas, de las cuales dependía el progreso material y espiritual de la nación7. Esta "narrativa maestra" y las mutaciones que ha ido teniendo a lo largo del siglo XIX y XX ha sido estudiada por especialistas de distintas procedencias, no sólo por historiadores del nacionalismo o expertos en cuestiones historiográficas, sino por arqueólogos y medievalistas interesados en desmitificar algunas concepciones de su área de estudio. Los modernistas no se han mantenido al margen y también han abordado problemáticas historiográficas con resultados que han contribuido a clarificar la hipoteca ideológica de buena parte de la historiografía tradicional, así como para poner de manifiesto la necesidad de revisar conceptos fundamentales8. Sin embargo, en lo que respecta a la época de los Borbones y su interpretación posterior, todavía queda mucho por hacer. Para los dieciochistas, las cuestiones historiográficas siguen limitándose en la mayoría de los casos a estados de la cuestión y revisiones bibliográficas. Aunque se ha apuntado en varias ocasiones y se han realizado algunas tentativas, todavía no disponemos de un trabajo de conjunto que examine la función político-histórica siglo XVIII en el relato nacional que se construyó en la centuria posterior9. Desde luego que resulta evidente que el período que iba desde Felipe V hasta la muerte de Carlos III representaba un paréntesis entre la decadencia del imperio y la revolución 7

Ricardo García Cárcel, La construcción de las Historias de España, Madrid, Marcial Pons, 2004. Juan Sisinio Pérez Garzón, Paloma Cirujano y Teresa Elorriaga, Historiografía y nacionalismo español (18341868), Madrid, CSIC, 1985. Gonzalo Pasamar, “La configuración de la imagen de la Decadencia española en los siglos XIX y XX (de la historia filosófica a la historiografía profesional)”, Manuscrits, 11 (1993), pp. 183-214. Bartolomé, Clavero, “"Tejido de sueños": La historiografía jurídica española y el problema del Estado”, Historia contemporánea, 12 (1995), pp. 25-48. Fernando WULLF: Las esencias patrias: historiografía e historia antigua en la construcción de la identidad española (siglos XVI-XX), Barcelona, Crítica, 2002. 8 Ricardo García Cárcel, La leyenda negra: Historia y opinión, Madrid, Alianza, 1992. Roberto López Vela, “Carlos V y España en la obra de Modesto Lafuente: La interpretación liberal de la nación española dentro del imperio de los Austrias”, en José Martínez Millán (coord.), Carlos V y la quiebra del humanismo político en Europa (1530-1558): Congreso internacional, Madrid 3-6 de julio de 2000, vol. 3, Madrid, Sociedad estatal para la conmemoración de los centenarios de Felipe II y Carlos V, 2001, pp. 153-260. Doris Moreno, La invención de la Inquisición, Madrid, Marcial Pons, 2004. José Martínez Millan, “La dinastía Habsburgo en la historiografia española de los siglos XIX y XX”, Librosdelacorte.es, 7 (2013), pp. 33-58. 9 Algunos excursiones en esta cuestión: Benoît Pellistrandi "Los Borbones entre historia y opinión: los historiadores del siglo XIX y su visión de la instauración borbónica", en Pablo Fernández Albaladejo (ed.) Los Borbones: dinastía y memoria de nación en la España del siglo XVIII: Actas del coloquio internacional celebrado en Madrid, mayo de 2000), Madrid, Marcial Pons, 2002, pp. 627-643. Ricardo García Cárcel, Felipe V y los españoles: una visión periférica del problema de España, Barcelona, Plaza Janés, 2002. Javier Fernández Sebastián: “Du mépris à la louange. Image,présence et mise en valeur du Siècle des lumières dans l’Espagne contemporaine”, en Giuseppe RICUPERATI (ed.): Historiografie et usages des Lumières, Berlin, Arno Spitz, 2002, pp. 133- 158.

nacional. Pero, ¿este paréntesis fue beneficioso o nocivo? ¿Qué representaba el "siglo de las Luces" para unos historiadores que se sentían herederos tanto de una tradición ilustrada y profundamente católica al mismo tiempo? ¿Cómo podían conjugarse la defensa del liberalismo con la apología de un rey criado en el Versalles absolutista? El Setecientos entendido como objeto de estudio ofrecía varios retos para una interpretación destinada a resaltar las virtudes de la nación española10. Todavía más si se tiene en cuenta que para el nacionalismo catalán en ciernes, la instauración de la dinastía de los Borbones había significado ni más ni menos que la aniquilación de sus libertades11. A continuación me centraré en la valoración que algunos de estos historiadores de la primera mitad del siglo XIX hicieron sobre el "despotismo" de los gobernantes de esta época. ¿Cómo vieron las tensiones políticas que producía el reformismo ilustrado? A este proceso se le adjudicaron distintos significados y apreciaciones incluso opuestas, con importantes implicaciones historiográficas e ideológicas. Para empezar, cabe tener en cuenta que los primeros escritores que empezaron a pensar sobre el pasado en el contexto de la guerra de Independencia y las Cortes de Cádiz adoptaron una visión bastante más radical que los historiadores profesionales que los siguieron12. El jurista e historiador del derecho Francisco Martínez Marina en su Teoría de las Cortes consideraba a los Borbones como los continuadores de la nefasta política arbitraria de los Austrias que había implicado el vaciamiento de las Cortes y el reforzamiento del rey. Para este autor, "la nación ya no tenía más que una existencia precaria, se convirtió en patrimonio del príncipe, dejó de ser nación"13. Los Consejos habían perdido su representatividad y, por tanto, la desnacionalización de España había llegado a su punto culminante, como se demuestra con la abdicación de Felipe V al trono, una acción "antojadiza, arbitraria, intempestiva y aun opuesta al orden de la

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José Luis Gómez Urdáñez, “El artificio temporal y su responsabilidad en la reconstrucción histórica: la tópica periodización del XVIII español”, en Jacques Soubeyroux (dir.) Mouvement et discontinuité: approches méthodologiques appliquées à l'histoire et aux littératures d'Espagne et d'Amérique latine: hommage au professeur A. Gutierrez, Universidad de Saint Etienne, 1995, pp. 235-255. 11 Josep Maria Fradera, Passat i identitat: la Guerra de Successió en la política i la literatura del segle XIX català, Ajuntament de Barcelona, 1993. Roberto Fernández Díaz, Cataluña y el absolutismo borbónico. Historia y política, Barcelona, Crítica, 2014. 12 Pedro Ruiz Torres, “La historia en el primer nacionalismo español: Martínez Marina y la Real Academia de la Historia”, en Ferran Archiles, Ismael Saz, Estudios sobre nacionalismo y nación en la España contemporánea, Zaragoza, Prensas Universitarias Zaragoza, 2011, pp. 19-53. 13 Francisco Martínez Marina, Teoría de las Cortes, vol. II, Madrid, Imprenta de Fermín Villalpando, 1813, p. 248.

sociedad y a los intereses de la nación"14. Sin embargo, para el también historiador del derecho Juan Sempere y Guarinos, la época de los Borbones en cambio representaba la lucha del poder civil contra el eclesiástico, en el que el despotismo en todo caso provenía de los "abusos de la autoridad eclesiástica" que habían permitido "el trastorno del derecho español antiguo y los daños extremadamente graves ocasionados a la monarquía española por influencia de la jurisprudencia ultramontana bajo el gobierno de los reyes austríacos"15. A este respecto, Sempere dibuja una continuidad entre el regalismo contrario al poder eclesiástico y el liberalismo que protegía las libertades civiles. La época del reinado de los Borbones continuó huérfana de una obra que pudiera considerarse de historia hasta la aparición de las Memoirs of the Bourbon Kings of Spain (1813) escritas por William Coxe, un eclesiástico inglés relacionado con la alta aristocracia británica16. Conocido por sus biografías y libros de viajes, Coxe era un declarado partidario del partido whig y su trato con las poderosas familias de Malborough y Pembroke le permitió manejar una amplia documentación en sus archivos familiares para redactar una historia de la España borbónica. Su obra dejó una importante huella en toda la historiografía posterior, especialmente en la anglosajona, en la que hispanistas actuales como John Lynch o Henry Kamen reconocen todavía su importancia17. Traducida al francés por el sacerdote "afrancesado" Andrés Muriel en 1827, y luego al castellano por Jacinto Salas Quiroga en 1846, la obra de Coxe sienta las bases de un relato que será más o menos controvertido, pero siempre vigente. De hecho, Muriel aprovechó la obra para continuarla hasta el reinado de Carlos IV. Coxe, por su parte, se revela en sus Memoirs como un auténtico francófobo que considera que los progresos de la nación española a lo largo del XVIII se hicieron más a pesar de los Borbones que gracias a ellos. Según él, España fue un Estado de Luis XIV mientras este vivió y los Pactos de Familia sólo trajeron desgracias y casi ningún beneficio. El despotismo venía

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F. Martínez Marina, Teoría..., p. 107. Juan Sempere y Guarinos, Consideraciones sobre las causas de la grandeza y de la decadencia de la monarquía española (traducción, estudio preliminar y notas de Juan Rico Giménez), Alicante, Instituto de Cultura "Juan Gil-Albert", 1998, pp. 197-198. 16 William Coxe, Memoirs of the Bourbon Kings of Spain, 3 vols., London, Longman, 1813. Hay una reedición disponible: William Coxe, España bajo el reinado de la Casa de Borbón (1700-1788), estudio introductorio de Enrique Martínez Ruiz, Alicante, Universidad de Alicante, 2011. 17 John Lynch, La España del siglo XVIII, Barcelona, Crítica, 1991. Henry Kamen, Del imperio a la decadencia: los mitos que forjaron la España moderna, Madrid, Temas de Hoy, 2006, p. 27. 15

en este caso transmitido desde Versalles a través de la Princesa de los Ursinos contra el ánimo del joven Felipe V.18 El carácter despótico o absoluto de los regímenes políticos se asocia con el carácter dictatorial de los reyes, es decir, como una conducta política rechazable que sólo conduce a la ruina y al desorden. Sólo el reinado de Carlos III le merece a Coxe el calificativo de regenerador. Según sus palabras, con este monarca volvieron "las máximas antiguas de la sana política que reinaba en sus consejos antes de que el advenimiento de un príncipe Borbón les sometiese a la dependencia de Francia, haciéndola enemiga de Inglaterra"19. El motivo clave viene a ser la recuperación de su preciada independencia frente a Francia. También en su explicación del reinado de Carlos III es donde se establece con mayor claridad el contraste entre los gobernantes en la corte, por un lado, y el verdadero carácter de la nación: "En sus días, los españoles mostraron también que el espíritu de los viajes que tres siglos antes los había movido a surcar mares desconocidos y llevado al Nuevo Mundo, no se había apagado aún"20.

La historia de Coxe representa un punto de transición. Por un lado, aún mantiene los rasgos de la historiografía erudita del XVIII (de ahí el título de Memoires ya que en ocasiones el texto se acerca más a un conjunto de biografías), pero por otro lado ya plantea la existencia de una nación española que lucha por su independencia. En la edición inglesa de 1815, el mismo autor cita que se había entusiasmado por su historia al enterarse del "burst of patriotic enthusiasm" del que hicieron gala los españoles en 180821. Sin embargo, la eclosión de los nacionalismos se hizo notar en los años siguientes con la publicación de una nueva forma de narrar el pasado, que tomaba directamente a la nación como sujeto político. Estas nuevas "historias generales" ofrecían una interpretación desde los supuestos orígenes de la nación en la Antigüedad y narraban su desarrollo hasta la actualidad, reforzando las ideas de la unidad de la patria desde tiempos inmemoriales y del progreso de la civilización22. Estos polígrafos que las elaboraban estaban fascinados por la imagen de España difundida por los relatos de

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William Coxe, España bajo el reinado de la Casa de Borbón (1700-1788), estudio introductorio de Enrique Martínez Ruiz, Alicante, Universidad de Alicante, 2011, p. 202. 19 W. Coxe, España bajo..., p. 1326. 20 Ibidem, p. 1333. 21 William Coxe, “Advertisement to the octavo edition ”, Memoirs of the Bourbon Kings of Spain, vol. 1, Londres, Longman, 1815, s/n. 22 José Álvarez Junco (coord.) Las historias de España... , pp. 207-231.

viajes y memorias de la guerra de Independencia. Las ideas románticas del genio de los pueblos hacían de la Península Ibérica un territorio fascinante por su violencia y su autenticidad.23. Este vendría a ser el caso de la History of Spain and Portugal de Samuel Astley Dunham. Autor de varias biografías y diversas obras enciclopédicas populares, escribió la primera "historia general" completa de España de corte nacionalista y romántico24. La interpretación original de Dunham consideraba que la dinastía de los Borbones fue un capítulo más en del reforzamiento del poder real que se había iniciado con el "Iron Despotism of the Austrias".25 Con la llegada de Felipe V, las cortes catalanas habrían intentado de buena voluntad pactar sus leyes con el nuevo rey en Barcelona. Dunham desaprueba así la narración del felipista Vicente Bacallar Y Sanna, que considera a los catalanes como traidores, lo que le lleva a afirmar que: "the character of the Catalans is not to be sougth in the historians of Castile."26 Su rebelión, argumenta el historiador inglés, fue en legítima defensa contra el avance de lo que Dunham llama "royal tyranny", por lo que estaba muy lejos de ser una provocación. Para el autor, lo mismo pasaba en Aragón: la reina no lograba entender que las cortes reunidas en Zaragoza quisiesen negociar, por lo que simplemente decidió prorrogarlas a la espera de que Felipe volviera de Milán y Nápoles. Según su discurso, a la reina le resultaba incomprensible que fuesen tan "jealous of their ancient freedoms", por lo que volvió a Madrid con la esperanza de que "the forms of freedom would offer no obstacle to her autorithy".27 La historia de la dinastía borbónica se iniciaba en medio de una guerra que el autor condena abiertamente. Dunham cierra la parte dedicada a este episodio invocando la voluntad popular que luchaba contra el despotismo tanto de los Borbones como de Inglaterra, que provocó un conflicto que luego cínicamente abandonó: "its injustice is manifest: it was undertaken to dethrone a monarch whom the Spanish people had chosen, and to whom they adhered with unparalleled fidelity; and to replace him by a prince for whom they entertained no other sentiment than abhorrence: it was,

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Ismael Saz (ed.), “Dossier: España: la mirada del otroˮ, Ayer, 31 (1998). Carlos Serrano, El nacimiento de Carmen: símbolos, mitos, nación, Madrid, Taurus, 1999. 24 Samuel Dunham, History of Spain and Portugal, Londres, Logman, 1833. 25 S. Dunham, History..., p.116 26 Ibidem, p. 115 27 Ibidem, p. 115-116.

moreover, an insult to the national independence, and odious violation of international law28"

La oscuridad de la identidad de Samuel Dunham contrasta con la importancia de su traductor al español: ni más ni menos que Antonio Alcalá Galiano, uno de los ideólogos y políticos más representativos del moderantismo español29. Aunque esta no era la primera "historia general" de España que se traducía en nuestro país, su aparición a partir de 1844 si fue relevante por su carácter inusual ya que no se trataba de una simple traducción, sino más bien de una reescritura en la que el texto original de Dunham queda fusionado de manera indistinguible a las observaciones y opiniones de Alcalá Galiano30. La reescritura de Galiano es un síntoma de la problemática recepción de estas obras extranjeras por parte de los intelectuales españoles del momento. Estos recibían una mirada "extranjera" que acentuaba sus caracteres nacionales, al mismo que evidenciaban el déficit historiográfico español al no haber un François Guizot español capaz de elaborar una magna historia nacional. Hasta ese momento, el panorama seguía estando dominado por la obra tradicional del padre Juan de Mariana y los resúmenes y cronologías didácticas destinadas al aprendizaje escolar. Estos ya habían quedado desfasados por no tener las características necesarias para mantener su credibilidad y ofrecer una interpretación de acuerdo al nuevo período histórico de las revoluciones liberales. Galiano ofreció por su parte una interpretación bastante divergente de las tesis de Dunham. Según él, los gobiernos del siglo XVIII hacían "uso de medios despóticos para efectuar útiles reformas, desterrar abusos, derribar antiguos establecimientos, y producir con violencia el adelantamiento de la sociedad y de la ilustración"31. Esta interpretación le sirve para contraponer esta voluntad absoluta y suprema de mejorar de la nación frente a la corrupción y caos revolucionario posterior de la época de Godoy. Para este escritor moderado, Felipe V "sin agravar el despotismo que pesaba sobre la monarquía española le dio forma nueva" y mejoró el "sistema de gobierno absoluto de la

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Ibidem, p. 142 Raquel Sánchez García, Alcalá Galiano y el liberalismo español, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2005. 30 Antonio Alcalá Galiano, Historia de España desde los tiempos primitivos , 6 vols., Madrid, Imp. de la Sociedad Literaria y Tipográfica, 1844-1846. 31 Antonio Alcalá Galiano, Historia de España, vol 5..., p. 287. 29

monarquía francesa"32. La abolición de los fueros de Aragón, Valencia y Cataluña es vista como una mala decisión producto de una situación de guerra, aunque la justifica por su contexto33. Con Carlos III el "despotismo ministerial" habría llegado a su máxima expresión, pero "templaba su rigor la regularidad con que en general se procedía". El crecimiento económico, el orden social y la eficiencia de las instituciones eran las características "en que el llamado despotismo Europeo se diferencia del de las naciones bárbaras".34 De hecho, para Galiano, cierto grado de autoritarismo era necesario y deseable: "El poder absoluto de la corona, si tal nombre merece, como en verdad sucede hasta cierto grado, era ejercido con blandura general, con respeto a la las leyes, con orden y arreglo, y con voluntaria y aun satisfecha sumisión por parte del pueblo, muy ajeno en aquellos dias de pensar en novedades, ni en la libertad al uso antiguo"35

Desde esta interpretación, la nación española había quedado posicionada entre las mejores de Europa, y episodios como la expulsión de los jesuitas valieron la pena a pesar de que algunos quieran criticar sus formas. La traducción de las obras de Coxe y Dunham (incluyendo otras como las de Charles Romey y Victor Duhamel) provocó en los escritores autóctonos preocupados por la nación española la necesidad de ponerse a trabajar en una historiografía a escala nacional que cubriera todas las épocas. Modesto Lafuente, conocido ya por su obra periodística y costumbrista, fue el hombre dispuesto a emprender la tarea. Su logro fue ofrecer una interpretación nacional coherente, clara, y verosímil. La voluntad de la historia de Lafuente era ofrecer una "Biblia secularizada", como dijo José María Jover Zamora, que sirviera para forjar una conciencia nacional entre las clases medias ilustradas36. En su Historia general de España, reelaboró una propuesta conciliadora de las diversas tendencias liberales, por lo que puede considerarse como la historia oficial del régimen liberal que se había iniciado con la constitución de 1845. No hay que perder

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Ibidem, p. 257. Ibidem, p. 206. 34 Ibidem, p. 311. 35 Ibidem, pp. 273-274. 36 José María Jover Zamora, “Caracteres del nacionalismo español (1854-1874) ”, en Posibilidades y límites de una historiografía nacional, Madrid, Instituto de Información y Documentación ICYT, 1984, pp. 355-374. 33

de vista que un decreto de enero de 1851 recomendaba la compra de la Historia general de España a los ayuntamientos, diputaciones y consejos37. En la interpretación de Lafuente, el fin de la guerra de Sucesión exigía tomar con los valencianos, aragoneses y catalanes "providencias generales en castigo de su rebelión"38. Este cambio es justificado con dos ideas fundamentales: el derecho del vencedor y la acción de la Providencia. Los que habían apoyado al Archiduque Carlos tenían que recibir todas las "iras del vencedor" por traidores y mezquinos. Su desafección debía ser castigada sin duda para imponer el triunfo borbónico: "era necesario imponer privaciones de derechos políticos á los que políticamente habían delinquido"39. Para este historiador, Felipe V aparece como un rey castigador por necesidad: hubiéramos querido que no arrebatara á una parte del pueblo español lo que sus antecesores no habían podido arrancarle. Pero recordemos que fue en castigo de una rebelión armada, injustificable á sus ojos, é injusta también á los ojos de todo el resto de la nación.

A raíz de estas medidas, Lafuente se defiende de los críticos que han acusado a Felipe V de haber sido un déspota. Para él, ni remotamente podría equipararse la política del rey español con la del monarca francés, sobre el que no muestra reservas en acusarle de reducir las cortes y excluir a las "clases medias" del gobierno del país. había entronizado en Francia el más puro absolutismo; (...) había hecho enmudecer al parlamento, avasallado la nobleza, tiranizado el clero, excluido la clase media de las distinciones honoríficas, hecho desaparecer el pueblo y atrevídose a proclamar como principio la célebre máxima: El estado soy yo40.

Por otra parte, Lafuente busca también minimizar el cambio político en la monarquía hispánica. A su juicio, la Corona de Aragón ya estaba destruida y el "pueblo" estaba ya demasiado acostumbrado a la tiranía. Cualquier novedad que hubiera buscado aumentar el espectro de la representación política habría sido rechazada ya que "había llegado a formarse un habito de ciega sumisión que sin duda le parecía el estado natural de los

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Francisco de Asís López Serrano, "Modesto Lafuente como paradigma oficial de la historiografía española del siglo XIX: una revisión bibliográfica" en Chronica nova, 28 (2001), p. 333. 38 Modesto Lafuente, Historia General de España, vol. XVIII, Madrid, Establecimiento Tipográfico de Mellado, 1857, pp. 203. 39 Modesto Lafuente, Historia..., vol. XIX, p. 420. 40 Ibídem, p. 417.

pueblos"41.Lafuente resuelve estas cuestiones con una conclusión clara a través de la terminología. Mientras que Luis XIV había ejercido el "tiránico despotismo", Felipe V "sólo adoptó aquel absolutismo ilustrado, cuya ilustración había de servir de base a las futuras libertades políticas"42. Con el reinado de Carlos III, Lafuente pone la felicidad de la nación como uno de los principios que dominan la política interior. Utiliza palabras como "moralizar" o "civilizar", sin perder de vista en ningún momento una fuerte carga católica y moralizante, pero haciendo énfasis en la legitimidad de la acción estatal como una vía de progreso frente al abusivo poder de la Iglesia43. Las tensiones que iban a desarrollarse serían producto de aquellos que estaban "bien hallados con las antiguas ideas" y que rechazaban la "admisión de otras"44; pero también cuando los soberanos no tenían en consideración las costumbres nacionales. El tratamiento que la España de los primeros Borbones recibe en la Historia General de Modesto Lafuente es ante todo la historia de un éxito. En 1700, la nación estaba arruinada y en 1788 se había regenerado por completo. Los reyes habían colaborado con el progreso de la nación, la cultura se había revitalizado y las instituciones políticas empezaron finalmente a adoptar criterios de unificación. España por fin estaba gobernada por y para los españoles, nos parece decir. Excepto por la guerra de Sucesión y los combates por defender sus intereses en el mar, fue una época de paz y sosiego en la península. Lafuente escribe sobre una nación que había decidido ponerse a trabajar sus "intereses materiales" y que había decidido formar un frente común por el progreso. Un mensaje nada casual dada la coyuntura política desde la que escribía. Lafuente intenta erigir discretamente la España del reinado de Isabel II como el heredero de esta situación de regeneración nacional. Las desamortizaciones abortadas durante el reinado de Carlos III se vinculan con las leyes hipotecarias que se debaten en las cortes. El horizonte imperial africano aparece como una promesa para el futuro al tener que abordar la pérdida de Gibraltar y de las posesiones italianas. A pesar de que nuestra investigación está en curso, parece claro que hay un intento por parte de los historiadores de sortear las diversas contradicciones que se detectan en el reformismo borbónico. Aunque todos ven como nefasto el reinado de Carlos II, se 41

Ibídem, p. 418. Modesto Lafuente, Historia..., vol. XIX, p. 419. 43 Modesto Lafuente, Historia..., vol. XXI, 249. 44 Ibídem, p. 16. 42

observa claramente cómo a lo largo de la primera mitad del siglo XIX se forma un paradigma interpretativo que ve a los Borbones como los agentes de la regeneración. Incluso, los que se muestran más contrarios a su forma despótica o absoluta de ejercer el gobierno, aplauden las iniciativas culturales. Por su parte, los autores moderados claramente intentan destacar que a pesar de las "arbitrariedades", el fin último era garantizar el progreso de la nación. La visión más radical que se centraba en el carácter tiránico y extranjero de la dinastía dio paso a una visión que enfatizaba la imagen de unos reyes españolizados trabajando por el progreso de la nación. Los modos de pensar y hacer política en el siglo XVIII parecen tener un lugar incómodo en el discurso de estos nuevos historiadores. Se advierte cómo la herencia de la cultura ilustrada variaba en función de la coyuntura política en la que estos intelectuales se encontraban. La tensión entre los planteamientos liberales y románticos de buena parte de estos autores y su identificación como herederos del reformismo ilustrado no se resolverá fácilmente. Hacia mediados del siglo XIX, un liberalismo mucho más moderado necesitará referentes historiográficos que puedan legitimar sus equilibrios en el poder. La España dieciochesca aparece entonces como un referente cercano. Un referente que principalmente estaba fabricado por los historiadores.

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