La hipocresía: Aylan Kurdi y el espectáculo

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Descripción

La hipocresía: Aylan Kurdi y el espectáculo

No es cierto que una imagen valga más que mil palabras. Es la lógica del
espectáculo la que manda. Convertido en show, el cuerpecito de Aylan Kurdi
conmueve, incluso a los responsables de sembrar el mundo con miles de
pequeños cadáveres. Aylan se ahogó en un mar de hipocresía.

No es necesaria la imagen de un niño sirio muerto para entender que Europa
y EEUU son responsables directos de la muerte de miles de Aylan Kurdis,
todos los días, en todos los rincones del planeta.

Europa y EE.UU. necesitan de las invasiones y las guerras civiles que
padecen los pueblos de Medio Oriente y África. Las necesita la industria
armamentística. Las necesitan las compañías petroleras. Son indispensables,
además, para el posicionamiento geopolítico de Europa y EE.UU. Las muertes
de civiles forman parte de los planes de los poderes fácticos.

Que esa imagen haya disparado los presuntos sentimientos humanitarios de
los mismos dirigentes europeos que arrasaron los países de donde huyen los
migrantes es una muestra más de cinismo e hipocresía.

Los medios hegemónicos al servicio de los poderes fácticos, más coherentes,
se comportaron como aves de rapiña. Caranchearon el cuerpecito, lo
explotaron, lo revictimizaron.

Lo ahogaron, una y otra vez, en el mar de operaciones, manipulaciones y
mentiras que a diario ofrecen. Los mismos medios que apoyan las políticas
que hacen posible que decenas de miles de personas huyan de sus países,
ahora se ponen la máscara del ser humano sensible y conmovido.

El punto no es si se debe publicar o no la foto, sino cómo. La imagen, en
su debido contexto, posee la potencialidad de remitir a las decisiones
políticas que hacen posible la muerte que ella exhibe. Pero también, por el
contrario, puede funcionar como una pantalla que encubre esa realidad e
irresponsabiliza a los responsables. Presentando la foto en el contexto de
una serie de valores y sentimientos indiscutibles, universales, eternos, la
realidad que hay detrás se despolitiza, se hace ahistórica. En ese caso, la
imagen apenas sirve para que algunos exhiban sus chuchos y pucheritos
humanitarios y se sientan buenas personas.

La máscara de los sentimientos humanitarios se utiliza para tapar el
contexto. Para ocultar cuáles son las causas, inmediatas y remotas, que
hacen que estas muertes de migrantes sean no sólo posibles, sino
indispensables para el funcionamiento del sistema.

La Europa que excluye a los propios europeos con planes de ajuste ahora se
horroriza. La misma que aplasta al pueblo griego. La misma Europa que
recibe a los migrantes con alambre de púas, muros y represión, ahora pone
el grito en el cielo, hipócrita.

El primer ministro del Reino Unido, David Cameron, llamó "enjambres" a los
migrantes. La palabra se utiliza, en su primera acepción, para los
insectos.

Una de las más antiguas tradiciones europeas consiste en calificar de
"insectos" a un pueblo, antes de exterminarlo. ¿Y ahora, ante una imagen,
tan hediondos cacareos?
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