La hibridación que el colonialismo nos dejó: mirar a América Latina 60 años después

September 17, 2017 | Autor: S. Morales Gaitán | Categoría: Political Sociology, Latin American Studies, Nestor Garcia Canclini, José Carlos Mariátegui
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Descripción

Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) –Sede Argentina. Seminario: “Las ciencias sociales en América Latina: principales problemas y tópicos de análisis, estudios comparados” Profesor: Mariano Plotkin Trabajo final de curso Samuel Bedrich Morales Gaitán (520619004384) Fecha de entrega: 01.10.10

La hibridación que el colonialismo nos dejó: mirar a América Latina 60 años después.

Este hombre estaba informado de todas las corrientes filosóficas, políticas, económicas y artísticas. Podía hablar acerca de los teatros experiementales, los manifiestos surrealistas, el cubismo, la danza, las revoluciones mejicana, rusa, china, alemana y húngara. Guillermo Rouillon, respecto a Mariátegui. Prólogo a los 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana. (1955)1.

INTRODUCCION Una de las grandes ventajas de un ensayo es que permite a quien lo escribe cierta licencia que no le otorga la redacción de un artículo científico. Ciertamente, en el ensayo dicha libertad puede fácilmente calificarse de falacia o ficción si quien escribe no es un sujeto reconocido en el campo intelectual (condición con la que cumplo). Pero como toda limitación abre una posibilidad y dado que quien no arriesga no gana, me propongo hacer acá un ejercicio imaginativo donde lo único inverosímil es la reunión, no así las ideas de los proponentes. Mi objetivo consiste en reflexionar sobre el encuentro que podrían haber tenido José Carlos Mariátegui y Nestor García Canclini de haber coincidido en vida2. Una entrevista en la que cada uno hubiera expuesto al otro los argumentos de su libro más conocido (respectivamente, “Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana” y “Culturas Híbridas”). 1

En este ensayo se ha trabajado con una versión de “Culturas Híbridas” (2001, ed. Paidós, Bs As), que en adelante llamo “GC 2001” y dos de “7 ensayos de Interpretación de realidad peruana” (1955, ed. Universitaria, Chile; 2005 ed. El Comercio, Perú), en adelante “JM 1955 y JM 2005”, respectivamente. 2 A pesar de que el primero nació en 1894 y el segundo en 1939 (45 años de diferencia), la prematura muerte de Mariátegui hizo imposible que pudieran haberse cruzado en vida.

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Pienso primero en el sitio. Me parece que un congreso de latinoamericanistas estilo torre de Babel, donde se reúnen ponentes de todas las naciones e intereses y los participantes (frecuentemente con sombrero ellos y con ropa de colores vistosos ellas) reciben una mochila impresa con el logotipo del evento, no podría ser el sitio adecuado: Mariátegui explica desde las primeras páginas de los “Siete Ensayos...” su poca afinidad hacia la academia. Se me ocurre después la banca de un parque, pero fuera de evocarme a Borges y su encuentro con él mismo en Cambridge3, no alcanzo a imaginarme a un PhD con experiencia en consultoría internacional en UNESCO esperando sentado al editor peruano, mientras éste último termina de revisar la última prueba de la revista Amauta. Tal vez, para agotar una tercera opción y entrar de lleno al tema que nos ocupa, podríamos pensar en un homenaje a la cultura Inka (con “k”, como lo ha escrito Mariátegui) en donde ambos se cruzarían por primera vez (y tal vez única) y al que García Canclini habría asistido como antropólogo recientemente titulado en su interés por comprobar la interminable hibridación latinoamericana, mientras José Carlos sería parte del comité organizador y ya en este ficcional momento, un hombre de edad muy avanzada. Así que bajo ese set hipotético localizado en alguna surrealista ciudad latinoamericana me dispongo a poner en contraste algunos de los temas coincidentes de ambos autores. Divido, para ello, este trabajo en tres partes: una primera, en que abordo y desgloso los que considero principales argumentos de ambos en función de cuatro temas (el pasado, el otro, el arte, el futuro), una segunda en que planteo reflexiones sobre el contexto en que fueron escritos y sobre sus autores, y una última, con mis reflexiones finales sobre los textos y sobre este ejercicio.

PARTE UNO: SEIS DÉCADAS, DOS VISIONES Comenzaría García Canclini explicando que en su texto hay un intento por explicar su época y fijar una posición respecto a lo que él llama “el proceso de hibridación cultural de América Latina”. En su introducción refiere al concepto de hibridación como una suma de términos como fusión, sincretismo y mestizaje, al tiempo que evidencia una 3

El otro, Jorge Luis Borges. En Rodriguez Monegal, E. (comp.) Jorge Luis Borges. Ficcionario. Una antología de sus textos. FCE, ([1981] 1997), México. 483 pp.

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combinación de estructuras o prácticas discretas que demuestran que no existe más la pureza de las culturas. Esto pone en cuestionamiento el concepto mismo de identidad, por lo que se vuelve necesario mover el objeto de estudio: de éste último [la identidad] hacia el primero [la hibridación]. Si bien –continuaría- es cierto que se puede “entrar y salir de la hibridación, como lo ha citado Cornejo Polar, reconociendo que hay procesos no dialécticos en los que existe sólo una toma de posición temporal de acuerdo con el interlocutor (que llama tránsito y provisionalidad), como los del migrante que no siempre está dispuesto a sintetizar las distintas estancias de su itinerario” (GC 2001:20), pero lo cierto es que lo importante para el investigador es pasar de la labor descriptiva hacia una interpretativa. Mariátegui diría por su parte que coincide con la necesidad de ser más interpretativo para comprender la realidad, pero que en cambio su texto debe ser más bien entendido como una toma de posición política, pues su interés principal al escribir es “concurrir a la creación del socialismo peruano”, que considera una alternativa para su país. Reconocería también que el tiempo que vivió en Europa (Italia) le permitió generar uno de sus mejores aprendizajes y que cree “que no hay salvación para Indo América sin la ciencia y el pensamiento europeos u occidentales” (JM 2005:16), pero que no por pensar así se considera “europeizante”. De hecho, insistirá, “la necesidad más angustiosa y perentoria de nuestro progreso es la liquidación de esa feudalidad que constituye una supervivencia de la colonia [...] Los hombres nuevos quieren que el Perú repose sobre sus naturales cimientos biológicos. Sienten el deber de crear un orden más peruano, más autóctono.” (JM 2005:192). De sincretismo e híbridación, ni una palabra. El pasado Tanto García Canclini como Mariátegui llevan a cabo un anclaje en el pasado. Para el segundo, vista la lectura que hace del Perú a través del materialismo histórico, los orígenes juegan un rol muy importante en la explicación del presente (el de 1928, por supuesto). El pasado atraviesa todo el libro y en los siete ensayos se lee una fuerte condena hacia la colonización: “España nos trajo el Medioevo: inquisición, feudalidad [...] De la mayor parte de estas cosas nos hemos ido librando [...] Pero de su cimiento económico, arraigado en los intereses de una clase cuya hegemonía no canceló la revolución de independencia, no nos hemos liberado todavía. Los raigones de la feudaliad están intactos” (JM 2005:54). Mariátegui no duda en recordar que el regimen colonial diezmó la población y la redujo en tres siglos, de diez millones de indígenas a 3

uno: “Este hecho condena al coloniaje y no desde los puntos de vista abstractos o teóricos o morales –o como quiera calificárseles- de la justicia, sino desde los puntos de vista prácticos, concretos y materiales de la utilidad” (JM 2005:56). Existe, al mismo tiempo en este escritor peruano, una idealización completa hacia el pasado del imperio incaico: el Ayllu, unidad básica de propiedad colectiva, es una muestra de que el comunismo à la inka existía y de que los pueblos indígenas son capaces de organizarse solos y determinar sus instituciones. No escatima Mariátegui en su apología por la comunidad indígena, que “conserva dos grandes principios económico sociales que hasta el presente ni la ciencia sociológica ni el empirismo de los grandes industriales han podido resolver satisfactoriamente: el contrato múltiple de trabajo y la realización de éste con menor desgaste fisiológico y en un ambiente de agradabilidad, emulación y compañerismo” (JM 2005:87)4. En breve: el pasado no puede ser olvidado. Para García Canclini en cambio, la historia es un espacio menos cristalino. Es, sí, importante mirar hacia atrás, pero más a la manera de un punto de partida que indica que hay un pasado, convertido en historia y luego tomado como patrimonio que deviene en hegemonía, pero no como algo inflexible que no admite reinterpretación. Para él, es claro que nuestros países son el resultado de un proceso de yuxtaposición y entrecruzamiento de culturas indígenas, colonialismo español y acciones políticas, educativas y comunicaciones modernas. Todo es cambio, y es constante. Es asímismo interesante "el retorno a los origenes premodernos como recurso para descentrar, diseminar, la mirada actual" (GC 2001:120), pero también es importante (y acá no habla directamente de la historia, sino de la aplicación que de ella hace la hegemonía en el patrimonio) comprender que “la teatralización del patrimonio es el esfuerzo por simular que hay un origen, una sustancia fundante en relación con la cual deberíamos actuar hoy” (GC 2001:159), pero que ello responde a intereses del presente. En tanto que antropólogo en continuo cuestionamiento, García Canclini es más partidario de una historia llena de contradicciones, en la que la modernización no puede llegar a todos los sectores (y tal vez acá coincide con Mariátegui, aunque él hubiera dicho progreso) en las condiciones en que se encuentra latinoamérica: grandes tasas de 4

Nota curiosa: en 1994, Lash y Urry nos recuerdan que algunos de quienes trabajan en el turismo no ven su trabajo como tal, con lo que no le es tan tedioso, sino que lo identifican más con un juego, máxime cuando el sueldo no es muy alto, pero a cambio, tienen libertad de desplazamiento. Economías de signos y espacio –sobre el capitalismo en la posorganización ([1994] 1998:272). Amorrortu, AR, 465pp.

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analfabetismo y un alto porcentaje de habitantes en condiciones de pobreza. “En México [y se puede extender a Latinoamérica] no se llega a la modernidad, sino a procesos desiguales y combinados de modernización” (GC 2001:152). Estos son, en pocas palabras, nuestros orígenes y nuestras continuidades. El otro Para García Canclini no existe una frontera traslúcida respecto al otro: la hibridación cultural, ese entrecruzamiento, hace que juguemos diferentes roles según el contexto en que nos encontremos: en ocasiones el otro soy yo mismo, que me “desmexicanizo para mexicomprenderme

[...]

Soy

posmexica,

prechicano,

paulatino

transterrado,

arteamericano, depende del día de la semana o del proyecto en cuestión [...] las culturas pierden la relación exclusiva con su territorio, pero ganan en comunicación y conocimiento” (GC 2001: 294-316). En este sentido, parecería que más que alteridad, convivieran alteridades en continua regeneración y que no están libres de pugna ni de teatralidad: las “interacciones entre hegemónicos y subalternos son escenarios de lucha, pero también donde unos y otros dramatizan las experiencias de la alteridad y el reconocimiento [...] La confrontación es un medio de escenificar la desigualdad y la diferencia” (GC 2001:256): un otro indígena que enfrenta a occidente obteniendo como resultado una nueva técnica para su artesanía; un otro rural que se muda a la ciudad y decide resistirse a ser citadino; un mexicano que se mira a sí mismo en las exhibiciones de un museo donde su identidad mestiza (española-india) es reconstruida, pero sin la presencia de los otros migrantes que también componen su país: judíos, negros, asiáticos, como si nunca hubieran llegado. “Hoy –concluye- “todas las culturas son de frontera” (GC 2001:316) y Tijuana, en el límite México-Estadounidense, es la “locomotora de la posmodernidad”. Para Mariátegui en cambio, la frontera está trazada y es evidente: así como hay un pasado y un presente, hay un choque cultural: “En el Perú [...] no hay que resolver una pluralidad de tradiciones locales o regionales, sino una dualidad de raza, de lengua y de sentimiento, nacida de la invasión y conquista del Perú autóctono por una raza extranjera que no ha conseguido fusionarse con la raza indígena ni eliminarla ni absorberla” (JM 2005:184; mi resaltado). Occidente llegó al Perú para conquistarlo, saquearlo y explotarlo. Primero fueron los españoles, luego los criollos aristócratas, después los ingleses; sea a través del guano, del salitre o de la caña de azúcar. Ellos son los que dominan. El otro, el extranjero, ha vencido, esclavizado y oprimido al inka que 5

ayer tenía “el hábito de una humilde y religiosa obediencia a su deber social [... y que] empleaba fructuosamente el trabajo colectivo, el esfuerzo común en fines sociales” (JM 2005:17) ha sido reducido por los hacendados a un ser “ignorante y alcohólico”. No existe el proceso de hibridación, sino un contexto de lucha en el que es necesario optar: o se está por el gamonal (el latifundio) o se está a favor del indio. Y para Mariátegui no hay duda: es el tiempo de éste último. El arte Ambos autores acordan al arte un análisis distinto; Mariátegui se enfocará únicamente en la literatura y lo que él considera su proceso de evolución cronológia en el Perú; para García Canclini, será la máxima expresión de la hibridación, visible en todos los ámbitos y utilizado con fines hegemónicos y económicos: la industria cultural. Pero vayamos por partes. Comenzará Mariátegui diciendo que en sus inicios, los escritores nacionales han sido españoles: sus textos han servido a la difusión de la cultura hegemónica y dominante. Salvo el Inca Garcilaso (que también tiene su lado español), todos escriben desde su aprendizaje ibérico: llamar a la literatura “nacional” es una quimera. “Mi misión hacia el pasado [de la literatura] parece ser de votar en contra” (JM 2005:203). Luego se pasará de lo español colonial hacia una ruptura con el virreinato pero (aunque Ricardo Palma y sus Tradiciones tiñan de ironía el pasado colonial), no se logrará una escritura nacional, como la Argentina –por la que evidencia gran admiración- que para él es criollista, con identidad nacional: “el argentino es identificable en cualquier parte del mundo: el peruano no. Esta confrontación [...] es la que nos evidencia que ya existe una nacionalidad argentina, mientras no existe una peruana.” (JM 2005:298). Finalmente, en su presente de 1928 percibe una reinterpretación del pasado y un acercamiento al indigenismo: una reivindicación de lo autóctono que comienza a ocupar un espacio en la literatura, un camino alterno en esa separación cultural que persiste. Pero al mismo tiempo, la literatura entra al cosmopolitismo: se convierte en una “imitación de corrosivos decadentismos occidentales”5 (JM 2005:315), y sin embargo paradójicamente, “bajo este flujo precario [...] un nuevo sentimiento se anuncia [...] por los caminos universales, ecuménicos, que tanto se nos reprocha, nos vamos acercando 5

Si bien antes habría reconocido, leyendo a De Sanctis (Historia de la literatura italiana 1870-1872), que una literatura nacional es verdaderamente una quimera y que la poesía griega tenía de la asiática, y la latina de la griega, y la italiana de la griega y la latina [JM 2005:208]).

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cada vez más a nosotros mismos” (JM 2005:315). García Canclini coincidirá en el uso del arte y de sus expresiones por los grupos dominantes, sin embargo insistirá también que en el presente (su presente, 1990) el incremento de los medios de comunicación democratizan el acceso a las formas de expresión. Para él, si bien es cierto que se importan valores europeos, norteamericanos y de otros confines, también es verdad que éstos no se adoptan de “forma mimética, sino que por el contrario, siempre están en juego con la cultura local” (GC 2001:93). En esta especie de melting pot, se crean mercados culturales dominados por una lógica socioeconómica del capitalismo que chocan con las estrategias del culturalismo político que ubicaba el arte como el medio de expresión de unos cuantos (las elites). Existe ahora un consumo masivo de cultura que, sin embargo, no está libre de influencias hegemónicas. Por el contrario, “divulgar la cultura no siempre es la forma de sensibilizar al arte y ser democrático. Aunque se supone que abolir la heterogeneidad cultural elimina diferencias y marca otras, los mecanismos de reforzamiento de distinción suelen ser recursos para reproducir la hegemonía, [...de hecho] ‘democratizar el arte’ tiene un componente autoritario cuando queremos que la interpretación del receptor coincida con la del emisor” (GC 2001:153-154). Para él, tampoco existen los mensajes libres de contenido. El autor de las Culturas Híbridas distingue entre el arte “culto” y el “popular”. Analiza cómo éste último se relaciona con los medios de comunicación, si no en igualdad de condiciones, al menos con cierto poder negociador. Por otro lado, lo identifica también como una forma de expresión en continuo rediseño, a la que en ocasiones se toma con demasiado rigor, siendo que se modifica con los sucesos de cada época. Se cuestiona también sobre la utilidad de preservarlo estáticamente pues, piensa, se alimenta con múltiples adaptaciones generadas en ese proceso de hibridación y resignificación que permiten a sus productores hacerse un espacio en el mercado cultural. El de García Canclini, a diferencia del de Mariátegui (que propugna por un desarrollo cultural de lo indio y de lo español, pero de forma separada, no sincrética), es un arte mezclado, en donde lo auténtico no existe sino como una invención de la modernidad. Un mundo en el que el examen “de las artes cultas requiere librarse de la pretensión de autonomía absoluta del campo y de los objetos [... en tanto que el análisis] de las culturas populares exige deshacerse del supuesto de que su espacio propio son comunidades indígenas autosuficientes, aisladas de los agentes modernos que hoy las 7

constituyen tanto como sus tradiciones. (GC 2001:228)

El futuro Mariátegui lo enuncia desde su advertencia: el futuro no será sin el socialismo. Sin embargo, éste no se ha alcanzado porque ha sido un proceso interrumpido. Pero más allá de la propuesta de un plan esquemático para conseguirlo, el autor reflexiona sobre las dificultades del camino. Si bien la educacion es una de sus preocupaciones, considera que mientras el indio conserve su posición de siervo, esto será imposible. Por eso la necesidad de cambio de sistema económico. Pero tal vez en el fondo, su mayor preocupación tiene que ver con lo racial, que traduce en la inexistencia de una nacionalidad. Si bien revisa el concepto de “raza cósmica” que retoma de Vasconcelos (JM 2005:304) y que parece llamarle la atención, también evidencia su desinterés por el aporte cultural de migrantes chinos o negros (de la misma forma que García Canclini intuye el desinterés del establishment mexicano por otras culturas que no sean las indígenas americanas y la española) y lo sume de nuevo en una idealización negativa del mestizaje, que “dentro de las condiciones económico sociales subsistentes entre nosotros no sólo produce un nuevo tipo humano y étnico sino un nuevo tipo social; y si la imprecisión de aquél [el mestizaje], por una abigarrada combinación de razas, no importa en sí misma una inferioridad, y hasta puede anunciar, en ciertos ejemplares felices, los rasgos de la raza “cósmica”, la imprecisión o hibridismo del tipo social, se traduce por un oscuro predominio de sedimentos negativos, en una estagnación sórdida y morbosa” (JM 2005:307). Y así, parece abogar por un futuro en que dos líneas paralelas de cultura avancen en el logro del socialismo, pues la mezcla no parece aportar grandes ventajas: “en el mestizo no se prolonga la tradición del blanco ni del indio: ambas se esterilizan y contrastan.[...] Dentro de un amiente urbano, el mestizo salva rápidamente las distancias que lo separan del blanco hasta asimilarse en la cultura occidental [...] pero la dinámica y la disciplina de ésta le imponen automáticamente sus hábitos y concepciones. [...pero] mientras el indio está en su medio nativo y no lo desplaza la emigración, no tiene nada que envidiar al mestizo” (JM 2005:307). Para Mariátegui, no es mucho lo que se puede esperar del cosmopolitismo y de una creciente mundialización que probablmente observa, pero para la que no tiene una mirada fervorosa, sino más bien dubitativa.

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García Canclini, nacido sólo 45 años después de Mariátegui, tiene una concepción totalmente distinta de lo que puede significar el futuro: es como si siempre hubiera estado ahí. Para él, lo que importa es sintetizar, de una manera constructivista, los orígenes con el presente híbrido, pues no hay sólo “indígenas y conquistadores”, y es imposible pensar en dos bloques homogéneos sin debates en su interior. Precisa que estudiar este proceso únicamente en términos de poder es incorrecto, pues da “una visión sesgada e inverosímil de lo real [dado que] también existen la solidaridad, la reflexividad, la adaptación y el afecto; el mundo debe ser visto en una concepción más flexible, como los que hoy asisten voluntariamente al curandero y luego al médico alópata.” (GC 2001:256/316). Para él, la hegemonía está presente –hay grupos poderosos que explotan a otros débiles- pero ésta no viene desde un país o cultura en particular: lo que existe es una “densa red de estructuras económicas e ideológicas” (GC 2001:282), en continuo intercambio. Es gracias a ello que en esta época llamada pos-modernidad, tenemos la posibilidad de vernos “desde afuera”: “su aporte [de la posmodernidad] es útil, pues revela el carácter construido y teatralizado de toda tradición. [...] Al mismo tiempo, ofrece la ocasión de repensar lo moderno como un proyecto relativo, dudable, no antagónico a las tradiciones ni destinado a superarlas por alguna ley evolucionista inverificable...“ (GC 2001:194). En el futuro –Sigue García Canclini- habrá que reducir la desigual modernización, pero al mismo tiempo aprovechar el dinamismo actual y la democratización que se da, así sea con sobresaltos y contradicciones. Se vuelve pues necesario actuar en varios escenarios. En suma, “se trata de ser radical, sin ser fundamentalista”.

PARTE DOS: DOS MOMENTOS DE LA HISTORIA Sería difícil comprender los argumentos de ambos escritores sin considerar el contexto, tanto espacial como temporal en que fueron esgrimidos. Si la licencia que me he tomado ha logrado plantear sus ideas en un espacio “neutro” (ese hipotético set de alguna surrealista ciudad latinoamericana), aclaro ahora que ello sólo es posible en la ficción –y acaso-, por lo que procedo a puntualizar el tiempo y el espacio desde y para el que fueron escritos: Mariátegui tenía, al publicarse los “7 Ensayos...”, treinta y cuatro años. Era un hombre

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sin formación universitaria, aunque con un vasto bagage cultural, y ya para ese momento, un intelectual reconocido y de clara posición ideológica socialista. El libro recopila su ideario, aún sin terminar: “Ninguno de estos ensayos está acabado: no lo estarán mientras yo viva y piense y tenga algo que añadir a lo por mí escrito...” (JM 2005:16). Hace además, sólo cinco años que ha vuelto de un viaje –con tintes de deportación- que le tuvo cuatro años en Italia, donde pudo conocer el pensamiento europeo de la época: el ascenso del fascismo, la Alemania de la posguerra, huelgas obreras, la Tercera Internacional. A su vuelta al Perú participa activamente en la vida política del país, sea a través de la revista Amauta, o bien formando parte de debates al interior de los grupos socialistas. Llega a ser encarcelado por sus ideas. La república del Perú no cuenta con más de cinco millones de habitantes (80% en área rural, 150 mil en Lima) y escasos cien años de haberse independizado de España, pero es ya un espacio dominado por inversionistas extranjeros que concentran economía y “desarrollo” extrayendo materias primas para el mercado internacional; el crecimiento del país se focaliza en la zona costera: no existe sino el transporte marítimo para comunicarse con Europa y exportar; el interior del país subsiste bajo el esquema de producción agrícola de subsistencia. La “globalización” está aún lejos de llegar. Carcía Canclini nace en 1939 en Argentina. Estudia antropología y se doctora tanto en su país de origen como en París, Francia. A partir de 1976 vive en México, donde se exilia tras la entrada de la dictadura en ese mismo año en Argentina. El libro al que me refiero fue publicado por primera vez en 1990. Ha sido consultor para UNESCO. En cuanto a su época, demasiado cercana como para considerarla parte de la historia, podríamos simplemente referirla como contemporánea: de cambios veloces, en un mundo crecientemente interrelacionado y en el que en efecto, las fronteras culturales caen, la guerra fría se agota y la hegemonía occidental es evidente. Por otro lado, las consecuencias económicas del sistema capitalista evidencian ya, desde los años 80 una creciente concentración del capital en manos de los que más tienen. García Canclini prefiere ubicarse desde lo que ahora se denomina posmodernismo: un espacio desde el que es “posible” abstraerse del presente para generar una crítica reflexiva del mismo.

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PARTE TRES: REFLEXIONES FINALES Sólo 62 años separan la publicación de los “Siete Ensayos...” y “Culturas Híbridas”, y sin embargo, las visiones sobre los aspectos expuestos implican más desacuerdos que avenencias. Me atrevo a pensar que de haberse encontrado (vuelvo momentáneamente a mi ficción), la de García Canclini y Mariátegui hubiera sido una primera y única reunión: sus desacuerdos habrían llevado la mayor parte de la entrevista, a pesar de la admiración de uno por la Argentina y del otro por su lucha política. En la reflexión de que todo libro es de algún modo autobiográfico, considero que el argentino, con su carga histórica migrante, el peso de la política y el exilio y su experiencia de viaje, podría considerarse a sí mismo parte de esas “culturas híbridas” a las que hace mención: ¿qué mejor prototipo que él para ejemplificar la época actual de continuas mudanzas y desterritorializaciones? Mariátegui en cambio vivía una época distinta en que el Perú buscaba (y continúa haciéndolo) su identidad nacional. Me parece que por ello Sarmiento le resulta tan atractivo: es su ideal de escritor, político y hombre de disciplina férrea que “logra” imponer el “orden” y el “progreso”, aún a costa de una mirada contradictoria que desdeña indios y negros y con la que nuestro actor coincide: “El prejuicio de las razas ha decaído [...] pero el aporte del negro aparece más nulo y negativo aún que el del chino. No estaba en condiciones de contribuir a la creación de una cultura, sino más bien de estorbarla” (JM 2005:306). Mariátegui se contradice con frecuencia: “La nación es una abstracción , una alegoría, un mito que no corresponde a una realidad precisa” (JM 2005:208), pero cree que vale intentarlo, para lograr un Perú socialista. Son sus últimas páginas, las relacionadas al indigenismo, las más contundentes: esa continua tensión entre la no existencia de nacionalidad y la persistencia de una dualidad racial no asimilada, ni mezclada estará presente en todos los espacios de la vida – incluido el literario. Si bien el de García Canclini no es un libro de política, ésta lo cruza de múltiples formas, aunque en términos más ambiguos. Su posición es la del investigador que justifica la posición de intérprete, más que la de legislador, pero tambíen sugiere, plantea, la forma en que debe manejarse la cultura, más allá de simplemente observar cómo esta se va transformando y recreando. Ambos escritores usan la memoria de distinta manera: para Canclini es la memoria que

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propone el olvido, la que hace del pasado una nebulosa que puede ser vista de muchos modos; para Mariátegui es la memoria histórica que acusa: la que no se olvida de los españoles, la que añora a los pioneers del protestantismo americano, la del indio que exige reparación (aún hoy en día). Sobre el ejercicio Este ejercicio es también una comparación de México y Perú (y acaso algunas reflexiones alcancen otros países entre el Río Bravo y la Patagonia): de sus contextos y realidades; de las insalvables diferencias que subsisten en esta supuesta unión latinoamericana. Porque aún en la homogenización hegemónica que a veces admiramos y otras aborrecemos (según lo que traiga: ideas revolucionarias o crisis culturales; medios de comunicación o decadencia moral) persisten por todo el continente comunidades enclavadas en la montaña, perdidas en la selva u olvidadas en la ciudad, justo como las que describe Mariátegui, donde la solidaridad es la única defensa ante el occidente avasallador. Es una comparación para entender la hibridación que un día significa mujeres michoacanas de Ocumicho haciendo diablos “tradicionales” y otro día reproduciendo a la Marianne guiando al pueblo francés (GC 2001), pero que tambíen significa una impresionante industria cultural mediática y virulenta al estilo Televisa, que va por el mundo hibridando nacionalidades, con el apoyo del Chavo del Ocho y las telenovelas.

SITIOS WEB CONSULTADOS http://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/mariategui.htm http://www.biografiasyvidas.com/biografia/s/sanctis.htm http://www.monografias.com/trabajos45/ingenio-comercial/ingenio-comercial2.shtml http://nestorgarciacanclini.net/ http://es.wikipedia.org/wiki/Néstor_Garc%C3%ADa_Canclini http://es.wikipedia.org/wiki/Domingo_Faustino_Sarmiento http://mediocracia.wordpress.com/2010/01/06/releer-a-garcia-canclini/

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