La habitabilidad del Centro Histórico de la Ciudad de México

August 27, 2017 | Autor: D. Sánchez Bonilla | Categoría: Patrimonio Cultural
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Descripción

LA HABITABILIDAD DEL CENTRO HISTÓRICO DE LA CIUDAD DE MÉXICO

Delia Sánchez Bonilla1

Resumen El día a día en el centro histórico es una lucha constante entre el “espacio disputado” y el “espacio compartido”. Los inevitables conflictos sociales le han acompañado por años y seguramente estarán presentes en el futuro, pero corresponde a las autoridades, los gestores, la sociedad civil y los habitantes garantizar la viabilidad para quienes viven, trabajan y pasean en el centro histórico, de distintas maneras: habitantes de antaño y recién llegados, usuarios frecuentes y esporádicos, visitantes nacionales y extranjeros, comerciantes fijos y ambulantes, así como los encargados de la gestión y la articulación del tejido social. El Centro Histórico se constituye en un imán de experiencias compartidas, independientemente de la diferencia en nivel socioeconómico, edad, gustos y consumos.

Hablar, entender y explicar qué es el Centro Histórico de la Ciudad de México no es una tarea fácil cuando se ha escrito y se ha dicho tanto del CHCM que uno rápidamente se reconoce en esos discursos pero, también, al caminar sus calles, ver su arquitectura y su dinámica cotidiana, siempre encuentra cosas y situaciones que parecen novedosas y sorprendentes. Existen distintas apropiaciones del CH, sea como bien de uso (habitar, trabajar, circular, recrearse) o como bien de consumo (disfrute e intercambio de significados). El Zócalo parece flexible, es un escenario para el performance: tiene una parte lúdica, lo mismo se puede pasear, cantar, andar en bicicleta, que expresarse por medio del vestido o la palabra; crea una dinámica de derechos, el derecho a vivir la ciudad.

En el libro publicado por la Escuela de Administración Pública del DF, Conservación y manejo del Centro Histórico de la Ciudad de México: un caso exitoso de política

1

Doctoranda del posgrado en Ciencias Antropológicas de la UAM Iztapalapa y gestora independiente en Cultura y Ciudadanía AC. [email protected]. Ponencia presentada en el Tercer Congreso Nacional De Antropología Social Y Etnología realizado en la Ciudad de México del 24 al 26 de septiembre de 2014.

pública2, colaboré con un equipo de investigadores integrado por Eduardo Nivón, Carmen Pérez, Diego Prieto, Janeth Lezama y Carlos Sierra. En ese estudio recuperamos voces de los habitantes de antaño y recién llegados, usuarios frecuentes y esporádicos, visitantes nacionales y extranjeros, comerciantes fijos y ambulantes, así como trabajadores, gestores, autoridades y especialistas del CHCM que nos ayudaron a construir una narrativa en donde se percibe que el Centro Histórico es un espacio de contacto intercultural, de inclusión social, de recuperación (de la seguridad, de los espacios peatonales, de la arquitectura, entre otros), y donde una de las preocupaciones constantes es la articulación del tejido social. Por otra parte, el Centro Histórico se constituye en un imán de experiencias compartidas, independientemente de la diferencia en nivel socioeconómico, edad, gustos y consumos. Más adelante presentaré los casos etnográficos que sostienen estas ideas.

Habitar, en el pleno sentido de la palabra, es vivir o morar. Tras esa palabra se esconden varias cualidades. La primera es que implica poseer las condiciones que permiten la reproducción física de un individuo y su entorno familiar, techo, agua, condiciones para preparar alimentos, etc. En segundo lugar supone contar con todo aquello que tiene que ver con la reproducción social del grupo doméstico: educación, abasto, servicios de salud, esparcimiento, trabajo, reunión… habitar en un medio urbano es también acceder a lo más básico de la vida en ciudad: movilidad, sociabilidad, reconocimiento, ciudadanía. Por último pensamos que en el siglo XXI la habitabilidad implica condiciones de respeto al medio en que nos encontramos de modo que las generaciones que aún no han nacido puedan disfrutar de los elementos básicos que hoy tenemos. En otras palabras habitar es vivir, reproducirnos socialmente, ejercer derechos de ciudadanía y sustentabilidad. En el caso del centro histórico de la ciudad de México recuperamos cuatro elementos que pensamos que han sido clave para sostener su habitabilidad: -

2

La producción de un discurso aceptado por la mayoría de los actores sociales.

Nivón Bolán, Eduardo (Coord.) Conservación y manejo del Centro Histórico de la Ciudad de México: un caso exitoso de política pública. Escuela de Administración Pública del DF, México, 2014, ISBN 9786078228355.

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El diseño de un plan o programa con los medios administrativos para alcanzarlos.

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La elección de las medidas más importantes para garantizar un medio sustentable.

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La definición de instrumentos culturales, políticos y financieros que tomen en cuenta a la comunidad local.

Fuente: Autoridad del Centro Histórico

Los esfuerzos de re-habitación en el Centro se han realizado paralelamente a la atención a quienes ya viven en el área. La rehabilitación de espacios para después ponerse a la venta o renta atrae a nuevos perfiles que tienen la capacidad económica de invertir en una propiedad y que encuentran valioso vivir en el CHCM por ubicación, historia, oferta cultural, atractivo de las construcciones o por tradición. Existe una amplia gama de precios, los cuales han aumentado como reflejo a un esfuerzo en términos de política pública para el mejoramiento del área. Sin duda, un factor motivador ha sido el mejoramiento de la infraestructura de accesibilidad al área; vías de acceso y movilidad dentro y hacia el exterior del Centro: Metrobús directo de y hacia el aeropuerto y una plataforma de transporte sustentable (bicitaxis, ecobicis, taxis eléctricos), congruente con una necesidad de transporte de mejor calidad en el área. No encontramos evidencias de que haya habido un desplazamiento de habitantes originales (al menos no por causa de la promoción de vivienda en el Centro), se ha

aprovechado el abandono en que se encontraban muchos espacios para impulsar el aprovechamiento y la repoblación.

Gentrificación, elitización, boutiquización, recualificación. Se entiende por recualificación la posibilidad de intervenir la ciudad con criterios transformativos, a partir de una aproximación estratégica más sensible al aspecto heterogéneo que le es propio a la urbe de hoy. Esta visión dinámica permite una intervención

simultánea

y

coordinada

en

las

grandes

áreas

en las cuales han sido individualizados los problemas, entre otros, el caso del tejido central con problemas de saturación y congestión, o de degradación y marginación, situaciones todas que demandan intervenciones integradas. Esto es, según una estrategia territorial eficaz que consienta coordinar las escalas específicas de intervención, las acciones de varios actores del sector público y privado, así como las diversas políticas sectoriales que interesan a la organización del territorio.3 La polémica sobre los efectos de las intervenciones en el centro histórico que han dado lugar a cuestionamientos que sostienen que tales inversiones conducen a la gentrificación o elitización de la zona pueden ser reexaminados. Los responsables de la gestión del centro sostienen que las intervenciones –que ahora podemos llamar de recualificaciónno han implicado el relevamiento de población que supone la gentrificación y fundan su argumento en que las políticas aplicadas en el centro histórico han posibilitado que lleguen nuevos habitantes sin relevar a los habitantes antiguos. Próximos estudios comprobarán la veracidad de estas afirmaciones. Sin embargo, para los autores de este documento, el concepto de recualificación sin elitización se ajusta en forma muy adecuada a las medidas que se han tomado. Sostenemos este criterio en tres factores: las inversiones en la zona son ampliamente diversificadas, se han distribuido democráticamente en el territorio y los diversos actores sociales tienen vías de participación que impiden marginar un sector o una zona de los beneficios de la conservación del centro.

3

Citado por Martínez Delgado, 2004:18 y corresponde al texto Ezquiaga, José María (1997) “La riqualificazione nelle aree metropolitane: il caso di Madrid”. Paola Falin, comp. I territori della riqualificazione urbana. Università degli Studi di Roma “La Sapienza, Roma: Officina Edizione, 53-68

Algunas voces: vivir el centro y vivir en el centro. 

Reacomodar el comercio ambulante en el CHCM implica reacomodar la vida de los habitantes: “Pasamos de ser ambulantes a ser comerciantes establecidos.”

Clara Franco es un ejemplo de la transformación que se ha venido dando en el Centro Histórico de la Ciudad de México en los últimos 15 años. Ella pasó de ser comerciante ambulante de La Merced (vendiendo ropa con su madre) a comerciante establecida en la Plaza de la Revolución, ubicada en Correo Mayor 36. Clara forma parte de una asociación que se llama Comerciantes, Vecinos y No asalariados Anillo de Circunvalación A.C. la cual fue la encargada de negociar con el Gobierno del Distrito Federal, de 2007 a 2009, para la ubicación de mil comerciantes informales de Anillo de Circunvalación, entre Soledad y San Pablo.

La mayoría son personas de la tercera edad, madres solteras y sin primaria completa que “buscábamos tener estabilidad y sacar adelante a nuestras familias”. Clara estuvo durante años al amparo de Guillermina Rico, líder que operó en la zona La Merced. Tras la muerte de Rico en 1996, se quedaron sin representación, hasta que fue Clara quien en el año 2000 empezó a representar a varios comerciantes. “El Centro Histórico es nuestra casa, aquí hemos crecido, aquí está la fuente de empleo, y sabemos que si no nos organizamos esto se lo va a llevar el carajo, porque si no somos capaces de llegar a acuerdos dañamos el Centro Histórico.” 

Con formación e información, los habitantes del Centro Histórico asumen responsabilidades: “Los cambios que necesitamos son cuestión de organizarnos, las autoridades están en la apertura de colaborar con nosotros”.

Maricarmen Madrigal es habitante del Centro Histórico de toda la vida. Su abuelo construyó la casa que afirma es patrimonio histórico en República de Costa Rica esquina Vidal Alcocer, donde ella y su madre habitan. Una mujer muy orgullosa de pertenecer a la comunidad del primer perímetro de la Ciudad. Considera que su liderazgo ha permitido la organización de algunos vecinos para exigir a la autoridad el mantenimiento y mejoramiento de servicios.

En su trayectoria de vida, ha visto los cambios que ha sufrido el CH y es enfática en lo negativo: “Antes del terremoto había casas grandes que se cayeron, en el 137 era un palacio que le decían el palacio de hierro, eran viviendas… eran casas bonitas que luego quedaron abandonadas y como eso, muchas cosas del Centro parecen abandonadas y sin atención”. Y en este proceso ha visto cómo el repoblamiento trajo a otros perfiles de habitantes, muchos de provincia o de las orillas de la ciudad y “la verdad no siempre las personas más finas y educadas”.

Motivada por la necesidad de dar mantenimiento a la fachada de su casa y gracias al consejo de una amiga, se integró a la Escuela de Formación Ciudadana del Fideicomiso del Centro Histórico: “Una amiga me dijo que podía informarme ahí de lo de la fachada y le dije que sí (…) he conocido nuevos compañeros y ya sé de sus necesidades de ellos, que quieren que se ayude a las prostitutas, a Garibaldi, a la Escuela de Mariachis… al saber esto ves que hay que hay otros problemas, sales de tu huevito”.

Maricarmen considera que muchas cosas se han dejado pasar, específicamente el ambulantaje: “Están en todas partes, les das la mano y se toman todo, invaden todo y les vale”. En este sentido cree que ha habido inequidad en el manejo del Centro, pues mientras hay zonas que han quedado “muy bonitas”, el resto sigue lidiando con el rezago y el poder de estructuras paralelas (como el mismo comercio ambulante o las rutas de transporte público).

Hoy Maricarmen desea involucrarse con mayor profundidad en el proceso de administración y gobierno del Centro Histórico, postulándose como representante de su colonia: “Voy a meterme a la planilla a ver si me hacen jefe de manzana o algo así”. Es un espacio que siente suyo y la formación ciudadana le ha impulsado a la toma de decisiones. Ella quiere ver un Centro vivo, lleno de color, uniforme e incluyente, uno donde todos quepan y donde “podamos disfrutar de donde vivimos”. Aún hay tareas pendientes: “La basura es muy importante, falta que pongan más botes o algo que no permita que se acumule y cause problemas, porque huele y se ve mal”.



La enorme conveniencia de encontrar todo lo que necesitas en el mismo lugar y cerca de tu trabajo. “Todo aquí está al alcance y a un buen precio, en realidad no necesitas salir del área para encontrar algo”.

Karla Domínguez trabaja en el Centro Histórico desde hace casi cuatro años y es encargada de eventos y Relaciones Públicas en el Instituto Telmex. Hoy más que nunca, disfruta trabajar en el primer perímetro del Centro. Su llegada no fue planeada, fue una asignación por parte de la empresa, y en un principio no pensó en el cambio como positivo, pues tenía una imagen del Centro muy negativa: “Me parecía un lugar feo en general, sucio, con mucha gente pobre, sobrepoblado, edificios feos, maltratados. Mi percepción era equivocada. (…) Realmente caminas por aquí y te encuentras cosas que quizá no encentrarías en otro lugar”.

Karla es un ejemplo del viraje que se da a la imagen mítica del CH a través de vivir su experiencia: “Siempre hay algo que ver con la arquitectura y las actividades lo hacen más estimulante todavía. Aun con sus complicaciones de acceso y gente es bonito”. Además la gran oferta de servicios y un promedio en costo más accesible que en otros puntos de la ciudad crea una atmósfera atractiva y conveniente para el trabajo.

Se enfrenta también a las dificultades del área: ruido, tráfico, malos olores o la presencia de personas en situación de calle “nada contra ellos pero pues no está padre toparse con indigentes constantemente”. Considera favorable la remoción del comercio ambulante, pues aún recuerda cuando las calles eran muy difíciles de transitar “y si te vas más allá del Zócalo, al oriente, aún encuentras eso”. Además, la peatonalización de Madero ha traído (en su percepción) una nueva dinámica de comercio con marcas de prestigio que elevan la calidad de la oferta de un lugar donde “desde siempre encuentras todo lo que necesitas”.

Los programas de seguridad le han sido muy relevantes, la presencia de cámaras y la capacitación de la policía le han ayudado a percibir al Perímetro A como un área segura donde se puede trabajar con calma, donde el riesgo de inseguridad ha disminuido. Desde su perspectiva, la movilidad sigue siendo un reto “yo, que tengo que ir a oficinas en otros puntos de la ciudad, constantemente me topo con la dificultad de que entrar o

salir del Centro toma mucho tiempo’; sin embargo las iniciativas de transporte sustentable como la Ecobici o el Metrobús han mejorado la situación y lo reconoce pues son servicios que frecuenta. ‘Te digo, al principio no me gustaba nada pero ahora me gusta mucho”. 

El Centro Histórico como un lugar de encuentro intercultural. “Me encanta estar en contacto con referentes de todo el mundo, todo el tiempo”.

Iván Durán es Chef en un restaurante de lujo en el Centro Histórico, donde es responsable de atender a turistas de todas partes del mundo. Para él, trabajar en el área es un proceso de descubrimiento y con una atmósfera única, respecto a otros puntos de la ciudad: “Llega gente de todos lados, no es como en otras zonas donde en Semana Santa la gente desaparece, aquí llega de todos lados. Aquí está a reventar, lleno de extranjeros, este hostal llegan sudamericanos, muchos gringos, gente de Australia entonces convives con gente muy distinta”.

Llegó al CH por invitación, un colega lo recomendó para hacerse cargo de la cocina y decidió tomar la oportunidad, sin embargo tenía ciertas reservas: “Antes de llegar me daba mucho temor, sobre todo salir en la noche pensaba en delincuencia, asaltos, el metro, pero no… aquí me he ido casi a media noche, y sin problema, siento que hay buena luz, es seguro, hay patrullas”.

Los eventos culturales y de entretenimiento que se dan en el área (específicamente en el Zócalo) han representado una gran oportunidad para él y comercios como el suyo: “Cuando la gente viene al Zócalo, porque vienen personajes como Paul McCartney, recorren y acaban entrando a comer o quedándose aquí, andan perdidos y descubren lo que el área tiene que ofrecer”. Una experiencia integral de servicios que los visitantes pueden disfrutar.

El lugar donde trabaja es parte de los edificios antiguos que han sido rehabilitados en Perímetro A, espacios que conservan su herencia histórica a nivel fachada, y al interior están acondicionados para las necesidades actuales de servicios de lujo. “Este edificio

tiene muchos años y por fuera lo ves antiguo, pero por dentro se ve totalmente moderno, creo que eso es de lo más padre que encuentras por aquí”. Él asume que esto ha sido gracias a una política pública que ha promovido la apropiación de estos espacios a nivel particular y comercio.

El restaurante donde labora, forma parte de un grupo de comerciantes que integran una red de vigilancia con la autoridad local para la prevención del delito, y no sólo delincuencia común, también la invitación es a estar al pendiente de que nadie ocupe la calle sin permiso. Esto ha fortalecido notablemente su percepción de seguridad y control en el área.

A futuro, ve un área que mejorará aún más y de mejor manera el comercio, conservando lo histórico del entorno; un híbrido entre vanguardia y pasado cuya dinámica será primordialmente económica, más que de vivienda: “No veo a mucha gente viviendo aquí en los siguientes años”. Ve la peatonalización extenderse y volverse un centro de comercio para quienes caminan, que disfrutan la arquitectura y quieren tener una experiencia con un poco de cultura, un poco de diversión y mucho placer. 

El Centro Histórico un territorio que se apropia diferente según la generación a la que se pertenece: “Somos otra generación, nos apropiamos del Centro de manera distinta”.

Lucía creció en el Centro, sus padres llegaron de provincia para tener mejores condiciones de vida, vivían en un cuarto de vecindad y cada mañana vendían telas en la calle. Su padre logró rentar dos departamentos cuando la familia creció. En 40 años la vecindad se deterioró pero no es posible restaurarla sin permiso de las autoridades, el proceso de regularización de la propiedad lleva diez años en manos del Instituto de Vivienda del Distrito Federal, el encargado de la negociación fue su padre, miembro del comité vecinal. Ella sigue viviendo en el departamento y continúa con el negocio familiar, en la parte baja del edificio hay un cuarto que usa como bodega -pero si el patio se inunda la mercancía queda inservible- aunque ya no es ambulante, todas las mañanas debe sacar los rollos de tela al patio y esperar que sus clientes la busquen, si le piden algún estampado que no tenga, los envía al nuevo local de su hijo, a una calle del Eje central. Lucía creció en el Centro Histórico, sin la necesidad de salir de esa zona, tenía los servicios y comodidades

necesarias para vivir. Durante el día, el ritmo es de trabajo, venden telas en el patio de la vecindad donde vive; por la noche hay menos movimiento, los fines de semana y los recorridos ciclistas le parecen un tiempo necesario para convivir en familia. La vida de barrio le da seguridad y pertenencia, tener amigos que vivan o trabajen en el Centro cambia la visión del territorio.

En las horas en que las calles son menos transitadas, las rondas de las patrullas para vigilar el orden, permiten a los habitantes estar tranquilos, saben que pueden acudir a los policías si hay algún disturbio: “Yo no tengo miedo porque estoy en mi colonia, en mi calle, me conocen al menos de vista, no voy a otra parte de la ciudad si no conozco a alguien”.

Pero la seguridad y el sentido de pertenencia no es suficiente para algunos. En el caso de su hijo mayor, también es comerciante, pero él decidió formar una familia al norte de la ciudad y rentar un local, “es más cómodo vivir con más espacio y separado del trabajo, además con las rutas de transporte puedo darme el lujo de salir más tarde y solo tengo que abrir la cortina del negocio”. Hay una visión de prosperidad a lo largo de tres generaciones, las condiciones cambian en función de la familia, se buscan opciones donde la comodidad y la independencia van de por medio, lo deseado es salir de la casa paterna y tener un negocio propio, esto no pudo ser una elección para Lucía, pero sí para su hijo.



El Centro Histórico como un espacio para la expresión juvenil urbana: “La gente, la cultura, la libertad, todo está chido para pasar el buen rato”.

Joel y Daniel son dos jóvenes que viven en el Estado de México, Atizapán de Zaragoza. Su pasión: el skate. Suelen frecuentar skateparks en el DF “por el metro Puebla y por el metro Normal”. Sin embargo, el Centro Histórico les ofrece una libertad de disfrute que no encuentran en ningún otro lugar: “Hay contacto con mucha gente, hay más cultura, el pavimento, las banquetas, los barandales todo está en mucho mejor estado que donde vivimos… la ciudad está bien cuidada”. Apropian el espacio, cualquier esquina es buena para hacer una ‘suerte’ con sus patinetas. La compleja arquitectura del Centro les permite experimentar: los desniveles, el pavimento sólido y de vez en cuando encontrarse con skaters internacionales. Les encanta

la estimulación que el área ofrece, los eventos culturales, la música en las calles, las estatuas vivientes, los artistas visuales. Un lugar donde se puede disfrutar haciendo lo que aman. Además pueden impresionar a algunos visitantes. El Centro Histórico les da la libertad de ser, de hacer lo que les encanta en un área segura y limpia donde pueden expresarse y pasarla muy bien. 

Conservación y orden que hacen al Centro Histórico único: “Se ve la historia y la cultura. Todo está muy bien conservado, me encanta”.

Guillermo y Fernanda son dos turistas colombianos rumbo a Acapulco. En su trayecto decidieron pasar antes unos días en la ciudad de México, particularmente en el Centro Histórico, y han quedado sorprendidos: “Hay una buena organización. Hay todo tipo de comercios, no me he encontrado en la necesidad de buscar algo más allá, aquí hay de todo”.

Les habían recomendado el Centro en su paso por México y sus expectativas no eran tan altas, sin embargo se enamoraron de lo que han visto y han vivido: “Este Centro está muy limpio sobre todo a comparación de otras ciudades que he visitado, la verdad aquí todo está impecable, me encanta”. La arquitectura histórica, los monumentos, los museos… toda la oferta cultural les ha sido atractiva y agradable. Sin embargo, lo positivo va más allá del escenario donde se encuentran, la gente y los servicios también los han acogido de forma muy amable. “La gente aquí es muy amable, todos te ayudan, te indican para no perderte, los negocios te atienden bien, hay mucha atención por parte de todos (…) También veo mucha vigilancia, hay seguridad, no veo que haya problemas”. Perciben algunos retos: “Quizá las vías están un poco desgastadas, como calles un poco rotas no sé, pero nada grave”. La limpieza, el orden y la seguridad son algunas de las características que aplauden y les ha motivado a tomar la decisión de regresar pues “como te decía, de los países a los que hemos ido, este es de los más padres”. 

El Centro Histórico como una ciudad en movimiento

La Ciudad de México es el corazón del país. Para vivir el Centro Histórico tienes que enamorarte: usar todos los sentidos, padecer y gozar, cuidar, invertir, pensar en el otro, posibilitar encuentros, actualizarte, pensar el pasado, actuar en el presente y mirar hacia el futuro; mantenerte en movimiento.

La historia y arquitectura del Centro es un distintivo dentro y fuera del país, pero son las historias personales, las experiencias vividas, siempre distintas, las que permiten volver al Centro. Como en todas las ciudades hay cosas viejas y cosas nuevas, mantienen su movimiento en torno a la vida de las personas.

En el CH siempre hay vida, a todas horas, los turistas perciben amabilidad en la gente que los recibe porque está orgullosa del Centro y lo conoce bien, está informada sobre los lugares para mostrarlos. Los visitantes perciben un Centro limpio y ordenado, con una inversión destinada a la conservación de los edificios, cuidados por los policías, la constante vigilancia y las cámaras instaladas crean una seguridad mayor que en sus países. Se sienten atraídos por la gran oferta de servicios, de comercios, de actividades culturales e intelectuales. Conciben que articular la vida alrededor del Centro Histórico más importante de Latinoamérica debe ser un privilegio.

Vivir en el Centro podría ser una posibilidad para sus bolsillos y para sus gustos, pero remarcan algunas consideraciones: salir del Centro es complicado, andar en transporte público o en bicicleta es lo mejor, hay que planear mejor el día. Que la gente pueda pagar las rentas o arreglar las fachadas, anima a otras a mudarse o a poner un negocio, pero también invita a pasear; algunos se consideran turistas, aunque sea su ciudad y no pasen la noche en el Centro, vienen a encontrarse, a disfrutar, a distraerse y a comprar, elijen el Centro por su diversidad y porque puedes acceder desde cualquier punto de la ciudad en distintas formas de transporte. El Centro Histórico tiene vida de ciudad, de una ciudad donde caben todos, no hay un perfil que defina sus habitantes ni sus empleados, hay distintos estilos, distintos ritmos que regulan la conducta: una serie de técnicas para adaptarse, tanto al ambiente exterior como a los otros con los que se comparte el espacio. En el Centro Histórico hay objetos, personas y relaciones, que portan información y valores, que causan emociones y expresan ilusiones.“Lo mejordel Centro es que no aburre, siempre hay cosas qué encontrar, todo el tiempo hay movimiento, encuentras

tatuajes al lado de los vestidos de novia, una farmacia y una casa de cambio, ese orden latinoamericano me gusta”. 

El Centro Histórico como territorio seguro y de convivencia trascendental

Pilar Muriedas convive en el Centro Histórico con su familia y sus vecinos. Hace 7 años pensaba que vivir en el Centro estaba de moda. Aunque vivía en Coyoacán, atraída por la arquitectura y la oferta cultural, su hogar era prácticamente un dormitorio, su vida como activista estaba afuera. Después de 25 años en la ciudad, decidió emprender proyectos culturales, se asoció con sus amigas (Territorios de cultura para la equidad A.C.) y ahora realizan proyectos con mujeres que viven, trabajan y pasean en el Centro Histórico, concibiéndolo como una zona segura y llena de oferta cultural y comercial. Con esta percepción, decide mudarse con sus hijos al Centro, un refugio para convivir, para atravesar la crisis familiar que suponía lidiar con adolescentes (lugares inseguros, drogas, fracaso escolar, ocio). “Hace cuatro años fue una etapa muy difícil, pensé que vivir aquí me solucionaría el batallar con adolescentes, algunas condiciones me obligaron a quedarme en casa y dedicarme a mis hijos, en un espacio que me encanta, eso me salvaba”. La flexibilidad de horarios en el trabajo de Pilar propició que pasara más tiempo en casa, con la tranquilidad de saber que sus hijos vivían en el departamento de al lado o que estaban cerca en un bar, en un museo, aprendiendo música o pintura; que empezara a hacer vida de barrio, salir y conocer a sus vecinos, organizar reuniones o clases de cocina en el edificio.

El Centro no solo era un lugar para trabajar y dormir, adaptarse a otro ritmo no le fue difícil: participaba en las manifestaciones públicas “gritar, liberarse y volver a casa enseguida”. Encontró supermercados, vendió su auto, ante el tráfico y las multitudes optó por leer, camina más que antes y volvió a andar en bicicleta, recorre zonas que antes consideraba que eran inseguras, le gusta ver a la gente que no solo compra y trabaja sino que pasea y disfruta, no alcanza a enterarse ni a asistir a toda la oferta cultural del Centro, ya no la busca en otras partes de la ciudad. “Lo que no encuentras en el Centro, no existe”. Había imaginado vivir en el Centro porque estaba de moda, ahora piensa quedarse.

Encontró un espacio cómodo y al alcance de su bolsillo, no le preocupa la certeza jurídica (el edificio donde vive fue remodelado y pertenece a Carlos Slim pero existe un

incumplimiento de contrato por su parte). En cuanto a vivienda, los espacios son más grandes que en otras zonas de la ciudad, los precios son accesibles y con todos los servicios. “Hay para todos los gustos y todos los bolsillos” Los precios de los hoteles aún permiten vacacionar, los espacios culturales y parques están ampliándose más allá del primer cuadro, la belleza arquitectónica convoca y resaltada con el programa de iluminación atrae más visitantes. En cuanto a los negocios, llegan marcas de prestigio pero siguen los comercios locales, aunque el cambio de giro es impactante, los más tradicionales no cambian.

En cuanto a la oferta cultural, llevar música a la calle es importante, los conciertos que venían a Bellas Artes también estaban en el Zócalo, la ópera en la calle es una manera de que la gente descubra otros gustos, el Centro tiene la posibilidad de ser un nodo donde llegan las modas pero también puede difundirlas, por ejemplo, la diversidad sexual es algo que se vive en el Centro y se puede irradiar: chavos y viejos en libertad, con un grado de normalidad que no se ve en otras partes de la ciudad. “El Centro nos ofrece una visión de futuro fincada en el legado de nuestro pasado y en las conquistas alcanzadas para ampliar los derechos y libertades de la población capitalina y de quienes nos visitan”. 

El Centro histórico reordenado luce bien y su gente también

Lety es estilista desde hace 10 años. Tenía un puesto en la calle que removía todos los días, igual que otras personas que se dedican al cuidado de la imagen y la belleza. Aplicar extensiones de cabello o pestañas, cortes, tintes y peinados, maquillaje y uñas decoradas, aunque eran muchos los puestos, no faltaban clientes, muchas gente caminaba a diario por estas calles, pero dependían del clima “cuando llueve se va la gente y tengo que recoger el puesto”.

Una de sus amigas que vendía ropa para dama en el mercado más cercano, la convenció para establecerse, era cuestión de que ahorrara un poco y tuviera su propia estética: un lugar limpio, que pudiera decorar con lámparas, espejos y flores, donde atendería a sus clientas de siempre con mayor comodidad y con un horario, fue algo que la motivó. Cuando removieron a los ambulantes, quedaron libres las fachadas y las calles, la gente podía transitar, “aunque tenía que ir un poco más lejos para hacer sus compras, era posible encontrar a sus marchantes. En el mercado no hay otra estética, no tengo competencia y

tengo más visibilidad, aunque no pueda poner un letrero porque la delegación cuida la imagen del Centro y no permite cualquier anuncio, me doy a conocer por mi trabajo, pero también cuido mi imagen, remodelé mi estética”.

Lety no vive en el Centro, pero tener un horario y un lugar de trabajo fijo, son condiciones que le permiten regresar a casa en transporte público, menos cansada y sin tener que traer sus instrumentos de trabajo todos los días. “La renta es más accesible que en otros lugares, mi sueño de tener una estética no habría podido cumplirse en otra parte de la ciudad” Además, su estética no está en cualquier lugar, a partir de los festejos del Bicentenario, remodelaron el mercado y cuidan los murales que hay en él, hay más visitantes que se acercan a conocerlo porque lo vieron en televisión, lo cual ha favorecido a Lety, su clientela se ha ampliado; antes era gente que vivía en el Centro, ahora vienen de todas partes. Tiene la ventaja de que puede comprar los materiales necesarios a unas cuantas calles de su estética, “los comercios están a la orden del día, con productos nuevos y de calidad”. En su imaginario, al Centro llegan modas y tendencias traídas por los visitantes, por los turistas, y aunque algunas puedan copiarse y reproducirse, también se modifican y se crean otros estilos, que siempre estarán al alcance de su clientela. 

El Centro Histórico: apropiaciones reales y virtuales

Los abuelos de Isabel le heredaron el gusto por el Centro Histórico, “vivieron en tres calles distintas del Centro, primero en un cuarto, luego en un departamento, después adquirieron una casa, con la idea de cuidar y mejorar el patrimonio familiar “el Centro siempre ha sido la parte comercial de la ciudad, habitar en el segundo piso de los negocios es una costumbre, el valor que le tengo a la casa de mi familia es único.” Su madre le enseñó a ejercer sus derechos como ciudadana, mantenerse informada y participar. Isabel estudió en escuelas particulares, no terminó administración, se formó como publicista, y se dedica a la gastronomía desde hace 9 años. Tiene una cafetería en el patio de su casa. A través de las redes sociales, desde el sitio web de la cafetería, está en contacto con la gente del Centro Histórico: habitantes, visitantes, comerciantes, autoridades, difunde las actividades y los conflictos cotidianos. La vida del Centro en el espacio virtual puede seguirse a través de un celular y la señal de internet gratuita, pueden consultar la cartelera cultural y de servicios anunciados en los espacios virtuales, no están todos, es cierto, están las marcas reconocidas y los espacios

institucionales, pero éstos están rodeados de los pequeños comerciantes, algunos agrupados en corredores y plazas comerciales. Lo local y lo popular se da a conocer por medio de entrevistas y reportajes en las páginas web y los blogs. Las redes sociales digitales son atractivas por las imágenes y los textos cortos, se cruzan temas y perfiles diversos de forma similar a la vida del Centro Histórico: “puedes pasar rápido y detenerte en lo que te interesa”. La página “Nueva Guía del Centro Histórico” contiene una sección que permite anunciar los inmuebles para renta o compra, “Kilómetro Cero” da un panorama de los personajes y los espacios del Centro, la página de la Autoridad del Centro Histórico contiene documentos para la ciudadanía, La Intendencia, Fideicomiso y el Jefe de Gobierno utilizan Facebook como un medio para acercarse tanto a residentes como a visitantes del Centro. “Por medio de la página del café doy a conocer lo que sucede, amo mi espacio, lo cuido, puedo hacer”. Isabel nació y creció en el Centro, su familia le inculcó valores en torno a la propiedad y la pertenencia: “Si es mío, lo cuido, invierto en el mantenimiento de la casa pero también en el de la calle, mi vida se desarrolla en ambos espacios”. Un espacio se concibe como propio cuando se conoce lo suficiente, su Historia es importante pero también lo son las historias locales, las relaciones tejidas entre sus habitantes, sus padecimientos y sus gozos reales, compartidos y reproducidos en medios digitales.

Reflexiones finales en torno a la gestión del CHCM

El Centro Histórico de la Ciudad de México ha experimentado un proceso de transformación constante en los últimos 16 años, debido al ejercicio de políticas públicas que han buscado la rehabilitación, reordenamiento y resignificación del mismo en un contexto de cambio rápido y cosmopolita. Esto ha generado un Centro con mayor dinámica socioeconómica, con flujo constante de personas –tanto de día, como de noche, en donde se ha transitado de una imagen mítica negativa de abandono e inseguridad a acciones que motivan la apropiación y orgullo, tanto de los habitantes del lugar, como de otras partes de la ciudad y del país.

La gestión del Centro Histórico de la ciudad de México ha logrado garantizar la habitabilidad del mismo versus los afanes de elitización. El plan de manejo4 cumple con las recomendaciones de la UNESCO ha sido un instrumento que permite la vigilancia de todos los actores sociales, la transparencia de las acciones realizadas y, traza una línea a seguir para los próximos años -planeación, implementación, evaluación-, el monitoreo de la construcción de capacidades, los impactos de las intervenciones y la asignación de recursos necesarios. El esfuerzo por parte del Fideicomiso y la Autoridad del Centro Histórico por transforma el área ha ido de la mano de un discurso constante que se ha compartido con la población, un diálogo que ha permitido objetivos comunes a nivel gobierno-sociedad civil. Esto ha permitido la ‘construcción de ciudadanía’, una población crítica que habita el CH y también quiere el mejoramiento del Centro. El involucramiento de los habitantes y tener objetivos comunes es necesario para generar sinergia. La administración debe promover la información y la acción a nivel social, mediando los esfuerzos. Con esto, la gestión se convierte en un proceso que enfrenta mucha menos resistencia, además de generar comunicación horizontal positiva y construir o transformar una imagen mítica poderosa y atractiva. Los gestores del CH tienen la capacidad de conocer el territorio y actuar bajo mecanismos legales, además de fomentar la participación social y ser un puente con el gobierno, para fomentar y velar por un buen uso social del patrimonio: que se pueda habitar, visitar, usar, bajo una política transversal de conservación, sin dejar de lado a quienes viven y “hacen” el Centro. El papel de los gestores se caracteriza por ser una actividad política en la cual se media, negocia y dialoga. Las funciones parecen dividirse, con lenguajes específicos y un enfoque a la ciudadanía y otro a las tareas de administración. Insertarse en las redes tanto gubernamentales como de iniciativa privada y sociedad civil, ha permitido construir, dentro de un contexto determinado (de reacomodo, limpieza, conservación y recuperación) con conocimiento de pros y contras antes de la intervención, así como una proyección interna y externa del espacio, hacia la metrópoli y hacia otras ciudades. La El plan de manejo cumple con las recomendaciones de la UNESCO ha sido un instrumento que permite la vigilancia de todos los actores sociales, la transparencia de las acciones realizadas y, traza una línea a seguir para los próximos años -planeación, implementación, evaluación-, el monitoreo de la construcción de capacidades, los impactos de las intervenciones y la asignación de recursos necesarios. 4

http://www.autoridadcentrohistorico.df.gob.mx/noticias/articulos/plan_de_manejo.pdf

imagen del CH como espacio vivo es un referente dentro y fuera del país. Definido tanto por la comunidad local como por sus visitantes, es un sitio donde los monumentos arquitectónicos son igual de esenciales que la población residente y flotante de la zona.

En cuanto a la interacción creativa entre los espacios, la arquitectura y las actividades humanas. La participación ciudadana ha reforzado la aceptación y la colaboración para adoptar medidas a favor del espacio y la convivencia entre comerciantes, transportistas, empleados vinculados a la actividad turística, prestadores de servicios, entre otros. Identificar oportunidades, así como establecer mecanismos para la coordinación entre dependencias públicas federales y locales, agentes sociales y el sector privado ha sido un factor clave para la gestión del CH.

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