La Guerra de las Malvinas en el ámbito internacional: una visión desde un punto de vista histórico, político y periodístico.

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Descripción

La Guerra de las Malvinas en el ámbito internacional. (Abril-Junio 1982) Una visión desde un punto de vista histórico, político y periodístico.

Autores: Javier Rodríguez Dávila-Neal Michiels-Pablo Alcántara Pérez. Profesor: Pedro Martínez Lillo. Asignatura América Latina en el sistema internacional. Máster de Historia Contemporánea. Universidad Autónoma de Madrid.

Índice. 1.

Introducción………………………….pag. 1

2.

El conflicto de las Malvinas

2.1.

Sobre la cuestión de las Islas Malvinas desde el punto de vista

histórico……………………………..pag. 1-2 2.2.

La Guerra de las Malvinas (abril-junio 1982)….. pag. 2

3.

Entender la Guerra de las Malvinas como una manera de intentar resolver

conflictos internos 3.1.

El “Espíritu de las Malvinas” en el Reino Unido….. pag. 2-4

3.2.

Auge y caída de la junta argentina tras la guerra de las Malvinas... pag. 4-5

4.

La Guerra de las Malvinas en el contexto internacional

4.1.

La situación de Argentina en el ámbito internacional. El plan de ocupación

de las islas Malvinas…………………….. pag. 5-6 4.2.

La reacción de Gran Bretaña

y de la comunidad internacional…………………… pag. 6-7 4.3.

La mediación estadounidense en el conflicto……..pag. 7-8

4.4.

El aislamiento diplomático de Argentina

y el final del conflicto……………………………….. pag. 8-9 5.

España en la guerra de las malvinas. un punto de vista desde la prensa de la

época (el país y abc)……………………………………pag. 9-10 5.1.

Postura de EL PAÍS respecto del conflicto……….. pag. 10-13

5.2.

Postura ABC respecto del conflicto………………. Pag. 13-15

6.

Conclusiones……………………………………………… Pag. 15

7.

Bibliografía……………………………………………….. Pag. 15-16

1. Introducción. La Guerra de las Malvinas fue una guerra que fue más allá del conflicto que se dio en las islas. Los países implicados, Argentina y Gran Bretaña, hicieron que el conflicto afectara no sólo a sus situaciones internas, sino también al sistema internacional, que comenzaba la “Segunda Guerra Fría” entre la URSS y EEUU y el comienzo de la etapa de los gobiernos neoliberales en diferentes países de América y Europa. Tras este conflicto y la caída de la Junta Militar en Argentina, comenzará en América Latina un proceso de democratización en todo el cono Sur y también el auge del neoliberalismo. Por lo tanto, como veremos en el texto, la Guerra de las Malvinas es un conflicto que se extiende al sistema político internacional. Por eso es necesario hacer un estudio de este conflicto para entender lo que pasó en América Latina y el mundo después.

2. El conflicto de las Malvinas 2.1. Sobre la cuestión de las Islas Malvinas desde el punto de vista histórico. La disputa por el control de las islas Malvinas tiene una larga trayectoria histórica que se puede remontar a 1493, con la bula menor inter caetera del papa Alejandro VI, que definió un meridiano al oeste del cual todas las tierras pertenecerían a los reyes de Castilla y Léon. En los siglos posteriores además de España también las potencias coloniales europeas, Francia y el Reino de Gran Bretaña, tuvieron un papel en la disputa del isla. El periodo en que comienza el conflicto entre el Reino Unido y Argentina coincide con la proclamación de independencia de este último país de España en 1816. Solo en 1825 el Reino Unido procedió al reconocimiento de la Argentina independiente, pero no reconoció todo su territorio. Entre 1829 y 1833 Argentina hizo tentativas de controlar las islas. En 1829, el gobierno de Buenos Aires nombró al colonizador de las islas Luis Vernet “Primer Comandante Político Militar en las Islas Malvinas”. En los años siguientes, la administración argentina se instala en las islas hasta que llega en 1833 el marino inglés John James Onslow con sus tropas que ocupa las islas y alza la bandera británica.1 Entre 1833 y 1849, Argentina protestó en repetidas ocasiones contra la ocupación de las islas. Entre 1850 y 1885, Argentina abandonó la cuestión tras la Convención Arana-Southern que restableció “perfectas relaciones de amistad entre la Confederación Argentina y Su Majestad la Reina de la Gran Bretaña”. En 1885 Argentina rompió el statu quo incluyendo las islas Malvinas en un mapa oficial. Este hecho fue seguido en 1888 por una demanda argentina para que el asunto fuera sometido a un arbitraje internacional, pero fue rechazado por el Gobierno británico. Con la desintegración del imperio colonial británico después de la Segunda Guerra Mundial, Argentina vio la posibilidad de hacer uso de la situación para integrar las islas Malvinas y planteó la cuestión en la ONU. El Reino Unido ofreció en repetidas ocasiones de llevar la disputa a la mediación de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de la Haya pero 1CAWKELL, M. (2001) The history of the Falklands islands. London, Anthony Nelson.

Argentina lo refutó. En 1965, la ONU pasó una resolución pidiendo al Reino Unido y Argentina continuar con la negociación en la búsqueda de una solución pacífica que tendría en cuenta las disposiciones de la resolución 1514 de la Asamblea General de la organización y los intereses de la población de las islas. Las negociaciones entre los dos países duraron hasta 1981 pero no llegaron a un acuerdo sobre la cuestión de la soberanía. 2 2.2. La Guerra de las Malvinas (abril-junio 1982) En 1978, el presidente argentino general Leopoldo Galtieri anuncia la recuperación de las islas. Thatcher contesta que no dejará las “Falklands” a Argentina. El presidente estadounidense Ronald Reagan intenta llevar a cabo una mediación. Envía al general Alexander Haig para ello, pero el gobierno argentino rechaza la propuesta de EEUU. El 2 de abril de 1982 empieza la guerra con el desembarco militar argentino en las islas. El 5 de abril, el Reino Unido responde con el envío de su armada. El 2 de mayo, la marina británica inflige un duro golpe a Argentina cuando el submarino nuclear británico HMS Conqueror hunde el crucero argentino ARA General Belgrano, provocando la muerte de 323 soldados argentinos. Después de un enfrentamiento militar de 74 días con 255 muertos del lado británico y 649 en el campo argentino, Argentina se rindió el 14 de junio.3 No tenemos la intención de dedicar más atención al transcurso de la guerra. Una parte importante de los estudios sobre la guerra de las Malvinas lo hacen desde ese interés militar. Un motivo por el que se trata desde ese punto de vista, es que fue una guerra entre ejércitos modernos que se combatieron en el mar y en el aire, de dónde se puede extraer lecciones para futuras guerras. Sin embargo, nosotros nos situamos más en el terreno de la historia política (la propaganda, diplomacia, motivos y consecuencias políticos,...) y no tanto en la historia militar. Por último mencionar que un estudio de la guerra de las Malvinas desde un punto de vista político, puede tener interés para entender mejor las tensiones políticas actuales desde 2010 entre Argentina y el Reino Unido por la soberanía de las islas.

3. Entender la Guerra de las Malvinas como una manera de intentar resolver conflictos internos. 3.1. El “Espíritu de las Malvinas” en el Reino Unido En el Reino Unido, el Partido Conservador liderado por Margaret Thatcher llega al gobierno tras las elecciones de 1979. Thatcher optó por una política neo-liberal que consistía en la desregularización del sector financiero, la privatización de empresas públicas, la flexibilización del mercado laboral, y ataques contra el poder de las organizaciones sindicales. La recesión económica y el alto desempleo provocados por estas políticas al inicio de los años 1980 disminuyeron la popularidad de Thatcher. Según Naomi Klein, la guerra de las Malvinas 2BLUTH, Ch. (1987) “The British resort to force in the Falklands/Malvinas Conflict 1982.” Journal of Peace Research, 24, 1, p. 5-20; Cawkell, Mary (2001) Op.cit. 3HASTINGS, M.; JENKINS, S. (2010). Battle for the Falklands. Norton. p. 95; Muñoz Pace, Fernando Alfonsín y la vuelta de la democracia (1980-1989): Estalla la guerra de las islas Malvinas. Buenos Aires, Clarín,p. 16-17

dio a Thatcher la cobertura política que tanto se necesita para implementar un programa de “transformación capitalista radical”.4 Cabe destacar que en los años previos, Thatcher había mostrado poco interés en las islas Malvinas. Había reducido el apoyo financiero a las islas, retirado la ciudadanía plena a los residentes de las islas y anunciado recortes importantes en la Marina. Estos recortes que llegaban hasta las naves de guerra que protegían las Malvinas constituyeron según Campbell “casi una invitación a Argentina para invadir la isla”5. Pero cuando llegó la noticia de la invasión argentina, Thatcher vio que la guerra era una posibilidad para revertir el destino político de su gobierno y cambió su política extranjera “a la Churchill”.6 Una vez empezada, la guerra conquistó los corazones de muchos ingleses. La banda de rock New Model Agency habló en una canción de “spirit of the Falklands” o “espíritu de las Malvinas”. También en el ambiente académico, el término ha sido utilizado para describir la dinámica socio-psicológica en la sociedad británica - y también en la argentina, como veremos – en el momento de la guerra. En su libro sobre “Identidad nacional en tiempos de crisis”, Nora Femenia analiza cómo la movilización de la identidad nacional ha sido un elemento central de las guerras. La victoria británica le valió a Thatcher su apodo “Iron Lady”, que se transformó de insulto por sus políticas internas a nombre de honor por su victoria militar. Aumentó la popularidad de sus políticas del 25 a 59%, lo que preparó su victoria electoral del año siguiente. Segun Gallup Polls, un mes antes de la guerra el 48% de la población creía que Thatcher era la peor primer ministro en la historia del Reino Unido. También, en los primeros días de la crisis, el 50% de la población pensaba que mantener soberanía británica en las islas no justificaba una pérdida de vidas. Pero una vez la Task Force fue enviada, la popularidad de la empresa belicista y de la primera ministra creció. A finales de mayo, el 84% de la población estaba satisfecha con la manera en que el gobierno estaba manejando el asunto. La importancia del “factor Malvinas” está sin embargo contestada por parte de otros investigadores. Sanders et al defienden que el aumento de la popularidad del gobierno se debió a una mejora en la situación económica y particularmente a las “expectativas económicas personales” antes de la guerra. Según ellos, un aumento de la popularidad del gobierno habría ocurrido de todos modos en la estela del presupuesto público del Ministro de Hacienda Geoffrey Howe en 1982. Sin embargo, esta tesis plantea interrogantes. Thatcher ganó las elecciones después de la guerra con la más amplia mayoría que había tenido un candidato desde 1935 y parece difícil pensar que esto fue la consecuencia de una aparente pequeña mejora en la situación económica. Lo esencial que ensañan las críticas es que había también otros factores en juego además del factor Malvinas como la recuperación económica de inicios de 1982 o las divisiones en la oposición laborista. Pero los académicos que creen que hablan de un factor 4KLEIN, N. (2007) The shock doctrine. The rise of desaster capitalism. New York, , Metropolitan Books/Henri Holt, p. 172 5CAMPBELL, J. (2003) Margaret Thatcher. Volume Two: The Iron Lady. London, Jonathan Cape, p. 128 6KLEIN, N.(2007) Op.cit., p. 172

distinto de las Malvinas como factor importante de la victoria de Thatcher, están relativamente aislados frente a una mayoría de publicaciones que hablan del factor Malvinas. 3.2. Auge y caída de la junta argentina tras la guerra de las Malvinas En 1982, Argentina pasó una crisis de la deuda. Al mismo tiempo las campañas exigiendo derechos humanos crecieron con fuerza, con cinco manifestaciones contra el gobierno militar entre marzo y abril. La junta se renovó poco antes, el 22 de diciembre de 1981, con el general Leopoldo Galtieri, que buscó una manera para superar la crisis que creció en los primeros meses de su gobierno. Hizo una tentativa de regeneración del régimen por la movilización de sentimientos anti-imperialistas, a través de una guerra contra la presencia colonial británica en las Malvinas.7 El hecho de que el momento para comenzar la guerra era un mal momento refuerza la tesis de la crisis política de la Junta como factor principal para el comienzo de la Guerra. En efecto, según Mestre Vives “la lógica más elemental aconsejaba aplazar la operación unas cuantas semanas más con objeto de disponer de un largo y crudo invierno por delante que paralizaría de inmediato las reacciones ofensivas británicas”.8 El inicial éxito de la Operación Rosario provocó en efecto un avivamiento de sentimientos nacionalistas. Mientras que el 30 de marzo de 1982 la izquierda sindical y política marchó a Plaza de Mayo para exigir el fin de la dictadura, Galtieri tuvo éxito movilizando decenas de miles de personas en la misma plaza 5 días después, el 2 de abril, revertiendo así la tendencia de impopularidad y reconstruyendo un apoyo al régimen. Pero esta situación política cambió otra vez con la derrota militar argentina. Cómo en el caso de Gran Bretaña se plantea la pregunta de la importancia de la guerra de las Malvinas en el mantenimiento y la posterior caída del régimen. Las posiciones de los investigadores difieren entre dar una gran importancia al factor Malvinas y buscar el efecto combinado de diferentes factores. Además de la manera de manejar la guerra y la derrota, se incide en la resistencia popular frente a la crisis económica y social y la creciente conciencia pública de las torturas por los militares.9 El régimen militar trató de salvar su posición tras culpar la “traición” de EEUU. Según el propio Galtieri, “la traición de Estados Unidos no se va a olvidar. Por generaciones no se olvidará”. Pero según el investigador Mestre Vives, esta “cortina de humo” no pudo ocultar que el régimen quedó “fuera de toda credibilidad”. Otros elementos cómo la difusión clandestina del video británico “Battle for the Falklands” - que presenta la impotencia argentina frente a una demostración de poderío británico y así mostró el engaño de la propaganda de guerra argentina – obtuvieron gran peso en la formación de la opinión pública. En cualquier caso, la derrota argentina y la caída del régimen alejaron el peligro de una 7KLEIN, N. (2007) Op.cit., p. 172; Levy, Jack & Lily Vakili (1992) “Diversionary action by authoritarian regimes. Argentina in the Falklands/Malvinas case.” In: Manus Midlarsky (de.) The internationalization of communal strife. London, Routledge, p. 118 8MESTRE VIVES, T. (1984) El sistema interamericano y la guerra de las malvinas: su mutuo impacto. Madrid, Instituto de Cuestiones Internacionales, p. 7 9MONETA, C. (1982) Loc.cit., p. 374-375

próxima guerra entre Chile y Argentina.10 Y este peligro no era insignificante según diferentes fuentes. En sus "Memorias Políticas", Oscar Camilión, el último ministro de Relaciones Exteriores de Argentina antes de la guerra, confirmó el plan argentino de invasión en el Beagle: «Los planes militares eran, en la hipótesis de resolver el caso Malvinas, invadir las islas en disputa en el Beagle. Esa era la decisión de la Armada […]» Las confrontaciones previstas con el Reino Unido y Chile formaron parte del mismo “Plan Rosario” 11. El riesgo de una confrontación fue retirado oficialmente con el “Tratado de Paz y Amistad” entre ambos países en 1984.

4. La Guerra de las Malvinas en el contexto internacional. 4.1. La situación de Argentina en el ámbito internacional. El plan de ocupación de islas Malvinas.

las

Especialmente desde 1980, se había desarrollado una creciente opinión adversa sobre el régimen militar argentino en el ámbito internacional, marcada por las violaciones de los derechos humanos cometidas en ese país. Esto motivó la negativa del gobierno norteamericano, bajo la presidencia de Carter (1977-1981), a establecer relaciones normales con Argentina.12 Por su parte, el gobierno militar argentino intentaba minimizar el progresivo aislamiento internacional de su régimen aludiendo a una supuesta "campaña anti-argentina" desarrollada desde el exterior.13 Pero en el año 1981 se produjeron dos hechos decisivos que contribuirían a cambiar esta situación. Por un lado, el republicano Ronald Reagan accede a la presidencia de los Estados Unidos, lo que conlleva un giro en la política exterior norteamericana que estará marcada por la denominada "segunda Guerra Fría" y por el impulso que desde la Casa Blanca se da a distintos regímenes anticomunistas. Por otra parte, el general Leopoldo Fortunato Galtieri sustituye a Viola en la presidencia de Argentina, con el ambicioso objetivo de conducir al país hacia el mundo de las grandes potencias. Para ello estaba dispuesto a alinearse junto con los Estados Unidos, apoyando a este país en la guerra encubierta que libraba en América Central. De esta forma los Estados Unidos encontraban un nuevo aliado en su política exterior, mientras que el gobierno militar argentino atisbaba una salida a su aislamiento internacional al mismo tiempo que conseguía el levantamiento de las sanciones que el anterior gobierno estadounidense había impuesto al país por las violaciones de los derechos humanos.14 10COLLIER, S.; WILLIAM S. (1996) a history of chile, 1808-1994. cambridge, cambridge university press, p. 364; laudy, mark (2000) “the vatican mediation of the beagle channel dispute: crisis intervention and forum building.” greenberg, p. 306 11CAMILION, O. (1990) memorias políticas. buenos aires, editorial planeta, p. 281 12HAIG, A. (1984) Memorias, p. 314. 13 ROMERO, A.L (2011). Breve historia contemporánea de la argentina, p. 229 14Ibidem.(2011) p. 230

Otro problema al que se enfrentaba Galtieri era la inestabilidad interna que sufría Argentina, en la que los problemas sociales se unían a los económicos. En parte para superar estas cuestiones se concibió el plan de ocupar las islas Malvinas, una antigua reclamación del nacionalismo argentino que se había avivado durante las últimas décadas en un mundo marcado por la tendencia hacia la descolonización. Así, en este plan se enlazaba el nacionalismo popular argentino con el militarismo y la nueva fantasía de entrar en el Primer Mundo mediante una política exterior fuerte. A pesar de ello, en ningún caso la estrategia argentina contemplaba la posibilidad de que estallase un conflicto armado a raíz de esa ocupación, ya que el gobierno militar contaba con la seguridad que le proporcionaba la nueva alianza con los Estados Unidos y confiaba en que Gran Bretaña no reaccionaría con una intervención militar. Así, el 2 de abril de 1982 se produce el desembarco de las Fuerzas Armadas Argentinas en las Malvinas, en medio de un clima de entusiasmo nacionalista marcado por grandes concentraciones populares. Resulta interesante la visión que nos proporciona el por entonces secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig, sobre los inicios del conflicto. Según Haig había un enfervorizado apoyo popular a la intervención argentina en las Malvinas y una presión de la marina sobre Galtieri que le dejaba escaso margen de maniobra para negociar con Gran Bretaña. Además, insiste en la ignorancia de los dirigentes argentinos acerca de lo que podía suponer un conflicto con Gran Bretaña.15 4.2. La reacción de Gran Bretaña y de la comunidad internacional. La reacción británica, con Margaret Thatcher y los sectores más conservadores al frente, fue firme y, para muchos, sorprendentemente dura: se alistó rápidamente una fuerza naval que inició su marcha hacia las islas Malvinas el 17 de abril. Pero antes de que se produjera la intervención militar británica en la zona, Gran Bretaña había obtenido el apoyo de la Comunidad Europea (Margaret Thatcher señala en su libro "Los años de Downing Street" las excepciones de España, Italia e Irlanda en ese apoyo casi unánime ), lo que se sumaba a las sanciones económicas ejercidas contra Argentina por los países del Commonwealth y al importante apoyo del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que votó una resolución declarando a Argentina nación agresora y obligando al cese de hostilidades y al retiro de sus tropas . Margaret Thatcher señalaba lo siguiente en relación a la importancia de la resolución de Naciones Unidas: “Entonces aún era la época de la Guerra Fría, y además en el seno de la ONU muchas naciones manifestaban una actitud anticolonialista, con lo cual existía un peligro real en el sentido de que el Consejo de Seguridad podría intentar obligarnos a aceptar unos términos insatisfactorios. De ser necesario podríamos vetar tal resolución, pero esta medida reduciría el apoyo internacional para nuestra posición. “16

15HAIG, A. (1984), op. cit, pp. 318-319. 16 THATCHER,M. (1993) Los años de Downing Street, p. 180

Por su parte, Argentina contaba con un apoyo latinoamericano muy solidario en las declaraciones pero de poco peso militar, cierta simpatía de la Unión Soviética y la actitud conciliadora de los Estados Unidos, que intentaba mediar entre sus dos aliados. En relación con esa "simpatía" de la Unión Soviética hacia la postura argentina en este momento de "segunda Guerra Fría", cabe señalar que Haig recoge en sus "Memorias" el temor que despertaba entre la diplomacia estadounidense una posible colaboración de los líderes argentinos con los soviéticos, cuando ya eran conocidas las ofertas de armamento por parte de la URSS hacia Argentina. Así, Haig relata la siguiente confesión del presidente Galtieri: “En un momento dado Galtieri me confió que los rusos habían insinuado que podrían estar preparados para hacer que uno de sus submarinos hundiera el portaaviones "Invincible", que conducía a bordo al príncipe Andrés, y dejar que el mérito de esta acción recayera en la Argentina. Yo no podía creerlo pero cuando la imaginación comienza a salirse de control, también lo hacen los hechos.”17 Lo cierto es que la decisión firme de una intervención armada británica no se produce hasta que coinciden dos hechos fundamentales: la llegada de la flota a la zona y la clara definición de la postura de los EEUU de firme apoyo a Gran Bretaña. 4.3. La mediación estadounidense en el conflicto. Como ya hemos señalado, la administración Reagan había encontrado en Argentina un aliado importante para sus intereses en América Latina. Es lógico, por tanto, que los Estados Unidos intentaran mediar y encontrar una salida negociada al conflicto que salpicaba a dos países con los que les unían importantes intereses. Muestra de ello es la conversación mantenida el 1 de abril de 1982, la noche antes de que se produjera el desembarco argentino en las Malvinas, entre el presidente Reagan y el general Galtieri, a petición del secretario de Estado norteamericano Haig y de la Primera Ministra británica Margaret Thatcher.18 En esta conversación, desvelada en libro de Juan B. Yofré "Los documentos secretos de la Guerra de las Malvinas y el derrumbe del Proceso", Reagan muestra su preocupación ante la inminente actuación argentina sobre las islas Malvinas, insistiendo a su homólogo argentino en la necesidad de encontrar una alternativa al uso de la fuerza. Galtieri expone sus motivos y se muestra decidido a la intervención si Gran Bretaña no reconocía la soberanía argentina sobre las islas. Reagan le advierte que la postura británica es firme y que la Primera Ministra británica Thatcher no dudaría en responder con el uso de la fuerza militar, por lo que insiste en la necesidad de llegar a una solución pacífica y alude a las buenas relaciones entre la administración Reagan y el gobierno militar argentino, que se podrían ver deterioradas si estallase un conflicto con otro aliado importante como es Gran Bretaña. En definitiva, la conclusión que se extrae de la conversación es que Galtieri ya había tomado la decisión de ocupar las islas Malvinas con todas las consecuencias.

17HAIG, A. (1984) op. cit, p. 321. 18Ididem. (1984) p. 301.

A pesar de ello, el gobierno norteamericano, por medio del secretario de Estado Haig, no dejaría de intentar mediar entre los dos países para encontrar una salida negociada del conflicto. La propuesta estadounidense consistía en una retirada militar argentina y una administración tripartita conjunta con Estados Unidos, que permitiera restablecer las negociaciones. Pero el gobierno argentino, condicionado por la movilización patriótica que ellos mismos habían lanzado, no supo ceder y reafirmó su postura sobre las islas Malvinas, del mismo modo que el gobierno británico había adoptado una posición firme de la que no tenía pensado retractarse, ya que consideraban que sería "premiar la agresión argentina". 19 La importancia que adquirió el conflicto de las Malvinas en el ámbito internacional vino dada, como señala Haig en sus "Memorias", por un momento en el que estaba en juego la continuidad de un gobierno británico que era fiel aliado de los Estados Unidos, las relaciones y políticas norteamericanas en el hemisferio occidental y en Europa, el peligro de la aparición de intereses soviéticos nuevamente en Sudamérica y la confianza estadounidense en el llamado "imperio de la ley". De todos modos, personajes de gran importancia dentro de la administración estadounidense mostraron una opinión clara desde el principio sobre el conflicto, tal y como recoge Margaret Thatcher en su libro: “(...) desde el principio Caspar Weinberg, ministro de Defensa de EE.UU., estuvo en contacto con nuestro embajador, insistiendo en que no podían poner a un país aliado de la OTAN y un amigo desde hacía muchos años en el mismo nivel que a Argentina, y que haría lo posible por ayudar. “20 4.4. El aislamiento diplomático de Argentina y el final del conflicto. A medida que la flota británica se acercaba hacia la zona del conflicto y, con ello, se hacía inminente la intervención militar, el régimen militar argentino veía aumentar su aislamiento internacional mientras que salían a la luz nuevas denuncias por las violaciones de derechos humanos cometidas y se reprochaba la actitud de los gobernantes argentinos ante las negociaciones sobre la cuestión de las Malvinas. El gobierno militar había intentado presionar a Estados Unidos utilizando los mecanismos de la Organización de Estados Americanos, y sobre todo el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, que anteriormente Estados Unidos había empleado para alinear tras de sí a sus vecinos en sus conflictos contra el Eje o contra Cuba . Pero los Estados Unidos abandonarían su postura mediadora tras los intentos frustrados por convencer a la Junta Militar para llevar a cabo una negociación, y el Senado votó a favor de imponer sanciones económicas a Argentina y se ofreció apoyo logístico a Gran Bretaña. En este momento, el gobierno argentino intentó un último acercamiento con los países del Tercer Mundo, la URSS y hasta Cuba, en una búsqueda desesperada por recabar apoyos en un momento en el que parecía inminente el estallido de la guerra. En relación con la postura de la Unión Soviética, Thatcher señala lo siguiente: 19YOFRE, J. (2011) Los documentos secretos de la Guerra de las Malvinas y el derrumbe del proceso, 1982, pp. 210-214. 20HAIG, A. (1984)op. cit, p. 304

“Como era de suponer, la Unión Soviética se inclinaba en medida creciente hacia Argentina, y fue aumentando sus ataques verbales a nuestra posición. Si hubiéramos vuelto a dirigirnos a la ONU para solicitar una resolución de sanción, no había duda de que la hubieran vetado. “21 Los países latinoamericanos, salvo excepciones como Chile, fruto de las disputas que mantenían desde hacía años con el país argentino, mantuvieron su respaldo a la postura argentina mediante una resolución aprobada a fines de abril, pero continuaron sin implicarse militarmente. Finalmente, el 1 de mayo de 1982 comenzaron los ataques aéreos británicos sobre las Malvinas. Desde ese momento aumentaron nuevamente las presiones de la comunidad internacional para lograr la paz, especialmente por parte del secretario general de la ONU. Pero la guerra ya era inevitable y pronto se pondría de manifiesto la superioridad de las fuerzas británicas enviadas a las Malvinas. El 14 de junio de 1982 se produjo la rendición, prácticamente incondicional, de Argentina, y los generales ya exigían a Galtieri su renuncia a la presidencia argentina.

5. España en la guerra de las malvinas. un punto de vista desde la prensa de la época PAÍS Y ABC)

(EL

En 1982, España empezaba un camino pedregoso hacia la consolidación democrática, con la desintegración del gobierno de UCD de Calvo Sotelo, los primeros juicios contra los golpistas del 23 F y con el inicio de las victorias del PSOE en las elecciones (victoria en Andalucía en mayo de 1982) que tendrían su culmen en la victoria en las elecciones generales de octubre de ese mismo año. Y en el ámbito internacional, el Gobierno Español intentaba negociar con el Reino Unido sobre el Peñón de Gibraltar y se estaba empezando a realizar la entrada en la OTAN. Todos estos factores, unidos a la adhesión tanto sentimental como económica a Latinoamérica, hicieron que la posición del Gobierno fuera de apoyo a las reivindicaciones argentinas sobre las islas, pero con una condena al uso de la fuerza y con una posición realmente ambigua, debido a la condena de la represión de la dictadura argentina y a los intereses españoles por entrar en los grandes organismos internacionales (OTAN, CEE). Desde que comenzó el conflicto, el gobierno de Calvo Sotelo insistió en remarcar que el conflicto era “distinto y distante” al que tenía con los británicos en Gibraltar e intenta desmarcarse del conflicto. Sin embargo, el apoyo del Consejo de Ministros a la invasión por parte de las Fuerzas Armadas Argentinas de las Malvinas y la abstención en la votación en la ONU del representante español sobre la resolución 502, que rechaza la invasión argentina, y la no participación en el embargo a Argentina por parte de EEUU y la CEE, demuestra que el Gobierno Español en un principio apoyaba las reivindicaciones de la Junta Militar de Galtieri, aunque abogaba por una solución pacífica al conflicto. 22 21THATCHER, M (1993). op. cit, pp. 189-190. 22SABORIDO, J. (2003) “Un conflicto incomodo: la prensa espanola frente a la Guerra de las Malvinas.” Anuario

Pero a medida que el conflicto se va desarrollando y Gran Bretaña desembarca con su ejército en las islas, el Gobierno Español se distancia de Argentina, ofreciéndose como mediador en el conflicto, abogando como siempre por las vías diplomáticas. El Gobierno Español siempre privilegió sus intereses para poder incorporarse a la OTAN y la CEE y sus intereses económicos en Latinoamérica, intentando no decantarse por ninguno de los dos bandos (aunque al principio si lo hiciera) para mantener una posición de equilibrio, condenando el uso de la fuerza por ambos bandos y pidiendo una solución diplomática del conflicto. Mientras, dentro de la sociedad española, en los partidos políticos y en los medios de comunicación, la invasión se veía de otros modos. Se veía que la cuestión de las Malvinas sí afectaba al país. Se criticaba tanto el “colonialismo decimonónico británico” como hizo Santiago Carrillo, líder del PCE, o los líderes de AP, como el carácter dictatorial del régimen argentino, pidiendo al Gobierno que criticara la actitud represiva de la Junta Militar de Galtieri en su propio país. Sobre todo, se veían similitudes con la situación de Gibraltar y las negociaciones del Gobierno Español sobre el Peñon y la ambigüedad del Gobierno respecto a su postura en las Malvinas.23 En cuanto a los medios de comunicación, sobre todo la prensa (ya que de aquella solo existía una televisión en nuestro país, la televisión pública española) intentaron influenciar en el Gobierno español y en la opinión pública, al posicionarse de un lado u otro del conflicto. Según su identificación ideológica o sus simpatías con el Gobierno, los diferentes periódicos mostraron unas posiciones u otras. En algunos de estos periódicos se dieron a voz a exiliados argentinos, intelectuales, personas de a pie, que dieron su opinión sobre el conflicto, sobre el Gobierno de Thatcher, o sobre la dictadura argentina. Los dos periódicos que voy a analizar, los dos periódicos de mayor tirada nacional en la época, son EL PAÍS (progresista, cercano a las posturas del PSOE y crítico con el Gobierno) y ABC (conservador, cercano a las posturas del gobierno, aunque crítico, y cercano también a AP) que mostraron desde puntos de vista diferentes el conflicto de las Malvinas. 5.1. Postura de EL PAÍS respecto del conflicto. Cuatro son las características que identifican el tratamiento a EL PAÍS respecto al conflicto de las Malvinas, coincidiendo prácticamente con la postura del PSOE: Condena del uso de la violencia por parte de la Junta Militar Argentina para apropiarse de las Islas, para intentar acabar con el descontento social, condena al comportamiento “neocolionalista” del gobierno británico de Thatcher, críticas a la entrada en España en la OTAN. Pero sobre todo, el periódico sirvió para dar voz al exilio argentino, mediante cartas al director, artículos de opinión, etc.

Nº5 Fac. Ciencias Humanas , pp. 149-151 23MARENGHI, P.; PÉREZ LÓPEZ, L. (2003) “Prensa española y dictadura argentina (1976-1983):la imagen del exilio en abc, el país y triunfo” América Latina Hoy,Ediciones Universidad de Salamanca, pp. 50-52

Desde los primeros días del conflicto, concretamente desde el 4 de abril, con la editorial “Entre la razón y la fuerza” se ve su línea editorial. Critica el uso de la fuerza que “es siempre deplorable si existen vías diplomáticas para resolver los conflictos” comparándolo con las negociaciones de Gibraltar. Critica al Reino Unido por “su manejo de la crisis torpe”. EL PAÍS es crítico con la posición del Gobierno debido a que “desde la internacionalización definitiva del conflicto, la neutralidad española va a tener que decantarse. No basta declarar que estamos por una solución pacífica, pues eso es obvio” (editorial del 1 de mayo de 1982) Tras el desembarco británico el 19 de mayo, EL PAÍS criticó que el conflicto no se hubiera resuelto mediante vías diplomáticas y pacíficas, criticándose también la entrada de España en la OTAN (editoriales del 22 de mayo “Esa guerra de locos” y “La adhesión a la OTAN o el sentido de oportunidad” 31 de mayo 1982) Al final del conflicto, EL PAÍS escribió dos editoriales, el 16 y el 18 de junio, en los que seguía en la misma línea de criticar tanto la actuación de la Junta Militar como del gobierno de Margaret Thatcher en la solución bélica del conflicto. En el editorial del 16 de junio “El final de la aventura” critica a la Junta Militar el “sacrificar la vida de 40.000 argentinos en el altar de su propia megalomanía y en aras de la justificación histórica de su aventurerismo político” y en editorial del 18 de junio dice que “Quién sabe si el pueblo argentino, como fruto de esta derrota no pueda obtener una victoria mayor: la obtención de la soberanía no sobre unos islotes, sino sobre su propio país” Pero una de las principales características que diferencia a EL PAÍS de los demás medios de comunicación es que no sólo da voz mediante artículos de opinión a políticos españoles, de todos los partidos políticos con representación parlamentaria, que dan el punto de vista de su partido, o intelectuales españoles y latinoamericanos. También da voz al exilio argentino, tanto a los que están en contra como a favor del conflicto y de que las Malvinas sean argentinas, a pesar de que todos repudian a la dictadura. También opinan en el periódico ingleses afincados en España o periodistas ingleses. En cuanto a los políticos, escriben en el periódico artículos de apoyo al Gobierno, diputados de UCD como Javier Ruipérez (“España y las Malvinas” 12 de mayo de 1982) o Joaquín Muñiz Peirtas (“Las islas de la discordia” 13 de mayo de 1982) y contrarios a la posición del Gobierno, comparando la situación con Gibraltar, y criticando la salida bélica del conflicto, como Enrique Curiel, diputado del PCE (“Entre la confusión y el despropósito” 9 de mayo de 1982) como Luis Solana Madariaga, diputado del PSOE (“¿Cómo se dice Malvinas en Marroquí?” 7 de mayo de 1982). En cuanto a los intelectuales, escriben tanto españoles que estaban a favor de Argentina como Carlos París (“La extraña lógica de las Malvinas” 28 de mayo 1982) como criticando la salida bélica al conflicto, pero posicionando más del lado británico, como el filósofo Fernando Savater (“El revés de la trama” 5 de junio 1982) En cuanto a la intelectualidad latinoamericano, tampoco hubo una homogeneidad de pensamiento, unos , como Gabriel García Márquez, novelista colombiano (“Con Las Malvinas o sin ellas” 14 de abril 14 de abril) apoyaban la invasión de la Isla, aunque ven “objetivos torcidos” en la invasión y critica la represión de la dictadura argentina, y otros, como Jorge Edwards, novelista chileno (“Argentina, en guerra” 15 de junio 1982) son críticos con la invasión de Las Malvinas y las

consecuencias que dejó en Argentina. Pero como se ha dicho antes, lo más novedoso de EL PAÍS es que dio un amplio altavoz al exilio argentino y a sus diferentes posturas. El primer artículo que aparece en este sentido lo escribe el periodista Mariano Aguirre el 22 de abril de 1982 que se llama “Malvinas no, gracias”, en el que hace un dura crítica a la dictadura y a la oposición argentina que apoya la invasión, que se ha plegado a los intereses dictatoriales. Este artículo fue rebatido por varios argentinos en cartas al director, como el caso de un argentina que vivía en Leganés, Alicia Domínguez Rossi, en la carta al director “Malvinas y Gibraltar” el 3 de mayo de 1982, en el que pide a Mariano Aguirre “que es el momento de unirse” a pesar de que “sabemos que es un Gobierno que no deseamos”. A partir de ese artículo de Mariano Aguirre, comenzaron a aparecer artículos y manifiestos de asociaciones y políticos argentinos en el exilio. El 29 de abril de 1982, Miguel Martínez, Julio Rosales y Roberto Zoppi, pertenecientes a la Unión Básica Peronista, escribieron un artículo, “Las Malvinas son argentinas” en el que critica “una auténtica calamidad nacional, representada por una dictadura oligárquica y sanguinaria” y también “la presencia británica en las Malvinas, por aberrante y retrógrada”. El 15 de mayo de 1982, unos días antes de que comenzara la invasión británica de las Islas, Ricardo Rojo, Eduardo Duhalde, Susana Viau, políticos exiliados argentinos, escribieron un “Manifiesto contra la guerra del Atlántico Sur” en el que critica a la posición argentina que se pliega a la dictadura apoyando la Guerra de las Malvinas “porque tras los falsos dilemas que plantea no hay lucha antidictatorial, sino sumisión a sus planes de legitimación y supervivencia. Por ello decimos no a la guerra.” El 28 de mayo de 1982, en un artículo de opinión, “La intransigencia británica”, Eduardo L. Andriotti, portavoz en España del Partido Intrasigente Argentino, en el que dice que “los argentinos queremos la paz y, por idiosincrasia, somos pacíficos” pero “ esa paz, que para ser sólida y perdurable, debe tener un alto contenido de justicia”. Por lo tanto, se encuentran diferentes voces, a favor y en contra del conflicto de Las Malvinas por parte del exilio argentino. Respecto a las voces de los británicos en el periódico, aparece también una heterogeneidad de opiniones en cartas al director y artículos de opinión. Richard Harris, en una carta al director del 16 de mayo de 1982, dice que la opinión pública española puede o “ apoyar a los fascistas” o “mirar con moderación la situación del Atlántico Sur”. En otra carta al director del 11 de mayo de 1982 Richard Gillespie y Mónica Threlfall dice que los argentinos y malvinienses son “poco más que peones en un drama cuyos principales beneficiarios, sea cual sea el desenlace de la guerra, serán, probablemente, unas cuantas compañías multinacionales”. Pero la opinión más interesante de los británicos es la de Robert Graham, periodista de The Financial Times, que en un artículo del 21 de junio de 1982, ya acabada la guerra, titulado “Los perros de la guerra” hace una crítica a los medios de comunicación españoles por el trato que han dado sobre el conflicto, diciendo que “A pesar de estas dificultades de interpretación” “esta ha sido la primera ocasión en la cual dos países en guerra han permitido la presencia a los medios de comunicación” y que “los medios de comunicación españoles -con pocas excepciones- han preferido creer la información facilitada por una Junta Militar represiva que la de una democracia occidental”. E incluso critica al EL PAÍS que “ha ofrecido un equilibrio constante en su información” pero que “tampoco es inmune” a las influencias argentinas.

Por lo tanto, vemos como EL PAÍS es un periódico que sirve de altavoz para diferentes tipos de opiniones sobre el conflicto, tanto voces españolas como latinoamericanas y británicas, aunque su línea editorial abogaba por una salida pacífica del conflicto, criticando las posturas del Gobierno. 5.2 Postura de ABC respecto del conflicto. Mientras en EL PAÍS se dio una visión heterogénea de la realidad de las Guerras de las Malvinas y de la Junta Militar, incluso con la voz de exiliados argentinos en España y otros países de Europa, ABC, periódico monárquico y de ideología derechista, se dio una visión más homogénea de la Guerra, comparando la situación de las Malvinas con Gibraltar y dando un apoyo a la Junta Militar en su reivindicación de las Islas, sin hablar del fondo político del conflicto y justificando la invasión mediante el patriotismo y las nociones históricas. No se debate la legitimidad de la Junta Militar, sino que en la mayoría de editoriales y sobre todo, en las cartas al director, ciudadanos españoles hablan a favor de Argentina y comparándola con la situación española y Gibraltar. Aunque se dieron voces divergentes a la línea editorial del periódico sobre el conflicto, la mayoría de los escritores, políticos y periodistas que escribieron en el periódico se posicionaron a favor de Argentina y contrarios a la ocupación británica de las Islas. El primer editorial sobre la guerra aparece un día después de la invasión argentina de las Islas, el 3 de abril. En él se pueden ver las principales características que iba a seguir la línea editorial durante el conflicto, diciendo que con la situación de las Malvinas “hemos pensado casi instintivamente en Gibraltar”. El editorial señala “la conveniencia de un resultado pacífico a la situación creada” y la necesidad “de que Londres reconozca las ocasiones perdidas por su parte para llegar a una resultado más airoso” haciendo una crítica al Gobierno británico. Dice de la invasión que aunque “las razones de tipo nacional que han llevado a Galtieri a ordenar el desembarco pueden ser simultáneas con las dificultades internas” realmente “aun siendo simultánea, resultan, en razón de los títulos históricos argentinos, indiscutibles independientes”. Es decir, el editorial justifica la invasión argentina de las Malvinas. En otros artículos, ABC justifica la invasión de las Malvinas en términos históricos, como en el artículo “Las Malvinas, una querella que se remonta a 1833” que se publicó el mismo 3 de abril, en el que se hablaba de las negociaciones que Gran Bretaña y Argentina habían mantenido en el siglo XIX, por la cual los británicos se comprometían a devolver las islas a los argentinos. O en el artículo de opinión “Las Malvinas” del 7 de abril, en el que se habla del descubrimiento de las Islas, descubiertas por el capitán español Esteban Gómez. El 1 de junio de 1982, Juan Luis Manfredi publica un artículo sobre la primera Guerra de las Malvinas, que fue en 1914 (““Así fue la primera guerra de las Malvinas”) Todos estos artículos de carácter histórico servían para justificar la invasión de las Islas por parte de la Junta Militar Argentina. Otra idea que aparece en la línea de las editoriales, artículos de opinión y cartas al director es la comparación de la situación de Las Malvinas con la de Gibraltar. El primer artículo

sobre el tema aparece el 7 de abril que habla de que la situación de las Malvinas no afectara a las negociaciones sobre Gibraltar (“No hay retrasos previstos en la negociación sobre el peñón de Gibraltar”) Ese mismo día aparece también el primer editorial que habla sobre el tema “La crisis atlántica” que habla de cómo Gran Bretaña y su gobierno “se aferran con sorprendente obstinación durante un siglo y medio en un caso y durante más de dos siglos en otro” y que son “territorios, obtenidos por la fuerza, absolutamente innecesarios para la seguridad de Gran Bretaña” . El 18 de junio de 1982, en una carta al director, el conde de Santamaría dice que la Guerra de las Malvinas ha venido a demostrar que Inglaterra no quiere saber nada de poner fin a situaciones coloniales” y pide a Inglaterra “que ponga fin a la situación colonial de Gibraltar” ABC se postula del lado de la posición que toma el Gobierno respecto al conflicto. En la editorial del 7 de mayo “La posición en España en el Atlántico Sur” dice ABC que “España hizo bien en abstenerse en el momento de aprobarse la resolución 502” que condenaba la invasión argentina de las Malvinas en la ONU. En otro editorial, del 29 de mayo de 1982, titulado “Oportunidad y oportunismo” hace una crítica a los partidos políticos españoles de la oposición porque “Ha tenido que hacerse patente la separación entre los partidos políticos mayoritarios y el sentir popular, de clara solidaridad con Argentina” para que “ intenten tomar electoralistamente el asunto de la calle” Los intelectuales y periodistas que escriben artículos de opinión se posicionan mayoritariamente a favor de la Junta Militar y contra Inglaterra, criticando la salida militar del conflicto y apostando por las vías diplomáticas. Uno de los principales articulistas es Cándido (llamado realmente Carlos Luis Álvarez Álvarez). En sus artículos critica el uso de la guerra como método para acabar con los conflictos (“Cherchez la Cia” 24 de mayo de 1982; “De la guerra” 29 de mayo de 1982), críticas a Inglaterra y a sus periodistas por criticar a los medios españoles (“El ladrido del león” 23 de junio de 1982). Otros escritores, ensayistas y académicos escriben sobre el conflicto. Por ejemplo, Manuel Blanco Tobio, periodista y antiguo director del diario Arriba, que critica la utilización de la violencia por parte de ambos bandos (“La primera baja” 24 de mayo 1982); Jose María Alfaro, poeta, que critica a EEUU por apoyar a Inglaterra en la Guerra de las Malvinas (“La deserción continental” 16 de junio 1982) Juan Fernando Dorrego, periodista, que critica la violencia de la guerra y reconoce la victoria de Inglaterra y la debilidad de la Junta Militar después de la guerra (“La victoria de la Dama de Hierro frente al general garrote” 18 de junio 1982) Fernando Chueca Goitia, ensayista y académica de la Real Academia de la Historia, que apoya a los militares argentinos (“La confusión” 28 de junio 1982). También algunas voces extranjeras escriben en el periódico, como Raymond Aron, filósofo francés, que en su artículo “La guerra irracional” del 16 de mayo de 1982, donde ve que los soldados están convencidos en la lucha, que luchan por “honor y justicia” y que América del Sur perdería mucho si Argentina perdía la guerra. Tras acabar la guerra, en el 14 de junio, se publica un editorial al día siguiente “Una salida política a las Malvinas” en el que dice que la salida de la crisis de las Malvinas no está “en los esquemas militares” sino que su solución se encuentra en “el plano de las soluciones políticas y diplomáticas” y criticó a Gran Bretaña por haberse salido de ese plano por haberse empecinado “en su omisión descolonizadora y el silencio”.

Por lo tanto, vemos como en ABC, a pesar de haber algunas voces que dicen lo contrario, a una línea editorial homogénea, en la que, a pesar de criticar el uso de la fuerza para resolver el conflicto, si que se decantan por Argentina frente al “neocolonialismo” inglés, apoyando las posturas del Gobierno de la UCD.

6. Conclusiones. Como hemos podido ver, tanto en la bibliografía, como en las memorias políticas, como en la prensa española, el conflicto de las Malvinas fue un conflicto muy complejo que afectó no sólo a Gran Bretaña y a Argentina, sino también a EEUU, a Europa y a América Latina. Enmarcada en el contexto de la Segunda Guerra Fría, la victoria inglesa en la Guerra supuso una victoria del campo occidental y de la ideología neoliberal en EEUU y Europa. Y la derrota de la Junta Militar supuso no solo el principio del fin de la dictadura argentina, sino de otras dictaduras que afectaban al cono sur, comenzando un proceso de democratización, que también profundizo en las políticas neoliberales que las diferentes dictaduras habían comenzado. Y EEUU comenzó una política de agresividad contra los movimientos revolucionarios en América Latina, como los sandinistas, que hizo que América Latina viera a EEUU como un enemigo. Mientras, el Estado Español tras la Guerra y la llegada al poder del PSOE intenta acercar posturas con América Latina para mejorar sus relaciones políticas y económicas con el continente. Por lo tanto, la Guerra de las Malvinas fue una guerra que afectó a todo el planeta.

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