\"La guerra civil en la producción histórica del profesor Santos Juliá\", en J. Álvarez Junco y M. Cabrera, La mirada del historiador (Madrid, Taurus, 2011, pp. 113-130).

July 22, 2017 | Autor: Enrique Moradiellos | Categoría: Historia De La Guerra Civil Española, Historia De La Historiografia
Share Embed


Descripción

La Guerra Civil en la producción histórica del profesor Santos Juliá Enrique Moradiellos

Con toda seguridad la fuente no es exhaustiva, pero su informa-

ción sí puede considerarse indicativa. Según los datos registrados en Dialnet, el conocido portal riojano de difusión de la producción científica española, el profesor Santos Juliá es responsable (a fecha de 22 de noviembre de 2010) de nada menos que 233 textos escritos de carácter histórico en diferente formato y extensión (desde breves reseñas de obras de terceros a densos libros de autoría individual; quedan fuera sus intervenciones y columnas periodísticas). Y, entre ellos, la Guerra Civil española de 1936-1939 constituye un asunto temático recurrente, crucial y progresivamente cada vez más relevante. Así, por ejemplo, en lo que se refiere a «artículos de revistas», un total de quince sobre 77 (el primero del año 1988) tiene que ver inequívocamente con esta materia. Por lo que hace a «libros» propios o en colaboración con otros, un mínimo de ocho sobre 24 abordan directa o indirectamente el periodo (el primero de 1990); y, finalmente, en cuanto coordinador de «obras colectivas», cinco de diez libros ponen su foco en la temática mencionada (el primero de 1987). En definitiva, cabe concluir que la Guerra Civil ha sido desde hace tiempo y hasta el mismo momento presente un eje de especial interés y atención historiográfica por parte del profesor Juliá. Habida cuenta de su condición de prolífico historiador especializado en la época contemporánea (y más en el siglo xx que en el siglo xix), este «descubrimiento» bibliométrico apenas resulta sorprendente ni significativo. Entre otras cosas, porque lo contrario sí que hubiera sido claramente anómalo: no cabe pensar que una figu-

113

LA_MIRADA_DEL_HISTORIADOR.indd 113

25/05/11 09:36

La Guerra Civil en la producción histórica del profesor Santos Juliá

ra historiográfica de la entidad y calidad del profesor Juliá hubiera dejado de reflexionar (y escribir) siquiera mínimamente sobre lo que es y conceptúa como el «acontecimiento central en la historia de la España contemporánea»1. De hecho, una de sus más originales obras individuales, el magno estudio sobre los «escritores públicos» e «intelectuales» españoles de la época contemporánea, deja ver el alcance que atribuye a la cesura histórica impuesta por el tajo bélico de 1936-1939, que permite iluminar retrospectivamente la historia española desde 1898, en cuanto que antecedente, y obliga a repensar su curso hasta después de 1975, en calidad de consecuente. En palabras certeras y, como siempre, formalmente impecables del autor: La Guerra Civil redujo la complejidad y múltiple fragmentación de la sociedad española del primer tercio del siglo xx a dos bandos enfrentados a muerte, con el resultado de que el vencedor nunca accedió a ningún tipo de reconciliación que mitigara los efectos de la derrota de los perdedores y volviera a integrarlos en la vida nacional. Desde 1939, España quedó brutalmente amputada de una parte muy notable de sus gentes y de su historia; hasta 1975, España vivió de la guerra o de las consecuencias de la guerra, que aún habrían de extender su sombra durante todo el periodo de transición a la democracia2.

Las acotaciones y comentarios que siguen pretenden examinar de una manera muy personal, quizá incluso poco canónica y asistemática, esa trayectoria de reflexiones y escritos sobre dicho periodo trágico de la historia española a cargo de un eminente historiador que ha tenido también un papel muy crucial en la conformación de la conciencia historiográfica de una generación de historiadores de la que formamos parte por mero imperativo cronológico (sus primeros textos escritos sobre la materia prácticamente coinciden con nuestras primeras incursiones en el asunto como joven doctorando). Son, por tanto, un repaso a textos e ideas tejidas en esos textos que quieren contribuir al merecido homenaje de quien es, por títulos propios, un maestro de historiadores reconocido y muy aprecia1 Así la define en el primero de sus trabajos sobre el asunto: Santos Juliá, «Introducción: Un año de conmemoraciones», en Santos Juliá (coord.), Socialismo y guerra civil, Madrid, Fundación Pablo Iglesias, 1987, pp. 1-5 (cita en p. 5). 2 Santos Juliá, Historias de las dos Españas, Madrid, Taurus, 2004, p. 288.

114

LA_MIRADA_DEL_HISTORIADOR.indd 114

25/05/11 09:36

Enrique Moradiellos

do. Y dicho lo antecedente, sin ánimo de presumir lo que no sería cierto: ni somos ni pretendemos haber sido discípulo o alumno del profesor Juliá; pero sí, desde la distancia geográfica y corporativa (lamentablemente, nunca hemos estado en la misma «área de conocimiento» funcionarial), su lector asiduo y un sincero admirador de la densidad de su pensamiento histórico y de la belleza estilística de su prosa historiográfica. Lo primero que cabría destacar en este repaso personal es algo bien evidente para cualquier lector atento: Santos Juliá empezó a tratar de asuntos relativos a la Guerra Civil como resultado de su primera especialización en la época republicana y una vez que hubo sentado plaza como experto en la dinámica sociopolítica del periodo y en el papel de los socialistas durante el quinquenio democrático republicano. No en vano, antes de acometer cualquier incursión en ese ámbito bélico, había publicado renombrados libros (precedidos por artículos anticipatorios) sobre la etapa previa: un crítico estudio de la estrategia y táctica de la facción largocaballerista del PSOE en los años finales del régimen republicano (La izquierda del PSOE, 1935-1936, Madrid, Siglo XXI, 1977); una revisión innovadora sobre la gestación de la alianza electoral vencedora en las últimas elecciones republicanas (Los orígenes del Frente Popular en España, 1934-1936, Madrid, Siglo XXI, 1979); una «microhistórica» disección de la vida sociopolítica de la capital española en los primeros años del régimen: Madrid, 1931-1934. De la fiesta popular a la lucha de clases (Madrid, Siglo XXI, 1984); y la edición de los recuerdos inéditos sobre la época de Francisco Largo Caballero bajo el título Escritos de la República (Madrid, Fundación Pablo Iglesias, 1985). El profesor Juliá empezó a escribir sobre la Guerra Civil a partir del año 1986, en el contexto de las conmemoraciones del 50 aniversario del inicio de la contienda. Pero no lo hizo como mero efecto de la dinámica «de un año prolífico en cincuentenarios», sino por dos razones historiográficas de indudable peso y relevancia. La primera, que ya no cejará de subrayar en toda su obra posterior, porque suponía un error interrumpir el estudio de la vida sociopolítica republicana en el verano de 1936 y lo mismo sucedía para la historia del movimiento socialista español. En sus propias palabras de honesta rectificación:

115

LA_MIRADA_DEL_HISTORIADOR.indd 115

25/05/11 09:36

La Guerra Civil en la producción histórica del profesor Santos Juliá

A medida que aparecen documentos y estudios sobre el socialismo español en la Guerra Civil, se hace más patente el error en que algunos hemos incurrido al cortar la historia del movimiento socialista el día 18 de julio de 1936, como si a partir de esa fecha se iniciase un nuevo proceso interno. Todo indica que no fue así y que las direcciones seguidas durante los primeros meses de guerra por las dos grandes fracciones socialistas —divididas orgánicamente desde diciembre de 1935— fueron continuación, en condiciones bien diferentes, de las ya iniciadas entonces. […] El comienzo de la guerra significó, si acaso, una pausa en ese enfrentamiento, pero en modo alguno su fin3.

La segunda razón aducida para esa extensión de la mirada historiográfica desde época republicana de paz al periodo de guerra no sería menos importante y determinante para sus trabajos posteriores. Se trataba, sobre todo, de superar los estudios previos centrados excesivamente en «la magna disputa» entre anarquistas y comunistas durante la contienda, como si la dinámica sociopolítica de la República en ese trienio bélico hubiera sido solo una pugna entre el anarcosindicalismo y el comunismo de inspiración soviética para dirigir la «guerra y la revolución» según un orden de prioridades discutido y enfrentado. A juicio del profesor Juliá, esa focalización clásica y recurrente había tenido como efecto colateral el olvido o subestimación del «papel que también los republicanos y los socialistas desempeñaron en el Estado, en la dirección de la guerra y en la transformación de las relaciones sociales»4. En consonancia con esos postulados críticos, desde 1986 el profesor Juliá fue publicando una serie de artículos y de obras que incluían la época republicana de guerra en sus estudios históricos de marcada naturaleza sociopolítica, a tono con su defensa de las virtualidades de la perspectiva de la mejor tradición de la sociología histórica (como puede verse en su influyente ensayo Historia social, sociología histórica, Madrid, Siglo XXI, 1989). Así se aprecia, a título de ejemplo impresionista, en sus tres contribuciones al volumen del que fue coordinador sobre Socialismo y Guerra Civil (Madrid, 3 Santos. Juliá, «De la división orgánica al gobierno de Unidad Nacional», en Santos Juliá (coord.), Socialismo y guerra civil, pp. 227-245 (cita en p. 227). 4 Santos Juliá, «Introducción: un año de conmemoraciones», en Santos Juliá (coord.), Socialismo y guerra civil, pp. 3-4.

116

LA_MIRADA_DEL_HISTORIADOR.indd 116

25/05/11 09:36

Enrique Moradiellos

Fundación Pablo Iglesias, 1987); en su muy reeditado y apreciado manual introductorio a los siglos xix y xx dentro de Historia económica y social moderna y contemporánea de España (Madrid, UNED, 1988, vol. 2); en su renovador análisis del periodo 1931-1939 dentro de la colección Historia del Socialismo español dirigida por Tuñón de Lara (Bilbao, Conjunto Editorial, 1989, vol. 3); en su ensayo interpretativo sobre el papel de Los socialistas en la política española desde su fundación en 1879 y hasta la consolidación de la democracia tras la victoria electoral de 1982 (Madrid, Taurus, 1997); en su fecundo repaso a la historia española del siglo xx en sus dimensiones políticas y sociales (Un siglo de España. Política y sociedad, Madrid, Marcial Pons, 1999); en sus densas introducciones como coordinador a los pioneros estudios sobre las Víctimas de la Guerra Civil (Madrid, Temas de Hoy, 1999) y sobre la Violencia política en la España del siglo XX (Madrid, Taurus, 2000); y, para terminar una revisión que no quiere ni puede ser exhaustiva, en su prólogo y colaboración al volumen por él coordinado de la Historia de España de Menéndez Pidal dedicado a la década de 1930 en su totalidad (República y Guerra Civil, Madrid, Espasa-Calpe, 2004, tomo 40; textos luego republicados en S. Juliá [coord.], República y guerra en España, Madrid, Espasa, 2006). Y casi a la par que se iban sucediendo esos estudios, su autor también ampliaba su campo de visión y análisis con incursiones cada vez más densas y relevantes en los dominios de la historia cultural o intelectual, a la par que afrontaba con éxito los desafíos implícitos en las tareas de biografía histórica. A esa nueva orientación histórico-cultural respondieron, para citar solo las obras mayores y orillar los múltiples artículos monográficos, el magno estudio ya mencionado sobre los intelectuales españoles desde la Generación del 98 y «el problema español» (Historias de las dos Españas, Madrid, Taurus, 2004), y la introducción y colaboración a la obra por él dirigida bajo el título Memoria de la guerra y del franquismo (Madrid, Taurus, 2006). A la significativa conversión en biógrafo cabe atribuir las últimas de sus recurrentes aproximaciones a la vida y obra de una figura histórica que muchas veces ha parecido ser (o así se nos aparece personalmente) su álter ego político e intelectual: la exhaustiva antología titulada Obras completas de Manuel Azaña (Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2007, 7 volúmenes) y el retrato com-

117

LA_MIRADA_DEL_HISTORIADOR.indd 117

25/05/11 09:36

La Guerra Civil en la producción histórica del profesor Santos Juliá

pleto contenido en Vida y tiempo de Manuel Azaña, 1880-1940 (Madrid, Taurus, 2008)5. Así pues, dicho de modo resumido y con todas las inexactitudes implícitas en cualquier recapitulación sumaria, estamos en presencia de la trayectoria dilatada y densa de un magnífico historiador que comienza especializándose en el quinquenio republicano de paz y acaba abordando intensa y profundamente el trienio de guerra y sus consecuentes mediatos e inmediatos: el franquismo y la transición política y consolidación democrática. De un historiador que emprende su carrera como cultivador de la historia social y política a tono con los filomarxistas aires dominantes en la historiografía española del momento y pasa a extender sus intereses hacia campos mucho menos roturados y apreciados por esa misma historiografía, que incluyen las esferas de la cultura más excelsa (el «intelectual» comprometido) o popular (en el caso de la mal llamada «memoria histórica») y el enfoque biográfico centrado en un estadista de primera fila y condición. De un historiador, además, que goza del privilegio nada habitual de dominar con maestría el arte de la expresión escrita sutil y penetrante, tanto si lo hace para acercarse a las estructuras funcionales sociopolíticas más anónimas y suprasubjetivas (partidos, sindicatos, elecciones, clases, conflictos, ciudades…), como si lo hace para diseccionar el pensamiento de una figura de las artes y las letras (de Ortega a Laín Entralgo, pasando por Maeztu, Bergamín, Pla y Deniel o Ridruejo), o para reexponer la vida única y singular de un intelectual y político de hondura asombrosa en ambas dimensiones y trágico final en el exilio francés. Si tuviéramos que proseguir este repaso sumario a las principales contribuciones del profesor Juliá a la historiografía de la Guerra Civil, nos atreveríamos a afirmar que son muchas, muy variadas, no pocas veces sorprendentes, siempre bien argumentadas, en ocasiones debatibles y opinables, pero en ningún caso arbitrarias o super5

Significativamente, la primera versión biográfica del personaje detenía su mirada justo en vísperas del estallido de la Guerra Civil, a tono con el patrón inicial de concentrar la atención en el periodo republicano de modo exclusivo: Manuel Azaña. Una biografía política, Madrid, Alianza, 1990. En su reciente biografía completa, el profesor Juliá reconoce con humilde grandeza: «aquella biografía quedó manca de la guerra y del destierro, coja de juventud e hinchada sobremanera de República» (Vida y tiempo de Manuel Azaña, Madrid, Taurus, 2008, p. 11).

118

LA_MIRADA_DEL_HISTORIADOR.indd 118

25/05/11 09:36

Enrique Moradiellos

fluas. De todas ellas, desde la falible percepción del firmante de estas líneas, cabría subrayar un conjunto de tres grandes aportaciones o innovaciones debidas a su pluma y reflexión especialmente relevantes e influyentes. La primera de ellas concierne al muy transitado asunto de las «causas» u «orígenes» de la Guerra Civil: «¿Cómo fue posible tanta crueldad, tanta muerte?»6. Y a este respecto, las respuestas del profesor Juliá mantienen una notable coherencia y continuidad entre sus primeras afirmaciones casi tentativas y sus últimas reflexiones más argumentativas. De hecho, siempre ha postulado la necesidad de rehuir las «explicaciones que oscilan entre el determinismo y la etnopsicología o el carácter de los pueblos», bajo la convicción de que dichas pseudoexplicaciones son «un tanto metahistóricas», «una especie de fatalismo», y sus razones bien «podían haber sido origen de otra cosa», sin que quepa entender la guerra como «el ineluctable resultado de una especial lucha de clases» ni como el hito final de «un mítico enfrentamiento entre dos Españas». Y ello no solo por una comprensible prevención profesional hacia las especulaciones «metafísicas», «invenciones de larga duración» y «este tipo de explicaciones trascendentes» de casi imposible comprobación y contrastación, sino por una razón evidente de orden histórico e implicaciones éticas: Con eso, la naturaleza específica de la guerra de 1936 se perdería en el magma de las filosofías de la historia y la responsabilidad de los causantes de la catástrofe quedaría sumergida en un genérico carácter español. Por lo que respecta a lo primero, es preciso insistir en que la de 1936 no fue una guerra como las otras; que fue una guerra de vencedores y vencidos; de aniquilación del derrotado. Y por lo que se refiere a lo segundo, será necesario recordar que los causantes de la hecatombe sabían lo que hacían y emplearon todos los medios para conseguir lo que querían; que en modo alguno fueron arrastrados por una especie de destino histórico, como si no hubieran tenido más remedio que hacer lo que hicieron, cumpliendo así un guión escrito por manos ajenas. La responsabilidad de los sujetos individuales, de las élites dirigentes de partidos e instituciones, de los que armaron con sus palabras o sus con6

Santos Juliá, «De “guerra contra el invasor” a “guerra fratricida”», en Santos Juliá (coord.), Víctimas de la Guerra Civil, Madrid, Temas de Hoy, 1999, pp. 11-54 (cita en p. 11).

119

LA_MIRADA_DEL_HISTORIADOR.indd 119

25/05/11 09:36

La Guerra Civil en la producción histórica del profesor Santos Juliá

signas, con sus órdenes y admoniciones, aquellas matanzas, no puede diluirse en la cuenta de las culpas colectivas, que son de todos y, por eso, no son de nadie7.

Sorteando, así pues, «la fuerza retrospectiva de la metáfora, o el mito, de las dos Españas» y la consoladora idea de que «la causa del desastre» radicaba en «un fracaso secular» y «la anomalía que había regido» la reciente historia española, el profesor Juliá fue desgranando y perfilando un conjunto de elementos que permitían explicar el estallido de la Guerra Civil como una contingencia histórica finalmente cristalizada en el primer semestre de 1936, sin recurrir al «fondo de los tiempos», ni a «los arcanos de la historia», ni al destino inevitable e inexorable del «ser de España»8. Entre esos elementos y factores que abrieron las puertas a la Guerra Civil, más como «condición de posibilidad» que como «origen», habría que contar dos en particular que responden a sendas preguntas históricas explícitamente formuladas: Primera: ¿por qué conspiró y se rebeló contra la República un numeroso sector del ejército español?, y segunda: ¿por qué el gobierno de la República fue incapaz de prevenir la rebelión o, una vez iniciada, sofocarla en unos días? Pues, aunque sea trivial recordarlo, nunca se habría iniciado una guerra civil si el ejército se hubiera mantenido leal a la República y obediente al gobierno legítimo, o si, ya que decidió rebelarse, se hubiera hecho con todo el poder en unos días; y una vez el golpe declarado, nunca habría evolucionado hacia una guerra si el gobierno de la República se hubiera hecho con el control de la situación a las pocas horas del golpe o si hubiera desaparecido del todo ante la embestida 7

Santos Juliá, «De “guerra contra el invasor” a “guerra fratricida”», p. 13. Las citas previas en ese mismo artículo (pp. 11-12); en Santos Juliá, «En torno a los orígenes de la Guerra Civil», en Enrique Fuentes Quintana (dir.), Economía y economistas españoles en la guerra civil, Madrid, Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, 2008, vol. 1, pp. 171-189 (citas en pp. 171-172); en Santos Juliá, Historia económica y social moderna y contemporánea de España, p. 119; y en Santos Juliá, «Prólogo» en Menéndez Pidal, Historia de España, vol. XL. República y guerra civil, Madrid, Espasa-Calpe, 2004, pp. XI-XXX (cita en p. XXII). 8 Santos Juliá, «De “guerra contra el invasor” a “guerra fratricida”», p. 13. Las citas previas en Santos Juliá, «Prólogo» Menéndez Pidal, Historia de España, pp. xxii-xxiii; y Santos Juliá, «En torno a los orígenes de la Guerra Civil», pp. 171 y 188.

120

LA_MIRADA_DEL_HISTORIADOR.indd 120

25/05/11 09:36

Enrique Moradiellos

militar. La guerra, así planteadas las cosas, tuvo su origen en el cruce de dos impotencias: la de los militares para hacerse con el poder por medio de un clásico pronunciamiento o de un moderno golpe de Estado y la del gobierno para liquidar la sublevación [nos permitimos la libertad de hacer un añadido a esta frase: o para atajar preventivamente su cristalización]9.

Reducidos a esos límites manejables el problema de las «causas» y «orígenes», la propuesta explicativa del profesor Juliá no ha dejado de perfilarse con el transcurrir de los años, como permite comprobar la revisión de sus textos desde 1986 hasta el presente. Y lo ha hecho con notable originalidad y solvencia, superando con creces «el exceso ideológico» que lastraba (¿y todavía lastra?) «el estudio de la República en guerra»10 y abriendo cauces interpretativos sugestivos y nuevos, cuando menos. Por lo que respecta a la «impotencia» del gobierno republicano, el análisis del periodo de gobierno del Frente Popular efectuado por el profesor Juliá no arroja dudas: en vísperas del estallido de la Guerra Civil existía una verdadera crisis de autoridad («crisis de poder» y eclipse «de la capacidad de dirección política del Gobierno»11) definida por varios rasgos combinados: la presencia de un gobierno exclusivamente republicano cada vez más débil y vacilante después del ascenso de Azaña a la presidencia de la República y una vez demostrada la incapacidad del Frente Popular para ser su soporte sociopolítico («un excelente instrumento político para triunfar en unas elecciones quedó reducido al más débil posible de los instrumentos de gobierno»)12; un ejecutivo «desasistido» del inexcusable apoyo de un movimiento socialista escindido hasta la médula y paralizado por sus contradicciones, con la facción prietista imposibilitada para «reforzar al gobierno» y con el largocaballerismo incapaz «de desplazarlo para ocupar ellos su lugar»13; un ejecutivo enfrentado a una impresionante movilización sindical alentada por la CNT y 9

«En torno a los orígenes de la Guerra Civil», art. cit., pp. 172-173. Socialismo y guerra civil, op. cit., p. 5. 11 Ambas expresiones en Historia económica y social moderna y contemporánea de España, op. cit., pp. 94 y 97. 12 Un siglo de España. Política y sociedad, op. cit., p. 111. 13 Socialismo y guerra civil, op. cit., p. 232. Cita previa en Los socialistas en la política española, op. cit., p. 236. 10

121

LA_MIRADA_DEL_HISTORIADOR.indd 121

25/05/11 09:36

La Guerra Civil en la producción histórica del profesor Santos Juliá

secundada por la UGT, sin dirección política pero nutrida de unas expectativas de revolución inminente («el movimiento de huelgas más generalizado de los habidos en toda la República»; «solo los meses de mayo y junio recogieron tantas huelgas como en todo el año 1934»)14; y un ejecutivo «desorientado» y progresivamente cuestionado por sectores sociales hasta entonces afectos pero ahora temerosos del alcance de la movilización sindical y del consecuente «deterioro del orden público» en «un clima de enfrentamientos callejeros que se cobró en cuatro meses doscientas vidas hasta los asesinatos del teniente Castillo y el diputado Calvo Sotelo»15. Así pues, para el profesor Juliá (frente a las más complacientes visiones historiográficas filorrepublicanas), la exasperante parálisis gubernativa («la intrínseca debilidad del gobierno republicano») era bien grave en la primera mitad de 1936 y se alimentaba de dos procesos combinados. Por un lado, la fragmentación y desorientación política de los grandes partidos básicos para la estabilidad del sistema, tanto el socialista como la CEDA (igualmente fraccionada entre los menguantes sectores posibilistas y los crecientes sectores favorables a la solución de fuerza anticonstitucional). Por otro, el «auge del poder sindical frente a un creciente deterioro de la capacidad de dirección de los partidos»16, que alentó un proceso de huelgas y conflictos que llevó a la calle las tensiones que ya no tenían cobijo suficiente en el Parlamento. Para infortunio del republicanismo en el poder y de todos los españoles, ese proceso de desgaste y deslegitimación pública de la autoridad gubernativa fue completado por el segundo de los factores que, a tenor del análisis del profesor Juliá, hizo posible el estallido de la guerra: la extensión entre una gran parte de los jefes y oficiales de las fuerzas armadas de la convicción sobre la necesidad de llevar a cabo un golpe militar para solucionar la crisis en vigor. La conjura iniciada en marzo de 1936 fue creciendo en adhesiones y compromisos al compás del deterioro de esa dinámica política y social, bajo 14

Historia económica y social moderna y contemporánea de España, op. cit., p. 92. Santos Juliá, «El Frente Popular y la política de la República en guerra», en Santos Juliá (coord.), República y guerra en España (1931-1939), Madrid, Espasa, 2006, pp. 129-222 (citas en pp. 145 y 147). 15 Un siglo de España. Política y sociedad, op. cit., p. 116. 16 Socialismo y guerra civil, op. cit., p. 233. Historia del socialismo español, op. cit., p. 193.

122

LA_MIRADA_DEL_HISTORIADOR.indd 122

25/05/11 09:36

Enrique Moradiellos

el potente sustrato de una cultura profesional («tradición militarista») que concebía el Ejército como «la columna vertebral de la Patria», «el guardián del orden público» y el «vigilante de la sociedad civil». Y, desde luego, era patente en ese contexto que «los conspiradores podían contar con la pasividad o la complacencia de una parte de la sociedad civil», precisamente aquella que se había movilizado electoralmente al lado de los partidos derechistas y del catolicismo político y que recordaba con creciente nostalgia que en 1923 «la corporación militar» se había convertido «en verdadero partido de Gobierno» con relativo éxito durante algunos años17. En definitiva, no solo la calle, sino también los cuarteles, pasaron a ocupar la función reservada al Parlamento en una democracia como ámbito de resolución de las tensiones sociopolíticas. En palabras certeras del profesor Juliá: «Fue en esa coyuntura de desorientación de los partidos políticos y de movilización sindical cuando los jefes y oficiales de las fuerzas armadas que habían planeado el golpe contra la República decidieron actuar»18. El grave problema planteado a los conspiradores militares de la primavera de 1936 fue también de incapacidades e impotencias combinadas. No en vano, la institución militar estaba por aquellas fechas internamente dividida en cuanto a percepciones y aspiraciones políticas, lo que imposibilitaba virtualmente la realización de un golpe similar al de septiembre de 1923, «apoyado en la totalidad de la corporación militar»19. Fue esa falta de «unidad moral» en el seno del Ejército lo que había hecho fracasar estrepitosamente la intentona de agosto de 1932 y lo que había dificultado el compromiso de muchos jefes y oficiales con una nueva tentativa de pronunciamiento, a pesar de las demandas y apelaciones al respecto por parte de políticos derechistas de variado signo. En ese contexto, la conjura militar que llevó adelante la sublevación del 17 de julio de 1936 tuvo desde el principio una falla crucial y decisiva: fue un golpe militar faccional, que no contó «con el seguimiento de la totalidad de las fuerzas armadas» y hubo de enfrentar resistencias internas considerables y decisivas, con el resultado de que triunfó en la mitad de España, pero fue aplastado en la otra mitad por una combinación for17

Historia económica y social moderna y contemporánea de España, op. cit., pp. 120-122. 18 «En torno a los orígenes de la guerra civil», art. cit., p. 180. 19 Un siglo de España. Política y sociedad, op. cit., p. 115.

123

LA_MIRADA_DEL_HISTORIADOR.indd 123

25/05/11 09:36

La Guerra Civil en la producción histórica del profesor Santos Juliá

zada e inestable de fuerzas militares leales y milicias sindicales armadas urgentemente. Y ahí se produjo la cristalización final de la contingencia de la Guerra Civil en España. En ese cruce de impotencias e incapacidades tan certeramente analizadas y descritas por el profesor Juliá cabe hallar el «origen» y la «causa» de la contienda: La guerra nunca fue necesaria, pero comenzó a ser posible desde que en amplios sectores militares anidó la perspectiva de un golpe de Estado y desde que las fuerzas políticas que podían haber prevenido o, en su caso, sofocado el golpe no ofrecieron la resistencia unida y eficaz que requería la ocasión. En esas circunstancias, la intervención extranjera y una cultura política que había exaltado en los años anteriores el valor de la violencia para resolver conflictos en torno a intereses de clase, definición de lo nacional y sacralización del espacio público, hizo el resto. Tal vez sea inexacto calificar todo esto como «origen» de la Guerra Civil, pero no cabe duda de que todo eso fue, por una parte, condición de su posibilidad y, por otra, causa de su posterior desarrollo como guerra de exterminio20.

El segundo núcleo de innovaciones interpretativas de la Guerra Civil atribuible a la obra del profesor Juliá concierne a la dinámica sociopolítica abierta en la República una vez iniciadas las hostilidades bélicas. En este campo, sus aportaciones han sido muy relevantes y constantes, combinando de nuevo enfoques y perspectivas muy originales y una exhaustiva apoyatura archivística y hemerográfica, amén de la imprescindible base bibliográfica y testimonial. A título de ejemplo de ese nuevo enfoque y perspectiva, cabe mencionar la revisión efectuada sobre el esquema tradicional imperante en la historiografía de la Guerra Civil todavía a la altura de la década de 1980, casi heredera de las formulaciones hechas ya durante la propia contienda y en la postguerra. A tenor de ese esquema, las vivas tensiones sociopolíticas en el seno de la República se articulaban en torno a dos grandes conceptos y alineamientos: «Guerra y/o Revolución»; o bien subordinar todas las actividades al objetivo de fortalecer el esfuerzo bélico o bien promover el cambio revolucionario como condición para librar la guerra con éxito. En ese sentido, la decisión de priorizar una u otra de las alternativas habría sido la base latente y patente de la 20

«En torno a los orígenes de la guerra civil», art. cit., p. 189.

124

LA_MIRADA_DEL_HISTORIADOR.indd 124

25/05/11 09:36

Enrique Moradiellos

creciente hostilidad entre anarquistas y comunistas desde los momentos iniciales del gobierno de José Giral y hasta la ruptura traumática del golpe de Casado, vistos tanto la CNT-FAI y el PCE como polos aglutinadores de las respectivas facciones revolucionarias (el POUM, el largocaballerismo ugetista) y reformistas (el republicanismo burgués, el socialismo prietista) subsistentes en la retaguardia republicana. El cambio de enfoque asociado a la obra del profesor Juliá parte de una constatación evidente y asumida por la historiografía desde hacía mucho tiempo: el fracaso del golpe militar en la mitad de España llamada «gubernamental» o «republicana» significó un colapso casi completo de las instituciones estatales («el Estado, si no se esfuma, se derrumba») y la apertura de un proceso revolucionario de enorme amplitud social y débil articulación política. No en vano, el gobierno republicano, «sin instrumentos para garantizar el orden público e imponer su autoridad», asistió impotente ante la emergencia de «un poder sindical y local» que llevó adelante transformaciones sociopolíticas y económicas radicales: constitución de juntas y comités de hegemonía sindical para dirigir los dispersos territorios opuestos a la sublevación, colectivizaciones de tierras y empresas de alcance anticapitalista, represión de clase inclemente y al margen de cualquier asomo de legalidad jurídica, y constitución de milicias mayormente sindicales que actuaban como verdaderas fuerzas de policía y de resistencia militar en el frente y en la retaguardia. Ese proceso de «revolución social» no fue paralelo a «la construcción de un poder político capaz de consolidarla» por el mero hecho de que estaba auspiciado por la emergencia bélica (el colapso estatal transitorio) y dirigido por las organizaciones sindicales. Pero tanto el devenir del primer factor como el del segundo fueron claramente adversos a la revolución en curso. Por un lado, la «fiesta popular revolucionaria» enseguida topó con la cruenta realidad de una guerra librada con éxito creciente por un ejército regular disciplinado y bien abastecido por dos grandes potencias, como eran Alemania e Italia, ante la indiferencia de las grandes democracias europeas. Por otro, los sindicatos españoles descubrieron que «la huelga general, arma suprema de la revolución, no servía en ninguna parte para nada», hubieron de aceptar la persistencia de instituciones gubernativas y fuerzas sociopolíticas republicanas debilitadas pero no desaparecidas, y tuvieron que asumir tareas de gestión y producción

125

LA_MIRADA_DEL_HISTORIADOR.indd 125

25/05/11 09:36

La Guerra Civil en la producción histórica del profesor Santos Juliá

muy superiores a sus capacidades y expectativas: «Cuando se trataba de cuestiones fundamentales, en los sindicatos españoles nadie dirigía con eficacia [y desdeñaron] el problema central de toda revolución política: la toma revolucionaria del poder más allá del límite de su acción directa»21. El resultado y cosecha de «la hora de las sindicales» abierta a fines de julio de 1936 no pudo ser más parco y escaso: «fue nefasto para la guerra y para la revolución». Sencillamente, a más revolución (en las zonas alejadas del frente bélico, como Cataluña, o de frentes dormidos, como Aragón oriental), más derrotas militares sangrantes y fulgurantes (como en Andalucía, Extremadura y zonas castellano-manchegas). En palabras del profesor Juliá: «Encubriendo bajo su manto una revolución social incapaz de organizar eficazmente la defensa, la República solo cosechó desastres en el exterior y retrocesos continuos en el interior»22. Y así se impuso la formación del gobierno presidido por Francisco Largo Caballero, que quiso estar hegemonizado por las dos sindicales como garantía para la continuidad y supervivencia de «las conquistas revolucionarias», pero aceptando la necesidad imperiosa de proceder a la reconstrucción de la autoridad central y asumiendo la imprescindible participación de otros partidos y organizaciones igualmente comprometidos en la lucha contra un enemigo que avanzaba victorioso. Un peculiar gobierno de mínimos, «juntos, pero no confundidos», sin «matiz político alguno» (Largo Caballero dixit) y donde los sindicatos dominaban claramente a pesar de sus notorias diferencias y desconfianzas recíprocas. Un gobierno en el que coexistían «dos principios antagónicos de organización de la sociedad y de construcción del poder» y al que Largo Caballero aspiraba a convertir ilusoriamente en «un gran Gobierno de guerra y al mismo tiempo, sin decirlo, un gran Gobierno revolucionario»23. 21

«El Frente Popular y la política de la República en guerra», art. cit., pp. 156 y 159. Un siglo de España. Política y sociedad, op. cit., pp. 124 y 125. Socialismo y guerra civil, op. cit., p. 234. 22 «El Frente Popular y la política de la República en guerra», op. cit., p. 164. Un siglo de España. Política y sociedad, op. cit., p. 124. 23 En palabras ingenuamente reveladoras de su consejero áulico, Luis Araquistáin, citadas en «El Frente Popular y la política de la República en guerra», op. cit., p. 166. Socialismo y guerra civil, p. 240. Historia económica y social moderna y contemporánea de España, op. cit., p. 109. Los socialistas en la política española, op. cit., p. 248.

126

LA_MIRADA_DEL_HISTORIADOR.indd 126

25/05/11 09:36

Enrique Moradiellos

Como era previsible, tal gobierno fue, desde el principio, escenario de grandes tensiones que el profesor Juliá no define ya como meras luchas entre partidarios de hacer la guerra o defensores de la revolución, porque la omnipresente exigencia de aquella ya había limitado radicalmente la virtualidad de esta: No fue la divisoria entre ganar la guerra o hacer la revolución lo que escindió a los leales a la República; fue más bien que con gobiernos que acogían a organizaciones de tan diversa naturaleza y objetivos era imposible evitar las luchas por la hegemonía24.

El desgaste acelerado de ese gobierno de pretendida hegemonía sindical fue precipitado por la adversa marcha de las operaciones militares y la quiebra de los discursos políticos obreristas y pseudorrevolucionarios (como apuntaban las llamadas recurrentes a una «Alianza Obrera» de ambas sindicales como freno y contrapeso al «Frente Popular» de partidos interclasistas). Y fue precisamente el único éxito defensivo cosechado por la República, la defensa de Madrid, lo que, casi contra todo pronóstico (y, desde luego, contra las expectativas de Largo Caballero), sentó las bases de dos fenómenos sociopolíticos cruciales: Por una parte, al dirigir su defensa un militar de carrera [el general Miaja] rodeado de un Estado Mayor, el ejército republicano en construcción comenzó a adquirir un nuevo papel, mostrando de manera práctica su superioridad sobre las milicias. Por otra, el PCE, fortalecido por los envíos de armamento soviético y la presencia de las Brigadas Internacionales, decidió asumir «la gran tarea de defender Madrid» […]. A partir de la batalla de Madrid, los comunistas adquirieron un mayor peso político mientras los militares ampliaban su esfera de poder25.

La tensión latente que lastraba hasta la parálisis la capacidad de dirección política de un gobierno tan inestable y dividido acabó de estallar con motivo de la crisis barcelonesa de mayo de 1937. Aquella embrionaria guerra civil dentro de la Guerra Civil arras24 25

«El Frente Popular y la política de la República en guerra», op. cit., p. 170. Ibíd, op. cit., pp. 180-181.

127

LA_MIRADA_DEL_HISTORIADOR.indd 127

25/05/11 09:36

La Guerra Civil en la producción histórica del profesor Santos Juliá

tró consigo a un Largo Caballero ya muy desprestigiado, apenas sostenido por CNT-FAI y duramente criticado por un frente amplio de partidos y organizaciones deseosas de poner fin a las aventuras revolucionarias. Otra vez, según el análisis de Juliá, se trató de una confrontación «no tanto entre revolucionarios y adversarios de la revolución, o entre anarcosindicalistas y comunistas, como entre los dos grandes sindicatos y el conjunto de partidos políticos que formaban parte del Gobierno […] La divisoria no corría entre guerra y revolución sino entre partidos y sindicatos»26. Con la peculiaridad, a mediados de mayo de 1937, de que los partidos se mostraron claramente unidos durante toda la crisis, mientras que los dos sindicatos actuaban cada uno por su cuenta y sin calibrar el profundo cambio habido en el frente y la retaguardia republicana desde los lejanos días de gloria revolucionaria veraniega. El resultado final fue la caída de Largo Caballero, el hundimiento político e ideológico de la Izquierda Socialista (pronto desalojada incluso de la dirección ugetista) y la marginación del peso político y social del anarcosindicalismo por lo que restaba de tiempo de guerra. El diagnóstico del profesor Juliá sobre el carácter y desenlace de ese transcendental momento de la vida política republicana se ha convertido ya en una lectura canónica para la historiografía de la contienda: A esa dinámica de lo que se puede llamar progresiva sindicalización del Estado y de la sociedad, los partidos opusieron el reforzamiento de la política de Frente Popular por medio de un pacto comunista-socialista que reconocería la parte que les correspondía a los republicanos en la defensa de las instituciones democráticas. En realidad, ni la CNT ni la UGT discutían el fondo de esa política […]. No se trataba, pues, tanto de una confrontación entre una revolución y una contrarrevolución pequeño-burguesa dirigida por los comunistas como de una lucha entre sindicatos y partidos, tradicional, por lo demás, en la historia social de la política de España. […] No se discutía la necesidad de mantener la alianza de clases que había estado en el origen mismo de la República, sino la cuestión de la dirección política de esa alianza. […] El Gobierno de Negrín representa, pues, en el interior de la República, el 26

Un siglo de España. Política y sociedad, op. cit., p. 129. La cita previa en Historia económica y social moderna y contemporánea de España, op. cit., p. 110.

128

LA_MIRADA_DEL_HISTORIADOR.indd 128

25/05/11 09:36

Enrique Moradiellos

triunfo de la política de frente popular sobre la política de alianza sindical obrera27.

La mención a la formación del gobierno presidido por el doctor Juan Negrín a mediados de mayo de 1937 nos conduce a la tercera de las grandes innovaciones interpretativas que cabe reseñar dentro de la obra histórica del profesor Juliá, según nuestro leal y falible saber y entender. No en vano, sus trabajos sobre esta etapa final de la historia de la República en guerra están necesariamente relacionados con el carácter de la política interna y exterior de los ejecutivos presididos por Negrín y con las difíciles relaciones existentes entre el jefe del Gobierno y el presidente de la República, cada uno progresivamente identificado con líneas políticas cristalizadas en fórmulas aparentemente antagónicas: la búsqueda de la mediación exterior humanitaria para liquidar una guerra ya perdida y la apelación a la resistencia a ultranza para salvar lo que fuera posible del desastre en ciernes. También en esta temática, legataria de sendas interpretaciones más o menos extendidas y maniqueas (Negrín versus Azaña; el partido de la guerra frente al partido de la paz; hegemonía comunista contra democracia republicana), la producción histórica de Santos Juliá ha avanzado considerables novedades y no pocas sorpresas (sobre todo en su calidad de reconocido biógrafo de un Manuel Azaña que no siempre sale bien parado en sus juicios y actos durante esta última etapa bélica). En todo caso, la extensión ya considerable de estas líneas no permite prestar la debida atención a este aspecto histórico-biográfico de la obra del profesor Juliá. Solo cabe reseñar que, al final, tanto la política de Azaña como la de Negrín fracasaron en sus objetivos ante la combinación de la persistente inhibición francobritánica, la hostilidad italogermana y la firme negativa de Franco y sus partidarios (entre los cuales el profesor Juliá siempre subraya a la jerarquía eclesiástica encabezada por el cardenal Gomá) a cualquier otra solución que no fuera la rendición incondicional. Así tomó cuerpo, a principios de marzo de 1939, «la única alternativa posible al gobierno de Negrín», que «ya no era po27

Historia económica y social moderna y contemporánea de España, op. cit., pp. 111-113. Un primer esbozo de esta lectura en Santos Juliá, «Partido contra sindicato: una interpretación de la crisis de mayo de 1937», en Santos Juliá (coord.), Socialismo y guerra civil, op. cit., pp. 323-346.

129

LA_MIRADA_DEL_HISTORIADOR.indd 129

25/05/11 09:36

La Guerra Civil en la producción histórica del profesor Santos Juliá

lítica, sino militar»: una ruptura entre los jefes del Ejército y los comunistas y la negociación directa entre aquellos y el enemigo de una rendición incondicional y de la entrega ordenada de armas y hombres. Eso es lo que hizo el coronel Casado a partir del 5 de marzo de 1939: «una rendición sin condiciones y abandonando a los combatientes al peor de los destinos»28. La exposición de estos trágicos episodios finales de la historia de la República en guerra muestra de nuevo, como en los otros dos casos anteriores reseñados, la fina sutileza del análisis sociopolítico del profesor Juliá y su acertado enfoque de las relaciones entre los dos máximos mandatarios republicanos de aquella coyuntura. Excusamos añadir que cabría seguir buscando en sus textos sobre la época nuevos tratamientos de viejos asuntos que son vistos bajo un prisma original y renovador, que atiende tanto a la literatura previa existente como a las nuevas fuentes informativas disponibles. En realidad, ese es el modus operandi definitorio de todo gran historiador, capaz por definición de renovar las perspectivas y alumbrar de modo diferente los habituales contornos de fenómenos y problemáticas. Tal es el caso de un maestro del oficio, de la talla y calidad del profesor Santos Juliá. Y es un honroso placer poner punto final a estas líneas con un reconocimiento expreso de esa condición, a modo de particular homenaje sentido y sincero a su persona y a toda su obra.

28

Los socialistas en la política española, op. cit., pp. 280-281. «El Frente Popular y la política de la República en guerra», op. cit., pp. 214-215 y 219.

130

LA_MIRADA_DEL_HISTORIADOR.indd 130

25/05/11 09:36

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.