La Gubernamentalidad foucaulteana como categoría analítica de las Relaciones Internacionales. El estado del orden mundial desde la caída del comunismo hasta la crisis financiera del 2008.

July 5, 2017 | Autor: G. Rojas Machicado | Categoría: Michel Foucault, Teoría de las relaciones internacionales, Politica Exterior, Gubernamentalidad
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Descripción

Universidad Católica de Salta Facultad de Ciencias Jurídicas Licenciatura en Relaciones Internacionales

Tesis de Grado

La Gubernamentalidad foucaulteana como categoría analítica de las Relaciones Internacionales. El estado del orden mundial desde la caída del comunismo hasta la crisis financiera del 2008.

Alumno: Guillermo Javier Rojas Machicado Director: Magister Alejandro Ruidrejo Salta, septiembre de 2014

AUTORIDADES

Universidad Católica de Salta

Rector Pbro. Licenciado Jorge Antonio Manzaráz Vicerrectora Académica Mg. Dra. María Isabel Virgili de Rodriguez Vicerrectora Administrativa Mg. Lic. Graciela María Pinal de Cid Vicerrector de Formación Pbro. Prof. Francisco Nuñez Vicerrectora de Investigación y Desarrollo Dra. Ing. Lía Elizabet Orosco Segura Secretario General Dr. Gustavo Adolfo Figueroa Jerez

Facultad de Ciencias Jurídicas

Decano Dr. Benjamín Pérez Ruiz Secretaria Académico Dra. Virginia María Diez Gómez Longarte Jefe de la Carrera de Relaciones Internacionales Lic. Carolina Romano Buryaile

Este trabajo es para las mujeres de mi vida, Laly, Flora y Mema. Eternamente de ustedes…

No escribo un libro para que sea el último. Escribo para que otros libros sean posibles, no necesariamente escrito por mí 1

Entender la teoría como una caja de herramientas quiere decir: - que no se trata de construir un sistema sino un instrumento, una lógica propia a las relaciones de poder y a las luchas que se comprometen alrededor de ellas; - que esta búsqueda no puede hacerse más que poco a poco, a partir de

una

histórica

reflexión en

(necesariamente

algunas

de

sus

dimensiones) sobre situaciones dadas 2

1

Cita de Michel Foucault, tomada de CASTRO, Edgardo (2014) Introducción a Foucault. Buenos Aires: Siglo XXI. Página 11 2 FOUCAULT, Michel (1985) Poderes y Estrategias. En Michel Foucault Un diálogo sobre el poder y otras conversaciones. Madrid: Editorial Alianza. Página 85.

AGRADECIMIENTOS Esta investigación no hubiese sido posible sin la contribución de muchísimas personas que, con su apoyo incondicional, me permitieron transitar este camino haciéndome sentir que todo es posible. A mi familia y amigos incondicionales. A los profesores de la carrera que, con su entusiasmo y sabiduría, encendieron mi amor por esta profesión. A las autoridades de la licenciatura en Relaciones Internacionales que siempre están dispuestas a prestar asistencia en todo momento. El taller de tesis y la “asistencia al Tesista” son un claro reflejo que la voluntad, paciencia y crítica constructiva son los pilares para la excelencia académica. Al grupo de investigación “Gubernamentalidad y Crítica” de la UNSa y, en especial, a su director, que, muy amablemente, me abrieron un espacio para aprender del oficio de investigador. Sin ellos no hubiese sido encontrada mi vocación. Al Centro de Estudios Americanos y a la Fundación OSDE por el material brindado. Sus regalos en forma de libros han enriquecido esta tesis. A la profesora Paloma García Picazo que, con su generosidad reflejada en palabras y libros, alentó el desarrollo de esta investigación. A las personas de la Universidad Católica de Salta que, como Valeria Vargas, con su amistad y continuo aliento me dieron la seguridad de que iba por buen camino. A aquellas personas que, por mi poca memoria, no les doy crédito en este agradecimiento que merecidamente lo tienen ganado.

ABSTRACT A partir de las nociones de Gubernamentalidad y Crítica, planteadas por Michel Foucault, se aborda el mundo que configuró el Neoliberalismo, como tecnología de gobierno global, desde el fin de la Guerra Fría hasta la crisis financiera del 2008. Este trabajo de investigación advierte la reorientación estratégica del Estado que promovió la creación del mayor número de situaciones de mercado con el objetivo de dirigir la acción, pública y privada, a ámbitos donde los principios de la economía no tenían injerencia. A través del dispositivo de la gobernanza se da cuenta de los procesos de gobierno indirecto que se ejerce sobre el Estado y, a su vez, la de sus ciudadanos; se evidencia que la economía, como grilla de inteligibilidad, produce normas de autorregulación que ocupan el lugar de la ley. Por otra parte, con el ascenso de Estados Unidos, como la única potencia mundial, se observan dos momentos: el primero relacionado a las Guerras Humanitarias, bajo esta noción se configura la práctica de la responsabilidad de proteger con la que se justificaría las intervenciones en defensa de las poblaciones amenazadas por los Estados Canallas o Fallidos; el segundo momento, como consecuencia de los atentados del 2001, se constituye el modelo de la Guerra contra el Terrorismo con el que se reorganizaría la práctica gubernamental, dirigiendo la conducta mediante la formación de sensibilidades colectivas fundadas en el miedo. La cuestión de no ser gobernado de determinada manera introduce la noción de contra-conductas que, en función de ella, se ocuparían de la invención de un modo de vida diferente o contrario al Neoliberalismo que permitiría una resubjetivación colectiva planetaria; por ello, se reconocería a los movimientos sociales transnacionales como un nuevo actor de las Relaciones Internacionales, con capacidad de democratizar la política mundial bajo la demanda de que otro mundo es posible. Finalmente, a la luz de analítica de la gubernamentalidad se observará que, bajo el imperativo del Estado como empresa, el orden mundial es producto de una tecnología de gobierno (incitado por el dispositivo de la gobernanza). Por lo que a Estados Unidos, por sus características, sólo le compete operar en el nivel de la primacía, el nivel del logro de mayores y mejores réditos.

6

INTRODUCCIÓN “Pero lo importante es que la historia no considere un acontecimiento sin definir la serie de la que forma parte, sin especificar el tipo de análisis de la que depende, sin intentar conocer la regularidad de los fenómenos y los límites de probabilidad de su emergencia, sin interrogarse sobre las variaciones, las inflexiones y el ritmo de

la

curva,

sin

querer

determinar

condiciones de las que depende”

las

3

El mundo que nos legó la Guerra Fría ha sido el del fin de la historia, como Francis Fukuyama proclamara en 1989. Es un mundo, sin un equilibrio de poderes internacionales, que ha decretado a la democracia y al mercado como las formas verdaderas de orientar la política, la economía y lo social. Sin embargo, a pesar de ello, continúa aprehendiendo a las relaciones internacionales desde marcos que poco tienen que ver con el mundo que predica. Esa, nada aparente, contradicción se ha manifestado en las diversas teorías que el mainstream, o corriente principal, de las Relaciones Internacionales, como disciplina académica, ha promovido para comprender la realidad

global

contemporánea.

En

este

sentido,

repensar

la

teoría

(alejándonos del Neorrealismo o Institucionalismo 4) implicaría retornar a aquello que, de alguna manera, nos alienta a desaprender y rearmar nuevas posibilidades de pensar una filosofía política diferente a las que pretenden ser las únicas verdades universales. Desde este punto de vista, el trabajo que Michel Foucault ha realizado se erige como una alternativa. Una opción que se funda en una reflexión sobre la forma en que la política despliega una racionalidad, es decir, una especie de filosofía de las tecnologías políticas que trabaja los modos en que la existencia es subjetivada en cualquier esfera de los espacios políticos. Al respecto, el filósofo francés nos advertirá que:

3

FOUCAULT, Michel (2004) El orden del discurso. Buenos Aires: Editorial Tusquets. Páginas 55-56. 4 Las diferentes teorías de las Relaciones Internacionales se tratarán en los primeros dos capítulos de esta investigación.

7

“para analizar o criticar las relaciones de poder no se trata de someterlas a una calificación peyorativa o laudatoria de forma masiva, global, definitiva, absoluta y unilateral; no se trata de decir que las relaciones de poder se limitan a constreñir y a forzar. Tampoco debemos imaginar que podemos escapar repentinamente, global y masivamente de las relaciones de poder a través de una especie de ruptura radical o de una huida sin retorno. Las relaciones de poder también se juegan; son juegos de poder que habrá que estudiar en términos de táctica y de estrategia, en términos de regla y de azar, de apuesta y objetivos” 5 Estas conjeturas permitirían (re)pensar las Relaciones Internacionales desde otra óptica que no se preguntaría si es bueno o malo el poder, si el Estado es legítimo o no, sino más bien trataría sobre la forma en que los actores adquirirían una experiencia concreta del mundo.

Igualmente,

posibilitaría alejarse de las explicaciones de carácter instrumental porque evitaría las justificaciones de intereses particulares; las mismas que han decodificado una experiencia teórica en un modo de existencia, es decir, en la aceptación de un régimen de verdad que naturaliza los límites con los que se puede observar la realidad. Esto evitaría que las teorías que han generado el establecimiento de unas condiciones de aceptabilidad para la producción de una autorregulación y que, como resultado, habría de ser el mantenimiento de un statu quo mundial, sean legitimadas. Allí es donde esta investigación se cuela ya que tratará la encrucijada que se ha planteado Estados Unidos, la dominación o el liderazgo del mundo, dilema desarrollado por autores como Francis Fukuyama 6 y Zbignew Brzezinski7 y se explicará a luz de la analítica de la Gubernamentalidad 8 esbozada por el filósofo francés. Concretamente, se pretende analizar el modo en que influyó el Neoliberalismo, como tecnología de gobierno, en la configuración de una política exterior de primacía global de los Estados Unidos. Por ello, los objetivos de este trabajo son:

5

FOUCAULT, Michel (2010a) La filosofía analítica de la política. En Michel Foucault Obras esenciales, Volumen III. Madrid: Editorial Paidós. Página 789. 6 FUKUYAMA, Francis (2007) América en la encrucijada. Democracia, poder y herencia neoconservadora. Buenos Aires: Ediciones B. 7 BRZEZINSKI, Zbignew (2005) El dilema de EEUU ¿Dominación global o liderazgo global? Barcelona: Paidós Ibérica. 8 La cuestión de la Gubernamentalidad, como herramienta analítica, se desarrollará en el capítulo dos de este trabajo.

8

1- Comprender la racionalidad gubernamental planteada por Michel Foucault en relación al orden mundial, a partir de la caída del muro de Berlín hasta la emergencia económica del 2008. 2- Determinar y analizar los mecanismos que orientaron la política mundial, siguiendo la noción foucaulteana de dispositivo, en la Posguerra Fría. 3- Describir las estrategias que se han desarrollado en oposición a la racionalidad gubernamental, de acuerdo a la idea de resistencia del pensador francés, desde el fin del comunismo. Conforme al filósofo francés la coherencia metodológica 9 sobre las investigaciones referidas a las prácticas, discursivas y no discursivas, deriva de la forma en que lo históricamente singular es problematizado en función de las generalidades de relaciones de dominio sobre las cosas, con el otro y con uno mismo; por otro lado, implica poner a prueba la reflexión histórico-filosófica con las prácticas concretas de las racionalidades investigadas. De esta forma se puede aprehender contenidos de alcance global en su forma históricamente singular. En este sentido, en la clase del 5 de marzo de 1983 10 expresaría que las tres dimensiones (a las que denominó: formas de un saber posible, modos de existencia virtuales para sujetos posibles y matrices normativas de comportamiento) conformaban una historia de la experiencia, la cual permitiría conocer qué idea falsa se hizo de sí mismo el conocimiento y a qué tipo de dominación se encuentra ligado, es decir que la analítica foucaulteana se propondría analizar las relaciones entre verdad, sujeto y poder; entendidas como una ontología del presente en función del análisis de las tecnologías políticas que producen un determinado tipo de racionalidad. Por otra parte, los aportes de Mitchell Dean sobre Gubernamentalidad Internacional 11 permitirían introducirnos a la problemática de la sociedad internacional actual. Finalmente, a través del aparato conceptual elaborado por este autor se podrían redefinir temas

tales

como:

gobierno,

genealogía,

poder,

saber,

racionalidad,

tecnologías, dispositivos, etc. y reflexionar sobre las diferentes estrategias que 9

FOUCAULT, Michel (2010b) ¿Qué es la Ilustración? En Michel Foucault Obras esenciales, Volumen III. Madrid: Editorial Paidós. Página 990. 10 FOUCAULT, Michel (2009). El gobierno de sí y de los otros. F.C.E., Buenos Aires. 11 DEAN, Mitchell (2010) Governmentality. Power and Rule in Modern Society. Segunda edición. Londres: Sage. Páginas 228-249.

9

han configurado el sistema internacional vigente. Por estas propuestas de abordaje se puede considerar pertinente el pensamiento de Michel Foucault en el estudio del orden mundial contemporáneo. El siguiente trabajo de tesis encuentra sus condiciones de realización en el hecho de que la obra de Michel Foucault, que desarrolla la cuestión de la Gubernamentalidad está traducida al español y, además, se cuenta con el acceso a la misma por medio de las bibliotecas de la Universidad Católica de Salta y de la Universidad Nacional de Salta. Por otra parte, también existen documentos disponibles que pueden ser consultados a través de internet que publica el gobierno de Estados Unidos sobre su política exterior. Además, se cuenta con material adquirido sobre la historia de EEUU y, adicionalmente, con análisis de los efectos de las acciones de ese país en el mundo. Por último, esta investigación se inscribe en el marco del proyecto de investigación “Gubernamentalidad y Crítica”, número 2079 del C.I.U.N.Sa. Este trabajo está dividido en cinco capítulos distribuidos de la siguiente manera 12: el primero titulado “una arqueología del saber”, tratará sobre los aspectos que han configurado Lo Internacional como forma de conocimiento específico, de su recorrido múltiple, fragmentado y contradictorio; para esta aproximación se releerán los distintos debates que se han sucedido en las Relaciones Internacionales. El segundo capítulo, “Crítica de la razón internacional”, se dividirá en dos partes: la primera pondrá en tela de juicio el carácter emancipador que se arroga la postura reflectivista y, en la segunda parte, se presentará, a partir del espacio que dejaría la postura descripta, la Gubernamentalidad como herramienta teórica; como así también se hará un breve repaso de las diferentes racionalidades que se han apropiado de la realidad

social

a

lo

largo

de

la

historia.

El

tercer

capítulo,

“La

Gubernamentalidad”, evaluará, en función de los aportes foucaulteanos, la constitución de Estados Unidos como país, desde la racionalidad del Liberalismo, y luego como la potencia que pretende configurar el orden mundial, a partir del despliegue neoliberal. El cuarto capítulo, titulado “Omnes 12

Debe advertirse que el léxico foucaulteano, o la interpretación de cualquier término bajo su óptica, mantiene una tensión que obliga, continuamente, a estar atento ya que su modo de concebir las definiciones estaba atada a los vaivenes que cada juego de verdad imponía, y, como se sabe, cada juego tiene sus propias reglas.

10

et singulatim”, buscará profundizar el estudio de los cambios que se han suscitado bajo el imperio de las reglas neoliberales en las presidencias de Bush (padre) y W. Clinton; también se trabajará la aparición de una consciencia crítica en la sociedad mundial. Finalmente, el último capítulo, “Vigilar y Castigar”, se ocupará de los cambios que han acontecido en la configuración mundial en los ámbitos de seguridad y mercado, luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001; asimismo se mostrará cómo los movimientos sociales transnacionales se han convertido en un nuevo actor de las Relaciones Internacionales.

11

CAPÍTULO 1 UNA ARQUEOLOGÍA DEL SABER “…de modo que lo que atraviesa el proyecto genealógico no es un empirismo; lo que lo sigue no es tampoco un positivismo, en el sentido corriente del término. Se trata, en realidad, de poner

en

discontinuos,

juego

unos

saberes

descalificados,

no

locales,

legitimados,

contra la instancia teórica unitaria que pretende filtrarlos, jerarquizarlos, ordenarlos en nombre de un conocimiento verdadero, en nombre de los derechos de una ciencia que algunos poseerían” 13

1- Introducción Lo Internacional es una invención que no ha tenido un recorrido monolítico como el mainstream ha pretendido presentarlo, sino que, más bien, ha sido el resultado de complejos procesos históricos y políticos, cuyas principales características se pueden describir como: múltiples, fragmentarias y contradictorias. La teoría tradicional situó el nacimiento de las Relaciones Internacionales luego de finalizada la Primera Guerra Mundial en 1919, con la creación del primer centro de estudio para la Paz en la Universidad de Aberystwyth. Sin embargo, siguiendo el trabajo realizado por James Der Derian 14, se puede rastrear el nacimiento de lo Internacional en una revolución y en una nota al pie de página: por un lado, la declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, en 1789, le devolvía a la nación la autoridad de la soberanía,

terminando

con

las

relaciones

interdinásticas

que

habían

caracterizado al sistema desde la instauración de la Paz de Westfalia (1648). Por otra parte, también para fines del siglo XVIII, el origen textual del vocablo Internacional se debe a Jeremy Bentham 15 quien lo acuñó con el objetivo de 13

FOUCAULT, Michel (2000) Defender la Sociedad. Buenos Aires: F.C.E. Página 22. DER DERIAN, James (1989) The boundaries of Knowledge and Power in International Relations. En James Der Derian y Michael J. Shapiro (editores) International/Intertextual Relations: Postmodern Readings of World Politics. Toronto: Lexington Books. Página 3. 15 No deja de ser llamativo el hecho de que el padre del Panoptismo, que Foucault rescata en su obra Vigilar y Castigar, haya sido también quien ocupa este lugar en la invención de lo 14

12

hacer inteligible la diferencia del derecho interno y el derecho internacional, explicando su significado por medio de una anotación al margen. Los argumentos de J. Der Derian permiten anular el planteamiento de un nacimiento localizado y dan certeza de la heterogeneidad en la fundación de esta Ciencia Social. Desde la postura de esta investigación, el carácter fragmentario del conocimiento en las Relaciones Internacionales se puede explicar a partir de lo que Paloma García Picazo denominó contenido y continente 16. El primer aspecto mencionado está comprendido por la realidad mundial como objeto de estudio. La representación teórica de ésta, se ha dividido en conceptos tales como: sociedad, comunidad y sistema internacional; lo que ha llevado a que las prácticas orientadas a la acción, relacionadas a dichas concepciones, se excluyan entre sí debido a sus vinculaciones históricas e ideológicas. En cuanto al continente, hace referencia al aparato conceptual con el que la realidad internacional es aprehendida; es el instrumento por el cual se conoce e interpreta el objeto de estudio de las Relaciones Internacionales. En este sentido, la caja de herramientas ofrecida por el mainstream de la disciplina ha buscado silenciar las voces teóricas disidentes con el objetivo de que una sola voz, la suya, pueda explicar cómo funciona el mundo. Es por ello que ha narrado la evolución de la ciencia por medio de debates teóricos, dónde su visión ha prevalecido sobre las demás. La cuestión sobre el recorrido contradictorio de lo Internacional puede ser comprendido a partir de lo anterior, el relato de los debates teóricos. Al respecto, la corriente principal de la disciplina ha descrito la sucesión de cuatro debates: idealismo-realismo, tradicionalismo-conductismo, estatocentrismoglobalismo y racionalismo-reflectivismo, con los que ha buscado mantener la pervivencia de una postura cohesionada y sólida. Se puede señalar que el primer debate no ha tenido lugar porque el idealismo no se confrontó con ninguna postura realista, sino que esta última fue una reacción a la aparición de

Internacional. Dicha nota al pie de página pertenece al libro, publicado en 1780, que lleva como título Los principios de la moral y la legislación. 16 GARCÍA PICAZO, Paloma (1998) Las Relaciones Internacionales en el siglo XX: La contienda teórica. Hacia una visión reflexiva y teórica. Madrid: Cuadernos de la U.N.E.D. Páginas 20-21.

13

los totalitarismos alemán e italiano y el fracaso de la Sociedad de Naciones. Por otra parte, se narró que la segunda disputa se dio en el campo metodológico y dentro del realismo, ya que el problema consistía en determinar cuál era la forma adecuada de hacer ciencia: usar técnicas derivadas del campo de las Humanidades o de las Ciencias Exactas; sin embargo, ambas visiones subsistieron en la práctica. Lo mismo ocurrió con lo que se llamó el tercer debate, en el cual ninguna de las posiciones en conflicto pudo superar en el campo teórico a la otra, dejando que la utilización de cualquiera de dichas perspectivas dependiese de criterios políticos e ideológicos. En este sentido, la mayor contradicción con la que se ha encontrado lo Internacional ha sido negar el vínculo entre saber y poder para pensarse como una Ciencia Social neutra, discusión que se suscitaría con la aparición del reflectivismo. Otra forma de aprehender el desarrollo teórico de las Relaciones Internacionales es desde, lo que Fred Halliday 17 ha propuesto como, tres dinámicas concéntricas: las posturas internas dentro del campo disciplinar, los avances teóricos dentro de otras Ciencias Sociales y el impacto que han tenido los acontecimientos mundiales en la temática a estudiar. A partir de dichas dinámicas se buscará (re)leer y (re)pensar el estado del arte de nuestra disciplina sin negar “la propia ‛historicidad’ de los conceptos, su surgimiento en el marco de unos contextos particulares y, en términos analíticos, su relevancia para unos períodos específicos” 18 porque, como Steve Smith advirtió, “en lugar de haber sido una disciplina ‛natural’ y ‛autónoma’ […] la teoría internacional aparece como una manifestación histórica con una serie de interpretaciones contradictorias, cuya unidad e identidad son producto de una victoria en esta disputa” 19. Para desentrañar el discurso sobre el conocimiento de esta nueva disciplina científica se va a tener en cuenta la investigación que Oliver

17

HALLIDAY, Fred (2002) Las relaciones internacionales en un mundo en transformación. Madrid: Los libros de la Catarata. Páginas 31-35. 18 Ibídem, página 32. 19 SMITH, Steve (1995) The Self-Images of a Discipline, a genealogy of International Relations Theory. En Ken Booth y Steve Smith (editores) International Relations Theory Today. Cambridge: Polity Press. Página 6. Traducción propia.

14

Richmond 20 desarrolló sobre los distintos enfoques que han configurado el campo de las Relaciones Internacionales; en ella evaluó las nociones de paz implicadas en cada perspectiva teórica. Para la realización de su estudio hizo uso de una herramienta denominada genealogía ya que, según el autor, por medio de ella se puede problematizar el razonamiento teórico preeminente que plantea que: “la paz es un concepto ontológicamente estable; que representa una verdad verdadera (verosímil o no), legitima el ejercicio de poder y representa una ética universal [además] permite investigar el asunto sin deferencias hacia un metadiscurso del poder y del conocimiento para alterar la descripción de una proyección lineal del ‹origen› a la ‹verdad› [porque] camuflar la naturaleza subjetiva de la paz es ocultar la ideología, la hegemonía, las prácticas divisorias y la marginalización” 21. En consecuencia, este instrumento teórico permitiría, en esta investigación, constatar el modo en que la experiencia históricamente singular de las fuerzas mundiales se constituye en la sociedad internacional contemporánea, en tanto objeto de esta investigación.

2- Auge de la Razón A continuación, teniendo en cuenta el trabajo de O. Richmond se empleará la noción de paz como hilo conductor de las distintas teorías que han explicado la realidad mundial y, junto a las dinámicas advertidas por F. Halliday, se indagará el estado de la cuestión de lo Internacional. En función de lo señalado, los temas a tratar serán: el Idealismo y su ulterior transformación en Neoinstitucionalismo 22; el Realismo y su evolución en Neorrealismo; y, finalmente, el Reflectivismo.

20

RICHMOND, Oliver (2012) La paz en las Relaciones Internacionales. Barcelona: Ediciones Bellaterra. 21 Ibídem, página 27. 22 Cabe advertir que, para evitar superposiciones de conceptos, se hablará de Neoinstitucionalismo y no Neoliberalismo. Tema desarrollado in extenso cuando se trate el pensamiento foucaulteano.

15

Para introducirse en la temática es necesario empezar con los antecedentes que han conformado el objeto de estudio de las Relaciones Internacionales. Para Celestino del Arenal 23 la teoría se inicia muchísimo tiempo 24 antes que la ciencia de lo Internacional y sin embargo, desde que finalizó la Primera Guerra Mundial (1914-1918) sólo hasta ese momento pudieron constituirse mutuamente. Comienza su estudio a partir de la disolución del orden jerárquico medieval y de la emergencia del Estado erigido tras el Tratado de Westfalia (1648). Plantea que, con el desarrollo de esta nueva entidad política, “producto de un proceso de concentración y secularización del poder” 25, se configurará el sistema europeo y el pensamiento político en los siglos posteriores. Esta forma de pensar el Estado hará que las relaciones internacionales 26 sean vistas como una rama que se desprende de la Ciencia Política y, por ello, “el resultado es que la teoría internacional, tanto en su desarrollo histórico como desde el momento en que da lugar a la disciplina de las Relaciones Internacionales, ha funcionado hasta la fecha reciente como una ‹ideología› del sistema de Estados-Naciones, antes que como una teoría explicativa del tipo de las ciencias sociales” 27. Finalmente, indica que las principales fuentes doctrinales fueron: la historia de los tratados, la diplomacia y el derecho internacional. Sobre esta última, indicó que ha primado una concepción formal e individualista, donde los Estados son el fin en sí mismo y el derecho ha servido para reconocer que sólo ellos poseen legitimidad para actuar en la sociedad internacional. La primera corriente, llamada Idealismo, surge tras la Primera Guerra Mundial y, bajo el lema a la paz por el derecho, se institucionaliza con la 23

DEL ARENAL, Celestino (2005) Introducción a las Relaciones Internacionales. Madrid: Editorial Tecnos. Páginas 41-59. 24 Se pueden tomar como ejemplo el estudio de Tucídides (460-395 a.C.) titulada Historia de la guerra del Peloponeso y, en particular el capítulo sobre el diálogo meliano. Como así también la obra de Kautilia (350-283 a.C.) titulada Artha-shastra. 25 DEL ARENAL (2005), página 45. 26 Debe aclararse que cuando se emplee Relaciones Internacionales (en mayúsculas) se hará referencia al campo académico. En cambio, cuando se use relaciones internacionales (en minúsculas) debe entenderse por el conjunto de prácticas que caracterizan las relaciones de un actor (estatal, organizaciones internacionales, etc.) con otros actores internacionales. 27 DEL ARENAL (2005), página 46.

16

creación de las primeras cátedras universitarias en Gran Bretaña y Estados Unidos. El nuevo campo académico, inaugurado tras los desastres ocurridos en el conflicto bélico, tendrá como tema principal de sus investigaciones la ausencia de una autoridad mundial capaz de dirigir la conducta de todos los Estados para mantener la paz y la seguridad internacionales. Uno de los principales estudios fue el realizado por Alfred Zimmern, donde analizó “el sistema del periodo prebélico para compararlo con los mecanismos previstos en el Pacto de la Sociedad de Naciones” 28 y, para de esta forma, contrastar las condiciones del pasado y encontrar vías para un acontecer pacífico duradero. Otros pensadores se ocuparon de la relación entre diplomacia y democracia, y del impacto que ocasionarían los Organismos Interestatales en la escena mundial. Según O. Richmond, el movimiento idealista se basó: “en varias nociones de internacionalismo e interdependencia, de paz sin guerra, de desarme, de la esperanza de la erradicación final de la guerra, del derecho a la autodeterminación de toda la ciudadanía y en la posibilidad de un gobierno mundial” 29. Esta forma de expresión, que para el autor se debía al carácter optimista reinante, podría prevenir la violencia a nivel mundial por medio de regímenes internacionales. Dentro de este movimiento pacifista se distinguen varias líneas de pensamiento, entre ellas: internacionalistas, federalistas, humanistas. Entre los principales representantes se encuentran personalidades como: Bertrand Russell, Ludwig Wittgenstein, Albert Einstein, Sigmund Freud; pensadores que confluyeron en el comité de Cooperación Intelectual de la novísima Organización Interestatal 30. Este pensamiento se condensó en un programa de investigación a partir de los ideales liberales, extrayendo: de John Locke, sus estudios sobre el individualismo; de Jeremy Bentham, la noción de utilitarismo; de Adam Smith, los argumentos a favor del libre comercio; y de Immanuel Kant, la idea sobre una paz perpetua cosmopolita. Estas ideas se vieron reflejadas en el mensaje 28

GARCÍA PICAZO, Paloma (2010) Teoría breve de Relaciones Internacionales. Madrid: Editorial Tecnos. Página 59. 29 RICHMOND (2012), página 55. 30 La Sociedad de Naciones fue creada por el Tratado de Versalles, en 1919, con el fin de arbitrar los conflictos internacionales y mantener la seguridad colectiva.

17

que el presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson, dio ante el Congreso en 1918 con el fin de presentar sus 14 puntos, necesarios según él, para alcanzar una paz duradera. Eduardo Ortiz 31 resalta seis puntos en los que se llama a: practicar una diplomacia abierta, que garantice la libertad de los mares y, junto a ello, se restrinjan las barreras arancelarias; asimismo llama a reducir los armamentos nacionales y, junto a ello, a restringir las demandas imperiales. El último punto llamaba a formar: “una asociación general de naciones bajo pactos específicos, con el propósito de proporcionar garantías mutuas de independencia política e integridad territorial, tanto para las grandes naciones como para las pequeñas” 32. El impacto del Idealismo se evidenció con la creación de normas tendientes a concertar el principio de coexistencia pacífica y el abandono de la práctica de intervención interestatal (guerra), que buscaría plasmarse en una democracia basada en el anhelo de progreso y libertad individual. Sin embargo, estos ideales se toparon con formas de organización política, económica y social históricas que favorecían a un grupo reducido de la población, lo que originó que la clase de paz impulsada no excluyera el despotismo, el uso de la fuerza y la hegemonía de grupos tradicionales 33. De hecho, en la práctica continúo rigiendo el nacionalismo y el impulso imperialista, las prácticas discriminatorias y el proteccionismo, institucionalizadas por el Estado con el fin de mantener sus intereses geopolíticos. Los sucesos ocurridos en Alemania pueden dar cuenta de ello 34. El Tratado de Paz de Versalles, firmado tras finalizar la Primera Guerra Mundial, hizo de Alemania un ejemplo, sancionando con extrema dureza a quien había desafiado el statu quo; tomando represalias territoriales, políticas, económicas y militares que condicionaron el futuro del pueblo germano. Estas 31

ORTIZ, Eduardo (2000) El estudio de las Relaciones Internacionales. Santiago de Chile: F.C.E. Páginas 97-98. 32 Ibídem, página 98. 33 Cabe advertir que también apareció una corriente teórica soviética pero que, por su poca influencia en el desarrollo de este campo académico en sus inicios, fue marginal y por ello no se ha desarrollado en este trabajo. 34 MARTÍNEZ LILLO, Pedro (2003) La paz ilusoria: La seguridad colectiva en los años veinte, 1923-1933. En Juan Carlos Pereira (coordinador) Historia de las relaciones internacionales contemporáneas. Barcelona: Editorial Ariel. Páginas 307-324.

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limitaciones demandaron una transformación del régimen político alemán, que se manifestó con el establecimiento de una nueva constitución nacional, conocida como la República de Weimar. Mediante esa herramienta legal, se suprimió el Imperio y se instauró la forma republicana de gobierno y, junto a ello, la elección democrática de los representantes de los poderes ejecutivo y legislativo. Durante toda la década de 1920, el pueblo alemán sufrió las consecuencias de los pagos exigidos como reparaciones de guerra, que a nivel económico produjeron el aumento de la emisión monetaria que derivó en el estallido de una hiperinflación. El descontento político y las paupérrimas condiciones sociales dieron lugar a que el pueblo germano alentara otros movimientos; evidenciado con el apoyo al nacional-socialismo. Para 1930, con el crack financiero de Estados Unidos consumado, el gobierno alemán perdería las elecciones legislativas nacionales a manos del partido comandado por A. Hitler; en 1933, con la disolución del parlamento, se instauraría el Tercer Reich. Paloma García Picazo 35 advierte que la derrota de los planteamientos idealistas se debió a que se apartaron de la realidad, la desconocieron, y tomaron sus especulaciones, deseos y aspiraciones por predicados positivos de lo real. El estallido de la Segunda Guerra Mundial, en 1939, expuso el fracaso de la Sociedad de Naciones en mantener la paz internacional ocasionando que se plantearan reacciones frente a las manifestaciones políticas utópicas. La crítica principal provino de Edward H. Carr, en su libro llamado La crisis de los veinte años, publicado a finales de esa década. El texto se explaya sobre tres debilidades del idealismo: la primera es que los intereses están supeditados a la razón; la segunda es que la ética prima por sobre la política; la última plantea que la práctica se subordina ante la teoría. Para el autor, la forma en que debe observarse la realidad debe ser consecuencialista, es decir, la que mira “primero a las potenciales consecuencias de una acción y razona hacia atrás. Juzga a la política no sobre la base de proposiciones teóricas en abstracto, sino desde el punto de vista de su operación y efectos” 36. E. Ortiz afirma que la importancia del trabajo de Carr radica en el ataque a la teoría de la armonía de intereses, ya que sólo es, según el escritor inglés, una

35 36

GARCÍA PICAZO (1998), página 57. ORTIZ (2000), páginas 108.

19

ilusión que se basa en el poder. Esa malinterpretación, teórica y política, llevaría a que se identificara dicha armonía con el proyecto de orden mundial diseñado por Estados Unidos y a imponer el pensamiento de que lo que es bueno para la potencia americana es bueno para el resto de la humanidad. Para Carr, una correcta interpretación de la realidad mundial debe fundarse en el análisis de la interacción entre el poder y la moralidad. Por un lado, entiende la política como política de poder que asume tres formas: militar, económica y de influencia sobre la opinión internacional. La importancia de la capacidad bélica radica en que sostiene la ultima ratio de las relaciones internacionales, la guerra; de hecho, para él, la fuerza es lo que posibilita hacer una clasificación entre las potencias rectoras del mundo. Por medio del control de los mercados internacionales y el otorgamiento de créditos, la economía se transforma en una herramienta política que permite adquirir una capacidad de negociación ventajosa ya que puede influir sobre las decisiones mercantiles mundiales, condicionando el intercambio de bienes. La propaganda constituye el instrumento por el cual se somete la opinión de las masas con el objetivo de legitimar las acciones internas y externas del gobierno. Finalmente, en lo relacionado a la moralidad, presupone que la existencia de una Comunidad de Estados implica un conjunto de responsabilidades que los miembros deben respetar y garantizar para que se pueda mantener un equilibrio entre las potencias dominantes. El mundo desbastado tras el final de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) tuvo como efecto, en la teoría de las Relaciones Internacionales, el alejamiento del Idealismo como interpretación de la política mundial. Los investigadores, políticos y militares necesitaron de nuevos marcos explicativos y el Realismo reclamó ese lugar. Este nuevo enfoque se constituiría a partir de los estudios, entre otros, de: George Schwarzenberger, Nicholas Spykman, Reinhold Niebuhr, E. H. Carr, Hans Morgenthau. Las distintas conferencias realizadas durante y el final del conflicto bélico (Yalta y Potsdam en 1945) trataron el tema de la reconstrucción mundial; si bien se alcanzaron algunos consensos entre Estados Unidos y la Unión Soviética, materializados por ejemplo, con la creación de la Organización de las Naciones

Unidas, las diferencias

primaron y fueron cada vez más

irreconciliables. Para 1946, tras el envío de George Kennan de un telegrama en 20

el que describía la conducta soviética, el gobierno americano decide llevar a cabo una política exterior a la que denominó de Contención. Con el establecimiento del telón de acero inicia la Guerra Fría. Bajo este contexto es que debe leerse la producción teórica en las Relaciones Internacionales. O. Richmond dirá que: “las implicaciones del trabajo de los pensadores realistas fundamentales para la conceptualización de la paz ponen de relieve el rechazo de una ética universal de la paz y la aceptación de un entendimiento limitado de la paz dentro de los límites estatales, proyectada por poderosos actores según sus intereses” 37. Esta descripción se asienta en los siguientes presupuestos 38: los EstadosNaciones son los actores principales del sistema internacional; existe una separación entre la política interna y externa; la lucha por el poder, en la política internacional, se da en un entorno anárquico; y, que, a pesar de, la diferencia de capacidades, los Estados (grandes potencias o pequeñas) poseen igualdad soberana. Las fuentes de esta tradición intelectual se enraízan en la filosofía política griega y clásica. Se puede rastrear en Tucídides, por ejemplo, la importancia de una política de poder; en su estudio de la Guerra del Peloponeso, específicamente en el apartado sobre el diálogo de Melos, advierte sobre el temor que genera en un país (Esparta) el rearme militar de su vecino (Atenas) e indica cuán importante es formar alianzas cuando el conflicto se avecina. Otra obra importante fue la de Nicolás Maquiavelo, el Realismo retoma de su pensamiento las ideas de que es la práctica la que origina la política y no al revés como establecían los Idealistas; por otra parte, la teoría Internacional retoma la apreciación que entiende que la moralidad es producto del poder.

De Thomas Hobbes considerarán su visión sobre el estado de

naturaleza conflictivo (anárquico) ante la ausencia de una sociedad que contenga, bajo el imperio de la ley o un Leviatán, los impulsos egoístas de los individuos (o Estados).

37

RICHMOND (2012), página 83. DOUGHERTY, James; PFALTZGRAFF, Robert. (1993) Teorías en pugna en las Relaciones Internacionales. Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano. Página 91.

38

21

La obra seminal que consolidará el campo de las Relaciones Internacionales será Política entre las Naciones de Hans Morgenthau. Este autor buscaba formular una teoría de la política internacional que pudiese ser comprobada empírica y pragmáticamente. Por eso su estudio trata, en sus palabras, de: “aportar orden y significado a una masa de fenómenos que, sin ella, permanecerán desasidos e ininteligibles” 39. A través de sus argumentos buscó exponer las leyes que gobiernan la política internacional con el objetivo de que se tomasen las decisiones necesarias para transformar el mundo. Él los llamó los seis principios del Realismo Político. A saber: el primer principio del realismo político supone que “la política, al igual que toda la sociedad, obedece a leyes objetivas que arraigan en la naturaleza humana” 40. Esto significa que alejarse de ellas puede significar el fracaso pero si se las entiende, la sociedad puede mejorar.

Segundo, debe comprenderse que la política internacional

funciona de acuerdo a la concepción de interés definido en términos de poder. Es decir, que en las relaciones internacionales se ajustan los intereses nacionales. En este sentido, “el concepto de interés nacional no presupone ni un mundo naturalmente armónico y pacifico ni la inevitabilidad de la guerra como consecuencia de la persecución, por parte de todas las naciones, de sus intereses nacionales. Bien por el contrario, supone que el constante conflicto y amenaza de guerra queda minimizado a través del continuo ajuste de los intereses en conflicto por parte de la acción diplomática” 41. Tercero, si bien el realismo supone que el interés definido como poder es una cualidad de carácter objetivo y universal, no tiene una validez inmutable porque el fin perseguido es determinado por las acciones del gobierno que dependen del contexto político en que se organiza la política exterior. El cuarto principio sostiene que, si bien el realismo político tiene conciencia moral del accionar político, sabe de la ineludible tensión entre la práctica gubernamental y los preceptos éticos. Por lo que se debe filtrar las decisiones estatales de acuerdo a acontecimientos concretos de lugar y tiempo porque confundir la moral de un 39

MORGENTHAU, Hans (1986) Política entre las Naciones. La lucha por el poder y la paz. Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano. Página 11. 40 Ibídem, página 12. 41 DOUGHERTY y PFALTZGRAFF (1993), página 107.

22

individuo con la del Estado llevaría a sacrificar el interés nacional. Quinto, Morgenthau afirma que el realismo político no identifica “las aspiraciones morales de una nación particular con las leyes morales que gobiernan el universo” 42. Esto hace referencia a que la prudente disposición del concepto de interés, definido en términos de poder, evita caer en el error de suponer las propias aspiraciones como propósitos morales universales. Finalmente, el último principio reivindica la autonomía de la esfera política realista que se distingue porque se pregunta cómo afecta una determinada política el poder de la Nación. Conforme se consolidó el pensamiento realista, se empezaron a discutir las bases con las que las Relaciones Internacionales debían conformar su caja de herramientas metodológicas. La cuestión sobre las técnicas y métodos empezaron a ser tema de disputa debido a las críticas realizadas al realismo por su falta de claridad al describir el poder y, con ello, la incapacidad de poder medirlo. Los aportes a las Ciencias Sociales, en especial a la Ciencia Política y Sociología en los Estados Unidos, de autores como David Easton y Talcott Parsons determinaron, en ese país, el modo en que el conocimiento debía ser obtenido.

Esta

nueva

posición

se

vio

reflejada,

en

las

Relaciones

Internacionales, con los nuevos programas de investigación que surgieron en la década de 1950, llevados a cabo por investigadores que se dieron a conocer como científicos conductistas. Estos pensadores denunciaron la metodología histórico-interpretativa del realismo político porque consideraban que, para comprender la realidad, se debía conocer la estructura de la misma. Por esto, Lincoln Bizzozero indica que para dicha tarea se requerirían datos que posibilitaran una interpretación de esa estructura; dicha información debía basarse en el comportamiento de los individuos que, a su vez, se podría traspolar a los Estados 43. La investigación debía centrarse en la conducta, y para ello importaría teorías del behaviorismo, como las de: la decisión, juegos, comunicación y de la elección racional. En la década de 1960 se produjo una diversidad de trabajos que tomaron como referencia las teorías mencionadas. Un ejemplo de ello es el análisis de la crisis de los misiles en Cuba (1962), que 42

MORGENTHAU (1986), página 22. BIZZOZERO, Lincoln (2011) Aproximación a las Relaciones Internacionales. Una mirada desde el siglo XXI. Montevideo: Ediciones Cruz del Sur. Página 57.

43

23

advirtió cómo se conformaba el proceso de toma de decisiones. En lo relacionado a las teorías de los juegos y decisiones, ayudaron a determinar bajo qué situaciones las relaciones de cooperación son óptimas. En cuanto al tema de las comunicaciones, el aporte de Karl Deutsch se centró en los requisitos y condiciones para un proceso de integración política y, a su vez, de la toma de decisiones. La ofensiva intelectual provendría desde Gran Bretaña; ante la “revolución científica”, desplegada en los Estados Unidos, se interpuso un grupo de investigadores, que constituyeron lo que se conoció como la Escuela Inglesa. Conformada, entre otros, por Martin Wight, Fred Northedge, Adam Watson y Hedley Bull. Éste último fue el principal representante del embate contra el cientificismo, uno de sus principales aportes fue la definición de lo que, para él, constituía una perspectiva clásica de los estudios internacionales. A saber: “que deriva de la filosofía, la historia y el derecho [caracterizada por] su manifiesta confianza en la razón y por la suposición de que si [se ciñe] a las normas estrictas de prueba y verificación, poco queda por decir sobre las relaciones internacionales; que las proposiciones generales sobre este campo deben en consecuencia derivarse de un proceso de percepción o intuición científicamente imperfecto, y que estas proposiciones generales no pueden ser establecidas más que en base al estatus provisional e inconcluso apropiado a su problemático origen” 44. Sin embargo, esta declaración de principios no tuvo el efecto esperado en el campo académico; de a poco se abandonó el modelo de sociedad y empezó a extenderse el uso de la idea de sistema internacional 45. A pesar de las expectativas que había generado la revolución conductista, los resultados fueron pobres; el ineficaz acopio de información y cotejos transhistóricos, sin significado, derivó en un desvío intelectual generalizado. El giro académico, en

44

Tomado de DEL ARENAL (2005), página 113. De acuerdo a Paloma García Picazo el empleo del concepto de sistema internacional implica adecuarse a los principios de objetividad y neutralidad valorativa Además resalta que esta propuesta de organización (cerrada, en equilibrio y conservadora) oculta “la diatriba ideológica entre capitalismo y comunismo, entre centro y periferia, entre imperialismo-neocolonialismo y anti-imperialismo-descolonización”. GARCÍA PICAZO (1998), página 112.

45

24

la década de 1970, provino del reconocimiento de un nuevo entramado internacional que rebasaba el protagonismo otorgado al Estado. Estaría conformado por corporaciones transnacionales, movimientos revolucionarios, entre otros, y que, sin negar la importancia del Estado, volvía al sistema internacional impredecible. Ante este escenario y, sumado a los problemas económicos 46 que se suscitaron, se hizo evidente que un ajuste epistemológico era necesario. P. García Picazo asevera que la Teoría de la Interdependencia podría definirse como: “el intento del realismo […] por integrar en su modelo tanto fenómenos empíricos como actuaciones políticas con capacidad de influir en las […] estructuras [provenientes] de la creciente dependencia mutua entre sociedades, al estrecharse sus lazos de cooperación internacional [y, del] incremento de la interconexión transnacional como parte del proceso general de internacionalización del capital. […] Las relaciones internacionales […] adquirirían un tono transnacional, inter-societario y trans-gubernamental” 47. Los trabajos principales serán de Robert Keohane y Joseph Nye, titulados Transnational Relations and World Politics y Power and Interdependence. En la primera obra, de 1971, Keohane y Nye, partirán desde una crítica al realismo. Plantearon que la política mundial al asumir sólo las relaciones estatales y limitando los estudios a las decisiones gubernamentales, fracasan en dar cuenta de lo que sucede en la realidad internacional. Esto los llevó a definir lo que se debe entender por relaciones transnacionales 48. A su vez, eso les permitió dar cuenta de los movimientos, tangibles e intangibles, que parten de las fronteras cuando, al menos, uno de los actores es agente estatal o de una organización internacional. De esta manera, para ellos, se puede apreciar dos hechos fundamentales: por un lado, la sensibilidad que los Estados-Nación muestran ante la influencia de otros actores, estatales o transnacionales y, por otro lado, la capacidad de adaptación a los cambios de la política internacional. 46

Como la pérdida de valor adquisitivo del dólar, el conflicto por el precio del petróleo y la crisis del modelo keynesiano. 47 GARCÍA PICAZO (2010), página 145. 48 Entienden por ellas a los “contactos, coaliciones e interacciones a través de las fronteras estatales que no están controlados por los órganos centrales de los gobiernos encargados de la política exterior”. Tomado de DEL ARENAL (2005), página 318.

25

De esta forma, logran integrar en su análisis que las relaciones de tipo Low Politics también son parte de la High Politics (de poder y seguridad). La segunda obra, llamada Poder e Interdependencia trata de, lo que los autores denominaron, la Interdependencia Compleja. La misma, según P. García Picazo, se encarga de estudiar los múltiples canales que: “conectan las sociedades sobre un estructura funcional articulada sobre una ‹agenda› creada a partir de una regla flexible vista como ‹ausencia de jerarquía en los temas›, aspecto que no descuida, sin embargo, la importancia del factor militar como fuerza latente, una importancia que, en la práctica se relaciona directamente con la variable complejidad de la interdependencia” 49. Estas ideas se condensaron en un programa de investigación que se conoció como la teoría de los Regímenes Internacionales 50. Para L. Bizzozero, la Interdependencia Compleja significó una respuesta de por qué Estados Unidos no debería llevar una política de dominación global, sino una basada en el liderazgo a partir del consenso con otras potencias 51. Esta línea teórica ofrecía una perspectiva optimista sobre la paz, fundada en la cooperación internacional, enraizada en la tradición grociana 52. Un nuevo contexto político, en EE.UU., se originaba tras la pérdida de “prestigio internacional” bajo la presidencia de Jimmy Carter (1977-1981) y el ascenso de las valores nacionalistas, encarnados en la elección de Ronald Reagan (1981-1989). Bajo el programa de política exterior denominado Proyecto de 1980 se proponía una reformulación del Interés Nacional y una ordenación del mundo sustentado por Occidente (Europa y Estados Unidos) y Japón. Con la creación de una comisión trilateral se buscaba anticiparse a los problemas que pudieran generar desequilibrios y, además, promover las 49

GARCÍA PICAZO (1998), página 204. Esta teoría planteaba que debía entenderse por régimen internacional al conjunto de reglas, normas y procedimientos que regulan la toma de decisiones con el fin de que el comportamiento, de los actores internacionales involucrados, pueda predecirse. En sus inicios, estos estudios promovieron el estudio de: la ayuda a países del Tercer Mundo, el medioambiente, la conservación de recursos agroalimentarios, la regulación del mercado internacional, etc. 51 BIZZOZERO (2011), página 150. 52 Esta tradición entiende que la guerra puede evitarse por medio de diferentes mecanismos (diplomáticos, económicos, culturales, etc.) que desmantelan las causas que originan un conflicto. 50

26

instituciones necesarias para coordinar la gestión de un mundo donde el capitalismo prevaleciera. Esto llevó a que se impusiera un: “concepto neoliberal de dominio, orientado hacia la creación de un sistema productivo mundial sin restricciones –es decir, no limitado por las coerciones de los mercados nacionales–, auspiciado por una ofensiva del sistema financiero que quería un terreno de juego desregulado y libre. La base teórica de todo esto se plasma en las recomendaciones y dictados de la denominada ‹Escuela de Chicago›” 53 En este contexto histórico se suscitó una evolución pragmática del Realismo llevada a cabo por Kenneth Waltz, quien buscaba refundar la tradición teórica bajo principios “científicos”. Con su obra, publicada en 1979, titulada Teoría de la Política Internacional marcó el inicio de una nueva forma de pensar la realidad internacional, que tomó el nombre de Neorrealismo 54. Su estudio parte de lo que él entiende por teoría, a saber: “un cuadro de la organización de un dominio y de las conexiones existentes entre sus partes” 55. Esta concepción encierra una aproximación sistémica, donde la capacidad de explicación de la realidad se encuentra en la organización. Bajo esas condiciones, la transformación en la estructura supondría “una alteración de las expectativas acerca de los resultados generados por las acciones e interacciones de unidades políticas, cuya ubicación en el sistema [varía] con los cambios estructurales” 56. Estas proposiciones, que acentúan la estructura del sistema internacional, son las que permiten diferenciar al Realismo del Neorrealismo. Éste, se funda a partir de tres elementos: el principio por el cual se constituye la organización (anarquía), la diferenciación entre las unidades y las funciones 53

GARCÍA PICAZO (2010), página 155. Ha sido una de las escuelas pioneras en el desarrollo de un pensamiento económico orientada al libre mercado y en contra del keynesianismo. 54 El nombre de esta corriente obedece a que parte de los supuestos que configuraron la tradición realista. A saber: que el Estado es el actor central en un sistema internacional anárquico y que se caracteriza por ser racional, autónomo y unitario. Donde la motivación se configura por la necesidad de poder y seguridad. Pero se diferencia del Realismo porque la considera: intuitiva e histórica; no distingue entre aspectos objetivos y subjetivos de la política internacional; falla en considerar a los Estados como unidades autónomas que no están sujetas a ninguna estructura; sus explicaciones sólo se limitan a lo político y militar; carece de fundamento científico. 55 WALTZ, Kenneth (1988) Teoría de la Política Internacional. Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano. Página 19. 56 SODUPE, Kepa (2003) La teoría de las Relaciones Internacionales a comienzos del Siglo XXI. Bilbao: Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco. Página 85.

27

(jerarquía) y, la distribución de capacidades y recursos entre los actores que, por las distintas capacidades entre los Estados, determina el sistema internacional. Sodupe Kepa 57 argumenta que, para responder cómo se generan las estructuras,

Waltz

se

sirve

de

la

teoría

microeconómica.

El

autor

norteamericano entiende que tanto el mercado como el sistema internacional se forman espontáneamente por unidades que tienden al individualismo; es decir que, para él, los Estados son actores egoístas que sólo buscan satisfacer sus propios intereses. Sin embargo, una vez que la estructura es constituida, ésta constriñe y afecta el comportamiento de las entidades que la crearon, condicionando su conducta e interacciones. A su vez, la organización que podría asumir la distribución de poder es: unipolar, bipolar o multipolar (dependiendo de la cantidad de potencias preeminentes que integren el escenario mundial). Por otra parte, en cuanto a la motivación, esta teoría asume que los Estados buscan asegurar, en un mundo anárquico, su supervivencia por sobre la maximización de su poder. Ese análisis se sustenta en el principio de autoayuda, proveniente de la teoría económica, que plantea que las propias acciones que se emprenden son las que determinan la propia seguridad. Asimismo, Waltz contempla el tema de la cooperación internacional desde la óptica de las ganancias relativas; este punto hace referencia a que la colaboración se manifiesta, idealmente, en la medida en que un Estado logra mejorar sus capacidades y recursos por sobre el resto. Finalmente, esta corriente no presentó un punto de vista complejo de la paz (a pesar de que trató de aceptar la hegemonía liberal cuando finalizó la Guerra Fría comprendiéndola como una forma limitada de paz), sino “una visión de conflictos entre civilizaciones, de competición por la hegemonía entre China, la Unión Europea y Estados Unidos, y una lógica continuada de disuasión nuclear” 58. Esta forma de aprehender las relaciones internacionales limita el desenvolvimiento de la sociedad internacional al establecimiento continuo de un equilibro político mundial y a la guerra, por sobre todo, como la herramienta para tal fin.

57 58

SODUPE (2003), páginas 86-90. RICHMOND (2012), páginas 99-100.

28

La réplica al Neorrealismo provendría de una nueva línea teórica llamada Neoinstitucionalismo 59. Ésta surgió a mediados de 1980 y se sustentó en

los

estudios

sobre

Interdependencia

Compleja

y

Regímenes

Internacionales; y ha tenido como objetivo investigar los efectos de las instituciones internacionales sobre el comportamiento de los Estados. Este enfoque busca desafiar al Neorrealismo con sus propios argumentos teóricos. Por ello construye su propuesta de investigación a partir de la cooperación internacional y plantea que las cuestiones relativas al poder y seguridad en un mundo interdependiente son cada vez menos significativas. En este sentido, el Neoinstitucionalismo parte de la microeconomía y busca construir una teoría de las instituciones que retome los valores liberales (importancia del papel de las organismos internacionales) bajo las premisas del Neorrealismo (sistema anárquico compuesto de Estados que buscan maximizar sus ganancias). A pesar de compartir el concepto de estructura neorrealista, señala que no es necesario que ésta constriña a las unidades en la concreción de acciones tendientes al mantenimiento de la seguridad. En relación a esto último, a través de la hipótesis del fallo de mercado explica que las relaciones de cooperación internacional son escasas porque no promueven las interacciones necesarias para la generación de mayores utilidades y recursos para los Estados. Su argumento, en este sentido, es que “diversos grados de institucionalización del sistema llevarán a los Estados a definir de manera diferente sus propios intereses y afectarán a los incentivos que motivan sus acciones” 60, como consecuencia de la cooperación evaluadas a luz de las ganancias relativas. El entrecruzamiento entre poder y conocimiento en la teoría de las Relaciones Internacionales ha sido abordado en un trabajo realizado por Stanley Hoffmann al que tituló Una ciencia social norteamericana 61. El desarrollo de su argumento se divide en dos partes: la primera relacionada con el trabajo de Hans Morgenthau (ya reseñado); la segunda sección trata los factores que convergieron para que las Relaciones Internacionales, como ciencia, pudiera desarrollarse. La obra del autor realista debe enmarcarse en el 59

También conocida como Neoliberalismo. Sin embargo para evitar una superposición de conceptos se utilizará el nombre de Neoinstitucionalismo. 60 SODUPE (2003), página 121. 61 HOFFMANN, Stanley (1991) Jano y Minerva: Ensayos sobre la guerra y la paz. Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano. Páginas 17-36.

29

fracaso de la visión idealista, la paz por medio del derecho, y del ascenso de la razón fascista, que condujeron hacia un nuevo conflicto mundial. Los avances teóricos en la nueva ciencia social habían quedado desacreditados por lo que un nuevo marco conceptual era necesario. El trabajo de Morgenthau resultó útil porque su formación, bajo una tradición académica que subrayaba la oposición entre las Ciencias Sociales y las Ciencias Naturales, “estaba decidido a erigir una ciencia empírica que se opusiera a las utopías de los letrados internacionales y de los ideólogos políticos, y a afirmar la unidad de la investigación empírica y de la búsqueda filosófica” 62 orientadas a la construcción de un orden social. Su modelo de política exterior introdujo, en los Estados Unidos, las primeras nociones sobre un arte de gobernar el mundo. Para S. Hoffmann, la obra Política entre las Naciones no habría resultado seminal si

no se hubiese

predisposiciones

intelectuales,

dado la convergencia circunstancias

políticas,

de tres y

factores:

oportunidades

institucionales 63. El primer elemento se relacionaba con la expansión de las Ciencias Sociales derivada de la convicción en que todos los problemas podrían solucionarse si se implementaban las indicaciones que el conocimiento científico indicaba. El segundo factor era la consecuencia práctica del prestigio que las Ciencias Exactas transmitieron a las humanísticas. En ese sentido, promovía que la visión norteamericana debía fundarse por medio de la certeza científica porque a través de ella, se podría evitar que Estados Unidos perpetuase sus vínculos con conflictos globales innecesarios; se trataría de una ideología del progreso, que fusionaba la razón instrumental y la moral. Finalmente, en tercer lugar, los intelectuales inmigrados suministraron una forma diferente de ver la ciencia. Los estudiosos europeos, con orientación filosófica, se preguntaban por los fines, no tan sólo por los medios, debido a esto, planteaban que lo social debía ser conocido en su totalidad. Esta forma de pensar lo Internacional, le proveería a la clase política dirigente una fórmula que le daría sentido al hecho terminar con la tradición aislacionista de la política

62 63

HOFFMANN (1991), página 20. Ibídem, páginas 21-26.

30

exterior e intervenir en los asuntos mundiales de forma continua de acuerdo a una estrategia global 64. Un artículo de Steve Smith 65, inspirado en el trabajo anterior, buscaría establecer las causas por las que la visión norteamericana de las Relaciones Internacionales ha dominado el desarrollo de la disciplina. Por un lado, resaltaba que el dominio del Realismo se debió a que su desarrollo estuvo determinado por las necesidades particulares de un país, EE.UU. Esto se habría de tornar evidente en la proposición que codifica la política internacional como una política de poder 66 y que se ajusta a las necesidades de un país que promueve su liderazgo. Por otra parte, se preguntaba cuál habría sido el efecto del dominio de la visión americana en las Relaciones Internacionales. Ante ello, afirma que los investigadores no americanos se habían apoyado para sus investigaciones en la literatura estadunidense, sin poner en discusión sus presunciones teóricas y metodológicas, y, como consecuencia, habrían naturalizado las relaciones de poder y conocimiento. A finales de la década de 1980 sucedieron dos hechos fundamentales que habrían de determinar las Relaciones Internacionales hasta nuestros días. Por un lado, con la caída del Muro de Berlín comenzaría la transición de la Guerra Fría y el ascenso de los Estados Unidos como la única superpotencia del mundo. Por otro,

en un congreso de la Asociación de Estudios

Internacionales, Robert Keohane 67 pronunciaría un discurso que conduciría a la puesta en duda de todo el edificio conceptual de la Teoría Internacional. Su ensayo trataba sobre las Instituciones Internacionales y, por medio de este estudio, buscaba comprender cuáles habrían sido las condiciones que 64

Hoffmann enumera tres olas que dieron sentido y los argumentos necesarios para legitimar la diplomacia americana. La primera, con Morgenthau a la cabeza, brindó los lineamientos para una política exterior de primacía global. La segunda, en el marco de la Guerra Fría, trabajó temas referidos al equilibrio de poder y la disuasión nuclear. La tercera ola, luego de la Guerra de Vietnam (1964-1975), dedico su producción científica a las relaciones económicas internacionales; tomando temas tales como: la degradación del sistema de Bretton Woods, el proteccionismo, el subdesarrollo, etc. 65 SMITH, Steve “Paradigm dominance in International Relations: The development of International Relations as a Social Science” Millennium: Journal of International Studies Review, Vol. 16, No. 2 (1987). Páginas 67-85. 66 También se percibe esta relación en la definición de interés nacional, ganancias relativas y equilibrio de poder. 67 El artículo en cuestión se tituló Instituciones Internacionales: dos enfoques. Publicado en KEOHANE, Robert (1993) Instituciones Internacionales y Poder Estatal: Ensayos sobre teoría de las Relaciones Internacionales. Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano.

31

permitieron la cooperación internacional. Reconocía que ésta no era producto, necesariamente, del altruismo; la motivación podría provenir, incluso, del ámbito militar. Resaltaba la existencia de dos formas de abordaje del estudio de este tema, a saber: el racionalismo y el reflectivismo y, a través de la presentación de estos enfoques, buscaba exponer la crisis que atravesaba la Teoría de las Relaciones Internacionales. Por un lado, la perspectiva racionalista, de acuerdo a R. Keohane, permitía examinar objetivamente las circunstancias en que la cooperación tenía lugar y explicar por qué los Estados erigían políticas aliancistas; consideraba que el medio internacional estaba compuesto por agentes que buscaban lograr márgenes de ganancia. Esta postura,

para

él,

estaría

constituida

por

el

Neorrealismo

y

el

Neoinstitucionalismo, visiones irreconciliables en su momento pero que, por sus presunciones (sobre la anarquía, egoísmo y aspiración de beneficios de los Estados), conforman un frente teórico contra otras perspectivas que buscaban poner en duda el conocimiento fundado bajo los imperativos positivistas. El reflectivismo, por su parte, era presentado como un enfoque heterogéneo 68, que compartía una serie de observaciones que ponían en tela de juicio el modelo científico propuesto por el racionalismo. Por un lado, resaltaba las incongruencias racionalistas “para analizar la práctica de la condición de soberanía” 69, que se constituiría, no ya por acuerdo sino como resultado de la práctica de la condición soberana. Naturalizando dichas relaciones que, como consecuencia, fijarían la ubicación de los actores internacionales y sus intereses en la política mundial que, a su vez, habrían de legitimar el statu quo. Por otra parte, sugería que la metodología para la construcción de conocimiento debía estar fundada en la interpretación histórica. De esa forma, se podría pensar por qué cambian los fines de los actores internacionales cuando son modificados los sistemas de creencias. Esta nueva dicotomía se origina en un contexto metateórico, donde son controvertidos “los fundamentos mismos de las distintas aproximaciones que se han empleado en las relaciones internacionales […] no es una discusión

68

Incluye posturas feministas, postmodernistas, críticas (en el sentido propuesto por la Escuela de Frankfurt), postestructuralistas, constructivistas, etc. 69 KEOHANE (1993), página 238.

32

sobre cuál es la mejor estrategia (método) o herramientas (técnicas) para aproximarse a un objeto de estudio” 70. Se trata de un debate que se pregunta por cuáles han de ser las bases con las que el conocimiento se ha constituir. Estos cuestionamientos incitan a una reestructuración de las Relaciones Internacionales. Escenario que se abordará con mayor detenimiento en el próximo capítulo.

70

NASI, Carlos (compilador) (1998) Postmodernismo y Relaciones Internacionales. Bogotá: Ediciones Uniandes. Página 11.

33

CAPÍTULO 2 CRÍTICA DE LA RAZÓN INTERNACIONAL “El soberano, la ley y la prohibición formaron un sistema de representación del poder que las teorías del derecho ampliaron en época posterior: la teoría política nunca ha dejado de estar obsesionada con la persona del soberano. Estas teorías siguen entretenidas con el problema de la soberanía. Lo que necesitamos […] es una filosofía política que no se articule en torno al problema de la soberanía ni, por ende, en torno a los problemas de la ley y de la prohibición. Hay que cortarle la cabeza al rey”.71

1- Consideraciones Previas Al final de la sección anterior se señaló que una nueva discusión surgía en

las

Relaciones

Internacionales,

su

importancia

radicaba

en

el

cuestionamiento de los discursos constitutivos de esta disciplina. Dichas críticas se gestaban en los heterogéneos aportes: de la escuela de Frankfurt (teniendo como referentes a M. Horkheimer, T. Adorno, J. Habermas), de J. F. Lyotard, J. Derrida, M. Foucault, G. Deleuze, etc.; las contribuciones de estos filósofos deben ser leídas en el marco de la crisis de la Ilustración 72, evidenciada con el ascenso de la Razón Instrumental.

71

Cita perteneciente a Michel Foucault. Tomado de RICHMOND (2012), página 229. El siguiente fragmento retrata dicha situación: “El despertar del sujeto se paga con el reconocimiento del poder en cuanto principio de todas las relaciones. Frente a la unidad de esta razón, la distinción entre Dios y el hombre queda reducida a aquella irrelevancia a la que la razón, imperturbable, apuntó ya precisamente desde la más primitiva crítica homérica. En cuanto señores de la naturaleza, el dios creador y el espíritu ordenador se asemejan. La semejanza del hombre con Dios consiste en la soberanía sobre lo existente, en la mirada del patrón, en el comando. […] Los hombres pagan el acrecentamiento de su poder con la alienación de aquello sobre lo cual lo ejercen. La Ilustración se relaciona con las cosas como el dictador con los hombres. Éste los conoce en la medida en que puede manipularlos. El hombre de la ciencia conoce las cosas en la medida en que puede hacerlas. De tal modo, el en sí de las mismas se convierte en para él. En la transformación se revela la esencia de las cosas siempre como lo mismo: como materia o substrato de dominio”. HORKHEIMER, Max; ADORNO, Theodor (2006) Dialéctica de la Ilustración. Fragmentos filosóficos. Madrid: Editorial Trotta. Páginas 64-65. 72

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Los términos que fijaron el rumbo de la expansión filosófica en las Relaciones Internacionales estuvieron ligados a la denuncia de los efectos producidos por el positivismo en la Teoría Social. A través de un artículo de Max Horkheimer, llamado Teoría Tradicional y Teoría Crítica, se puede percibir qué se pone en juego cuando se opta por instituir la ciencia bajo las consideraciones de una u otra concepción filosófica. Al comienzo de su ensayo, el pensador alemán, alega que la teoría equivale a: “un conjunto de proposiciones acerca de un campo de objeto, y esas proposiciones están de tal modo relacionadas unas con otras, que de alguna de ellas pueden deducirse las restantes […] su validez real consiste en que las proposiciones deducidas concuerden con eventos concretos” 73. Ésta se establece, como meta final, en un sistema universal, en el que las ciencias no se encuentran divididas y donde todas las proposiciones están delimitadas por un único lenguaje, el matemático. Este es modelo que ha prevalecido en las Ciencias Naturales y que, las filosofías positivistas y pragmatistas, han aplicado para tratar los procesos de la vida en sociedad, ya que por medio de él se puede predecir hechos y lograr resultados útiles. Las Ciencias Sociales aceptaron la naturaleza humana como algo dado y, de la misma forma, admitieron la unidad del conocimiento de las disciplinas Sociales y Naturales; la adopción de categorías como: útil, propicio, valioso, productivo, etc. da cuenta de ello. Por esto, la Teoría Social opera sin reflejar el carácter histórico del objeto analizado ni tampoco tiene en cuenta la historicidad del investigador y las subjetividades subyacentes. Esta concepción ideologizada de la ciencia lleva a Horkheimer a denunciar la proposición positivista de la neutralidad valorativa porque, según él, el investigador encubre las relaciones de dominación al permitir la reproducción de sociedades injustas. Contra ello, una teoría crítica busca reconstruir la totalidad de relaciones que dan forma a lo social; propone elevarse por sobre los condicionamientos 73

HORKHEIMER, Max (2008) Teoría Crítica. Buenos Aires: Amorrurtu. Página 223.

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de su subjetividad para aprehender la inserción del objeto de estudio en el despliegue histórico de su realidad. En este sentido, según Horkheimer: “en un periodo histórico como el actual la verdadera teoría no es tanto afirmativa cuanto crítica, del mismo modo como tampoco la acción adecuada a ella puede ser ‹productiva›. El futuro de la humanidad depende hoy del comportamiento crítico, que, claro está, encierra en sí elementos de las teorías tradicionales y de esta cultura decadente. Una ciencia que, en una independencia imaginaria, ve la formación de la praxis, a la cual sirve y es inherente, como algo que está más allá de ella, y que se satisface con la separación del pensar y el actuar, ya ha renunciado a la humanidad. Determinar lo que ella misma puede rendir, para qué puede servir, y esto no en sus partes aisladas sino en su totalidad, de ahí la característica principal de la actividad de pensar. Su propia condición la remite, por lo tanto, a la transformación histórica, a la realización de justicia entre los hombres” 74. Debe advertirse que, a continuación, se desarrollará la forma en que el mainstream de la disciplina se ha apropiado de las diferentes teorías que conforman el reflectivismo. En este sentido, Alexander Wendt, haciéndose del trabajo de R. Keohane, propone una forma de organizar el conocimiento en las Relaciones

Internacionales

que,

bajo

el

dualismo

entre

explicación-

comprensión, le impide explotar el potencial de la crítica, propio de la genealogía por ejemplo. Por ello, antes de cortarle la cabeza al rey, se debe alegar por qué.

2- Positivismo - Postpositivismo La oposición entre Racionalismo y Reflectivismo cobra sentido en el momento en que la Teoría Social Internacional es problematizada. La puesta en juego de aquello que se juzga como verdadero, o falso, está relacionada con los elementos epistemológicos 75 y ontológicos 76 que conforman la meta74

Ibídem, páginas 270-271. Determina la validez del conocimiento que se juzga como verdadero. 76 Comprendiendo por ella, lo que constituye la estructura de la realidad y los procesos que se dan en ella. 75

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teoría de las Relaciones Internacionales. Esta discusión ha condicionado el tipo de teorías que se desarrollaron en esta disciplina y, junto a ello, ha buscado controvertir aquellas prácticas a las que el statu quo mundial considera como lícitas. En cuanto a la epistemología, la fractura entre ambas posiciones se origina en la cuestión de si existe, o no, unidad de las Ciencias Sociales y Naturales. Por un lado, el mainstream de la disciplina ha planteado que la validez o falsedad de un hecho es determinado si de la hipótesis del caso se infiere de leyes generales que se contrastan con la realidad otorgando continuidad al planteamiento de unidad. En cambio el reflectivismo, al asumir una posición antinaturalista, argumenta que las acciones humanas se distinguen por el lenguaje y la intencionalidad de sus actos, diferenciándose de los objetos físicos; por lo tanto, el propósito fundamental sería la interpretación de dichas acciones con el objetivo de darle un sentido. En lo que respecta a la cuestión ontológica, la controversia se encuentra establecida por una doble discusión. La primera está conformada por el materialismo e idealismo y trata el efecto de las ideas en la configuración de las estructuras. Por un lado, los racionalistas plantean que las fuerzas materiales permiten conducir el mundo: dotan a los Estados con el poderío necesario para fijar comportamientos en el sistema internacional. Esta presunción lleva a comprender al poder e interés como fuerzas materiales. En cambio, la posición idealista afirma que lo fundamental es comprender la estructura de la conciencia social (que se encuentra conformada por instituciones, normas y principios) porque es la que crea identidades e intereses y, asimismo, permite orientar comportamientos. El segundo eje de la polémica está compuesto, también, por dos posturas: el individualismo y el holismo y discute el papel que la estructura desempeña en la vida social. El individualismo establece que las explicaciones deben ser comprendidas a partir de las propiedades e interacciones de los agentes. En cambio, el holismo alega que la estructura es la que constituye a los agentes ya que constriñe la identidad y los intereses de los Estados. Finalmente encontramos que, por una parte, los enfoques racionalistas han adoptado una posición naturalista, materialista e individualista

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y el reflectivismo, por otra parte, ha optado por una postura antinaturalista, idealista y holista. 3- Las visiones reflectivistas El reflectivismo está compuesto por un conjunto de teorías heterogéneas que tienen en común no sólo un antipositivismo epistemo-metodológico, sino también, una crítica a la promesa incumplida de la emancipación humana por medio de la razón. Ha acusado a la Modernidad de haber sido funcional en el sometimiento de sociedades para la imposición de una visión de civilización a expensas de otras culturas. En este sentido, se funda a partir de las voces que han sido silenciadas erigiéndose como una postura disidente en la Teoría de las Relaciones Internacionales. A pesar de esta alianza teórica reflectivista, existen de acuerdo a S. Smith, dos diferentes epistemologías postpositivistas 77. Esta afirmación surge de la oposición ante la naturaleza crítica de la Teoría Internacional reflejada en la premisa en que existen fundamentos para juzgar pretensiones de verdad opuestas; el autor las distingue entre: la visión interpretativa crítica y el interpretacionismo radical. La primera defiende un fundacionalismo mínimo porque considera que es posible evaluar los intereses constitutivos del conocimiento involucrados a través de las pretensiones emancipadoras que propone cada teoría; un ejemplo de ello sería la teoría de la acción comunicativa. En cambio, la segunda, a pesar de su antipositivismo, es antifundacionalista. Este punto de vista sospecha de todos los universales y metanarrativas, esto significa que no hay una fundación posible que permita mediar entre discursos alternativos. En palabras de S. Kepa, históricamente “determinadas teorías han gozado de predicamento no por sus méritos intrínsecos, sino por la relación poder-conocimiento. Esta relación ha sido clave para justificar el predominio de una teoría y la marginación de aquéllas que constituían alternativas a la misma” 78. Esta postura es la que ha prevalecido en la perspectiva postestructuralista.

77 78

SMITH (1995), páginas 28-29. KEPA (2003), página 75.

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4- El Reflectivismo Radical En este apartado se presenta, brevemente, el movimiento que ha irrumpido a principios de la década de 1990 79 en el campo teórico de las Relaciones Internacionales: el Postestructuralismo. Esta corriente se concibió a partir de un grupo heterogéneo de intelectuales franceses 80 que recibió acogida en los estudios internacionales como fundamento en contra del proyecto totalizador del mainstream de la teoría de las Relaciones Internacionales. Desde este punto de vista, Noé Cornago afirma: “Frente al discurso frío y la precisión conceptual característico del positivismo, el postestructuralismo propondrá un lenguaje estetizante, incluso poético, lleno de matices y de pliegues que quiere mostrar los límites de la lógica formal y el sentido que se encuentra tras lo paradójico, lo inestable, lo marginal, o lo fugaz. Frente a las pretensiones de objetividad del empirismo ingenuo, la nueva corriente se centrará en el problema de la subjetividad. Frente a las ambiciosas abstracciones que quieren situarse al margen de la historia, se opondrá la necesaria atención a la historicidad. Por último, el postestructuralismo ofrecerá un pensamiento cuyo horizonte práctico no será –a diferencia de sus antagonistas- la búsqueda, en última instancia, de la influencia sobre quienes toman las grandes decisiones en el sistema político, sino el ejercicio incansable de la crítica como procedimiento en sí mismo liberador” 81 Este movimiento ha denunciado la complicidad entre la práctica de dominación en la política mundial y el discurso legitimador de la Teoría Internacional, porque consideraba que la configuración de un régimen de verdad ha determinado las prácticas lícitas de gobierno en las relaciones internacionales. Esta manera de relacionar lo histórico, lo teórico y lo político es lo que ha constituido lo Internacional, excluyendo cualquier interpretación de la realidad mundial que no se centre en la política de poder y la soberanía del Estado. El cuestionamiento de estas naturalizaciones sirve para poner en 79

Si bien existen trabajos elaborados en la década de 1980, con la aparición del número llamado Speaking the Language of Exile: Dissident Thought in International Studies en la revista International Studies Quarterly, en 1990, esta corriente hizo su carta de presentación. 80 R. Barthes, J. Derrida, M. Foucault, J. Baudrillard, J. F. Lyotard, J. Ranciere, P. Virilio, etc. 81 CARNAGO, Noé Breviario del posestructuralismo para internacionalistas (s/f). En https://www.academia.edu/2286259/Breviario_de_postestructuralismo_para_internacionalistas (21/12/13). Página 5.

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evidencia las relaciones que se encuentran representadas. Ante ello, Mariela Cuadro plantea que, mientras “neorrealistas y neoinstitucionalistas insisten en afirmar que ellos estudian ‛hechos objetivos’, es decir escindidos de sus propias prácticas como teóricos, los postestructuralistas ponen el acento sobre el carácter de constructo discursivo de estos ‛hechos’” 82, resaltando el nexo entre poder, saber y verdad. En esta misma línea, S. Smith expresará que “el poder está implicado en todos los sistemas de saber, de tal forma que nociones como razón o verdad son productos de circunstancias históricas específicas” 83. El estudio de los regímenes de verdad necesita de un recurso que se aleje de aquello que se postula como normal y parta de las diferencias, por ello recurre a la Genealogía. Antes de proseguir con esta herramienta de investigación, se deben abordar las críticas y malas interpretaciones que rodean esta aproximación teórica. Para ello, se partirá de la exposición de J. Der Derian 84. En primer lugar, ante la afirmación de los racionalistas de que sólo hay relativismo en los postulados éticos postestructuralistas, es posible afirmar que éstos últimos plantean que esa posición es una respuesta histórica al anhelo metafísico de una verdad suprema. Este punto de vista no es apolítico ni amoral puesto que busca entender, sin emplear categorías trascendentales, por qué una cosmovisión moral o política prevalece y rige en un período histórico particular. El postestructuralismo identifica y determina “los peligros de sistemas de pensamiento (como el racionalismo universal) y sistemas de política (como la pax americana) que niegan la realidad histórica y el encanto pragmático del relativismo” 85. La ética postestructuralista se funda a partir de las construcciones de subjetividades porque a través del reconocimiento de una heterogeneidad de identidades se puede actuar con uno mismo y con los demás. En segundo lugar, la crítica postpositivista no reduce las relaciones internacionales a una práctica lingüística ni sostiene que no hay verdad, valores 82

CUADRO, Mariela (2013a) El postestructuralismo en las Relaciones Internacionales: una perspectiva alternativa. En Elsa Llenderrozas (coordinadora) Relaciones Internacionales: teorías y debates. Buenos Aires: Eudeba. Página 111. 83 SMITH, Steve (1996) Positivism and Beyond”. En Steve Smith, Ken Booth y Marysia Zalewski (editores) International theory: positivism and beyond. Cambridge: Cambridge University Press. Página 30. Traducción propia. 84 DER DERIAN, James (1998) Todas las cosas Post: Teoría y tradición en las Relaciones Internacionales tardías. En Carlos Nasi (compilador) Postmodernismo y Relaciones Internacionales. Bogotá: Ediciones Uniandes. Página 29. 85 Ibídem, página 30.

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o una realidad, sino que pretende desmentir la existencia de un ser externo, de una epistemología suprema y una teoría que pueda comprobar la existencia de una verdad única. Por ello, a la crítica al postestructuralismo del todo vale, se le enfrenta un todo es cuestionable. De hecho, esta aproximación indaga la “interrelación de poder y de prácticas de representación que elevan una verdad sobre la otra, que legitiman y sujetan una identidad contra otra, que hacen, en resumen, que un discurso sea más relevante que el siguiente” 86. Finalmente y según el racionalismo, la última crítica está relacionada con el exceso retórico para entender el mundo. Para Der Derian, esta consideración refleja el dominio del realismo en las Relaciones Internacionales; por lo que, hacer uso de un lenguaje poco tradicional tiene como objetivo perturbar las limitaciones de los significantes convencionales para entender con un lenguaje crítico, las aporías de la realidad mundial. Otras veces se necesita de un exceso de estilo para comprender cómo la falta de originalidad positivista de las revistas especializadas

norteamericanas,

como

las

publicaciones

International

Organization o International Studies Quarterly, delimita “el debate, suprime los modos alternativos de expresión y en el proceso se apropia de las posibilidades prácticas de cambio” 87. El enfoque genealógico en la política mundial, inspirado en la obras de F. Nietzsche y M. Foucault, ha servido para cuestionar las premisas en las que se ha erigido la Teoría Internacional 88. Richard Ashley, en The powers of anarchy, manifestó que la historicidad y contingencia de lo global fueron desplazadas por una noción estática del sistema, donde la anarquía

y el

Estado (reconocido como el único actor político) conformarían las relaciones internacionales. Jens Bartelson, en a genealogy of Sovereignty, subraya que ni el Estado ni los límites que lo identifican en el espacio político pueden ser comprendidos sin tener en cuenta las “condiciones en las que en cada época y en cada lugar acontece la disputa sobre lo que constituye la demarcación autorizada de su organización formal” 89. La intención del autor es mostrar cómo las cambiantes relaciones de poder han producido determinadas formas de 86

Ibídem, página 30. Ibídem, página 33. 88 Este parágrafo se sirve de los ejemplos que Noé Cornago enumera en su estudio. CARNAGO (s/f), páginas 7-10. 89 Ibídem, página 8. 87

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saber, subjetivando las identidades de los individuos que tienen injerencia en la formulación de la política exterior (el monarca, el soldado, el diplomático, etc.). Por su parte, James Der Derian haciendo uso de esta herramienta teórica ha tratado el tema de la diplomacia. En su estudio declara que el saber diplomático se conformó históricamente a partir del proceso de extrañamiento del Otro y de la evolución de las condiciones sociales en que éste se desarrolló. Su trabajo objeta la necesidad, para la práctica diplomática, del monopolio del Estado, ello sólo revela la constante pelea por el poder que legitima su ejercicio. En definitiva, la genealogía ha permitido comprender los procesos que definieron el sentido de las representaciones que determinan las opciones sociales y políticas para problematizar aquellas nociones que naturalizamos, tales como: el Estado, el territorio, el Derecho Internacional, los Derechos Humanos, la globalización, etc. O. Richmond afirma que el proyecto postestructuralista asume una ontología de la paz a través de las prácticas discursivas. En este sentido, acusa la representación del mundo de la Teoría Ortodoxa de mímesis en la que no se puede escapar de las “lecciones de la historia”, donde la única política internacional posible es la política de poder. Por ello, una representación distinta de las relaciones internacionales exige el reconocimiento de las múltiples subjetividades que evitarían reproducir una verdad universal. De esto se desprende que el Postpositivismo implica “múltiples ontologías de la paz, como discurso, no a través de la intervención activa o material de las élites, como sugiere incluso la teoría crítica, sino poniendo al descubierto el carácter disciplinario y biopolítico del discurso realista-liberal, lo que permite una mayor empatía y una forma más pura de emancipación personal” 90. Por lo tanto, se nos permite concebir la paz ya no solo como un objetivo, sino también como un método y un proceso, nunca definitivo, que debe reflejarse dispersa y acéntricamente, que procure ser autónoma y antihegemónica.

90

RICHMOND (2012), página 248.

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5- El rey sin cabeza La obra de Michel Foucault giró, durante la primera mitad de 1970, alrededor de la crítica del discurso jurídico-político. El filósofo francés advertía que sobre ese modelo de poder se apoyaban las concepciones liberales (fundadas bajo el imperio de la soberanía) y las teorías marxistas (organizadas bajo la idea de dominación de clase). En esas representaciones, tan opuestas, subyacía un supuesto común: la creencia en que el poder es algo que se puede poseer (por parte del Estado o una élite burguesa), que en su ejercicio es represivo y que parte de una fuente única y centralizada. Ante esta concepción jurídica del poder opuso un modelo basado en la guerra y la lucha, al que denominó hipótesis Nietzsche, centrando sus investigaciones en una microfísica del poder y en las estrategias anónimas que configuraban lo social. Sin embargo, de acuerdo a Thomas Lemke, esta posición no puede interpretar cómo “las múltiples y dispersas relaciones de poder asumen determinada forma ‛coherente’ o ‛unificada’ ni cómo éstas se traducen en estrategias más globales o en hegemonía social, las cuales a su vez pueden actuar sobre los micropoderes societales” 91. Ante las críticas de su analítica de poder, en el curso Defender la sociedad, de 1976, Michel Foucault expresará que su modelo agonístico, el que había empleado para llevar a cabo sus investigaciones debía ser reformado. Esta modificación debía, por un lado, extender el análisis del poder a relaciones más globales y, por otro, romper con el modelo de la microfísica por medio de una reflexión acerca de la influencia del Estado. Por ello, en la clase del 17 de marzo hablará sobre una nueva tecnología de poder, a la que denominó, Biopolítica. Santiago Castro-Gómez describe que, a diferencia de las tecnologías disciplinarias enfocadas en la acción sobre los cuerpos, la Biopolítica intenta: “regular los procesos globales de la población tales como natalidad, fecundidad, longevidad, enfermedad, mortalidad, y procura optimizar unas condiciones (sanitarias, económicas, urbanas, laborales, 91

LEMKE, Thomas (2006) Marx sin comillas: Foucault, la gubernamentalidad y la crítica del neoliberalismo”. En Thomas Lemke… [et. al.] Marx y Foucault. Nueva Buenos Aires: Nueva Visión. Página 8.

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familiares, policiales, etc.) que permitan que las personas puedan tener una vida productiva al servicio del Estado” 92. Por medio de este rompimiento teórico funda un modo distinto de concebir al poder, más allá de los ámbitos circunscriptos y abrirá un marco de posibilidades en cuanto a la racionalización de las prácticas constitutivas del arte de conducir a las poblaciones. A partir de los seminarios Seguridad, Territorio, Población y Nacimiento de la Biopolítica se iniciaría un nuevo modo en que el pensador francés concebiría sus investigaciones, donde el modelo de la Gubernamentalidad se transformaría en una nueva grilla de inteligibilidad para comprender el poder, el saber y el sujeto. Esta nueva analítica sería desarrollada en la lección del primero de febrero de 1978. Establecería que el problema del gobierno estallaba en el siglo XVI, y donde las dificultades girarían alrededor de “cómo ser gobernado, por quién, hasta qué punto, con qué fines, mediante qué métodos” 93. El estudio de la cuestión sobre cómo gobernar tendría como fin comprender la racionalidad de la práctica gubernamental. Ésta aproximación lo llevaría a definir como Gubernamentalidad tres cosas: “El conjunto constituido por las instituciones, los procedimientos, análisis y reflexiones, los cálculos y las tácticas que permiten ejercer esa forma bien específica, aunque muy compleja de poder que tiene por blanco principal la población, por forma mayor de saber la economía política y por instrumento técnico esencial los dispositivos de seguridad. Segundo, por Gubernamentalidad entiendo la tendencia, la línea de fuerza que, en todo Occidente, no dejó de conducir, y desde hace mucho, hacia la preeminencia del tipo de poder que podemos llamar gobierno sobre todos los demás: soberanía, disciplina, y que indujo, por un lado, el desarrollo de toda una serie de aparatos específicos de gobierno, y por otro, el desarrollo de toda una serie de saberes. Por último, creo que habría que entender la Gubernamentalidad, como el proceso o, mejor, el 92

CASTRO-GÓMEZ, Santiago (2010a) Michel Foucault: colonialismo y geopolítica”. En Ileana Rodríguez y Josebe Martínez (coordinadores) Estudios transatlánticos poscoloniales. Narrativas comando-sistemas mundo: colonialidad-modernidad. Barcelona: Editorial Anthropos. Página 274. 93 FOUCAULT, Michel (2007a) Seguridad, Territorio, Población. Buenos Aires: F.C.E. Página 111.

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resultado del proceso en virtud del cual el Estado de justicia de la Edad Media, convertido en Estado administrativo durante los siglos XV y XVI, se gubernamentalizó poco a poco” 94. Este nueva analítica supone un concepto de gobierno que debe ser interpretado en un sentido amplio ya que se refiere a un arte, que tiene como fin orientar a las personas y que comprende “la interacción de formas de conocimiento, estrategias de poder y modalidades de subjetivación” 95. Asimismo, involucra la idea de cómo no ser gobernado de determinada manera; este tipo de reflexión entraña una actitud crítica que se “atribuye el derecho de interrogar a la verdad acerca de sus efectos de poder, y al poder acerca de sus discursos de verdad” 96. Igualmente, propone repensar las relaciones de poder ya no desde el lado de la violencia, sino más bien como un modo de acción sobre las acciones de los otros. Por lo que gobernar sería estructurar el campo de acción posible, se referiría a la conducción de las conductas y que, para que operase, necesitaría de un ámbito en que los sujetos fuesen libres. Por último, en la relación entre poder y libertad subyace el proyecto de una historia de la Gubernamentalidad, que se ve reflejado cuando el filósofo francés trató lo que ha llamado las tecnologías de gobierno que se desarrollaron desde el siglo XVI y hasta el siglo XXI, a las que denominó: Razón de Estado, Liberalismo y Neoliberalismo. Por otra parte, la problemática gubernamental, según Castro-Gómez, se centra en: “una filosofía de las tecnologías políticas, es decir, una reflexión sobre el modo en que la política conlleva necesariamente la puesta en marcha de una racionalidad técnica […] significa preguntarse por la conducción eficaz de la conducta de los otros para el logro de ciertos fines, por las estrategias que han de aplicarse razonadamente para lograr que las personas se comporten conforme a esos

94

Ibídem, página 136, LEMKE, (2006), página 10. 96 FOUCAULT, Michel “¿Qué es la crítica?”. Daimon: Revista Internacional de Filosofía, número 11, 1995. Páginas 5-25. Página 8. 95

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objetivos, y por el cálculo adecuado para elegir e implementar esas estrategias” 97. En tanto, Lemke agrega que este tipo de análisis foucaulteano permitiría llamar la atención “sobre la constitución de nuevas formas y niveles políticos de gobierno, como la incorporación de sistemas de negociación, mecanismos de autorregulación y estrategias para adquirir o conferir poder” 98. Por su parte, Cortés Rodríguez indica que ayuda a: “entender el papel del Estado moderno, no en el sentido de que sea la fuente del poder, sino que es el efecto móvil de un régimen […] marca, de ese modo, una línea que va en una dirección doble. Del gobierno de sí mismo al gobierno del Estado, como continuidad del poder. No es, pues, un efecto descendente, sino un resultado conjunto” 99. Finalmente, Rose, O´Malley y Valverde complementan que: “en vez de ver un cuerpo único, tal como el Estado, como el responsable de controlar la conducta de los ciudadanos, esta perspectiva reconoce que una gran variedad de autoridades gobierna en sitios diferentes, y con relación a diferentes objetivos […] plantea preguntas particulares sobre los fenómenos que intenta comprender, preguntas susceptibles de ser respondidas a través de investigación empírica” 100. Por último, con la introducción de esta nueva analítica, Foucault distinguiría tres niveles en el que el poder es ejercido: el primero está relacionado con la acción de las técnicas disciplinarias y la producción de los sujetos, se trataría del nivel de la corpo-política; el segundo nivel opera con el objetivo de regular la población a través de dispositivos de seguridad internos, este sería el nivel de la bio-política. El último sería el macrofísico, en el que “se ubican los dispositivos supraestatales de seguridad que favorecen la ‹libre competencia› por los recursos naturales y humanos del planeta. Éste sería el 97

CASTRO-GÓMEZ, Santiago (2010b) Historia de la Gubernamentalidad: Razón de Estado, liberalismo y Neoliberalismo en Michel Foucault. Bogotá: Siglo del Hombre Editores. Página 13. 98 LEMKE (2006), página 14 99 CORTÉS RODRÍGUEZ, Miguel Ángel (2010) Poder y Resistencia en la filosofía de Michel Foucault. Madrid: Biblioteca Nueva. Página 128. 100 ROSE, Nikolas; O´MALLEY, Pat y VALVERDE, Mariana. “Gubernamentalidad”. Revista Astrolabio Nueva Época, número 8 (2012). Páginas 113-152. Páginas 116 y 117.

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nivel de la geo-política” 101. Con la introducción del nivel geopolítico, comprendido desde la analítica de la gubernamentalidad, se vislumbraría una novedosa forma de oposición a las teorías del mainstream de las Relaciones Internacionales con las que se ha pensado la política mundial. Para CastroGómez, la analítica foucaulteana funciona en cadenas de poder que operan a escala molar y molecular y no se puede pensar unas sin las otras. Por ello, esta concepción se opone a las teorías jerárquicas que sostienen que las relaciones más globales de poder determinan a las menos globales; es decir que, la microfísica reproduce el orden impartido desde la macrofísica. Ante este escenario, Foucault afirma el carácter heterárquico de la gubernamentalidad. Desde la propuesta geopolítica de la gubernamentalidad, la primacía de los Estados Unidos no se reduciría solo al dominio establecido en la sociedad internacional, sino que también tendría que ver con los dispositivos de regulación de las poblaciones a nivel bio-político y corpo-político porque los regímenes políticos globales se han apropiado de las relaciones de poder locales ya constituidas para incorporarlas a su propia lógica. Por ello, para Castro-Gómez, desde esta perspectiva, no sería posible plantear un sometimiento absoluto de “las temporalidades locales a una sola temporalidad de carácter mundial. Cada régimen de poder tiene su propia temporalidad, que es marcada por el modo en que los diferentes elementos abarcados por ese régimen están relacionados” 102. Sobre ello tratará esta investigación, de determinar la particularidad con que ha operado el Neoliberalismo, como tecnología de gobierno, en la constitución de lo que Estados Unidos ha denominado el Nuevo Orden Mundial.

101 102

CASTRO-GÓMEZ (2010a), página 284. Ibídem, página 290.

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6- Una historia de la Gubernamentalidad El primer ejemplo que toma Foucault, como tecnología de gobierno, es la Razón de Estado 103. Para él, la guerra de religiones (entre católicos y protestantes) y la aparición de los Estados (a través de la Paz de Westfalia, en 1648) dieron lugar a que el modo de gobernar del príncipe (control y protección del territorio) y de la pastoral cristiana (gobierno y salvación de las almas) derivaran en una novedosa forma de ejercicio de la conducción de conductas, cuyo desenlace, dirá Cortés Rodríguez, será “regular a las poblaciones respecto de las amenazas exteriores e interiores” 104. Esta ratio gubernatoria problematizará a Dios como fuente de gobierno y concebirá a la política como mathesis, es decir, como el arte de ordenar racionalmente lo que debe gobernarse. La transformación del Estado como el único sujeto de gobierno llevará al establecimiento de un orden que hará necesario conocer todo lo que le corresponde conducir (territorio, población, comercio, etc.) y para ello tendrá como herramienta a la estadística, lo que le permitirá cuantificar los fenómenos gobernables. En consecuencia, no habrá una finalidad superior al Estado, sino que éste será el fin en sí mismo; por ello esta racionalidad tenderá a perfeccionarse, a ampliar sus fuerzas y tratará de que la meta del gobierno consista en aumentar la “potencia en un marco extensivo y competitivo” 105 pero, al mismo tiempo, de “producir un statu quo que permita conservar intacta la integridad del Estado” 106. La nueva razón política, a través del despliegue de 103

Cabe recordar que lo primero que analizó, luego de presentar su modelo de Ratio Gubernatoria, fue el Pastorado Cristiano. Lo presenta porque deduce de él la noción de gobierno que se desplegaría en Occidente. De hecho, Foucault lo definiría como “un poder que guía hacia una meta y sirve de intermediario en el camino hacia ella. Es un poder, por último, que apunta a la vez a todos y a cada uno en su paradójica equivalencia, y no a la unidad superior formada por el todo”. FOUCAULT (2007a), página 158. Más adelante diría que: “el Pastorado esboza, constituye el preludio de lo que he llamado Gubernamentalidad, tal como se desplegará a partir del siglo XVI […] Por los procedimientos propios del pastorado, su manera, en el fondo de no poner en juego pura y simplemente el principio de salvación, el principio de la ley y el principio de la verdad, por todas esas diagonales, para decirlo de algún modo, que instauran bajo la ley, bajo la salvación y bajo la verdad otros tipos de relaciones. Y lo es también en virtud de la constitución tan específica de un sujeto cuyos méritos se identifican de manera analítica, un sujeto atado a redes continuas de obediencia, un sujeto subjetivado por la extracción de verdad que se le impone”. Ibídem, página 219. 104 CORTÉS RODRÍGUEZ (2010), página 125. 105 FOUCAULT, Michel (2005) Omnes et singulatin: Hacia una crítica de la razón política. En Christian Ferrer (compilador) El lenguaje libertario. Buenos Aires: Terramar Ediciones. Página 324. 106 CASTRO-GÓMEZ (2010b), página 116.

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dos complejos tecnológicos-políticos, podrá gobernar de manera tal que el Estado pueda llegar a consolidarse como permanente y fuerte frente a las amenazas exteriores. El primer aparato, denominado Diplomático-Militar, interviene en relación a la amenaza bélica de otros Estados; además atiende la cuestión referida a la competencia económica con otras potencias europeas 107. Su función principal será la de mantener un equilibrio de las relaciones internacionales de forma que los Estados persigan metas ilimitadas en su política interna pero limitadas en su política exterior, y cuando el orden mundial se vea amenazado, los Estados intervengan para restaurar la balanza de poder. Méndez Sandoval lo describirá como el “conjunto de estrategias, saberes y prácticas orientadas todas a la consecución de un equilibrio interestatal que permita la conservación y a la vez el crecimiento de las fuerzas del Estado en un contexto de competencia creciente y abierta” 108. El segundo aparato, que describe el pensador galo, es la Policía, ésta implica que una serie de objetivos orientados a la “organización, disposición y armonización de fuerzas que ya no [estén] “fuera” (el sistema interestatal), sino “dentro” del Estado […] busca incrementar la fuerza del Estado y fortalecerlo mediante la organización completa de todos sus elementos” 109. En la lección del 29 de marzo de 1978 110, Foucault hablará de cinco dominios de intervención: el número de sus ciudadanos 111, las necesidades de la vida 112, la salud 113, el trabajo 114 y la circulación 115; todos esos ámbitos tienen en común que el poder se va a ejercer con el objetivo de producir y gestionar la coexistencia de los hombres para fortalecer el poder estatal. Ambos complejos formarán el dispositivo de seguridad de la Razón de 107

Esta caracterización se realiza de acuerdo a la concepción foucaulteana; una posición que se aleja de los planteamientos de Aron, Morgenthau, entre otros. 108 MÉNDEZ SANDOVAL, Carlos Andrés (2012) Discurso, poder y subjetividad. Una reflexión filosófica en torno a la racionalidad política moderna. Cali: Editorial Bonaventuriana. Página 151 109 CASTRO-GÓMEZ (2010b), página 125. 110 FOUCAULT (2007a), páginas 355-378. 111 Parte de la idea de que la fuerza del Estado se ve reflejada en la densidad poblacional, por ello apunta al desarrollo cualitativo de sus habitantes para que, de ese modo, sea un factor económico decisivo. 112 Hace referencia a garantizar la disponibilidad de alimento, el control del comercio, etc. 113 El Estado debe mantener las condiciones sanitarias de los habitantes para que puedan trabajar. 114 Procura que todos los ciudadanos ejerzan alguna actividad que sea útil para el gobierno. 115 Entendido como la circulación de personas y bienes, sin restricciones pero con un orden preestablecido.

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Estado y tendrán como fundamento al mercantilismo, pero entendida no sólo como una doctrina económica, sino como una organización de la producción y circulación bajo el principio de acumulación monetaria. Asimismo, como metas, el fortalecimiento de la población, por un lado, y el mantenimiento de la competencia con las potencias europeas, por otro. La

emergencia

de

una

nueva

tecnología

gubernamental

será

consecuencia de las fisuras provocadas por la misma racionalidad imperante. La pretensión de querer conducir la conducta de todos y cada uno provocaría un quiebre en el arte de gobierno, que, para el siglo XVIII, se tornaría notorio. Serían la Iglesia y la nobleza quienes pretendiesen frenar el absolutismo; no querían ser gobernados de esa forma. Ello trajo consigo que la propia Razón de Estado se examinara y que, como resultado, la transformación política no provenga del exterior, sino de sí misma. Castro-Gómez recordará que los cuestionamientos se plantearon en los siguientes términos: “¿hasta dónde puede llegar la acción del Estado? ¿Cuáles son los límites que la práctica gubernamental no debe cruzar, si lo que busca es lograr el cumplimiento de sus objetivos?” 116. En la clase del 17 de enero de 1979 117, se caracterizará la mutación tecnológica a través de la introducción de mecanismos internos, múltiples y complejos orientados a la limitación interna del ejercicio del poder, y será, según sus palabras, la razón de un menor Estado. La que Foucault denominará como Liberalismo. Esta segunda tecnología gubernamental se configurará a partir de la discrepancia entre las estrategias del gobierno y los objetivos que el Estado se fijaba a sí mismo. Fueron los economistas quienes propusieron que se haga un uso más racional de los medios y técnicas para alcanzar los fines que se establecían. La crítica de la economía política fisiócrata se enmarcaría en el exceso de gobierno y por ello propondría que los procesos naturales debían ser respetados y dejarlos actuar. Asimismo, que el ejercicio de lo gubernamental implicara una abstención en lo jurídico para reconocer que las cosas pudieran seguir su curso, ello permitiría que los precios no sean sometidos a

116

CASTRO-GÓMEZ (2010b), página 138. FOUCAULT, Michel (2007b). Nacimiento de la Biopolítica. Buenos Aires: F.C.E. Páginas 4368. 117

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reglamentación y que el mercado no sea un lugar donde haya que impartir justicia. A partir del gobierno de la frugalidad, es decir del ejercicio del poder que se sustrae de la intervención de los intercambios comerciales, el mercado se convertirá en un lugar de veridicción. Donde será la iniciativa de los individuos quienes definirán los precios de los productos, las rutas comerciales, etc.; ya que es en la oferta y demanda donde descansará la verdad de la economía. El mercado, entendido como criterio de verdad 118, permitirá gobernar sobre los individuos vistos ya no sólo como sujetos de derecho (homo juridicus), sino también como sujetos económicos (homo economicus). Éste último, será el que demande que el gobierno sea ejercido sobre una "república fenoménica de los intereses" 119. Esto, como consecuencia de lo anterior, llevará a que la función del gobierno sea la eliminación de los obstáculos que dificultan el libre juego de intereses comerciales para que, de esta forma, el individuo tenga que ser capaz de gobernarse a sí mismo con independencia del Estado. Sin embargo, esto no va a significar que se renuncie a gobernar la conducta; se dejará de reglamentar para gestionarla, es decir que, no se intervendrá sobre la autonomía directamente, sino sobre las condiciones de posibilidad de libertad. Castro-Gómez, siguiendo a Foucault, dirá que “el liberalismo no es un institución sino un ‘modo de hacer las cosas’, una tecnología de gobierno sobre la conducta económica y moral de los hombres” 120. Esta forma de interacción exige la creación de un ámbito de intervención, que englobe al sujeto de derecho y al sujeto económico pero sin reducirse a alguno de ellos; la sociedad civil se convertirá en esa realidad transaccional que hará posible el juego económico y el orden jurídico y, de esta manera, se conjugarán los intereses individuales y colectivos. Con la aparición del Liberalismo, como tecnología de gobierno, emergería un nuevo tipo de

118

“El mecanismo natural del mercado y la formación de un precio natural van a permitir – cuando, a partir de ellos, se observa lo que hace el gobierno, las medida que toma, las reglas que impone- falsear y verificar la práctica gubernamental. El mercado, en la medida en que a través del intercambio permite vincular la producción, la necesidad, la oferta, la demanda, el valor, el precio, etc., constituye un lugar de Veridicción, y con ello quiero decir un lugar de verificación y falseamiento de la práctica gubernamental”. FOUCAULT (2007b), página 49. 119 Ibídem, página 66. 120 CASTRO-GÓMEZ (2010b), página 152.

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dispositivo externo de seguridad. En la clase del 24 de enero de 1979 121 describirá el problema del equilibrio europeo y las relaciones internacionales; Foucault expresará que, a partir del siglo XIX, el mercado mundial ha sido el mecanismo por el cual se regula la libre competencia entre Estados, lo que permitirá el progreso económico ilimitado, dentro del espacio europeo. La paz estaría garantizada por el mercado mundial porque cuanto más grande es, existen menos límites y fronteras, y el libre juego de la competencia permitiría enriquecerse mutuamente y no a costa del otro 122. Esta

tecnología

gubernamental

para

el

siglo

XIX

sufre

unas

transformaciones significativas producto de la “cuestión social” 123 que obligará a reflexionar sobre qué debe garantizar el Estado a sus ciudadanos. Se trataría de una gubernamentalidad social que plantea que la democracia sólo se garantiza por medio de la acción del Estado expresada en los mecanismos de control de la economía y de la vida social de la ciudadanía. Ello tendría como fin mantener alejadas las ideologías socialistas y totalitarias. El Neoliberalismo surge en oposición a la reforma llevada a cabo por la racionalidad gubernamental Liberal, el keynesianismo. Foucault reconocerá dos escuelas de pensamiento que reflexionaron sobre “el modo en que el Estado intervenía constantemente sobre la libertad de los individuos en nombre, precisamente, de esa libertad” 124. Éstas fueron la Escuela de Friburgo, en Alemania, y la Escuela de economía de Chicago, en EE.UU. Ambas academias se caracterizaban por una fobia al Estado y advertían que el ilimitado intervencionismo estatal haría retornar la Razón de Estado. Castro-Gómez indicará que ambas “proponen un modelo de gobierno que permita la interacción entre el mercado y el Estado con el fin de asegurar una reglas de juego que abran campo a la responsabilidad y el compromiso moral de los

121

FOUCAULT (2007b), páginas 69-92. Por ello trabaja el texto de Kant sobre la Paz perpetua como expresión del mercado global como condición de la paz mundial. De hecho, toma de ejemplo la historia del derecho del mar en el siglo XVIII, “el hecho de que, en términos de derecho internacional, se procura pensar el mundo o al menos el mar como un espacio de libre competencia, de libre circulación y, por ende, como una de las condiciones necesarias para la organización de un mercado mundial”. FOUCAULT (2007b), página 74. 123 Reflejado en: la Alemania de Bismarck, el New Deal de Estados Unidos, el Welfare State de Inglaterra y en los gobiernos populistas de América Latina, Asia y África. 124 CASTRO-GÓMEZ (2010b), página 175. 122

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jugadores” 125. El pensador francés plantearía que el Neoliberalismo es un fenómeno que no debe definirse por una retirada del Estado, sino más bien se trataría de una racionalidad gubernamental y de un capitalismo organizado; comprendería una renovación política que abarca una reestructuración de lo social e individual. No eliminaría al Estado, lo transformaría en un instrumento que permita al mercado ser autónomo respecto de él. En la clase del 14 de marzo de 1979 126, Foucault dirá que el Neoliberalismo norteamericano se desarrollaría a partir de tres elementos contextuales: el crecimiento de la administración federal, los pactos sociales de guerra 127 y las políticas de orden keynesiano. Asimismo, plantearía que el liberalismo, en los Estados Unidos, habría sido toda una forma de ser y de pensar, sería el principio por el cual funda y legitima el Estado; es una relación de gobernantes y gobernados que recurre constantemente todas las decisiones políticas, en donde la discusiones giran en torno a la cuestión de la libertad. A través de la Teoría del Capital Humano 128 describiría el programa de gobierno social del Neoliberalismo norteamericano y haría referencia a dos procesos: por un lado, el avance del análisis económico a temas no económicos; por otro, en relación a lo anterior, la reflexión en términos económicos de dominios ajenos al mercado. Los neoliberales plantean reintroducir el trabajo dentro del dominio del análisis económico para saber cómo utiliza el trabajador los recursos de los que dispone, por lo tanto estudiarán el trabajo como conducta económica racionalizada. Asimismo, desde el punto de vista del trabajador, van a entender el salario como ingreso producto de un capital y el capital como todo lo que puede generar un ingreso. Esto hará que se pregunten qué es el capital, cuya renta es el salario, y dirán que es el conjunto de factores físicos y psicológicos que alguien posee, que le permiten percibir un salario; de forma que, desde el punto de vista del individuo, el trabajo comporta un capital, es decir, una capacidad y por otro lado, un ingreso. La descomposición del trabajo en renta y capital implicaría que el capital es indisociable del trabajador y, en esa medida, 125

CASTRO-GÓMEZ (2010b), página 200. FOUCAULT (2007b), páginas 249-274. 127 El segundo elemento contextual hace referencia al Plan Beveridge y a los proyectos de intervencionismo económico y social tendientes a garantizar el empleo luego de finalizada la segunda Guerra Mundial. 128 Tiene en cuenta los trabajos de T. Schultz y G. Becker; ambos profesores de la Escuela de Chicago. 126

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no es un capital al igual que el resto.

En ese sentido, “la idoneidad del

trabajador es en verdad una máquina, pero una máquina que no se puede separar del trabajador mismo, lo cual no quiere decir […] que el capitalismo transforme al trabajador en máquina y, por consiguiente, lo aliene” 129; por lo tanto, la idoneidad de quien trabaja debe entenderse como una máquina que va a producir un flujo de ingreso 130.

De esta manera, el trabajador se

transformaría en una especie de empresario de sí mismo. Se trataría del despliegue de una economía constituida por unidades-empresas. Ante este escenario, reaparece el homo economicus como empresario de sí mismo, por lo tanto, si el sujeto quiere ser contratado debe, necesariamente, invertir en sí mismo. Foucault describe que el capital humano con que cuenta ese individuo-empresa consta de dos elementos: por un lado, el capital humano heredado, relacionado a las potencialidades genéticas del sujeto; por otro, el capital humano adquirido, ligado a las estrategias que el individuo lleva a cabo para potenciar su herencia genética. De esta forma, elementos inmateriales como la seguridad, la satisfacción personal, o el amor deben

ser

interpretados

como

variables

económicas

cuantificables

y

planificadas. Esto lleva a que se produzca una mercantilización del ámbito social que “debe instalarse en la vida personal de todos los agentes para que cada uno se haga responsable, se convierta en sujeto moral” 131. Así, la falta de empleo o cobertura médica no es culpa del Estado, sino es consecuencia de que el individuo ha sido incapaz de gerenciarse a sí mismo y gestionar sus propios riesgos para convertirse en un ciudadano libre. Para Castro-Gómez las acciones implementadas por la racionalidad neoliberal funcionan como estrategias biopolíticas ya que no tratan sólo de intervenir sobre la vida biológica, sino más bien de gobernar la vida personal de los individuos, en sus decisiones diarias, en sus deseos e intereses que luego 129

FOUCAULT (2007b), páginas 263. “Flujos de ingresos y no ingresos, juntamente porque, en cierto modo, la máquina constituida por la idoneidad del trabajador, la máquina constituida, si se quiere, por idoneidad y trabajador ligados entre sí, será remunerada durante un período mediante una serie de salarios que, para tomar el caso más simple, comenzarán por ser relativamente bajos cuando la máquina comience a utilizarse, luego aumentarán y terminarán por bajar con la obsolescencia de la máquina misma o el envejecimiento del trabajador en la medida que es una máquina”. Ibídem 263. 131 CASTRO-GÓMEZ (2010b), página 207. 130

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se convertirán en decisiones tendientes a determinar su comportamiento como empresarios de sí mismos. Para que funcione esta estrategia a nivel global, la racionalidad neoliberal requiere crear un medio ambiente que favorezca la proliferación de los mercados, que sólo será posible en la medida que se arrase sistemáticamente con las seguridades ontológicas a través de la privatización de lo público ya que “la mejor forma de hacer de los sujetos empresarios de sí mismos es por medio de la creación de un ambiente de inseguridad generalizada” 132 porque emprender hace necesaria la innovación, desarrollar estrategias que hagan posible competir y tener éxito en una economía cambiante. El estímulo de una inseguridad permanente llevaría a que los individuos sean competitivos y se autogobiernen en sus riesgos y necesidades. En este sentido, finalmente, el gobierno de la intimidad supondría que la vida misma debe ser gobernada acorde a técnicas específicas estudiadas a partir del conocimiento obtenido del comportamiento real de la gente, es decir, de lo que producen, consumen y desean.

132

Ibídem, página 209.

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CAPITULO 3 LA GUBERNAMENTALIDAD “Me gustaría hacer la genealogía de los problemas, de las problemáticas. Mi intención no es decir que todo es malo, sino que todo es peligroso, y ser peligroso no es exactamente lo mismo que ser malo. Mi posición, por tanto, no conduce a la apatía sino, al contrario, a una hipermilitancia pesimista. Creo

que

la

elección

ético-política

que

debemos hacer todos los días es determinar cuál es el principal peligro” 133.

1- Introducción En la clase del 14 de marzo de 1979, correspondiente al curso Nacimiento de la Biopolítica, Michel Foucault afirmaría que el Liberalismo se presentó, en el siglo XVIII, como el punto de partida para la independencia de Estados Unidos. El Liberalismo en Norteamérica, habría aparecido como el principio fundador y legitimador de este nuevo país, a diferencia de lo ocurrido en Europa, en especial en Francia, en donde esta tecnología de gobierno buscaba moderar la Razón de Estado. Para el filósofo francés, “el liberalismo norteamericano no dejó, por supuesto, de estar en el centro de todos los debates políticos en América durante dos siglos: ya sea por la política económica, el proteccionismo, el problema del oro y la plata, el bimetalismo; ya sea por el problema de la esclavitud; ya sea por el problema del estatus y el funcionamiento de la institución judicial; ya sea por la relación entre los individuos y los diferentes estados, y entre éstos y el Estado federal. Puede decirse que la cuestión del liberalismo ha sido el elemento recurrente de toda discusión y todas las decisiones políticas de los Estados Unidos. Digamos, si les parece, que mientras en Europa los elementos recurrentes del debate político en el siglo XIX fueron o bien la unidad 133

FOUCAULT, Michel (2013) Acerca de la genealogía de la ética. Un panorama del trabajo en curso. En Michel Foucault La inquietud por la verdad. Escritos sobre la sexualidad y el sujeto. Buenos Aires: Siglo XXI. Página 127.

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de la nación, o bien su independencia, o bien el Estado de derecho, en los Estados Unidos fue el liberalismo” 134. La independencia de Estados Unidos se dará en un contexto internacional en que el nuevo arte de gobierno liberal comenzaba a limitar el poder estatal en Europa. Como se resaltó en el capítulo anterior, para fines del siglo XVIII se configura el gobierno de la frugalidad, noción tomada de Benjamin Franklin, en el que las prácticas políticas se desarrollan con el objetivo de no gobernar demasiado, siendo la economía política la que se convierte en el principio organizador de las acciones estatales. A través de la vinculación de la producción, la oferta, la demanda y el precio, el mercado se constituirá en el lugar de la veridicción, es decir, donde la práctica gubernamental sería falseada o verificada. Mediante él, se juzgará si el gobierno es bueno o malo, es decir que la práctica gubernamental se tornará verdadera en la medida en que el mercado, como fuente de veridicción, lo dictamine. La aparición de la filosofía utilitarista, como fuente de cálculo de la práctica estatal, instituirá una lógica estratégica que tratará de mantener unida las conexiones entre los derechos del hombre y el cálculo utilitario de la independencia de los individuos. Asimismo, esta nueva tecnología de gobierno establecerá su principio de autolimitación a partir del interés. El filósofo francés dirá que: “el interés cuyo principio debe obedecer la razón gubernamental es interés en plural, un juego complejo entre los intereses individuales y colectivos, la utilidad social y la ganancia económica; entre el equilibrio del mercado y el régimen del poder público. […] El gobierno, o en todo caso el gobierno en esta nueva razón gubernamental, es algo que manipula intereses” 135. De manera que el gobierno tendrá injerencia en los asuntos privados, pues influirá en la república fenoménica de los intereses. En la clase del 24 de enero de 1979, Michel Foucault hablará sobre cómo se constituyeron las relaciones internacionales a partir del tratado de Westfalia. En su alocución describirá la forma en que la Razón de Estado 134 135

FOUCAULT (2007b), página 253. Ibídem, página 64.

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operó; para ello partirá de la visión mercantilista en que el juego económico es un juego de suma cero. Con esto quería dar a entender que no existía posibilidad de concebir el enriquecimiento de uno a expensas de otros. Desde esta lógica, lo conveniente era establecer un equilibrio que permitiera interrumpir la partida cuando algún jugador estuviera en situación de ventaja total. De esta manera, los objetivos de los Estados, a nivel internacional, debían ser limitados; esta política se conocería como Balanza de Poder. Sin embargo, para el siglo XVIII, la política internacional sufrirá una transformación producto del Liberalismo. La libertad de mercado reconocerá la existencia de un precio natural, rentable tanto para el vendedor como para el comprador. Bajo esta nueva lógica, los beneficios de la competencia no serán repartidos en forma desigual, sino que, la competencia en estado libre redunda en un doble beneficio (mínimo gasto para el comprador y máxima ganancia para el vendedor) de enriquecimiento mutuo. Este razonamiento se trasladará a los Estados: el crecimiento de un país, como el de los individuos, se establecerá a largo plazo en la medida en que se mantenga la riqueza de los vecinos. Por lo tanto, “enriquecimiento correlativo, enriquecimiento en bloque, enriquecimiento regional: o toda Europa será rica o toda Europa será pobre. […] Se ingresa en la era de una historicidad económica que estará gobernada por un enriquecimiento, si no indefinido, al menos recíproco por obra del juego mismo de la competencia” 136. Es el tiempo de una Europa que pensará avanzar hacia un progreso económico ilimitado. Para que esto ocurriese, debía mundializarse el mercado. De esta manera, el continente europeo, como sujeto económico colectivo, hace del mundo su ámbito comercial necesario. Bajo esta forma de pensamiento, se inicia una nueva racionalidad planetaria, donde los cálculos de las acciones gubernamentales tienen dimensiones mundiales. Foucault dará ejemplos de ello, por un lado, toma la historia del derecho del mar. Con el derecho internacional se procura establecer el espacio marítimo como un lugar para la libre circulación y competencia; estas serán las condiciones necesarias 136

Ibídem, página 72.

58

para la organización de un mercado mundial. Por otro lado, toma el texto de I. Kant y su proyecto de la paz perpetua. Lo que se pregunta el filósofo alemán es qué garantizaría la perpetuidad de la paz a lo largo de la historia; llega a la conclusión de que dicha garantía está dada por la naturaleza. Su afirmación se fundamenta en que ella ha dotado al mundo de los medios necesarios para la producción e intercambio que posibilita la actividad económica. La red de intercambios comerciales alrededor del mundo, o la planetarización de este tipo de economía, sumado el poblamiento a escala global serían las garantías para una paz perpetua, que debería institucionalizarse en un derecho cosmopolita (intersección entre el derecho civil y el derecho internacional público). El cálculo político a escala internacional se consolida alrededor de la mundialización del mercado (la competencia entre Estados como factor de enriquecimiento común). El propósito de retomar, por parte del filósofo francés, el arte liberal de gobierno desde sus inicios, tenía por objeto presentar al Liberalismo como algo más que una simple doctrina económica, buscaba resaltar el carácter naturalista de la libertad. El reconocimiento de mecanismos espontáneos de la economía posibilita comprometerse a respetarlos pero no a través de una base jurídica, sino más bien mediante el armado de una política con un conocimiento preciso, continuo, claro y distinto de lo que pasa en la sociedad, lo que sucede en el mercado, en los circuitos económicos, “de modo que la limitación de su poder no provendrá del respeto por la libertad de los individuos, sino simplemente de la evidencia del análisis económico que el gobierno sabrá respetar” 137. Sin embargo, el autor, advierte que la libertad no debe considerarse como un universal que se particulariza en el espacio y tiempo, sino que es una relación entre gobernantes y gobernados, donde es exigida pero que puede, o no, ser reconocida. De hecho, este tipo de práctica gubernamental no sólo la garantiza, sino más bien la consume. Lo hace en la medida en que sólo puede funcionar si hay un conjunto de libertades: para producir, para consumir, de mercado, de expresión, de propiedad, etc. Por lo tanto, para consumirla debe producirla y organizarla. Para ello se presentará como administrador de la libertad, por un lado, procurará producirla pero, por 137

Ibídem, página 82.

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otro, la limitará, controlará y ejercerá coerciones cuando sus prácticas sean amenazadas. Para Foucault, esta será la paradoja con la que tropezarán todos los países europeos y Estados Unidos desde que comenzara el siglo XIX, cuando los gobernantes procuraron la libertad comercial mundial y se tuvieron que enfrentar con la hegemonía inglesa. Luego de separarse del imperio británico, en 1776, Estados Unidos se vio en la necesidad de establecer un nuevo orden jurídico. La creación de un gobierno central devendría de la Convención de Filadelfia, 1787, en la que se establecerá la Constitución Nacional de aquel país. Sin embargo, no fue un trabajo sencillo y las negociaciones, aprobación y ratificación tomarán más de ocho meses, pese a haber un compromiso previo de temas resueltos. Según Jesús Velasco 138, una de las principales discusiones fue el del equilibrio de los poderes que, a su vez, derivará en la cantidad de representantes que cada Estado debía tener 139. En relación a lo anterior, la cuestión a dirimir era la distribución

de

los

impuestos

que

debían

sostener

las

erogaciones

gubernamentales. La tercera discrepancia estuvo signada por la mayoría legislativa que debía regular el comercio interno y externo. En cuanto al órgano ejecutivo, se preveía la elección de un presidente por medio de colegio electoral. Finalmente, el poder Judicial estaría integrado por miembros designados por el Ejecutivo con ratificación del Congreso. Si bien se había llegado a cierto compromiso, evidenciado en la redacción del documento, el proceso de ratificación tomaría bastante tiempo porque la Constitución carecía de una declaración de las garantías individuales y, su ausencia podría conducir hacia algún tipo de tiranía del gobierno central. La elección de George Washington como presidente, en 1789, logrará darle cierta estabilidad al país pero las continuas diferencias patentes en la sanción de la Constitución no habían sido superadas. Por ello, el periodo comprendido entre la declaración de independencia y la Guerra Civil (18611865) se presentará ambivalente. Por un lado, se puede resaltar la pujante 138

VELASCO, Jesús (2008) Visión panorámica de la historia de los Estados Unidos”. En Rafael Fernández y Hazel Blackmore (coordinadores) ¿Qué es Estados Unidos? México: F.C.E. Páginas 17-92. 139 Las dos propuestas principales fueron las de Virginia y la de Nueva Jersey. La discusión giró sobre la conformación del Congreso, si es que debía ser unicameral o bicameral.

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economía, que pronto la convertiría en la potencia continental, la consolidación de los mecanismos democráticos de elección de autoridades, el aumento poblacional a través de la inmigración, y el incremento territorial a partir de la expansión hacia el oeste. Sin embargo, el desarrollo productivo que implementó tanto el norte (industrial) como el sur (agrario) no derivó en una economía complementaria, al contrario, la disputa estuvo signada por el reclamo continuo de los empresarios norteños de aranceles proteccionistas que perjudicaban a los productores sureños 140. En 1860 Carolina del Norte junto a Mississippi, Florida, Alabama, Georgia, Louisiana y Texas anunciaron su secesión a la Unión y crearon la Confederación de Estados de América. Ante este hecho, Abraham Lincoln las declararía en rebeldía y, con ello, se iniciaría la Guerra Civil en Estados Unidos. El liberalismo norteamericano ha sido una manera de ser y de pensar la relación entre gobernantes y gobernados, por ello, las discusiones sobre el ejercicio de las libertades (económicas, políticas, etc.) determinaron las demandas de los individuos frente al gobierno norteamericano. La importancia de esta tecnología gubernamental radica en que se ha anclado no sólo en las reivindicaciones de la derecha sino también en las de la izquierda, convirtiéndose en una forma de pensar, analizar e imaginar la realidad social. Por ello, a continuación, teniendo en cuenta estas afirmaciones, se examinarán los efectos que la tecnología gubernamental Liberal ha tenido en la configuración de la política exterior norteamericana. En otras palabras, se tratará sobre los orígenes de la política primus inter pares de los Estados Unidos.

2- Del gobierno local al gobierno de lo global Los regímenes de prácticas 141, discursivas y extradiscursivas, llevadas a cabo por el gobierno norteamericano, desde su establecimiento como Estado, 140

Para 1830, un nuevo tema se agregaría a la discusión, la esclavitud; vista no sólo como un tópico moral, sino también económico y político. 141 La noción de práctica hace referencia a lo que el sujeto hace en cuanto habla o actúa; tienen un sentido inmanente, son manifiestas y siempre están en acto. Emergen en un momento determinado y se encuentran inscriptas en relaciones de poder, funcionan de

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se han constituido en función de lo que, para la elite norteamericana, constituyen los lineamientos elementales de su agenda política. En este sentido, Hans Morgenthau 142 afirma que es fundamental para comprender la política exterior norteamericana, y su política en general, el contenido que conduce a la acción, que se encuentra codificado en la noción de Interés Nacional. Según el autor, está: “determinado por las tradiciones políticas y el contexto cultural global” 143 que, debido a la inconcreción y/o ambigüedad del concepto, puede ser susceptible de interpretaciones que proporcionan un criterio para la acción internacional capaz de legitimar políticas aislacionistas o de primacía mundial. Sin embargo, advierte que, la supervivencia es el mínimo irreductible del Estado; la seguridad de la unidad estatal es el elemento fundamental de la política mundial y, por ello, “lo históricamente relativo en la idea del interés nacional sólo puede superarse mediante la promoción concertada del interés nacional de un grupo de naciones” 144. A través de esta afirmación se puede vislumbrar el entrecruzamiento entre aquello que se describió como, por un lado, práctica discursiva y no discursiva y, por otro, el despliegue de acciones tendientes a minimizar las amenazas del orden exterior. La idea de seguridad encierra, para Michel Foucault, un “pacto” entre el Estado y la población 145, en que se garantiza contra todo lo que pueda ser incertidumbre, amenaza, daño, riesgo, accidente, etc. Es un tipo de relación que obliga la injerencia estatal para resguardar la vida cotidiana de sus ciudadanos y que, ante un acontecimiento singular y excepcional que perfore el desarrollo deseado de los individuos y vuelva inadecuadas a las leyes, su accionar deja de ser arbitrario y los excesos son permitidos ya que el carácter extralegal y excepcional de esta solicitud, por parte de la población, legitima la intervención con todos los medios necesarios. Para el autor, este “aspecto de

acuerdo a ellas y por esto están determinadas por dispositivos que las articulan. Son acontecimientos que pueden ser discursivos y no discursivos y siempre racionales. Foucault se refiere también a ellas como conjuntos prácticos o regímenes de prácticas. 142 MORGENTHAU, Hans (2001) Escritos sobre política internacional. Madrid: Editorial Tecnos. Páginas 99-109. 143 Ibídem, página 100. 144 Ibídem, página 101. 145 FOUCAULT, Michel (2012) Michel Foucault: la seguridad y el Estado. En Michel Foucault El poder, una bestia magnífica. Sobre el poder, la prisión y la vida. Buenos Aires: Siglo XXI. Páginas 47-54.

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solicitud omnipresente es el aspecto bajo el cual se presenta el Estado. Esa es la modalidad de poder que se desarrolla” 146. Desde esta perspectiva, el filósofo francés en una conferencia en la Universidad de Vincennes 147, tratará el tema del orden en las racionalidades gubernamentales 148 en la que advertirá que el orden es una consigna, una estrategia que caracteriza a los Estados, que, como tecnología de gobierno 149, busca erigir un tipo de sociedad específica haciendo uso de controles reguladores. A dichos mecanismos, Foucault los denominó dispositivos de seguridad 150. En la clase del 11 de enero de 1978 plantea que en vez de establecer “una división binaria entre lo permitido y lo vedado, se fijarán por una parte una medida considerada como óptima y por otra límites de lo aceptable, más allá de los cuales ya no habrá que pasar. De ese modo se esboza, entonces, toda otra distribución de las cosas y los mecanismos” 151. De la misma forma en que la Seguridad, como dispositivo de control, configura las opciones estratégicas de las prácticas, discursivas y no 146

Ibídem, página 50. FOUCAULT, Michel (1991) El nuevo orden interior y control social. En Michel Foucault Saber y Verdad. Madrid: La piqueta. Páginas 163-166. 148 Para el pensador francés, la racionalidad se refiere a la forma en que actúan ciertas prácticas históricas. Si la acción se predica de los individuos, la práctica lo hace a partir de mecanismos dotados de una racionalidad. Se manifiesta en el modo en que se ponen en acción estrategias para la consecución de fines. Castro-Gómez, siguiendo a Mitchell Dean, dice que se “refiere al funcionamiento histórico de prácticas que se insertan en ensamblajes de poder”, y opera como condición de posibilidad de la acción, por lo tanto, se encuentra desprovista de universales. CASTRO-GÓMEZ, Santiago (2010b), página 34. 149 El término tecnología es empleado como el aspecto estratégico de las prácticas; de la forma en que operan en redes de poder. Hace referencia a los medios calculados orientados al cumplimiento de fines. El filósofo galo los divide en tecnologías de: producción, significación, poder, del yo, y gubernamentales. Particularmente, las tecnologías de gobierno “no buscan simplemente determinar la conducta de los otros, sino dirigirla de un modo eficaz, ya que presuponen la capacidad de acción (libertad) de aquellas personas que deben ser gobernadas”; procuran crear estados de dominación política. Ibídem, página 39. 150 Cabe aclarar que no son los únicos dispositivos posibles, por ejemplo cuando Foucault describió la Razón de Estado habló del mecanismo diplomático-militar. Cada tecnología gubernamental tiene sus propias especificidades que permiten regular la población de acuerdo a sus objetivos. Según Edgardo Castro, el dispositivo se puede delimitar esta noción como: “la red de relaciones que se pueden establecer entre elementos heterogéneos: discursos, instituciones, arquitectura, reglamentos, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas, lo dicho y lo no-dicho […] se trata de una formación que en un momento dado ha tenido por función responder a una urgencia. El dispositivo tiene así una función estratégica”. Los dispositivos de seguridad están orientados por el gobierno a la producción de espacios de seguridad, a la gestión probabilística de acontecimientos de manera indirecta con el objetivo de regular la conducta; es una manera de crear un medio ambiente y actuar a distancia. Tienden a la reproducción de cierto tipo de conductas con el fin de gobernar económicamente sobre la población. Tomado de CASTRO, Edgardo (2004) El vocabulario de Michel Foucault. Un recorrido alfabético por sus temas, conceptos y autores. Buenos Aires: Universidad Nacional de Quilmes. Páginas 98-99. 151 FOUCAULT (2007a), página 21. 147

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discursivas, con el objetivo de establecer un orden interno, el Interés Nacional dispone los mecanismos necesarios que minimizan los efectos de la continua competencia entre Estados. Ambas concepciones tienen en común el despliegue de estrategias securitarias con el fin de actuar en el dominio interno y externo para establecer el tipo de orden deseado. En este sentido, bajo estos presupuestos, se puede trazar una historia de aquello que Estados Unidos denomina Estrategia de Seguridad Nacional. Las medidas tomadas en su nombre superan las diferencias partidarias y adscriben a una representación común de la clase política en continua tensión 152. Éstas se plasman en un conjunto de enunciados que se ensamblan en un documento que brinda una imagen del mundo y propone una hoja de ruta para conducirlo y conducirse en él y que, comúnmente, se conoce como doctrinas de seguridad. De acuerdo a un texto de Fabián Calle y Federico Merke 153, “en 228 años de historia, Estados Unidos ha tenido 43 presidentes y 8 doctrinas de seguridad” 154. En esta misma línea, Luz Araceli González señala que la política exterior norteamericana se ha caracterizado por mantener bases sólidas que se sostienen más allá de cambios en la administración del ejecutivo, continuidad que se ve reflejada en los valores que constituyen sus entidades políticas: “Los estadunidenses tienen una conducta muy peculiar que los diferencia del resto de los habitantes del mundo; se caracterizan por ser autosuficientes, ambiciosos, innovadores, trabajadores y, sobre todo, muy individualistas. La relevancia de este compendio cualitativo radica en que representa los valores nacionales, mismos que son elementos que colaboran en el establecimiento de la ideología dominante en todas las instituciones estadunidenses, incluyendo al

152

Cabe aclarar que, de acuerdo a la Constitución de los Estados Unidos, el ejecutivo no es el único poder estatal con facultades en la cuestión de política internacional. Debido al control entre poderes estatales, check and balance, el poder legislativo puede vetar los tratados internacionales que el país firme. Un ejemplo de ello es lo sucedido cuando el Congreso norteamericano no ratificó el pacto que conformaba la Sociedad de Naciones, luego de la Primera Guerra Mundial. 153 CALLE, Fabián; MERKE, Federico “La Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos en la Era Unipolar”. Agenda Internacional, Año 1, Número 3, 2004-2005. Páginas 124-137. 154 Ibídem, página 124.

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gobierno y sus internacional” 155.

políticas

tanto

de

índole

nacional

como

Luciano Nosetto, siguiendo el trabajo del filósofo francés, plantea que la apuesta metodológica de Foucault radica en introducir la regularidad en el análisis de la experiencia. Según este autor, “en el dominio del poder, las prácticas forman sistema en unos dispositivos [en este sentido, entonces] analizar un hacer en términos de práctica implica inscribir el hacer en un régimen técnico que permite su recurrencia” 156. Por lo tanto, a partir de las palabras de la autora, arriba citada, y retomando el planteo del trabajo de F. Calle y F. Merke, en los inicios de la república americana se vislumbra lo que configurará la primera regularidad como doctrina de seguridad; ésta se verá desarrollada por George Washington y Alexander Hamilton, en 1796. En dicho documento señalaban dos puntos: por un lado, respeto del statu quo europeo; bajo este presupuesto advierten que asumir una obligación política con algún Estado podría comprometer la soberanía de la nación. Señalan, por otra parte, que la seguridad de la población podrá lograrse en la medida en que se constituya un Estado fuerte que garantice la política económica fundada en: “la igualdad e imparcialidad, consultando el orden natural de las cosas difundiendo y diversificando por medios suaves los manantiales del comercio, sin forzar cosa alguna; estableciendo para dar al comercio una dirección estable, definir los derechos de nuestros comerciantes y proporcionar al gobierno los medios de sostenerlos, reglas convencionales de comunicación, las mejores que permitan las actuales circunstancias y la opinión mutua, pero momentáneas y susceptibles de variarse y abandonarse según lo exigiesen las circunstancias” 157. A esta posición se le sumaron, como complemento, dos visiones más: la primera esbozada por James Monroe y otra conocida como el Destino Manifiesto, que junto al proyecto bosquejado por Washington, determinarán la 155

GONZÁLEZ, Luz Araceli (2008) La política exterior: ¿hegemonía o imperio global? En Rafael Fernández y Hazel Blackmore (coordinadores) ¿Qué es Estados Unidos? México: F.C.E. Página 265. 156 NOSETTO, Luciano (2014) Michel Foucault y la política. Buenos Aires: UNSAM Edita. Páginas 29-30. 157 WASHINGTON, George Discurso de despedida (1796). En http://constitucionweb.blogspot.com.ar/2010/04/discurso-de-despedida-de-washington-al.html (09/03/14).

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política exterior norteamericana por más de un siglo. En relación a la doctrina Monroe, enunciada en 1823, ésta procuraba asegurar el continente americano como área de influencia exclusiva de los Estados Unidos, frente a la expansión de las potencias europeas en la región. A través de esta declaración unilateral asumía el papel de protector de los países del hemisferio; ante ello Demetrio Boersner señala que el resto del continente observaría que el contenido del documento era potencialmente hegemónico e imperialista y que serviría, en el futuro, de base para las intervenciones norteamericanas en asuntos internos de otros Estados, justificadas por el empeño de proteger y defender a las poblaciones afectadas 158. Por otra parte, el Destino Manifiesto, formulado por John O´Sullivan en 1845, justificaba las anexiones, en contra de las poblaciones originarias, y bajo el presupuesto de la nación del progreso humano asentaba, como señala Sylvia Hilton 159, que las bases económicas del expansionismo

continental angloamericano se centraban en la gran

importancia otorgada a la propiedad de la tierra; ya fuese como sustento a una población blanca libre en rápido crecimiento, para que la independencia individual sea el más fiel reflejo y la mejor garantía de las libertades políticas; ya como objeto de operaciones empresariales en torno a las plantaciones del sur. Para fines del siglo XIX, producto de la adquisición de Filipinas, Samoa, Guam, etc. el gobierno norteamericano ampliará sus negocios al océano Pacífico y, debido a la necesidad de mantener sus beneficios comerciales, ante la amenaza de Rusia y Alemania de cerrar el mercado chino al mundo, emitirá un comunicado, a través de su Secretario de Estado John Hay en 1898, en el que se “pedía a las potencias que respetaran e hicieran cumplir los derechos de todas las naciones, estipulados en los tratados comerciales de sus respectivas zonas de influencia” 160. Sin embargo, esta reacción, discursiva, estaría acompañada del envío de una flota para persuadir al gobierno Chino y a las potencias europeas del restablecimiento del orden comercial. La doctrina de 158

BOERSNER, Demetrio (1996) Relaciones Internacionales de América Latina. Caracas: Editorial Nueva Sociedad. Páginas 78-79. 159 HILTON, Sylvia (2003) América en el sistema internacional, 1783-1895. En Juan Carlos Pereira (coordinador) Historia de las relaciones internacionales contemporáneas. Barcelona: Editorial Ariel. Página 93-94. 160 ZAKARIA, Fareed (2000) De la riqueza al poder. Los orígenes del liderazgo mundial de Estados Unidos. Barcelona: Gedisa. Página 226.

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las Puertas Abiertas promovería, por un lado, los intereses políticos y comerciales

extra-continentales;

y,

por

otro,

aseguraría

las

vías

de

comunicación de Estados Unidos en Asia. Esta práctica fue articulada con una enmienda a la Doctrina Monroe, en 1904, que se conoció como la Política del gran Garrote. La misma había sido anunciada por Theodore Roosevelt y tenía como principio justificar la intervención de Estados Unidos en el continente americano, arrogándose la responsabilidad de poder de policía internacional que restaure el orden, o no, de las cuestiones políticas y financieras del hemisferio. Luz A. González señala que: “Al considerar al resto del continente como un conjunto de países que influían directamente en su seguridad nacional y en su posición internacional, cualquier factor que desestabilizara política, económica, militar o socialmente a la región se convertía en una amenaza contra la propia supervivencia y por ende habría que combatirla, para lo cual serían utilizados diversos instrumentos de coerción, incluyendo invasiones militares, amenazas de llevarlas a cabo, reconocimiento o no de los nuevos gobiernos, supervisión de elecciones, imposición de tratados y control financiero” 161. Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y la Segunda (19391945), EE.UU., abandonará definitivamente su política de neutralidad, actuando como la baza que equilibraba el orden internacional. La llegada de Harry Truman a la presidencia norteamericana, en 1945, marcará el inicio de una “historia de la interacción y la tensión entre el sistema de los Estados y el estilo norteamericano de tratar con otros países” 162 que se verá reflejada en la configuración de un mundo Bipolar. Como se señaló en el primer capítulo, la Contención constituiría la técnica principal de política exterior que tendría como objetivo evitar la expansión soviética, inherente en su concepción de la revolución proletaria; y que, junto al Plan Marshall 163 ensamblarían la doctrina Truman. Ésta esbozaba que:

161

GONZÁLEZ (2008), páginas 273-274. SPANIER, John (1991) La política exterior de norteamericana a partir de la Segunda Guerra Mundial. Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano. Página 13. 163 Este programa, impulsado por el Secretario de Estado George Marshall, tenía como objetivo la reconstrucción europea. En un discurso en 1947, expresaba que el restablecimiento económico del mundo no podría lograrse si no se garantizaba la estabilidad política en dicho 162

67

“No vamos a realizar nuestros objetivos, sin embargo, a menos que estemos dispuestos a ayudar a los pueblos libres a mantener sus instituciones libres y su integridad nacional contra los movimientos que tratan de imponerles sus regímenes totalitarios. Esto no es más que un franco reconocimiento de que los regímenes totalitarios impuestos sobre pueblos libres mediante agresiones directas o indirectas, socavan los fundamentos de la paz internacional y en consecuencia la seguridad de los Estados Unidos” 164. A pesar del enfrentamiento entre soviéticos y norteamericanos, la necesidad de una organización se hacía evidente. El proceso de reconstrucción mundial tendrá sus inicios en las conferencias previas a la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Tanto en la conferencia de Yalta como en la de San Francisco (ambas en 1945), se establecería que las principales potencias (China, EE.UU., U.R.S.S., Reino Unido, luego se sumaría Francia) tendrían un rol dominante en el proceso de toma de decisiones en lo relacionado a la paz y seguridad internacionales. Asimismo, nuevas instituciones monetarias y financieras se diseñarían para el sistema económico internacional. Noemí Brenta señala que con “la creación del F.M.I. se selló un proceso de cambio del paradigma económico mundial […] Del patrón oro al patrón dólar oro, del laissez

faire

al

keynesianismo,

de

la

hegemonía

británica

a

la

norteamericana” 165. Bajo esta nueva estructura mundial, relacionada a la seguridad y economía internacional, se expandirá, a través de los Organismos Interestatales, una forma de gobernabilidad mundial que tendrá como estructura, y/o amenaza, la forma capitalista o comunista en el ejercicio de la administración gubernamental. 3- La nueva razón del mundo166 Como se indicó en el capítulo anterior, una nueva tecnología gubernamental emergería producto de la crisis de la década de 1970 167. Si continente. Sin embargo, la ayuda estaría supeditada al alineamiento ideológico con los Estados Unidos. 164 Presentación de Harry Truman ante el Congreso de los Estados Unidos en 1947. Cita tomada de NATHAN, James; OLIVER, James (1991) Efectos de la política exterior norteamericana en el orden mundial. Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano. Página 67. 165 BRENTA, Noemí (2013) FMI: historia de las relaciones entre Argentina y el FMI. Buenos Aires: Eudeba. Página 21. 166 Subtítulo tomado del libro de LAVAL, Christian; DARDOT, Pierre (2013) La nueva razón del mundo. Ensayo sobre la sociedad neoliberal. Barcelona: Gedisa.

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bien el Neoliberalismo ha sido interpretado como la ideología del capitalismo contemporáneo, ésta debe ser comprendida como una racionalidad que ha tenido como fin estructurar y organizar, no sólo la práctica gubernamental, sino también la conducta de la población que gobierna. Bajo ese marco, es que debe ser leída la descripción que hacen Mario Rapoport y Noemí Brenta sobre la política internacional de posguerra de 1945. Para los autores, la tecnología liberal keynesiana tenía por objeto, por medio del sistema de Bretton Woods, la promoción de los Estados de Bienestar; cuyas prestaciones sanitarias, educativas, etc. permitirían, con sus beneficios, limitar los conflictos sociales en las sociedades capitalistas 168. Sin embargo, la crisis se manifestó con la continua presión inflacionaria y desinversión mundial que, como resultado, originó la caída en las tasas de ganancias en Estados Unidos 169. El colapso del orden económico internacional produjo la llamada estanflación, estancamiento con inflación, que se reflejó con la baja rentabilidad y, junto al alza de los precios del petróleo, provocó crecientes déficits en las balanzas comerciales. La recesión económica mundial causaría que, en 1971, el presidente Richard Nixon suspendiese la convertibilidad del dólar respecto del oro. Por lo que Rapoport y Brenta señalan: “con el aumento de los precios del petróleo, en 1973, aparecieron los petrodólares, agregándose a los eurodólares que inundaban ya Europa y creando una gran liquidez internacional. Con el apoyo del FMI, esos dólares baratos comenzaron a reciclarse en los países periféricos a través de un nuevo ciclo de endeudamiento externo. Se procuró trasladar a la periferia la crisis del centro por medio de un flujo de capitales en gran parte especulativos que, por la apertura indiscriminada de mercados y políticas locales que los favorecían, 167

Sin embargo, cabe recordar que no fue un proceso ex nihilo, sino que fue un proceso iniciado tanto en Estados Unidos y Alemania, que tenía como objetivo presentar un arte de gobierno novedoso frente al Liberalismo. 168 RAPOPORT, Mario; BRENTA, Noemí (2010) Las grandes crisis del capitalismo contemporáneo. Buenos Aires: Capital Intelectual. Páginas 34-35. 169 Como consecuencia de varios factores: “creciente competencia en el terreno económico entre Estados Unidos, Europa Occidental y Japón; los enormes costos y el desgaste político y militar de la intervención del gobierno de Washington en Vietnam, y de la carrera armamentista y espacial; la caída del ritmo en el aumento de la productividad en las economías más avanzadas; y el auge del poder sindical y de los movimientos sociales en el Primer y Tercer Mundo criticando las sociedades de consumo, denunciando la falta de márgenes de autonomía de las políticas nacionales y reclamando más equidad en la distribución de los ingresos”. Ibídem, página 36.

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obtenían altas rentabilidades. Se [generaría así] una ‘economía internacional del endeudamiento’” 170. Bajo este contexto, Michel Foucault, señalará: “me parece que a través de la actual crisis económica y las marcadas oposiciones y conflictos que se evidencian entre las naciones ‘ricas’ y las ‘pobres’ (entre las naciones industrializadas y las no industrializadas) se puede ver claramente cómo, en las naciones más desarrolladas, ha comenzado una crisis de ‘gobierno’. Y por ‘gobierno’ quiero significar el conjunto de instituciones y prácticas por medio de las cuales la gente es ‘conducida’, de la administración a la educación, etcétera. Esta serie de procedimientos, técnicas y métodos, que garantiza el ‘gobierno’ del pueblo, me parece que está en crisis en la actualidad. Esto es válido tanto para el mundo occidental como para el socialista: creo que en ambos mundos, la gente está sintiendo más y más insatisfacción, contrariedad e impaciencia con respecto al modo en que son ‘conducidos’” 171 Ante la emergencia de una nueva forma de conducción que el pensador francés denominará el nuevo orden interior afirmará que, hasta ese momento, el Estado ya no se encontraba con posibilidades de gestionar, dominar y controlar toda la serie de conflictos y luchas de índole económica, política y social; ya no podrá ser un Estado de Providencia bajo la situación económica que atraviesa. Por eso mismo, está obligado a economizar su propio ejercicio de poder. Esta transición, para él, se vería traducida, en primer lugar, con el marcaje de un cierto número de zonas vulnerables en las que el Estado no querrá que suceda nada 172. A partir de ello, en segundo lugar, el aumento de los márgenes de tolerancia en los controles cotidianos tendrá por objeto la autorregulación 173. El tercer aspecto será, como condición de posibilidad de dicho orden, la implementación de un sistema de información que tendrá por 170

Ibídem, página 38. FOUCAULT, Michel (1996) El discurso sobre el poder. En Michel Foucault El yo minimalista y otras conversaciones. Buenos Aires: La Marca Editora. Página 47. 172 En este sentido, el filósofo francés ejemplifica esta afirmación con el terrorismo. Según él, este tipo de comportamiento se encuentra situado en una zona de peligrosidad de extrema vulnerabilidad para la población, por lo que el Estado vigilará, sin ceder ante los reclamos, e impondrá penas más fuertes e intensas para evitar que el orden sea desmantelado. 173 Porque el relajamiento de la continua vigilancia, a partir del conocimiento de las zonas vulnerables no negociables, posibilitará la existencia de una cierta ilegalidad e irregularidad que al Estado le permitiría intervenir solo cuando la población ya no se pueda regular a sí misma. 171

70

objeto la movilización permanente de los conocimientos del Estado sobre los individuos 174. Finalmente, en cuarto lugar, para que este orden funcione necesitará constituirse sobre un consenso que pase por toda una serie de controles e incitaciones que deben ser realizadas por los mass media para que, sin que el poder tenga que intervenir por sí mismo y sin tener que pagar el costo del ejercicio del poder, devenga en una cierta regulación espontánea que tendrá como fin la autogeneración, el autocontrol y la perpetuación por parte de sus propios agentes; de forma que, ante una situación regularizada por sí misma, intervendrá lo menos posible y de la forma más discreta. Incumbiéndoles a los actores sociales y económicos la resolución de los conflictos, contradicciones, luchas que el dominio de lo económico genere, bajo el control de un, aparente, Estado que se muestra relegado y flexible. Advierte Foucault que es “mediante esta especie de aparente repliegue del poder, y para que no recaigan sobre él las responsabilidades de los conflictos económicos (resolviéndose éstos entre los propios interlocutores) como van a aplicarse los medios necesarios para que reine el orden interior” 175 sobre una base distinta al Estado Benefactor del Liberalismo. La puesta en marcha de esta racionalidad entrañó una lucha ideológica sistemática en contra de las políticas asistencialistas que, desde 1973, con la Comisión Trilateral 176 diagnosticaba un escenario de ingobernabilidad de las democracias debido a la excesiva administración. La consolidación del giro Neoliberal en los Estados Unidos se verá reflejado con el ascenso a la presidencia

de

Ronald

Reagan

(1981-1989).

Las

primeras

prácticas

implementadas tuvieron como blanco, principalmente, el combate a la regulación macroeconómica, la propiedad pública de las empresas, el sistema fiscal, la protección social, la reglamentación estricta de los derechos de los trabajadores. Dicho ataque quería poner en evidencia que el gobierno no era la solución, sino más bien el problema ya que, al destruir la sociedad civil y 174

Teniendo en cuenta la necesidad de una economía del poder, se debe montar un sistema de vigilancia que no tenga en cuenta al individuo, sino más bien el acontecimiento que ponga en peligro a la sociedad. 175 FOUCAULT (1991), página 166. 176 Fundada por David Rockefeller en 1973, la Comisión Trilateral tenía como objetivo desarrollar propuestas prácticas para la cooperación conjunta entre Estados Unidos, Japón y Europa (occidental). Para ello, agrupaba a distinguidos miembros de la élite política de aquellos países.

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desalentar el esfuerzo personal, minaba el apetito de ganancias de los individuos. Es decir que, bajo este argumento, lo que se plantea es que el bienestar brindado a través de subsidios estimulaba el ocio sobre el trabajo, desresponsabilizaba a los sujetos económicos de hacerse cargo de sí mismos, perpetuando el círculo de la pobreza. Por ello, para dar un vuelco en la idea de que la intervención estatal que considera al individuo producto de su entorno que no puede ser responsable de sus actos habrá que, según el Neoliberalismo, comprometer al individuo en sus acciones. Por lo que, responsabilizar al individuo es responsabilizar a la familia. En este sentido, los remedios que se empleen serán sostenidos con una vuelta a los valores tradicionales. La construcción neoliberal apelará al ensamblaje, en los Estados Unidos, con la ideología conservadora y, a pesar de su contenido moralizante, ambas predicarán que el combate contra la pobreza y la prosperidad se sostiene, como única salida, con trabajo, familia, y fe; únicos remedios contra la disolución de la sociedad 177. De esta manera, la razón económica se expande a todas las esferas de la acción pública y privada con el fin de eliminar las líneas que separan la política, la sociedad y la economía. Como tecnología global, buscará estar en la base de todas las decisiones individuales, ya sea como principio de inteligibilidad de todos los comportamientos o como la que estructure y legitime la acción del Estado. Por lo tanto, la familia, la delincuencia, la educación, la legislación, etc., se convierten en ámbitos inherentes de reflexión tecnológica neoliberal. Tomar estos objetos como esferas de razonamiento económico se fundamentaba, bajo la propuesta de Gary Becker, en extender la función de utilidad, de forma que el individuo sea considerado no sólo como consumidor, sino también como productor, es decir un empresario de sí mismo. Se trata, en definitiva, de transformar al hombre como capital, es, lo que el economista norteamericano describiría como la teoría del capital humano.

177

Christian Laval y Pierre Dardot afirman que “si la racionalidad neoliberal eleva, en efecto, la empresa al rango de modelo de subjetivación, ello es sólo en tanto que la forma-empresa es la forma celular de moralización del individuo trabajador, del mismo modo que la familia es la forma celular de la moralización del niño. De ahí el elogio incesante del individuo calculador y responsable […] Mucho más que una zona de contacto, la articulación de la empresa con la familia constituye el punto de convergencia o de redescubrimiento entre normatividad neoliberal y moralismo neoconservador”. En LAVAL; DARDOT (2013), páginas 394-395.

72

Este orden necesita, por lo tanto, no sólo de gobernar las estructuras políticas o la dirección de las instituciones sino, por sobre todo, de dirigir la conducta de los sujetos, tanto como individuos o como colectivos. No cubre, solamente, “las formas legítimamente constituidas de la sujeción política o económica, sino también modos de acción, más o menos calculados, que se [destinan] a actuar sobre las posibilidades de acción de otras personas” 178. Entonces, gobernar, en este sentido, es estructurar un campo posible de acción de los otros. Esta lógica gubernamental debe proveer al cálculo de los individuos un orden de mercado estable, por lo que la estrategia del Neoliberalismo consistirá, según Christian Laval y Pierre Dardot, en: “crear el mayor número posible de situaciones de mercado, o sea, en organizar por diversos medios (privatización, introducción en la competencia de servicios públicos, ‘hacer salir al mercado’ la escuela o el hospital, obtención de recursos mediante la deuda privada) la ‘obligación de elegir’, con el fin de que los individuos acepten la situación de mercado tal como se les impone a modo de ‘realidad’, o sea, como la única ‘regla del juego’, y así integren la necesidad de hacer un cálculo de interés individual si no quieren perder en el ‘juego’-más aún, si quieren valorizar su capital personal en un universo donde la acumulación parece la ley generalizada de la existencia” 179. Bajo estas condiciones no hay tal retirada del Estado, como comúnmente se plantea 180, sino más bien una rearticulación estratégica que permite, por medio de la desregulación, privatización y disminución de los impuestos, liberar la circulación de los capitales privados a campos donde los principios de la economía no tenían injerencia. La acción pública es dirigida a organizar las condiciones propicias para la acción de los sujetos, en ese sentido, pretende instituir el principio de la competencia en todos los ámbitos, principalmente en el ejercicio mismo de la práctica gubernamental. Por ello, no hay sólo un desmantelamiento del Estado-productor, sino también la 178

FOUCAULT, Michel (2001) El sujeto y el poder. En Hubert Dreyfus y Paul Rabinow Michel Foucault: más allá del estructuralismo y la hermenéutica. Buenos Aires: Nueva Visión. Página 254. 179 LAVAL; DARDOT (2013), página 219. 180 Un texto representativo, dentro de la bibliografía de las Relaciones Internacionales, es el trabajo de STRANGE, Susan (2001) La retirada del Estado: Quién gobierna el mundo en el capitalismo global. Barcelona: Icaria Editorial.

73

instauración de un Estado evaluador y regulador que, en la relación gobiernogobernados, moviliza y estructura nuevas formas de sujeción. De esta manera, el management se presenta como herramienta de organización de cualquier ámbito de administración, pública o privada. Con este modelo de evaluación de la eficiencia, advierten Laval y Dardot, que la puesta en marcha del Estado como empresa “no va dirigida sólo a aumentar la eficacia y reducir los costos de la acción pública, subvierte radicalmente los fundamentos […] de la democracia, o sea, el reconocimiento de los derechos sociales vinculados al estatus de ciudadano” 181. La forma Estado como empresa trae aparejada, con la desregulación financiera global, el término gobernanza, que se convierte en la norma neoliberal a escala mundial. Esta categoría empleada por los organismos internacionales, como el Banco Mundial, tiene por objeto determinar el alcance de las prácticas de los gobiernos en relación a las exigencias de la mundialización. La buena gobernanza es la que respeta las “condiciones de gestión establecidas para los préstamos para el ajuste estructural y la apertura a los flujos financieros” 182, de modo que hace referencia a la política tendiente a la conformación de un mercado mundial totalmente interdependiente, ya no sólo de Estados sino también de empresas. Por ello, un Estado no es juzgado por su capacidad de asegurar su soberanía, sino por el respeto de las garantías de las buenas prácticas económicas de gobierno. Del mismo modo en que los managers de las empresas están bajo la vigilancia de los accionistas, bajo el gobierno corporativo, “los dirigentes de los Estados, por las mismas razones, han quedado bajo el control de la comunidad financiera internacional, de organismos de peritaje, de agencias de calificación” 183. La gobernanza, como dispositivo del Neoliberalismo, implica en el ejercicio de sus prácticas a un conjunto de instituciones políticas nacionales e internacionales, empresas transnacionales, think tanks, universidades, etc. 184. El escenario internacional contemporáneo, bajo la racionalidad del Neoliberalismo y a diferencia de la tecnología Liberal, se apoya en la 181

Ibídem, página 276. Ibídem, página 278. 183 Ibídem, página 279. 184 Léase la nota 150, en la página 63. 182

74

construcción de una organización del mundo en la que la empresa se transforma en uno de los fundamentos de la organización de la economía mundial. De hecho, la política se despliega a través de categorías ajenas al derecho público. Laval y Dardot en relación a ello, declaran que: “La gobernanza remite a una privatización de la fabricación de la norma internacional y a una normalización privada necesaria para la coordinación de los intercambios de productos y capitales. No significa que el Estado se bata en retirada, sino que ejerce su poder de forma más indirecta, orientando todo lo que puede las actividades de actores privados, al mismo tiempo que integra los códigos, los estándares y las normas definidos por agentes privados (sociedades de consulting, agencias de rating, acuerdos comerciales internacionales). Exactamente igual que el management privado tiene como objetivo hacer trabajar a los asalariados lo más posible mediante un sistema de incentivos, la ‘gobernanza de Estado’ tiene […] como meta hacer que las entidades privadas de bienes y servicios produzcan de un modo […] eficiente, y concede al sector privado la capacidad de producir normas de autorregulación que ocupan el lugar de la ley” 185. Como ya se señaló, el Estado no se retira, se adecúa a las condiciones que ha favorecido a erigir. El mercado mundial se constituye a partir de una trama de instituciones tanto públicas como privadas, que por medio de un conjunto de mecanismos diplomáticos, financieros, culturales, etc., promueven los intereses entremezclados de entidades estatales y económicas. Las instituciones internacionales, como la Organización Mundial del Comercio (O.M.C.), coordinan las formas en que la gobernanza transforma el papel del Estado ya que, en esta mutación estatal se puede observar la novedosa “articulación entre la norma mundial de la competencia y el arte neoliberal de gobernar a los individuos” 186.

185 186

Ibídem, páginas 280-281. Ibídem, página 291.

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CAPÍTULO 4 OMNES ET SINGULATIM “Esta forma de poder se aplica a la inmediata vida cotidiana que categoriza al individuo, le asigna su propia individualidad, lo ata en su propia identidad, le impone una ley de verdad sobre sí que está obligado a reconocer y que otros deben reconocer en él. Es una forma de poder que hace sujetos individuales. Hay dos significados de la palabra sujeto: por un lado, sujeto a alguien por medio del control y de la dependencia y, por otro lado, ligado a su propia identidad por conciencia o autoconocimiento. Ambos significados sugieren una forma de poder que subyuga y sujeta” 187.

1- La nueva razón del mundo II El propósito del último apartado del capítulo anterior fue presentar el marco general en el cual se sitúa el nacimiento del nuevo orden mundial. Esa nueva razón del mundo, a la que Foucault denominó Neoliberalismo, veremos que opera no sólo a nivel molar (la sociedad internacional), sino también a nivel molecular (los Estados). Este nuevo régimen gubernamental global, según Silvia Grinberg plantea que la idea de gobierno, de la forma en que Foucault la desarrolla, implica “no sólo cómo se ejerce la autoridad sobre los otros o cómo gobernamos unidades abstractas como el Estado o las poblaciones, sino cómo nos gobernamos a nosotros mismos” 188. Esta transformación, del Estado como empresa, supone una cierta autonomización de las propias entidades de gobierno que se codifican bajo los imperativos de la responsabilidad y el empowerment que ya no se verá expresado en el Estado como único agente sino, en los actores que lo configuran, desde el nivel de las instituciones hasta la de sus propios miembros. Esta reinvención de las competencias estatales ha 187

FOUCAULT (2001), página 245. GRINBERG, Silvia (2008) Educación y poder en el siglo XXI. Buenos Aires: Miño y Dávila Editores. Página 96.

188

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implicado que la administración esté determinada por una lógica empresarial; donde la competencia, la tercerización, la auditoría, la descentralización, la flexibilización laboral, los indicadores de rendimiento son importados para adecuarse a la realidad económica mundial. Bajo estos condicionamientos, económicos y políticos, se asiste a la producción de una serie de estrategias que integra responsabilidad, autonomía y elección como ejes del ejercicio de la libertad. En este sentido, agrega la autora: “Libertad que dada la ‘retirada’ del Estado se exhibe como ampliada en tanto este Estado parece que ya no interviene en las decisiones ni definiciones como otrora lo hacía. Ahora el desafío está en los individuos, quienes deben hacer uso responsable de su autonomía y de su, por tanto, ampliada capacidad de elegir como ejercicio pleno de la libertad” 189. El gobierno en la era del gerenciamiento, como lo llama Grinberg, produce un reordenamiento de la acción estatal que, bajo la creencia en el fin de la edad de la burocracia, ya no se interesará en la naturaleza de los bienes que produce, sino en la forma en que lo hace. Por ello, la nueva gestión pública va a consistir en hacer que los actores públicos estén a prueba continuamente de sus decisiones, es decir que, la efectividad de sus actos, estarán regidos por el resultado del trinomio objetivos-evaluación-sanción. Esta técnica, propia del management, procura fijar a cada entidad, sea individual o colectiva, objetivos a lograr en el marco de la tarea asignada. La evaluación, como instancia regular y continua, supone la sanción de manera positiva o negativa del alcance, o no, de los logros planteados. Esta forma de ejercer la administración del Estado supone que el cálculo del rendimiento, en todos los niveles, aumenta la eficacia y expone, generalizando el riesgo del desempleo, la retransmisión de las presiones en todos los agentes públicos. La

aparición

del

Estado

como

empresario

trae

consigo

una

transformación más, la del Estado como emprendedor. Esta mutación incita a que el gobierno, bajo el ejercicio de su autonomía, se haga cargo de sus

189

Ibídem, página 107.

77

propios riesgos e inseguridades ya que la acción emprendedora, materializada en la toma de decisiones, podrá explicar el éxito, o el fracaso, de la práctica gubernamental. El manejo del riesgo y la responsabilidad estatal implican una nueva economía del poder que se verá instituida por medio de los dispositivos de seguridad. De esta forma, “el objetivo del gobierno es la puesta en escena de un juego de miedo, para dejar en claro que el arsenal legal no es suficiente para proteger a la población de manera eficiente frente a peligros existenciales” 190. Bajo este contexto, se constituye una sociedad de normalización, donde la violación de los derechos de sus ciudadanos es el fundamento de la existencia continua y normal del Estado legal. El gobierno del miedo, como lo llama Lemke, implica que los mecanismos de seguridad deban proveer al funcionamiento de la economía un marco político y legal que no sólo funde las bases para el intercambio mercantil, sino también ofrecer los medios para la regulación, compensación o minimización de los riesgos

e

inseguridades sociales como los accidentes, enfermedades, desocupación, etc. La seguridad por lo tanto no es un concepto jurídico, sino más propio de la vida social que, a través de cálculo de riesgo, puede ser planificado. De esta manera, libertad y seguridad no son principios confrontados, sino partes constitutivas de la gubernamentalidad neoliberal, es por ello que el autor afirma que: “El miedo cumple una función importante en el gobierno neoliberal. La amenaza constante del desempleo y la pobreza, de la ansiedad sobre el futuro, induce a la planificación y la prudencia. El miedo no sólo estimula una conciencia de riesgos económicos e incertidumbres que acompañan al emprendimiento empresarial socialmente esperado; también es un medio importante de medicalización y genetización de la sociedad” 191. Por lo tanto, la prudencia y el cuidado de sí interpelan la elección de un estilo de vida responsable y racional, por lo que el Estado gobernará bajo la virtud

190

LEMKE, Thomas (2010) Los riesgos de la seguridad: liberalismo, biopolítica y miedo. En Vanesa Lemm (editora) Michel Foucault: neoliberalismo y biopolítica. Santiago de Chile: Ediciones Universidad Diego Portales. Página 256. 191 Ibídem, página 259.

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pública de la acción emprendedora estatal continua que se reinventa a sí misma y a su medio 192. La cuestión del prudencialismo estatal se manifiesta en un ambiente que plantea que el mercado internacional constituye el instrumento más eficaz para la distribución de recursos, y para la satisfacción de las necesidades mundiales. Por medio de la autorregulación se podría lograr el óptimo social, es decir, se podría, a través de la competencia global, acabar con las penurias de la humanidad. Esta transformación del Estado como emprendedor, como se señaló en el capítulo anterior, no implica una retirada estatal, sino torna manifiesta

la

reorganización

de

las

prácticas

gubernamentales.

Esta

rearticulación demandada por los Organismos Internacionales de crédito (F.M.I., Banco Mundial, etc.), como práctica de la buena gobernanza, se ha visto plasmada en la receta que John Williamson acuñó, en 1990, como el Consenso de Washington. La idea de crecimiento con orientación de mercado ha funcionado bajo la instauración de un tipo de globalización que ha propugnado, por un lado, la internalización de los procesos productivos 193 y “la conformación de un megamercado financiero, abocado en especial a operaciones de corto plazo” 194, por otro. Para que de esta forma, la

192

A modo de ejemplo podemos nombrar el profundo cambio que se vive desde 1980 en el ejercicio de las relaciones exteriores. El Neoliberalismo, bajo la idea de que el Estado es empresario de sí mismo, ha reordenado la estructura diplomática. Ha planteado que las propias regiones que conforman el país ejerzan una protodiplomacia. Bajo el imperativo del desarrollo subnacional se interpela a las provincias estar a cargo de su propia representación en el mundo. Sin embargo, al igual que en el orden interno, hay temas donde sólo tiene potestad el gobierno central. Se asiste, en Argentina, con la Reforma de la Constitución, en 1994, a un nuevo marco legal, político, económico y social donde los sujetos, sean individuos o colectivos, no son sólo gobernados por la autoridad estatal, sino también se insta a ser gobernados por sí mismos. Siguiendo con el ejemplo esbozado, se lo puede retomar con la postura que Carlos Escudé ha planteado cuando describió los principios del Realismo Periférico que debían configurar la política exterior del gobierno menemista. “Que la política exterior debe calibrarse no sólo en términos de un riguroso cálculo de costos y beneficios materiales, sino también en función de los riesgos de costos eventuales. Los desafíos políticos a las grandes potencias pueden no acarrear costos inmediatos, pero casi siempre llevan implícito el riesgo de costos eventuales. En el caso argentino la experiencia histórica demuestra que estas facturas suelen cobrarse en tiempos de emergencia internacional, cuando se alteran las reglas habituales de la convivencia entre los Estados”. ESCUDÉ, Carlos (1992) Realismo Periférico. Fundamentos para la nueva política exterior argentina. Buenos Aires: Editorial Planeta. Página 45. 193 Que derivó en la multiplicación no sólo en la movilidad de los capitales privados sino también de las filiales de grandes corporaciones en todo el mundo. 194 EZCURRA, Ana María (2007) ¿Qué es el Neoliberalismo? Buenos Aires: Lugar Editorial. Página 58.

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mundialización, de la manera en que Foucault la describe 195, transforme la estructura de la política internacional. Donde la búsqueda de seguridad se base en la protección sin proteccionismo, conforme lo demanda la gobernanza global.

2- El gobierno de todos y cada uno Walter Lippmann advertía, en 1943, que los Estados Unidos habían carecido de una política exterior que la guiara desde la guerra contra España, a fines del siglo XIX, hasta la Segunda Guerra Mundial. Argüía que: “Los ideales nacionales no deben ser la expresión de amables aunque inútiles sentimientos, sino que deben representar los serios propósitos del país; el vicio del pacifismo consiste en que oculta la verdadera finalidad de una política exterior, que es la de proveer seguridad de la nación en la paz ‘y’ en la guerra. Esto significa que, tanto como se puede esperar de la previsión y la prudencia humana, los intereses vitales de la nación deben ser realzados de manera que el pueblo los considere dignos de ser protegidos del peligro de la guerra, y deben estar suficientemente respaldados como para que puedan ser mantenidos en las peores circunstancias. La seguridad de una nación estriba en que no se vea obligada a sacrificar sus legítimos derechos para evitar la guerra, y sea capaz de defenderlos por las armas” 196. Sin embargo, el ascenso de la Unión Soviética, como se describió en el capítulo anterior, forjaría un nuevo equilibrio de poder que sería, por primera vez en la historia, bipolar. El desgaste producido, para la década de 1980, por la competencia armamentística obligaría a la URSS a generar políticas que reformasen el sistema económico y político. Estas medidas consistirían en, por un lado, la reestructuración de la economía centralizada por un modo de producción más liberalizado que se llamó Perestroika; por otro lado, se complementarían esa disposición con la no censura de la libertad de expresión, lo que se conoció 195

Ver la introducción del capítulo anterior. LIPPMANN, Walter (1944) La política exterior de los Estados Unidos. Buenos Aires: Editorial Abril. Página 64. 196

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como Glasnost. Sin embargo, todas las decisiones tomadas resultarían ineficaces y terminarían por fracturar el régimen soviético. La caída del muro de Berlín, los distintos movimientos independentistas y las corrientes reformistas que se sucedieron, a principios de 1990, producirían el estallido del Comunismo y, con la creación de la Comunidad de Estados Independientes (1993), la Guerra Fría llegaría a su fin. La emergencia de un nuevo campo de operación global aparecería tras la Guerra del Golfo en 1991 197, que tendría como dominio de reflexión e intervención el mundo de la posguerra fría. Que, desde la paz de Westfalia, ya no estaría determinado por el equilibrio internacional. Ante ello, una redefinición de la política exterior norteamericana debía ser diseñada por el ascenso de EE.UU. como la única superpotencia a nivel global. La supremacía de este país se vería evidenciada en su poderío militar, su capacidad económica, en la innovación tecnológica y en el atractivo cultural que ejercería en el mundo, sin tener un rival que lo superara en todos estos aspectos. Bajo estas prerrogativas, una encrucijada se erigirá y estará definida entre la dominación o el liderazgo del mundo, donde la unipolaridad debía ser planteada como un ordenamiento mundial a largo plazo. Para Fabio Nigra y Pablo Pozzi: “Sus principales exponentes eran el entonces presidente George H. W. Bush y su asesor Brent Scowcroft. Su planteo se basaba en un Nuevo Orden Internacional […] Se trataba de restablecer la hegemonía económica norteamericana a través de una política internacional agresiva, que explotase la debilidad del Tercer Mundo y la inferioridad militar de Europa y Japón. Conjuntamente se daría la integración económica de América Latina a Estados Unidos como forma de ampliar mercados y acaparar recursos. Además, […] la proyección de su poderío militar mundial se traduciría en beneficios económicos. Se trataba de utilizar el poderío militar para controlar

197

La guerra del Golfo Pérsico se desencadenó cuando Saddam Hussein invadió Kuwait, en 1990 por el dominio de un yacimiento de petróleo (Rumaylak). Ante este suceso, bajo el auspicio de Naciones Unidas, una coalición liderada por Estados Unidos llevaría un enfrentamiento que no sólo se extendería a sanciones económicas, sino también a operaciones militares (como Tormenta del Desierto). Combates que se extenderían hasta abril de 1991. Sobre este tema, PÉREZ LLANA, Carlos (1998) El regreso de la historia. La política internacional durante la posguerra fría 1989-1997. Buenos Aires: Editorial Sudamericana. Páginas 148-153.

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recursos, retener mercados y mantener subordinados a los posibles competidores económicos” 198. Bajo la premisa del nuevo orden mundial se orientarían las prácticas para la producción de espacios de seguridad a nivel global. La redistribución de la relación de fuerzas obligó a Washington a desplegar una estrategia geopolítica que, de acuerdo a Zbigniew Brzezinski 199, más allá de proteger su seguridad nacional, debía tener en cuenta cómo habría de gestionar y dirigir las relaciones de la potencia central en un mundo de desequilibrios geoestratégicos cambiantes. A su vez, contener y terminar las diferentes disputas internacionales, como así también detener el terrorismo y la proliferación de armas de destrucción masiva. Un tercer aspecto, para el autor, habría sido cómo abordar eficazmente, bajo una consciencia global emergente, las cada vez mayores desigualdades que “afectan a la condición humana, así como favorecer una respuesta común a los nuevos riesgos medioambientales y ecológicos que amenazan el bienestar mundial” 200. En esta tónica es que, en 1992, en un documento, a cargo de Paul Wolfowitz, titulado Defense Planning Guidance, se desarrollará una grand strategy que tendría como fin establecer las políticas que determinarían las acciones de los Estados Unidos en el nuevo orden mundial 201. En dicho texto se planteaba “fijar la dirección de la nación para el próximo siglo” 202, para ello promovía cuatro objetivos de política de defensa. El primero planteaba disuadir o derrotar cualquier frente de ataque que pudiera comprometer a Norteamérica, a sus ciudadanos y que pudieran amenazar con no honrar los compromisos históricos asumidos. En segundo

198

NIGRA, Fabio; POZZI, Pablo (2009) La decadencia de los Estados Unidos. De la crisis de 1979 a la megacrisis del 2009. Buenos Aires: Editorial Maipue. Página 207. 199 BRZEZINSKI, Zbigniew (2008) Tres presidentes. La segunda oportunidad de la gran superpotencia americana. Madrid: Paidós Ibérica. Página 14. 200 Ibídem, página 15. 201 En este sentido, Brzezinski afirma que “el discurso oficial sobre el nuevo contexto global y las oportunidades que éste deparaba se limitó básicamente a una especie de soniquete bastante vago aunque de tono positivo: el ‘nuevo orden mundial’. Esa expresión tenía la ventaja de dar a entender muchas cosas distintas para diversos tipos de público. Para los tradicionalistas, la palabra ‘orden’ sugería estabilidad y continuidad; para los reformistas, el adjetivo ‘nuevo’ implicaba un reordenamiento de prioridades; para los internacionalistas idealistas, el énfasis en lo ‘mundial’ transmitía el benéfico mensaje de que la universalidad se había convertido en el norte y guía de la política exterior”. Ibídem, página 45. 202 NATIONAL SECURITY COUNCIL (1992) Defense Planning Guidance. En http://www.archives.gov/declassification/iscap/pdf/2008-003-doc7.pdf (13/04/14). Página 2. Traducción propia.

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lugar, se debía fortalecer y ampliar los acuerdos de defensa conformados por países democráticos ya que al instituir ámbitos de cooperación se proporcionaba seguridad a un menor costo y con menores riesgos para todos. El tercer objetivo advertía que se debía impedir que cualquier potencia hostil domine una región crítica para sus intereses, y también el resurgimiento de una amenaza global para los intereses de los EE.UU. y sus aliados. El último objetivo indicaba fomentar la difusión y la consolidación de los sistemas económicos capitalistas y la forma democrática de gobierno como herramienta para desalentar las inestabilidades regionales y la violencia global. Para alcanzar dichas metas, Wolfowitz, entendía que se debía mostrar liderazgo en la forma en que la cooperación internacional se estructuraba, por ello había que “alentar y ayudar a Rusia, Ucrania, y las otras nuevas repúblicas de la antigua Unión Soviética en el establecimiento de sistemas políticos democráticos y de libre mercado para que ellos también pudiesen unirse a la democrática ‘zona de paz’” 203. En la planificación de la incertidumbre, pensada como el reto norteamericano ineludible, se evidencia la forma en que las capacidades militares son producto de las decisiones tomadas con años de anticipación. Es por ello que, las proyecciones de las condiciones de seguridad se plasman en la organización de la defensa que ha de anticipar, al menos, una década situaciones que pongan en peligro a los EE.UU. y que han de fomentar las tendencias que permitirían concretar los objetivos securitarios en el futuro. Las herramientas para mantener el liderazgo norteamericano debían ser, en primer lugar, el desarrollo de coaliciones ad hoc para ciertos escenarios, como lo fue la Guerra del Golfo, ya que éstas podrían maximizar los roles de los actores involucrados en el tiempo que la situación lo requiera 204. En segundo lugar, se sostiene que, por medio de operaciones preventivas, se intervendría con el objetivo de repeler un ataque que se presenta como inminente, o para asegurar que no se vean afectadas posiciones estratégicas ante otros actores internacionales. Como se ha visto, este emergente despliegue de una 203

Ibídem, página 3. El planteo que hace el autor materializa la condición de excepcionalidad americana. La postura de uniteralismo es que “en fin, no hay contradicción entre el liderazgo norteamericano y la acción multilateral; la historia demuestra que es precisamente ese liderazgo el prerrequisito para una acción internacional efectiva”. Ibídem, página 8. Como se dijo en el primer capítulo, la frase “lo que es bueno para Estados Unidos, es bueno para el mundo” cobra sentido. 204

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geopolítica global evidencia aquello que, al principio de este capítulo, se había llamado la nueva razón del mundo, ya que la forma Estado como empresa que emprende no es el corolario de una forma de pensamiento imperialista, sino más bien hace a la propia conducta que la tecnología gubernamental neoliberal ha constituido cuando los objetivos en política exterior son ilimitados. A pesar de haberse tratado de un documento clasificado, su exposición en el periódico New York Times, produjo una retracción en la forma en que Washington habría de ejercer su primacía mundial.

3- Es la economía, estúpido William Clinton llegó a la presidencia, en 1993, de la mano del partido demócrata con una agenda política en la que primaba la esfera doméstica sobre los asuntos exteriores, a diferencia de su contrincante, George H. W. Bush. Su plataforma, bajo el eslogan “es la economía, estúpido”, buscaba tratar las cuestiones relacionadas con los asuntos cotidianos del electorado y su necesidad más urgente 205, una rápida reactivación económica. En el discurso de asunción 206 se presentaba como el cambio que refundaría América pero que habría de preservar los ideales norteamericanos: la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Afirmaba que la herencia de una economía, a pesar de ser la más fuerte del mundo, se había debilitado por las quiebras de empresas, los salarios estancados, el aumento de las desigualdades y las profundas divisiones entre los ciudadanos. Ante ese escenario, planteaba que, en la era de la globalización, las comunicaciones, el comercio y la inversión crediticia son universales y, por ello mismo, es posible lograr el sustento en la competencia pacífica con todo el mundo; de hecho aseveraba que “fuerzas profundas y poderosas están temblando en el reordenamiento de nuestro mundo, y la cuestión urgente de nuestro tiempo es si podemos hacer que cambie nuestro amigo y no nuestro enemigo” 207. Su postura se presentaba 205

El mensaje tenía como objeto sintetizar las prioridades del candidato demócrata. Para ello, su jefe de campaña, James Carville, polarizó la imagen de Clinton frente a la de Bush, traduciendo su postura entre la continuidad o el cambio. 206 CLINTON, William Discurso Inaugural. Washington (1993). En http://www.bartleby.com/124/res64.html (06/04/14). 207 Ibídem.

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como una reinvención de la política de izquierda y con la presentación del informe, encabezado por Al Gore, que se denominó National Performance Review 208. A través de dicho documento buscó institucionalizar el gobierno empresarial, su programa consistiría en la creación de un gobierno que funcione mejor y cueste menos. El texto se apoyaba en la premisa de premiar a las personas e ideas que funcionen, y liberarse de las que no lo hagan. De esta forma, los principios fundamentales para transformar las organizaciones gubernamentales serían: la reducción de los trámites burocráticos, anteponer al cliente por sobre todo, empoderamiento de los empleados para lograr objetivos, reducción de los gastos operativos, fomento de la ciudadanía para la resolución de sus problemas. Esta presentación de las necesidades a resolver demostraba que un conjunto de nuevas prácticas, ya no sólo discursivas, comenzaban a emerger; los mecanismos desplegados tendrían un tipo de racionalidad que orientaba las actividades que el ejercicio del gobierno imponía. Habrá, siguiendo

a

Castro-Gómez,

una

gestión

de

series

abiertas

y

de

acontecimientos probables en la planificación estatal. Se tratará de un tipo de intervención indirecta que mediante la “creación de un medio ambiente (milieu) artificial […] busca favorecer y regular cierto tipo de movilidad y de conducta” 209. De hecho, las medidas dispuestas implicarían la delegación de autoridad y responsabilidad, la sustitución de reglamentos por incentivos, presupuestos

basados

en

resultados,

la

solución

comercial

ante

la

administrativa, la medición del éxito de la gestión en función de la satisfacción del cliente. Ésta configuraría la forma central de la organización del gobierno que se difundiría a todos los Estados que constituyen Norteamérica. Otro ejemplo

de

cómo

el

Neoliberalismo

ha

calado

en

las

decisiones

gubernamentales fue lo ocurrido en el Reino Unido. Allí, con Tony Blair como primer ministro, se orientó la reforma estatal bajo los imperativos de la Tercera Vía. Esta renovación de la izquierda laborista buscaba readecuar las técnicas de la gestión de empresa para instaurar estructuras de decisión eficientes. Esta práctica gubernamental neoliberal, durante toda la década de 1990, recayó 208

GORE, Al The National Performance Review http://govinfo.library.unt.edu/npr/library/status/ex.sum.html (10/04/14). 209 CASTRO-GÓMEZ (2010b), página 73.

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(1993).

En

tanto en países desarrollados como en los Estados recién iniciados en la democracia de mercado (por ejemplo, las ex Repúblicas Soviéticas). Asimismo, el ascenso de las palomas 210, como comúnmente se conoce a los demócratas, implicó una transformación en el dispositivo de seguridad externo. Una política exterior que será establecida por una economía del poder, orientada ya no hacia el disciplinamiento como lo fue en la era del equilibrio de terror nuclear, sino hacia la gestión de una serie de variables que sobrepasaría el derecho internacional y que habría de aparecer “como acontecimientos que deben ‘dejarse actuar’ dentro de ciertos límites” 211. Este emplazamiento obedecería a un diseño sobre cómo optimizar la condición de hiperpotencia que detenta Washington. El debate se limitaría a dos posturas, por un lado, de acuerdo a Herbert Schiller, los estrategas moderados plantearían que el “objetivo de la política exterior norteamericana es trabajar, con otros actores que compartan las mismas ideas, en ‘mejorar’ el funcionamiento del mercado y en reforzar el respeto de sus reglas fundamentales” 212. Como se puede apreciar, su postura entrañaba la coacción como última opción, pero se advierte que la regulación del comercio internacional sería la forma de promover las normas a las que Norteamérica adhiere. Por otro lado, una postura más conservadora, como la de Irving Kristol, consistiría en barrer la noción de limitación e instaurar la idea de la “emergencia de un imperio norteamericano” 213. Este pensador plantearía que la legitimidad del liderazgo no implicaba ningún problema ya que a los rivales de los Estados Unidos se los podría hacer entrar en razón de una manera u otra, afirmación que abriría la posibilidad de hacer uso de cualquier tipo de acción para sostener la preeminencia mundial. Sin embargo, la posición de primacía global adoptada afirmaba que, para la toma de dicha posición convenía evitar las acciones unilaterales, ya que esa práctica era demasiada costosa en términos económicos y políticos. 210

Esta figura retórica retrata la forma en que el partido demócrata entiende que, en líneas generales, en la solución de los problemas globales se deben primar la salida diplomática y las sanciones económicas por sobre la solución militar; como sería el caso de los republicanos (que por eso se los conocen como halcones). Sin embargo, ello no significa que haya sido del todo cierto, en las próximas páginas se pondrá en tela de juicio esa afirmación. 211 CASTRO-GÓMEZ (2010b), página 81. 212 SCHILLER, Herbert (1999) Bases para un nuevo siglo de dominio norteamericano. En Antonio Albiñana (editor) Geopolítica del Caos. Madrid: Editorial Debate. Página 41. 213 Ibídem, página 42.

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Zbigniew Brzezinski, en un libro publicado en 1998, advertía que la primera potencia global debía ejercer su poder a través de un sistema mundial norteamericano, es decir que no haya otro país que amenace su posición, y que debería de reflejar la experiencia doméstica de ese país. Señalaría, además, que al “atractivo e impacto del sistema político democrático estadunidense se ha sumado la creciente atracción del modelo económico empresarial […] que pone el acento en el comercio global y en la competición sin restricciones” 214 que deberá integrar de acuerdo a sus objetivos en el largo plazo. En esta línea, Joseph Nye opinaba que: “si Estados Unidos quiere conservar su fortaleza, los estadounidenses deben prestar más atención a nuestro poder blando. ¿A qué me refiero exactamente con poder blando? El poder militar y el poder económico son ejemplos de poder duro […] El poder blando depende de la capacidad de organizar la agenda política de forma que configure las preferencias de otros. […] La capacidad de marcar preferencias tiende a asociarse con resortes intangibles como una cultura, una ideología y unas instituciones atractivas. Si yo consigo que tú quieras hacer lo que yo quiero, entonces no tengo que obligarte a hacer lo que tú no quieres hacer. […] El poder blando no es simplemente lo mismo que influencia, aunque es una forma de influencia. […] El poder blando procede en gran parte de nuestros valores. Estos valores se expresan en nuestra cultura, en la política interna de nuestro país y en la forma en que actuamos en el contexto internacional” 215. De acuerdo a estas afirmaciones es que se puede dar cuenta que la gestión, bajo la racionalidad neoliberal de gobierno, ha recalado en la conducción de otros países mediante la constitución de una sociedad internacional con el despliegue a un ámbito global del dispositivo de seguridad. Mecanismo securitario que garantizaría no solamente el funcionamiento del sistema mundial, sino también las reglas con las que el mercado organiza la subjetividad, es decir que no sólo hará actuar a los Estados de acuerdo a los

214

BRZEZINSKI, Zbigniew (1998) El gran tablero mundial. La supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos. Barcelona: Paidós Ibérica. Página 35. 215 NYE, Joseph (2003) La naturaleza cambiante del poder norteamericano. Madrid: Editorial Taurus. Páginas 30-31.

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imperativos económicos neoliberales, sino también a las poblaciones y, por sobre todo, a los individuos. En efecto, Rodrigo Castro, siguiendo a Foucault, plantea que: “la articulación de un tipo de subjetividad funcional al despliegue del mercado, se presenta en dos niveles diferenciados de la doctrina neoliberal: en la relación que el sujeto establece con su exterioridad o medio, y en la relación que establece consigo mismo” 216. En cuanto al primer nivel, teniendo en cuenta la noción de homo economicus, supone al ser humano como la unidad que se ve movilizada por el interés y que está sujeto a un orden económico sobre el que no tiene dominio. Esto último es lo que explica por qué el individuo puede ser objeto de cálculo y gobierno a través de una gestión del medio, las reglas del mercado, en el que éste se desenvuelve. Esto produce que las conductas humanas se vuelvan predecibles y, a la vez, cuantificables. Como diría Foucault, el homo economicus es quien “acepta la realidad […] de manera sistemática a las modificaciones en las variables del medio, aparece justamente como un elemento manejable, que va a responder en forma sistemática a las modificaciones sistemáticas que se introduzcan artificialmente […] es un hombre eminentemente gobernable” 217. El segundo nivel que señala Castro trata la relación del sujeto consigo mismo. Bajo esa categoría entiende que el individuo como máquina trabajadora y portadora de posibilidades, adquiridas y/o heredadas, aparece como un espacio gestionable en el que “el ‘yo trabajador’ se manifiesta como ‘yo empresa’ y, en consecuencia, emerge el desafío íntimo de la autogestión: ser empresario de uno mismo” 218. Esta forma de entender qué es el hombre, para el neoliberalismo norteamericano, permitirá atisbar las relaciones qué el dispositivo securitario externo mantiene con el ámbito biopolítico. La agenda de amenazas globales que ha llevado el gobierno norteamericano considera que los nuevos peligros están ligados a la venta de estupefacientes, tráfico de 216

CASTRO, Rodrigo (2010) Neoliberalismo y gobierno de la vida. En Sonia Arribas, Germán Cano y Javier Ugarte (coordinadores) Hacer vivir, dejar morir. Biopolítica y Capitalismo. Madrid: Los libros de la Catarata. Página 75. 217 FOUCAULT (2007b), página 310. 218 CASTRO (2010), página 75.

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armas, blanqueo de capitales, degradación de la soberanía, entre otros, que surgen de Estados débiles. En esa dirección, los peligros a los que se enfrenta el mundo provienen de dos tipos de Estado: Failed y Rogue States y, ante ellos, la humanidad, en especial los Estados Unidos, tienen la responsabilidad de proteger. El Estado Fallido (Failed State) surge como campo de reflexión vinculado al caso de África, en el marco de la Guerra Fría bajo el proceso de descolonización. A pesar de ello, estuvo limitado por los condicionamientos políticos que se ejercían en el campo académico en aquel momento, en tanto éste último debía limitar sus planteamientos a explicaciones que tomaban como eje las cuestiones ideológicas. En la Posguerra Fría, se abordaría en Estados Unidos este tema en un escenario que auguraba un nuevo orden mundial “más pacífico en el que, como resultado del fin de la confrontación bipolar, los presupuestos militares fueran menores y la agenda global se centrara en temas ligados a la superación de la pobreza, la defensa de los derechos humanos” 219. El despliegue humanitario respondería a la estrategia de seguridad cooperativa que planteaba que no se habría de alcanzar un equilibrio internacional si no se tomaban medidas específicas de forma multilateral para evitar el recurso de la fuerza. Ante ello, Tokatlian señala que la visión prevaleciente tenía como solución, desde la perspectiva económica, impulsar un menor Estado, pero que no tomaba en cuenta la existencia de tres brechas entre un gobierno aparente y otro efectivo: de legitimidad, de capacidad de acción y de soberanía. Para este autor, los Estados Fallidos carecen de “la legitimidad que aducen tener, no disponen de los atributos y estrategias necesarios para enfrentar la multiplicidad de dificultades y problemas que afrontan y tienen menos control territorial del que poseen los Estados plenamente constituidos” 220. Esta incapacidad para gobernar y la ausencia de voluntad política, favorecen el derrumbe estatal definitivo. Por otro lado, el Estado Canalla (Rogue State), al igual que el anteriormente descripto, tiene su contexto de emergencia durante la Guerra 219

TOKATLIAN, Juan Gabriel “La construcción de un “Estado fallido” en la política mundial: el caso de las relaciones entre Estados Unidos y Colombia”. Análisis Político, Número 64, 2008. Páginas 67-104. Página 71. 220 Ibídem, página 74.

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Fría bajo la presidencia de Reagan pero fue con William Clinton cuando el concepto fuera definido con mayor precisión, y que fuere acompañado, en 1994, de una lista que incluía a: Corea del Norte, Irak, Irán y Libia. De acuerdo con Anthony Lake, consejero de Seguridad Nacional, con la desaparición de la Unión Soviética había potencial para ampliar la comunidad de naciones comprometidas con las instituciones democráticas, la expansión del libre mercado, la solución pacífica de los conflictos y la promoción de la seguridad colectiva. Sin embargo, al mismo tiempo, hay otros Estados que amenazan el orden democrático con su comportamiento agresivo y desafiante. Para este autor, estos últimos tienen características comunes: gobiernan a través de la coerción, suprimen los derechos humanos básicos, promocionan ideologías radicales y están embarcados en ambiciosos y costosos programas militares (en especial armas de destrucción masiva y misiles de largo y medio alcance) que les permiten proteger sus regímenes y, en algunos casos, avanzar en sus intereses en el extranjero, y que se configuran como una amenaza más allá de sus fronteras. Ante ello, planteaba que como “la única superpotencia, los Estados Unidos, tienen la especial responsabilidad en el desarrollo de una estrategia para neutralizar, contener y, a través de presión selectiva, tal vez llegar a transformar estos países en miembros constructivos de la comunidad internacional” 221. Además, apuntaba que Washington estaba comprometido activamente en los esfuerzos de restringir, unilateral y multilateralmente, las capacidades tecnológicas y militares de los países que, como Corea del Norte, buscaban hacerse de armas nucleares. A medida que se indaga la naturaleza de los regímenes de prácticas que ha erigido el dispositivo de seguridad en la era Clinton, se puede comprender aquello que, en su momento, fuese llamado las Guerras Humanitarias y, entender además, la transformación que el concepto mismo de guerra sufriría. Antes de proseguir, es necesario indicar por qué en este trabajo no se han analizado los diferentes conflictos que se suscitaron a lo largo de la década de 1990. Para Michel Foucault, en el concepto de práctica, ya sea discursiva o no, existen ciertas regularidades que organizan lo que los hombres realizan, es

221

LAKE, Anthony “Confronting Backlash States”. Foreign Affairs, Volumen 73, Número 2, 1994. Páginas 45-55. Página 46.

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decir que le proporcionan cierta sistematicidad a las acciones. De esta manera, el planteo sobre cómo se han desplegado las intervenciones humanitarias, más allá de los casos particulares 222, muestra que la racionalidad gubernamental encierra las condiciones de posibilidad para las acciones emprendidas, lo que es objeto de nuestro interés, ya que a través de ella se puede comprobar en qué medida la conducción de conducta ha atravesado la toma de decisiones en la constitución de un dispositivo de seguridad neoliberal. Mariela Cuadro plantea que la Guerra se ha transformado, que ya no debe pensarse como el instrumento para mantener o restaurar el statu quo, sino por el contrario, en el régimen del neoliberalismo la guerra misma pierde su rol, de tal manera que queda deslegitimada. En este sentido, la O.N.U. ha interpelado, a través de resoluciones del Consejo de Seguridad, a restablecer la paz cuando un conflicto se suscita 223. Como se ha dicho, el objeto del gobierno en las relaciones internacionales también es la población y, por lo tanto, no se la debe entender como un fenómeno natural, como un dato dado sobre el cual se debe intervenir, sino más bien como parte de una humanidad portadora de derechos que debe ser protegida. Para tal fin, se establece que los mecanismos de intervención no actúen directamente sobre los procesos y los hombres, sino más bien sobre el marco en que ellos se desarrollan. De esta manera, “la guerra liberal tendrá como objeto las poblaciones y como objetivo potenciar su vida y también para esto supondrá intervenciones ya no directas (del tipo toma de tierra y gobierno directo que funcionaban durante la etapa del imperialismo clásico), sino sobre el marco en el que se despliega la vida de las poblaciones-blanco. De allí la existencia en el actual contexto histórico mundial de guerras libradas en nombre de la humanidad y del mejoramiento del mundo, que suelen ser llamadas ‘intervenciones humanitarias’ y que tienden a imponer cambios institucionales tales como la implantación de la

222

Somalia, la desintegración de la ex República de Yugoslavia o casos en que no hubo asistencia directa norteamericana como en Chechenia, Timor Oriental para evitar la confrontación con aliados, por ejemplo. 223 Los Cascos Azules, como se conoce a las Fuerzas de Paz de Naciones Unidas, están encargadas de crear y mantener zonas de paz y de proveer asistencia para la solución de conflictos internacionales.

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democracia (liberal) (‘cambio de régimen’) y la apertura de los mercados locales.” 224 De esta manera, el principio de la igualdad soberana de los Estados pierde, relativamente, importancia frente a la defensa de los Derechos Humanos, que queda evidenciada en la prescripción legal que Naciones Unidas denominaría “Responsabilidad de Proteger” y que Estados Unidos se encargaría de promover. Por ello asume el compromiso de convertirse en un gendarme planetario que trabajará únicamente cuando sea necesario incursionar contra Estados Débiles (Canallas o Fallidos) para restablecer el orden mundial.

4- Ni apocalípticos ni integrados225 En la introducción de esta investigación se planteó que uno de los objetivos era determinar cómo se habían desarrollado las estrategias que emergieron como oposición a la racionalidad gubernamental. La intención de este punto era retomar aquello que Michel Foucault apuntó en su conferencia sobre ¿Qué es la crítica? En dicho trabajo hablaba sobre las contra-conductas, del arte de no ser gobernado de determinada forma, de la actitud crítica que, como compañero y adversario de las artes de gobernar, permite recusar y, a la vez, enfrentar las leyes que se muestran como justas, pero que solo legitiman una práctica social que sujeta a los individuos, a través de ciertos mecanismos de poder, a una verdad que se presenta como universal. Por lo tanto, para él, la “crítica tendría esencialmente por función la desujeción en el juego de lo que se podría denominar, con una palabra, la política de la verdad” 226. Siguiendo ese razonamiento, L. Nosetto, plantea que la gubernamentalidad “postula un poder benévolo. Orientado a la felicidad, la prosperidad, la salvación de todos y cada uno; y articulado en un ejercicio a la vez totalizante e individualizante” 227. Que, en todos los casos, habrá de producir o destruir las libertades que ha de consumir, y es allí donde se genera un campo de reflexión que se ocupa de las luchas y las resistencias. 224

CUADRO, Mariela “Guerra y liberalismo”. Relaciones Internacionales, Número 44 (2013b). Páginas 16-40. Página 21. 225 Tomado del libro de Martín Hopenhayn, editado por F.C.E. en 1994. 226 FOUCAULT (1995), página 8. 227 NOSETTO (2014), página 189.

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En un artículo, originalmente publicado en 1996, Ignacio Ramonet trataría el problema de la democracia moderna. Para él, ésta se encuentra atrapada “en una especie de doctrina viscosa que, insensiblemente, envuelve cualquier razonamiento rebelde, lo inhibe, lo perturba, lo paraliza, y acaba por ahogarlo [que se traduce] en términos ideológicos con pretensión universal de los intereses de un conjunto de fuerzas económicas” 228. En esa dirección, los principales focos de emisión han sido las grandes instituciones monetarias y económicas (entre ellas el Banco Mundial, el F.M.I., etc.) que, a través de su financiamiento, conectan al servicio de su proyecto, en todos los lugares del planeta, centros de investigación, universidades, organismos gubernamentales, etc.; las cuales se orientan bajo los lineamientos que determinan cómo deberían de conducirse. A su vez, este discurso es reproducido por los grandes medios de comunicación y son, de acuerdo al autor, repetidos hasta la saciedad, sabiendo “con certeza que, en nuestras sociedades mediáticas, repetición equivale a demostración” 229. Afirma que el principio fundamental del pensamiento único es que la política es superada por la economía y, así, en nombre del pragmatismo y del realismo, advierte que el estado natural de la sociedad es el mercado, no así la democracia. Por ello mismo alienta una economía vaciada de contenidos sociales ya que, para ellos, es lo que genera recesión y crisis. Asimismo plantea que si la mano invisible corrige las disfuncionalidades del capitalismo, se debe promover la competitividad para estimular y dinamizar las empresas y gobiernos para conducirlos a una permanente y benéfica modernización. Ese dinamismo del desarrollo, sumado a las condiciones que impone el librecambio, la división internacional del trabajo, la desreglamentación, la privatización, es decir la idea de un aparente menor Estado, “le confiere una carga tal de intimidación que ahoga toda tentativa de reflexión libre, y convierte en extremadamente difícil la resistencia” 230. Los planteamientos de Ramonet permiten vislumbrar que, a pesar de, los movimientos de homogenización en la economía política mundial, han existido otras voces que, sin tener identidad colectiva definida, buscaron, a través de la práctica de la resistencia, otra forma de conducirse, bajo otros 228

RAMONET, Ignacio (1998) El pensamiento único. En Antonio Albiñana (editor) Pensamiento crítico versus pensamiento único. Madrid: Editorial Debate. Página 15. 229 Ibídem, página 16. 230 Ibídem, página 17.

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principios, objetivos y procedimientos. Para Foucault, estas urgencias políticas constituyen a la actitud crítica y que, con el paso del tiempo, la experiencia globalifóbica se aglutinará para tener una voz que será escuchada en todos los Foros Mundiales (Davos o el G8 por ejemplo); una lucha que no reconocerá fronteras nacionales, sino las necesidades de cambiar el modo en que la economía aliena a los individuos. La protesta, como apuesta política para el cambio, incurriría en una incipiente,

heterogénea,

e

incluso

contradictoria,

entidad

que

se

autodenominaría como el movimiento Globalifóbico. Éste presentaba una serie de demandas que incluía: una regulación rígida de las transacciones internacionales, que incluya controles sobre las bolsas de valores y los bancos, acceso de los países en vía de desarrollo a mercados del primer mundo sin restricciones arancelarias, eliminación de las rondas comerciales de la O.M.C. que promueven la liberalización del mercado de inversiones, introducción de mecanismos orientados a la protección social y ambiental de los efectos de los tratados internacionales de comercio, condonación de las deudas de los países subdesarrollados, eliminación de los paraísos fiscales, cumplimiento del Protocolo de Kioto, la reforma y control de los Organismos Internacionales de Crédito (Banco Mundial, F.M.I., etc.). Era evidente que el objeto de ataque era la globalización neoliberal y la forma en que impactaba en el mundo. En ese sentido, la protesta, como herramienta de lucha, tenía como destino a los protagonistas que diseminaban el credo del menor Estado ya que, con el resguardo del mercado, eludían su obligación de proteger a los más vulnerables. El problema de los globalifóbicos ha consistido pensar que el neoliberalismo

puede

ser

reducido

al

gobierno

económico.

Pero

la

gubernamentalidad posee dos caras: una referida al gobierno de los otros y la otra al gobierno del sí mismo. Por lo tanto no alcanza con la protesta, sino más bien es necesaria la instauración de nuevas prácticas de subjetivación que destruyan aquello que la tecnología gubernamental neoliberal ha vinculado, que es hacer “del gobierno de sí el punto de aplicación y el objetivo del gobierno de los otros” 231 y que tiene como efecto la sujeción de la población global. Estos nuevos movimientos antiglobalización no deben ignorar esta 231

LAVAL; DARDOT (2013), página 402.

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estrategia, si han de enfrentarla, deben reconocerla. Ya no se trata de exigir el retorno a un compromiso socialdemócrata keynesiano, porque la dimensión de los problemas, con la transnacionalización del capitalismo, ha transformado las instituciones internacionales y locales. Por esto, de acuerdo a Laval y Dardot: “si no se presta suficiente atención al hecho de que este ‘retorno’ se produce en beneficio de un Estado empresarial. Y se pretenden oponer a la ‘mala’ racionalidad de la competencia la ‘buena’ racionalidad de la regulación. De este modo, se ignora el hecho de que la racionalidad del capitalismo neoliberal no es una racionalidad puramente económica y se pierde de vista, al mismo tiempo, la diferencia de las condiciones históricas, que impide todo retorno a una racionalidad económica administrativa y planificadora (suponiendo que tal retorno sea deseable, lo cual es por lo menos discutible). La cuestión no es: ¿cómo imponer al capital un retorno al compromiso anterior al neoliberalismo? Es: ¿cómo salir de la racionalidad neoliberal?” 232. Estas palabras resumen el problema al que adscribe la incipiente corriente globalifóbica que, para salir de ella debió hacer una ética del cuidado de sí como práctica de la libertad. Como se verá en el siguiente capítulo, el cambio de estrategia, el reconocimiento de los condicionantes históricos, políticos y económicos y la superación de las contradicciones en las demandas al capitalismo mundial, constituirán un nuevo actor en las relaciones internacionales, los movimientos sociales globales.

232

Ibídem, 402.

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CAPÍTULO 5 VIGILAR Y CASTIGAR “El ejercicio del poder no es solamente una relación entre partes, individuales o colectivas: es una manera en que ciertas acciones modifican otras. Lo cual es decir, por supuesto, que algo llamado Poder […] que se asume que existe

universalmente

en

una

forma

concentrada o difusa, no existe. El poder existe solamente cuando se pone en acción, aún si, por supuesto, se integra en campo dispar de posibilidades estructuras

que

conducen

permanentes.

a Esto

esclarecer también

significa que el poder no es una función del consenso […] las relaciones de poder pueden ser el resultado de un previo o permanente consentimiento, pero no el resultado de la manifestación de un consenso” 233.

1- América en la encrucijada La llegada de George Walker Bush a la presidencia de los Estados Unidos (2001-2009) se traduciría en una profundización de la política doméstica que había inaugurado Clinton y que, a causa de una recesión, haría uso de un mayor ajuste como solución para el crecimiento económico; de hecho, su modelo se seguiría basando en: el equilibrio fiscal, un monetarismo disciplinado y mayor desregulación. Sin embargo, esta continuidad en las esferas económicas y políticas tendría una abrupta interrupción como consecuencia de los atentados del 11 de septiembre del 2001. El ataque terrorista a las Torres Gemelas y al Pentágono, por parte de la red Al Qaeda liderada por Osama Bin Laden, implicaría un giro categórico en las estrategias y políticas que Washington había desplegado para sostener una posición de liderazgo en la estructura de la sociedad internacional. De hecho, Luz Araceli González señala que: 233

FOUCAULT (2001), página 252.

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“Durante la administración Clinton, la Guía para la Planeación de la Defensa establecía que los Estados Unidos, bajo el concepto de ‘dominación benévola de una potencia’, deberían asegurar que ninguna otra potencia trastocara el orden económico y político establecido [para ello] consideraría a las instituciones internacionales como herramientas para la concreción de los objetivos estadunidenses, estableciendo como instrumentos ‘medidas políticas y económicas y otras como la asistencia de seguridad, contactos militares, ayuda humanitaria y asistencia de inteligencia, así como medidas de seguridad para prevenir la emergencia de un agresor no democrático en regiones críticas’” 234. Sin embargo, la agresión recibida sería percibida como una demostración de la vulnerabilidad que, a los ojos de la dirigencia neoconservadora, minaba la autoridad y legitimidad del orden mundial que promovía. Prueba de ello habría sido que los ataques fueron dirigidos contra los símbolos de su economía capitalista (Las Torres Gemelas) y su poderío militar (el Pentágono); un tercer objetivo no alcanzado fue la sede del gobierno central (la Casa Blanca). Bajo el presupuesto de la lucha contra el terrorismo, las primeras reacciones inmediatas frente a los atentados consistieron en operaciones que tendieron a: por un lado, adoptar un conjunto de medidas que tenían por objeto hacer frente a la grave recesión económica producto de la crisis asiática y a la reactivación del consumo que había sido afectado a causa de la psicosis producida de los ataques; por otro lado, una mayor securitización del espacio interno y externo de los Estados Unidos. Esto implicaría que, al conocerse que los responsables de los atentados eran de origen musulmán, se aplicaría la Alien Registration Act 235 con la que el gobierno norteamericano se arrogaría el derecho de registrar a los residentes que no tenían ciudadanía ante el gobierno federal para que, de esta manera, lograsen recolectar los datos biométricos de miles personas árabes y/o musulmanes. Finalmente, desplegaría una coalición militar con la que ocuparía Afganistán, mientras Estados Unidos esgrimiría que el control del territorio afgano se ajustaba al derecho internacional. Para ello se amparaban en la carta de Naciones Unidas, en el artículo 51 específicamente;

234 235

GONZÁLEZ (2008), página 290. Sancionada en 1940, en el marco de la Segunda Guerra Mundial.

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con éste artículo se justificaría, a los ojos de la administración Bush, el derecho de la legítima defensa. Este conjunto de acciones ejecutadas por Washington dan cuenta de que los planteos de Clifford Shearing y Jennifer Wood sobre el ejercicio gubernamental: “gobernar ‘en nombre de la seguridad’ es enmarcar los problemas de práctica de gobierno [a] tipos de problemas particulares que requieren formas específicas de conocimientos, capacidades y recursos que deben dar lugar a acciones” 236. De esta manera, el terrorismo se va a insertar, parafraseando a Foucault 237, dentro de una serie de acontecimientos probables, donde las reacciones frente a este fenómeno se tendrán que incorporar a un cálculo de costos que fijará, por una parte, una media que considerará óptima y, por otra, los límites de lo aceptable, que no habrá que pasar. De esta forma se esboza, por lo tanto, toda una nueva disposición de las cosas y los mecanismos a desplegar. Las acciones que engendraron las prácticas llevadas a cabo en nombre de las Guerras Humanitarias proclamadas por la administración Clinton, y las desarrolladas a partir de la Guerra contra el Terrorismo de Bush, acabarían con el desdoblamiento entre seguridad interna y seguridad externa de la manera en que Morgenthau y Kissinger conceptualizaban en el Realismo Político. De hecho, Frédéric Gros argumenta que la seguridad basada en la soberanía habría cambiado. Los discursos del Realismo Político que tenían como objeto la defensa de la integridad territorial del Estado mutan ante las imposiciones de la Responsabilidad de Proteger, porque el nuevo objetivo securitario se constituiría por las poblaciones y los individuos. A partir de ello es que se fundamentaría el derecho a la injerencia por parte de los Organismos Internacionales. Por lo tanto, en el momento en que el Estado ya no deviene en el “objeto primero y último de la seguridad, todo cuanto participa en la vida de las poblaciones civiles deviene objeto de seguridad” 238 y es por ello que se puede hablar de nuevos objetos a preservar, como por ejemplo la “seguridad alimentaria” o la “seguridad energética”. Es a partir de dicha mutación que se 236

SHEARING, Clifford; WOOD, Jennifer (2011) Pensar la seguridad. Barcelona: Gedisa. Página 17. 237 FOUCAULT (2007a), página 21. 238 GROS, Frédéric (2010) La cuarta edad de la seguridad. En Vanesa Lemm (editora) Michel Foucault: neoliberalismo y biopolítica. Santiago de Chile: Ediciones Universidad Diego Portales. Página 285.

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puede observar la existencia de nuevas situaciones que han de ser protegidas, ya que por medio de la conducción de ellas se podría hacer una regulación de los flujos de circulación, ya sea de alimentos, de energía, o de información. En este sentido, y en relación a la vida (lo biológico), por un lado y al tránsito de los objetos necesarios para el sustento de la misma, por otro, se manifestaría aquello que Foucault denominara el problema de la serie. Serie indefinida de lo que se desplaza, serie indefinida de acontecimientos que se producen, serie indefinida de las unidades que se acumulan. Lo que caracterizaría a los mecanismos de seguridad sería la gestión de esas series abiertas y que, por lo tanto, sólo podrían controlarse a través de un cálculo de probabilidades. La fabricación de un medio ambiente que favorezca una cinesis global permanente necesita de mecanismos de seguridad. Siguiendo a Santiago Castro-Gómez, dichos mecanismos operan “mediante la ‘acción a distancia’, es decir que no intervienen directamente sobre los cuerpos sino sobre el medio en el que los cuerpos existen. No buscan modificar directamente la conducta, sino las ‘condiciones de la conducta’” 239. En este sentido, las técnicas se ordenan en la supresión de los aspectos peligrosos, es decir, se va a distinguir entre la buena y la mala circulación para la organización de la gestión de los riesgos, para maximizar la primera y reducir la segunda. En esta dirección se va enmarcar el análisis de las prácticas que la administración Bush desarrolló, por un lado, con la sanción de la ley USA Patriot Act 240 y la declaración de una nueva figura legal, el combatiente enemigo, por otro. El Acta Patriota fue presentada como la respuesta necesaria del gobierno norteamericano ante los atentados sufridos. Serviría para prevenir futuros ataques del terrorismo internacional. Esta ley procuraba extender sustancialmente las facultades de los servicios de inteligencia (CIA, FBI, NSA, Homeland Security y las fuerzas armadas) con el fin de obtener información

239

CASTRO-GÓMEZ, Santiago “El dispositivo de movilidad”. Revista Digital, número 4, Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario, 2013. Páginas 19-37. Página 24. 240 Se trata de un acrónimo que, en inglés, significa: “Uniting and Strengthening America by Providing Appropriate Tools Required to Intercept and Obstruct Terrorism”.

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confidencial 241. En esa línea, prevé la autorización de un conjunto de medidas tendientes al mejoramiento de los procedimientos de todos los aspectos de la vigilancia de la vida privada de los sujetos, ya sea de los sospechosos de terrorismo, los sospechosos de participar en fraudes informáticos, y de los agentes de una potencia extranjera que se dedicasen a actividades clandestinas, entre otras. Bajo este aspecto, el efecto perseguido por esta legislación tendría como fin la reducción de las libertades individuales (suspensión del habeas corpus, por ejemplo) y de la autorización judicial para realizar la investigación de las personas sospechadas y que, por su naturaleza, no tendría un alcance nacional, sino extraterritorial, tanto de particulares como de sociedades extranjeras. Este novedoso sistema induciría un proto-estado de excepción en donde las nociones jurídicas serían laxas en tanto se debe enfrentar un peligro que no sería claramente identificable; el miedo desempeñaría un papel decisivo en cómo son formadas las sensibilidades colectivas y las prácticas que girarían alrededor del campo de lo securitario. Por ello, para Giorgio Agamben, las causas de la inseguridad deben ser conocidas pero “gobernar las causas es difícil y costoso, es más seguro y útil intentar gobernar los efectos” 242 porque éstos pueden ser considerados y controlados. Será en este eje, el de la economía-seguridad, en donde Estados Unidos ejercerá una transformación del espacio político que ya no estará determinado por límites geográficos ni soberanos, sino más bien se constituirá a partir de aquello que amenaza el orden al que adhiere, el instituido por la democracia y el mercado. En esta misma línea de securitización, paralelamente, Washington instituiría una nueva estrategia con la conformación de comisiones militares, que tendrían bajo su autoridad analizar los casos de ciudadanos extranjeros imputados por cargos de terrorismo que habrían de ser juzgados en jurisdicciones de excepción; un ejemplo de ello es la prisión de Guantánamo. Para ello, Estados Unidos se arrogaría el derecho de luchar contra los

241

Esta nueva legislación tomaría sus fundamentos a partir de una ley sancionada en 1978 denominada Foreign Intelligence Surveillance Act (Ley de vigilancia de la inteligencia extranjera). 242 AGAMBEN, Giorgio (2013, noviembre) Para una teoría de la potencia destituyente. Conferencia presentada en el Instituto Poulantzas, Atenas, Grecia. Página 3.

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combatientes enemigos ilegales 243. Con la imposición de este nuevo estatus jurídico internacional, no extenderían el principio de la presunción de la inocencia ni tampoco aplicarían reglas claras sobre las detenciones, sino más bien tendrían un criterio político que les permitiría mantener indefinidamente, en calidad de detención administrativa, a cualquier sospechoso extranjero residente en Norteamérica (Military Comissions Act) y a los capturados fuera del territorio americano (Executive Order de noviembre de 2001). Este tipo de procedimientos contemplaría el empleo legítimo del uso de la coacción como método de interrogación. Para Agamben, esta forma de poder discrecional implicaría que “cada disenso, cada intento más o menos violento de derrocar su orden, se transforme en una oportunidad para gobernarlos en una dirección provechosa” 244. Este aspecto de la Guerra contra el Terrorismo involucra que estas técnicas creen nuevos regímenes de gobierno, que se los mantengan y perfeccionen. La guerra ya no sería el instrumento por el cual las potencias se distribuirían el poder mundial, como lo plantean las teorías realistas o institucionalistas,

sino

una

práctica

que

recodificaría

las

relaciones

internacionales en la promoción de espacios neoliberales. Estados Unidos, de esta forma, se arrogaría el rol de gendarme de los flujos globales. Al respecto, Shearing y Wood plantean que el nexo entre la seguridad del Estado y la seguridad humana, tras los atentados del 2001, ha intensificado la forma en que se relaciona la estabilidad con el desarrollo. No se trata de “un desplazamiento del desarrollo como modalidad de gobierno de la seguridad humana, sino de su conceptualización como ‘herramienta estratégica en la guerra contra el terrorismo’” 245. Lo que se buscaría sería reducir las condiciones de posibilidad de que los focos de problemas como el subdesarrollo, la pobreza, los conflictos internos, etc. sean explotados por terroristas. La visión del desarrollo se ocuparía de “contrarrestar la alienación mediante una compleja serie de intervenciones biopolíticas cuyo objetivo [sería] construir la capacidad de las comunidades de resistir a ideologías políticas y 243

La introducción de esta categoría en el derecho internacional tenía como función desechar las Convenciones de Ginebra sobre el trato a los prisioneros de guerra, de sus derechos y garantías. Se fundamentaba en que ese tratado sólo se podía aplicar a los ejércitos de los Estados. Para Estados Unidos, el terrorismo transnacional escapaba a ese marco legal. 244 Ibídem, página 8. 245 SHEARING; WOOD (2011), página 114.

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religiosas extremistas, fundadas en la violencia” 246. Entonces, la conversión del Otro formaría parte de los mecanismos neoliberales que, a diferencia de las técnicas basadas en la exclusión, se sostendría en una estrategia integradora, es decir que incorporaría para conducir pero, al mismo tiempo, supondría el exterminio de los sujetos que no se integran. El ejercicio del gobierno indirecto, de acuerdo a F. Gros, en el momento en que el objeto de seguridad es constituido por las poblaciones, conlleva una redistribución de los actores que intervienen en la lucha contra los peligros globales. Según él, se asiste a: “un doble movimiento que contribuye con la pérdida de legitimidad del Estado como actor único de la seguridad. Por una parte, está la privatización; es decir, que son ahora los organismos y las empresas privadas los que aparecen como especialistas en el control de un flujo determinado. Por otra parte, surge lo que puede llamarse una humanitarización de la seguridad; es decir, que la protección de las poblaciones civiles estará a cargo de las organizaciones humanitarias que no tienen vocación, como los Estados, de proteger tal o cual conjunto de sujetos políticos, sino a prestar socorro a las poblaciones civiles en peligro de muerte, cualquiera sea la naturaleza de ese peligro” 247. En relación al primer aspecto, se evidencia que esa tendencia habría sido producto del desdibujamiento de las fronteras nacionales. La legitimidad de las intervenciones en territorios soberanos permitiría que, en el ejercicio de la acción a distancia, otras entidades, de carácter privado, puedan ser parte de la constitución de la seguridad. La aparición de empresas privadas indicaría que el gobierno estadunidense no solo habría de emplear sus recursos en la financiación de los organismos estatales, sino también contrataría servicios gubernamentales al mercado. En consecuencia, ciertas prácticas de gobierno se convertirían “en una materia prima que se compra y vende en un mercado […] cuya función [sería] producir” 248 aquello que necesita atender cuando no es capaz de realizarlo por sí mismo. Mediante la contratación de las funciones

246

Ibídem, página 115. GROS (2010), página 286. 248 SHEARING; WOOD (2011), página 31. 247

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militares, el gobierno no dejaría de crear situaciones de mercado que permitiesen, de esta forma, a actores privados obtener beneficios que incite a empresas militares brindar servicios que otro entrepreneur particular no podría ofrecer (por ejemplo la detención, traslado e interrogación de individuos en territorios soberanos, mantenimiento de cárceles clandestinas, etc.). También se asiste a una diversificación de las modalidades en que la seguridad es ejercida, ya no habría un despliegue exclusivo del dispositivo diplomático-militar (fuerza armada y sistema de alianzas). La nueva configuración se construiría a partir de la protección internacional, por un lado y el control de los flujos, por otro. El problema de la seguridad ya no se plantearía en términos definidos de espacios soberanos, sino en función de los flujos de circulación y de los lugares en donde la circulación ocurre. Para Gros, los grandes lugares de control ya no se encuentran dentro de los límites de los Estados, sino que se hallan en el territorio mismo (aeropuertos, estaciones de tren, colectivos, puertos), es decir, en los nudos donde la comunicación e intercambio se exteriorizan. Por lo tanto, la cuestión que aparecería es la de la trazabilidad: “poder determinar en cada momento quién se desplaza y si tiene o no prohibición” 249. Este aspecto permitiría vislumbrar la transformación de la naturaleza de las amenazas o, mejor dicho, la ampliación de ellas. Todo aparecería en un mismo plano ya sean desafíos económicos, climáticos, sociales,

políticos,

sanitarios,

etc.

La

defensa

contra

las

amenazas

internacionales y el control de los flujos apuntaría a la protección contra la gran variedad de degradaciones sociales y políticas. Es bajo este contexto en que debería ser pensada la técnica del control biométrico (entendida como la recolección de las singularidades biológicas de las personas) y no como una forma de poder constituyente de un nuevo tipo de Estado de Seguridad ya que: “esa forma de plantear la cuestión de la seguridad en el presente, puede conducir a un descuido del rastreo de corte genealógico de las conjugaciones del poder soberano, disciplinario y pastoral que se realizan en las formas de gobierno económico de las poblaciones […] En esa desatención puede quedar comprometida la eficacia misma

249

GROS (2010), página 288.

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de las estrategias con que se intenta resistir el modo en que somos gobernados mediante dispositivos de seguridad” 250. La clave foucaulteana nos permitiría reconocer las multiplicidades de técnicas empleadas por las prácticas que tendrían como objeto la gestión de los riesgos. En este sentido, los dispositivos de seguridad, bajo la racionalidad neoliberal desplegada por Estados Unidos, no sólo buscarían desarrollar un tipo de acción a la distancia, sino que también pretenderían orientar los flujos de bienes y poblaciones y regular las amenazas. La codificación del objeto, los actores, las modalidades y las amenazas se materializaría en el documento sobre la Estrategia de Seguridad Nacional de George Bush (2002). Dos grandes temas ordenarían el contenido de las nueve secciones que compondrían el documento: la seguridad y la economía. El primer apartado trataría la perspectiva internacional de Estados Unidos. En ella, plantearía que: “La causa de nuestra nación siempre ha sido más grande que la defensa de nuestra nación. Luchamos, como siempre hemos luchado, para una paz justa, una paz que favorece la libertad. Defenderemos la paz contra las amenazas de terroristas y tiranos. Vamos a preservar la paz mediante la construcción de buenas relaciones entre las grandes potencias. Y vamos a extender la paz mediante el fomento de las sociedades libres y abiertas en todos los continentes” 251. Esta manifestación tendría por objeto instituir definitivamente que, ante la transnacionalización de los peligros globales, el espacio de seguridad se expande a todo el globo. Dicha reconfiguración del orden interno-externo implicaría que los dispositivos de seguridad institucionalicen un orden cosmopolita, donde el objetivo político sería el establecimiento de zonas seguras que pudieran generar formas alternativas de gobierno, que para Estados Unidos, serían la democracia y el mercado.

250

RUIDREJO, Alejandro (2014, agosto) Genealogía, dispositivos de seguridad y poder pastoral. Ponencia presentada en la XVI Jornadas de Filosofía del NOA. Página 9. 251 BUSH, George W. The National Security Strategy of the United States of America. Washington (2002). En http://nssarchive.us/NSSR/2002.pdf (28/04/14), página 7. Traducción propia.

104

El

segundo

título

del

documento

trataría

las

aspiraciones

norteamericanas en relación a los Derechos Humanos. Allí, nuevamente, establecería cuáles serían los límites que constituirían los ejes de intervención: el imperio de la ley, libertad de expresión, libertad de culto, igualdad ante la justicia, respeto a las mujeres y tolerancia de la propiedad privada. Estos principios tendrían por objeto guiar las decisiones gubernamentales sobre la política de cooperación internacional y el carácter de la ayuda exterior y la asignación de recursos. El liderazgo, o ser el campeón de la dignidad humana (como se dice a sí mismo en este documento), implicaría que, al menos en lo discursivo, las Naciones Unidas no habrían de ser la única fuente legítima que pueda arrogarse la defensa de las poblaciones mundiales. De hecho, J. Nye argumenta que “la defensa de la democracia también es un interés nacional y una fuente de poder blando, aunque para ello el papel de la fuerza suela ser menos central y el proceso requiera más tiempo” 252. Esta forma de conducir la política mundial, bajo esos términos, implicaría que el régimen político que Estados Unidos instalase, devendría en legítimo. El tercer título, el de fortalecimiento de alianzas para la derrota del terrorismo mundial contra EE.UU. y aliados, se relacionaría con el punto anterior ya que en la Guerra contra el Terrorismo se plantearía, que si bien: “Estados Unidos tratará constantemente de obtener el apoyo de la comunidad internacional, no dudaremos en actuar solos, en caso de que sea necesario, para ejercer nuestro derecho de autodefensa actuando preventivamente contra esos terroristas, para evitar que hagan daño a nuestro pueblo y a nuestro país […] trabajaremos estrechamente con aliados y amigos, para dejar claro que todos los actos de terrorismo son ilegítimos para que haya de ser visto de la misma manera como lo ha sido la esclavitud, la piratería o el genocidio […] Cuando los gobiernos se encuentran en la lucha contra el terrorismo más allá de sus capacidades, vamos a igualar su fuerza de voluntad y sus recursos con toda la ayuda que nosotros y nuestros aliados podamos proporcionar” 253.

252 253

NYE (2003), página 211. BUSH (2002), página 13

105

Estas declaraciones esbozarían que la posición singular de Washington se desarrollaría a partir de dos estrategias: por un lado, los ataques preventivos y, por otro, la disuasión de los potenciales adversarios. La primera sería más proactiva y se centraría en la amenaza del terrorismo internacional y en los Estados que sean incluidos en la lista que se denominaría Eje del Mal (como Irán, Corea del Norte, etc.). La segunda estrategia se implementaría en relación a otras potencias que pudiesen menoscabar la posición de primacía de Norteamérica (por ejemplo China); la conducción frente a esa situación debía basarse en las técnicas de disuasión y contención. Una nueva era de crecimiento económico global a través del libre mercado y el libre comercio sería el título del sexto apartado del documento. Esta sección apuntaría a la promoción del libre mercado más allá de Estados Unidos. Para ello, la estrategia consistiría en alentar el establecimiento de marcos regulatorios que fomenten la inversión, la innovación y el espíritu emprendedor. En ese sentido, condicionaría el crecimiento económico global con la estabilidad de los mercados emergentes. Por ello incitaría a que los flujos internacionales de capital de inversión amplíen el potencial productivo de esas economías subdesarrolladas. Además, a través del fortalecimiento del comercio se buscaría el desarrollo, por eso asumiría el compromiso de hacer las reformas necesarias para que el F.M.I. simplifique las condiciones para el otorgamiento de créditos, centrando la “estrategia crediticia en lograr el crecimiento económico a través de políticas sólidas fiscales y monetarias, la política cambiaria y la política del sector financiero” 254. Este discurso quedaría plasmado con la estrategia que desarrollaría junto a los Organismos Internacionales de crédito (F.M.I, B.M.). El crédito como fundamento de la sociedad internacional, como motor del desarrollo mundial.

2- La fabricación de la deuda El trabajo de Maurizio Lazzarato sobre la deuda ilustra cómo la racionalidad neoliberal “ha promovido la integración del sistema monetario, bancario y financiero mediante técnicas que traducen la voluntad del hacer de 254

Ibídem, página 18.

106

esa relación [acreedor-deudor] un objetivo político” 255. La deuda como expresión de una relación de poder específica funcionaría como un dispositivo de producción y gobierno de las poblaciones. La transformación de las subjetividades individuales y colectivas se ejercería en un marco donde el deudor es libre, sin embargo, sus comportamientos estarían definidos por la legislación en que la deuda es contraída. El autor indica que: “El poder del acreedor sobre el deudor se parece mucho a la última definición del poder en Foucault: acción sobre una acción, acción que mantiene ‘libre’ a aquel sobre el cual se ejerce el poder. El poder de la deuda nos deja libres y nos incita y empuja a actuar para que podamos cancelar nuestras deudas […] El neoliberalismo gobierna a través de una multiplicidad de relaciones de poder: acreedor-deudor, capital-trabajo, Welfare-usuario, consumidor-empresa, etc. Empero, la deuda es una relación de poder universal, porque todo el mundo está incluida en ella: aun quienes son demasiado pobres como para tener acceso al crédito deben pagar intereses a acreedores ante la necesidad de reembolsar deuda pública” 256. En

ese

sentido,

lo

universal

de

la

deuda

se

construye

desde

la

transnacionalización que no reconoce fronteras estatales y que, por ende, actúa a escala planetaria. Por ello,

la economía de la deuda interviene,

indistintamente, en zonas geopolíticas o poblaciones. Como tal, consistiría en una técnica de presión, tanto de sujetos colectivos como de individuos. Para el autor, el crédito internacional ha reconfigurado el poder soberano al neutralizar las prerrogativas exclusivas de la soberanía monetaria. En ese sentido señala que las “finanzas se apropiaron de la mayor parte de las funciones de la moneda bancaria, a tal punto que la política de los bancos centrales ha quedado fuertemente condicionada por la demanda de liquidez de la esfera financiera” 257. Asimismo, la soberanía monetaria también es objeto de las finanzas. El poder del Estado se habría restringido con la continua intervención de agencias calificadoras de riesgo, de inversores financieros y de Organismos Internacionales (como el F.M.I.) donde la elección de políticas 255

LAZZARATO, Maurizio (2013) La fábrica del hombre endeudado. Ensayo sobre la condición neoliberal. Buenos Aires: Amorrortu. Páginas 27-28. 256 Ibídem, páginas 38-39. 257 Ibídem, página 112.

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monetarias se realizaría en función de los programas económicos que habrían sido negociados fuera del territorio de ejecución; la “‘independencia’ del Banco Central frente al Tesoro [Estado] es, en realidad, el nombre de su dependencia de los mercados” 258. Con ello, un nuevo escenario se percibe con la reestructuración que el orden financiero impone sobre el gobierno de las empresas: la primacía del accionista por sobre el directivo, es decir que hay una subordinación de la gestión empresarial en función del interés del accionista. Son las instituciones financieras “quienes deciden, mandan y ordenan las formas de valorización, los procedimientos contables, los niveles salariales, la organización del trabajo, los ritmos y la productividad de la empresa” 259. Igualmente, bajo ese marco, se produce una nueva transformación que consiste en el cambio gradual de derechos sociales (salud, educación, etc.) en deudas sociales que, a su vez, muta al usuario en deudor. Donde, finalmente, la deuda remitiría a una disciplinarización de un estilo de vida que implicaría un trabajo de sí mismo, la producción de una subjetividad específica. Por lo tanto, “en la reconfiguración de los poderes soberano, disciplinario y biopolítico, la economía de la deuda abarca a la vez una función política, productiva y distributiva” 260. Esta forma de comprender la economía política internacional permite ver el otro aspecto que compone el ensamblaje del dispositivo de seguridad que ha promovido la racionalidad neoliberal bajo la conducción de conductas que Estados Unidos, en su posición de primacía mundial, ha ejercido en el gobierno de la sociedad internacional.

3- Gobernanza global David Held y Kevin Young plantean que la seguridad y las finanzas, en un determinado nivel representan “dominios colectivamente compartidos que unen diversas poblaciones, intereses y preocupaciones, formando una comunidad mundial del destino, la base misma de la globalización contemporánea” 261. 258

Ibídem, página 113. Ibídem, página 117. 260 Ibídem, página 121. 261 HELD, David; YOUNG, Kevin (2013) ¿Transformar la gobernanza mundial? Déficits estructurales y los desarrollos recientes en seguridad y finanzas. En Joseph Stiglitz y Mary Kaldor (editores) La búsqueda de la seguridad. Buenos Aires: Paidós. Página 464. 259

108

Estos autores argumentan que existen déficits entre la conducción, coordinación y el control de los mecanismos a nivel global y la amplitud de los riesgos que habría que gobernar. Esa situación puede ser evaluada a partir de dos escenarios: un déficit cíclico y un déficit estructural. A modo de ejemplo, el déficit cíclico ocurre cuando un Estado no puede cubrir los gastos con lo que recauda, como consecuencia de una desaceleración económica. Por otra parte, un déficit estructural acontece, cuando la economía está en “su pleno potencial; pero

representa

una

posición

de

déficit

persistente,

en

la

que,

independientemente de que la economía mejore o no, el déficit persiste” 262. Los déficits estructurales de seguridad y finanzas mundiales se mantendrán a pesar de que las decisiones y regímenes cambien en el futuro. En ese sentido, dan un ejemplo: “si el contenido neoliberal de la cooperación regulatoria de las finanzas internacionales cambia, esto puede traer mejoras, pero es poco probable que se ocupe de los más profundos déficits estructurales de la gobernanza que quedan, como la habilidad de generar capacidad de gobernanza para abordar apropiadamente los problemas de riesgo sistémico. De forma semejante, si la cooperación multilateral es fortalecida en un ambiente de seguridad internacional impulsado de manera menos unilateral, esto puede llevar mejoras a este dominio de la gobernanza también, pero no cambiará los problemas fundamentales del sistema, los déficits ‘estructurales’ de la gobernanza”. 263 Este abordaje permite observar cuáles son las limitaciones que, bajo la expansión de la racionalidad neoliberal, la transnacionalización de la economía y las amenazas planetarias deben enfrentar para gobernar los riesgos mundiales. La gobernanza mundial de las finanzas es producto de la interconexión incitada por la globalización de los mercados mundiales, de la integración de las reglas e instituciones que dirigen y regulan la actividad financiera global. Sin embargo, esta forma de conexión mundial no sólo hace partícipe de sus beneficios a escala planetaria, sino también contagia los riesgos a gran 262 263

Ibídem, página 465. Ibídem, páginas 465-466.

109

velocidad. Lo paradójico es la falta de control a pesar de la existencia de diversas instituciones y foros multilaterales, tendientes a coordinar y ejecutar los esfuerzos para la regulación financiera global 264. Se podrían rastrear los riesgos de la gobernanza financiera mundial en la fragmentación institucional: algunos organismos, como el F.M.I., han desarrollado sus actividades bajo los auspicios de la O.N.U.; otras, como el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea (1974) han sido creadas como una reacción directa a los efectos de contagio de las quiebras bancarias. Mientras que existen aquellas, como la Junta de Normas Internacionales de Contabilidad, que expresan las voluntades autorregulatorias del sector privado. Ellas, sin duda, han realizado acciones conjuntas, como coordinar políticas monetarias, sin embargo, ante los riesgos económicos globales generados por las particularidades de países angloamericanos, “las instituciones existentes […] no los contuvieron, sino que más bien ampliaron el modelo regulador de esos países y lo convirtieron en un modelo para el patrón mundial” 265; de hecho, la receta ante cualquier crisis generada, habría sido una mayor desregulación. Asimismo, esa fragmentación se ha visto agravada debido a que los principales organismos de la regulación financiera habrían adoptado un modelo exclusivista para la forma en que dichas instituciones deberían ser manejadas, que se manifestaría en los mecanismos de toma de decisión. El caso del F.M.I. refleja esta situación, debido a la regla “mayor cuota, más votos”, Estados Unidos ha podido ejercer influencia en las políticas que habría de impulsar este Organismo Financiero 266. Para los autores, lo que sorprende del gobierno financiero es el modo en que los problemas que se suscitan no son abordados sistemáticamente. En esa dirección reconocen dos problemas: el primero de ellos es que la regulación financiera efectiva tiene que ser llevada a la práctica sobre una base 264

“Existe una institución para ocuparse de las bolsas de valores (la Organización Internacional de Miembros de la Comisión de Valores), otra para la contabilidad (la Junta de Normas Internacionales de Contabilidad), otra para el lavado de dinero (el Grupo de Acción Financiera), y otra para regulaciones financieras (el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea). Algunas instituciones, como el Banco de Pagos Internacionales y el Foro de Estabilidad Financiera, han existido como organismos mundiales que tratan de monitorear e investigar riesgos financieros globales y de difundir ideas. Pero su habilidad para guiar la constelación de instituciones existentes ha sido débil, en el mejor de los casos”. Ibídem, páginas 469-470. 265 Ibídem, página 471. 266 Otro ejemplo para verificar la influencia norteamericana es el acuerdo, tácito, con Europa en el que máxima representación en el Banco Mundial le “pertenece” a Estados Unidos y de igual manera, para Europa, la del Fondo Monetario Internacional.

110

macroprudencial.

Esto

significaría

que

la

regulación

devendría

del

reconocimiento de que el sistema bancario es un todo coherente y cambiante y que, por su naturaleza, necesitaría mayor coordinación entre todos los ámbitos de finanzas y jurisdicciones nacionales. Regular el sistema financiero global significaría “evaluar las interrelaciones de los bancos con la economía como un todo, y ver los procesos de ‘nivel emergente’ funcionando en el complejo sistema adaptativo que es el financiero” 267. El desafío macroprudencial requeriría un cierto grado de monitoreo, regulación y aplicación que supere la fragmentación y la capacidad de implementación. El segundo problema es la naturaleza problemática de la relación de los ahorros y la demanda en el mundo. Esta cuestión se refiere al “inconexo patrón de déficits y excedentes de cuenta corriente que han crecido en la economía mundial en la última década y media” 268. Esto significa que existe una gran brecha entre los niveles de consumo y demanda de los países desarrollados y el resto del mundo, lo que implicaría que ese desequilibrio global lleve a que la economía mundial quedase estancada, amenazando la sustentabilidad planetaria 269. Ante ello, se ha acordado que la deuda pública, los déficits fiscales y la deuda privada, constituirían un conjunto de indicadores que advertirían futuras crisis. Si la gobernanza del sistema financiero integraría el marco general del crédito internacional, la gobernanza mundial de la seguridad aseguraría las condiciones para la resolución de los conflictos y la violencia global. El dominio de la seguridad, a diferencia del financiero, posee una organización, sin embargo el problema se manifiesta en la capacidad de acción. Las instituciones y reglas que gobiernan reflejan dilemas que corresponderían a un mundo que ya no existe. “La soberanía fue reconfigurada y repensada, ya no como el poder efectivo sino como la autoridad legítima, es decir la autoridad que sostiene valores democráticos fundamentales y estándares de derechos humanos. La ley de la guerra y el régimen de los derechos 267

Ibídem, página 478. Ibídem, página 479. 269 El ejemplo que dan los autores plantea que “esos desequilibrios contribuyeron de manera significativa a la crisis financiera misma, porque países deficitarios pudieron alimentar sus bonanzas de crédito, en gran medida, gracias a los altos flujos de excedentes de ahorro de Asia Oriental”. Ibídem, página 479. 268

111

humanos se combinaron para reformar el significado del poder y de la violencia en el orden de posguerra, delimitando en principio no solo el comportamiento de los Estados en tiempos de guerra, sino de todos los actores no estatales. Así, pues, quedó establecida la base para repensar el significado de la seguridad” 270. Será en este contexto que la seguridad ya no implicaría la guerra como fundamento de las relaciones internacionales, como lo fue bajo la racionalidad promovida por la Razón de Estado, sino más bien pasaría a referirse a: “la protección y el cuidado del interés de cada persona en la autodeterminación, los derechos humanos y las libertades fundamentales. Por lo tanto, la historia de la seguridad desde 1945 es la historia del desarrollo de los nuevos conceptos que buscaban modificar la idea de la seguridad como seguridad del Estado, para centrar el foco en la seguridad de todas y cada una de las personas, en la seguridad humana” 271. A pesar de este cambio en la concepción securitaria, gran parte de las fuerzas armadas del mundo han continuado desarrollando estrategias geopolíticas basadas en el conflicto interestatal. Del mismo modo en que la gobernanza financiera se ha caracterizado por la fragmentación de sus instituciones, en la gobernanza de la seguridad también ha persistido dicha característica. El multilateralismo se ha estado concretando de acuerdo a necesidades ad hoc y la poca cooperación existente se ha visto relegada a la intervención con objetivos políticos y no tanto humanitarios, como consecuencia de la doctrina Bush. De hecho, el modelo que ha prevalecido orienta las capacidades militares y tecnológicas para enfrentar “fuerzas físicas en espacios y tiempos discontinuos y limitados. En estos tiempos, este modelo no puede funcionar en muchas áreas donde más se necesita la seguridad” 272, por esto, se precisaría crear capacidad militar fundada en el ideal de cooperación y colaboración de las fuerzas armadas, donde el énfasis debería estar puesto en garantizar la seguridad de las poblaciones y no en soberanía estatal.

270

Ibídem, página 482. Ibídem, página 482. 272 Ibídem, página 484. 271

112

4- ¿Es inútil sublevarse? 273 Al final del capítulo anterior se había mencionado que la constitución de un sujeto sin sujeciones habría de irrumpir en la escena internacional y que se erigiría a partir de la corriente globalifóbica. Michel Foucault, en 1979, habría planteado que: “Las sublevaciones pertenecen a la historia. Pero, en cierto modo, se le escapan. El movimiento mediante el cual un solo hombre, un grupo, una minoría o un pueblo entero dice ‘no obedezco más’, y arroja a la cara de un poder que estima injusto el riesgo de su vida tal movimiento me parece irreductible-. Y ello porque ningún poder es capaz de tornarlo absolutamente imposible […] Y también porque el hombre que se alza carece finalmente de explicación; hace falta un desgarramiento que interrumpa el hilo de la historia, y sus largas cadenas de razones, para que un hombre pueda ‘realmente’ preferir el riesgo de la muerte a la certeza de tener que obedecer” 274. Es a través de estas palabras que, junto a lo que ya se expresó sobre la empresa de no ser gobernado de determinada manera, se podría comprender el carácter que las contra-conductas, como nuevas prácticas de subjetivación han adoptado. En este sentido: “Todas las formas de libertad adquiridas o reclamadas, todos los derechos que se hacen valer, incluso los relativos a cosas aparentemente menos importantes tienen, sin embargo, ahí un último punto de anclaje, más sólido y más próximo que los ‘derechos naturales’. Si las sociedades se mantienen y viven, es decir, si los poderes no son en ellas ‘absolutamente absolutos’, es porque, tras todas las aceptaciones y las coerciones, más allá de las amenazas, de las violencias y de las persuasiones, cabe la posibilidad de ese movimiento en el que la vida ya no se canjea, en el que los poderes no pueden ya nada y en el que […] los hombres se sublevan” 275. En ese aspecto, la idea de contra-conducta comprendería la lucha contra los procedimientos instaurados para conducir a los demás. Lo que se pretendería 273

Subtítulo tomado de FOUCAULT, Michel (2010c) ¿Es inútil sublevarse? En Michel Foucault Obras esenciales, Volumen III. Madrid: Editorial Paidós. 274 Ibídem (2010c), página 861 275 Ibídem (2010c), página 861

113

es escapar al modo en que se es conducido pero, al mismo tiempo, establecer, para sí mismo, la forma en que habría de conducirse con respecto a los demás. Laval y Dardot indican que a la gubernamentalidad neoliberal hay que oponerle un doble rechazo: “negativa a conducirse, para con uno mismo, como empresa de sí; y negativa a conducirse para con otros, de acuerdo con la norma de la competencia” 276. Asimismo, habría de tener presente que las subjetivaciones

individuales

están

vinculadas,

con

las

subjetivaciones

colectivas. Por lo tanto, la invención de otros modos de vida debería ser una resubjetivación colectiva ya que es allí donde se podrían fundir diversas formas de cooperación. Entonces, el gobierno de los hombres podría ordenarse de acuerdo a múltiples horizontes que generarían una nueva ética, diferente a la de la maximización del rendimiento. Para los autores, “las prácticas de ‘comunización del saber’, de asistencia mutua, de trabajo cooperativo, pueden esbozar otra razón del mundo” 277. La codificación de esas múltiples fuerzas sociales rompería con el esquema de la racionalidad gubernamental neoliberal, como así también con la estructura de la sociedad internacional. Ante ello, Enara Echart Muñoz plantea que los movimientos sociales internacionales abren vías en temas relacionados a derechos humanos, medio ambiente, bienes públicos globales, desarrollo y participación ciudadana. Se trataría de “emergentes movimientos ciudadanos a escala mundial, englobados en el amplio movimiento que lucha contra la globalización neoliberal. La aparición de tales sujetos se [encuadraría] en el actual debate sobre la democracia y participación” 278, donde su ejercicio no podría limitarse a la esfera estatal, sino que habría de extenderlas a un contexto más amplio. Esas demandas han cambiado el papel que tenía el individuo en las relaciones internacionales ya que éste ha tratado de forjar nuevas bases para el surgimiento de una sociedad civil global. El contexto de emergencia de una cierta coordinación mundial han sido las numerosas marchas que acompañan, desde Seattle en 1999, las cumbres internacionales (Davos, O.M.C., etc.), y que han tenido como fin evitar y que se formalicen tratados. Sin embargo, otros 276

LAVAL; DARDOT (2013), página 406. Ibídem, página 409. 278 ECHART MUÑOZ, Enara (2008) Movimientos sociales y relaciones internacionales. La irrupción de un nuevo actor. Madrid: Los libros de la Catarata. Página 26. 277

114

canales se han establecido, como los Foros Mundiales de Porto Alegre, donde el objetivo habría de ser la concepción de redes de solidaridad entre individuos de diferentes Estados, bajo la consigna de que “otro mundo es posible”. El crecimiento de los movimientos sociales internacionales estaría ligado al desarrollo tecnológico de las comunicaciones y la progresiva consciencia de la necesidad de afrontar los problemas mundiales cooperativamente. Como agentes de cambio, ayudarían a “transmitir información ofreciendo un red de relaciones sociales para la difusión de ideas y prácticas, y facilitando la movilización, y [transmitirían] normas y valores sobre la participación en la toma de decisiones y en la ejecución de las políticas” 279 que ayudarían a un proceso de democratización con mayor participación ciudadana. De acuerdo a E. Echart Muñoz,

las

principales

características

de

los

movimientos

sociales

internacionales serían, en primer lugar, la creación y movilización de redes globales como una esfera pública transnacional en la que se reunirían para el intercambio de información, para mantener en contacto a diversos colectivos alrededor del mundo, para señalar problemas globales comunes. En segundo lugar, la participación en los espacios políticos multilaterales en los que se prevé la presentación de agendas temáticas. Finalmente, la potenciación de la participación pública implicaría el fomento de la transparencia en la democracia a través de la fiscalización continua de los ciudadanos. La creciente influencia en la constitución de la agenda internacional, evidenciada, por ejemplo, con la introducción de temas relacionados al género o al medio ambiente, por parte de este nuevo actor de la política mundial permitiría

vislumbrar

una

mayor

“democratización”

en

las

relaciones

internacionales. Por ello, el establecimiento de una ciudadanía global consciente de que posee derechos y obligaciones reconocidos por la sociedad internacional posibilitaría una mayor participación y una mejor organización, que tenderían a una radicalización de estrategias desubjetivantes. Igualmente, se enfrentan a una serie de desafíos que deberían resolver para mantener la independencia en el modo en que despliegan sus prácticas: por un lado, el financiamiento; y por otro, la colonización por parte de intereses no

279

Ibídem, página 56.

115

generalizables. A pesar de ello, esta forma de aprehender la realidad mundial podría generar una dinámica de resistencia que permita sustraerse del control de la gubernamentalidad neoliberal y que, a la vez, promueva una nueva ética de sí. Esta transformación de las identidades podría recodificar las prácticas de autogobierno, lo que se vería reflejado en los lazos que constituirían los movimientos en contra de la tecnología gubernamental de la que intentan escapar.

116

CONCLUSIÓN “El espacio dentro del cual vivimos, por el cual somos atraídos fuera de nosotros mismos, en el que se desarrolla precisamente la erosión de nuestra vida, de nuestro tiempo y de nuestra historia, este espacio que nos carcome […] es en sí mismo un espacio heterogéneo. Dicho de otro modo, no vivimos en una especie de vacío, en cuyo interior sería posible situar individuos y cosas. No vivimos en el interior de un vacío coloreado por diferentes tornasoles, vivimos en el interior de un conjunto de relaciones que definen emplazamientos irreductibles unos a otros y no superponibles en absoluto”280.

El impacto del pensamiento de Michel Foucault en las Relaciones Internacionales recién está madurando. Si bien, como se expresara en el segundo capítulo, ha habido trabajos relacionados a la microfísica del poder, éstos han fallado en trabajar los planteamientos propuestos por el filósofo francés 281. La sociedad internacional es irreductible a los espacios cerrados, como lo son las instituciones carcelarias o militares, todo lo contrario. En tales espacios institucionalizados se podría hacer una microfísica de las relaciones de poder, pero que no aplicaría para la comprensión del sistema internacional. Igualmente, el problema se habría de profundizar hasta que no se publicasen dos de los seminarios en los que habría Foucault de modificar su analítica del poder: Seguridad, Territorio, Población y Nacimiento de la Biopolítica. Esta dificultad se evidenciaría en el libro de Michael Hardt y Toni Negri, Imperio. En su investigación, a pesar de que su interpretación sobre los modos de subjetivación es correcta, caen en una contradicción al vincular esta 280

FOUCAULT, Michel (2010d) Espacios diferentes. En Michel Foucault Obras esenciales, Volumen III. Madrid: Editorial Paidós. Página 1061. 281 Cabe resaltar que, a pesar de esa mala interpretación, el trabajo de Luciano Tomassini, titulado La política internacional en un mundo postmoderno, fue seminal para las investigaciones en América Latina porque advertía que la teoría de las Relaciones Internacionales debía sufrir una transformación de los supuestos con que analizaba la política internacional para que, de esa forma, se pueda comprender el nuevo escenario mundial que se presentaría con la desaparición del Comunismo.

117

herramienta teórica con una metafísica de lo imperial. Castro-Gómez indica que el pensador francés no trata de brindar una concepción del todo social ya que: “para Foucault no existe algo así como una racionalización del conjunto de la sociedad, de modo que la idea de una ‘subsunción real’ del trabajo por el capital, como sostienen Hardt y Negri, le resultaría por completo ajena. Por ello, las prácticas de libertad de las que habla el ‘último Foucault’, aunque hacen referencia a la producción autónoma de la vida, nada tienen que ver con movilizaciones anticapitalistas de gran escala, como quisieran nuestros dos teóricos marxistas. De hecho, Foucault distinguió muy bien entre ‘prácticas de libertad’ y ‘procesos de liberación’. No descartó que la libertad y la liberación pudieran marchar juntas, pero sí dejó claro que las prácticas de libertad no se subordinan a cuestiones de orden molar como la lucha de clases […] Las prácticas de libertad tienen que ver con el modo en que los sujetos son capaces de ‘des-sujetarse’ del poder que los subordina a un nivel molecular” 282. Estos planteamientos teóricos-metodológicos y prácticos han sido el desafío que esta investigación tuvo que eludir. Las estrategias para ello consistieron, en primer lugar, en elegir un método que se erija a partir de un escepticismo sistemático ante los universales antropológicos, es decir que no admita que existe algo en la constitución del orden social que sea indispensable o que tenga pretensiones universales de verdad. En segundo lugar, en relación a lo anterior, tener en cuenta que los sujetos se encuentran insertos en campos de experiencia que se modifican continuamente de acuerdo a causalidades estructurales que tensionan las condiciones en que el objeto y el sujeto se constituyen. Por último, conformar el dominio del análisis a partir de las prácticas, entendidas “a la vez como modo de obrar y de pensar, que dan la clave de inteligibilidad para la constitución correlativa del sujeto y del objeto” 283. Todas estas presunciones teóricas-epistemológicas permitieron aprehender los diferentes modos de objetivación del sujeto; asimismo se pudo estudiar las técnicas y procedimientos que se emplearon en diferentes espacios, ya sea en

282

CASTRO-GÓMEZ (2010b), página 227. FOUCAULT, Michel (2010e) Foucault. En Michel Foucault Obras esenciales, Volumen III. Madrid: Editorial Paidós. Página 1002.

283

118

un contexto mundial o estatal, para actuar sobre el comportamiento. Lo que favoreció al reconocimiento de actores que otras teorías del mainstream de las Relaciones Internacionales no hubieran tenido en cuenta. De hecho, se pudo constatar que las relaciones de poder, manifestadas en prácticas que pueden ser o no discursivas, operan en el nivel de la conducción de la conducta que, por sus estrategias, gobiernan sobre todos y cada uno de los sujetos. Por medio de la reflexión sobre los aspectos epistemológicos y ontológicos

se

abrió

el

espacio

para

introducir

la

analítica

de

la

Gubernamentalidad. Esta herramienta teórica asistiría a nuestro trabajo para el rompimiento del discurso de las Relaciones Internacionales con el que se ha investigado en este campo académico. De hecho, posibilitó que aquello con lo que se está acostumbrado a pensar la política mundial, el Estado, sea pensado como un elemento contingente, producto de las múltiples y contradictorias fuerzas que asistieron a su configuración política. Es en esta desnaturalización del Estado que se pudo introducir, en los estudios internacionales, una visión alternativa al estado-centrismo y atenta a los cambios que el sistema mundial sufre, evitando, así, pensar que el equilibrio internacional es la única dinámica posible. Además, dejó en evidencia que, con el análisis de las prácticas, se puede codificar las diversas tecnologías políticas que conformaron una historia de la Gubernamentalidad. Este proceso supuso trabajar con fuentes directas. Con la lectura de los seminarios Seguridad, Territorio, Población y Nacimiento de la Biopolítica, junto al texto ¿Qué es la crítica?, se pudo atender a los objetivos que guiaban nuestra investigación. Sin adelantarnos en este punto, cabe destacar que esta estrategia facilitó la articulación de temas del campo filosófico con el campo de la política mundial. Este se vislumbró cuando se trató, en el capítulo dos, el tema de los ámbitos de la micro, meso y macropolítica, allí se pudo situar la geopolítica como punto de referencia para el tratamiento de las particularidades de los dispositivos, que el Neoliberalismo norteamericano, como tecnología de gobierno, habría de desplegar para la constitución de un orden mundial. Asimismo, el modo en que se conjugaron temas de filosofía política con los propios de los estudios internacionales se pudo observar a lo largo de los tres últimos capítulos. A modo de ejemplo, se puede observar el tratamiento realizado sobre un tema recurrente, la noción de 119

gobierno como conducción de conductas. En este sentido, pensar que esto implica estructurar el campo de acción posible significa que, para que operase, necesitaría de un ámbito en que los sujetos fuesen libres. Esto permitió comprender al Interés Nacional como la forma en que, bajo el Liberalismo, promovería toda una manera de ser y pensar la política nacional e internacional, como lo fue en el caso de Estados Unidos. Igualmente, bajo el Neoliberalismo, como se vio con mayor especificidad en el cuarto y quinto capítulo, el Estado mutaría a operar como empresa, incitando a una reconfiguración estratégica de sus prácticas, a la promoción del capital humano y al despliegue de un dispositivo de seguridad específico. Esta articulación entre dos ámbitos académicos orientada a una lectura de la política mundial buscaba comprender la racionalidad gubernamental planteada por Michel Foucault en relación al orden mundial, a partir de la caída del muro de Berlín hasta la emergencia económica del 2008. La resolución de este primer objetivo comenzó con la introducción de aquello que se llamó la nueva razón del mundo; ésta se ha reflejado en el Neoliberalismo como la forma que ha producido una reorientación estratégica del Estado fundada en la desregulación, privatización y disminución de los impuestos, etc. Este repliegue habría de buscar la creación del mayor número de situaciones de mercado, con el objetivo de dirigir la acción, pública y privada, a ámbitos donde los principios de la economía no tenían injerencia. Con la emergencia de esta nueva práctica gubernamental se instauraría un Estado que evaluaría, garantizaría y regularía las estructuras de sujeción. Al respecto, en el capítulo cinco se trabajó este aspecto teniendo en cuenta que la deuda es expresión de una relación de poder específica, que funciona como una norma orientada a la producción y gobierno de las poblaciones, que debido al proceso de transnacionalización del capital financiero, no reconocería soberanías estatales. De esta manera, se busca que las realidades locales se normalicen de acuerdo al dispositivo de la gobernanza. Éste, conduce al poder a una forma indirecta de ejercicio, que tiene como metas, por un lado, hacer que los sujetos produzcan de un modo eficiente y, por otro, conceder al sector privado la capacidad de producir normas de autorregulación que ocupen el lugar de la ley. Por lo tanto, a través del buen gobierno o buena gobernanza (de la que se dice del Estado que acata 120

esta forma de rearticulación gubernamental) se busca constituir el escenario internacional contemporáneo. Donde los organismos internacionales de crédito, como el F.M.I. o el Banco Mundial, son los encargados de coordinar las formas en que la gobernanza transforma el papel del Estado y, a su vez, el de sus ciudadanos. El segundo objetivo, expuesto al comienzo de este trabajo, era conocer, siguiendo la noción de dispositivo desarrollada por el filósofo francés: ¿cuáles habían sido los mecanismos que orientaron la política mundial en la Posguerra Fría? Al respecto se trabajó a partir de lo que Bush (padre) proyectó como el nuevo orden mundial. La decisión de emplear dicha referencia política era para repensar aquello que, en la introducción, se había expuesto como la encrucijada que Estados Unidos se planteó, entre la dominación o el liderazgo del mundo, que se fundaba en su poderío militar, capacidad económica, innovación tecnológica y en el atractivo cultural. La Grand Strategy norteamericana habría consistido en gestionar las relaciones mundiales en un mundo de desequilibrios geoestratégicos cambiantes. En esto coincidirían dos de los documentos analizados. Por un lado, a pesar de que no habría podido ser implementado, el escrito Defense Planning Guidance redactado por Paul Wolfowitz, esbozaba que la democracia y el mercado debían ser los valores que Estados Unidos tendría que promover en el mundo. Este planteo sería recogido por la administración Clinton y, con las sucesivas apariciones de Estados Fallidos y Estados Canallas (las diferencias están desarrolladas en el cuarto capítulo), pudo ajustar sus objetivos a las necesidades humanitarias. Se arrogaría el deber de gendarme del mundo ante las violaciones de los derechos humanos alrededor del mismo. De esta forma, la guerra dejaría de ser un instrumento para resguardar el statu quo, sino todo lo contrario, sería la herramienta a través de la cual las poblaciones debían ser protegidas. Legitimada

por

las

Naciones

Unidas

se

erigiría

la

práctica

de

la

Responsabilidad de Proteger. A través de ella se justificaría la interrupción de la soberanía estatal. Se entendería que se debe de potenciar la existencia de los individuos protegiendo, en un principio, su vida biológica y luego, con la instauración de la democracia y el mercado, su vida social y política. Los atentados del 11 de septiembre de 2001, con Bush (hijo) como presidente, 121

cambiarían el modo en que se desplegaban las prácticas del dispositivo de seguridad. Bajo el modelo de La Guerra contra el Terrorismo se va a ejercer el gobierno. En nombre de la seguridad se enmarcarían los problemas estatales, el miedo al terrorismo desempeñaría un papel decisivo en la formación de las sensibilidades colectivas y las prácticas políticas. Se gobernaría a través del miedo y por ello se tomarían medidas tales como: la sanción de leyes como el Acta Patriótica, el decreto contra el enemigo combatiente, la guerra preventiva (contra el Eje del Mal). La última pregunta, relacionada con el tercer objetivo de la investigación, se centró en saber, de acuerdo a la idea de resistencia en Foucault, ¿cómo han sido las estrategias que han operado en contra de la racionalidad gubernamental? En primer lugar, esta pregunta apuntaba a trabajar las contraconductas, el arte de no ser gobernado de determinada forma, la actitud crítica que permite recusar y, a la vez, enfrentar las leyes que se pretenden justas pero que lo único que hacen es legitimar una serie de prácticas sociales a partir de las cuales se sujeta a los individuos a través de ciertos mecanismos de poder, articulados a un determinado juego de verdad. Esta aproximación permitió reconocer en el movimiento Globalifóbico, por sus demandas ante el capitalismo financiero global, la fuente de las futuras resistencias (se podría haber incluido la experiencia zapatista pero se trata de un movimiento localizado irrepetible, dada las condiciones por las que surgió). Sin embargo, los globalifóbicos por sus propias características, reseñadas en el cuarto capítulo, no pudieron comprender que la gubernamentalidad postulaba, como advierte L. Nosetto, un poder benévolo, orientado a la felicidad, la prosperidad, la salvación de todos y cada uno; y articulado en un ejercicio a la vez totalizante e individualizante. Por ello, la lucha sólo podría ser eficaz si desarrollaba una ética del cuidado de sí como práctica de la libertad. En segundo lugar y en relación a lo anterior, se pudo identificar a los movimientos sociales transnacionales como posibles luchadores contra los procedimientos instaurados para conducir a los demás. En este sentido, la invención de un modo de vida diferente o contrario al Neoliberalismo debía partir de una resubjetivación colectiva global. Allí se funda el reconocimiento en los movimientos sociales como actores de las Relaciones Internacionales. Al tratar 122

de establecer una consciencia en la sociedad civil global de los derechos que poseen, abarcan estrategias que orientan la agenda internacional, ampliando los temas que se discuten y siendo parte de las respuestas ante los riesgos globales. El involucramiento por otro mundo posible refleja la posibilidad de una mayor democratización de la política mundial, que no es impuesta, todo lo contrario, se estimula y se protege con mayor participación de los individuos que demandan transparencia y acción. Finalmente, esta investigación se concibió como descriptiva ya que procuró comprender la racionalidad gubernamental, analizar los mecanismos de la política internacional y describir la forma en que las contra-conductas funcionaban a nivel global. Asimismo, por la naturaleza de la metodología implementada fue cualitativa. Por ello, se desarrolló sin una hipótesis que deba ser contrastada. Siguiendo las advertencias teórico-epistemológicas, se expuso la cuestión de la estructuración del campo de las posibles acciones a partir de los objetivos que se plantearon en la introducción de este trabajo de tesis. Por todo lo expuesto a lo largo de esta conclusión se puede evidenciar que se sortearon los desafíos que implicaban trabajar sin categorías universales (en este sentido me refiero a un estudio no estatocéntrico), evitar caer en las interpretaciones microfísicas foucaulteanas de la política mundial e introducir la noción de gubernamentalidad. Sobre esto último cabe reconocer que es posible trabajar tres esferas políticas diferente al mismo tiempo, como lo expresara Castro-Gómez: la corpo-política, la bio-política y geo-política. Este ensamblaje permitió entrever con mayor precisión que el despliegue del dispositivo de seguridad norteamericano, en la disposición de un ordenamiento planetario que se cuestionaba entre liderazgo o dominación del mundo, no es correcto. A la luz de analítica de la gubernamentalidad se percibe que, bajo el imperativo del Estado como empresa, el orden del mundo es producto de una tecnología de gobierno (gobernanza). Por lo tanto, teniendo en cuenta los argumentos esgrimidos, estamos en condiciones de afirmar que los objetivos propuestos para esta investigación han sido alcanzados.

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En

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN ............................................................................................... 7

CAPÍTULO 1. UNA ARQUEOLOGIA DEL SABER ........................................... 12 Introducción ........................................................................................... 12 Auge de la Razón .................................................................................. 15

CAPÍTULO 2. CRÍTICA DE LA RAZÓN INTERNACIONAL .............................. 34 Consideraciones previas ....................................................................... 34 Positivismo - Postpositivismo................................................................. 36 Las visiones reflectivistas ...................................................................... 38 El Reflectivismo Radical ........................................................................ 39 El rey sin cabeza ................................................................................... 43 Una historia de la Gubernamentalidad ................................................... 48

CAPÍTULO 3. LA GUBERNAMENTALIDAD .................................................... 56 Introducción ........................................................................................... 56 Del gobierno local al gobierno de lo global ............................................ 61 La nueva razón del mundo .................................................................... 68

CAPÍTULO 4. OMNES ET SINGULATIM ......................................................... 76 La nueva razón del mundo II ................................................................. 76 El gobierno de todos y cada uno ........................................................... 80 Es la economía, estúpido ...................................................................... 84 Ni apocalípticos ni integrados ................................................................ 92

CAPÍTULO 5. VIGILAR Y CASTIGAR .............................................................. 96 América en la encrucijada...................................................................... 96

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La fabricación de la deuda ................................................................... 106 Gobernanza global .............................................................................. 108 ¿Es inútil sublevarse?.......................................................................... 113

CONCLUSIÓN ............................................................................................... 117

BIBLIOGRAFIA .............................................................................................. 124 Recursos electrónicos ......................................................................... 130

132

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