La Gran Guerra y los desafíos del 2014

July 22, 2017 | Autor: Víctor Mijares | Categoría: Geopolitics, First World War, Current Events Analysis
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Descripción

ENERGIZANDO IDEAS | COORDINADOR EDGARDO RICCIUTI |

[ensayo]

| AUTOR Carlos H. Brandt S. |

| AUTOR Víctor M. Mijares |

La Gran Guerra y los desafíos de 2014 ¿Cuál es la relación entre la compleja personalidad del Káiser Guillermo II y la actual disputa territorial entre China y Japón? ¿Por qué el Tratado de Sèvres puede ser la raíz del recrudecimiento de la guerra en Siria? ¿Están los Estados Unidos a las puertas de una nueva etapa de aislacionismo, análoga a la que mantuvo hasta hace un siglo? Un rasgo de la era de la información es que la inmediatez ha arrebatado protagonismo a la reflexión. Comprender lo que pasó ayer fue el principio de la gran prensa que se desarrolló entre los siglos XIX y XX. Saber qué está pasando ahora, es la capacidad de generar información que tienen individuos o unidades de difusión florecientes. La “novomanía” nos hace cada vez más ansiosos y dejamos de conformarnos con saber qué sucede en tiempo real, para comenzar a demandar, cual derecho humano inalienable, qué va a pasar en el futuro inmediato. Tratar de predecir el futuro es una vieja y útil aspiración. El problema es hablar del futuro sin comprender el pasado. El objetivo de este ensayo es vincular con la I Guerra Mundial los procesos geopolíticos que siguen desarrollándose en 2014. Pretendemos conmemorar el centenario de la I Guerra Mundial y establecer una plataforma de las causas histórico-políticas de lo que presenciaremos en los próximos meses.

Los parisienses admiran el desfile del victorioso ejército francés en los Campos Elíseos. 14 de julio, 1919 ilustración AFP

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ENERGIZANDO IDEAS La rivalidad moderna entre China y Japón, así como el actual conflicto sirio, tienen su raíz en los efectos de la Gran Guerra La guerra que no acabó con todas las guerras Hace cien años el entusiasmo embargaba a Europa. ¿Y cómo no iba a ser así si la ciencia había traído esperanza? La calidad de vida del europeo medio ascendía, el comercio florecía y la salud mejoraba. Pero las maravillas modernas de la Belle Époque parecían incompletas. Desde que Napoleón fue derrotado en Waterloo, las tres potencias que habían honrado con sangre y pólvora ese campo de batalla: el Reino Unido, Francia y Prusia, habían cambiado enormemente. La primera se convirtió en un imperio colonial ultramarino sin precedentes en la historia de la humanidad. La segunda superaba su inestabilidad política y al fin se había constituido como república. Y la tercera capitalizó una herencia militarista para convertirse en una potencia mundial con la unificación alemana. Pero la desigualdad y el miedo son compañeros que no abandonan a la humanidad, ni siquiera en los mejores momentos de progreso. Así como hoy generalmente se piensa que las grandes guerras son obsoletas, pues la última culminó hace sesenta y nueve años, en 1914 se cumplían noventa y nueve desde el fin de las napoleónicas. Como el terror nuclear era desconocido entonces, una guerra, vista casi como una batalla final, generaría los equilibrios necesarios entre los imperios, para evitar la secuencia de crisis y crecimiento descontrolado de un tejido de alianzas secretas que todos conocían, pero que no podían predecir ni controlar. Ese multipolar enredo debía ser cortado como el nudo gordiano, con la espada de un emperador predestinado. El problema era que el cargo tenía muchos pretendientes. La guerra que debía acabar con todas las guerras le falló a vencedores y vencidos. Deshizo imperios y generó mayor precariedad en la seguridad internacional. El rencor y la desconfianza engendraron la II Guerra Mundial. Esa guerra que no cumplió, al menos nos dejó lecciones para interpretar las causas y consecuencias de la política mundial actual.

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Siria y la relación entre 1914 y 2014 Na hay perspectivas de ser este el año final de la guerra siria; por el contrario, el conflicto recrudecerá por las tensiones derivadas del jaque diplomático y militar ruso; las conversaciones nucleares entre Occidente e Irán, aliado de Bashar Al-Asad; la resistencia europea a involucrarse; el financiamiento saudí y qatarí a los rebeldes; y el cisma de estos últimos entre revolucionarios laicos e islamistas. Las causas del conflicto, iniciado en 2011, tienen raíces históricas vinculadas a la Gran Guerra. La Sociedad de las Naciones,

producto diplomático de la postguerra, asignó al Reino Unido y Francia la administración de los territorios árabes del fenecido Imperio Otomano. Siria y el Líbano fueron mandatos franceses, mientras que la región de Palestina e Iraq fueron británicos. Las delimitaciones siguieron los principios de repartición territorial que las potencias coloniales conocían y que habían practicado en el periodo previo a 1914:

segmentar a las poblaciones y favorecer a minorías largamente oprimidas. La alianza de los alauitas con las fuerzas coloniales francesas fue fructífera para ambos. Los segundos obtenían tropas nativas motivadas y leales, mientras que los primeros lograron autonomía política y fuerza militar que décadas después les darían el acceso al poder. Gobernar como minoría es una tarea ardua, pero obtener una victoria militar en esa condición desventajosa lo es más. No obstante, y gracias a un largo proceso de ascenso socio-político, los alauitas de Asad están mejor organizados y son más ambiciosos que sus enemigos internos. El conflicto actual es parte de uno mayor entre sunitas y alauitas; una revancha histórica que se remonta hasta la derrota otomana. Esta situación viene creando un equilibrio estratégico que amenaza con prolongar y recrudecer la guerra.

A 100 años de la Gran Guerra, Siria recuerda que la paz sigue siendo un anhelo.

¿Y qué tienen que ver China y su futuro con la Gran Guerra? La participación china en la guerra de 1914-1918 fue marginal, por la distancia con respecto a los principales teatros de operaciones y, sobre todo, por su impotencia. La hoy potencia asiática se encontraba en una situación muy diferente hace

ENERGIZANDO IDEAS un siglo. China era menos que un Estado soberano, pero más que una colonia. Su estatus era dudoso, pues en el caso de los protectorados se supone la existencia de un Estado protector y otro protegido, pero el chino era un caso de ocupación múltiple, en donde las grandes potencias tenían una porción de territorio y/o mercado. El inicio de hostilidades en Europa supuso una ventana de oportunidad para que la incipiente República de China, fundada apenas en 1912, intentara reorganizarse y restaurar su poderío perdido. Japón también tendría su oportunidad ante la retirada de los europeos. Las turbulencias internas que llevaron a la dictadura, e incluso a la restauración monárquica, se combinaron con las aspiraciones y las capacidades japonesas.

tre idealismo y realismo que existe en el Departamento de Estado, como lo señaló Henry Kissinger, se suma una vocación aislacionista frustrada. El discurso de despedida de George Washington es considerado su testamento político. En éste, el estadista instó a sus compatriotas a mantenerse al margen de los asuntos de Europa. Por un siglo las acciones militares del país se limitaron al hemisferio occidental. Pero la Gran Guerra era un evento que amenazaba sus intereses presentes y futuros, al tiempo de ser una oportunidad para demostrar que el relevo anglosajón se había materializado más allá del aspecto económico. No obstante el protagonismo diplomático y militar estadounidense en la fase decisiva de la guerra, el aislacionismo volverá a

La Rusia de Putin este año toma ventaja por las inhibiciones occidentales La I Guerra Mundial favoreció desde el principio a Tokio, y ello dio paso a una lucha entre la expansión japonesa y la resistencia china, en sus versiones nacionalista y comunista. Esta rivalidad moderna tiene su raíz en los efectos de la Gran Guerra. 2014 ha sido un año de alta tensión entre China y Japón. La primera experimenta las consecuencias de un régimen cerrado, que ha gozado por mucho tiempo de tasas de crecimiento económico impresionantes. El segundo ha entendido que la defensa de sus intereses pasa fundamentalmente por sus propias capacidades. Las tensiones históricas y el nacionalismo chocan en las islas Diaoyu, para los chinos, o Senkaku, para los japoneses. La tesis del “auge pacífico” de China se encuentra bajo fuego, pues la reacción natural de una gran potencia es de extremo celo cuando se trata de prestigio y territorio. La doctrina de pivote asiático de los EEUU, y las relaciones del cinturón de democracias en AsiaPacífico (India-Australia-Japón), forzarán acciones diplomáticas y demostraciones de fuerza por parte de China en los próximos meses. Esas mismas acciones pueden ser elementos de cohesión interna de cumplirse los augurios de protestas importantes en China. Estados Unidos: Una frustrada vocación aislacionista EEUU es un país de contradicciones, sobre todo en política exterior. A la tensión en-

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ser la tendencia hasta el ataque japonés a Pearl Harbor en 1941. La Guerra Fría, junto con las responsabilidades y ventajas que los EEUU obtuvieron del declive europeo (lo que les dio la oportunidad histórica de ser los principales arquitectos de la institucionalidad del sistema internacional), no permitieron que la superpotencia volviese a descansar en el aislacionismo. Este 2014 está siendo el año de la consolidación pública de una doctrina de compromiso selectivo que se encuentra a medio camino entre lo aconsejado por Washington y lo practicado por George W. Bush.

cen con hacerse cada vez más fuertes, 2014 será el año del poderío naval estadounidense, que acompañará a los drones, y no del poder terrestre. La doctrina del Smart Power, con su clara inclinación al compromiso selectivo, requiere del dominio de los mares. El pivote asiático es la más contundente demostración de ello, pero no la única. La presencia marítima americana y la multiplicación de sus ejercicios navales se harán regulares, pero con un bajo costo político interno. De ese modo podrá preservar su posición como superpotencia militar, pero sin complicadas e impopulares operaciones continentales. Rusia vuelve al futuro Casi como una carrera de relevos, la entrada de los EEUU a la Guerra sucedió en un momento en que el gobierno revolucionario ruso, a cambio de territorio y orgullo nacional, conseguía la paz con las Potencias Centrales. Los objetivos geopolíticos de Rusia, siempre gobernada con puño de hierro, están fijamente ligados a su expansión centro asiática, sus titánicas dimensiones y su desborde amenazante hacia Europa. Modernización técnica sin occidentalización política era el futuro que Nicolás II quería para su imperio. Y aunque esto lo logró la URSS, el sistema colegiado de burocracia autoritaria que sobrevino luego de la muerte de Stalin, se desviaba del modelo personalista de hombres (y mujeres) fuertes. Vladimir Putin encarna el modelo del autoritarismo personalista ruso. Con un interés de consolidación euroasiática y un ánimo de restaurar su tradicional área de influencia, la Rusia de Putin este año toma ventaja debido a las inhibiciones occidentales.

La guerra en Siria es una dura lección para los soñadores. La política internacional no ha sido vaciada de su contenido: ambición e intereses La Casa Blanca ha comenzado a delegar tareas estratégicas a sus aliados, como lo demuestran las intervenciones unilaterales francesas en África y la dura posición de París frente a Damasco y Teherán. Si no surge ninguna crisis de envergadura, no debemos esperar intervenciones militares por parte de los Estados Unidos. Aun y cuando las milicias de la organización “Estado Islámico de Irak y Levante”, amena-

Rusia, Bielorrusia y Kazajistán ya firmaron a fines de mayo el histórico acuerdo para la Unión Económica Euroasiática, que entrará en vigor el 1 de enero de 2015. Los protestantes ucranianos no deben contar con el apoyo real de una Unión Europea bajo chantaje energético y misilístico. El peso económico, demográfico y geopolítico de Ucrania, que probablemente se una al bloque liderado por Rusia, tiene el po-

ENERGIZANDO IDEAS tencial de apresurar el ingreso de países tales como Armenia, Azerbaiyán, Georgia, Kirguistán, Moldavia, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán. La (re)incorporación de estas naciones en un plan de libre intercambio y circulación podría paliar a mediano y largo plazo las deficiencias demográficas rusas, y en el corto plazo seguir demostrando que Moscú tiene la decisión de recuperar su imperio perdido. Los emergentes en una nueva multipolaridad La multipolaridad fue el orden internacional que favoreció el entramado de alianzas, y terminó armando la enorme trampa de 1914. Aquella multipolaridad era peligrosa porque venía acompañada de un culto a la capacidad ofensiva. La tecnología militar había avanzado más rápidamente que la comprensión de sus implicaciones tácticas, por lo que muchos estados mayores reaccionaron con un falso optimismo de una guerra rápida. Bajo esta creencia, la movilización temprana era la mejor opción, precipitando la guerra. La nueva multipolaridad, que con sus efectos está dominando en 2014 y lo hará en los siguientes años, tiene una ventaja para la seguridad internacional: la conciencia sobre el poder de las armas que los Estados poseen. A los llamados BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) se suman los MINT (México, Indonesia, Nigeria y Turquía). Un panorama de alta difusión de poder no es sino una promesa de ingobernabilidad. Los BRICS enfrentarán su primer año de verdadera desaceleración conjunta, mientras que los segundos experimentarán una expansión sin precedentes en su conjunto. Pero lo destacable, y que todos comparten, es el potencial de inestabilidad. El auge de estas potencias, disímiles entre sí, expone una tendencia a mejorar sus condiciones geoestratégicas, en un mundo cada vez menos gobernable desde la cúpula del Consejo de Seguridad de la ONU, al tiempo que experimentan una exuberante tendencia a la corrupción y a las tensiones sociales derivadas de ésta. 2014 parece deparar perturbaciones internas contenidas por grandes eventos deportivos -como las olimpiadas de invierno en Rusia y el mundial de la FIFA en Brasil-; o por factores externos -como la guerra siria en las fronteras turcas, las crisis en África Occidental, o la hipermilitarización de los mares chinos-; pero todos, tanto BRICS como MINT, contribuirán a una mayor dispersión del poder internacional, y

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Un año de contradicciones 2014 está cargado de una atmósfera de contradicciones, lo que consideramos natural si vemos el optimismo ante una supuesta puesta en marcha de políticas de coherencia entre acción y valores en 2011, 2012 y 2013. Revueltas árabes que derrocaron tiranías, intervenciones militares que asistieron a sus pueblos, diálogos nucleares en redes sociales, protestas por una mayor

escudando en su zona de comodidad (Unión Europea). Las contradicciones se darán por la atmósfera de universalidad, globalización y paz generada por los eventos deportivos de este año y el centenario de la I Guerra Mundial. La promesa de los BRICS se materializa, pero podría llegar a destiempo. Los pronósticos para sus economías no son favorables. La paradoja, para los distraídos, es que los PIGS (Portugal, Irlanda, Grecia y España) se recuperan. La contradicción también reside en la conmemoración de un siglo de la Gran Guerra,

expansión del sistema de valores occidental, y millones de ciudadanos que votaron alrededor del mundo, fueron hechos que invitaron a los distraídos a soñar. La guerra en Siria es una dura lección para estos soñadores. La política internacional no ha sido vaciada de su contenido: ambición e intereses. La Rusia de Putin sigue siendo el modelo caudillista a seguir en el siglo XXI, y el chino es el arquetipo de autoritarismo burocrático de nuestros días. Mientras tanto, Occidente se seguirá redefiniendo en sus acciones externas (EEUU) o

en un marco de prolongación en los conflictos del Medio Oriente, las tensiones entre Europa y Rusia por la cuestión ucraniana, y la militarización de Asia-Pacífico. ¿Sugerirá el año 2014 que 1914 fue en vano? Depende de las expectativas. Para los que creyeron que realmente una guerra podría acabar con todas las guerras (sin acabar con la especie que las genera), el 2014 puede ser francamente decepcionante. Nos queda aprender de estos cien años y entender que la realidad se construye de hechos y acciones, y no de ensoñaciones. | PYV |

protagonizarán, paradójicamente, perturbaciones internas que pondrán en cuestionamiento su gobernabilidad.

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