La geografía republicana en Madrid, 1875 - 1890. Movilización política, organización y espacio urbano.

September 12, 2017 | Autor: Oscar Anchorena | Categoría: Historia Urbana, Historia Contemporánea de España, Historia de Madrid, Movilización social
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Descripción

LOS LUGARES DE LA HISTORIA

José Manuel Aldea Celada Carmen López San Segundo Paula Ortega Martínez Mª de los Reyes de Soto García Francisco José Vicente Santos (Coordinadores) Felipe Criado Boado (Prólogo)

Salamanca, 2013 Colección Temas y Perspectivas de la Historia, núm. 3

Coordinadores: José Manuel Aldea Celada, Carmen López San Segundo, Paula Ortega Martínez, Mª de los Reyes de Soto García, Francisco José Vicente Santos. Comité editorial: David Alegre Lorenz, Álvaro Carvajal Castro, Javier González-Tablas Nieto, Amaia Goñi Zabelegui, Óscar Fernández Delgado, Clara Hernando Álvarez, Iván Pérez Miranda. Consejo científico: Enrique Ariño Gil (Universidad de Salamanca), Javier Baena Preysler (Universidad Autónoma de Madrid), Mª Cruces Blazquez Cerrato (Universidad de Salamanca), Carmen Cacho Quesada (Museo Arqueológico Nacional), Antonella Cagnolati (Università di Bologna), André Carneiro (Universidade de Évora), Julián Casanova Ruiz (Universidad de Zaragoza), Leonor Chocarro Peña (EEHAR-CSIC ), Rosa Cid López (Universidad de Oviedo), Mª Soledad Corchón Rodríguez (Universidad de Salamanca), Pablo de la C. Díaz Martínez (Universidad de Salamanca), Ángel Esparza Arroyo (Universidad de Salamanca), Fábio Faversani (Universidade Federal de Ouro Preto), Raúl González Salinero (Universidad Nacional de Educación a Distancia), Mª José Hidalgo de la Vega (Universidad de Salamanca), José Ignacio Izquierdo Misiego (Universidad de Salamanca), Miguel Ángel Manzano (Universidad de Salamanca), Iñaki Martín Viso (Universidad de Salamanca), Esther Martínez Quinteiro (Universidad de Salamanca), Manuel Redero San Román (Universidad de Salamanca), Manuel Salinas de Frías (Universidad de Salamanca). Los textos publicados en el presente volumen han sido evaluados mediante el sistema de pares ciegos. © Los autores © AJHIS © De la presente edición: Los editores I.S.B.N.: 978-84-616-5755-1 Depósito legal: S. 380-2013 Maquetación y cubierta: José Manuel Aldea Celada, Carmen López San Segundo, Paula Ortega Martínez, Mª de los Reyes de Soto García, Francisco José Vicente Santos. Edita: Hergar Ediciones Antema Realiza: Gráficas LOPE

C/ Laguna Grande, 2-12, Polígono El Montalvo II



37008 Salamanca. España Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de esta publicación pueden reproducirse, registrarse o transmitirse, por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea electrónico, mecánico, fotoquímico, magnético o electroóptico, por fotocopia, grabación o cualquier otro, sin permiso previo por escrito de los titulares del Copyright.

La geografía republicana en Madrid, 1875-1890. Movilización política, organización y espacio urbano Republican Geography in Madrid, 1875-1890. Mobilization, Politic, Organization and Urban Space Oscar Anchorena Morales1 Universidad Autónoma de Madrid [email protected] Resumen: La restauración borbónica supuso el desmantelamiento de las estructuras políticas republicanas –partidos, asociaciones y diarios– en un régimen que se abre desde la dictadura a un cierto liberalismo entre 1875 y 1890. El presente trabajo analiza la reconfiguración del tejido asociativo republicano en la ciudad de Madrid y la movilización política plasmada en el empleo del espacio urbano. Así, se busca en el uso de los diferentes “lugares republicanos” de la capital –redacciones de periódicos, cafés y casinos o residencias de los líderes– y en el de los espacios públicos que los republicanos trataron de apropiarse en sus manifestaciones, la relación entre la movilización política, la sociabilidad republicana y la geografía de la ciudad de Madrid. Palabras clave: Republicanismo, movilización, espacio urbano, Madrid, organización política. Abstract: The return of the Monarchy in Spain implied the destruction of all republican structures –political parties, societies and newspapers– in a political regime that moved from dictatorship to a kind of liberalism in the period 1875-1890. In this essay my goal is to analyze the reconfiguration of the republican social network and political movement in Madrid, focusing in the use of urban space. I show connections among different places such as cultural centers, cafés, private residences, newspaper’s head offices and the political struggle against conservative governments and in pursuit of democracy developed by republicans in Madrid. Keywords: Republicanism, Political Movement, Urban Space, Madrid, Political Organization. 1 Becario FPU, Departamento de Historia Contemporánea. Los Lugares de la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.3

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1. Introducción La Restauración borbónica provocó una dispersión general de las fuerzas republicanas. Los partidos y sus líderes, los clubes y los periódicos, fueron perseguidos por las nuevas autoridades en lo que se puede calificar como etapa de clandestinidad2. En 1875 el republicanismo debe recomenzar la tarea de encuadramiento y movilización de las bases. En Madrid, las fuerzas republicanas poseían un fuerte apoyo social, especialmente proveniente de las capas populares de la ciudad. En un contexto de represión y de recorte de las libertades políticas como la primera etapa de la Restauración –finalizada simbólicamente con el restablecimiento del Sufragio universal masculino en 1890– el republicanismo madrileño desplegó distintas estrategias para recuperar la actividad política ciudadana e intentar reconstruir las redes sociales republicanas. La comunicación que presento persigue delinear la “geografía republicana” de aquellos años, estudiando los lugares en que fue reconstruyéndose el tejido asociativo republicano en Madrid y los espacios públicos ocupados en las manifestaciones y reivindicaciones republicanas, con ánimo de profundizar en la relación entre la acción política y el espacio urbano. Así, atenderé a los lugares de especial significación para las movilizaciones republicanas: casinos y ateneos, cafés, residencias de líderes políticos, redacciones de periódicos, embajadas de “repúblicas amigas”, así como calles y plazas de Madrid de especial carga simbólica. Igualmente, trataré de analizar la relación entre la arena política: el espacio en que se desarrolla la conflictiva dinámica de apropiación simbólica de la esfera pública a través de la visibilidad en la calle, y el espacio de residencia de los republicanos –tanto de los líderes más acomodados como de los sectores económicamente más deprimidos–. En estas páginas intentaré responder a cuestiones diversas: ¿qué espacios buscaban ocupar los republicanos en sus manifestaciones públicas y con qué estrategias de acción? ¿Qué lugares de la ciudad albergaban sus centros políticos o de socialización y eran utilizados como escenarios para las actividades políticas menos conflictivas? ¿Qué dinámica sufrió la relación entre la movilización pública republicana y la ciudad de Madrid?

2 ARTOLA, 1991, vol 1: 371. 364

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La forma en que los republicanos utilizaron el espacio y los lugares de la ciudad de Madrid para articular la movilización y la socialización políticas, para visibilizar sus planteamientos, tiene que ver en primer lugar con la naturaleza política del régimen de la Restauración, basado en el liberalismo doctrinario inicialmente y en el fraude electoral cuando supuestamente se democratizaba, poco sensible a las demandas de las capas populares. Tal y como dice Serrallonga: “la represión pura y dura es la única medida básica de la legislación social española hasta 1900”3. En segundo lugar, se relaciona claramente con una interpretación de la “cultura política” republicana y con los mecanismos de construcción y redefinición de las identidades colectivas en la historia de España. La cultura política republicana de comienzos de la Restauración ha sido descrita con gran acierto por Javier de Diego4, quien ha delineado el “suelo axiológico” común republicano y las diferencias existentes en el credo republicano. Siguiendo la definición que da Berstein5, parece clara la relación entre la movilización política, las redes de sociabilidad y la cultura política, lo que hace muy interesante el estudio combinado de tales cuestiones, al cual se consagra este trabajo. El estudio de la sociabilidad se ha mostrado especialmente fecundo y útil en el campo de la historia política del siglo XIX, siguiendo a Agulhon, como parte del instrumental analítico con que abordar una reconstrucción más compleja del mundo político en el empeño de hacer una historia política renovada6. Esta concepción trata de “apostar por una visión más compleja de los caminos a través de los cuales puede discurrir la vida política, ampliando nuestra concepción de ésta y no limitándola a la dinámica de partidos, elecciones o minorías dirigentes de diverso signo”7. En este modo de proceder se insertan obras que brindan intuiciones muy sugerentes a mi trabajo8, ya que muestran en el caso de la ciudad de Barcelona del último tercio del XIX, cómo el estudio tradicional de la 3 SERRALLONGA, 1994: 69. 4 DE DIEGO ROMERO, 2008. 5 La cultura política incluye el credo político y un conjunto articulado de símbolos, relatos míticos, narraciones históricas, pronósticos de futuro, además de un modelo institucional y social propio. BERSTEIN, 1997: 373. 6 NAVARRO, 2006: 278. 7 NAVARRO, 2006: 281. 8 GABRIEL, 1992 y RIQUER, 1992. Los Lugares de la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.3

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lucha política basado en partidos, elecciones y pugna entre elites puede ser enriquecido e incluso rectificarse algunas de sus conclusiones si se estudian los nuevos lugares de socialización y aculturación política que conducen a nuevas formas de acción política. Así, tal y como señala Riquer, cabe preguntarse si los procesos que detecta para Barcelona en los años 80 y 90 del siglo XIX son aplicables de alguna manera a Madrid y si se puede pensar que las elecciones no fueron la vía de expresión política de la mayoría de la población, sino las acciones colectivas con clara voluntad de “intervención en la escena pública ciudadana”9. Las intuiciones que se abren podrían confirmar para el caso de Madrid la revisión de algunas tesis asentadas dentro de la historiografía acerca de la “apatía ciudadana”10 en la Restauración, de la organización republicana y su falta de “influencia política”11. Igualmente, se debería adelantar la fecha de 1890 como año crucial en que se “reactivan las bases republicanas”12 y en que, con la celebración del 1º de mayo, aparecen nuevas prácticas políticas de ocupación pacífica de la calle que ponen de manifiesto la existencia política de los habitantes de una “ciudad excluida”, en contraste con las formas antiguas de violencia tradicional: la algarada y el motín13. El objetivo principal de estas páginas es tratar de imbricar el estudio del despliegue de la acción política republicana en la ciudad de Madrid con el de la extensión de sus redes de sociabilidad y con la interacción entre los sectores republicanos y las autoridades del Madrid de comienzos de la Restauración. Las redes republicanas de la capital lograrían, de acuerdo con la hipótesis central de mi investigación, una fortaleza notable durante el periodo de la Restauración, algo que ha sido relativamente desatendido por la historiografía. La geografía del republicanismo en Madrid debe analizarse atendiendo a su singularidad política: capital del Estado, sede de los poderes públicos y punto de confluencia de numerosos intereses. Las luchas por un espacio público en que se hallaban ubicados los centros de decisión y los símbolos del poder del régimen restauracionista revestirían sin duda gran relevancia. 9 RIQUER I PERMANYER, 1992: 26 y 35. 10 Sostenida por SUÁREZ CORTINA, 1997 o DARDÉ, 2003. 11 DARDÉ, 1974: 433-464 y 2003: 235; y sobre todo CASTRO, 1989: 30. 12 DARDÉ, 2003: 247. 13 Posición explícita, aunque no sólo, en DEL REY, 1994: 288. 366

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Tanto la precaución gubernativa ante posibles acciones contra los lugares centrales de la monarquía como el ahínco republicano por hacer visibles sus demandas en el teatro de la capital pueden explicar la elevada intensidad de la pugna por el espacio urbano madrileño. El Madrid de la Restauración constituye un lugar en constante transformación, desde ciudad provinciana a capital del Estado con procesos de gran interés y complejidad14. La ampliación de la ciudad por tres de los cuatro puntos cardinales corre pareja con la construcción de nuevas y grandes obras, como las Estaciones de Delicias (1880) y Del Norte (1888), el Viaducto de la Calle Segovia (1872-1883) o la Cárcel Modelo (1877-1883), así como el desplazamiento del núcleo geográfico desde el casco histórico hacia el eje Prado-Castellana. Todos los avances llevan a que Madrid defina y explicite la existencia y profunda separación de dos ciudades fuertemente contrastadas: el Madrid de la burguesía por un lado, triunfante en lo económico, con nuevas infraestructuras, que se miraba en el refinamiento de las grandes ciudades europeas y que levanta por doquier enfáticos y lujosos edificios; y, por otro lado, el Madrid proletario hacinado en las cada vez más numerosas barriadas de la periferia en torno a las zonas industriales del sur, en condiciones miserables y con altos índices de mortalidad15. 2. El Madrid republicano a comienzos de la Restauración (1875-1881) La relación entre el republicanismo y el espacio urbano de Madrid sólo puede comprenderse atendiendo a diferentes elementos como el contexto político general; la actitud de las autoridades hacia las manifestaciones públicas republicanas; la propia estructura organizativa de los republicanos, tanto formal como informal; así como las estrategias de apropiación del espacio público desplegadas en su acción política. El tejido asociativo republicano era en Madrid muy nutrido hasta su desmantelamiento, iniciado tras el golpe de Pavía y agudizado con el de Martínez Campos. Durante el Sexenio democrático existieron en Madrid multitud de clubes republicanos y los dirigentes de los Comités de distrito del Partido Republicano (la ciudad se dividía en diez distritos con diez barrios cada uno) superaban ampliamente los dos centenares16. La política 14 Todo análisis desbordaría los límites de este trabajo. Cfr. CARBALLO, PALLOL, ALBARRÁN, 2008. 15 GARCIA GUTIERREZ-MOSTEIRO, 2001: 72. 16 PÉREZ ROLDÁN, 2001: 59. Los Lugares de la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.3

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dictatorial de los primeros gobiernos colocó en trance de desaparecer a las estructuras republicanas: asociaciones (proscritas), periódicos (censurados y perseguidos judicialmente) y partidos o comités (clandestinos). Así, las disposiciones del nuevo régimen afectaron a los derechos de asociación, reunión, manifestación y libre expresión. Los republicanos fueron excluidos de las elecciones desde el primer momento, a excepción de los fieles a Castelar. La Monarquía de Sagunto se construyó, como es sabido, sobre el “liberalismo oligárquico”17 apoyado en el “fraude organizado”18 de las elecciones. La limitación de derechos propia de momentos excepcionales se mantuvo más allá de las disposiciones provisionales de 1875. Así, los decretos sobre imprenta se mantienen hasta la Ley de 1879; los que regulan las reuniones hasta la Ley de 15 de junio de 1880; y para la legalización de las asociaciones políticas hay que esperar hasta 1887. Además, la situación de hostigamiento se agravaba por la interpretación de las leyes que hacía el gobierno. El periódico La Discusión estuvo prohibido desde fines de 1874 hasta el mes de junio de 187919; El Globo, posibilista y poco beligerante, fue suspendido entre julio 1876 y febrero de 1877; El Solfeo, federal dirigido por Antonio Sánchez, desapareció durante el primer semestre de 187820; y El Manifiesto, nacido con el Partido Democrático Progresista en abril de 1880, fue suprimido poco después por el Tribunal de Imprenta21. Las condenas a 20 días de suspensión, al secuestro de los ejemplares y al pago de multas constituían una situación muy común: El Pueblo Español, condenado en febrero de 187622; La Unión, continuador de El Solfeo, en 187923; El Demócrata, posibilista dirigido por Carvajal, y El Fígaro, denunciado en cuatro ocasiones por el fiscal de imprenta y que recibía su segunda condena, suspendidos en febrero de 188024, son algunos de los muchos condenados por los tribunales de imprenta.

17 TUSELL, 1989, vol 1: 33. 18 PRO, 2006: 183. 19 La Discusión, 14 de junio de 1879. 20 El Solfeo, 2 de junio de 1878. 21 SUÁREZ CORTINA, 2000: 76. 22 El Solfeo y El Globo, 11 de febrero de 1876. Este último informa de una multa de 125 ptas. impuesta a La Nueva Prensa por distribuir ejemplares del suspendido El Pueblo Español. 23 El Globo, nº 1215, 13 de febrero de 1879. 24 La Unión, 15 de febrero, La Discusión, 12 de febrero y El Liberal, 17 de febrero de 1880. 368

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El despliegue de las demandas republicanas sobre el paisaje urbano madrileño puede caracterizarse en estos años a tenor del elevado grado de conflictividad existente, lo que daría lugar a diversas actividades que pueden agruparse en dos grandes tipos: actos en lugares cerrados, de poca significación política y carácter más formativo que reivindicativo, caso de las muchas conferencias en sociedades culturales, por ejemplo; y, por otro lado, acciones de manifestación pública con intención de visibilizar las reivindicaciones políticas de los republicanos, que conllevaban un mayor componente de conflicto y violencia. El primer tipo de actividades republicanas llevadas a cabo en el Madrid de la Restauración sería el de mayor carga cultural y menor riesgo personal, al ser relativamente tolerado por el régimen. En esta clasificación, que no quiere ser exhaustiva, he incluido las conferencias y actos políticos de cariz eminentemente formativo o reflexivo –normalmente impartidas por figuras de prestigio intelectual, dirigidas a un público no muy numeroso y celebradas en instituciones de conocimiento como el Ateneo o la Institución Libre de Enseñanza–; otros espectáculos más cercanos al ocio y de más fácil acceso para las personas con menor formación, donde destaca sin duda el teatro; así como las veladas públicas de carácter político organizadas en cafés y restaurantes –el arquetípico banquete decimonónico– que implicaban una mayor organización y desafío a las autoridades, las cuales no por casualidad fueron prohibidas o restringidas en muchas ocasiones. De este último tipo de reunión pública, podría decirse “de interior”, me ocuparé con más detalle en el siguiente apartado. Las actividades de movilización y aculturación republicanas debían disfrazarse al presentarse públicamente, dado el contexto político represivo. Y el mejor elemento para ello en la España decimonónica eran los espectáculos teatrales, la diversión más popular y accesible para muchos ciudadanos. Los republicanos encontraron combustible para mantener la llama de la causa en obras teatrales alusivas, cargadas de simbolismo y mensajes indirectos. Tal es el caso de La Marsellesa, una zarzuela ambientada en la Francia de la Primera República cargada de símbolos, himnos y referencias republicanas, la cual se estrenó por primera vez en febrero de 1876, con “temor de que fuera censurada”25. El éxito ese año será tan grande, según diversos medios

25 El Solfeo, 3 de febrero de 1876. Los Lugares de la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.3

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republicanos y liberales26, que se representará durante varios años en las primeras semanas de febrero, con la intención evidente de que coincidiera con la conmemoración de la República27. Pere Gabriel atribuye la misma intención política a las funciones que se celebraban en Barcelona28. Las figuras eminentes del republicanismo en Madrid encontraron cauces de expresión política a través de conferencias y cursos en asociaciones e instituciones culturales avanzadas que gozaron del permiso gubernativo aunque su auditorio fuera más restringido. Así, en 1878 se pudo asistir a un curso de Historia Contemporánea a cargo del diputado Labra29; o, en 1880, escuchar a Figuerola hablar sobre las constituciones de Suiza y de EEUU en la Escuela de Ciencias Políticas de la Institución Libre de Enseñanza30 y a Alvarado en una conferencia sobre la democracia en el Ateneo de Madrid31, entre otras muchas actividades llevadas a cabo por los republicanos más conocidos dentro y fuera de las Cortes. La situación inicial de persecución y de restricción de libertades se suavizó ligeramente en 1879. Sin embargo, la publicidad de los mensajes republicanos aún resultaba conflictiva, pues el gobierno trataba de dificultarla. La lucha política republicana se trasladó en varias ocasiones a las calles de la ciudad, como veremos, particularmente a su parte más céntrica. Las manifestaciones al aire libre que trataban de llevar a cabo los republicanos estaban sometidas de hecho a una presión muy fuerte. La Circular de 7 febrero de 1875, convertida en Ley el 2 de enero de 1877 –además de prohibir la constitución de asociaciones de “tengan un objeto político”32– establecía como preceptivo el permiso de las autoridades para celebrar cualquier reunión

26 El Globo, El Solfeo, incluso Los Lunes de El Imparcial dedican espacio a La Marsellesa. 27 Por ejemplo, La Unión, nº 155, 9 de marzo de 1879. En el año de 1883, La Marsellesa “hizo furor como siempre”, durante los días 11, 12 y 13 de febrero, con el teatro lleno y el público entusiasmado. El Liberal, 11-14 de febrero de 1883. 28 GABRIEL, 2003: 45. 29 El Globo, nº 856, 14 de febrero de 1878. 30 El Liberal, nº 259, 14 de febrero de 1880. 31 El Globo, nº 1581, 14 de febrero de 1880. 32 Circular del Mº Gobernación, 7 de febrero de 1875, punto 4º. (Gaceta de Madrid, nº 39, p. 340, 8 de febrero de 1875), disponible en: http://www.boe.es/aeboe/consultas/bases_ datos/gazeta.php. 370

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pública en “las calles, plazas, paseos o cualquiera otro lugar de tránsito”33, autorización que no se solía conceder a los republicanos. A fines del mes de diciembre de 1879 se produjeron en Madrid unos acontecimientos que resultan de gran interés para explicar la movilización pública republicana en Madrid: la respuesta popular a una iniciativa francesa de solidaridad desdeñada por el gobierno y el cortejo fúnebre del entierro de un General republicano de gran prestigio. A continuación trataré de analizar ambos sucesos. Unas inundaciones habidas en el Levante español provocaron considerables daños, ante lo que la prensa francesa organizó en París una gran verbena con desfile, espectáculos y otras actividades para recaudar dinero para los damnificados en España. La prensa española quiso corresponder a la solidaridad francesa organizando una jornada de agradecimiento en España, fijada para el 18 de diciembre, engalanando balcones y calles como expresión de gratitud ante el embajador francés en Madrid, Benjamin Jaurès34. Sin embargo, el gobierno prohibió la participación –habitual en otros actos lúdicos o conmemorativos– de las bandas militares de música y tampoco accedió a decorar los edificios públicos en señal de reconocimiento. La actitud del gobierno agitó los ánimos de los republicanos, que se encontraban entre los impulsores de las muestras de agradecimiento a la vecina república. El 18 de diciembre de 1879 una multitud acudió a la embajada francesa, saludó y vitoreó al embajador y lanzó vivas a la República, lo que produjo un detenido35. La concentración republicana marchó posteriormente por el centro de la ciudad, desde la Puerta de Alcalá hasta Sol, pasando después por la Calle del Arenal, la Carrera de San Jerónimo y la Calle de la Victoria, hasta los cafés Francia y París, en el Pasaje de 33 Circular del Mº Gobernación, 7 de febrero de 1875, punto 1º, (Gaceta de Madrid, nº 39, p. 340, 8 de febrero de 1875), disponible en: http://www.boe.es/aeboe/consultas/bases_ datos/gazeta.php. 34 El relato que sigue está basado en los diarios El Liberal, nº 203, La Unión, nº 377, y La Discusión, nº 160, los tres de carácter republicano; y, en El Imparcial, nº 4.503, todos ellos del 19 de diciembre de 1879. El reembajador y Vicealmirante Jaurès, a la sazón primo de Jean Jaurès, célebre político socialista francés y fundador del diario L´Humanité. 35 Lo sucedido hasta ese momento quedó reflejado también por la correspondencia entre el embajador Jaurès y el Ministro de Exteriores francés Waddington. Cfr. Cartas de 17 y 19 de diciembre de 1879, Archives du Ministère des Affaires Étrangères, (La Courneuve, Paris), P/16656, Microfilm. Los Lugares de la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.3

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Matheu. Acudieron seguidamente a las redacciones de los periódicos que habían organizado el acto: El Imparcial, El Globo y El Liberal. Partiendo de Sol, la manifestación discurrió por la Plaza de Sta. Ana, la Calle del Príncipe y la Plazuela de Matute hasta la redacción de El Imparcial. Cuando logran que salga a saludar el director –y tras gritar “viva la República francesa”– siguen el recorrido hasta la redacción de El Globo (en la Plaza del Progreso) y continúan por el casco histórico de Madrid (Calles Toledo y Mayor, Pza. Mayor, Pza. de Oriente, Bailén, la Almudena) hasta la redacción de El Liberal. Finalmente, el cortejo republicano acabó volviendo a Sol. La multitud iba “cantando La Marsellesa”, lanzando vivas a la “prensa francesa y española”, a la “raza latina” o a la “República francesa”. Tras el largo recorrido por el centro de Madrid y llegados de nuevo a Sol, fueron dispersados por agentes del cuerpo de orden público. Hubo seis detenidos, dos de ellos franceses, todos ellos liberados al poco tiempo, nos dicen los diarios republicanos y liberales.

Fig 1: manifestación republicana por el Centro de Madrid, 18 de diciembre de 1879. (Cartografía histórica de la Comunidad de Madrid, http://www.madrid.org/cartografia/visorCartografia/html/visor.htm)

La procesión cívica republicana trazó un circuito con una serie de nudos o elementos principales que resultan reveladores. Junto al papel de la 372

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embajada francesa –nótese que en 1879 se ha consolidado ya la Tercera República en el país vecino– cabe destacar otros dos elementos que van a ser centrales en las movilizaciones republicanas: las redacciones de los periódicos y los cafés. El papel de los cafés como centros de ocio ha sido ya estudiado36. Su importancia como espacios de socialización y movilización política será muy notable en las décadas primeras de la Restauración. Me ocuparé de ello más adelante en relación con la cuestión de los banquetes políticos republicanos de estos años. Por su parte, las redacciones de los periódicos asumirán en estos años de falta de libertades un papel de especial significación. Al estar prohibidos los partidos y las asociaciones políticas, los periódicos hicieron funciones de comités y centros de reunión, organización y decisión, algo relacionado con el hecho de que muchos de los periodistas y directores fueran también líderes principales del republicanismo. También considero interesante la cooperación entre diarios de diferente tendencia a la hora de organizar la respuesta española a la solidaridad francesa. El Imparcial era ya entonces uno de los dos diarios más leídos en España (el otro era La Correspondencia de España), de tendencia liberal avanzada y con vocación de rigor periodístico; El Liberal había nacido ese mismo año de 1879, tras la marcha de Mariano Araús de la Dirección de El Imparcial, para situarse en el republicanismo moderado; El Globo era el órgano de expresión del republicanismo posibilista de Castelar, de tendencia muy moderada dentro del republicanismo37. Sin embargo, toda la prensa republicana se hizo eco de la noticia en términos similares38. Esta coordinación entre diarios avanzados pero de distinta tendencia parece que fue valorada por los ciudadanos que participaron en la manifestación política de agradecimiento a los impulsores y de crítica al gobierno de Cánovas. Las fuerzas republicanas recorrieron durante varias horas las principales calles del centro de la capital, en lo que para mí constituye una clara lucha por el espacio público, que es también el espacio político, en una manifestación que pasó por los diferentes lugares de especial carga simbólica: embajada, cafés y redacciones de periódicos, como ya hemos visto. Además del hecho evidente de que los puntos políticamente importantes se encontraran en el 36 ALAMINOS y SALAS, 2001, vol. 2: 342-369; CANAL, 2002: 52. 37 SEOANE y SAIZ, 1996, vol. 2: 257. 38 También es interesante que la prensa federal dé a la noticia el mismo tratamiento que los otros diarios. La Unión era el principal diario federal, dirigido por Antonio Sánchez Pérez con clara vocación de unificar la acción republicana. Los Lugares de la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.3

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Distrito Centro de la ciudad, creo que se puede hacer una interpretación del intento de apropiación del espacio público por parte de los republicanos en ese día 18 de diciembre de 1879. La concentración republicana comenzó en Sol, desde donde inició su recorrido, para terminar nuevamente en el mismo punto. Esto, unido a la respuesta del gobernador civil, quien mandó que se apostaran en dicha plaza los cuerpos del orden público y evitaran la formación de grupos39, muestra la lucha por el espacio simbólico de la Puerta del Sol de Madrid. El hecho de que estas luchas por la ocupación de la calle se circunscribieran al centro de la ciudad, particularmente al entorno de la Puerta del Sol, permite una lectura basada en dos variables. De un lado, el especial peso específico del casco histórico de Madrid, debido a lo recientes y poco desarrolladas que se hallaban aún las obras del Ensanche40. De otro lado, las reminiscencias que despertaba la zona centro en la conciencia popular, recuerdos de pasadas experiencias revolucionarias entre las que se pueden citar las jornadas de julio de 185441. Las situaciones que propiciaban alguna manifestación colectiva podían venir motivadas por acontecimientos de carácter privado e individual. Entre los momentos más visibles en estos años estuvieron los cortejos fúnebres y entierros de republicanos de gran prestigio social. Un caso notorio fue el entierro del General José Lagunero (1823-1879), el 20 de diciembre de 1879: militar republicano de notable importancia, veterano de las guerras de África de mediados de siglo, comandante de la Milicia Nacional, Diputado en el Congreso en tiempos de la República que había sufrido castigo por parte del nuevo régimen, su entierro constituyó una gran ocasión social. El tránsito del cortejo fúnebre se convirtió en una expresión colectiva de claro contenido político, de nuevo agudizada por la actitud obstruccionista del gobierno42. La ocasión reunió a la práctica totalidad de líderes republicanos presentes en Madrid en aquel momento43 y a diputados en las cortes del Sexenio 39 El Liberal, nº 203, 19 de diciembre de 1879. 40 CARBALLO, 2009: 134. 41 PRO, 2001: 256. 42 He reconstruido los hechos basándome en los diarios El Liberal, La Unión y El Imparcial de los días 19 a 21 de diciembre de 1879. 43 Caso de Figueras y de Pi y Margall. Recuérdese que Salmerón y Ruiz Zorrilla se hallaban por entonces exiliados en París. Únicamente Castelar faltó a la cita con el republicano 374

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de distintas tendencias: Becerra, Martos, Labra, Azcárate, Morayta Echegaray…, así como a importantes personalidades lejanas al republicanismo como Montero Ríos, Moret, López Domínguez. También acudieron representantes de los “todos los diarios democráticos de Madrid”44, al igual que varios generales demócratas y mandos de los antiguos Veteranos de la Libertad. Según los periódicos republicanos y liberales el gentío era inmenso, se habló de más de diez mil personas y de entre doscientos y cuatrocientos coches en el cortejo. Tanto la escolta institucional al General Lagunero como el recorrido fijado por el gobierno provocaron el descontento de los republicanos. La prensa denuncia que, por ser miembro del cuerpo de Veteranos de la Milicia Nacional, debía pasar el carruaje funerario por el Arco del 7 de julio, que enmarcaba una de las salidas de la Plaza Mayor, costumbre que seguían las comitivas fúnebres desde 1821 y que el Gobierno modificó, a su juicio de forma injustificada y provocadora45. Los asistentes a la comitiva que acompañó al féretro al cementerio de la Sacramental de San Isidro, situado a las afueras de la ciudad, iban escoltados por miembros de los cuerpos de orden público y de la Guardia Civil a caballo, “un cuerpo creado para persecución de malhechores y vigilancia de los caminos”, protestaba un diario republicano46. El retorno de muchos de los asistentes que regresaron a Madrid en manifestación desde el cementerio de las afueras provocó situaciones de tensión y la manifestación acabó por ser disuelta por la fuerza en la Puerta del Sol, con un saldo de varios detenidos. La ocasión de que circulara por las calles de la ciudad un ritual social de cariz marcadamente político se convirtió, una vez más, en un conflicto entre los republicanos y las autoridades, en una nueva pugna por el espacio urbano, pues la propuesta de itinerario realizada por los republicanos fue modificada por las autoridades. Obsérvese el elevado valor simbólico de ciertos lugares céntricos de la ciudad como el citado Arco del 7 de julio de entrada a la Plaza Mayor. La intención de los republicanos de atravesar el centro de Madrid quedó frustrada por el gobierno, que desvió el cortejo por la periferia de la ciudad. Si damos crédito a las narraciones de los periódicos, se trataba de un conflicto de visibilidad pública, pues se originó con el intento de las autoridades de pridifunto. 44 El Liberal, nº 204, de 20 de diciembre de 1879. 45 El Liberal, nº 204, La Unión, nº 378 y El Imparcial, nº 4504, de 20 de diciembre de 1879. 46 La Unión, nº 378, de 20 de diciembre de 1879. Los Lugares de la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.3

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var al difunto del último honor de circular por un itinerario que simbolizaba la relevancia y el respeto de cierto sector de ciudadanos madrileños con la justificación de que el elevado número de asistentes dificultaría la circulación habitual por el centro de la ciudad.

Fig. 2: itinerarios del Cortejo fúnebre del general Lagunero, 1879 (Leyenda: en rojo, propuesta de itinerario de los republicanos; en negro, itinerario designado por el gobierno. Fuente: Mapa Madrid, 1877)

Ambos acontecimientos muestran el cauce indirecto y poco institucionalizado de la movilización pública de los republicanos en Madrid en estos años, debido fundamentalmente al contexto de restricción política impuesto por el Gobierno conservador. Así, causas aparentemente indirectas o sobrevenidas se convertían en oportunidades en las que era posible llevar a cabo acciones de visibilidad y propaganda republicanas, lo que desencadenaba una respuesta represiva de las autoridades. Además, se puede observar la naturaleza de los encuentros que servían de escuela política y espacios de sociabilidad en que estrechar los compromisos en el campo del republicanismo, con los periódicos en el centro de la escena organizativa, los cuales contribuían a la causa republicana con la difusión y la crítica de las actitudes del gobierno monárquico.

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3. La geografía republicana entre el turno y el sufragio universal, 1881-1890 El trienio 1881-1884 fue escenario de un fortalecimiento claro de la red de militantes y simpatizantes republicanos de Madrid en todas sus dimensiones, que ya no decayó hasta muchos años después. El tejido social republicano se hizo más denso con la fundación de varios diarios que llegarían a ser muy importantes47, a lo cual también contribuiría la aparición de los primeros casinos o ateneos republicanos, así como la reorganización estructural de los partidos, que empezaron a recibir autorización para celebrar mítines, asambleas locales y nacionales y para recomponer legalmente sus órganos de dirección, como ilustran las asambleas celebradas por el Partido Federal, situado en la extrema izquierda de los partidos republicanos. El mapa del Madrid republicano vivió importantes novedades con la celebración de banquetes conmemorativos de la proclamación de la República en cafés y restaurantes; la concentración de multitudes ante y en el interior de los domicilios de varios líderes republicanos, normalmente con el mismo motivo; y, la fundación de círculos políticos o casinos republicanos, autorizada desde 1881. De hecho, la llegada de los liberales al Gobierno supuso la primera posibilidad de conmemoración autorizada el 11 de febrero y la celebración de una gran reunión pública en Madrid. Los republicanos pasaron de congregarse en banquetes cuyo número en conjunto no alcanzó nunca el centenar de asistentes a lograr una movilización social inédita que reúne a unas 300 personas en cinco establecimientos de la capital y a más de un millar en torno a la casa de Cristino Martos, en la Calle del Sauco48. La reunión más numerosa la convocaron los federales, figueristas y piistas unidos aún, en la Fonda Barcelona. Asisten entre 115 y 150 comensales49, cifra que se eleva a 200 personas en el momento de los brindis. En los discursos intervienen figuras como Rubau Donadeu o Casalduero. Al término del acto se cursan telegramas de felicitaciones a Figueras, Salmerón, Zorrilla o Estévanez. 47 Pienso en El Motín o Las Dominicales del Librepensamiento, entre otros. 48 La calle del Sauco se hallaba muy cerca del eje de la Castellana, en el límite entre el Distrito Centro y los nuevos barrios del Ensanche del Este, barrios en que predominaban los residentes de clases medias y profesiones liberales y en que habitaban numerosos líderes republicanos. 49 El Liberal, nº 590, y El Globo, nº 1943, 12 de febrero de 1881. Los Lugares de la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.3

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Además, fue nombrada una comisión para ir al domicilio de Pi y Margall, situado en la Carrera de San Jerónimo, con el mismo objetivo. Los banquetes republicanos en conocidos establecimientos de la capital se multiplicaron durante los “once de febrero” de estos años. En las coyunturas más difíciles como el bienio conservador de 1884-1885, las autoridades obligaron de nuevo a agudizar el ingenio y a extremar la precaución: se celebraron los banquetes conmemorativos en pequeños grupos de menos de diez personas por orden del gobierno y se multiplicaron las reuniones en domicilios particulares o en redacciones de periódicos50. Los republicanos progresistas, organizaron en 1881 una serenata en “recuerdo querido y dichoso de un suceso…glorioso” y en honor de su principal líder en España, Cristino Martos, aún próximo al republicanismo. Esto constituye, si no me equivoco, la primera gran reunión celebrada en Madrid al aire libre desde la restauración. Ante su casa en la calle del Sauco se congregaron entre 60051 y 2.00052 “demócratas de todas las clases” que participaron con “entusiasmo mudo y orden admirable” de las piezas que interpretó la orquesta del Sr. Bretón, el aria de I Puritani marca el comienzo hacia la medianoche. El homenajeado recibió muchas visitas y telegramas de felicitación de distintos lugares y ofreció a los asistentes un lunch en la calle. El acto terminó de madrugada. La prensa resaltó el orden y entusiasmo de los asistentes y criticó la presencia “innecesaria” de numerosa fuerza de orden público53. La red asociativa republicana en Madrid empezó a recuperar el pulso, liberada de la vigilancia y la persecución anteriores. Así, empezaron a aparecer, en 1881, noticias de actividades en centros asociativos como la Tertulia democrático-progresista, convertida más tarde en el Casino democrático-progresista, o el casino o Centro republicano federal, situados ambos a pocos metros de la Puerta del Sol54.

50 Cfr. de La República. Diario Federal, nº 322, La Discusión, nº 1905, y El Liberal, nº 2037, todos del 12 de febrero de 1885. El detalle de tales conmemoraciones lo expongo en mi trabajo de investigación titulado El republicanismo en Madrid, 1874-1931. Movilización política y redes de sociabilidad, 2011, UAM Ediciones, actualmente en prensa. 51 El Globo, 12 de febrero de 1881. 52 La Discusión, 12 de febrero de 1881. 53 El Liberal, El Globo y La Discusión, 12 de febrero de 1881. 54 Vid Figura 3, pág. 12. 378

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Sea como fuere, el bienio final del reinado de Alfonso XII, 1884-1885, está marcado por la política restrictiva de un nuevo gobierno conservador: la prohibición a los partidos, el celo contra los periodistas y la obstrucción de las actividades. Sin embargo, el resultado de esos meses no fue el retroceso a la situación de clandestinidad y debilidad de 1880. El tejido social republicano había logrado un grado de fortaleza suficiente para resistir el endurecimiento del clima político. Sin duda la red articulada sobre los casinos o centros republicanos y sobre decenas de periódicos dispuestos a cooperar entre sí colocó al movimiento republicano de Madrid en una nueva situación política y social. La red de sociabilidad republicana respondió con fuerza al hostigamiento por parte de las autoridades. La conmemoración de la República se hizo con muchos banquetes de menos de 20 comensales para eludir la necesaria autorización, pues la Ley de reuniones de 1880 definía como tal en su Artículo 2º aquella que “haya de constar de más de 20 personas”55. Además, atrajeron a mayor cantidad de público a las reuniones tras la cena en los casinos republicanos, uno progresista y otro federal56. Las celebraciones republicanas empezaron a combinar los espacios, pues tras la comida o cena en el Café o Fonda de significado simbolismo republicano, el Café Fornos solía ser uno de los lugares más frecuentados, los asistentes se trasladaban a los casinos republicanos o a los domicilios particulares de los líderes a presentarles mensajes de reconocimiento o felicitación. Las visitas a los domicilios de los líderes –sobre todo de Pi y de Castelar– en forma de representaciones de los comités federales de distrito de Madrid o de los estudiantes permiten a los diarios madrileños hablar del trasiego importante de republicanos por las calles de Madrid57. La implantación de este ritual político que incluía el desplazamiento entre las dos partes de un acto produciría a buen seguro una imagen poco esperable apenas unos años atrás: grupos de republicanos marchando por el centro de Madrid entre el lugar de celebración del banquete conmemorativo, 55 Ley de reuniones de 15 de junio de 1880 (Gaceta de Madrid, nº 168, p. 671, 16 de junio de 1880), disponible en: http://www.boe.es/aeboe/consultas/bases_datos/gazeta.php. 56 La República, nº 10 y La Discusión, nº 1363, de 12 de febrero de 1884. 57 Los correligionarios madrileños “felicitaron a sus jefes, visitaron las redacciones y recorrieron las calles de Madrid en grupos numerosos, produciendo una verdadera manifestación, tanto más imponente cuanto era más pacífica y tranquila”. La República. Diario Federal, nº 324, 12 de febrero de 1885. Los Lugares de la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.3

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que establecía una barrera socioeconómica al exigir el pago del cubierto, y el casino o centro de socialización, en el que se desarrollaba la parte más política del encuentro con los discursos de los líderes y abierto a los republicanos de toda condición. Los numerosos diarios que aparecieron llegaban en una coyuntura de mayor flexibilidad de la censura y una menor persecución por delitos de imprenta. Las redacciones de los periódicos sirvieron como nodos organizativos. En este sentido destacan las reuniones celebradas en 1884 y 1885 entre varias redacciones en preparación de una coalición de la prensa que cristalizaría uno años después. La reunión celebrada en casa de Luis Blanc, director del diario federal La Montaña, con medio centenar de asistentes58, es un intento de construir una primera coalición de la prensa entre todas las sensibilidades republicanas. El año 1886 marca una inflexión en la movilización republicana en la ciudad de Madrid. El relativo éxito en las elecciones legislativas celebradas bajo un gobierno liberal –se trata de la primera ocasión en que muchos de los republicanos se presentan en coalición, en este caso progresistas y federales– llevó por primera vez a Pi y Margall, entre otros, al Parlamento de la Restauración. A su a vez, la ley de asociaciones de 1887 preludia el nuevo clima que se puede simbolizar con la implantación del sufragio universal y que va a suponer que el republicanismo presente, por primera vez desde la destrucción de la República, una alternativa fuerte a los partidos dinásticos en la ciudad de Madrid. Las incesantes llamadas a la unión entre los diferentes sectores republicanos fraguan una coalición sólida que va a dar sus frutos en la primavera de 1893. Los republicanos lograrán 6 de los 8 escaños en liza para el Congreso en la ciudad de Madrid59, a lo que las autoridades con responderán con un mayor empleo de los procedimientos del fraude y la coacción.

58 Se consignan los nombres de los firmantes de los telegramas que se envían a Pi y a Salmerón. Las Dominicales del Librepensamiento, nº 52, 17 de febrero de 1884. 59 DARDÉ, 1994: 120. 380

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Leyenda Cafés y Restaurantes. Teatros. 1. Los Dos Cisnes. 2. La Fonda Barcelona. 3. Café Madrid. 4. Café Inglés. 5. Fonda Europa. . 6. Fonda Leones de Oro. 7. Nuevo Restaurant. . 8. Casino democrático progresista. 9. Casino democrático popular. 10. Teatro Circo Price.

Casas. Casinos. 11. Teatro Alhambra. 12. Café Fornos. 13. Café Suizo. 14. Café de las Columnas. 15. Café del príncipe. 16. Teatro de la Zarzuela. 17. Casa de Emilio Castelar. 18. Casa de Miguel Morayta 19. Casa de Rafael Mª de Labra.

Fig. 3: Geografía republicana de Madrid, 1875-1890 (elaboración propia a partir del Atlas histórico de Madrid (1850-1939), CDEHM, 2001; los periódicos La República, El Globo, La Discusión, El Liberal y El Solfeo, años 1879-1890; Fondo cartográfico disponible en http://www.madrid.org/cartografia/planea/index.htm.

4. Conclusiones Los elementos expuestos hasta aquí permiten extraer un conjunto de conclusiones provisionales acerca de la organización del republicanismo de la Restauración y del repertorio de sus recursos de movilización y lucha política en la esfera pública en relación con el espacio urbano de Madrid. Las primeras décadas de la Restauración constituyen el escenario de un proceso complejo para el republicanismo en Madrid. Éste podría resumirse como la reconstrucción y reorganización conflictivas tras el fracaso y la dispersión que supone la restauración monárquica. Los republicanos atraviesan unos años de desconcierto y división en un contexto general de restricción de las posibilidades de acción, quizá hasta 1881, marcado por la conflictiva ocupación del espacio público. En ese año –con la apertura que traen los primeros gabinetes liberales– comienza a extenderse la red de sociabilidad y aumenta la presencia pública de los ciudadanos republicanos en las calles y plazas de Madrid. La conformación del Gran Madrid, en marcha durante la Restauración, resulta un proceso dual y desigual, con la concentración de las clases pudientes en determinados distritos y la creación frenética de nuevos espacios completamente desatendidos por el gobierno, donde los inmigrantes y sectores más deprimidos se hacinaban en condiciones extremas de 382

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habitabilidad. Todo ello marca una primera línea de conclusiones casi obvias: la afluencia de los habitantes de los ensanches y barrios nuevos hacia el casco histórico viene determinada por la propia inexistencia en el extrarradio de terrenos adecuados para la manifestación política de grandes o pequeñas dimensiones, dado lo abigarrado de las calles, formadas sin planificación urbanística por viviendas construidas de forma precaria y desordenada. El hecho de que la construcción del Ensanche de Madrid, tanto por el Norte como por el Este y el Sur, se hallara en sus etapas iniciales durante los años de que me ocupo, conduce a complementar la conclusión anterior: los lugares de mayor interés para tratar de organizar una movilización política visible se hallaban en el centro histórico de Madrid. A confirmar esta primera intuición lógica vienen las fundaciones de los casinos republicanos en 1881 y 1883, ubicados ambos a escasos metros de la Puerta del Sol. El escenario principal de las movilizaciones republicanas durante este largo decenio fue, según lo descrito en páginas anteriores, el Madrid isabelino. La relevancia de la Puerta del Sol y de determinados lugares de gran valor simbólico -el Arco del 7 de julio en la Plaza Mayor para los milicianos veteranos- no puede ser menospreciada. Las movilizaciones republicanas trataron de copar en buena medida el espacio reivindicativo por excelencia, entonces como hoy día, quizá por ser la Puerta del Sol una de las plazas emblemáticas del corazón de la ciudad o bien por albergar no pocos edificios institucionales. Si las conclusiones que apunto están bien fundamentadas, la festividad obrera del Primero de Mayo de 1890 no inauguraría, como señalaron algunos historiadores hace años60, la tradicional celebración de manifestaciones de vocación pacífica que vendrían a sustituir a los motines políticamente irracionales propios del Antiguo Régimen. La actividad política pública se desarrolló en buena parte en pequeños locales: cafés, restaurantes y los centros culturales del Ateneo, el Fomento de las Artes o las escuelas de la ILE. Los recorridos por las calles tuvieron lugar siempre bajo una atmósfera conflictiva, y mayoritariamente por el casco histórico. Sin embargo, se puede observar en el mapa elaborado cómo se realizaron algunos recorridos que marcan el límite de estas afirmaciones61. Muchos de los principales líderes republicanos del momento fijaron su 60 DEL REY, 1994: 288. 61 Vid., mapa de la Geografía republicana de Madrid. Los Lugares de la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.3

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residencia en determinadas zonas de la ciudad, concretamente en puntos de los ensanches cercanos al Centro y al gran eje Prado-Castellana que se está configurando en este momento. Así, Morayta, Labra o Castelar vivían en los nuevos barrios de Almirante, Belén o Alcalá, esto es, apenas entrados en el Ensanche del Este, en zonas caracterizadas por albergar mayoritariamente a profesionales liberales y a clases medias62. Las manifestaciones públicas del republicanismo ya citadas, asociadas sobre todo a la conmemoración del 11 de febrero, transcurrieron en ocasiones entre Cafés y fondas, en un primer momento, y casinos y casas de particulares, en un segundo tiempo de la celebración. Así, en las noches de ocasiones señaladas serían claramente visibles grupos numerosos en marcha desde las calles del Centro de Madrid –donde están enclavados Cafés y restaurantes– hacia los límites de la ciudad vieja y los primeros barrios del Ensanche. Cabe imaginar sin dificultades a los republicanos madrileños, “de todas las clases” según la prensa afín, descendiendo por la Carrera de San Jerónimo hacia la residencia de Pi y Margall; o por la Calle de Alcalá desde el Café Fornos hasta la Plaza de Cibeles para tomar por el Paseo de la Castellana hacia las actuales Plaza de Colón y Calle Serrano en busca del domicilio de Castelar. La conflictividad social tuvo durante estos años unos niveles notables, aunque sin alcanzar los niveles de violencia propios del choque de grandes masas o de las revueltas populares. Los acontecimientos que sacaron a los republicanos a las calles, especialmente en las etapas de mayor represión gubernativa, fueron habitualmente planificados al calor de alguna oportunidad indirecta y no organizados abiertamente. La respuesta de las autoridades fue siempre de obstaculización y acoso aunque sin emplear excesiva fuerza, como si buscaran entorpecer y disolver en lo posible cualquier protesta pero con la precaución de no provocar con ello mayor agitación popular. Los medios republicanos de esta época acudían en ocasiones a la imagen de que el gobierno impulsaba la causa republicana al combatirla contraviniendo la legislación vigente, mostrando así su verdadero carácter de enemigo de las libertades y de la democracia. En lo tocante a la organización republicana se puede hablar de un proceso de crecimiento y consolidación a lo largo de este periodo. Desde una situación de partida claramente represiva se fue produciendo el tránsito, no exento de conflictividad como espero haber mostrado, hacia una relativa 62 CARBALLO, 2009: 142. 384

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apertura del régimen restauracionista. La actitud de los gobiernos de distinto signo hacia los republicanos era muy diferente, entre la tolerancia parcial de los liberales y la beligerancia notable de los conservadores. El crecimiento de los diarios republicanos de Madrid sería una buena muestra de tal cambio de clima, la prensa democrática madrileña casi se duplicó en este periodo. También he tratado de señalar el peso específico que tenían las redacciones de los periódicos, que desbordaba ampliamente su teórica labor de difusión del credo republicano. Ante la imposibilidad de organizarse libremente en comités y estructuras de partido, como habían hecho durante el Sexenio, pues no fueron autorizadas por los conservadores las asambleas ni estructuras republicanas, con la excepción de las de los castelarinos, la acción política republicana debió de diseñarse muchas veces desde las sedes de los diarios. Así se explica la iniciativa de agradecimiento a Francia en 1879, los banquetes de 1881 y 1884, o las coaliciones de la Prensa que se fueron fraguando durante la década de 1880. En la lucha por la libertad de prensa y contra las sanciones del gobierno empeñaron los republicanos mucha energía durante aquellos años. La década larga que transcurre entre la restauración de la dinastía de Borbón y la aprobación del sufragio universal masculino muestra, para la ciudad de Madrid, la relación entre el medio urbano y la participación política de amplias capas de la población. La lucha por apropiarse del espacio público de valor simbólico entablada estos años entre los poderes públicos y los republicanos ejerció, bajo mi punto de vista, influencia notoria en la organización y en el repertorio de acciones de los afines al republicanismo, al mismo tiempo que contribuía a conformar el discurso sobre el otro monárquico. La organización republicana, articulada en torno a los diarios y a varios centros político-culturales que van apareciendo paulatinamente, vive un proceso de crecimiento constante tras la destrucción de la República. La red de sociabilidad republicana recupera lentamente el pulso y sus manifestaciones públicas irán ganando en organización e intensidad con el paso de los años, desde las iniciales actividades culturales de público reducido a más amplias procesiones cívicas o celebraciones rituales –la conmemoración de la llegada de la República el 11 de febrero– en las que cientos de personas compartían actos políticos y se movían por la ciudad, hasta llegar a la autorización gubernativa para la celebración de mítines y asambleas políticas. Los Lugares de la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.3

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Los quince años estudiados tendrían el efecto de fortalecer al republicanismo de Madrid y de preparar, en cierto sentido, sus estructuras para las dinámicas de movilización de sus bases y de organización de una acción política mucho más eficaz, al menos mucho más numerosa, durante la década final del siglo XIX. Los éxitos electorales logrados en la década de 1890 en Madrid, que desbordan los límites de este trabajo y preludian la independencia del voto en las ciudades grandes, que escapan por entonces a los mecanismos de manipulación del Ministro de Gobernación, se gestan en buena medida en la década de 1880. Las conclusiones parciales que he apuntado en las páginas anteriores engarzarían con el intento general de mi investigación: tratar de reconstruir de forma comprensiva las redes políticas y sociales del republicanismo madrileño en la Restauración, así como sus estrategias de acción colectiva, en la convicción de la importancia histórica que el movimiento republicano tuvo como escuela de ciudadanía para miles de españoles y promotor de una sociedad democrática más justa. Bibliografía ALAMINOS LÓPEZ, Eduardo y SALAS, Eduardo, “Ocio y diversiones madrileños. Del reinado de Isabel II a la Segunda República”, en PINTO CRESPO, Virgilio (dir.), Atlas histórico de la ciudad de Madrid, vol. 2, 18501939, Madrid, Fundación Caja Madrid-Lunwerg Editores, 2001; 342-369. ANCHORENA MORALES, Óscar, El republicanismo en Madrid, 18741931. Movilización política y redes de sociabilidad, Madrid, UAM Ediciones, 2011, en prensa. ARTOLA GALLEGO, Miguel, Partidos y programas políticos, 1808-1936. vol. I. Los Partidos políticos, Madrid, Alianza, 1991. BERSTEIN, Serge, “La culture politique”, en SIRINELLI, Jean François y RIOUX, Jean Pierre, Pour une histoire culturelle, Paris, Seuil, 1997. CANAL, Jordi, “La sociabilidad en los estudios sobre la España contemporánea: una revisión”, en MAZA, Elena (dir.), La sociabilidad en la España contemporánea. Historiografía y problemas metodológicos, Valladolid, Universidad de Valladolid, 2002; 35-56.

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