La garantía de ingresos y la participación social como elementos imprescindibles de la lucha contra la pobreza y la exclusión

July 9, 2017 | Autor: Imanol Zubero | Categoría: Sociology, Social Movements, Social Policy, Poverty and Inequality
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La garantía de ingresos y la participación social como elementos imprescindibles de la lucha contra la pobreza y la exclusión Imanol Zubero Grupo de investigación CIVERSITY - http://civersity.net Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea

EAPN – Congreso Estratégico1 Bilbao, 3 de julio de 2015

La garantía de ingresos y la participación social como elementos imprescindibles de la lucha contra la pobreza y la exclusión by IMANOL ZUBERO is licensed under aCreative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional License.

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http://www.eapn.es/ARCHIVO/documentos/agenda/1435742487_programa_congreso_estrategico_bilbao_eapn .pdf

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[1] Según el mito fundacional griego, Europa empezó su historia tras ser raptada por Zeus, padre de los dioses y de los hombres. Hoy corre el riesgo de finalizar esa historia como víctima de un segundo rapto: en esta ocasión el secuestrador sería Fobo, ese dios menor hijo de Afrodita y Ares que en el panteón griego representa el temor. Europa es hoy una sociedad atemorizada y preocupada. Según datos del último Eurobarómetro, correspondientes a diciembre de 2014:2 Solo un 39% de las europeas y europeos tienen una imagen plenamente positiva de la Unión Europea, mientras que el 37% se decantan por una imagen “neutral” y el 22% la tienen negativa. El 65% tienden a no confiar en sus gobiernos nacionales, el 62% en sus parlamentos y el 50% en la Unión Europea. Más de la mitad, el 53%, piensan que su voz no cuenta. Es verdad que algo más de la mitad (56%) se muestran optimistas respecto al futuro de la Unión. Pero el 46% de las ciudadanas y ciudadanos son pesimistas en lo que se refiere al impacto de la crisis sobre el mercado de trabajo, considerando que “lo peor está aún por venir”. En el mismo sentido, la mayoría de personas encuestadas consideran que tanto la economía nacional como la europea continuará igual en los próximos doce meses (45%, y 42%, respectivamente), pero uno de cada cuatro (28% y 24%, respectivamente) piensan que la situación económica va a empeorar. Temores e inseguridades que la mayoría de las personas intentamos gestionar con prudencia, buena voluntad y apertura de miras, pero que en muchos casos llega a incapacitarnos para pensar en algo más que no sea nuestra propia conveniencia, alimentando todo tipo de egoísmos individuales y colectivos. Temores que están en la base del debilitamiento del capital social, de la confianza, y en el aumento de la desafección democrática. Recordemos que el 20% del voto en las pasadas elecciones a la Eurocámara recayó en opciones euroescépticas o directamente eurófobas. Temores que anidan y se hacen fuertes en situaciones de incertidumbre e inseguridad. Porque donde predomina la necesidad no hay espacio para la libertad. [2] Primum vivere deinde philosophari: atribuida a Thomas Hobbes, esta sentencia nos recuerda, de manera sintética y acertada, que los seres humanos somos tan dependientes de nuestra condición biológica, animal, como de nuestra condición social. Primero vivir, luego filosofar; no se trata, simplemente, de afirmar lo obvio: que la maquinaria orgánica que somos los seres humanos necesita energía, en forma de alimento y calor, para desarrollar todas nuestras funciones y capacidades. No estamos, sencillamente, aludiendo a la conocida jerarquización de necesidades de Abraham Maslow: primero la satisfacción de las necesidades básicas o fisiológicas, luego las de protección y seguridad, hasta culminar en las necesidades de autorrealización. Una sentencia atribuida a Hobbes, decimos. Y en este caso bien cabe aplicar el conocido refrán italiano: se non è vero, è ben trovato; porque el filósofo inglés, que ha pasado a la historia del pensamiento como un pesimista radical, en las antípodas de la luminosa confianza en el ser humano de Rousseau, tal vez haya sido el que mejor ha sabido percibir y reivindicar 2

http://ec.europa.eu/public_opinion/archives/eb/eb82/eb82_first_en.pdf

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la necesidad del aseguramiento colectivo para evitar caer en ese “estado de naturaleza” en el que la vida del hombre solo puede ser “solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta”.3 Si la vida, en su materialidad, no está asegurada, será imposible afrontar la aventura personal y social de construir una auténtica vida humana. Y ese aseguramiento, en contra de lo que proclama la vulgata neoliberal, sólo puede ser social, colectivo, de ninguna manera individual. Pretender encontrar “soluciones biográficas a contradicciones sistémicas”4 sólo está al alcance de unas pocas, muy pocas personas.

[3] Esta era la convicción que impulsó el Informe Beveridge de 1942, documento fundacional del moderno Estado de Bienestar: The Way to Freedom from Want, encontrar el camino para abolir la necesidad, “uno de los cinco gigantes que obstruyen el camino de la reconstrucción. Los otros se llaman: Enfermedad, Ignorancia, Miseria y Ocio”. Beveridge tenía muy claro que el progreso social exigía más cosas que abolir la necesidad, pero esta abolición era condición imprescindible para afrontar el resto de tareas y, sobre todo, para poder existir en condiciones de libertad real. Su diagnóstico resulta plenamente actual: “El Plan de Seguridad Social […] parte de una diagnosis de la necesidad; es decir, del conocimiento de las circunstancias que, en los últimos años anteriores a la guerra, impedían a familias e individuos obtener los medios necesarios para una vida saludable. […] De todas estas investigaciones sociales se desprenden los mismos resultados. Las necesidades puestas de relieve por dichas investigaciones, tomando como base el tipo señalado como indispensable para vivir, procedían, en proporción que varía entre las tres cuartas y las cinco sextas partes, de la interrupción o pérdida de la posibilidad de ganar un salario. Prácticamente, las necesidades del grupo comprendido en esa cuarta o sexta parte se debe a la insuficiencia de ingresos en relación con las cargas familiares cuando se trabaja y se gana salario”.5

En estas condiciones, el seguro social propuesto por Beveridge buscaba “proporcionar la seguridad de un ingreso suficiente para vivir” como mejor medio para luchar contra el odioso gigante de la Necesidad. Un mecanismo de aseguramiento colectivo, promovido y garantizado por el Estado, convertido en un Leviatán protector, sí, pero pacífico y democrático.

[4] Así ha sido durante décadas, pero ahora las cosas son muy distintas. Uno de los más destacados analistas sociales, el catedrático emérito de Sociología de la Universidad de Cambridge Göran Therborn escribe lo siguiente en su último libro, titulado La desigualdad mata: “Hubo un tiempo en que la nación fue una institución de igualdad […] Las naciones han pasado a ser territorios que ofrecen cuerpos baratos para el capital extranjero, bajo la supervisión de las élites que ejercen de proxenetas, convirtiéndose en generadoras de desigualdad como nunca antes lo habían sido”.6 Miremos, si no, lo que está ocurriendo en el país de Beveridge. Según un estudio de la Fundación Joseph Rowntree, en el Reino Unido 8,1 millones de personas, aproximadamente 4 de cada 10 familias, tienen un nivel de ingresos inferior al que se considera mínimo para 3

Thomas Hobbes. Leviatán. Madrid: Editora Nacional, 1980 (2ª), p. 225.. Ulrich Beck y Elisabeth Beck-Gernsheim. La individualización: el individualismo institucionalizado y sus consecuencias sociales y políticas. Barcelona: Paidós, 2003, p. 31. 5 http://www.ajugartodos.org/maquina-del-tiempo/documentos/plan_beveridge.pdf 6 Göran Therborn. La desigualdad mata. Madrid: Alianza, 2015. 4

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poder participar plenamente en la sociedad. Según este informe, el número de personas por debajo del umbral de ingresos mínimos aumentó entre 2008 y 2013 en un tercio.7 O miremos lo que ocurre en el conjunto de Europa. El Consejo Europeo adoptó en 2010 la denominada Estrategia Europa 2020. Para ese año, según el documento "debería haber 20 millones de personas menos en riesgo de pobreza o exclusión social".8 Pero los datos de Eurostat indican que desde 2009, lejos de restar, se han sumado más de nueve millones de pobres, de manera que si en 2009 el porcentaje era del 23,1%, en 2012 había un 24,8% de europeos en esa situación: un total de 124,2 millones de personas.9 Lo más sangrante es que todo está ocurriendo, no en un contexto de posguerra, caracterizado por la escasez, como en el momento en que Beveridge escribe su informe, sino en otro en el que la riqueza está creciendo de forma espectacular, como se indica en un informe de septiembre de 2014 del banco de inversiones suizo Julius Baer sobre la riqueza en Europa: En una Europa que emerge de una prolongada recesión, estimamos que la riqueza neta doméstica agregada creció un 1.7% en 2013 hasta alcanzar los 56 billones de euros, superando los 54.5 billones anteriores a la crisis en 2007. Esto confirma el hecho de que Europa sigue siendo una de las regiones más ricas del mundo, con la riqueza neta privada en el nivel más alto de todos los tiempos. Más de dos tercios de la riqueza de Europa se encuentra en los grandes países centrales: Alemania, Francia, Reino Unido e Italia. La distribución de la riqueza en Europa varía, pero de media podemos afirmar que el 10% de los hogares más ricos poseen más de la mitad de la riqueza del continente, mientras que la mitad inferior de los hogares posee menos del 10% del total de la riqueza. El 1% de los hogares más ricos poseen al menos 1,4 millones de euros, el 27% de la riqueza total. La previsión es que la riqueza neta privada europea aumentará en un 40% en los próximos cinco años, alcanzando un total de 79 billones de euros en 2019.10 [5] ¿Por qué, entonces, la solidaridad entre países y entre individuos está en crisis en Europa? Tal vez porque hace mucho que hemos dejado atrás ese que los sociólogos Claude Didry y Arnaud Mias denominan Le Moment Delors.11 Aunque ya figuraba en el Tratado de Roma (1957), el diálogo social no se estableció hasta 1985 a iniciativa del entonces presidente de la Comisión Europea Jacques Delors. Fue en la abadía belga de Val Duchesse donde se dieron los primeros pasos, un 31 de enero de 1985. Participaron los principales interlocutores sociales, representados por la Confederación Europea de Sindicatos (CES), la Unión de Industrias de la Comunidad Europea (UNICE) y el Centro Europeo de las Empresas Públicas (CEEP). Las reuniones de estos interlocutores

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http://www.jrf.org.uk/sites/files/jrf/Households-below-MIS-Full.pdf http://www.socialinclusion.ie/documents/KorneliaKozovska_SocialDimensionEurope2020_Final.pdf 9 http://ec.europa.eu/eurostat/statistics-explained/index.php/Social_inclusion_statistics#The_situation_in_2012 10 https://www.juliusbaer.com/files/user_upload/your-private-bank/investment-excellence/research/europeanwealth-report/documents/Wealth_Report_Europe.pdf 11 Claude Didry et Arnaud Mias. Le Moment Delors. Les syndicats au coeur de l’Europe sociale. Bruxelles. Bern, Berlin, Frankfurt am Main, New York, Oxford, Wien: Peter Lang, 2005. http://www.peterlang.com/download/datasheet/14610/datasheet_29274.pdf 8

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sociales dieron lugar a una serie de declaraciones conjuntas sobre empleo, educación, formación y otras cuestiones sociales. Era un momento en el que, como se indica en el subtítulo del libro al que me acabo de referir, los sindicatos estaban en el corazón de la Europa social (Les syndicats au coeur de l’Europe sociale). Pero ese momento ha pasado. Las organizaciones sindicales siguen siendo agentes fundamentales para la construcción de la Europa social. Pero la radical transformación de la norma social de empleo keynesianofordista y su sustitución por la temporalidad precaria experimentada en todo el mundo desde los años Ochenta ha convertido a los sindicatos en instituciones debilitadas, con una limitada capacidad de protesta y, sobre todo, de propuesta. Recordemos sólo algunos datos: Las certezas laborales de uno de cada cuatro españoles alcanzan como máximo siete días: esta es la duración del 25% de los contratos que se realizan en España.12 Según datos de la Agencia Tributaria, en 2013 un tercio de los asalariados españoles (34%), 5,7 millones, eran seiscientoseuristas: cobraban el equivalente al Salario Mínimo Interprofesional (SMI), unos 9.034 euros al año, es decir, una media de 645 euros al mes en 14 pagas. En conjunto, en 2013 había casi 7,7 millones de trabajadores, el 46,4% de los asalariados totales, que ganaban por debajo o muy por debajo de los mil euros.13 El 12,3% de las personas con empleo en España están por debajo el umbral de la pobreza. La media de la UE se sitúa en el 9,2%. Lograr un empleo ya no es garantía de poder salir de la pobreza: conseguir un empleo sólo permite salir de la pobreza en el 50% de los casos de media en la UE; en España, el porcentaje es incluso más bajo: sólo el 35% de las personas expuestas a la pobreza y exclusión social que encontraron un puesto de trabajo lograron salir de la pobreza.14 En esta situación la condición laboral se precariza, esta precarización debilita a las organizaciones sindicales y este debilitamiento de la capacidad de interlocución del mundo del trabajo arrastra consigo la idea misma de diálogo social. Pero en ausencia de diálogo, todo lo que nos queda es un remedo de “estado de naturaleza” hobbesiano, donde las personas, los grupos y las regiones más débiles y vulnerables se ven privadas del control sobre sus propias vidas. [6] Es por eso que los pueblos de Europa deben recuperar y reformular, en unas condiciones históricas nuevas, el impulso de solidaridad que está en la base del moderno Estado social y de la propia idea de Europa. Es imprescindible volver a poner la idea de aseguramiento colectivo en el centro de la construcción europea. Cuál sea ese mecanismo de aseguramiento colectivo -renta mínima, renta básica, trabajo garantizado- es objeto de profundos debates.15 Aunque se trata de una discusión esencial, de importantes consecuencias tanto prácticas como normativas, lo que a mí me gustaría hoy, para finalizar esta breve reflexión, no es plantear la cuestión de cómo lograr ese

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http://www.20minutos.es/noticia/2360140/0/contratos-siete-dias/precariedad/mercado-laboral/ http://www.elmundo.es/economia/2014/11/21/546e5c3dca4741a15b8b457d.html 14 http://www.1mayo.ccoo.es/nova/files/1018/Informe106.pdf 15 http://www.espacio-publico.com/por-una-renta-minima-garantizada-completar-las-redes-de-proteccion-socialuna-necesidad 13

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aseguramiento colectivo que garantice una renta suficiente para afrontar sin miedo el presente y el futuro de nuestras vidas, sino el por qué debemos hacerlo. Comparto plenamente la idea, propuesta por ese europeísta ejemplar que es Zygmunt Bauman, de que el Estado de bienestar ha sido la última encarnación de la idea de comunidad, es decir, “la materialización institucional de esa idea en su forma moderna de «totalidad imaginada», forjada a partir de la conciencia y la aceptación de la dependencia recíproca, el compromiso, la lealtad, la solidaridad y la confianza”.16 Esa idea de comunidad, ese proyecto de totalidad imaginada, es el que ha entrado en crisis. La Organización Internacional del Trabajo –expresión de la apuesta por el diálogo social tripartito hoy en crisis- ha constatado en varios de sus documentos que si hubiera que resumir en una sola palabra la evolución del mundo desde la década de los Noventa, esta palabra sería inseguridad. No sólo en los países en desarrollo, donde la inmensa mayoría de la población ha vivido y vive en una situación crónica de inseguridad, también en los países desarrollados muchas personas viven preocupadas e inseguras de sus derechos en el trabajo y en la sociedad, sintiéndose expuestas a una evolución económica y social que parece haber escapado a su control y que Martin Carnoy y Manuel Castells resumieron así en un informe de 1997 para la OCDE sobre el futuro del trabajo, la familia y la sociedad en la Era de la Información: “Lo que emerge de nuestro análisis es la visión de una economía extraordinariamente dinámica, flexible y productiva, junto con una sociedad inestable y frágil, y una creciente inseguridad individual”.17 Esta situación tiene importantes consecuencias. Y hay individuos, mujeres y hombres, que las sufren. Y que cuando las sufren, a falta de instituciones que propongan intervenciones desde la perspectiva de los derechos y la igualdad, sucumben muchas veces a las promesas de una derecha populista que se ha apropiado de la bandera del bienestar existencial y que procesa los miedos de las sociedades para transformarlos en ira contra los gobiernos y contra los grupos sociales más vulnerables. La buena noticia es que esta convicción de la necesidad de un aseguramiento colectivo es ideológicamente transversal, pues ha sido reivindicada en Europa tanto por el mejor liberalismo como por la mejor socialdemocracia: Ejemplo de los primeros es Ralf Dahrendorf: “La brecha sistemática que se genera entre las oportunidades de vida de los grandes grupos sociales es incompatible con una sociedad civil”.18 Ejemplo de los segundos, Tony Judt: “Si seguimos siendo grotescamente desiguales perderemos todo sentido de fraternidad: y la fraternidad, pese a su fatuidad como objetivo político, es una condición necesaria de la propia política”.19 Permítanme, en este sentido, recordar las palabras con las que el por entonces consejero de Trabajo y Seguridad Social del Gobierno vasco, José Ignacio Arrieta, anunciaba en marzo de 1989 la entrada en vigor del denominado “subsidio mínimo familiar”, antecedente de nuestra actual Renta de Garantía de Ingresos: 16

Zygmunt Bauman. El tiempo apremia. Conversaciones con Citlali Rovirosa-Madrazo. Barcelona: Arcadia, 2010, p. 85. 17 Martin Carnoy and Manuel Castells. Sustainable Flexibility. A Prospective Study on Work, Familiy and Society in the Information Age.Paris: OECD, 1997. 18

Ralf Dahrendorf. El recomienzo de la historia: de la caída del Muro a la guerra de Irak. Buenos Aires: Katz, 2006, p. 112. 19 Tony Judt. Algo va mal. Madrid: Taurus, 2010, p. 176.

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“Destinar parte de nuestros recursos propios a paliar las situaciones más duras de marginalidad ha sido, pues, una opción política clara. De ahí que la lucha contra las nuevas formas de pobreza se haya convertido en un objetivo prioritario, tanto del Gobierno vasco como de las diputaciones forales. Y esto ha sido así porque en Euskadi hemos asumido la marginación no como un problema del que la padece, sino de la sociedad, y como tal, su solución no puede ser patrimonio de nadie, sino responsabilidad de todos”.20

Resignificar Europa como idea de comunidad, como totalidad imaginada, es el reto más importante al que nos enfrentamos en el momento actual. [7] Por ello, la recuperación del diálogo social entre iguales –y no entre acreedores y deudores, o entre productivos e improductivos, o entre cumplidores e incumplidores- es fundamental para el futuro de Europa. Este diálogo social se ha planteado históricamente a través de dos mecanismos básicos: a) como negociación autónoma entre las organizaciones sindicales y empresariales (diálogo bipartito); b) según un esquema de diálogo tripartito, en el que a estas organizaciones se incorporan los Gobiernos. Como hemos señalado, estos dos esquemas clásicos de diálogo social hoy se encuentras amenazados. Recuperarlos constituye un objetivo fundamental para la construcción de la Europa social. Pero, además de estos esquemas clásicos, el diálogo social puede y debe incorporar también a otras organizaciones de la sociedad civil, con interés, conocimientos y capacidades sobre determinados aspectos en materias sociales o económicas. Además de recuperar el diálogo social se debería apostar por un auténtico “diálogo civil” o diálogo “tripartito plus”. Las organizaciones sociales, en particular las entidades que conforman el denominado Tercer Sector, son expertas en comunidad y en inclusión. En escuchar y, cuando hace falta, en dar la palabra a quienes, en palabras de Salvatore Veca: “Deberían ser tenidos en cuenta, pero no pueden hacer oír su voz. Excluidos de la comunidad de los argumentos, tales personas son extranjeros. Excluidos de la reciprocidad de las miradas, son invisibles. Excluidos de la «comunicación» pública, son mudos”. Por eso, continuo citando al filósofo italiano, “incluir a los excluidos, facilitar el uso de la palabra a quien social o institucionalmente está sancionado como áfono o afásico se cuentan entre los primeros deberes que se desprenden de nuestra genérica y preciosa idea de igualdad”.21 En esta tarea, la experiencia y la sensibilidad que atesoran las organizaciones del Tercer Sector, construidas en el encuentro con los sujetos más frágiles de nuestro mundo, son un activo precioso e insustituible. “¿Quiénes son los que sufren? No sé, pero son míos”, escribió Pablo Neruda en uno de sus Versos del capitán. Esta es la convicción en la que militan las personas y las entidades que desarrollan su actividad en el Tercer Sector. Esta es la clave para la construcción de una Europa social, justa y decente. [8] Termino ya. Según la mitología griega, Europa nació de un rapto, pero hoy vemos que el proyecto europeo podría naufragar como consecuencia de un rescate. Lo que ocurra en los próximos días en Grecia va a ser fundamental para el futuro de nuestro continente. Ójala encuentros como este sirvan para proponer y socializar medidas concretas para luchar contra la pobreza y la exclusión que afectan a tantas de nuestras convecinas y convecinos. Y ójala, sobre todo, sirvan para fortalecer nuestro compromiso colectivo con la construcción 20

http://elpais.com/diario/1989/03/07/espana/605228404_850215.html Salvatore Veca. “La igual dignidad”. En G. Bosetti (comp.), La izquierda punto cero. Barcelona: Paidós, 1996, pp. 137-138. 21

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de una Europa “unida en la diversidad”, como reza el lema de la Unión Europea: cohesionada hacia dentro, pero abierta hacia un mundo que necesita que nos recordemos aquello que escribe Jean Monnet en sus Memorias: “1. Es un privilegio haber nacido. 2. Es un privilegio haber nacido en nuestra civilización. 3. ¿Vamos a limitar estos privilegios a las barreras nacionales y a las leyes que nos protegen? 4. ¿O vamos a intentar ampliar este privilegio a los demás?”.22

Empezando por las personas más cercanas pero sin limitarnos a ellas, pongamos los medios necesarios para que nadie se vea excluido del derecho humano fundamental a ser protagonista de su propia existencia libre del gigante de la Necesidad. Derecho que se convierte en inaceptable privilegio cuando se ve limitado por estrechas barreras nacionales, de clase o de interés.

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Jean Monnet. Memorias. Madrid: Siglo XXI, 1985, p. 479.

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