LA FUNCIÓN DE LOS ADULTOS Y LOS PROCESOS DE APRENDIZAJE ESCOLAR EN EDUCACIÓN SECUNDARIA

August 11, 2017 | Autor: Ana Maria Graffigna | Categoría: Psicopedagogia, Educación Emocional
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LA FUNCIÓN DE LOS ADULTOS Y LOS PROCESOS DE APRENDIZAJE ESCOLAR EN EDUCACIÓN SECUNDARIA

De Diego, Ana María Graffigna, Ana María Moreno, Graciela Parra, Patricia Universidad Nacional de San Juan. Colegio Central Universitario Dr. Mariano Moreno [email protected] Eje Temático: Intervención psicopedagógica en educación secundaria.

Resumen El presente trabajo aborda un análisis de la función de los adultos, entendidos como referentes en los procesos de aprendizaje de los adolescentes.

Las instituciones

educativas integran a gran cantidad de adultos que imprimen una dinámica particular a la vida escolar. El modo en que los estudiantes y los adultos se vinculan constituye una trama que atraviesa los procesos de aprendizaje. Esta trama excede aún los límites físicos de la escuela, para adentrarse en los ámbitos familiares y comunitarios de cada estudiante. En el desarrollo afectivo y emocional de los adolescentes se destaca la importante influencia de los adultos para socializar, sobreponerse a las dificultades y controlar los impulsos. Es así que los estudiantes disponen de habilidades cognitivas y emocionales con las que abordan los desafíos escolares, pero muchos de los recursos psicológicos y sociales se construyen en el vínculo con los adultos. Este trabajo invita a ampliar la perspectiva hacia aquellos actores institucionales que constituyen el soporte de los procesos de aprendizaje y desde donde es posible construir un tejido comunicacional abierto entre adolescentes y adultos.

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Familia y escuela en el proceso de socialización Las instituciones educativas integran a gran cantidad de adultos que imprimen una dinámica particular a la vida escolar. El modo en que los estudiantes y los adultos se vinculan constituye una trama que atraviesa los procesos de aprendizaje. Esta trama excede aún los límites físicos de la escuela, para adentrarse en los ámbitos familiares y comunitarios de cada estudiante. El proceso de socialización- educación tiene dos fases: la socialización primaria, que tiene lugar en el ámbito de la familia y la socialización secundaria que es la que se produce a través de las restantes instituciones sociales y es un proceso que continúa a lo largo de la vida. “La familia es la red de sostén más importante para el crecimiento y desarrollo de una persona; red que a su vez debe ser sostenida por otras redes que posibiliten apoyo social” (Gastañaga). De este modo, la escuela constituye uno de los principales ámbitos para la socialización secundaria, en tanto es una institución creada para tal fin. Esta socialización tiene por objeto formar niños, niñas y adolescentes como ciudadanos activos en la vida pública dentro de un sistema democrático. En efecto, “la experiencia escolar, tal como la conocemos hoy en nuestros países, presupone un niño con un conjunto de predisposiciones desarrolladas previamente en el seno de su familia” (López, 2002). Por lo tanto, el mundo de la familia, el mundo de los adultos, constituye un soporte muy importante para los jóvenes en el espacio escolar y conforman de este modo la red de sostén a partir de la cual éstos construyen su red más amplia de relaciones. “La escuela, en tanto experiencia educativa formal, requiere de la presencia y eficacia de esta ‘educación primera’ para su desarrollo. Este conjunto de aptitudes y disposiciones adquiridas en el seno familiar conforman la base que condiciona y hace posible los aprendizajes posteriores”. (López, 2002) El capital social y cultural de las familias, así como su nivel de ingresos determinan la permanencia del adolescente en la escuela e inciden en su trayectoria futura. Los cambios producidos en la sociedad generan nuevos estilos de relaciones y vinculaciones y la escuela por ser una comunidad, inserta en una sociedad tan cambiante, no escapa a esta realidad. La escuela secundaria argentina presenta unas características particulares que inciden en las funciones que cada uno de los actores desempeña al interior de cada institución. Entre estos rasgos se destacan1:

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Cfr. Tenti Fanfani, E. (2003)

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- La masificación del nivel. La enseñanza media es un nivel que se masifica en forma constante. En consecuencia, un nivel que fue hecho para seleccionar, incluso había examen de ingreso al secundario, ahora tiene que «contener» e «integrar» a todos. Por lo tanto hay muchos dispositivos tales como el examen, el sistema de promoción, la disciplina, la relación profesor alumno, etc., que hoy operan de un modo diferente. - Existen además otros fenómenos relacionados con los cambios en la estructura social argentina que tienen sus orígenes en la economía. Así que no solamente hay más chicos en el nivel medio sino que hay otros chicos procedentes de otras categorías sociales. Hoy también han cambiado las características sociales de los nuevos ingresantes. - En el modelo tradicional el «chico problema» se resolvía con la exclusión. Si el problema era de aprendizaje y rendimiento, el mecanismo era

la repetición y el

mecanismo de las amonestaciones y la expulsión eran la solución cuando el problema era la conducta inadecuada. Actualmente, las instituciones no pueden recurrir a estas «soluciones». Pero los problemas de aprendizaje y de conducta son más generalizados que antes. En otras palabras, hoy ocurren nuevos y masivos problemas, pero no existen las soluciones al alcance de la mano. - Nada de lo que pasa en la sociedad es ajeno al sistema educativo. Todo repercute en la escuela: la crisis política, los problemas del mercado de trabajo, los cambios culturales, etc. y no puede quedar fuera de este escenario el tema de los cambios en la estructura de la familia. Para Gastañaga, “la escuela, pues, es algo más que un lugar donde se enseña, es un sistema insertado en la comunidad que no puede escapar o aislarse del contexto social. En consecuencia, puede ser un lugar que favorezca el crecimiento de los niños y de los adultos, conformándose como un espacio comunitario que puede aportar determinados tipos de apoyo social para los niños y sus familias. No obstante para esto, la escuela debe ser consciente y reflexiva acerca del contexto comunitario donde se ubica, las contradicciones que éste genera”. (Gastañaga, 2004).

Comunicación y aprendizaje en la institución escolar Es la vida cotidiana de la institución escolar y sus actores, el lugar de la comunicación, el sitio donde se producen socialmente los sentidos y se multiplican, el lugar de la construcción social, del presente y del futuro, de ahí la importancia de la comunicación en los espacios sociales. La vida cotidiana es además el lugar propio de las interacciones, de la historia compartida, del tiempo y del espacio común, de las experiencias de los actores. La comunicación se constituye en la vía a través de la cual 3

es posible repensar otra realidad. La dinámica comunicacional entre adolescentes y adultos constituye también un aspecto muy importante en los procesos de aprendizaje. La acción educativa en la escuela secundaria se desarrolla entre adolescentes y adultos, por ello es necesario revisar las relaciones que se establecen entre ellos, no sólo el vínculo educativo, sino también el comunicativo. La comunicación interpersonal es característica del ámbito escolar puesto que los participantes se relacionan cara a cara y comparten cierta finalidad. Sin embargo, la bidireccionalidad en la comunicación no es sólo una cuestión entre dos personalidades, es también un proceso vincular. Cuando el adolescente logra expresar una idea de modo que otros puedan comprenderla es cuando él mismo la aprende y la comprende; pero, para que esto suceda es necesario que se promuevan ámbitos de expresión de ideas, oportunidades en las que sea posible que los adolescentes conviertan ese proceso interno en discurso objetivable. Son los adultos quienes prestan el deseo, integran o excluyen, abren u obturan posibilidades. En efecto, en el vínculo con el objeto de conocimiento el adulto deja huellas que determinan el modo en que el sujeto se vincula con el objeto. “No se trata de disfrazarse de adolescente, ser piola, cómplice sino de recuperar la capacidad de relación intergeneracional, de sostener el lugar de un adulto que no claudica, que recupera su capacidad y su deseo de aprender y transformar realidades; y que es capaz de transmitir ese entusiasmo a los educandos, habilitando su reencuentro con el placer de aprender” Giorgi, 2007)

Para Noemí Allidière“es a través de la posibilidad de constituirse en modelo de identificaciones secundarias para los alumnos donde la personalidad del docente adquiere una importancia fundamental” (Allidière, 2008). Sin embargo, no es sólo la personalidad del docente la que se constituye en modelo de identificaciones, en rigor, muchos otros actores institucionales -todos los adultos que transitan la escuelaconfiguran el campo escolar y su dinámica. El modo en que los adultos establecen los vínculos, y la manera particular a la que responden a las iniciativas de los adolescentes, el lugar que dan a las preguntas, el tiempo que destinan a escuchar, a promover la comunicación son determinantes en los procesos de aprendizaje que se desarrollan en cada institución escolar.

Adolescentes y adultos. Un vínculo en construcción. La adolescencia es una etapa vital estratégica en la construcción de un proyecto de vida y resulta atravesada por los cambios culturales que ha sufrido la estructura familiar 4

tradicional. Cambios que también se han producido en la institución escolar y que inciden en el tipo de vínculos que protagonizan los adultos y los adolescentes que en ella conviven. Precisamente en la escuela los adultos cumplen un papel primordial ofreciendo contenidos de aprendizaje y conocimientos, y fundamentalmente modelos de identificación y ejemplos tangibles de modos de ser y de hacer en la vida. Son los adultos quienes propician un acercamiento al mundo de la ciencia, de la cultura, de identidades consolidadas y productivas. Sin embargo, actualmente parece existir cierta pérdida de la capacidad de reflexión acerca de la función de la institución escolar y del rol mismo de los adultos que allí actúan, en pos de privilegiar el cumplimiento de la obligación contractual formal; tal parece que la práctica de la enseñanza olvidara por momentos la función cultural del acto de enseñar en el cual se produce el interjuego de aquello que se trae para dar y aquello que despierta la pregunta, la duda, la curiosidad. Cada adulto tiene una función formalizada en la institución escolar, pero su función no se agota en el cumplimiento formal de la tarea para cual ha sido convocado porque existe una perspectiva más amplia ligada a la aproximación de aquellos contenidos propios de una función orientadora en relación a los adolescentes cuya identidad se está consolidando. La imagen del adolescente hoy dista mucho de la adolescencia que vivió el adulto actual, que se desarrolló en condiciones histórico sociales muy distintas. De igual modo, la institución escolar, su representación social y los intercambios comunicacionales que en ella se producen tienen nuevos códigos, a veces desconocidos, incomprensibles y extraños para los adultos. “Niños y adolescentes que están en pleno proceso de construcción de sus identidades y, por lo tanto, en un estado de mayor vulnerabilidad afectiva y de necesidad de contar con figuras para tomar como modelos identitarios” (Allidière, 2008) El modo en que los adultos piensan la escuela y la presentan a los adolescentes, la manera particular en que significan el espacio y los tiempos escolares tiene un fuerte impacto en las representaciones que éstos construyen respecto de la institución. La escuela como obligación o como oportunidad y cada uno de sus espacios curriculares, se configura a partir del modo en que los adultos invitan a entrar en estos ámbitos. “La asimetría constitutiva de los vínculos pedagógicos se asienta en la necesidad de que tanto los docentes como los alumnos jueguen roles bien diferenciados” (Allidière, 2008). En estos vínculos que el adolescente construye, el adulto opera como un 5

intermediario a través del cual el sujeto aprende. Cada sujeto construye el conocimiento desde su historia. Ese vínculo es dinámico y se va configurando en función de las múltiples interacciones que se dan en lo cotidiano. “No hay educación sin transmisión cultural (pero lo que se trasmite no es un contenido, sino una relación” (Frigerio, Diker, 2005). En efecto, los adultos influyen fuertemente en la dimensión cognitiva de los estudiantes, ya que condicionan las maneras de percibir, comprender y decidir. Las expectativas puestas en el vínculo intergeneracional juegan un papel prioritario. Al respecto la experiencia institucional indica que, cuando las expectativas son explicitadas en un contexto de contención y de mutuo entendimiento, las condiciones para el aprendizaje se optimizan, los estudiantes comprenden sus posibilidades y límites, los adultos son capaces de asumir empáticamente la perspectiva de los estudiantes y relacionar el objeto de enseñanza con aquellas expectativas. Esta explicitación de expectativas funciona como encuadre y permite reorientar las energías hacia el objeto de conocimiento, en lugar de preocuparse por las condiciones que el contexto plantea como relevantes para poder aprender. “Se trata de recuperar el espacio educativo como espacio amigable, de encuentro de producción, de reencuentro con esa vitalidad transformadora que la construcción de lo nuevo siempre exige en las personas, en las instituciones, en las sociedades.” (Giorgi, 2007) Los adultos referentes detentan

una función cultural independiente de la función

formal asignada y que se vincula ampliamente con la tarea original para la cual la escuela ha sido creada. Todos trabajamos sinérgicamente ampliando horizontes, ofreciendo puentes por donde discurren pensamientos, cuestionamientos, inquietudes y certezas. “Hoy se hace necesario que la escuela secundaria, sin perder la finalidad pedagógica para la cual ha sido pensada, pueda constituirse en un ámbito de contención y de inclusión social, atenta a una realidad cambiante y dinámica en la que sus actores, personas que viven, sienten, interactúan y se educan, puedan acordar posturas y tomar decisiones, como protagonistas de los

procesos educativos”

(Graffigna – Ghilardi, 2009) .

Bibliografía Allidière, N. (2008) El vínculo profesor-alumno: una lectura psicológica 2º Edición. Biblos. Buenos Aires Frigerio, G. – Diker, G. (2005) Educar: ese acto político. Buenos Aires. Del Estante Gastañaga Moreno, J.L (2004) “Trabajo social, familia y escuela” en Cuadernos de 6

Trabajo Social. Vol 17. Madrid. Universidad Complutense de Madrid Giorgi, V. (2007) “Los adolescentes de hoy y el adolecer de las instituciones educativas”. INAU. Uruguay. Graffigna, A. - Ghilardi, L. (2009) “De la secundaria a la Universidad. Notas para pensar la articulación” en III Congreso Internacional de Educación. Construcciones y perspectivas. Miradas desde y hacia América Latina. Universidad Nacional del Litoral. Santa Fe, agosto de 2009. López Néstor y Juan C. Tedesco. (2002). “Las condiciones de educabilidad de los Niños y adolescentes en América Latina”. IIPE / UNESCO. Buenos Aires. Poggi, M. (2002) Instituciones y Trayectorias Escolares. Santillana. Buenos Aires Tenti Fanfani, E. (comp.) (2003) Educación media para todos. Los desafíos de la democratización del acceso. Buenos Aires, Altamira. Uranga, Washington. (2007). “Comunicación y construcción democrática: tareas y desafíos”. Organización Católica Latinoamericana y Caribeña de Comunicación (OCLACC). Proyecto de Comunicación para la movilización social: iniciativa Arandú. En Revista Virtual Universidad Católica del Norte.

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