La función de la Utopía en la ideología y el principio de Esperanza de Bloch enfatizado al ámbito histórico.

July 25, 2017 | Autor: Darien Rosales | Categoría: Ernst Bloch, Ernst Bloch; Hope
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Descripción



Bloch, Ernst. El principio Esperanza. Vol. I, Editorial Trotta, 2007. p. 77
Ibíd. P. 78
Ibíd. P. 101
Ibíd. P. 180.
Institut für Sozialforschung, fundado en 1923.
Gómez-Heras, José Ma. G. Sociedad y utopía en Ernst Bloch. Ediciones Sígueme, Salamanca, 1977. P. 18
Ibíd. P. 47
Ibíd. P. 49
Ibíd. P. 167-169
Gómez-Heras, José Ma. G. Óp. Cit. P. 119
Bloch, Ernst. Óp. Cit. Vol. II. P. 727
Gómez-Heras, José Ma. G. Óp. Cit. P. 127.
En La esperanza utópica: Ernst Bloch y la reivindicación del futuro.
Bloch, Ernst. Op. cit. p. 156.
Ibid. p. 107
Idea expuesta en: Bloch, Ernst. Natural Law and Human Dignity, MIT Press, Cambridge, 1987, p. 220.
Es menester hacer la precisión de que solo al reino de dios en sí y no a la figura de un dios.
Bloch, Ernst. Op. Cit. p. 515.
Gómez-Heras, José Ma. G. Óp. Cit. P. 207
Bloch, Ernst. Natural Law and Human Dignity. MIT Press, Cambridge, 1987.
La función de la Utopía en la ideología y el principio de Esperanza de Bloch enfatizado al ámbito histórico.
"(…) reducir el elemento utópico a la concepción de Tomás Moro, u orientarlo exclusivamente a ella equivaldría a reducir la electricidad al ámbar, del que ésta extrajo su nombre en griego y en el que fue percibida por primera vez.
Más aún: lo utópico coincide tan poco con la fantasía política, que es precisa la totalidad de la filosofía (…) para hacer justicia al contenido que designa la palabra utopía"
El Principio de Esperanza. Vol. I. p.9
No es sorpresivo aproximarnos a la escuela de Frankfurt y hallar una compleja red de teorías cognitivas y dialéctica entre los autores que la representan, cada una de las obras se encuentra íntimamente ligada entre sí, no obstante, dada esa complejidad resulta un tanto caótico realizar una diferenciación entre autores y discriminar, meramente por ideas u obras publicadas, el papel de autores como Kracauer o el mismo Bloch. Esta observación no la realizo meramente como un juicio arbitrario acerca del trabajo de los filósofos del Instituto (Ciencias Sociales de Alemania) si no cómo una puntualización que puede llegar a afectar la percepción de las ideas, tanto divergentes como conciliadoras, de las figuras que conforman la escuela de Frankfurt y que resulta más apropiado desligarse de los criterios que nombran "corrientes", cuando en este caso resulta más ad hoc nombrarlo, como ya he hecho, escuela.
En primera instancia podemos decir que un epígono bien puede conciliar en muchos aspectos o bases con su maestro, no obstante su propia naturaleza individual lo llevará a tener ideas divergentes con su escuela doctrinal y aun así pueden no ser del todo diferentes o llevarlo a conclusiones totalmente distintas. A veces se persigue el mismo objetivo o concepción pero los medios y métodos que lo llevan a esta meta, necesaria y naturalmente, son diferentes.
Un claro ejemplo de esta particularidad de pensamiento, fin y medios ideológicos (y hasta cognoscitivos) puede resultar ser la nombrada Escuela de Frankfurt, que, a grandes rasgos, los autores que la conforman siguen ciertos patrones ideológicos, como lo son el marxismo, la trascendencia de la cultura en la sociedad asimismo como de la crisis cultural, la historia y la herencia de la izquierda hegeliana aunado a una dialéctica negativa, pero, a pesar de estas convergencias y concilios ideológicos, muchos estudiosos del tema debaten acerca del papel de cada autor que se supone conforma esta escuela y si de verdad sigue cierta línea de pensamiento de acuerdo a los demás; Por eso es que resulta complicado encasillar autores a una sola corriente, no sólo por la variación de estilo de los autores a estudiar sino de la misma interpretación.
No es lo mismo hablar o analizar el papel de la esperanza en Walter Benjamin, que es encaminada a lo negativo, al igual que para Adorno que para Ernst Bloch, aún y cuando Benjamin y Bloch resultan ser un tipo de maestros para Adorno.
El tema que nos atañe en este trabajo es, precisamente, la esperanza o bien, la utopía en Bloch, y no por ello estamos hablando de lo mismo aunque la esperanza nos lleve a la utopía.
En primera instancia podemos aproximarnos, de manera muy somera, al pensamiento de Bloch por la cita antes mencionada en este trabajo, podemos apreciar que busca desentrañar y explicar la funcionalidad y utilidad de la utopía en el ser humano sin dejar de lado su perspectiva positiva y hasta romántica, profundizando un poco más, podemos hallar que no sólo se queda con el término de la esperanza de manera sencilla, si no que encuentra un trasfondo psicológico y cognitivo; El ser humano no tiene esperanza "innecesaria" o sin fundamento, la esperanza es un acto de conciencia, de voluntad encaminada a un fin.
La utopía, siendo esperanza en su máxima expresión y realización, juega un papel importante en la historia tanto en el ser objetivo, el mundo y el ser subjetivo, el ser humano. Estos tres aspectos serán los esenciales para analizar la funcionalidad de la esperanza y la utopía per se básicamente en los tres tomos de El principio Esperanza.
Estructura general de El principio Esperanza e ideas principales.
Para la cimentación de su idea de la Esperanza, Bloch recurre a dividir su trabajo en los siguientes grandes subtítulos: Informe, fundamentación, transición, construcción e identidad. A grandes rasgos traduce su obra en tres elementos que son los sueños diurnos o "los intentos de escape", las manifestaciones externas de la Utopía donde se halla la conciencia anticipatoria y las imágenes de la Utopía reflejadas en la cultura.
En la primera parte desentraña y busca dar una imagen principal de la esperanza, hablando de su papel en la sociedad, la significación en el tiempo y la ontología del ser humano, en el apartado de "fundamentación" que, personalmente, lo encuentro complejo en muchos sentidos ya que hace un razonamiento casi psicológico de la naturaleza humana sin dejar de expresarlo en un sentido romántico, y explica también qué son los impulsos humanos, que para él son una clase de "búsqueda" natural de objetivos, deja a un lado el plano ideal o propio de la ánima y habla de las teorías que explican los impulsos que primitivamente se originan en el instinto pero no se limitan a esa búsqueda o conveniencia natural, no obstante el hombre no responde únicamente a este tipo de impulsos naturales sino que crea los propios y los reinventa, y por ello es que llega a caer en la excentricidad o la necesidad de lo vacuo, esta búsqueda vacua la atribuye al desarrollo de la mente capitalista y a eso agrega:
"En resumen: es evidente que el hombre es un ser de impulsos tan cambiante como amplio, una suma de deseos cambiantes y, en su mayoría, mal ordenados. Y es muy difícil precisar un impulso permanente, un único impulso fundamental, siempre que no se le independice y, por tanto, se le sitúe en el vacío. El impulso principal no se hace visible ni siquiera en personas de la misma época y de la misma clase, ni desmontándolas, al estilo psicoanalítico, como si se tratara de la máquina de un reloj."
En tanto a voluntad o impulso encuentra una expresión del mismo que es el impulso sexual o la libido, y es en donde rescata las observaciones psicológicas de Freud, sin embargo precisa que no solamente es la libido positiva o impulso a lo placentero lo que guía al hombre sino también el impulso a la muerte o a lo catastrófico, el impulso a lo negativo también guía el camino del hombre.
En los pasajes siguientes hace un rescate todavía más profundo de las teorías de Freud y Jung encaminadas al "ego", al "ello", y al "yo", con este reconocimiento podemos suponer que busca cimentar de mejor manera la naturaleza tanto cognoscitiva como psicológica del ser humano para encaminar el sentido de esperanza a, más que un impulso, a un ejercicio de voluntad cognitiva dirigida, a una búsqueda totalmente consciente y no solamente infundada. Por consiguiente distingue las voluntades, los deseos y las necesidades del hombre, las ejemplifican con la diferencia de la necesidad de satisfacer el hambre con la "voluntad" de sufrir un desamor, siendo esta ultima una clase de lujo.
Para complementar la idea del hombre o las voluntades primitivas hace un recorrido histórico de la naturaleza humana de manera breve; Sí, el hombre es parte de su naturaleza o instinto, pero esto no es lo único que embarga a su ser, ya que a medida de que transcurre y se desarrolla la historia se va transformando, de tal suerte que para Bloch, el artífice esencial de la historia consiste en la búsqueda y satisfacción de las pasiones, voluntades y necesidades del hombre, el mismo papel trascendente en la actuación del hombre en la historia es la conciencia de sí mismo, para ello recurre tanto a Kierkegaard y a San Agustín, que "el entenderse en la existencia" es una vivencia de afectos religioso-morales contra las abstracciones objetivas de Hegel, que, no obstante, para Bloch, llega a una fenomenología animal que es la de Heidegger por su naturaleza de "pequeño burguesa" y considera que es subjetivismo hablar de la angustia y preocupación como lo hace el ya mencionado Heidegger.
Y es cuando aparece el papel de los afectos en la obra de Bloch, rescatando la visión de Descartes y Spinoza, los cuales encuentran su existencia en lo exterior para manifestarse en lo interno al ser humano, Bloch argumenta que para él los afectos no se encuentran en la "insapiencia" como hubiera dicho Spinoza, sino que se encuentran en una convergencia con la intelectualidad y cómo ejemplo de ello menciona a Hegel que concilia las impulsiones afectivas con un ejercicio intelectual traducido en su obra de la Fenomenología del espíritu.
En tanto a los sueños diurnos y nocturnos que encuentran su base en las necesidades y afecciones del ser humano encuentra que estos fungen como una satisfacción, quizás provisional, de los deseos, y considera necesario que el sueño diurno no es necesariamente precedente del nocturno, entre los sueños diurnos clasifica entre sus funciones una voluntad de mejorar el mundo del soñante, una búsqueda de un camino a la materialización de ese sueño o esperanza y finalmente un mantenimiento del ego. Es importante vincular a este razonamiento que, siendo como ya se mencionó, la búsqueda o pasión y satisfacción van ligadas, ergo, la desesperanza es una carencia de pasión o voluntad de búsqueda por lo que es improbable buscar una satisfacción a esa desesperanza o repulsión a la esperanza.
Los sueños diurnos son la manifestación del no-consciente, probablemente una manifestación de la esperanza en distensión con el futuro, el todavía-no-consciente es quizá uno de los elementos más ricos en El principio Esperanza en tanto que Ernst Bloch juega con su significación en alemán descuidándose un poco en la traducción, siendo el "noch-nicht", en español, el "aún-no" y un "todavía-no", esto puede llegar a ser un juego lingüístico plenamente del conocimiento del autor, ya que en el "aún-no" se reconoce cierta carencia o ausencia, mientras que en el "todavía-no" se halla la significación de una esperanza, de una certeza de que acontecerá lo que se espera, esta certeza o esperanza en el "noch-nicht" es el eslabón fundamental que, encaminado a entenderlo como un acto orientado de naturaleza cognitiva, se liga a la esperanza. Lo todavía-no-consciente lo categoriza como una nueva clase de conciencia.
La función de la utopía no se limita a esta voluntad dirigida de manera consciente, acertadamente el filósofo alemán para cimentar bien la función de la Utopía y la esperanza en sí, procede a ligar esta función con los aspectos que determinan la cultura y el proceder del ser humano, esto debido a que, como lo menciona a grandes rasgos en el primer tomo de El principio Esperanza, en el bagaje del hombre no existe nada nuevo sin que haya sido vivido o pensado anteriormente. La función de lo todavía-no-consciente aunado a la esperanza se traduce en una clase de previsión positiva, útil:
"Y es que la mirada hacia adelante se hace justamente más aguda a medida que se hace más claramente consciente. En esta mirada el sueño quiere ser en absoluto claro y el presentimiento, en tanto que auténtico, lúcido. Solo cuando la razón comienza a hablar, comienza, de nuevo, a florecer la esperanza en la que no hay falsía. El mismo todavía-no-consciente tiene que ser en su acto consciente, y por su contenido, sabido: como aurora aquí, y como algo alboral allí. Y con ello se llega al punto en el que precisamente la esperanza, ese peculiar afecto de espera en el sueño hacia adelante, no aparece ya-como expusimos en el capítulo 13 tan sólo como un mero movimiento circunstancial del ánimo, sino consciente-sabida, como función utópica."
Es, pues, cuando la esperanza materializada en la utopía toma contacto con la ideología, los ideales, los símbolos y hasta de la cultura.
En un siguiente apartado encuentra la manifestación de la utopía a lo largo de la historia, haciendo mención de Helena de Troya, hace hincapié en uno de los elementos importantes de su trabajo y que después analizaremos a mayor profundidad que es el del mundo subjetivo y el objetivo en conjunción, que es igual de importante que el papel de la utopía en el plano político marxista, aprovechando esta relación, analiza las tesis de Feuerbach de Marx para hallar los eslabones gnoseológicos, antropológicos e históricos que le servirán más adelante para asegurar que la esperanza concreta es manifestada únicamente en el socialismo.
En el apartado de "transición" hace una fijación de la esperanza más a nivel individual dónde se ve que se manifiesta en la auto-percepción y está proyectada a la sociedad y a la cultura, por consiguiente en el apartado de "construcción" se dedica a encontrar en la arquitectura, arte, geografía y perspectiva en el arte y la sabiduría y hace un acercamiento a las imágenes desiderativas.
En el tercer tomo que es el dedicado a la "identidad" comienza por hacer en las figuras estéticas literarias una relación estrecha entre la proyección literaria (como ejemplo con Fausto y Don Quijote de la Mancha) con sus respectivos autores en tanto su humanidad, profundiza en las imágenes desiderativas y las imágenes culturales tales como la música, la muerte y la religión.
En este primer acercamiento se halla una peculiar conjunción con la filosofía y la ciencia psicológica de Freud y Jung por parte de Ernst Bloch, no obstante la peculiaridad no se limita a ese aspecto sino que aún hablando de principios de psicoanálisis y naturaleza de la psique humana no descuida su particular estilo en el que se ve fuertemente influido su fijación al romanticismo haciendo de Bloch un filósofo particularmente positivo.
Esperanza, utopía y su funcionalidad en la cultura y el mundo objetivo. Explicación de los conceptos clave.
Hay que tomar en cuenta que este en el ámbito intelectual en el que se encontraba inmerso (la escuela de Frankfurt, o bien, el Instituto de Investigaciones Sociales) se distinguía por que no se encasillo en una perspectiva de dialéctica negativa como sus coetáneos, él se dedicó específicamente a una visión mucho más positiva, puede ser por su fijación al romanticismo o también por su perspectiva positiva dirigida hacia la política marxista, pueden ser muchos factores pero no hay que olvidar este particular ánimo que lo conduce y dirige en el camino de su desarrollo filosófico.
Los elementos característicos que encontramos en la escritura de Ernst Bloch suelen ser polarizados, su estilo llega a ser barroco, expresionista, hace profundos y minuciosos análisis culturales y ensayos filosóficos y llega a hablar de la historia bíblica y la encamina a una relación estrecha con la política y la revolución.
El umbral de la filosofía y análisis de Bloch es ontológico, ¿Por qué somos lo que somos? ¿Adónde vamos? Y otras cuestiones plantea antes de llegar a la premisa de que el hombre se conduce con miedo en la objetividad o realidad, miedo que se traducirá en angustia existencial. Es aquí donde comienza a tomar lugar la esperanza, aparece en este marco de miedo y angustia y en la necesidad inherente a la naturaleza humana de aspirar siempre a "algo mejor", engrandeciendo al ser humano. Una clara ejemplificación de lo anterior la encuentra en los llamados "sueños diurnos":
"No hay hombre que viva sin soñar despierto; de lo que se trata es conocer cada vez más estos sueños, a fin de mantenerlos así dirigidos a su diana eficazmente, certeramente."
Ciertamente su estilo nos evoca a un género más literario, pero no hay que quedarnos con esta superficial visión.
No existe hombre que carezca de esta característica, la de soñar despierto, y estos sueños manifestados pueden hacerse más vívidos y más intensos a medida de que se alimentan, "pensar significa traspasar" y este traspaso no está en lo abstracto únicamente, en el plano ideal o en un vacío, ese traspasar significa el reconocimiento de la tendencia en la historia, entendiendo que al reconocer que es lo trascendente en la historia se comprende por la proyección al futuro, en una función casi dialéctica, aunque Bloch menciona que la aspiración al futuro es lo que hace que venga después la historia y el presente no existe realmente. Podemos suponer ante esto que a lo que se refiere el alemán que no existe el presente en tanto que es puramente una expresión o una realización del pasado proyectada al futuro, como se dijo ya anteriormente.
En esta expectativa al futuro viene inserta la expectativa que puede ser de lo temido o lo esperado, no reside ninguna clase de frustración por lo que aún no acontece, sólo contiene la esperanza, Bloch cree que esto es la materia y lo que mueve a una sociedad que va en ascendencia, mientras que en las sociedades que van en decadencia (como la de Occidente) son manifestados un miedo y una repulsión a la esperanza. El miedo es un obstáculo para la realización de la esperanza.
Ernst en su materialismo histórico considera que un artífice de la crisis de la cultura en Occidente (y del marxismo, pero de eso nos dedicaremos más adelante) es la clase burguesa, en primer lugar porque no niega que las ideas predominantes de cualquier época son ideas de la clase dominante; es preciso puntualizar que al momento de atribuir al nihilismo y a la desesperanza la desgracia ontológica del hombre y las sociedades lo hace con un estilo romanticista que no podemos delegar por la misma circunstancia que ésta característica nos será importante para analizar la perspectiva de Bloch más adelante.
En tanto lo todavía-no-consciente llega a puntualizar que aún siendo un ejercicio introspectivo y personal puede ser obstaculizado únicamente por uno mismo.
Entre los conceptos clave ya enunciados encontramos los correspondientes al mundo subjetivo y al objetivo, siendo el subjetivo el hombre y el objetivo el mundo, en este aspecto se puede encontrar cierta semejanza con las ideas de Spinoza y de Schelling, en lo referente a las hipótesis del "sujeto de la naturaleza", Bloch busca dar una imagen de naturaleza cualitativa y cuantitativa, es apreciable que busca rescatar una idea de la naturaleza casi idealista argumentos religiosos y míticos.
En el segundo tomo nos podemos percatar que Bloch se encuentra inconforme ante la perspectiva que ofrece la física acerca de la naturaleza, precisamente por la carga deshumanizadora que lleva consigo, es por ello que recurre a la metafísica, a lo mítico y a lo religioso para explicarse a sí mismo el mundo y la naturaleza. Por lo tanto, en su visión de la naturaleza distingue la cualitativa que es la que está ligada a la filosofía y la cuantitativa que responde a la física-matemática. Bloch hace un énfasis especial al aspecto que descuida la perspectiva cuantitativa, el cual es el de la estructura teleológica de la totalidad del proceso cósmico, el análisis causal de la naturaleza, practicado por el mecanicismo que es sustituido por la consideración finalística de aquella, en el modelo teleológico blochiano se retoma la relevancia de la categoría aristotélica de "entelequia" siendo este el principio actuante y activador de la materia, asimismo es el complemento y perfección de aquella. Ernst busca que al final del devenir, aparezca un hombre divinizado que es hacia donde tiende la historia, hacia la identidad final donde, superada toda alienación, aparecerán conciliados el sujeto y el objeto, el hombre y la naturaleza.
Es, entonces, que Bloch busca un tipo de conciliación entre lo subjetivo y lo objetivo por medio de la "entelequia" y principios básicos aristotélicos (en cierta medida platonizados) para armonizar lo subjetivo con lo objetivo.
Por otro lado, Ernst distingue dos clases de utopistas y Utopía en sí, la utopía abstracta y la concreta, en la utopía concreta se hallan los elementos anticipatorios, no obstante una no se encuentra desligada del todo de la otra, que son la compensación y la anticipación, las cuales se hallan entrelazadas en su objetivo, entonces Bloch descubre la esencia anticipatoria de la utopía, según Ruth Levitas, a esta la distingue de las impurezas de los elementos contingentes y compensatorios con los que se ven cubiertas ciertas circunstancias históricas, la diferencia entre estos dos tipos de Utopía es funcional pero la dicotomía es menos incisiva. Lo característico en Bloch es que en la utopía concreta se encuentra mejor materializada esa esencia anticipatoria, sin embargo no desestima la abstracta, ya que es firme al sostener, a lo largo de su trabajo, que hasta la más abstracta de las aventuras utópicas es mejor que el pesimismo o la ignorancia burguesa porque contiene la intención dirigida hacia un futuro mejor; si la función utópica de alcanzar una vida mejor está presente de modo inmaduro, al menos sienta un precedente que no se debe ignorar.
Bloch ve que la naturaleza inacabada de la realidad posiciona a la utopía concreta como un futuro realizable dentro de lo real, y mientras tanto puede ser anticipada como una experiencia subjetiva, tiene incluso un estatus objetivo. En tanto al plano político de la Utopía, nos percatamos que identifica la utopía con el bien supremo, distinguiendo a la historia como el juez final de esta. Al respecto, Bloch considera que esto no es una historia predeterminada.
Un aspecto clave de El principio Esperanza es, precisamente, mostrar el corazón de la utopía concreta en una variedad de formas culturales, que se encuentra tanto en la religión como la cultura burguesa. Rescata estos aspectos por la idea de excedente cultural, llega a esto siguiendo la línea de que la ideología sería incapaz de llevar a cabo su función más importante, "esto es, la armonización prematura de las condiciones sociales", si estuviera compuesta únicamente de engaño y falsa conciencia; estos elementos que se desprenden de las condiciones inmediatas de su creación son denominados "excedente cultural". Este excedente, podemos entender que, esta diferencialmente distribuido en las diferentes manifestaciones culturales, que se encuentra mejor manifestado en la arquitectura más que en la filosofía, y es él el que crea la continuación cultural.
Manteniendo el aspecto político, Bloch cree fervientemente que el marxismo rescata de manera importante la utopía concreta, al mismo tiempo que lo conforma esencialmente, lo hace mediante a dos procesos, el primero lo realiza mediante el reconocimiento de la importancia de lo que está por llegar a ser como un aspecto de la realidad, el segundo se ejerce mediante el descubrimiento del proceso por el cual la utopía es posible. La posibilidad es la que une al marxismo con la utopía.
"No basta hablar de proceso dialectico y tratar luego la historia como una serie de secuencia inmóvil o incluso tratarla con 'totalidades' cerradas. Un angostamiento y cercenamiento de la realidad aparece aquí como una amenaza, como un apartamiento lejos de 'la fuerza de la acción y simiente de ella'; y esto ya no es marxismo". Para los razonamientos inherentes al marxismo, Bloch distingue que existen dos corrientes del mismo, una corriente fría y una corriente cálida, las cuales deberían estar entretejidas. En la corriente fría reconoce que hay un análisis que es la ciencia de las condiciones, mientras que en la corriente cálida del marxismo se halla una búsqueda apasionada de la experiencia indicada que es el propósito de su análisis, y ahí residen todas las intenciones liberadoras. Por consiguiente, la conjunción de lo cálido y lo frio, de lo real y lo utópico se consiguen y se cimentan por la teoría de la praxis, asimismo a través de esta se desarrolla un análisis de la conciencia mística y así se lograra una reforma de la consciencia que no esté basada en dogmas. Y como el marxismo encarna la revolución, ergo, la utopía va encaminada a la misma.
El hombre, para Ernst Bloch, le es natural y necesario imaginar y pensar, dos ejercicios que le son imprescindibles.
Ahora bien, conciliando dos aspectos esenciales del razonamiento de Bloch, si la dignidad es la esencia de la ley Natural, la búsqueda de la felicidad es la esencia de la utopía, por lo tanto, la dignidad es la búsqueda de la felicidad.
Es imprescindible entender que, para Bloch, un poco retomando a Marx, la utopía es un componente esencial y central en la producción del futuro, al mismo tiempo que en ésta, en su razonamiento, se halla un naturalismo consumado, que se traduce en un humanismo, y este humanismo consumado retorna al naturalismo y este proceso es el secreto descifrado de la Historia.
En sus razonamientos rescata el papel del reino de Dios del cristianismo, para ello toma en cuenta esencialmente los razonamientos de Joaquín de Fiore, Thomas Muntzer y Friedrich Engels, se hace mención de esto ya que encuentra en el reino de Dios una ejemplificación del bienestar que otorga el socialismo en un ámbito terrenal.
Bloch rechaza, en el aspecto político y práctico, que la característica definitoria de la utopía sea limitada a la forma, ya que su utilidad y función residen en la transformación conjugando lo ideal y lo material, y no solamente en el aspecto palpable, es, pues, la utopía una expresión de la insatisfacción y no una enajenación per se.

Conclusiones.
A manera de conclusión, el propósito es que, explicados, a grandes rasgos, los aspectos importantes en el razonamiento de Bloch, se muestren encaminados a la utilización o la vigencia que tienen en el ámbito historiográfico o de la concepción histórica, dicho esto, vamos a mencionar la historia y la teleología son fundamentales en tanto a la función del sujeto y del fin en la comprensión del tiempo histórico.
Si identificamos el ser con el devenir y a ello agregamos a la ecuación la materia, la naturaleza y la conciencia, no queda más que poner en claro el ámbito donde el devenir acontece, que es, el tiempo histórico.
Bloch, en su raciocinio, no encuentra una versión inmóvil de lo real, a tal grado que entiende que la historia no es una sucesión inmóvil de acontecimientos, como ya lo mencionamos, entonces hallamos como artífices fundamentales la posibilidad real y la materia dialéctica; lo religioso solo es una parte del pensamiento blochiano que es el factor subjetivo como generador en la historia. Todo ser se construye en el todavía-no o noch-nicht que ya se mencionó, siendo de la misma manera la historia, ya que nunca se encuentra totalmente materializada o en su realización ultima como apoteosis.
Bloch no polariza en el pasado o en el presente sino en el porvenir, lo real está repleto de latencias y tendencias, su condición fundamental es el ser móvil, histórico. El devenir, pues, es un proceso en el que la carencia es negada y superada en la medida en que la historia se aproxima a una totalidad donde la carencia desaparece al lograrse la conciliación integradora entre sujeto y objeto. Él encuentra que la búsqueda del saber reside en el porvenir.
En la polarización del presente y futuro, se encuentra la cuestión acerca de la relación entre metas y medios, fines últimos y fines próximos, a esto la utopía introduce una sobrecarga de fines lejanos y metas supremas, no obstante, Bloch ofrece como respuesta un tipo de equilibrio con la utopía concreta y la abstracta. Siendo así entendemos que Bloch otorga a la utopía un carácter de herramienta conciliatoria del tiempo que reside en la naturaleza del hombre.
"Existe una esencia genérica no fija del hombre…; es decir, el curso entero de la historia humana es evidencia de una progresiva transformación de la naturaleza humana".

Bibliografía consultada:
Bloch, Ernst, El principio de esperanza, edición de Francisco Serra, traducción de Felipe González Vicén, Madrid, Trotta, 2004-2006 (colección estructuras y procesos. Serie Filosofía).
______. Natural Law and Human Dignity, MIT Press, Cambridge, 1987.
_______. Thomas Muntzer, teólogo de la revolución, Madrid, Antonio Machado, 2002.
Gálvez Mora, Isidro Manuel Javier, La función utópica en Ernst Bloch.: http://www.posgrado.unam.mx/filosofia/publica/04galv.pdf
Gómez-Heras, José Ma. G., Sociedad y utopía en Ernst Bloch, Ediciones Sígueme, Salamanca, 1977.
Levitas, Ruth. La esperanza utópica: Ernst Bloch y la reivindicación del futuro. http://www.mundosigloxxi.ciecas.ipn.mx/pdf/v03/12/02.pdf
Wiggerhaus, Rolf, La escuela de Fráncfort, México, UAM-Iztapalapa/Fondo de Cultura Económica, 2010.




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