La frontera oriental del Tawantinsuyu

August 19, 2017 | Autor: Naomi Rattunde | Categoría: Andean Archaeology, Amazonia, Inca Archaeology, Borders and Frontiers, Fronteras
Share Embed


Descripción

La frontera oriental del Tawantinsuyu Naomi Maja Rattunde 2013 Resumen El trabajo presente se ocupa de la frontera oriental del Tawantinsuyu, entendida como zona fronteriza e intermedia entre el espacio andino y el espacio amazónico desde el norte del Perú actual hasta el sureste del territorio boliviano actual. Se ubica y describe esa zona fronteriza y la correspondiente política del estado inca, enfocando escenarios específicos. Antes de entrar a la materia misma se hará una aproximación al concepto de ‘frontera’, presentando una tipología de zonas fronterizas. Ese marco teórico ayuda a caracterizar los escenarios y procesos fronterizos.

Índice 1. Introducción 1.1. Concepto de ‘frontera’y tipología de zonas fronterizas . . . . . . . . . . . . . . . . 1.2. Fuentes para la investigación de las fronteras del Tawantinsuyu . . . . . . . . . .

1 1 2

2. Ubicaciones de la frontera oriental 2.1. La frontera tradicional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.2. La frontera redefinida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.3. Avances más profundos al oriente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

3 3 3 4

3. Política fronteriza en el oriente del Tawantinsuyu

5

4. Escenarios fronterizos 4.1. Chachapoyas . . . . . . . 4.2. Valle del río Huallaga . . 4.3. Cabecera del río Ucayali 4.4. Llanos de Mojos . . . . . 4.5. Gran Chaco . . . . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

6 6 8 8 9 10

5. Conclusión

10

6. Bibliografía

11

Índice de figuras 1. 2. 3. 4. 5.

Continuum of Boundary Dynamics Borderland Matrix . . . . . . . . . Fronteras del Tawantinsuyu . . . . Aproximación a la expansión inca El Alto Huallaga en el siglo XVI . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

. . . . .

1 2 4 5 8

1.

Introducción

Desde su inicio en 1438 hasta el año 1525, el territorio del estado inca llamado Tawantinsuyu fue extendido constantemente mediante incorporaciones pacíficas o subyugaciones militares de otros grupos. Sus fronteras, que se ampliaban hacia los cuatro puntos cardinales, en ningún momento eran líneas fijadas sino más bien zonas de contacto, de intercambio y de tránsito. En el trabajo presente nos interesa la frontera oriental del Tawantinsuyu, entendida como zona fronteriza e intermedia entre el espacio andino y el espacio amazónico desde el norte del Perú hasta Bolivia. Objetivo del trabajo es ubicar y caracterizar esta zona fronteriza, a través del tiempo y enfocando puntos específicos. Antes de entrar a la materia misma se hará una aproximación al concepto de ‘frontera’, presentando una tipología de zonas fronterizas. Eso sirve como marco teórico que ayuda caracterizar los escenarios y procesos fronterizos. La introducción cierra con una nota sobre algunos aspectos generales en cuanto a la investigación de las fronteras del estado inca. Trazamos las ubicaciones de la frontera oriental que hicieron los investigadores, ocupándose también de los debates y la dificultad de definir la ubicación más adecuada (cap. 2). Luego caracterizamos en términos generales la política fronteriza aplicada en el oriente del estado inca (cap. 3). En capítulo 4 examinamos algunos escenarios fronterizos concretos de manera mas detallada. Terminamos con una conclusión. 1.1.

Concepto de ‘frontera’ y tipología de zonas fronterizas

Al principio de su artículo «Toward an Understanding of Borderland Processes», en el que elabora un modelo para investigar y comparar situaciones fronterizas de manera sistemática e interdisciplinaria, Parker nos dice: Frontiers are areas between. They are places at the edge of cultural spheres and therefore embody the loci within which culture contact takes place. Like other types of boundaries, frontiers come into being as a result of particular historical circumstances or processes and are thus unique social phenomena. (Parker 2006:77) Para diferenciar distintos grados de situaciones fronterizas, Parker propone la siguiente terminología: boundary, border, frontier y borderlands.1 El término más general es boundary (frontera, límite), entendido como separador no especificado que indica límites de diferentes tipos. Border se entiende como línea divisoria tangible, fijada en un espacio particular, destinada a marcar la división entre unidades políticas y/o administrativas. Esa frontera estática y lineal llamamos en adelante Figura 1: Continuum of Boundary Dynamics, tomado de Parker (2006:82). ‘límite’ para diferenciarla de ‘frontera’ en el siguiente sentido de frontier como frontera dinámica y zonal. Esa zona de interpenetración separa distintos tipos de unidades políticas o culturales y puede estar formada por áreas “vacías”, donde no existen estos tipos de unidades o donde no hay contacto físico directo. Finalmente borderlands (zonas fronterizas) son zonas alrededor o entre entidades políticas o culturales donde los procesos o circunstancias geográficos, políticos, demográficos, culturales y económicos pueden interactuar para crear borders o frontiers (cf. ibíd.:79-80). Por las intersecciones de esos factores Parker (ibíd.:81) habla de boundary sets, es decir, de conjuntos de límites múltiples (geográficos, políticos, demográficos, culturales, económicos) superpuestos. Esas dimensiones de diferentes grados y tipos de fronteras están visualizadas en el Continuum of Boundary Dynamics (fig. 1). Además, se puede subdividir las cinco categorías de fronteras o límites (boundaries) de la siguiente manera. Los límites geográficos resultan de 1

Por falta de equivalentes exactos, la traducción de esos términos al castellano sólo puede ser una aproximación.

1

características topográficas y físicas, clima, flora y fauna, recursos naturales; entre las fronteras políticas se encuentran además administrativas y militares; las fronteras demográficas abarcan etnias, densidad de población, salud y género; las fronteras culturales pueden surgir de diferencias en lingüística, religión y material cultural; las fronteras económicos pueden expresarse en extracción de materias primas, transbordo de mercancías, producción agrícola y de productos elaborados (cf. Parker 2006:82). Una tercera dimensión, el tiempo, nos lleva a la Borderland Matrix (fig. 2). De las constantes transformaciones e interacciones de los diferentes tipos de fronteras a lo largo del tiempo resultan complejos procesos fronterizos, que son para Parker la “the essence of boundary dynamics” (ibíd.). Teniendo en cuenta este marco teórico, el término ‘frontera’ empleamos aquí en un sentido amplio y dinámico, señalando que las fronteras del Tawantinsuyu no eran ‘límites’ definidos. Con ‘zonas fronterizas’ nos referimos más explícitamente a los espacios intermedios cambiantes donde se realizaban intercambios de diferentes tipos entre conquistadores y conquistados. Además, introducimos ‘escenarios fronterizos’ para hacer referencia a escenarios específicos ubicados a lo largo de la zona fronteriza oriental del Tawantinsuyu. Para esa frontera tratada aquí ponemos énfasis a algunos aspectos más. Aunque apenas conocemos evidencias sobre un concepto incaico de ‘frontera’, desde una perspectiva del estado inca mismo, se puede asumir que la frontera adquiere la noción de una institución para mantener la seguridad y estabilidad del territorio. Por lo tanto, las zonas fronterizas se puede considerar como espacios de un alto ejercicio de control y poder (cf. Schaedel 1998:215). Segundo, como las expansiones del estado inca no terminaron en ningún Figura 2: Borderland Matrix, tomado de momento hasta la llegada de los españoles, hubo Parker (2006:90). zonas, que en un momento fueron fronteras externas o extremas y que luego formaron parte más integral del territorio inca, volviéndose fronteras internas dentro del Tawantinsuyu. Así, “[l]as fronteras internas y externas representan diferentes fases de la expansión y desarrollo del estado” (Dillehay y Netherly 1998:17). En este contexto, Hyslop (1988:35) distingue diferentes tipos de fronteras, dependiendo del grado de subyugación de los grupos fronterizos y del grado de la instalación de instituciones incaicas. De ahí, fronteras con grupos simbólicamente leales a los incas con cierta autonomía política y económica tenían distintas características que fronteras con grupos en resistencia contra la invasión inca. 1.2.

Fuentes para la investigación de las fronteras del Tawantinsuyu

Punto de partida para investigaciones arqueológicas de las fronteras del Tawantinsuyu son en la mayoría de los casos las fuentes etnohistóricas de la época colonial que revelan actividades y ocupaciones incas al entrar en la región amazónica (para el caso de la frontera oriental). La cerámica es considerada como indicador preciso de presencia e incluso de dominación y control inca. Se encuentra también en lugares sin arquitectura inca. Hyslop sugiere que, debido a que el estado inca “se representaba a sí mismo con un estilo cerámico distinguible en todo momento”

2

(Hyslop 1988:48), pueda ser más efectivo trazar la distribución de la cerámica para ubicar las fronteras que localizar fortalezas o caminos. Las fuentes escritas entregan informaciones “sobre eventos regionales, circunstancias y cambios ocurridos” (Dillehay y Netherly 1998:6) en las zonas correspondientes, aunque para el oriente no existen muchos documentos etnohistóricos que relatan algo de actividades incaicas (cf. ibíd.:3). En cambio, los materiales arqueológicos encontrados en asentamientos, fortalezas u otros sitios “son los subproductos de las actividades asociadas con tales eventos” y pueden ayudar en “identificar la función de los asentamientos” (ibíd.:7). Aunque el material cultural carece de prejuicios inherentes en las fuentes escritas, aquí pueden surgir complejos problemas de interpretación (ibíd.). Los dos tipos de fuentes se complementan de manera de que los documentos contienen “información específica acerca de las actividades del estado inca a nivel local, proveyendo así una información adecuada para que los arqueólogos puedan comprobar ciertas proposiciones acerca del registro arqueológico del mismo” (ibíd.). Si bien muchos estudios enfocaron la evolución y expansión del estado inca, hay que señalar que todas esas investigaciones sobre los fronteras del Tawantinsuyu tienen que tener en cuenta la organización social y económica dentro del estado inca y de las poblaciones locales tanto como los ámbitos culturales en las zonas fronterizas y su desarrollo (cf. ibíd.:3-4).

2.

Ubicaciones de la frontera oriental

En su artículo «Las Fronteras Estatales Extremas del Tawantinsuyu», Hyslop (1988) presenta un mapa que señala una ‘frontera tradicional’ y una ‘frontera redefinida’ con sectores relativamente seguros y otros inseguros (veáse fig. 3). Considerando trabajos más recientes se puede redefinir esa frontera redefinida, como lo hizo Pärssinen (1992) (veáse fig. 4). 2.1.

La frontera tradicional

Según Hyslop (1988:36), la frontera oriental del Tawantinsuyu “constituye un tremendo enigma” por la falta de coherentes informaciones arqueológicas, así que ha sido asumido que la frontera incaica coincidiera con la frontera ecológica. Esa frontera tradicional fue situada “en aquellos puntos en que las faldas de los Andes se unen con las tierras bajas de las selvas amazónicas” (ibíd.) y no más al este del área alrededor de Cochabamba. No obstante, en torno a esa propuesta no había concordancia entre los autores. Hyslop señaló que una relectura de las fuentes escritas y un análisis de la distribución espacial de objetos incas revelarían, que “algunas de estas fronteras [tradicionales] están imprecisamente trazadas sin precisión y no delimitan el territorio sujeto al efectivo dominio inca” (ibíd.:37). 2.2.

La frontera redefinida

Para redefinir la frontera tradicional Hyslop revisó una serie de publicaciones que tratan de actividades y ocupaciones incas en las zonas al este de la cordillera de los Andes. Señaló secciones relativamente seguras de la frontera redefinida, que se encuentran entre Huánuco hasta casi llegando a la frontera actual entre Perú y Bolivia, y otras zonas fronterizas más al norte y al sur/sureste, que consideró como inseguras. Entre los estudios consultados por Hyslop está por ejemplo Bonavía2 , que revisó cierta parte de la información sobre los sitios arqueológicos incas ubicados ahí. Strube Erdmann3 encontró evidencias –aún no unívocas– que los caminos incas pueden haber llegado a las tierras bajas en Chachapoyas, Huánuco y cerca de Cuzco. Para el este de Huánuco existen referencias a tres o cuatro fuertes donde estaban guarnecidos mitmaq de Cuzco (véase cap. 4.2). Algunos relatos históricos informan de conquistas incaicas en los afluentes del río Madre de Dios. Hyslop 2

3

Bonavia, Duccio (1979). «Ecological factors affecting the urban transformation in the last centuries of the preColumbian era». En: Advances in Andean Archaeology. Compilado por David L. Browman. Chicago: Aldine Press, 393-410. Strube Erdmann, León (1963). Vialidad imperial de los incas. Serie Histórica 33. Córdoba: Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba.

3

Figura 3: Fronteras del Tawantinsuyu, sección del mapa de Hyslop (1988:39). menciona además trabajos etnohistóricos sobre grupos y sus territorios en el oriente, que ayudaban a las investigaciones sobre la fronteras en la medida que las fuentes del siglo XVI dan a entender, si los respectivos grupos habitaban fuera o dentro del Tawantinsuyu. Investigaciones realizadas por el Museo Arqueológico de Cochabamba sobre sitios arqueológicos incas a lo largo de la frontera oriental demuestran que el sitio más oriental reconocido como inca era el Fuerte de Samaipata, al oeste de la ciudad actual de Santa Cruz. Más al sur de Bolivia (actuales departamentos Chuquisaca y Tarija) hay escasas evidencias de sitios incas (cf. Hyslop 1988:4042). El área alrededor de Santa Cruz fue, según Hyslop, el “territorio más oriental controlado por el imperio inca” (ibíd.:49). La constatación de Hyslop, que la frontera oriental fue “bastante irregular, incorporando en algunos puntos tierras bajas, y sin incorporar en otros siquiera el control de todos los flancos de las montañas” (ibíd.:41), es todavía vigente, aunque trabajos más recientes descubrieron que había avances más profundos al oriente. 2.3.

Avances más profundos al oriente

Pärssinen y Siiriäinen (2003:82) postulan que en tres secciones de la frontera oriental los incas entraron más profundamente hacia el este, siempre con el interés de controlar los recursos que había en las tierras bajas y con factores adicionales, distintos en cada uno de los casos. Esas secciones son el valle del río Urubamba hacia la cabecera del Ucayali, en dirección a Pucallpa, la segunda, hacia por lo menos la cabecera de los ríos Madre de Dios y Beni y, la tercera, hacia las planicies del Gran Chaco (véase fig. 4).

4

Figura 4: Aproximación a la expansión inca, sección del mapa de Pärssinen (1992:139). Por lo tanto el Chinchaysuyu se extendía por el este hasta Chachapoyas y Moyobamba (véase cap. 4.1), más al sur hasta el valle del río Huallaga al este de Huánuco (véase cap. 4.2). El Antisuyu se prolongaba hasta la cabecera del río Ucayali (véase cap. 4.3) y hasta la confluencia de los ríos Madre de Dios y Beni (véase cap. 4.4). El Collasuyu llegaba por el este hasta los llanos alrededores de Santa Cruz (véase cap. 4.5). Posiblemente, a través de mitimaes, el control inca incluso llegó temporalmente a la provincia actual de Ángel Sandoval, Bolivia, cerca de la frontera con Brasil –no obstante, hay que constatar que esa información es bastante insegura y puede ser equivocada (cf. Pärssinen 1992:134-135; Pärssinen y Siiriäinen 2003:81-82).

3.

Política fronteriza en el oriente del Tawantinsuyu

La política inca en cuanto a la región amazónica tenía el fin de asegurar sus intereses económicos. Incluía esfuerzos pacíficos y militares para ganar terrenos en los bosques y “nuevas medidas administrativas, orientadas a establecer y mantener el poder sobre las tribus de tierras bajas” (Pärssinen y Siiriäinen 2003:72). La frontera oriental tenía una función dual. Por un lado servía como zona defensiva, relativamente asegurada, desde la cual se podía partir para nuevas expediciones. Como los grupos de tierras bajas fueron vistos como “incivilizados” o “bárbaros” (Hyslop 1988:41) y considerados como posible amenaza permanente que podría atacar al estado, era necesario para el estado inca y consiguió que las poblaciones locales aceptaron su presencia, lo que al mismo tiempo, por la organización militar y social eficiente, garantizaba la seguridad de ellas también. Además, lograron una colaboración de ellas y contaban con su mano de obra para la construcción de fortalezas y su mantenimiento, tanto como el esta-

5

blecimiento de una estructura económica a través de mitimaes. Por el otro lado, los puntos así asegurados en la zona fronteriza servían como puntos estratégicos, primero para lanzar expediciones pacíficas o militares hacia el este, y segundo, como zona de retiro o descanso después de las campañas (cf. Pärssinen y Siiriäinen 2003:82-83). Eso demuestra claramente que esa frontera era una “especie de zona difusa” (ibíd.:83) determinada por diversos factores superpuestos. Los incas establecieron un sistema de defensa consistiendo en una cadena de fortalezas y fuertes, que podían ser viejos, reorganizados y aumentados por los incas, o propiamente construidos en tiempos incas con la mano de obra de las poblaciones locales (cf. ibíd.). Sin embargo, esa cadena no formaba una línea definida (ni continua), sino indicaba una posible “zona fortaleza” de anchura variable (cf. ibíd.:87). Por la falta de investigaciones sistemáticas de estos sitios no sabemos mucho sobre la estrategia defensiva de los incas, ni sobre las funciones que tenían esos sitios conocidos dentro de la organización militar. Además, los sitios podían haber sido multifuncionales al mismo tiempo o cumplido distintas funciones en perspectiva diacrónica. Pärssinen y Siiriäinen (ibíd.) señalan que los fuertes más viejos de esa zona se ubican más al oeste, mientras que los fuertes más nuevos fueron construidos más hacia el este, por lo cual se podría deducir un avance por pasos a lo largo del tiempo. Eso implicaría un desplazamiento seguido por transformaciones de la zona fronteriza, correspondiendo a la Borderland Matrix. Pärssinen y Siiriäinen mencionan una serie de posibles fortalezas en una zona desde el valle del río Urubamba hasta las yungas bolivianas que “parece seguir de cerca la cota de 500 m, donde las montañas del antepaís andino se unen muy apruptamente con las llanuras de las tierras bajas” (ibíd.:85). Ese antepaís consideran como “zona de control” con presencia inca continua, donde lograron establecer su poder, como mínimo temporalmente, aunque el ambiente natural y cultural tanto como enfermedades tropicales se les hacía difícil. El método empleado en esas zonas era la instalación de una administración directa mediante incas nobles y administradores enviados a pueblos estratégicos, o mediante jefes locales bajo el control inca que consiguieron por entregarles mujeres incas, regalos y/o privilegios. También ofrecían protección y ayuda militar. Esos grupos asumieron el papel de vasallos (cf. ibíd.:88-89). Atravesando la “zona de control”, se puede identificar otra zona visitada por expediciones, pero no controlada por los incas. En esta “zona de visita” o “zona de contención”, donde la infraestructura de abastecimiento ya no alcazaba, los incas tenían que estar en alerta debido a la posibilidad que los grupos nativos los atacaran. A través de expediciones por sorpresa, los incas llegaron a contrarrestar ataques de esos grupos contra ellos o sus aliados (cf. ibíd.:89-90). Resulta entonces lo que vimos en el Continuum of Boundary Dynamics, que se superponen límites de diferentes tipos. Los límites geográficos relativamente estáticos, que implican distintas condiciones climáticas y topográficas y ecosistemas, causando también distintas situaciones de salud, coincidieron más o menos con fronteras demográficas y culturales ya mucho más dinámicas. En esos escenarios estaban situadas las fronteras políticas, militares y administrativas del estado inca, influidas y condicionadas por las anteriores, pero definitivamente no coincidentes. Además, a causa de la existencia de varias fronteras demográficas y culturales una detrás de otra, existían también varias fronteras políticas dentro de la zona fronteriza al oriente del Tawantinsuyu, dependiendo del grado de alianzas con o subyugación de los grupos ahí asentados.

4.

Escenarios fronterizos

El esquema propuesto por Pärssinen y Siiriäinen describe posibles escenarios fronterizos generales que “hayan variado a lo largo del prolongado trecho Norte-Sur de la frontera” (ibíd.:89). En adelante veremos algunos escenarios fronterizos específicos, empezando en la parte norteña de la frontera oriental hacia los llanos del Gran Chaco en el sureste de la Bolivia actual. 4.1.

Chachapoyas

La población de Chachapoyas, asentada al este del río Marañón, se organizaba políticamente en curacazgos que unían varios subgrupos, encabezados por curacas. Esas unidades políticas

6

deben haber estado en constante competencia entre ellas por la escasez de tierras fértiles. Se decía que los chachapoyas eran buenos guerreros, curanderos, agricultores y constructores de puentes. (cf. Schjellerup 2005:45-47). Por estar metidos en el intercambio de alimentos y productos de prestigio, pudieron “haber tenido la función de mediadora en una cadena de corta y larga distancia en la red entre sierra y selva” (Schjellerup 2002:48). La región de Chachapoyas abundaba en recursos naturales, codiciados y probablemente explotados por los incas, como oro, animales silvestres, coca, hierbas medicinales y miel. También estaban interesados en las finas vestiduras de lana y algodón producidas por los chachapoyas (cf. ibíd.:52). Aunque Rowe señaló que la región Chachapoyas no fue incorporado al Tawantinsuyu antes del tiempo de Huayna Capac, muchos cronistas y fuentes locales coinciden en que Túpac Inca conquistó la zona en los años 1470-72. Debido a rebeliones de los chachapoyas Huayna Capac volvió a conquistar el territorio. Además, Chachapoyas sirvió a los incas para la exploración de territorios más al este. Por lo menos conquistaron la área hasta Pipos y, siguiendo las crónicas, se puede considerar que la frontera al este de Chachapoyas fue situada en la zona de Moyobamba que también fue conquistada por Túpac Inca (cf. Pärssinen 1992:98-101). Al respecto señala Schjellerup que la frontera oriental de Chachapoyas fue muy cambiante porque se sobreponían territorios con redes de relaciones entre distintos grupos situados en la ceja de montaña. La presencia de sitios incas sugiere que los incas controlaban “los pasos a lo largo de los ríos en la selva alta y en las entradas más bajas hacia la selva” (Schjellerup 2005:55). La influencia de los inca en Chachapoyas resultó en un control político fuerte, que fue establecido sobre la administración y política local, lo que a su vez unía a los subgrupos locales frente al enemigo común contra el cual rebelaron varias veces. Para el ejercicio de su control los incas instalaron, en primer lugar, nuevas infraestructuras como cultivos, caminos y asentamientos, introduciendo el estilo imperial cuzqueño –la mayor construcción es el centro administrativo en Cochabamba. Fueron construidos más sitios con carácter político-militar en puntos estratégicos cerca de los ríos, de manera que el acceso a la selva era controlado por los incas, además sitios dedicados a la producción agrícola y con funciones religiosas. En segundo lugar, a causa de la resistencia de los chachapoyas, reorganizaron la población, que significaba que muchos pobladores fueron trasladados como mitmaqkuna a muchas partes del Tawantinsuyu, una política inca común para estabilizar territorios conquistados (Schjellerup 2002:50-53). A cambio llegaron mitmaqkuna de diferentes partes del estado inca a Chachapoyas (Schjellerup 2005:139). Otra forma de obtener el control fue convertir a curacas menores e principales, dándoles obsequios, para “dividir las antiguas alianzas y los grupos de poder” (Schjellerup 2002:54). La ocupación inca de la zona causó cambios profundos para los chachapoyas “en la vida tradicional, en la construcción de nuevos establecimientos, el servicio militar, la extracción de trabajo e incluso la obediencia de reglas específicas” (ibíd.:49). Las respuestas partían de los curacas locales que movilizaban sus comunidades para satisfacer las demandas de los incas (ibíd.:49-50). Además, los incas difundieron “su cultural material y sus valores culturales” (ibíd.:55), por ejemplo tipos especiales de cerámica que fueron usados en el complejo Cochabamba (ibíd.:54). En resumen, el caso de Chachapoyas, ubicado en la zona fronteriza al extremo noreste del Tawantinsuyu, es un ejemplo para una región cambiante bajo la presencia inca fuerte y constante, aquí durante sesenta años después de la primera expansión. Teniendo en cuenta la Borderland Matrix se puede considerar que los intereses económicos de los incas, que llevaron a la conquista de la zona, tenían a lo largo del tiempo efectos múltiples como enfrentamientos militares, cambios en las relaciones políticas, cambios en la composición de la población, intercambios económicos y culturales entre los incas y la población local. Correspondiendo a lo mencionado y aparentemente por casualidad, todas las correlaciones señaladas por Parker en el siguiente párrafo son aplicables a este escenario fronterizo. For example, the colonization of a region (political) may result in a change in the ethnic (demographic) and linguistic (cultural) makeup of a borderland; the extraction of raw mate-

7

rials (economic) is conditioned by the types and quantity of resources available (geographic); population shifts (demographic) may affect the nature and distribution of material found in a borderland (cultural), and so on. (Parker 2006:90) 4.2.

Valle del río Huallaga

Los incas ocupaban la zona a la orilla oeste del Huallaga en el noreste de Huánuco, lo que evidencian las tres fortalezas mencionadas por Hyslop (1988:40), que señaló que aún no eran localizadas, que aparecen en un mapa de Fernando Santos (1985) (fig. 5). Pero Pärssinen muestra que los incas llegaron incluso a la orilla oriental del Huallaga. Si bien los Panatahua, asentados en la zona desde Panao hasta Sisinbar (actual Tingo Maria) en el norte, no fueron conquistados, sí eran aliados de los incas y muy interconectados con el estado con el cual solían mantener contactos comerciales. Además existen fuentes coloniales, que revelan que Túpac Inca mandó mitimaes a este lado del río para controlar los intereses económicos. Los productos de la zona incluían coca, maíz, chili, cultivos de algodón, madera, cera, miel y plumas de aves exóticas. Sin embargo, hasta el momento no está claro, qué tan lejos y en que forma llegó el dominio de los incas en esa zona (cf. Pärssinen 1992:102-106).

Figura 5: El Alto Huallaga en el siglo XVI, según Santos, tomado de Pärssinen (1992:104). 4.3.

Cabecera del río Ucayali

Las tropas de Túpac Inca conquistaron el valle del río Urubamba, llegando hasta la confluencia con Tambo que da origen al río Ucayali, y el Alto Ucayali, quizás hayan llegado más abajo en dirección hacia la ciudad actual de Pucallpa (vgl. Pärssinen y Siiriäinen 2003:73). Cerca del Pongo de Mainique, donde el Urubamba desciende por los Andes, desembocando en las tierras bajas, los incas tenían un punto de apoyo permanente que construyeron junto con los Piro que habitaban en una zona altamente estratégica entre los ríos Urubamba y Tambo. En

8

tradicionales orales se menciona la “fortaleza” Tonquini que puede corresponder a este sitio (cf. Pärssinen y Siiriäinen 2003:73). Mediante entregas de dones y política matrimonial los incas les hicieren a los Piros sus aliados, que era importante porque ellos controlaban el comercio a lo largo del Urubamba y el Alto Ucayali. Más al norte de esa zona habitaban los Cunibo con los cuales los incas podrían haber establecido relaciones parecidas, es decir, les hicieron sus vasallos. Así los incas podían ampliar y asegurar sus intereses económicos (cf. ibíd.:75-77). 4.4.

Llanos de Mojos

Por las direcciones sur–norte de los ríos mencionados, los incas no entraron mucho al oriente. En cambio, los ríos más al sur (Madre de Dios, Beni, Mamoré) desembocan dentro de las tierras bajas de los llanos de Mojos (cf. ibíd.:78), que, por lo menos en las zonas central y sureña donde se encuentran grandes asentamientos, eran densamente poblados. Por las inundaciones anuales los llanos eran tierras fértiles con cultivos de maíz y vegetales propios de la zona (ibíd.:103). Hay evidencias arqueológicas, sobre todo cerámica, que sugieren la presencia de serranos en las orillas del Beni o por lo menos contactos con la región. Por el Alto Beni se encontró una hacha de bronce que corresponde a un tipo incaico (cf. ibíd.:106-110). En el noreste de los llanos de Mojos, cerca de la ciudad actual de Riberalta, confluyen los ríos Madre de Dios y Beni. Al parecer hubo dos fases de intrusión hacia este lugar, una parcialmente exitosa bajo Túpac Inca y otra “enigmática expedición de Manco Inca, sobre la cual prevalece cierta confusión” (ibíd.:79). Puede que Túpac Inca llegó incluso más al oriente, a la confluencia del Mamoré con Madre de Dios (ibíd.:96-97). El objetivo en esa zona era ejercer el control directo a través de una administración (ibíd.:82). Ubicada en la orilla occidental del río Beni, cerca de la desembocadura al Madre de Dios, se encuentra la fortaleza Las Piedras, mencionada en varias fuentes escritas, que confirma la presencia inca en esa zona. Puede haber sido construida por miembros de la expedición de Túpac Inca o por la población local o puede ser resultado de varias fases de construcción. El complejo tiene una muralla defensiva larga, construcciones de vivienda y tuvo una torre. Se encontró mucha cerámica de tradición amazónica dentro del complejo, pero también fragmentos de un aríbalo inca y un tumi de bronce que pueden evidenciar la presencia inca. Diseño y arquitectura parecen a fortificaciones andinas, por lo cual se atribuir la fortaleza a los incas. La ubicación de la fortaleza entre los ríos es estratégica para obtener el control en el sentido de que ellos eran rutas de comunicación importantes. Aparte de eso, así los incas manifestaron simbólicamente su poder, aunque es posible que el sitio antes era residencia de un jefe local (cf. ibíd.:110ff). Aún faltan investigaciones arqueológicas para poder decir si o hasta dónde llegaron los incas más hacia el este, cuán establecida era su presencia en la zona hasta la fortaleza, y cómo eran las relaciones entre ellos y las poblaciones locales (cf. ibíd.:122) Según documentos coloniales, la confluencia de los ríos Madre de Dios y Beni podía ser alcanzada desde Camata en la región Kallawaya en el bosque de yungas en Bolivia (cf. ibíd.:96), que “fue un asentamiento de gran relevancia para el avance hacia el oriente” (Capriles Flores y Revilla Herrero 2006:224). Cuenta con el centro fronterizo de Maukallajta y otros sitios más pequeños a lo largo del río Camata. Las poblaciones locales no eran muy hostiles con los incas por lo cual el contacto con ellas fue promocionado. La construcción de la infraestructura en esa zona por los incas fue motivada por su estrategia política y económica, que buscaba la extracción de recursos como oro, coca, maíz y madera, otros bienes de riqueza o prestigio como plumas de aves exóticas, plantas medicinales y psicotrópicas, miel, cera, colorantes vegetales, pieles de animales salvajes, entre otros. Por la ocupación inca relativamente directa y no necesariamente motivada por razones de incertidumbre social o medioambiental, la cantidad y calidad de recursos extraídos de la región fueron mayores (vgl. ibíd.:234-235). A través del tiempo, Camata puede ser considerado como ‘zona de control’, todavía como parte de la zona fronteriza externa del Tawantinsuyu, pasando a ser provincia del estado, siendo frontera interna del territorio inca.

9

4.5.

Gran Chaco

Pärssinen y Siiriäinen (2003) presentan al Gran Chaco como tercera sección de penetración inca más profunda hacia el oriente. Esa región seca y escasamente poblada está ubicada al sur de los llanos de Mojos. El dominio incaico fue extendido por Túpac Inca hasta la cabecera del río Mamoré y su hijo Huayna Capac posiblemente anexó algunas áreas más al este (cf. ibíd.:73). El motivo de la ocupación debe haber sido la neutralización de las actividades agresivas de los grupos locales Guaranies (cf. ibíd.:82), que eran “cultivadores itinerantes y cazadores-recolectores nómades” (ibíd.:80). Las actividades incas tenían que ser más agresivas porque los pobladores Tupi-Guaraní representaban una constante amenaza. La presencia inca se refleja en las fortalezas Samaipata y más al sur la serie triádica de Cuzcotoro, Iñao e Incahuasi en el actual departamento Chuquisaca. Aquí la estrategia de los incas para ejercer control no era el empleo de fuerza directa, sino “adulación” y obsequio de dones (cf. ibíd.:81).

5.

Conclusión

Volviendo al mapa presentado por Hyslop (1988), hay que destacar que la influencia de los incas llegaba en varios puntos más allá de la señalada frontera redefinida. Sin embargo, la determinación de una frontera depende necesariamente de la definición de ‘frontera’ misma. Aquí hemos entendido ese término como zonal y dinámico, un espacio compuesto por varias tipos de fronteras. Finalmente, para trazar una linea en un mapa del estado inca hay que tener claro si se quiere marcar el territorio de las provincias consolidadas bajo una administración inca establecida o los espacios con presencia inca (militar) más o menos permanente o los espacios con cuyas poblaciones locales los incas mantuvieron contactos. Ese mapa también debe tener en cuenta los espacios de tiempo como lo hizo Pärssinen (1992). La frontera oriental, si bien no coincide con el límite geográfico entre los Andes y la Amazonia, resulta evidente que está influido significativamente por ello. Las distintas características ecológicas han precisamente ayudado e incluso causado el movimiento de los incas hacia las tierras bajas, debido su flora y fauna y los recursos naturales deseados por los incas que albergaba. Además, como factor topográfico hay que mencionar los ríos que desempeñaban un papel muy importantes en las tierras bajas, posiblemente más que caminos terrestres. Dentro de la zona fronteriza existían varias fronteras demográficas en el sentido de que las diferentes poblaciones locales no ocupaban muy grandes territorios. Sus formas de organización y su actitudes ante los invasores incas determinaron cómo el estado inca se podía establecer en sus territorios. También la densidad de la población tenía consecuencias para las conquistas, zonas menos pobladas o con poblaciones dispersas y móviles eran más difíciles de incorporar o controlar. Con su política de trasladar grupos locales en términos de la mitmaq, los incas rompieron la estructura demográfica anteriormente dada en mayores partes del Tawantinsuyu. Respecto a fronteras culturales se puede señalar que cuanto más control los incas tenían en una zona, tanto más se ampliaba la influencia de la cultura inca como lo vemos con el material cultural traído a esas zonas. Debido a la expansión rápida en un período relativamente corto de tiempo y a las resistencias de las poblaciones locales, las zonas fronterizas eran zonas “ ‘en disputa’ o ‘en transición’, especialmente aquellas en las que los ejércitos incas se mantenían en actividad” (Hyslop 1988:35), lo que parece ser justo en todos los casos mencionados. Al respecto, señala Pärssinen (1992:72) que las provincias conquistadas no eran conectadas fuertemente con el estado inca, sino que las relaciones dependían fuertemente de los gobernantes mismos y las relaciones de parentesco establecidas. Las actividades principales de los incas al intentar incorporar la Amazonia tenían un carácter primero militar y luego económico, por lo tanto es posible decir que las “fronteras militares fueron seguidas por las fronteras económicas y socio-políticas” (Dillehay y Netherly 1998:20). Como muestran las numerosas fortalezas mencionadas, toda la zona fronteriza parece haber estado militarizada. No obstante, la “cadena de fortalezas” no es uniforme y las fortalezas no

10

se encuentran en intervalos regulares, así que las diferentes secciones de la frontera deben haber sido fijadas y aseguradas con diferentes intensidades. Lo que llama la atención son las dos series triádicas de fortificaciones, en la orilla del Huallaga y en el Chaco, que prueban intensas actividades militares (protección o control) en las zonas en cuestión. Así, y todavía más debido a que muchos caminos incas en la zona“han desaparecido o no se puede seguir su huella” (Hyslop 1988:47), las fortalezas o fuertes incas trazan un límite militar, pero que no coincide necesariamente con los límites políticos con respecto al establecimiento de la administración inca, ni sabemos con exactitud si fueron usadas para asegurar la frontera misma o “para proteger los intereses del imperio en las poblaciones ‘conquistadas’ ” (ibíd.) en su entorno. No sabemos con certeza hasta dónde y en qué intensidad los incas podían extender su poder a lo largo de la frontera oriental y a través del tiempo. Para el caso de los llanos de Mojos por ejemplo, carecen evidencias para decir hasta qué grado las poblaciones locales estaban sojuzgados o cómo eran las relaciones políticas y económicas con los incas. Parece que esa zona fronteriza no era incluida al Tawantinsuyu como provincia y, aplicando los términos del Continuum of Boundary Dynamics, era porosa hasta fluida en cuanto a demografía, cultura, política y economía. En cambio, en Chachapoyas y por el Alto Huallaga establecieron el sistema de mitimaes, por lo que esas áreas fronterizas eran más incluidas al estado y relacionadas más fuertemente con la capital. Importante para los incas eran los grupos que asumieron el papel de vasallos, como es el caso por el Urubamba. Más adentro de las selvas orientales, parece que la mayoría de los grupos se quedó sin mayor influencia inca porque los esfuerzos militares para someterlas fracasaban. A pesar de ello existían otras relaciones e intercambios económicos con los dichos grupos (cf. Dillehay y Netherly 1998:10). Como ya mencionado, toda la actividad expansionista el estado inca tenía el fin de obtener recursos (materiales y humanos) para su mantenimiento. Eso incluía la producción agrícola, la extracción de recursos especiales como metales preciosos, el intercambio de recursos de prestigio, el transporte y la mano de obra de los grupos locales como lo muestra el caso de Chachapoyas que está trabajado con mucho detalle por Schjellerup (2005). De la enumeración de tipos de fronteras del Tawantinsuyu de Dillehay y Netherly (1998:20), que son aquellas “representadas por asentamientos militares, de transporte, agrícolas, de pastoreo, de intercambio, de extracción de recursos especiales”, para la frontera oriental son especialmente relevantes los asientos militares y el tipo relacionado con la extracción de recursos especiales como el oro en los bosques de la ceja de selva. Parece que partes de la frontera oriental eran fronteras formalizadas o geopolíticas y otras no formalizadas o económicas, comparable con lo señalado por Dillehay y Gordon (1998:194) para la frontera sureña. Pero aún faltan investigaciones comparativas y sistemáticas para obtener una idea más clara de las relaciones de los incas con las poblaciones en las diversas zonas fronterizas entre los espacios entendidos como “andino” y “amazónico”.

6.

Bibliografía

Capriles Flores, José M. y Carlos Revilla Herrero (2006). «Ocupación Inka en la Región Kallawaya: Oralidad, Etnohistoria y Arquelogía de Camata, Bolivia». En: Chungara, Revista de Antropología Chilena 38.2, 223-238. Dillehay, Tom D. y Américo Gordon (1998). «La actividad prehispánica de los incas y su influencia en la Araucania». En: La frontera del Estado Inca. Ed. por Tom D. Dillehay y Patricia Netherly. 2.a ed. Quito: Fundación Alexander von Humboldt y Editorial Abya-Yala, 183-196. Dillehay, Tom D. y Patricia Netherly (1998). «Introducción». En: La frontera del Estado Inca. Ed. por Tom D. Dillehay y Patricia Netherly. 2.a ed. Quito: Fundación Alexander von Humboldt y Editorial Abya-Yala, 3-31. Hyslop, John (1988). «Las Fronteras Estatales Extremas del Tawantinsuyu». En: La frontera del Estado Inca. Ed. por Tom D. Dillehay y Patricia Netherly. Oxford: BAR International Series 442, 35-57. 11

Parker, Bradley J. (2006). «Toward an Understanding of Borderland Processes». En: American Antiquity 71.1, 77-100. Pärssinen, Martti (1992). Tawantinsuyu: The Inca State and its Political Organization. Studia Historica 43. Helsinki: SHS. Pärssinen, Martti y Ari Siiriäinen (2003). «Los Intereses Amazónicos del Estado inca (Tawantinsuyu)». En: Andes orientales y Amazonia occidental: ensayos entre la historia y la arqueología de Bolivia, Brasil y Perú. La Paz: Universidad Mayor de San Andrés. Maestría en Historias Andinas y Amazónicas: Colegio Nacional de Historiadores de Bolivia, 71-129. Schaedel, Richard (1998). «Comentario: Las fronteras del Estado Inca». En: La frontera del Estado Inca. Ed. por Tom D. Dillehay y Patricia Netherly. 2.a ed. Quito: Fundación Alexander von Humboldt y Editorial Abya-Yala, 215-221. Schjellerup, Inge (2002). «Reflexiones sobre los Chachapoya en el Chinchaysuyu». En: Boletín de Arqueología PUCP 6, 43-56. – (2005). Incas y españoles en la conquista de los chachapoya. Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

12

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.