La foto invisible del álbum: terror de Estado oculto entre las historias familiares.

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Descripción

“La foto invisible del álbum: terror de Estado oculto entre las historias familiares.” Pablo Hermida Salas. Quito, Abril 2015. En memoria de los hermanos Restrepo y todxs los desaparecidos.

Cuando una foto –ignorada- en el álbum familiar se revela como portadora de un pasado silencioso y silenciado de un país, esa foto se convierte en una ventana que conduce a un recuerdo con el que se podría interpelar el presente y por ende enriquecer el sentido de identidad. Así, la foto se vuelve un punto de partida o un indicio -en apariencia casual- de una memoria que está latente: el terrorismo de Estado en Ecuador bajo el gobierno de León Febres-Cordero y la desaparición de los hermanos Restrepo. Más allá de cualquier pretensión por encontrar nuevos indicios que aporten a la construcción de una memoria colectiva, este hallazgo pretende reconstruir mi pasado familiar, una microhistoria sostenida en la materialidad leída por una comunidad del recuerdo, una forma de darle cabida a la foto y su justo valor dentro del álbum de familia. El ejercicio del presente ensayo se asienta básicamente en el “deber de memoria” con toda su agencia ético política. De manera que en primera instancia señalaré los indicios o marcas que caracterizaron las Política de la Memoria de Estado de aquel entonces –mediados de los años 80´s- enfocándome en el caso de la desaparición de los hermanos Restrepo. Por otra parte, también pretendo hacer una breve reconstrucción de la memoria de mi núcleo familiar en base a testimonios en torno a la foto que ha permanecido “invisible” –metáfora de una historia nacional largamente silenciada-; todo lo que me guiará finalmente a tejer vínculos o constricciones entre la política de la memoria de Estado y la memoria del ámbito íntimo familiar.

Las políticas de la memoria y el caso Restrepo bajo el terrorismo de Estado 19841988. Partimos de la noción de que para la configuración del Estado nación es necesario fomentar un tipo de comunidad imaginada, en el que los individuos se sienten

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parte de un todo organizado1. Para que esto suceda se establecieron historias autorizadas por parte de las “élites bajo sus políticas de la memoria estatuidas” (Rubio 2013,166), quienes legitimaron estas narraciones y las validaron a lo largo del tiempo. Entre estas narraciones estarán naturalmente lo que es meritorio recordar y con ello, y a tono, lo que es imaginado y deseado que sea una identidad nacional. “En la medida en que estas políticas (de la memoria), busquen orientar la evolución de la sociedad son verdaderas políticas, del mismo rango, por ejemplo, que las políticas económicas, y juegan un papel importante que haríamos mal en subestimar” (Groppo 2002,190). Lo anterior afirma que la existencia de la noción de Estado nación está supeditado a un grupo de poder que determina y hace prevalecer una lectura o interpretación del pasado, y para ello se vuelve indispensable que se sustente en determinadas políticas de la memoria que tratan de moldear un cierto tipo de identidad colectiva. Así tenemos que estas políticas serán una acción deliberada de los gobiernos de turno por trabajar con el pasado para proyectarse al futuro en torno al ideario de un cierto tipo de sociedad. (Groppo 2002,192) En este sentido el Estado tiene un papel central para establecer una “Memoria Oficial”, que, en palabras de Elizabeth Jelin, responde a los intentos más o menos conscientes de “definir o reforzar los sentimientos de pertenencia, que apuntan a mantener la cohesión social y a defender fronteras simbólicas”. (Ibid, 40). Entrando ya en materia del estudio de caso, podemos afirmar que las políticas de la memoria en el período presidencial de León Febres Cordero (1984 – 1898), se plantearon desde el inicio de su mandato. En el discurso de posesión aludió a un pasado reciente en el que el Estado ecuatoriano que le antecedió habría tenido permisividad para la configuración de los grupos subversivos. El ex gobernante se refirió a las políticas de su antecesor como de “indolencia y sospechosa tolerancia”2, que habrían permitido la pululación y escalada de violencia de los “grupos terroristas”. Con esto la oficialidad, con toda su maquinaria propagandística, no sólo planteó una “reconstrucción del país” en base a una vehemente interpretación del pasado (que le brindaba legitimidad), sino toda una taxonomía destinada a la construcción de los ideales de identidad del Estado nación.                                                                                                                         1 2

 Elizabeth Jelin afirma que la conformación del Estado fue un proceso central durante el siglo XIX en la Informe de la Comisión de la Verdad. Ecuador, 2010: 244.

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Nos declaramos partidarios de la lucha contra toda forma de terrorismo y listos a unir fuerzas en la gesta por eliminar el gran azote de nuestra época (Discurso de posesión. León Febres Cordero, Agosto 19843).

Valiéndonos del concepto de Bourdieu, podemos decir que la “violencia simbólica”4 aplicada mantuvo una cierta corrección de la forma de ser en los ciudadanos y la manera de interpretar el momento histórico. Esto nos dice que los mensajes a la población tenían un estatuto teleológico por el cual se sostiene un Estado como proyecto moderno. Un ejemplo de ello puede leerse literalmente en el nombre del grupo que congregaba al ex gobernante con sus cercanos de tendencia derechista: el Frente de Reconstrucción Nacional (FRN). El uso de apelativos utilitarios para la concentración del capital simbólico fue ampliamente utilizado como: “enemigo interno”, membrete que fue acuñando a todo disidente político, lo que constituyó una “generalización del estigma”5. En torno a este concepto se desencadenaría todo un engranaje político militar que tuvo como resultados: mayor represión, incremento del miedo y de la inseguridad, lo que apuntaba hacia un eje programático internacional de exterminio de los focos subversivos comunistas y el impulso del modelo económico neoliberal. Con esta arista, el gobierno de turno se volcó decisivamente al acaparamiento del espacio mediático6 bajo consignas que llamaban a la eliminación de estos focos subversivos a los cuales se les vaciaba de su sentido político llamándolos como: “terroristas”, “delincuentes”, “asaltabancos”, “secuestradores”, “narcotraficantes”. Por otra parte había un par de membretes que gozaban de matiz ideológico como “comunistas” o “subversivos”; sin embargo, cualquier disidencia podía caer indistintamente en estos membretes bajo la autoproclama oficialista de “ejercicio patriótico de autoridad”7. Con este tipo de vejaciones el gobierno dispuso de un capital simbólico que le permitió gozar de hegemonía, lo que hizo del Estado un ente de poder que pudo operar por consenso y no sólo por violencia; le dio licencia para cometer reiterados atropellos institucionales pero sobretodo violaciones a los Derechos Humanos.                                                                                                                         3

 Fuente:  Informe de la Comisión de la Verdad. Ecuador, 2010: 243.   Referencia en José María Jardim. 2010, 61. 5  Informe de la Comisión de la Verdad. Ecuador, 2010: 147,245.   6   La importancia de los medios de comunicación en la transmisión de la memoria no tiene necesidad de ser subrayada. Es en gran parte por su intermedio que se impone una cierta representación del pasado” (Groppo 2002,194) 7  Informe de la Comisión de la Verdad. Ecuador, 2010:245.   4

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Es importante demarcar lo anterior puesto que a diferencia de una dictadura militar, podemos considerar al Estado, bajo la lectura de José Jardim, como “todo el complejo de actividades prácticas con el cual la clase dominante no sólo justifica y mantiene su dominio, sino que también trata de conquistar el consentimiento activo de aquellos sobre quienes ejerce su dominación” (Jardim 2010, 46). Así es cómo se explica la creación, en principio sin mayor rechazo por parte de la sociedad, de nuevos institutos oficiales policiales y militares destinados a la represión, los que se ampararon bajo la Ley de Seguridad Nacional que impulsó la noción de sociedad militarizada8. Por otra parte, también se explica el que la sociedad en su mayoría haya estado alineada a una política de la memoria oficial -una representación del pasado y de aquel presente - que legitimaba el proceder autoritario y violento. No obstante el posicionamiento de categorías oficiales, la política de memoria también quiere decir la instauración deliberada o no del olvido. Habrán aspectos que se decide dejar en la sombra, o aspectos con los que se quiere eliminar de la memoria colectiva. (Groppo 2001, 193) “Es sobre todo a nivel de la transmisión de la memoria que las políticas del olvido pueden ser eficaces.” (Ibid 2001,194) En tal caso hablaríamos de una participación fuerte y activa del Estado, lo que se traduce en un “policiamiento” que incluye el control de las narrativas, en especial de las narrativas alternativas que se refugian en el mundo de las “memorias privadas” (Jelin, 2002, 41). Un caso de lo anterior tenemos a la autocensura fomentada por el escarnio público que significaba ser asociado, por parte del Estado, a una “lacra” social o de ser tachado de “terrorista”, más aún luego de haber sido torturado o abusado física y emocionalmente. Todo lo cual privaba de compartir otras representaciones del pasado o de crear nuevas narrativas de aquel momento histórico. Si bien se trató de un período de persecución de carácter ideológico, por tratarse de ideales de izquierda, los adjetivos proscritos más utilizados en aquel entonces estaban vaciados de carga política: “asaltabanco”, y en su contigüidad con otros como “terrorista” los hacía aparecer vacuos y sin una razón aparente para el bienestar de la nación. Sin embargo, por otro lado también eran tildados, o mejor dicho satanizados, de “comunistas”, de manera que la estrategia pudo haber sido rellenar a este significante con el significado del miedo y la inseguridad y así “garantizar” el orden de las cosas y el                                                                                                                         8

 Informe de la Comisión de la Verdad. Ecuador, 2010:31.  

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Estado como entidad legítima de poder; nunca se llegaba a discutir verdaderamente los ejes políticos que reclamaban las organizaciones sociales o los sujetos disidentes, tan sólo se los silenciaba.

En este punto vale mencionar otros mecanismos de silenciamiento de disidencia ideológica y por tanto de memorias en disputa, como son las agencias militares y policiales en ese entonces creadas como: SIC-10, GIR, UIES, Escuadrón Volante. Estas agencias cometieron crímenes de lesa humanidad con clara intención de no dejar huella sobre la autoría material o intelectual de sus actos, es decir, con intención de no dejar material para la posible reconstrucción histórica9, como se ha evidenciado en el caso Restrepo, en el que hasta la fecha no se ha podido localizar los cadáveres de los desaparecidos. Estos aspectos claramente constituyeron parte de una política de Estado de carácter sistemático y permanente10.

                                                                                                                        9   Estas desapariciones forzadas confrontaron a la sociedad ecuatoriana con una realidad que no se había visto hasta entonces, a la vez que generaron un clima de terror debido a que se hizo visible hasta donde podían llegar las acciones represivas del Estado. Si bien con el tiempo y la resistencia y persistencia de los familiares dicho caso se convirtió también en un paradigma de la resistencia de las víctimas y de la valentía en la defensa de los derechos humanos, también mostró la extensión de la amenaza a cualquier ciudadano del país, y las estrategias de ocultamiento, hostigamiento e impunidad por parte de agentes del Estado. (Informe Comisión de la Verdad. Ecuador. 2010, 152) 10  Informe Comisión de la Verdad. Ecuador. 2010, 32.  

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Pugna por la memoria histórica. Testimonios respecto a la foto invisible del álbum familiar.

Hermanos Restrepo y el autor, año 1986. Ellos dicen lo que ellos creen que es su verdad, que no es verdad porque sabemos que eran asaltantes, secuestradores, asesinos y terroristas…” (León Febres Cordero, entrevista en televisión. Ecuador, 200511)

Casi 20 años después del mandato de Febres Cordero, la pugna por la verdad histórica en torno al terrorismo de Estado se mantenía de vez en cuando en la opinión pública, tal como lo demuestran los aparecimientos mediáticos que sostenía el ex gobernante, quien no hace mucho gozaba de poder sin siquiera estar ya en cargos públicos.                                                                                                                         11

 Informe Comisión de la Verdad. Ecuador. 2010, 246.  

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En contraposición a lo anterior, las memorias de los miembros de mi núcleo familiar han sido permeados por las memorias históricas surgidas desde el afán de verdad y reivindicación de justicia por parte de las familias afectadas y la solidaridad de otras. A continuación pasaremos a ver, a manera de contrastación, las características y dispositivos de represión frente a los recuerdos que les convoca la fotografía “invisible” de los hermanos Restrepo. Empecemos por la gran influencia que ejercerían los medio de comunicación haciendo eco de las políticas de gobierno y memoria en el mandato de Febres Cordero. Toda una publicidad oficial que se mantuvo en el aire y que representaban ventajas económicas a los medios de comunicación alineados con el régimen12. Aquí se llenó de descrédito a los sectores juveniles, justamente por ser un sector propenso a la subversión por no ser tan permeable a las narraciones oficiales hegemónicas; es al estrato juvenil al que el gobierno se dedicó a intentar controlar y perseguir13. El testimonio de Diana, mi hermana mayor, dice que en aquel período con apenas 11 años de edad, percibió la influencia del gobierno mediante la televisión. En su memoria los más afectados en aquel entonces serían los jóvenes como también personas de escasos recursos. Recuerdo que se llevaron a un conserje del edificio porque estaba alcoholizado, le llevaron en esos... (Escuadrón Volante) De lo que me acuerdo es que eran como unos carros que les cerraban para pegarles, como camioncitos. Y me acuerdo de la televisión, me acuerdo que salía esta cuestión del pelo largo, de los rockeros. (…) Tener el pelo largo era lo peor… te fregabas. (…) Y bueno, le asociaba a cuestiones de miedo… de restricciones. (Entrevista Diana, 2015)

El posicionamiento de las amenazas terroristas hacia la nación fueron tan fuertemente enraizadas por el oficialismo, que no cabía otras narraciones parecidas a la siguiente: “…la insurgencia no tuvo móviles terroristas, no tuvo un carácter de amenaza generalizada, ni llevó a cabo acciones indiscriminadas contra la población civil”14, como lo señaló el Informe de la Comisión de la Verdad del año 2010. Con esta conclusión se hace

                                                                                                                        12

Informe Comisión de la Verdad. Ecuador. 2010, 32.  Informe Comisión de la Verdad. Ecuador. 2010, 149.   14 Ibíd, 2010: 248. 13

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aún más horroroso pensar en la tortura, homicidio y desaparición de los hermanos Restrepo de 14 y 17 años de edad, y luego de ello el gran ocultamiento que quiso sostener el gobierno de Febres Cordero. Por parte de Sonia, mi madre, su recuerdo pasa por la prensa de aquel entonces, la que recuerda que no era muy audaz como lo es ahora, puesto que más bien habría favorecido las posiciones oficialistas por los supuestos logros en contra de la insurgencia15. En cierta forma como (que) metían el cuco de la guerrilla, de lo terrible, y cómo la prensa manipulaba, como que estuvieran protegiendo del ingreso de subversivos… o sea, yo no tenía muy clara la película, pero daba miedo porque ponían una bomba por aquí y por allá (los subversivos). Pero nadie se daba cuenta a ciencia cierta del alcance de esa “protección” (del gobierno de León). Y la gente se dio cuenta solamente cuando desaparecieron a los Restrepo, ahí es que… antes de eso no era claro. Ahí empezó el rechazo a Febres Cordero. (Entrevista Sonia, 2015)

Por el lado de Enrique, mi papá, recuerda primeramente con lujo de detalles los intentos burdos de la policía para que no se llegue a descubrir lo que pasó en el caso Restrepo. Relaciona claramente el contubernio del gobierno con los grupos de poder de prensa y los banqueros, por eso recuerda que salían noticias escuetas en el periódico, en cambio la televisión haría mayor eco de los escándalos del gobierno. Afirma también que los grupos subversivos no tenían mucha popularidad puesto que no se conocía cuales eran sus planteamientos: “Grupo silencioso… una que otra cosa (se sabía). No tenían mucha simpatía de la gente porque no había un conocimiento pleno del ideario del grupo. Había uno que otro grafitti.” Las estrategias oficiales de control social también estuvieron dirigidas al imaginario colectivo para causar temor, un ejemplo de ello son las “listas negras” en los que constaban nombres de quienes iban a ser detenidos o desaparecidos por ser considerados como “peligrosos” para la nación. Es interesante notar en este punto cómo en la memoria de Sonia y Enrique está tan presente los efectos de la matanza que hubo en un operativo oficial a los izquierdistas y al banquero Isaías, lo que causó y causa alarma por haberse tratado de un amigo personal de Febres Cordero: una matanza a más de alarmante desleal. No obstante las torturas y desapariciones, Enrique no sintió un peligro cercano, lo veía un poco ajeno. Ninguno de sus contactos o amigos estaban directamente involucrado en las fuerzas subversivas; sin embargo, Enrique cuenta que sobre las                                                                                                                         15

 Sonia tan sólo menciona un solo espacio de prensa crítica llamado “los Picapiedra”.  

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fuerzas oficialistas “ya sonaba que era una fuerza represiva”, con este dato se podría conjeturar el valor de los rumores y de la interpretación en un campo social que escapa al aparataje mediático. El Informe de La Comisión de la Verdad del Ecuador entregado en el año 2010, señala rotundamente que los efectos de este período de represión sería una parálisis social y falta de solidaridad, a lo que se podría hacer extensivo la disgregación de las relaciones humanas, y con ello justamente la erosión de un sentido de memoria socialmente construida y que pueda hacerle frente a una política de la memoria que quiso imponerse. Me acuerdo que la gente prefería no hablar mucho, (…) además la prensa camuflaba mucho, y la iglesia manipulaba mucho, (..) la iglesia siempre decía que hay que estar con los conservadores porque los comunistas son esto y son este otro... (Entrevista Sonia, 2015) A mi me daba miedo, verles no más eran como tanques, eran camiones (…) Escuadrón Volante, era como policías armados vigilando y obsesionados por cazar a los terroristas… iban por todas las calles (…) era en el año 1985. Mas que contra ladrones era contra los terroristas. (…) pero iban ahí con armas, a mi me daba miedo, hasta soñaba... (Entrevista Sonia, 2015)

Sin embargo, conforme pasaba el tiempo de mandato de aquel gobierno, la inquietud crecía en la población y se desataba una pugna en los sentidos del pasado. Una pugna en los campos simbólicos que miran a un pasado de forma distinta; en palabras de Rubio habría una tensión permanente dentro del campo de la “memoria histórica”: entre las políticas públicas y privadas de la historia y la crítica a la historia por los recuerdos vivos (Ibid 2013,166). Sucedían muchas cosas oscuras con lo de León Febres Cordero, como lo de los Restrepo… , me acuerdo también en la televisión como esta efusividad que él hablaba y cómo convencía a la gente e imponía. O sea, le veía como un león, la cuestión de que tenga el pelo blanco… entonces era como una figura como autoridad, de represión pero super agresiva… (…) Entonces siempre le vinculo al miedo, al miedo de la policía y de los militares también. (…) También me venía a la mente: ¿qué habrán hecho estos chicos al comienzo?´, como que hicieron algo malo para que les haya pasado eso.” (Entrevista Diana, 2015)

Para Sonia, fue una época terrible que hoy sería inadmisible, por ejemplo menciona la tergiversación de los hechos que se hacía desde el oficialismo; hasta la Iglesia pedía orar para encontrar a los desaparecidos que, según había versiones, se los habría llevado las FARC (a quienes combatía fehacientemente el gobierno). El triste desenlace daría pruebas de todo lo contrario. 9    

(En ese entonces) no he sentido como una convicción para protestar (por los Restrepo), pero ahora sí (…) porque ya he ido asimilando un poco. (Entrevista a Sonia, 2015)

La memoria social y su importancia para las identidades, a manera de conclusión. Ventajosamente la familia Restrepo, parte de las víctimas de este período, no claudicó en exigir justicia y sobretodo reclamar la verdad de los hechos, lo que aportó enormemente para que se vaya conociendo el horror perpetrados por parte del Estado, y así se posicione una verdad moral como parte de una memoria colectiva. Ahora último cabe destacar el esfuerzo de María Fernanda Restrepo de haber realizado un valioso documental en tanto documento histórico de gran sensibilidad estética, el cual ha devuelto la voz pública a una historia que aun falta por esclarecer. Para este caso concreto, este documental devolvió la visibilidad a la foto familiar, lo que tejió un vínculo íntimo con una historia nacional largamente silenciada desde instancias oficiales. Las lecturas de la foto “invisible” del álbum por parte de mis familiares tiene resonancias con las políticas de la memoria aplicadas en los recientes años, es decir con la necesidad de transparentar la verdad a la par que reclamar justicia; no obstante, cabe recalcar que son políticas que surgieron desde la agencia de memoria de las bases sociales, las que claman para que este terrible suceso nunca más se vuelva a repetir. En la foto (del álbum), se me hicieron tan conocidos ¿por qué? Porque ellos son referente en la memoria colectiva, pero si no hubiera sido (así) capaz que no me acordaba quienes eran. (Entrevista Sonia, 2015) Siento que la he visto recién, o sea ahorita que le veo a la foto me acuerdo, ahorita es como que sabía de la existencia de esta foto. (Entrevista Diana, 2015)

A lo que valdría traer la siguiente cita a colación para el análisis: En esos momentos, memoria, verdad y justicia parecen confundirse y fusionarse, porque el sentido del pasado sobre el que se está luchando es, en realidad, parte de la demanda de justicia en el presente. (Jelin 2002, 43)

Tras haber incluido algunos fragmentos de las entrevistas de mi núcleo familiar puedo notar un consenso mayor en torno a la interpretación de ese pasado en lo que 10    

respecta a la verdad de los hechos y lo inadmisible de la represión, de manera que puedo decir que ha permanecido una pequeña comunidad del recuerdo que comparte referentes en la memoria. Por otra parte también se han fijado nociones del miedo experimentado en aquel entonces, lo que demarca claramente que las Políticas de la Memoria oficiales han pasado necesariamente por el cuerpo, y como tal, quizás los medios más “eficaces” de fijar un sentido fue exacerbando el miedo social al terrorismo y demostrando la fuerza pública represiva mediante los Escuadrones Volantes. Con estas nociones de memoria compartidas, es necesario en este punto destacar la importancia de la memoria para las construcciones de identidad. Se trata de un aspecto fundamental a la hora de revisar los efectos del terrorismo de Estado puesto que la memoria funda identidades individuales y colectivas bajo las que el olvido compartido también es primordial. (Groppo 2002, 190,193-194) En esta medida el papel de la transmisión oral es un aspecto indispensable dentro de grupos sociales. Así tenemos que la identidad es una construcción social y cultural, y por ende producto de un proceso histórico que se apoya en la memoria. (Groppo 2002, 190) Siento una injusticia (por el caso Restrepo)… como que se va divagando en la investigación y no se llega a eso (conocer la verdad, encontrar los cuerpos), y si no se prevalece en esa memoria se va a desvanecer en el tiempo. (Entrevista Diana, 2015)

Con esta historia acaecida más cerca de lo pensado a nuestro ámbito familiar, es imperioso el mandato moral que constituye el “deber de memoria” (Ricoeur 2003), y por ello la transmisión de interpretaciones nuevas del pasado para poder comprender el presente y la comunidad imaginada del que uno es parte. En esta medida es importante subrayar la otrora lejanía que tuvo la fotografía de los Restrepo en el álbum familiar, es decir, el oscurecimiento consciente o inconsciente de un referente icónico de lucha -la imagen de los hermanos Restrepo-, lo que hoy puede demarcar la necesidad de seguir profundizando en este pasado del cual no están del todo sanadas las heridas; el sentimiento de indignación es tanto un indicador de ello como el vívido temor aun presente en el cuerpo, en la memoria. Con este ejercicio de memoria se pretendió reinterpretar la foto encontrada; por ello primero se quiso conocer las huellas latentes en el recuerdo, y en esta medida los referentes que compartimos y que nos constituye identitariamente como familia en tanto comunidad del recuerdo. 11    

Los resultados de este ensayo me podrían parecer tan etéreos como la memoria misma, sin embargo creo que las comunidades de recuerdo con sus identidades varias serán siempre una

garantía

contra

cualquier

tentativa

hegemónica

de

representación presente en las políticas de memoria oficiales, lo que significa nutrir la memoria para no permitir el terror de Estado o cualquier tipo de represión.

Bibliografía Groppo, Bruno. 2002. “Las políticas de la memoria”. 187-198. En Sociohistoria, 11-12. Informe de la Comisión de la Verdad. 2010. Ecuador. Jardim, José María. 2010. “Estado, información y archivos”. En Políticas y sistemas de archivos, 33-67. México: Secretaría General Iberoamericana. Jelin, Elizabeth. 2002. “Las luchas políticas por la memoria”. En Los trabajos de la memoria. 39-62. Madrid: Siglo XXI. Ricoeur, Paul. 2003. “El testimonio”, “El archivo”, “La prueba documental”. En La memoria, la historia y el olvido. 210-239. Madrid: Editorial Trotta. Rubio, Graciela. 2013. “Memoria, ciudadanía y lo público en la elaboración del pasado reciente en la experiencia chilena”. En Memoria y sociedad. 164-183. Bogotá: 17 (35). Entrevistas: _Sonia Salas de Hermida. Tumbaco Abril 2015 _Enrique Hermida Bustos. Tumbaco Abril 2015. _Diana Hermida Salas. Quito Abril 2015. Película documental: Restrepo, María Fernanda. “Con mi corazón en Yambo”. Fuente electrónica: http://www.andes.info.ec/es/actualidad/monopolios-mediaticos-detras-febrescorderatocriminalizaron-lucha-social.html

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