LA FORTALEZA DEL MAL (Entre filosofía y literatura)

Share Embed


Descripción

LA PRESUNTA FORTALEZA DEL MAL (...)aquí vemos a la filosofía puesta realmente en un punto precario, que ha de ser firme, no obstante no estar suspendido de nada en el cielo ni apoyado en nada en la tierra. Immanuel Kant

Definir con precisión qué es el mal, puede ser tan inútil como definir qué es la felicidad; sin embargo, ambos temas suelen ser abordados a partir de sobreentendidos que pareciera, pueden ser aceptados con carácter universal. Asumamos entonces un camino sencillo (y ojalá seguro en la medida de lo posible) para adentrarnos en la reflexión. Dice el Diccionario (de bolsillo) de la Lengua1: a). mal adj. 1. Delante de sustantivos masculinos, malo. //s.m. 2. Lo que se aparta de lo bueno o de lo lícito. 3. Desgracia, calamidad. 4. Enfermedad. 5. Daño material o moral. // 6. Mal de ojo. Influjo maléfico que se atribuye a la mirada de algunas personas. 7. No hay mal que por bien no venga. Expresión que indica que no hay situación negativa de la que no se pueda sacar algún provecho. 8. Tomar a mal. Resentirse. b). mal adv. 1. De forma contraria a como debe ser. 2. Contrariamente a lo deseado. 3. Escasamente. 4. Desagradablemente. // 5. Llevar mal una cosa. Soportarla con enfado. 6. De mal en peor. loc. adv. Cada vez peor. 7. Mal que bien. Venciendo las dificultades.

En el Diccionario de Filosofía2 podemos leer: Mal: Lo moralmente malo. Hostilidad hacia el bienestar de algo. Ausencia del bien. Lo opuesto al bien.

Es probable que el lector convenga con nosotros en que las definiciones son gaseosas, imprecisas o ambiguas. A pesar de todo es menester considerar la aparición del bien como término si se quiere antónimo (o complementario por oposición), si se quiere dialéctico; en cualquier caso la relación establecida se constituye en un referente cultural que difícilmente nos permitirá pensar por fuera de la oposición, incluso considerando el carácter formal y necesario que en determinado momento nos exija el intento de racionalización. ¿Qué es entonces el mal? ¿Cómo reflexionar sobre algo que parece existir sólo por referencia al bien? ¿Acaso el bien no tiene sentido sin su (supuesto) opuesto? ¿Qué significa ser malo, es eso posible? ¿Se es malo por maldad, o por error? ¿Qué significa ser bueno? ¿Acaso haya demasiada diferencia entre el ser (malo o bueno) y el actuar (mal o bien)?

Óscar Ágredo Piedrahíta 2 Escuela de Estudios Literarios Universidad del Valle

Usted, apreciado lector ¿Se considera bueno o malo? ¿En qué se basa para responderse? ¿Acepta los criterios universales? ¿Tiene cómo diferenciar los criterios universales de los cristianos? ¿Los laicos, de los religiosos? No se preocupe demasiado por las respuestas, el preguntario es sólo una herramienta para calentar el espíritu para tratar de no morir de tedio en las nubes oscuras de la abstracción racional que siempre quiere ir en contra de las apariencias (nietzscheanas o no). Si una moral práctica se impusiese, eventualmente estaríamos en el campo de la filosofía aplicada o tal vez de la antropología filosófica, sin embargo es un autor con una ambición específica quien convoca: Kant. Por tal razón, debemos tener presente qué tuvo presente él. (...) toda la filosofía moral descansa enteramente sobre su parte pura, y, aplicada al hombre, no toma prestado ni lo más mínimo del conocimiento del mismo (antropología), sino que le da, como ser racional, leyes a priori, las cuales, desde luego, exigen además una capacidad de juzgar aguzada por la experiencia, en parte para distinguir en qué casos tienen su aplicación, y en parte para procurarles acceso en la voluntad del hombre y energía para la ejecución, pues éste, afectado el mismo con tantas inclinaciones, es ciertamente capaz de la idea de una razón pura práctica, pero no puede tan fácilmente hacerla eficaz in concreto en su modo de vida3.

De la naturaleza del ser humano En primera instancia, debemos recordar que la noción de naturaleza equivaldría para un mejor entendimiento, a la actual de cultura; es decir, lo que sería un ser humano por naturaleza, equivale a lo hoy podríamos denominar el ser cultural del hombre (su ser histórico-antropológico). A beneficio de inventario, no existe de todas maneras una simetría total en la analogía, lo importante a destacar es la consideración de Kant, según la cual el ser humano por naturaleza tendría sino una esencia basada en el bien, sí una natural tendencia hacia éste. Esta forma de interpretarlo, parte de las definiciones de lo bueno y de la voluntad buena enunciadas por el autor alemán: Bueno prácticamente es lo que determina a la voluntad por medio de las representaciones de la razón, y por lo tanto no por causas subjetivas, sino objetivas, esto es, por fundamentos que son válidos para todo ser racional como tal.

Óscar Ágredo Piedrahíta 3 Escuela de Estudios Literarios Universidad del Valle

(...) Una voluntad perfectamente buena estaría, así, pues, de igual forma bajo leyes objetivas (del bien), pero no por ello podría ser representada como constreñida a acciones conformes a la ley, porque de suyo, según su constitución subjetiva, sólo puede ser determinada por la representación del bien4.

Podemos estar de acuerdo en la necesidad de un modelo formal que a priori intente modelar las costumbres de la humanidad. Lo difícil de asimilar es la consideración según la cual, la razón, necesariamente generaría una voluntad buena. Sin embargo la apreciación de Denis Rosenfield puede ayudarnos a seguir creyendo en la base inicial del argumento de Kant: En su existencia empírica, la humanidad, en el sentido de género humano, es la que debe elevarse a la moralidad, pues su ser no puede sino apuntar hacia su deber ser. Propiamente hablando, una humanidad no portadora de moralidad, no sería humana5.

En este sentido se deduce que el bien sería un compañero inseparable de la definición de lo humano puesto que el optar por el mal sería una contravención de la esencia misma del ser humano. Si esta petición de principio es formalmente razonable, no lo podemos determinar aún; no sobra decir sin embargo que la evasión argumentativa al debate se hace en función de evitar, más bien, un potencial relativismo al que nos conduciría la redefinición de la relación bien/mal como una relación constitutiva de orden dialéctico. Es decir, qué sentido tiene ser bueno, cuando se es bueno o se tiene una voluntad buena por naturaleza. Si continuáramos por este sendero, podríamos afirmar que es el mal, lo que justifica la moral o incluso que es el mal la razón de ser (como referente) de la humanidad (dado que el carácter de humano está definido por lo bueno). De la referencia de nuestra real humanidad a la humanidad ideal, nacen asimismo los conceptos del mal y del bien. ¿Cómo podría determinarse lo que es mal y lo que es bien si, como dice Kant, no hay en el mundo nada más que las buenas voluntades, las voluntades puras? Las morales todas se afanan por decirnos lo que es mal y lo que es bien. Pero el contenido del acto es, como hemos visto, indiferente, y la moralidad se halla sólo en la disposición íntima del sujeto. Bien y mal son conceptos derivados y no primitivos6.

Hay que aclarar que García Morente alude al Kant de la Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres, el cual siete años después habrá reconsiderado algunos fundamentos de su modelo moral respecto del mal para reformular su concepto del mismo en su obra La Religión dentro de los límites de la mera razón.

Óscar Ágredo Piedrahíta 4 Escuela de Estudios Literarios Universidad del Valle

Religión y mal No nos extenderemos en las posibles relaciones profundas entre religión y mal, pero tampoco podíamos pasar por alto, algunas consideraciones a tener en cuenta. No es gratuito que Kant emprenda el estudio específico del mal en su libro sobre la religión, pero desde el título (...)en los límites de la mera razón, podemos asegurarnos de que él observa las relaciones funcionales entre los conceptos para proceder a separarlos en función de la defensa de su modelo moral fundado en la universabilidad de las máximas para la constitución del imperativo categórico, eje central de su teoría. Por otro lado no podemos olvidar la formación religiosa de Kant, su (especie de) teísmo y la valoración de la doctrina religiosa para la época. En el cristianismo en sus diversas versiones, el mal será un criterio de diferenciación del actuar humano orientado a la definición de la cercanía con su dios propio. El mal es reiteradamente atribuido al reino de la oscuridad al que ha sido enviado el ángel de luz: Lucifer, llamado el Maligno. La noción de pecado acompañará la asunción del mal como trasgresión de las normas religiosas instauradas en un código “deontológico” al que no se obedecería con base en la razón sino con base en la aceptación (mediante la fe) de un mandato divino ...no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. El maestro Saramago lo recrea7 lúcidamente: Todo hombre respondió Dios, en tono de quien da una lección, sea quien fuere, esté donde esté, haga lo que haga, es un pecador, el pecado es, por así decir, tan inseparable del hombre como el hombre se ha hecho inseparable del pecado, el hombre es una moneda, le das la vuelta y ves el pecado, (...)mujeres desnudas y monstruos pavorosos, criaturas de la aberración, la lujuria y el miedo, son las armas con las que el Demonio atormenta las pobres vidas de los hombres, Todo esto harás, preguntó Jesús a Pastor (el diablo), Más o menos, respondió él, me he limitado a tomar como mío todo aquello que Dios no quiso, la carne con sus alegrías y sus tristezas, la juventud y la vejez, la lozanía y la podredumbre, pero no es verdad que el miedo sea mi arma, no recuerdo haber sido yo quien inventó el pecado y su castigo y el miedo que en ellos siempre hay, (...)8

Al respecto, García Morente agrega: La posición de un ideal moral y su persecución por el hombre, significa en el fondo, la fe profunda en un orden moral del universo y en una divinidad que establece y realiza ese orden.

Óscar Ágredo Piedrahíta 5 Escuela de Estudios Literarios Universidad del Valle

(...) La filosofía de la religión conduce, pues, a Kant a dos conclusiones importantes. La primera es que la religión expresa y manifiesta objetivamente el contenido mismo de la ética. En la religión encuentra el ideal moral una exposición real; la religión es uno de los síntomas ideológicos en que el hombre se manifiesta como un ser que efectivamente piensa y quiere el ideal moral que la ética establece. Así, pues, se invierte aquí por Kant la relación corriente entre la ética y la religión. Generalmente se piensa la religión como fundamento de la ética. Para Kant, al contrario, es la ética el fundamento de la religión, o más exactamente: la religión es la expresión sentimental de las aspiraciones morales de la humanidad, insaciables en la experiencia9.

No debemos, o no deberíamos olvidar sin embargo, el uso instrumental que algunas iglesias y/o estados han hecho de una ética de carácter religioso para dominar o manipular pueblos enteros (aunque suene a tufillo althusseriano). Colombia es un caso excepcional, mayoritariamente católico, mayoritariamente corrupto en sus instituciones, mayoritariamente violento, mayoritariamente... etc. En cierto sentido la manipulación religiosa podría interpretarse como la madre del uso simbólico coercitivo del mal en las sociedades puesto que la tríada Dios, Diablo y Mártir podría entenderse como clave funcional de una ética religiosa mantenida mediante el contraste entre temor de Dios, miedo al castigo del infierno y perdón de un Dios nuevo, Cristo Jesús: (...) no necesita demostración el hecho de que el infierno estará siempre más poblado que el cielo, Entonces, de qué te quejas, No me quejo, propongo, Pues propón más rápido, que no puedo quedarme aquí eternamente, Tú sabes, nadie mejor que tú lo sabe, que el Diablo también tiene corazón, Sí, pero haces mal uso de él, Quiero hacer hoy buen uso del corazón que tengo, acepto y quiero que tu poder se amplíe a todos los extremos de la tierra, sin que tenga que morir tanta gente, y puesto que de todo aquello que te desobedece y niega dices tú que es fruto del Mal que yo soy y gobierno en el mundo, mi propuesta es que vuelvas a recibirme en tu cielo, perdonado de los males pasados por los que en el futuro no tendré que cometer, que aceptes y guardes mi obediencia, como en los tiempos felices en que fui uno de tus ángeles predilectos, Lucifer me llamabas, el que lleva la luz, antes de que una ambición de ser igual a ti me devorase el alma y me hiciera rebelarme contra tu autoridad, Y por qué voy a recibirte y perdonarte, dime, Porque si lo haces, si usas conmigo, ahora, de aquel mismo perdón que en el futuro prometerás tan fácilmente a derecha e izquierda, entonces se acaba aquí hoy el Mal, tu hijo no tendrá que morir y tu reino será, no sólo esta tierra de hebreos, sino el mundo entero, conocido y por conocer, y, más que el mundo, el universo, por todas partes el Bien gobernará y yo cantaré, (...) No se puede negar que tienes talento para confundir a las almas y perderlas, eso ya lo sabía yo, pero nunca te había oído un discurso como éste, un talento oratorio, una labia, no hay duda, estuviste a punto de convencerme, No me aceptas, no me perdonas, No te acepto, no te perdono, te quiero como eres y, de ser posible, todavía peor de lo que eres ahora, Por qué, Porque este Bien que yo soy no existiría sin ese Mal que tú eres, un Bien que tuviese que existir sin ti sería inconcebible, hasta el punto de que ni yo puedo imaginarlo, en fin, que si tu acabas,

Óscar Ágredo Piedrahíta 6 Escuela de Estudios Literarios Universidad del Valle

yo acabo, para que yo sea el Bien es necesario que tú sigas siendo el Mal, si el Diablo no vive como Diablo, Dios no vive como Dios, la muerte de uno sería la muerte del otro,10 (...) Entonces os servís de los hombres, Sí, hijo mío, sí, el hombre es, podríamos decir, palo para cualquier cuchara, desde que nace hasta que muere está siempre dispuesto a obedecer, lo mandan para allá y él va, le dicen que se pare y se para, le ordenan que vuelva atrás y él retrocede, el hombre, tanto en la paz como en la guerra, hablando en términos generales, es lo mejor que le ha podido ocurrir a los dioses, Y el palo de que yo fui hecho, siendo hombre, para qué cuchara servirá, siendo tu hijo, Serás la cuchara que yo meteré en la humanidad para sacarla llena de hombres que creerán en el dios nuevo en el que me convertiré, Llena de hombres para que los devores, No es necesario que yo devore a quien a sí mismo se devorará 11.

Las máximas y el mal Define Kant: Se llama malo a un hombre no porque ejecute acciones que son malas (contrarias a la ley), sino porque éstas son tales que dejan concluir máximas malas en él12.

Comprender esta afirmación es vital para asimilar el giro entre la Fundamentación... y La Religión... El rasgo exploratorio del tema de la religión conduce a Kant a admitir una luz respecto de una posibilidad de la aparición del mal en relación con la voluntad pura, aunque mantenga la esfera la transición de la máxima a la ley mantendría, de todas maneras, al mal en el ámbito de la experiencia. Kant reserva el ámbito de aparición legítima del mal al campo de la libertad, más no al de la voluntad; así, recupera una noción de naturaleza redefinida de la siguiente manera: (...) aquí por naturaleza del hombre se entenderá sólo el fundamento subjetivo del uso de su libertad en general (bajo leyes morales objetivas), que precede a todo hecho que se presenta a los sentidos, dondequiera que resida este fundamento13.

En este sentido, el mal no podría estar configurado como una opción original de la voluntad, puesto que para K. La voluntad sólo puede ser una voluntad buena, si es una voluntad de la razón. La voluntad estaría en la base de la definición de la libertad del sujeto, por lo cual el mal no podría definir el albedrío sino ser un posible resultado de éste:

Óscar Ágredo Piedrahíta 7 Escuela de Estudios Literarios Universidad del Valle

(...) el fundamento del mal no puede residir en ningún objeto que determine el albedrío mediante una inclinación, en ningún impulso natural, sino sólo en una regla que el albedrío se hace él mismo para el uso de su libertad, esto es: en una máxima14.

En este sentido la libertad es el resultado de una construcción gracias a la razón pura, a partir de la voluntad buena pues, dice K., si la libertad obedeciera a causas naturales, estaría en contradicción con su fundamento. Ahora bien, de ésta (máxima) a su vez no ha de poderse preguntar luego cuál es en el hombre el fundamento subjetivo de que se la adopte y no se adopte más bien la contraria. Pues si este fundamento no fuese él mismo finalmente una máxima, sino un mero impulso natural, el uso de la libertad podría ser reducido totalmente a determinaciones mediante causas naturales, lo cual contradice a la libertad. Así pues, si decimos: el hombre es por naturaleza bueno, o bien: el hombre es por naturaleza malo, esto significa tanto como: contiene un primer fundamento (insondable para nosotros) de la adopción de máximas buenas o de la adopción de máximas malas (contrarias a la ley), y lo contiene de modo universal en cuanto hombre, por lo tanto de modo que mediante la adopción de esas máximas expresa a la vez el carácter de su especie15.

Como en toda propuesta de sistema moral de carácter formal, aparece nuevamente el referente de lo universal, que necesariamente nos devuelve a la dificultad para definir lo que sería moral y universalmente malo.

El mal universal Para el discurso “idealista”, es claro que toda forma de construcción de proposiciones morales y políticas que no esté fundada en los criterios de universalidad y de necesidad formales contiene un vicio de construcción y por lo tanto es falsa16. Denis Rosenfield.

La ausencia del bien no garantiza la presencia del mal. Así, podemos pensar en un no bien cuyo posible complemento sería un mal negativo entendido éste como un mal que puede ser resultado de diversos errores de apreciación de la humanidad; este mal no tendría como fundamento la decisión libre del hombre, dado que su origen estaría en la ausencia del ejercicio de la natural disposición al bien de la humanidad17. En consecuencia, el mal afirmativo sería aquél resultante del uso de la libertad para elegir el mal por el mal con base en el uso racional de la inteligencia. No podríamos argumentar aquí (y menos demostrar) la sospecha, que el bien es un invento de la inteligencia contra la fuerza18; pero podemos sin embargo admitir que sólo una inteligencia estructurada podría

Óscar Ágredo Piedrahíta 8 Escuela de Estudios Literarios Universidad del Valle

asumir el riesgo de ejercer conscientemente el mal para luego enfrentar conscientemente las consecuencias de sus acciones incluso a partir de una máxima universalizable. En tal sentido formularíamos la máxima así: puedo ejercer mi libertad para el mal, a condición de aceptar que eso legitime que yo a mi vez, pueda ser víctima del ejercicio del mal por parte de la humanidad. Esta máxima podría ser válida en la práctica pero no podría convertirse en ley, según lo interpretaría Kant, puesto que de ser imperativa, condenaría a la humanidad a su exterminación. Sería como la recuperación de la Ley del Talión expuesta así: Si eres malo o ejerces el mal, los demás serán malos contigo o ejercerán el mal sobre ti.

El mal radical, entre naturaleza y cultura Lo que K. sí admite como natural, es una propensión19 moral del hombre al mal. En otras palabras podríamos pensar la propensión aristotélicamente como una potencia presente en el momento de nacer que sólo puede ser actualizada en el momento en el que gracias a la razón y a la voluntad buena, el ser humano ha adquirido la capacidad de ser libre. Categóricamente esto equivale para Kant a que el mal es posibilidad al momento de nacer, pero sólo gracias a la naturaleza humana (para nosotros Cultura), puede el ser humano ejecutar acciones malas o en contra de la razón. K. caracteriza tres grados de esta propensión: Fragilidad de la naturaleza humana. Tengo el querer pero me falta el cumplir, admito el bien pero a la hora de decidir mis acciones ya no es tan importante. Impureza del corazón humano debida a la propensión a mezclar motivos impulsores inmorales con motivos morales (aun cuando ello aconteciera con buenas intenciones y bajo máximas del bien). Malignidad o de la naturaleza, o del corazón humanos. Según K. Puede llamarse también perversidad, dado que invierte el orden moral atendiendo a los motivos impulsores de un tipo de libertad usada con fines no morales. Determina que el pensamiento está corrompido y por ello el ser humano es considerado verdaderamente malo.

Óscar Ágredo Piedrahíta 9 Escuela de Estudios Literarios Universidad del Valle

Por deber y por inclinación podemos asumir la tendencia a aceptar como mal práctico o positivo, el mal determinado por el tercer tipo de propensión. Las dos primeras podemos ubicarlas más cerca del mal, entendido como resultado del error o de la contingencia, sin que ello obste para que el ser humano deba ser responsable de las consecuencias de sus acciones.

Mal y libertad (Mal radical) (...) la filosofía que ha pensado en la libertad como su propio principio, es también la que ha planteado el origen del mal en la esencia inteligible del hombre, independientemente de los relatos bíblicos de la creación, o de una naturaleza animal del hombre, o hasta de una causa temporal20.

Tanto la libertad como el mal se constituyen al pasar de la esfera formal a la práctica, en conceptos ético-políticos. Esto es importante en la medida en que nos conduce a pensar en que de la concepción asumida, dependerá el tipo de organización general o universal de la sociedad en la que los seres humanos se hayan agrupado. En otras palabras el carácter político de las definiciones determina las definiciones mismas, el mal es entonces un mal específico en una sociedad específica. El mal del que hablamos entonces es un mal occidental y consecuentemente un mal racional, un mal propio de la propensión maligna21. A este mal lo llama Kant, Mal radical. (...) puesto que esta propensión misma tiene que ser considerada como moralmente mala, por lo tanto no como disposición natural sino como algo que puede ser imputado al hombre, y , consecuentemente, tiene que consistir en máximas contrarias a la ley; dado, por otra parte, que a causa de la libertad estas máximas por sí han de ser consideradas como contingentes, lo cual a su vez no se compagina con la universalidad de este mal si el supremo fundamento subjetivo de todas las máximas no está –sea ello como quiera- entretejido en la naturaleza humana misma y enraizado en cierto modo en ella: podremos, pues, llamar a esta propensión una propensión natural al mal, y, puesto que, sin embargo, ha de ser siempre de suyo culpable, podremos llamarla a ella misma un mal radical innato (pero no por ello menos contraído por nosotros mismos) en la naturaleza humana22.

El mal como posibilidad de la libertad, es entonces radical. Sin embargo la sociabilidad del ser humano estaría en el trasfondo de la definición, puesto que la construcción de lazos o de comunicación sería el proceso que requeriría la natural disposición al bien por oposición a la propensión natural al mal. El grado jerárquico que va de disposición a

Óscar Ágredo Piedrahíta 10 Escuela de Estudios Literarios Universidad del Valle

propensión sólo es admisible desde una perspectiva antropológica, en cierto modo, práctica que no se compadece con un uso puro de la razón para sustentar el modelo deontológico basado en el bien. Si nuestra máxima nos condujese a aceptar el bien como principio inmanente de la voluntad, no podríamos no obrar bien, y en caso de obrar mal, de acuerdo con los postulados de Kant, estaríamos traicionando nuestro ser racional. El actuar por deber entonces supondría que no seríamos en realidad buenos a no ser gracias a contar con la alternativa siempre viable23 del mal radical. Se podría pensar que entre la concepción de voluntad buena consignada por Kant en la Fundamentación... y la libertad de La Religión... cabría sino una contradicción, al menos una variación importante que de algún modo abriría una fisura (pequeña) en el marco general de la ética formal kantiana. Al respecto, Olivier Reboul nos presenta la siguiente apreciación: (...) la voluntad kantiana es libertad. Afirmación que, ciertamente, encierra graves ambigüedades: cuando Kant define la libertad como autonomía la identifica con la ley moral, y elimina, en apariencia, cualquier posibilidad de una voluntad mala; pero cuando quiere explicar la responsabilidad, en particular la de la falta, recurre a una libertad, también inteligible, que puede ser buena o mala, que puede transgredir la misma ley que la hace posible. Kant supera la dificultad distinguiendo entre libre albedrío o poder ejecutivo y voluntad o poder legislativo; distinción poco satisfactoria, pero que tiene el mérito de retener los dos extremos de la cadena: definir la libertad humana como autonomía del sujeto que pone su propia ley, y como responsabilidad de este mismo sujeto cuando transgrede su ley24.

En el fondo está la preocupación de Kant por “vacunar” su sistema contra la posibilidad de que sea usado para justificar la transgresión del orden social con base en los criterios de autonomía y libertad. En este sentido la caracterización del bien como una disposición que prevalece jerárquicamente sobre una propensión, respecto de la constitución de la esencia misma de lo humano. La manipulación de diversos valores producidos por creadores alemanes, por parte del Nazismo podría ser interpretada como la enfermedad contra la cual Kant preveía un mal uso de su propuesta moral. Autonomía para actuar mal o libertad para dañar al otro no podrían ser admisibles para el profesor K. Ya vemos sin embargo las vueltas que da la vida, como si el profesor K. pudiese haber sido personaje de Kafka.

Óscar Ágredo Piedrahíta 11 Escuela de Estudios Literarios Universidad del Valle

Frente a lo anterior es mejor suponer que la sociedad proyectada por el modelo kantiano sería una sociedad de ciudadanos formados para actuar y decidir en función de una convivencia racional y no emotiva como las que suelen darse hoy en día determinadas nada más que por la necesidad de supervivencia o en algunos casos por el chauvinismo orientado a proponer especies humanas “diferentes” caracterizadas antropo-genéticamente por banderas, escudos o selecciones de fútbol. (...) el imperativo categórico: “Obra como si la máxima de tu acción pudiera ser erigida en ley universal”, o también esta elaboración del imperativo: “Trata al otro como fin en sí mismo, jamás como medio”, no tiene sentido sino en el seno de una sociedad que se abre al cuestionamiento de sus fundamentos, a la reflexión de aquello sobre lo cual está edificada. Sólo considerando una identidad de naturaleza entre varios individuos que se están haciendo ciudadanos, tendrá significación la regla de universalización de la máxima, pues sin esto, la ley moral, según su forma, no podría construirse25.

Así las cosas, la estructura de la relación voluntad-razón-autonomía-libertad, sería la base de la definición de los límites del universo de referencia respecto del cual deberíamos caracterizar la validez de la ley moral kantiana. La crítica al universalismo del modelo a favor de otros modelos posibles que admitiesen el relativismo cultural, perdería de esta manera su razón de ser. Es decir, la ética kantiana se propone como el fundamento de una estructura política posible, indispensable para la organización formal y práctica de una sociedad. La reflexión de esa sociedad posible en relación con las formas de presencia del mal en la misma, estaría atada con la adecuación a algún proyecto formativo sustentado en la estructura formal de la ley moral válida para el conjunto de esa sociedad; en este sentido la globalización de los procesos económicos y políticos del planeta no podría ser una disculpa para evaluar el grado de desarrollo de la autonomía y la libertad de un pueblo con el fin de que este pueblo disponga sus correctivos necesarios, en los ámbitos necesarios, para formar ciudadanos o seres humanos racionales y consecuentemente éticos. La razón se hace política en la medida en que elabora un nuevo concepto de hombre. El análisis del deber ser del hombre consiste en una reflexión metafísica que, por el rodeo de la universalidad formal de las reglas del actuar humano, conduce a una fundación de lo político. Los derechos naturales del hombre son entonces los del concepto de humanidad, atribuidos no solamente a este empleo de la razón, sino a la naturaleza humana como tal, pues se trata de derechos innatos e imprescriptibles. (...) el imperativo categórico consistente en tratar

Óscar Ágredo Piedrahíta 12 Escuela de Estudios Literarios Universidad del Valle

al otro como fin en sí mismo, jamás como medio, revela ser una presuposición cuyas repercusiones políticas se afirman en una apreciación práctico-empírica de la vida humana26.

La libertad y cómo el mal aparece en su horizonte como propuesta al albedrío supone un criterio fundamental en la revisión de la autonomía y de la libertad misma, la dignidad.

La dignidad del bien y del mal Podemos estar de acuerdo (aunque hoy seamos pesimistas) en que Kant era partidario de la creencia en un devenir positivo de la humanidad de un progreso hacia lo mejor. Sólo con referencia a esta utopía tiene sentido proponer una ética; la convicción contraria respecto al deterioro geométrico de las cualidades de la humanidad, supondría un “apagá y vámonos”. Para nosotros como pensadores, esta perspectiva puede ser bastante desagradable puesto que priva de sentido la creación o la recreación de las ideas de la humanidad. Por tal razón más allá del pesimismo más grande, tiene sentido seguir formulando preguntas y aventurando respuestas. Acaso nosotros mismos tenemos la obligación de ser mejores seres humanos. Acaso podamos ser mejores ¿Qué modo de pensar sería adecuado a la obligación de tratar de ser mejores? ¿Cómo fundar un carácter adecuado para enfrentar el mal o aquello que lo represente? Kant, deja abiertas estas preguntas27. Ser buen ser humano por deber y no por incapacidad para el mal determina el verdadero mérito del bien en nuestras vidas. Ser un ser humano extraordinariamente malo es el resultado de una forma de ejercicio no sólo del libre albedrío sino de la inteligencia que es consciente de sus posibilidades para el bien pero opta por lo contrario para cargar con la gran responsabilidad de asumir la responsabilidad (que no las culpas) de sus actos. Si se ha de ser malo, se ha de ser un malo de calidad, un buen malo. De otro modo, la consagración a una vida buena que además ejercite su “derecho” al bien, requiere la aplicabilidad de una racionalización que vaya más allá de la sonrisa tierna de un bebé (antes de que le salgan los dientes y “decida usarlos), y permanezca más acá de la perversidad de Bart Simpson. (...) en la formación moral de la congénita disposición al bien no podemos partir de una inocencia que nos sería natural, sino que tenemos que empezar por el supuesto de una malignidad del albedrío en la adopción de sus

Óscar Ágredo Piedrahíta 13 Escuela de Estudios Literarios Universidad del Valle

máximas en contra de la disposición moral original, y , puesto que la propensión a ello es inextirpable, empezar por actuar incesantemente contra ella28.

En tal sentido no se puede ser bueno porque no haya más opciones, o se puede pero sin mérito moral alguno. Como diría Nietzsche no se puede ser bueno porque sé es débil; como diría Kant se debe ser bueno porque se puede ser malo. Por deber y por inclinación nos vemos obligados a suspender aquí y ahora esta reflexión; por deber porque hay que capitular en alguna parte, por inclinación porque tal vez un café, una cerveza o un miserable, pero rico plato de lentejas nos espera. Sin embargo, completemos la lectura con la otra cara de la moneda propuesta por la divertida mente del maestro Monterroso: Monólogo del Bien “Las cosas no son tan simples –pensaba aquella tarde el Bien- como creen algunos niños y la mayoría de los adultos. “Todos saben que en ciertas ocasiones yo me oculto detrás del Mal, como cuando te enfermas y no puedes tomar un avión y el avión se cae y no se salva ni Dios, y que a veces, por el contrario, el Mal se esconde detrás de mí, como aquel día en que el hipócrita Abel se hizo matar por su hermano Caín para que éste quedara mal con todo el mundo y no pudiera reponerse jamás. “Las cosas no son tan simples”29.

Óscar Ágredo Piedrahíta © Santiago de Cali

1 Anaya - Alianza Editorial.Barcelona 1.994. 2 Grijalbo Editorial. 3ª. Ed. Caracas, 1.994. 3 KANT, Immanuel. Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Ed. Bilingüe y traducción de José Mardomingo. Editorial Ariel, S.A.. Barcelona, 1.996 (1.785). Pg. 109. 4 KANT.Op. cit. Pgs. 157-158. 5 ROSENFIELD, Denis L. Del Mal. Ed. Fondo de Cultura Económica. México 1.993 (1.989). Pg. 77. 6 GARCÍA MORENTE, Manuel. La filosofía de Kant. Editorial Espasa-Calpe. Madrid, 1.975. Pgs. 167-168. 7 “La obra dramática puede contribuir a nuestra comprensión de un problema ético motivando la discusión y la reflexión. Al mostrarnos cómo y por qué unos personajes que no son filósofos profesionales entran en el debate, ante qué tipo de problemas se precisa el concurso de la filosofía y qué contribución puede hacer ésta para intentar resolverlos, nos enseña, mejor que una obra en la que hable una sola voz, por qué y cuándo hemos de interesarnos por la reflexión ética”. NUSBAUM, Martha C. La fragilidad del bien. Visor. Dis, S.A. Madrid, 1.995. Pg. 184. 8 SARAMAGO, José. El Evangelio según Jesucristo. Grupo Santillana de Ediciones, S.A. Madrid 1.998. Pg. 443. 9 GARCÍA MORENTE. Op. Cit. Pg. 170. 10 SARAMAGO. Op. Cit. Pgs. 450-451. 11 Ibid. Pgs. 426-427. 12 KANT, Immanuel. La religión en los límites de la mera razón. Alianza Editorial. Madrid, 1.986 (1.793). Pg. 30. 13 14 15

Ibid. Pg. 31. Ibid. Ibid. Pgs. 31-32.

Óscar Ágredo Piedrahíta 14 Escuela de Estudios Literarios Universidad del Valle

16

ROSENFIELD. Op. Cit. Pg. 31 Es difícil explicarlo dado que aún no está comprendido. Un posible ejemplo sería el determinado por el encuentro “casual” entre los físicos que investigaban la materia y el momento histórico de la Segunda guerra mundial. 18 Monólogo del Mal Un día el Mal se encontró frente a frente con el Bien y estuvo a punto de tragárselo para acabar de una buena vez con aquella disputa ridícula; pero al verlo tan chico el mal pensó: “Esto no puede ser más que una emboscada; pues si yo ahora me trago al Bien, que se ve tan débil, la gente va a pensar que hice mal, y yo me encogeré tanto de vergüenza que el Bien no desperdiciará la oportunidad y me tragará a mí, con la diferencia de que entonces la gente pensará que él si hizo bien, pues es difícil sacarla de sus moldes mentales consistentes en que lo que hace el Mal está mal y lo que hace el Bien está bien”. Y así el bien se salvó una vez más. MONTERROSO, Augusto. Cuentos fábulas y lo demás es silencio. Ed. Alfaguara. México, 1.996. Pg. 193. 17

19

Kant define la propensión como el fundamento subjetivo de la posibilidad de una inclinación admitida sólo como contingente para la humanidad en general; ésta, al igual que una disposición, puede ser innata y ser considerada adquirida (cuando es buena) o contraída (cuando es mala) por el hombre mismo. De todas maneras Kant admite el bien como una disposición y el mal como una propensión que en cierto modo sería complementaria de la disposición natural. V. La religión... Pgs. 35-39. 20

ROSENFIELD. Op. cit. Pg. 25. Kant no excluye la fragilidad y la impureza de su definición, pero podemos asumir la malignidad como la esencia misma del mal radical, en la medida en que representa el mal intencional, si se quiere positivo o afirmativo, mientras que en las propensiones anteriores como ya se ha mencionado, el mal no es radicalmente consecuencia de un uso de la libertad. 22 KANT. Op. cit. Pg. 42. 23 “para que el hombre pueda sentir respeto de sí mismo, es preciso que sea también capaz de ser malo”. Dice Nietzsche en La voluntad de Poder. Citado por Olivier Reboul en Nietzsche, crítico de Kant. Ed. Anthropos. Barcelona 1.993 (1.974). Pg. 91. 24 REBOUL. Op. cit. Pg. 89. 25 ROSENFIELD. Op. cit. Pg. 33. 26 ROSENFIELD. Op. cit. Pg. 75. 27 KANT. Op. cit. Pgs56-61. 28 KANT. Op. cit. Pgs. 59-60. 29 MONTERROSO. Op. cit Pg. 199. 21

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.