La figura del científico en algunos cuentos de \"Las Fuerzas extrañas\" de Leopoldo Lugones

August 1, 2017 | Autor: M. Massone | Categoría: Literatura argentina, Ciencia, Esoterismo
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Descripción

La figura del científico en algunos cuentos de Las fuerzas extrañas de Leopoldo Lugones

Todo intento interpretativo lleva algo de reduccionista, de sofocante, de recorte procedimental. Interpretar muchas veces nos encasilla en conceptos pre-elaborados que tranquilizan al lector y al escritor de un determinado texto teórico. De esta manera se genera la "normalidad" del discurso científico, su fundamento supuestamente racional.
Ahora bien, ¿Por qué empiezo una exposición sobre Leopoldo Lugones hablando sobre los problemas interpretativos? Susan Sontag quizás nos dé una respuesta:

"La actual es una de esas épocas en que la actitud interpretativa es en gran parte reaccionaria, asfixiante. La efusión de interpretaciones del arte envenena hoy nuestras sensibilidades tanto como los gases de los automóviles y de la industria pesada enrarecen la atmósfera urbana. En una cultura cuyo ya clásico dilema es la hipertrofia del intelecto a expensas de la energía y la capacidad sensorial, la interpretación es la venganza que se toma el intelecto sobre el arte.
Y aún más. Es la venganza que se toma el intelecto sobre el mundo. Interpretar es empobrecer, reducir el mundo, para instaurar un mundo sombrío de significados. Es convertir el mundo en este mundo ("¡Este mundo!" Como si hubiera otro).
El mundo, nuestro mundo, está ya bastante reducido y empobrecido. Desechemos, pues, todos sus duplicados, hasta tanto experimentemos con más inmediatez cuanto tenemos."

Lo que vemos aquí es como el observador de arte o, acercándonos a los cuentos de Lugones, el científico, cada vez más se aleja de su objeto volviendo su lenguaje incomprensible: demasiado técnico, demasiado hermético. Es que en los cuentos de Lugones la decadencia de los investigadores viene dada por un hermetismo de símbolos científicos: vocablos raros, explicaciones inexplicables, límites desbordantes del saber.
En esta exposición trabajaremos con cuatro cuentos de Las fuerzas extrañas describiendo la actitud y el proceder de los científicos en los siguientes relatos: "Un fenómeno inexplicable", "El psychon", "Yzur" y "La fuerza Omega".
En estos cuentos todos sus científicos buscan ir más allá del límite de lo razonable, llevando al extremo la experimentación científica:

"- Despretz ha podido percibir un do, que vendría a ser el décimo, con 32.770 vibraciones producidas por el frote de un arco sobre un pequeñísimo diapasón. Yo percibo sonido aún, pero sin determinación musical posible, en las 45.000 vibraciones del diapasón que he inventado.
-¡45.000 vibraciones- dije-: eso es prodigioso!"

Los científicos aparecen como seres solitarios, pocos amables, generalmente autoritarios, que intentan impresionar a su auditorio (dos o tres amigos en la soledad de la casa del mismo investigador) sobre sus experimentaciones. Sólo en "Yzur" el relato está contado en primera persona y es que si bien este científico logró que el mono hable, no tiene a nadie con quien constatar su éxito. Es decir, más bien los investigadores de los cuentos de Lugones son fracasados, científicos "a medias" que intentan llevar al límite sus conocimientos.
Tenemos dos movimientos que se producen en el relato y que tienen que ver con el accionar de estos investigadores al momento de llevar al límite sus conocimientos: tenemos un movimiento de flujo y un movimiento de obturación simbólica.
En el movimiento de obturación simbólica, los científicos plantean lo más lógicamente posible sus principios y cómo llegaron a la invención. En "Yzur", por ejemplo, se da una inversión de la teoría darwiniana poniendo al mono no como nuestro antecesor sino como nuestro sucesor: el mono en algún momento de la historia habló pero ya no lo hace más para que no lo subyuguen los humanos. Es decir, el mono sería más evolucionado que el hombre, sería la próxima evolución: el silencio de la palabra, el devenir- imperceptible.
Este es un caso leve de obturación simbólica en los cuentos de Lugones, ya que es mínimamente entendible la teoría que invierte. Pero veamos el siguiente:

"-Resulta una raya verde en el índigo para la coloración roja, y dos negras en el verde para la coloración azul. En cuanto a la amarilla descubierta por mí, el resultado es extraordinario. Antonia dice ver en el rojo una raya violeta claro.
- ¡Absurdo!
- Lo que usted quiera; pero yo le he presentado un espectro, y ella me ha indicado en él la posición de la raya que ve o cree ver. Según estos datos, y con todas las suposiciones de error posible, creo que esa raya es la número 5567. De ser así, habría una identidad curiosa; pues la raya 5567, coincidiría exactamente con la hermosa raya número 4 de la aurora boreal..."

El análisis ininteligible que hace este científico en el cuento "El psychon" hace que una numerología alocada se reúna con un análisis de los colores que ve una señora en estado de trance. ¿Acaso a esto se podría llamar ciencia o está más cerca del delirio milenarista de los contemporáneos New Age? Vemos como se da una obturación simbólica que vuelve hermético el lenguaje del científico y, no sólo eso, lo vuelve un tanto paranoico: interpretar el mundo desde una superpoblación de símbolos extravagantes.
Recordemos que Deleuze y Guattari acuñan el concepto de "máquinas deseantes", donde dicen que esas máquinas se manejan por los movimientos de corte y de flujo. A este proceder lo llaman síntesis disyuntiva, ya que si bien se da una yuxtaposición de símbolos ninguno queda fuera de esa máquina, todo se incorpora generando una meta-metáfora paranoide:

"¿En qué son las máquinas deseantes verdaderamente máquinas, independientemente de cualquier metáfora? Una máquina se define como un sistema de cortes. No se trata en modo alguno del corte considerado como separación de la realidad; los cortes operan en dimensiones variables según el carácter considerado. Toda máquina, en primer lugar, está en relación con un flujo material continuo (hylé) en el cual ella corta. La máquina funciona como máquina de cortar jabón: los cortes efectúan extracciones en el flujo asociativo. Así, por ejemplo, el ano y el flujo de mierda que corta; la boca y el flujo de leche, pero también el flujo de aire, y el flujo sonoro; el pene y el flujo de orina, pero también el flujo de esperma. Cada flujo asociativo debe ser considerado como ideal, flujo infinito de un muslo de cerdo inmenso. La hylé designa, en efecto, la continuidad pura que una materia posee idealmente. Cuando Jaulin describe las polillas y polvos que se toman en la iniciación, muestra que cada año son producidos como un conjunto de extracciones sobre "una sucesión infinita que teóricamente no posee más que un sólo origen", única bola extendida hasta los confines del universo. El corte no se opone a la continuidad, la condiciona, implica o define lo que corta como continuidad ideal. Pues, como hemos visto, toda máquina es máquina de máquina. La máquina sólo produce un corte de flujo cuando está conectada a otra máquina que se supone productora de flujo. Y sin duda, esta otra máquina es, en realidad, a su vez corte. Pero no lo es más que en relación con la tercera máquina que produce idealmente, es decir, relativamente, un flujo continuo infinito."

Esto ayuda a explicar, a estos filósofos, el delirio de Schreber. Pero bien podríamos utilizarlo para los cuatro científicos de los cuentos que seleccionamos de Lugones.
En "La fuerza Omega" el investigador descubrió "la potencia mecánica del sonido" y dice que el sonido no es una onda, sino materia. Esa dislocación de lo convencional lleva luego al desastre. En cambio, en "Un fenómeno inexplicable" asistimos a la materialización de la alucinación del científico: él no sólo se desdobla, también se tangibiliza ese desdoblamiento cuando sobre la pared aparece la sombra del mono.
Vemos que los cuatro cuentos tienen una estructura parecida: primero, el investigador da la explicación del caso, dispone su teoría enloquecida. Ese momento es el que llamamos obturación simbólica donde se trastoca lo convencional, se busca llegar a los límites de lo razonable, se explica la teoría que hay detrás de todo la investigación realizada. Un segundo momento es donde se produce el flujo de las "fuerzas extrañas".
En "Yzur" podemos ver cómo, tras la rebeldía del débil, del mono, el científico se enfurece y se vuelve hostil con el animal: Mientras que el simio más se humaniza, mira las estrellas, reflexiona, siente; el investigador se vuelve más animal, más cruel intentando sobreponerse a través de la fuerza y no de la razón:

"Las lecciones continuaban con inquebrantable tesón, aunque sin mayor éxito. Aquello había llegado a convertirse en una obsesión dolorosa, y poco a poco sentíame inclinado a emplear la fuerza. Mi carácter iba agriándose con el fracaso, hasta asumir una sorda animosidad contra Yzur. Éste se intelectualizaba más, en el fondo de su mutismo rebelde, y empezaba a convencerme de que nunca lo sacaría de allí, cuando supe de golpe que no hablaba porque no quería."

"Me encolericé, y sin consideración alguna, le di de azotes. Lo único que logré fue su llanto y un silencio absoluto que excluía hasta los gemidos."

La violencia desmedida del supuesto guardián del saber se vuelve un flujo que no podrá cortar hasta el final del relato.
Otra caso, más claro todavía es el del cuento "El Psychon" donde, después de la explicación paranoide que asocia numerología con análisis de los colores, ellos ingieren ese flujo de vapor que sale del matraz roto y pasa lo siguiente:

"Lo cierto es que durante una hora, estuvimos cometiendo las mayores extravagancias, con gran estupefacción de los vecinos a quienes atrajo el tumulto y que no sabían cómo explicarse la cosa. Yo recuerdo apenas que, en medio de la risa, me asaltaban ideas de crimen entre una vertiginosa enunciación de problemas matemáticos. El gato mismo se mezclaba a nuestras cabriolas con un ardor extraño a su apatía tropical, y aquello no cesó sino cuando los espectadores abrieron de par en par las puertas; pues el pensamiento puro que habíamos absorbido, era seguramente el elixir de la locura."

La figura de los vecinos en este caso aparece como los que van a cortar el flujo de delirio del científico y sus amigos pero en "La fuerza Omega" aparecerán como la amenaza, ya que no aparecen en el momento de flujo sino en el de obturación simbólica. El investigador le dice a sus amigos: "Detesto la notoriedad, aunque no he podido evitarla del todo, pues los vecinos comienzan a enterarse." Frente al desborde pulsional de los afectos en "El psychon", en este cuento los vecinos aparecen como acechantes, son los que pueden llamar a una autoridad, son los que todo el tiempo vigilan (y castigan lo anómalo).
Es así como los investigadores de estos cuentos pasan por dos estados muy diferentes: por un lado, un estado de excesivo raciocinio que muy lejos está de la cordura, más bien, es una obturación simbólica ligada a un estado paranoide (donde es acrecentado por el acecho de los vecinos que "vigilan") y, por el otro lado, un desborde visceral de sentimientos, un flujo de acciones, de evaporaciones, de productos libidinales que salen a flote cuando el experimentador demuestra su experimento.
Los cuatro cuentos llegan a la tragedia: En "La fuerza Omega" el científico termina muerto por el propio artefacto que creó, en "Un fenómeno inexplicable" la dislocación subjetiva del investigador se materializa y lo enloquece.
La tragedia del positivismo se avecina en estos cuentos. Los sujetos que vemos son seres completamente alejados de la realidad e inmersos en un mundo simbólico sin salida, mundo simbólico que crea la propia ciencia proporcionando lo que ella y todos sus defensores creen que es un principio de realidad. ¿Pero cuántas realidades hay en el mundo? ¿Acaso lo que pretendemos que es lo racional no deja de ser una mera convención? Desde lo más elemental de las matemáticas, como decir, dos más dos es cuatro, todo se produce en la ciencia de modo convencional más que ligado por un principio de realidad rector. Ya Nietzsche en El ocaso de los ídolos expresaba:

"Reducir una cosa desconocida a una cosa conocida proporciona alivio, tranquiliza, satisface, y además da un sentimiento de poderío. Lo que es desconocido produce peligro, inquietud, preocupación; el primer instinto se dirige a eliminar estos estados de ánimos penosos. Primer principio: una explicación cualquiera es mejor que ninguna explicación. Como en realidad se trata únicamente de una voluntad de desembarazarse de ideas deprimentes, no se es muy exigente sobre los medios para ello: la primera idea con la que lo desconocido se explica como conocido produce tanto bienestar que se la tiene por verdadera. Prueba del placer (y de la fuerza) considerada como criterio de la verdad."

La necesidad de acceder a la verdad de la ciencia la lleva a su propia ruina. Quizás sea una gran paradoja la que muestran estos cuatro cuentos de Lugones: cuando más se cree estar cercano a lo verdadero, más lejano se está de él y más implicados se está en un callejón simbólico sin salida.
El doctor Paulin, el científico del cuento "El psychon", es descrito de la siguiente manera: "era mirado de reojo por las academias. Como a Crookes, como a de Rochas, lo aceptaban con agudas sospechas. Sólo faltaba la estampilla materialista para que le expidieran su diploma de sabio."La estampilla materialista de la que habla el narrador del relato sigue siendo, aún hoy, necesaria para que crean que lo dicho está fundamentado sobre hechos verídicos, sobre un principio de realidad vector.
Estos cuentos nos demuestran que lo más materialista puede ser lo más alejado de la realidad, que existe un espacio vacío (años más tarde Héctor Libertella dirá "el espacio que no está ahí") que va más allá de lo que se puede concebir por una estampilla materialista.
Lugones pone en tensión la ciencia positivista y la lleva a límites impensados. Tritura lo racional a martillazos. Juega a mostrar, sin darse cuenta, de que la ciencia siempre conlleva un alejamiento de lo real solamente por el simple hecho de utilizar palabras, símbolos, interpretaciones.
Volviendo a la cita de Sontag del principio: El arte y la ciencia están asfixiadas de interpretaciones y quizás mantenerse al margen de lo interpretativo sea una manera de volvernos más sensitivos, más sensoriales, menos abstractos, menos intelectuales.
El positivismo sigue rigiendo en el mundo. El saber hacer, lo sensorial, lo emocional es lo que se deja de lado. Vemos que cada vez más en el mundo aparecen casos de autismo, donde estos pequeños niños pueden resolver cualquier problema matemático pero son incapaces de abrazar a una persona.
Estos cuatro cuentos de Lugones, muertos en un mar de símbolos, se vuelven insensibles, anti-sensoriales, completamente matemáticos- simbólicos. ¿No será, quizás, el futuro que nos depara si seguimos el ritmo de la ciencia y la técnica?




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