LA FIESTA DEL CORPUS EN ANDALUCÍA. Texto breve

July 19, 2017 | Autor: S. Rodríguez-Becerra | Categoría: Corpus Christi, Andalucía, Fiestas Religiosas
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Descripción

Revista Guadalquivir, núm. 2, pp. 28-32. Sevilla, 1986. D.L.: SE-140-1986 LA FIESTA DEL CORPUS EN ANDALUCÍA

Salvador RODRÍGUEZ BECERRA

La fiesta del Corpus Christi fue establecida para el orbe católico por el papa Urbano IV en 1264 generalizándose así la devoción al Sacramento iniciada en la diócesis de Lieja por la beata Juliana (1193-1258). A partir de entonces y en pocas décadas se extendió por todo el occidente europeo, primero en las grandes ciudades episcopales y posteriormente a las restantes villas y ciudades. Concretamente en Sevilla se celebró por primera vez en 1282 y en Granada fue establecida por los Reyes Católicos tras su conquista. Llega esta fiesta a Andalucía en un momento de efervescencia religiosa, sólo Granada queda en poder de los árabes. Los cristianos, adueñados de sus tierras y ciudades, toman la fiesta no sólo para su divertimento, sino para hacer resaltar aún más su victoria y hacer reconocer a los "infieles" su poder, tanto político como religioso. Así la fiesta del Corpus va tomando carta de naturaleza, llegando a ser la más importante en el ciclo festivo de algunas ciudades como Sevilla y Granada. Fundamentalmente en los siglos XVI y XVII constituía una fiesta que, además de la procesión e incluso incorporada a ella, presentaba tres datos importantes: la presencia de las tarascas, la representación de autos sacramentales y la ejecución de danzas. Desde el primer momento, el Corpus enraizó en las tierras andaluzas con un marcado carácter festivo, que prevalecía incluso sobre lo mayestático. Y así fue como no sólo se empezaron a engalanar las calles por donde había de discurrir la procesión y alfombrarse de flores y hierbas aromáticas, sino que se asociaron a la festividad litúrgica una serie de pintorescos jolgorios populares. La fiesta que todavía hoy presenciamos es consecuencia de las disposiciones de Carlos III, el rey reformador, que eliminó de la misma todo aquellos considerado profano -que era mucho-; hasta ese momento la fiesta era eminentemente popular y participativa, o al menos el pueblo llano tenía un espacio propio y una ocasión para expansionarse. La jerarquización que siempre ha caracterizado a esta celebración no estaba al parecer reñida con la expansión lúdica. Elemento como la tarasca junto a las mojigangas y botargas, los gigantes y cabezudos y un sin fin de personajes burlescos y/o alegóricos que desfilaban a pie o en carrozas o "rocas" daban a la fiesta un atractivo popular y lúdico que la hacían ser considerada en algunos lugares como fiesta mayor. Las tarascas eras composiciones alegóricas, en que los vicios humanos, representados de forma grotesca, se veían atacados y dominados por las virtudes cristianas. Pero esto no quita que los símbolos del vicio fueran representando su oficio con tal grado de picaresca, que hicieran las delicias del público. De andar por las calles en las vísperas del Corpus, las tarascas pasaron a formar parte del mismo cortejo, puestas en grandes carros rodantes al principio de la procesión. La gente se divertía tanto con las tarascas, que al pasar el Santísimo quedaba poco lugar para la devoción. Incluso los más ligeros, preferían ir todo lugar el tiempo tras las tarascas, olvidándose del Santísimo Sacramento. Aditamento de aquellas eran los gigantes y cabezudos. Otro festejo popular que se unía a la fiesta del Corpus, de mayor calidad sin duda, fueron los autos sacramentales. En Sevilla los organizaba el Cabildo eclesiástico al término de la procesión, 1

desarrollándose en grandes carros que se colocaban delante de la puerta mayor, estando presente el Asistente de la Ciudad y el Cabildo secular. La tercera característica era la ejecución de danzas; se trataba en general de las llamadas "danzas de espadas o palos", ejecutadas siempre por hombres. En la actualidad, como última muestra de las antiguas danzas del Corpus, sólo nos quedan los "Seises" de la Catedral de Sevilla. No era, sin embargo sólo esto la fiesta. Estaban presente en riguroso orden jerárquico, plasmado en la no escasa iconografía conservada, todo el cuerpo social de las ciudades representados por las corporaciones en sus cabildos civil y eclesiásticos, las parroquias, las hermandades de gloria y penitencia -recuérdese que las sacramentales nacen con la finalidad de dar culto al Sacramento-, los gremios en representación del mundo laboral, las universidades y colegios, y por supuesto las autoridades religiosas, civiles, militares, judiciales, universitarias, etc. En síntesis, la ciudad representada por sus corporaciones armónica y jerárquicamente establecida y puesta bajo el Supremo Poder en la Custodia. El desfile discurría y todavía discurre por las principales vías y plazas en donde se asentaban los centros de poder: Catedral, Ayuntamiento, Audiencia; engalanadas con colgaduras pero también con grandes ramos que cabrían las fachadas como todavía ocurre en áreas rurales como Zahara, Algodonales y El Gastor, y por una alfombra vegetal formada por especies frescas y olorosas creando un vergel perecedero. Carlos III con su Real Pragmática de 21 de junio de 1780 pone fin a toda esta suntuosidad y resta carácter popular de esta fiesta al prohibir las danzas y las tarascas. A partir de ese momento histórico, la procesión de Corpus va poco a poco pasando a manos de lo que podemos llamar "elemento culto" de la sociedad, cada vez con menos intervenciones del pueblo, y cada vez con mayor carácter de exaltación de poderes, tanto eclesiástico como civiles. El pueblo, representado en los gremios deja así de participar en la fiesta estamental por excelencia. Los oficios o gremios habían sido parte sustancial de la fiesta como lo eran de la sociedad. A modo de ejemplo citamos a los de Sanlúcar de Barrameda según consta en las Actas Capitulares (siglo XVI) de la ciudad: "Libro cuarto. Acuerdo del folio 11 del modo que han de ir los oficios en la procesión del Corpus Christi. En orden será éste: los techadores con la tarasca, luego los hortelanos con la suya, luego los herreros y tejedores, los carreteros con danzas de segadores, los olleros y cantareros, los pintores, los esparteros, los zapateros, los barberos, los especieros, los sederos. Detrás de ellos los moriscos, los taberneros con danzas de espadas, los tahoneros, los toneleros, los hombres de mar con danzas, los carpinteros y sastres. Seguirá después el Arca con el Santísimo Sacramento, acompañada por los oficiales del municipio con hachas encendidas y detrás todos los mercaderes con hachas también". La fiesta sigue celebrándose en nuestros días, pero ha perdido el carácter popular que tuviera en el pasado con las representaciones teatrales y los juegos que, costeados por los cabildos secular y eclesiástico, divertían al pueblo a la par que lo adoctrinaban. Actualmente, es un procesión en la que figuran las autoridades con sus uniformes de gala y condecoraciones; el clero, con sus vistosos hábitos y ornamentos; el ejército, haciendo escolta; en fin, un espectáculo de colorido que parte del pueblo gusta todavía de contemplar. Naturalmente, estas fiestas gozan de mayor atractivo en las ciudades que en los pueblos, pues en las primeras se dan todos los elementos enumerados en mayor grado y variedad. Hay, en efecto, autoridades religiosas, civiles, militares, judiciales y académicas en todos sus grados, así como gran número de cofradías y hermandades e instituciones religiosas, lo que, sin duda, contribuye a dar un gran esplendor a la fiesta como espectáculo. La participación activa del pueblo es nula y se limita a ser mero espectador de una procesión que, sin duda, ha simbolizado durante siglos la ordenación jerárquica de la sociedad y la simbiosis entre la Iglesia y la sociedad civil. 2

La fiesta del corpus, cuyos actos religiosos de misa solemne y procesión tienen lugar prácticamente en todos los pueblos y ciudades de Andalucía tiene especial desarrollo y brillantez en las grandes ciudades, como Sevilla, Cádiz, Málaga, llegando a ser la principal fiesta del año en Granada, con varios días de duración. Otro tanto ha ocurrido en lugares menores como Casabermeja (Málaga), Marchena (Sevilla), Torreperogil, (Jaén), Sierra de Cádiz: Zahara, El Gastor, Algodonales, Setenil y Grazalema, y un sinfín de pueblos de todas las provincias de Andalucía. En Sevilla, los oficios y procesión son matinales, se celebrán horas canónicas y misa de pontifical en el trascoro, donde se instala el coro movible. Tras la misa danzan los seises, vestidos de rojo y oro, ante la Custodia, el Arzobispo y la Ciudad. Al término del último baile, el alcalde sigue la tradición de poner en el sombrero de uno de ellos un doblón de oro. El cortejo está integrado por cofradías y hermandades, representaciones, clero secular y regular y Cabildo eclesiástico. El largo acompañamiento está intercalado por pasos, en los que se sintetiza la tradición religiosa de Sevilla: Santas Justa y Rufina, San Leandro, San Isidoro, San Fernando, la Inmaculada, el Niño Jesús y custodia chica con relicario de la Santa Espina. Sobre las nueve y media de la mañana sale la Custodia grande donde va el Sacramento, obra de Juan de Arfe, de estilo plateresco, con cuatro cuerpos decrecientes en planta circular. La precesión se dirige desde la puerta de San Miguel hacia la plaza de San Francisco, siguiendo por calle Sierpes, Cerrajería y Cuna hacia el Salvador, retornando por Francos y Placentines a la catedral, en la que entra por la puerta de los Palos. Los seises danzan durante la octava ante el Santísimo. Cádiz tiene su procesión de Corpus por la mañana, recorre varias calles y llega hasta la plaza de San Juan de Dios, adornada con toldos y flores. En la procesión figuran los pasos de los patronos de Cádiz, San Servando y San Germán y de la Virgen del Rosario, patrona de la Ciudad. Hasta principios de siglo se conservó la costumbre de que los barcos surtos en el puerto prestaran sus velas para entoldar las calles del recorrido procesional; también se ha perdido la tradición de que el Cuerpo Consular, fuera en la procesión con trajes de gran gala, circunstancia que realzaban mucho la celebración. El Corpus de Granada es el que conserva más rasgos antiguos, hay dos procesiones. Una, la de la festividad del Corpus Christi, delante de la cual todavía marchan la tarasca, los gigantes y cabezudos, grupos de pajes, escudo de la Ciudad, arcones y otros objetos pintorescos. Esta procesión es matinal. La segunda procesión sale el día octavo y ésta carece de esos folklóricos, celebrándose por la tarde. En la víspera de la fiesta del Corpus aún recorre la ciudad la "publicación" o "Paseo de la Ciudad", precedido por la tarasca y los gigantes y cabezudos. Es tradición que la custodia procesional fue donada por la reina Isabel la Católica y forma un templete hexagonal. Durante toda la semana permanecen expuestas en la plaza de Bibarambla las "Carocas" o quintillas de tono humorístico con dibujos, herederas de otras de tipo religioso. Coincidiendo con la fiesta sacramental se celebra Feria que empezó siendo de ganado en el siglo XIX y hoy sigue el esquema de las ferias de Andalucía: casetas, caballistas, etc. Como ejemplo de una de estas fiestas en núcleos rurales, vamos a describir la de Zahara de la Sierra, pequeño pueblo enclavado en un bello paisaje de la serranía gaditana. Esta población, reconquistada definitivamente a los moros granadinos en 1481 por don Rodrigo Ponce de león, duque de Cádiz y marqués de Zahara, ha sido una villa de señorío hasta la desaparición de los mismos; contaba entonces con un gran término del que se han desgajado posteriormente los de Algodonales y El Gastor. La fiesta del corpus tiene una gran tradición en Zahara, en donde se celebra probablemente desde su reconquista, hecho que lo prueba su magnífica custodia hace estación. Previamente se ha 3

celebrado una misa solemne concelebrada en las gradas de la iglesia parroquial que da a la plaza actualmente se oficia en el interior del templo- a la que suelen acudir sacerdotes del distrito, antiguos párrocos y a la que el Ayuntamiento invita, y a veces consigue que vengan, a las autoridades provinciales. La procesión la abre una banda de música, siguen los niños de primera comunión. El recorrido, verdadero vergel perecedero, abarca las tres calles principales en donde vivían las familias más pudientes. Terminada la procesión comienza la fiesta profana, que tiene lugar en la caseta municipal, la plaza y la calle principal. Los bares se llenan de gente, los numerosos forasteros recorren el pueblo y los niños juegan con la juncia. El conjunto musical tocará desde la tarde hasta la madrugada en la caseta. La fiesta continúa al siguiente día con baile en la caseta, por la mañana, para los niños, al tiempo que se desarrollan las tiradas al plato. La fiesta termina frecuentemente con el baile de la escoba. En síntesis y a modo de reflexiones finales diremos que las reformas carolinas que tanto afectaron a la vida tradicional española, hicieron que el Corpus pasara de ser una fiesta de participación a una fiesta-espectáculo; el pueblo pasó de ser actor a pasivo espectador y en gran medida ausente. Los elementos tradicionales que arrancaban desde la Edad Media, la tarasca, los gigantes y cabezudos y los demás personajes pasaron de ser símbolos creados para mantener la fe en los misterios cristianos a elementos irreverentes y de mal gusto. El pueblo llano y los gremios, terminaron por retirarse de la procesión. Las autoridades de todo tipo, salvo períodos muy excepcionales, han presidido siempre las procesiones. Naturalmente las reformas carolinas sin la posterior disgregación de la sociedad estamental y los consiguientes enfrentamientos de clase nunca hubiesen sido efectivas. El hecho de la instauración del Corpus como fiesta de guardar para todo el mundo católico, generalizando así una devoción surgido en el obispado de Lieja (siglo XIII), ha sido interpretada como una necesidad de la iglesia para mantener en una época determinada la unidad del ecúmene frente a las fuerzas disgregadoras nacidas de las devociones y creencias particulares, propias de la diversidad cultural en donde había tenido asentamiento el cristianismo. La fiesta del Corpus desde su origen ha representado simbólicamente a la sociedad jerarquizada y nucleada en torno a las corporaciones que la estructuran, de tal suerte que todos los estamentos y elementos sociales tenían un lugar prefijado por encima de todos el Supremos Ser -Jesús Sacramentado-; no estando ausente el Supremo mal -el Demonio-. El orden es así mismo otra nota definitoria de la fiesta, orden que representa la procesión y el propio itinerario -siempre fijo- y que es más bien un ideal que una realidad como lo demuestra las luchas entre autoridades y gremios por la preeminencia de los lugares dentro del cortejo, configurándose así en paradigma del orden frente al carnaval, paradigma del desorden. La fiesta del Corpus tuvo mucho de carnavalesco en los viejos tiempos medievales y renacentistas. Bibliografía Rodríguez Becerra, S. (dir.): Guía de Fiestas populares de Andalucía. Consejería de Cultura. Junta de Andalucía, Sevilla, 1982. Rodríguez Becerra, S.: Las fiestas de Andalucía. Editoriales Andaluzas Unidas. Sevilla, 1985. VV. AA.: Cádiz y su Provincia. Editorial Gever. Sevilla, 1985 VV. AA.: Gran Enciclopedia de Andalucía. Promociones Culturales Andaluzas. Sevilla, 1979.

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