La ficción de los Agrocombustibles

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Descripción

La ficción de los agrocombustibles Clara Antonio* Ariel Ocantos* Resumen: Este artículo tiene por objeto analizar la situación de la producción de los agrocombustibles, su vinculación con la tendencia al alza de los precios internacionales de los productos agrícolas, las políticas gubernamentales que la incentivan y finalmente dilucidar cuáles son los impactos socioambientales. Palabras claves: agrocombustibles, commodities agrícolas, soberanía alimentaria, calentamiento clímático, impactos ambientales. Introducción: el velo de “lo bio” Se ha popularizado el término biocombustibles para referirse a los combustibles obtenidos a partir de biomasa, incluyendo cultivos, leña y otros. El término está revestido de aspectos positivos, en tanto hace referencia a fuentes de energía renovables, de menor impacto ambiental en comparación con los hidrocarburos, hidroeléctricas o nuclear, y con imágenes que invocan a la naturaleza. En realidad, este término refiere a fuentes de energía mucho más amplias que la generación de biocombustibles producidas con cultivos agrícolas. En América Latina, éstos involucran a productos que se originan de monocultivos como la soja, caña de azúcar, maíz, etc., que cubren enormes superficies y que se producen bajo estrategias agroindustriales con fuerte sesgo empresarial e importantes impactos socioambientales. Por lo tanto, resulta engañoso hablar de “biocombustibles”, ya que así se invocan los atributos positivos de un tipo de combustible para una defensa genérica. Al abordarse simultáneamente todos los tipos de bioenergía, hace que la problemática

específica de los agrocombustibles nunca cobre identidad propia.1 Definiciones de términos básicos Bioenergía – energía obtenida a partir de seres vivos, en forma directa (como por ejemplo la tracción animal) o indirecta (por ejemplo, la quema de la leña derivada de un árbol). Biocombustibles – Combustibles renovables de origen biológico, que incluye a la leña, carbón de leña, estiércol, biogas, biohidrógeno, bioalcohol, biomasa microbiana, desechos agrícolas, cultivos para combustibles, etc. Agrocombustibles – Biocombustibles obtenidos a partir de monocultivos, tales como soja, caña de azúcar, maíz, etc.

* Estudiantes de Lic. en Relaciones Internacionales. Universidad Nacional de Rosario, Santa Fe, Argentina. Miembros del Equipo de Trabajo sobre Agrocombustibles del Taller Ecologista, en el marco de las prácticas voluntarias de la Materia Ciudadanía y Voluntariado Social. 1 Honty, Gerardo y Gudynas, Eduardo, “Agrocombustibles y desarrollo sostenible en América Latina y el Caribe. Su situación, desafíos y opciones de acción”, en Observatorio del Desarrollo, Mayo del 2007, págs. 11-12.

Hazle y Pachauri (2006).

Altos precios y boom: un espiral incierto A partir del año 2005, las materias primas comenzaron a registrar alzas en las mayores bolsas del mundo. Este fenómeno no sólo que no se detuvo en el transcurso de los meses (aunque hubo una baja de dichos precios debido a la crisis financiera global de 2008-2009), sino que fue profundizándose hasta la actualidad; y no existe un panorama de tendencia hacia la baja para dichos precios en el futuro. El aumento de los precios internacionales de los commodities, más específicamente el de los bienes agrícolas, es un tema de creciente relevancia en el régimen económico internacional, y provoca una gran preocupación a los Estados, a los Organismos internacionales y a la opinión pública mundial en general. Uno de los factores controversiales que es considerado como disparador de los precios de los commodities agrícolas es la producción de agrocombustibles, en particular de etanol y biodiesel. Si bien, algunos autores sostienen que los biocarburantes no son la “mano negra” que se oculta tras la subida de precios de los alimentos en todo el mundo, ya que, por ejemplo, en la Unión Europea, en 2007 sólo se ha dedicado menos del 2% de toda la producción de cereales a la de bioetanol y, a escala global, sólo el 1,2% de la producción mundial de trigo, cebada y maíz se destina a la fabricación de este carburante. Desde otra perspectiva, hay quienes postulan que la producción de agrocombustibles sí está relacionada con el alza de los precios,

puesto que tienden a asignar los recursos productivos (tierra, mano de obra y capital) a la producción de materias primas para elaborar dichos combustibles, en vez de a los cultivos alimentarios.2 Según estudios del Food Policy Research de Washington, se estima que la producción de agrocombustibles explica entre un cuarto y un tercio del aumento reciente de los precios agrícolas mundiales.3 Además, el aumento de la demanda de maíz para la producción de etanol (en Brasil y Estados Unidos, por ejemplo) ha hecho que se eleven los precios de este producto, como así también de otros bienes agrícolas (como el trigo y el arroz), ya que los productores prefieren cultivar maíz y menos de otros cultivos, lo que hace que descienda la oferta de estos últimos y, por lo tanto, que aumenten sus precios. Otro aspecto adicional es que los altos precios del petróleo han hecho que los agrocombustibles sean presentados como ‘competitivos’. Esos altos precios permiten que los productores de etanol y biodiesel paguen primas mucho más altas por el maíz y las semillas oleaginosas. Cuanto más alto sean los precios petroleros, más elevados serán los de los agrocombustibles y más podrán pagar los productores de estos combustibles por las materias primas agrícolas. Vemos así como los biocarburantes 2

Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), “Las 10 preguntas más frecuentes sobre el aumento reciente de los precios de los alimentos” en “FAQ sobre la situación alimentaria”, enero de 2008, www.fao.org/worldfoodsituation/wfs-faq/es/ 3 Stratta, Isabel, “Por qué se disparó la carrera del precio mundial de los alimentos”, en iEco de Clarín.com, jueves 24 de abril de 2008, www.ieco.clarin.com/notas/2008/04/24/016576 33.html.

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han establecido un vínculo fuerte entre los precios del petróleo y el de los alimentos. Además, las presiones especulativas han fomentado este “boom por los agrocombustibles”: los precios se están elevando, porque muchos compradores creen que así ocurrirá, transformando, de este modo, los flujos tradicionales de las mercancías básicas y los patrones de comercio y consumos dentro y fuera del sector agrícola.4 Por lo expuesto anteriormente, creemos que la producción de agrocombustibles sí interviene en el incremento de los precios internacionales, ya que es más conveniente para los productores destinar los bienes agrícolas al mercado de agrocombustibles, antes que al mercado alimenticio. ¿Una alternativa rentable?: Políticas e incentivos públicos Las políticas gubernamentales que favorecen la producción de estos combustibles también tienen incidencia en los precios y en la producción. Por ejemplo, la Unión Europea, a través de la Política Agrícola Común (PAC), promueve la producción de etanol con subsidios directos e indirectos. Para el 2010 se dispuso que el 5,75% del combustible usado por la Unión provenga de los biocombustibles. Y ese porcentaje asciende al 10% para el 2020. El Estado brasileño (que 4

Ford Runge, C. y Senauer, Bejamin, “Cómo los biocombustibles pueden matar de hambre a los pobres”, en Foreign Affairs en Español, www.foreignaffairsesp.org/20070701faenespessay070308/c-fordrungebenjamin-senauer/como-losbiocombustibles-pueden-matar-de-hambre-a-lospobres.html

desde mediados de la década de 1970 inició su búsqueda de energías alternativas con el programa Proalcool) ha ofrecido incentivos, establecido normas técnicas, apoyado e invertido en las tecnologías y la promoción de los agrocombustibles. Ha dispuesto que todo el diesel contenga un 2% de biodiesel para el 2008 y un 5% para el 2013. También ha exigido que la industria automotriz produzca motores que puedan utilizar biocarburantes y emprendió estrategias de amplio alcance industrial y de uso de la tierra para promoverlos. A su vez, el gobierno estadounidense alienta la industria del etanol, otorgando fuertes subsidios a los agricultores de maíz y a los productores de bioetanol. Se calcula que este país destina entre el 30 y 40 % del maíz a la producción de dicho biocarburante. Sin embargo, debido a la fuerte sequía de la última campaña maicera 2011/2012, el sector cárnico, en sintonía con organismos internacionales –como la FAO-, señala la necesidad de limitar el uso de maíz para la producción de combustibles. Al respecto, Obama tomó medidas para estimular aquel sector y se evalúa la posibilidad de presentar al Congreso una propuesta relacionada con aquella solicitud, a pesar de la presión del lobby agrícola en el poder legislativo estadounidense. Bush y el “sueño de la independencia energética” ¿Cuál ha sido el lugar y el rol que ha ocupado el incentivo a la producción de agrocombustibles en la política exterior y energética estadounidense? Para considerar la situación actual, debemos tener en cuenta la evolución histórica del

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tratamiento de esta temática llevada a cabo por las autoridades gubernamentales de Estados Unidos. Es así que en 1974, cuando este país se tambaleaba por el embargo petrolero impuesto por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), el Congreso norteamericano emprendió la primera de muchas medidas legislativas orientadas a la promoción del etanol a partir del maíz como combustible alternativo. Entre las décadas de 1970 y 1980, hubo una sustitución creciente del plomo en las gasolinas por el impulso a la industria del etanol. Asimismo, se establecieron una serie de incentivos fiscales y subsidios para fomentar la producción de este tipo de biocarburantes, lo cual lo ha convertido en una fuente de energía competitiva. A pesar de todos los intentos y esfuerzos realizados por fomentar la producción y utilización de esta nueva fuente de energía, lo cierto es que Estados Unidos se fue haciendo cada vez más dependiente del petróleo importado, fundamental y paradójicamente de países como Irán (calificado de “rogue State” o Estado canalla por parte de la administración Bush y, por lo tanto, perteneciente al “Eje del Mal”) y de la Venezuela de Chávez (acusando a este presidente constitucional y democráticamente elegido como un “dictador populista”), evidenciando así las inconsistencias entre el discurso y las acciones del gobierno estadounidense. Es por esto que, ante los precios record del petróleo, y su impacto negativo para la economía estadounidense, la administración Bush lanzó una serie de medidas, en busca de lograr la autonomía de este carburante fósil. De esta manera, el

presidente propuso al Congreso promover una ley que obligue a mezclar combustible con un 20% de etanol, es decir aumentar su consumo en un 800% en 20175. En este sentido, el mandatario Bush ha incentivado a los líderes de la industria de automotores que funcionan con etanol y biodiesel a duplicar su producción de vehículos a combustible alternativo, ya que esto “ayudaría a que los automovilistas abandonen los motores que funcionan con gasolina y reduzcan la dependencia del país respecto del petróleo de importación”6. Sin embargo, si bien la producción de maíz de Estados Unidos crece un 30% anual, no alcanza para satisfacer la demanda de agrocombustibles y garantizar su uso como alimento. Entonces, es necesario buscar “socios estratégicos” que ayuden a sobrellevar este inconveniente. La cooperación con Brasil y la nueva estrategia de dominación para América Latina El viaje realizado por George W. Bush a Brasil a principios de marzo de 2007, “establece entre estos países una cooperación más estrecha en la búsqueda de energías alternativas”, y, en el marco de la misma, se aseguraría a los pequeños países de América Central y el Caribe la estimulación de la producción de etanol, donde ya existen

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Zibechi, Raúl, “Biocombustibles: Estados Unidos y Brasil: la nueva alianza del Etanol”, en Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales, wrm.org.uy, 6 de marzo de 2007 6 Castro Ruz, Fidel, “Por los Biocombustibles, Estados Unidos condenan a muerte prematura por hambre y sed a más de tres mil millones de personas en el mundo”, en ecoportal.net, 30 de marzo de 2007

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importantes cultivos de caña, en asociación con capitales privados7. El objetivo de esta “relación especial” entre los dos grandes americanos es utilizar las grandes extensiones territoriales y los bienes naturales que se encuentran en la región de la Amazonia, para destinarlos al cultivo de productos agrícolas consignados a la producción de agrocombustibles. Sin embargo, dicha relación está fundamentada en los intereses empresariales norteamericanos y paulistas, quienes ven en el estímulo de la producción de etanol y biodiesel, la posibilidad de realizar grandes negociados en la construcción de usinas y de bio-oleoductos en toda América Latina. Así, Brasil se transforma en un “global player” del gran objetivo político de Estados Unidos, que es volver a controlar la región, después de la pérdida relativa de la hegemonía estadounidense y el surgimiento de actores regionales contestatarios, como son la Venezuela chavista y la Bolivia de Evo Morales. Al haberse desintegrado la posibilidad de construir un Área de Libre Comercio Americana (ALCA), el agrocombustible podría permitir remover las barreras al libre comercio dentro de la región. Esto se contradice con la política interna llevada a cabo por la Casa Blanca, ya que el sector agrícola estadounidense es el ejemplo por excelencia del proteccionismo económico, debido a los fuertes subsidios que recibe dicha producción. Otro objetivo político que cumple esta cooperación binacional es poner obstáculos 7

Gobierno de los Estados Unidos de América, “Acuerdo de biocombustibles entre Estados Unidos y Brasil tiene enorme significado”, en america.gov, 22 de marzo de 2007

al proceso de integración latinoamericana, específicamente sudamericana, enfrentando a los gobiernos, en este caso, por la estrategia de integración energética a seguir. El “patio trasero” de Washington puede ser el que lo salve de la declinación global y crisis energética, gracias a la ayuda de gobiernos afines a su política. En vez de promover subsidios y alivios fiscales a los biocombustibles, el gobierno estadounidense debería adoptar un compromiso más importante en un incremento sustancial de la eficiencia energética en vehículos, hogares e industrias y fomentar nuevas fuentes de energías renovables, como la solar o la eólica. Los agrocombustibles en Argentina… En Argentina, la Ley 26.093 de 2006 sobre el Régimen de Regulación y Promoción para la Producción y Uso Sustentable de Biocombustibles, fija un corte obligatorio del 5 % de etanol y biodiesel que deben ser mezclados en naftas y gasoil respectivamente, a ser alcanzado en el 2010. Actualmente, dicho corte se ha incrementado al 7 % conforme a la autoridad de aplicación creada por el Decreto 109/07 de regulación de dicha ley. Por otro lado, se establecen los beneficios que se otorgan a la actividad. En el caso del biodiesel extraído de la soja, posee una extraordinaria situación de privilegio fiscal con subsidios implícitos. Los mismos se basan en el diferencial de retenciones, es decir, mientras que el poroto y el aceite de soja pagan un derecho de exportación – retenciones- del 32 %, el biodiesel poseía uno del 14 % hasta mediados de agosto de

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2012.8 A través del decreto 1339/12 se lo fijó en un 32 %. Sin embargo, desde el Ministerio de Economía se explicó que la alícuota real será de 24,2 %, gracias a una serie de medidas de incentivo que se aplican a este producto agroindustrial. También por esta medida se autorizó a liberar la importación de granos de soja, anteriormente impedida, para ocupar la capacidad ociosa de algunas plantas del complejo oleaginoso. Otros incentivos se hallan en relación al Impuesto al Valor Agregado, al Impuesto a las Ganancias y al no pago del impuesto a las Transferencias de combustibles. Además se fijó un precio máximo de $ 4.405,30 la tonelada de biodiesel de comercialización en el mercado interno, lo que provocó la reacción de productores que consideran que su actividad no será rentable. Esto nos demuestra que los incentivos del mercado no son suficientes para el desarrollo de esta industria, por lo que la rentabilidad del sector de agrocombustibles – específicamente de biodiesel proveniente de granos de soja- depende exclusivamente de la decisión política de los gobiernos que instrumentan medidas de incentivos. …y en Santa Fe Argentina se ubica en tercer lugar en capacidad instalada de industria de biodiesel a nivel mundial, es el cuarto productor mundial y el primer exportador desde el año 2010. La particularidad de esta capacidad instalada es que Santa Fe concentra el 80%

de la misma y exporta el 67% de la producción.9 La Provincia, a través de las leyes 12.503 de 2005, sobre Energías Renovables; de la 12.692 de 2006, específicamente sobre Biocombustibles y el Decreto 158 de 2007 que la reglamenta, constituyen el marco jurídico que otorga los beneficios e incentivos para la producción de agrocombustibles en el territorio provincial. Ellos son: exenciones a los Impuestos a los Ingresos Brutos, a Impuestos de Sellos, a Impuesto Inmobiliario y al Impuesto a la Patente Única sobre Vehículos. Así, Santa Fe se constituye en el centro estratégico de esta actividad, debido a la cercanía de la producción agrícola con los polos centrales exportadores de oleaginosas y los puertos. No es la guerra, son los agrocombustibles: Impactos socioambientales. La producción de agrocombustibles, como toda actividad industrial, trae aparejada consecuencias socioambientales negativas. 1. Agrocombustibles, modelo de desarrollo y matriz energética: Considerar a los agrocombustibles como una alternativa ecológica “más beneficiosa” para el ambiente que el uso de los combustibles fósiles, es la justificación básica que tienen algunos de los gobiernos de los principales países desarrollados (principalmente el de Estados Unidos) para alentar e invertir en la producción de estos combustibles biológicos en su intento de lograr la tan ansiada independencia energética; es decir, gradualmente reducir los combustibles

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Kofman, Diego Alejandro, “Biodiesel: la consolidación y la profundización del agronegocio en el contexto de la crisis del modelo enegético neoliberal”, en Energía y Equidad, año 1, Nº 1, febrero de 2011, pág. 48.

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INTA, “Evolución del sistema productivo agropecuario argentino”, Actualización Técnica Nº 69, pág. 61.

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fósiles de la matriz energética, apartándola del turbulento mercado del petróleo.10 Una de las razones del impulso mundial de los agrocombustibles tiene que ver con el mismo proceso de consumo del mundo desarrollado y su permanente despilfarro energético, el cual trata de ser replicado en el mundo en desarrollo, aunque en una menor magnitud.11 El modelo capitalista necesita cada vez más energía. Se piensa en nuevas fuentes pero no se cuestiona el modelo de consumo y de desarrollo. De hecho, existe una falta de voluntad por parte de los países desarrollados de abandonar un estilo de vida en el que la dilapidación de bienes naturales se ha convertido en una obsesión como evidencia de progreso y bienestar. 2. Agrocombustibles, eficiencia y calentamiento global: A la hora de evaluar el impacto ambiental con respecto a la emanación de gases de efecto invernadero (GEIs), es necesario tener en cuenta todos los componentes de la cadena de producción de agrocombustibles, es decir, partiendo de la producción de insumos hasta la comercialización y transporte de aquellos. En términos económicos, la utilización de agrocombustibles será eficiente productivamente, en la medida en que la energía empleada sea inferior al biocarburante total producido. Aquí radica la principal controversia, ya que si se parte de analizar sólo el consumo de estos 10

Ford Runge, C. y Senauer, Bejamin, op. cit. Morales, González, J.C., “Generalidades geopolíticas de los agrocombustibles”, en FIAN International e.V. y Transnational Institute, “Agrocombustibles y derecho a la alimentación en América Latina. Realidad y amenazas”, Amsterdam, mayo de 2008, pág. 17. 11

combustibles, el resultado será evaluado positivamente en términos de impacto; en cambio, si se toma todo el proceso –como es nuestra perspectiva- la evaluación hará un balance negativo y, en vez de disminuir la emisión de CO2, la aumentará. 3. Agrocombustibles, pérdida de biodiversidad y contaminación: El fomento de este tipo de energías provoca una gran desforestación por el avance de la frontera agrícola. Puede darse también una expansión sobre tierras que ya están bajo explotación agropecuaria (contribuyendo al desgaste de las economías regionales y exacerbando la producción de monocultivos). Además, la producción de materias primas destinadas a la elaboración de biodiesel y etanol (como la soja y el maíz) contribuyen a la erosión del suelo y a la contaminación del agua, ya que se requieren grandes cantidades de fertilizantes, plaguicidas y combustibles para su crecimiento, afectando negativamente al equilibrio natural de los ecosistemas. También son notables los efectos nocivos para la salud humana que acarrea el uso de agrotóxicos, las fumigaciones, y en menor medida, la quema de follajes. 4. Agrocombustibles, soberanía e (in)seguridad alimentaria. Matando de Hambre al Hambriento12: La producción y utilización de agrocombustibles determina que los factores productivos agrícolas (tierra, mano de obra y capital) sean destinados a la producción de este tipo de fuentes de energías, en lugar de ser destinados a la producción de alimentos, ya que aquellos pueden tener niveles de rentabilidad 12

Ford Rounge, C., Senauer, B., op. cit.

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mayores. Este hecho provoca una mayor demanda internacional de los bienes agropecuarios, por lo tanto aumentan los precios y afectan a millones de personas que viven en los países en desarrollo, en donde la mayor parte de sus ingresos se destina al consumo alimenticio. Si bien en el caso de América Latina la oferta alimentaria es muy amplia y hay una gran disponibilidad de tierras, el problema radica en la distribución y acceso a esos alimentos, en tanto se ha privilegiado el consumo doméstico hacia grupos de alto poder adquisitivo y en especial hacia las exportaciones.13 El monocultivo destinado a la producción de agrocombustibles, conlleva la destrucción de las economías campesinas y de baja escala, impulsando un modelo productivo de tipo capitalista en desmedro de las comunidades locales, lo que se traduce en un éxodo y expulsión hacia los centros urbanos. Esto ocasiona una “disputa de tierras que en lugar de producir alimentos se usan para alimentar autos”14. 5. Agrocombustibles, actores y relaciones: Podemos identificar en la trama de producción de agrocombustibles, los actores intervinientes en el fomento de la misma. En cuanto a los actores públicos, y tal como hemos visto, los países desarrollados, en desarrollo, actores sub-nacionales y organismos internacionales (FAO, CEPAL, ONU, BM, FMI). La dinámica de las relaciones Norte-Sur también está atravesada por la cuestión de los

agrocombustibles, ya que los países desarrollados vienen presionando para que los países en desarrollo se incorporen cada vez más a la vorágine de los agrocombustibles, por ejemplo, a través de condicionamientos a los préstamos 15 otorgados. Asimismo, los gobiernos del Sur se vuelven protagónicos en la medida en que sus gestiones son funcionales a los intereses transnacionales y del capital globalizado. En cuanto a los actores privados, podemos considerar a las empresas transnacionales y nacionales ligadas al sector automotriz, hidrocarburífero, biotecnológico, agroindustrial; a las corporaciones mediáticas y a la academia. Éstos conforman los ‘núcleos impulsores y de presión’ de esta actividad16. Además, se hallan insertos en un proceso de creciente concentración vinculada a los agronegocios y a la producción energética. Los actores sociales que también están involucrados en el proceso son aquellas comunidades y campesinos empobrecidos, que algunas veces, sin escapatoria o sin alternativa de supervivencia y en un grado alto de vulnerabilidad social, no pueden evitar ser absorbidos por la vorágine de los agrocombustibles, sometiéndose al pago de bajos salarios, al escaso cumplimiento de normas básicas de seguridad social y salubridad laboral e incluso, en algunos casos, hasta de trabajo esclavo en grandes haciendas.

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Honty, Gerardo y Gudynas, Eduardo, op. cit., pág. 17. 14 BIOS Argentina, “Agrocombustibles: otra verdad incómoda”, Mar del Plata.

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Morales, González, J.C., op. cit., pág. 23. Íbidem, págs. 25-27.

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Conclusiones: Retomando algunas de las ideas expresadas, destacamos que los agrocombustibles son impulsados en gran medida porque:  Gozan de un alto precio en el mercado internacional.  Son una prioridad estratégica y tienen el impulso de los países desarrollados y de algunos organismos internacionales.  Su desarrollo es generosamente subsidiado.  Su proceso productivo y comercialización aún no son totalmente rechazados, gracias al manejo mediático de sus supuestas ventajas. No obstante, esta problemática debería ser abordada de una manera integral y responsable por los Organismos y Foros Internacionales competentes, teniendo en cuenta fundamentalmente la situación y las necesidades de los sectores más

perjudicados por la producción de biocarburantes. Los países desarrollados tendrían que abandonar sus políticas de subsidios (sobre todo en la Unión Europea y Estados Unidos) y dejar de impulsar la sustitución del patrón energético por otro que provenga de la utilización de materias primas alimenticias, para evitar así la transferencia de recursos de la alimentación a la producción de agrocombustibles, acarreando una reducción de la oferta de los primeros y acrecentando la burbuja del aumento de los precios internacionales de los commodities agrícolas. La concentración de la tenencia de la tierra, la expulsión de campesinos, la contaminación y destrucción de biodiversidad, los altos precios de commodities agrícolas, la crisis alimentaria, entre otros, son todas caras de la misma moneda y es que la producción de agrocombustibles responde a una lógica extractivista e irracional de un modelo único y lineal de desarrollo capitalista.

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