La familia Pankhurst: sufragismo y diferencias ideológicas

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Descripción

La familia Pankhurst

sufragismo y diferencias ideológicas

Libro: Autora:

Sylvia Pankhurst, sufragista y socialista Eva Palomo Cermeño Asignatura Relaciones de género en la historia Alumna Carmen Ramos González Tutora Ana Aguado Fecha de entrega 02/02/2016

Índice 1. Introducción

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2. Contexto del sufragismo británico

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3. Sylvia Pankhurst, sufragista y socialista: comienzos y ruptura del movimiento

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4. Conclusiones

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Bibliografía

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1.Introducción He elegido el tema de la familia Pankhurst no solo por la lucha sufragista de las mujeres en Inglaterra, sino también por el ejemplo que representa esta familia en concreto. La Pankhurst, además de ser una importante familia revolucionaria, tanto sufragista como socialista, representa un claro ejemplo de las diferentes estrategias y luchas feministas. Emmeline Goulden, más conocida por su apellido de casada, Pankhurst, adquirió este en 1789 al casarse con Richard Pankhurst. Se conocieron en un mitin político en Manchester ese mismo año, y todo su matrimonio continuó en los mismos ambientes y con el mismo interés por la política. Fieles al socialismo, pero también firmes defensores ambos del sufragio femenino, Emmeline fue evolucionando en una dirección hacia el feminismo radical conforme seguían denegándose las continuas propuestas por el voto de las mujeres. Creó la WSPU (Women Social and Political Union) para cambiar sus métodos de activismo y realizar acciones más “llamativas”. Su primera hija, Christabel Pankhurst, creció en este ambiente y su continua lucha evolucionó en el mismo sentido que la de su madre. Pero las dos hijas menores, Sylvia y Adela Pankhurst, aunque también se involucraron fervientemente en el movimiento sufragista (especialmente Sylvia), tomaron posiciones opuestas a su madre y hermana mayor conforme estas se radicalizaban. Adela se retiró del activismo en la WSPU en 1914 y emigró a Australia. Sylvia Pankhurst, por su parte, tomó la dirección del feminismo socialista y continuó ligada al ILP (Independent Laborist Party: “Partido Laborista Independiente”), defendiendo a la clase trabajadora, aunque sin dejar de mirar por las mujeres (Smith, 2003, pág. 104). Para tratar este tema he elegido el libro Sylvia Pankhurst, sufragista y socialista, en el que su autora, Eva Palomo Cermeño, desarrolla un profundo análisis de la infancia y el entorno de Sylvia. Me interesa especialmente porque pone gran atención a todos los puntos de foco donde los miembros de la familia encontraron discrepancias, siendo así un gran ejemplo de las diferencias entre los distintos tipos de feminismo a los que pertenecen.

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2.Contexto del sufragismo británico Tras la Vindicación por los derechos de la mujer en 1792 de Mary Wollstonecraft, se desencadenó en Inglaterra poco a poco un movimiento que buscaba la igualdad de derechos de las mujeres, principalmente en la educación. Es la primera ola del feminismo, que se fue desarrollando durante los siglos posteriores. Wollstonecraft defendía que, con otra educación, las mujeres podrían haber “practicado la medicina, llevado una granja, dirigido una tienda, y serían independientes y vivirían de su propio trabajo”1. En esta época en Gran Bretaña, las mujeres eran consideradas en la sociedad totalmente excluidas de derechos civiles. Esos derechos los obtenía el marido, quien tenía potestad como padre de familia sobre su mujer y sus hijos/as. No podían acceder a la política ni tenían derecho al voto, “no era sujeto legal y se definía como ser dependiente del padre o del marido. Se le negaba sistemáticamente la categoría de individuo libre con autonomía de actuación propia y, por tanto, los atributos necesarios para acceder a la categoría de ciudadana” (Nash, 2005, pág. 112). En 1825, William Thompson escribió junto con Anna Wheeler La demanda de la mitad de la raza humana, las mujeres, contra la paternidad de la otra mitad, los hombres, de mantenerlas en la esclavitud política y, en consecuencia, civil y doméstica. En este libro se critica la situación de desigualdad y esclavitud de la mujer frente al hombre, y el argumento común contra la concesión de derechos a las mujeres que decía que los intereses de estas ya están incluidos con los de los hombres. Pedían, para un real cumplimiento de los intereses de las mujeres, que se tuviesen en cuenta unos derechos universales, comunes a todos los seres humanos. Pero tanto el partido conservador como el liberal estaban disconformes con esta idea de otorgar a las mujeres el sufragio. Se consideraba una reivindicación subversiva porque suponía la presencia femenina en la esfera pública “y cuestionaba, por tanto, el monopolio masculino de este espacio” (Nash, 2005, pág. 114) Así, las reformas de la ley electoral, antes que conceder este derecho, lo restringieron más. Aunque no había habido todavía un movimiento consistente que pidiese el sufragio, sí se habían dado casos en los que alguna mujer propietaria había intentado ejercer su derecho al Wollstonecraft, M. (2000). Vindicación de los derechos de la mujer. Madrid: Cátedra (pág. 156). 1.

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voto puesto que la ley no explicitaba la exclusión de las mujeres de este. Así, en 1832 tuvo lugar la primera Ley de Reforma (Great Reform Act), y en esta se incluyó junto a la palabra person (“persona”) el distintivo male (“male persons”: personas masculinas). De esta forma no había lugar a equívoco o interpretación: las personas femeninas estaban directamente excluidas del sufragio. Ya que estas dependían de los hombres se decía que, entonces, estaban representadas por ellos, “[n]o se consideraba que se estuviese negando un derecho a las mujeres, por el simple hecho de que no lo tenían” (Cermeño, 2015, pág. 45).2

Ilustración 1. Cartel de la Liga Nacional contra el Sufragio Femenino.

La situación del sufragio en Inglaterra en este contexto tenía dos puntos distintos para la restricción: la propiedad y el sexo. El hecho de que estuviese ligado a la propiedad suponía que gran cantidad de hombres tampoco podían votar mientras que, parte de aquellos que podían votar, tenían más de un voto. El Plural Voting (“voto plural”) permitía votar, además de en su localidad, en el lugar donde estuviese la universidad en la que se habían graduado y a quienes tenían propiedades en distintos municipios. Así, había quienes podían votar hasta tres veces. Con este tipo de sufragio, solo los varones de las clases más altas estaban representados en las elecciones. La feminista Harriet Taylor Mill recogió las peticiones de las norteamericanas en la Declaración de Seneca Falls (o Declaración de los sentimientos, 1848), que redactaron un texto réplica a la Declaración de la Independencia de Estados Unidos con los intereses y la demanda de derechos de las mujeres. H.T. Mill escribió entonces un ensayo Sobre la concesión de derecho al voto de las mujeres en el que exponía estas ideas; entre ellas, la de la necesidad de otorgar el sufragio a las mujeres para estas también pudiesen participar en la redacción de las nuevas leyes. En 1869 junto con su marido, John Stuart Mill, escribió el libro The subjection of women en el que describía como arcaicas todas las estructuras que, tras la Ilustración, continuaban siendo “patriarcales [y] contrarias a los principios universales de libertad, igualdad y justicia” (Cermeño, 2015, pág. 47). Los Ilustración 1. Fuente: vista en (Nash, 2005, pág. 117) y encontrada http://richardjohnbr.blogspot.com.es/2012/12/the-anti-suffragist-movement.html 2

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Mill contemplaban la necesidad de cambiar la situación de la mujer, pero de forma asociada a la coherencia de los principios del liberalismo: “el sufragio censitario, basado en el gobierno de los más aptos, era junto al respeto de la propiedad, el mecanismo necesario para garantizar la consecución del bien común en una sociedad «libre»” (Nash & Tavera, 1994, pág. 64). J.S. Mill había estado en política entre 1865 y 1868 por el Partido Liberal. Ya en su campaña electoral defendió el sufragio femenino. La primera vez que realizó una petición del voto femenino fue en 1866 para solteras propietarias y viudas (debido a la idea liberal del sufragio en relación con la propiedad privada), pero la Cámara se limitó a burlarse de él. Un año más tarde, en 1867, tuvo lugar la Second Reform Act, donde volvió a reivindicar el voto para las mujeres pidiendo que se volviese a cambiar la definición que recogía que quienes podían votar eran las male persons para que volviese a quedarse solo en persons. Aunque, una vez más, no se le hizo demasiado caso, se llevó a votación y esta quedó en 196 votos en contra frente a 73. Stuart Mill quedó contento al ver que había conseguido convencer en ese año a un número mayor de diputados del que esperaba. En esta Ley de Reforma de 1867 el sufragio se amplió a un mayor número de hombres: “elevó el número de electores a aproximadamente un millón y medio de hombres que fueren propietarios o que demostraran poder pagar un alquiler no menor de diez libras al año” (Cermeño, 2015, pág. 48). Unos años más tarde, en la Third Reform Act, este número volvió a crecer: “habilitó a casi cinco millones y medio de votantes masculinos (esta vez era suficiente con demostrar que se había pagado la renta no menor de diez libras anuales durante doce meses)” (Cermeño, 2015, pág. 48). Así, en este momento seguían sin acceso al voto el 40% de los hombres. Con respecto a las mujeres, los primeros beneficios que se consiguieron con el movimiento sufragista se dieron también en relación con la propiedad privada. En 1968, el “Acta de Reforma” permitió que las mujeres propietarias que no estuviesen casadas pudiesen votar a nivel municipal. Las casadas todavía no, porque estas “dependían de sus maridos” (Nash & Tavera, 1994, pág. 65). En 1882, el Married Women's Property Act (“Acta de Propiedad de la Mujer Casada”) cambió ligeramente esta situación ya que, aunque seguían sin poder votar, se reconocía su derecho a la propiedad y a disponer de sus ingresos. La evolución que tuvo el feminismo desde mediados del siglo XIX y hasta la consecución de voto en Inglaterra se debe a los cambios que tuvieron lugar en la sociedad desde la industrialización. En estos momentos, en la entrada del siglo XX, ya eran un 70’8% las mujeres solteras de entre 20 y 45 años las que tenían trabajo y sueldo. De esta forma, “después de 1870 el feminismo 6

contó no sólo con figuras intelectuales destacadas, sino también con numerosas organizaciones de mujeres a nivel de base” (Nash & Tavera, 1994, pág. 107) que se estaban organizando también para conseguir una mejor situación en los distintos ámbitos de su vida. A finales de este siglo, la industrialización estaba fuertemente avanzada. Aun así, existía una potente colaboración entre clases que dio lugar a que gran parte del movimiento obrero estuviese incluido en el movimiento liberal. El socialismo llega en 1890-1900 como un fenómeno puramente marginal y escindido en múltiples facciones (Evans, 1980, pág. 209). No fue hasta 1893 cuando el Independent Labour Party, el partido más próximo al socialismo, llegó a la esfera política de Inglaterra. En 1897, a partir de la unión de distintas organizaciones, nace la National Union of Women’s Suffrage Societies (NUWSS, Unión Nacional de Sociedades de Sufragio Femenino). Esta agrupación moderada asociada al liberalismo y liderada por Millicent Fawcett “se dedicaba a la propaganda política […] que, dentro de una esfera de orden y legalidad, trataban de convencer a la sociedad inglesa” (Nash & Tavera, 1994, pág. 111). La idea de esta asociación era esperar a que, con la llegada del Partido Liberal al poder, el derecho a voto le fuese concedido a la mujer. Pero la llegada del siglo XX sin que hubiese cambios hizo que un grupo de mujeres más próximas al Partido Laborista reaccionasen y se radicalizasen. Aquí, en 1903, es donde entra la familia Pankhurst con importancia dentro del movimiento. Emmeline y Christabel Pankhurst, principalmente, crean este año la WSPU: Women’s Social and Political Union, separada de las formas de organización y militancia de las moderadas de la NUWSS. En 1905, el Partido Liberal llegó al poder y “su constante negativa a conceder el voto a la mujer enfrentó a las sufragistas, que trataron de estrechar lazos con el Partido Laborista en vías de crecimiento” (Evans, 1980, pág. 223). En ese momento, aunque todavía moderadas y a la espera del (nuevo) partido, la NUWSS dejó su alianza con el Partido Liberal y se asoció entonces con el Partido Laborista. Mientras, las sufragistas radicales de la WSPU, cada vez se alejaban más de los partidos políticos que nunca respondían a sus demandas. A pesar de haber sido defensoras del socialismo, incluso Emmeline y su hija Christabel acabaron enfrentándose con el Partido Laborista y acercándose cada vez más al sufragismo femenino como primera causa. Esta fue (una) de las causas de la ruptura dentro del feminismo y de la propia familia Pankhurst, especialmente de las dirigentes de la WSPU con Sylvia Pankhurst, quien siguió su vida política dedicada a la causa de la clase obrera y ligada al ILP, lo que le costó su expulsión de la organización de Emmeline y Christabel. 7

3.Sylvia Pankhurst, sufragista y socialista: comienzos y ruptura del movimiento La primera parte del libro (Primera parte: Sylvia Pankhurst. De la tradición social del siglo XIX al compromiso militante con el sufragismo y el socialismo) cuenta, primero (en el Capítulo primero: primeras influencias. La tradición social del XIX en Inglaterra; un hervidero de ideas transformadoras), la infancia de Sylvia y hace una pequeña biografía de sus familiares (más extenso en relación con su madre, Emmeline, y con su padre, Richard). Hace hincapié también en la situación británica, especialmente en lo que se refiere al sufragismo en general y a las primeras reivindicaciones por el sufragio femenino. Esto lo he relatado principalmente en el apartado previo3; en este punto me dedicaré especialmente a los capítulos segundo y tercero (Capítulo segundo: Sylvia Pankhurst y el sufragismo. Pensamiento y práctica política en el contexto de un movimiento heterogéneo y Capítulo tercero: el compromiso de Sylvia Pankhurst con el socialismo, la revolución rusa y el pacifismo durante la Primera Guerra Mundial), donde me interesan sobre todo los momentos clave en los que las ideas sobre la organización y las estrategias, así como también la ideología, empieza a distanciar a las hermanas Pankhurst (a Sylvia y a Christabel más fuertemente) y a todo el movimiento, incluyendo también a Emmeline en oposición a su hija Sylvia. En los comienzos de la historia de la WSPU, Emmeline era todavía una socialista convencida, con la idea de organizar y ayudar también a las mujeres trabajadoras en la lucha. “In 1903 Emmeline, Sylvia and Adela still shared Esther Roper’s view that the best chance of winning the vote for women lay in mobilizing female industrial workers in the north of England” (Pugh, 2002, pág. 103)4. Pero desde ese mismo año, el ILP fue desechando el voto de la mujer como algo importante, cosa que hizo que las mujeres de la WSPU, especialmente Emmeline y Christabel fuesen perdiendo la paciencia. En 1903 Emmeline escribió una carta de queja al Labour Leader porque los laboristas no condenaban la exclusión de las mujeres del voto, habiendo incluso algunos de los dirigentes totalmente en contra de este (Cermeño, 2015, pág. 79).

Apartado 2. Contexto del sufragismo británico. Esther Roper ocupó un papel fundamental en la política luchando por el sufragio de la mujer en el noroeste de Gran Bretaña. Tanto como sufragista, era una socialista convencida del movimiento obrero (Pugh, 2002, pág. 89). 3 4

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Es también en este año cuando Emmeline se decide a crear la Women’s Social and Political Union, a la que en principio tenía idea de llamar Women’s Labour Representation Committee (“Comité de Representación Laboral de las Mujeres”). Aunque existen varias teorías, no está claro porqué finalmente se adoptó el conocido WSPU (Pugh, 2002, pág. 107), pero lo importante de esta idea principal es que Emmeline todavía entonces pensaba en la causa obrera. En sus comienzos incluía otras causas sociales a parte del sufragismo, estaba dirigido a mujeres de todas las clases sociales (exclusivamente a mujeres) y su lema (esto no cambió nunca) era “deeds, not words” (“hechos, no palabras”) (Cermeño, 2015, págs. 80-81). En los comienzos se reunían unas veinte mujeres una vez a la semana, sin lista de miembros o apuntes sobre las sesiones. Se trataba de una organización recién nacida, con unas integrantes con muchas ganas de trabajar y mucha fuerza. Iban a los parques o a reuniones del Partido Laborista a realizar charlas pro-sufragio. “No constitution have conveyed the spirit of the WSPU at this stage in its life. Its only real assets were the energy and enthusiasm of the Pankhurst themselves” (Pugh, 2002, pág. 109). Cuando Sylvia comenzó sus andanzas realizando pequeñas obras para la organización5, en 1905, fue justo cuando la WSPU comenzó a radicalizarse. A parte de todas las promesas incumplidas por parte de los distintos partidos en relación con el sufragio femenino, hubo un hecho concreto que dio lugar a que la organización cambiase sus estrategias. Ese año, el día 12 de mayo, parecía que por fin se iba a debatir en el parlamento que las mujeres votasen en las elecciones locales. Más de trescientas mujeres esperaron en la puerta a la salida para recibir los resultados, pero no ocurrió lo que esperaban: “Los parlamentarios anti-sufragistas impidieron que se llegara a producir el debate, agotando el tiempo con chistes y comentarios insultantes sobre las mujeres” (Cermeño, 2015, pág. 83). Las mujeres expectantes comenzaron a protestar, hasta que fueron expulsadas por la policía. A partir de entonces, decidieron comenzar a desobedecer las leyes que nos les hacían caso, además de “adoptar comportamientos que cuestionaran las expectativas convencionales sobre las mujeres como seres subordinados que aceptaban un estatus de sumisión” (Cermeño, 2015, pág. 84).

Antes de unirse por completo a la causa política, la primera vocación de Sylvia fue la pintura. Estuvo en Italia como estudiante de arte gracias a una beca, pero a su vuelta comenzó a ayudar a la familia y la WSPU, donde continuaba “diseñando logotipos, pancartas y carteles para la causa sufragista” (Cermeño, 2015, pág. 73). 5

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En diciembre de 1905 el gobierno conservador dimitió, dando paso a un gobierno de coalición liderado por el liberal Henry Campbell-Bannerman hasta que tuviesen lugar las elecciones en enero de 1906. Durante la campaña, las sufragistas comenzaron a acudir a los actos del Partido Liberal con la finalidad de presionarles. En uno de estos, Christabel junto con otras militantes fueron arrestadas por mostrar una pancarta. Aunque debido a esto les llegaron críticas tanto desde el Partido Laborista como desde dentro de la propia WSPU, la mayoría de ellas vieron reforzado el cambio de estrategia hacia la radicalización. La prensa las sacaba con cada nuevo escándalo. Las apodaron con el nombre de Suffragettes de manera despectiva en el Daily Mail (nombre que ellas mismas adoptaron y que pusieron a una de sus publicaciones periódicas). Trataban de ridiculizarlas, pero, a su vez, les daban una gran visibilidad. Cada vez más, se dedicaron a interrumpir reuniones políticas y organizar desfiles masivos en las calles. Los brutales ataques policiales que se derivaban daban lugar a mayor representación en los medios, lo que les sumó más adeptas a la causa (Evans, 1980, pág. 224). La asociación iba creciendo más y más con el paso del tiempo, de manera que también los fondos que recibían de donaciones eran cada vez mayores. Sylvia, a pesar de ser una participante constante dentro de la WSPU, se negó a ser remunerada por su trabajo en esta. La socialista tenía cada vez más dilemas por la mala relación entre el ILP y la organización, que crecía con cada roce. En 1906, Emmeline Pankhurst ya disminuye la importancia del socialismo en su ideología en una carta que escribe al Labour Leader, en la que aclara que, aunque le siguen importando las causas socialistas, para ella lo primero es conseguir el sufragio femenino por encima de todo (Cermeño, 2015, pág. 91). Por su parte, Christabel también decía que cualquier reforma debía posponerse hasta que las mujeres consiguiesen el voto. Mientras que la mayoría de los miembros del ILP consideraban necesaria la lucha por el Sufragio Adulto, desde la WSPU, y especialmente Christabel, pensaban que esto solo serviría para que hubiese más hombres decidiendo sobre las mujeres y que no haría ningún favor a estas. No confiaban en una nueva reforma que ampliase el voto sin contar con la mitad femenina de la población. Llegó tal punto de antipatía mutua que la WSPU puso en marcha una política de anti-partidos, abandonando por completo su relación con el Partido Laborista, en el que ya no confiaban. A partir de ese momento, la organización se estaba volviendo más autoritaria. Emmeline y Christabel, junto con algunas compañeras más, cerraron el sistema de decisiones a su 10

pequeño grupo, rompiendo con la democracia de la que se disfrutaba hasta entonces para la toma de decisiones. Algunas de las militantes se quejaron y decidieron escindirse, formando la Women’s Freedom League (“Liga por la Libertad de las Mujeres”, WFL) en 1908. La disciplina aumentó hasta el punto en que las afiliadas tenían que firmar un compromiso en el que decían estar de acuerdo con los métodos y la política anti-partidos. Sylvia decidió no firmarla. Aunque continuó en la asociación todavía unos años más, las discrepancias con la disciplina que imponían sus familiares continuaban en aumento (Cermeño, 2015, págs. 97-98). A partir de estos años, las dirigentes de la WSPU se volvieron cada vez más cercanas a la burguesía, dejando de lado e, incluso, sintiéndose molestas, por la causa proletaria. Influyó el hecho de que comenzasen a unirse a las reivindicaciones mujeres de buenas familias, “made suffragette activity fashionable in certain circles for a time” (Pugh, 2002, pág. 151). Estos contactos fueron muy beneficiosos para las arcas de la organización, que comenzaron a crecer sustancialmente. Pero también fue esta la época de máximo esplendor de la organización, que utilizaba unos métodos cada vez más radicales. De 1909 a 1914 las acciones se endurecían cada vez más. Tras una nueva negación por parte del gobierno en 1909, comenzó una campaña de rotura de escaparates por las calles de Londres (Evans, 1980, pág. 224). Cuando la policía actuaba contra ellas, ya no utilizaban la ley de la no violencia, sino que se defendían. Provocaron incendios en propiedades privadas, tiraron piedras y tomates al domicilio del primer ministro y quemaron con ácido un campo de golf escribiendo Votes for women (“Votos para las mujeres”) (Nash, 2005, pág. 125). Al ser detenidas cada vez más tiempo y con más frecuencia, y siendo situadas junto con las presas comunes (en lugar de ser tratadas como presas políticas), comenzaron a realizar huelgas de hambre. La respuesta del gobierno a las huelgas fue la alimentación forzada6, introduciendo un tubo por la nariz o por la boca hasta el estómago de la presa. La finalidad era evitar que ninguna de las sufragistas muriese en la cárcel para no Ilustración 2. Cartel convertirlas en mártires. Pero la respuesta social propagandístico de la WSPU al enterarse de la medida de la alimentación contra el gobierno por la alimentación forzosa.

Ilustración 2. Fuente: https://gerryco23.wordpress.com/2015/02/26/atrocities-inflicted-onsuffragette-in-walton-jail/ 6

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forzosa tomada por el gobierno fue absolutamente crítica con este (Cermeño, 2015, pág. 104). Durante estos años, entre 1911 y 1912, Sylvia realizó dos viajes a Estados Unidos. Quería distanciarse del despotismo de su madre y su hermana, y a la vez conseguir fondos para la organización y encontrar la manera de ganar dinero como periodista (Cermeño, 2015, pág. 106). Estaba cada vez más disconforme con las ideas de las dirigentes de la WSPU, que sentían hostilidad hacia el movimiento obrero y eran cada vez más disciplinarias. Su ideología difería mucho de estas formas de organización. Sylvia tenía unas ideas muy arraigadas en el socialismo y su pensamiento pasaba por una democracia participativa, haciendo la política desde abajo hacia arriba, y no al contrario (Cermeño, 2015, pág. 108). Al volver de estos viajes, con una nueva seguridad en sí misma y habiendo conseguido suficiente dinero como para dejar de depender de las ayudas de su familia, emprendió su camino de forma más aislada, creando una organización para mujeres obreras en el barrio de East End. “Aspiraba a que estas mujeres desempeñaran un papel activo en la propia lucha [y] se impartían clases para que aprendieran a hablar en público y pudiesen dirigirse a la gente en las calles y mercados del barrio” (Cermeño, 2015, pág. 115). En 1913, las asociaciones creadas por Sylvia en el East End con mujeres trabajadoras se unieron y formaron la East End London Federation of Suffragettes (“Federación de Sufragistas del East End de Londes”, ELFS), ligada a la WSPU, a pesar del rechazo de Christabel que “no veía prioritario organizar a mujeres proletarias” (Cermeño, 2015, pág. 117). También a su llegada, se involucró en algunas de las nuevas movilizaciones que habían surgido durante su ausencia: la de los irlandeses por su autonomía frente a la represión inglesa y su independencia, y la del movimiento obrero que se organizaba por unas condiciones de trabajo dignas. Mientras que Sylvia las apoyaba, su hermana Christabel y su madre consideraban que eran unas luchas innecesarias porque los trabajadores varones ya “podían cambiar su situación a través del voto” (Cermeño, 2015, pág. 112). De esta forma, las antipatías seguían creciendo dentro de la familia. Como respuesta por parte del gobierno a la reprimenda y las quejas de las sufragistas, así como de toda la sociedad, contra la alimentación forzosa en las cárceles, en 1913 se introdujo una ley conocida como “Ley del Gato y del Ratón”: “las mujeres, es decir, los «ratones», serían liberadas por las autoridades –el «gato»– cuando su estado físico fuera preocupante pero, una vez recuperadas, volverían a ser detenidas y encarceladas” (Nash & Tavera, 12

1994, págs. 112-113). McKenna, el Ministro de Interior liberal que implementó esta legislación, acabó prohibiendo los mítines sufragistas y arrestando a las editoras del periódico The suffragette, que fue censurado (Cermeño, 2015, pág. 116). Ese mismo año, el 4 de junio, Emily Wilding Davison murió tras un acto de protesta durante el Derby de Epsom al lanzarse a la pista de carreras y ser arrollada por un caballo. “Llevaba en el bolsillo la bandera de las suffragettes, de color púrpura para expresar dignidad, blanco por la pureza y verde por la esperanza” (Nash, 2005, pág. 124).7 Este suceso, junto con la brutalidad empleada por el gobierno, hizo que se crease un clima de movilización y protesta social. El sufragio femenino se había convertido en una cuestión política y social de primer orden.

Ilustración 3. Cartel propagandístico de la WSPU contra la Ley del “Gato y el Ratón”.

Mientras tanto, en el seno de la familia Pankhurst seguían abriéndose nuevas brechas ideológicas. En noviembre de 1913 Sylvia, que seguía luchando por otras causas y movimientos sociales, acudió a un acto de protesta por la liberación de un sindicalista irlandés. Su madre y su hermana vieron esto como consecuencia de su asociación proletaria en el East End, la que consideraban perjudicial para la organización que ellas querían llevar. Finalmente, en enero del año siguiente, Christabel y Emmeline expulsaron a Sylvia y a la ELFS de la WSPU. Los motivos que le dieron fue que su organización tenía un carácter demasiado proletario y democrático, además de que ella misma se encontraba fuera de los modos de funcionar necesarios (y obligados) dentro de la WSPU. “Tienes una constitución democrática en tu federación. No estamos de acuerdo con eso… Queremos mujeres elegidas, las más fuertes e inteligentes… Es un error utilizar a las más débiles para la lucha… Tú tienes tus propias ideas y eso no es lo que queremos. Pretendemos que nuestras mujeres sigan las instrucciones y caminen todas al mismo paso, como un ejército.” Christabel a Sylvia (Cermeño, 2015, pág. 122)

Ilustración 3. Fuente: vista en (Nash & Tavera, 1994, pág. 112) y encontrada en https://www.pinterest.com/pin/141230138284804491/ 7

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El motivo final de ruptura en la familia fue que, en 1914 y con la llegada de la Primera Guerra Mundial, las sufragistas volvieron a dividirse. Algunas asociaciones, como la WSPU y la NUWSS abandonaron el activismo y ayudaron al gobierno, mientras que la ELFS y otras sufragistas tomaron una actitud pacifista y totalmente en contra de la actuación de Gran Bretaña en la Gran Guerra. Así, las discrepancias entre Christabel y Emmeline con Sylvia llegaron hasta el punto en que dejaron de hablarse directamente, y se limitaron a criticar en sus escritos las posiciones que consideraban incorrectas las unas de las otras. Emmeline llegó a decir sobre Sylvia, al enterarse de actitud frente a la guerra, que la consideraba antipatriótica y que ojalá no pudiese utilizar el apellido Pankhurst. Tras la Guerra, quizá por la tregua ofrecida por parte de las sufragistas, o quizá por la batalla que le había dado hasta entonces al gobierno, las mujeres consiguieron por fin un pequeño acceso al sufragio. En 1917, el 7 de diciembre, se aprobó el Proyecto de ley para que las mujeres mayores de treinta años, ocupantes o esposas de ocupantes de tierras o propiedad por encima del valor de 5 libras anuales, o que estuviesen en posesión de un título universitario. A su vez, se concedió el voto a la mujer en las elecciones locales al mismo nivel que a los hombres. El año siguiente fue aprobado este proyecto en la ley The Representation of the People Act. Aun así, la igualdad de voto no se consiguió hasta 10 años más tarde, en 1928, que permitía a las mujeres votar en los mismos términos que los hombres, con la ley Equal Franchise Act. Esta concedía el voto a todos los hombres y mujeres a partir de los 21 años (Cermeño, 2015, pág. 138).

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4.Conclusiones Como he mencionado en la introducción, este trabajo representa dos visiones muy distintas de las mujeres frente al feminismo. Y resulta curioso precisamente este caso porque sucede dentro de una misma familia. Para empezar, es necesario remarcar la importancia que tuvieron, independientemente de que estemos de acuerdo o no con las formas o ideologías, las sufragistas británicas, y especialmente las suffragettes, en la consecución del voto femenino en Inglaterra. Estas activistas no solo pidieron el sufragio y otros derechos, sino que significaron una ruptura de los moldes de feminidad y sumisión que se tenían hasta entonces completamente asumidos. Que tuviesen una oposición tan fuerte deja claro que se trataban de un “peligro para el orden social establecido” (Nash & Tavera, 1994, pág. 114). Pero, adentrándonos en el tema que nos ocupa, las diferencias entre los feminismos en la época del sufragio en Gran Bretaña, Sylvia, Christabel y Emmeline suponen unos ejemplos perfectos. Cabe resaltar la evolución que Emmeline sufrió con el paso del tiempo y el desarrollo de la WSPU. Ella había comenzado en la política interesada por la causa socialista, junto con su marido Richard Pankhurst. Perteneció al Partido Laborista y, aun después de la muerte de Richard, continuó presenciando y protagonizando algunos de sus mítines. El grave cambio que sufrió puede deberse a la influencia de Christabel dentro de su lucha sufragista. Christabel nunca fue una gran interesada por la causa del movimiento obrero, y lo fue siendo cada vez menos conforme pasaban los años y se sumaban las decepciones con el ILP. A Emmeline, obviamente, esto también le afectaría en sus decisiones. Pero mientras ellas dos pasaron a asociarse cada vez más con la burguesía para llevar el sufragismo a un nivel superior, Sylvia pasó a hacer todo lo contrario y se fue a trabajar en su organización en el barrio pobre de Londres, el East End. Estas diferencias tan radicales sucedieron, ya no solo dentro de la misma familia, sino además dentro del mismo movimiento, y dentro de la misma organización. Conforme su madre y su hermana Christabel se radicalizaban hacia un activismo que llamase más la atención, captando a las clases altas, e imponiendo disciplina en la asociación, Sylvia pareció sentirse cada vez más decepcionada y se acercaba más al socialismo. Hay autores/as que asocian esta actitud a su (posible) relación con Keir Hardie –“Sylvia’s socialist beliefs, nurtured by her close relationship with Keir Hardie (…)”

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(Smith, 2003, pág. 104)8– pero yo no me limitaría a pensar que Sylvia Pankhurst, una gran activista y firme defensora del socialismo, lo fuese únicamente debido a una relación amorosa con un hombre. Para empezar, el entorno en que había crecido Sylvia es una gran fuente de predisposición para su futuro político. Y la estrecha relación que tenía con su padre, es otro motivo también más importante. Cuando Richard murió, Sylvia y su madre estuvieron muy unidas por el dolor, siendo ellas las más afectadas. Pasaron una temporada consolándose mutuamente por la pérdida (Pugh, 2002, pág. 80). Sylvia escribe sobre él: “Su lucha forma parte de nuestro origen; constituye un factor determinante de nuestras vidas” (Cermeño, 2015, págs. 28-29). Sin duda, el ambiente en el que creció Sylvia y la influencia de Richard Pankhurst la marcaron sumamente. Pero, entonces, cabría preguntarse por qué Emmeline, que había sido tan influenciada por su marido, al que adoraba, cambió sus políticas y evolucionó hacia el aburguesamiento y el despotismo. Tal vez los enfrentamientos con todos los partidos políticos, y en especial con el Partido Laborista, llevasen a Emmeline a desconfiar de todas las luchas que no tuviesen como primer punto el sufragio femenino. Quizá el haber vivido tantas decepciones llevó a esta mujer, que en un principio había sido socialista, a desechar las causas obreras de su agenda. Sea como sea, lo destacable es que siempre siguió luchando, hasta su muerte en 1928, justo cuando las mujeres consiguieron el voto igual a los hombres, “como si de algún modo se permitiese descansar tras ver realizado el sueño de toda una vida de lucha” (Cermeño, 2015, pág. 138). Sobre el libro, Sylvia Pankhurst, sufragista y socialista, he de decir que me ha parecido un análisis magnífico de toda la historia del sufragio femenino en Gran Bretaña, además de una reflexión interesante acerca de las vidas de las dirigentes del movimiento y las diferencias ideológicas que se sucedieron. Con la “excusa” de escribir sobre Sylvia Pankhurst, la autora hace un repaso por todos los acontecimientos importantes que tuvieron lugar en estas épocas, contando además con las ideas de Emmeline y Christabel, pero también con los choques que se dieron con el Partido Laborista y otros. Hace, no solo un repaso histórico-biográfico, sino un estudio de los distintos tipos de movilizaciones que se llevaron a cabo en esta época. Me ha resultado tan interesante como enriquecedor, otorgándome más información sobre la ruptura ideológica que se dio en la familia Pankhurst y en el movimiento sufragista.

Para la autora del libro que nos ocupa, Eva Palomo Cermeño, esta relación es, más que amorosa (cosa que no está clara, aunque se intuye por sus cartas), una relación de admiración mutua y amistad duradera (Cermeño, 2015, pág. 75). 8

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Cabe destacar también la importancia de este libro en el contexto español, dado que no existen muchos otros referentes que cuenten esta historia. Me ha costado bastante encontrar información para contrastar y, como se puede observar durante el trabajo, parte de lo que encontré está en inglés, sin traducción a nuestro idioma. El libro de Martin Pugh, que también me ha servido bastante de referencia, es lo único que encontré que pudiese utilizar para contrastar mejor la información porque se encuentra tan completo como el que he utilizado en primer lugar. En el libro de Eva Palomo Cermeño he encontrado al principio una cita que critica a Pugh por ser uno de los autores que ha contribuido “a estigmatizar a las mujeres sufragistas” (Cermeño, 2015, pág. 22), por lo que lo he utilizado con sumo cuidado y tratando de encontrar partes que no fuesen radicalmente comprometedoras, sino que se adaptasen a lo que el resto de autores/as que he utilizado de referencia contaban. A modo de conclusión final, me limito a insistir en lo que decía en el párrafo anterior: lo difícil que es encontrar información sobre las luchadoras del sufragio, y la familia Pankhurst en concreto, en castellano. Por tanto, con este trabajo busco volver a abrir la curiosidad (la mía propia, para empezar) para recordar a todas las luchadoras de la historia, sobre las que todavía es complicado encontrar referencias, para no dejarlas en el olvido.

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Bibliografía -

Cermeño, E. P. (2015). Sylvia Pankhurst, sufragista y socialista. Almud, ediciones Castilla-La Mancha.

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Evans, R. J. (1980). Las feministas. Los movimientos de emancipación de la mujer en Europa, América y Australasia 1840-1920. Madrid: Siglo veintiuno de españa editores.

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Nash, M. (2005). Mujeres en el mundo. Historia, retos y movimientos. Madrid: Alianza Editoria.

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Nash, M., & Tavera, S. (1994). Experiencias desiguales: conflictos sociales y respuestas colectivas (siglo XIX). Madrid: Síntesis.

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Pugh, M. (2002). The Pankhurst. Londres: Penguin Books.

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Smith, A. K. (2003). The pankhursts and the war: suffrage magazines and first world war propaganda. Women's History Review, 103-118.

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