La factoría romana de Espasante (Ortigueira, A Coruña): Revisión y problemática de un yacimiento perdido.

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Descripción

Férvedes

Vilalba (Lugo)

Número 8

Año 2015

Pp.: 285 -290

ISSN 1134-6787

LA FACTORÍA ROMANA DE SALAZÓN DE ESPASANTE (ORTIGUEIRA, A CORUÑA): REVISIÓN Y PROBLEMÁTICA DE UN YACIMIENTO PERDIDO. THE ROMAN SALTING FACTORY IN ESPASANTE (ORTIGUEIRA, A CORUÑA). REVIEW AND ISSUE OF A LOST DEPOSIT. Vanesa TREVÍN PITA Univ. da Coruña [email protected]

David FERNÁNDEZ ABELLA Univ. de Santiago de Compostela [email protected]

Erik CARLSSON-BRANDT FONTÁN Univ. de Santiago de Compostela [email protected]

RESUMEN En este trabajo pretendemos arrojar un poco de luz sobre la factoría de salazones de época romana situada en Espasante (Ortigueira, A Coruña), a través de un análisis de su ubicación y características, además de establecer una posible interpretación dentro del contexto arqueológico y del paisaje histórico en el que se enmarca. ABSTRACT In this paper we try to shed some light on the roman fish-salting factory, located in Espasante (Ortigueira, A Coruña), through a review of its location and characteristics, and, in addition, to establishing a possible interpretation within the archaeological context and historical landscape where that it framed. Palabras Clave: Keywords:

1.-

Época Romana, factoría, yacimiento perdido, arqueología de Galicia. Roman times, factory, lost settlement, Galician archaeology.

INTRODUCCIÓN.

 O Porto de Espasante. El llamado Porto de Espasante se sitúa en la zona más septentrional de Galicia, encuadrado en la Comarca del Ortegal1. Es un lugar que presenta una posición estratégica dentro del entorno de la Ría de Ortigueira, pues se trata de una ensenada que termina en un itsmo, flanqueando su entrada por el Este. La Ría posee una ubicación y configuración privilegiada como lugar de abrigo y protección, tanto a nivel marítimo como terrestre. Esto lo evidencia, el hecho de que se encuentra flanqueada por el cabo Ortegal y la Punta de Estaca de Bares límite entre el Atlántico y el Cantábrico- y protegida por las sierras de A Capelada en su parte Occidental y A Faladoira en su parte Oriental. Se trata de un enclave de fácil vigilancia, clima suave y numerosos recursos naturales, convirtiéndolo en un lugar apto para el asentamiento humano, y las comunicaciones marítimas desde épocas muy tempranas. Además de la de Ortigueira, las rías de Cedeira, O Barqueiro y Viveiro serían el úl-

timo refugio a la navegación atlántica antes de adentrarse en el cantábrico (Naveiro, 1991: 116).

Ortigueira

Fig.: 1. Situación del lugar de Fonte da Moura, a la entrada de la Ría de Ortigueira, donde se situarían los restos de la factoría y villa romana de Espasante.

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Fig.: 2. Localización de las factorías de salazón catalogadas hasta el momento en la zona de Ortegal-Viveiro.

A finales del siglo XIX, el arqueólogo gallego Federico Maciñeira descubrió en Espasante (Ortigueira, A Coruña), lo que podría haber sido una importante fábrica de salazón de época romana. Este arqueólogo e investigador, nos sitúa posibles estructuras del yacimiento desde cerca de la desembocadura del río Dola, a lo largo de la llamada playa de la Concha. Estarían a unos cuatrocientos metros del conocido castro de Punta dos Prados2 (Maciñeira, 1896; Hübner. 1902). Más recientemente, se descubriría un corte en el terreno, donde se distinguiría estratigrafía con material romano (Ramil, 1999: 67-69; Otero; Ayán, 2003: 18). Nos habla además, de la aparición, en el último tramo del río Dola, cerca de la desembocadura, de una estatuilla de bronce, cuya procedencia y antigüedad no se encuentran claras (Maciñeira, 1902: 4), y hace referencia a las relaciones de estos restos con el yacimiento de Punta dos Prados (Maciñeira, 1910).  Las Fábricas de Salazón romanas. Las fábricas de salazón de época romana solían ubicarse en lugares próximos a la costa, o en zonas de abrigo cercanas a desembocaduras de ríos (Naveiro, 1991: 103), o manantiales, por la necesidad de gran cantidad de agua dulce (Suárez, 2003: 23). Solían estar asociadas a esas villas a mare, que se ubican en zonas de playa o este tipo de ensenadas, (Naveiro, 1991: 136), como es el caso de Espasante. Además, en su entorno, proliferaría la fabricación de ánforas y los medios al alcance para la obtención de la sal (Suárez, 2003: 23). Se percibe cierta concentración de las mismas en las Rías Baixas y en el entorno de Viveiro (Suárez, 2003: 25), donde se encontraron algunos fragmentos de ánforas hispánicas Beltrán I, II, y Almagro 50 (Naveiro, 1991:67), que indican que al menos habría una industria local, aunque a priori, carecerían de la importancia que tienen las industrias del sur de la Península (Naveiro, 1991: 100-101). El pescado era capturado por medio de redes, destripado y cortado en trozos grandes pero con cortes para que la sal penetrase mejor. Después de una maceración de unos veinte días, se introducía en los

contenedores para su salida al mercado (Suárez, 2003: 22). En el entorno de la zona de Espasante se han localizado, además del que nos compete, dos yacimientos más con pilos de salazón (Fig.: 2). 2.-

EL YACIMIENTO.

Las primeras referencias sobre el descubrimiento de este yacimiento arqueológico, las tenemos en 1896, de la mano del arqueólogo, Federico Maciñeira. En el artículo que publicará sobre los “Restos de una Pesquería Romana”, habla de la aparición de estos restos en unos trabajos de remoción de tierras realizados en el arenal de la actualmente conocida como la Playa de la Concha (Espasante, Ortigueira, A Coruña). Dada su buena conservación, tomó la decisión de practicar unos sondeos en la zona para verificar de que se trataba de una fábrica de salazón de época romana, pero tomó la decisión de no iniciar una excavación en área por encontrarse sin los medios necesarios para hacerlo (Maciñeira, 1896). Habría encontrado los cimientos de la fábrica de salazón y diez de los antiguos pilos (Maciñeira, 1910). Años más tarde, un industrial de la zona, adquirió el terreno para instalar una fábrica de salazón moderna y aprovechó los restos arqueológicos como cimientos y los pilos de salazón, los cuales dividió y reparó para adaptarlos a las exigencias del mercado del momento (Maciñeira, 1910). Maciñeira, por su parte, habría adquirido una finca de treinta metros de fondo y quince de frente, donde tenía localizadas varias estructuras. A partir de ahí, sucesivas construcciones de viviendas y chalets de veraneo siguieron modificando, tanto la fisionomía del lugar como los restos arqueológicos allí existentes. En los años 80, a la par que se acometían las primeras excavaciones del Castro de Punta dos Prados, se procede a la limpieza de un perfil sobre la playa, en el que se habían aparecido materiales arqueológicos de época romana (Ramil, 1999: 67-69), a los cuales no hemos podido tener acceso hasta el momento, al no encontrarse todavía depositados en los cauces oficiales.

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Fig.: 3. Posible ubicación de los restos romano de Espasante. 1.- Pilos de salazón; 2.- Villa romana.

Diez años después, en 1997, se acometerán las obras de construcción del paseo marítimo de Espasante, que afectarían también a la integridad del yacimiento, pero sin producirse ninguna excavación de urgencia (Ramil, 1997). Actualmente, no se observa a simple vista, vestigio alguno de que pudiera haber existido en la zona una fábrica de salazón romana, siendo los asentamientos de Punta dos Prados y Punta do Tallo, los dos únicos referentes arqueológicos del entorno. Hemos localizado la parcela conservada durante todos estos años por la familia del arqueólogo Federico Maciñeira, en el lugar llamado Fonte da Moura, que posee treinta metros de fondo por quince de frente y se sitúa al lado de otra parcela en la que fue comenzado a construir un chalet, del que apenas se conserva el esqueleto, ya que las obras habrían sido paralizadas por los responsables de costas, por encontrarse ubicado de manera irregular. (Fig.: 3).  Excavaciones arqueológicas a finales del siglo XIX. En 1986, tras un temporal, quedaron al descubierto restos de muros en la playa de la Concha, (Espasante, Ortigueira, A Coruña). El arqueólogo Federico Maciñeira, inspeccionó la zona y decidió practicar unos sondeos para tratar de averiguar su origen (Fig.: 3-1). Acabaría descubriendo hasta diez pilos para la salazón, rectangulares (Maciñeira, 1910), cuya estructura se componía de pequeña mampostería trabada con barro (Suárez, 2003: 17-

18). El registro, muy completo para la época, además de informes, estuvo compuesto por fotografías y croquis de los restos (Fig.: 4). La morfología de los pilos y los elementos constructivos le sugirieron que se encontraba ante un yacimiento de época romana. Decidió poner al descubierto tres de ellos con el fin de investigar su composición (Maciñeira, 1947: 224). Los tres eran exactamente iguales. Sus dimensiones interiores eran de 3,80m de largo, 2,70m de ancho y 1,70m de alto. Las paredes de cachotería, tenían 0,40m de espesor, recubiertos por una capa de hormigón de 0,04m, a su vez recubierto por otro revestimiento más fino de 0’008 metros de ancho. Sobre el pavimento, de opus signinum, había un derrumbe de tégula (Maciñeira, 1896), (Hübner, 1902). En la base de la estratigrafía, identifica la canalización del agua de una fuente, canalizada bajo la construcción que rodea a los pilos. El origen de este manantial se encuentra en una zona que se denomina Fonte da Moura, próxima a la desembocadura del Dola y donde Maciñeira también practicaría sondeos, tras adquirir la parcela (Fig.: 3-2), que llegaría intacta hasta hoy, gracias a sus herederos. Allí encontraría pavimentos arcillosos, y derrumbes de teja de hasta dos metros de espesor (Maciñeira, 1896). El edificio en el que se enmarcarían los pilos, del que Maciñeira encontró vestigios, podría haber sido rectangular, con unas posibles dimensiones de 3 metros de largo por 15 metros de ancho, ocupado en su mayoría por los pilos, a excepción de un patio (Maciñeira, 1910).

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Fig.:4. Croquis de la factoría romana de salazón de Espasante (Maciñeira, 1947: 224).

 Materiales recuperados Entre los materiales recogidos por Maciñeira, que hasta el momento no hemos podido localizar, se encontraba sobre todo tégula de manera abundante. Además, trozos de cerámica de importación, algún objeto de bronce, clavos de hierro, un plato fino de pasta gris con marca de fábrica, escorias, y una zona de basurero con cenizas y huesos de animales. En relación con el yacimiento romano, este arqueólogo tendrá conocimiento de la localización, en el siglo XVII, de “dos monedas romanas de plata del alto imperio” (Maciñeira, 1910), que habrían aparecido bajo la piedra del ara de la iglesia parroquial de Espasante. Además, según los vecinos de la zona se habrían retirado trozos de un dolium y muchos sillares trabajados para reubicarlos en viviendas de la zona. También se localizó, cerca de la desembocadura del río Dola, a unos doscientos metros de la parcela donde habrían aparecido las estructuras de la posible villa romana (Fig.: 3-2), una estatuilla de bronce (Fig.: 5). Hoy en día se encuentra en paradero desconocido. Maciñeira pudo fotografiarla, pero días más tarde, quien la encontró se la habría vendido a otra persona. Se trata de una pequeña figura de dieciocho centímetros de altura, de bronce cobrizo, con cabezas en los brazos de bronce cobrizo y sin retoques. Sobre el hombro derecho, habría

un pequeño receptáculo y en la parte posterior del cuello de la cabeza principal habría un asa, como para colocar un elemento de sujeción, y en la planta, un pequeño orificio de tres milímetros, con reborde exterior, tapado, por donde se habría llevado a cabo la fundición. Las seis orejas llevarían aretes, aunque solo se habría conservado uno en el momento en el que el arqueólogo ortegano la tuvo en sus manos (Maciñeira, 1902). No ha sido posible establecer un origen claro para la figura, ni se encuentran paralelos con los que poder hacer comparaciones que vayan más allá de la mera conjetura. En la época, las opiniones eran muy dispares: Hübner lo atribuía a una falsificación moderna, que imitaba adornos del arte romano, mientras Reinach, defendería su autenticidad. José Ramón Mélida, por su parte, le habría dado un origen romano, identificando el gorro de la cabeza principal como frigio y relacionándolo con el arte etrusco. Hoy en día la imagen se encuentra en paradero desconocido, con lo cual, es imposible hacer una revisión del hallazgo. Años más tarde, en la limpieza del perfil que realizó el arqueólogo Emilio Ramil, se encontrarían también abundantes restos de tégula, algunos fragmentos de vidrio, cerámica de importación y trozos de ánfora (bordes, algunos con el arranque del asa, y trozos de panza), (Ramil, 1999: 67-69) que aún no han podido ser estudiadas.

Fig.: 5. Figura de Bronce del Río Dola de 18 cm de altura (Maciñeira, 1947: 377).

 Interpretaciones. Ya a finales del siglo XIX, Federico Maciñeira, considera el yacimiento como una fábrica de salazón (Ramil, 1999: 67-69), construida ex novo en época romana, comparándola con los referentes que tenía en el sur de la Península (Maciñeira, 1910). En esto coincide el alemán Hübner, aunque este matiza diciendo que se trata de un aprovechamiento romano de una industria de salazón fenicia anterior (Hübner, 1902). Tenía en cuenta también, que de hallarse más en la zona, la de Espasante tendría mucha importancia, ya que tras comparar los resultados de ambas excavaciones, concluía que la de Espasante era más rica tanto en el cuidado de las estructuras como en los materiales, (Maciñeira, 1947: 233). Aún así, la inmensa problemática que presenta

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este yacimiento, se traduce en serias dificultades para establecer espacios cronológicos claros, o que reflejen su continuidad en el tiempo, su relación con los yacimientos de alrededor, qué productos utilizaban, si están asociados a salinas o existe un taller de fabricación de ánforas en el entorno, y su importancia en el conjunto de las factorías de salazón de época romana que existen en la costa de Galicia. Los comienzos de esta factoría de salazón, suelen situarse entre los siglos I-II d.C., con un incremento de la producción y la importancia durante los siglos III y IV (Suárez, 2003: 24), aunque es muy difícil establecer una cronología fiable sin contar con un estudio exhaustivo de los materiales que han sido recuperados hasta ahora. Se habla de una continuidad de las en época medieval, (Currás, 2007: 139), con documentos tardomedievales que sitúan salinas y explotaciones en la costa Norte de Lugo, y en las cercanías de Pontedeume y la ría de Betanzos (Suárez, 2003: 22). En el caso de la factoría de Espasante, no tenemos conocimiento de datos que nos indiquen una continuidad progresiva en el tiempo, pero sí, como ya hemos indicado, un aprovechamiento, tanto de los cimientos como de los pilos de salazón, por parte de un industrial salazonero, a principios del siglo XIX (Maciñeira, 1910) y cuyas ruinas todavía podemos apreciar, en el entorno del actual paseo marítimo. Durante las excavaciones, Maciñeira advirtió en niveles inferiores al derrumbe excavado, haber encontrado ·fragmentos de pizarras mezcladas con trozos de madera descompuesta y mucha piedra con vestigios de haber sufrido la acción del fuego” (Maciñeira, 1896), con lo que interpreta que el yacimiento romano habría podido tener un final abrupto, a consecuencia de un incendio. Muchos autores han reflejado que debería existir una relación entre la factoría de salazón y los castros de alrededor –Punta dos Prados y Punta da Croa de Ladrido-(Fábrega, 2005); (Otero, Ayán, 2003: 18); (Ramil, 1989: 61). Maciñeira, directamente nos dice que Punta dos Prados es un castro de fundación romana, ya que la percepción de la importancia de la factoría de salazón en el momento, eclipsaba el resto de yacimientos. Aunque no debe pasarnos desapercibido el hecho de que los dos sitios arqueológicos se encuentren en ambos lados de la ensenada, flanqueándola, y con contacto visual entre ellos. Los resultados de las excavaciones de Punta dos Prados nos dan una cronología relativa con dos niveles de ocupación, que iría desde el siglo I a.C. al siglo II d.C. (Otero, Ayán, 2003: 13). La misma cronología habría sido dada para el Castro da Croa de Ladrido (Ramil, 1989: 62) . Con todo esto, es posible que los romanos siguieran el sistema acostumbrado de aprovechar enclaves estratégicos para establecerse, teniendo en cuenta, y en estrecha relación con las comunidades locales

(Currás, 2007: 143). Ambos asentamientos pudieron haber servido en algún momento como enclaves de vigilancia para la defensa de la ensenada en la que se estableció la industria de salazón. Esto nos sugiere que debió ser un enclave importante en el conjunto de establecimientos de época romana en el norte de Galicia, aunque la falta de datos para establecer comparaciones hace que esto se quede solo en conjeturas. Hay autores que así lo defienden, estableciendo que el registro arqueológico clarifica un tráfico comercial importante entre los siglos I a.C. y III d.C., relacionado con el transporte de vino y salazón y que afectaría a los yacimientos del entorno que hubieran tenido ocupación en esos momentos (Ramil, 1999: 67-69). Sin embargo otros autores afirman que no se podría definir una zona salazonera de importancia en torno a las rías de Ortigueira y Viveiro, en la que al menos habría catalogadas tres factorías de salazón, además de la de Espasante Bares y Area (Viveiro)- precisamente por la vaguedad de este registro (Naveiro, 1991-100-101). 3.-

CONCLUSIONES.

No cabe duda de que nos encontramos ante un establecimiento salazonero de importancia, al menos dentro del entorno en el que se ubica. Por un lado, teniendo en cuenta también el lugar privilegiado en el que se erige, próximo a una ría muy interesante como lugar de abrigo y protección, tanto a nivel marítimo como terrestre, (Trevín, Fernández, e.p.). Por otro lado, la envergadura de los restos, considerando que las pilas de salazón se encuentran a unos trescientos metros de las posibles estructuras de la villa romana (Fig.: 3), y que son unas de los más grandes existentes en Galicia (Suárez, 2003). Aunque la falta de datos para establecer comparaciones hace que esto se quede solo en conjeturas. Una investigación más profunda, y nuevas excavaciones arqueológicas en la zona, tanto terrestres como subacuáticas, arrojarían más luz sobre la envergadura del tráfico comercial en la zona durante los siglos I a.C. y III d.C. y de qué manera esto afectó a los asentamientos del entorno de las rías de Ortigueira y Viveiro e incluso al interior. Habría que tener en cuenta que, si los hallazgos de este tipo de asentamientos romanos son infrecuentes, o de poca importancia, ello se debe a que aún no se ha investigado lo suficiente todavía. Sobre todo si hablamos de la franja norte de Galicia, todavía sin explorar. Son además yacimientos susceptibles de desaparecer por completo, y con ellos cualquier información, debido tanto al desgaste y la erosión, por encontrase en la primera línea de playa, como a las obras de acondicionamiento de los entornos donde se ubican, que se han venido realizando antes del

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endurecimiento de las leyes que afectan a nuestras costas. La excavación de los restos y llevar a cabo investigaciones que revisen las intervenciones anteriores, podría dar una vuelta de tuerca a la historia de la zona. Esto nos aportaría más datos sobre el contexto en el que se ubican castros como Punta dos Prados, o Punta da Croa de Ladrido, y nos permitiría explicar por ejemplo sus monumentales 4.-

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5.-

defensas u ofrecernos algún dato más acerca del poblamiento de la zona en época romana, y la relación entre los asentamientos creados ex novo y los romanizados. Para terminar, queremos agradecer sinceramente la colaboración desinteresada de don Federico Maciñeira Teijeiro y su familia, conservadores del legado durante más de setenta años y siempre dispuestos a colaborar con los investigadores.

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NOTAS.

1. La Comarca del Ortegal, se sitúa en el extremo más septentrional de Galicia, en la Provincia de A Coruña, conformada actualmente por los municipios de Ortigueira, Cariño, Cerdido, Mañón y Moeche, aunque geográficamente se pueda incluir también a Cedeira. 2. El castro de Punta dos prados es un poblado fortificado de pequeñas dimensiones, -2ha-, situado a una altura de veinte metros sobre el nivel del mar. Se emplaza Recibido: Aceptado:

en una pequeña península que cierra por el Noroeste la Bahía de Espasante, desde la cual domina toda la ensenada y gran parte de la Ría de Ortigueira. Aprovecha las defensas naturales del acantilado, y donde estas no existen se erigen monumentales defensas artificiales que constan de dos líneas de muralla de tierra y piedra, dos anchos fosos en forma de U y un parapeto exterior.

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