La fábula del Instituto de los Mexicanos en el Exterior y el despertar del macho

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La fábula del Instituto de los Mexicanos en el Exterior y el despertar del macho Por el Dr. Gustavo Cano Ciencia Política, Universidad de Columbia en la Ciudad de Nueva York [email protected] Marzo 19, 2017 Había una vez un instituto que fue más o menos creado por un presidente muy inteligente y con una gran visión, aunque bien mañoso. Primero Comunidades Mexicanas y después el Instituto de los Mexicanos en el Exterior (IME) se convirtió en una institución noble y servicial. Durante años y años entró en contacto directo con los mexicanos que vivían y pagaban impuestos en el exterior, principalmente en los Estados Unidos (USA). Su principal competidor fue la política exterior del gobierno mexicano. Mientras una buena parte de los funcionarios de alto nivel de los consulados se la pasaban jugando golf, cenando y codeándose con la crema y nata de la elite adinerada de mexicanos en los USA, los funcionarios del IME en los consulados, al menos los efectivos, emprendían su contacto con las comunidades justo en cuanto acababa su día laboral. Una buena parte de los miembros del IME en los USA eran muy conscientes de la problemática de la comunidad y algunos eran conscientes de que poco se hacía al respecto. En lugar de que el IME promoviese activamente clases de inglés, de español o de liderazgo, que cabildease entre organizaciones de asistencia legal para que se dieran a conocer entre los inmigrantes mexicanos u ofrecer clases institucionalizadas de derechos laborales, migratorios y humanos, así como clases de regularización de preparatoria para que los paisanos presentasen exitosamente su examen de admisión a las universidades estadounidenses, pues llegaban las órdenes de la cancillería: “organicen concursos de mariachis,” “promuevan que los migrantes se vuelvan empresarios o de perdida que sean dueños de su propio negocio,” “no se les olvide el concurso de dibujo infantil,” “atiendan a los mexicanos de elite,” etc. Lo primero más bien dependía de la personalidad del cónsul y de la iniciativa del personal del IME, lo segundo eran órdenes que había que cumplir.

En la Ciudad de México, el personal del IME se ha comportado de manera heróica, aunque un poco surrealista: un puñado de personas para atender a millones de mexicanos en el exterior se antojaba kafkiano. El personal del IME ha hecho lo que puede y se les agradece, pero la política exterior del gobierno mexicano ha relegado a la institución a un segundo plano. En otros países, con menos migración y una menor aportación económica de remesas a la economía nacional, elevaron a calidad de secretaría de estado a las instituciones equivalentes y no les regateaban el presupuesto. También se creó del Concejo Consultivo del IME, una buena idea que al final de cuentas acabó por reclutar a lo mejor de lo mejor de las comunidades mexicanas, aunque no siempre eran los que están en contacto con los indocumentados, que constituyen la abrumadora mayoría de la migración mexicana en los USA. Actualmente, ni siquiera se halla referencia alguna al Concejo Consultivo en la página electrónica del IME. A resumidas cuentas, la política exterior del estado mexicano, a través del IME y los consulados, trató durante años de taparle el ojo al macho. Un macho de enormes proporciones que, a su vez, desconfiaba naturalmente del gobierno mexicano y que prefería invocar a sus poderes de invisibilidad. La lógica era contundente: si las autoridades estadounidenses no me ven, es imposible que me deporten. Trabajar y trabajar, comer y beber, ir a misa todos los domingos y enviar dinero a México, esa fue la agenda del macho durante décadas. Cero inversión en capital humano, cero organización representativa, muy poca integración. A su vez, surge un liderazgo de paisanos que bajo la forma de casas club y federaciones de los estados se encargaban principalmente de hacer valer su agenda entre el cónsul local y el gobierno del estado mexicano al que pertenecían. Los logros se dieron en estos rubros, mas no en la lucha por legalizar el estatus de indocumentados de la abrumadora mayoría del macho. Algunos intelectuales y activistas migrantes echan toda la carne al asador para conseguir el voto mexicano en el exterior, cosa que se logra pero que, actualmente, para la subsistencia del macho gigante en los USA, pues de nada sirve. Y luego aparece en la fábula un ogro come-mexicanos levanta-muros, que es un poco menso, pero muy feroz. Este ogro despierta al macho al que alguna vez le quisieron tapar el ojo. El macho en realidad no sabe qué hacer, pero va a tener que aprender y rápido, por más que el gobierno mexicano anuncie demagógicamente que lo recibe con los brazos abiertos en cuanto lo deporten, porque ni modo que los mexicanos deportados no sean aceptados por su país de origen, ¿verdad?

El ogro también despertó al pequeño duendecillo racista que una parte interesante de los estadounidenses lleva dentro. El tejido social que tanto trabajo le costó construir al vecino del norte, un tejido basado en la tolerancia, en el respeto a las minorías y la aceptación de la diversidad, se destruye paulatina y rápidamente. El ogro se alimenta también del odio generado en el proceso de destrucción del tejido social. Sus brujos y brujas maloras lo apoyan en todo momento, usando de manera cínica las mentiras más espectaculares para deformar la realidad, al más puro estilo hitleriano de la Alemania nazi. En fin, el gran pecado del macho despertado por el ogro fue no haberse preocupado y ocupado de lo que al final de cuentas resultaría lo más importante para su permanencia laboral en los Estados Unidos: la legalización de su estatus migratorio. ¿Qué hacer? Por definición, nunca es tarde para organizarse y para movilizarse. En el proceso, el gobierno mexicano será hecho a un lado y la comunidad migrante tendrá la oportunidad histórica de generar un liderazgo representativo y efectivo. Pero eso toma tiempo, dinero y esfuerzo. En realidad esperamos que no sea demasiado tarde. Medio moraleja: El tiempo es un recurso no renovable. No se puede echar para atrás, ni para delante. Si toda una diáspora no se preocupa por sus propios problemas en el aquí y el ahora, nadie va a hacer nada al respecto. Llegaron los tiempos de reflexionar y accionar desde adentro y no esperar nada de nadie. ¡Órale!

Publicado en la revista electrónica MX Sin Fronteras, segunda época, número 46, abril de 2017. http://mxsinfronteras.com/la-fabula-del-instituto-de-los-mexicanos-en-elexterior-y-el-despertar-del-macho/

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