La experiencia histórica del cogobierno en la Universidad Industrial de Santander: Concepciones y divergencias en disputa por la autonomía universitaria, 1971-1976

Share Embed


Descripción

La experiencia histórica del cogobierno en la Universidad Industrial de Santander

Concepciones y divergencias en disputa por la autonomía universitaria 1971-1976

Álvaro Acevedo Tarazona

La experiencia histórica del cogobierno en la Universidad Industrial de Santander Álvaro Acevedo Tarazona © Universidad Industrial de Santander Reservados todos los derechos Fotografía carátula: Daniel Alfonso León. ISBN: 978-958-8956-03-9 Primera Edición: Diciembre de 2015 Diseño, diagramación e impresión: División de Publicaciones UIS Carrera 27 calle 9, Ciudad Universitaria Tel: (7)6348418. Telefax: (7)6328212 Bucaramanga – Colombia [email protected] http://editorial.uis.edu.co Prohibida la reproducción parcial o total de esta obra, por cualquier medio, sin autorización escrita de la UIS. Impreso en Colombia.

Tabla de contenido

Introducción

7

Primera parte

23

Contexto histórico y reforma universitaria

23

Capítulo 1 El Frente Nacional: una época de incertidumbres, cambios y protestas 1.1. Las incertidumbres 1.2. Los cambios 1.3. Las protestas

25 25

Capítulo 2 Universidad, planeación y modernización educativa 2.1. Antecedentes 2.1.1. La educación en el contexto latinoamericano 2.1.2. La educación durante la reforma de López Pumarejo 2.2. La reforma modernizadora de la universidad en los años sesenta y setenta 2.2.1. El Informe Atcon

57 57 58 58 61 71

26 33 47

73

2.2.2. Los programas de reforma a la educación superior 2.2.2.1. La Reforma Patiño 2.2.2.2. El Plan Básico

81 81 84

Segunda parte

93

Universidad y cogobierno universitario

93

Capítulo 3 95 Las luchas por el cogobierno universitario durante la 95 primera mitad del siglo XX en Colombia 3.1. Modernización nacional y movimiento universitario 96 3.2. Autonomía universitaria: una proclama continental 99 del movimiento estudiantil 3.3. Organización y protesta estudiantil 102 Capítulo 4 1971: el año crítico en la lucha por el cogobierno universitario en Colombia 4.1. Radicalización del movimiento universitario 4.2. El cogobierno universitario

111 111

Capítulo 5 El cogobierno en la Universidad Industrial de Santander y la situación nacional 5.1. El Plan de Desarrollo de la Universidad Industrial de Santander 5.2. El cogobierno en la UIS: 1971 5.3. Tras la reconquista del cogobierno: 1973-1975 5.4. La experiencia de cogobierno: 1975-1976 5.5. Un balance necesario

131 131

112 116

131 136 141 148 174

Capítulo 6 193 La rectoría de Cecilia Reyes de León: ¿Una rectoría policiva 193 o salvadora de la UIS? Referencias bibliográficas, documentales y testimoniales

215

Libros Artículos Trabajos de grado Ponencias Fuentes documentales Páginas de internet Periódicos Entrevistas

215 222 226 226 227 229 229 230

Introducción

A finales de 1970 el rector de la Universidad Industrial de Santander, Neftalí Puentes Centeno, renunció a su cargo. En el informe de renuncia presentado al gobernador se expresaba que el presupuesto de la Universidad Industrial de Santander para el año de 1971 ascendería a cincuenta y seis millones de pesos. En las seis páginas del informe y balance de gestión el rector saliente también manifestaba que se había emprendido un programa de formación del profesorado y una labor de financiación de diversos programas de investigación aplicada en las áreas de Física, Electrónica, Materiales de Construcción y Suelos1. Con dicho informe Puentes Centeno había dado inicio a un ambicioso Plan de Desarrollo en la UIS avalado por el Gobierno nacional desde el año de 1969. El Plan se encontraba inscrito en una política nacional educativa para transformar académica y administrativamente no solo a la UIS sino a la mayoría de universidades estatales de Colombia, de manera que este informe podía entenderse como un trámite habitual de un rector que aspiraba a ser reelegido por su amplia aceptación dentro de la universidad y por sus logros iniciales en la puesta en marcha del Plan de Desarrollo. Lo que no se imaginaban, en ese momento, tanto Puentes Centeno como el gobernador ni la comunidad universitaria, era que muy pronto se asistiría a un clima de protesta nunca antes visto en la historia de Colombia y a una de las crisis más dramáticas de la Universidad Industrial de Santander. Hasta ese momento tampoco era posible avizorar que el conflicto en la mayoría de instituciones de educación superior en Colombia, públicas y privadas, conduciría a los estudiantes a elaborar una propuesta de gobierno universitario que buscaba cambiar la estructura orgánica de poder en las universidades estatales. La coyuntura más ACEVEDO TARAZONA, Álvaro. La UIS: historia de un proyecto técnico-científico. Bucaramanga: UIS, 1997.

1

8

Introducción

crítica que ha afectado hasta el momento a la universidad colombiana se encontraba a punto de estallar. Aunque había conflictos en varias instituciones universitarias del país, las protestas aisladas no representaban un movimiento nacional ni mucho menos se había definido una agenda que alterara las relaciones de poder en los campus universitarios. En el caso de la UIS el ingeniero Neftalí Puentes Centeno no fue reelegido como rector pese a gozar del mayor consenso en la comunidad universitaria para ocupar de nuevo la máxima dignidad de la alma mater. Este hecho fue uno de los primeros detonantes para el conflicto de la UIS. De aquella etapa crítica aún se evoca en la memoria social de sus protagonistas, cómo al rector Pedro García Arenas, en el año de 1977, un grupo de estudiantes lo sacó de clase, le amarró las manos, lo vendó y lo paseó por toda la universidad, y luego lo expulsó del campus y lo montó en un bus. A Carlos Virviescas, en el año de 1971, antes de intentar posicionarse como rector, un grupo de estudiantes lo sacó a empujones de la universidad hasta el Caballo de Bolívar y lo montó en un bus. En 1974 Jaime Niño Infante dimitió de su cargo de rector luego de ser ultrajado y conducido por los estudiantes del campus universitario hacia la calle. Cecilia Reyes de León, rectora en encargo de la UIS entre 1977 y 1978, sobreviviría a dos atentados contra su vida. La historia de estos sucesos en el marco de la protesta universitaria nacional y de la experiencia histórica del cogobierno en la UIS es prácticamente desconocida. Más aún, ante la imposibilidad de posesionarse como rectores, Carlos Virviescas y Jaime Niño Infante ni siquiera son referenciados en los anales de la precaria historia institucional de la UIS. De la rectoría de Cecilia Reyes de León no se conoce casi nada, incluyendo la dura y violenta confrontación de ella y su cuerpo directivo con los estudiantes que condujo, finalmente, a la sanción de un poco más de un centenar de ellos. ¿Pero qué desencadenó la crisis universitaria nacional? Por la magnitud trágica del suceso todo indica que la crisis universitaria nacional de 1971 tuvo como epicentro los hechos luctuosos en la Universidad del Valle, ocurridos el 26 de febrero de ese mismo año, en los que murieron unos quince estudiantes. Infortunadamente no hay una historia en profundidad sobre este acontecimiento que permita comprender el significado y la magnitud de lo acontecido aquel día en

La experiencia histórica del cogobierno

9

la ciudad de Cali. A partir de ese momento la convergencia de situaciones y la sumatoria de conflictos particulares en las universidades del país condujo a un movimiento de alcance nacional2. En el mes de marzo en la ciudad de Bogotá se desarrolló el Segundo Encuentro Nacional Universitario en el que se publicó el Programa Mínimo de los Estudiantes. En este documento se expresó el interés por transformar radicalmente las estructuras de poder en la universidad. En el primer punto se solicitó la abolición de los consejos superiores3 y su sustitución por organismos provisionales de gobierno conformados por un rector, un representante del Ministerio de Educación Nacional y una mayoría de representantes estudiantiles y docentes4. Esta propuesta fue aplaudida por los estudiantes de distintas universidades del país y en algunas muy importantes instituciones de educación superior, incluso, fue aplicada. Cabe señalar que en la Universidad Industrial de Santander, tan solo a un mes de la postulación de dicha propuesta y en medio de los enfrentamientos entre los estudiantes y la policía, estudiantes y profesores lograron modificar la composición del Consejo Superior Universitario. El Acuerdo 015 del 14 de abril de 1971 dispuso aumentar el número de representantes estudiantiles y docentes en este organismo decisorio de la universidad y excluir del Consejo a la representación de los gremios económicos de la región5. La expedición de este acuerdo fue el resultado de una situación política que aún no ha sido analizada en detalle6. Las pocas referencias COTE RODRÍGUEZ, Jorge. El movimiento estudiantil de 1971: entre la homogeneidad y la heterogeneidad. En: ARCHILA, Mauricio y otros. Una historia inconclusa: izquierdas políticas y sociales en Colombia. Bogotá: Cinep, 2009. 3 HERNÁNDEZ ARTEAGA, Isabel. El programa mínimo de los estudiantes colombianos. Movimiento estudiantil universitario de 1971 por la universidad: Todo un país. En: Revista Historia de la Educación Colombiana, No. 10 (2007); pp. 2957. 4 EL TIGRE DE PAPEL. Programa Mínimo del Movimiento Nacional Estudiantil (1971). En: EL TIGRE DE PAPEL. Crisis universitaria colombiana 1971: itinerario y documentos. Bogotá: Ediciones El Tigre de Papel, 1971, pp. 85-88. 5 Acuerdo 015 del 14 de abril de 1971. Por el cual se reforma el Estatuto Orgánico de la Universidad Industrial de Santander, en lo relacionado con el Consejo Superior Universitario. 6 ACEVEDO TARAZONA, Álvaro y SAMACÁ ALONSO, Gabriel. La universidad de provincia y la protesta estudiantil en 1971: crónica de un año convulso en la 2

10

Introducción

sobre el llamado “cogobierno universitario” en la historiografía dan cuenta, por ahora, de un logro conseguido exclusivamente en la Universidad Nacional de Colombia (sede Bogotá) a finales del año de 1971 y en la Universidad de Antioquia a inicios del año de 19727. La reforma al Estatuto Orgánico de la UIS en el mes de abril del año setenta y uno, derivada del Programa Mínimo nacional, era resultado de un conflicto más complejo que la simple concesión de poder otorgada por el Gobierno nacional a tres universidades de mayor importancia en el país. Este libro se propone describir y analizar el origen y desenvolvimiento de la experiencia del cogobierno universitario en Colombia en el siglo XX, particularmente con referencia a la Universidad Industrial de Santander. Un enfoque contextual del tema permitirá no solo constatar la modificación jurídica del Estatuto Orgánico de la UIS, sino reconocer la situación social y política en la cual surgió el denominado cogobierno universitario. Se trata de una historia en la que confluyen múltiples tensiones en la universidad. Una historia que interroga la institucionalidad universitaria a partir de las distintas relaciones de poder que la atraviesan, de los intereses que se tejen a su alrededor y de las opciones que estas tienen en circunstancias históricas precisas. En consecuencia, no se trata de una historia de héroes estudiantiles o de administradores villanos. La urdimbre de este acontecer intenta ir más allá de la adjetivación y de la toma de partido por una parte o contraparte en el conflicto. Uno de los problemas fundamentales de las instituciones de educación superior estaba relacionado con la estructura de los aparatos de poder que determinaban sus rumbos administrativos y académicos. Autoridades políticas regionales y nacionales, profesores, estudiantes, trabajadores y fuerzas políticas extrauniversitarias tenían muy Universidad Industrial de Santander. Ponencia presentada en el Primer Congreso Internacional Izquierdas, Movimientos Sociales y Cultura Política en Colombia.  Bogotá, (18-20, oct. 2011). 7 PUYANA, Aura María y SERRANO, Mariana. Reforma o inercia en la universidad latinoamericana: Universidad Nacional de Colombia-Universidad Nacional Autónoma de México. Bogotá: Tercer Mundo / IEPRI, 2000, pp. 74-78; VILLAMIL GARZÓN, Edwin. Rompiendo esquemas: discusiones, consignas y tropeles del estudiantado universitario en Colombia en 1971. En: Controversia, No. 194 (jun. 2010); pp. 234-263.

La experiencia histórica del cogobierno

11

claro que la universidad era un escenario de tensiones, un espacio en el que se enfrentaban distintos proyectos de sociedad y presupuestos ideológicos diferentes. Al quedar, entonces, ubicada la universidad en el centro del debate político, la conformación de sus órganos de decisión se constituía en el punto central de la lucha. Para un amplio sector de la juventud colombiana de la época, especialmente de izquierda, las universidades no eran más que “un instrumento al servicio del sistema”; instituciones carentes de toda autonomía financiera, científica y cultural, gobernadas por funcionarios “nombrados con criterio partidista y sectario”, para que actuaran como “apéndices burocráticos de los partidos políticos de la burguesía dominante” y se encargaran –según la expresión de Jaime Arenas Reyes, el líder estudiantil de la Universidad Industrial de Santander– de cerrar cualquier canal que favoreciera “la expresión democrática del estudiantado”, impidiendo así “la movilidad vertical de los estudiantes”. De ahí que, ante esta situación, el estudiantado no viera otro “camino que acudir a las vías violentas para hacer oír su voz”8. Esta experiencia histórica del cogobierno es analizada en el marco de las protestas estudiantiles de los años setenta en Colombia, con referencia propiamente a los hechos de la Universidad Industrial de Santander. Para ello se realiza una revisión de las distintas manifestaciones que se llevaron a cabo en el caso de la UIS, de manera que se pueda establecer cuáles fueron en su interior las tensiones políticas y las divergencias ideológicas. Un propósito que se apoya en el análisis del contexto sociopolítico en el que se desenvolvieron los acontecimientos, pues el cogobierno universitario estuvo precedido de protestas estudiantiles que llevaron a la conformación de unos actores sociales bien definidos: un movimiento estudiantil con características particulares que logró la ampliación de su poder en el interior de la universidad, aunque por poco tiempo; una clase dirigente con unos criterios en torno al papel de la universidad como lugar para implementar las teorías y estrategias del desarrollismo y, finalmente, un grupo directivo que poseía el poder de determinar la manera en ARENAS REYES, Jaime. Relación entre el movimiento estudiantil y las guerrillas en Colombia. En: FIGUEROA V. Miguel. Ed., Documentos: testimonio histórico de la UIS sobre la problemática universitaria, la prensa nacional y la universidad colombiana. Bucaramanga: UIS, 1971, pp. 358-359.

8

12

Introducción

que participarían los distintos estamentos de la comunidad académica por medio de la estructura orgánica de la universidad. En términos más específicos, esta investigación describe el desenvolvimiento muy conflictivo de la protesta estudiantil de 1971 en la Universidad Industrial de Santander y sus consecuencias en los gobiernos universitarios en el decenio de los años setenta. También estudia el proceso de implementación de la figura de cogobierno en la UIS, enuncia las principales características de las experiencias de cogobierno universitario a nivel nacional en el periodo de estudio y analiza las diferentes correlaciones de fuerzas y posiciones políticas de los actores sociales e institucionales involucrados en el conflicto. Estos aspectos son abordados a lo largo de seis capítulos organizados en dos partes. En la primera, se analiza y describe el contexto histórico y la situación de la universidad pública durante los años sesenta y setenta. En el capítulo uno de esta primera parte se analiza el régimen –y en general el periodo– del Frente Nacional, con el fin de determinar la manera en que las circunstancias políticas y sociales de la época pudieron influir en la búsqueda de estrategias de gobierno universitario más democráticas. En síntesis, se pudo identificar que el Frente Nacional fue una época en la que se adoptó un régimen político paradójico por cuanto restituyó la democracia en el país, a la vez que generó nuevas exclusiones debido la rigidez de su sistema de participación9, consistente en validar constitucionalmente solo dos partidos políticos. Una comprensión adecuada de la experiencia histórica del cogobierno universitario colombiano, es decir, de un discurso que dé cuenta de las razones por las cuales surgió el cogobierno, pero también que refiera sus principales acciones, así como su legado y las causas de su prematuro fin, requiere de un análisis detallado de cada una de sus dimensiones. Nada se podrá entender si no se conoce el tipo de universidad que primaba en la época y los cambios económicos que se propuso adelantar el país. En este sentido, en el segundo capítulo de esta primera parte del libro se abordan las reformas educativas encaminadas a reorganizar, reestructurar y modernizar el sistema universitario colombiano, caracterizado por su tradicionalismo. Este TIRADO MEJÍA, Álvaro. Los años sesenta: una revolución en la cultura. Bogotá: Debate, 2014, p. 336.

9

La experiencia histórica del cogobierno

13

capítulo permite conocer cómo estaba estructurada –en términos administrativos tanto como académicos– la universidad colombiana, qué proyectos de universidad se gestionaban y de qué manera pudo incidir el movimiento estudiantil y profesoral sobre la situación universitaria. El análisis de estas dimensiones aclarará cuál fue la verdadera magnitud de un acontecimiento tan singular en la historia de la universidad colombiana: la experiencia de un gobierno universitario compartido que recaía mayoritariamente en las directivas, los profesores y los estudiantes. En la segunda parte del libro se explican, en capítulos específicos, en primer lugar, los antecedentes históricos de la lucha por el cogobierno universitario en Colombia, el contexto nacional que circunscribió la lucha por el cogobierno universitario durante su año crítico –1971–, y los acontecimientos que configuraron el cogobierno en la Universidad Industrial de Santander. En resumen, el tercer capítulo de esta segunda parte muestra que el movimiento estudiantil ha tenido como uno de sus objetivos históricos orientar la lucha estudiantil hacia la creación de sistemas democráticos de gobierno universitario. Las acciones desarrolladas por el movimiento universitario colombiano en 1971 se apoyaban en los mismos principios emanados del Movimiento de Córdoba, surgido durante la segunda década del siglo XX, momento en el cual se sentaron las bases de la moderna autonomía universitaria. Paradójicamente, los universitarios ya no rememoran el Manifiesto Liminar de Córdoba de 1918 ni el alcance continental del mismo en varias generaciones de estudiantes. Analizado este panorama histórico, en el capítulo cuarto se señala que el desarrollo de la lucha por el cogobierno en el contexto nacional se caracterizó tanto por su fuerza como por su poca organización, pues si bien en la mayoría de las universidades del país los postulados del Programa Mínimo fueron aplaudidos tanto por estudiantes como por docentes y administrativos, en ninguna institución fue un éxito su puesta en marcha, debido, entre otras cosas, a los radicalismos de izquierda de los estudiantes y a la falta de un movimiento nacional que unificara las demandas y obligara al gobierno a conceder mayores espacios de autonomía. El quinto capítulo, situado en la lucha por el cogobierno en la Universidad Industrial de Santander, muestra una dinámica de lucha nunca antes vista en el país, pues a diferencia de lo que sucedió en otros momentos históricos, distintos estamen-

14

Introducción

tos de la comunidad universitaria encontraron puntos comunes en torno al problema del gobierno universitario y propusieron, a su manera, exigirle al Estado mayores espacios de autonomía universitaria. Si bien el acuerdo no fue total en las demandas ni en los métodos de lucha, profesores, directivas y estudiantes consideraron adecuado organizar una estructura de gobierno universitario que diera cabida a todos los sectores de la comunidad universitaria. En referencia a los métodos, el acontecer de la protesta adquirió acciones sumamente violentas con infortunadas repercusiones en la vida académica de la universidad. De esto, precisamente, trata el sexto capítulo. Una adecuada comprensión de las estructuras involucradas en el proceso de lucha por un cogobierno en la universidad colombiana implica reconocer “los canales colectivos tanto formales como informales, a través de los cuales la gente puede movilizarse e implicarse en la acción colectiva”10. Se debe prestar especial atención tanto a la organización estudiantil como a su movilización, pues son estos los aspectos que determinan –como bien ha señalado Renate Marsiske– el logro de los objetivos para los cuales el estudiantado se moviliza11. El concepto de movimiento estudiantil remite por asociación a las categorías sociológicas de movimiento social y sociedad civil. El movimiento social suele ser entendido como la expresión organizativa de la sociedad civil, y esta como el escenario en que se expresan los intereses particulares y colectivos de los sujetos con relación al Estado y las instituciones políticas. La sociedad civil incluso puede definirse como la antítesis del Estado, pues los individuos no solo están en capacidad de demandar la satisfacción de necesidades (económicas, de información, educativas, culturales o ideológicas) sino de defenderse ante los abusos del Estado. En resumidas cuentas, según la definición de Bobbio12, la sociedad civil es la esfera en la que no solo se encuentran el mercado, el sistema educativo o los medios de comunicación, MCADAM, Dough; MCCARTHY, John y ZALD, Mayer (ed.). Movimientos sociales: perspectivas comparadas. Madrid: Istmo, 1999. 11 MARSISKE, Renate. Antecedentes del movimiento estudiantil de 1929 en la Universidad de México: actividades y organización estudiantil. En: MARSISKE, Renate (Coord.). Movimientos estudiantiles en la historia de América Latina. México: UNAM, 2006. Vol. 3. p. 146. 12 BOBBIO, Norberto. Estado, gobierno y sociedad: por una teoría general de la política. México: FCE, 1989, p. 43. 10

La experiencia histórica del cogobierno

15

sino las organizaciones sociales, los grupos de interés o los grupos de presión13. No cabe duda, entonces, que la protesta estudiantil es una expresión de la sociedad civil, pues su movilización y acciones emprenden luchas en contra el Estado y en beneficio propio. Uno de los elementos más importantes de los movimientos sociales y, por ende, de los movimientos estudiantiles es su relación con el mundo de la política. Sin embargo, hay que diferenciarlos de los partidos políticos. Como bien lo señala Restrepo, los movimientos sociales no se proponen convocar a toda la sociedad, pues solo representan los intereses de una parte de esta; aquella que conforma al movimiento. En este primer criterio se distingue la pretensión o no de validez general de un movimiento social. El nivel a partir del cual se asumen las decisiones constituye otro elemento diferenciador de un movimiento social. Mientras que en los partidos políticos las acciones son dirigidas desde el nivel alto, ya que su organización responde a criterios de jerarquización, en los movimientos sociales las decisiones se toman en las bases sociales. En los movimientos sociales, finalmente, a diferencia de lo que ocurre en los partidos políticos, sus integrantes no se conforman con alcanzar la representación ante los órganos de gobierno, sino que aspiran a participar de forma directa en la vida pública para resolver situaciones puntuales de sus demandas14. El concepto de sociedad civil se refiere, entonces, a grupos sociales cuyas acciones tienen origen en el interés particular –podría decirse gremial para el caso de esta investigación– y comportan distintas formas de acción colectiva como la movilización. En la perspectiva liberal, la sociedad civil es un contrapeso para ejercer el control del Estado, de ahí que la libertad de asociación constituya un principio fundamental de la democracia liberal. La sociedad civil puede ser entendida también como un estadio específico al que llegan algunos sectores de la sociedad, principalmente cuando estos sectores crean redes de acción, valga decir, de movilización. Según expone Luis Fernando Villafuerte, en el interior de la sociedad solo algunos grupos logran configurar la sociedad RESTREPO, Luis Alberto. El potencial democrático de los movimientos sociales y de la sociedad civil en Colombia. Bogotá: Corporación Viva la Ciudadanía, 1993, pp. 15-32. 14 RESTREPO, Luis Alberto. Op. cit. 13

16

Introducción

civil: los que en razón de sus ideas sobre la acción política y su impacto en la arena pública pueden por intermedio de la movilización oponer resistencia a las medidas estatales que les son perjudiciales o impulsar sus propios postulados en torno a la organización social15. Esto fue precisamente lo que hicieron los estudiantes universitarios en el periodo que aquí se investiga: oponer resistencia al Estado mediante la movilización y postular principios sobre el deber ser de la universidad. Los movimientos sociales han sido tema de diferentes consideraciones teóricas. Cada enfoque ha prestado mayor atención a alguno de los siguientes aspectos: a) las causas de la movilización, b) la estructura interna del movimiento, c) su identidad. Dependiendo del valor que cada postura le otorga a estos aspectos han surgido la escuela histórica, el enfoque psicofuncional, la escuela de la movilización de recursos y la escuela identitaria16. Para la escuela histórica el punto del análisis debe recaer en los aspectos que originan los movimientos sociales, esto es, en la acción social, resultante del quiebre de los lazos de solidaridad comunitaria y tradicional propia de las sociedades precapitalistas. El desarrollo de cambios acelerados –señala esta escuela– desestructura los lazos solidarios y obliga a los individuos a organizarse y movilizarse. Para la corriente psicofuncional, por su parte, son las motivaciones psicológicas de los miembros de los movimientos las que pueden explicar su origen y desarrollo. Esta corriente otorga gran importancia a la privación relativa de bienes y a la frustración social que se genera cuando las expectativas de los individuos no son satisfechas o perciben desigualdades que no están dispuestos a legitimar. En resumen, la acción social es definida por esta escuela como un asunto relacionado con la emotividad de los participantes. A diferencia de la anterior propuesta, la corriente teórica de la movilización de los recursos se pregunta por la forma como los grupos sociales utilizan sus recursos VILLAFUERTE VALDÉS, Luis Fernando. Participación política y democracias defectuosas: El Barzón, un caso de estudio. Veracruz 1993-1998. Veracruz: Universidad Veracruzana, 2008. pp. 99-116. 16 Una síntesis en TANAKA, Martín. Elementos para un análisis de los movimientos sociales: individualismo metodológico, elección racional y movilización de recursos. En: Análisis Político, No. 25 (may-ago. 1995); ARCHILA, Mauricio. Idas y venidas, vueltas y revueltas: protestas sociales en Colombia, 1958-1990. Bogotá: ICANH-CINEP, 2003, pp. 38-56. 15

La experiencia histórica del cogobierno

17

simbólicos, logísticos y humanos para alcanzar sus metas. Incorporando los planteamientos de la “estructura de oportunidades políticas”17, este enfoque también se preocupa por analizar las condiciones políticas y sociales que permiten la aparición y desarrollo de los movimientos sociales. En esta propuesta se supera el debate sobre la emotividad de las acciones colectivas y se reconoce en los integrantes de los movimientos cálculos racionales de control de recursos en pos de sus fines. El enfoque identitario, finalmente, sitúa el debate en los nuevos movimientos sociales y el marco de la crisis de las sociedades postindustriales, caracterizadas por el fin del Estado benefactor y la pérdida de legitimidad, credibilidad y confianza en el Estado y los canales de representación política. Para Alain Touraine, el principal representante de este enfoque, el movimiento social es “la conducta colectiva organizada de un actor luchando contra su adversario por la dirección social de la historicidad en una colectividad concreta”18. Este enfoque persiste en señalar que un movimiento social es un actor social cohesionado en virtud de sus rasgos identitarios, los mismos que definen y fortalecen por oposición a otro actor social con el que disputa el poder y el control de lo social. De lo señalado anteriormente, es evidente que los movimientos sociales son la sociedad civil misma por su acción colectiva que involucra un gran número de personas identificadas y cohesionadas con la intención de hacerse visibles en el espacio público para luchar por un interés común. Se espera que este tipo de acción tenga permanencia en el tiempo sin que sea necesario definir cuál es el límite temporal. Y aunque no se requiere que haya una acción constante en un movimiento social, si es fundamental que se mantenga viva la situación de conflicto19. De manera que no es necesario que los movimientos sociales estén totalmente cohesionados, al punto de actuar al unísono, tal como lo hacen los gru Esta teoría indica que “el tiempo-oportunidad y el destino de los movimientos es ampliamente dependiente de las oportunidades de los grupos insurgentes para cambiar la estructura institucional y la disposición ideológica del poder hacia ellos…” RODRÍGUEZ ARECHAVALETA, Carlos Manuel. De la estructura de oportunidades políticas a la identidad colectiva. Apuntes teóricos sobre el poder, la acción colectiva y los movimientos sociales. En: Espacios Públicos, Vol. 13, No. 27 (2010); p. 189. 18 TOURAINE, Alain. Los movimientos sociales. En: Revista Colombiana de Sociología (2006); p. 255. 19 RESTREPO, Luis Alberto. Op. cit., pp. 33-35. 17

18

Introducción

pos ya institucionalizados. Un grado alto de dispersión es posible en los movimiento sociales, siempre y cuando no se rompa la comunicación y el nivel de convocatoria. La organización de los recursos de un movimiento es necesaria para su visibilización y posible éxito. No se puede supeditar toda la acción de un movimiento a una estructura de liderazgo, pues la identidad es la que le confiere fuerza a su acción. Con base en estas consideraciones teóricas es posible pensar el movimiento estudiantil universitario como un movimiento social, es decir, como una manifestación de la sociedad civil de la época. Fue el movimiento estudiantil quien enfrentó y resistió al Estado defendiendo postulados sobre el deber ser de la universidad y sobre la incidencia de esta en la sociedad. Las protestas estudiantiles de los años sesenta y setenta del siglo XX fueron una forma de expresión y de acción colectiva de un sector específico de la sociedad civil que alcanzó visibilidad pública y que defendió tanto sus intereses y reivindicaciones gremiales como los derechos de la sociedad en sí misma. Con este cometido, intentaron imponer ciertos principios relacionados con la organización de la educación universitaria –un bien social por antonomasia– y actuaron sin que fuese necesaria una organización formal para aglutinar a distintas voces estudiantiles que, pese a sus diferencias políticas e ideológicas, convergieron en ideas y acciones referentes a la educación20. En esta conceptualización de la movilización estudiantil es necesario tener en cuenta, como bien lo ha señalado Archila, tres variables que delimitan las acciones estudiantiles: 1) el carácter cíclico y transitorio de las protestas universitarias, debido a que la pertenencia de los individuos al movimiento es temporal, pues solo se da mientras ostentan la calidad de estudiantes; 2) la relación de las expresiones políticas de los universitarios con la izquierda política, si se trata de movimientos radicales, o con las luchas por la democracia, si se trata de movimientos estudiantiles moderados; y 3) la relación del movimiento estudiantil con las problemáticas propias de la cultura juvenil y de la sociabilidad de los jóvenes21. ACEVEDO TARAZONA, Álvaro. Modernización, conflicto y violencia en la universidad en Colombia: Audesa, 1953-1984. Bucaramanga: UIS, 2004, p. 33. 21 ARCHILA, Mauricio. Historiografía sobre los movimientos sociales en Colombia. Siglo XX. En: TOVAR ZAMBRANO, Bernardo (Ed.). La historia al final del milenio: Ensayos de historiografía colombiana. Bogotá: Universidad Nacional, 1994, pp. 313-314. 20

La experiencia histórica del cogobierno

19

Desde el punto de vista metodológico, esta investigación se apoya en algunos de los postulados de Van Dijk sobre el análisis del discurso y de Norbert Elías sobre el poder relacional. En el primer caso, el componente discursivo en la disputa por el cogobierno y las divergencias de concepciones sobre la autonomía universitaria puede interpretarse teniendo en cuenta que “las ideologías son representaciones sociales compartidas que tienen funciones sociales específicas para los grupos”22. El análisis del discurso puede identificar lugares y formas de la enunciación, de manera que al analizar las expresiones de la producción textual –además del dominio social de los grupos sobre determinados medios de expresión– se pueda reconocer la forma como el discurso escrito expresa creencias, valores, prácticas, consensos, ideologías. No se trata pues de limitarse al simple análisis de las estructuras lingüísticas o las estrategias comunicativas que se dan en la transferencia de información entre emisores y receptores, sino de comprender que el discurso está relacionado con un universo de interacciones culturales que le dan sentido. Ahora bien, es prácticamente imposible hacer un seguimiento sobre la manera como cada persona asimila o reinterpreta un determinado discurso. Lo esencial es captar cómo aparecen las ideas, cómo son enunciadas, en qué contextos, es decir, cuál es la relación del “texto” con el “con-texto”. En esa medida, Foucault propone que los enunciados no deben ser tratados independientemente, “sino en solidaridad” con otras composiciones y agrupamientos para tratar de identificar cómo se “forman”, cómo se “transforman” y cómo se “correlacionan”23. El movimiento ideológico universitario del periodo en estudio se inscribe en esta interpretación conceptual. Los escritos, las arengas, grafitis y mítines representaron una pertenencia –y una inclusión colectiva– muy distinta a la identidad personal. Estas manifestaciones podían ser más radicales, conflictivas o violentas que los propios conflictos individuales. Un comportamiento común propio de las colectividades que se invisten de intereses supraindividuales y multiplican sus energías hasta adquirir requerimientos impersonales24. No hay que olvidar VAN DIJK, Teun. Ideologías. Barcelona: Gedisa, 1999, p. 243. GONZÁLEZ, Sebastián. Enunciados y política: entre la pragmática del lenguaje y la analítica del poder. En: Estudios Políticos, No. 30 (2007). Medellín: Universidad de Antioquia. 24 COSER, Lewis. Las funciones del conflicto social. México: Fondo de Cultura Económica, 1961. 22 23

20

Introducción

que las actuaciones y logros de los conflictos y las violencias de todo orden son cohesionadoras en los grupos y promueven identidades. Si el teatro de las representaciones recae en el poder, la violencia en el sistema de reglas y la unión de esfuerzos y fines por aquellos que se sienten oprimidos o pisoteados afirman las identidades y reivindican las actuaciones. Por el carácter contestatario y plural de las ideologías25, la pertenencia de los actores –en este caso los estudiantes– al escenario académico y a prácticas y consumos reafirmó concepciones o esbozó ideas sobre lo que se pensaba del Estado-nación, la justicia, la sociedad igualitaria y otras representaciones sociales. Las correlaciones de fuerza en aquel momento también pueden analizarse más allá del acontecimiento en sí mismo –en este caso la experiencia efímera de intento de cogobierno en la UIS–, partiendo de la concepción que sobre el poder aportó el reconocido sociólogo Norbert Elías. De su propuesta interesa destacar la manera como la concepción relacional del poder da paso a la creación no voluntaria de entramados de poder, figuraciones que nadie controla pero que mantienen una lógica y una coherencia aprehensible para el investigador. Tal y como lo demostró en su obra cumbre Elías para explicar el surgimiento del Estado Moderno –El Proceso de la Civilización– es posible hacer abstracción de las múltiples relaciones que traban actores de acuerdo a sus posiciones de poder en un momento determinado. En estas relaciones, por lo general, predominan el juego y las apuestas de los sujetos sociales y no un orden predeterminado26. El tema de la disputa por el cogobierno universitario está inscrito en el complejo mundo de la autonomía universitaria con sus diversas y disímiles concepciones. Ampliar la participación de ciertos estamentos en los órganos de decisión de la universidad fue uno de los temas más importantes en la lucha política que se dio en la educación superior colombiana en los años sesenta y setenta. El vórtice de las luchas universitarias expresó distintas vías: la antiautoritaria que proclamaba el principio de extraterritorialidad de la fuerza pública de los campus, la académica que promovía una concepción de universidad estrictamente científica y alejada del entorno y los proble ARCHILA, Idas y venidas… Op. cit. ELÍAS, Norbert. Sociología Fundamental. Barcelona: Gedisa, 2008, pp. 85-120.

25 26

La experiencia histórica del cogobierno

21

mas sociales, la económica que dirigía su atención en la capacidad de autofinanciación27. Como el telón de fondo de esta investigación es la experiencia de cogobierno en la UIS, las apuestas son por la configuración de una historia contextual que permita ubicar en su sitio y en su tiempo el tema de estudio. Para el desarrollo de la presente investigación se trabajaron tres tipos de fuentes documentales. En primer lugar, se abordaron los documentos de carácter institucional producidos por el Consejo Superior de la Universidad Industrial de Santander entre 1971 y 1976, los cuales se encuentran ubicados en la Secretaría General, la unidad de Servicios de Información y Administración de documentos y en el Centro de Documentación Histórico Regional. De estos documentos se dio relevancia a las actas, acuerdos, reglamentos y correspondencia institucional. En segundo lugar, se investigó en periódicos locales y nacionales en los cuales se registraron acontecimientos relacionados con el tema de estudio como Vanguardia Liberal, El Frente, El Tiempo, El Colombiano y El Espectador. Por último, se tuvo en cuenta la memoria testimonial de algunos protagonistas que participaron en el proceso.

ACEVEDO TARAZONA, Modernización… Op. cit., pp. 346-350.

27

Primera parte

Contexto histórico y reforma universitaria

Capítulo 1 El Frente Nacional: una época de incertidumbres, cambios y protestas

Colombia no ha sido el único país que ha apelado a los pactos bipartidistas para dar solución a sus problemas de institucionalidad y debilidad estatal. Uruguay y Venezuela en las décadas del 1950 y 1960, y luego Chile y Argentina en los años ochenta, solo para señalar algunos casos de América Latina, vivieron algo semejante durante los periodos de transición o reconquista de sus democracias. Este tipo de pactos constituye lo que Jonathan Hartlyn ha denominado –para analizar el caso colombiano– un típico ejemplo de consociacionalismo, es decir, una estrategia política por medio de la cual las clases dirigentes tradicionales conforman coaliciones que facilitan el fin de una época de dictadura y la transición hacia la democracia, pero restringiendo, de cierto modo, algunos principios democráticos28. No debe creerse, sin embargo, que dicho fenómeno se ha presentado de la misma forma en todos los países. Por el contrario, en cada nación, según sus peculiaridades políticas, el consociacionalismo se desarrolló de maneras distintas. Explicar las circunstancias que le dieron a esta transición política en Colombia su especificidad es el propósito de este capítulo, pues una comprensión del cogobierno universitario debe comenzar por la caracterización de la época que lo circunscribió. Esta tarea se lleva a cabo en tres etapas: en primera instancia se identifican las incertidumbres políticas que la dictadura del general Rojas Pinilla encarnaba y que llevaron a los partidos hegemónicos de Colombia a optar por una estrategia consociacionalista. Se analizan y 28

HARTLYN, Jonathan. La política del régimen de coalición: La experiencia del Frente Nacional en Colombia. Bogotá: Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de los Andes (CEI) / Uniandes / Tercer Mundo Editores, 1993, pp. 14, 25, 298-304.

26

El Frente Nacional: una época de incertidumbres...

describen después los cambios efectuados por el pacto frente nacionalista y los efectos del mismo, para proceder a describir la reacción social ante el régimen del Frente Nacional.

1.1. Las incertidumbres Un juego de complejas circunstancias históricas hizo del Frente Nacional una necesidad. La Violencia y la dictadura de Rojas Pinilla habían hundido al país en un profundo pozo de ilegitimidad e incertidumbre. Pactar un nuevo orden político se hizo, en consecuencia, inevitable. Fue por esta razón que se dispuso someter a consideración de la sociedad un proyecto político conciliador, pues solo a través de un plebiscito, tal como lo ha expresado Humberto de la Calle, podría la nación “recuperar el hilo constitucional” perdido tras la Violencia y la dictadura29. La Violencia bipartidista fue desencadenada por el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, ocurrido el 9 de abril de 1948. Este acontecimiento hizo visible la profunda brecha que separaba en dos bandos a las élites políticas y al pueblo. El asesinato de Gaitán –refiere Henderson– lanzó a sus seguidores a un frenesí de venganza y odios. Y en efecto, como veían en su caudillo al más fiero enemigo de la clase alta, no tardaron en suponer que el gobierno conservador había ordenado su asesinato. “La expresión simbólica de esta convicción fue que arrastraron el cuerpo sin vida de Roa Sierra [–el asesino–] cinco cuadras por la carrera Séptima, dejándolo en el umbral del palacio presidencial”, como diciéndole al gobierno de Ospina: “sabemos que vosotros lo habéis planeado, aquí os traemos el instrumento de la injuria”. El odio, como el fuego, había sido avivado. De hecho, el cariz del odio que los liberales sentían en contra de los conservadores quedó tempranamente retratado en la “solitaria figura” de un transeúnte que, al percatarse de lo ocurrido, “sollozaba en una esquina gritándole al vacío: «¡Vamos, cobardes, mátenme! ¡Los reto! Yo soy liberal. ¡Mátenme!»”30. CALLE, Humberto de la. El plebiscito de 1957, la legitimidad fundacional del Frente Nacional. En: CABALLERO A. Carlos y otros. (Editores). Cincuenta años de regreso a la democracia: nuevas miradas a la relevancia histórica del Frente Nacional. Bogotá: Uniandes / Escuela de Gobierno Alberto Lleras Camargo, 2012, p. 120. 30 HENDERSON, James D. La modernización en Colombia: los años de Laureano Gómez, 1889-1965. Medellín: Universidad de Antioquia, 2006, p. 452. 29

CAPÍTULO 1

27

Así tomó brío entre los seguidores de Gaitán las ideas de armarse y conseguir venganza. Por consiguiente, continúa Henderson refiriéndose a los acontecimientos: Uno de los primeros actos de los manifestantes fue asaltar las ferreterías y las tiendas de armas en busca de pistolas, fusiles, machetes y todo lo que pudiera usarse para golpear al gobierno y a sus serviles agentes. Muchos sintieron que se trataba de una revolución política, cuyo resultado inevitable sería instaurar por la fuerza el régimen liberal gaitanista que el caudillo asesinado no había podido establecer por medios democráticos. De ahí los gritos de ‘¡Viva Colombia!’ y ‘¡Abajo los conservadores!’ [con que los iracundos liberales llenaban el ya sombrío ambiente bogotano]31.

Estos sucesos eran el preludio de una guerra civil que después de 1949 solo conocería breves e inexplicables lapsos de paz bipartidista. El panorama general estaría dominado por la intransigencia y la mutua enemistad, hasta desembocar “nada menos que en la suspensión del gobierno democrático”. Hacia junio de 1949 los liberales se presentaron a las elecciones legislativas con la plena seguridad de que serían mayoría en el Congreso, y de que lograrían hacerle una fuerte oposición al gobierno de Ospina, a quien culpaban de la Violencia, porque lo consideraban débil y carente del liderazgo necesario para evitar que el pueblo se desangrara. No obstante, y pese a que constituyeron mayoría en el legislativo, la estrategia resultó incorrecta, pues no tuvieron en cuenta que la Constitución Política facultaba al poder ejecutivo para disolver el Congreso en caso de que el orden público se hallara perturbado. Fue esto precisamente lo que Ospina hizo el 9 de noviembre de 1949: declarar el Estado de Sitio y suspender el Congreso. Ante tamaña acción, los liberales consideraron que solo les quedaba un camino: armar sus guerrillas para conseguir por la fuerza lo que no habían logrado por la vía política. “El gobierno conservador y la oposición liberal se encontraron así en un estado de abierta guerra civil” –acota Henderson32–. A partir de ese momento, y recurriendo al concepto propuesto recientemente por Marco Palacios, no cabe duda que Colombia se en Ibíd. HENDERSON, La modernización en Colombia… Op. cit., p. 463.

31 32

28

El Frente Nacional: una época de incertidumbres...

frascaba en la primera –y en una de las peores– oleadas de “violencia pública”, es decir, en un tipo de violencia tanto social como estatal que requiere de “un discurso de autolegitimación” que justifique –como si algo así pudiera justificarse– la “tragedia de miles de hogares y vecindarios”, el quebrantamiento de “los códigos morales” y el rompimiento de los lazos sociales del país33. Aunque la tarea de esclarecer la magnitud de aquel fenómeno ha sido difícil, dada la carencia de fuentes precisas, la falta de denuncias o la complicidad de las autoridades, los investigadores especializados han ofrecido algunas cifras con la intención de medir el fenómeno de la Violencia: Paul Oquist señala que el número de homicidios perpetrados entre 1946 y 1966 superaron la cota de los 200 000, y que de ese número poco más de 144 000 homicidios se llevaron a cabo en el periodo anterior al Frente Nacional, principalmente entre 1948-195334. Las cifras que en 1961 recolectó el Ministerio de Justicia35 indican que la violencia se desarrolló de manera distinta tanto espacial como cronológicamente. En términos geográficos, entre 1946-1958 en los departamentos de la Costa Caribe la tasa de homicidios era inferior a 4 por cada 100 000 habitantes; en departamentos como Boyacá, Cundinamarca, Antioquia, Tolima y Santander la tasa era de 12 por cada 100 000; en departamentos como Norte de Santander, Tolima, Caldas y Valle del Cauca los índices superaban los cincuenta homicidios, llegando en algunos lugares a registrar hasta 97 y 117 homicidios por cada 100 000 pobladores. En términos cronológicos, las cifras demuestran que en el periodo anterior al Frente Nacional hubo momentos de máxima zozobra. Así por ejemplo, en los departamentos de Santander y Boyacá los picos más altos se experimentaron tempranamente, hacia 1949, con cifras superiores a los 50 y 87 homicidios por cada 100 000 habitantes, mientras que en los departamentos del Tolima y Caldas, hacia 1956 y 1958, la tasa alcanzó la cifra suprema de los 167 y 99 homicidios respectivamente36. PALACIOS, Marco. Violencia pública en Colombia, 1958-2010. Bogotá: FCE, 2012, p. 25. 34 OQUIST, Paul. Violencia, conflicto y política en Colombia. Bogotá: Instituto de Estudios Colombianos, 1978, pp. 1, 16, 17. 35 MINISTERIO DE JUSTICIA. Cinco años de criminalidad aparente 1955-1959. Vol. 2. Bogotá: Ministerio de Justicia, 1961, s. p. 36 SÁNCHEZ, Fabio, y otros. Conflict, Violence and Crime in Colombia. En: COLLIER, Paul, Nicholas Sambanis. (Editores). Understanding civil war: evidence and 33

CAPÍTULO 1

29

Aunque la Violencia fue disímil en todo el territorio nacional sus efectos llegaron a las principales ciudades de los departamentos de Colombia. En distintas regiones, principalmente en los Llanos orientales y la zona cafetera, territorios en los que el Estado a duras penas podía llegar con su brazo armado, las bandas y las guerrillas de origen liberal, en un principio, y comunistas después, empezaron a hacer presencia y a controlar áreas campesinas eliminando adversarios y constriñendo la voluntad popular durante los periodos electorales37. Además del férreo control de la guerrilla en estas zonas, el país empezó a sobredimensionar el impacto de la Violencia. Los episodios de violencia ocurridos entre 1945 y 1964 –advierte Marco Palacios– fueron convertidos por la memoria social en una “colección de testimonios más o menos verídicos, transformados en leyendas fragmentarias por la incontable sucesión de narradores. Los años cincuenta y sesenta dieron aliento a una ola de ensayos, novelas, representaciones teatrales, producciones cinematográficas y creaciones de las artes visuales”38 que difundieron la ‘leyenda negra’ de la Violencia en Colombia. En consecuencia, la Violencia política, tanto en su cruda realidad como en la memoria social, constituyó el primero de los elementos de un contexto sociohistórico que parecía pedir a gritos un nuevo pacto nacional. A este devenir se sumaría un panorama político de dificultades. En 1950, tras declarar el Estado de Sitio y llevar a cabo las elecciones, Mariano Ospina Pérez entregó la presidencia de la República a Laureano Gómez. Este se había propuesto conjurar la violencia por intermedio de una reforma constitucional que buscaba, entre otros aspectos, reglamentar las funciones del poder legislativo, devolverle a la Iglesia un papel preponderante en el control de la educación, limitar la libertad de expresión y quitarle al Congreso de la República la facultad de legislar en lo referente a las funciones de las Fuerzas Armadas. Aunque la reforma solo llegó a ser un proyecto fue mal recibida por el liberalismo; incluso un sector del conservatismo desconfió también de ella. Desde analysis. Washington: The International Bank for Reconstruction and Development/The World Bank, 2005, pp. 121-122. 37 HENDERSON, James D. Cuando Colombia se desangró: un estudio de la Violencia en metrópoli y provincia. Bogotá: El Áncora, 1984, p. 200. 38 PALACIOS, Marco. Entre la legitimidad y la violencia, Colombia, 1875-1994. Bogotá: Norma, 1998, p. 191.

30

El Frente Nacional: una época de incertidumbres...

muy temprano el gobierno de Gómez se granjeó el rechazo tanto de liberales como de conservadores. Laureano Gómez –puntualiza Palacios– “no comprendió que los límites de su autoritarismo estaban trazados de antemano”, y que su “gobierno excluía demasiados intereses”, principalmente los que implicaban a las Fuerzas Armadas, así que no vio venir el cuartelazo que acabó con su gobierno. Y en efecto, “en la noche del 13 de junio de 1953, con el respaldo de Ospina y la plana mayor de la oposición conservadora, el general Gustavo Rojas Pinilla anunció la consumación de un golpe de Estado. La Iglesia, los gremios empresariales y todos los grupos políticos, con excepción de un puñado de laureanistas y del partido comunista, lo avalaron”39. El golpe militar fue recibido con beneplácito por varios sectores políticos; algunos incluso recibieron a Rojas Pinilla como el salvador de la nación40. En todo caso, eran los liberales, principalmente, quienes tras el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán habían acogido la lucha armada o se habían retirado de la arena pública y veían con buenos augurios el régimen de facto. Las primeras disposiciones del nuevo gobierno consistieron en amnistiar a los rebeldes y en restaurar la libertad de prensa. Con el fin de darle mayores visos de legitimad al golpe de Estado, Rojas Pinilla y sus seguidores organizaron una Asamblea Nacional Constituyente para establecer, por un lado, que el 13 de junio había quedado vacante la presidencia; por otro, que el general tomaría posesión del cargo mientras se reorganizaban las instituciones. Tan pronto como ascendió al poder y con la finalidad de asegurar su reelección, el general empezó una maratónica gira proselitista por todo el país; conformó una nómina de gobierno que incluía, aun cuando no de manera equitativa, a liberales y conservadores, siendo estos últimos los más numerosos; solucionó el conflicto llanero, reduciendo el número de muertes de 22 000 entre 1952 y 1953 a 1 900 entre 1954 y 1955, y atacó la corrupción judicial mediante el despido de funcionarios afectos al laureanismo41. En abril de 1954 el general Gustavo Rojas Pinilla convocó nuevamente la Asamblea Nacional Constituyente, la cual había sido disuelta en Ibíd., pp. 210-211. TIRADO MEJÍA, Álvaro. Colombia: siglo y medio de bipartidismo. En: ARRUBLA, Mario. Colombia hoy. 7ª ed. Bogotá: Siglo XXI, 1981, p. 179. 41 HENDERSON, La modernización en Colombia… Op. cit., pp. 533-556. 39 40

CAPÍTULO 1

31

junio de 1953 tan pronto el general fue reconocido en el poder. Rojas anunció que el país aún no contaba todavía con las condiciones de orden público adecuadas para realizar las elecciones presidenciales, de manera que se mantendría en el poder hasta que el orden retornara. Entre tanto, instituyó el sufragio femenino, proscribió constitucionalmente al partido comunista y reemplazó las Asambleas Departamentales y los Consejos Municipales por sendos cuerpos administrativos. En agosto de 1954 la Asamblea Nacional Constituyente prorrogó el mandato de Rojas hasta 1958. Para los liberales esta había sido la jugada política más atrevida de Rojas, y desde sus plataformas de combate periodístico los diarios El Tiempo y El Espectador decidieron contenerla. El régimen respondió ordenando la clausura de los periódicos. Fue entonces cuando la dictadura militar se hizo evidente, y pese a que, bajo la conducción del general Rojas, el país estaba viviendo mejores tiempos en la economía –la bonanza cafetera y la estabilidad monetaria daban cuenta de ello42– no se requerían mayores razonamientos para argumentar que la prórroga de Gustavo Rojas Pinilla bajo el ropaje dictatorial significaba un debilitamiento de la democracia. Los partidos tradicionales no dudaron en negarle al líder militar el apoyo que le endosaron en 1953. Tampoco dudaron en hacerle eco a las demandas que la prensa y un sector político e intelectual de la sociedad venía realizando, por lo menos desde 1954, con respecto a las libertades de expresión y de movilización. La gota que derramó la copa fue la ostensible manifestación de fuerza que el general Rojas Pinilla llevó a cabo el 13 de junio de 1956 en el estadio de fútbol de la capital, cuando presentó ante la multitud el partido político que había fundado y al que denominó la Tercera Fuerza. El evento fue todo un ritual: “miles de asistentes” desfilaron “ante un «Jefe Supremo»” ataviado con “todas sus galas y condecoraciones”, mientras juraban por Dios que le serían leales al pueblo y a las Fuerzas Armadas43. Si a esta proclama política se sumaban el asesinato de un estudiante de la Universidad Nacional ocurrido el 8 de junio de 1954 a manos del batallón Colombia y la imposición de un gravamen a los beneficios de los industriales –hechos que tanto repudiaron los estudiantes y los gremios económicos– los partidos políticos tradicionales y los KALMANOVITZ, Salomón. Economía y nación, una breve historia de Colombia. Bogotá: Tercer Mundo, 1995, p. 407. 43 PALACIOS, Entre la legitimidad… Op. cit., pp. 215-216. 42

32

El Frente Nacional: una época de incertidumbres...

empresarios urgían una nueva salida. Esto es lo que expresó Álvaro Tirado Mejía sobre la tensión de ese momento: … los dirigentes nacionales se pusieron de acuerdo, «depusieron los odios entre los partidos» [y decidieron derrocar] al dictador que a ambos, en su momento, les había servido. Alberto Lleras Camargo, quien se había ausentado de Colombia para servir en Washington como Secretario de la Oea, volvió al país y como jefe del Partido Liberal voló a España en donde estaba exiliado Laureano Gómez. Entre ambos encontraron una forma de entendimiento (…) consistente en que a partir de 1958, y durante dieciséis años, los cargos públicos se repartirían por mitades entre liberales y conservadores, y que presidentes de ambos partidos se alternarían en el gobierno cada cuatro años, [dando origen al Frente Nacional]44

La dictadura militar de Rojas fue, por consiguiente, el segundo de los elementos contextuales que posibilitarían el surgimiento del Frente Nacional. En síntesis, tras el asesinato de Gaitán se profundizó en Colombia una oleada de violencia que devendría en una confrontación civil de largo aliento y en la que liberales y conservadores defenderían con las armas lo que para sus líderes políticos no eran más que ideas. Para dar solución a esta persistente y ya inaguantable situación de violencia, los partidos apelaron a la figura de Gustavo Rojas Pinilla, apoyando un golpe militar. El dictador, efectivamente, se encargó de ponerle un freno a la violencia, acudiendo no solo a la confrontación armada sino a la amnistía de quienes se desmovilizaran. Cumplida la tarea, y ante las pretensiones de Rojas por mantenerse en el poder, los partidos políticos junto con la Iglesia, los gremios, los trabajadores y los estudiantes, sectores sociales que desde tiempo atrás ya se sentían vulnerados por el régimen, protestaron contra la dictadura, y a través de una Junta Militar recuperaron la legitimidad necesaria para volver a gobernar. Así nació el Frente Nacional. Los partidos políticos y los ciudadanos que demandaban un cambio aceptaron modificar la organización y el ejercicio del poder público en un plebiscito, acordando un gobierno conjunto entre los dos partidos tradicionales, con responsabilidad compartida y bajo el presupuesto de conducir de nuevo la República por el camino de la democracia45. TIRADO MEJÍA, Colombia: siglo y medio de bipartidismo… Op. cit., p. 183. HARTLYN, Op. cit., p. 22.

44 45

CAPÍTULO 1

33

1.2. Los cambios El plebiscito que le dio vida al Frente Nacional se realizó el lunes primero de diciembre de 1957. Aquel día, por primera vez en la historia republicana, las mujeres colombianas votaron en las urnas. Al final de la jornada el expresidente Alberto Lleras Camargo confirmaba que el documento del acuerdo entre los partidos había sido refrendado por el 94,8% de los votantes, es decir, por 4 169 294 votos. Solo el 4,7% de los ciudadanos votó en contra. Si se tiene en cuenta que en el plebiscito participó el 81,95% del censo electoral, no cabe duda que el Frente Nacional obtuvo la legitimidad democrática que los partidos esperaban46. ¿Por qué los colombianos votaron favorablemente? En síntesis, el documento del acuerdo señalaba lo siguiente47: 1. Les otorgaba a las mujeres los mismos derechos políticos que ya tenían los varones. 2. Establecía la paridad de cargos, tanto de elección popular como de nombramiento administrativo, entre los partidos Conservador y Liberal. 3. Señalaba que para dirimir impases en cualquier corporación se consideraba que la mayoría estaría conformada por las dos terceras partes. 4. Le reconocía al presidente de la República el derecho a nombrar y remover libremente a los miembros de su gabinete, pero le obligaba a dar participación a los dos partidos políticos en la misma proporción en que estuvieran representados en las cámaras legislativas. 5. Otorgaba al Congreso de la República la facultad de establecer y regular las funciones y garantías de los empleados públicos. 6. Prohibía que los empleados y funcionarios públicos tomaran parte en actividades proselitistas, sin perjuicio de ejercer libremente el derecho al sufragio.

CALLE, Op. cit., p. 130. Decreto legislativo No. 247 de 1957. [en línea]. [Consultado 9 nov. 2013]. Disponible en: http//camara.gov.co/007/01_1957_HTML

46 47

34

El Frente Nacional: una época de incertidumbres...

7. Señalaba que en ningún caso la filiación política de los ciudadanos podría determinar su nombramiento para un empleo o cargo público, ni su destitución o promoción. 8. Indicaba que los miembros del Congreso y de las asambleas departamentales no tendrían sueldo permanente, sino asignaciones diarias durante el término de las sesiones. 9. Establecía que el gobierno invertiría el 10% de su presupuesto general de gastos en la educación pública. 10. Ordenaba que las reformas constitucionales solo las podría hacer el Congreso.

En este marco legal y legítimo los líderes del nuevo régimen político intentaron recobrar el rumbo democrático de la nación. ¿Cuál fue su desenvolvimiento, su puesta en marcha, sus logros y problemas? Tras resultar vencedor en las elecciones del 4 de mayo de 1958, Alberto Lleras Camargo recibía un país que aún era azotado por el bandolerismo y el enfrentamiento de odios a muerte, principalmente en el campo, entre liberales y conservadores. Si bien las tasas de homicidios no llegaban a los picos de la primera fase (1947-1953), el conflicto todavía arrojaba cifras de muertos en un alto número48. Para bajar la intensidad del conflicto en el país, Lleras Camargo decidió, por un lado, mantener el programa de amnistía e indultos que la Junta Militar había instaurado; por otro, crear un comité de rehabilitación de las víctimas de la violencia. Sus esfuerzos tuvieron un éxito relativo. Un año después la reducción de las muertes relacionadas con la violencia política fue significativa –un tercio menos en relación con el año anterior–, pero esto indicaba que aún morían por esta causa poco menos de dos mil personas al año. La violencia era solo uno de los problemas que los presidentes del Frente Nacional debían afrontar. El país empezaba a experimentar nuevos y graves problemas socioeconómicos: el crecimiento demográfico, la crisis cambiaria, el déficit fiscal, la desigualdad social, la concentración de la propiedad de la tierra. Afrontar estos problemas implicaba dar cabida a las demandas de una sociedad en vertiginoso cambio, en un país que se debatía entre la modernización económica HENDERSON, La modernización en Colombia… Op. cit., Anexo 2.

48

CAPÍTULO 1

35

para dar respuesta a los problemas inmediatos y el acometimiento de reformas profundas para realizar en el corto plazo. El crecimiento demográfico era una tendencia global que incidía tanto en el campo como en la ciudad, y alarmaba no solo a los empresarios y educadores locales sino a los técnicos extranjeros que asesoraban a los nuevos gobiernos. El mismo Lleras Camargo consideraba, particularmente, que el país no estaba preparado para diseñar políticas dirigidas a contener el rápido crecimiento demográfico. Como la Iglesia y el Partido Conservador ejercían una fuerte presión para evitar que el Estado implementara y dirigiera programas modernos para el control de la natalidad, los gobiernos frentenacionalistas recurrieron a entidades privadas para la aplicación de tecnologías modernas de control natal. La medida, se quiera o no reconocer, resultó buena, pues, en última instancia, evitó que el programa se politizara, con lo cual llegó a la gran mayoría de la población49. La crisis cambiaria iniciada en 1957, por su parte, apenas pudo ser contenida hacia 1960, pues el fenómeno adquirió rápidamente un talante estructural y de mayor duración. Como la política de industrialización necesitaba de la importación de insumos industriales y agrícolas, y debido a que las exportaciones de materias primas crecían a un menor ritmo, la balanza de pagos siempre fue negativa. El fenómeno, común en casi toda América Latina, llevó a países como Colombia a adoptar el modelo de las dos brechas, un concepto económico de la época según el cual los países pobres debían, por un lado, aumentar sus exportaciones, y por otro, captar más ayuda internacional, puesto que se creía que los principales problemas de los países en desarrollo derivaban de la falta de divisas y ahorros. El modelo de las dos brechas condicionó la política económica de todo el periodo, obligando a los gobiernos del Frente Nacional no solo a concentrar sus esfuerzos administrativos en la gestión de los créditos externos, sino a organizar sus propios presupuestos en consonancia con los intereses de las agencias bancarias que accedían a inyectar las divisas que el país necesitaba50. URRUTIA, Miguel. Política económica y social en el régimen de coalición. En: CABALLERO A., Op. cit., p. 242. 50 KALMANOVITZ, Op. cit., pp. 429-430. 49

36

El Frente Nacional: una época de incertidumbres...

Pero no todo era negativo, la reciente democratización del país, en medio de un ambiente en el que cundían en América Latina las amenazas de totalitarismos de izquierda y derecha, le permitió a Colombia granjearse el favor de los EE.UU. Ciertamente, en el periodo del Frente Nacional la ayuda extranjera fluyó constantemente hacia Colombia, sobre todo a partir del gobierno del presidente Kennedy, quien, con “la intención de repetir el éxito del Plan Marshall en Europa”, creó para América Latina la Alianza para el Progreso. La ayuda externa se convirtió, por consiguiente, en un eje central de la política económica y social de los gobiernos del Frente Nacional, en principio, porque era la única manera de acceder a créditos blandos y de largo plazo y, en última instancia, porque no se conocía otro camino para fortalecer la estructura económica del país. Algunos historiadores económicos consideran que no había otra opción, pues sin el aval de las agencias internacionales –como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial– la economía colombiana apenas hubiera sido un remedo financiero51. Con todo, el país jamás dejó de experimentar los altibajos propios de la economía del mercado. Esta política macroeconómica fue objeto de varios y periódicos desequilibrios cambiarios, debido, principalmente, a que Colombia mantenía tasas de inflación superiores a las internacionales. Esto obligaba a los gobiernos a “realizar devaluaciones nominales periódicas”, lo cual acarreaba costos políticos altos, pues era necesario ajustar los precios de productos y servicios fundamentales en la economía, como los alimentos importados, la gasolina y el transporte. No fueron pocas las manifestaciones protagonizadas por la sociedad civil con el fin de exigir el desmonte de aquellas regulaciones gubernamentales estrictamente económicas que terminaban perjudicando a la mayoría de la sociedad52. Otro problema que debió afrontar los gobiernos del Frente Nacional fue el constante déficit fiscal. Efectivamente, durante todo el periodo el país experimentó una profunda “restricción fiscal”. Hacia 1969 el Informe Musgrave señalaba que las arcas del país apenas acumulaban un 8% del producto interno bruto, pese a que los gobiernos de Lleras Camargo y Valencia habían adelantado y fortalecido una reforma tri URRUTIA, Op. cit., p. 247. ARCHILA, Idas y venidas… Op. cit., pp. 221-235.

51 52

CAPÍTULO 1

37

butaria53. La dificultad social se relacionaba con la imposibilidad del Estado para hacerse cargo de la provisión de bienes y servicios públicos, así como de los subsidios que el sector productivo requería54. La falta de recursos tributarios aumentaba la dependencia del crédito externo, y como este solo apoyaba las inversiones en infraestructura, el sector de los servicios quedaba prácticamente desahuciado. Solo el sector educativo, sin duda gracias a que el mismo plebiscito lo ordenaba, contaría con una bolsa de inversión mayor. Durante el Frente Nacional la inversión pública en educación aumentó del 1% del PIB, entre 1938 y 1958, al 3,5% a principios de la década del sesenta55. Los gobiernos del Frente Nacional también debieron lidiar con graves problemas de desigualdad social y de concentración de la tierra. El país requería de una reforma agraria. Ya en 1951 el Banco Mundial “había sostenido que la tierra de los latifundios estaba mal utilizada” y que “una reforma agraria no solo mejoraría la distribución del ingreso, sino que también aceleraría el crecimiento de la producción agrícola”56. Una reforma agraria fue considerada como una estrategia adecuada para subsanar tales desigualdades.No obstante, como bien lo ha demostrado Albert Berry, “los objetivos planteados durante [el Frente Nacional] no pudieron cumplirse”57. El Frente Nacional tuvo en la reforma agraria la solución al conjunto de problemas que sufría el país durante el siglo XX. Empero, su inadecuada y débil aplicación constituyó su mayor fracaso58. La iniciativa pretendía tanto redistribuir la tierra como propiciar la industrialización del sector agrario. Para impulsar esta iniciativa Alberto Lleras Camargo firmó la Ley 135 de 1961 con la cual se creaba el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (Incora), un organismo que tendría a su cargo el MUSGRAVE, Richard A. Informe Musgrave: bases para una reforma tributaria en Colombia. Bogotá: Biblioteca Banco Popular, 1969, p. 36. 54 JUNGUITO, Roberto y RINCÓN, Hernán. La política fiscal en el siglo XX en Colombia. En: ROBINSON, James y URRUTIA, Miguel (ed.) Economía colombiana del siglo XX: un análisis cuantitativo. Bogotá: FCE, 2007, p. 281. 55 RAMÍREZ G., María Teresa y TÉLLEZ, Juana Patricia. La educación primaria y secundaria en Colombia en el siglo XX. En: ROBINSON, y URRUTIA (ed.). Op. cit., p. 475. 56 URRUTIA, Op. cit., p. 249. 57 BERRY, Albert. La tragedia de la reforma agraria del Frente Nacional. En: CABALLERO A., Op. cit., p. 296. 58 Ibíd. 53

38

El Frente Nacional: una época de incertidumbres...

proceso de titulación de tierras baldías y la búsqueda de mecanismos adecuados para hacer más productivo al agro colombiano. Puntualmente, la Ley obligaba a los terratenientes, so pena de extinción de dominio, a modernizar los medios de explotación del suelo y a efectuar sobre este un uso más adecuado59. Con todo, ni lo uno ni lo otro dio resultados duraderos, pues la implementación de la Ley siempre fue obstaculizada por los grandes hacendados. Durante el gobierno de Guillermo León Valencia la reforma agraria no fue enteramente suspendida, experimentó una profunda desaceleración. En el gobierno de Carlos Lleras Restrepo, quien había impulsado la Ley desde el Congreso durante el gobierno de Lleras Camargo, la medida nuevamente cobró vitalidad. En esta ocasión, el Estado se preocupó por organizar al campesinado colombiano a través del Decreto 755 de 1967, el cual ordenaba realizar un registro de todos los campesinos usuarios de servicios estatales, de manera que se pudiera contar con información fidedigna sobre el tamaño de este sector social. Finalmente, con el retorno de los conservadores al poder en 1970, la anhelada ilusión de los campesinos colombianos de alcanzar una mayor igualdad e inclusión social se desvanecía. Pese que para esta época el proceso de modernización agrícola había empezado a andar, antes de terminar el periodo de Misael Pastrana, el Gobierno y los grandes propietarios acordaron abandonar definitivamente la reforma60. En conclusión –dice Absalón Machado– durante todo el periodo del Frente Nacional el “proceso reformista se vio obstaculizado por factores políticos, económicos y jurídicos, y otros de carácter operativo y técnico” que lo hicieron inviable61. Por lo demás, cabría enfatizar, ya para cerrar este apartado, en dos aspectos que durante el periodo protagonizaron los nuevos actores sociales: el estudiantado y las agrupaciones de la sociedad civil que el régimen dejaba por fuera del juego político. Luego de la caída de Gustavo Rojas Pinilla y de la transición política hacia el régimen bipartidista, la sociedad colombiana vio emerger con MACHADO, Absalón. La cuestión agraria en Colombia a fines del milenio. Bogotá: El Áncora, 1998, p. 133. 60 BERRY, Op. cit., p. 309. 61 MACHADO, Absalón. La reforma agraria en la Alianza para el Progreso. En: Seminario Internacional 50 años de la Alianza para el Progreso en Colombia: lecciones para el presente. Bogotá: Centro de Estudios Estadounidenses, septiembre 7 a 9 de 2011, p. 13. 59

CAPÍTULO 1

39

una fuerza considerable a los jóvenes universitarios. Como se sabe, el Frente Nacional y su estructura burocrática paritaria si bien permitió la disminución de la violencia bipartidista y luego bandolera62, sirvió de fundamento para el surgimiento de la violencia contraestatal protagonizada por los diferentes grupos guerrilleros63. La segunda mitad de los años sesenta presenció cierto agotamiento del pacto político y los esfuerzos de reinvención del poder ejecutivo en cabeza de Carlos Lleras Restrepo. Interesado en propiciar una democracia más directa, tomó cierta distancia de los partidos políticos y optó por una política de mano fuerte hacia los sectores opuestos al sistema político. Muestra de ello fue la ilegalización de la Fundación Universitaria Nacional (Fun) y la represión a la que fueron sometidas todas las expresiones de reivindicación social y política64. El 24 de octubre de 1966 el presidente Lleras decidió acudir a la Universidad Nacional en compañía de John Rockefeller a la inauguración de un edificio que se había construido con el apoyo del magnate estadounidense. La protesta obligó a la fuerza pública a invadir la ciudad universitaria y a detener a varias decenas de estudiantes. Para el mes de noviembre la Fun se hallaba desmantelada, dirigiéndose a su disolución final luego de ser declarada ilegal. Este tipo de acciones autoritarias arraigó más el escepticismo de la población hacia el Frente Nacional. Las condiciones para una oposición cada vez más organizada empezaron a madurar. Si con la sociedad civil las relaciones no eran las mejores, la situación en el interior de la dirigencia política no era menos conflictiva, más aún cuando uno de sus grandes proyectos era adelantar una reforma institucional de gran calado que permitiera la modernización del Estado y del país. Como ya era costumbre, las negociaciones del gobierno con los políticos de cada partido, siempre interesados en no perder posiciones de poder en el Congreso o en las gobernaciones, estuvieron en la base del desarrollo de la agenda política. En estas ACEVEDO TARAZONA, Álvaro. El símbolo de un Robín Hood vengador en el oc-

62

cidente de Colombia. En: Revista Estudios Humanísticos-Historia. No. 3 (2004); pp. 45-66. 63 VARGAS, Alejo. Política y armas al inicio del Frente Nacional. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1996, p. 69. 64 LEAL BUITRAGO, Francisco. La participación política de la juventud universitaria como expresión de clase. En: CÁRDENAS, Martha y DÍAZ URIBE, Alberto (ed.). Juventud y Política en Colombia. Bogotá: FESCOL/Instituto SER, 1984, p. 192.

40

El Frente Nacional: una época de incertidumbres...

condiciones, Lleras se dio a la tarea de impulsar una reforma constitucional de cierta envergadura, la cual fue interpretada como una reforma que concentraba el poder en el Ejecutivo, en detrimento de las otras ramas de la administración pública. Se pretendía cambiar, entre otros aspectos, los siguientes: el requisito de las dos terceras partes para aprobar proyectos en el Senado, la supresión de la iniciativa legislativa en materia presupuestal, la modificación del periodo de Representantes a la Cámara (de dos a cuatro años) y la limitación del número de congresistas. A ello se sumaban otras tentativas para cambiar los regímenes municipal y departamental, como la modificación de los periodos de elección de concejos e incluso la creación de nuevos departamentos. Con muchos avatares, la reforma terminó sancionándose el 13 de diciembre de 1968. Este éxito legislativo no aminoró el afán reformista del presidente Lleras. La reforma constitucional de 1968 pretendía hacer del Estado un instrumento mucho más racional e influyente en la dirección de la sociedad. En julio de aquel año fue emitido un decreto que organizaba la carrera administrativa en diferentes sectores, al tiempo que creaba las agencias de planificación y coordinación económica. El fortalecimiento del Departamento de Planeación y la creación del Consejo Nacional de Política Económica y Social (Conpes) sirvió de acicate para dirigir racionalmente la cooperación y la inversión extranjera y, en general, para planificar el desarrollo. En materia educativa se creó el Icfes. Finalmente, y pese a que se chocaba directamente con el equilibrio clientelista del sistema, la reforma también se propuso modernizar el sistema de administración local y regional65. Por su parte, las relaciones con los actores sociales no fueron menos complicadas y azarosas. Si bien inicialmente las centrales obreras (Unión de Trabajadores de Colombia, UTC y Central de Trabajadores de Colombia, CTC) no realizaron considerables manifestaciones, ciertas medidas económicas lesivas a los intereses de los trabajadores estimularon el enfrentamiento contra el gobierno. La propuesta de capitalizar el Fondo Nacional del Ahorro con los aportes de cesantías de los obreros generó SILVA LUJÁN, Gabriel. Carlos Lleras y Misael Pastrana: reforma del Estado y crisis del Frente Nacional. En: TIRADO MEJÍA, Álvaro (Director). Nueva Historia de Colombia. Tomo II: Historia Política 1946-1986. Bogotá: Planeta, 1989, pp. 237-251.

65

CAPÍTULO 1

41

una aguda desconfianza y distanciamiento de los sindicatos y empleadores. El descontento se desbordó cuando en 1969 se convocó a manifestaciones contra el alza de los precios del transporte. Las acciones iniciaron en Cali animando la convocatoria a paro general, el cual no se llevó a cabo finalmente aun cuando ya se mostraba la progresiva oposición al régimen. Cabe destacar que varias de estas acciones no eran lideradas por políticos o estructuras partidistas de izquierda reconocidas, sino por sacerdotes cercanos a la teología de la liberación66. En cuanto a la política exterior el gobierno dio muestras de cierta independencia frente a Estados Unidos; incluso llegó a criticar varios postulados de la Alianza para el Progreso y la misma guerra de Vietnam. Esto se vio acompañado de un restablecimiento de relaciones con los países del este de Europa y con el fortalecimiento de las relaciones con los países andinos. El gobierno también hizo eco de una política mundial de planificación familiar y de control natal que los estudiantes y varios sectores de izquierda vieron como un directo intervencionismo estadounidense en la vida nacional. Todas estas tensiones, impulsadas sin duda por las acciones reformistas de Carlos Lleras, pusieron de presente una situación de crisis social general. La primera en manifestar las crisis fue la Iglesia. Esta venía experimentado cambios considerables en su dinámica interna, no solo en cuanto a la lucha por mantener sus privilegios como institución secular respecto al poder civil, sino por los vientos de renovación en su interior67. La renovación de la Iglesia en este periodo era efecto del impacto del Concilio Vaticano II (1962-1965) y de la II Conferencia Episcopal Latinoamericana celebrada en Medellín en 1968. La importancia de estos dos eventos para posicionar en el interior de la Iglesia católica una opción por los pobres es reconocida en el marco de los cambios que experimentaron el país y el continente en aquellos años. Las figuras de Camilo Torres en Colombia, el grupo Golconda o los Sacerdotes por América Latina (Sal) son las más reconocidas para el caso colom RESTREPO, Javier Darío. La revolución de las sotanas: Golconda 25 años después. Bogotá: Planeta, 1995. 67 ARIAS TRUJILLO, Ricardo. El episcopado colombiano en los años 1960. En: Revista de Estudios Sociales. No. 33 (ago. 2009); pp. 79-90; ECHEVERRY, Antonio José. Teología de la liberación en Colombia: un problema de continuidades en la tradición evangélica de opción por los pobres. Cali: Universidad del Valle, 2007, pp. 95-158. 66

42

El Frente Nacional: una época de incertidumbres...

biano. La lectura del evangelio social para los sectores populares y la propuesta de una Teología de la Liberación tendrían un interesante eco en la organización de la protesta popular y en la configuración de un campo de izquierda en el país. También el sector educativo manifestó algunos síntomas de crisis. Desde 1966 los conflictos con los estudiantes se hicieron cada vez más comunes, llegando en ocasiones asumir ribetes violentos y fuertemente contestatarios68. Como puede verse, los años centrales del Frente Nacional se caracterizaron por una crisis social que si bien no desestabilizó al régimen, sí representó un campanazo de alerta respecto al agotamiento del sistema político. De hecho, la agitación social tuvo en este instante su momento de protagonismo, especialmente en cabeza de los campesinos y estudiantes, quienes enarbolaron la lucha en contra de las políticas de modernización agrícola que, sobre todo en la época de Lleras Restrepo, derivó en la precarización de las condiciones de vida de millares de labriegos. Con ello, la reforma agraria pasó de ser un programa de gobierno a constituir una lucha social no solo del campesinado, sino del estudiantado que emergía como una vanguardia revolucionaria. En consecuencia, el Frente Nacional fue un periodo en el que la movilización estudiantil experimentó un súbito auge. Aunque el estudiantado nunca pudo organizarse como una sola fuerza nacional, la radicalización ideológica vinculada a las múltiples líneas de la ideología de izquierda le permitió a los universitarios ciertos acuerdos programáticos, entre los cuales uno de ellos no tenía discusión: la prioridad era la revolución social y su detonante se encontraba cruzando las puertas de la universidad y volcándose a la concientización de las masas en los sectores populares. Esto implicaba que la universidad era un medio y no un fin en sí mismo para alcanzar la revolución social. Desde finales de 1969 los conflictos estallaron en universidades como la Tecnológica de Pereira e Industrial de Santander, a las que se sumaron las universidades Nacional, del Valle y de Antioquia e incluso algunas universidades privadas como la Gran Colombia y la Pontificia Bolivariana en Medellín. Ante el cierre de la Universidad Nacional desde el 24 de febrero hasta el 13 de abril la situación para 68

PÉCAUT, Daniel. Crónica de cuatro décadas de política colombiana. Bogotá: Norma, 2006, pp. 41-70.

CAPÍTULO 1

43

el primer trimestre de 1970 se complicó. Las universidades privadas más importantes de la capital se solidarizaron con la Universidad Nacional. El panorama se oscurecería aún más para el gobierno debido a la convocatoria de huelga general de la Central de Educadores. En resumen, la crisis sociopolítica de fines del gobierno de Carlos Lleras Restrepo fue un síntoma del rechazo que el régimen frentenacionalista inspiraba entre los nuevos actores sociales. La movilización estudiantil del año setenta y uno fue tan grande que logró paralizar al sistema universitario y poner en jaque al gobierno, algo antes ni siquiera imaginable. Y si bien en aquel momento los trabajadores mantuvieron la calma, debido principalmente a la existencia de una legislación que restringía fuertemente las huelgas, no cabe duda de que el estudiantado acogía el descontento general de la sociedad con respecto al régimen69. En todo caso, para estudiantes, trabajadores, campesinos y empleados el régimen frentenacionalista ya no lograba articularlos en torno a la idea de la unidad nacional. El último periodo presidencial del Frente Nacional era una muestra palpable del agotamiento del sistema. Como resultado de la reforma constitucional de 1968, las elecciones de 1970 para asambleas departamentales y concejos municipales no siguieron la regla de la paridad, lo que permitió la competencia política en todos los niveles político-administrativos. Este mecanismo de desmonte gradual de la estructura política del régimen sirvió de ensayo para la contienda presidencial de 1970, una lucha en la que se enfrentaron liberales, conservadores, anapistas y comunistas. Aunque el vencedor fue Misael Pastrana Borrero, un candidato con el cual el Frente Nacional lograba salir ileso, la contienda demostró que el país, o por lo menos la mayoría ciudadana, ya no confiaba en el régimen. Los datos de las elecciones y la controvertida elección de Pastrana eran el mejor argumento. El candidato a la presidencia Gustavo Rojas Pinilla denunció que en la elección de Pastrana se había cometido fraude; según sus estimativos, él había ganado con amplia mayoría. No obstante, los datos oficiales señalaron que Rojas Pinilla había obtenido 1 561 468 votos, mientras que su más fuerte contendiente, Pastrana, había ga ARCHILA, Mauricio. Protesta Social y Estado en el Frente Nacional. En: Controversia. No. 170 (may. 1997); pp. 9-55.

69

44

El Frente Nacional: una época de incertidumbres...

nado el favor de 1 625 025 sufragantes70. Poco más de 60 000 votos habían hecho la diferencia, un dato sin duda significativo si se tenía en cuenta que la Anapo de Rojas era la antítesis del Frente Nacional. Fraude o diferencia casi insignificante, los resultados electorales de 1970 dejaron muy claro el nivel de agotamiento de un sector importante del electorado. Como la Anapo había podido aglutinar en sus bases a liberales y conservadores –sin contar a los diferentes grupos de izquierda que sentían afecto por el giro populista que a veces tomaba el discurso del exdictador–, era evidente que la situación en que Pastrana recibía la presidencia no era la más favorable. Y si la animadversión del populacho le resultaba al presidente poca cosa, de la resistencia anapista que encontraría en el Congreso no podría opinar igual, razón por la cual los últimos cuatro años del Frente Nacional requirieron del Estado de Sitio para garantizar su normal desarrollo. El repunte electoral de Rojas Pinilla constituyó un desafío considerable al régimen bipartidista, además de traducirse en un agravamiento de la crisis social y política71, manifestada en un aumento de las protestas sociales72. El gobierno de Misael Pastrana Borrero identificó que las demandas sociales de gran parte de la población marcarían el ritmo de su gestión. Muestra de ello fueron los intentos de reforma en varios temas esenciales, entre ellos la extensión de la seguridad social a las áreas rurales, la continuación de la intervención del Gobierno en la economía, el mejoramiento del empleo y una reforma educativa dirigida a todo el sistema. A esto se sumaba la intención de profundizar la reforma agraria de su antecesor, aunque mejorando las relaciones con el sector privado de la economía. No obstante, y debido, principalmente a que la situación en el campo se tornaba difícil, pues los programas oficiales no daban abasto, la reacción de los campesinos consistió en MAYORGA GARCÍA, Fernando. Historia de la organización electoral en Colombia (1888-2012): vicisitudes de la consolidación democrática en un país complejo. Bogotá: Universidad del Rosario/Facultad de Jurisprudencia, 2013, p. 195. 71 AYALA DIAGO, César. El populismo atrapado, la memoria y el miedo: el caso de las elecciones de 1970. Medellín: La Carreta/Universidad Nacional de Colombia, 2006. 72 DÍAZ FAJARDO, Jhonney. ¡El pueblo unido jamás será vencido! La protesta popular en Santander 1970-1984. Bucaramanga, 2012. Tesis (Historiador). Universidad Industrial de Santander. Bucaramanga. Facultad de Ciencias Humanas. Escuela de Historia, p. 60. 70

CAPÍTULO 1

45

radicalizar su lucha. Estimulados por la idea de la expropiación se lanzaron en masa a la invasión de tierras durante el primer semestre de 1971. La Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (Anuc), creada por Alberto Lleras con el objeto de organizar el acceso de los campesinos a los servicios del Estado, progresivamente fue tomando distancia de los lineamientos oficiales para acercarse a otros movimientos sociales, como los obreros y los estudiantes, con el fin de propiciar situaciones revolucionarias. Cabe recordar que los usuarios campesinos experimentaron una politización hacia la izquierda que los condujo a promover o apoyar las invasiones de tierra y acudir a otras formas de protesta como la toma de oficinas públicas. Con estos nuevos aires de protesta social, la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC) la emprendió contra el Incora, al punto que las presiones obligaron al Gobierno a realizar una revisión de la política agraria. Como resultado, en el mes de noviembre se publicó un informe que recomendó disminuir el ritmo y la intensidad de las medidas reformistas73. Con unas organizaciones campesinas cada vez más alejadas de la órbita gubernamental, una aguda situación de movilización universitaria y una fuerte tensión con los maestros y otros gremios nacionales, el Frente Nacional parecía derrumbarse. Apenas parecía lógico que el gobierno de Pastrana intentara combatir la resistencia social señalando nexos entre los manifestantes y los grupos subversivos. La agitación social que se vivió en los primeros años de la década del setenta fue asociada a la presencia de guerrilleros en las organizaciones sociales. En este marco se inscribió la protesta universitaria que paralizó la educación universitaria durante todo el año de 1971 y que haría parte destacada de la oposición política y social al último periodo constitucional del Frente Nacional74. A tenor de la crisis, el último gobierno del Frente Nacional tenía una doble cara. Por una parte, la situación política no era la mejor para En alguna medida se sigue el planteamiento de Mauricio Archila referente al “descuido de lo social” por parte del Frente Nacional, más allá de las tentativas, siempre tímidas e insuficientes que acometieron en cuestiones como la propiedad de la tierra. Esto explica, en parte, el incremento desmesurado de las invasiones de tierras y tomas de oficinas públicas por parte de las organizaciones campesinas. Para el argumento de Archila véase: ARCHILA, Mauricio. El Frente Nacional: Una historia de enemistad social. En: Anuario de Historia Social y de la Cultura. No. 24 (1997); pp. 189-215. 74 PÉCAUT, Op. cit., pp. 73-135. 73

46

El Frente Nacional: una época de incertidumbres...

los partidos tradicionales, toda vez que al agotamiento del régimen paritario se le sumó la atomización partidista y la emergencia de una fuerza política cuya principal pretensión era la de constituirse en el tercer partido de la nación –la Tercera Fuerza de Rojas Pinilla–. Este desplazamiento político se fundó en cierta polarización social expresada en la votación presidencial cuando los sectores populares se inclinaron por Rojas Pinilla, mientras que los sectores medios depositaron su voto por Pastrana. Esta realidad ponía en riesgo el carácter bipartidista del sistema político en el país y con ello al mismo Frente Nacional. Por otro lado, las movilizaciones de estudiantes, campesinos, obreros y trabajadores oficiales, radicalizados o no, lograron en ocasiones darle golpes contundentes al sistema. La manera en que procedieron los campesinos expropiando por su cuenta grandes extensiones de tierra, promoviendo la autogestión económica y manifestando el clamor por una reforma agraria, alarmó tanto al Gobierno que lo obligó, con la aquiescencia o más bien con la demanda de los terratenientes y los gremios, a poner fin a la reforma agraria. Cercanos o directamente influenciados por las diferentes corrientes de la izquierda, estos actores sociales reprodujeron las tensiones ideológicas y políticas de toda una época. El 16 de abril de 1972 se realizaron las elecciones para los cargos locales y departamentales. En un contexto social caracterizado por la crisis, que el panorama político se modificara era apenas obvio. Lo que no parecía evidente, sin embargo, era que el bipartidismo nuevamente saliera indemne. Los partidos tradicionales continuaron sus pugnas internas, pero le dieron a Pastrana un margen de maniobra adecuado para que terminara su periodo presidencial. En las filas liberales se planteó un duro enfrentamiento entre el ala de los turbayistas y el ala de los lopistas. En las toldas conservadoras, por su parte, la lucha enfrentó a los ospinistas contra los alvaristas. La izquierda saltaba al ruedo con el Movimiento Obrero Independiente Revolucionario (Moir). El gran derrotado era el movimiento de Rojas Pinilla. ¡Qué coincidencia! Tal como había ocurrido en 1957, quince años después el anapismo de Rojas no se pudo sintonizar, de un lado, con la radicalización de sus bases, y del otro por desgaste político o porque en varios municipios actuó como cuota burocrática. Desactivada la amenaza anapista, el Frente Nacional confirmó en su último gobierno que la fidelidad bipartidista seguía viva, y que si bien ya no

CAPÍTULO 1

47

parecía necesario mantener un régimen de unidad nacional, en lo que restaba del siglo XX el ordenamiento político bipartidista seguiría primando, aunque en el marco de una nueva estrategia económica mundial: el desmonte paulatino del Estado de bienestar.

1.3. Las protestas Los años de 1968 a 1971 fueron muy conflictivos para el país, especialmente para la vida universitaria. Este año se manifestaron las tendencias revolucionarias de una época que vería consolidar el poderío de los Estados Unidos en el mundo. En el ambiente universitario los jóvenes vieron en el movimiento francés de Mayo del 68 la válvula de escape para salir de los tradicionales esquemas de la sociedad colombiana y para rechazar toda forma de autoritarismo y de imperialismo auspiciado por la tecnocracia universitaria. Según Le Bot, este periodo se caracterizó por la creación de nuevos grupos junto con una redefinición de las luchas que tuvieron como objetivo la batalla contra el imperialismo norteamericano encarnado en el Plan Básico, la Fundación Ford en la Universidad Nacional, los Cuerpos de Paz y la Fundación Rockefeller en ciudades como Cali y Pereira75. Otra característica de la protesta universitaria de este periodo, específicamente desde 1970, fue la vinculación de las universidades privadas a los conflictos, de la misma manera que de algunos sectores de profesores universitarios preocupados por las ocupaciones militares y la posible imposición del Plan Básico. A la par, los estudiantes propiciaron nuevas formas de organización como los Encuentros Nacionales Universitarios (seis durante 1971), toda vez que no existieron instancias organizativas de carácter nacional que aglutinaran a todas las tendencias políticas estudiantiles76. LE BOT, Yvon. Educación e ideología en Colombia. Bogotá: La Carreta, 1985, p. 98. Para el tema de los Cuerpos de Paz véase: MEJÍA RODRÍGUEZ, Sandra Patricia y CORREA, John Jaime. Ganar las mentes y los  corazones del pueblo: presencia de los Cuerpos de Paz y discurso antiimperialista en la Universidad Tecnológica de Pereira, 1969. (Seminario Internacional La historia de América Latina hoy: 1-3 de junio de 2011). Tunja, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. 76 LE BOT, Op. cit., pp. 98-99; PUIG, Julio y ZULUAGA, Olga (Comp.). Documentos teóricos internos al movimiento estudiantil 1971. Medellín: Universidad de Antioquia, 1974, pp. 263-269 y 169-185. 75

48

El Frente Nacional: una época de incertidumbres...

Nada más previsible entonces que la confrontación entre Gobierno y estudiantes hubiese continuado su marcha y se hubiese polarizado en estos años. Si bien hubo durante el periodo hubo numerosos enfrentamientos, sin duda los más importantes se dieron desde 1968 con el paro en la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional, el cual exigía la suspensión de la ayuda de la Fundación Ford y la instauración de “un estatuto adecuado para la colaboración económica y técnica extranjera”77, pues el estudiantado no compartía las ideas reformistas guiadas por los presupuestos teóricos de un asesor estadounidense. Se inicia así una serie de luchas y protestas para defender –según lo señalaba el movimiento estudiantil– la universidad colombiana del dominio imperialista, sobre todo en temas relacionados con la administración y la organización del aparato académico. Esta no fue la única protesta en aquel año y los siguientes. No se trata de hacer una descripción pormenorizada de la agitación universitaria de aquellos años, sino de mostrar con algunos hechos puntuales el clima de inconformidad estudiantil. A principios de abril de 1969, por ejemplo, la Universidad de Caldas entró en paro debido a problemas con la reglamentación de las diferentes carreras, situación que continuó un mes más tarde cuando se unió el Instituto Universitario en Manizales. También en abril de este año la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional paralizó sus actividades debido a la aceptación por parte del Consejo Superior de la renuncia de un grupo de profesores en desacuerdo con los sistemas docentes acogidos por los reformadores78. En mayo las protestas en la Universidad Nacional estuvieron asociadas con la visita de Rockefeller como representante del presidente Nixon. Un rechazo por el que también protestaron estudiantes de la Universidad de Antioquia, lo que llevó a su clausura por parte de las directivas. Esta situación perduraría hasta mediados de julio. En Medellín, en el mes de octubre, continuó la agitación por parte de los estudiantes de la Facultad de Derecho que exigían la reelección de Carlos Gaviria Díaz como decano79. Algunos meses después, ya en el año setenta, se originaron movilizaciones en la UIS por falta de presupuesto y en la Universidad de Caldas los estudiantes protestaron en referencia a lesiones de la autonomía universitaria por parte del presidente Lleras al nombrar EL ESPECTADOR, Bogotá: (dic., 1968). EL ESPECTADOR, Bogotá: (13, abr., 1969). 79 EL ESPECTADOR, Bogotá: (20, oct., 1969). 77 78

CAPÍTULO 1

49

unilateralmente al rector, sin descontar denuncias de afugia económica en la misma universidad80. El año de 1971 inició desde sus primeros días con una intensa agitación en varias universidades del país. En el mes de enero los estudiantes de la Universidad del Cauca iniciaron las manifestaciones, y los docentes de la Universidad del Valle se declararon en paro el 25 de ese mismo mes. El 7 de febrero la Universidad Tecnológica de Pereira decretó paro; cinco días después los profesores de primaria declararon cese de actividades nacional. Una semana más tarde se sumó al paro la Universidad de Antioquia, mientras en la Universidad Industrial de Santander los estudiantes se enfrentaron a la Policía en una protesta contra la “imposición de carácter político de fuerzas extrañas a la universidad y a los intereses de la misma”, lo cual se traducía en la designación de Carlos Virviescas Pinzón como rector81. El alcance nacional de las protestas estudiantiles en este año se gestó tempranamente, a diferencia de lo que se sostiene, al señalar al conflicto en la Universidad del Valle como el detonante del movimiento nacional estudiantil. Los acontecimientos de febrero en esta universidad desencadenaron la profundización de la llamada “crisis universitaria de 1971”. Los luctuosos acontecimientos que sacudieron la ciudad de Cali en el mes de febrero, con la muerte de varios estudiantes, efectivamente impulsaron una ola de solidaridad en todo el país. La Universidad Santiago de Cali decidió salir a paro. La Facultad de Agronomía de Palmira, dependiente de la Universidad Nacional, también salió a paro. Aunque el movimiento se tornó nacional, las reivindicaciones finalmente se expresaron de manera local, vinculadas a los puntos consignados en el Programa Mínimo. En Cali demandaban la reforma del estatuto orgánico y una mayor participación en el Consejo Académico; en Bucaramanga la protesta principal del estudiantado era EL ESPECTADOR, Bogotá: (6, mar., 1970). EL TIEMPO, Bogotá: (26, ene., 1971) y EL TIEMPO, Bogotá: (20, feb., 1971). Entrevista a Cecilia Reyes de León, Bucaramanga: (18, jul., 2012). “A Pedro García Arenas le hicieron la cosa más infame que se pueda imaginar, lo sacaron de clase, siendo rector, le amarraron las manos, lo vendaron y lo pasearon por toda la universidad, lo sacaron y lo montaron a un bus, era así de violento el movimiento. Carlos Virviescas le hicieron cosa parecida: cuando llegó Carlos Virviescas a posesionarse lo sacaron a empujones hasta el Caballo de Bolívar y lo montaron en un bus”.

80 81

50

El Frente Nacional: una época de incertidumbres...

contra la posesión del rector; en Medellín el paro se relacionaba con la crisis en el Hospital Universitario San Vicente de Paul82. Entre tanto, del 20 al 21 de febrero sesionó en Cali el Primer Encuentro Nacional Universitario que resolvió: 1) solidarizarse con los estudiantes de la Universidad del Valle, 2) rechazar la insuficiencia del financiamiento estatal y la participación de entidades extranjeras en el presupuesto de las universidades públicas, 3) exigir la eliminación de los Consejos Superiores Universitarios, 4) convocar a los sectores populares a solidarizarse con el movimiento, 5) conformar el Comité Nacional de Solidaridad, en adelante el vocero del Encuentro, 6) realizar una jornada nacional de solidaridad con la Universidad del Valle y demás instituciones que se encontraran en conflicto, programada para el día 26 de febrero. Durante los dos primeros meses del año setenta y uno se agudizaron los conflictos por cuestiones académicas o político-administrativas. En la UIS, el enfrentamiento se originó en contra del nombramiento de un nuevo rector; en la Universidad del Valle los estudiantes se oponían al dominio ejercido por la Fundación para la Educación Superior (FES), entidad privada que controlaba importantes recursos para el funcionamiento de la institución, especialmente los provenientes de fondos privados y de entidades norteamericanas; en la Universidad de Antioquia los estudiantes promovían una organización democrática de poder universitario o cogobierno que reemplazara el Consejo Superior por un sistema compartido entre estudiantes y profesores83. El 25 de febrero en la Universidad del Valle se realizó un acto abierto en la Plaza de Caycedo con el fin de fortalecer la movilización estudiantil. Para el día siguiente se programó una marcha que no llegó a realizarse debido al allanamiento por parte de la fuerza pública a la sede San Fernando de la Universidad a las cinco de la mañana. Se produjo un enfrentamiento con los estudiantes en el que resultó muerto Edgar Mejía Vargas. Esta situación de dolor e indignación generó una movilización de estudiantes, obreros y sectores populares, EL TIEMPO, Bogotá: (20, feb., 1971). VILLAMIL GARZÓN, Edwin. Rompiendo esquemas: discusiones, consignas y tropeles del estudiantado universitario en Colombia en 1971. En: Controversia. No. 194 (jun. 2010); pp. 234-263.

82 83

CAPÍTULO 1

51

ocasionando más enfrentamientos con la fuerza pública84. Para el 26 de febrero el periódico Vanguardia Liberal informó sobre la muerte de quince personas en los violentos disturbios de esa madrugada en la ciudad de Cali, más un saldo de cuarenta y siete heridos, diez vehículos quemados y varios almacenes saqueados. Dicha perturbación del orden llevó a imponer el Estado de Sitio. La medida, según la policía, condujo el ataque de una patrulla del Ejército y al intento de desarmar un soldado85. Por otro lado, los estudiantes en Asamblea junto con el Comité de Huelga expidieron un comunicado el 1 de marzo en el que informaban sobre el allanamiento a la Universidad, las muertes y la renuncia del rector86. El presidente Misael Pastrana Borrero en su discurso de esa noche afirmaba que una de las razones para imponer el Estado de Sitio era frenar un movimiento estudiantil que intentaba subvertir el orden jurídico de la nación. Además explicaba la muerte del estudiante Mejía como consecuencia, posiblemente, de la exaltación de los estudiantes al abalanzarse sobre un soldado que pudo disparar o, tal vez, por el apoyo recibido de alguno de sus compañeros ante una situación de evidente amenaza. Esta declaración enfureció y radicalizó más a los estudiantes. Otros sectores sociales se movilizaron con mítines y protestas en contra del Estado de Sitio. El 4 de marzo se convocó a una huelga estudiantil nacional87. En aparente calma la movilización estudiantil sostenía una oposición frontal al gobierno. En un comunicado de tres puntos, difundido el 12 de marzo de aquel fatídico año setenta y uno, los estudiantes de la Universidad Nacional manifestaron nuevamente la exigencia para que la financiación de la universidad fuera asumida en su totalidad por el Estado sin recurrir a empréstitos extranjeros. Asimismo, exigieron que fueran eliminados los consejos superiores universitarios y se reemplazaran por una organización democrática en manos de estudiantes y profesores. Finalmente, demandaron que los programas de ORDÓÑEZ BURBANO, Luis Aurelio. Universidad del Valle 60 años 1945-2005: Atando cabos en clave de memoria. Cali: Universidad del Valle, 2007, pp. 113114. 85 VANGUARDIA LIBERAL, Bucaramanga: (26, feb., 1971). 86 ORDÓÑEZ BURBANO, Op. cit., pp. 114-115. 87 COTE RODRÍGUEZ, Op. cit., pp. 422-423. 84

52

El Frente Nacional: una época de incertidumbres...

Imagen 1. Lozano. Estudiantes. Vanguardia Liberal, Bucaramanga: (15, ago., 1971).

CAPÍTULO 1

53

investigación fueran diseñados y controlados por investigadores nacionales88. Este comunicado fue el preámbulo del “Programa Mínimo de los Estudiantes Colombianos”, en cuya redacción participaron las universidades de Antioquia, Santiago de Cali, Incca, Tecnológica de Pereira, Externado de Colombia, Jorge Tadeo Lozano, Nacional seccional de Manizales, Javeriana, del Cauca, Libre, Pedagógica Nacional, del Atlántico, de Cartagena, ESAP, del Quindío, de los Andes, del Valle, Nacional seccional Palmira, del Tolima, Distrital, San Buenaventura, de Caldas, del Rosario, Nacional seccional Medellín, Industrial de Santander, Tecnológica y Pedagógica de Tunja, Libre de Barranquilla y Nacional de Colombia. El 13 y 14 de marzo se realizó el Segundo Encuentro Nacional de Estudiantes Universitarios con la participación de treinta delegaciones universitarias que formularon el Programa Mínimo de los Estudiantes Colombianos. Tras la divulgación del Programa Mínimo, el presidente Pastrana en su discurso titulado “Tren de la Cultura” del 17 de abril de 1971 lo criticó por pretender “ampliar los privilegios de los estudiantes”. Entre tanto, desde el 1 de abril sucedió la militarización y el cierre de la Universidad del Valle y el 16 del mismo mes fue cerrada la Universidad Nacional, mediante los Decretos 580 y 581. De otro lado, el 24 de abril, el movimiento estudiantil llevó a cabo en la clandestinidad el IV Encuentro Nacional Universitario en Cali, el cual rechazó los Decretos 580 y 581 y la represión del movimiento. En este encuentro se convocó a huelga nacional de cuarenta y ocho horas para el 5 y 6 de mayo y a la conformación de un Frente Democrático por la liberación de estudiantes encarcelados. En esencia, el Programa Mínimo contenía seis puntos que retomaron varias de las exigencias del estudiantado desde 1968. En materia política se propuso la transformación de las instancias de poder en el interior de las universidades, particularmente la desaparición de los consejos superiores y la sustitución por organismos de gobierno con mayorías para profesores y estudiantes: el cogobierno universitario. También se propuso una comisión con el fin de crear una ley orgánica para las universidades y el establecimiento de un sistema democrático para la elección de autoridades universitarias. En cuanto a la 88

EL TIEMPO, Bogotá: (13, mar., 1971).

54

El Frente Nacional: una época de incertidumbres...

financiación, se exigió el cumplimiento de la asignación del 15% del presupuesto para educación con destino a la Universidad Nacional y la congelación de matrículas para las universidades y colegios de educación media. En el plano académico los estudiantes querían revisar todos los contratos con entidades extranjeras, especialmente los relacionados con préstamos. En síntesis, los estudiantes quisieron incidir en el diseño de una ley que reordenara administrativamente el sistema de educación superior, afectando entidades recién creadas como el Icfes, el lugar de la Universidad Nacional en el sistema, el presupuesto destinado para la educación y la política de investigación orientada por criterios nacionales89. Ante la anormalidad académica, en octubre el Gobierno nacional expidió el Decreto 2070 que recompuso el Consejo Superior Universitario de la Nacional de Bogotá aumentando a dos la representación de profesores y estudiantes y cediendo con ello a las exigencias del estudiantado90. Este fue el origen de la experiencia de cogobierno universitario que se desarrolló en Bogotá y Medellín. La consecución del cogobierno en la Universidad Nacional en noviembre de 1971 y en la Universidad de Antioquia en enero de 1972 se consideró uno de los mayores triunfos del estudiantado colombiano en la historia del movimiento. No obstante, tras unos pocos meses de implementación del experimento del cogobierno, a finales de mayo de 1972, volvieron los rectores del gobierno y con ellos la suspensión de la participación ampliada de estudiantes y profesores en los consejos superiores. De esta forma, en 1972 continuó el enfrentamiento entre estudiantes y el gobierno, esta vez con epicentro en la Universidad de Antioquia en unas circunstancias de suma dispersión de la movilización estudiantil. Para ese año fueron desmontadas las cuotas de participación estudiantil en los órganos de dirección universitarias (cogobierno), es decir, se eliminó la representación estudiantil en el Consejo Superior tanto de la Universidad Nacional de Bogotá como en la Universidad de Antioquia. Algo similar ocurrió con el desmonte de los comités paritarios de estudiantes y profesores de la Universidad del Valle. Programa Mínimo del Movimiento Nacional Estudiantil (1971). Op. cit., pp. 8588. 90 VOZ PROLETARIA. (28, oct., 1971). 89

CAPÍTULO 1

55

Este breve recorrido a manera de crónica sobre las protestas estudiantiles en este periodo de la historia nacional muestra el grado de intensidad con el cual los universitarios demandaron una serie de cambios institucionales necesarios para modernizar su sistema de educación superior. El nivel que tomó la confrontación en 1971 y las características que tuvo la lucha de los estudiantes este año, especialmente por sucesos como la masacre de Cali, la convergencia en torno al Programa Mínimo, la represión de la que fueron víctimas y el experimento de cogobierno, fueron el resultado de una maduración de las condiciones en cada universidad y región. No se puede pensar en un movimiento con un solo centro y dirigido por una organización aglutinadora de todas las demandas. Por el contrario, lo que se aprecia es una simultaneidad de motivos y acontecimientos que promovieron la coordinación de acciones, sin abandonar las condiciones particulares. Esta dinámica no impidió que en las distintas universidades las protestas fueran parte de una praxis política de izquierda, lo que conectaba a los estudiantes colombianos con discursos, ideas y representaciones que circulaban en todo el mundo. Más que una lucha generacional en la que se enfrentaban dos visiones y formas de comprender el mundo, una más conservadurista, encarnada por los docentes, autoridades universitarias y políticas regionales y nacionales, en contra de una concepción progresista que reconocía las demandas y posicionamiento de la juventud, este periodo tuvo un profundo trasfondo político. No por casualidad la bandera de la recomposición de los consejos Superiores se agitó antes de la creación del Programa Mínimo, al tiempo que el cogobierno fue visto como un gran logro político por varios sectores de la izquierda universitaria. Los pulsos y debates por el control de la universidad, la relación de esta con la sociedad o la influencia extranjera en los destinos de la educación superior fueron temas fundamentales en cada una de las protestas. Las demandas propiamente académicas se inscribieron en estos debates y preocupaciones, e incluso en concepciones más amplias derivadas de la formación ideológica que expresaron. Temas como el papel de la educación en la reproducción del capital o la dominación ideológica a través de la educación y la cultura fueron reiterativos en las intervenciones y discursos estudiantiles.

56

El Frente Nacional: una época de incertidumbres...

Imagen 2. Fotografía Chacón Soto. Entrada a la UIS. Vanguardia Liberal, Bucaramanga: (25, abr., 1968).

Capítulo 2 Universidad, planeación y modernización educativa

Durante el siglo XX Colombia tuvo varios intentos de reformas dirigidos a reorganizar, reestructurar y modernizar la educación superior. En el siglo XIX el liberalismo radical también había intentado impulsar y reformar la universidad, pero una vez alcanzado el poder por el conservatismo en 1886 la educación le fue entregada a la Iglesia Católica. En los años treinta del siglo XX el intento de transformar la universidad dependió una vez más del liberalismo en el poder y, en particular, de las gestiones en el primer gobierno presidencial de Alfonso López Pumarejo en su propósito de reestructurar la Universidad Nacional e introducir una educación laica, científica y tecnológica. El segundo intento de reforma durante el siglo XX se presentó con la reforma modernizadora de los años sesenta y setenta y el intento de incorporar el modelo de educación universitario norteamericano, para lo cual algunas universidades como la UIS gestionaron empréstitos con el Banco Interamericano de Desarrollo para hacer reformas de infraestructura, estatutarias y académicas de largo aliento. En los años sesenta y setenta, de igual manera, nació el sistema universitario colombiano, lo cual es una muestra palpable de lo joven que es el devenir de la universidad colombiana. Este propósito partió de una iniciativa conjunta entre universidades. La reforma emprendida en los años sesenta requiere ser explicada en el mismo hecho educativo de una época muy conflictiva para la universidad colombiana y mundial, y en unas condicionales institucionales y económicas en tránsito de los postulados del Estado de bienestar al Estado neoliberal. En este de orden de ideas, en el presente capítulo se caracteriza la reforma educativa aludida sin perder de vista los aspectos económicos, políticos, sociales y culturales que en su momento enmarcaron y obstaculizaron cada etapa del intento

58

Universidad, planeación y modernización...

reformador, pues ha de entenderse que todo hecho educativo corresponde a una conformación socioeconómica y política particular con sus propios tiempos, instituciones, regulaciones y poderes y formas del hacer y del decir de la escuela.

2.1. Antecedentes 2.1.1. La educación en el contexto latinoamericano En América Latina los sistemas educativos se han desarrollado al ritmo del proceso de configuración de los estados nacionales. En su origen mismo, a principios del siglo XIX, las nuevas naciones le adjudicaron a la educación formal la tarea de dirigir los procesos de socialización secundaria de sus ciudadanos. A diferencia de lo que sucedía durante el régimen anterior a la independencia, época en la que la Iglesia era la institución encargada de dirigir los procesos educativos, las nuevas repúblicas encontraron en la educación una estrategia apropiada para garantizar la formación de un tipo nuevo de individuo: el ciudadano. En consecuencia, ningún país latinoamericano escatimó esfuerzos ni recursos para organizar su propio sistema educativo91. Es por esta razón que la historia de los sistemas educativos latinoamericanos está fuertemente imbricada a la historia política nacional. Y es esto, precisamente, lo que explica que los cambios experimentados por la educación a lo largo de su historia se deban a conflictos de intereses ya sean de orden ideológico, partidista o social. Si se tiene en cuenta, por consiguiente, que entre 1870 y 1970, tanto en el mundo como en la región se experimentaron dos tipos de formaciones nacionales (el Estado liberal-conservador del periodo 1870-1940 y el Estado desarrollista del periodo 1940-1970), se verá que también han sido dos los tipos de reforma educativa implementadas durante estos periodos. Es importante entender, por tanto, que las reformas ROIG, Arturo Andrés (ed.). El pensamiento social y político iberoamericano del siglo XIX. Madrid: Trotta, 2000; ANNINO, Antonio y GUERRA, Fracois-Xavier (coord.). Inventando la nación. Iberoamérica, siglo XIX. México: Fondo de Cultura Económica, 2003.

91

CAPÍTULO 2

59

educativas en América Latina y el Caribe se han enmarcado en estas formaciones históricas y que sus éxitos y fracasos han sido consecuencia del modelo de Estado que, en su momento, las impulsó. Durante la primera etapa (1870-1940) los sistemas educativos de estos países estuvieron configurados por un híbrido que incluía el espiritualismo pedagógico –a veces vinculado a la Iglesia y de tono conservador–, el positivismo científico y el normalismo institucional92. La imagen que Domingo Faustino Sarmiento creara del maestro como constructor de la nación y como ser consciente de la tarea civilizadora de la escuela, interactuó con la idea de un positivismo fundado en la racionalidad lógica y objetiva de las ciencias, todo con el fin de justificar el proceso civilizatorio eurocéntrico tanto como el proceso mismo de organización de los regímenes nacionales. Durante este periodo, en América Latina todas las nuevas naciones se dieron a la tarea de organizar su propio sistema de instrucción pública y así contar con un aparato estatal desde el cual se dirigieran los procesos de formación de los ciudadanos, es decir, los procesos de transformación de los antiguos vasallos del rey en ciudadanos de la república: individuos que actuaran única y exclusivamente bajo el imperio de la ley positiva. El sector educativo fue utilizado, en consecuencia, como uno más de los dispositivos de la pedagogía ciudadana o, lo que es lo mismo, como una herramienta capaz de modelar las “relaciones orgánicas entre el lenguaje republicano de las élites y el mundo rural” colonial y de ampliar –como bien lo ha señalado Loaiza Cano– el “mundo de lectores y electores” en las naciones93, actores políticos sin los cuales todo sistema republicano estaría encaminado hacia su ruina. Entre 1940-1970, por su parte, se abrió paso en el mundo administrativo, sociológico y pedagógico la teoría del capital humano, adecuación que llevó a los gobiernos de la región a considerar la educación en cuanto bien de consumo e inversión. Apoyados en este nuevo PINEAU, Pablo. ¿Por qué triunfó la escuela? O la modernidad dijo: «Esto es educación», y la escuela respondió: «Yo me ocupo». En: PINEAU, Pablo; Inés Dussel y Marcelo Caruso. La escuela como máquina de educar: tres escritos sobre un proyecto de la modernidad. Buenos Aires: Paidós, 2005, pp. 42-49 y 27-52. 93 LOAIZA CANO, Gilberto. El maestro de escuela o el ideal liberal de ciudadano en la reforma educativa de 1870. En: Historia Crítica. No. 34 (jul-dic. 2007); pp. 65-66. 92

60

Universidad, planeación y modernización...

discurso, los estados nacionales empezaron a planificar la educación según la lógica de la rentabilidad94. Sobre esta racionalidad instrumental y bajo el lema de educar para la productividad se estructuró la reforma educativa los años sesenta y setenta. El plan Atcon95 para la reforma de la educación superior propuso hacer de esta una estrategia deliberativa, institucional y modernizadora que ayudaría a incrementar las fuerzas productivas de los países subdesarrollados, e incidir en el organismo social sin que este tuviera que pasar por una revolución socialista. Este plan es el modelo exacto de lo que Martínez Boom ha denominado educación expansiva, esto es, construir un modelo de sociedad con base en el crecimiento y el desarrollo económico96, dirigida por un recurso humano formado en una racionalidad instrumental para incidir en la empresa productiva y el crecimiento económico. Por lo menos desde finales del siglo XIX las políticas gubernamentales de los países latinoamericanos le han venido apostando al desarrollo de sus sistemas educativos. A lo largo de esta historia han sido dos las maneras en que han concebido y organizado sus Estados; y dos también han sido las maneras en que dichos Estados han planeado sus sistemas de educación, pues cada modelo de organización educativa debía responder a los fines y retos exigidos y lanzados por un contexto socio-histórico particular. La necesidad de incluir a estas naciones en el conjunto del mundo civilizado –un mundo conformado principalmente por repúblicas de ciudadanos formados para impulsar el progreso– llevó a las políticas nacionales del primer tercio del siglo XX a configurar un sistema escolar destinado a la formación de un ciudada TORRES, Carlos Alberto. Grandezas y miserias de la educación latinoamericana del siglo veinte. En: Paulo Freire y la agenda de la educación latinoamericana en el siglo XXI. Buenos Aires: CLACSO/Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, 2001, pp. 31-34. [en línea]. [consultado 10 jul. 2014]. Disponible en: http://biblioteca.clacso.edu.ar/subida/clacso/gt/20101010031230/2torres.pdf 95 ATCON, Rudolph. La universidad latinoamericana: Clave para un enfoque conjunto del desarrollo coordinado social, económico y educativo en América Latina. En: Revista Eco. Tomo VII. (may-jul. 1963). [en línea]. [Consultado el 13 de julio de 2014]. Disponible en: http://www.scribd.com/full/52353452?access_key=key-1wyqusat9kylnm8x2y34 96 MARTÍNEZ BOOM, Alberto. De la escuela expansiva a la escuela competitiva: Dos modos de modernización en América Latina. Bogotá: Anthropos/Convenio Andrés Bello, 2004, p. 53. 94

CAPÍTULO 2

61

no moderno: un individuo dotado de valores empresariales necesarios para entender y actuar en el mundo del capital y para justificar y defender su propia organización política. Finalmente, con posterioridad a 1940, pero sobre todo en las décadas de 1960 y 1970, el crecimiento económico experimentado después de la Segunda Guerra Mundial impulsó a los planificadores de la educación a exigir mayores recursos, pues se creía que solo la educación –escolarización básica, secundaria y formación profesional– podría garantizar el sostenimiento de las estructuras económicas y la resolución de los problemas de orden social que la ideología revolucionaria había puesto en evidencia.

Imagen 3. Primera sede de la Universidad Industrial de Santander, 1948. Fotografía Archivo Saúl Meza. Bucaramanga.

2.1.2. La educación durante la reforma de López Pumarejo La universidad colombiana en la segunda mitad del siglo XX no se puede comprender sin una revisión del proyecto educativo modernizador de los años sesenta y setenta. La apuesta que hicieron los gobiernos con sus políticas económicas por alcanzar a las sociedades desarrolladas fue el telón de fondo para imaginar una universidad al

62

Universidad, planeación y modernización...

servicio del progreso material de las sociedades “subdesarrolladas”. En el caso colombiano, los gobiernos de la República Liberal y posteriormente los del Frente Nacional hicieron parte de esta ola desarrollista, cada uno con sus particularidades, especialmente en cuanto a las condiciones políticas que tuvieron que enfrentar para llevar adelante sus propuestas de gobierno. No obstante, en ambos casos hubo conciencia de la necesidad de adecuar la educación superior a los propósitos económicos de dirigir la nación hacia el desarrollo capitalista. Muestra de ello fue la elaboración y difusión que tuvo el Plan Básico así como la propuesta de reforma a la educación superior del ministro Luis Carlos Galán Sarmiento durante el gobierno de Misael Pastrana Borrero97. Los intentos por transformar la universidad colombiana se inspiraron en las tesis de Rudolph Atcon, un asesor norteamericano que representó la participación de entidades extranjeras en el diagnóstico y diseño de una nueva política educativa para las universidades y, más aún, en la concepción y el modelo educativo norteamericano que se pretendió adecuar en Colombia y en otras naciones del continente. Esta propuesta se alcanzó a convertir en un proyecto formal presentado al Congreso de la República. Inspirada en los postulados de Atcon y el Plan Básico, el joven ministro Galán incorporó en su proyecto algunos de los siguientes temas: control centralizado de la educación superior creando un Consejo Nacional Universitario, garantías para el funcionamiento de las universidades privadas fortaleciendo el sistema universitario nacional, créditos educativos, apertura para el financiamiento internacional; armonización de los planes de desarrollo con los lineamientos nacionales en esta materia y, finalmente, control gubernamental de las rectorías en las universidades públicas. Las novedades respecto a la inclusión de más representación estudiantil y profesoral en los consejos superiores no constituyó una verdadera incorporación de las demandas estudiantiles, sino una leve concesión a los estudiantes en el marco de las agudas protestas de 1971. El proyecto de reforma educativa fue presentado por el propio presidente Pastrana el 4 de mayo de 1971, aunque luego fue retirado98. OCAMPO, José Fernando. Reforma universitaria 1960-1980: hacia una educación discriminatoria y antidemocrática. Bogotá: Cinep, 1980, pp. 35-41. 98 OCAMPO, José Fernando. Op. cit. 97

CAPÍTULO 2

63

Si bien el modelo no llegó a concretarse en una ley general para la universidad colombiana, no impidió que las universidades aplicaran y adoptaran sus principios mediante planes de desarrollo, como aconteció en la Universidad Nacional de Colombia, la Universidad Industrial de Santander y la Universidad del Valle. De este modelo educativo también se quiso adoptar una reforma educativa para todas las universidades colombianas con el fin de introducir los “Estudios generales” en las profesiones liberales, principalmente de ingeniería. Esto consistía en que a los estudiantes se les ofreciera estudios básicos en las disciplinas modernas (matemáticas, biología, física, antropología, etc.) para que, una vez adquirieran fundamentos básicos en su formación, optaran por la especificidad de la formación profesional. Una vez terminada la carrera profesional, los estudiantes que decidieran continuar en maestrías y doctorados no tendrían dificultad alguna para ingresar a este tipo de formación posgradual y crear conocimientos científicos y tecnológicos, tan necesarios para intervenir y crear valor económico agregado en el aparato productivo nacional. El propósito fracasó pese al intento obstinado del gobierno por sacar adelante dicha reforma. En algunos casos, como fue denunciado por un sector muy crítico de los estudiantes desde mediados de los años sesenta, el modelo norteamericano de universidad exitosa en dicho país podría derivar en una caricatura de la educación superior de los Estados Unidos, como en efecto ocurrió. En aquel momento, el interés de los estudiantes, además, era volcarse a los barrios marginados y a los campos de Colombia para alcanzar una extensión real de la universidad y promover una educación política para la revolución social, pues no era en la universidad de donde saldrían las fuerzas sociales que impulsarían dicha revolución sino de los sectores populares explotados por el capitalismo. El postulado de la extensión universitaria tenía una raíz histórica en la proclama continental del movimiento estudiantil de Córdoba de 1918, pero, paradójicamente, este principio ya no evocaba esta proclama continental y mundial sino los fundamentos sectarios del marxismo-leninismo, el maoísmo o el foquismo en su versión castro-guevarista. La endemia dogmática de esta época no solo abrazó al clero y a los sectores tradicionales y autoritarios de la sociedad colombiana, sino también a los estudiantes universitarios radicales que veían la universidad como un medio más –y no un fin de enseñanza, conocimiento y formación– para alcanzar el mayor fin: la revolución social inspirada en los funda-

64

Universidad, planeación y modernización...

mentos idealizados de las tesis políticas del marxismo que aspiraban al comunismo y a la sociedad sin clases. El proyecto estatal para la educación universitaria, apoyado en gran medida por los rectores de las universidades, se puede sintetizar en la modernización de la educación superior del país como condición necesaria para alcanzar el desarrollo material de la nación. Labor en la que era necesario contar con la participación y colaboración de expertos extranjeros quienes tenían las claves para sacar del atraso tanto al país como a las universidades. Por su parte, los estudiantes, algunos sectores docentes y los grupos políticos del amplio mundo de la izquierda entendieron esta participación como una injerencia indebida en los asuntos nacionales y no dudaron en criticarlos y en ofrecer nuevas alternativas, como el cogobierno, el aumento estatal de la financiación y la búsqueda de estrategias de investigación dirigida solo por colombianos en pro de los intereses nacionales. En pocas palabras, el movimiento estudiantil veía en esta reforma la muestra patente del “imperialismo yanqui” en la política, la sociedad y la cultura colombiana. En estas condiciones, cualquier reforma a la universidad sería lesiva a los intereses de la nación. Las protestas estudiantiles que se registraron entre 1968 y 1972 se resistieron a la implementación del modelo norteamericano de universidad –agenciadas por el intervencionismo imperialista– y eran parte de una apuesta mucho más grande y trascendental en la cual –como ya se dijo– la universidad era solo una pieza en el engranaje por construir una revolución social de fundamentos marxistas en sus distintas vertientes. El intento de reformar la educación superior no solo se presentó durante los años sesenta y setenta, ya en la década del treinta de este mismo siglo XX el proyecto político liberal intentó darle a la educación un valor superior. Los cambios más importantes se dieron durante el periodo conocido como la República Liberal (1930-1946)99. En esta etapa el país inició un proceso lento pero sostenido de modernización tanto del Estado como de sus estructuras socioeconómi El concepto refiere el periodo de gobiernos liberales que vinieron después de una larga hegemonía conservadora iniciada en 1885 y finalizada en 1930. Estuvo conformada por cuatro presidencias liberales: Enrique Olaya Herrera, Alfonso López Pumarejo, Eduardo Santos y Alfonso López Pumarejo reemplazado por Darío Echandía y Alberto Lleras Camargo.

99

CAPÍTULO 2

65

cas. El aumento de las exportaciones de café, el dinero procedente de Estados Unidos para indemnizar la pérdida de Panamá y la inversión y financiación extranjeras ayudaron a cambiar el panorama de pobreza y atraso que dominaba al país100. Este proceso de modernización no podía dejar por fuera al sector educativo, de ahí que la escolaridad básica y secundaria, pero especialmente la educación superior fueran percibidos como renglones de vital importancia por parte de los gobiernos de la época. Las medidas más decididas se dieron entre 1934-, momento en el cual el presidente López Pumarejo implementó su “revolución en marcha”, un programa de gobierno cuyo propósito en materia educativa era orientar el sistema escolar y universitario en procura de la integración nacional y de la modernización socioeconómica del país. Aunque la reforma, a la postre, no fue exitosa, por lo menos hizo palpable el aumento significativo de la cobertura escolar y la reorganización del sistema de educación superior101. Este último fue sin duda lo más importante del intento reformista. Con la agrupación de las distintas facultades, las escuelas de profesionales y los institutos de investigación que se hallaban dispersos en la capital del país, la reforma buscaba sostener el ideal de la universidad: la unidad en la diversidad. Mediante la Ley 68 de 1935 la reforma orgánica de la Universidad Nacional fue todo un hecho. La ley no solo le otorgaba autonomía académica y administrativa a esta institución, también le reconocía el derecho a percibir recursos propios y ordenaba, para garantizar la unificación de estas organizaciones en una sola institución, la construcción de una Ciudad Universitaria. La reforma no fue solo iniciativa del liberalismo. Las reivindicaciones estudiantiles que argumentaron la libertad de cátedra de la misma manera que lo había proclamado el movimiento estudiantil de Córdo Son varios los autores que abordan este aspecto económico, pero habría que destacar los siguientes: OCAMPO, José Antonio (Comp.). Historia económica de Colombia. Bogotá: Siglo XXI, 1987; PALACIOS, Marco. El café en Colombia, 18501970: una historia económica, social y política. Bogotá: Planeta, 2002; OSPINA VÁSQUEZ, Luis. Industria y protección en Colombia, 1810-1930. Medellín: La oveja negra, 1974; TOVAR, Bernardo. La intervención económica del Estado en Colombia, 1914-1936. Bogotá: Banco Popular, 1984; HENDERSON, La modernización en Colombia… Op. cit. 101 HERRERA, Martha Cecilia. Historia de la educación en Colombia, la República Liberal y la modernización de la educación: 1930-1946. En: Revista colombiana de educación. No. 26 (1993); p. 107. 100

66

Universidad, planeación y modernización...

ba de 1918 se constituyeron en un hito de pensamiento para la Universidad Nacional de Colombia. Por primera vez fue posible invitar expositores para confrontar diferentes posiciones argumentadas sobre un mismo tema, más allá de la visión autoritaria y unívoca del profesor. Llegada la tercera década del siglo XX, la universidad confesional aún dominaba el panorama educativo colombiano. La obra de ninguno de los grandes pensadores de finales del siglo XIX era tema de estudio: ni Descartes, ni Kant, ni Hegel ni mucho menos Proudhon, Darwin o Marx eran siquiera nombrados en los claustros universitarios102. No obstante, la Revolución Mexicana y la Revolución Rusa habían puesto a estos pensadores a la orden del día, razón por la cual negar su existencia era una tarea prácticamente imposible para cualquier sistema educativo, por más retrógrado que fuera. No fueron los políticos sino los estudiantes de las décadas del veinte y del treinta quienes, enterados de todo cuanto sucedía en el mundo, se dieron a la tarea de impulsar modificaciones sobre la manera retardataria como la Iglesia dirigía la educación en todos los niveles. Fue el legado del pensamiento reformador de Córdoba el que por lo menos hizo la primera fisura en la educación confesional y retardataria de Colombia. Lo que el liberalismo hizo fue acoger e impulsar la iniciativa estudiantil, y esto no solo por afinidad ideológica sino porque también le interesaba combatir a su eterno enemigo –el conservatismo– con las armas que los nuevos tiempos situaban de su lado: la fuerza cada vez más decisoria de las profesiones liberales en la organización de la producción y de la sociedad103. La década del treinta fue una época de “deshielo y de movilización simultánea del estudiantado y de la clase obrera”104; movilización que el Partido Liberal supo aprovechar para reacomodarse como grupo hegemónico en el poder, por encima del conservatismo que venía controlando al país desde 1886. La reforma de la universidad era, en consecuencia, una señal del cambio social en todos los órdenes que experimentaba el país. Con los intelectuales de vanguardia de su lado, el liberalismo de López Pumarejo justificaba tanto la reforma de la educación superior como una serie de cambios de orden político SUESCÚN, Eduardo. Universidad: proceso histórico y jurídico. Bogotá: Grijalbo, 1994, p. 69. 103 GARCÍA, Antonio. La crisis de la universidad: la universidad en el proceso de la sociedad colombiana. Bogotá: Plaza y Janes, 1985, pp. 69-71. 104 GARCÍA, Op. cit. 102

CAPÍTULO 2

67

que el país necesitaba para entrar de lleno a los tiempos del mundo moderno. El Partido Liberal, en ese momento, supo aprovechar tan bien esta circunstancia que los cambios liderados por dicha colectividad fueron percibidos por la sociedad como trasformaciones revolucionarias. Alfonso López Pumarejo acometió reformas liberales con cierto sentido populista: modernización institucional del Estado, reforma del sistema tributario, modernización de las relaciones laborales a través del salario mínimo, regulación de la adjudicación de las tierras baldías e institucionalización del sindicalismo y del cooperativismo y una apertura significativa del sector educativo nacional105. ¿De qué manera presionó el movimiento estudiantil los cambios que aprobó la reforma educativa de López Pumarejo? Impulsados por el “Grito de Córdoba”, entre 1910 y 1938, se presentaron en Colombia demandas estudiantiles para transformar la universidad. Los acontecimientos más importantes fueron la protesta estudiantil de 1929 y la movilización de mayo de 1938. En la década de los veinte a la vanguardia del movimiento estudiantil estaban Los Nuevos y Los Leopardos, dos grupos de jóvenes intelectuales que representaban una nueva generación con aspiraciones muy diferentes a la generación del Centenario. Desde posiciones políticas opuestas, ambos grupos habían adquirido relevancia porque promovían la renovación del campo intelectual que desde principios de siglo dominaban los centenaristas. A diferencia de estos últimos, tanto Los Nuevos como Los Leopardos expresaron su interés no solo por renovar el modelo educativo sino por mejorar las condiciones de vida de las clases trabajadoras. En esta materia – sugiere Salgado Pabón–, sus mayores logros fueron haber creado la Asamblea de Estudiantes de Bogotá y darse a la tarea de modernizar el sistema de formación profesional. Los jóvenes de esta generación no solo exigieron la aprobación de “programas de intercambio, extensión y estímulos” educativos106, también pusieron sobre la mesa Ibíd. SALGADO PABÓN, Sergio Andrés. Aportes para una historia de los movimientos estudiantiles en Colombia a través de sus publicaciones periódicas, 1910-1929. (Memorias del IV Seminario Taller Internacional Vendimia “Construcción de Nación: la Universidad del futuro en Iberoamérica”: 2010). Villa de Leyva, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, pp. 4-5.

105 106

68

Universidad, planeación y modernización...

la cuestión de la autonomía y del gobierno en la universidad. En octubre de 1924, en el marco de las reuniones que el Gobierno nacional mantenía con los miembros de la Misión Pedagógica Alemana que asesoraban la reforma educativa, Germán Arciniegas y otros jóvenes universitarios exigieron que se le reconociera la autonomía a la Universidad Nacional y la participación de sus estudiantes en el gobierno universitario: La universidad que nosotros buscamos (…) ha de ser una universidad independiente. Dueña de sus propios recursos, libre de toda tutela, que pueda orientarse en cualquier instante de acuerdo con las sugestiones de la ciencia y de la vida. Reflejo del alma nacional, contradictoria e inquieta, pero jamás del poder exclusivo de un poder político. Que se desenvuelva su organización con autonomía verdadera, que se dicte sus leyes por el acuerdo entre el profesorado y los estudiantes, que jamás pueda turbar su marcha el temor de una imposición extraña107.

Para exponer estas ideas los jóvenes del movimiento crearon sus propios medios de publicidad. Voz de la Juventud y Universidad, ambas fundadas y dirigidas por Germán Arciniegas, fueron las publicaciones más importantes para los miembros de esta generación. En sus páginas la Asamblea de Estudiantes reprodujo el mensaje liminar del “Grito de Córdoba”. Las revistas informaban y publicitaban todas las actividades que el movimiento estudiantil llevaba o llevaría a cabo. En ellas se informó de la creación de la Federación y la Casa del Estudiante de Bogotá, de la organización del Primer Congreso Nacional de Estudiantes y del Cuarto Congreso Internacional de Estudiantes de la Gran Colombia; también se promocionó el desarrollo de actividades destinadas a fomentar la identidad del gremio (tales como la Fiesta del Estudiante) y nunca se dejó de lado, por supuesto, la publicación de críticas tanto del sistema educativo como de las acciones de los partidos políticos108. Entre las acciones del movimiento estudiantil de esta generación cabe destacar también la creación del Centro Universitario de Propaganda Cultural, un organismo que, bajo la dirección del joven Jorge SCOTT, Marvin B. y STANFORD M, Lyman. La rebelión de los estudiantes. Buenos Aires: Paidós, 1974, p. 270. 108 SALGADO PABÓN, Op. cit., pp. 4-5. 107

CAPÍTULO 2

69

Eliécer Gaitán, se proponía llevar la universidad pública a los sectores más pobres de la sociedad, tal como se venía haciendo en otros países de América Latina. La primera reunión celebrada por el Centro Universitario se llevó a cabo en Facatativá, departamento de Cundinamarca, a mediados de 1920. El éxito de esa reunión animó a los organizadores para desarrollar más actividades en las poblaciones aledañas, así que entre junio y julio de 1920 se realizaron conferencias de política, medicina, agricultura y economía en pueblos como Zipaquirá, Honda y Girardot109. Si bien un amplio sector de la élite política colombiana recibía con entusiasmo la reforma educativa de los años treinta, tal como lo hicieron iniciativas por fuera del Estado que aprovecharon la oportunidad para fundar instituciones universitarias privadas de carácter laico y liberal, como la Universidad Externado y la Universidad Republicana (hoy Universidad Libre), para la gran mayoría la reforma significaba un triunfo de la ideología liberal. Esto trajo como consecuencia un reforzamiento de las universidades privadas de carácter confesional. En este sentido, dos iniciativas fundamentales: la reapertura de la Universidad Javeriana –una institución del régimen político indiano– y la fundación de la Universidad Católica Bolivariana (hoy Universidad Pontificia Bolivariana). No cabe duda que estas dos universidades se mostraban como las instituciones llamadas a resistir la reforma liberal110. Con todo, es necesario reconocer que la reforma no generó cambios inmediatos. Durante todo este periodo las universidades siguieron conservando algunos de los principales rasgos de la educación tradicional. No solo centraban su actividad en las mismas carreras que desde la Colonia conformaban el currículo universitario –Derecho, Medicina y Filosofía y Letras–, sino que empleaban los mismos mé PULIDO GARCÍA, David Antonio. Vanguardia Juvenil o Elitismo Estudiantil: El lugar de la intelectualidad universitaria colombiana en América Latina durante los años veinte, Apuntes para una aproximación comparada (Memorias del IV Seminario Taller Internacional Vendimia “Construcción de Nación: la Universidad del futuro en Iberoamérica”: 2010. Villa de Leyva. Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, p. 10. 110 MOLINA RODRÍGUEZ, Carlos Alberto. Fun-Ascún en la historia del sistema universitario colombiano, 1958-1968. Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 2013, p. 80. 109

70

Universidad, planeación y modernización...

todos descriptivos y memorísticos. No obstante, lo que resulta verdaderamente sorprendente es que convirtió a las universidades en trincheras de la disputa política. Todo el mundo entendía, sin más, que las universidades eran conservadoras o liberales111. De otro lado, el centro de la vida universitaria se encontraba ubicado en la capital de la República. Solo hasta los años cuarenta y cincuenta se crearon universidades en distintas regiones de Colombia para impulsar la industrialización y el crecimiento económico del país. Estas universidades buscaban romper con las tradiciones académicas del derecho y la medicina principalmente, estimulando a las nuevas generaciones acomodadas y de los sectores medios a optar por programas de formación en ingenierías. Por el origen regional e importancia de estos centros educativos es posible denominar a estas instituciones para la enseñanza superior como las universidades del medio siglo en Colombia.

Imagen 4. Inauguración de la Universidad Industrial de Santander, 1 de marzo de 1948. Fotografía Archivo Saúl Meza. Bucaramanga. HENDERSON, La modernización en Colombia… Op. cit., p. 48.

111

CAPÍTULO 2

71

2.2. La reforma modernizadora de la universidad en los años sesenta y setenta Entre 1950 y 1967 se fundaron en el país veinticuatro universidades. La mayoría de ellas eran instituciones públicas departamentales, pero no faltaron las universidades privadas112. La educación universitaria se expandía y aunque nunca se presentó en el país el fenómeno de la universidad de masas, el número de matriculados había aumentado con respecto al periodo anterior. En 1974 había en Colombia 142 000 estudiantes matriculados: cerca de 75 500 en universidades públicas y 66 500 en universidades privadas. Esto significó un incremento del acceso a la educación superior en el país impulsada principalmente por las entidades privadas: diez de las veinticuatro universidades recién creadas eran instituciones particulares113. La ampliación de la cobertura universitaria obedeció al crecimiento económico que experimentaba por aquellos años el país. Desde mediados del siglo, diagnósticos e informes señalaban a la universidad como el único medio capaz de encauzar a un país por el camino del desarrollo técnico e industrial. A partir de estos diagnósticos era necesario entonces emprender la tarea de crear un sistema de educación superior y acometer, sin mayor dilación, una reforma universitaria dirigida al crecimiento económico de la nación. En general, esta reforma modernizadora, no solo para Colombia sino para Latinoamerica, estaría basada en una racionalidad instruccional científico-técnica. El desarrollo y el progreso de los países solo se podían alcanzar implementando un sistema de educación superior dirigido a impactar el crecimiento del aparato productivo. En Colombia un ejemplo significativo de la aplicación de este principio de desarrollo lo constituyó la Universidad Industrial de Santander. Fundada en 1948, esta institución nacía como un proyecto de educación técnico-científico centrado en la profesionalización de ingenieros. Ya en el año de 1965, la “universidad era el centro de atención y de esperanza del país”, pues los “sectores industriales y económicos requerían sus técnicos y solicitaban sus especialistas”114. MOLINA RODRÍGUEZ, Op. cit., pp. 173-174. JIMÉNEZ, Absalón y FIGUEROA, Helwar. Políticas educativas en la educación superior: 1925-1992. En: Revista Colombiana de Educación. No. 38 (2000); pp. 181-200. 114 ACEVEDO TARAZONA, Álvaro. La UIS: historia de un proyecto técnico profesio112 113

72

Universidad, planeación y modernización...

La educación científico-técnica también se orientó en otros departamentos del país. En todos los casos, la apuesta social era conseguir a toda costa la industrialización de sus regiones. Aparecieron nuevas universidades en el Valle del Cauca, en Antioquia, en el centro del país y en la Costa Caribe. Un aspecto significativo era que ningún proyecto modernizador de la educación superior podría llevarse a cabo sin el concurso de instituciones o ayudas económicas extranjeras, pues las propias regiones carecían del recurso docente y la infraestructura para formar a las nuevas generaciones en una educación técnico-científica. El discurso desarrollista de la Alianza para el Progreso tomó un fuerte impulso en los años sesenta y setenta. Se trataba sin duda de una ayuda interesada en frenar otra revolución social como la acontecida en Cuba en 1959, en el propio patio trasero de los Estados Unidos. El apoyo de este programa permitiría resolver limitaciones académicas, administrativas y económicas del sistema universitario regional colombiano115. El propósito no era otro que superar la carencia de una infraestructura industrial e invadir el organismo social con profesionales capacitados en las ingenierías. De manera simple y funcional se creía que estos profesionales crearían industrias. En el departamento de Santander la tradición industrial era débil, por no decir nula, y la región nunca se había vinculado de manera adecuada al capitalismo mundial. En consecuencia, la idea de fundar y poner en marcha una institución de formación profesional de orden técnico e industrial adquiría justificación. Pocos años después se crearían profesiones en el área de las ciencias de la salud atendiendo al mismo propósito de invadir con personal altamente capacitado el organismo social y así proveerle bienestar a la población vulnerable. Durante este periodo la universidad fue concebida como el escenario preferido por los gobiernos para llevar adelante sus intentos de modernización de la educación y de la sociedad colombiana. Como la implementación de tales proyectos fue tomado muy en serio, el país acudió a consultores y entidades internacionales –generalmente de los Estados Unidos– que estuvieran preparadas no solo para diagnosnal en la educación superior. En: Revista Historia de la Educación Colombiana. No. 1 (1998); p. 208. 115 ACEVEDO TARAZONA, Álvaro; GIRALDO MEJÍA, Nelson y RODRÍGUEZ HERRERA, Diana María. Jorge Roa Martínez: memoria de una visión cosmopolita. Pereira: Universidad Tecnológica de Pereira, 2009, pp. 274-278.

CAPÍTULO 2

73

ticar el Estado de desarrollo de las universidades del país, sino para fundamentar las “recomendaciones” más adecuadas para alcanzar el efecto deseado. Pese a que el país no tenía las mismas condiciones materiales e históricas que tuvo en su momento Estados Unidos, el modelo universitario norteamericano se convirtió en ejemplo a seguir. De aquel modelo se tomaron como principios orientadores la idea de la perfectibilidad humana; la pretensión de extender los beneficios del mundo científico al campo social; la estrecha relación del conocimiento científico y tecnológico con el crecimiento económico; la desaparición de las barreras infranqueables entre ciencias básicas y carreras profesionales y la importancia concedida a la investigación y a la creación de posgrados para generar continuidad con los pregrados profesionales. El eje de todo el modelo era potenciar una economía planificada sostenida en el individualismo económico y la propia iniciativa116. A este propósito de adecuación educativa se le denominó “norteamericanización” de la universidad colombiana. Las reacciones del estudiantado universitario dieron pie a movilizaciones y protestas violentas. La adecuación educativa seguía de alguna manera las observaciones que el asesor estadounidense de la Unesco Rudolph Atcon presentó en el informe La universidad latinoamericana: clave para un enfoque conjunto del desarrollo coordinado social, económico y educativo en América Latina. Este informe, como bien lo ha señalado Jirón Popova117, daría sustento teórico a las misiones extranjeras que se encargarían de impulsar las carreras técnicas en América Latina.

2.2.1. El Informe Atcon La propuesta de Atcon señalaba que para lograr el “despegue” de las sociedades subdesarrolladas, los gobiernos tendrían que cualificar su propio “factor humano”, es decir, el personal que a la larga se encarga ACEVEDO TARAZONA, Álvaro. Reforma y reformismo universitario en la Universidad de América Latina y el Caribe. De la propuesta de reforma de Andrés Bello al instrumentalismo reformista de los años sesentas y setentas del siglo XX. En: Revista Historia y Espacio. No. 30 (ene –jun. 2008); pp. 61-81. 117 JIRÓN POPOVA, Mirna. Formación tecnológica y universidad pública en Colombia. En: Revista Científica. No. 17 (ene- jun. 2013); p. 50. 116

74

Universidad, planeación y modernización...

ría de manejar las máquinas de producción y acoplarlas a la realidad local, innovándolas o reinventándolas. Atcon proponía, entonces, que antes de importar maquinaria y tecnología, la principal forma de llevar adelante una auténtica modernización de las sociedades tradicionales era a través de la inversión en el “desarrollo educativo”. En consecuencia, Atcon abogaba por un aumento de la inversión en el sector educativo y por la adopción de una política de planeación integral que armonizara los planes educativos, económicos y sociales para alcanzar un “progreso efectivo”118. Con datos precisos, Atcon centró su atención en las características de la universidad latinoamericana. Al respecto señaló que en estos países la institución universitaria estaba aún aferrada al pasado medieval, en razón de que solo otorgaba títulos para dar lustre a quienes podían pagarlos, en menoscabo de la formación de profesionales que aportaran con su conocimiento de la ciencia y la técnica modernas en la búsqueda de soluciones plausibles a los problemas sociales y económicos de sus respectivas comunidades. Este carácter elitista de la universidad latinoamericana fue duramente criticado por el asesor de la Unesco. Desde su punto de vista, resultaba evidente que la “oligarquía universitaria” solo se preocupaba por mantener los privilegios de quienes ya ocupaban las posiciones más altas de la pirámide social. En los argumentos del asesor, este tipo de personajes, por definición, se oponían a la masificación de la universidad y tenían gran responsabilidad en la carencia de soluciones a los problemas materiales de estas naciones, pues no se interesaban en aplicar el conocimiento científico a su realidad. Atcon también criticaría del sistema universitario latinoamericano su falta de capacidad para impulsar a sus egresados a ejercer las distintas profesiones. Si algo caracterizaba a los profesionales de los países latinoamericanos de la época era que muy pocos ejercían su profesión. La gran mayoría utilizaba su título para entrar al mundo de la política, el escenario privilegiado de poder en el que los recursos económicos eran más accesibles. Si bien este panorama se estaba modificando con el ingreso de la clase media a la formación profesional, Atcon consideraba que el proceso era aún lento y que la recomposición de la clase dirigente tomaría aún más tiempo. ATCON, Op. cit.

118

CAPÍTULO 2

75

A nivel estructural, el asesor de la Unesco criticaba a las universidades latinoamericanas por su falta de poder administrativo. Argumentaba que la organización interna de estas instituciones, con base en el agrupamiento de diversas unidades académicas, como las escuelas, los departamentos y las facultades, convertía a las universidades en entidades dependientes de los designios de quienes desde esas mismas unidades ostentaban el monopolio del conocimiento. Atcon señalaba que estas dependencias universitarias no seguían un derrotero común, y que actuaban como feudos particulares y autogobernados. La elección de sus autoridades respectivas –decía–, como el decano o el director de escuela, no seguían principios técnicos universales, sino que respondían a los intereses de los miembros más prominentes del círculo académico o disciplinario. Le resultaba escandaloso, en fin, que la administración de unas instituciones tan importantes para la sociedad como las universidades dependiera de los intereses particulares. La crítica más importante realizada por Atcon a las universidades latinoamericanas se relacionaba con las autoridades universitarias. La inoperancia de los consejos universitarios y el predominio de la politiquería en las rectorías constituían los mayores obstáculos para el desarrollo de las universidades latinoamericanas. Se trataba de un aspecto propio de la tradicional forma de gobierno en todas las esferas del poder que desde principios del siglo XIX imperaba en esta parte del hemisferio, expresándose con todos sus vicios y defectos en el ámbito universitario. Atcon atribuía este comportamiento a la carencia de una política universitaria general, a partir de la cual se pudiera desarrollar una verdadera administración racional de los recursos. Por el contrario, sostenía en su informe, la realidad latinoamericana carecía de planes a largo plazo con base en el análisis objetivo de las necesidades de las universidades, dando paso al predominio de las lealtades personales. Para Rudolph Atcon en ninguna parte de América Latina era posible encontrar “una verdadera administración universitaria”. El desorden y la descoordinación –acotaba– configuraban la nota distintiva en todos los procedimientos internos de las universidades; a tal punto, que incluso cada escuela o facultad definía a su arbitrio los trámites institucionales. A manera de ejemplo, Atcon mostraba cómo la figura

76

Universidad, planeación y modernización...

del secretario general concentraba más funciones y poder que el que debía tener, convirtiéndose en una clara muestra de las confusiones e improvisaciones administrativas. Este obscuro panorama administrativo se complementaba con la carencia absoluta de una política fiscal, evidenciada en la inexistencia de un cargo dedicado exclusivamente a la administración de los recursos. Además, no veía con muy buenos ojos la dependencia de las universidades de los fondos estatales, toda vez que esto obligaba a las autoridades universitarias a supeditarse a los requerimientos de la política nacional, regional o local y no a decisiones autónomas de desarrollo científico. Con respecto a los campus o ciudades universitarias, tan en boga por aquellos años, gracias al apoyo económico de las misiones extranjeras, Atcon señaló que el campus, además de ser una noción reciente en los países de Latinoamérica, no había podido ser adoptado adecuadamente. Sin estar en total desacuerdo con la creación de campus universitarios, Atcon manifestó que los diseños se utilizaron para arraigar la mentalidad tradicional de poder y diferenciación social mediante construcciones megalómanas con problemas de diseño e infraestructura. Estas construcciones no eran para Atcon más que edificaciones disfuncionales, levantadas sin la más mínima planeación, que obligaban a los planes de desarrollo a acoplarse a la planta física y no al contrario. En cuanto a los profesores, la visión de Atcon aludía a la falta de empeño y poca cercanía a los planteamientos de la excelencia y la productividad intelectual. La condición de la mayoría de profesores universitarios era la de un privilegiado acomodado, quien no estaba dispuesto a salir de su quietud de empleado público o a sacrificar sus garantías laborales para aumentar la calidad de la universidad. Afirmaba la imposibilidad de pensar en una carrera docente real, pues este servicio civil reafirmaba una situación de estancamiento generalizado. La situación se agravaba cuando el catedrático se dedicaba, además, a otras actividades no académicas, como las políticas o sociales, sin contar con que la docencia de tiempo completo no era la regla en aquel entonces. A los estudiantes, por su parte, Atcon los veía –sin alejarse en nada de las opiniones que sobre este punto compartían autoridades políticas,

CAPÍTULO 2

Imagen 5. Sede Administrativa UIS, 1965. Fotografía Saúl Meza.

77

78

Universidad, planeación y modernización...

universitarias y de prensa nacional y regional– como un sector social negativamente captado por la política, la ideología y la movilización social, aspectos que reñían con el ideal de un estudiante consagrado al conocimiento. Estaba convencido de que los “modales” y la “mentalidad de barricadas” que los estudiantes habían forjado a lo largo del siglo XX no le permitían avanzar en la búsqueda de una “verdad disciplinada, serena, ordenada y seria”. El activismo político de los jóvenes latinoamericanos contribuía a desviar de los objetivos a la universidad, hundiéndola cada vez más en su retraso e inoperancia, máxime cuando los métodos empleados distaban de los comportamientos democráticos al imponer la voluntad de una supuesta mayoría vociferante. El señalamiento de esta manipulación de la universidad recaía en el “imperialismo chino y soviético”, que se aprovechaba de la rebeldía juvenil y la “irresponsabilidad” propia de los adolescentes. En conclusión, para Atcon las universidades latinoamericanas eran instituciones elitistas, casi de carácter medieval, cuya función consistía en mantener una estructura social tradicional, razón por la cual no impulsaban a sus egresados hacia el ejercicio pleno de las distintas profesiones, sino hacia la búsqueda de cargos políticos amparados en el prestigio conferido por un título. Creía también que los más serios problemas de las universidades se derivaban de su débil estructura administrativa y de la forma en que eran administradas desde los consejos superiores y las rectorías. Consideraba que los profesores no contaban con las cualidades necesarias para impulsar procesos formativos guiados por la búsqueda de la excelencia y la productividad intelectual, pues en su mayoría los docentes eran personajes que utilizaban la cátedra universitaria como un espacio de reconocimiento social; por demás, un espacio de enseñanza al cual habían accedido por logros y relaciones políticas y no por méritos académicos. En los estudiantes, finalmente, Atcon veía a un sector social atrapado en el juego político del momento, el cual se interesaba muy poco en adquirir los conocimientos científicos y técnicos que sus sociedades necesitaban para salir del subdesarrollo. Con este diagnóstico sobre las universidades de América Latina, Atcon pudo justificar con creces la urgencia de una reforma a partir de los preceptos de la modernización. Caracterizadas todas las dificultades por las que atravesaban dichas instituciones, Atcon procedió

CAPÍTULO 2

79

a enumerar las medidas que a su juicio debían tomar los gobiernos nacionales para emprender el camino hacia la modernización y el desarrollo. Las propuestas concretas estaban inspiradas en unos principios que demostraban la manera como se pensaba y pretendía modelar la educación del continente. Atcon proponía un sistema en el que cada uno de los sujetos integrados a las universidades debía ascender socialmente y ganarse su lugar en la estructura universitaria a partir de un equilibrio entre los derechos y los deberes, y en el que la producción debía ser el factor esencial para medir su rendimiento. Esperaba que de esta manera se fueran desterrando los privilegios de los que gozaban profesores, estudiantes, directivos y personal administrativo. La universidad adquiriría así una auténtica seguridad, ajena a cualquier principio tradicional. El otro pilar que soportaba la propuesta de Atcon era el de la disciplina escolar. Si Atcon caracterizó al estudiantado como febril y pulsional y a los demás grupos universitarios como poco productivos, el ideal de universidad que soñaba era el de alcanzar la búsqueda rigurosa y objetiva de la verdad. La responsabilidad de cada uno de los actores con el destino colectivo de las instituciones implicaba el respeto y mantenimiento de las mínimas jerarquías que demandaba una estructura como la universitaria. De allí se derivaba que la aplicación de sanciones por incumplimientos o faltas fuese un recurso idóneo para mantener la buena marcha institucional. La excelencia como meta institucional sería la apuesta de todos y cada uno de los grupos que se interrelacionaban en la universidad, a partir de la asunción de la responsabilidad de cada uno de estos sujetos. Desde el punto de vista administrativo y financiero, Atcon proponía una institución totalmente autónoma. La noción de autonomía universitaria se refería a una emancipación total de cualquier forma de dominio directo o indirecto que atentara contra los objetivos científicos y democráticos propios de la universidad. La autonomía institucional respondería a principios como el de “un máximo de rendimiento con la menor inversión de las disponibilidades financieras dentro de su limitadísimo presupuesto anual”, al igual que el procurarse nuevas fuentes de ingreso para garantizar la expansión. Sobre

80

Universidad, planeación y modernización...

la financiación, Atcon consideraba que una auténtica autonomía debía corresponder a la completa independencia económica de las universidades, como eran los casos de algunas universidades de Estados Unidos en las que su condición de privadas les liberaba de la dependencia de los recursos oficiales y de las regulaciones estatales. Complementaba su proyecto con la idea de una universidad laica y moderna, cuyo vínculo con la sociedad no podía ser otro que el de una alta responsabilidad social desde la libertad. En síntesis, Atcon proponía una universidad fundada en la competencia, la productividad, la disciplina y la autonomía. Solo esto les permitiría a las universidades latinoamericanas salir del estancamiento académico y científico en que se hallaban sumidas.

Imagen 6. Edificio de Ingeniería Mecánica, 1965. Fotografía Saúl Meza. Bucaramanga.

CAPÍTULO 2

81

2.2.2. Los programas de reforma a la educación superior En Colombia las propuestas de Atcon no cayeron en saco roto. Varios planes de desarrollo e intentos de reforma fueron proyectados siguiendo las recomendaciones del Informe Atcon. Entre ellos cabe mencionar la Reforma Patiño, el Plan Básico y el Plan de Desarrollo en la Universidad Industrial de Santander. En primer lugar se examinará la Reforma Patiño.

2.2.2.1. La Reforma Patiño La primera experiencia reformadora educativa de alcance nacional se dio en la Universidad Nacional de Colombia bajo la rectoría de José Félix Patiño, quien en sintonía plena con el informe Atcon esperaba convertir esta universidad en un “instrumento” del cambio social y económico de la nación. Si bien recogió casi todas las ideas del asesor norteamericano, el proyecto de Patiño representó una ampliación de la visión desarrollista. A la idea de estudios generales, por señalar un asunto de primera importancia, le sumó la noción de estudios básicos para denotar la importancia de formar no solo a buenos científicos sino a ciudadanos capaces de apreciar la importancia del conocimiento social. Esta propuesta fue de la mano con la aplicación de la integración de las carreras en tres facultades básicas: Ciencias, Artes y Ciencias Humanas. El propósito de esta unificación era hacer un mejor uso de los escasos recursos, permitir el diálogo interdisciplinario en el interior de los departamentos y superar la dispersión y fragmentación que caracterizaba a la universidad colombiana en los años sesenta. La consigna del rector Patiño era la consecución de la anhelada formación integral de los colombianos. Así se comenzaría a superar la condición de atraso de la nación: “La integración es un mecanismo para alcanzar una meta que es el desarrollo” –argumentaba Patiño–119. El rector Patiño insistió en la necesidad de orientar la universidad colombiana hacia la creación de conocimiento con aplicación social: “la investigación que Colombia necesita debe estar orientada hacia la búsqueda de soluciones para nuestros propios y muy peculiares problemas; la in MAGNUSSON LEE, William. La Reforma Patiño-UN 1964-1966: una experiencia de construcción institucional. Bogotá: Universidad Nacional, 2006.

119

82

Universidad, planeación y modernización...

vestigación más valiosa es el estudio de nuestra realidad, la determinación de las causas de nuestro subdesarrollo, la observación y análisis de nuestras precarias estadísticas vitales”. Para ello era necesario adelantar una serie de cambios institucionales ya sugeridos por Atcon: mejoramiento de una planeación racional con base en estadísticas confiables, acometer una reorganización administrativa, cualificar la planta docente implementando la carrera universitaria y tener plena conciencia de la formación de capital humano en las mejores condiciones120. La propuesta de departamentalización fue asumida plenamente por la Reforma Patiño, otorgándole un papel central en la organización académica de la universidad. Esta nueva orientación académica debía ser transversal, es decir, tenía la tarea de formar desde los niveles básicos hasta la investigación especializada. En el segundo volumen del informe de Patiño al Consejo Superior de la Universidad Nacional, el rector sintetizó las bases para el plan de desarrollo de la universidad. Además del acostumbrado diagnóstico de la situación de la universidad y de la urgente necesidad de las reformas mencionadas, resulta interesante que varias de las intervenciones publicadas fueron realizadas en exposiciones al presidente de Colombia Carlos Lleras Restrepo y Felipe Herrera y Carlos Sanz de Santamaría, presidentes del Banco Interamericano de Desarrollo y del Comité Interamericano de la Alianza para el Progreso, respectivamente121. De acuerdo con Rosa Briceño122, la universidad colombiana atravesó en este periodo una contradicción muy fuerte. Por una parte, experimentó un proceso de crecimiento y modernización bajo la égida de la concepción norteamericana, con el fin de reestructurar el sistema tradicional Una síntesis sobre la Reforma Patiño en: SÁNCHEZ, Alejandro y ZULETA, Mónica. La batalla por el pensamiento propio en Colombia. En: Nómadas. No. 27 (oct. 2007); pp. 129-135. 121 PATIÑO RESTREPO, José Félix. La forma de la Universidad Nacional de Colombia. Vol II. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1966, p. 71. Una selección de citas del primer volumen en: UNIVERSIDAD NACIONAL. 25 años de la Reforma Patiño: 1965-1990. En: Revista de la Universidad Nacional. Vol. 6, No. 23 (ene– mar. 1990); pp. 45-47. 122 BRICEÑO, Rosa. University reform, social conflict, and the intellectuals: The case of the National University of Colombia. Stanford, 1988. Thesis (Doctor of Philosophy). Stanford University. A dissertation submitted to the School of Education and the Committe on Graduate Studies of Stanford University in partial of the requirements for the degree of Doctor of Philosophy. 120

CAPÍTULO 2

83

vigente hasta mediados de siglo. Por el otro, emergió simultáneamente una conciencia crítica entre los miembros de la universidad, cuyas posiciones fueron cada vez más hacia la izquierda radical. Esta contradicción se desplegó en el marco de una apuesta desarrollista por parte de los gobiernos del Frente Nacional, que incluyó, entre otros, los siguientes temas: a) crecimiento del sector industrial dependiente de inversiones y tecnología extranjera; b) importancia creciente del Estado como agente de desarrollo; c) dependencia de actores extranjeros en materia de préstamos y asistencia técnica; d) surgimiento de una ideología tecnocrática. En este marco, el Estado durante el Frente Nacional adelantó esfuerzos para reorganizar y reorientar la universidad, de tal manera que esta se acoplara a las metas y necesidades del desarrollismo. La modernización de la universidad entrañaba el ajuste de sus contenidos y estructuras académicas y administrativas a las demandas de la economía, razón que explicaba el énfasis puesto en la formación técnica. Así fue como el rector Patiño logró conseguir el respaldo de varios sectores de la Universidad Nacional para adelantar los cambios necesarios en procura de la modernización de la universidad más importante del país. Sin una postura autocrática e incluyendo algunas demandas de los estudiantes, especialmente las relacionadas con bienestar universitario, Patiño alcanzó a sentar las bases para el desarrollo de la Universidad Nacional en las dos décadas siguientes. De su gestión es necesario destacar el aumento y mejoramiento de la planta docente y el fortalecimiento de la facultad como unidad académico-administrativa central para el funcionamiento de la universidad123. La dedicación de tiempo completo de profesores jóvenes de clase media urbana fue uno de los más importantes logros de la Reforma Patiño, que, si bien asumió los lineamientos generales de Atcon, logró acoplarlos de manera no muy traumática en el contexto de la Ciudad Blanca124. Tales logros no se consiguieron a nivel nacional con el lanzamiento del Plan Básico, como se verá a continuación.

Ibíd., pp. 1, 34-160. BRICEÑO, Rosa. La universidad como un microcosmos de conflicto social: La política de reforma de la Universidad Nacional de Colombia, 1964-1974. En: Revista de la Universidad Nacional. Vol. 6, No. 23 (ene-mar. 1990); pp. 52-61. (Conferencia Anual de la Asociación Americana de la Investigación en Educación –AERA–: mayo de 1989) San Francisco, EUA.

123 124

84

Universidad, planeación y modernización...

2.2.2.2. El Plan Básico Entre 1966 y 1967 una misión de la Universidad de California asesoró al Fondo Universitario Nacional (Fun) y la Asociación Colombiana de Universidades (Acu) para la elaboración del Plan Básico de la Educación Superior de Colombia. La importancia de estas entidades había crecido porque concentraban toda la experiencia respecto al control de la educación superior, función que el Estado había cedido a un ente de naturaleza privada y pública. Solamente con la creación del Icfes se intentó ejercer un mayor control por parte del Estado sobre la educación superior125. La formulación de medidas y recomendaciones para la educación superior del país estuvo precedida del respectivo diagnóstico de la situación de las universidades, para lo cual se solicitó la colaboración de rectores, planificadores, decanos y profesores de varias partes del país. Los informes presentados y publicados desde el año de 1969 implicaron el estudio de la historia, los objetivos y la orientación de la educación superior, al igual que un diagnóstico de la situación del personal docente, los métodos de enseñanza y la organización administrativa y financiera. Inspirados en el “sagrado” principio de la planeación, el Plan Básico tenía como objetivo principal “proponer a las autoridades competentes y a los gestores de la educación superior una serie de medidas fundamentales para lograr un avance significativo en la prestación de este servicio, avance que debe traducirse en una mejor educación universitaria para un mayor número de colombianos”126. Si en el objetivo general de estos informes se puede leer la preocupación del sector educativo universitario por la calidad y la cobertura de la educación superior, es mucho más diciente la finalidad práctica que se le trazó al Plan Básico. Empleando un lenguaje económico y tecnocrático, el Jefe de la División de Planeación del Fun señaló que los estudios constituían un esfuerzo para “mejorar la productividad de la unidades prestatarias de este servicio educativo desde el punto de vista de su extensión como de su calidad”127. Para los promotores de los informes el trabajo ASOCIACIÓN COLOMBIANA DE UNIVERSIDADES (Ascún). Mundo Universitario. No. 23 (oct-nov. 1985); Mundo Universitario. No. 24 (ene-mar. 1986). 126 Ascún y FONDO UNIVERSTARIO NACIONAL (Fun). Plan Básico de la Educación Superior en Colombia: Documentos. Vol. I. Bogotá: Imprenta Nacional, 1969, p. 6. 127 Ibíd., p. 7. 125

CAPÍTULO 2

85

se enfocaría hacia el mejoramiento en la preparación de la población universitaria como “capital apreciable en el desarrollo de un país”, concepción fundamental que guiaría toda la reestructuración del sistema universitario colombiano. Inicialmente, en 1966 el objetivo era trazar las principales directrices de creación de un sistema de educativo postsecundario para que las políticas parciales y concretas tuvieran sustento en el análisis y estudio de la realidad presente. En líneas generales, la reorganización institucional sugerida por los rectores de las universidades y los asesores norteamericanos concretaba para el caso colombiano los postulados del informe Atcon. Se habló por aquel entonces de la necesidad de crear un sistema de educación superior universitario, entendido como una organización “pública” para la prestación del “servicio” y que, a su turno, tendría un órgano de gobierno y coordinación que sería el Icfes. Una de las más importantes novedades fue la división de las instituciones de educación superior entre las “auténticas” universidades y los institutos universitarios. Cada centro de educación superior tendría unas normas mínimas de acreditación y aprobación como mecanismos para garantizar la calidad. La propuesta también contemplaba la fijación de normas y procedimientos para la creación de nuevas instituciones de educación superior oficiales o privadas. Además, consideraba la creación de un sistema de pruebas para el ingreso a la educación superior; también precisaba el contenido de la autonomía universitaria y lo relacionado con la financiación y definía el crédito académico como unidad de progreso académico128. Aunque los documentos publicados finalmente no detallaron todos estos aspectos en términos prescriptivos, puesto que se mantuvieron en el plano del análisis y las recomendaciones, el sentido general del Plan buscaba potenciar la educación técnica a través de los institutos universitarios y volver más selectivo el ingreso a las universidades. Esta particular concepción de mejoramiento de la calidad y aumento de la cobertura contaría con el mecanismo del “Servicio Nacional de Pruebas” y con el “Programa de Financiación Social de los Estudiantes Necesitados”. Uno de los principios orientadores de esta apuesta se encontraba en la encíclica de Pablo VI titulada “Populurum Progres MOLINA, Gerardo. Pasado y presente de la autonomía universitaria. En: Revista Universidad Nacional. No. 1 (oct-dic. 1968); pp. 27-47.

128

86

Universidad, planeación y modernización...

Imagen 7. Biblioteca UIS. Fotografía Saúl Meza.

sio”, en la que el Papa consideraba que no era suficiente el esfuerzo individual para alcanzar el éxito y el progreso colectivo, razón por la que le correspondía a los poderes públicos definir los objetivos y medios para alcanzar la paz social. La combinación de iniciativa privada y pública, más las asociaciones que surgieran del seno de la sociedad, eran las llamadas a concretar los derechos fundamentales de la persona. De esta manera se evitaría el camino de la “colectivización integral o de una planificación arbitraria”129. La educación fue definida en el Plan Básico como un derecho del hombre y un servicio público, esencial para el desarrollo espiritual; también como un medio para para modelar ciudadanos productivos que aportaran a la creación de riqueza nacional. El cumplimiento de este “bien común del pueblo” se lograría no a través de las universi ENCÍCLICA, Carta. Sobre “El desarrollo de los pueblos”. Populorum Progressio. [en línea]. [Consultado 25 ago. 2014]. Disponible en: http://justiciaypaz.dominicos.org/kit_upload/PDF/jyp/Documentos%20eclesiales/populorum_progressio.pdf

129

CAPÍTULO 2

87

dades, que por definición serían más selectivas, sino por los institutos universitarios, concebidos como instituciones de brazos abiertos para todos aquellos que culminaran la educación media y no lograsen entrar a la universidad. Esta clara diferenciación estructural del sistema no representó problema para que el Jefe de Planeación del FUN asegurara que el Plan defendía la “igualdad de oportunidades” para acceder a la educación superior, de tal manera que las diferentes condiciones sociales y los “credos y razas” no serían impedimento para el ingreso al sistema de educación superior. Por otra parte, el Plan aseveró que las directrices consignadas pretendían estimular el desarrollo de la ciencia y la tecnología, máxime cuando concebían, a propósito del informe Atcon, que “la educación universitaria tiene la mayor responsabilidad educativa de un país”130.

Imagen 8. Edificio de Ingeniería Industrial, 1966. Fotografía Saúl Meza. Universidad Industrial de Santander. Bucaramanga. Ascún y Fun. Plan Básico de la Educación Superior en Colombia… Op. cit., pp. 5-12.

130

88

Universidad, planeación y modernización...

El Plan Básico se convirtió así en la carta de navegación para implementar los planes de desarrollo de cada universidad pública y privada en Colombia. En general –más adelante se examinará un plan específico–, se buscaba justificar el fortalecimiento tanto del Fun como de la Acu, no solo a través del repaso por la historia de las universidades oficiales y privadas en el país, sino mediante la evaluación de su gestión al frente de la coordinación y vigilancia de la educación superior. El Plan consideraban que del posicionamiento de estas dos entidades dependía el futuro del sistema universitario, y con ello una sociedad colombiana más próspera y dinámica131. En el documento La educación superior en un plan nacional educativo para Colombia las directivas de las universidades regionales más importantes del país (Universidad del Valle, Universidad Industrial de Santander, Universidad de Antioquia y Universidad de Caldas) y los directivos de la Acu y el Fun señalaban que uno de los problemas más serios que afrontaban las universidades del país se relacionaba con el desorden administrativo tanto académico como logístico, situación que iba en contravía de la calidad que requería el sistema universitario colombiano. Para solucionar este problema, plantearon la necesidad de implementar mecanismos normativos de acreditación que se centrarían en el incremento de la inspección y vigilancia institucionales, aconsejando incluso la suspensión o revocatoria de los permisos de funcionamiento de las instituciones que no cumplieran con los requisitos de calidad mínima –tal como sucede hoy en día132–. Quienes crearon este documento de política universitaria consideraban que la movilización estudiantil también era un obstáculo para el crecimiento de las universidades colombianas. Pensaban que la movilización era una muestra de irrespeto hacia la autoridad. Accio Ascún y Fun. Plan Básico de la Educación Superior en Colombia… Op. cit., pp. 107-131. 132 ARANGO GUTIÉRREZ, Ernesto, y otros. La educación superior en un plan nacional educativo para Colombia. En: Ascún y Fun. Plan Básico de la Educación Superior en Colombia… Op. cit. Este documento fue presentado en la Universidad de California en 1966 y los autores fueron Alfonso Ocampo Londoño, Director de Promoción y Desarrollo de la Universidad del Valle; Juan Francisco Villarreal, Rector de la Universidad Industrial de Santander; Ignacio Vélez Escobar, Director de la Ciudad Universitaria de Antioquia; Ernesto Gutiérrez Arango, Rector de la Universidad de Caldas; José Rodríguez Valderrama y Augusto Franco Arbeláez, Jefes respectivos de las Divisiones de Bienestar Universitario y de Planeación de la Asociación Colombiana de Universidades y del Fondo Universitario Nacional. 131

CAPÍTULO 2

89

nes, por demás, que solo derivaba en violencia y destrucción y que se fundaban en “pretextos” que los estudiantes utilizaban para ir en “detrimento” de sus mismas universidades. Indicaban, por si fuera poco, que el movimiento estaba conformado solo por una minoría subversiva, entrenada en tácticas políticas por grupos externos con el fin de desestabilizar el orden interno de las universidades: se trata de “minorías extremistas que solo buscan el caos universitario”133. Entre los otros temas que tocaron este grupo de directivos universitarios se destacan asuntos como la financiación y la pertinencia del concepto de institución de educación superior. Respecto a la primera, si bien reconocían la insuficiencia de recursos gubernamentales no propusieron una financiación estatal plena; por el contrario, sugirieron la necesidad de fortalecer el sistema universitario regional –más económico–, la colaboración de las comunidades regionales para fortalecer las Instituciones de Educación Superior (Ies) y la posibilidad de una matrícula diferida a los estudiantes, quienes debían pagar por su formación una vez se hubiesen graduado. En cuanto a la diversificación de las casas de estudio, sin reparos recomendaron y apoyaron la división en dos niveles de la educación superior. Con la mira puesta en el desarrollo material del país, propusieron la creación de “colegios mayores o universitarios” en donde se impartieran carreras cortas de acuerdo a las necesidades de desarrollo de cada región, mientras que las universidades estarían reservadas para una minoría que se dedicaría a la investigación y el desarrollo de la ciencia, para culminar con formación en maestrías y doctorados. Todas estas ideas se garantizarían si se contaba con un único organismo dedicado a la planeación, coordinación y vigilancia de todo el sistema de educación superior134. Los reformistas del sistema de educación superior también hicieron un llamado sobre la necesidad de adecuar la formación de nuevos profesionales a la situación de desarrollo de las sociedades regionales, sobre la pertinencia de adaptar los modelos extranjeros, especialmente la creación de Junior Colleges o colegios universitarios regionales, sobre el mejoramiento de la planta docente y el incremento de los recursos para atender el nuevo sistema mediante la búsqueda de créditos a ARANGO GUTIÉRREZ, Op. cit., pp. 335-336. Ibíd., pp. 330-340.

133 134

90

Universidad, planeación y modernización...

largo plazo. Como novedad, se planteó la necesidad de involucrar en el proceso de transformación a las facultades de educación para que mejoraran la formación de docentes para la educación primaria y secundaria. En el mismo sentido se habló de la necesidad de articular la universidad privada al desarrollo del país en el marco del respeto a su autonomía y de las necesidades de las regiones135. El Plan Básico no fue aceptado y sobre el mismo se expresaron reservas. A principios del mes de enero de 1969 la Universidad Nacional de Colombia publicó un breve documento en el que criticaba algunos de sus postulados. Esta institución universitaria criticó que el Plan Básico considerara a la educación superior como un mero servicio público, y no estaba de acuerdo con la visión formalista y reducida que le confería a la educación. Criticaron asimismo la vaguedad de los objetivos y la imposición de la lógica económica a una actividad tan importante y compleja como la educación, en la medida en que conduciría a la cosificación del ser humano. Finalmente, no estaban de acuerdo con la división simplista del sistema entre “Colleges” y “Universidades”, puesto que se ignoraba la diversa realidad regional, con asimetrías y experiencias distintas. En el mismo sentido, rechazaban la idea de la universidad como “fábrica de grados y títulos” y el excesivo poder que concentraría el Fun, lo cual iba en detrimento del autogobierno de las universidades136. Tal como lo indicó en su momento José Fernando Ocampo, el Plan Básico representaba la fiel expresión de las directrices generales que Atcon impartió a principios de los años sesenta. Las propuestas contenidas en los dos tomos de documentos publicados entre 1969 y 1970 recogieron una trayectoria importante que se inició en el Seminario del Paso (Texas), se consolidó con la difusión y presencia de las tesis de Atcon en diferentes lugares de Latinoamérica y condujo al diseño e implementación de la propuesta educativa de la Alianza para el Progreso137. Tal labor contó con el liderazgo del jefe de la misión de BECHARÁ, Elías y otros. Objetivos de la educación superior colombiana y medios para lograrlos: Normas sobre acreditación de universidades. La universidad privada. En: Ascún y Fun. Plan Básico de la Educación Superior en Colombia… Op. cit., pp. 341-349. 136 UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA. Plan Básico de la Educación Superior: Análisis Crítico, Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1969. 137 OCAMPO, José Fernando. Op. cit. 135

CAPÍTULO 2

91

la Universidad de Carolina, George Feliz, quien junto con los directivos de la Acu y del Fun fueron los personajes más destacados en el diseño del Plan Básico138. Luego de las disertaciones de 1966 y 1967, las acciones no demoraron en acometer varios frentes, entre los que se destacaron la separación de la Acu y el Fun para convertirse en dos nuevas instituciones: la Asociación Colombiana de Universidades (Ascún) y el Icfes, como parte de la reestructuración del Estado que trajo la reforma constitucional de 1968.

ICFES. La educación superior en Colombia: Documentos básicos para su planeamiento. Vol II. Bogotá: ICFES, 1970.

138

Segunda parte

Universidad y cogobierno universitario

Capítulo 3

Las luchas por el cogobierno universitario durante la primera mitad del siglo XX en Colombia

La aspiración de los estudiantes para hacer parte mayoritaria en la estructura del gobierno universitario ha sido un propósito histórico del movimiento estudiantil colombiano. Las acciones más importantes desarrolladas en procura de esta meta fueron las luchas que entre 1971 y 1972 no solo desestabilizaron al sistema de educación superior, sino que demostraron que la participación estudiantil era justa y necesaria. Las acciones de aquella década tienen su antecedente en las luchas universitarias de la primera mitad del siglo XX. Este acumulado de principios, demandas y luchas sentaron las bases de la moderna autonomía universitaria. Para comprender la experiencia por el cogobierno universitario en los años setenta en Colombia es necesario considerar cada una de las relaciones de poder que cruzan a la universidad como institución moderna. Esto implica superar el enfoque que pretende separar la historia de la protesta estudiantil universitaria de la historia institucional, argumentando que cada tematización sigue su propio camino, como si el estudiantado, el profesorado y las decisiones administrativas y políticas no confluyeran en una misma institución. La crisis universitaria de 1971-1972 mostró que el problema fundamental de la universidad colombiana estaba relacionado con las luchas por el poder para determinar el rumbo de las instituciones universitarias. Las autoridades políticas tanto de las regiones como de la nación, los profesores, los estudiantes, los trabajadores y las fuerzas políticas extrauniversitarias convirtieron a la universidad en un escenario de tensiones políticas y en un espacio de confrontaciones violentas en el que se enfrentaron proyectos distintos de sociedad, cada uno defendido desde posiciones ideológicas irreconciliables. Y si la universidad era un objeto del deseo político, la conformación de sus ór-

96

Las luchas por el cogobierno universitario...

ganos de gobierno fue una expresión de poder. Un deseo con luchas y odios, injerencias externas, radicalismos, tensiones ideológicas y actuaciones de fuerza que tuvieron antecedentes en un periodo histórico comprendido desde 1910 hasta 1957. El examen de este acontecer requiere situar en su propio contexto histórico tanto las explicaciones generales como las particularidades. Se tratará entonces de sopesar la modernización económica y sociopolítica emprendida por la nación en la primera mitad del siglo XX y su incidencia en la universidad y las movilizaciones estudiantiles antes del pacto bipartidista del Frente Nacional.

3.1. Modernización nacional y movimiento universitario La movilización estudiantil colombiana surgió en el marco del proceso de modernización social y estatal que experimentó el país en la primera mitad del siglo XX. Durante estos años los ingresos que proveía el café le permitieron a Colombia hacer notorios esfuerzos para cerrar la brecha que existía respecto de otras naciones del hemisferio139. Solo después de 1929, tras décadas de encerramiento, la producción cafetera logró vincular al país con el capitalismo mundial. La tarea había iniciado a mediados del siglo XIX impulsada por las reformas liberales140. Pero la apertura económica y cultural del país jamás pudo lograrse en el siglo XIX. Varios habían sido los escollos insalvables: la fragmentación geográfica y demográfica del país, la persistencia del dominio económico de los hacendados tradicionales, la poca disponibilidad de capitales, el atraso tecnológico, la influencia de la Iglesia católica en la educación y la cultura, la resistencia al trabajo asalariado e independiente y la debilidad del Estado141. Después de la Guerra de los Mil Días (1899-1902) el país pudo consolidar un contexto político y social más proclive al crecimiento económico, dándose inicio así a un proceso de modernización que tendría en los años veinte su momento principal HENDERSON, La modernización en Colombia… Op. cit., p. 116. MELO, Jorge O. Algunas consideraciones globales sobre “modernidad” y “modernización”. En: Viviescas, Fernando y Giraldo, Fabio. Colombia: el despertar de la modernidad. Santafé de Bogotá: Foro Nacional por Colombia., 2000, p. 233. 141 PALACIOS, Marco y Safford, Frank. Colombia: país fragmentado, sociedad dividida, su historia. Bogotá: Norma, 2002, p. 32. 139 140

CAPÍTULO 3

97

con la puesta en marcha de una serie de programas oficiales que fomentarían tanto la industria como la agricultura. Desde el punto de vista político, durante este periodo, Colombia hacía también su tránsito hacia un Estado moderno. Este tránsito exigía la ruptura de formas particularistas de ejercicio del poder público, la eliminación de estructuras regionales políticas independientes, el establecimiento de sistemas tributarios eficientes, confiables e impersonales y la conformación de una burocracia y un sistema policial capaces de imponer las decisiones”142. Pese a los intentos liberales y librecambistas para transformar el Estado a partir de la segunda mitad del siglo XIX, los intentos no lograron este tipo de organización. La gran mayoría de la población carecía aún de una formación política básica y caciques electorales, terratenientes o caudillos mantenían prácticas de acceso muy limitado al poder y a la estructura burocrática del Estado. La existencia de fuertes y violentas contradicciones entre los partidos tradicionales no permitió concertar programas de acción a largo plazo. Por una parte, se encontraban quienes abrazaban un pensamiento liberal de corte político-jurídico europeo y dirigido hacia la búsqueda de la modernización mediante la separación de la Iglesia y el Estado y el acceso mayoritario de la población a una escuela laica de ciudadanos formados en conocimientos prácticos conforme a los adelantos técnicos y tecnológicos del mundo; de otra parte, se encontraban los conservadores respetuosos de una formación clerical adecuada a valores de orden y progreso y con la tradición como fuente de poder político. Aquella situación cambiaría a partir de la primera década del siglo XX. Los nuevos tiempos traerían consigo un panorama más proclive para la democracia y el mercado. El riesgo que algunos empresarios tomaron para hacer que el país empezara a producir materia primas para al mercado mundial provocaría la crisis del sistema político tradicional y demostraría la importancia del Estado como elemento organizador de la sociedad. Esta apertura hacia la modernización y la modernidad se alternaría hacia 1930 con los principios del Estado social de derecho en boga por aquellos años en Estados Unidos y en algunas naciones europeas. Esta orientación permitió la movilidad social y política y el surgimiento de fuerza de trabajo asalariado para el mercado. Melo, Algunas consideraciones… Op. cit., pp. 229-230.

142

98

Las luchas por el cogobierno universitario...

Esto significó que solo a partir de la primera mitad del siglo XX, posterior a los años treinta, el país comenzara a experimentar notorios cambios. La industrialización impulsada por la producción de café y continuada por las diferentes fábricas de textiles de Antioquia, Boyacá, Cundinamarca, Santander y Barranquilla traería consigo el surgimiento de nuevos actores sociales. Junto a empresarios tanto urbanos como agrícolas aparecerían grandes y pequeños comerciantes, trabajadores asalariados e independientes, campesinos modernos y capas medias de la sociedad. Un mercado interno buscaba entablar conexiones con el capitalismo internacional143. El atraso educativo del país empezó también a mostrar cambios en el decenio de los años veinte con la creación del Ministerio de Educación Nacional. Desde allí se impulsó: 1) la ampliación de la cobertura en el sector primario; 2) la creación de institutos de formación técnica industrial y comercial dirigida a la poblacional urbana; 3) la supervisión del bachillerato clásico por parte del Estado; 4) la fundación de la Escuela Normal Superior, la primera institución de educación superior del siglo XX creada para profesionalizar a los docentes del bachillerato; 6) el apoyo a la reforma universitaria de 1936, gestionado por gobernantes de vanguardia y estudiantes bajo la influencia del movimiento estudiantil de Córdoba144. Las reformas educativas y la diversificación de las profesiones académicas mostraban una nación dispuesta a entrar en la modernidad de principios liberales, pese a los valores tradicionales avalados por el conservadurismo y la Iglesia católica. A partir de la Reforma Universitaria se inició un debate sobre el protagonismo de la universidad en la modernización de la sociedad. La universidad debía ser reconocida en su “índole científica, social y académica” y como una principalísima gestora de la modernización145.

MELO, Jorge O. La república conservadora (1880-1930). En: Melo, Jorge O. Colombia hoy. Bogotá: Siglo XXI, 1985; Palacios. y Safford, Op. cit. 144 SÁNCHEZ, C. H. Ciencia y educación superior en la República Liberal. En: Sierra, Rubén. República Liberal: sociedad y cultura. Bogotá: Universidad Nacional/Facultad de Ciencias Humana, 2009; Suescún, Op. cit., 1994. 145 HERRERA, Op. cit. p., 107. 143

CAPÍTULO 3

99

3.2. Autonomía universitaria: una proclama continental del movimiento estudiantil Las primeras acciones del movimiento estudiantil colombiano estuvieron muy directamente influenciadas por el movimiento reformista de Córdoba. Ya se ha dicho que antes de Córdoba se conocen demandas y protestas por la autonomía universitaria en Colombia y América Latina, pero fue la movilización de 1918 en Argentina la que sentó las bases de la lucha estudiantil al propender no solo por la modernización de la educación superior sino por la búsqueda de una verdadera autonomía universitaria, principio que se sostendría a lo largo de toda la historia del movimiento estudiantil continental como una bandera reivindicatoria de primer orden. Tal como lo indica Javier Ocampo López, “el Grito de Córdoba hizo reflexionar a los universitarios latinoamericanos sobre la dependencia cultural de estos países en relación con Europa y Estados Unidos y la necesidad de buscar la autonomía y la esencia de la propia identidad. Asimismo, en luchar por la búsqueda de soluciones a los grandes problemas nacionales”146. Si tal fue su importancia, es necesario preguntarse en qué consistió exactamente esta influencia del “Grito de Córdoba” en la movilización estudiantil colombiana. En la mayoría de los países latinoamericanos la educación experimentaba en el siglo XX un atraso significativo. Al finalizar la primera década de esta centuria, sin embargo, abruptos cambios permitirían cuestionar las tradiciones existentes. En un principio, antes de que los estudiantes universitarios asumieran posiciones contundentes, intelectuales y académicos fueron los encargados de ejercer la crítica del sistema y de la situación educativa en general. En Argentina Enrique Martínez Paz publicó un ensayo en el que señalaba que la “enseñanza formal” debía “preparar el camino para nuestra revolución”147. El mensaje era explícito: la nueva universidad no podía continuar desvinculada de la realidad social, y más aún si se creía por parte de algunos OCAMPO, Javier. Maestro Germán Arciniegas, el educador, ensayista, culturólogo e ideólogo de los movimientos estudiantiles en Colombia. En: RHELA. No. 11 (2008); pp. 13-58. [En línea]. [Consultado 26 dic. 2013]. Disponible en: http://www.rhela.rudecolombia.edu.co/index.php/rhela/article/viewFile/140/140 147 MOLINA RODRÍGUEZ, Op. cit., p. 33. 146

100

Las luchas por el cogobierno universitario...

políticos e intelectuales liberales y de izquierda que la universidad no era más que una entelequia al servicio del estatu quo. Entre los jóvenes universitarios argentinos este tipo de mensaje caló hondo y sin duda se convirtió en el acicate para movilizarlos en la lucha por la reorganización y la redefinición de la universidad. Además, y esto lo sabían muy bien, su participación activa en la búsqueda de un nuevo enfoque formativo los ubicaba en la punta de la historia, pues las consecuencias de la Gran Guerra y el triunfo de la Revolución Rusa les demostraban que la revolución social de la que los intelectuales hablaban no solo era necesaria sino posible148. La tradición clerical de la Universidad de Córdoba era antiquísima. En su biblioteca estaban proscritas las obras del racionalismo moderno (Bernard, Stammler, Darwin, Marx o Engels). Las carreras tanto como los métodos de estudio y los ritos de profesionalización conservaban aún el halo medieval149. Para la mayoría de profesores era una prioridad de sobrevivencia mantener las cosas tal y como estaban. Sin embargo, el ascenso de la clase media y la apertura hacia la democracia que la Argentina de Hipólito Yrigoyen empezó a experimentar conduciría a expresar cambios educativos impostergables. Conservar una institución educativa de estas características era ya una tarea insostenible. Antes del “Grito de Córdoba” se hicieron cada vez más frecuentes las huelgas estudiantiles: entre 1903 y 1917 se presentaron varias manifestaciones hasta cuando en 1918 la situación llegó a su clímax: en febrero un grupo de estudiantes de varias facultades de la Universidad Nacional de Córdoba se declararon en huelga. A la par del descontento el nivel de organización de los estudiantes creció con el paso de los meses. En abril los jóvenes contaban ya con su propia Federación Universitaria, organismo que reunía a los estudiantes de una buena cantidad de ciudades argentinas: Tucumán, Santa Fé, Córdoba, La Plata y Buenos Aires. Ante la fuerza de la movilización, José Nicolás Matienzo fue el funcionario que Yrigoyen nom ACEVEDO TARAZONA, Álvaro. A cien años de la reforma de Córdoba, 1918-2018: La época, los acontecimientos, el legado. En: Historia y Espacio. No. 36 (2010); pp. 1-14. 149 CIRIA, A. y SANGUINETTI, H. La Reforma Universitaria (1918-1983). Buenos Aires: Centro Editor de América Latina. 1987. 148

CAPÍTULO 3

101

bró para que atendiera las demandas estudiantiles. En su gestión decidió no solo reformar los estatutos de la universidad, sino elegir una nueva planta administrativa. Los estudiantes, no obstante, consideraron que los nuevos nombramientos habían estado influenciados por los funcionarios salientes, y que todo el proceso había sido una farsa. Su reacción consistió en hacer un vehemente llamado al paro indefinido y en elaborar una hoja de ruta que se consignaría en el Manifiesto Liminar del 21 de junio150. La medida daría origen a la Federación Universitaria de Córdoba. Una organización mucho más fuerte y consecuente con lo que, en su conjunto, esperaba el estudiantado. Estuvo dirigida por Enrique Barros, Horacio Valdés e Ismael Bordabhére. Tanto lo consignado en El Manifiesto –redactado por el abogado Deodoro Roca– como la federación exigían, principalmente, libertad de cátedra, libertad para el estudio de cualquier tipo de ideas, obligación de involucrar a la universidad con la búsqueda de soluciones a los problemas sociales, vinculación de la universidad con el resto del sistema educativo nacional, asistencia libre a clases, gratuidad, obligación de la universidad para buscar la unidad latinoamericana o luchar contra cualquier forma autoritaria de gobierno y, sobre todo, autonomía y cogobierno universitario151. Un mes después de la proclamación del Manifiesto se llevó a cabo en Córdoba el Primer Congreso Nacional de Estudiantes. Sus miembros y asistentes discutieron la estructura que de ahí en adelante debía adoptar la universidad. Se expuso cada uno de los puntos que el manifiesto contenía y se debatieron otras ideas como la nacionalización de las universidades provinciales152. Tanto el Manifiesto como la Conferencia tuvieron repercusiones continentales. La Reforma de Córdoba buscaba un espacio de acción política para los estudiantes, acabar con el “imperio del clero” sobre la universidad e influir sobre la realidad social y política latinoamericana. En Colombia, tal como CANTÓN, Darío; MORENO, José Luis y Ciria, Alberto. Argentina: la democracia constitucional y su crisis. Buenos Aires: Paidós, 2005; BUCHBINDER, P. Historia de las universidades argentinas. Buenos Aires: Sudamericana, 2005. 151 Manifiesto Liminar de la Reforma Universitaria. [en línea]. [Consultado 18 nov. 2013]. Disponible en: http://es.wikisource.org/wiki/Manifiesto_Liminar 152 LA GACETA UNIVERSITARIA 1918-1919. Una mirada sobre el movimiento reformista en las universidades nacionales. Buenos Aires: EUDEBA-Universidades nacionales de Córdoba, La Plata, Litoral, Tucumán y Buenos Aires, 2009. 150

102

Las luchas por el cogobierno universitario...

sucedió en otros países del continente, el impacto de la Reforma fue de suma importancia.

3.3. Organización y protesta estudiantil Entre 1910 y 1957 se presentaron en Colombia conflictos estudiantiles, algunos de ellos inspirados en los principios del Grito de Córdoba. En la historiografía de la organización estudiantil se destacan la celebración del Primer Congreso Internacional de Estudiantes de la Gran Colombia de 1910, la protesta estudiantil de 1929, la movilización de mayo de 1938, las pedreas de 1946 y las movilizaciones que acompañarían la caída de la dictadura de Rojas Pinilla en 1957. El primer intento de organización estudiantil colombiana nació con la realización del Primer Congreso Internacional de Estudiantes de la Gran Colombia, Ecuador y Venezuela llevado a cabo en julio de 1910. El evento estuvo protagonizado por los jóvenes que más adelante serían conocidos como los miembros de la Generación del Centenario –Agustín Nieto Caballero, Tomás Rueda Vargas, Pablo Vila, Eduardo Santos, Luis Cano y Miguel Fornaguera, entre otros–. Este grupo se identificaba por considerar necesario terminar de una vez por todas con la beligerancia que entre liberales y conservadores había desatado la Guerra de los Mil Días. En razón de este propósito apoyaban al partido “Unión Republicana” que lideraba Carlos Eugenio Restrepo. Este sector partidista consideraba que la reconciliación entre los partidos tradicionales pondría fin a las guerras civiles y haría de condición sine qua non para impulsar el país hacia el crecimiento económico, sobre todo en un momento en el que Colombia mostraba signos de recuperación gracias al despegue de la economía cafetera153. Estos jóvenes de la generación del centenario fueron los primeros estudiantes en intentar reformar la universidad colombiana. Para lograr este propósito llevaron a cabo dos tareas principales: crearon por intermedio de Demetrio García Vásquez –abogado, historiador y político vallecaucano– la Revista Universitaria, rotativo que hizo público los ARIAS, R. Los Leopardos: una historia intelectual de los años 1920. Bogotá: Uniandes, 2007, p. 69.

153

CAPÍTULO 3

103

propósitos que perseguía aquella generación en materia educativa, y realizaron el Primer Congreso Internacional de Estudiantes en Colombia, un espacio que les permitió no solo “tributar un homenaje de veneración y de gratitud a los fundadores de la Patria, y propender al acercamiento de la juventud estudiosa de Colombia, Venezuela y Ecuador”, sino discutir alrededor de temas como la participación y la representación estudiantil en el interior de la universidad, de la misma manera que proyectar la creación de una Asociación General de Estudiantes de Colombia154. Tanto la revista como el evento fueron exitosos, no solo porque se logró reunir un buen número estudiantes de distintos países o porque se creó un medio de comunicación que le permitiría al movimiento discutir acerca de cualquier tipo de propuestas encaminadas a mejorar la educación superior, sino porque se impulsó la creación de la primera organización estudiantil formal, es decir, la Asociación General de Estudiantes de Colombia, organización cuyo programa redactó Luis López de Mesa, reconocido intelectual que ocuparía durante la República Liberal las más altas posiciones políticas y culturales155. Como ya se dijo, en la década de los veinte la vanguardia del movimiento estudiantil la ocuparon dos grupos de jóvenes intelectuales: Los Nuevos y Los Leopardos156. También se ha expresado que Germán Arciniegas y otros jóvenes universitarios exigieron que se le reconociera autonomía a la Universidad Nacional y la participación de sus estudiantes en el gobierno universitario157. Voz de la Juventud y Universidad158 fueron las publicaciones más importantes para los miembros de esta generación159. Aunque hubo con anterioridad a 1929 varias manifestaciones estudiantiles, la protesta de junio de ese año fue la manifestación pública más importante. Su expresión se convirtió en el primer hito histórico del movimiento estudiantil colombiano no solo porque logró agluti SALGADO PABÓN, Op. cit., pp. 4-5. CASTRO, S. Pensamiento colombiano del siglo XX. Bogotá: Universidad Javeriana/Instituto Pensar, 2007. 156 SALGADO PABÓN, Op. cit., pp. 4-5. 157 SCOTT. y STANFORD M, Op. cit., p. 270. 158 SALGADO PABÓN, Op. cit., pp. 4-5. 159 PULIDO GARCÍA, Op. cit. 154 155

104

Las luchas por el cogobierno universitario...

nar a otras fuerzas civiles o porque hizo del movimiento una organización de un fuerte matiz modernizante, sino porque le dio al movimiento su primer mártir: el joven Gonzalo Bravo Pérez. En hechos un tanto confusos Gonzalo Bravo fue asesinado por la fuerza pública el día 7 de junio de 1929160, fecha que sería recordada de ahí en adelante como “el Día del Estudiante Caído”161. A los sucesos de 1929 le siguieron los de 1938. En esta ocasión una nueva generación de estudiantes se disponía a encarar el reto de fortalecer al movimiento estudiantil. El acontecimiento más sonado de la época fue el paro estudiantil de mayo 1938 iniciado en Medellín y rápidamente propagado al resto del país. Por aquellos días los obreros católicos celebraban el Día Católico del Trabajo. Los estudiantes, por su parte, se habían declarado en paro indefinido debido a que el gobierno de López Pumarejo había incorporado al sistema el examen de revisión y el curso preparatorio. Dos tipos de evaluación con los cuales se pretendía mejorar la formación de los jóvenes que ingresaban a la universidad, pero para los estudiantes no eran más que medidas que obstaculizaban y retrasaban los estudios universitarios. La protesta –adelantada en un principio por los estudiantes de secundaria que no estaban de acuerdo con la introducción de un curso preparatorio, con el cual Alfonso López Pumarejo esperaba mejorar el rendimiento académico de los bachilleres que ingresaban a la universidad162– recibió el respaldo inmediato de los estudiantes universitarios y fue aprovechada para ampliar las demandas, exigiendo no solo nuevos profesores, rebajas en las matrículas, la creación del servicio de salud, la libertad de cátedra y de asistencia a clases, sino la DÍAZ JARAMILLO, José Abelardo. Las batallas por la memoria: el 8 de junio y las disputas por su significado. 1929 – 1954. (Memorias del IV Seminario Taller Internacional Vendimia: “Construcción de Nación. La Universidad del futuro en Iberoamérica”: 2010). Villa de Leyva, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. 161 HENDERSON, La modernización en Colombia… Op. cit., pp. 245-246; QUIROZ OTERO, Ciro. La Universidad Nacional de Colombia en sus pasillos. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia/Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, 2002, pp. 93-96; DÍAZ JARAMILLO, José Abelardo. El 8 de junio y las disputas por la memoria, 1929-1954. En: Historia y sociedad. No. 22 (ene-jun. 2012); p. 162. 162 MORENO, Orlando. El paro estudiantil de mayo de 1938. En: Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura. Vol. 36, No. 2 (2009); pp. 41-63. 160

CAPÍTULO 3

105

puesta en marcha de “una nueva organización de la universidad”163. Los estudiantes salieron a las calles el día jueves 5 de mayo en 1938. En Bogotá, muy temprano en la mañana, tan pronto como se conformaron las comisiones y las consignas, los estudiantes marcharon por los colegios más importantes de la capital con el ánimo de ganar la adhesión de más estudiantes. Según lo refiere Orlando Moreno: “no menos de dos mil estudiantes universitarios y de secundaria desfilaron por las calles céntricas de la ciudad”164, arengando en contra de las imposiciones gubernamentales. En la siguiente etapa de la movilización estudiantil, correspondiente a los años de 1946 y 1957, se expresaron ciertos cambios en las demandas pero no sustanciales tanto en la manera de proceder como en sus motivaciones. Entre 1938 y 1945 no hubo acciones estudiantiles contundentes, pero a partir de 1946, tal como lo muestra Ciro Quiroz165, a la movilización estudiantil se sumó un elemento que, si bien no generaría una ruptura con su anterior etapa, lo prepararía para lo que vendría después de la dictadura de Rojas Pinilla: la aparición de enfrentamientos campales entre el estudiantado y las fuerzas del orden. Las pedreas se convirtieron en la nueva forma de expresión de la movilización estudiantil. Su aparición debe ser entendida en el contexto histórico que la vio surgir, es decir, en el periodo de la denominada violencia política entre los años de 1940 y 1957. En el año de 1946 finalizando el periodo liberal y retornando al poder el régimen conservador –afirma Marco Palacios166– se abrió una “temporada de vendavales que arrasó los sistemas de valores, los códigos morales sobre el empleo de la violencia pública y privada y los derechos humanos” que se conoce como La Violencia. El recrudecimiento de los odios bipartidistas en el seno de la sociedad rural colombiana se tradujo en un aumento del pie de fuerza en las ciudades. A lo cual se sumó muy pronto un sustancial recorte de garantías democráticas: tras el asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán en 1948 sobrevino la clausura del parlamento en 1949 y la dictadura militar en 1953 –si bien esta EL TIEMPO, Bogotá: (1, may., 1938). MORENO, Orlando. Op. cit., p. 47. 165 QUIROZ OTERO, Op. cit. 166 PALACIOS, Violencia pública… Op. cit. 163 164

106

Las luchas por el cogobierno universitario...

contó con el apoyo de algunos miembros de la sociedad civil–. Atendiendo a las cifras de la protesta social de Mauricio Archila167, durante este periodo no solo los estudiantes sino todos los sectores sociales se vieron en la necesidad de salir a protestar. En total, muestra al respecto el investigador que en estos once años hubo 257 protestas, es decir, poco menos de dos protestas por mes. De estas, cincuenta y seis de ellas protagonizadas por estudiantes, lo cual permite inferir que el estudiantado fue el sector social más activo del periodo168. En esta ocasión nuevamente el estudiantado hizo eco de las reformas que se reclamaban con el Manifiesto Liminar: de hecho la autonomía y la inclusión de los estudiantes en los órganos de dirección universitaria fueron demandas permanentes. Los estudiantes de esta generación fueron los más sensibles a los recortes democráticos. En las calles fueron no solo “los voceros de las capas medias en ascenso”, sino “los representantes de la intelectualidad”. Los años de mayor actividad para el movimiento estudiantil en este periodo fueron los de la dictadura de Rojas Pinilla entre 1953 y 1957. Fue memorable la lucha que emprendieron en las jornadas del 8 y 9 de junio de 1954 cuando en la conmemoración de los veinticinco años del asesinato de Gonzalo Bravo Pérez se lanzaron a la calle a pedir el retorno de las garantías civiles. En la mañana del 9 de junio, como se hacía desde 1929, los estudiantes de la Universidad Nacional marcharon hasta la tumba de Gonzalo Bravo. Así lo relata Quiroz: Partieron de la Ciudad Universitaria rumbo al Cementerio Central. De tres en fondo caminaron silenciosamente. (…) Al aproximarse la marcha al cementerio, un oficial de la policía advirtió a los marchantes que las puertas se encontraban cerradas por orden del alcalde Buenaventura Guzmán. El país estaba en estado de sitio y no se permitían manifestaciones. Al momento, los estudiantes se amotinaron y sentados sobre las calles mostraron su inconformidad…169 ARCHILA, M. Entre la academia y la política: el movimiento estudiantil y Colombia, 1920-1974. En: MARSISKE, Renate. Movimientos estudiantiles en la historia de América Latina I. México: Universidad Nacional Autónoma de México/ Centro de Estudios sobre la Universidad/ Plaza y Valdés, 1999. 168 ARCHILA, M. Protestas sociales en Colombia, 1946-1958. En: Historia Crítica. Vol. 11 (1995); pp. 63-78. 169 QUIROZ OTERO, Op. cit., p. 124. 167

CAPÍTULO 3

107

Minutos después, sin embargo, las puertas del cementerio se abrieron por una orden del gobierno; se llevó a cabo una misa y algunos estudiantes, pese a la prohibición, exclamaron algunas arengas. El evento terminó bien. En silencio y con paso lento la comitiva regresó hacia la Universidad. Pasadas las doce del mediodía los sucesos se complicaron porque las autoridades habían decretado la toma militar del establecimiento educativo. Hacia las tres de la tarde un bus repleto de policías se estacionó frente a la Universidad. Prestos a hacer cumplir la orden de desalojo, los gendarmes abrieron fuego indiscriminadamente e hirieron de muerte al estudiante de Medicina y Filosofía Uriel Gutiérrez Restrepo. Tenía tan solo veinticuatro años de edad, y se complacía con escribir un artículo semanal para el periódico universitario y con debatir en torno a los problemas nacionales. El día de su asesinato, paradójicamente, se había mantenido al margen de las actividades extraacadémicas porque se encontraba preparando un examen inaplazable170. Al día siguiente, tras el sepelio del mártir de la jornada anterior, una comitiva de estudiantes se dirigió a la casa presidencial a exigir justicia. Temprano en la mañana de aquel día, procedentes de diversas universidades de la capital, miles de estudiantes habían arribado a la Universidad Nacional con la intención de rendir un sentido homenaje a Uriel Gutiérrez Restrepo. La oportunidad no fue desaprovechada por los dirigentes estudiantiles para encender aún más con sus arengas la rabia y el dolor del estudiantado, tal como lo asegura José Abelardo Díaz Jaramillo. Serían poco más de las diez de la mañana cuando la multitud decidió marchar por la calle 26 hacia el Palacio de San Carlos. Al llegar a la calle 13 con carrera Séptima la agitada multitud fue interceptada por un destacamento de soldados adscrito al Batallón Colombia, el mismo que había participado en la Guerra de Corea. “Los estudiantes decidieron entonces sentarse en aquel lugar y oír los discursos que sus colegas empezaban a pronunciar. Transcurrido un tiempo, un disparo rompió la tranquilidad del acto, dando motivo para que en seguida los militares descargaran sus fusiles contra los estudiantes, produciendo una tragedia de grandes proporciones”171. En aquella jornada perdieron la vida ocho estudiantes QUIROZ OTERO, Op. cit. DÍAZ JARAMILLO, El 8 de junio y las disputas por la memoria… Op. cit., pp. 184186.

170 171

108

Las luchas por el cogobierno universitario...

más: Jaime Moore Ramírez, Hernando Morales Sánchez, Hugo León Velásquez, Carlos J. Grisales, Álvaro Gutiérrez Góngora, Elmo Gómez Lucich, Rafael Sánchez Matallana y Hernando Ospina. Las muertes del 9 de junio de 1954 obligaron a los estudiantes a buscar nuevos y más eficaces mecanismos de movilización. Hacia finales de aquel mismo año los estudiantes crearon un organismo que dotaba la lucha estudiantil de un programa un poco más uniforme y confiable. Nació así la Federación de Estudiantes Colombianos (Fec). Según relata Carlos Romero –representante estudiantil por la Universidad Libre en aquellos años–, esta nueva organización estudiantil fue consecuencia de aquella tragedia: En 1954 cuando se produce la masacre estudiantil, se genera un agrupamiento estudiantil de sectores liberales radicalizados en contra de la dictadura. Por eso yo sostengo que se trató de un movimiento estudiantil coyuntural, es decir, se produjo exclusivamente para enfrentar la dictadura de Rojas Pinilla en su etapa más desarrollada. La motivación política de la FEC se limita a la lucha contra la dictadura (…) desde luego es una lucha supremamente importante172.

Este acontecimiento fue muy importante en la historia del movimiento estudiantil. En primer lugar, permitiría crear una organización que lograba unificar toda su fuerza. Antes de estos hechos, los estudiantes solo contaban con la Federación de Universitarios Colombianos (Fuc), una organización auspiciada tanto por el gobierno como por la Iglesia y que, por su naturaleza oficial, restringía las demandas y acciones de la protesta. Con la creación de la Federación de Estudiantes de Colombia (Fec), por el contrario, los estudiantes lograban por fin articular una organización que se involucraba de lleno en la política. Lo que se demostró en la resistencia frontal a la dictadura de Rojas Pinilla. El sentimiento antimilitarista y el rechazo a las dictaduras del continente que los estudiantes e intelectuales de algunos países latinoamericanos como Cuba, Guatemala o Argentina expresaban de manera creciente, motivó a los miembros de la Fec a repudiar la dictadura de Rojas y a movilizarse de manera organizada hasta propiciar RUÍZ, M. Sueños y realidades, procesos de organización estudiantil, 1954-1966. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2002, pp. 65-6.

172

CAPÍTULO 3

109

el cambio de régimen, tal como sucedió en mayo de 1957 cuando el dictador abandonó el poder. En segundo lugar, la muerte de los estudiantes del 9 de junio significó también un cambio en la identificación del movimiento estudiantil. A partir de 1954 ya no se conmemoraría el Día del Estudiante, tal como se hacía desde 1929, sino el Día del Estudiante Caído hasta convertirlo en hito fundacional en la memoria de la protesta universitaria173. Se inició así una nueva etapa en esta historia de la protesta y organización colombiana. Una etapa en la que el movimiento resignificaba a sus propios mártires y episodios históricos. Una etapa, en fin, en la que el movimiento tomaba conciencia de su influyente papel político. Bien ha señalado Francisco Leal Buitrago que la participación de los estudiantes en los eventos que confluyeron en el derrocamiento de Gustavo Rojas Pinilla fue importante en cuanto ellos se movilizaron como punta de lanza del descontento civil general y propiamente no debido a la fuerza de su organización política. Ni la Fec ni la Fuc se pusieron de acuerdo para dirigir acciones de protesta que condujeran a la caída del dictador, pero sus actuaciones sentaron las bases para que poco después se hiciera más visible y radical la protesta estudiantil hasta convertirse en los años sesenta y setenta en una fuerza social y política, no como una expresión de clase, según el argumento de Leal Buitrago174, pero sí como una expresión de la sociedad civil con una contundencia en el año de 1971 nunca antes vista en la historia de la protesta estudiantil en Colombia.

DÍAZ JARAMILLO, El 8 de junio… Op. cit.; Ruíz, M. Op. cit. LEAL BUITRAGO, Op. cit.

173 174

Capítulo 4

1971: el año crítico en la lucha por el cogobierno universitario en Colombia

En los países latinoamericanos la administración universitaria ha involucrado funcionarios externos a la alma mater. Los consejos superiores han estado conformados por representantes del Estado y de los gremios económicos y hasta por ministros de la Iglesia. Estos funcionarios, ajenos al devenir propio de la universidad, junto con una representación minoritaria de profesores y estudiantes, participan con voz y voto en las decisiones de gobierno de las universidades175. Este tipo de estructura administrativa en las universidades públicas no ha variado sustancialmente desde la creación de los Estados nacionales del continente en el siglo XIX. En concordancia con este principio fueron creadas instituciones como la Universidad de Buenos Aires (1822), las universidades Central de Venezuela y Central de Ecuador (1826), la Universidad Nacional de Chile (1843), la Universidad de la República del Uruguay (1833) y la Universidad Nacional de Colombia (1868), entre otras176. Debido a esta a composición de gobierno, en las universidades latinoamericanas el ejercicio efectivo de la administración ha sido objeto de rechazo, debates y críticas por parte de sus dos principales estamentos: el estudiantado y los profesores. Impulsados también por fuerzas externas a la alma mater –como las ideologías y los intereses de sectores políticos–, estos dos gremios o estamentos han querido modificar en varias ocasiones la composición de los consejos BORRERO CABAL, A. La Universidad: Estudio sobre sus orígenes, dinámicas y tendencias. administración universitaria. Tomo VII. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, p. 65. 176 TÜNNERMANN, C. Historia de las universidades de América Latina. México: UDUAL, 1999. 175

112

1971: el año crítico en la lucha ...

superiores y las funciones y prerrogativas de sus miembros por intermedio de un sistema de cogobierno universitario, esto es, de administración controlado principalmente por profesores y estudiantes. No han sido pocos los conflictos administrativos, académicos y sociales que estas instituciones han experimentado a lo largo de su historia. No obstante, los episodios más significativos se presentaron durante las décadas de 1960 y 1970, periodo en el cual las ideologías revolucionarias y anarquistas propugnaron no solo por la modificación radical de los consejos superiores, sino incluso por la eliminación de toda autoridad universitaria, tal como sucedió con las reformas universitarias de Uruguay y Chile, adelantadas, respectivamente, entre 1951 y 1958 y entre 1967 y 1973177. En este capítulo se describe y analiza la lucha por el cogobierno universitario en Colombia entre 1958 y 1976. También se analiza el contexto social y político en el que se enmarcó propiamente la movilización estudiantil durante los decenios de 1960 y1970.

4.1. Radicalización del movimiento universitario Durante las décadas del sesenta y setenta el mundo experimentó importantes manifestaciones estudiantiles. Sus protagonistas formaban parte de la generación de la posguerra. Fueron ellos quienes encabezaron las luchas del Mayo francés, las protestas por los derechos civiles de los afroamericanos, las campañas en contra de la guerra en Vietnam, las críticas al socialismo real o la lucha por los derechos de las mujeres. Mientras en México protestaban contra la corrupción, en Argentina, Brasil o Ecuador –junto a los obreros– protestaban contra la dictadura militar; en Praga contra el comunismo ortodoxo y en China enfrentaban, desarmados, un régimen indolente y anquilosado. Los efectos culturales y CIFUENTES S., L. El Movimiento Estudiantil Chileno y la Reforma Universitaria: 1967-1973. En: R. A. Henry. Intelectuales y Educación Superior en Chile: de la Independencia a la Democracia Transicional, 1810-2001. Santiago de Chile: Chile América / CESOC.S, 2004, pp. 133-150; BORRERO CABAL, A. La Universidad: Estudio sobre sus orígenes, dinámicas y tendencias. Historia universitaria: los movimientos estudiantiles. Tomo IV. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2008b, p. 163.

177

113

CAPÍTULO 4

políticos del Mayo francés habían sido contundentes. Muchas naciones latinoamericanas también fueron sacudidas por la difusión de la utopía igualitaria, incluso con repercusiones políticas de mayor alcance que en otras latitudes, a tal punto que lecturas, ideologías y concepciones fueron aclamadas por una buena parte de la juventud e interiorizadas por líderes universitarios como principios orientadores de la lucha armada. CIÓN: LA SOLU S ÉSTA ES TUDIANTE S LOS ES QUE TODO N A LA GRAN ILE ..! IM SA AS SE SILENCIO MAYORÍA

CADA DÍA SE HACE MÁS LÓGICO EL “APODO” QUE LE HAN PUESTO A NUESTRA UNIVERSIDAD, A LA CUAL SE LA LLAMA “UNIVERSIDAD DE YALE”... POR AQUELLO DE LAS CERRADURAS.

HAREMOS UNA UNIVERSIDAD COMPLETAMENTE DEMOCRATICA Y APOLÍTICA... POR ESO NEGAREMOS LA ENTRAD A LOS MARXISTAS, SOCIALISTAS, PROGRESISTAS. RADICALES...

Imagen 9. Pajón. La U. El Tiempo, Bogotá: (11, ago., 1971).

En Colombia los escenarios privilegiados para el desarrollo de las prácticas, los discursos y los valores difundidos por aquella revolución global en la cultura fueron las universidades. Para Rafael Humberto Moreno Durán, uno de los escritores colombianos representativos de la época, no cabe duda que la universidad de su tiempo le perteneció a una generación rebelde, revolucionaria y anarquista, formada al son de los Beatles, Bob Dylan, Camus, Sartre y las más variadas líneas del marxismo.

114

1971: el año crítico en la lucha ...

Una generación que se atrevió a romper los cánones morales y a experimentar con su cuerpo y su sexualidad en contra de todos los preceptos religiosos, y que –parafraseando al mismo Moreno Durán– se desabotonó el cerebro tantas veces como la bragueta y asumió en las acciones revolucionarias la manifestación más pura del verdadero vivir178. Aquella ideología revolucionaria global en la cultura dotó a la juventud colombiana de un poder de resistencia y de expresión civil que, en ciertos momentos coyunturales, la ubicó a la vanguardia de la lucha social. En el caso colombiano, la fuerza de esta juventud ya era perceptible en las revueltas, marchas y protestas que desde el año 1957 encabezó en contra del dictador Gustavo Rojas Pinilla. No fue solo gracias a la movilización que la juventud colombiana se ganó un espacio dentro de las fuerzas sociales sino que también fue un hecho cuando la dictadura conoció el fin. Construir una organización sólida para el estudiantado se convirtió en una tarea inaplazable. La Federación Universitaria Nacional (Fun), creada en 1963, fue la organización que constituyó el movimiento estudiantil colombiano de tendencia contestataria a las políticas gubernamentales. La Federación de Universitarios Colombianos (Fuc), la Federación de Estudiantes Colombianos (Fec) y la Unión Nacional de Estudiantes Colombianos (Unec) fueron sus antecedentes inmediatos. No obstante, solo a partir de la Unec –fundada en 1958– la Federación Universitaria Nacional le daría a la movilización estudiantil ese rasgo antimilitarista, antiestatal y, en general, de tendencia izquierdista que la caracterizaría. La Fuc no fue más que una organización progobiernista creada en 1953 por la Iglesia católica con el ánimo de alejar a los estudiantes de los peligros del anarquismo. Por su parte, la Fec, fundada a finales de 1954, si bien constituyó una reacción del estudiantado a la influencia que el gobierno estaba ejerciendo sobre el movimiento por intermedio de la Fuc, no hizo más que defender una tímida reforma universitaria liberal179.

MORENO DURÁN, R. H. La memoria irreconciliable de los justos: La Universidad Nacional en la década de los 60. En: Análisis Político. Vol. 7. pp. 77-87. 179 JIMÉNEZ B., A. Medio siglo de presencia del movimiento estudiantil en la Universidad Pedagógica Nacional: 1957-1999. En: Revista Colombiana de Educación. No. 40-41 (2000); p. 9. 178

CAPÍTULO 4

115

La Fun tenía su origen en las organizaciones estudiantiles nacidas en medio de la efervescencia juvenil que contribuyeron a fortalecer todas aquellas protestas sociales que el 10 de mayo de 1957 pusieron punto final a la dictadura de Rojas Pinilla. El trascendental acontecimiento le había mostrado al movimiento estudiantil un panorama político mucho más beligerante que el que habían visto las generaciones estudiantiles anteriores. Indudablemente, entre ellas, la muerte de los estudiantes los días 8 y 9 de junio de 1954 en Bogotá y la golpiza que las Fuerzas Armadas les propinaron a algunos de los asistentes a la Plaza de Toros la Santamaría en enero de 1956, como reprimenda por abuchear a María Eugenia Rojas –la hija del dictador–. El enfrentamiento permanente del régimen con la prensa y el posterior cierre de algunos medios como El Tiempo, El Espectador, el Diario Gráfico y El Siglo terminaron por agudizar el descontento social. Para Manuel Ruiz Montealegre, este tipo de acciones desmedidas de fuerza por parte del gobierno le proporcionaron al movimiento el “marco necesario para que las nuevas generaciones (…) desarrollaran nuevas concepciones acerca del papel que deberían representar en la sociedad”180. Los estudiantes percibieron aquellos convulsivos tiempos como la “situación propicia para plantearse la tarea de promover cambios” gremiales y políticos sustanciales, como condenar “la militarización de la juventud, la violencia en todos sus órdenes, y los imperialismos políticos, económicos y coloniales opuestos a la libre determinación de los pueblos”. Del mismo modo, luchar “por el mejoramiento intelectual, material y moral” del estudiantado y “contribuir a la solución de los problemas nacionales”181. En consonancia de nuevos ideales, los jóvenes dirigieron sus expectativas de cambio hacia la izquierda política. La movilización estudiantil no solo abrazó una ideología y un programa con los que se identificaban –pese a las múltiples versiones de la izquierda ideológica– sino que adquirió un arma que le permitía embestir con críticas al gobier RUÍZ, Op. cit., pp. 53, 66-69. Cecilia Reyes de León recuerda que los estudiantes de la época se manifestaron en contra de la dictadura: “Ah, bueno, ¿qué movimientos hubo mientras yo estudié en la UIS?...Que yo recuerde tal vez uno que era como en contra de Rojas Pinilla, tal vez, los estudiantes en contra de él. Me parece que ese fue. Estaban haciendo firmar una carta en contra.” REYES DE LEÓN, Cecilia. Entrevista, 18 de julio de 2012. 181 LEAL BUITRAGO, Op. cit., p. 224. 180

116

1971: el año crítico en la lucha ...

no. En esta visión de mundo de la izquierda estudiantil, las promesas del desarrollo económico y social anunciadas por los gobiernos demoliberales no constituían sino estrategias encaminadas a obstaculizar la participación política de los verdaderos sectores progresistas de la sociedad: las juventudes revolucionarias. Ni los partidos tradicionales, ni las élites económicas, ni las instituciones sociales le merecían alguna legitimidad182. Incluso las demandas de Córdoba eran inferiores frente al único fin por el cual valía la pena luchar: la revolución social. Y si las propuestas de cogobierno renacían, según demandas estudiantiles ya pregonadas en los años cuarenta, los principios por una sociedad más justa e igualitaria estaban por encima de cualquier impostura democrática. La exigencia estudiantil estaba conectada con los demás aspectos políticos, culturales y sociales que el país experimentaba. El cogobierno, la exigencia de mayores espacios de participación democrática para la juventud, la prédica de la liberación sexual, la búsqueda de nuevos horizontes culturales y estéticos –como los defendidos por el nadaísmo– y el empeño en liberar a Latinoamérica del dominio “imperialista” de los Estados Unidos se constituyeron en las demandas de toda una generación de jóvenes universitarios que entrelazaban lo político, lo estético y lo social en un sueño común: alcanzar la revolución total183. Lo que el país venía experimentando en aquellas dos décadas de la historia nacional era una radicalización de la protesta social, sobre todo en el sector del estudiantado. Y fue el conjunto de estas complejas demandas las que entraron en tensión y conflicto con las institucionalidades del Estado y las tradiciones de una sociedad resistente al cambio.

4.2. El cogobierno universitario Tal como lo propusieron los reformadores de Córdoba en 1918, los estudiantes de Colombia expidieron su manifiesto de lucha en el año de 1971: el “Programa mínimo de los estudiantes colombianos”. Ibíd., p. 168. ACEVEDO TARAZONA, Álvaro. y RESTREPO, R. Una lanza por un proyecto de nación: Nadaismo 70. En: Revista Historia de la Educación Latinoamericana. No. 12 (2009); pp. 62-78.

182 183

CAPÍTULO 4

117

Imagen 10. Pedrea en la UIS, agosto de 1978. Bucaramanga. Archivo Cecilia Reyes de León.

118

1971: el año crítico en la lucha ...

Como todos los documentos de este tipo, el Programa Mínimo nació en medio de la efervescencia política, ideológica y social imperante durante la época. No está de más recordar que ya en 1910 se realizó en Colombia el Primer Congreso Internacional de Estudiantes y que entre las aspiraciones de aquella generación se encontraba la necesidad de propender por una mayor participación y representación estudiantil en la conducción de la universidad. Las aspiraciones de los estudiantes por hacer más participativos y democráticos los gobiernos universitarios tenían antecedentes desde inicios del siglo XX en países como Argentina, Perú y Colombia. En 1971 esta aspiración surgió precisamente en Colombia en uno de los encuentros estudiantiles que se venían programando en distintas localidades y universidades del país. El Programa Mínimo fue publicado en el marco del II Encuentro Nacional de Estudiantes Universitarios realizado en Bogotá durante los días 13, 14 y 25 de marzo de 1971. Una vez difundido, este documento fue rápidamente adoptado por el movimiento universitario en su conjunto. El Programa Mínimo condensaba las ideas sobre la universidad planteadas por la izquierda estudiantil. Junto a las preocupaciones por la financiación estatal, el intervencionismo estadounidense y las posibilidades de la investigación científica, sobresalía el problema del control de las universidades y la toma de decisiones. El primer punto del Programa proponía la abolición de los Consejos Superiores184. Para sustituirlos sugerían crear organismos provisionales de gobierno compuestos por el rector (sin voto), quien lo presidiría, un representante del Ministerio de Educación, tres estudiantes y tres profesores como representantes de sus respectivos estamentos185. El programa exigía además la conformación de una comisión nacional que estudiaría el proyecto de reforma de la ley Orgánica de las Universidades. Tal comisión debería estar integrada por tres representantes de los estudiantes, tres representantes de los profesores elegidos en los claustros de profesores de la Universidad Nacional y un representante del Ministerio de Educación. Definida la hoja de ruta de la lucha estudiantil, el movimiento se dio a la tarea de buscar su aplicación en cada una de las universidades cuyos re HERNÁNDEZ ARTEAGA, Op. cit. Programa Mínimo del Movimiento Nacional Estudiantil (1971). Op. cit., pp. 8588.

184 185

CAPÍTULO 4

119

presentantes estudiantiles la habían aceptado. La movilización estudiantil fue contrarrestada por la fuerza pública del Estado, pues las protestas con frecuencia terminaban en verdaderas batallas campales en los campus universitarios y en las calles. En varias universidades los miembros de la administración no dudaron en sentarse con el estudiantado a discutir las demandas. En otras instituciones prácticamente fueron obligados a ello. En algunos casos, un sector del profesorado consideraba muy importante llevar a cabo una reforma académica y administrativa de la universidad colombiana con el fin de modernizarla. Pero profesores, administradores y estudiantes no siempre estuvieron de acuerdo. Aunado a lo anterior, tres aspectos de orden educativo convergieron para sumarse al descontento estudiantil del periodo. El primero de ellos fue la aparición en 1961 del informe del asesor de la Unesco en asuntos educativos, Rudolph Atcon186, el cual versaba sobre las transformaciones académicas y administrativas que debían asumir las universidades latinoamericanas; el segundo tenía que ver con la elaboración y puesta en marcha del “Plan básico de la educación superior”, un programa del gobierno colombiano con el cual se acogían algunas de las propuestas del informe Atcon. El tercer aspecto, finalmente, tenía que ver con el déficit financiero que las universidades públicas colombianas estaban experimentando debido a que el Gobierno nacional no había ajustado los presupuestos requeridos por estas instituciones para hacer frente a la gran expansión de la población estudiantil187. El informe Atcon y el plan básico eran percibidos como una clara intervención imperialista, en tanto que la falta de apoyo financiero a las universidades era percibido como estrategia política del Gobierno para acallar las voces del estudiantado. El ambiente de inconformismo empeoró hacia 1971, el momento que ha sido considerado como el de mayor movilización universitaria en la historia del país. Tras los asesinatos de varios estudiantes perpetrados en la Universidad del Valle el 26 de febrero de 1971, las organizaciones estudiantiles en diferentes partes del país comenzaron a movilizarse en apoyo al Programa Mínimo. Las crecientes demandas pusieron en jaque a casi todas las universidades del país. Las marchas ATCON, Op. cit. COTE RODRÍGUEZ, Op. cit., pp. 416-418.

186 187

120

1971: el año crítico en la lucha ...

de solidaridad con los estudiantes asesinados de la Universidad del Valle, y los paros y las manifestaciones callejeras impulsaron a los estudiantes a organizar encuentros nacionales universitarios durante la primera mitad de 1971. En estos encuentros se trataron temas como los del cogobierno universitario, aunque finalmente primó lo político sobre lo gremial, pues no hay que olvidar que para los principales líderes estudiantiles –la mayoría de ellos provenientes de organizaciones de la izquierda política– las universidades no eran más que un medio para alcanzar la revolución total. La situación de inestabilidad había obligado a los rectores de las universidades a tomar cartas en el asunto. Desde el 17 de octubre de 1970 ya se venían desarrollando en algunas universidades –con una primera reunión en la ciudad de Cali– una serie de diálogos entre rectores y estudiantes encaminados buscar las soluciones pertinentes. En la reciente creada Asociación Colombiana de Universidades se trataron temas relacionados con la financiación de la educación superior y la autonomía universitaria. Los rectores concluyeron que la educación superior tenía graves problemas de insolvencia económica, y que la situación era mucho más grave en las universidades regionales. “La incertidumbre ante la disponibilidad de fondos para el funcionamiento y desarrollo futuro” era la constante, y entre las universidades que recibían el presupuesto de la nación y aquellas que dependían de los gobiernos departamentales existían profundas desigualdades económicas. Los rectores también concluyeron que desde la aprobación de la reforma constitucional de 1968 la universidad venía perdiendo autonomía, pues dicha reforma había aprobado, entre otras cosas, que los rectores fueran nombrados o removidos sin mayores dificultades por los representantes del gobierno. Con base en estas conclusiones, además de solicitar recursos económicos para las universidades, la Asociación Colombiana de Universidades le propuso al gobierno la creación de un nuevo mecanismo para la elección de los rectores en el que tales cargos fueran concedidos por los organismos universitarios y no por entidades externas a la universidad. La propuesta no consideraba inconveniente que los organismos colegiados de las universidades contaran entre sus miembros con representantes de instituciones externas, y recomendaba que los profesores, los egresados y los estudiantes tuvieran “voz y voto en las

CAPÍTULO 4

121

máximas decisiones” institucionales, de manera que las instancias del poder universitario lograran vincular “de igual a igual (…) miembros de origen oficial, religioso, académico y laboral”, con el fin de evitar que algún sector pudiera constituirse en “mayoría decisoria”188. Aunque en términos retóricos el Consejo de Rectores manifestaba que su deseo no era otro que el de propiciar una reorganización institucional más armónica de las relaciones entre los distintos estamentos de la comunidad académica –principalmente con el estamento estudiantil, cuyas acciones desestabilizaban constantemente a la universidad–, lo que en realidad estaban haciendo los rectores era cuestionar la falta de autonomía con la que hasta ese entonces operaban las universidades colombianas. Al reclamar sus “derechos”, los rectores universitarios legitimaban de alguna manera las demandas de los estudiantes por el cogobierno universitario. Esta armonización de las relaciones entre los estamentos universitarios solicitada por los rectores y los estudiantes, lo cual implicaba darle autonomía gubernativa a la universidad, hasta hoy no se ha llevado a efecto en la universidad colombiana. En esta primera fase coyuntural por la autonomía gubernativa de la universidad, en la cual había acuerdo entre rectores y estudiantes por el cogobierno universitario, fue posible definir una ruta de diálogo. Sin embargo, ni el movimiento estudiantil ni las autoridades institucionales de las universidades pudieron emprender la discusión del tema en una mesa nacional en la que estuviesen representados los intereses de todas y cada una de las instituciones educativas del país. Lo sobresaliente de esta primera fase de discusión era que los rectores se atrevieran a señalar las deficiencias del sistema de educación superior, que expresaran la necesidad de cambios fundamentales y que coincidieran, por lo menos en los temas de autonomía y cogobierno universitario, con las demandas que meses después harían los estudiantes universitarios en su Programa Mínimo189. La propuesta de los estudiantes incluso sería más osada al exigir en el primer punto del Programa la supresión de los Consejos Superiores Universitarios, tal como estaban funcionando190: UNIVERSIDAD INDUSTRIAL DE SANTANDER. ARCHIVO SECRETARÍA GENERAL. Acuerdos del Consejo Directivo, 1970-1979. folios 3 y 5. 189 HERNÁNDEZ ARTEAGA, Op. cit., p. 44. 190 UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA. Revista de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, Utopía siglo XX. Vol. 2, No. 7 (nov. 2001). 188

122

1971: el año crítico en la lucha ...

Abolición de los Consejos Superiores Universitarios. Creación de organismos de gobierno provisionales así: El rector como presidente del mismo, que participa sin voto. Un representante del ministerio de educación, que participa con voto. Tres estudiantes elegidos por sus respectivas organizaciones gremiales, que participan con voto. Tres profesores elegidos por sus respectivas organizaciones, que participan con voto. Conformación de una comisión para que estudie el proyecto de reforma de la ley Orgánica de las Universidades. La comisión estará integrada así: Tres representantes de los estudiantes, escogidos de la Comisión Nacional que rectifique o modifique el Encuentro. Tres representantes de los profesores, elegidos en los Claustros de Profesores de la Universidad Nacional. Un representante del Ministerio de Educación. Establecimiento de un sistema democrático para la elección de autoridades universitarias, en los establecimientos públicos y privados de Educación Superior. Este sistema debe contemplar la participación de profesores y estudiantes en la conformación de los organismos directivos. Reglamentación nacional y democrática de la estructura de poder en las universidades privadas y públicas.

En la propuesta de cogobierno universitario se excluía de la máxima dirección universitaria a la Iglesia, a los gremios, a los egresados y a los representantes de algunas autoridades administrativas del Estado. El nuevo poder decisorio de la universidad recaería en los miembros de la comunidad universitaria, tal como lo habían señalado los rectores sin un matiz tan radical. La defensa de la autonomía universitaria se convirtió en una bandera reivindicatoria de primer orden en las demandas de los estudiantes y despertó simpatías en ciertos miembros del profesorado y de la administración. A partir de entonces empezó a rodar una de las

CAPÍTULO 4

123

propuestas más osadas de gobernabilidad universitaria en Colombia al mismo tiempo que se instalaba una propuesta todavía más audaz: hacer de la universidad un medio para la lucha revolucionaria. El problema del cogobierno universitario empezó a ser tratado en las distintas universidades del país. En la Universidad de Antioquia, para dar solución a la crisis inminente, el Consejo Directivo inició la discusión en abril de 1971. El asesor jurídico de la Universidad inició los diálogos señalando que jurídicamente era imposible abolir el Consejo Superior de la Universidad, pues la institución no estaba facultada para ello. Propuso, en consecuencia, que la estructura de aquel fuera simplemente modificada a través de una recomendación del Consejo Directivo. Indicó también que dicha modificación debía consistir en ampliar la representación estudiantil y docente en el Consejo Superior pero que se les respetara a los delegados del Gobernador, del Ministerio de Educación y de la Iglesia su derecho de formar parte de tal instancia del poder universitario191. A la propia interpretación de cogobierno universitario por parte de los rectores, como en este caso de la Universidad de Antioquia, empezaron a surgir desacuerdos en las propias filas del estudiantado. A lo cual se sumó una postura de completo rechazo por parte del Gobierno nacional y de las administraciones departamentales. Aunque el Programa Mínimo intentó crear unidad, los desacuerdos no tardaron en surgir de las propias filas estudiantiles, y en el mismo momento en que tanto el Gobierno nacional como las administraciones departamentales asumían una postura represiva ante la movilización estudiantil. Los desacuerdos de los estudiantes se debieron fundamentalmente a la importancia atribuida a la teoría y a la línea política, además de la confrontación de intereses por parte de los mismos militantes universitarios de izquierda en su cometido de asumir el liderazgo de la lucha universitaria192. Para entonces los principales gremios económicos del país habían renunciado a su representación en los consejos superiores de varias universidades. Monseñor Tulio Botero Salazar, por su parte, afirmaba UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA. Acta 1708 del Consejo Directivo, 6 de Abril de 1971. Medellín, Antioquia, Colombia: Administración documental. pp. 10-11. 192 ACEVEDO TARAZONA, Álvaro. y SAMACÁ ALONSO, Gabriel. Juventudes universitarias de izquierda en Colombia en 1971: un acercamiento a sus discursos ideológicos. En: Historia Caribe. Vol. VII, No. 22 (ene-jun. 2013); p. 206. 191

124

1971: el año crítico en la lucha ...

que la Iglesia no era una entidad gremial y que por lo tanto debía permanecer en el Consejo para cumplir con su misión educativa193. Para el estudiantado y el gremio de los profesores, no obstante, el organismo universitario debía estar integrado solo por tres estudiantes, tres profesores, un representante del Ministerio de Educación y el rector, con voz pero sin voto194. Discusiones similares se llevaban a cabo en otras regiones del país. En todas ellas los profesores coincidían con lo expresado por el médico veterinario Óscar Bonilla, representante de los gremios profesionales ante el Consejo Superior de la Universidad de Antioquia: Creo que la composición del Consejo Superior Universitario en su concepción actual, como estructura de mando en la Universidad, no es adecuada porque no representa auténticamente a la sociedad […] he llegado al convencimiento de que esta contribución es más efectiva brindando la oportunidad para la reestructuración del Consejo Superior y facilitando así el tránsito hacia las verdaderas reformas que sean garantía para la conducción de los destinos de la Universidad, […] en este caso creo se estaría lesionando la autonomía universitaria o bien no se representan esos intereses y entonces no tiene fundamento la posición. […] mi posición no es una evasiva para enfrentar los problemas sino por el contrario es ponerme frente a la realidad propiciando una solución que espero sea compensada con una verdadera reforma y especialmente con una acertada reestructuración del Consejo Superior Universitario195.

Hacia mediados de marzo de 1971 la demanda por el cogobierno universitario se generalizó en todo el país. El Programa Mínimo de los Estudiantes la había convertido en una demanda nacional. Ante el aumento de las movilizaciones estudiantiles en Cali, el Arzobispo decidió retirar a su representante del Concejo Superior de la Universidad del Valle. El Comité Episcopal nacional, reunido el 13 de marzo, indicó que en una próxima reunión “se estudiaría la propuesta de retirar de los consejos superiores de las universidades a los re URIBE FERRER, R. La Iglesia no renunciará al Consejo Superior de la U. de A. En: El Colombiano. No. 11 (abr. 1971); pp. 1, 11. 194 UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA. Acta 1709 del Consejo Directivo, 13 de abril de 1971. Medellín, Antioquia, Colombia: Administración documental. p. 9. 195 GARCÍA POSADA, J. Cerrada la Universidad de Antioquia: también la Nacional de Medellín y la U. I. de Santander. En: El Colombiano, (21 abr. 1971); p. 1. 193

CAPÍTULO 4

125

presentantes de la Iglesia Católica”196. Aunque la información intentó orientarse con prudencia por parte del clero, miembros de la jerarquía eclesiástica afirmaban que la determinación de abandonar o no los consejos universitarios podría ser tomada de manera individual y no necesariamente de forma colectiva. La Iglesia decidió apoyar al arzobispo de Cali. El 15 de marzo, finalmente, se amplió el debate sobre la participación de la Iglesia en los claustros universitarios. El argumento final fue realmente sorprendente si se tiene en cuenta el talante autoritario y confesional ortodoxo de la mayoría del clero colombiano. La Iglesia de Colombia consideraba inconveniente su participación en los órganos decisorios de la universidad. El argumento justificatorio era simple y contundente: la verdadera función de las instituciones de educación superior no se lograba en el interior de las estructuras del poder “sino por medio de la acción evangelizadora”197. Cabe preguntarse por esta trascendental decisión de la Iglesia Católica. Es posible considerar que el ambiente en el interior de los claustros universitarios ya se encontraba tan caldeado a la altura de aquel año de 1971 que la Iglesia prudentemente consideró apartarse de los consejos superiores. También es posible considerar que los aires renovadores de una Iglesia más comprometida con una opción por los pobres haya llevado a considerar innecesario este tipo de representaciones de poder en las universidades. Mientras tensas discusiones y debates se adelantaban en distintas universidades del país, la Asamblea General de Estudiantes informaba sobre el paro nacional que en apoyo al Programa Mínimo se había programado para el 21 y 22 de abril. Se pretendía de esta manera presionar al Gobierno nacional para que aceptara los posibles acuerdos a los que estudiantes y directivos llegaran en sus respectivas universidades198. El gobierno, sin embargo, reaccionó con la fuerza y ordenó mediante los decretos 580 y 581199 el cierre indefinido de todas las universidades del país. Las autoridades de las más importantes instituciones universitarias protestaron contra la me VANGUARDIA LIBERAL. De directivas universitarias se retirarán nuevos obispos. Bucaramanga: (14, mar., 1971); p.1. 197 VANGUARDIA LIBERAL. La Iglesia se retira de las Directivas Universitarias. Bucaramanga: (16, mar., 1971); pp.1-3. 198 UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA, Acta 1710 del Consejo Directivo. Medellín, Antioquia, Colombia: Administración documental. p., 21 199 IMPRENTA NACIONAL DE COLOMBIA. Decreto Legislativo 580 del 16 de abril 16 de 1971. Diario Oficial, No. 33313. 196

126

1971: el año crítico en la lucha ...

dida, pues consideraban que a través de los diálogos la situación estaba llegando a buen término. El rector de la Universidad de Antioquia sostenía que en las universidades donde la situación de orden público no era grave debía persistirse en el diálogo con el fin de adelantar sin presiones de ningún lado una reforma inspirada en una concepción moderna de universidad200. La posición establecida en la Conferencia de Rectores seguía la misma línea: “existe un consenso general en el sentido de que se debe acceder al cambio de la integración de los Consejos Superiores Universitarios, los cuales deben estar compuestos por personas que representen a entidades fundadoras del respectivo centro docente y por personas vinculadas a la Universidad de que se trate”201. Ante la presión ejercida por los estudiantes y las autoridades universitarias, el gobierno del presidente Misael Pastrana no tuvo otra opción que formular las bases de una reforma a la universidad colombiana. En el enfoque de la reforma gubernamental si bien se aceptaba que los elementos centrales de tal institución eran los profesores y los estudiantes, se consideraba que su participación en la dirección y orientación de la política universitaria no podía ser exclusiva, pues de ese modo la universidad quedaba desvinculada de la realidad nacional202. Que el gobierno estuviese defendiendo una postura de gobierno universitario se debía a la presión que los estudiantes estaban ejerciendo en los claustros universitarios y en las calles. El presidente dispuso la reapertura de las universidades una semana después. Entre tanto el ministro de Educación, Luis Carlos Galán, facultó a las autoridades universitarias para que reiniciaran las actividades docentes y académicas de sus instituciones en cuanto lo consideraran conveniente203. El primero de junio el ministro Galán anunció la derogatoria del Decreto 580 y autorizó la reapertura de las diversas dependencias de la Universidad Nacional. UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA. Acta 1712 del Consejo Directivo, 23 de Abril de 1971. Medellín, Antioquia, Colombia, Administración documental. p. 2. 201 UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA. Acta 1714 del Consejo Directivo, 29 de Abril de 1971. Medellín, Antioquia, Colombia: Administración documental. p. 5. 202 EL COLOMBIANO. Pastrana presenta reforma universitaria. Medellín: (5, may., 1971); p. 24. 203 EL COLOMBIANO. Autorizadas la reapertura de la U. de A. y de la UIS. Medellín: (13, may., 1971); p. 1. 200

CAPÍTULO 4

127

Esta propuesta gubernamental fue aprovechada por el movimiento estudiantil para ampliar sus demandas. Se planteó que mientras la reforma gubernamental era elaborada, las universidades reemplazarían los consejos superiores con un organismo provisional, conformado por el rector, dos decanos, tres profesores y tres estudiantes. Sobre este nuevo organismo de poder recaerían todas las funciones que hasta el momento tenían los consejos superiores. Pese a que varios rectores consideraron esta medida inadmisible, los diálogos en distintas universidades culminaron con la aprobación de una reforma sustancial de sus consejos superiores. La Universidad Nacional de Colombia, la Universidad de Antioquia y la Universidad Industrial de Santander acogieron una fórmula de organización temporal en la cual sus consejos estarían conformados por nueve miembros: tres representantes de los profesores, tres representantes de los estudiantes, el rector y dos representantes del gobierno204. La victoria de los estudiantes parecía estar cerca. La fórmula acordada no le quitaba al rector el voto, pero si había dejado por fuera de los consejos superiores a los gremios económicos y a la Iglesia católica, dos representaciones externas a la universidad nada apreciadas por los estudiantes. La Universidad Industrial de Santander acogió la propuesta en el mes de abril de 1971 y la legalizó través del Acuerdo 015205. La Universidad de Antioquia, luego de acaloradas discusiones y acciones de presión, acogió la propuesta en enero de 1972 con el decreto 038206. La Universidad Nacional creó el Consejo Universitario el 16 de noviembre de 1971 mediante el decreto 2070207. Instalados los nuevos consejos, sus miembros actuaron de inmediato. Lo primero que hicieron fue levantar las penas que las anteriores administraciones habían impuesto a los estudiantes y profesores movilizados en pro de la reforma. Luego se ocuparon de acciones administrativas, entre ellas, atender las demandas académicas de los estudiantes y nombrar funcionarios. UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA. Acta 1737 del Consejo Directivo, 22 de Junio de 1971. Medellín, Antioquia, Colombia: Administración documental. p. 9-11. 205 AUDESA. Ensayo crítico sobre El Movimiento Estudiantil en la década del setenta. AUDESA, Mesa Directiva del Consejo Superior. Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 1975. 206 UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA. Acta 1737 del Consejo Directivo, 22 de Junio de 1971. Medellín, Antioquia, Colombia: Administración documental. pp. 9-11. 207 UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA. Acta 1 del Consejo Universitario, 12 de Enero de 1972. Bogotá. p. 4. 204

128

1971: el año crítico en la lucha ...

Imagen 11. Lozano. Rejuveneciendo la enseñanza. Vanguardia Liberal, Bucaramanga: (20, ago., 1970).

Los nuevos decretos universitarios no fueron aprobados ni reconocidos por el Estado. Todas las acciones emprendidas por estos consejos transitorios fueron coyunturales. Las constantes protestas y alteraciones del orden público en la mayoría de universidades del país no permitieron llevar a efecto el anhelado cambio en la gobernabilidad universitaria. Los estudiantes y profesores no pudieron asumir mayoritariamente el control de los consejos superiores. La movilización

CAPÍTULO 4

129

estudiantil había puesto en jaque a los principales órganos de poder universitario y al país entero. Protestas, mítines, marchas y pedreas se volvieron cosa de todos los días durante aquel de 1971 y siguiente de 1972. El análisis de estos acontecimientos para la Universidad Nacional, la Universidad de Antioquia y la Universidad Industrial de Santander fue de tal intensidad y magnitud, que cada caso en particular merecería una investigación específica para preguntarse por el arduo, costoso y dramático proceso de modernización de la universidad en Colombia con sus apuestas e ideales de universidad y sus reformas inconclusas. Este crisol de tensiones y conflictos prácticamente ha pasado inadvertido en la historiografía colombiana. Una página en blanco en la historia de la educación que es también una historia de la cultura y de la historia social en Colombia.

Capítulo 5

El cogobierno en la Universidad Industrial de Santander y la situación nacional

5.1. El Plan de Desarrollo de la Universidad Industrial de Santander La Universidad Industrial de Santander fue un escenario propicio para la aplicación de las medidas reformistas de la educación superior en Colombia. La institución era la expresión de una apuesta exitosa para la educación superior en la región y el país, verbigracia de ser expresión de un anhelo modernizador y desarrollista en la planeación y política gubernamental. En razón de la escasa fertilidad agrícola de Santander, la creación de una industria petrolera había permitido pensar a mediados de siglo XX en la necesidad de impulsar un desarrollo empresarial con programas académicos que hicieran posible la industrialización de la región, aprovechando para ello su posición estratégica entre la siderúrgica de Paz del Río en Boyacá y su cercanía tanto al Río Magdalena como a Venezuela. Con un discurso desarrollista generalizado, la propia dirección de la universidad y el gobierno local consideraron viable la gestión para obtener cooperación internacional y así emprender reformas sustanciales que demandaba la institución en los programas académicos existentes y en los que se debían crear, en el crecimiento de su infraestructura y en la ampliación de la cobertura académica208. A finales de los años sesenta se elaboró y comenzó a implementarse un Plan de Desarrollo siguiendo los propios diagnósticos del país y de la institución y las recomendaciones y pautas internacionales. Las medidas comenzaron a gestionarse en la UIS en la rectoría de Neftalí Puentes Centeno, con un plan que solo se haría efectivo en 1973. Antes de su implementación, en 1969 el Departamento de Planeación ACEVEDO TARAZONA, Álvaro. La UIS: historia de un proyecto técnico profesional en la educación superior. Op. cit., pp. 199-223.

208

132

El cogobierno en la Universidad Industrial...

había elaborado una serie de documentos con base en los textos del Plan Básico, entre los que se destacó el “Estudio de factibilidad sobre el desarrollo coordinado de la educación superior en los dos Santanderes”. En parte, los estudios fueron financiados por el Fondo Nacional de Proyectos de Desarrollo (Fonade), especialmente los relacionados con los laboratorios y ampliación de la planta física. De manera simultánea la Universidad empezó a abrir nuevas carreras, principalmente Ingeniería de Sistemas y Licenciatura en Idiomas. La Universidad iniciaba así un nuevo proceso de crecimiento y expansión. La ampliación de programas también incluía la apertura de facultades nocturnas para carreras de Ciencias Sociales. Las directivas universitarias consagraron todos sus esfuerzos en los primeros años de la década del setenta al diseño y puesta en marcha del plan de desarrollo. Para ello contrataron un segundo empréstito en marzo de 1970 con el fin de realizar estudios de recursos humanos, concretamente para determinar las tendencias de desarrollo de los diferentes sectores de la economía departamental y regional. Entre 1970 y 1971 se alistaron todos los preparativos para la firma de un préstamo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Posterior a la firma del empréstito, los anhelados recursos finalmente empezaron a llegar el 11 de diciembre de 1972 por un monto de 5,9 millones de dólares. La aprobación del préstamo con el BID permitió la firma del Plan de Desarrollo en el mismo mes. La exitosa gestión se apoyó para su ejecución en la firma de convenios con universidades de Estados Unidos para el desarrollo de maestrías en Física e Ingeniería Química. Las relaciones que estableció la UIS con la Universidad de Lehigh (Pensylvania) facilitaron el intercambio de profesores y la investigación en campos de interés común. El Plan de Desarrollo de la UIS comenzó a implementarse en 1973 mediante el denominado “Plan-Proceso”. Previo diagnóstico presentado por la universidad, el BID demandaba de la institución las ejecutorias en la medida que iba desembolsando los recursos. Las condiciones impuestas por el Banco a la Universidad representaron metas imposibles de cumplir, particularmente en lo referente a las investigaciones que se debían adelantar por parte de la UIS con el fin de asumir el liderazgo en la comunidad regional. Entre las investigaciones que exigía el BID se requería el análisis de los niveles educativos a esca-

CAPÍTULO 5

133

la nacional, la estructura de los sectores económicos de la región, la demanda previsible de recursos humanos altamente calificados y la previsión de los recursos financieros por parte del Gobierno nacional y departamental para la educación. La UIS no pudo cumplir a satisfacción ni con las investigaciones ni metas requeridas. La Universidad también debía articular su proyecto educativo a los programas nacionales que buscaran la solución de problemas del país, razón por la cual tendría que desarrollar las áreas de docencia e investigación para satisfacer las demandas regionales. El Plan de Desarrollo también contempló la creación de nuevos pregrados con énfasis en el desarrollo industrial, el fortalecimiento de posgrados que continuaran la línea de la Ingeniería Química, como las ingenierías Eléctrica, Industrial, Mecánica Metalúrgica y Petróleos. Las Ciencias Sociales también se incluyeron en las reformas que se tendrían que emprender, en el sentido de profundizar la línea del Trabajo Social, la promoción de las Artes y la Ciencia Política. En el mismo propósito, se esperaba el fortalecimiento de Medicina y todas las disciplinas paramédicas. Con esta serie de cambios se pretendía profundizar y ampliar la reforma de 1967. Como se indicó, el Plan de Desarrollo UIS-BID al igual que la Reforma Patiño de la Universidad Nacional fueron una experiencia colombiana de la aplicación de las tesis del informe Atcon y de los lineamientos contenidos en el Plan Básico para la Educación Superior. La preparación de profesionales de alta calidad, el incremento de la productividad y la transformación de la relación entre estudiantes y docentes por intermedio de las consejerías y la introducción de métodos pedagógicos más modernos fueron temas comunes en todas las discusiones emprendidas por los reformadores del sistema educativo. También se abordaron asuntos como la ampliación del Bienestar Universitario, la promoción de la investigación, la articulación con los problemas regionales o la profundización en los estudios humanísticos o básicos. Desde la reforma de 1967 se pretendió mejorar la administración en la universidad separando las funciones financieras y disminuyendo los privilegios de las facultades. En lo referente al crecimiento de la Universidad, el Plan contempló un mejoramiento de la planta física, la ampliación y modernización de los laboratorios, el incremento del número de docentes y la construcción y dotación de la biblioteca.

134

El cogobierno en la Universidad Industrial...

Imagen 12. Bosquejo del Plan de Desarrollo: Biblioteca, Centro Estudiantil y Humanidades. Departamento de Planeación UIS. Bucaramanga. (Esta proyección no se materializó).

La sujeción a la que estaba sometida la Universidad por parte del BID era tal que se debía dar cuenta detallada de la transformación del campus y de la estructura académica y administrativa. El contrato firmado con el organismo multilateral tenía como garante al Estado; por lo tanto, este ejercía la presión para que la Universidad cumpliera los indicadores y los comunicara a tiempo a la entidad financiadora. Los informes debían ser presentados treinta días después de cada trimestre calendario, consignando en ellos los progresos financieros y educativos (disminución de la deserción, la transición al sistema de

CAPÍTULO 5

135

créditos, la relación de las clases prácticas y laboratorios, entre otros). El Banco contempló el nombramiento de un profesional para inspeccionar las obras y actividades relacionadas con el préstamo. Al finalizar cada año, empezando por 1972, la UIS estaba en la obligación de enviar tres ejemplares de sus estados financieros, incluidos los de la ejecución del Plan de Desarrollo. El Plan de Desarrollo UIS-BID intentó dar respuesta a algunos diagnósticos ya advertidos por el informe Atcon de 1961. A pesar de las buenas intenciones y de la perfección que en el papel se apreció para dar cumplimiento a lo pactado, la relación entre la Universidad y este banco internacional se supeditó a la entrega de informes técnicos. Convencidos de las bondades del proyecto modernizador de la universidad regional, las directivas terminaron por sujetar todas las acciones a la apuesta instrumental desarrollista de cumplimiento de informes de planeación, pero no atacó de fondo los problemas sustanciales de la educación superior en ese momento, entre ellos la apuesta por una reforma integral a la educación superior que resolviera la inequitativa cobertura educativa y la enorme brecha investigativa entre las universidades de otras latitudes y el enfoque eminentemente profesionalista de las universidades colombianas. Sin hacer referencia a los logros en infraestructura, ha de señalarse que la universidad consolidó un modelo profesionalista y en alguna medida de cobertura para las carreras de pregrado. La introducción del ciclo básico y de los estudios humanísticos acentuó esta tendencia que se hallaba desde la creación de la institución a finales de los años cuarenta. A pesar de la intención de convertir la investigación en el eje central de la vida universitaria, esta se enfocó hacia los estudios de posgrado, lo que terminó por ampliar la brecha con la formación profesional. El modelo norteamericano que se intentó implantar en la UIS no solucionó los problemas de planificación ni mucho menos generó los resultados que se esperaban en materia de desarrollo regional. No obstante, modernizó los procesos administrativos y académicos de planificación universitaria y los puso a tono con el de universidades de otras latitudes209.

ACEVEDO TARAZONA, Álvaro. La UIS: historia de un proyecto técnico profesional en la educación superior. Op. cit., pp. 168-201.

209

136

El cogobierno en la Universidad Industrial...

5.2. El cogobierno en la UIS: 1971 A comienzos de 1971, tras el anuncio de la elección de Carlos Enrique Virviescas como nuevo rector de la UIS, el Consejo Estudiantil organizó una serie de manifestaciones y mítines que generaron serias repercusiones institucionales210. El movimiento estudiantil consideraba que en la elección de Virviescas habían prevalecido los intereses políticos tanto del gobernador como del Gobierno central. La mayoría de los integrantes de la comunidad universitaria defendía y apoyaba al candidato Neftalí Puentes Centeno, de quien se decía que acogía con mayor compromiso los cambios que la institución necesitaba. El 20 de febrero, mientras Carlos Virviescas se dirigía de la universidad hacia la gobernación para tomar posesión de su cargo como rector de la UIS, un grupo de estudiantes lo abordó furiosamente, llegando incluso a ultrajarlo con gritos, rechiflas y toda clase de improperios. El evento fue tan bochornoso y violento que las autoridades policiales tuvieron que intervenir. En los días que siguieron los estudiantes arreciaron con más marchas y mítines. La situación se hizo insostenible para Virviescas y el 25 de febrero dimitió de su cargo211. La UIS iniciaba el año con una grave crisis institucional. En todo caso las propuestas para dar solución a la crisis no escaseaban. Los estudiantes fueron los primeros en ofrecer algunas alternativas. En sus argumentos, ninguna acción resultaba más adecuada para sacar a la alma mater de la crisis que poner en marcha una “reforma estructural de la Universidad”. Este propósito inaplazable le permitiría a la institución acoplarse con mayor fortuna a las exigencias del tiempo”, y de paso “participar con idoneidad” en las tareas que se consideraban consustanciales en el combate contra la pobreza y la dependencia nacional212. La vieja aspiración de cogobierno universitario, que pronto sería consignada por el Programa Mínimo del movimiento estudiantil colombiano, era el medio más adecuado para hacer realidad una reforma. Luego de los acontecimientos de febrero era más que justificable una reforma que suprimiera del máximo organismo de gobierno universitario a la Andi, al clero y a la banca. Para el estu EL FRENTE, Bucaramanga: (27, ene., 1971). ACEVEDO TARAZONA, Álvaro. La UIS: historia de un proyecto técnico profesional en la educación superior. Op. cit. p. 317. 212 VANGUARDIA LIBERAL. La suerte de la UIS. Bucaramanga: (23, feb., 1971). p.4. 210 211

CAPÍTULO 5

137

diantado estas representaciones tomaban decisiones fundamentales en una institución que les era extraña213. La declinación de Carlos Virviescas como rector de la UIS le permitió a la Asociación de profesores y al Consejo Superior Estudiantil de Audesa asumir la determinación de crear de un cuerpo colegiado, conformado principalmente por los miembros de la comunidad universitaria, no solo para que negociara con el gobernador el sistema de elección del nuevo rector, sino para que garantizara un proceso más limpio. Dichas negociaciones culminaron con la elección de Carlos Guerra Hernández como rector de la UIS y quien en ese momento se desempeñaba como director de investigaciones. Cabe señalar que en la aspiración a la rectoría participaron unos veinte profesores más. Pese a que una parte del estudiantado no aprobaba la elección de Guerra Hernández, la mayoría de la comunidad universitaria aprovecharía el momento para exigir cambios permanentes en la composición del Consejo Superior de la Universidad. Por una extraña coincidencia el apellido del nuevo rector prefiguraba el ambiente de guerra que viviría la UIS. Los estudiantes seguían oponiéndose a que el principal órgano del gobierno universitario estuviera también conformado por el obispo, los representantes del Estado y la banca nacional214. Hacia principios del mes de marzo, mientras Carlos Guerra tomaba posesión del cargo como rector de la UIS en las demás universidades del país la situación se tornaba difícil215. Con la elección del nuevo rector se pensó que la crisis había llegado a su fin: Carlos Guerra iniciaba su gestión administrativa con un apoyo importante de la comunidad universitaria, que lo veía como el líder natural del proceso de modernización de la universidad y como la persona indicada para reconciliar las opiniones que dividían a la comunidad académica. De entrada, los estudiantes le manifestaron a Guerra argumentos para emprender cambios de fondo en el gobierno universitario. Lo Ibíd. VANGUARDIA LIBERAL. Universitarios chocaron con policía y ejército. Bucaramanga: (27, feb., 1971); pp. 1- 15. 215 VANGUARDIA LIBERAL. Carlos Guerra asumió la rectoría de la UIS. Bucaramanga: (2, mar., 1971); pp. 1 -11. 213 214

138

El cogobierno en la Universidad Industrial...

primero que hicieron fue promover una movilización para exigir reformas universitarias radicales. Pedían principalmente eliminar cualquier financiación externa de la universidad y reformar el Consejo Superior. En cuanto a la primera petición, los estudiantes manifestaron que la labor investigativa se encontraba en inminente peligro porque se le había entregado a la inversión foránea. La segunda petición era aún más compleja: el Consejo Superior debía sumprimirse o al menos reformarse estructuralmente, de tal forma que no tuvieran en esta representación los llamados “organismos extraños y retrógrados”, términos con los cuales se referían a la Andi, la Banca y el Clero. Además se esperaba que la nueva estructura del gobierno universitario diera a los representantes de los estudiantes y profesores una mayor participación en la toma de decisiones216. A Guerra esta última propuesta no le parecía descabellada. De hecho, en alguna ocasión, llegó a señalar ante los medios periodísticos locales que, ciertamente, las “opiniones de los organismos que se han llamado extraños como lo son la Banca, la Andi, el Clero, etc., no han contribuido en gran cosa a la solución de los problemas universitarios ni han contribuido por consiguiente en el desarrollo de la vida universitaria”217. Sin embargo, su posición no era tan radical como la del estudiantado, pues pensaba que a pesar de que aquellas transformaciones parecían necesarias, la Universidad no podía trabajar tampoco en forma aislada, con lo cual resultaba conveniente escuchar los conceptos de aquellas representaciones, interesadas en su buen funcionamiento218. Comprometido con la problemática universitaria, el nuevo rector decidió hacer un llamado a la comunidad para que participara en el estudio de la situación universitaria. Consideraba que era necesario llegar a una pronta solución, pero una solución que partiera de la autocrítica y que permitiera la formulación de propuestas de manera conjunta. El llamado caló entre los estudiantes y los profesores. De inmediato se acordó, entre otras cosas, estimular la participación del profesorado en el diseño de una estrategia de consulta de opi VANGUARDIA LIBERAL. La universidad no puede trabajar en forma aislada: Carlos Guerra. Bucaramanga: (7, mar., 1971); pp. 1-7. 217 Ibíd. 218 Ibíd. 216

CAPÍTULO 5

139

nión para el cuerpo docente de la institución y conformar un comité asesor del Plan de Desarrollo en el cual participaran tanto docentes como representantes estudiantiles. De la misma forma, se manifestó preocupación por la detención de estudiantes universitarios y se convino invitar a los representantes del gobierno, de las Fuerzas Armadas y de la Universidad para que buscaran mecanismos expeditos para que los estudiantes detenidos fueran liberados219. En conclusión, tanto el rector como los profesores, los estudiantes y los egresados estaban de acuerdo con la reestructuración de la Universidad, particularmente con la transformación del Consejo Superior. Pese a que las relaciones entre los estudiantes y el nuevo rector parecían cordiales, los esfuerzos de este como de los profesores por llevar a los estudiantes de vuelta a las aulas parecían no dar frutos. Las protestas, en lugar de aminorar, iban in crecendo. En todo caso, la situación aún no era óbice para que la relación entre los estudiantes y los profesores –los principales artífices de la elección de Carlos Guerra– siguiera en buenos términos, pues eran ellos los más interesados en que la reforma del Consejo Superior se llevara a cabo. Si bien los estudiantes no habían regresado a las aulas, los estamentos profesoral y estudiantil continuaban unidos en torno a la idea de mantener la presión y los diálogos necesarios para que se dieran los cambios estructurales del gobierno universitario. Y en efecto los cambios llegaron, aunque no para durar lo suficiente. El 13 de abril en horas de la tarde, la UIS fue convertida nuevamente en un campo de batalla. Estudiantes y policías se enfrentaron durante poco más de cinco horas. Varios universitarios y empleados de la institución resultaron heridos. En medio de la confusión, incluso el mismísimo rector fue golpeado por los agentes de policía220. Ante los hechos la comunidad universitaria en pleno elevó su voz de protesta, denunciando enérgicamente los abusos policiales. Se exigió al Gobierno nacional una inmediata investigación y se convocó “a todas las fuerzas vivas para que salieran en defensa de la Universidad”221. Al VANGUARDIA LIBERAL. Consejo de Profesores de la UIS se reúne con directivas. Bucaramanga: (10, mar., 1971); pp. 1-7. 220 VANGUARDIA LIBERAL. Allanada la universidad por fuerzas de policía. Bucaramanga: (14, abr., 1971); pp. 1-3. 221 VANGUARDIA LIBERAL. Numerosas protestas por Allanamiento de la UIS. Bucaramanga: (15, abr., 1971); pp. 1-3. 219

140

El cogobierno en la Universidad Industrial...

día siguiente, y sin más miramientos, Carlos Guerra firmó el Acuerdo 015, el documento con el cual se hacía efectiva la reforma a la estructura del Consejo Superior Universitario de la Universidad Industrial de Santander. Aunque el texto establecía que la Iglesia continuaría formando parte del Consejo, el movimiento había logrado que los representantes de la Andi y los representantes de los políticos locales –esto era, de la asamblea departamental– fueran excluidos. En consecuencia, la nueva estructura involucraba a nueve miembros: el gobernador, como presidente, un representante del Ministerio de Educación Nacional escogido entre los profesores de la universidad, un representante de la diócesis, dos representantes de los egresados, dos de los profesores y dos de los estudiantes222. La victoria duró poco. Efectivamente, a pesar de que el Consejo Superior había sido reformado, y debido a que se consideraba que la problemática universitaria general aún seguía sin hallar solución, el estudiantado decidió continuar con la lucha. Se iniciaron nuevas protestas, algunas para exigir la liberación de los estudiantes que habían sido retenidos por la policía en confrontaciones anteriores; otras para demandar mayores recursos económicos para la universidad colombiana, y otras para luchar por los consabidos cambios sociales que la juventud de la época reivindicaba en todo el mundo: igualdad y paz entre las naciones, desmonte del aparato imperialista estadounidense y reordenación del sistema económico mundial. Como la situación pareció salirse de control, el gobierno de Misael Pastrana decidió no solo desconocer los acuerdos que las universidades habían firmado para reformar sus estructuras de gobierno, sino que decretó la clausura del semestre académico y con ello el cierre temporal de las universidades223. En consecuencia, siete días después de firmado el acuerdo, el cogobierno llegaba a su fin, pero no sin dejar en la memoria del estudiantado el fugaz gozo de la victoria. De ahí que cinco años después la lucha por reconquistar el Acuerdo 015 fuera enarbolada nuevamente como un principio fundamental del movimiento estudiantil de la UIS. Por el momento no quedaba más opción que protestar contra el cierre de la universidad y prepararse para las lu AUDESA. Mesa Directiva del Consejo Superior. Ensayo crítico sobre El Movimiento Estudiantil en la década del setenta. Bucaramanga: UIS-AUDESA, 1975. 223 VANGUARDIA LIBERAL. Clausurada ayer la UIS. Bucaramanga: (22, abr., 1971); pp. 1- 3. 222

CAPÍTULO 5

141

chas futuras224. Sobre todo por una lucha futura en la cual primase una revolución social y la universidad se constituyese en un medio para alcanzar la misma. Así se llegó al año1972, recordado como 365 días de inestabilidad y lucha estudiantil en los que hubo conquistas efímeras por el cogobierno universitario en medio de la efervescencia ideológica radical de la izquierda estudiantil, sin duda, interesada por cambios estructurales en la conducción de las universidades públicas del país, pero más interesada en una revolución social que cambiara por completo la institucionalidad y el poder político en Colombia. Para el estudiante de la izquierda radical esta última aspiración, la verdadera aspiración por la cual luchar e incluso dar la vida, hacía que se viesen las conquistas universitarias como reformismos pequeñoburgueses y escarceos con el poder político hegemónico. Al final de la conquistas políticas lo menos importante eran las pírricas conquistas universitarias sino conducían a la lucha revolucionaria y a la transformación del sistema. Aunque Carlos Guerra Hernández estuvo en uno de los periodos más convulsos de la universidad colombiana y de la UIS (marzo de 1971-septiembre de 1974)225, logró culminar su periodo de rectoría en el noveno mes del año setenta y cuatro.

5.3. Tras la reconquista del cogobierno: 1973-1975 Líderes estudiantiles de los años setenta como César Loaiza recuerdan que las experiencias de lucha en los años precedentes habían representado una escuela que templó y politizó en extremo a los activistas universitarios226. Hasta ese momento ya eran varios los planes VANGUARDIA LIBERAL. Aceptaremos el Reto del Señor Presidente, dicen estudiantes. Bucaramanga: (24, abr., 1971); p. 1. 225 ACEVEDO TARAZONA, Modernización, conflicto y violencia en la Universidad en Colombia… Op. cit. 226 LOAIZA, César. Entrevista, Bucaramanga, 2001, 2012. En este capítulo ha sido muy importante el testimonio de César Loaiza, uno de los principales líderes estudiantiles de los años setenta en la UIS. Como resultado de su testimonio surgió un documento, el cual ya se ha venido citando y que para este capítulo adquiere mayor relevancia. El testimonio de César Loaiza fue cotejado con las 224

142

El cogobierno en la Universidad Industrial...

y proyectos modernizadores auspiciados por el Estado con el fin de implementar el modelo universitario norteamericano: el Plan Atcon, la reforma de la UIS impulsada por Juan Francisco Villarreal (1967), el Plan Básico para la Educación Superior (1967) y el Plan de Desarrollo gestionado con el empréstito del BID (1973)227. Desde los primeros meses del año setenta y cuatro las denuncias al empréstito del BID no dieron espera, aunque todavía era imprevisible el curso de los acontecimientos. El recurso a la politización clandestina era entonces la mejor estrategia a seguir, puesto que prevalecía el recelo mutuo entre los dirigentes, aunado al miedo por las recientes expulsiones y sanciones de la “rectoría Guerra”. Hacia el mes de abril de 1974 el panorama ya se presagiaba más nítido para el futuro de la movilización estudiantil. El Frente Nacional llegaba a su fin y el clima electoral despertaba un aire de renovación para las organizaciones estudiantiles de izquierda. El día veinte un nutrido grupo de estudiantes de la UIS había logrado llamar la atención de la prensa y la comunidad universitaria por la muerte de José Yesid Castañeda, estudiante de Odontología de la Universidad Nacional228. Seguidamente, los dirigentes de la Jupa y la Juco –cuyos respectivos partidos, el Moir y el Pcc habían pactado un acuerdo para promover una central sindical– lanzaron en el Aula Máxima de Física (hoy de Ciencias) la candidatura presidencial de Hernando Echeverri Mejía. Pero lejos de promover un consenso entre los estudiantes, este acto fue motivo de disensiones por haberse realizado en nombre de Audesa. Para ese momento ya era evidente el malestar de un amplio sector de los estudiantes con la Jupa. Además de que sus anteriores gestiones al frente del movimiento estudiantil eran interpretadas como un rotundo fracaso, las intenciones de esta organización de realizar fuentes de archivo y con la propia interpretación del autor para evitar cualquier sesgo en la presentación de los acontecimientos. Aunque luego de este documento se hizo otra entrevista con César Loaiza, dicho testimonio, en elcaso de las dos entrevistas, es aquí referido de la misma forma como se cita un documento bibliográfico. 227 Esto sin contar con la reforma a la Universidad Nacional impulsada por el rector José Félix Patiño (1964-1966) y el proyecto fallido de reforma del ministro Luis Carlos Galán (1971-1972). 228 DIARIO DEL ORIENTE, (20, abr., 1974).

CAPÍTULO 5

143

las marchas portando las banderas de Audesa habían colmado la paciencia de los estudiantes. Lo que estaba por venir entonces era una lucha abierta entre la Jupa y la Juco por el control de la Asociación Universitaria. Algunas semanas después, el 8 de junio, Día del Estudiante Caído, la Jupa y la Juco trataron por separado de convocar al estudiantado, con el agravante de que cada organización lo hizo en nombre de dos representaciones estudiantiles distintas: la primera en nombre de la tradicional Audesa y la segunda de la Unión Nacional de Estudiantes Universitarios (Uneu), esta última una especie de organización paralela a la primera que aglutinaba al círculo de activistas y amigos de la Juco. Dos marchas salieron hacia la carrera 15 con calle 36 de Bucaramanga hacia donde se había levantado una tarima que supuestamente debía emplear Audesa, pero la cual había sido instalada por la Juco, y ahí fue Troya –recuerda César Loaiza– porque el forcejeo terminó en un enfrentamiento a golpes entre los mismos estudiantes, escoltados por la policía229. Este episodio desmoralizó todavía más a amplios sectores del estudiantado y polarizó las fuerzas en favor de los grupos que promovían una alternativa abstencionista electoral, y que ya perfilaban un ideario de oposición a la Jupa y la Juco. Estos eran los grupos que desde las luchas del setenta habían puesto en entredicho el “reformismo electoral” como vehículo de cohesión y movilización de las masas. Las disputas internas por el control de Audesa coparon toda la atención de los estudiantes y poco o nada trascendieron fuera de la Universidad230. Pero los estudiantes no habían bajado la guardia, sino que estaban fraguando la posibilidad de reorganizar el movimiento estudiantil, motivados por la renuncia, desde el mes de julio, de Carlos Guerra, quien había viajado a Italia, al parecer muy dolido porque el nuevo gobierno de Alfonso López le había dado la espalda. Aquellos que estuvieron cerca de este combativo rector, creen LOAIZA, Entrevista citada. Al margen del enfrentamiento en el mes de junio, ya citado, entre los propios estudiantes, no se registraron marchas como aquellas de los años precedentes, con la excepción de la que se hizo el 1º de mayo y de otra que también se llevó a cabo en el mes de junio para conmemorar el día del estudiante; véase: DIARIO DEL ORIENTE, (7, jun., 1974). Valga decir que ese año la celebración del primero de mayo tuvo especial significación por la derrota de los Estados Unidos en Vietnam.

229 230

144

El cogobierno en la Universidad Industrial...

que su administración fue muy difícil debido a que se movió en tres aguas imposibles de sortear con éxito: ultrajado por los estudiantes, criticado por un ala importante de docentes y cuestionado por las autoridades civiles y militares. Algunos profesores de aquella época incluso recuerdan esta etapa por situaciones de conflicto y violencia estudiantil que no pueden compartir y aceptar, aunque también reconocen que Carlos Guerra se equivocó al asumir actitudes policivas, nada propias de su investidura al frente de la Universidad231. Lo cierto de esta confrontación era que los estudiantes también se habían radicalizado y no propiamente recurrían o habían recurrido al diálogo para resolver el conflicto interno de la universidad. El Consejo Superior Universitario nombró a Jaime Niño Infante en la rectoría de la UIS, un ingeniero civil vinculado a los contratos del Plan de Desarrollo. Los dirigentes de la Jupa publicaron copia de contratos aparentemente irregulares firmados por la empresa de Niño Infante (Eta232) y realizaron una profusa campaña por la reorganización de Audesa y contra las lesiones a la autonomía universitaria que de nuevo imponía un rector, señalado por el estudiantado como “el policía Jaime Niño”. Esta vez, en nombre propio y reconociendo que la Asociación Universitaria de Santander (Audesa) estaba desmantelada, los activistas de la Jupa realizaron mítines, grafitis y reuniones que lograron movilizar algo más de mil estudiantes hacia el frente del edificio administrativo. Bajo la dirección del presidente expulsado de Audesa, Jorge Mantilla, de la misma forma que de su secretario, Rafael Rueda, y otros estudiantes, liderados por la Jupa, los estudiantes se tomaron el Consejo Superior y condujeron hacia la calle a Jaime Niño233. Este era el segundo rector de la UIS ultrajado y golpeado por los estudiantes (igual le había sucedido a Virviescas). Si bien estos rectores declinaron del cargo por la literal fuerza de los acontecimientos, hoy no aparecen en el listado oficial de rectores de la UIS. Al día siguiente, tras deliberar en una concurrida asamblea estudiantil, se decidió convocar elecciones generales para renovar el Consejo Su Entrevistas a MEZA, Saúl. Bucaramanga, noviembre 2 de 1999; PÁEZ, Édgar. Bucaramanga, enero 25 de 2000 y AYA, Orlando. Bucaramanga, enero 25 de 2000. 232 Aunque no se conoce con certeza el significado de esta sigla, según las indagaciones dos eran las posibilidades: la letra grieta o Estudios Técnicos Asociados. 233 LOAIZA, entrevista citada. 231

CAPÍTULO 5

145

perior Estudiantil y los Consejos de Carrera. La UIS estaba “revuelta en su interior”. Los diarios locales no sabían qué decir más allá de solicitar sanciones ejemplares, llamar al orden y cerrar filas contra la peligrosa infiltración del comunismo internacional. El recurso de las fuentes orales y oficiales, con todos sus posibles sesgos, es imprescindible para cubrir los sucesos del setenta y cuatro y los posteriores del año setenta y cinco234. Luego de la expulsión de Jaime Niño de la Universidad, que motivó su renuncia, la rectoría fue asumida de manera interina por el ingeniero electricista Roberto Jaimes Durán (septiembre de1974- octubre de1975). Cabe señalar –como ya se mencionó– que poco más de un año después este sería el tercer rector ultrajado y montado en un bus por parte de los estudiantes. En 1974 al parecer, la Jupa había tomado otra vez las riendas en la dirección del movimiento estudiantil. Pero hacia el mes de noviembre los estudiantes se enfrascaron en el nuevo proceso eleccionario de Audesa con la participación de un poco más del 70% del estudiantado235. Las fuerzas ahora se habían equilibrado, dejando en evidencia el relevo de la Jupa en la dirección de Audesa. Cabe decir que la Juventud Patriótica tenía el control de la dirección de Audesa desde el año setenta y uno, cuando actuaba bajo la designación de Frente de Estudiantes Revolucionarios (Fer). La primera reunión del Consejo Superior Estudiantil (CSE) fue determinante respecto de los vientos que correrían. La Mesa Directiva del Consejo había sido copada por los miembros de los Grupos de Base, siendo nombrado Fernando Robayo, estudiante de Ingeniería Industrial, presidente del Consejo Superior Estudiantil de Audesa. Por su parte, las otras organizaciones universitarias como la Jupa, la Juco, la Izquierda Revolucionaria Independiente (IRI) y la Democracia Cristiana debieron conformarse con la representación minoritaria en el CSE, aunque coaligadas alcanzaban a emparejar las votaciones entre la totalidad de los veintiún miembros representantes del Consejo, que en ese momento era uno por cada carrera en la universidad.

Además de recurrir a la ya referida fuente oral y escrita, del líder estudiantil César Loaiza, las entrevistas a Edgar Páez, Orlando Aya y Saúl Meza, profesores de la UIS, también han sido fundamentales en los análisis de los acontecimientos del setenta y cuatro y del setenta y cinco. 235 LOAIZA, entrevista citada. 234

146

El cogobierno en la Universidad Industrial...

De todo esto se desprendía que el relevo de la Jupa en la dirección de Audesa era el precio pagado por una política de desaciertos durante su permanencia al frente del movimiento estudiantil. No se necesitaba ser muy perspicaz para concluir que durante la permanencia de la Jupa al frente de las protestas estudiantiles la intermitencia académica, las expulsiones y los choques con la fuerza pública habían estado en el orden del día. Sus contradictores también le recriminaban su errática estrategia para sacar a Carlos Guerra de la universidad, de la misma forma que los fracasados intentos por detener las transformaciones físicas y académicas en el campus, las cuales estaban condicionadas por el empréstito del BID. Pero lo que tal vez pesaba más en el juicio de responsabilidades a la Jupa era su política de considerar la participación democrática en las estructuras de poder del Estado y del gobierno universitario como una estrategia para derrotar a la burguesía nacional desde los cimientos mismos del sistema. Este último aspecto era algo que sus contradictores definitivamente no podían entender, por considerarlo como un simple ropaje de esta y de su brazo político el Moir para aliarse con las estructuras productivas del país, además que se les endilgaba ser una organización conformada por cuadros universitarios provenientes de la misma burguesía que supuestamente pretendían derrotar236. ¿Cuál era el verdadero compromiso de la Jupa con la transformación de la sociedad colombiana? –se preguntaban también sus contradictores–, cuando era evidente que muchos estudiantes habían abandonado el trabajo político en la universidad bajo el falso supuesto de jalonar la lucha revolucionaria en las propias comunidades barriales y campesinas. Lejos de sentirse desplazada en el liderazgo estudiantil, la Jupa logró socavar la confianza política del estudiantado sobre los denominados Grupos de Base. Esto se debió, en parte, a que dichos grupos venían de sobreaguar durante dos años en las maniobras de la Jupa y la Juco, además que su discurso en defensa de la lucha revolucionaria como única alternativa para la toma del poder calaba poco entre los estudiantes. Así fue como la coalición del bloque minoritario de representantes de Audesa, en cabeza de la Juco, logró desplazar a los Grupos de Base y MARTÍNEZ GARNICA, Armando. Entrevista, octubre 21 de 1991.

236

CAPÍTULO 5

147

Imagen 13. ¡Por la toma del poder para la clase popular hasta la muerte! Camilo. Fotografía Saúl Meza. Bucaramanga.

revivir el Acuerdo 015 de 1971 por el cogobierno. Y aun cuando el centro de la atención de la Mesa Directiva del CSE era demandar la revisión de los contratos del Plan de Desarrollo, la Jupa pudo aglutinar el mayor número de fuerzas en el Consejo para exigir la aprobación del 015. Por supuesto, un debate y posterior votación que no fue nada fácil, tal como lo recuerda César Loaiza: la primera votación quedó igualada a diez votos; nuevo debate, nueva votación y nuevo empate237.

LOAIZA, entrevista citada.

237

148

El cogobierno en la Universidad Industrial...

Como las posiciones se mostraban inamovibles, se decidió que sería en la base estudiantil donde se dirimirían las diferencias. Ya al borde del levantamiento de la sesión, un miembro de la Mesa pidió hacer aclaración de voto, señalando que el Acuerdo 015 había sido fruto de la lucha y que, siendo consecuente, dejaba “un voto en blanco238”. Otra vez debate y nueva votación: diez contra nueve. Si bien los representantes del Consejo Superior Estudiantil Universitario eran 21, uno por cada carrera en la UIS, ese día votaron veinte miembros del CSE. La decisión de revivir el 015 marcaría el rumbo de la política estudiantil en los próximos meses. Una vez más la apuesta por el cogobierno universitario significó un fuerte respiro para las posiciones de los estudiantes que aspiraban a “impartir en la universidad una educación científica al servicio del pueblo.” Era el fin del año 74. Aún muchas cosas estaban por acontecer en la UIS.

5.4. La experiencia de cogobierno: 1975-1976 Desde el momento mismo que empezó el semestre académico, que finalizaría poco más de un año después, el Consejo Superior Estudiantil solicitó una reunión con el rector y las directivas universitarias para ventilar las exigencias alrededor de las cuales se había logrado el Acuerdo 015. Durante los años 1975 y 1976 se dio un proceso único en la historia de la UIS por la gobernabilidad universitaria, el cual ha sido posible reconstruir con la memoria social de algunos profesores de la época, con el testimonio oral y escrito de César Loaiza, con las fuentes de archivo de los consejos Superior y Académico de la Universidad y con referencias dispersas encontradas en la prensa local y en el Archivo de la Asociación Universitaria de Santander. Toda la información, además, ha sido cotejada con escritos y fuentes de archivo de investigaciones anteriores del autor sobre la historia de la UIS. La fuerza de la organización estudiantil era tal que las directivas se encontraban con las manos atadas para evitar el éxito o el desastre de los estudiantes en su propósito de revivir el Acuerdo 015 del 14 Este representante se llamaba Esteban Cancelado, juzgado por rebelión después de graduarse y haber ejercido como ingeniero de sistemas.

238

CAPÍTULO 5

149

de abril de 1971. Caber recordar que este Acuerdo lo primero que proponía era convocar a elecciones para reestructurar el Consejo Superior Universitario, sobre la base de que en este hubiese dos representantes estudiantiles y dos profesorales y dos representantes de los egresados. En aquel año 71, recién posicionado Carlos Guerra como rector de la UIS, se alcanzó a firmar este Acuerdo –sobre todo por la presión ejercida por los estudiantes–, el cual fue desconocido por el Gobierno nacional, previa clausura del semestre académico. Los otros tres miembros representantes del Consejo Superior eran el gobernador, como presidente, un representante del Men escogido entre los profesores de la universidad y un representante de la diócesis. En aquel momento los estudiantes habían logrado eliminar la representación de los gremios económicos en el Consejo Superior pero no de la Iglesia. Esta experiencia del año setenta y uno era considerada por ciertos miembros de la dirección universitaria como la entrega a los estudiantes del gobierno universitario. Por esta razón, Sotto Voce, creían sumamente nefasto para la universidad revivir el Acuerdo 015. Pese a las tensiones internas en la universidad entre los mismos estudiantes, en el mes de febrero de 1975 se acordó llevar a cabo la elección de representantes estudiantiles y profesorales ante el Consejo Superior Universitario y el Consejo Directivo. No obstante, en la propia dirección estudiantil los Grupos de Base no estaban de acuerdo para elegir representantes en los órganos de poder universitario. Como ya se ha señalado, los Grupos de Base consideraban que cualquier compromiso con la administración no era más que una práctica burocrática reformista que comprometía a la organización estudiantil. Cualquier pacto o alianza de los estudiantes con el Estado era darle vía libre a este último en la ejecución de la política educativa. El Estado, además, no iba a permitir que el Consejo Superior de la Universidad Industrial de Santander se convirtiese en una isla, ni que la universidad anduviese como rueda suelta al margen de la sociedad239. Durante las elecciones, las discusiones sobre la mejor estrategia a seguir por la Jupa o por los Grupos de Base se popularizaron y fueron el tema de reuniones de estudio y polémica entre los diferentes grupos de activistas en la Universidad, para quienes no era ajeno el contexto AUDESA. MESA DIRECTIVA DEL CONSEJO SUPERIOR, Op. cit. Cap. I.

239

150

El cogobierno en la Universidad Industrial...

internacional, sobre todo por el reciente derrocamiento de Salvador Allende en Chile en el año de 1973240. El debate sobre el contexto internacional remitía al mes de julio de 1973 cuando Gilberto Vieira, máximo dirigente comunista colombiano, había dicho a propósito de un intento de golpe militar fallido contra el gobierno socialista de la Unidad Popular de Salvador Allende en Chile, que “difícilmente el imperialismo norteamericano podría movilizar en su conjunto al ejército chileno en contra del gobierno de la Unidad Popular”. Ante esa realidad resultaba “provocador”, entonces, lanzar una política de armamento popular. Sin embargo, la movilización del Ejército contra el gobierno legítimo elegido en 1971 se produjo finalmente en septiembre de 1973 y derrocó a Allende. Este aplastante y sangriento triunfo de la derecha en Chile hizo que los grupos de izquierda universitarios colombianos revivieran con vehemencia el debate sobre la vía armada para la toma del poder. Los Grupos de Base defendían esta tesis en abierta contradicción con las tesis de la Jupa que impulsaba el cogobierno universitario por una vía democrática. De todas formas los consensos sobre la vía armada o democrática para la toma del poder no eran plenos ni en el interior de los Grupos de Base ni en el interior de la Jupa. Entre los sectores maoístas, que combatían las posiciones “revisionistas de los jrushovistas”, se encontraban algunos que validaban la utilización de la lucha democrática como un instrumento revolucionario, entre ellos la Jupa y la Liga Marxista-Leninista (Ml) – esta Liga absorbería algunos cuadros del Iris en 1976–. Algunos maoístas de los Grupos de Base, en cambio, se encontraban más cercanos a la vía armada, aunque también con diferencias sobre la apropiada estrategia a seguir. Para entonces los Grupos de Base estaban conformados principalmente por una coalición entre el grupo mayoritario de “elenos” (Eln), la Liga Marxista-Leninista, algunos independientes y dos fracciones del Partido Comunista vinculadas con el Ejército Popular de Liberación (Epl): la línea del Comité Central (línea oficial) y la Tendencia Marxista Leninista Maoísta (Tmlm). Estas fracciones, a su vez, se habían distanciado entre sí por la tesis que defendía esta última consistente en desarrollar la “guerra popular” también en las ciudades241. LOAIZA, entrevista citada. LOAIZA, entrevista citada.

240 241

CAPÍTULO 5

151

En un comienzo los puntos de vista fueron presentados en murales que aparecían en pliegos en los diferentes edificios de la universidad y en volantes que se distribuían ampliamente. Sin presentar candidatos y criticando ampliamente la participación de los órganos de gobierno universitario de la UIS, los Grupos de Base pulsaban la opinión de los sectores estudiantiles que los apoyaban. Conscientes, además, de su hegemonía en la Mesa Directiva del Consejo Superior Estudiantil, convocaron un mitin el 15 de febrero, aniversario de la muerte de Camilo Torres Restrepo, para bautizar con el nombre del cura guerrillero uno de los edificios que estaba a punto de terminarse gracias a los dineros del empréstito del BID, adelantándose de esta manera al Consejo Superior Universitario que no había alcanzado a bautizarlo, como ya se había hecho con el de Ciencias Básicas –años después llamado Diseño Industrial242–. En medio de una gran movilización los estudiantes decidieron bautizar los edificios con el nombre de Camilo Torres Restrepo. Con los andamios utilizados para las construcciones y la ayuda de los obreros empleados para las obras, la imagen del cura excombatiente guerrillero del Eln había sido previamente dibujada en un mural en la nave occidental. Después sería colocada una placa conmemorativa en la jardinera de acceso al edificio oriental. La plazoleta fue bautizada con el nombre de Jaime Andrade Sossa, secretario del Consejo Superior Estudiantil de Audesa en 1969 y quien se había destacado en la lucha contra el rector Juan Francisco Villarreal en 1968. Posterior a ello Jaime Andrade Sossa se vincularía a las filas del Eln. Por el contrario, la Jupa propuso nombrar la plazoleta con el nombre de Antonio Larrota, fundador del llamado Movimiento Obrero Estudiantil Campesino (Moec) y quien en 1959 organizó las primeras guerrillas marxistas. De las filas de esta organización hicieron parte varios dirigentes de izquierda, quienes tras replantear la estrategia guerrillera fundaron luego el Moir en 1969243. Estos actos simbólicos y nombres de estudiantes y dirigentes de izquierda, hoy olvidados, eran parte de una memoria social muy activa de las diferentes organizaciones de aquella época. De ahí que es muy importante hacer una digresión sobre el acumulado de esta memoria social en el mundo universitario y específicamente en la UIS de En el año 2001 el edificio se llamaba Diseño Industrial. Antes también se conoció como Edificio de Básicas. 243 LOAIZA, entrevista citada. 242

152

El cogobierno en la Universidad Industrial...

aquella época. A los pocos meses de haber triunfado la Revolución Cubana, el santandereano Antonio Larrota, nacido el 18 de diciembre de 1937 en el seno de una familia conservadora, hizo parte del núcleo de jóvenes que, pertenecientes a la Unión Nacional de Estudiantes de Colombia (Unec), dio el paso hacia el foquismo. En el marco de unas protestas por el alza del transporte en Bogotá, Larrota derivó su activismo hacia la creación del Movimiento Obrero Estudiantil Colombiano - 7 de enero (Moec-7 de enero). Este grupo no realizó operaciones en Santander pero sí fue la primera expresión de un foco guerrillero a la usanza de la experiencia cubana que aglutinaría sectores disidentes del comunismo, remanentes del gaitanismo, estudiantes y bandoleros tales como el conocido “Pedro Brincos”. La segunda experiencia de la izquierda asociada a la memoria universitaria de aquella época es quizá la menos olvidada, no solo por sus alcances en la sociedad nacional del momento sino por su impacto en toda una generación de estudiantes universitarios. La movilización estudiantil que tuvo lugar en la UIS en 1964, liderada, entre otros jóvenes universitarios, por el estudiante de ingeniería Industrial Jaime Arenas Reyes, sirvió de base para la organización de una corriente política que proclamó su separación del Partido Comunista y se alistó en las filas del Frente Unido del Pueblo de Camilo Torres Restrepo y, posteriormente, del Ejército de Liberación Nacional. La conjunción del rechazo a las políticas educativas norteamericanas en la UIS, el acercamiento de líderes universitarios a una lectura del Evangelio en clave popular, la conflictividad en la zona petrolera de Barrancabermeja, la fortaleza de la Unión Sindical Obrera, la oposición al pacto bipartidista del Frente Nacional y el peso que todavía tenían en la memoria las luchas de las guerrillas liberales al mando del guerrillero Rafael Rangel, dieron origen al surgimiento del Eln en tierras santandereanas. Por ello no era extraño que a la altura del año setenta y cinco los Grupos de Base, pro elenos, tuvieran el control de Audesa en la UIS. En la incursión de un reducido número pero muy importante grupo de líderes estudiantiles de la UIS y de otras universidades que dieron origen o se vincularon al Eln, tuvo un papel importante esta marcha a pie (500 kilómetros) del año sesenta y cuatro de los estudiantes de la UIS desde Bucaramanga hacia Bogotá. Como un parte aguas de

CAPÍTULO 5

153

Imagen 14. Edificio Camilo Torres UIS. Fotografía Saúl Meza. Bucaramanga.

la participación estudiantil en contra del régimen político, el ELN se nutrió de la politización estudiantil que se vivió desde las mismas aulas del Colegio de Santander a finales de los años cincuenta. La toma de Simacota en enero de 1965 y los campamentos instalados en el Magdalena Medio santandereano, especialmente en el municipio de San Vicente de Chucurí y el corregimiento de El Carmen, confirman el lugar de Santander en la eclosión de esta versión colombiana de la izquierda. Cabe anotar que esta experiencia entrecruzó la renovación ideológica en el campo de la izquierda, la fogosidad de la juventud y ciertas tradiciones autoritarias que condujeron al ajusticiamiento de

154

El cogobierno en la Universidad Industrial...

varios jóvenes urbanos venidos de la noche a la mañana a guerrilleros: Víctor Medina Morón, Julio César Cortés, Heliodoro Ochoa y Juan de Dios Aguilera, entre otros. Aunque la movilización estudiantil en la UIS no cesaría bajo el liderazgo de la Asociación Universitaria de Santander (Audesa) en los años setenta –e incluso fue un eco para el llamado a la organización estudiantil en los años ochenta y noventa– el tercer episodio en la memoria social de la izquierda en Santander tenía el nombre de un personaje que marcaría una connotación política a nivel nacional. Nacido en Piedecuesta, Francisco Mosquera realizó sus estudios de bachillerato en el Colegio de Santander para luego emigrar a Bogotá en busca de un título profesional que nunca alcanzó por dedicarse a la vida de activista político y social. Liberal en sus orígenes, tuvo la oportunidad de hacer sus primeros pinos en el periodismo en las páginas del diario Vanguardia Liberal. Ya en la capital ingresó al Moec pero tomó distancia entre los años de 1968-1969 por su radicalismo militarista, una posición que le permitió entrar en contacto con núcleos sindicales de Antioquia y considerar nuevas relaciones políticas que finalmente lo llevaron a fundar en 1969 el Movimiento Obrero Independiente Revolucionario (Moir) como una federación sindical que agrupó organizaciones principalmente de Medellín y Bucaramanga, afines a lo que se denominó en su momento como un “sindicalismo independiente”. Para cerrar este acumulado de la izquierda en Santander en el mundo universitario de los años setenta, no se puede dejar a un lado el despliegue que experimentó un sector de la oposición al Frente Nacional abanderada por la Alianza Nacional Popular (Anapo). En provincias como la Comunera, García Rovira y Mares, el general Rojas Pinilla tuvo cierta acogida a través del apoyo a espacios de sociabilidad popular como los eventos deportivos, a la par que acompañó protestas sociales por vivienda, salud, educación, trabajo y pan. En este contexto se empezaba a destacar el médico Carlos Toledo Plata, oriundo de Zapatoca y quien cursó estudios en el Colegio Universitario del Socorro. Antes de vincularse a la lucha armada sería concejal, diputado y representante a la Cámara, fundaría el ala socialista de la Anapo y desarrollaría una intensa actividad social en áreas como la salud y la vivienda popular. Otro de los santandereanos que tomó la decisión de la lucha armada fue Luis Alber-

CAPÍTULO 5

155

to Morantes Jaimes, nacido en Bucaramanga, miembro de la Asamblea Departamental en el decenio de los cuarenta y quien años después se enrolaría en el Partido Comunista en Barrancabermeja para de allí saltar a las filas de las Farc con el nombre de Jacobo Arenas. Con este acumulado de la izquierda en la memoria social universitaria, la organización estudiantil de los años setenta en la UIS, y en particular en el año setenta y cinco, era un hervidero de discusiones ideológicas revolucionarias, en medio de los mítines que impulsaban el cogobierno y que de manera simbólica habían conducido a bautizar un edificio, construido con dineros prestados del BID, con el nombre de Camilo Torres Restrepo. Para calmar los ánimos el Consejo Superior, a petición de Audesa, anunció la decisión de levantar las sanciones que estaban en vigencia contra estudiantes y profesores desde 1971 y 1973. De esta manera, el movimiento estudiantil y, de alguna manera el movimiento profesoral, se fortalecía con el apoyo de varios activistas de partido que reingresaban a la lucha. Entre estos activistas, dos de izquierda serían llamados a influir en el curso de los acontecimientos: Jaime Junca Soto, profesor y dirigente trotskista sancionado en 1971, y Rafael Rueda, estudiante de ingeniería de Sistemas y miembro de la Jupa, sancionado en 1973 mientras se desempeñaba como secretario del CSE. Con el paso de los días se organizaría la Asociación Sindical de Profesores Universitarios (Aspu), promovida por las fuerzas del llamado Sindicalismo Independiente y Clasista. No obstante, en respaldo de esta organización convergían el Moir, los ML y los elenos. Esta Asociación fue impulsada por Hernán Motta del Partido Comunista, fundador después de la Unión Patriótica y luego senador por este movimiento, y por Enrique Rentería del Moir, posteriormente docente de la Universidad Nacional244. En este contexto de efervescencia del año setenta y cinco en el interior de la UIS empezaron a configurarse las listas para las elecciones estudiantiles y profesorales a los consejos de dirección universitaria. Bajo el influjo de los “elenos”, mayoría representativa en los Grupos de Base, se predispuso que aun cuando el estudiantado participara LOAIZA, entrevista citada.

244

156

El cogobierno en la Universidad Industrial...

Imagen 15. Isabel Restrespo Gaviria, madre de Camilo Torres, en el Edificio de Matemáticas (hoy Edificio del Instituto de Lenguas) de la UIS. Fotografía Saúl Meza. Bucaramanga.

CAPÍTULO 5

157

en las votaciones, el Frente Político no debía presentar candidatos para dejar a los “reformistas” el trabajo de la representación, siendo así fieles a su política ya expresada, además que podrían controlar a aquellos estudiantes elegidos desde el Consejo Superior Estudiantil, puesto que allí –cabe recordar– eran mayoría. Por su parte, los ML, también de los Grupos de Base pero adscritos a una “política realista”, creían que ganando posiciones estudiantiles en los órganos de poder universitario irían a influir en el curso del movimiento, en lo fundamental, contrarrestando el posible “mal” que causaran los estudiantes elegidos. La lucha electoral por los dos representantes al Consejo Superior fue muy disputada245, de la misma forma que la del representante al Consejo Directivo (hoy Consejo Académico246). En medio de las contradicciones estudiantiles propias de la efervescencia ideológica de izquierda, los Grupos de Base, que no creían en la importancia de participar en el gobierno universitario, finalmente decidieron postular el nombre de Bolívar Ibarra Torres al Consejo Superior. Este era estudiante de Ingeniería de Petróleos y miembro de la Tmlm. La lista de la Jupa la encabezó Rafael Rueda; la de la Juco, Carlos Gutiérrez, estudiante de ingeniería Mecánica; la de la Iri, Marco Tulio Barrera, de Medicina; la de la Democracia Cristiana, un estudiante de Delineación de Arquitectura. Al Consejo Directivo se inscribieron: por los Grupos de Base, Gabriel Ariza, estudiante de Ingeniería Industrial y quien después entraría en disidencia y finalmente se marginaría; por la Jupa Hugo Vega; por la Juco, una lista con varios miembros estudiantiles. La disputa dio como resultado que cada uno de los grupos mayoritarios obtuviese un representante al CSU. Con una amplia votación fue elegido Rafael Rueda como representante por la Jupa; por los Grupos de Base fue elegido Bolívar Ibarra. Hugo Vega, miembro de la Jupa, fue elegido como representante del Consejo Directivo. Paralelo a las elecciones estudiantiles se hizo la elección de profesores al Consejo Superior. Así entonces el máximo organismo de poder de LOAIZA, entrevista citada. Hasta 1977 este órgano aparece registrado en el Archivo de la Secretaría General de la UIS con el nombre de Consejo Directivo. En: 1982 ya se registra este órgano con el nombre de Consejo Académico. Véase: UIS. Archivo de la Secretaría General.

245 246

158

El cogobierno en la Universidad Industrial...

la UIS quedó conformado por dos representantes estudiantiles, dos representantes profesorales y dos representantes de los egresados, dejando en la práctica las decisiones del gobierno universitario en manos de miembros de la propia comunidad universitaria. Aunque los estudiantes sentían que los egresados estaban más del lado de los representantes del gobierno. Entre tanto ocurrían estos cambios en la correlación de fuerzas de la gobernabilidad universitaria, los miembros del Consejo Superior Universitario eran acuciosos para ejecutar los dineros del empréstito norteamericano. Sin embargo, los nuevos voceros elegidos casi de inmediato fijaron posiciones y denunciaron problemas administrativos con referencia a los dineros del empréstito. Y lo que en un comienzo parecía un problema menor, pronto se convirtió en el inicio de una ola incontenible de sucesos durante todo el año de 1975 que alcanzó su clímax en el segundo semestre del siguiente cuando se puso fin a la única experiencia de cogobierno que ha tenido la UIS. La historia que desencadenó los sucesos, según los propios hechos reconstruidos, no deja de ser un relato vivencial y único de esta experiencia de cogobierno. Desde el año de 1974 se había comprado un computador Burroughs, una máquina gigante todavía en prueba y con una gama de complicaciones que el reciente programa de Ingeniería de Sistemas de la UIS no podía encarar con seguridad. Un sector minoritario del CSE pidió emplear las cláusulas del contrato y cancelarlo, pero la mayoría objetó que tales decisiones conducirían al estudiantado a inmiscuirse en los problemas de la contratación y que, incluso, podrían prestarse para sobornos en la delegación del estudiantado que se nombrase para atender el asunto. Debatido el problema se determinó que el estudiantado debía exigir a los funcionarios de la universidad el cumplimiento oportuno de los servicios del computador, más allá de los mecanismos y de los ejecutores para poner en marcha el servicio del computador. No obstante, tras el problema técnico del aparato existía el interés por parte de los estudiantes de Ingeniería de Sistemas de controlarlo, como quiera que en ese momento este programa fuera un fortín de izquierda con dos miembros suyos en el CSE, entre ellos uno de los Grupos de Base a quien se le había comisionado para resol-

CAPÍTULO 5

159

ver el problema. Un día de marzo, mientras se realizaba una asamblea estudiantil que analizaba la lucha de empleados bancarios en huelga, simultáneamente se realizaba una reunión de la Comisión del CSE con el Jefe de Servicios Generales que analizaba el problema del computador, a propósito de la capacitación de los profesores de Ingeniería de Sistemas. En esta última reunión, en la que también maduraban contradicciones de situaciones anteriores, se generó un enfrentamiento con el Ingeniero Jefe, Rey Soto. La comisión entonces se trasladó a la Asamblea Estudiantil, rindió un informe de ambos problemas y acusó a dicho ingeniero de ser el causante de las complicaciones con el computador y de la improvisación en la formación de docentes. La asamblea apoyó entonces la propuesta de la comisión de pedir la renuncia del Director de Servicios Generales, pero el asunto se fue a debate tanto en el CSU como en el CSE, lo que a la postre determinó la convocatoria de una asamblea por parte de este último. La deliberación muy pronto derivó hacia el asunto de la interinidad del rector, pues cabe recordar que luego de la afrentosa expulsión de Jaime Niño de la universidad había sido nombrado Roberto Jaimes Durán como rector encargado de la UIS. Así que para evitar este tipo de ambigüedades y de un liderazgo acéfalo, la Jupa planteó que a la menor brevedad se debía nombrar un rector en propiedad y someter a elección democrática a todos los decanos que agrupaban las divisiones de los programas universitarios. En respuesta a esta iniciativa y percatándose los Grupos de Base que el CSE de Audesa transitaba por el camino que marcaba la Jupa, los primeros presentaron fuerte oposición y sustentaron que no se debía participar en el nombramiento de decanos; tras larga deliberación fue imposible determinar de qué lado estaba la mayoría en el CSE. Como no iba a ser posible un acuerdo en el nivel de la dirección estudiantil, se acordó convocar a una nueva asamblea en el transcurso de tres semanas para que se sustentaran las posiciones de ambos lados en la base estudiantil. Mientras tanto se exigiría la renuncia de Rey Soto, se apoyaría la huelga de los bancarios con manifestaciones públicas y se realizaría un paro de veinticuatro horas para sostener estas posiciones. Pero lo que en realidad se estaba prefigurando en el ambiente universitario era hacer efectivas las pretensiones de la Jupa para conformar una democracia directa de gobierno en la UIS, que iba desde la elección de estudiantes y profesores hasta la de decanos y la del propio rector.

160

El cogobierno en la Universidad Industrial...

Para explicar posiciones y debatir la problemáticas se hicieron murales, mítines y foros sustentatorios en largas jornadas con alternación del uso de la palabra tanto por parte los Grupos de Base como por parte de la Jupa. Si bien ambos sectores trataban de promover sus puntos de vista a la luz de las teorías del marxismo, el debate se mostraba en favor de la Jupa con su conocida tesis de defender un presupuesto estatal universitario que avalara una educación científica para las tareas del desarrollo, con nuevas técnicas y métodos de producción. Una educación –agregaban– democrática, nacionalista, abierta a la crítica de los métodos pedagógicos y que procurara un pensamiento libertario, todo lo cual configuraba un proceso de revolución cultural, previo a una revolución social. Por su parte, los anteriores planteamientos eran calificados de utópicos por parte de los Grupos de Base, quienes consideraban a la universidad y a la escuela en general como un aparato ideológico utilizado por las clases dominantes para impartir y perpetuar su régimen de explotación, el cual no cambiaría mientras no se transformara el Estado. Por tal razón, el movimiento de masas –apuntalaban los Grupos de Base– no podía caer en la contradicción de reformar el capitalismo sin alcanzar nunca su destrucción ni la construcción de una sociedad socialista. Por demás, una aspiración que no podían encarar los intelectuales universitarios sino la clase obrera y el pueblo. ¿Para qué entonces una reforma a la universidad –cuestionaban los Grupos de Base– si los estudiantes no se posicionaban al servicio de las luchas del pueblo?247 El debate entre estas dos posiciones antagonistas fue difundido con una intensa actividad de propaganda, la cual contaba con cerca de un centenar de militantes respectivamente. Los Grupos de Base se desplazaron hacia los sindicatos de Bucaramanga y a otras poblaciones cercanas. Por su parte, la Jupa y la Juco fortalecieron el trabajo de sus respectivos partidos (Moir y Pc) en las barriadas. Valga señalar que hacia principios del mes de abril, mientras se realizaba este debate acerca de la participación estudiantil en la elección de decanos y, en consecuencia, en el gobierno universitario, el CSU aprobó nuevas partidas para bienestar de la comunidad universitaria quintu LOAIZA, entrevista citada.

247

CAPÍTULO 5

161

plicando el cupo de las llamadas becas-trabajo para estudiantes; así mismo, dispuso medidas para refinanciar el programa de internado en el Hospital Universitario Ramón González Valencia, que materializaba críticas al Plan Nacional de Salud; también bajó el precio de los servicios de comedores y cafetería para que cualquier estudiante pudiera hacer uso de las tres comidas diarias; finalmente decidió que las residencias universitarias no fueran desmanteladas y que el Departamento de Deportes continuaría funcionando en el edificio de Matemáticas248. Con estas medidas el CSU buscaba atemperar los caldeados ánimos estudiantiles. Y así llegó el día acordado de abril del año setenta y cinco en el cual se debía realizar la asamblea estudiantil para definir posiciones frente al problema de la participación estudiantil en el nombramiento de decanos. El Consejo Superior Estudiantil (CSE) organizó el debate de tal manera que se alternaran los oradores y se conocieran todos los argumentos; sin embargo, apenas este se inició, Óscar Bustillo, el secretario de la asamblea, le cedió la palabra al profesor Jaime Junca, reconocido orador que conocía bastante bien la universidad y quien intervino cerca de hora y media sosteniendo las posiciones de los Grupos de Base, con la complacencia generalizada de la asamblea. Luego vendrían las intervenciones de los oradores, que se sucedían una tras otra ante un auditorio expectante de no menos 1 500 estudiantes que colmaba las instalaciones de Bienestar Universitario. Desde la 9 a.m. hasta la 1:30 p.m. los estudiantes escucharon, vitorearon y aplaudieron a los oradores, para luego dar espacio a la votación. Pero tras dos votaciones, aún era difícil establecer de qué lado estaba la mayoría. Se dispuso entonces que se contaran uno a uno los estudiantes saliendo del recinto y que quien saliera de este no podría volver a entrar, lo cual implicó aplazar el almuerzo. El escrutinio se realizó con testigos de lado y lado y el resultado fue de 448 votos en contra de participación de los estudiantes en la elección de decanos y 410 en favor. Habían ganado los Grupos de Base. De manera que la decisión de la asamblea fue respetada y los decanos fueron elegidos en votación que realizaron únicamente los profesores. La Jupa quiso promover un nuevo debate para cambiar la votación, pero le fue imposible porque las fuerzas que podrían apoyarlos empezaron a disgregarse249. UIS. ASG. Actas Consejo Superior, abril de 1975. LOAIZA, entrevista citada.

248 249

162

El cogobierno en la Universidad Industrial...

Este triunfo de los Grupos de Base despejó el camino para respaldar su ya conocida táctica de no participar en el gobierno universitario y enjuiciar la dominación imperialista en la universidad, auspiciada por el Plan de Desarrollo. En estas confrontaciones ideológicas no sólo se debatían los temas concernientes al cogobierno sino aquellos referidos a situaciones propias del país y del contexto internacional, tal como lo recuerda César Loaiza: En el 75, el tema de los debates sobre el Plan de Desarrollo sería ahora su entrabamiento, sin pretender echarlo atrás, y la polémica se internacionalizó, saliendo hacia Asia y el Cono Sur chileno. Hacia finales de abril los ejércitos de Estados Unidos terminaban de ser derrotados y expulsados literalmente de la península Indochina mientras todavía se negociaba en París. Triunfaba así una genuina revolución tras una guerra de guerrillas y era derrotada militarmente una poderosa máquina bélica, como no se había visto desde la Segunda Guerra Mundial. Este hecho produjo un importante influjo en todo el mundo y aún estaba por venir la expulsión del poder, en 1979, de los aliados de Estados Unidos en Irán y en Nicaragua, mediante insurrecciones populares. Se fortalecerían los procesos de lucha armada; en Colombia surgió el Movimiento 19 de Abril, M19, una guerrilla social demócrata al estilo de la Sandinista que triunfaría varios años después en Nicaragua y de la del “Farabundo Marti” que estuvo al borde del poder en El Salvador, en 1980. También se fortalecieron las Farc y se reponía el Eln del golpe que lo tuvo al borde de su aniquilamiento, en 1973, tras la llamada Operación Anorí, un municipio al Oriente antioqueño. El 1 de Mayo, día de la clase obrera, se realizó una imponente marcha del movimiento sindical y del movimiento estudiantil, que remozó profundamente los ánimos del movimiento revolucionario. Un río humano de estudiantes universitarios y secundarios colmaba íntegramente la carrera 27, desde el Sena hasta el Caballo de Bolívar, como nunca se había visto: ‘Crear uno, dos, tres... muchos Vietnam”, “Los Andes serán la tumba del imperialismo norteamericano”, “Abajo López y su mandato de hambre, demagogia y represión”, se coreaban con mucha fuerza250.

Más allá de los debates por el contexto internacional en el que los diferentes grupos de izquierda asumían como suyas reivindicaciones y luchas que ocurrían a miles de kilómetros de distancia, las tensiones LOAIZA, entrevista citada.

250

CAPÍTULO 5

163

propias por el control de la universidad no cejaban. Bajo la dirección de Mario Forero, miembro de la Mesa Directiva del CSE, los estudiantes de Metalurgia se tomaron la Facultad y las instalaciones para presionar la construcción inmediata de los nuevos laboratorios, tras la demolición de los antiguos que habían cedido su espacio para la construcción de la Biblioteca Central, así como para protestar por las improvisaciones del Plan de Desarrollo. Sin embargo, la dirección universitaria era poco lo que podía hacer: en algunos casos, amarrada a un ritmo de inversiones; en otros, supeditada a los estudiantes cuando decidían bloquear las instalaciones en construcción. En razón de la inercia administrativa y académica, y cuando faltaban varias semanas para concluir el semestre, la dirección universitaria dispuso adelantar las vacaciones de mediados de año y se perdió la posibilidad de realizar cursos durante las vacaciones, como en efecto se habían vuelto a realizar desde el año inmediatamente anterior de 1974251. La división de los estudiantes y la intensidad del debate en el interior de la universidad había exigido tal atención por parte de sus líderes, que desde los primeros meses del año setenta y cinco hasta mediados de agosto, fecha que las directivas acordaron para el regreso de vacaciones, la prensa local solo registró una protesta en la UIS252. Así, el 4 de junio la Facultad de Medicina de la UIS y las Universidades Santo Tomás, Autónoma de Bucaramanga e Indesco declararon un paro de veinticuatro horas en solidaridad con los médicos internos y residentes que se encontraban en cese de actividades en la Universidad Nacional de Bogotá, quienes pedían el traspaso del Hospital La Hortúa a dicha universidad. Al regreso de vacaciones de los estudiantes, a mediados de agosto, no hubo solución al faltante de laboratorios denunciado por los estudiantes de la Facultad de Metalurgia; tampoco era satisfactoria la solución a los cuestionamientos que habían realizado los estudiantes a los profesores en la Facultad de Ingeniería de Sistemas, referidos ya al problema que se había suscitado con el computador Burroughs y su incapacidad para operarlo; además de la crisis por el problema de los cupos para el año rural que debían realizar los estudiantes del Internado en el Hospital Universitario. LOAIZA, entrevista citada. EL FRENTE, EL LIBERAL. Bucaramanga: (6, abr., 1975).

251 252

164

El cogobierno en la Universidad Industrial...

El CSE de Audesa convocó a asamblea general estudiantil, previo informe sobre la situación en la que se brindaba pleno respaldo a los estudiantes de Metalurgia, Sistemas y Medicina que luchaban contra las políticas del “imperialismo yanqui”. La mayoría del estudiantado aprobó un paro general de veinticuatro horas dando un compás de espera para lanzar otro de cuarenta y ocho horas para la siguiente semana con la idea de que el gobierno universitario interviniera, pero este no lo hizo. A esta altura, el cogobierno en la UIS había derivado en un desgobierno. La dirección universitaria llamó entonces a los estudiantes a resolver el asunto de la interinidad del rector, solicitando acuerdos inmediatos para el nombramiento de uno en propiedad, pero los Grupos de Base no avalaban un entendimiento en el que ellos pudieran quedar comprometidos. Por si fuera poco, en la Facultad de Ingeniería Química surgieron voces en el profesorado, que empezaban a presionar al decano de la División de Físico-Químicas para que modificara su actitud de simpatía con los estudiantes de Metalurgia. No obstante, el decano Alfonso Conde, miembro del Partido Comunista, se excusaba y así nadie proponía una alternativa de solución. Rafael Rueda, miembro estudiantil en el CSU, entonces planteó que podría lograrse un acuerdo para elegir al rector entre los miembros de ese organismo, el que a su vez tendría la neutralidad de los Grupos de Base y el cual de forma simultánea sería apoyado por el gobierno; pero su propio partido, la Jupa, no lo respaldó. Así que este, en medio de la desmovilización estudiantil generalizada, “enfrió” su liderazgo hasta el día en que una marcha estudiantil callejera lo encontró paseando en carro con su novia. Los Grupos de Base en el CSE pidieron su renuncia. Rafael Rueda se autocriticó, pero la mayoría no aceptaba los términos. La Jupa aceptó que la autocrítica se llevara a la asamblea general estudiantil para que allí se decidiera. Los Grupos de Base propusieron que si la asamblea destituía al líder estudiantil, visto en omisión de sus funciones, su reemplazo saldría de las filas de la Jupa253. Por su parte, la misma Jupa, que finalmente respaldó a Rafael Rueda, no dejó de censurarlo internamente por su comportamiento.

LOAIZA, entrevista citada.

253

CAPÍTULO 5

165

El cogobierno universitario se iba a pique y a los Grupos de Base poco parecía importarles. Una actitud nada extraña si se tiene en cuenta que para estos la universidad solo era un medio para extender la lucha popular; además, el desgobierno de la UIS era la oportunidad de tildar de incapaces a sus consabidos rivales ideológicos de la Jupa. En la asamblea, Óscar Bustillo, de los Grupos de Base, enjuició la conducta de Rafael Rueda, proponiendo su destitución. En respuesta, como magnífico orador que era –según recuerdan los estudiantes–, el mismo Rafael Rueda puso la cara y se defendió con nuevas críticas a los Grupos de Base porque no le dejaban alternativa distinta al movimiento estudiantil que el camino de la anarquía. De todos modos, la soberbia intervención del líder estudiantil, cuestionado y autocensurado, no le valió para continuar en la representación estudiantil. Finalmente, fue destituido pese a que un amplio sector de la Jupa lo respaldó con su voto para que continuara al frente de la representación en el Consejo Superior Universitario254. La asamblea, a proposición del mismo Óscar Bustillo, eligió por unanimidad para reemplazar a Rafael Rueda a César Loaiza Valdés, quien representaba a los estudiantes de ingeniería Civil en el CSE y era miembro de la Jupa. A este lo relevó en el CSE su suplente: Edgar Lizcano. Pese a la destitución de Rafael Rueda, la crítica tanto de este como de César Loaiza a los Grupos de Base se generalizaron entre los estudiantes, e incluso el mismo presidente del CSE, Fernando Robayo, y Ramón Latorre, de Trabajo Social, enjuiciarían el fanatismo de los “elenos” en dicha organización estudiantil255. Así llegó el mes de septiembre de ese año del setenta y cinco. Lo urgente era ahora convocar a la elección del rector en medio de una división estudiantil que amenazaba socavar todos los cimientos de la gobernabilidad universitaria. Pero la situación iría a complicarse todavía más, como hasta aquí lo ha señalado este proceso de reconstrucción testimonial. A partir de este momento son más explícitas las fuentes de archivo que permiten cotejar la memoria social y así mismo recrear los acontecimientos más importantes en los doce meses que restaban para la caída del cogobierno en la UIS. Ibíd. Ibíd.

254 255

166

El cogobierno en la Universidad Industrial...

Desde el mes de septiembre los estudiantes de la UIS, Santo Tomás y Unab salieron a las calles a exigir la libertad de algunos estudiantes detenidos256. Un antecedente violento era consecuencia directa de este respaldo universitario a los estudiantes encarcelados. En julio de este año de 1975 había sido baleado en su automóvil y muerto en Bogotá por el ELN el Inspector General del Ejército, el general Ramón Arturo Rincón Quiñónez. Días después una asamblea general estudiantil en la UIS votó por unanimidad “congratularse por el ajustamiento de Rincón Quiñónez”. El respaldo de esta asamblea al mencionado acto de violencia llamó la atención del gobierno departamental hasta solicitar que se “desmantelaran las células guerrilleras infiltradas en la universidad” y se movilizara la presencia de unidades secretas de inteligencia para arrestar a los estudiantes más visibles del movimiento estudiantil. Llegó el día 11 de septiembre y fue cuando el Consejo Superior Estudiantil de Audesa convocó a una marcha para denunciar ante toda la ciudadanía la parálisis de la UIS provocada por el Plan de Desarrollo. La protesta también denunció el gobierno de Pinochet, el cual en Chile ya completaba dos años de haber derrocado a Salvador Allende. La marcha fue contenida en el centro de la ciudad. El resultado fue la detención de sesenta estudiantes, dieciocho de los cuales serían arrestados durante un mes257. La dirección estudiantil radicalizó su posición y promovió una asamblea que aprobó un paro hasta cuando los estudiantes detenidos fuesen puestos en libertad. A partir de ese momento no se volvió a convocar a asambleas pero si se realizaron mítines de agitación, aun cuando uno de los sectores estudiantiles llamó a retornar a la normalidad académica; el mismo que unas semanas después se presentaría como Frente de Estudiantes Independientes (FEI). Con el transcurso de las semanas la situación no podía preverse más difícil. Además del enfrentamiento ya referido entre los estudiantes y la fuerza pública, un nuevo hecho profundizó la división entre los estudiantes que exigían el retorno a clases y los que se sostenían en posiciones combativas y revolucionarias. En un mitin que se realizó a finales de septiembre un detective de la brigada fue detenido, desarmado y duramente golpeado. El revólver DIARIO DEL ORIENTE, (6-23, sep., 1975). LOAIZA, entrevista citada.

256 257

CAPÍTULO 5

167

desapareció y la búsqueda del mismo produjo detenciones frecuentes de estudiantes por parte de la fuerza pública para recuperar el arma. A mediados de septiembre fue levantado el bloqueo en la Facultad de Salud. A instancias de Hugo Vega y César Loaiza fue consensuado el levantamiento del bloqueo de Sistemas. Esto se consiguió mediante un acuerdo que no fue del agrado de la mayoría del CSE, entre otras razones, porque había sido acordado en asamblea de Sistemas y no en asamblea general. El desbloqueo parcial condujo a que Metalurgia continuara aislada en la misma situación de bloqueo y con estudiantes presos durante el mismo. Se produjo entonces un fuerte enfrentamiento en el nivel de la dirección estudiantil, la cual no convocaba a asamblea general. Hugo Vega, representante del Consejo Directivo, decidió no asistir a las marchas y fue señalado de traidor258. Lo que estaba en juego era el derrumbe del cogobierno y el cuestionamiento a la capacidad de los estudiantes para construir un proyecto de gobierno universitario autónomo. A estas alturas del conflicto la rectoría ya completaba un año de interinidad, pues aún no se había nombrado un rector en propiedad. Hasta mediados de octubre –fecha para la cual ya habían sido liberados todos los estudiantes detenidos– la estrategia de los Grupos de Base había sido la de aislar a todos sus oponentes y aprovechar cualquier situación coyuntural con cierres a la universidad, marchas y paros. El primero de octubre, en un paro de veinticuatro horas, los estudiantes de la UIS apoyaron a los alumnos de la Universidad Santo Tomás, quienes protestaron por el retiro de algunos profesores vinculados por contrato a la universidad259. Mediante un paro entre el 9 y 12 del mismo mes, estudiantes de la Facultad de Medicina y profesores y estudiantes de ingeniería Industrial de la UIS solicitaron la abolición inmediata del personal pensionado en el Hospital González Valencia y el nombramiento de docentes260. Convocada por fin un asamblea general, algunos de los estudiantes liberados asistieron a ella y se proclamó un triunfo del movimiento estu Ibíd. DIARIO DEL ORIENTE, Bucaramanga: (1, oct., 1975). 260 EL LIBERAL, Bucaramanga: (9-12, oct., 1975). 258 259

168

El cogobierno en la Universidad Industrial...

diantil en defensa de las libertades democráticas. Solucionado el escollo de los estudiantes detenidos y bajo la presión de la base profesoral, en la propia asamblea y en contra de la opinión de los Grupos de Base los representantes estudiantiles del CSU decidieron convocar a la elección del rector. Pese a la oposición de los Grupos de Base el comienzo del proceso electoral era irreversible. Así que los Grupos de Base promovieron entonces la política de “participar vetando, no votando”, esto era, abstenerse de votar por algún candidato pero ejercer el derecho a vetar a cualquier candidato que a su juicio representara una oposición represiva contra el movimiento estudiantil. En otras palabras, con cara ganaban y con sello también. La Jupa se opuso a esta variante, señalando que se desaprovecharía la oportunidad de tener en la rectoría a alguien que estuviera comprometido con el movimiento estudiantil y no con el gobierno. Pero las fuerzas de la Jupa estaban diezmadas. En la asamblea que discutió el asunto, César Loaiza y Jorge Ferreira, voceros de esta organización, fueron callados con silbos y gritos261. La asamblea decidió vetar la aspiración a la rectoría de Gustavo Forero Jérez y mostró sus simpatías por Santiago Pinto Vega, quien propuso su nombre después de renunciar en la Universidad de Tunja, donde era profesor. Este era aliado de Jaime Junca, muy cercano a los Grupos de Base, como ya se ha indicado, y quien para entonces era el poder real en la UIS por su capacidad de convocar las posturas más radicales entre el estudiantado. El 25 de octubre se realizaron las votaciones: Santiago Pinto obtuvo noventa y siete votos y Gustavo Forero noventa y seis262. Como se puede observar, quienes para entonces decidían el destino de la UIS no pasaban de doscientos estudiantes. Pero apenas si se normalizaron las actividades académicas cuando nuevos hechos llamaron a la movilización estudiantil: el 28 de octubre en una asamblea general los estudiantes decidieron protestar contra el alza en el pasaje de transporte urbano y contra las alzas de gas y gasolina. A la protesta se unió el Sindicato de Trabajadores de la UIS (Sintrauis) y estudiantes de la Universidad Santo Tomás y de la Unab263. LOAIZA, entrevista citada. LOAIZA, entrevista citada. Según lo acordado por los estudiantes, la votación fue realizada sólo por el cuerpo profesoral. Dos personas más, de quienes no se tiene su nombre, también se presentaron como candidatos. 263 EL LIBERAL, Bucaramanga: (29, oct., 1975). 261 262

CAPÍTULO 5

169

No era la primera vez que se unían a una marcha estudiantes de las universidades privadas de la ciudad y trabajadores de la propia UIS. Pocos días después, el primero de noviembre, en medio de un enfrentamiento con la fuerza pública, murió el estudiante de secundaria Jorge Eliécer Ariza Ramírez. En respuesta, se hizo una gigantesca movilización el día del sepelio; incluso, en un acto público sin precedentes, el Consejo Superior Universitario, en cabeza de su recién electo rector, se solidarizó con los estudiantes, y el Consejo Directivo emitió un comunicado para protestar por la “brutal represión gubernamental” y exigir del gobierno departamental la eliminación del alza de tarifas: El Consejo Directivo de la Universidad Industrial de Santander considerando: Que en los últimos días se ha producido en Bucaramanga un cambio en las rutas de los buses y un alza en las tarifas de transportes, los precios del gas y otros artículos de consumo; que estas medidas atentan contra los intereses económicos de las clases más desfavorecidas de Bucaramanga haciendo más agobiante su situación de opresión económica y desamparo social; que a raíz de estas medidas se han producido manifestaciones de protesta de los estudiantes y la ciudadanía de Bucaramanga, manifestaciones que han sido reprimidas en forma violenta por la fuerza pública; que esta represión dio como resultado un estudiante muerto, varios heridos y un número considerable de detenidos; acuerda: Art. 1. Protestar por el asesinato del estudiante Jorge Eliécer Ariza Ramírez. Art. 2. Protestar por la brutal represión gubernamental a las manifestaciones de descontento de los estudiantes y la ciudadanía de Bucaramanga. Art. 3. Exigir del Gobierno departamental la eliminación del alza de tarifas y el retorno a las antiguas rutas, cuya modificación sólo se debe emprender con base en estudios que obedezcan a un verdadero sentido de beneficio social. Art. 4. Solidarizarse con la posición de los estudiantes y ciudadanía de Bucaramanga en su justa lucha por estas reivindicaciones sociales. Art. 5. Manifestar que sólo una medida de socialización del transporte podrá resolver las aspiraciones de la ciudadanía respecto a esta importante actividad de servicio público. Art. 6. Exigir la libertad incondicional e inmediata de los detenidos en relación con estas protestas. Comuníquese. Firmado por: Jesús Roberto Cortés, decano División de Salud; Hernán Cáceres R., decano investigaciones; Libardo León Guarín, decano División de Humanidades; Orlando Aya Ramírez, decano División de Ciencias; Clemente Retamoso,

170

El cogobierno en la Universidad Industrial...

decano Físico-químicas; Alfonso Conde Cotes, Decano División de Posgrados; Raúl Omar Vila, representante del profesorado; Roque Calderón, representante del profesorado; Hugo Vega Zapata, representante del estudiantado264.

El 5 de noviembre se realizó un paro cívico constituido por una coyuntural convergencia de representantes de los sindicatos, fuerzas políticas de izquierda y Audesa. A la convergencia se le llamó Comité Cívico Popular y estuvo conformada por la Unión de Trabajadores de Santander (Utrasan), la Federación Santandereana de Trabajadores (Festra), la Asociación Santandereana de Institutores de Primaria (Asandip) y algunos sindicatos bancarios; por las fuerzas políticas participaron la Anapo, el Moir y el Partido Comunista. La dimensión del paro cívico fue tal que el gobierno debió decretar el toque de queda a las 4:00 p.m. y echar atrás el alza de transporte. Lo que significó un triunfo de Audesa y un inmediato repliegue para tratar de culminar el semestre académico, el cual ya se había reprogramado varias veces. Pocos días después, el 5 de diciembre, fueron convocadas nuevas elecciones generales para renovar cuadros directivos de Audesa. Entre los veintiún miembros elegidos, uno por cada carrera, el panorama de las fuerzas quedó conformado por tres miembros de la Jupa y el resto por amigos y militantes de los Grupos de Base. Fue elegido presidente del Consejo Superior Estudiantil Lácides Mengual, estudiante de Ingeniería Industrial y miembro de los Grupos de Base. El semestre académico se reanudó a finales de enero y terminó en marzo de 1976, catorce meses después de que este hubiese iniciado. Contrario de lo que se esperaba, la elección de Santiago Pinto como nuevo rector no había logrado apaciguar las protestas estudiantiles, las cuales incluso se acrecentaron hasta la salida inminente de este y el fin del cogobierno. En el primer mes del año setenta y seis, entre el 23 y 28 de enero, 1500 estudiantes de la UIS, a sólo cuatro días de haberse iniciado las clases, efectuaron un paro de veinticuatro horas para solicitar el retiro de dos decanos y la renuncia de la profesora Alba del Pilar Duarte en la materia de Métodos en Ingeniería Química265. Una práctica normal de veto que ya había hecho carrera en la UIS y en casi todas las uni UIS. ASG. Acuerdos del Consejo Directivo. Acuerdo No. 139, noviembre 3 de 1975. EL TIEMPO, VANGUARDIA LIBERAL, (23-28, ene., 1976).

264

265

CAPÍTULO 5

171

versidades colombianas. Esta práctica, así mismo, se constituía en un acto violento porque cuestionaba de manera directa la moral de una persona, además de impedirle su derecho al trabajo y restringirle su libertad de actuar cultural y simbólicamente en un escenario266. Una vez vetada la profesora se acordó abrir tres grupos para la cátedra libre de dicha asignatura. Entre el 16 y 19 de marzo los diarios locales informaron en sus páginas que la pérdida de algunos elementos de la oficina de Audesa había provocado el enfrentamiento a piedra y garrote entre los denominados estudiantes comunistas de la UIS: camaradas Líneas Moscú, Pekín y La Habana267. Además de la tradicional marcha del 1º de mayo, entre el 19 y 20 de este mes los estudiantes manifestaron su descontento por la desatención a los empleados bancarios que adelantaban una huelga de hambre, los recortes en el presupuesto para el funcionamiento de la UIS, la detención de campesinos y trabajadores en el municipio de Cimitarra y el cierre de varias universidades del país ordenado por el gobierno268. El 8 de junio los estudiantes también realizaron marchas. Entre el 27 de junio y el 1 de julio de aquel año de 1976 los estudiantes se manifestaron en huelga indefinida por la falta de laboratorios e implementos para la investigación269. El 14 de julio tres mil estudiantes de la UIS protestaron por el reajuste de veinte centavos en la tarifa del servicio de transporte urbano e intermunicipal270. En uno de los enfrentamientos con la policía murió el estudiante del Colegio Santander Pedro Vicente Rueda. De inmediato hubo reacciones mediante la organización de varios paros cívicos que detuvieron totalmente las Esta forma de ejercer violencia se reconoce muy a propósito de las reflexiones teóricas y de método realizadas en esta investigación, además de aquellas desarrolladas por Alejo Vargas, quien a su vez retoma el concepto de violencia de Ives Michaud cuando dice: “hay violencia cuando, en una situación de interacción, uno o varios actores operan de manera directa o indirecta, inmediata o diseminada, pretendiendo afectar a uno o varios en grados variables, sea en su integridad física, en su integridad moral, en sus posesiones, en sus participaciones simbólicas y culturales”. La cita de Alejo Vargas es tomada del libro de MICHAUD, Ives. La violence. 2 ed. París: Presses Universitaires de France, 1988; VARGAS, Alejo. Paz y nación en la perspectiva histórica colombiana. En: Reflexión Política, No. 8 (dic. 2002); pp. 136-151. 267 EL LIBERAL, DIARIO DEL ORIENTE, (16-19, mar., 1976). 268 EL ESPECTADOR, Bogotá: (19-20, may 1976). 269 VANGUARDIA LIBERAL, Bucaramanga: (27-1, jun-jul., 1976). 270 VANGUARDIA LIBERAL, Bucaramanga: (14, jul., 1976). 266

172

El cogobierno en la Universidad Industrial...

actividades en la capital santandereana. En la coyuntura un representante de Audesa declaró que el problema no afectaba sólo a los estudiantes sino al pueblo que sufría y aguantaba hambre271. El saldo trágico de las jornadas de protesta no favorecía en nada al rector Santiago Pinto. Temiendo que renacieran episodios sumamente violentos como aquellos de 1971 y 1972, el gobernador presionó a Pinto para que sancionara a la dirección estudiantil. Pero Santiago Pinto no cedió y en un acto inusual fue este quien terminó solicitándole la renuncia al gobernador Rafael Ortiz González. No está demás señalar que el gobernador junto con Mario Galán Gómez, Alejandro Galvis Galvis, Gustavo Cote Uribe y Julio Álvarez Cerón habían sido los principales artífices en la creación de la UIS en 1948. El día que Santiago Pinto fue al Palacio Amarillo de la gobernación a hacer efectiva la solicitud de renuncia del gobernador, por el contrario, le fue entregada una carta de destitución firmada por el gobernador, presidente, además, del Consejo Superior. Esta vez Audesa no se manifestó ni intercedió para apoyar en su cargo al rector destituido. Santiago Pinto sólo había estado al frente de la rectoría de la UIS desde el mes de octubre de 1975 hasta agosto de 1976. Era el fin del cogobierno. Con la salida de Pinto la rectoría de la universidad le fue encargada al ingeniero civil Pedro García Arenas (1976-1977). La universidad pasaba por una aguda crisis financiera que la tenía al borde del cierre, pero la vida académica se desarrolló hasta el final del semestre, el único que se cursó en 1976. Al iniciar el primer semestre de 1977 las afugias económicas para la universidad continuaron y Audesa se sintió obligada a preguntarle a la administración por el futuro de la alma mater. La administración no tenía otro recurso que describirle a los estudiantes un panorama sombrío y enseñarle los telegramas y cartas enviadas al gobierno central requiriendo los dineros necesarios para para evitar el cierre de la institución272. El 25 de febrero del año 1977, los estudiantes de la Facultad de Medicina protestaron por el abandono en que se encontraba el Hospi UIS. ASG. Actas del Consejo Directivo, Acta No. 35, julio 21 de 1976. LOAIZA, entrevista citada.

271 272

CAPÍTULO 5

173

tal González Valencia273. El 3 de marzo entraron en paro por la crisis económica de la universidad274. El 9 del mismo mes un grupo de estudiantes encapuchados trasladó a la fuerza al rector encargado desde el aula donde dictaba la cátedra de Hormigón Armado I, en el edificio de ingeniería Mecánica, hasta el edificio administrativo. De inmediato se convocó a un mitin estudiantil para realizar un análisis de la problemática universitaria275. Las conclusiones señalaron como único responsable al rector encargado, acusándole de negligencia. De inmediato fue conducido a las afueras de la universidad. El episodio fue rechazado con vehemencia por el profesorado, especialmente de Química y Medicina, el cual venía exigiendo sanciones contra este tipo de prácticas. Ese mismo día el Consejo Directivo de la UIS, Audesa, Sintrauis y Aspu se declararon en un cese de actividades forzoso en razón del secuestro de Pedro García Arenas y Antonio Cadena276. Muy rápido en el Consejo Directivo Universitario hubo acuerdos y se nombró a Cecilia Reyes presidente ad hoc. Fueron llamados a descargos los representantes de la Mesa Directiva del CSE y sancionados con la pena de expulsión277. De nada valió que la misma Audesa hubiese rechazado el atropello contra el rector encargado Pedro García Arenas. No hubo respuesta de los estudiantes en solidaridad con los estudiantes expulsados Lácides Mengual, Jairo Navarro, Rodrigo Cortés Garrido, Lifo Sánchez y Álvaro Cuadros. La universidad continuó abierta pese a que llegaban voces de un panorama universitario nacional muy agitado278. El 13 de mayo Sintrauis, docentes y estudiantes de la UIS y de las universidades Nacional, de Antioquia, Atlántico, Barranquilla, Tecnológica de Pereira, Nacional de Manizales, Valle y Tolima declararon una huelga en sus sindicatos y se solidarizaron con el cierre indefinido de la Universidad Nacional. Los representantes estudiantiles Bolívar Ibarra, Hugo Vega y César Loaiza, apoyados por algunos Consejos Estudiantiles, intentaron desplegar algunas actividades de protesta frente a las expulsiones pero fracasaron en su intento por levantar a los estudiantes. La institución en cabeza de Cecilia Reyes había ejercido un acto de sanción ejemplar, el cual DIARIO DEL ORIENTE, (25, feb., 1977). EL LIBERAL, (3, mar., 1977). 275 LOAIZA, entrevista citada; también véase: EL TIEMPO, Bogotá: (9-2, mar-abr., 1977). 276 LOAIZA, entrevista citada. 277 UIS. ASG. Acuerdos del Consejo Directivo. Acuerdo No. 29 de marzo 11 de 1977. 278 EL LIBERAL, VANGUADIA LIBERAL, EL FRENTE, (13-31, may., 1977). 273 274

174

El cogobierno en la Universidad Industrial...

fue interpretado por los estudiantes en pie de lucha como un acto de violencia directa sobre el movimiento estudiantil. Los descargos eran el último mecanismo de defensa de los estudiantes ante una comisión asignada por las directivas universitarias. En la interpretación de los estudiantes el Consejo Directivo había obviado cualquier posibilidad de concertación. ¿Hubo violencia por parte del Consejo Directivo? La reacción tomada por parte de aquellos puede interpretarse como un acto de poder y, por ende, de violencia para derribar la resistencia de un adversario –en este caso los estudiantes radicalizados ideológicamente– que también habían llevado a cabo múltiples acciones de violencia en el interior y fuera del campus universitario279. 5.5. Un balance necesario La lucha por el cogobierno en la UIS no fue una conquista menor. Este logro requirió esfuerzo, organización y constituyó el principal punto del Programa Mínimo. Incluso tuvo acogida entre algunos de los miembros de las autoridades universitarias en defensa de la autonomía universitaria. La lucha por el gobierno también mostró una importante capacidad de movilización estudiantil y profesoral. Estos dos estamentos constituyentes del centro de la vida universitaria decidieron estructurar nuevos mecanismos de participación en el gobierno de la alma mater. En general, la lucha por el cogobierno en el país mostró una importante capacidad de movilización en la que participaron nuevos sec Esta argumentación viene a propósito del texto arriba citado de Alejo Vargas, apoyándose en el concepto de violencia de Ives Michaud. Alejo Vargas complementa la definición de violencia de Michaud en los siguientes aspectos: “lo anterior nos muestra que la violencia puede ser: a) en relación con los actores involucrados: individual o colectiva; b) en cuanto a su origen: una violencia de respuesta o de iniciativa; c) en lo que hace a los destinatarios de la misma: puede afectar a la propiedad o a la persona (en sus expresiones individuales o sociales); d) en relación con sus alcances: puede ser contra objetivos específicos o puede extenderse y terminar por envolver a toda la sociedad; e) en cuanto a su distribución temporal: puede ser puntual o diseminada en el tiempo; f ) en lo relativo a sus casualidades: puede deberse a pérdida de control o conciencia de los individuos en grupos débilmente socializados; a condicionantes sociales o a utilizar esta como un recursos de poder, como una estrategia a través de la cual un actor pretende derribar la resistencia de su adversario”. Véase: VARGAS, Paz y nación… Op. cit., pp. 136-151.

279

CAPÍTULO 5

175

tores como las universidades privadas, los colegios de secundaria y otros sectores de la sociedad. Sin embargo, fue notoria la ausencia de una organización de carácter nacional. Como afirma Archila para el caso nacional, las protestas de aquellos años llevaron a los diferentes líderes estudiantiles a vincularse a las organizaciones juveniles de izquierda en dos divisiones: reformistas y revolucionarios. ¿Qué variables contextuales hicieron posible que el movimiento estudiantil adquiriera carácter nacional? ¿Fue acaso la debilidad del sistema universitario colombiano el que permitió la unificación de la lucha estudiantil pero no la continuidad organizativa de la misma? ¿Por qué hubo disputas internas y posiciones irreconciliables entre los diferentes grupos de la izquierda en ese momento? Si bien en este escrito se ha intentado dar respuesta a estas preguntas aún se requiere de nuevas investigaciones para explicar este periodo tan importante en la historia de los movimientos sociales en Colombia y en la cultura política de un país en aceleradas transformaciones modernizadoras y con impactos muy desiguales en sus regiones. En un país que le apostaba al desarrollo y que veía en las reformas institucionales las alternativas adecuadas para propiciarlo, los líderes del sector educativo en general consideraban indispensable la ejecución de reformas institucionales. En varias ocasiones fueron las mismas autoridades universitarias las que plantearon hacer los cambios organizacionales y académicos necesarios para poner a sus instituciones a tono con las nuevas circunstancias. En 1970, por ejemplo, el Consejo Nacional de Rectores, en representación de la Asociación Colombiana de Universidades (Ascún), aconsejaba al gobierno de Carlos Lleras Restrepo la aplicación de una serie de medidas tendientes a reformar la universidad colombiana. Las medidas sugeridas habían sido elaboradas en la IV Asamblea Internacional de Universidades llevada a cabo en Tokio en 1966. En el evento los representantes de la academia debatieron en torno a cuatro problemas que, en su parecer, afectaban a las universidades: la financiación, los mecanismos de planeación administrativa, la necesidad de generar unión interinstitucional y, por supuesto, la necesidad de reforzar o defender la autonomía universitaria. En síntesis, la Asamblea concluyó que una institución universitaria verdaderamente moderna, es decir, organizada para fomentar el desarrollo de su nación, debía ser autónoma y estar suficientemente financiada.

176

El cogobierno en la Universidad Industrial...

Los gobiernos del Frente Nacional no desconocían que una reforma universitaria era indispensable para sortear los obstáculos del subdesarrollo. Por lo menos desde 1960 el Estado colombiano había contactado instituciones extranjeras como la Fundación Rockefeller, la Fundación Ford, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Fundación Kellogg para que patrocinaran e impulsasen los procesos de modernización de las estructuras académicas, administrativas y físicas de las universidades colombianas. En el caso de la UIS, una institución de educación superior regional, no se hubiera logrado sobrepasar el umbral de su crecimiento con cierta calidad académica sin los exiguos dineros girados por la nación y sin el empréstito del Banco Interamericano de Desarrollo. La negociación con el BID inició en 1969 y fue ejecutada después de 1973. Los 5,9 millones de dólares le permitieron a la UIS fortalecer su capacidad académica y crear carreras profesionales280. En vista de que en las proyecciones gubernamentales el país necesitaba inyecciones de dinero por intermedio de empréstitos para salir del subdesarrollo, en concordancia con los principios emanados de la Asamblea de Tokio, en abril de 1970 el Consejo de Rectores de Ascún le solicitó a Fernando Hinestrosa Forero, a la sazón Ministro de Educación en el gobierno de Carlos Lleras Restrepo, que adelantara una reforma completa del “régimen universitario”. La solicitud iba acompañada de varias recomendaciones. En primer lugar, en materia administrativa el Consejo de Rectores recomendaba no solo otorgar a las universidades el derecho a nombrar y remover a su personal administrativo, docente y operativo, sino a decidir el modo en que se distribuirían sus bienes, rentas e ingresos para el desarrollo de sus diferentes actividades. En segundo lugar, con respecto al tema académico se recomendaba, por una parte, conceder a estas instituciones el derecho a seleccionar a sus estudiantes de acuerdo con normas de carácter estrictamente educativas; y por otra, conferirles el derecho a decidir cuáles eran los programas de investigación, docencia y extensión que, dentro de las normas legales, debían desarrollarse en cada institución. Finalmente, en materia financiera y en vista de que las universidades atravesaban por una grave crisis, Ascún señaló que el ACEVEDO TARAZONA, Álvaro. La UIS: historia de un proyecto técnico profesional en la educación superior. Op. cit., p. 305.

280

CAPÍTULO 5

177

Estado debía no solo determinar un “régimen estable, con participación de todos los sectores públicos y privados para asegurar la financiación del desarrollo de la universidad colombiana”, sino facilitar la obtención de créditos con destino a la educación superior, al mismo tiempo que debía crear un programa que permitiera financiar a las universidades a través de la captación de ahorros, bonos, cédulas o creación de incentivos tributarios281. Expuestas las ideas de los diferentes rectores sobre el estado de la educación superior y en aras del mejor funcionamiento de la misma, entre el 16 y 17 de octubre de 1970 se desarrolló en la ciudad de Cali la primera reunión de rectores de las universidades oficiales seccionales. En el evento nuevamente se trataron temas relacionados con la financiación de la educación superior y la autonomía universitaria. Con respecto al primer punto, como era de esperarse, los asistentes a la reunión concluyeron que, en efecto, la educación superior padecía de graves problemas de insolvencia económica y que la situación era mucho más problemática en las universidades regionales. Se señaló, por ejemplo, que “la incertidumbre ante la disponibilidad de fondos para el funcionamiento y desarrollo futuro” era constante y que entre las universidades nacionalizadas y aquellas que dependían de los gobiernos departamentales existían profundas desigualdades financieras. Por su parte, con respecto a la autonomía los rectores señalaron que esta se veía limitada por los condicionamientos económicos del gobierno central y por la reforma constitucional de 1968 en la cual se había lesionado la autonomía universitaria desde el mismo momento que se permitió que los rectores podían ser nombrados y removidos por el gobierno, ya fuese en representación del presidente de la República o de los gobernadores. Con base en estas conclusiones, Ascún hizo dos propuestas. En primer lugar, que se estableciera un nuevo mecanismo para la elección de los rectores en el que tales cargos fueran concedidos por los organismos universitarios y no por entidades externas a la universidad282. En segundo lugar y pese a que no señalaban la inconveniencia de ASOCIACIÓN COLOMBIANA DE UNIVERSIDADES-CONSEJO NACIONAL DE RECTORES. Carta dirigida a Fernando Hinestrosa Forero, Ministro de Justicia y Ministro de Educación encargado, abril 10 de 1970. En: UNIVERSIDAD INDUSTRIAL DE SANTANDER, Secretaria General, Archivo Especial, rollo 002, folio 2. 282 Ibíd. f. 3. 281

178

El cogobierno en la Universidad Industrial...

que los organismos gremiales de la universidad contaran entre sus miembros con representantes de instituciones externas a ella, se propuso que los profesores, los egresados y los estudiantes tuvieran voz y voto en las máximas decisiones de la institución, todo dentro del más transparente diálogo de igual a igual con miembros de origen oficial, religioso, académico y laboral con el fin de evitar que algún sector pudiera constituirse en mayoría decisoria283. La lucha por la autonomía universitaria fue en aquel momento un motivo de acercamiento entre los diferentes estamentos universitarios, así los intereses particulares expresaran matices diferenciadores y métodos distintos para conseguir los objetivos. Esta búsqueda de la autonomía universitaria y con ella del cogobierno fue una lucha estudiantil que las autoridades académicas y administrativas también entendían y reconocían como vitales para el futuro de la universidad. Pero la posibilidad de un consenso se vino al traste, entre otras razones, por la radicalización ideológica de las distintas organizaciones de izquierda en el interior de la universidad, las cuales no permitieron que la autonomía y el cogobierno estuviesen por encima de intereses políticos y partidistas. Pese a los conflictos ideológicos y a la exacerbada violencia en el campus universitario de la UIS en la mayor parte de los años setenta, el Plan de Desarrollo, tan combatido por los estudiantes, no dio marcha atrás. Y aunque este era muy ambicioso en los resultados que esperaba alcanzar en la transformación académica y administrativa de la UIS y, especialmente, en su incidencia social, por lo menos logró darle una cara distinta a la planta física de la institución, dejarle un importante equipo de laboratorios para la docencia y armonizar el campus universitario de acuerdo a parámetros de bienestar estudiantil y profesoral, según el modelo de universidad norteamericano. De esto dio cuenta el informe final del documento que la universidad editó, a manera de balance, sobre la gestión del mismo284. Pero que se hubiese transformado la planta física de la universidad e intentado mejorar la calidad de vida en el interior del campus y el nivel de preparación del profesorado, tal como exitosamente lo mostraba el Plan, no indicaba una mejoría ple Ibíd. f. 5. UIS. Balance del Plan de Desarrollo. Bucaramanga: UIS, 1981.

283 284

CAPÍTULO 5

179

na en el componente académico y menos resultados muy exitosos en la proyección social. Las expectativas de impacto social que se esperaba alcanzar con el Plan no se cumplieron y la receta del desarrollismo no pudo dar respuesta a la compleja situación social de la región. Los expertos planificadores de la educación se quedaron muy cortos en los diagnósticos y soluciones para incidir en el organismo social no solo del país sino de América Latina. Tal vez uno de los aspectos más cuestionables del Plan Básico y de las reformas de la universidad fue la tesis ingenua de que la ampliación educativa sería el milagro para el desarrollo económico y social del continente, además de ser la solución a los conflictos políticos. Que el Plan de Desarrollo hubiese sido tan combatido también le había dejado un gran lastre a sus políticas, además de las continuas protestas estudiantiles que se suscitaron en todo el transcurso de la década, las asambleas permanentes, los enfrentamientos de los estudiantes con la policía, los continuos ceses de actividades académicas y los paros de profesores y trabajadores. Si el período de rectoría de Carlos Guerra abrió en la UIS un escenario de conflicto y violencia como nunca se había presenciado en la historia de la universidad, el nombramiento de Roberto Jaimes agudizó la crisis. Después de la elección democrática de Santiago Pinto, única en los anales de la UIS, lejos de solucionarse la polarización universitaria, los conflictos derivaron hacia un cuadro de mayor intemperancia que, finalmente, llevó a Cecilia Reyes de León al encargo de la rectoría de la UIS. Según los estudiantes de adscripción a las corrientes de la izquierda del momento, una rectoría policiva caracterizada por el autoritarismo institucional y la eficaz persecución a Audesa. Según el gobierno y la prensa y el enérgico clamor de los estamentos universitarios, asociaciones de profesionales y católicas, egresados y padres de familia en general, la única alternativa para sacar a la UIS de la penosa crisis académica y financiera en la cual se encontraba. Irónicamente Cecilia Reyes de León, una de las gestoras más entusiastas para la creación de la Asociación Universitaria de Santander (Audesa) en los años cincuenta –cuando esta asociación cumplía funciones de asistencia y bienestar social para los estudiantes– le asestaría un golpe mortal a la misma, apoyada por el Consejo Superior y el Consejo Directivo de la UIS y por la opinión pública en general. Ciertamente la universidad se encontraba en una penosa crisis finan-

180

El cogobierno en la Universidad Industrial...

ciera. El déficit presupuestal de la universidad en 1972 había alcanzado una de sus mayores crisis con un faltante de 25 millones de pesos. En ese año la nación, como su mayor aportante, no le había girado 14 millones de pesos por conceptos correspondientes a las dos últimas vigencias y al año en curso285. En 1973 había continuado la situación deficitaria de la universidad, por lo que se le solicitaba a Planeación Nacional una partida adicional de 14 380 000 pesos para completar la contrapartida de 26 180 000 pesos, prevista dentro del presupuesto de gastos de inversión correspondiente al programa de desembolsos para el Plan BID-UIS 1973286. La escasa creación de programas de posgrado, como especialmente se esperaba concretar con el Plan de Desarrollo, también era una evidencia de la crisis de la universidad. En 1969 se había creado la Maestría en Ingeniería Química y en 1971 la Maestría en Física. Solo hasta 1978 se lograría crear la Maestría en Ingeniería Metalúrgica y cinco años después la Maestría en Química (1982). Después vendrían la Maestría en Informática (1986), la Maestría en Potencia Eléctrica (1986), el Doctorado en Ingeniería Química (1993), el Doctorado en Ciencias Naturales –Física– (1996) y el Doctorado en Química (1996)287. Como se puede observar, un largo período que muestra un bache entre 1971 y 1978, precisamente la etapa de la apuesta por el cogobierno universitario. Además de las transformaciones a la planta física de la UIS, que mostrarían una faz totalmente renovada en los años ochenta, el Plan de Desarrollo logró adquirir un importante equipo de laboratorio para la docencia. Este también incidió en el crecimiento de la planta de profesores, la cual pasó de 276 en 1971 a 433 en 1980. Igualmente en la cualificación de sus profesores: alrededor de cuarenta y uno se especializaron en el exterior en posgrados y diez asistieron a cursos de actualización con duración menor a un año. En el aumento de la matrícula estudiantil también hubo ciertos logros: de 2 664 en 1970 y 3 707 en 1973 a 4 547 en 1980. El área de construcciones alcanzó los 46 189 metros cuadrados. La biblioteca adquirió 16.398 libros y sumó 567 publicaciones de revistas científicas y técnicas. En total la biblioteca contaba con 55 mil volúmenes288. Pero los resultados eran EL DEBER, Bucaramanga: (5, sep., 1972). UIS. ASG. Consejo Superior, marzo 26 de 1973. 287 UIS. La UIS en cifras. Bucaramanga. UIS, 1998, pp. 8-10. 288 UIS. OFICINA EJECUTORIA DEL PLAN DE DESARROLLO, Préstamo UIS-BID, No. 285 286

CAPÍTULO 5

181

muy inferiores a lo presupuestado. Precisamente, sobre los modestos logros alcanzados Cecilia Reyes de León se pronunció en 1978 recalcando que atrás había quedado la etapa heroica de la UIS y la mística necesaria para consolidarse289. Si el número de estudiantes matriculados había llegado a su tope más alto en 1977, con 5 175, en los cinco años siguientes la suma no estuvo por encima de los 4 500 estudiantes matriculados y sólo estaría de nuevo por encima de la primera cifra en 1983, cuando alcanzó el número de 5 463, es decir, en diez años (1973-1983) el número de estudiantes ni siquiera había aumentado al doble como eran los objetivos de la universidad profesionalista y de masas que había proyectado el nuevo modelo universitario de orientación norteamericana. En diez años transcurridos la receta del desarrollismo no había dado respuesta a la compleja situación social y educativa de América Latina. Sólo hasta el año de 1994 la UIS alcanzaría la cifra de 10 064 estudiantes matriculados en 34 programas ofrecidos en pregrado y 996 estudiantes en posgrados en 43 programas ofrecidos. Las cifras eran alentadoras pero no de alto impacto en el organismo social, según lo proyectado por el Plan de Desarrollo y la política formulada veinte años atrás por el BID en el momento del desembolso del empréstito. Para la fecha este panorama era muy similar en América Latina, según refiere Carlos Tünnermann: Actualmente tenemos en América Latina cerca de 7 millones de estudiantes en la educación superior que asisten a más de 3.300 instituciones de tercer nivel (550 universidades reconocidas como tales) y más de medio millón de profesores de educación superior. Del sistema postsecundario egresa anualmente más de medio millón de graduados, de los cuales un 20% corresponde a ciencia y tecnología. Cerca de 120.000 alumnos asisten a cursos de postgrado, de los cuales el 70% se ofrecen en Brasil y México. Para el año 2000 se estima que tendremos cerca de 10 millones de estudiantes de nivel terciario. Sin embargo, los estudiantes inscritos en este nivel sólo representan el 14% de la población en edad de seguir estudios superiores. En los países desarrollados el porcentaje se eleva a 36.8 % (56% en los E.E.U.U., 37% en Suecia y 30% en el Japón). La inversión en ciencia y tec334 SF-CO. Informe final, Bucaramanga, UIS, 1981. REYES DE LEÓN, Cecilia. Ante la dependencia tecnológica. En: Nueva Frontera. No. 176 (12-18 abr. 1978); pp. 11-14.

289

182

El cogobierno en la Universidad Industrial...

nología en la región es menor del 0.5% del PNB. (La mitad del 1% recomendado por la UNESCO hace veinte años). Los países desarrollados destinan como promedio el 2.9% del PNB. El número de científicos e ingenieros por millón de habitantes es de 209 en América Latina, mientras en Japón es de 3.548, de 2.685 en los E.E.U.U. y de 1.632 en Europa290.

Respecto al desarrollo de las disciplinas científicas en la UIS, otra de las tareas prioritarias formulada por el Plan de Desarrollo veinte años atrás, se mostraban logros pero igualmente de impacto moderado: entre los años de 1984 y 1994 el presupuesto de investigación asignado para este fin representó casi el 80% para las Facultades de Ciencias Físico-Químicas (41,34%) y Ciencias (37,6%) con alrededor de 1 600 y 1 800 millones de pesos en su respectivo orden. Esta cifra, de alguna manera importante comparada con el presupuesto anual asignado a la universidad por la nación y el departamento291, era relativamente baja para el número de programas y población universitaria292. Claro que habían resultados favorables según lo proyectado por el Plan de Desarrollo en los años setenta pero no de los alcances idealizados. La universidad cayó en una especie de agujero negro en este decenio ante su crisis política, académica y financiera. Y la paradoja no podía ser más irónica: sin el Plan de Desarrollo sostenido por el empréstito del Banco Interamericano de Desarrollo, tan combatido por los estudiantes, no se hubiese logrado demarcar el rumbo de la UIS y, ante todo, sacarla del agujero negro en el que había caído en el primer decenio de los años setenta. Hoy, después de casi cincuenta años, el campus universitario todavía tiene el sello de construcciones del Plan de Desarrollo. Antes de 1973 el centro de la vida académica TÜNNERMANN BERNHEIM, Carlos. La universidad de cara al siglo XXI. En: ICFES. Reinvención de la universidad. Bogotá: ICFES, 1994, pp. 16-17. 291 UIS. La UIS en cifras. Bucaramanga: UIS, 1948-1996. En 1983, los ingresos del Fondo Común de la UIS ascendieron a 830 800 00 (miles de pesos): la nación aportó 725 000 00 y el departamento 40 000 00. En 1993, los ingresos ascendieron 10 439 201 30 (miles de pesos): la nación aportó 8 519 877 90, el departamento 666 280 00 y el municipio de Bucaramanga 35 000 00; véase: UIS. La UIS en cifras. Bucaramanga: UIS, 1998, p. 66. 292 En 1983, el número de estudiantes matriculados en la universidad ascendía a 5 535 y el número de posgrados era 30 (22 de pregrado, 4 de especialización y 4 de maestría); véase: UIS. La UIS en cifras. Bucaramanga: UIS, 1998, pp. 11 y 28. 290

CAPÍTULO 5

183

se encontraba en los edificios blancos, los que poco después empezaron a diferenciarse de aquellos de fachada roja construidos con los dineros del empréstito del BID. Antes de las ejecuciones del Plan de Desarrollo la vida universitaria se desenvolvía alrededor de El laguito, que ocupaba también parte de lo que hoy ocupa la Biblioteca y que se extendía hasta los laboratorios de Metalurgia, los que fueron demolidos y de los que apenas se conservan las tiendas para comer de pie, cerca del edificio denominado, luego, Matemáticas (hoy edificio del Instituto de Lenguas). La Biblioteca funcionaba en el edificio que hoy ocupan la Imprenta y el Centro de Desarrollo para la Docencia en la UIS (Cededuis). Donde hoy está el complejo de edificios de Ciencias Básicas, llamado a ser la expresión de todo lo que representaba el cambio, estaba emplazado el Diamante de Béisbol. Del pasado de la universidad vendrían a quedar plasmados en los nuevos edificios los nombres de Federico Mamitza Bayer, Julio Álvarez Cerón, Daniel Casas Orejuela y otros docentes pioneros de la UIS de los años cincuenta y sesenta. El edificio de residencias estaba llamado a ocupar las oficinas del nuevo Departamento de Deportes, desplazamiento que significaría que los estudiantes ya no tendrían subsidios de vivienda. Sin embargo, hasta hoy las residencias no han sido desmanteladas293. La hibridez de la planta física es un sello característico de la UIS y de la mayoría de instituciones estatales de educación superior del país. Esta hibridez no solo es evidenciable en la planta física sino en la concepción misma de universidad. De manera consciente o inconsciente, fundadores, profesores, administradores y planificadores han trabajado día a día con ideales de universidad incorporados de otras latitudes. Esto implicó y sigue implicando que la utopía universitaria se construyera y siga construyéndose día a día en la misma praxis educativa y no en la idea o ideales de universidad294. A todo lo cual se suma un reformismo permanente de muy cortos alcances pero no reformas de largo aliento que impliquen una reflexión con sentido filosófico y político sobre la universidad en Colombia, verbigracia de encontrarse esta supeditada a la inmediatez del cumplimiento de in LOAIZA, entrevista citada. LE BOT, Op. cit., pp. 120, 123 y 128.

293 294

184

El cogobierno en la Universidad Industrial...

dicadores de gestión con base en la teoría del capital humano, esto es, considerar la inversión educativa en tres variables estrictamente productivas: inversión, consumo y retorno. Lo cual implica demandarle a los centros educativos de cualquier nivel o índole una tasa de retorno según los recursos económicos entregados por parte del Estado. De manera que estudiantes y profesores son concebidos como una empresa individual productiva: a mayor inversión económica educativa en ellos mayor demanda de rentabilidad productiva. Una lógica que raya en el cinismo cuando se le exige a la institucionalidad educativa hacer más con menos, esto es, entregarle menos recursos y exigirle un mayor retorno productivo al medio con indicadores por resultados de gestión. Esta lógica de la razón instrumental ha conducido a las instituciones de educación superior a convertirse en empresas productivas gestoras de sus propios recursos para cumplir con las tareas misionales de docencia, investigación, proyección social y formación. Lo cual ha conducido al desmedro y atropello de estas mismas tareas misionales cuando la productividad económica por indicadores es el único y más importante medio para alcanzar los fines. La universidad se convierte entonces en una institución empresarial productiva al servicio del saber y no propiamente en una institución del saber en la que primen las tareas misionales de docencia, investigación, proyección social y formación sobre cualquier otro fin295. Es muy cierto cuando se afirma que las reformas solo son posibles y avanzan si se involucra a todos sus agentes296. En el caso de la UIS de los años setenta esto no fue posible. Cuando los estamentos hicieron la reforma para el cogobierno universitario, el éxito alcanzado en el interior de la universidad fue de espalda y en oposición al Gobierno central y departamental. Pero esta aparente conquista de la plena autonomía universitaria cayó por las mismas radicalizaciones ideológicas de sus gestores y, ante todo, por la crisis financiera institucional desde el mismo momento que el Gobierno central y departamental empezó a desentenderse de este vital compromiso. Una vez el gobierno retomó el control de la representación en el Consejo Superior ACEVEDO TARAZONA, Álvaro. Universidad: del capital humano a un modelo de empresa en la educación superior. En: Revista Historia de la Educación Colombiana. No. 17 (2014); pp. 32-49. 296 SACRISTÁN, Gimeno J. Poderes inestables en educación. Madrid: Morata, 1998, p. 13. 295

CAPÍTULO 5

185

de la UIS, la estructura orgánica política institucional evolucionó hacia una mayor dependencia con respecto del poder y de las fuentes de financiamiento gubernamental. Es probable que el sello profesionalista al cual derivó la UIS implicase, al mismo tiempo, una pérdida de su memoria histórica pero no de su identidad en la creación y consolidación formativa de un proyecto técnico y tecnológico profesional universitario con programas de ingeniería de tradición académica e investigativa reconocidos en el país. En este sentido, el profesional de la UIS hizo suyas virtudes racionales, tecnológicas y pragmáticas incorporando en su formación el positivismo de las ciencias. Aunándose a esto las tradicionales jergas y hábitos académicos de estudio en una formación altamente exigente en el campo profesional de las especialidades. Y el resultado formativo no podía ser también más paradójico: una alta capacidad para incorporar competencias técnicas y tecnológicas en su formación pero de espalda al acumulado del conocimiento disciplinario, base de cualquier formación científica conducida por el asombro y gusto por el saber científico en sí mismo. Por su parte, los programas de ciencias sociales y humanidades tuvieron que esperar hasta finales de los años ochenta y el siguiente decenio para nacer y consolidarse. Este acontecer profesional y disciplinario también carece hoy de una memoria histórica. Lo cierto es que a la UIS se le había delegado la nada despreciable –e imposible– tarea de superar, en el corto plazo, el subdesarrollo bajo la tesis del reduccionismo, esto era, creer que, por epidermis, una vez consolidados los saberes científicos y tecnológicos en un centro de educación superior, estos incidirían en el entorno social para superar el atraso económico y cultural de la región. Entre tanto, las reformas a las humanidades para los programas de ingeniería durante los años setenta y ochenta, e incluso los noventa, fueron conducidas por el camino de la erudición enciclopédica, en otras palabras, saberes diluidos en el océano de la técnica como cuando se lanza una gota de tinta en un río caudaloso297. 297

JARAMILLO URIBE, Jaime. Observaciones del informe Atcon sobre las universidades latinoamericanas. En: Eco, Tomo VII, No. 1-3 (may-jul. 1963); SERRANO GÓMEZ, Luis. Momentos de la Universidad Industrial de Santander. Bucaramanga: UIS, 1967.

186

El cogobierno en la Universidad Industrial...

¿Qué era formar en las humanidades? Ciertamente sobre ello no hubo claridad y menos una reflexión que condujera a un resultado exitoso. ¿Qué era exigir de un profesional una formación no solo técnica y tecnológica sino humanística? En otras palabras, ¿qué era formar humanamente con cursos de humanidades? En la formación humana convergen valores y las virtudes de la cultura, igualmente comportamientos tan humanos, entre otros, como el odio, la ambición, el poder y alguna reminiscencia de religión298. De manera que el humanismo como propósito de formación está en la cultura que forma y no propiamente en la adecuación educativa de los cursos de humanidades. Es muy probable que esta ruptura entre educación formal y cultural haya conducido a que el propósito de industrializar a Santander por intermedio de la UIS no se haya alcanzado ni que en la mayoría de sus estudiantes se hubiese incorporado la fuerza sentimental por la creatividad científica299; tampoco que se hubiese logrado dirigir la práctica educativa hacia los intereses del gran capital, el cual requiere de instrumentos prácticos e imaginativos en sus fines y de una concepción positivista en la lucha por la existencia, y antes que nada una formación técnica y tecnológica universal en la cual sus ciudadanos estén en capacidad de dialogar con su propio entorno. En Colombia el humanismo se asumió como el estudio de la lengua latina y de las traducciones de clásicos romanos. Miguel Antonio Caro representó este humanismo por la gran cantidad de traducciones que realizó en oposición a escritores liberales. Esto significó que el humanismo en Colombia no fue propiamente la recepción de la sabiduría latina clásica y griega practicada por algunas instituciones europeas de educación, distintas a las universidades, durante los siglos XIV y XVI300. Durante el Renacimiento la formación humanística en los estudiantes comprehendía latín, retórica, estilo epistolar romano, historia antigua y filosofía moral. En general, los studia humanitatis estuvieron inspirados en ideales ciceronianos referentes a la virtud MUSIL, Robert. El hombre sin atributos. Tomo I. Barcelona: Seix Barral, 1986, p. 213. 299 MUSIL, Op. cit., pp. 48 y 50. 300 MARTÍNEZ GARNICA, Armando. El sentido de la enseñanza de las humanidades. [Disco Documentos], Bucaramanga: s.n., 2012. El humanismo se enseñó en escuelas urbanas nuevas: Studio de Florencia, la Sodalitas de Venecia, la escuela londinense de Saint Paul, el Colegio de Lectores Reales en París y la Nueva Academia en Venecia. 298

CAPÍTULO 5

187

de los hombres con los atributos de prudencia, justicia, fortaleza y templanza. En razón de lo que se entiende por formación humanística es posible colegir rápidamente que la enseñanza de las humanidades en la UIS no hizo parte de algún humanismo, porque, en primer lugar, nació en los años sesenta del siglo XX como cursos libres de humanidades dirigidos a complementar la formación de los estudiantes de ingeniería en cultura cívica, expresión del idioma español, historia de Grecia y Roma, música clásica, entre otros saberes. Estos cursos estuvieron adscritos al Departamento de Matemáticas hasta que en 1964 fueron independizados y agrupados en un Departamento de Humanidades, adscrito al Decanato Académico. Los pioneros de esta formación fueron Luis Serrano Gómez y José de Jesús Amaya301. De manera que el complemento de la formación humanística en la UIS no podía alejar a los estudiantes de la máxima aspiración educativa institucional: la enseñanza de la ingeniería para el desarrollo de la industria. Posteriormente, en el año de 1967, en el marco de la reforma académica impulsada por el ingeniero Juan Francisco Villarreal, se creó la División de Ciencias Humanas mediante la integración del Departamento de Humanidades con los de Artes y Letras, Ciencias Sociales y Ciencias Económicas302. A excepción del trabajo asignado al departamento de Trabajo Social y su programa, el cual impartiría cursos en el programa del mismo nombre –creado en este mismo año de 1967– todos los demás departamentos de la División de Ciencias Humanas debían complementar la formación técnica de los ingenieros. En 1969 fueron introducidos veinte créditos obligatorios de humanidades en todos los planes de estudio de los programas de la UIS, representados en cuatro cursos: Comunicación Lingüística, Introducción a las Ciencias Sociales, Desarrollo Histórico y Político de Colombia e Instituciones Colombianas. Con el paso del tiempo estos cuatro cursos, que no representaban una formación humanística a la usanza de la tradición europea, incluso se fueron desdibujando como el “complemento de una formación humanística” para los ingenieros y los profesionales de las ciencias de la salud con el fin de aprehender MARTÍNEZ GARNICA, El sentido de la enseñanza de las humanidades… Op. cit. ACEVEDO TARAZONA, Álvaro. La UIS: Historia de un proyecto técnico científico. Bucaramanga: UIS, 1997.

301 302

188

El cogobierno en la Universidad Industrial...

la realidad nacional303. La División de Ciencias de la Salud también fue creada en el año de 1967 bajo la dirección del rector Juan Francisco Villarreal. Para este propósito se incorporaron los programas de Nutrición y Dietética, Fisioterapia, Bacteriología y Laboratorio Clínico, provenientes de la Universidad Femenina de Santander y se crearon los programas de Medicina y Enfermería. En los años sesenta y setenta la mayoría de los docentes que impartían los cursos de humanidades asumieron en sus clases posiciones comprometidas con la transformación social y así lo transmitieron en sus clases a los estudiantes argumentando posiciones políticas liberales, de izquierda o cristianas. A estos cursos de humanidades llegó incluso un núcleo de profesores con formación cristiana que se había separado de la Iglesia Católica por influencia, principalmente, del Concilio Vaticano II304. No obstante, con el quiebre de la utopía revolucionaria en los años setenta y ochenta, que prometía una sociedad más justa e igualitaria, se fue despojando a las humanidades en la UIS de esta intención interpretativa y transformadora de la sociedad hasta que en los años ochenta se diseñó el sistema administrativo de los bloques de humanidades de curso forzoso, los cuales desembocaban en la asignatura denominada Historia Social de la Ciencia. Estos cursos de humanidades aumentaron a la par que crecía el grupo de profesionales de la Facultad de Ciencias Humanas para impartir estos cursos a las carreras de ingeniera y de ciencias de la salud. A partir de entonces los cursos de humanidades variaron sustancialmente hasta que los profesores de tiempo completo de la universidad contratados para tal fin fueron creando programas específicamente de las disciplinas sociales y humanas, entre ellos de historia, economía, derecho, filosofía. ¿Acaso la universidad en general del país quedó a la deriva en los años setenta y ochenta? Seguramente sí es la respuesta cuando se trata de encontrar políticas estatales de largo aliento305. Las inten MARTÍNEZ GARNICA, El sentido de la enseñanza de las humanidades… Op. cit. ACEVEDO TARAZONA, Álvaro y DELGADO, Adrián. Teología de la Liberación y Pastoral de la Liberación: entre la solidaridad y la insurgencia. En: Anuario de Historia Regional y de las Fronteras. Vol. 17, No. 1 (ene-jun. 2012); pp. 245-268. 305 OROZCO, Luis; PARRA S., Rodrigo y SERNA G., Humberto. ¿La universidad a la deriva? Bogotá: Tercer Mundo, 1988, pp. 131 y 116. 303 304

CAPÍTULO 5

189

ciones políticas de los estudiantes para salir del ghetto universitario en los años setenta tampoco lograron constituirse, como muchos esperaban, en una resistencia civil organizada y de alcance popular, además que condujeron a minar la capacidad de movilización de los estudiantes. Las acciones de violencia también condujeron a la muerte de estudiantes o al ingreso de algunos líderes a las filas guerrilleras306. Una historia, por demás, que tampoco se ha contado en la historiografía colombiana. La investigación y la docencia se supeditaron a la expansión administrativa, la gerencia de recursos y al reformismo estéril e improvisado307, a todo lo cual se sumaba que la universidad perdía presencia en las decisiones fundamentales del país308. En suma, el Plan de Desarrollo no fue la salvación para la UIS pero tampoco fue la única causa todos sus males. Tal vez uno de los problemas más sintomáticos de la universidad en el decenio del setenta fue la ausencia de una cultura política democrática capaz de integrar las divergencias ideológicas y políticas en un proyecto común de universidad. Lo extraño es que todos los actores de aquella época estaban de acuerdo en que la universidad era vital en la realización de cualquier proyecto político para superar el atraso técnico y tecnológico y buscar una mejor sociedad. Esta imposibilidad de anteponer la universidad a las divergencias ideológicas y sus expresiones de suma violencia aisló a esta de la misma sociedad a la cual se esperaba mejorar, no promovió el tan anhelado avance académico y tecnológico309 y terminó por arrinconar al movimiento estudiantil y Ibíd., p. 22. VARGAS DÍAZ, Libardo. Expresiones políticas del movimiento estudiantil AUDESA 1960-1980. Bucaramanga: UIS, 1996, p. 77. 308 UIS, CDIHR, Recortes de Prensa UIS, VILLARREAL, Juan Francisco, “Causas y consecuencias de los paros universitarios”, Op. cit. Habría también que decir que en la década de los noventa, y aún hoy, la separación entre la investigación y los sectores activos de la economía sigue siendo un problema sin resolver; véase: MOSQUERA MESA, Ricardo. Hacia una universidad moderna e investigativa. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1990, pp. 14-15. 309 En este sentido se podría argumentar para el debate que al igual que en España, así las condiciones hubiesen sido muy diferentes, la universidad colombiana de este período fue académica y científicamente mala; véase: HERNÁNDEZ SANDOICA, Elena. Reforma desde el sistema y protagonismo estudiantil: la Universidad de Madrid en los años cincuenta. En: CARRERAS ARES, J.J. y RUIZ CARNICER, M.A. (eds.). La universidad española bajo el régimen de Franco. Zaragoza: Institución Fernando el Católico, 1991. 306 307

190

El cogobierno en la Universidad Industrial...

sus múltiples voces hasta llevarlo hacia su práctica extinción, muy a pesar de algunos intentos que se realizaron en el primer lustro de los ochenta, como en el caso de la UIS donde se intentó revivir las glorias pasadas de Audesa. Hace ya más de un decenio algunas consideraciones de este balance fueron consignadas en la tesis doctoral y posterior libro –ya citado aquí– que lleva por título Modernización, conflicto y violencia en la Universidad en Colombia: AUDESA, 1953-1984310. Para entonces fue posible hacer un seguimiento a la movilización estudiantil en la UIS en el contexto nacional de la protesta universitaria e incluso recuperar parte de su memoria, pero no fue posible hacer un seguimiento con mayor detalle a los actores de la contraparte, principalmente a los rectores más combatidos por los estudiantes de la UIS: Juan Francisco Villarreal311, Carlos Guerra y Cecilia Reyes. Diez años después, para este trabajo investigativo y nuevas interpretaciones sobre la época, fue posible conocer de viva voz las propias interpretaciones de Villarreal y Reyes, y también tener acceso a sus archivos personales. De estos dos testimonios, igualmente, fue posible tener acceso a las memorias de Juan Francisco Villarreal, tituladas Historias de un abuelo afortunado: relatos de una vida en mis tiempos312. En estas memorias fue posible conocer el paso de Villarreal por el Colegio Santander como estudiante, por la UIS como rector (19621968), por el Icfes como creador de esta institución –por mandato del presidente Carlos Lleras Restrepo– y por Ecopetrol como presidente. Sin duda, una visión muy personal que devela el recorrido académico y familiar de uno de los líderes, en su momento, más importante del país en la educación superior y en la industria de los hidrocarburos. Y al igual que Cecilia Reyes, el rector más combatido por la Asociación Universitaria de Santander (Audesa). De Cecilia Reyes, por su parte, fue posible recopilar un dramático testimonio en el que relata los dos atentados de muerte que le hicieron y, en razón de estos hechos, su posterior autoexilio de Bucaramanga con toda su familia hacia Bogotá. El capítulo que viene es precisamente ACEVEDO TARAZONA, Modernización, conflicto y violencia… Op. cit. ACEVEDO TARAZONA, Álvaro. Juan Francisco Villarreal: líder y gestor del sistema universitario en Colombia. En: Cátedra Libre (feb-mar. 2014); pp. 12-13. 312 VILLARREAL, Juan Francisco. Historias de un abuelo afortunado: relatos de una vida en mis tiempos. Bucaramanga: UIS, 2013. 310 311

CAPÍTULO 5

191

una interpretación del período de rectoría de Cecilia Reyes en el marco de cierre de esta experiencia histórica de disputa por el cogobierno en la UIS.

Capítulo 6

La rectoría de Cecilia Reyes de León: ¿Una rectoría policiva o salvadora de la UIS?

El período de rectoría de Santiago Pinto es recordado por los profesores Édgar Páez y Orlando Aya como una etapa nefasta para la UIS por el intermitente cierre de esta313. Los dos profesores también coinciden con Saúl Meza314 en precisar que el rector Santiago Pinto fue engañado en su buena fe por los cuadros directivos que lo acompañaron, pues más que un político era una persona dedicada a la investigación y a la academia315. Puede que Pinto haya sido una persona más de la academia que de la política, pero sus actuaciones en la UIS tuvieron móviles políticos desde el mismo momento en que llegó a la rectoría de la universidad apoyado por la movilización estudiantil y en particular por los Grupos de Base. Una de las causas principales de la salida de Pinto de la UIS fue su interés de mantener a toda costa un clima de concertación con Audesa. Lo que a la postre se volvió contra él y el Consejo Directivo Universitario, ya que en las deliberaciones de dicha instancia superior se llegaron a consignar justificaciones sobre las marchas estudiantiles en defensa de las clases sociales más desfavorecidas, de la misma forma que se reprobó la violencia ejercida por parte de la fuerza pública hacia los estudiantes; una actitud que se leyó por parte de las autoridades y el propio gobernador de Santander como permisiva y encubridora de las verdaderas funciones de un Consejo Directivo316. Lo cierto es que en el período de rectoría de Pinto es posible leer, en las actas y acuerdos, que este quiso mantener un clima de concertación con los estudiantes hasta el último momento del ejercicio de su cargo. PÁEZ, Edgar. Entrevista. Op. cit; AYA, Orlando. Entrevista. Op. cit. MEZA, Saúl. Entrevista. Op. cit. 315 PÁEZ, AYA y MEZA, Entrevistas. Op. cit. 316 UIS. ASG. Actas del Consejo Directivo. Acta No. 35, julio 21 de 1976. 313 314

194

La rectoría de Cecilia Reyes de León

La salida de Pinto fue la estocada final al cogobierno universitario, la única experiencia política de estas características conocida en la historia de la UIS. Una experiencia, valga acotar, que llevó hasta sus máximas consecuencias el anhelado principio de la autonomía universitaria. Solo que este principio desconocía una verdad de a puño: el Gobierno nacional era quien consignaba los siempre escasos dineros para el cumplimiento de todas las actividades misionales de la UIS. Pese a las protestas, muertos, paros, debates ideológicos, procesos organizativos y movilizaciones de todo tipo, lo cierto es que tantas acciones y tantos recursos de movilización por los estudiantes no incidieron en las relaciones de poder del entorno político. En la práctica el cogobierno universitario había derivado en un desgobierno universitario. Así lo sentían y así lo expresaban a voz en cuello el Gobierno nacional y departamental, los gremios económicos, las asociaciones de profesionales y católicas, los egresados y los mismos estamentos universitarios. Para entonces el problema era quién se le iba a medir a la rectoría de la UIS. Los periódicos locales y nacionales, muy atentos de lo que acontecía en el interior de la alma mater, seguían con suma atención los acontecimientos por venir. Así lo registró el diario El Tiempo el 23 de marzo de 1977 con el siguiente titular: “Una mujer en rectoría de la UIS”317. En el desarrollo de la noticia se manifestaba que la señora de León tenía una vasta experiencia en la cátedra universitaria y que en ese momento era decano de la Facultad de Ciencias Físico-Químicas. Se decía también que su designación buscaba limar las diferencias que se habían planteado entre el Consejo Directivo y el cuerpo de profesores. Justo en ese momento el nombre de Cecilia Reyes de León era el más opcionado porque recientemente había sido nombrada presidente del Consejo Directivo, previa autorización del Consejo Superior, del que era presidente el gobernador Alberto Montoya. Esto significaba que, en la práctica, la UIS se encontraba bajo el gobierno del Consejo Directivo, pues Pedro García Arenas, quien había sido nombrado rector en encargo, entre agosto de 1976 y abril de 1977, en reemplazo de Pinto, había asumido de hecho su renuncia –según se lee en la noticia del mismo diario del 24 de marzo de 1977–, porque, pese al respaldo de los estamentos universitarios a su gestión, se encontraba ausente de los predios EL TIEMPO, Bogotá: (23, mar., 1977).

317

CAPÍTULO 6

195

universitarios y en funciones de rector lo asistía Antonio Cadena. La situación en la UIS, como puede leerse, era de absoluta crisis académica. A lo cual se sumaba una galopante crisis financiera. No está demás retomar los testimonios de Cecilia Reyes y de otros testigos de la UIS de aquellos años quienes recuerdan como infame lo que algunos estudiantes hicieron con Pedro García Arenas y ya habían hecho con Carlos Virviescas y Jaime Niño Infante: A Pedro García Arenas le hicieron la cosa más infame que se puedan imaginar, lo sacaron de clase siendo rector, le amarraron las manos, lo vendaron y lo pasearon por toda la universidad, luego lo sacaron y lo montaron en un bus, era así de violento el movimiento. A Carlos Virviescas [en 1971] le hicieron cosa parecida: cuando llegó Carlos Virviescas a posesionarse lo sacaron a empujones hasta el Caballo de Bolívar y lo montaron en un bus. Ahí van dos. El tercero fue Jaime Niño Infante [en 1974], a él no lo dejaron ni posesionarse y en medio de semejante cosa tan terrible él renunció318.

A estas alturas nadie quería ser rector de la UIS. Finalmente, Cecilia Reyes de León aceptó ser rectora de la UIS en encargo y un grupo de administrativos y docentes la rodeó para conformar un bloque monolítico interesado en hacer retornar la normalidad académica y dignificar la ultrajada investidura del cargo de rector de la UIS. Lo cierto es que el manoseo a esta dignidad académica había provenido tanto de los estudiantes como del gobierno. De los primeros, por las acciones descritas y su radicalización ideológica; de los segundos, por su directa intromisión en la autonomía universitaria. Las medidas emprendidas por Cecilia Reyes de León y el Consejo Directivo fueron contundentes, entre ellas expulsar a quienes por las vías de hecho habían optado por reformar la estructura orgánica de representación del Consejo Superior, en particular a quienes habían recurrido a acciones de fuerza pasando por encima de toda la normatividad institucional. Fue muy importante la expulsión de José Bolívar Ibarra, el representante de los estudiantes ante el Consejo Superior, visto por un sector del aparato administrativo como el terror de la universidad. Esta decisión es recordada así por Cecilia Reyes: “Yo llegué y propuse expulsar a José Bolívar Ibarra que era el cabecilla, ya REYES DE LEÓN, Cecilia. Entrevista

318

196

La rectoría de Cecilia Reyes de León

se sabía que era él quien dirigía todo, las huelgas y los paros y todos esos horrores que sucedían. Tengo un par de fotos de los destrozos que cometían los estudiantes. Vandalismo total. Cuando propuse esto se iban muriendo [los miembros del Consejo Directivo] pero dijeron: ‘la apoyamos, la apoyamos, sí’. Expulsado José Bolívar Ibarra”319.

Imagen 16. Moir-Jupa. Fuera la rectora policía de la UIS. Archivo Cecilia Reyes de León. Bucaramanga.

La reacción del estudiantado no se hizo esperar. Tan pronto como se producían las expulsiones empezaron las amenazas en contra de la vida de la rectora: “que me iban a matar –señala Reyes de León en su entrevista–, que iban a secuestrar a las niñas, fue una época muy dura”. Las calles de Bucaramanga se llenaron de grafitis: “Fuera la rectora policía de la UIS”. Y en efecto se produjo un atentado en contra de su vida, llevado a cabo el 23 de enero de 1978. Ese momento es recordado aún con dramatismo por Cecilia Reyes: “Yo estaba en una comida en la casa del gobernador, había una comida grande porque había venido alguien de Bogotá a visitarnos. Cuando sentí la bomba –la casa del gobernador era muy lejos de la mía– me acuerdo que salí a la puerta y dije: ‘¡ay, no sería en mi casa! Como vivía amenazada dije esto, y todos respondieron: ‘no, pero que va a ser en su casa’. ‘¡Yo me voy, yo me voy!’, les respondí y me salí de la comida, y cuando llego a la esquina de la casa y veo los tumultos de gente pude comprobar que sí era mi casa. La calle no se veía del humo”320. Ibíd. REYES DE LEÓN, entrevista citada.

319 320

CAPÍTULO 6

197

Pese a que la casa de Cecilia Reyes permanecía vigilada por el ejército, la bomba fue activada en el cambio de guardia. Las consecuencias pudieron ser muy trágicas porque el aparato explosivo fue activado en el garaje de la casa muy cerca a los cilindros de gas, los cuales afortunadamente no explotaron. El día de la explosión los hijos de Cecilia Reyes se encontraban con algunos niños vecinos mirando la televisión. Por fortuna, la sala de televisión se encontraba en el fondo de la casa y a los niños no les ocurrió ninguna lesión física, aunque para los hijos de Cecilia Reyes el daño emocional fue muy doloroso. En el recuento de este trágico suceso la propia Cecilia Reyes rememora que algunos estudiantes hicieron alarde de haber perpetrado el hecho, pues el conflicto era frontal y sin máscaras. Algo muy distinto con las protestas y movilizaciones de ahora –acota– en las que los estudiantes se enmascaran. La crispación y terror era tal –según evoca Cecilia Reyes aquellos días aciagos– que en la celebración del día de la madre, y estando aún como rectora en encargo de la UIS, llegó a su casa y encontró unas frutas encima de su escritorio de trabajo y uno de sus hijos quiso comerse una de ellas, pero su miedo era tal que no lo permitió porque llegó a creer que las frutas se encontraban envenenadas. Pese a esta primera bomba las sanciones y expulsiones en la UIS continuaron. Para el líder estudiantil César Loaiza de aquel momento –y hoy profesor universitario– las medidas de Cecilia Reyes fueron una campaña punitiva contra el movimiento estudiantil y contra Audesa. 105 activistas estudiantiles fueron sancionados durante el año de 1977321. De estos, a diez y siete se les canceló definitivamente la matrícula académica y diez y ocho fueron expulsados de la universidad, lo cual significaba que nunca más podrían estudiar en ninguna universidad oficial del país. Álvaro Ramírez García y otros testigos de aquella época también recuerdan que más de un centenar de estudiantes fue expulsado de la universidad y que difícilmente alguno de ellos sería readmitido en la universidad322, a excepción de César Loaiza quien lo lograría después de insistir por quince años323. Un acta del Consejo Directivo de noviembre 8 de 1977, con motivo de la reapertura de la universidad, expresaba la dureza de las medidas contra cualquier síntoma de protesta o AYA, entrevista citada; también véase: PÁEZ, entrevista citada. LOAIZA, entrevista citada. 323 AYA, entrevista citada; LOAIZA, entrevista citada. 321 322

198

La rectoría de Cecilia Reyes de León

movilización estudiantil: las clases iniciarían sin la fuerza pública pero si se presentaban desórdenes al día siguiente se realizarían las clases con esta dentro del campus; si se atacaba a la fuerza pública se cancelaba el semestre; si se hacían asambleas en lugares y horas que obstaculizaran la marcha normal de las clases se sancionaría a los oradores de las asambleas; si el desorden persistía después de un segundo llamado se le cancelaría el semestre a dichos oradores324. Cecilia Reyes estuvo al frente de la rectoría aproximadamente diez y ocho meses, desde abril de 1977 hasta septiembre de 1978. La percepción fuera y dentro de la universidad era que la rectora encargada había llegado para poner de nuevo a andar la institución. Una vez entregó la rectoría sufrió un segundo atentado contra su vida cuando como “profesora rasa” –según sus palabras– volvió a su actividad docente. Y si había quedado alguna duda de que la primera bomba había sido activada en su casa solo para asustarla, la segunda bomba fue puesta en su carro con el fin de acabar con su vida: Un día dictando clase llegaron a decirme que mi esposo me necesitaba urgente en la oficina, que algo grave había sucedido. Y me pareció raro porque mi esposo era lo más prudente del mundo, jamás hacía una cosa de esas, me asusté y salí corriendo. Mientras subí a la oficina a quitarme la bata y bajé al parqueadero ya estaban desmontando la bomba. Una compañera profesora había visto unos movimientos de unos muchachos como raros y llamó a la gente de celaduría y así fue como desactivaron la bomba. Al día siguiente había una visita del presidente y el gobernador del departamento Alfonso Gómez Gómez le pidió a todos los medios de comunicación que no fueran a decir ni una sílaba de la bomba. Y así fue, solo se supo dentro de la universidad. Ahí fue cuando resolví irme para Bogotá325.

Después de esta segunda bomba las amenazas hacia ella y su familia continuaron. Incluso amenazaron con secuestrarle a los hijos. De manera que renunció a la UIS y se fue sola a Bogotá. Allí asumió un empleo en el Icfes: Me habían llamado mucho para que fuera a organizar una subdirección nueva del Icfes. El director del Icfes era Ramsés Hakim, UIS. ASG. Actas del Consejo Directivo. Acta No. 40, noviembre 8 de 1977. REYES DE LEÓN, entrevista citada.

324 325

CAPÍTULO 6

199

quien había sido rector de la Universidad Nacional cuando yo era rectora de la UIS. Entonces ahí nos hicimos amigos. Él me conocía mucho y me llamaba insistentemente para que me fuera para Bogotá. Ya le había dicho a él en todos los tonos que no, pero a raíz de la segunda bomba recuerdo que salí corriendo y de la Secretaría General de la universidad llamé a Ramsés Hakim y le dije: “Ramsés, si todavía me ofrece ese cargo allá en Bogotá me voy”. Y él me dijo: “vénga, aquí la esperamos”326.

La idea era quedarse una temporada en la capital de la República mientras se calmaba el ambiente de intemperancia hacia ella. Su esposo e hijos se quedaron en Bucaramanga, pero ella todos los viernes regresaba a su casa de Bucaramanga a hacer los oficios y los lunes tomaba el primer vuelo hacia Bogotá. Así pasó un año hasta que toda la familia decidió radicarse en Bogotá. Allí vivieron durante veinticinco años hasta que decidieron regresar a Bucaramanga. De su larga estadía en Bogotá rememora que hizo todo lo imaginable: fue subdirectora del Icfes, secretaria general del Ministerio de Educación, rectora de la Universidad Pedagógica Nacional, viceministra de trabajo, directora general del Corpes Centro-Oriente. De su experiencia en la Universidad Pedagógica señala que aguantó una situación parecida a la UIS. Según sus propias palabras recuerda que “fue durísimo, muy duro, pero aguanté por toda la cancha que ya tenía en la UIS”327. El primer año yendo y viniendo entre Bogotá y Bucaramanga implicó un esfuerzo muy duro, pero el sacrificio más alto ya lo había debido asumir su esposo Arturo León García, quien era el director ejecutivo del Plan de Desarrollo de la UIS, pues cuando a ella la nombraron rectora en encargo a su esposo le tocó renunciar. El segundo sacrificio le había correspondido a su hija mayor quien estudiaba Ingeniería Industrial en la UIS, pero tan pronto ella asumió la rectoría a su hija le tocó salirse de la UIS y matricularse en la Universidad Santo Tomás de Bucaramanga en el programa de Economía. No fueron pocos los sacrificios familiares. Como continuadora del Plan de Desarrollo gestionado por Neftali Puentes Centeno e implementado en su primera fase por Carlos Guerra, Cecilia Reyes de León Ibíd. REYES DE LEÓN, entrevista citada.

326 327

200

La rectoría de Cecilia Reyes de León

recuerda con satisfacción que en su rectoría, gracias a su labor, se construyó el Auditorio Luis A. Calvo: El auditorio estaba previsto en el Plan de Desarrollo pero como era muy costoso al BID le pareció que era demasiado auditorio para la UIS y para Bucaramanga. En mi rectoría, con ese amor loco por mi ciudad y por mi región y por la UIS, defendí la construcción del auditorio tal y como estaba previsto. Cuando llegué a la rectoría de la UIS el proyecto del auditorio Luis A. Calvo estaba prácticamente muerto porque habían resuelto que iban a hacer un aula multipropósito en donde se pudiera jugar básquetbol, voleibol, hacer conciertos y muchas más actividades. Yo rescaté el proyecto del auditorio y conseguí financiación para que arrancara su construcción en mi rectoría328.

Imagen 17. Auditorio Luis A. Calvo UIS. Fotografía Saúl Meza. Bucaramanga.

Hasta aquí la memoria social de protagonistas y testigos de aquella época de la UIS ha sido imprescindible para comprender la magnitud del conflicto universitario. Esta memoria ha sido contrastada con Ibíd.

328

CAPÍTULO 6

201

fuentes institucionales y de prensa de la época para encontrar cierto equilibrio entre la subjetividad del relato –por antonomasia selectivo– y el acontecer propio del conflicto universitario en un marco de explicaciones locales y nacionales. Esta complementariedad entre particulares y generales de la indagación permitió, por un lado, entrar en la vida interior de protagonistas y testigos; de otra parte, interpretar la subjetividad propia del relato en un marco de tendencias explicativas de la protesta universitaria en Colombia y, groso modo, en el contexto planetario de los años setenta. No obstante, aún falta preguntarse y mostrar con mayor detalle cómo la propia institución –conformada por profesores, estudiantes y personal administrativo– recibió la rectoría de Cecilia Reyes de León.

Imagen 18. Consejo Nacional de Rectores, 22 y 23 de junio de 1977. Archivo de Cecilia Reyes de León. Bogotá.

El 23 de marzo de 1977 el periódico El Tiempo comentó que “Lucila” (sic) Reyes de León –en realidad se refería a Cecilia Reyes de León– sería nombrada rectora encargada de la UIS para “limar las diferencias que se han planteado entre el consejo directivo y el cuerpo de pro-

202

La rectoría de Cecilia Reyes de León

fesores”329. No obstante, al día siguiente Cecilia Reyes de León señaló a este mismo diario: “No he sido nombrada y tampoco aceptaría el cargo. Mi único candidato para la rectoría es Pedro García Arenas”330. Finalmente, Cecilia Reyes de León aceptó y el 15 de abril, día su nombramiento, dijo al diario El Tiempo que se “requería el concurso no solo de los estamentos universitarios sino también de las entidades cívicas y económicas del departamento para superar las graves dificultades que registra la alma mater”. Y al recibir el cargo, el 16 de abril, declaró al mismo diario: “Me siento altamente honrada con el nombramiento […] después de analizar la situación, la cual encuentro bastante difícil, espero contar con la colaboración de la ciudadanía en general para superarla”331. El mismo día de su posesión, en una entrevista con Ana Echeverri del periódico Vanguardia Liberal, señaló que aceptaba el cargo porque: Creo que puedo colaborar con la universidad para sacarla de esta crisis. A pesar de ser una situación bastante difícil, mi cariño por la UIS es tan grande que me decidí a enfrentarme […] Yo conozco los problemas y por ello estuve reacia hasta el último momento. Después de pensarlo llegué al convencimiento de que puedo dar solución a muchos de ellos […] La universidad la recibo en estado de crisis, con problemas administrativos, económicos y académicos […] Atacar la carcoma será una labor conjunta, no de una sola persona; teniendo conocimiento de los problemas y con la ayuda de mis inmediatos colaboradores, de todo el personal de la universidad y de la ciudadanía entera iremos estudiando los distintos aspectos de la crisis para dar con soluciones apropiadas, pero no puedo decir por dónde comenzaremos332.

Atacar el estado de carcoma o larvario en el que se encontraba la UIS, motivó a Cecilia Reyes a tomar la decisión de asumir la rectoría en encargo. Además del inminente enfrentamiento con los estudiantes, múltiples dolencias atacaban a la universidad. Uno de ellos era la negociación con el pliego de peticiones del profesorado. Precisamente, a la pregunta sobre el estado de la negociación con los docentes, EL TIEMPO, Bogotá: (23, mar., 1977); p. 9-A. EL TIEMPO, Bogotá: (24, mar., 1977); p. 8-A 331 EL TIEMPO, Bogotá: (16, abr., 1977); p. 4-A. 332 VANGUARDIA LIBERAL, Bucaramanga: (16, abr., 1977); p. 3. 329 330

CAPÍTULO 6

203

hábilmente, Cecilia Reyes respondió al mismo diario que aún no se estaba negociando con ellos porque se estaba a la espera de que el Consejo de Estado emitiese su concepto sobre si se les consideraba empleados públicos u oficiales333. Y con respecto al pliego presentado por los profesores, aún más hábilmente, respondió que este se encontraba en etapa de conciliación334. Estas primeras declaraciones de Cecilia Reyes ya mostraban el talante político con el cual iba a conducir la rectoría. En estas mismas declaraciones al diario Vanguardia Liberal hizo alarde de una alta dosis de efectismo, agregando que se sentía bastante honrada por su nombramiento, el cual creía que era un homenaje a la mujer colombiana335. En el mismo momento de haber asumido Cecilia Reyes el encargo de la rectoría de la UIS era evidente el respaldo de administrativos y profesores de la universidad y de la sociedad y la prensa en general. En el homenaje a la mujer que se le hizo a ella y a su hermana Lucila Reyes Duarte, Secretaria de Hacienda del Departamento, en el Club del Comercio, dijo: “Para Lucía y para mí es absolutamente abrumador este homenaje. Así consideramos que no se trata de hacer honores a dos ciudadanas de buena voluntad, sino de rendir tributo a la mujer colombiana que representa en esta oportunidad, como titulares en dos posiciones del Estado que antes estaban vedadas para nosotras”336. Y por su nombramiento como rectora expresó: “De un momento a otro y frente a una grave crisis, se me señaló como la persona que podría tomar la dirección de la universidad. Mi situación es semejante a la de quien ve un miembro de su familia que se ahoga en el torbellino de corrientes impetuosas. Acepté la posición con mira exclusiva de tratar de salvar del caos a este instituto que alimentó mi sed de conocimientos, que ha dado la mano a varias generaciones de jóvenes hasta llevarlos a la culminación de carreras profesionales […]”337. Por último, sus palabras por este homenaje recordaron a su padre, quien dedicó gran parte de su vida a servir al Estado. Y finalizó con el efectismo que ya se le conocía: “Dios es nuestra fortaleza, Colombia es nuestra meta”338. Ibíd. Ibíd. 335 Ibíd. 336 VANGUARDIA LIBERAL, Bucaramanga: (23, abr., 1977); p. 3. 337 VANGUARDIA LIBERAL, Bucaramanga: (23, abr., 1977); p. 3. 338 Ibíd. 333 334

204

La rectoría de Cecilia Reyes de León

Mientras la prensa cubría con un manto heroico la decisión por parte de Cecilia Reyes de asumir la rectoría de la UIS, la situación financiera de la institución pasaba por un muy mal momento. Si la estigmatización ideológica y las acciones violentas de la protesta estudiantil habían sido causales directas del fracaso del cogobierno universitario, la desfinanciación de la universidad era la otra causa que había pesado en esta frustración. No hay que olvidar que uno de los primeros actos de Cecilia Reyes, poco antes de ser nombrada rectora encargada de la UIS y en su calidad de presidente ad hoc del Consejo Directivo Universitario, fue dar vía a las ejemplarizantes sanciones de los estudiantes Lácides Mengual, Jairo Navarro, Rodrigo Cortés Garrido, Lifo Sánchez y Álvaro Cuadros, expulsados el 11 de marzo de 1997 de la UIS porque dos días antes habían participado con un grupo de estudiantes encapuchados en el acto que condujo por la fuerza al rector en encargo, Pedro García Arenas, desde el aula donde dictaba la cátedra de Hormigón Armado I, en el edificio de Ingeniería Mecánica, hasta el edificio administrativo. Luego desde allí, una vez le hicieron una especie de juicio acusatorio por negligencia, el ultrajado rector fue conducido a las afueras de la universidad. El episodio, considerado como infame por la dirección universitaria, fue rechazado con vehemencia por el profesorado, especialmente de Química y Medicina. Un sector de los estudiantes, incluyendo algunos de ideas moderadas y radicales de izquierda, había considerado el acto como un secuestro forzoso de Pedro García Arenas y Antonio Cadena. De manera que directivos y profesores de la UIS, a quienes se sumaban la prensa y sectores de la sociedad, solo esperaban más sanciones ejemplares, como efectivamente serían firmadas por el pulso firme de la rectora en encargo Cecilia Reyes de León con el respaldo del Consejo Directivo Universitario. Ante el problema del pliego de peticiones de Sintrauis y Aspu, Cecilia Reyes señaló en mayo de 1977 que en desarrollo de la tramitación del pliego de peticiones presentado por Sintrauis, la Universidad había nombrado al doctor José Asthul Rangel como conciliador, para que a través de conversaciones con el conciliador designado por los trabajadores, señor Froilán Alvarado, encontraran fórmulas de acuerdo entre la UIS y el Sindicato de Trabajadores. Y agregó que, acatando lo dispuesto por el Consejo Superior, había venido conversando con los representantes del profesorado en el CSU, con los delegados de la

CAPÍTULO 6

205

Asociación de Profesores Universitarios (Aspu) y con representantes de la Asociación de Profesores para estudiar mecanismos que permitiesen mantener el statu quo mientras se producía una decisión de autoridad legal competente339. En el mismo orden, para el periódico El Frente, Cecilia Reyes declaró que las directivas universitarias estaban vivamente interesadas en mantener las más cordiales relaciones con todos los estamentos universitarios. También señaló que en el aspecto laboral se adelantaban conversaciones con la Asociación Sindical de Profesores Universitarios (Aspu)340. El propósito de la rectora encargada no era otro que mostrar un clima de cordialidad con todos los estamentos universitarios, incluyendo el sector mayoritario de los estudiantes. Precisamente, sobre este clima de cordialidad declaró para Vanguardia Liberal, el 11 de junio de 1977, que la mayoría de estudiantes estaban dispuestos a luchar por su universidad y a mantener la continuidad de labores en la misma. También declaró que los estudiantes de la Universidad Industrial de Santander eran conscientes de que se estaban jugando su futuro y que por esta razón un numeroso grupo de ellos se había enfrentado a estudiantes de otros centros educativos que pretendían ocasionar desórdenes341. Todo esto solo indicaba –acotó para El Espectador– que los estudiantes habían madurado y que estaban pensando positivamente342. Ya plenamente posesionada Cecilia Reyes en el cargo –muy a propósito de mantener una actitud conciliadora con los estudiantes que quisieran entrar a clases y una postura de confrontación directa con aquellos que llamaran a la movilización estudiantil–, el Gobierno nacional se comprometió a girar 20 millones de pesos para resolver el preocupante déficit presupuestal de la universidad. Al conseguir del Ministerio de Hacienda este desembolso de 20 millones de pesos, la rectora Cecilia Reyes dijo al periódico El Liberal: “Confío en que el déficit irá desapareciendo a medida que transcurren los meses para cumplir a cabalidad los programas previstos”343. El Ministerio de VANGUARDIA LIBERAL, Bucaramanga: (10, may., 1977). EL FRENTE, Bucaramanga: (11, may., 1977); p. 1. 341 VANGUARDIA LIBERAL, Bucaramanga: (11, jun., 1977). 342 EL ESPECTADOR, Bogotá: (11, jun., 1977); p. 5ª. 343 El LIBERAL, (28, jun., 1977); p. 7. 339 340

206

La rectoría de Cecilia Reyes de León

Hacienda había consignado la primera parte de este desembolso el 28 de junio de 1977 y toda la prensa mostró el apoyo presupuestal como un triunfo de la gestión realizada por Cecilia Reyes. Este dinero adicional aseguraba la continuidad financiera de una universidad que, en ese momento, se encontraba militarizada. En referencia al nivel académico de la universidad, Cecilia Reyes expresó para este mismo diario: “El nivel académico de la universidad sí puede haber bajado en los últimos tiempos, como consecuencia de los constantes recesos que se han presentado ante los desórdenes estudiantiles y que influyen notablemente sobre el particular; sin embargo en lo que respecta a la nómina de profesores con que cuenta actualmente la UIS, su nivel es bastante alto, quizás como nunca en la historia de la universidad”344. Y era cierto. Si el agujero negro en el que cayó la universidad no implosionó fue por el profesorado que, a toda costa, intentó sostener un nivel de excelencia académica hasta donde las circunstancias y posibilidades lo permitieron. Casi un mes después de la ayuda financiera del gobierno a la institución, Cecilia Reyes daba partes de tranquilidad sobre la situación financiera, investigativa y docente de la UIS tanto para los diarios locales como nacionales. Este tono también iba acompañado de mensajes salutatorios y propositivos hacia los estudiantes, pues en el mes de noviembre daría inicio el semestre académico y la normalidad del mismo era la prueba de fuego para la rectora en encargo y para el cuerpo administrativo que la acompañaba, máxime cuando era más de un centenar los estudiantes sancionados y la institución se encontraba militarizada. Los saludos de Cecilia Reyes a profesores y estudiantes eran de esperanza y optimismo por la nueva universidad que llamaba a inicio del segundo semestre académico. En sus llamados a clases se comprometía a mejorar el servicio de comedores y de biblioteca. También a revisar y redistribuir la actividad docente y a impulsar una educación continuada en posgrados para profesores. Reiteraba una total imagen de transparencia en todas las actividades administrativas de la universidad y se comprometía con el Gobierno nacional a bajar el costo por alumno y atender más estudiantes para resolver la crisis El LIBERAL, (28, jun., 1977); p. 7.

344

CAPÍTULO 6

207

institucional345. Sin embargo, el ambiente en el interior del campus era de suma tensión, pues en una declaración al diario El Liberal, el 11 de octubre de 1977, pocos días después de expresarle a Vanguardia Liberal los vientos de cambio y renovación en la UIS, Cecilia Reyes acusaba a grupos extremistas de generar caos en la institución. En su concepto eran gentes que nada tenían que perder, ya que los estudiantes interesados en culminar el año lectivo no se involucraban en esa clase de aventuras346. Algunos días después, el 16 de octubre, advertía de la política de austeridad total que se venía aplicando en la UIS para lograr la disminución de la inflación presupuestal y, por consiguiente, equilibrar su estado financiero. El balance presupuestal del año era presentado así por la rectora: El presupuesto para este año ha sido de 225 millones de pesos. 110 por parte de la nación,10 millones de auxilio del Gobierno Seccional y 15 millones que se logran por entradas o rentas, dando un déficit de 90 millones para completar el monto del presupuesto. Pero nos han dado 20 millones adicionales, más 14 prometidos, son 34 millones, que disminuyen notablemente el déficit. Estos 14 últimos serán aprobados en este mes. De todas maneras estamos haciendo gestiones a nivel nacional, para lograr nuevas adiciones a ese presupuesto que nos permitan terminar el año 1977 sin afanes económicos347.

El 28 de diciembre de 1977 Cecilia Reyes respondía una entrevista al diario Vanguardia Liberal. Las preguntas conducidas por Rafael Mendoza llamaban la atención por el bajo nivel académico de la UIS en razón de los ya habituales paros académicos y por el Acuerdo 158 que condujo a la expulsión de más de un centenar de estudiantes. Al primer interrogante, Cecilia Reyes aseguró que la UIS remozaría su planta docente trayendo gente muy buena del sector privado; al segundo cuestionamiento respondió que cada una de las sanciones firmadas de su puño y letra fue muy dolorosa, pero que en la decisión primaron los intereses de la comunidad sobre consideraciones personales348. Poco menos de un mes después vendría el primer atentado contra su vida, perpetrado el 23 de enero de 1978. Estas fueron VANGUARDIA LIBERAL, Bucaramanga: (3, oct., 1997); p. 3ª. EL LIBERAL, (11, oct., 1977). 347 VANGUARDIA LIBERAL, Bucaramanga: (16, oct., 1977); p. 3ª. 348 VANGUARDIA LIBERAL, Bucaramanga: (28, dic., 1977). 345 346

208

La rectoría de Cecilia Reyes de León

sus declaraciones al periódico El Liberal: “No tengo la menor idea de quiénes puedan ser los autores materiales o intelectuales del atentado cometido no solo contra mi persona, sino contra la integridad física de mi familia. Ahora que si lo que buscan con esta clase de actos es que presente mi renuncia, no lo van a conseguir ya que la universidad está funcionando normalmente y tenemos planes muy definidos que no se echarán a perder por satisfacer caprichos de personas ajenas al claustro”349. Y esto fue lo que declaró al diario Vanguardia Liberal: “Me han puesto una bomba en mi residencia en forma totalmente gratuita porque yo no he hecho ni tengo méritos para hacerla […] Era una bomba, bomba de verdad y para causar bastante daño […] Yo no soy política, no milito en ningún partido, no soy activista tengo mi profesión y estoy dedicada a servirle a la UIS sin conflictos ni problemas”350. El 10 de agosto de 1978 Cecilia de Reyes de León pasó su carta de renuncia al máximo cargo de la Universidad Industrial de Santander. Al día siguiente le manifestó al diario El Espectador que lo hacía por motivos estrictamente personales y que en su determinación no influía la delicada crisis el plantel, pues el conflicto estaba a punto de finalizar: “El conflicto se encuentra a punto de solucionarse”351. Y vinieron los balances de gestión y laudos a la heroica rectora y mujer santandereana de formación UIS. Aunque ella no quería un balance en primera persona, medios de comunicación, rectores de universidades352, asociaciones de profesionales y de egresados, estamentos universitarios y el gobierno departamental en cabeza de sus mandatarios entrante y saliente no dudaron en calificar su gestión de brillante por haberle devuelto el prestigio a la UIS con sus facultades tecnológicas y su facultad de medicina. En reemplazo de Cecilia Reyes fue nombrado como rector de la UIS el ingeniero liberal Álvaro Rueda Gómez. De su gestión, hoy Cecilia Reyes de León rememora el bienestar que logró para el servicio de comedores de los estudiantes, el convenio con el Hospital Ramón González Valencia para el mutuo servicio de EL LIBERAL, (24, ene., 1978); primera página. VANGUARDIA LIBERAL, Bucaramanga: (24, ene., 1978); p. 1A, 3ª. 351 EL ESPECTADOR, Bogotá: (11, ago., 1978); p. 9ª. 352 VANGUARDIA LIBERAL, Bucaramanga: (29, ago., 1978). 349 350

CAPÍTULO 6

209

Imagen 19. Atentado a la rectora de la Universidad Industrial de Santander, Vanguardia Liberal, Bucaramanga: (23, ene., 1978). Archivo de Cecilia Reyes de León.

210

La rectoría de Cecilia Reyes de León

enseñanza y atención, la superación del déficit presupuestal de la institución, la celebración del VI congreso Nacional de Egresados de la UIS, el Simposio de Facultades de Ingeniería, organizado por ACOFI y que tuvo como sede la universidad353, el impulso definitivo para la creación del auditorio Luis A. Calvo y el apoyo a la Coral Universitaria para participar en el XIV día del canto coral en Barcelona, España. El 13 de julio de 1980 Vanguardia Liberal le hizo un reportaje titulado “Cuando hubo una rectora policía”. Varios fueron los temas tratados en este reportaje: el diploma “pa’ machos” que recibió de la UIS, su protagonismo en la fundación de Audesa, sus raíces santandereanas, su momento histórico en la UIS como rectora en encargo, su hogar, la angustia, la bomba, su renuncia de la UIS, su nueva vida en Bogotá354.

Imagen 20. Interior Auditorio Luis A. Calvo UIS. Fotografía Saúl Meza. Bucaramanga.

El 25 de septiembre de 1978, con motivo de la renuncia de Cecilia Reyes a la rectoría de la UIS, fue consignado en la Secretaria General de la UIS el siguiente párrafo: EL ESPACIO, (12, ago., 1978). VANGUARDIA LIBERAL, Bucaramanga: (13, jul., 1980). Información especial.

353 354

CAPÍTULO 6

211

CECILIA REYES DE LEÓN renunció a la Rectoría y se fue. Gobernó gobernando, único medio conocido para que la Universidad marche ordenadamente. Este sistema, llamado por algunos represivo, lo aplicó el gobierno de Cecilia a profesores y estudiantes. Todos los gobiernos que gobiernan son represivos. El Código Penal es el tratado de represión del Estado, así como los mandatos policivos, los decretos de orden público, etc. Ningún pueblo puede sobrevivir sin disposiciones penales. ¿Cuántos siglos se necesitarán para que la humanidad marche sin represión?355.

Este escrito, de alguna manera, expresaba la polarización extrema de la UIS de aquellos años, atravesada por la estigmatización y el conflicto con sus disímiles actores de izquierda y de derecha que solo podían ver y vivir una universidad en blanco o negro. A partir de la salida de Cecilia Reyes, en septiembre de 1978, hasta agosto de 1979 no se registraron en la prensa protestas estudiantiles en la UIS. No obstante, algunos estudiantes continuaban en pie de lucha.

Imagen 21. Pedrea en la Universidad Industrial de Santander, octubre de 1978. Archivo de Cecilia Reyes de León. Bucaramanga.

ARCHIVO PERSONAL. Cecilia Reyes de León.

355

212

La rectoría de Cecilia Reyes de León

Imagen 22. Estudiante capturado en medio de pedrea en la Universidad Industrial de Santander, octubre de 1978. Archivo de Cecilia Reyes de León. Bucaramanga.

CAPÍTULO 6

213

En el contexto de estas protestas, se demandaron cambios sustanciales en la institución de índole administrativa o laboral por parte de profesores y trabajadores. Uno de ellos la revisión del estatuto orgánico de la UIS356. Sólo hasta el mes de octubre se encuentra en los registros de archivo un pliego de peticiones de los estudiantes que demandaba, entre otras cosas, ampliar los servicios de comedores, derogar el calendario académico, eliminar la semana de previos, suprimir los llamados a descargos al Consejo Directivo y otra serie de cuestiones académicas que buscaban flexibilizar el punitivo sistema de evaluación. Los estudiantes también expresaron la necesidad de reorganizarse para defender sus intereses gremiales y académicos: Señores Directivos UIS. Recogiendo las necesidades más sentidas del estudiantado y conscientes que los problemas que nos afectan pueden contar con un mediano arreglo en el marco de la institución: Exigimos. 1. Derogatoria definitiva del acuerdo 158 de 1977: por la ampliación del servicio de comedores, nombramiento de un jefe de bienestar en propiedad; reconocimiento del comité de usuarios de comedores; participación en la adjudicación del servicio y en el control de la dieta. 2. Derogatoria del actual calendario académico, eliminación de la semana de previos, determinación de fechas de previos; que las evaluaciones, en general, sean un acuerdo común entre estudiantes y profesores; dar pie a previo de rescate para las evaluaciones que presentaron los estudiantes por el nuevo sistema. 3. Una normalidad académica: semestre de dieciséis semanas y cursos de vacaciones a mediados del año, no a los llamados descargos al Consejo Directivo, no a las vacaciones forzosas, revisión de los artículos por los cuales se institucionalizan los PFU (Por Fuera de la Universidad). 4. No a la improvisación de profesores. 5. El personal docente que labora en la UIS debe recibírsele mediante concurso y que tenga a su vez experiencia. Reconocimiento del Consejo Estudiantil de Medicina y todas las organizaciones representativas de los estudiantes. 6. El pronunciamiento por parte del Consejo Directivo sobre la reforma a la educación pos-secundaria: ya que el estudiantado no debe estar al margen de algo que está sucediendo al interior de la universidad. 7. Respuesta a estas peticiones en un plazo máximo de En enero de 1979 los profesores solicitaron una revisión del estatuto orgánico; véase: EL TIEMPO, enero 29 de 1979. Entre los meses de junio y agosto los trabajadores de la UIS solicitaron estabilidad laboral y aumento de salarios; véase: DIARIO DEL ORIENTE, (22-8, jun-ago., 1979).

356

214

La rectoría de Cecilia Reyes de León

quince días. Los estudiantes de la UIS estamos dispuestos a defender la universidad pública; por tanto, cualquier atentado contra esta recibirá de nuestra parte un firme rechazo. Atentamente, Estudiantes UIS357.

Como se observa en los puntos de necesidades, los estudiantes ya no recurrían a peticiones por alcanzar una sociedad más justa e igualitaria, en años precedentes lo único y más importante para la movilización social. Seguramente algunos de ellos habían cambiado de estrategia de lucha y la mayoría eran parte de una nueva generación en un contexto universitario diferente.

UIS. ASG. Actas del Consejo Directivo, octubre 8 de 1979.

357

Referencias bibliográficas, documentales y testimoniales

Libros

ACEVEDO TARAZONA, Álvaro. La UIS: Historia de un proyecto técnico-científico. Bucaramanga: UIS, 1997. ________. Modernización, conflicto y violencia en la universidad en Colombia: AUDESA, 1953-1984. Bucaramanga: UIS, 2004. ________; GIRALDO MEJÍA, Nelson y RODRÍGUEZ HERRERA, Diana María. Jorge Roa Martínez: Memoria de una visión cosmopolita. Pereira: Universidad Tecnológica de Pereira, 2009. ANNINO, Antonio y GUERRA, Fracois-Xavier. Inventando la nación. Iberoamérica, siglo XIX. México: Fondo de Cultura Económica, 2003. ARCHILA, Mauricio. Idas y venidas, vueltas y revueltas: Protestas sociales en Colombia, 1958-1990. Bogotá: ICANH-CINEP, 2003. ARENAS REYES, Jaime. Relación entre el movimiento estudiantil y las guerrillas en Colombia. En: FIGUERROA V. Miguel. Documentos: testimonio histórico de la UIS sobre la problemática universitaria, la prensa nacional y la universidad colombiana. Bucaramanga: UIS, 1971. ARIAS, R. Los Leopardos: una historia intelectual de los años 1920. Bogotá: Uniandes, 2007. AYALA DIAGO, César. El populismo atrapado, la memoria y el miedo: el caso de las elecciones de 1970. Medellín: La Carreta/Universidad Nacional de Colombia, 2006. BERRY, Albert. La tragedia de la reforma agraria del Frente Nacional. En: CABALLERO A., Carlos y otros. Cincuenta años de regreso a la democracia: nuevas miradas a la relevancia histórica del Frente Nacional. Bogotá: Uniandes / Escuela de Gobierno Alberto Lleras Camargo, 2012.

216

La experiencia histórica del cogobierno

BOBBIO, Norberto. Estado, gobierno y sociedad: Por una teoría general de la política. México: FCE, 1989. BORRERO CABAL, A. La Universidad: Estudio sobre sus orígenes, dinámicas y tendencias. Historia universitaria: los movimientos estudiantiles. Tomo IV. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2008. ________. La Universidad: Estudio sobre sus orígenes, dinámicas y tendencias. Administración universitaria. Tomo VII. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana. BUCHBINDER, P. Historia de las universidades argentinas. Buenos Aires: Sudamericana, 2005. CALLE, Humberto de la. El plebiscito de 1957, la legitimidad fundacional del Frente Nacional. En: CABALLERO A. Carlos, y otros. Cincuenta años de regreso a la democracia: nuevas miradas a la relevancia histórica del Frente Nacional. Bogotá: Uniandes / Escuela de Gobierno Alberto Lleras Camargo, 2012. CANTÓN, Darío; MORENO, José Luis y CIRIA, Alberto. Argentina: la democracia constitucional y su crisis. Buenos Aires: Paidós, 2005. CASTRO, S. Pensamiento colombiano del siglo XX. Bogotá: Universidad Javeriana/Instituto Pensar, 2007. CIFUENTES S., L. El Movimiento Estudiantil Chileno y la Reforma Universitaria: 1967-1973. En: R. A. Henry. Intelectuales y Educación Superior en Chile: de la Independencia a la Democracia Transicional, 18102001. Santiago de Chile: Chile América / CESOC.S, 2004. CIRIA, Alberto y SANGUINETTI, H. La Reforma Universitaria (19181983). Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, 1987. COSER, Lewis. Las funciones del conflicto social. México: Fondo de Cultura Económica, 1961. COTE RODRÍGUEZ, Jorge. El movimiento estudiantil de 1971: entre la homogeneidad y la heterogeneidad. En: ARCHILA, Mauricio y otros. Una historia inconclusa: izquierdas políticas y sociales en Colombia. Bogotá: Cinep, 2009.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

217

ECHEVERRY, Antonio José. Teología de la liberación en Colombia: un problema de continuidades en la tradición evangélica de opción por los pobres. Cali: Universidad del Valle, 2007, pp. 95-158. ELÍAS, Norbert. Sociología Fundamental. Barcelona: Gedisa, 2008. GARCÍA, Antonio. La crisis de la universidad: la universidad en el proceso de la sociedad colombiana. Bogotá: Plaza y Janes, 1985. HARTLYN, Jonathan. La política del Régimen de coalición: La experiencia del Frente Nacional en Colombia. Bogotá: Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de los Andes (CEI) / Uniandes / Tercer Mundo Editores, 1993. HENDERSON, James D. Cuando Colombia se desangro: un estudio de la Violencia en metrópoli y provincia. Bogotá: El Ancora, 1984. ________. La modernización en Colombia: los años de Laureano Gómez, 1889-1965. Medellín: Universidad de Antioquia, 2006. JUNGUITO, Roberto y RINCÓN, Hernán. La política fiscal en el siglo XX en Colombia. En: ROBINSON, James y URRUTIA, Miguel. Economía colombiana del siglo XX: un análisis cuantitativo. Bogotá: FCE, 2007. KALMANOVITZ, Salomón. Economía y nación, una breve historia de Colombia. Bogotá, Tercer Mundo, 1995. LEAL BUITRAGO, Francisco. La participación política de la juventud universitaria como expresión de clase. En: CÁRDENAS, Martha y DÍAZ URIBE, Alberto. Juventud y Política en Colombia. Bogotá: FESCOL/Instituto SER, 1984. LE BOT, Yvon. Educación e ideología en Colombia. Bogotá: La Carreta, 1985. MACHADO, Absalón. La cuestión agraria en Colombia a fines del milenio. Bogotá: El Áncora, 1998. MAGNUSSON LEE, William. La Reforma Patiño-UN 1964-1966: Una experiencia de construcción institucional. Bogotá: Universidad Nacional, 2006.

218

La experiencia histórica del cogobierno

MARSISKE, Renate. Antecedentes del movimiento estudiantil de 1929 en la Universidad de México: actividades y organización estudiantil. En: MARSISKE, Renate. Movimientos estudiantiles en la historia de América Latina. México: UNAM, 2006. Vol. 3. MARTÍNEZ BOOM, Alberto. De la escuela expansiva a la escuela competitiva: Dos modos de modernización en América Latina. Bogotá: Anthropos/Convenio Andrés Bello, 2004. p. 53. MAYORGA GARCÍA, Fernando. Historia de la organización electoral en Colombia (1888-2012): vicisitudes de la consolidación democrática en un país complejo. Bogotá: Universidad del Rosario/Facultad de Jurisprudencia, 2013. MCADAM, Dough; MCCARTHY, John y ZALD, Mayer. Movimientos Sociales: perspectivas comparadas. Madrid: Istmo, 1999. MEJÍA, J. La universidad en los procesos de construcción de Nación y en la educación en asuntos públicos. Bogotá: ESAP, 2009. MELO, Jorge O. Algunas consideraciones globales sobre “modernidad” y “modernización”. En: VIVIESCAS, Fernando y GIRALDO, Fabio. Colombia: el despertar de la modernidad. Santafé de Bogotá: Foro Nacional por Colombia, 2000. ________. La república conservadora (1880-1930). En: MELO, Jorge O. Colombia hoy. Bogotá: Siglo XXI, 1985. MICHAUD, Ives. La violence. 2 ed., París: Presses Universitaires de France, 1988. MOLINA RODRÍGUEZ, Carlos Alberto. FUN-ASCÚN en la historia del sistema universitario colombiano, 1958-1968. Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 2013. MOSQUERA MESA, Ricardo. Hacia una universidad moderna e investigativa. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1990. MUSGRAVE, Richard A. Informe Musgrave: bases para una Reforma Tributaria en Colombia. Bogotá: Biblioteca Banco Popular, 1969.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

219

MUSIL, Robert. El hombre sin atributos. Tomo I. Barcelona: Seix Barral, 1986. OCAMPO, José Antonio. Historia económica de Colombia. Bogotá: Siglo XXI, 1987. PALACIOS, Marco. El café en Colombia, 1850-1970: una historia económica, social y política. Bogotá: Planeta, 2002. OCAMPO, José Fernando. Reforma universitaria 1960-1980: hacia una educación discriminatoria y antidemocrática. Bogotá: Cinep, 1980. OQUIST, Paul. Violencia, conflicto y política en Colombia. Bogotá: Instituto de Estudios Colombianos, 1978. ORDOÑEZ BURBANO, Luis Aurelio. Universidad del Valle 60 años 1945-2005: Atando cabos en clave de memoria. Cali: Universidad del Valle, 2007. OROZCO, Luis; PARRA S., Rodrigo y SERNA G., Humberto. ¿La universidad a la deriva? Bogotá: Tercer Mundo, 1988. OSPINA VÁSQUEZ, Luis. Industria y protección en Colombia, 18101930. Medellín: La oveja negra, 1974. PALACIOS, Marco. Entre la legitimidad y la violencia, Colombia, 18751994. Bogotá: Norma, 1998. PALACIOS, Marco. Violencia pública en Colombia, 1958-2010. Bogotá: FCE, 2012. PALACIOS, Marco y SAFFORD, Frank. Colombia: país fragmentado, sociedad dividida, su historia. Bogotá: Norma, 2002. PATIÑO RESTREPO, José Félix. La forma de la Universidad Nacional de Colombia. Vol II. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1966. PÉCAUT, Daniel. Crónica de cuatro décadas de política colombiana. Bogotá: Norma, 2006. PINEAU, Pablo. “¿Por qué triunfó la escuela? O la modernidad dijo: «Esto es educación», y la escuela respondió: «Yo me ocupo»”. En: PINEAU, Pablo; Inés Dussel y Marcelo Caruso. La escuela como máquina de educar: tres escritos sobre un proyecto de la modernidad. Buenos Aires: Paidós, 2005.

220

La experiencia histórica del cogobierno

PUIG, Julio y ZULUAGA, Olga. Documentos teóricos internos al movimiento estudiantil 1971. Medellín: Universidad de Antioquia. PUYANA, Aura María y SERRANO, Mariana. Reforma o inercia en la universidad latinoamericana: Universidad Nacional de Colombia-Universidad Nacional Autónoma de México. Bogotá: Tercer Mundo / IEPRI, 2000. QUIROZ OTERO, Ciro. La Universidad Nacional de Colombia en sus pasillos. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia/Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, 2002. RAMÍREZ G., María Teresa y TÉLLEZ, Juana Patricia. La educación primaria y secundaria en Colombia en el siglo XX. En: ROBINSON, James y URRUTIA, Miguel. Economía colombiana del siglo XX: un análisis cuantitativo. Bogotá: FCE, 2007. RESTREPO, Javier Darío. La revolución de las sotanas: Golconda 25 años después. Bogotá: Planeta, 1995. RESTREPO, Luis Alberto. El potencial democrático de los movimientos sociales y de la sociedad civil en Colombia. Bogotá: Corporación Viva la Ciudadanía, 1993. ROIG, Arturo Andrés. El pensamiento social y político iberoamericano del siglo XIX. Madrid: Trotta, 2000. RUÍZ, M. Sueños y realidades, procesos de organización estudiantil, 1954-1966. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2002. SACRISTÁN, Gimeno J., Poderes inestables en educación. Madrid: Morata, 1998. SÁNCHEZ, C. H. Ciencia y educación superior en la República Liberal. En: SIERRA, Rubén. República Liberal: sociedad y cultura. Bogotá: Universidad Nacional/Facultad de Ciencias Humana, 2009. SÁNCHEZ, Fabio, y otros. Conflict, Violence and Crime in Colombia. En: COLLIER, Paul, Nicholas Sambanis. Understanding civil war: evidence and analysis. Washington: The International Bank for Reconstruction and Development/The World Bank, 2005.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

221

SCOTT, Marvin B. y STANFORD M, Lyman. La rebelión de los estudiantes. Buenos Aires: Paidós, 1974. SERRANO GÓMEZ, Luis. Momentos de la Universidad Industrial de Santander. Bucaramanga: UIS, 1967. SILVA LUJÁN, Gabriel. Carlos Lleras y Misael Pastrana: Reforma del Estado y Crisis del Frente Nacional. En: TIRADO MEJÍA, Álvaro. Nueva Historia de Colombia. Tomo II: Historia Política 1946-1986. Bogotá: Planeta, 1989. SUESCÚN, Eduardo. Universidad: proceso histórico y jurídico. Bogotá: Grijalbo, 1994. TIRADO MEJÍA, Álvaro. Colombia: siglo y medio de bipartidismo. En: ARRUBLA, Mario. Colombia hoy. 7ª ed. Bogotá: Siglo XXI, 1981. TIRADO MEJÍA, Álvaro. Los años sesenta: una revolución en la cultura. Bogotá: Debate, 2014. TORRES, Carlos Alberto. Grandezas y miserias de la educación latinoamericana del siglo veinte. En: Paulo Freire y la agenda de la educación latinoamericana en el siglo XXI. Buenos Aires: CLACSO/Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, 2001. [En línea]. [Consultado 10. jul. 2014]. Disponible en: http://biblioteca.clacso.edu.ar/subida/clacso/gt/20101010031230/2torres.pdf TOVAR, Bernardo. La intervención económica del Estado en Colombia, 1914-1936. Bogotá: Banco Popular, 1984. TÜNNERMANN, C. Historia de las universidades de América Latina. México: UDUAL, 1999. URRUTIA, Miguel. Política económica y social en el régimen de coalición. En: CABALLERO A, Carlos, y otros. Cincuenta años de regreso a la democracia: nuevas miradas a la relevancia histórica del Frente Nacional. Bogotá: Uniandes / Escuela de Gobierno Alberto Lleras Camargo, 2012. VAN DIJK, Teun. Ideologías. Barcelona, Gedisa, 1999.

222

La experiencia histórica del cogobierno

VARGAS, Alejo. Política y armas al inicio del Frente Nacional. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1996. VARGAS DÍAZ, Libardo. Expresiones políticas del movimiento estudiantil AUDESA 1960-1980. Bucaramanga: UIS, 1996, p. 77. VILLAFUERTE VALDÉS, Luis Fernando. Participación política y democracias defectuosas: El Barzón, un caso de estudio. Veracruz 19931998. Veracruz: Universidad Veracruzana, 2008. VILLARREAL, Juan Francisco. Historias de un abuelo afortunado: relatos de una vida en mis tiempos. Bucaramanga: UIS, 2013.

Artículos ACEVEDO TARAZONA, Álvaro. A cien años de la reforma de Córdoba, 1918-2018: La época, los acontecimientos, el legado. En: Historia y Espacio. No. 36 (2010). ________. El símbolo de un Robín Hood vengador en el occidente de Colombia. En: Revista Estudios Humanísticos-Historia. No. 3 (2004). ________. Juan Francisco Villarreal: líder y gestor del sistema universitario en Colombia. En: Cátedra Libre (feb-mar. 2014); pp. 12-13. ________. La UIS: historia de un proyecto técnico profesional en la educación superior. En: Revista Historia de la Educación Colombiana. No. 1 (1998). ________. Reforma y reformismo universitario en la Universidad de América Latina y el Caribe. De la propuesta de reforma de Andrés Bello al instrumentalismo reformista de los años sesentas y setentas del siglo XX. En: Revista Historia y Espacio. No. 30 (ene–jun. 2008). ________. Universidad: Del capital humano a un modelo de empresa en la educación superior. En: Revista Historia de la Educación Colombiana. No. 17 (2014); pp. 32-49.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

223

________ y DELGADO, Adrián. Teología de la Liberación y Pastoral de la Liberación: entre la solidaridad y la insurgencia. En: Anuario de Historia Regional y de las Fronteras. Vol. 17, No. 1 (ene-jun. 2012); pp. 245-268. ________ y RESTREPO, R. Una lanza por un proyecto de nación: Nadaísmo 70. En: Revista Historia de la Educación Latinoamericana. No. 12 (2009). ________. y SAMACÁ ALONSO, Gabriel. Juventudes universitarias de izquierda en Colombia en 1971: un acercamiento a sus discursos ideológicos. En: Historia Caribe. Vol. VII, No. 22 (ene-jun. 2013). ARCHILA, Mauricio. El Frente Nacional: Una historia de enemistad social. En: Anuario de Historia Social y de la Cultura. No. 24 (1997). ________. Entre la academia y la política: el movimiento estudiantil y Colombia, 1920-1974. En: MARSISKE, Renate. Movimientos estudiantiles en la historia de América Latina I. México: Universidad Nacional Autónoma de México/ Centro de Estudios sobre la Universidad/ Plaza y Valdés, 1999. ________. Historiografía sobre los movimientos sociales en Colombia. Siglo XX. En: TOVAR ZAMBRANO, Bernardo. La historia al final del milenio: Ensayos de historiografía colombiana. Bogotá: Universidad Nacional, 1994. ________. Protesta Social y Estado en el Frente Nacional. En: Controversia. No. 170 (may. 1997). ________. Protestas sociales en Colombia, 1946-1958. En: Historia Crítica. Vol. 11 (1995). ARIAS TRUJILLO, Ricardo. El episcopado colombiano en los años 1960. En: Revista de Estudios Sociales. No. 33 (ago. 2009). ATCON, Rudolph. La universidad latinoamericana: Clave para un enfoque conjunto del desarrollo coordinado social, económico y educativo en América Latina. En: Revista Eco. Tomo VII. (may-jul. 1963). [En línea]. [Consultado el 13 de julio de 2014]. Disponible en: http://www. scribd.com/full/52353452?access_key=key-1wyqusat9kylnm8x2y34

224

La experiencia histórica del cogobierno

BRICEÑO, Rosa. La universidad como un microcosmos de conflicto social: La política de reforma de la Universidad Nacional de Colombia, 1964-1974. En: Revista de la Universidad Nacional. Vol. 6, No. 23 (enemar. 1990). DÍAZ JARAMILLO, José Abelardo. El 8 de junio y las disputas por la memoria, 1929-1954. En: Historia y sociedad. No. 22 (ene-jun. 2012). GONZÁLEZ, Sebastián. Enunciados y política: entre la pragmática del lenguaje y la analítica del poder. En: Estudios Políticos, No. 30 (2007). Medellín: Universidad de Antioquia. HERNÁNDEZ ARTEAGA, Isabel. El programa mínimo de los estudiantes colombianos. Movimiento estudiantil universitario de 1971 por la universidad: Todo un país. En: Revista Historia de la Educación Colombiana, No. 10 (2007). HERNÁNDEZ SANDOICA, Elena. Reforma desde el sistema y protagonismo estudiantil: la Universidad de Madrid en los años cincuenta. En: CARRERAS ARES, J.J. y RUIZ CARNICER, M.A. (eds.). La universidad española bajo el régimen de Franco. Zaragoza: Institución Fernando el Católico, 1991. HERRERA, Martha Cecilia. Historia de la educación en Colombia, la Republica Liberal y la modernización de la educación: 1930-1946. En: Revista colombiana de educación. No. 26 (1993). JARAMILLO URIBE, Jaime. Observaciones del informe Atcon sobre las universidades latinoamericanas. En: Eco, Tomo VII, No. 1-3 (may-jul. 1963). JIMÉNEZ, Absalón y FIGUEROA, Helwar. Políticas educativas en la educación superior: 1925-1992. En: Revista Colombiana de Educación. No. 38 (2000). JIMÉNEZ B., A. Medio siglo de presencia del movimiento estudiantil en la Universidad Pedagógica Nacional: 1957-1999. En: Revista Colombiana de Educación. No. 40-41 (2000). JIRÓN POPOVA, Mirna. Formación tecnológica y universidad pública en Colombia. En: Revista Científica. No. 17 (ene- jun. 2013).

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

225

LOAIZA CANO, Gilberto. El maestro de escuela o el ideal liberal de ciudadano en la reforma educativa de 1870. En: Historia Crítica. No. 34 (jul-dic. 2007). MACHADO, Absalón. La Reforma Agraria en la Alianza para el Progreso. En: Seminario Internacional 50 años de la Alianza para el Progreso en Colombia: lecciones para el presente. Bogotá: Centro de Estudios Estadounidenses, septiembre 7 a 9 de 2011. MOLINA, Gerardo. Pasado y presente de la autonomía universitaria. En: Revista Universidad Nacional. No. 1 (oct-dic. 1968). MORENO, Orlando. El paro estudiantil de mayo de 1938. En: Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura. Vol. 36, No. 2 (2009). MORENO DURÁN, R. H. La memoria irreconciliable de los justos: La Universidad Nacional en la década de los 60. En: Análisis Político. Vol. 7. OCAMPO, Javier. Maestro Germán Arciniegas, el educador, ensayista, culturólogo e ideólogo de los movimientos estudiantiles en Colombia. En: RHELA. No. 11 (2008). [En línea]. [Consultado 26 dic. 2013]. Disponible en: http://www.rhela.rudecolombia.edu.co/index.php/ rhela/article/viewFile/140/140 REYES DE LEÓN, Cecilia. Ante la dependencia tecnológica. En: Nueva Frontera. No. 176 (12-18 abr. 1978). RODRÍGUEZ ARECHAVALETA, Carlos Manuel. De la estructura de oportunidades políticas a la identidad colectiva. Apuntes teóricos sobre el poder, la acción colectiva y los movimientos sociales. En: Espacios Públicos, Vol. 13, No. 27 (2010). SÁNCHEZ, Alejandro y ZULETA, Mónica. La batalla por el pensamiento propio en Colombia. En: Nómadas. No. 27 (oct. 2007). TANAKA, Martín. Elementos para un análisis de los movimientos sociales: Individualismo metodológico, elección racional y movilización de recursos. En: Análisis Político, No. 25 (may-ago. 1995). TOURAINE, Alain. Los movimientos sociales. En: Revista Colombiana de Sociología (2006).

226

La experiencia histórica del cogobierno

TÜNNERMANN BERNHEIM, Carlos. La universidad de cara al siglo XXI. En: ICFES. Reinvención de la universidad. Bogotá: ICFES, 1994. URIBE FERRER, R. La Iglesia no renunciará al Consejo Superior de la U. de A. En: El Colombiano. No. 11 (abr. 1971). VARGAS, Alejo. Paz y nación en la perspectiva histórica colombiana. En: Reflexión Política, No. 8 (dic. 2002). VILLAMIL GARZÓN, Edwin. Rompiendo esquemas: discusiones, consignas y tropeles del estudiantado universitario en Colombia en 1971. En: Controversia, No. 194 (jun. 2010).

Trabajos de grado BRICEÑO, Rosa. University reform, social conflict, and the intellectuals: The case of the National University of Colombia. Stanford, 1988. Tesis (Doctor of Philosophy). Stanford University. A dissertation submitted to the School of Education and the Committe on Graduate Studies of Stanford University in partial of the requirements for the degree of Doctor of Philosophy. DÍAZ FAJARDO, Jhonney. ¡El pueblo unido .jamás será vencido! La protesta popular en Santander 1970-1984. Bucaramanga, 2012. Tesis (Historiador). Universidad Industrial de Santander. Bucaramanga. Facultad de Ciencias Humanas. Escuela de Historia.

Ponencias ACEVEDO TARAZONA, Álvaro y SAMACÁ ALONSO, Gabriel. La universidad de provincia y la protesta estudiantil en 1971: Crónica de un año convulso en la Universidad Industrial de Santander. Ponencia presentada en el Primer Congreso Internacional Izquierdas, Movimientos Sociales y Cultura Política en Colombia.  Bogotá, (18-20, oct. 2011). DÍAZ JARAMILLO, José Abelardo. Las batallas por la memoria: el 8 de junio y las disputas por su significado. 1929 – 1954. (Memorias del IV

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

227

Seminario Taller Internacional Vendimia: “Construcción de Nación. La Universidad del futuro en Iberoamérica”: 2010). Villa de Leyva: Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. MEJÍA RODRÍGUEZ, Sandra Patricia y CORREA, John Jaime. Ganar las mentes y los  corazones del pueblo: Presencia de los Cuerpos de Paz y discurso antiimperialista en la Universidad Tecnológica de Pereira, 1969. (Seminario Internacional La historia de América Latina hoy: 1-3 de junio de 2011). Tunja, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. PULIDO GARCÍA, David Antonio. Vanguardia Juvenil o Elitismo Estudiantil: El lugar de la intelectualidad universitaria colombiana en América Latina durante los años veinte. Apuntes para una aproximación comparada. (Memorias del IV Seminario Taller Internacional Vendimia “Construcción de Nación: la Universidad del futuro en Iberoamérica”: 2010). Villa de Leyva: Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. SALGADO PABÓN, Sergio Andrés. Aportes para una historia de los movimientos estudiantiles en Colombia a través de sus publicaciones periódicas, 1910-1929. (Memorias del IV Seminario Taller Internacional Vendimia “Construcción de Nación: la Universidad del futuro en Iberoamérica”: 2010). Villa de Leyva: Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.

Fuentes documentales ARANGO GUTIÉRREZ, Ernesto y otros. La educación superior en un plan nacional educativo para Colombia. En: Ascún y FUN. Plan Básico de la Educación Superior en Colombia: Documentos. Vol I. Bogotá: Imprenta Nacional, 1969. ASCUN y FONDO UNIVERSTARIO NACIONAL (FUN). Plan Básico de la Educación Superior en Colombia: Documentos. Vol. I. Bogotá: Imprenta Nacional, 1969. ASOCIACIÓN COLOMBIANA DE UNIVERSIDADES (ASCUN). Mundo Universitario. No. 23 (oct-nov. 1985).

228

La experiencia histórica del cogobierno

ASOCIACIÓN COLOMBIANA DE UNIVERSIDADES-CONSEJO NACIONAL DE RECTORES. Carta dirigida a Fernando Hinestrosa Forero, Ministro de Justicia y Ministro de Educación encargado, abril 10 de 1970. En: UNIVERSIDAD INDUSTRIAL DE SANTANDER, Secretaria General, Archivo Especial, rollo 002, folio 2. AUDESA. Ensayo crítico sobre El Movimiento Estudiantil en la década del setenta. AUDESA, Mesa Directiva del Consejo Superior. Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 1975. BECHARÁ, Elías, y otros. Objetivos de la educación superior colombiana y medios para lograrlos: Normas sobre acreditación de universidades. La universidad privada. En: Ascún y FUN. Plan Básico de la Educación Superior en Colombia: Documentos. Vol I. Bogotá: Imprenta Nacional, 1969. EL TIGRE DE PAPEL. Programa Mínimo del Movimiento Nacional Estudiantil (1971). En: EL TIGRE DE PAPEL. Crisis universitaria colombiana 1971: Itinerario y documentos. Bogotá: Ediciones El Tigre de Papel, 1971. ICFES. La educación superior en Colombia: Documentos básicos para su planeamiento. Vol II. Bogotá: ICFES, 1970. IMPRENTA NACIONAL DE COLOMBIA. Decreto Legislativo 580 del 16 de abril 16 de 1971. Diario Oficial, No. 33313. Manifiesto Liminar de la Reforma Universitaria. [En línea]. [Consultado 18 nov. 2013]. Disponible en: http://es.wikisource.org/wiki/ Manifiesto_Liminar MINISTERIO DE JUSTICIA. Cinco años de Criminalidad Aparente 19551959. Vol. 2. Bogotá: Ministerio de Justicia, 1961. UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA, Actas del Consejo Directivo 1971. Medellín, Antioquia, Colombia: Administración documental, 1971. UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA. Revista de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, Utopía siglo XX. Vol., 2, N. 7 (nov. 2001). UNIVERSIDAD INDUSTRIAL DE SANTANDER. ARCHIVO SECRETARÍA GENERAL. Acuerdos del Consejo Directivo, 1970-1979.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

229

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA. Actas del Consejo Universitario, 1971-1972. UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA. Plan Básico de la Educación Superior: Análisis Crítico, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1969.

Páginas de internet Decreto legislativo No. 247 de 1957. [En línea]. [Consultado 9 nov. 2013]. Disponible en http//camara.gov.co/007/01_1957_HTML ENCICLICA, Carta. Sobre “El desarrollo de los pueblos”. Populorum Progressio. [En línea]. [Consultado 25 ago. 2014]. Disponible en: http://justiciaypaz.dominicos.org/kit_upload/PDF/jyp/Documentos%20eclesiales/populorum_progressio.pdf

Periódicos DIARIO DEL ORIENTE, 1974-1977. EL COLOMBIANO, 1971. EL ESPECTADOR, 1968-1978. EL FRENTE, 1971- 1977. EL LIBERAL, 1975. EL TIEMPO, 1938, 1971-1976. LA GACETA UNIVERSITARIA 1918-1919. Una mirada sobre el movimiento reformista en las universidades nacionales. Buenos Aires: EUDEBA- Universidades nacionales de Córdoba, La Plata, Litoral, Tucumán y Buenos Aires, 2009.

230

La experiencia histórica del cogobierno

VANGUARDIA LIBERAL, 1970-1976. VOZ PROLETARIA, 1971.

Entrevistas César Loaiza, Bucaramanga, 2001, 2012. Armando Martínez Garnica, Bucaramanga, 1999. Cecilia Reyes de León, Bucaramanga, julio de 2012. Saúl Meza, Bucaramanga, noviembre 2 de 1999. Edgar Páez, Bucaramanga, enero 25 de 2000. Orlando Aya, Bucaramanga, enero 25 de 2000.

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.