La Expansión Guaraní en el Sur de Bolivia: Cuzcotuyo en Perspectiva

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Descripción

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BIBLIOTECA DEL MUSEO DE HISTORIA

Arqueología de las tierras bajas de Bolivia y zonas limítrofes

ACTAS & CONGRESOS

MUSEO DE HISTORIA UAGRM

EN EL CORAZÓN DE AMÉRICA DEL SUR

Entre el 16 y el 18 de octubre de 2013 se llevaron a cabo las primeras Jornadas de antropología, historia y arqueología de las Tierras Bajas de Bolivia y áreas vecinas, en el Museo de Historia de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. Fruto de las ponencias presentadas por especialistas en esas tres disciplinas académicas es esta publicación en tres volúmenes de la Biblioteca del Museo de Historia, denominada “En el Corazón de América del Sur”. En los dos primeros tomos se han reunido trabajos en función de las áreas de estudio: Amazonía, Chiquitania, Chaco, Piedemonte, Cuenca Río Platense, Mato Grosso, Rondonia y la frontera Bolivia-Brasil. El tercer tomo reúne los trabajos sobre arqueología de las tierras bajas.

EN EL CORAZÓN DE AMÉRICA DEL SUR 3 Arqueología de las tierras bajas de Bolivia y zonas limítrofes

Sonia Alconini & Carla Jaimes Betancourt (Eds.)

Matthias Strecker, Carlos Kaifler, Lilo Methfessel & Freddy Taboada

Solanilla Victoria 1993 Los petroglifos del lago Pajaral. Ms., 6 p., 1 mapa, 15 dibujos, 10 fotos en el archivo de la SIARB. Soria Galvarro Armando s.f. 2 dibujos de la „Piedra Escrita“, petroglifos en la serranía San Simón (Iténez), Depto. del Beni, en el archivo de la SIARB. Strecker M. L. Methfessel, C. Rivera, F. Taboada y P. Lima 2012 “Caminos destruyen sitios de arte rupestre en Bolivia”, Boletín Nº 26: 33-40. SIARB, La Paz. Taboada Freddy 1995 Viaje a la localidad de Santa Rosa de Quilo Quilo. Ms.:2 . Archivo de la SIARB. 2007 “Diagnóstico de Conservación del Sitio Juan Miserandino, Municipio de Roboré, Depto. de Santa Cruz”, Boletín Nº 21: 38-45. SIARB. La Paz. Taboada F., M. Strecker, C. Kaifler y P. Lima 2014 “ Infraestructura en sitios de arte rupestre - ¿protección o destrucción?”, Boletín Nº 28: 30-42. SIARB. La Paz. Trujillo I., Humberto y Peter E. J. Pitfield 1981 Figuras líticas en la Serranía San Simón. El Mundo, 19 de abril de 1981. Santa Cruz. Tyuleneva Vera 2010 Cuatro viajes a la Amazonia boliviana. La Paz: Foro Boliviana sobre Medio Ambiente y Desarrollo. Unnasch Torsten 2002 4 fotos de grabados de Cachuela Esperanza, Beni, en el archivo de la SIARB. Urdininea María Luisa s.f. Cuatro fotografías de petroglifos, descubiertos en Cachuela Carmen sobre el Río Negro, Depto. de Pando, por el Ing. Fernando Valda Urdininea. Las fotos cursan en el archivo del Museo Antropológico de la Universidad Mayor Real y Pontificia de San Francisco Xavier de Chuquisaca, Sucre. Winkler Wilma y Enrique González 1995 Informe de los trabajos de documentación de los sitios en los ríos Kaka y Beni. Ms. en el archivo de la SIARB.

LA EXPANSIÓN GUARANÍ EN EL SUR DE BOLIVIA: CUZCOTUYO EN PERSPECTIVA Sonia Alconini1

Introducción Las poblaciones tupi-guaraní ocuparon un área considerable en América del Sur. Estos grupos se expandieron en la zona tropical de Brasil, Paraguay, Uruguay, Argentina y Bolivia, alcanzando una escala casi continental (Fig. 1). Antes que migración, este proceso es considerado como de expansión territorial, acompañado por amplios procesos de conquista, incorporación y aculturación (Silva Noelli 2004, 2008). En lo que se refiere al territorio boliviano, pocos trabajos han documentado desde una perspectiva arqueológica la expansión guaraní hacia la región del oriente. En este sentido, este trabajo resume investigaciones relevantes al tema, con el objetivo de contextualizar la presencia guaraní en la fortaleza inka de Cuzcotuyo en la serranía de Khoskotoro, parte de la Cordillera oriental. Entonces, los objetivos de este trabajo son: (1) reconstruir el área de expansión guaraní en base a investigaciones arqueológicas, (2) entender la presencia guaraní en la fortaleza inka de Cuzcotuyo a partir del estudio alfarero, y (3) discutir procesos de interacción guaraní con poblaciones locales desde una perspectiva arqueológica. En este sentido, en la primera parte resumo la investigación relevante sobre los tupi-guaraní en cuanto a sus patrones de asentamiento, economía y procesos de expansión. En la segunda, sintetizo la naturaleza de la alfarería tupiguaraní2 en relación a las variantes tupi y guaraní, y en la tercera y cuarta parte evalúo la presencia guaraní en el territorio boliviano incluyendo a Cuzcotuyo. Como conclusiones discuto los procesos de población guaraní en la región de estudio, y su implicancia en el estudio de culturas vecinas. 1 University of Texas at San Antonio. [email protected] 2 En tanto tradición cerámica, “tupiguaraní” no lleva guión.

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La tradición tupi-guaraní: origen, economía y dispersión Los grupos tupi-guaraní prehistóricos se caracterizaron por un patrón de asentamiento semi-móvil, y una agricultura de tala y quema en zonas boscosas. Entre otros, se cultivaba yuca y maíz, complementados por actividades de caza y pesca en ríos adyacentes. Es decir, los asentamientos eran ocupados por varios años, para después ser abandonado al abrirse nuevos claros con el objetivo de ganar acceso tierra fértil. Los sitios se caracterizaban por ser grandes construcciones multifamiliares construidas en madera y material perecedero, donde se realizaban una serie de actividades domésticas y comunales (Métraux 1963; Mineiro Scatamacchia y Moscoso 1989; Pifarré 1989; Susnik 1979-1980). A nivel arqueológico, esto se manifiesta en la presencia de una serie de manchas oscuras en la tierra, fogones externos, y concentraciones de material cerámico, y lítico entre otro, mostrando diferentes áreas de actividad en dichos sitios (Panachuk et al. 2010). Entre los implementos líticos recuperados destacan percutores, raspadores, lascas y machacadores en sílex y cuarzo, además de pipas y tembetas labiales en cuarzo (Prous y Alonso 2010). Como evidencia de su dieta, se han identificado restos de mamíferos como ser cérvidos, marsupiales, cerdo de monte y roedores, además de lagartos, tortugas, peces y conchas (Buarque 2010; Mariko Kashimoto y Martins 2008). Con el objetivo de ganar acceso a zonas productivas para la agricultura y pesca, los asentamientos tupi-guaraní se establecían generalmente en zonas adyacentes a ríos. Aunque existía una preferencia por zonas de foresta, también se han encontrado aldeas en zonas transicionales de selva y bosque, e incluso ecologías más frías. En general, se considera que dicha expansión territorial se iniciaba a lo largo de ríos principales, para después ocupar ríos menores e interfluvios (Brochado Proenza 1973; Silva Noelli 2008). Antes que una migración, la dispersión guaraní habría tomado la forma de una serie de olas de expansión, siendo que los territorios inicialmente ocupados no eran abandonados (Silva Noelli 2008). Más bien, era frecuente que estos grupos retornaran a las zonas habitadas, después de estar en descanso por varios años. Esto sin duda habría generado tensiones con grupos locales, con quienes poblaciones tupi-guaraní habrían mantenido complejos procesos de interacción incluyendo, guerra, subyugación, aculturación e incluso canibalismo. Dicha expansión alcanzó una escala casi continental, y muchos investigadores han tratado de explicar la naturaleza de dicho proceso. Mientras que algunos consideran que la guerra se constituyó en el mecanismo principal que facilitó dicho proceso, otros apuntan a que dicha dispersión respondió más bien a procesos de descentralización política a cargo de líderes locales, y justificado ideológicamente como una búsqueda mítica de la “tierra sin mal” (Clastres 1989). Considerando la amplia expansión territorial en un tiempo considerable

de tiempo, se reconoce que el término tupi-guaraní es un tanto genérico. Aunque originadas a partir de un tronco lingüístico común, se habrían desarrollado más de 40 lenguas distintas, siendo las más conocidas el tupinambá y guaraní (Silva Noelli 2004). De manera similar, la tradición alfarera tupiguaraní, tendría una serie de variantes regionales. Considerando esta complejidad, se desconoce la relación entre la distribución espacial de los actuales hablantes tupi-guaraní con los restos materiales de la tradición tupiguaraní en épocas prehistóricas. Es decir, no se entiende a cabalidad la relación entre lengua, identidad, y cultura material (Heckenberger et al. 1998). En este sentido, los primeros trabajos referidos al tema, trataron de reconstruir el área de origen de expansión tupi-guaraní en base a información lingüística, etnohistórica y etnográfica. Inicialmente, y en base a los trabajos pioneros de José Brochado y el Programa Nacional de Pesquisas Arqueológicas (PRONABA) en Brasil en la década de los 1960-1970, se define la tradición alfarera tupiguaraní cuyo núcleo estaría al sur, y en zonas adyacentes a la cuenca del río de La Plata. A partir de esta región, se habría iniciado una expansión de Sur a Norte hasta alcanzar el Amazonas, con tres subtradiciones principales. La primera, la subtradición Pintada sería la más temprana, y progresivamente reemplazada por la subtradicción Corrugada, para luego dar paso a la subtradición Escobada (Brochado Proenza 1973). Tales interpretaciones son posteriormente refutadas, incluyendo una reflexiva autocrítica del propio investigador Brochado en su tesis doctoral. Al respecto, este autor menciona que habría “ contribuido al lío que ahora lamento y trato de limpiar” (Brochado Proenza 1984: 71). En este sentido redefiniría la tradición tupiguaraní, que tendría una mayor antigüedad de la esperada y con dos tradiciones principales: la sub-tradición tupinambá al norte del Brasil, y la sub-tradición guaraní hacia el Sur. Además, aclararía que el núcleo de la tradición tupi-guaraní se encontraría en el Amazonas central, en base a información lingüística. En cuanto a las variantes pintadas y corrugadas, sostendría que si bien la variante pintada es más común al norte y la corrugada al sur, ambas variantes coexistirían, siendo los acabados simples los más comunes (Brochado Proenza 1984). En lo que se refiere a la subtradición tupinambá, esta estaría presente en el norte del Brasil hasta Sao Paulo, incluyendo la zona de litoral hacia el río Araguaia. Siguiendo a Lathrap (1970), Brochado y Silva Noelli incluso proponen que la alfarería tupi se asociaría a la Tradición Polícroma Amazónica. En comparación, la subtradición guaraní estaría distribuida al sur de Brasil hasta Argentina, incluyendo las zonas adyacentes a los ríos Grande do Sul, Santa Catarina, Mato Grosso de Sul, y más al sur, a lo largo de los ríos Paraná y La Plata (Brochado Proenza 1984; Silva Noelli 2004, 2008). En este sentido,

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São Paulo constituiría el límite de los territorios tupi y guaraní. En cuanto a la tercera subtradición Escobada, se considera que esta sería una versión más tardía de la ocupación guaraní. Considerando este amplio proceso de expansión, muchas de estas investigaciones han tratado de reconstruir dichas oleadas poblacionales desde un núcleo hipotético. Este por ejemplo es el caso de Francisco Silva Noelli (2004, 2008), quien en base a Brochado (1984) y los estudios lingüísticos de Urban (1992), Rodrígues y colegas (Rodrigues 1944-1945; Rodrigues y Camara Cabral 2012; Rodrigues et al. 1964; Rodrígues 1945), traza dicha expansión en una serie de fases. Es así que en la primera fase aproximadamente entre el 3.000-1.000 a.C. (5.000-3.000 años antes) se iniciaría una expansión desde el núcleo macro-tupi, y que se ubicaría en la Amazonía, ya sea hacia el sur (Silva Noelli 2004, 2008) o su porción central-oeste (Brochado Proenza 1984). En una segunda fase aproximadamente entre el 1.000-0 a.C. (3.000-2000 años antes) este proceso continuaría con la dispersión de la familia tupi-guaraní en zonas adyacentes. En comparación en la tercera fase (~1,000 d.C.), poblaciones de habla guaraní se expandirían al sur de Brasil, además de Bolivia (i.e. grupos chiriguanos y guarayos), Paraguay (grupos tapiete y otros segmentos guaraní), Paraguay (grupos kaingwa) y partes de Argentina (Silva Noelli, 2004:663). En lo que compete al territorio boliviano, Noelli sugiere que los escasos fechados mostrarían una ocupación guaraní tardía y posterior al 1000 d.C. A pesar de la importancia de estos trabajos, estos también han estado sujetos a críticas desde distintas ópticas. Primero, se plantea que es difícil homologar a los tupi-guaraní de la prehistoria, con el territorio de los actuales hablantes tupi-guaraní dada la amplia variabilidad lingüística y complejos procesos de expansión. Segundo, que a nivel lingüístico no existiría evidencia de que el núcleo tupi-guaraní se encuentra en el Amazonas Central (Urban 1996; Viveiros de Castro 1996). Tercero, de que no es convincente la asociación de la Tradición Polícroma Amazónica con los habitantes de habla tupi-guaraní. Más bien, que el material alfarero tupiguaraní se distribuiría sobre todo al este y sur del Brasil (Heckenberger et al. 1998). Cuarto, de que no existe evidencia de que cerámica de la tradición Polícroma Amazónica es más temprana en la parte central del Amazonas que en zonas adyacentes (Heckenberger et al. 1998). Al respecto, recientes investigaciones en la región amazónica de Bolivia han revelado la presencia de una amplia variabilidad de estilos polícromos asociados a los llanos de Mojos y zonas próximas. Esto a su vez mostraría el desarrollo de complejos procesos de población, desarrollo político y filiación étnica (Jaimes Betancourt 2012; Prümers et al. 2006; Walker 2008). Considerando todos estos aspectos, sería difícil establecer el origen (u orígenes) de la alfarería pintada polícroma amazónica, y más aún, probar su asociación con el desarrollo tupinamba.

Tecnología y estilo en la alfarería tupiguaraní A pesar de esta diversidad, se percibe a nivel arqueológico que los estilos alfareros tupi y guaraní guardan una similitud en su repertorio morfológico y decorativo, mostrando su origen común. Es decir, ceramios de la tradición tupiguaraní se caracterizan por (a) tener bordes reforzados, y (b) ser carenados con puntos de inflexión marcados (La Salvia y Brochado 1989; Oliveira 2008; Prous 2005) (Fig. 2). En el caso de los grandes cántaros globulares, estos tendrían una base bastante angosta, y que habría hecho necesario su implanten en la tierra para ganar equilibrio. Además estos serían en general manufacturados con tiesto molido como desgrasante, teniendo las superficies un acabado escobado, corrugado o decoración plástica. También presentarían pintura en negro, marón o rojo. Entre las formas, estas incluyen ollas (yapepó), tinajas (cambuchi), cazuelas (ñaeta), platos (ñae), copas (cambuchí caguaba), y tostadores (ñamopyú) entre otros (La Salvia y Brochado 1989). Sin embargo, también existen variaciones regionales. El material tupi del Norte mostraría un énfasis en engobe blanco como fondo para la decoración, y que comprendería diseños en espiral, círculos, cruces, cuadrados concéntricos y líneas pintadas en rojo, marrón o negro (Oliveira 2008; Prous 2010) (Fig. 3). Llama la atención la complejidad de los motivos, presentándose serpientes míticas, así como motivos intestinales (Baptista da Silva 2010). Estos serían en general dibujados en la parte interna de las vasijas y platos abiertos. En el caso de los motivos plásticos, existirían motivos con decoración digitada, ungulada y espatulada (Jácome et al. 2010; Schmitz 2010). Además, las urnas tupi serían un poco más redondeadas, mostrando un menor grado de inflexión en el carenado (Fig. 2-b). En comparación, la cerámica guaraní se caracteriza por una disminución importante en los ceramios pintados, predominando superficies escobadas, alisadas y corrugadas. Mientras que los corrugados sería dominantes en ceramios asociados a procesos de cocción (ollas, cazuelas, tostadores), los alisado sería comunes en el resto de los ceramios (i.e. platos, copas y tinajas). En comparación, vasijas de servir como ser platos, copas y vasijas pequeñas se caracterizarían por tener decoración plástica incluyendo ungulados con impresiones con uña y similares, además de motivos estocados, incisos o digitados (Fig. 2-a y 4). Aunque no muy frecuente, la decoración pintada se restringiría a pintura negra, marrón y rojo sobre un engobe blanco incluyendo frisos geométricos, líneas, ondulaciones y cruces. La escasa pintura se restringiría a vasijas de servir o urnas funerarias dada su importancia pública (La Salvia y Brochado 1989). En cuanto a la morfología, se evidencia en las urnas guaraní un mayor carenado y grado de inflexión en los hombros, para así crear dramáticos juegos de sombra y luz (Prous 2005, 2010) (Fig. 2-a). Con toda esta información, a continuación evalúo la presencia de alfarería guaraní en Bolivia.

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La ocupación guaraní en el suroriente boliviano La ocupación prehispánica guaraní es poco conocida en Bolivia desde una perspectiva arqueológica. Como Prous sugiere: “La cultura tupiguaraní no parece haber despertado el interés de nuestros colegas bolivianos…” (Prous 2010:196). Con el objetivo de abordar esta problemática, considero importante contextualizar la presencia guaraní en relación a poblaciones locales. En este contexto, uno de los trabajos más importantes en los llanos de Santa Cruz entre 1994-1998 son los de Heiko Prümers en la zona de Pailón. En esta zona, Prümers y su equipo documentan dos etapas importantes y contemporáneas a la ocupación guaraní (Prümers et al. 2002). Al respecto este investigador sugiere que “esta tradición cultural [guaraní] debe haber colindado en cierto momento con la tradición alfarera a la cual pertenecen los sitios Pa-5 y Pa-6.” (Prümers et al. 2002:146). Específicamente, la zona de Pailón se encuentra como a 60 kilómetros al este de la actual ciudad de Santa Cruz (Fig. 5), donde se excavan los sitios Pa-5 y Pa-6. Es así que se define dos periodos ocupacionales incluyendo a Pailón A (600-1000 d.C.) y Pailón B (1000-1300 d.C.). En la primera fase de Pailón A, el sitio Pa-5 habría sido utilizado como un área mortuoria con entierros en decúbito dorsal, y depositados sobre una capa de cerámica fragmentada. Una característica peculiar es el uso de tazones trípodes pintados para cubrir la cabeza de los difuntos (Prümers et al. 2002). Estos tazones tendrían soportes cortos en comparación con trípodes de otras regiones. En cuanto al resto de la cerámica se documentó una variedad de formas con bordes doblados con impresiones de mazorcas de maíz, asas en forma de U invertida, y superficies alisadas y estriadas. La pasta contendría piedrecillas, arena y tiesto molido como desgrasante. En cuanto a la decoración, a menudo en los tazones trípodes, se encontrarían motivos triangulares y geométricos dibujados en guindo sobre un engobe crema o rojo claro. En comparación, en la siguiente fase Pailón B, existiría un cambio en el conjunto alfarero a pesar de existir ciertas continuidades. En base a excavaciones en Pa-6, Prümers (2002) identifica un sector habitacional caracterizado por tierra oscura, fogones, marcas de poste, y una zona de basural. El material cerámico incluiría pastas y formas identificadas en la anterior fase, aunque se perciben tres cambios importantes. Primero, los ceramios tendrían un alto contenido de cerámica molida gruesa como desgrasante; segundo, casi desaparecería la alfarería pintada; y tercero, se haría un énfasis en decoración estampada y motivos incisos finos. Algunos ejemplares incluso evidencian motivos ungulados. A pesar de estos cambios, continua el uso de vasijas con grandes bordes doblados y motivos de mazorca de maíz impresa.

Dos aspectos son importantes de recalcar sobre este trabajo. Primero, que la tradición de bordes doblados incisa y estampada tendría una amplia distribución temporal y espacial, estando también presente en desarrollos culturales de los valles adyacentes y del altiplano sureño (Alconini y Rivera 2003). Segundo, que algunos rasgos de la fase Pailón B recuerdan a la alfarería guaraní incluyendo el uso de pasta molida como desgrasante, y decoración ungulada e incisa. Entonces, es factible que muchos de los sitios de Pailón sean multicomponentes, o que la presencia de material de diferentes zonas refleje amplios procesos de interacción e intercambio. En cuanto a otros sitios guaraní, se ha registrado en el sureste boliviano cerca de una veintena de sitios guaraní, o con un componente asociado al mismo (Fig. 5). Entre estos están los entierros en urna documentados por Nordenskiöld (1910) en el río Palacios, y el centro inka de Samaipata en la región fronteriza (Meyers 1997, 2005, 2007). En la Chonta, al norte de Santa Cruz, Sergio Calla también habría identificado una serie de sitios guaraní (Calla 2003). Entre 1997-1999, los trabajos producidos por Dames & Moore a lo largo del gaseoducto Bolivia – Brasil fueron reveladores. Estos trabajos fueron parte del proyecto Gas TransBoliviano, donde se estudió un corredor de como 557 km de largo y 30 metros de ancho, localizado entre el río Grande al oeste y Puerto Suarez al oriente (Dames & Moore 2001). Es así que se identifican una serie de sitios con diferente filiación cultural en distintas ecologías, y por tanto, con diversos patrones de adaptación. Entre estos destacan sitios estacionales, montículos permanentes en zonas inundables, así como el uso de tecnología hidráulica. De particular importancia en la zona próxima al río Grande, es la presencia de sitios con alfarería polícroma con tazones decorados trípodes y estilísticamente similares a Pailón A. Este es el caso del sitio GBB-1, donde además se documentaron urnas con asa en forma de U invertida. Además de su similitud con Pailón A, estos investigadores sugieren su asociación a culturas del Mamoré del Beni, considerando el uso de trípodes. En comparación, la zona oriental adyacente a los bañados del Izozog (GBB2, GBB-3, GBB-6, GBB-7, GBB-8), así como el área inter-ribereña entre los bañados del Izozog y el río San Miguel (GBB-4 y GBB-5), evidenciaría una mayor diversidad de sitios multicomponentes (Dames & Moore 2001) (Fig. 5). Mientras que asentamientos como GBB-3 eran refugios temporales, otros como GBB-7 fueron de gran tamaño (20 ha), incluyendo áreas residenciales y mortuorias ocupadas entre el 1000-1300 d.C. De carácter singular es GBB-4 donde se evidenció el uso de tecnología hidráulica asociada a sistemas de canales, montículos y estanques. Muchos de estos sitios mostraron acceso a cerámica pintada similar a Pailón A, aunque los investigadores reconocen una influencia andina. Además, la alfarería incluyó cepillados, corrugados,

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incisos y ungulados, conteniendo arena y tiesto molido como desgrasante. Considerando que estos rasgos son característicos de la alfarería guaraní, resta entender la naturaleza ocupacional de estos sitios multicomponentes. En comparación, el área oriental de Puerto Suarez cerca de la frontera con Brasil y la cuenca del río Paraguay, reveló una serie de sitios guaraní (Dames & Moore 2001) (Fig. 5). Estos se localizaban adyacentes a riachuelos estacionales y zonas elevadas. Aunque estos sitios no fueron excavados, el material de superficie incluyó fragmentos de pipa, hachas, ruecas de hilado, además de material alfarero guaraní como ser vasijas y urnas con base cóncava con superficies rojas y toscamente pulidas. Dadas sus características, estos investigadores las asocian a la tradición guaraní de la zona de los ríos Paraná-Paraguay-Uruguay (Dames & Moore 2001; Esquerdo 1998). Como puede observarse en la tabla 1, los escasos fechados radiocarbónicos disponibles muestran que muchos de los sitios con componente Guaraní son tardíos, y posteriores al 1,000 d.C. Entonces, siguiendo los postulados de Noelli y Brochado, esto sugeriría una expansión relativamente tardía hacia estas zonas. Sin embargo, es factible también que hayan existido olas poblacionales guaraní más tempranas. Este es el caso de la zona cordillerana adyacente a las llanuras chaqueñas. Por ejemplo, en 1993-1994 Pärssinen y Siiriäinen realizaron investigaciones en San Pedro entre Supachuy y Padilla, y la zona del Ingre-Monteagudo en la cordillera Oriental (Pärssinen y Siiriäinen 2003) (Fig. 5). En el área de San Pedro, estas investigaciones documentaron sitios con cerámica guaraní incluyendo alfarería corrugada, ungulada, digitada, escobada y con un revocado tosco. Además, algunos contenedores poseían apliques punteados en forma de serpiente, y pintura roja o rojiza parduzca. Todos estos tenían tiesto molido como desgrasante, además de cuarzo y mica entre otros. El fechados de un entierro en urna en Placita Mayu reveló una ocupación inusualmente temprana cerca al 232 d.C. (1675+- 80 BP, fechado no calibrado) (Pärssinen y Siiriäinen 2003: 228). De manera similar, las excavaciones en Monteagudo-Ingre, mostraron el uso de urnas mortuorias con tapa y asociadas a alfarería guaraní en etapas tempranas. Dos fechados, una del 135 d.C. (1680+-90 BP no calibrado) y otra del 1530 d.C. (195+- 70 BP no calibrado), revelan una larga ocupación, remontándose desde el 400 d.C. hasta la etapa republicana (Pärssinen y Siiriäinen 2003: 230). Como estos investigadores sugieren, “la cerámica corrugada pudo haber aparecido en las vertientes andinas de Bolivia incluso antes que en Perú, Paraguay, Uruguay y Argentina” (Pärssinen y Siiriäinen 2003: 232) (ver también Pärssinen 2005). En este contexto, y con el objetivo de entender la ocupación guaraní en la Cordillera oriental, antaño conocida como la “Cordillera de Chiriguanos” (Fig. 5), en la próxima sección discuto la presencia guaraní en la fortaleza inka de Cuzcotuyo a partir del estudio alfarero.

La fortaleza inka de Cuzcotuyo: la presencia guaraní La fortaleza inka de Cuzcotuyo se encuentra en la serranía de Khoskotoro, parte de la cordillera oriental. Esta tuvo una larga secuencia ocupacional, que incluyó un corto asentamiento pre-inka, y dos niveles de ocupación inka. Mayores detalles sobre estos trabajos pueden encontrarse en otros trabajos (Alconini 2004, 2005, 2013). Considerando que nuestro objetivo en este trabajo es evaluar la naturaleza del conjunto alfarero guaraní en el complejo cerámico, a continuación resumo la alfarería asociada a la Plaza Oeste del edificio central. En esta área, identificamos una completa secuencia estratigráfica (Unidades C-2 y C-3). En esta Plaza Oeste, yacía una plataforma ceremonial a manera de ushnu, donde se había acumulado basura como parte de actividades de consumo público (Fig. 6). Como parte de los cambios arquitectónicos y de renovación del sitio, se evidenciaron dos niveles principales de basura. En el Periodo Inka Temprano (1400-1480 d.C.), se habría depositado el primer nivel de basura alrededor de la plataforma. En el siguiente Periodo Inka Tardío (1480~1536 DC), esta plataforma ritual es abandonada, acumulándose sobre ella un segundo nivel de basura (Alconini 2004, 2005, 2013). A continuación, se describen los conjuntos alfareros asociados.

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Periodo Inka Temprano (1400-1480 d.C.) En el periodo Inka Temprano, el conjunto artefactual del primer nivel de basura alrededor del ushnu incluyó una mayoría de formas utilitarias (75%) cuyas pastas incluían arena, pizarra y mica. Además, se evidencia la presencia del estilo Machachi Pizarra Rojo (22%) característica por un engobado rojo oscuro y pasta con inclusiones de pizarra y mica (Fig. 7). Aunque escasos, algunos ejemplares Machachi Pizarra Rojo fueron decorados con líneas negras. Este estilo se asocia a poblaciones de los valles occidentales (Alconini 2004, 2005, 2013). Entonces, es factible que este conjunto alfarero se asocie a aliados imperiales residiendo en la fortaleza. Llama la atención la presencia – aunque limitada– , de material alfarero asociado al oriente tropical. Este es el caso de ceramios manufacturados con tiesto molido a manera de desgrasante y clasificado como Condorillo Tiesto Molido (1.5%). Este material tiene un engobe rojo oscuro en la superficie, aunque también se han identificado baños blancos, bruñidos y estriados (Alconini 2004, 2005, 2013) (Fig. 8). Algunas de las formas incluyeron vasijas de servir como ser jarritas, cuencos invertidos, y contenedores de boca amplia con diversos puntos de inflexión. Además, se evidencia el uso de cuencos con bases en forma pedestal.

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LA EXPANSIÓN GUARANÍ

No se ha identificado hasta ahora la presencia de esta variante en otras regiones. Sin embargo, llama la atención que cuencos con base pedestal manufacturados con tiesto molido también hayan sido identificados en el sitio de Grigotá, como a 3km al oeste del río Piraí, en la ciudad de Santa Cruz (Prümers 2000; Prümers y Winkler 1997). Considerando que Grigotá es un sitio Formativo de los llanos cruceños desarrollado entre el 400 a.C-100 d.C. y Cuzcotuyo es más tardío, es posible que esto sugiera la entrada de grupos de los llanos tropicales hacia la Cordillera en periodos posteriores. Este conjunto también incluyó a otras variantes alfareras guaraní, como ser ceramios con escobados profundos, además de una pasta deleznable con tiesto molido, arena y pizarra. Sin embargo, su presencia fue limitada (1.5%), patrón que cambiará en la siguiente etapa.

tiesto molido como desgrasante, además de inclusiones de arena y pizarra (Alconini 2004, 2005, 2013). Aunque trabajos referidos a lo guaraní sugieren que los ceramios corrugados fueron relativamente más tempranos que los escobados (Brochado Proenza 1973; Silva Noelli 2004, 2008), los hallazgos en Cuzcotuyo muestran que ambas variantes fueron relativamente contemporáneas. En síntesis, tanto el análisis estilístico como de pastas, muestran cambios substanciales en los conjuntos cerámicos a una escala temporal. Es decir, a pesar de existir una continuidad, también se evidencia la progresiva sustitución de variantes influenciadas por tradiciones tropicales incluyendo a la alfarería guaraní.

Periodo Inka Tardío (1480~1536 d.C.) En el siguiente periodo Inka Tardío, se deposita basura sobre la plataforma ritual después de su abandono. Asociado a este cambio, se observa un dramático descenso del estilo Machachi Pizarra Rojo de los valles occidentales (1.3%). Aunque ceramios utilitarios aún son dominantes (40.7%), se observa un incremento considerable en las variantes con influencia oriental. Este es el caso del estilo Condorillo Tiesto Molido emparentado con los llanos adyacentes (26.4%). En cuanto a la alfarería guaraní, esta se incrementa y aparecen nuevas variantes. Aparecen por ejemplo alfares con superficies escobadas (12%), con acabado corrugado (10%), y decoración plástica digitada (0.5%) o estocada (Alconini 2004, 2005, 2013) (Fig. 8). Mientras que los digitados se caracterizan por el uso de impresiones digitales formando diseños complejos, los estocados producirían una serie de triángulos incisos, y elaborados por objetos corto-punzantes (Fig. 8). Asimismo, aparece la variante Parapetí Ungulado de filiación guaraní (9.3%) con decoración plástica y manufacturada en base a impresiones de uña (Fig. 9). Dependiendo de su arreglo y distribución, estos motivos ungulados se organizarían en líneas paralelas, encadenadas, formando diseños superpuestos, o simplemente usados como elementos decorativos aislados (Jácome et al. 2010). En cuanto a las formas, estas incluirían contenedores de servir como ser jarritas arriñonadas con un punto de inflexión central y vasijas pequeñas con boca amplia ya descritas por otros autores (La Salvia y Brochado 1989; Prous 2010; Schmitz 2010). Llama la atención la ausencia de grandes cantaros o urnas carenadas guaraní, mostrando el limitado rango de actividades en el sitio. Todos estos ceramios con filiación guaraní y de las zonas bajas, que hacen un total de como 32% del conjunto alfarero, se caracterizan por tener

Conclusiones Este trabajo ha mostrado los complejos procesos de asentamiento, expansión e interacción que grupos guaraní o guaranizados mantuvieron con las poblaciones nativas en el sureste boliviano. Como se ilustra en el caso de Cuzcotuyo parte de la cordillera Oriental, facciones guaraní y de las zonas bajas participaron de actividades públicas en la plaza oeste del complejo, quizás como parte de amplios procesos políticos promovidos por el imperio de anexión e incorporación. Entonces, es posible que algunos de estos grupos guaraní hayan residido en la Cordillera desde etapas tempranas e interactuado con poblaciones locales, como también vislumbran las fuentes etnohistóricas (Julien 1997; Susnik 1968). Esta situación también se ve ilustrada en otras zonas de la Cordillera Oriental y valles intercalados asociados, como es el caso de Monteagudo-Ingre y San Pedro, donde se ha documentado una ocupación guaraní más temprana de lo esperado. Mientras San Pedro, se encuentra a 31 kilómetros, justo al oeste de Cuzcotuyo, Monteagudo está a 30 kilometros al este, mostrando que la zona fue importante en la recepción de olas migratorias guaraní desde etapas tempranas. En este contexto, es importante considerar que tanto el oriente boliviano como las zonas vecinas, fueron cruciales espacios de ocupación guaraní en diferentes etapas y oleadas migratorias. Entonces, futuros trabajos deberán develar la complejidad cultural y estilística de los llanos cruceños, así como los amplios procesos de interacción con sociedades vecinas incluyendo a la vertiente amazónica, valles intermedios, la región cordillerana y más al este, el Mato Grosso Brasileño. En este contexto, es importante reevaluar la naturaleza de las culturas arqueológicas como la Omereque y Mojocoya (~ 400-1000 d.C.) y Yampara (~800-1500 d.C.) entre otras, desarrollada en los valles sureños de Santa Cruz y Chuquisaca. Aunque poco estudiadas, la alfarería de estas tradiciones policromas de excepcional calidad, evidencian tanto una influencia andina como oriental. En este sentido, es común encontrar en zonas ocupadas por estas culturas arqueológicas, ceramios

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corrugados, incisos y hasta ungulados. De manera similar, sitios con filiación yampara han revelado el uso de grandes urnas funerarias con tapa en áreas mortuorias, además de ceramios corrugados e incisos. Entonces, futuros trabajos deberán tratar de entender el grado de influencia de la alfarería guaraní en estos desarrollos, así como los procesos de conflicto, aculturación o intercambio que estarían asociados. Asimismo, también se advierte la influencia de las sociedades vallunas en el conjunto alfarero guaraní. Como Prous sugiere: “Las vasijas de los chiriguano-guaraní presentan formas y decoraciones típicamente proto-guaraní, mezcladas con elementos andinos, o formas andinas decoradas por formulas gráficas tupiguaraní”. En este contexto, resta entender la naturaleza del componente pintado de la tradición guaraní, y la manera en que esta se desarrolló, combinó e incorporó motivos estilísticos de la alfarería yampara, omereque o mojocoya entre otros. Al respecto, se debe recordar que motivos como la cruz “guaraní”, grecas, diamantes y triángulos comunes en los ceramios guaraní (Prous 2010:197), también son comunes en las tradiciones vallunas. Dichos procesos, iniciados con anterioridad al Inkario, produjeron un paisaje social, ecológico y político complejo. La llegada tanto de los guaraní como de los inkas, sin duda exacerbaron tensiones existentes, contribuyendo así a la construcción de un enmarañado paisaje social y cultural. Agradecimientos Esta investigación ha sido posible gracias a una serie de personas e instituciones. Los trabajos realizados en Cuzcotuyo hace bastantes años, contaron con la participación de Carla Jaimes, Gary Palacios, Gastón Vacaflor, Mike Kruschek y comunidades locales de la región de Khoskotoro y Manchachi. En particular, debo agradecer a la familia Barrón, por todo su apoyo logístico y colaboración incondicional. Así mismo, estoy muy agradecida a una serie de instituciones que han apoyado constantemente mi trabajo en estos años incluyendo a la National Sciences Foundation, Wenner Gren for Anthropological Research, National Geographic, y a la entonces Dirección Nacional de Arqueología de Bolivia a cargo de Javier Escalante. Deseo además expresar mi gratitud a mi amigo y colega Edmundo Salinas de la Universidad Mayor de San Francisco Xavier, a Paula Peña de la Universidad Gabriel René Moreno por su apoyo e Isabelle Combès, incansable investigadora y ejemplo a seguir. Agradezco asimismo al revisor anónimo quien ayudó a mejorar la calidad del texto, y en particular a Carla Jaimes Betancourt por organizar este simposio de Arqueología en Santa Cruz.

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Fig. 1. Rutas y áreas de expansión tupiguaraní en base a Brochado Proenza (1973) y Silva Noelli (2004, 2008). Las líneas en blanco muestran las rutas de migración de la cerámica corrugada y cepillada, las líneas en negro de la cerámica pintada.

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Fig. 3. Motivos pintados de la alfarería tupinambá (reproducido de Schmitz, 1985 y Prous 2010).

Fig. 2. Repertorio morfológico de la alfarería tupiguaraní. (2-a) En la parte superior están las formas guaraní. (2-b) En la parte inferior se muestra el repertorio tupinambá (Modificado en base a Prous 2010).

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Fig. 4. Decoración plástica guaraní. (a) Motivos ungulados; (b) líneas incisas, (c), superficie escobada, y (d) decoración espatulada profunda (en base a Jácome et al. 2010).

Fig. 5. Expansión guaraní en el sudeste boliviano. El mapa en la esquina derecha inferior, muestra una modificación del mapa de Noelli (2004, 2008), donde se incluye el territorio boliviano.

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Fig. 6. Basural estratificado en la Plaza Oeste del complejo inka de Cuzcotuyo. El gráfico muestra el edificio central del complejo (serranía de Khoskotoro, cordillera Oriental).

Fig. 7. Complejo de Cuzcotuyo: Variantes corrugadas de filiación oriental; abajo, se muestra el estilo Manchachi Pizarra Rojo procedente de los valles occidentales.

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Fig. 8. Complejo de Cuzcotuyo: Variantes con filiación guaraní.

Fig. 9. Complejo de Cuzcotuyo: Estilo Condorillo Tiesto Molido (obsérvese la pieza con pedestal en la esquina inferior derecha).

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150 Dames & Moore, Inc. (2001) Dames & Moore, Inc. (2001) Dames & Moore, Inc. (2001) Dames & Moore, Inc. (2001) Dames & Moore, Inc. (2001) Dames & Moore, Inc. (2001) Dames & Moore, Inc. (2001) Dames & Moore, Inc. (2001) Dames & Moore, Inc. (2001)

GBB-2 (Bañados del Izozog) GBB-3 (Bañados del Izozog) GBB-4 (Area Inter-ribereña) GBB-5 (Area Inter-ribereña) GBB-6 (Bañados del Izozog) GBB-7 (Bañados del Izozog) GBB-8 (Bañados del Izozog) GBB-9 (Río Grande)

Sergio Calla (2003)

La Chonta-5

Martti Pärssinen y Ari Siiriäinen (2003)

Sergio Calla (2003)

La Chonta-4

GBB-1 (Río Grande)

Erland Nordenskiöld (1924)

Inkahuasi C.

San Pedro

Albert Meyers (1996, 2007)

Samaipata

Pablo Cruz, e Ivan Gillot (2010)

Alconini (2004, 2013)

Cuzcotuyo

Saipurú

Dames & Moore, Inc. (2001)

PR-4

Erland Nordenskiöld (1924)

Dames & Moore, Inc. (2001)

PR-3

Sergio Calla (2003)

Dames & Moore, Inc. (2001)

PR-2

Rio Palacios

Dames & Moore, Inc. (2001)

PR-1

La Chonta-6

Investigador

Fig. 10. Complejo de Cuzcotuyo. Estilo Parapetí Ungulado de origen guaraní. Obsérvese la vasija al centro con un punto de inflexión central y borde evertido. Código sitio

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Asociado a Pailón A

Asociado a Pailón (y componente guaraní)

Asociado a Pailón (y componente guaraní)

Asociado a Pailón (y componente guaraní)

Tropical, no definido

Asociado a Pailón (y componente guaraní)

Tropical, no definido

Asociado a Pailón A

Asociado a Pailón A

Guaraní

Guaraní

Guaraní

Guaraní

Guaraní

Guaraní

Guaraní

Guaraní

Guaraní

Guaraní

Guaraní

Guaraní

Guaraní

Filiación

1025-1225 D.C.

700-965 D.C.

117-1280 D.C.; 1120-1280 D.C.

925-1105 D.C.

232 D.C.; 400 D.C.

1399-1444 D.C. (ocupación inicial)

Fechados C14

Tabla 1. Lista de sitios Guaraní o con componente Guaraní en el suroriente boliviano.

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EL CHACO ARGENTINO: REGISTRO ARQUEOLÓGICO REGIONAL Y PROCESOS DE INTERACCIÓN Guillermo Lamenza1, Mariano Santini2, Horacio Calandra3 & Susana Salceda4

Introducción El Chaco argentino hasta hace no mucho tiempo fue un territorio escasamente conocido en términos arqueológicos. Paradójicamente esta situación de marginalidad se contrapone con la adjudicación de un marcado protagonismo en el desarrollo cultural prehispánico de la periferia. A partir del accionar sostenido de un equipo de investigación constituido en el marco del proyecto científico “De las historias étnicas a la prehistoria en el Gran Chaco argentino”5 esta situación ha comenzado a revertirse. En un principio las particularidades naturales y culturales del territorio hicieron que los antiguos lugares de asentamiento y la alfarería constituyeran indicadores fundamentales para reconstruir el proceso cultural general (Dougherty y Zagaglia 1982; Calandra y Dougherty 1991; Dougherty et al. 1992). Así entonces, se desarrollaron trabajos abarcando el territorio en forma extensiva, antes que intensiva y localizada, lo cual puso en evidencia la diversidad espacial. Este se caracteriza por ser un espectro cultural multivariado correlacionable con rasgos medioambientales (De Feo et al. 2003), razón por la cual se realizó su segmentación para un mejor 1 CONICET; División Antropología. Facultad de Ciencias Naturales y Museo. Universidad Nacional de La Plata. 2 División Antropología. Facultad de Ciencias Naturales y Museo. Universidad Nacional de La Plata. 3 Instituto de Investigaciones Geohistóricas – CONICET. 4 CONICET; División Antropología. Facultad de Ciencias Naturales y Museo. Universidad Nacional de La Plata. 5  CONICET - UNLP.

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