La ética en la toma d edecisiones

Síntesis elaborada por Ernesto Alonso Pacheco Cruz a partir de la lectura: "La ética en la toma de decisiones" (Guillén Parra, 2006)
"Debe evitarse hablar a los jóvenes del éxito como si se tratase del principal objetivo en la vida. La razón más importante para trabajar en la escuela y en la vida es el placer de trabajar, el placer de su resultado y el conocimiento del valor del resultado para la comunidad"
Albert Einstein
Entre los puntos más destacados de la lectura puedo resaltar los siguientes:
Las empresas están formadas por un conjunto de personas, que se unen para conseguir unos fines comunes, mediante el uso de medios tangibles o intangibles. La ética concierne al comportamiento de las personas, la eficacia al logro de los fines y la eficiencia a la utilización de los medios.
La ética, la eficacia y la eficiencia, son aspectos fundacionales de la naturaleza de toda organización. Se desprenden de su constitución natural, es por esto que puede hablarse de la "racionalidad científico-técnica" y de una "racionalidad ética". Ambos tipos de racionalidad nacen de la organización humana.
La "racionalidad ética" juzga acerca de lo bueno y lo malo de la acción humana mirando tanto a los resultados de la acción, como a la propia persona que realiza la acción. Por su parte la "racionalidad instrumental" mira únicamente a los resultados externos de la acción.
La "racionalidad humana" es por tanto "racionalidad ética" y sólo cuando se producen resultados externos que se pueden observar es que se incorpora la "racionalidad instrumental".
El proceso de toma de decisiones constituye el conjunto de pasos que permiten diagnosticar un problema sobre el que se debe tomar una decisión, diseñar alternativas para su solución, elegir la mejor alternativa y asegurarse, o controlar, que la decisión tomada ha sido correcta.
La "regla de oro", es una de las normas éticas más conocida, y universalmente admitida, para juzgar acerca de lo bueno y lo malo en una acción particular. La aplicación de la regla de oro supone buscar el bien propio al obrar y el de los demás, poniéndose en su lugar a lo largo de todas las fases del proceso de toma de decisiones.
Principios o normas éticas necesarias para la toma de decisiones son: el respeto a la dignidad humana, el respeto a la libertad de las conciencias, "no todo lo que se puede hacer, se debe hacer, buscar y hacer el bien y evitar el mal, etc.
La prudencia, como virtud intelectual y ética, facilita el juicio acerca de lo que es bueno hacer aquí y ahora. Esta se adquiere con la práctica, es decir, con la toma de decisiones. Cada una de las fases del proceso de toma de decisiones, entre las virtudes requeridas en la fase de diagnóstico del problema, se vuelven importantes cuatro hábitos del carácter: la objetividad, la prudencia, la fortaleza y la humildad. Dos son importantes en el diseño de alternativas: la magnanimidad y la audacia; y en las fases de elección y revisión las virtudes más relevantes son: la fortaleza, la constancia y la confianza.
De manera racional, es fácil observar que la ética está por encima de cualquier otro aspecto que guíe el actuar de las personas en el proceso de toma de decisiones tanto fuera como dentro de las organizaciones, sin embargo no está ni debe estar alejada de los aspectos técnico-científicos que también guían a las personas y a las empresas en el proceso de generación de valor.
Si bien es importante que las organizaciones alcancen sus fines a través de ciertos medios, más importante que los resultados y las acciones, es que se tome principalmente en cuenta quienes participan en la toma de decisiones, ya que la persona debe ser el fin primero y último de todo actuar de cualquier organismo.
Pero para que se logre esto es necesario tener virtudes que solamente con la práctica en la toma de decisiones se logran adquirir. Y como para todo hay un primer paso, el cual consiste en buscar hacer el bien y evitar el mal
Referencias
Guillén Parra, M. (2006). Ética en las organizaciones. Construyendo confianza. Madrid: Pearson Educación.
"No me resigno a que, cuando yo muera, siga el mundo como si yo no hubiera vivido"
Pedro Arrupe, SJ