La Estupidíada: epopeya

July 27, 2017 | Autor: J. Bermejo Barrera | Categoría: Sociology of Education, Satire & Irony
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Descripción

LA ESTUPIDÍADA: epopeya ARCHIBALD ABERCROMBIE Académico y poeta laureado (trad. José Carlos Bermejo Barrera) Canto primero. Himno a los dioses. Decidme, ¡oh dioses! Qué gesta de importancia Pudiese yo alabar con mi ignorancia. Recitando siempre al caer el día Bellas estrofas de mi tontería. Sigo yo fiel a mi destino Hilando mis versos con buen tino Y nunca yo me desanimo Pues poeta soy, más bien cretino. Yo en pos del buen merecimiento Huyo veloz de todo pensamiento Más mejoro yo mi rendimiento Con ayuda de buen procedimiento

Cual vate de la estupidez Canto yo, poeta, cada vez Y siendo yo de tal jaez Alivio a mis bolsillos la estrechez. Contar historias no puedo, Pues no soy el buen Homero. De casi nada me entero,

Aunque surque el mundo entero. Moro yo en el huerto de Academo, Del mundo yo nada temo, Ni con fuego yo me quemo Pues no en vano soy un memo. Canto segundo: en el principio. Cuando ni mundo ni materia había A Estupidez, la diosa, la corona ungía. Y en las tinieblas de la noche fría Engendró a su hija Tontería. Como la moza siempre se aburría Y a bostezos a su madre conmovía, Para poner fin a su porfía, Parió Estupidez gemelos en un día. Memo y Cretino nacieron a la vez De su madre la reina Estupidez Y eran los dos de tal jaez Que sin cesar luchaban por su prez. Fueron estos cuatro dioses primigenios Quienes aunando todos sus ingenios A lo largo de cientos de milenios Batallaron en cósmicos proscenios. Como ni espacio ni materia había Tropezaban Memo, Cretino y Tontería. Y para poner fin a esta agonía Pensó la Estupidez en un gran día.

Enfrió así a la Nada poco a poco Y el mundo se expandió como un bizcocho Más ningún dios tenía algo de coco Y enrollaron al mundo como un ocho. Intentando arreglar todo este asunto Pensó la Estupidez en un segundo Parir al Caos para ordenar el mundo, Lográndolo de modo bien rotundo. Debía el Caos separar las cosas, Ordenarlas y hacerlas bien hermosas. Cretino y Memo, unidos a las diosas, Aportaron sus ideas primorosas. Preguntó Caos a la Estupidez, Si el mundo era al derecho o al revés Y así acudieron ambos a la vez A Tontería, en la materia juez. Como ni noche ni día había No supo responderles Tontería, Ni tampoco decir ella sabría Dónde diablos el cielo se pondría. Puso el buen Caos las manos en el tajo, Colocando el cielo de la tierra abajo Consiguiendo rematar su buen trabajo Derramando las aguas a destajo. Dispuestos en orden estos elementos Sentó del universo los cimientos Exhibiendo sus conocimientos Para lograr sus reconocimientos.

Admiró Estupidez lo que veía Y cantó su esplendor la Tontería, Dándole al Caos su mano en ese día, Para que al fin un himeneo habría. Tontería y Caos, mal avenidos, Esposos fueron muy comprometidos En querellas y disgustos compartidos, Nunca logrando fines perseguidos Y en el mundo cada vez más frío Montaban Tontería y Caos el lío, Discutiendo siempre con nuevo brío Si fuera el cosmos un ocho o más bien río. No hay arriba ni abajo, ni delante ni detrás, Y por eso en este mundo un lugar no encontrarás, Díjoles a sus hermanos entonando profecías, Entrado en trance que hubo la gran diosa Tontería: “Embarcaos, ¡id de viaje!, Y subíos en un cesto bien ligeros de equipaje.” Canto tercero: los héroes fundadores. La Estupidez primigenia, el Caos y la Tontería Cogieron a los gemelos en una noche muy fría, Y dispusieron el cesto que cobijarlos habría, Derramándose sus lágrimas cuando el canasto partía. Hacia arriba y hacia abajo vagaron día tras día, Hasta que al fin avistaron la costa que se veía, Y pusieron pies en tierra, recompensa a su porfía,

Cumpliéndose profecía de su hermana Tontería. Fundaron una ciudad, alzaron gran monumento, Elevando con primor en su centro un monumento, Que de la Estupidez, su madre, habría de ser gran templo, Y de Caos y Tontería, cual don de agradecimiento. Cavilaron los gemelos fundar sendas dinastías, Mas díjole el uno al otro: en esta ciudad no hay tías. Deberemos desposarnos con unas piedras muy frías Y con ellas engendrar quien perdure nuestros días. Celebraron esponsales con las rocas del lugar Y lo que ahora se viene es muy digno de contar, Los dioses Cretino y Memo no pararon de engendrar Hasta que de buena gente llenaron todo el lugar. Naciéronle a ambos gemelos bellas hijas y sobrinas Cambiándolas entre ambos como esposas y madrinas. Hicieron así sus bodas, unas fiestas peregrinas, Para llenar la ciudad como lata de sardinas. Los reyes Memo y Cretino muchas riquezas tenían, Pues tenían mil vasallos que fielmente les servían, Mas llegaron a pensar que una ciudad compartían, Y por eso entre los dos ya muy mal se entenderían. Llamaron a sus vasallos, discutieron con porfía Por ver quién en la ciudad la corona se ungiría. Y llegaban a las manos de continuo cada día, Hasta que en civil contienda el rey Cretino moría. Ungieron al rey don Memo como monarca un buen día Y arengó a los su vasallos, guiado por Tontería,

Que de ahora en adelante el reino otro nombre habría, No sería ya ciudad sino más bien Compañía. La gran diosa Estupidez, líder de la Compañía A su rey y sus vasallos otorgó sabiduría. Y díjoles sería bueno si competencia se hacían, Pues no hay arriba ni abajo en el mundo cada día. Lo de arriba y lo de abajo, el derecho y el revés Son casi siempre lo mismo, aseveró Estupidez, Y por eso disputando todos juntos a la vez Conseguirá cada cual incrementar su interés. A su madre Estupidez alzó Memo un monumento, Sentándose junto a ella otro dios, Procedimiento. Casólos el rey Don Memo y mostró agradecimiento, Pidiéndoles que engendrasen de cretinos regimiento. Tendríalos él a mano en memoria de su hermano, Heredando lo mejor de lo divino y lo humano. Guerreros y labradores nacían año tras año, Y abogados, profesores se sentaran en escaño. Hijos de la Estupidez, hermanos de Tontería, Los vasallos de Don Memo trabajaban cada día, Peleándose a su vez y mostrando su porfía, Por ver quien a su rey mejor servía. Fueron los sabios del reino entre todos los mejores, Pues con toda su ilusión mostráronle sus ardores En servir al nuevo rey siendo todos profesores Y erigiéndose a su vez de los vasallos censores. Fundaron asociación en el Jardín de Academo,

Pidiendo la protección del su señor el rey Memo, Construyeron otro altar al buen dios Procedimiento Prometiéndole a su vez mejorar el rendimiento. En sus lecciones y libros loaron la propiedad, Sólo ella en este mundo garantiza la igualdad. Decían en sus discursos hablando con sobriedad Mientras llenaban las aulas de la su universidad. Era ahora del rey Memo Procedimiento padrastro, Y para bien contentarlo concibió un día el catastro De los bienes, las riquezas y personas el registro. Y así en cada momento el control ha de estar listo. Los sabios y profesores comprendieron la razón De que deba registrarse de todo la posesión Y así todos sus esfuerzos, unidos a su pasión, Mejoraron los controles con renovado tesón. Fueron pasando los días y el reino se hacía lento, Pues todo se disponía según el procedimiento, Que debía regular cada cosa en su momento, Mientras su Majestad indicaba asentimiento. Adorando a Estupidez y a base de competencia, Con el pasar de los años se agotaba la paciencia De aquellos pobres vasallos picados de impertinencia, Que querían adorar a la diosa Inteligencia. Más no vivía esa diosa en las tierras de este reino, Ni se la podía hallar ni en verano ni en invierno. Más se podía leer en un gastado cuaderno, Que en tiempos de antaño se abandonaba a un dios tierno.

Crecía la indignación de súbditos a raudales, Hasta que en una mañana unos vasallos chavales, Hallaron la nueva diosa aun envuelta en sus pañales, Al oir los sus gemidos entre unos cañaverales. Lleváronla a la ciudad, prodigáronle cuidados, Teniéndola bien oculta para no ser observados, Por sabios y profesores, por guerreros y soldados, Que si hubiere inteligencia estuvieren muy turbados. Diosa era la Inteligencia gemela de Impertinencia, También hallada un buen día, a la vez que el sol salía. Criadas en la ciudad y creciendo día a día, Comenzóse ya a notar que algo allí ya se movía. Más sería en mí arrogancia, Que guiado por mi ignorancia, A esta nueva circunstancia Concediese yo importancia. Pues poeta soy bien memo, En el mundo a nada temo, Y siempre con mi buen tino Soy un poeta cretino.

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