La esencia del ser humano en el marco de la superación de la polis y el inicio del post-neolítico

August 23, 2017 | Autor: Gustavo Gamero | Categoría: Aristotle, Humanismo, Filosofía, Aristoteles, Humanitas
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La esencia del ser humano en el marco de la superación de la polis y el inicio del post-neolítico Gustavo Gamero Vega

Resumen Aristóteles determina que la plenitud del hombre es alcanzada al constituirse la polis o la ciudad, lo cual ocurre durante el neolítico, la era socio-cultural iniciada con la invención de la agricultura. La entrada al post-neolítico sugiere la superación de la polis, por lo cual se pone en cuestión la posible alteración de la esencia humana. En la presente obra se hace una retrospectiva a la concepción aristotélica del ser humano, así como se expone brevemente la historia del humanismo entendiéndola como la búsqueda de la libertad del hombre. También se hace un análisis del concepto de la esencia humana para determinar una posible alteración a la misma, finalmente se hace una predicción del futuro de la humanitas, concepto latino de la naturaleza humana.

Palabras clave Humanitas, humanismo, polis, esencia, post-neolítico, animal racional

Introducción Los antropólogos, sociólogos e historiadores, entre otros investigadores de las ciencias sociales, han determinado que la historia cultural del humanismo puede dividirse en tres eras que se mencionarán a continuación. La primera era del humanismo, nombrada como paleolítico, comprende la aparición del homo sapiens sapiens, las grandes migraciones que poblaron el planeta y la aparición de las primeras civilizaciones. La segunda era es el neolítico, que inicia en el siglo XV a.C. hasta el término de la Segunda Guerra Mundial y cubre el imperio griego y el romano, la Edad Media, el Renacimiento, la Revolución Francesa, la Revolución Industrial y la Modernidad. Actualmente, se habla de la entrada a una nueva era de la humanidad, el postneolítico, y representa el abandono de los conceptos sobre los que se asienta el concepto de humanidad que se utilizaron durante el neolítico, por nuevas formas de pensamiento. Hay tres factores que determinan la vigencia de una era del humanismo: la economía, la urbanización y la comunicación. La evolución de estos conceptos representa la evolución de la humanidad misma. Cuando los sistemas adoptados en los tres campos pierden vigencia y se vuelven obsoletos se habla del fin de una era y del comienzo de otra. Aparentemente, la humanidad tiende a nuevas estructuras económicas basadas en las finanzas y en los mercados, abandonando así conceptos anteriores como capitalismo o comunismo y adoptando modelos neoliberales o keynesianos. Se aspira a nuevas formas de organización demográfica que superan los límites de

las naciones-Estado, impuestos durante el neolítico, para dar lugar a una aldea global superior a la polis. Finalmente, los mensajes ahora son transmitidos de manera multimedia y multisensorial, la comunicación basada en el lenguaje escrito ha perdido protagonismo y es complementada por los medios digitales e interactivos que ofrecen una experiencia mayor en la transmisión de mensajes. Aristóteles sugiere que “sin ciudad, sin polis, no hay propiamente hombre en el sentido de que, antes de la polis, el hombre no ha alcanzado todavía la plenitud propia de la esencia humana” (Choza, 2009), esto nos lleva al conflicto de definir el concepto del hombre durante la actual superación de la polis y pone en duda el alcance de la plenitud de la humanidad. Entonces, surge la pregunta: ¿significa la superación de la polis una alteración real a la esencia humana, más allá o más acá de aquella plenitud? En el presente ensayo se hará un breve repaso a la concepción del ser humano a parir de la definición aristotélica, la búsqueda de la libertad como historia cultural del humanismo, el análisis de la esencia y su posible alteración, y el futuro de la humanitas. Lo anterior se hará con la intención de entender el desarrollo del concepto de la esencia humana a lo largo de la historia. El objetivo del trabajo es demostrar que la esencia del ser humano no es alterable y que el cambio de eras sólo representa una percepción distinta del concepto del ser humano y su entendimiento.

De Aristóteles Aristóteles es considerado el precursor del humanismo, en su intento de definir al ser humano lo calificó como

el “animal que tiene palabra” (Zóon lógon échon), que sería posteriormente traducido como animal racional. Lo que diferencia al humano de los animales, según Aristóteles, es esa capacidad de construir conocimiento seguro y verdadero a parir del uso de la razón. Dicho concepto sería estudiado después, durante el Renacimiento, en los trabajos del filósofo René Descartes. Al terminar la Edad Media, el pensamiento adoptó el método científico y la razón como estandartes de una nueva era, éste representaba la revolución más grande de pensamiento desde los romanos. Con esta idea en mente, lograron afirmar que el ser humano tiene una animalidad como la de un ser subsistente y autónomo, esa razón fue denominada como racionalidad científica La desventaja de basar la concepción del hombre en la racionalidad científica, reside en que ésta sólo modula lo que acontece y es alterada por parámetros culturales. En el momento en el cual la cultura se impone sobre la razón, este concepto se hace obsoleto. Nos damos cuenta de que existe un rompimiento de eras culturales cuando los términos empleados en una etapa no cumplen con la función de describir el presente debido a cambios en el pensamiento o en el modo de vivir. En la actualidad, la filosofía ha abandonado el enlace con las teorías científicas y se ha integrado a disciplinas como la historia y a la sociología, con la función de criticar el presente y el saber. Distintas ramas de la filosofía posmoderna, como el neokantismo y la filosofía de la cultura, ya no conciben al humano como un animal racional, sino como un animal simbólico. Sin embargo, partiremos de que la descripción aristotélica del ser humano funciona como una descripción histórica-sociológica y continua vigente para construir el presente trabajo. Los hombres, según Aristóteles, son los seres que se ponen de acuerdo acerca de lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto.

De la libertad y la historia del humanismo La historia cultural del humanismo es el estudio de la búsqueda del ser humano en el intento de que un mayor número de individuos cuente con más igualdad, pero con una mayor pluralidad de expresiones y características. Es la historia de cómo el hombre ha llegado a darse cuenta de él mismo, así como de su dignidad y condición humana; conceptos con los que intenta definir la esencia humana. Como se comentaba en el punto anterior, la definición del hombre corresponde a una era cultural específica y es alterada de acuerdo a los patrones culturales vigentes, es decir, lo humano se define dependiendo de

la época. Los sociólogos y antropólogos han determinado que la economía, la urbanización y la comunicación son los parámetros que modifican la definición del hombre a lo largo de la historia. Sin embargo, la definición aristotélica de hombre y el núcleo de la concepción del humanismo occidental mantienen su validez a través de los cambios en la infraestructura de esa definición. Aristóteles decía que “libre es el hombre que se posee así mismo y no es poseído por otro” y si analizamos detenidamente la historia, nos daremos cuenta que la historia cultural se puede describir como la búsqueda de la libertad del hombre. El concepto de sí mismo que posee el hombre se ha visto modificado por su condición de libertad, durante el paleolítico los seres humanos dependían de las fuerzas de la naturaleza, la recolección y la caza hasta que inventaron la agricultura, se hicieron sedentarios y crearon comunidades que evolucionarían a las polis. La independización de las condiciones naturales se da al finalizar el paleolítico y le otorga mayor libertad al ser humano. A partir del neolítico, ya está formada la polis y la búsqueda de libertad se traduce en la instauración de la democracia, la abolición de la esclavitud, la alfabetización y la creación de los derechos humanos, entre otros aspectos. Es durante el neolítico, cuando el ser humano se desvincula de la tierra y tiene la capacidad de vivir de su trabajo, con lo que alcanza un mayor rango de libertad. El neolítico es caracterizado por la identificación de términos como la dignidad humana o la libertad subjetiva. Estas ideas llevaron a la creación de los derechos humanos, otorgados por primera vez en la Declaración de Independencia de 1776 que escribe Thomas Jefferson, reafirmados durante la Revolución francesa, definidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y garantizados por las organizaciones internacionales como la ONU y por los Estados. Immanuel Kant sugiere el término de dignidad humana, y la define como el valor del hombre que es infinito y está basado en su libertad subjetiva. Se llega a la conclusión de que la libertad humana es infinita y por eso se rompen los límites de las provisiones. El reconocimiento de la dignidad como elemento inherente del ser humano, representa el mayor triunfo del neolítico en el desarrollo de la condición humana, aportándole mayor libertad, ajena a la condición socioeconómica y física, o a la raza, religión, preferencia sexual, pensamiento o creencia.

De la esencia “Sin polis no hay propiamente hombre en el sentido de que, antes de la polis, el hombre no ha alcanzado plenitud propia de la esencia humana. Antes de la polis la humanidad se encuentra en situación de minoría de edad”. (Choza, 2009) Aristóteles proponía que la creación de la polis representaba el alcance de la plenitud de lo que es el ser humano. El ciudadano que formaba parte de una polis podría ser considerado como un ser humano completo. Sin embargo, gran porcentaje de la población ateniense no era considerada ciudadana por lo que era rebajada en el sentido de que no representaba por completo la concepción del ser humano. Extrapolando la aseveración a un contexto actual, la constitución de las polis no garantiza el otorgamiento íntegro de la ciudadanía a todo ser humano, entendiendo la ciudadanía no ya como un aspecto político, sino como la condición humana dotada de dignidad y libertad subjetiva. Es día que, a pesar de la modernización de las polis, no todos los seres humanos son reconocidos legítimamente por instituciones subalternas, por lo que su dignidad humana corre peligro por no haber un ente superior que la asegure. La plenitud de la esencia humana no fue alcanzada con el surgimiento de las polis.

internacional y de la Declaración Universal de los Derechos Humanos), sí. Si analizamos la comparación, resulta que lo que cambió fue la concepción de humanidad, nuestra manera de entender lo que es un ser humano, entendimiento que está determinado por el contexto socio-cultural en el que vivimos, pero la esencia permaneció intacta. La superación de la polis conlleva a una nueva comprensión del concepto del ser humano, pero no representa una alteración a la esencia. Así como Kant decía que la dignidad humana era el valor infinito del hombre, la esencia es el concepto abstracto infinito que constituye la naturaleza del ser humano y se extiende con el progreso de éste mismo. Ahora bien, dicha comprensión, que corresponde a un contexto socio-cultural en específico, desde el momento en la que es adoptada se acepta su aplicabilidad a etapas anteriores de la historia. Es retroactiva, mas no es proactiva a etapas futuras para no caer en el absolutismo que va en contra de la evolución progresiva del ser humano.

Nos enfrentamos a la desaparición de la polis y se pone en duda si este hecho altera la esencia del ser humano. Estrictamente hablando, la esencia es aquello que constituye la naturaleza de las cosas y lo que es permanente e invariable en ellas.

La esencia como tal no puede ser determinada, así como tampoco puede ser determinado el valor del ser humano, pero su indeterminación no representa su inexistencia y no podemos separar ambos conceptos del mismo hombre en tanto que forma parte de su naturaleza. La esencia es el concepto abstracto cuyos distintos entendimientos que podría tener, corresponden a sus respectivas etapas culturales, sin que el cambio de este entendimiento determine la modificación de la esencia en sí.

Actualmente nos parece inconcebible que sólo una minoría de la población sea considerada ser humano y el resto de las personas sean clasificadas en una estancia entre la humanidad y la animalidad. En nuestra realidad contamos con el concepto de dignidad humana y derechos humanos, en el mundo occidental se acuerda que dichos conceptos forman parte inherente al ser humano independientemente de su raza, preferencia sexual, nacionalidad, religión, etnia, etc.

Así bien, la concepción de la esencia humana como la de esos seres que mediante el diálogo llegan a un consenso sobre lo bueno y lo justo, se puede aceptar como verdadera. La hipótesis de Aristóteles permanece vigente, ya que la superación de la polis y la constitución de una ciudadanía global conllevan un consenso entre los seres humanos que son diferentes entre sí y a través del diálogo se pretende llegar a aquello que sea benéfico para la humanidad en un todo.

No podemos atrevernos a decir que la esencia de los “no ciudadanos” atenienses era distinta a las personas actuales, en tanto que iría en contra del concepto de dignidad humana, la cual se describe como irrenunciable independientemente si es reconocida o no por otras instituciones. A partir de este entendimiento, y con el predicho que la esencia humana es equivalente a su dignidad, sería incoherente decir que los esclavos antes no poseían inherentemente dignidad humana, independientemente si ésta se respetaba o no, y ahora, en tiempos actuales (dentro del marco del derecho

Sin embargo, se desecha la idea de que la creación de la polis representa la plenitud de la esencia humana, puesto que con ella no se garantizó el reconocimiento de la dignidad humana a todos los seres humanos, así como el constante progreso del hombre promete una plenitud inalcanzable.

Del futuro de la humanitas Retomando ideas presentadas anteriormente, recordemos que la estadía en una era antropológica, dentro de la historia cultural del humanismo, está

determinada por los factores económicos, urbanísticos y comunicativos. En la actualidad se puede hablar del inicio de una nueva era, el post-neolítico. Si el neolítico se caracterizó, entre otras cosas, por la constitución de la polis, el post-neolítico es caracterizado principalmente por la superación de éstas mismas, agregado a los cambios en la economía basada en las finanzas y el protagonismo de los medios digitales interactivos en los procesos de comunicación. El entendimiento del ser humano en sí mismo y con respecto a su entorno se ven alterados. Urbanísticamente, la concepción de la polis es obsoleta y se considera a la ciudad como el cosmos, un ente demográfico que supera fronteras políticas, e incluso espacios y distancias físicas; ya que son conectadas por medios virtuales como el internet o los medios de comunicación. Marshall McLuhan propone un nuevo concepto para describir dicho fenómeno, que es el de la “aldea global”. A pesar de que McLuhan realiza su trabajo treinta años antes del surgimiento del Internet como producto comercial, prevé una unificación de masas a través de los medios globales de comunicación. Gracias a los sistemas de información innovadores y a la evolución material de los medios de información, la humanidad ha entrado a otra etapa evolutiva, donde los sistemas informativos “se han convertido en una nueva corteza cerebral colectiva que mueve al planeta” (Esteino Madrid, 1997). La entrada al post-neolítico parte de la ampliación de los sentidos del hombre y la experiencia multisensorial del mismo, vía los medios de comunicación. Además de dicha prolongación de la sensibilidad humana, la aldea global da origen a un apéndice de las instituciones sociales y posibilita la producción de un Estado Ampliado. El futuro de la ciudadanía global, que representa la superación de la polis y que da paso a la cosmópolis, pretende otorgar una normatividad adecuada que no se logró durante la polis para lograr el cumplimiento de lo justo y el reconocimiento de una ciudadanía global y de una dignidad humana innata a todo ser humano.

Conclusión Se puede afirmar que estamos entrando a una nueva era cultural y que representa un entendimiento distinto de nuestro entorno. Los cambios en nuestra distribución demográfica, así como en los esquemas socioeconómicos y de comunicación, nos dan una nueva perspectiva para concebir el mundo que nos rodea. Es natural y vital replantear el concepto de humanidad en la transición a una nueva etapa de pensamiento, en

la primera mitad del neolítico se hablaba de que la polis representaban la llegada a la plenitud de la humanidad y que, en estadios anteriores, no se podía hablar propiamente de un hombre como tal, sino como un ser fluctuante entre su animalidad y su humanidad, como un niño. Hemos superado la polis, en tanto que nos hemos liberado de nuestro contexto social-local para ejercer una ciudadanía global, esto habla de que si la polis representaba la plenitud, estamos en la etapa de la trascendencia del hombre. La última aseveración no se debe de entender desde un sentido estricto de trascendencia, donde se pueda decir que hemos superado todas las problemáticas concernientes al hombre como para considerar que hemos trascendido, sino más bien desde el punto de comparación entre el neolítico caracterizado por la polis y la entrada el neolítico con la superación de ésta última. La mayor aspiración en una nueva era, el post-neolítico, reside en lograr lo que no se pudo durante el neolítico durante la edificación de la polis. Una de las mayores urgencias es la de garantizar el ejercicio de la dignidad humana y obtener su reconocimiento ante un ente superior y universal, que supere a cualquier construcción política como las ciudades-Estado. Sin embargo, el hombre tiende al progreso en todo momento desde una perspectiva kantiana del progreso histórico, por lo que nuestra etapa de trascendencia es la plenitud del futuro, esto responde al constante desarrollo de la humanidad. La esencia del hombre es inherente a él mismo, por lo que la esencia por definición es aquello que constituye la naturaleza de las cosas. La dignidad humana, dice Kant, es el valor infinito del hombre y forma parte de él inherentemente. De la misma manera puede ser concebida la esencia del ser humano, como un elemento infinito y abstracto que sólo es, existe. Lo que se ve modificado es nuestro entendimiento de la humanidad, el cual es influenciado por múltiples factores culturales. Pero, finalmente, la esencia permanece estrictamente apegada a nuestra naturaleza y su infinidad comprende hasta donde se extienda el progreso del hombre.

Bibliografía Choza, J. (2009). La historia cultural del humanismo. Madrid: Thémata. Esteino Madrid, J. (1997). El Pensamiento de McLuhan y el Fenómeno de la Aldea Global. Julio: http://www.razonypalabra.org.mx/mclu han/aldjav.htm.

Lagunes, O. (2007). Platón y Aristóteles. Dos visiones del Hombre. 4, 20-23. Obtenido de http://www.academia.edu/3106935/Plat on_y_Aristoteles._Dos_visiones_del_H ombre

Valori, P. (6 de Octubre de 2014). Valor MoraL. Teología moral. Obtenido de http://www.mercaba.org/DicTM/TM_va lor_moral.htm

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