La era de la Globalización

July 27, 2017 | Autor: L. Otero Carvajal | Categoría: Globalización, siglo XX, Historia Contemporánea
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Descripción

Coordinación general de la obra: DAVID SOLAR y JAV1ER V1LLALBA

Índice

Coordinadores de área: ALFONSO MOURE ROMANILLO (PREHISTORIA) Catedrático de Prehistoria de la Universidad de Cantabria FEDERJCO LARA PEINADO (MESOPOTAMIA, CULTURAS MEDITERRÁNEAS, PERSIA) Profesor de Historia Antigua de la Universidad Complutense de Madrid JULIO MANGAS MANJARRÉS (GRECIA y ROMA) Catedrático de Historia Antigua de la Universidad Complutense de Madrid CARMEN GARCÍA-ORMAECHEA QUERO (ASIA) Profesora de Arte Asiático de la Universidad Complutense de Madrid JOSÉ-LUIS MARTÍN RODRÍGUEZ (EDAD MEDIA) Ca tedrático de Historia Medieval de la Universidad Nacional de Educación a Distancia CONCEPCIÓN BRAVO GUERRElRA (AMÉR ICA) Catedrática de Historia de América de la Universidad Complutense de Madrid CARLOS MARTÍNEZ SHAW (EDAD MODERNA) Catedrático de Historia Moderna de la Universidad Nacional de Educación a Distancia RAFAEL sÁNCHEZ MANTERO (SIGLO XIX) Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Sevilla JULIO ARÓSTEGUI (SIGLO XX) Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid

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"Reservados todos los derechos. El contenido de esta publicación no podrá ser reproducido entera o parcialmente, no será almacenado en un sistema de archivo o transmitido de cualquier forma o por medio de cualquier medio, electrónico, mecánico, fotocopia, grabación o de otro tipo, sin la autorización previa por escrito de los propietariOS".

Redacción: Texto principal: Lorenzo Delgado y Luis Enrique Otero. Itinerarios, láminas monográficas, recuadros y epígrafes: Jesús Ávila Granados y Rafael Santamaria. Referencias iconográficas: A.G.E. Fotostock-págs . 12 supo izq., 31 sup. , 51 inf. centro, 72-73 , 82 sup., 82 inf., 87; Aaronson, J.-pág. 128; Science photo library: Baum, J.-pág. 5; Science photo library: European Space-pág. 47 der.; Science photo library: Hardy, D.-pág. 35 sup.; Tany, P.-pág. 33; AFP-págs. 96, 96­ 97,97,98,98-99, 99,100,100-1 01, 101 ,102 sup., 102 inf., 102-103, 103, 104 izq, 104 der., 105 izq., 105 der., 106 izq ., 106 der., 107, 114; Contifoto­ Corbis-Sygma-págs. 88-89, 121 , 125; 126, 127, 130, 131; 133, 134, 134-135; Index-pág. 119; Harmel, M.-pág. 5 1 inf. izq.; MacKinell, J.-pag. 49; Top Stock­ pago 59 sup.; Bridgeman-págs. 12 inl., 19 supo izq., 65 inl.; Koval-Archive-pags. 10 izq., 44-45, SI centro, 78-79, 122; Mary Evans Picture Library-pags. 50, SI inf. izq.; Slone-págs. 90-91, 92; Zardoya Press Foto-pág. 7; Ana/P.Horee-pág. 52 inf.; Camera Press-B. Gysembergh-pag. 48 der.; Magnum- G. Peress-págs. 28-29; H. Kubota-pag. 124; Abbas-pag. 132. Diseño de interior: Ferran Cartes/Montse Plass

Diseño de portadas: Enrique Ortega

Distribuye: Unidad Editorial

Calle Pradillo, 42

28002 Madrid

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Los desafios de la globalización

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Lorenzo Delgado Gómez-EscaIonilla Expansión de los medios de comunicación y cultura global

Un mundo en relación

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Luis Enrique Otero Carvajal Hacia una nueva era:

globalización y sociedad informacional Crisis y renovación

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Antonio Elorza

Impresión: Brosmac, S. L.

Encuadernación: Atanes-Lainez, S.A .

Depósito Legal: M-I 1465-200 1

ISBN: 84-930737-2-5 (obra completa)

ISBN: 84-95503-29-8 (volumen 30)

Printed in Spain

El regreso de la historia Epilogo en el cambio de milenio

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Los desafí os de la globalización 6

Expansión de los medios de comunicación 7

Expansión de los medios

de comunicación y cultura global

Un mundo en relación

n noviembre de 1989 fue derri­ bado el muro de Berlín, un sím­ bolo de la división de Europa y del mu ndo en dos bloques antagóni­ cos. Dos años más tarde era la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéti­ cas (URSS) la que desaparecía del mapa . Con ella pasaba a la historia la fractura entre el Este y el Oeste, se daba por zanjada la pugna entre capitalismo y comunismo que había recorrido buena parte del siglo xx. Aunque pervivían regimenes en varios países que no habían renunciado a se­ guir definiéndose como comunistas, lo cierto es que ya no aspiraban a rivalizar con el siste­ ma capitalista, sino más bien a adaptarse a él manteniendo sus propias peculiaridades. La evolución que ha seguido el sistema ca­ pitalista, convertido en modelo hegemónico casi indiscutido, se ha caracterizado por una progresiva interdependencia de las econo­ mías y las sociedades. El mundo ha dejado de estar formado por territorios aislados, o con escasas relaciones entre sí, para convertirse en una vasta red de poblaciones humanas que comparten un destino común. La expansión de los medios y redes de comunicación ha sido la principal caracteristica de ese mundo

E

Al desarrollo mundial de las comunicaciones contribuyeron en gran medida los circuitos in­ tegrados, capaces de pro­ cesar ingentes cantida­ des de datos en un tiempo récord. Aniba, circuito integrado for­ mado por miles de pequeños componentes coneaados sobre una misma base de silicio.

en relación . El siglo xx es el siglo de la comunicación mundial. El movimiento incesante de per­ sonas, mercancias e información ha modificado el concepto de dis­ tancia. Los sucesos lejanos se ha­ cen más próximos al conocerlos de forma casi instantánea, al inte­ grarlos en la existencia cotidiana por el incremento de los contactos profesio­ nales y turísticos con esas otras realidades o por su mera contemplación en la pantalla de los televisores. En el siglo xx la comunicación ha generalizado la interconexión de socieda­ des e individuos concebida por la Ilustración y el librecambismo; ha desarrollado de forma acelerada los mecanismos puestos en marcha durante el siglo XIX por el efecto combinado de la lógica del progreso tecnológico y la ex­ pansión imperialista; ha alterado las fronteras físicas, intelectuales y mentales. Las relaciones entre las colectividades hu­ manas de diferentes partes del planeta son un fenómeno muy anterior a la época que aquí se analiza. No obstante, ha sido en el transcur­ so de ésta cuando han alcanzado una intensi­ dad y una densidad sin precedentes. A ello co­ operaron diversos factores que estimularon

los intercambios entre sociedades y multipli­ caron sus canales de comunicación. Uno de los elementos esenciales de ese pro­ ceso ha sido la propia actitud de los seres humanos ante el entorno que les rodeaba, la búsqueda de un conocimiento racional que domesticase la naturaleza y la pusiera a su ser­ vicio. La Ilustración desempeñó un papel cru­ cial en ese sentido. El afán de ampliar los ho­ rizontes científicos a través de la observación y la experimentación tuvo su correlato en el fo­ mento del intercambio como via para el per­ feccionamiento de las sociedades humanas, como mecanismo de trasvase de información y experiencias. La libre comunicación del pen­ samiento y de las opiniones no admitia restric­ ciones ni fronteras. Ese postulado se incorporó como principio de los Derechos del Hombre, y su materialización correspondió a la Revolu­ ción Francesa.

Los agentes precursores de la comunicación internacional La Francia de 1789 construyó su identidad nacional dando carácter universal a las rela­ ciones jurídicas, a la circulación del dinero, los

El derribo del muro de Berlín y la apertura de la Puerta de Bra.uiem­ burgo (aniba), a.demás de poner punto final a la «guerra fría;" significó también un importante paso para la globaliza­ ción y la libre circula­ ción de ideas, más allá de las barreras impues­ tas por determinados re­ gímenes políticos.

bienes y las personas, aplicando una política de unificación lingüistica. Con esas medidas se abolían las barreras heredadas de los parti­ cularismos feudales que mantenían incomu­ nicados a los pueblos, impidiéndoles concer­ tarse para acabar con la dominación de las monarquías absolutas. Su actitud asumía un valor universal: la comunicación era un medio de liberación al servicio de los pueblos. Condición básica para favorecer esa comu­ nicación era homogeneizar los sistemas de in­ tercambio. Un código legal unificado válido para todos los hombres, una lengua que les permitiese entenderse sin intermediarios, pero también la adopción del sistema métri­ co de pesos y medidas para uniformizar las transacciones comerciales, para establecer una base catastral de la fiscalidad. El metro nació en 1792 como un lazo de fraternidad general entre los pueblos, como un símbolo de comunicación, que adoptó carácter inter­ nacional desde 1875 y que implicó también la división decimal de la moneda, a pesar de la negativa británica a aceptar ese patrón de medida . La liberalización de los intercam­ bios, la homologación de las normas, acompa­ ñaron en definitiva la transformación del súb­ dito en ciudadano, estuvieron asociadas a la

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Los desafíos de la globaUzación

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Expa nsión de los medios de comu nicación 9

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Libertad de comunica­ ción y libertad de mer­ cado son dos conceptos que fueron evolucionan­

do de forma paralela. Arriba, U/l aspecto de la Bolsa de Chicago du­ rante una concu rrida

sesión. Sobre estas lí­ neas, una persona lee la lwticia de la dimisión de Richard Nixon en The Washington Post, el diano que sacó a la luz el escá nda lo Watergate.

eliminación de las restricciones y privilegios en que se asentaba e! poder absoluto. La traslació n de esa libertad de comunica­ ción al mercado sería decisiva para acabar con las luchas que oponían a las naciones entre sí, para liquidar las viejas sociedades basadas en la coacción milita r. Ésa era la opinión de Adam Smith ( 1723-1 790), fundad or de la economía clásica, para quien el comerciante era el ciudadano del mundo. El medio para re­ gular los intercambios económicos consistía en dejar que la accíón combinada del indivi­ dualismo y la libre competencia se encargasen de articular una di visión internacional de l tra­ bajo. Producción y consumo equilibrarían sus flujos por la actuación del mercado, que esta­

blecerí a los términos más adecuados para el reparto de tareas y la organización del comer­ cio mundial. El libre movimiento de las mer­ cancías, de la mano de obra, también debía afe cta r a la información . La fil osofía política del liberalismo combatía po r igual los im­ puestos que gravaban la difusión de la prensa y las censuras que obstaculizaban su capaci­ dad de expresión. Se aspíraba a convertir la li­ bertad individual en el eje de una sociedad se­ cul ariz ada, que limitase el poder de las instituciones y del Estado. En e! siglo XIX, conforme se fu e expandien­ do la Revolución Industrial desde Gran Breta­ ña a otros puntos del continente europeo, el ferrocarril permitió el enlace fisico de ese mo­ vimiento de mercancías y personas, convirtién­ dose así en el emblema del progreso. Con su paul atino despliegue por la geografia europea, y más tarde en los territorios coloniales, se puso de relieve la necesidad de superar el es­ pacio nacional mediante la homologación de normas que fa cilitasen los intercambios. La re­ gulación del tráfico ferroviario exigió la adop­ ción de una hora na cional, que los británicos regularon conforme al meridiano de Green­ wich. En 1884 ese criterio se extendió a la co­ munidad in ternacional, que sincronizaba así sus distintas h oras nacionales, si bien varios países co mo Francia o España no aceptarían esa referencia del tiempo mundial hasta 19 11. A medida que la difusión de los sistemas de comunicación fue desbordando las fronteras

nacionales, se susc ri bieron acuerdos para re­ gular su desenvolvimiento y sus efectos sobre otros sectores. En el cuarto final del siglo XIX tal proceso de co nve rgencia dio lugar a la creación de la Unión Telegráfica Internacional (1865), la Unión General de Correos (1874), la Comisión Internacional de Pesos y Medi­ das ( 1875), la Convención para la Reglamen­ t ación Internacional de Rutas Marítimas (1879), la Unión Internacional para la Protec­ ción de la Propiedad Industrial (1883), la Unión Internacional para la Proteccíón de Obras Literarias y Artísticas (1886) y la Con­ vención para los Transportes Internacionales por Ferrocarril ( 1890).

Expansión territorial Otro facto r que contribuyó poderosamente a acrecentar esa tendencia hacia la interrela­ ción mundial fue la expansión territorial de las metrópolis europeas, que las llevó a extender su dominio sobre una amplia porción del pla­ neta. Amparadas en la búsqueda de mercados, en el con trol de materi as primas estratégicas, o en el sentimiento de superioridad del hom­ bre blanco sob re otras razas encubierto baj o supuestos ideales civilizadores, varias nacio­ nes europeas empezaron a acotar el mundo repartiéndoselo en áreas de influen cia. La he­ gemonía de las potencias europeas imperialis­ tas se tradujo en la imposición al resto de las

sociedades del planeta de sus estructuras pro­ ductivas, sus fonnas de organización y sus es­ quemas de valores. La civilización occidental se convirtió en un poderoso elemento de ho­ mogeneización internacional. Por encima de la diversidad de las otras civilizaciones, estableció una historia mundial única, la suya. El dominio occidental se sustentó en su su­ perioridad militar, pero lo que hizo posible la obt ención de esa supremacía y su posterior afia nzamiento fue el avance científico y tec­ nológico, junto a la concepción de un merca­ do mundial intercom unicado. El h omb re blanco irradió su concepción de! tiempo, el espacio, la administración, la economía, la so­ ciedad y la cultura a las otras sociedades. El

El acortamiento de dis­ tancias merced a los tra/lSportes, cada vez más rápidos, fue una CO/lStante. En las fo tos se puede ver una muestra de los inicios de los transportes moderrw5. Arriba, el tren Tra/lSibe· nano. Sobre estas líneas, sir Maleo/m Cambell, CO/lStructor y piloto de automóviles de carreras, en SU veloz automóvil Blue Bird.

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Los desafíos de la globa!ización 10

colonialismo europeo configuró un mundo a su medida: recorrido por trenes y vapores di­ señados por sus ingenieros; administrado por funcionarios y agentes de las metrópolis; co­ nectado por las redes comerciales de sus em­ presarios; avalado por los créditos y e! mo­ vimiento de capitales de sus banqueros e inversores; asentado sobre los descubrimien­ tos de sus científicos; custodiado y defendido por sus militares; impulsado por la labor de sus médicos, sus maestros y sus misioneros, difusores de la pedagogía de! progreso entre los pueblos que carecían del sentido de la modernidad occídental. Ciencia, técnica y economía compusieron una mitología qu e impregnó al conjunto de! planeta de! mode­ lo occidental, que dotó de una fisonomía pe­ culiar al capitalismo. En ese sistema, que continuó girando en torno al eje europeo hasta e! comienzo de la Primera Guerra Mundial, en 1914, e! impe­ rio británico era e! polo económico y financie­ ro por excelencia. También era el elemento de referencia para la conexión entre los diferen-

La telegrafía sin hilos inauguró la era de la comunicación. Sobre es, tas líneas, Marconi (de pie) y U1W de sus cola· boradores junto al apa· ralo con que se realizó la primera transmisión. Arriba, derecha, transo misar Marconi de 5 kw.

tes territorios del planeta. A través del tendido de cables submarinos, que empezó en 1851 uniendo París a la plaza financiera de Londres y terminó en 1902 con e! Transpacífico, la In­ glaterra victoriana controlaba la red de comu­ nicación más importante del planeta. En 1901 la letra «s» cruzó el Atlántico por obra de un aparato diseñado por Guglie!mo Marconi (1874-1937). Se abría la era de la comunicación por radio, y los británicos se colocaban una vez más en la vanguardia del aprovechamiento de la telegrafía sin hilos cOrr-la constitución de la sociedad British Marconi. Pero en aquella coyuntura de prin­ cipios de siglo e! control de los medios de comunicación ya se percibía como una fuen­ te de poder, de ahí que el resto de las poten­ cias europeas no se resignasen a aceptar que Gran Bretaña aprovechase ese nuevo medio para reforzar su hegemonía en el ámbito de las comunicaciones. Las disputas para deter­ minar cómo se regularía ese vehículo de co­ municación dieron lugar a dos conferencias internacionales celebradas en Berlín en 1903

y 1906. Su resultado fue la aceptación de la libre competencia entre los miembros del restringido club de propietarios de patentes, cuya utilización supervisaría la Unión Radio­ telegráfica Internacional, creada en 1906. El establecimiento de la regla "primer llegado, primer servido» para la adjudicación de una longitud de ondas sentó, en la práctica, las bases para un orden desigual de la comuni­ cación mundial, que condujo a la casi mono­ polizacíón del espacio radiofónico por una minoría de países.

La industria informativa y cultural En los albores del siglo XX resultaba patente que la comunicación no era tan sólo una for­ ma de enlazar las diversas partes del mundo, también servía para determinar la situación que ocupaba cada país en la escala de poder internacional. El ferrocarril ya había sido utilizado para dar mayor movilidad a los ej ércitos. El telé-

Expansión de los medios de comunicación

grafo se empleó en la recepción y emisión de informaciones sobre el curso de las operacio­ nes militares. La comunicación por radio, in­ cluso, se reservaría para uso militar hasta el fi­ nal de la Primera Guerra Mundial. El dominio de los medios de comunicación era una baza geoestratégica en el tablero de las potencias europeas. Las grandes agencias de noticias europeas también nacieron en el siglo XIX. Un mundo pujante, donde las distancias se acortaban y los intereses de las naciones se extendían a rinco­ nes del planeta antes casi ignorados, requería una información que desbordase el estrecho marco nacional. En 1835 se fundó la agencia francesa Havas, en 1849la ale­ mana Wolff, en 1851 la británica Reu­ ter. Por aquellos años tam­ bién se creó la agencia estadounidense Asso­ ciated Press, en 1848, pero las únicas que te­ nían una verdadera en­ vergadura internacio­

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El telégrafo fue decisivo en la difusión de la in­ formación. Arriba, ciu· dadanos londinenses le­ yendo el primer parte de guerra llegado del frente en el año 1914. Abajo, telégrafo de W E. Saw­ yer (1876).

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Los desatlos de la globalización

Expansión de los medios de comunicación

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12 ll:'!.\rJban en el horizonte de una actividad re­ glll.lda por criterios industriales, por la div er­ , ¡¡iLación de funcion es y por la obtención de ren dimientos. La cultura no permaneció ajena a ese fenómeno.

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NO, HEAR ME! HUH!

Prensa y sentimientos

nal eran las tres agencias europeas. De hecho, en 1870 suscribieron un tratado de alianzas por el cual dividian el mundo en esferas de in­ fluencia. Cada una de ellas se comprometía a no distribuir información en los territorios de las otras. A la agencia Havas le correspondían Fran­ cia, Italia, España, Portugal, el Próximo Oriente, Indochina y América Latina. Wolff concentraba su acción en la Europa central y septentrional. Reuter se reservaba el conjun­ to del imperio británico, Países Bajos y sus co­ lonias, Australia, las Indias Orientales y Ex­ tremo Oriente. Algunas zonas, como el imperio otomano y Egipto, se basaban en acuerdos de explotación común, mientras que otras, como Estados Unidos, eran decla­ radas neutras. El mercado de la información adq uiría de esta manera una escala mundial, sujeta a los intereses geopolíticos yeconómi­ cos de las grandes poten cias del mom ento. Esa organización oligopolista iba a durar algo más de medio siglo. La información periodística no era la única que ampliaba sus redes para cubrir un espacio cada vez más dilatado, algo similar ocurría en el campo de la información económica. Las

A la izquierda, el mag­ nate de la prensa W R. Hearst. Sobre estas líneas, un grabado anó­ nimo alusivo a la guerra de Cuba, finalizada e1l 1899. Abajo, Paul fulius Reuter, fundador de la agencia de noticias del mismo nombre.

empresas que se ocupaban de suministrar da­ tos sobre el crédito y la solvencia de las firmas habían aparecido en Europa en el transcur­ so del siglo XIX. Sin embargo, habría que es­ perar hasta las décadas finales de esa centuria para que la agencia estadounidense 1. Walter Thompson pusiera en marcha los primeros mecanismos de observación y análisis del mercado internacional. En 1888 editó el pri­ mer anuario bilingüe (francés-inglés) con in­ formación sobre los mercados y la prensa es­ tadounidense dirigida hacia los europeos. En 1899 instalaba en Londres una oficina encar­ gada de asesorar a los industriales yempresa­ rios europeos que pretendían acceder al mer­ cado de Estados Unidos. Se conv ertía así en el arquetipo de empresa consultora moderna, en una coyuntura en que el mundo de los ne­ gocios empezaba a valorar la posibilidad de disponer de una información fiable y contras­ tada, en un contexto en que aparecían tam­ bién diarios tan emblemáticos más tarde de la prensa económica como el Financial Times en Londres (1888) y el Wall Street Journal en Nueva York (1889). Las noticias de actualidad, el mundo de los negocios, los circuitos de la información se in­

El género más característico de un a "litera­ tura industrializad3» en el siglo XIX había sido la novela sentimental por entregas, el folletín. La explotación de los sentimientos más prima­ rios servía como gancho para atraer al lector, en una estrategia que tenía que ver con el de­ seo de incrementar las tiradas de los periódicos en que se publicaban. En conexión con esa in­ tención de captar la atención de los lectores adquirió también una considerable resonancia un modelo de periodismo desarrollado por los rotativos estadounidenses, la preferencia por la noticia con interés humano, la news value. Frente a la prensa europea, que daba priori­ dad a las noticias de índole política y diplo­ mática, la prensa estadounidense buscó temas y formas de tratarlos que acercaran la noticia al lector, que le provocaran una reacción ante los sucesos que se narraban. La guerra hispa­ no-norteamericana de 1898 fue un momento de consagración de ese tipo de periodismo, de la mano de la prensa sensacionalista enca­ bezada por William Randolph Hearst (1863­ 1951). Su campaña de movilización de los sentimientos mediante imágenes que apela­ ban a rebelarse contra el trato inhumano qu e los españoles daban a los cubanos se convirtió en la coartada para una intervención imperial revestida de misión humanitaria. Su actua­ ción avanzaba el gran poder de convocatoria e influencia de esa modalidad informativa. Nada más elocuente que la reacción del pro­ pio Hearst al comunicarle los corresponsales que había enviado a Cuba que no había nada de que informar y que no habría guerra. Su respuesta fue contundente: "Suministren ilus­ traciones, yo proporcionaré la guerra». No fue ésta la única innovación estadouni­ dense en el terreno de la popularización de la cultura a través de la prensa, como medio para extender su radio de lectores. En la últi­ ma década del siglo X IX los cómics adquirie­ ron sus rasgos más característicos.

La prensa estadouniden­ se incorporó muy pronto a sus pági1las las «tiras cómicas») o viñetas. Arriba, viñeta de Litde Nemo de Winsor Mc­ Cay, que empezó a pu­ blicar el New York He­ raid el 1S de octubre de 1905. Abajo, Super­ man, de J Siegel y J Shuster, ejemplifica la industrialización de U1l cómic que, editado en 1938 por Action Co­ mies, pasó luego a la em ­ presa competidora DC

Cómics, discos y películas La producción y difusión de los cómÍCs se someterían a la gestión de un nuevo mecanis­ mo, el syndicate, que se convertía en propieta­ rio exclusivo de los derechos de autor y de su comercialización posterior. El primero de ellos lo creó también Hearst en 1909, el In­ ternational News Service, que además de los cómics vendía a la prensa otros materiales como traducciones, reportajes, artículos o jue­ gos de palabras. En 1915 el grupo Hearst fun­ dó un segundo syndicate, King Feature, que se convertiría en el principal suministrador mundial de cómics. La cultura popular se adaptaba a los principios de la división del tra­ bajo y la estandarización. El fonógrafo construido por Thomas A. Ediso n (1847-1931) en 1877 y la proyec­ ción de imágenes realizada por los hermanos Lumiere (Auguste, 1862-1954; Louis, 1864­ 1948) en 1895 constituyeron dos aconteci­ mientos destinados a revolucionar el panora­ ma cultural del futuro. Tanto la industria fonográfica como la cinematográfica se con­ cebirían desde sus orígenes con dimensión internacional.

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Los desafíos de la globali zación 14 La intenU:lcionalización de la industria c.inema­ tografica era difícil de prever en 1902 cuando Georges Méliés !'Odó Vi3je a la Luna, algu­ nos de cuyos fotogramas aparecen en la foto. En / 903 Méliés /Uva que abrir una sucursal de su productom Star fll", en Nueva York para evitar la circulación de copias ilegales de sus películas 1ft/e existía en Estados Unidos.

La industria discográfi­ ca apostó desde el prin­ cipio por la ópera , un éxito de ventas seguro. Abajo, primitiua graba­ ción en vinilo de 78 re­ voluciones de Lucia di Lammermoor, de Gae­ tarlO Donizetti ca ntada por Enrico Ca ruso.

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Expansión de los medi os de comunicación

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La «otra» prensa

En la industria de la música se sucedió a un ritmo vertiginoso la creación de sociedades interesadas por su desarrollo comercial. La francesa Pathé Fré res en 1897, la britá ni ca The Gramop hone Com pany y la alema na Deutsche Grarnmophon en 1898, la estadou­ nidense Victor Talking Machine en 1901 . Al año siguiente se prod ucí a el primer registro satisfactorio de la voz humana, en este caso la de Enrico Caruso (1873 - 19 21 ). En 1904 un disco del tenor grabado en Milán sobrepa­ saba los tres millones de ej emplares ve ndi­ dos. Las grandes com p añías fonográficas aseguraban la distribución a través de una red internacional de agentes locales. No fue menos vert iginosa la expan­ sión del cine mat ógrafo, que se difundió por Europa y Estados U nidos casi al mismo tiempo que p or bastantes países de Améri ca Latina y Asia_ A comienzos del siglo xx, las productoras francesas Pathé

y Ga um ont ejercían un a posición d e casi monopolio en el sector. Su control se exten­ día a toda la cadena de producción y comer­ cialización, incluida ta nto la compra de salas, como la fabricación y venta de aparat os y la producció n de películas. También disponi an de sucursales repartidas por todo el mu ndo. Frente a su hegemonía, el único recurso de países como G ran Breta ña y Alemania era concentrar sus esfuerzos en la distribución y la explot ación. Por entonces, daba sus prime­ ros pasos el enclave cin em atográfico de Hollywood, lejos aún de la relevancia qu e adquiriría unos años más tarde_ Todos esos medios de comunicación, infor­ mativos y culturales, transmitían una noció n de civilización, de progreso lineal y continuo, a la medida de sus creadores. Era un a influencia en sentido único: la proyección mundial del modelo occidental, que por entonces todavía presentaba un marcado ascendiente europeo.

Arriba, grabado anóni­ mo que ilustra una de­ mostración callejera del gramóf01w, un inven­ to revolucionario para la mÍ/sica. E" el primitivo gramófono, un mecanis­ mo de '" uelle movía el plato sobre el que se colocaba el disco.

La emergencia de la opinión pública y de la propaganda de masas El enfrentamiento bélico desatado entre 19 14 y 19 18 fue el exponente de la primera guerra total. Los combates no se limitaron a los campos de batalla, la guerra tuvo su prolonga­ ción politica, económica e ideológica. La movi­ lización de las conciencias se contempló como un factor de primer orden para cohesionar a la propia retaguardia, para desmoralizar al ene­ migo y atraerse la simpatía de los neutrales. Casi todos los beligerantes contaron con servi­ cios de propaganda y censura de noticias. El más dinámico fue la Crewe House britá­ nica, que reu ni ó entre sus colab oradores a H erbert G Wells ( 1866- 1946) y J Rudyard Kipling ( 1865 -1 936), y que hizo de Londres e! foco de info rmación del m u ndo sobre la guerra gracias al soporte técnico del imp erio brit áni co. En Francia, periodist as y edit ores

La tendencia a la m onopolización de la información a través de la creación de grandes grupos empresariales, muchas veces teniendo bajo su control diferentes medios, fue una tentación temprana. Frente a la información adaptada a los intereses de las grandes empresas, de los gobiernos o de ambos, se hacía necesaria una alternativa desde la base social que asegurara e! pluralismo ideológico e informativo. Los partidos políticos de izquierdas rompieron el fuego en Europa a principios de! siglo xx con sus propias publicaciones. Años más tarde, y sobre todo tras la Segunda Guerra Mundial, diversos colectivos alternativos, tanto en Estados Unidos como en Europa, editaron prensa alternativa. Los fanzines, unas revistas marginales herederas de la cultura underground de la segunda mitad de la década de 1960, fuer on aún más allá en el uso de la libertad de 'eKpresión y, en algunos casos, se reconvirtieron en prensa periódica utilizando los canales de distribución normalizados. Al mismo tiempo, aparecían los autodenominados comix, que se rebelaban frente a los dictados de los grandes syndicates.

Jean Jaurés, fundador del diario socialis­

ta t:Humanité en 1904, más tarde portavoz del Partido Comunista

Francés, gran defensor de la libsrtadde

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La propaganda de ma­ sas alcanzó su máxima di men5Íón en la época

de los regímenes totalita­ ríos europeos. La cuida­ da puesta en escena de esta concentración de ju­ ventudes fascistas ante Benito Mussolini (arri­ ba) es buena muestra de la utilización del in­ cuestionable valor de la iconografía política en la que ética y estética pare­ cen formar un todo. A la izquierda, ilustración es­ pañola contra la guerra de Marruecos que se saldó con el desatre de Annual en 1921,

formaron parte de la Maison de la Presse, que tenía corresponsales en las sedes diplomáti­ cas y elaboraba boletines informativos y re­ portajes para su difusión en el exterior. En Es­ tados Unidos se creó el Committee on Public Information, en cuyo seno trabajaron algunos periodistas que más tarde aplicarían los cono­ cimientos adquiridos a la industria de las re­ laciones públicas. En Alemania se otorgó una

especial atención al terreno cinematográfico, gestándose la Universum Film AG pa ra llevar a la pantalla las noticias sobre el frente, si bien el proyecto apenas tuvo tiempo de cuajar. La paz trajo consigo el desmantelamiento de los organismos oficiales dedicados a la ac­ ción propagandística. En unos países, como fue el caso frances, se reconvirtieron hacia el desarrollo de una política cultural exterior di­ rigida a captar a las elites locales y a difundi r la cultura francesa en las sociedades extranje­ ras. En otros, como fue e! caso británico, se transformaron en entidades vinculadas con e! estímulo de! comercio exterior, al fundarse el Marketing Board con e! cometido de promo­ ver los productos de! imperio. En cualquier caso, si tras la guerra casi todos los gobiernos renunciaron a la explotación política de la propagand a, sus potencialidades sobre el de­ senvolvimiento de las sociedades de masas no pasaron desapercibidas para los politólogos y los publicistas, sobre todo en Estados Unidos. La guerra mundial puso de relieve la emer­ gencia de la opinión pública como elemento a considerar en el debate político. Sectores de población cada vez más numerosos, antes re­

legados de los círculos de notables donde se tomaban las decisiones políticas, demandaban una participación más activa en la vida públi­ ca. La sociedad de masas cristalizaba en la ex­ pansión del mundo urbano, en la ampliación de las oportunid ades de formación educativa, en la extensión de las bases electorales. La concepción de la diplomacia tradicional, campo reservado a los arcanos de la nego ­ ciación y los acuerdos secretos, empezaba a ceder terreno frente a una noción de las rela­ ciones internacionales más abierta, que reco­ nocía la interacción de los gobiernos y las so­ ciedades. Bajo tal es premisas se concibió en 1920 la Sociedad de Naciones, alentada por el presidente estadounidense Thomas Woo­ drow Wilson (1856-1924), a cuyo desen­ volvimiento habría de cooperar la configura ­ ción de una opinión pública mundial que actua ría como contrapeso de las disputas en­ tre países. El aná lisis de esa nueva realidad que se abria a las relaciones internacionales, con la irrupción de acto res no-estatales y e! empleo de las técnicas propagandísticas, dio lugar a la aparición de las primeras obras en que se perfilaba una sociología de los medios

La abundancia de como bustible, {os automóviles y el ocio fueron indica· dores de la boyante eco· nomía estadounidmse a inicios de siglo. A la izo quierda, automóviles en hora pu nta, Sobre estas lineas, campos petrolí­ feros de Texas. Abajo,

de comunicación. Esos libros sobre la opinión pública y la propaganda de guerra se convir­ tieron en textos de referencia de las escuelas de periodismo.

una mujer con cámara

Si el mundo universitario se hacía eco de las mutaciones que implicaba la sociedad de ma­ sas, no era menor la receptividad del mundo de los negocios. Tras la guerra mundial, la posición económica de Estados Unidos se había visto considerablemente reforzada , Las naciones europeas beligerantes tu vieron que recurrir a préstamos exteriores para pagar los gastos oca­ sionados por el conflicto y la reconstrucción posterior, lo que significó que Estados Unidos emergiera como e! primer acreedor mundial. El dólar desplazaba a la líbra esterlina como di­ visa fundamental de las transacciones interna­ cionales. El sistema fordista, basado en la pro­ ducción en cadena, y las posibilidades de su mercado interior dinamizaron la economía es­ tadounidense. En la década de 1920 el meri­ diano de la economía mundial ya pasaba por Nueva York, y no por Londres. El desarrollo del márketing estuvo estre­ chamente asociado a las estrategias fordistas de gestión de las empresas, a la am pliación de los mercados mediante la incorporación de capas de población cada vez más numerosas a los circuitos del consumo. Más productos y

fotográfica de fuelle.

Negocios y márketing

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Los desafíos de la globalización

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más bara tos para m ás gente, a la q ue hab ia que convencer de las ventajas del articulo que adquiria. Muestra ilustrati va de esa tendencia fue la asociación entre la firma automovilis­ tica General Motors y la agencia 1. Walter Thompson, en 1927, para que ésta se encar­ gase de la representación y public id ad de aqué lla. La red internacional d e la agencia, que se ram ificó en los años siguientes por di­ versos países de Europ a, América Latina y puntos de Asia y O ceanía, pronto atraería las peticiones de nuevos clientes, entre los q ue estaban Eastman-Kodak, Kellogg's o Ford. Entre las décadas de 1920 y 1930 las agen­ cias de publicidad se erigieron en portavoces de la cultura comercial, dando lugar a la crea­ ció n de sociedades dedicadas a la preparación de estudios de mercado y a la confección de encuest as de opinión como las desarr olladas por la agencia Gallup. El empuj e de esta indus­ tri a de la comunicación cristalizó en 1938 con la fundación en Nueva York de la Internatio­ na l Advertising Association, organización en­ cargada de la defensa de los intereses profesio­ nales del sector.

El cartel, comunicación política y publicitaria A la izquierda, cartel en favor de la paz de la épo· ca del estalinismo sovié· tico. A la derecha, obra del cartelista Adolphe Mouron, llamado Cas­ sandre, realizada en 1927 para la Compañía de Ferrocarriles belga.

La gran industria del cine La incipiente sociedad de masas presentaba un terreno fértil para la paralela expansi ón de la sociedad de consumo. El cine estaba llama­ do a convertirse en uno de los vehículos m ás pot ent es de esa superposición, por su doble carácter de instrumento de prom oción cultu­ ral y empresa comercial. También en este ám­ bito la guerra mundial modificó su ritmo. En 19 19 la proporción de pelíc ul as proce­ dentes de Estados Unidos que se proyectaron en salas euro peas ascendía al nove nta por cient o. Los estudios de H ollywoo d hab ían adquirido su mayoría de edad en un corto es­ pacio de t iempo. La tendencia hacia la con­ centración en lo que se denomi nó las ci nco majoTs (Paramount, Metro- Goldwyn-M ayer, 20th Century Fox, Warner y RKO), unida a la amortización de las películ as por los ingresos generados en el mercado interior estadouni­ dense y a su agilidad para ocupa r los me rca­ dos que el conflicto había dejado desabaste­ cidos, faci litaron a las firm as de aquel país su expansió n en el exterior.

Expansión de los medíos de comunicaciÓn

Los avances en las técnicas de impre­ sión que se habían producido durante el si­ glo XIX , como la litografía y el fotograbado, fomentaron el uso de carteles con diversos objetivos: la promoción de ventas de nove­ las por entregas, la incipiente publicidad, etcétera. Pero es desde comienzos del si­ glo xx cuando su uso se generaliza con una clara doble finalidad, la de dar a cono­ cer ideas o productos. El cartel político fue extensamente utilizado durante las dos guerras mundiales por los bandos conten­ dientes. Carteles que animaban a alistarse en las fuerzas armadas, carteles que ridi­ culizaban al enemigo o carteles que procla­

maban las victorias en el frente. Mu­

chos artistas colaboraron en esta

tarea de propaganda política, que

también sirvió para renovar el diseño

gráfico y la tipografía. M. Ludwig y

John Heartfield en la Alemania nacionalsocia­

lista y la posbélica respectivamente; el arquitec­

to, pintor, tipógrafo y diseñador soviético El Lis­

sitzky, o Joan Miró con su famoso cartel Aidez

l'Espagne, son sólo algunos ejemplos.

El cartel publicitario, por su parte, presente a lo largo de todo el siglo, cobró un nuevo ímpetu en la década de 1960 paralelamente a la irrup­ Arriba, cartel de Toulou· ción de la sociedad del bienestar y el consumo. se-Lautrec que anuncia­ A finales del siglo, el extraordinario poder del ba una actuación de la spot televisivo relegó en cierto modo al tradicio­ bailarina Jane Avril en nal cartel, que se reencarnó en dos nuevas for­ 1893. Sobre estas líneas, cartel propagandfstico mas, la valla publicitaria y el flyer, especie de del banco nacional en la tarjeta postal que contiene publicidad de deter­ Guerra Civil Española. minado producto o servicio. No obstante, el car-

tel publicitario de productos cultura­ les (discos, conciertos, teatro, cine) siguió teniendo una importante presencia urbana. Al igual que en el caso del cartel poi ítico, el publicita­ rio ha contado a lo largo de su his­ toria con un buen número de artis­ tas de otras áreas que no han desdeñado esta forma de expre­ sión plástica. Toulouse-Lautrec o Matisse unieron así sus nombres al de grandes diseñadores gráficos Sobre estas líneas y a su como Jan Tschichold, creador del conocido izquierda, dos carteles logotipo de Penguin Books, Milton Glaser o de la Guerra Civil Espa­ Neville Brody, director artístico de la revista ñola, uno parodiando al británica de nuevas tendencias The Face. bando nacional y otro, de Joan Miró, el famoso Aidez l'Espagne.

A la derecha, valla publi­ citaria luminiscente pre­ sente en los Juegos Olímpicos de Atlanta de 1996.

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Los desafios de la globali,wción

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Expa nsión de los medios de com unicación

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Junto a la difusión de las peliculas estadou­ nidenses se popularizaron, también, las series de dibujos animados de Walt Disney (1901­ 1966), que ya en la década de 1930 aparecie­ ron además publicadas en forma de viñetas ilustradas en algunos periódicos europeos. Frente al avance imparable de las compañías cinematográficas americanas, la respuesta adoptada por países europeos como Alemania y Francia fue establecer cuotas anuales de proyección de películas extranjeras para pro­ teger sus producciones nacionales. An te tales barreras proteccionistas, las firmas estadounidenses apelarían a la libre compe­ tencia, la democratic marketp/¡;¡ce, como única pauta que habría de determinar las reglas del intercambio comercial. Tal argumentación se utilizaría, así mismo, para desmontar la hege­ monía europea en el ámbito de la informa­ ción periodística. La guerra permitió a las agencias estadounidenses Associated Press y United Press International, creada esta última en 1907, tomar posiciones en territorios antes controlados por sus competidoras europeas, especialmen­ te en América Latina. Desde 1930 la ac­ ción combinada de ambas acabaria con el control oligopolista de las agencias de noticias europeas edificado en 1870, al contraponer a

La competitividad en la industria de la comuni­ cación exigía la intro­ ducción de constantes innovaciones tecnológi­ cas. Estas innovaciones fueron notables en el te­ rreno del cinematógrafo y de la prensa. Arriba, imagen que muestra la grabacióll del famoso rugido del león de la Metro en 1928. Abajo, Pinocho, según Disney.

la estrategia de las esferas de influencia el principio del libre acceso a la información en todas partes del mundo. La capacidad de innovación tecnológica es­ tadounidense pronto colocó t ambié n a sus empresas en condiciones de competir en el sistema mundial de comunicaciones. Durante la Primera Guerra Mundial se perfeccionaron los dispositivos telegráficos y telefónicos, campos en los que Gran Bretaña mantenía su liderazgo. Al acabar el conflicto bélico, la marina estadounidense impulsó una alianza estratégica de empresas privadas interesadas por este sector, que dio lugar en 1920 a la creación de Radio Corporation of America (RCA). Baj o su im pulso se co nstituyó, en 1926, la primera red radiofónica de Estados Unidos, la National Broadcasting Co. (NBC), al mismo tiempo que el gobier­ no británico ponía en marcha la Bri­ tish Broadcasting Corporation (BBC). Al año siguiente un nu evo operador radiofónico entraba en fu ncio namiento en Estados Unidos, la Columbia Broadcas­ ting System (CBS). Poco después, en la déca­ da de 1930, la International Telegraph & Telephone (ITI) empezó a disputa r a las compañías británicas el mercado latino­ americano de las comunicaciones a larga

distancia, que éstas habían conservado hasta entonces en régimen de monopolio. Las deri­ vaciones económicas del desarrollo de las te­ lecomunicaciones y sus implicaciones en el escenario internacional resultaban evidentes, como también se hacía cada vez más patente su funcionalidad política.

La radio al servicio del poder También en la década de 1930 la radio fue el medio de propaganda política de mayor im­ pacto sobre la sociedad. Ya en 1920 se había utilizado en Estados Unidos para anunciar los resultados de las elecciones a la Casa Blanca, y en la década siguiente el presidente Franklin D. Roosevelt (1882-1945) con sus charlas «ante la chimenea)) radiadas a todo el país logró mtrodu cirse en los hogares estadounidenses para difundir la pedagogía del New Deal. Pero antes de que los dirigentes políticos estadounidenses se apercibieran de la ca­ pacidad persuasiva de la radio para conec­ tar con los oyentes, en otros países se ha­ bía tomado conciencia de las posibilidades propagandisticas de este «periódico sin pa­ pel y sin fronteras )), tal y como lo deno­ minara Lenin (1870- 1924).

En 1932, el presidente Franklin Delano Roose­ velt abrió una nueva etapa con la política del New Deal. Trans­ formó el hasta emollces Estado no intervencio­ nista eH un estado del bienestar Arriba, iz­ quierda, Roosevelt du­ rante la campaña elec­ toral de 1936; sobre estas líneas, pronuncian­ do un discurso radial.

El nuevo régimen político establecido en Rusia en 1917 hizo de la exportación de la re­ volució n uno de sus fundamentos. Por un lado, servia para cohesionar en otros países a grupos politicos afines que se opondría n a cualquier acción ofensiva contra la Unión So­ viética; por el otro, le daba una plataforma de influencia exterior a través de la red de parti­ dos integrados en el Komintern, creado en 1921 para coordinar sus estrategias políticas y, sobre todo, para asegurar el control de la Unión Soviética sobre el movimiento comu­ nista internacional. Para conseguir esos objeti­ vos, las tácticas de agitprop - aplicadas por los bolcheviques para consolidar su dominio so­ bre el interior del país- se irradiarían más allá de sus fronteras. En 1922 comenzó a funcio­ nar una potente emisora de radio destinada a llevar a los proletarios de otros países el men­ saje de la revolución. Un año más tarde to ­ ma ba cuerpo la agencia de noticias Tass. A finales de esa década desde el Krernlin se realizaban emisiones radiofónicas re­ gulares en alemán, francés e inglés, entre otros idiomas. Los regímenes totali tarios de corte fas­ cista recurrieron también a ese medio de comunicación para controlar a la opi­ nión pública interior y para propagar en

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Expansión de los medios el e com unicación

Durante la Guerra Civil Española la foto­ grafía fue utilizada también como arma.

A la derecha, tropas franquista s escoltan a un prisionero republica­ no. A la izquierda de estas líneas, la famosa instantánea de Robert Capa que muestra la muerte de w¡ soldado republicano. La apari­ ción de la prestigiosa revista estadounidense Ufe en 1936 (abajo) otorgó a los fo tógrafos de prensa un medio pri­ vilegiado de difusión de su obra, al tiempo que comunicaba sutiles mensajes políticos.

el exterior su doctrina política . El régimen nazi, establecido en Alemania en 1933, iba a convertirse en poco tiempo en un experto en la manipulación de las masas mediante el empleo de las técnicas de comunicación. De la mano de Joseph Goebbels (1897-1945), el cine, la prensa y la radio se pusieron al servi­ cio del proyecto expansionista formulado por Adolf Hitler (1889-1945), para demos­ trar e! irresistible avance de los «modernos estados totalitarios» frente al ocaso de los «caducos sistemas políticos liberales». Desde la emisora de radio de Zeesen, en los alrede­ dores de la capital alemana, la propaganda nazi emulaba el ejemplo soviético y con oca­ sión de los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936 ya con taba con programas en 28 len­ guas. La Italía fascista tampoco descuidó la utilización de la radio en su proselitismo in­ ternacional y, a partir de 1935, realizó emi­ siones en árabe dirigidas hacia África y Oriente Medio. La Guerra Civil Española, como también ocurrió con el ensayo de nuevas annas y téc­ nicas de combate, fue un campo de pruebas para la propaganda radiofónica en lenguas ex­ tranjeras, empleada por los dos bandos con­ tendientes para ganarse a la opinión pública internacional. Ese conflicto actuó como deto­ nador de la respuesta de las democracias ante e! desafío de los regímenes totalitarios. Desde 1938 la BBC realizó emisiones en alemán, es­ pañol y portugués para contrarrestar la propa­ ganda alemana. El gobierno de Estados Uni-

nales de las agencías de publicidad y d e las relaciones públicas, a los sociólogos, los psicó­ logos y los antropólogos.

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El papel de la comunica­ ción propaga1ldística contó COI! especialistas, como Joseph Goebbels (abajo) en la Alemania nazi.

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dos movilizó a las empresas privadas de la ra­ diodifusión con intereses en América Latina para que se opusieran a la influencia que ejer­ cía Alemania en la región a través de sus co­ lonias de emigrantes. A raíz del estallido de la Segunda Guerra Mundial los medios de comunicación de ma­ sas adquirieron un pape! estratégico de pri­ mer orden, en consonancia con la importan­ cia otorgada a la guerra psicológica. En el campo del Ej e la propaganda ensalzó los éxi­ tos militares iniciales, buscó la com plicidad de los emigrantes alemanes e italianos repar­ tidos por e! mundo, y contrib uyó a mantener la disciplina interior cuando la guerra cam­ bió de signo, En el bando aliado, la radio de Londres, con sus emisiones en 23 lenguas di­ ferentes, se convirtió en la voz de la resisten­ cia y la esperanza en e! combate contra el fas­ cismo. Al otro lado de! Atlántico, tras la entrada de Estados Unidos en la guerra, nació en 1942 Voice of America, emisora oficial destinada a propagar los valores democráticos frente a los principios totalitarios. La propa­ ganda hacia e! exterior se escindió entre dos organismos: el Office of War Information (OWI) se encargó de la propaganda directa y contó con la colaboración de los estudios de Hollywood, las producciones de Walt Disney,

o las revistas Time, Life y Reader's Digest; el Office of Strategic Service (OS S) se ocupó de la propaganda clandestina y las operacio­ nes de desinformación. Las dos contiendas mundiales del siglo xx tuvieron un efecto devastador por las pérdi­ das de vidas humanas y las grandes destruc­ ciones que ocasionaron. Pero, al mismo tiempo, constituyeron un fac tor muy importante en e! proceso hacia la uniformización del planeta. Sus repercusio­ nes se extendieron a todos los continentes, sus efectos se apreciaron en casi todos los rin­ cones de la Tierra, en mayor medida en e! úl­ timo de los co nflictos bélicos. El mundo que emergía tras él tenía mucha mayor concien­ cia de su interdependencia . Las redes de co­ municación se habían diversificado, las im­ plicaciones de ese proceso afectaban a las relaciones sociales, a las pautas de consumo, a la vida política. Un testimonio ilustrativo de ese cambio lo exponía la diferente composición de los orga­ nismos de propaganda entre una y otra gue­ rra. En el confli cto de principios de siglo, los periodistas y los escritores fueron los princi­ pales protagonistas de su elaboración yejecu­ ción. En la última guerra, el reclutamiento de ese personal se habia extendido a los profesio-

La relativización de las distancias Paralelamente a la movilización propagan­ dística generada por las guerras mundiales, con el consiguiente desarrollo de los medios de comunicación social, la vertiginosa evolu­ ción de los medios de transporte modificó la concepción de las distancias. Dos medios de locomoción en especial, el automóvil y el avión, se convirtieron en protagonistas de una transformación de las relaciones del hombre con su entorno, de una fluidez sin precedentes de las comunicaciones entre sociedades y que produciría importantes mutaciones en la vida cotidiana .

La irrupción del automóvil La aplicación de! motor de cuatro tiempos al movimiento de vehículos estaba destinada a al­ terar radicalmente la fisonomía del mundo en e! siglo xx. En las primeras décadas de la cen­ turia se sucedieron las innovaciones técnicas en la estructura de los automóviles: neumáticos hinchables, dispositivo bateria-ruptor-distribui­ dar para arrancar e! motor, frenos hidráulicos en las cuatro ruedas, amortíguadores, dirección

Con el Lizzie, nombre con el que se conocía el Ford T de /908, el auto­ móvil dejaba de ser pa­ trimOnio de las clases acomodadas y se conver­ tia el! un objeto de con­ sumo generalizado. So­ bre estas líneas, unidades de Ford T pro­ ducidas en serie y almacenadas en grandes barcazas. Henry Rabin­ son Luce (abajo) fue el creador de revistas como Life, Time, Fortune y Sports IIIustrated, que alcanzaron una gran di­ fusión.

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Los desafíos de la globali zación 24

por cremallera, árbol de levas, carrocería de acero, etcétera. Las carreras y competiciones popularizaron la difusión de ese nuevo medio de locomoción. Sus servicios durante la Pri­ mera Guerra Mundial para el transporte de tropas dinamizaron el sector, que al acabar el conflicto comenzó a aplicar las soluciones planteadas por Henry Ford (1863-1947) para racionalizar su producción y ponerlo al alcance de un público cada vez más numeroso. El au­ tomóvil se convirtió en el motor de la segunda revolución industriaL Con el discurrir del siglo la propiedad de un automóvil dejó de ser un símbolo de distin­ ción social para considerarse un bien necesario. A esa metamorfosis contribuyeron activamen­ te la implantación generalizada del sistema de venta a plazos y la aportación de la publicidad. La sociedad de consumo tuvo uno de sus pila­ res en el cambio de moral colectiva que susti­ tuyó la anterior confianza en el ahorro y el esfuerzo como condiciones para prosperar por el principio de gratifica­ ción instantánea, según el cual se podían adquirir bienes a crédito y empezar a disfrutarlos sin demoras. El acceso de amplias capas de pobla-

En sus inicios, el

automóvil asumió el rango de símbolo de un determinado estatus. Arriba, dos jóvenes de 1925 al volante de sus bólidos, que contrastan con el pequeño coche electrónico de Renault fabricado para la ciu­ dad a finales del siglo.

ción a una serie de productos hizo de la de­ manda el factor esencial del crecimien­ to económico a partir de entonces, un papel que previamente había correspondido a la ofer­ ta en las sociedades industrializadas. El consu­ mo a crédito actuó como un potente estímulo para la producción, que aparejó el incremento de la renta global y la elevación del nivel de vida. Para mantener la agilidad del sistema, vender era tan importante como producir. La publicidad se encargó de diseñar campañas promocionales para convencer a los potenciales consumidores de las ventajas que llevaría apa­ rejada su compra. El automóvil se situó en el epicentro de todo ese proceso, con efectos multiplicado­ res que afectaron a la organización del trabajo en las empresas, a la disolución del dinero en metáli­ co por las tarjetas de crédito, a la explotación intensiva de nuevas fuentes de energía, a la forma de concebir el tiempo del ocio, a la configuración de las ciudades y sus periferias, a la contaminación del medio am­ bien te y a tantas otras facetas.

Las estructuras económicas y sociales se vie­ ron transformadas por un medio de transporte que permitia una gran capacidad de desplaza­ miento individual, que rompía con las limita­ ciones físicas del ser humano. En la década de 1920 circulaban unos once millones de coches, diez años más tarde su nú­ mero se había triplicado, en la década de 1990 la cifra superó los cuatrocientos millones de ve­ hículos. La geografía del mundo se vio invadida por carreteras tentaculares, cuya extensión des­ bordó el trazado de las líneas de ferrocarril.

El desarrollo de la aviación En cuanto a la aviación, si a principios del si­ glo xx sus pioneros eran una mezcla de inven­ tores, aventureros e iluminados, con el discurrir del siglo el cielo dejó de ser un espacio inalcan­ zable para convertirse en la vía más rápida de desplazamiento. Los desafíos y las nuevas con­ quistas se fueron sucediendo a un ritmo cada vez más vertiginoso. En 1908 los hermanos Wright (Wilbur, 1867-1912; Orville, 1871­ 1948) recorrieron 124 kilómetros a bordo de un aeroplano, en 1909 Louis Blériot (1872­

Entre los primeros vue­ los de pasajeros estuvo el que unía las ciudades de Londres y París, que era realizado por un avión de la compaiiía francesa Air Fra>ue. Arriba, una instantánea de los momentos previos a la pa·rtida de este avióne" 1919.

Expansión de los medios de comunicación

1936) atravesó el canal de la Mancha, en 1912 Roland Garras (1888-1918) cruzó el Medite­ rráneo. Pronto se explotaron tambi én sus po­ tencialidades como instrumento de combate. El avión recibió su bautismo de fuego en la guerra ítalo-turca de 1911, pero su definitiva incorporación a la maquinaria militar tuvo lu­ gar en la Primera Guerra Mundial, con un gran aumento de la producción de aparatos y su participación en operaciones de reconoci­ miento, caza y bombardeo. Los avances en la dotación de un armamento cada vez más mortífero se simultanearon con mejoras en los motores de los aparatos y en los sistemas de navegación y comunicación. El impulso alcanzado en tiempo de guerra se trasladó al campo de la aviación civil al concluir el conflicto. La industria de la aeronáutica se expandió con la formación de las primeras lí­ neas aéreas regulares. La superación de sucesi­ vos retos en los vuelos transcontinentales incre­ mentó el número de usuarios de este medio de transporte, cuya velocidad disminuía considera­ blemente el tiempo invertido en los viajes. No obstante, sus efectos sobre el transporte de pa­ saje ros eran todavía muy limitados, debido a su escasa capacidad y a su elevado coste.

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Los desaflos de la globalización

Pioneros de la navegación aérea Tras el vuelo del Ryer, el biplano de los hermanos Wright, una serie de pioneros comenzaron a trazar caminos en el aire. En 1919 Charles Kingsford-Smith y Charles Ulm atravesaron el Pacífico, y ese mismo año, se estableció un servicio aéreo de correos que iba de Toulouse a Casablanca con escalas en las principales ciudades del recorrido. La década siguiente fue testigo de las azañas de Plus Ultra, pilotado por Ramón Franco, que cruzó el Atlántico des­ de el sur de España hasta Buenos Aires,

En este mapa aparecen los recorridos de trece de los vuelos emprendi­ dos por los pioneros de la aviación. La mayoría de estas rutas serían más tarde cubiertas por vuelos regulares de las principales compañías aéreas intemacionales.

y del Spirit of Saint Louis, pilotado por Charles Lindbergh, que también cruzó el Atlántico, pero en solitario y sin escalas. En 1933, Wiley Post realizó lo que hasta entonces parecía imposi­ ble, la vuelta al mundo en avión. Las primeras líneas aéreas regulares se esta­ blecieron en el período de entreguerras. El pri­ mer vuelo regular fue el que unió Nueva York y Washington en 1918, y tras las travesías experi­ mentales sobre el Atlántico Norte y París-Nueva York, ambas sin escala, realizadas en 1927 y 1930 respectivamente, la compañía Pan-Ameri­ can inauguró sus vuelos regulares entre Europa y Estados Unidos en 1939. El aprovisionamien­

to en vuelo, ensayado por primera vez en 1923, así como la invención, tres años más tarde, del piloto automático y diverso instru­ mental de pilotaje sin visibilidad contribuye­ ron a hacer posibles estas proezas. En 1952 ya se había abierto la ruta co­ mercial entre Europa y Japón atravesando el Ártico y en 1958 el Reino Unido realiza el primer vuelo comercial a reacción entre Londres y Nueva York. Los aviones de gran capacidad como el Boeing 747 y el Concorde hicieron posible, posteriormente, viajar a casi cualquier par­ te del mundo en pocas horas.

La prensa de la época se hizo eco de la travesía

del océano Atlántico por parte de Undberg.

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Expansión de los medios de comunicación

Du rante la Segunda Guerra Mundial la aviación fue un factor esencia! en el desenvol­ vimiento de las operaciones militares. La bús­ queda de la su premacía aérea constituyó un objetivo vital para ambos bandos contendien­ tes. En consonancia con ese interés, se acelera­ ron espectacularmente los progresos técnicos en el campo de la aeronáutica, materializados en la implantación del radar, el turborreactor, la presurización de las cabinas, etcétera. Todo ello contrib uyó a incrementar la seguridad y la rapidez de los aviones, sus posibilidades de carga y su radio de desplazamiento. Como en tan tas otras facetas, fueron las empresas esta­ doun idenses quienes ocuparon un papel pro­ tagonista en la prod ucción de aparatos, a! con­ vertirse Estados Un idos en el arsenal de las democracias. Tras la contienda bélica los nuevos jets de fir­ mas como Boeing o Caravelle fueron los sím­ bolos de una formidab le extensión de los des­ plazamientos aéreos, qu e dejaron de ser una forma de viajar asequible tan sólo para una mi­ noría. El abaratamiento de los costes permitió que se diversificase la extracción social de los pasajeros de los aviones, y los lugares del mun­ do enlazados por este medio de transporte se ampliaron sin cesar.

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Océano Pacífico

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Avión y turismo

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Océano Pacífico

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Océano Atlántico .... Servicio de correos. Latéc08re. 1919 Ross y Keith Smllh. 19 19 .... JackAlcocky Teddy Brown, 19 19 Charles Kingsford -Smilh y Charles Ulm, 1919

HAVan Ryneveld y Curtis J.a, Brand. 1920 .... Aviación EE UU, 1924 Plus Ultra, 1926 ..... Char1es Lindbergh, 1927 .... Bert HinkJer, 1928 Guenther Von Huenefeld, 1928 Ctyde Pangborn and Hugh Hemdon Jr.• 1931 Vuelo en formación lIa/o Balbo. 1933 .... Wiley Post. 1933



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La expansión del transporte aéreo se vio fa ­ vorec ida además por otro fenóme no q ue se generalizó en la posguerra mundial: el turis­ mo. Estados Unidos fue el primer país donde se adqu irieron h áb itos mayoritarios de viaje en busca de exotismo y cultura, que ah ora se hacían posibles por el incremento del nivel de vida de sus ciudadanos y por las mejoras so­ ciales qu e ampliaron el tiempo dedicado al ocio. Los países de Europa occide ntal se in­ corporaron a esa dinámica desde la década de 1950, bajo los efectos de una coyuntura de rápido crecimiento económico que se acom­ pañó con la adopción de todo un conj u nto de prestaciones sociales integradas en el mar­ co del denominado «estado del bienestar». El av ión fue el medi o de t ransporte po r excelencia de esa oleada de población que se desplazaba a otros países para conocer otras costum bres, recorrer otros territorios, disfru­

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Los desaflos de la globalización

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tar de climas más cálidos o simplemente des­ cansar y divertirse a precios más módicos. Las distancias dejaron de medirse en kilómetros para contabilizarse como horas de viaje, las fronteras perdieron su materialización física para asociarse a las ventanillas de control de pasaportes o a las declaraciones de aduana. El transporte aéreo ha modificado radical­ mente la visión humana sobre las dimensiones del mundo, ha aproximado los paises y los con­ tinentes, cuyos habitantes tienen a su alcance la posibilidad de conocer por si mismos otras so­ ciedades y compartir otras experiencias. Si el automóvil ha transformado la geografía urbana y las relaciones del hombre con su entorno in­ mediato, el avión ha sido un agente de unifor­ mización de prácticas culturales y de consumo entre diferentes regiones del planeta .

Un mundo interdependiente Las guerras mundiales y los progresos técni­ cos en materia de comunicación y medios de transporte configuraron un panorama internacional mucho más interrelacio­ nado, pero lo que marcó la pauta hacia la articulación de un mundo cada vez más inter­ dependiente fue la «gue-

La creciente demanda de plazas de vuelo con­ dujo a proyectos de cooplffación supranacio­ nal para crear aflÍOnes más potentes y de ma­ yor capacidad al senn­ cio del transporte de viajlffos y mercancias. Sobre estas lineas, un Boeing 747 en el mO­ mento del despegue. A la dmcha, la divi­ sión civil de Alffospatia­ le, empresa que fabrica el Airbus. Bajo estas líneas, dos protagonistas de la Segunda Guerra Mundial: el caza ale­ man Messerchmitt, poco maniobrable y con una autonomía de vuelo de sólo una hora y media; y el rapido Spitfire, con motor Rolls-Royce y gran maniobrabilidad.

rra fria». Así se definió gráficamente a la nueva situación creada por el enfrentamiento entre Estados Unidos y la Unión Soviética a partir de la segunda mitad de la década de 1940. Los dos países que lucharon juntos contra el fascismo, que tras el conflicto se erigieron en superpotencias indiscutidas, dieron muestras tempranas de sus desavenencias sobre la futu­ ra organización del mundo de la posguerra. La incapacidad para ponerse de acuerdo en la so­ lución de la cuestión alemana, la guerra civil en Grecia, la satelización de los países de Europa oriental, el estallido de nuevos pun­ tos de fricción en Irán y Turquia, sirvieron de es­ cenario para la aplica­ ción de la doctrina de la contención, enunciada por el presidente estadou­ nidense Harry Truman (1884­ 1972) en marzo de 1947. Estados Unidos se

opondría a cualquier manifestación de expan­

sionismo soviético allá donde se produjese,

adjudicándose el papel de baluarte del «mun­

do libre». A esa declaración le siguió la apro­

bación del European Recovery Program, cono­ cido popularmente como Plan Marshall, desti­ nado a ayudar a la reconstrucción de Europa para impedir que la miseria de las poblaciones actuara como caldo de cultivo de las ideas co­ munistas. La Unión Soviética y los países de la Europa oriental colocados bajo su órbita recha­ zaron participar en dicho programa.

Geopolítica bipolar y conquista de las conciencias La política de bloques entró en una espiral donde se sucedieron, aunque a diferentes ni­ veles, el golpe de Praga, el bloqueo de Ber­ lín, el establecimiento de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la fun­ dación del Consejo de Asistencia Económica Mutua (COMECON), la guerra de Corea y la firma del Pacto de Varsovia. A esos hitos se sumaria un conjunto de nuevos acuerdos militares suscritos por las dos superpoten­ cias con otros países en distintas regiones del mundo. El contencioso bipolar afectaba a la

Estados Unidos, temero­ so de que la Unión So­ viética se aprovechara del creciente empobreci­ milmto de Europa, puso en marcha el Plan MarshaU, con más de 13 000 millones de dó­ lares enviados a Europa en forma de tecnología (arriba) o de artículos de primlffa necesidad (derecha).

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El pop-art, y a su cabe· za el polifacético artista Andy Warhol (arriba, derecha), reflejaría iróni· camente en sus obras el consumismo de la socie­ dad estadounidense de posguerra. [dolns del cine o de la música ligera, te­ léfonos, lavabos, salchi­ chas y tartas irrumpen en Ins cuadros como exaltación de In trivial. Arriba, cartel de Gilda (1946), de Charles Vi­ dor. Junto a estas líneas, J Edgar Hoover; director del FBI durante cin­ cuenta años.

totalidad del planeta, y la amenaza nuclear se encargó de ratincar que ningún territorio es­ capaba a los riesgos que llevaba aparejada esa confrontación. Sus secuelas dominaron la se­ gunda mitad del siglo xx. La rivalidad entre las dos superpotencias tuvo su correlato en la voluntad de traducir a términos culturales sus respectivos modelos políticos. Durante la «guerra frí a» uno de los principales combates se libró en el terreno de la propaganda . La lucha por la conquista de las conciencias movilizó a políticos, universi­ tarios y militares de ambos campos conten­ dientes, aunque sus implicaciones acabaron repercutiendo sobre todo tipo de escenarios. Estados Unidos simultaneó la aplicación del Plan Marshall con una campaña de difusión del amencan way of life entre los europeos oc-

cídentales, que caló más profundamente en las manifestaciones de la cultura de masas que en otras facetas culturales más tradicionales o elitistas. El modelo americano, ahora identifi­ cado con el acceso a la modernidad, la socie­ dad de consumo, el desarrollo tecnológico y los ideales democráticos, se extendió sobre todo entre una juventud fascinada por el jazz, el cine americano, la novela negra, los cómics y la literatura de ficción. Tampoco se descuidó la atención h acia las elites culturales, para contrapesar la atracción que desp ertaba la Unión Soviética entre los intelectuales y artis­ tas europeos. El plan Fulbright, aprobado en 1946, fue la piedra angular de un ambicioso proyecto de in tercambios culturales, educa ­ tivos y científicos que debía do tar al Plan Marshall de una dimensión cultural, que per­ mitiría la reconstrucción intelectual del blo­ que occidental según los esquemas del gobier­ no estadounidense.

El «amigo americano» Los organismos que en tiempo de guerra se encargaron de la propaganda fueron reconver­ tidos bajo otros nombres para tareas análogas: el OSS dejó su lugar en 1947 a la Central In­ telligence Agency (ClA) y las funciones del OWI las retomaron varios servicios hasta la creación en 1953 de la United States Informa­ tion Agency (USIA). Esta última actuó como foco de irradiación de la cultura estadouniden­ se hacia el extranjero, organizando conferen-

El Plan Marshall tuvo contrapunto ideológi­ co en el Plan Fulbright, destinado a la capa in­ telectual, en tanto que a nivel popular, el cine o Ins automóviles cum­ plían con esa misión. Arriba, derecha, un automóvil de la década de 1950, convertido en objeto del deseo y feti­ che para toda una ge­ neración. A la derecha, una imagen idealizada del consumismo juvenil. Abajo, uno de los pri­ meros modelns de tele­ visor. Su

cias, exposiciones y conciertos, y ocupándose de las bibliotecas y centros culturales creados por las embajadas y consulados de Estados Unidos. La Voice of America mantuvo su acti­ vidad como radio oficial, portavoz de los valo­ res y las producciones culturales estadouniden­ ses. A ella se sumaron dos radios clandestinas: Radio Free Europe que emitía hacia los países de Europa del Este, y Radio Liberty que se di­ rigia a la audiencia de la Unión Soviética. La sociología funcionalista estadounidense abrió un nuevo campo de estudio en la déca­ da de 1950 sobre la comunicación interna­ cional, que se impregnó del maniqueísmo de la época y cuyos especialistas abordaron sus trabajos en estrecho contacto con la Adminis­ tración. La adhesión espontánea de la pobla­ ción a los valores del «a migo americano» de­ bía reforzarse para asegurar su fidelidad en caso de conflicto. Ante un desafío global las medidas por tomar debían tener idén­ tica naturaleza. La acción concertada de gobernan­ tes y hombres de negocios favoreció la apertura de los mercados exteriores a los productos culturales estadouni­ denses, impulsó la penetración de sus redes financieras y la divulgación de sus métodos de gestión de las empre­ sas, e hizo posible la hegemonía lin­ güística que iba a alcanzar el inglés a partír de entonces. En esa acción se combinaba el interés político por di­ vulgar un a buena imagen del pais con los móviles económicos de pro­

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mover sus exportaciones y crear las condicio­ nes para la demanda de nuevos productos. El cine -con su fo co en Hollywood- se si­ tuó en la vanguardia de esa ofensiva, mezcla de persuasión y supremacía, al erigirse en el vehículo privilegiado para mostrar las bonda­ des de la sociedad ameri cana. Sus imágenes transmitían una forma idealizada de percibir el mundo a través de la pantalla, que poco des­ pués invadiria la intimidad de los hogares do­ mésticos con la expansión de la televisión. A su lado estuvieron las agencias de publicidad estadounidenses, que proliferaron en la Euro­ pa de la posguerra para dar cobertura a las em­ presas de su nacionalidad instaladas en el con­ tinente al socaire del Plan Marshall. Portavoces de una nueva conducta empresarial atenta a las evoluciones de la cultura de masas fueron

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al mismo tiempo agentes difusores del modo de vida americano y de sus pautas de consu­ m o. También con tribuyeron a esa labor un conj unto de revistas estadounidenses cuyas ediciones trascendieron sus fronteras naciona­ les, entre las que se encontraban Time, News­ week, Reader's Digest, Cosmopolitan, Scientific American, Glamour o Playbay.

Los soviéticos contraatacan Desde el otro lado de la trinchera, se esgri­ mieron los argumentos de la agresión ideoló­ gica y la defensa de la soberanía nacional para dar la réplica a la propaganda estadounidense. Radio Mosc ú irra dió ha cia el extranjero la doctrina del Kremlin, poniendo el acento en la 1ucha por el triunfo del socialismo frente a la vocación imperialista del capita lis mo. La policia secreta soviética (KGB) entabló una guerra encu bierta contra su rival estadouni­ dense que abarcó múltiples fa cet as, y que sir­ vió d e fuen te de inspiración a toda un a co­ rriente literaria y cinem at ográfica. En 1947 se creó el Kominform como elemen to de en-

Las competiciones de· portivas estuvieron mar· cadas por la silmciosa confrontación de la lla­ mada «guerra frillJ). Las victorias eran considera­ das éxitos de sus gobier­ nos. Sobre estas lineas, imagen de los Juegos Olímpicos de Moscú celebrados en 1980. A la izquierda, uno de los aspectos más dramá­ ticos del enfrentamiento, la linea divisoria entre Berlín Este y Oeste.

lace entre los partidos comunistas y pa ra rea­ firm ar el control soviético sobre su área de in­ fluencia. A su lado estuvieron intelectuales y artistas de los países del bloque occidental, que apoyaron su causa a menudo como una prolongació n de su compromiso co n las lu­ chas sociales del momento. La Unión Soviética procuró sustraer a sus ciudadanos de los medios de comunicación occidentales, tachados de propaganda burgue­ sa, y la justificación del impe rativo de la de­ fensa frente a la amenaza exterior acentuó el dogmatismo cultural y la exaltación de la cla­ se obrera y del Partido. Bajo tales premisas se desplegó una manipulación ideolÓgica que fo­ mentaba la dinámica de los bloques enfrenta­ dos, que la aprovechaba para reforzar el con­ trol del Estado-partido, y qu e rápi dam ente divulgada y asimilada en su esfera de influen­ cia fortalecia la cohesión del bloque comu­ nist a. Cualquier desviación de la ortodoxia era interpretada como una traición y castigada con el m ayor rigor, bajo la acusación de que ocultaba maniobras desestabilizadoras del enemigo. La «guerra fría» proporcionó la coar­ tada para las purgas realizadas en los países

co munistas, a fin de eliminar los conatos de disidencia individuales o colectivos, como la insurrección popular de 1956 en Hungría so­ focada por el ejército soviético. También en Estados Unidos se produjeron episodiOS lamentables, fruto de la exacerba­ ción de las pasiones y la credibilidad otorgada a las tesis conspirativas propagadas en aquel contexto. En la década de 1950 se desencade­ nó el fen ómeno del maccarthysmo, que signifi­ có una caza de brujas sobre los elementos más progresistas de la sociedad americana baj o la acusación de colaborar con el comunismo. Las repercusiones de esa confronta ción se extendi eron incluso al terreno del dep orte. D esde los Juegos Olimpicos de Helsinki en 1952, los primeros que contaron con la pre­ sencia de una delegación de la Unión Soviéti­ ca, esa cita d epo rtiva se convirtió también en un a pla taforma del enfrentamiento entre las superpotencias por medio de sus respectivos atletas. Al tratarse de acontecimientos transmitidos a todos los rincones del mundo, el espíritu de competición deportivo se conjugaba co n la rivalidad política. El núme­

El naci01W.lismo alcanzó en el siglo xx a diversas wnas del mundo, desde China a América Lati· na) en un abanico que

iba desde regimenes au­ toritarios a democracias populares. Arriba, retra· to de Mao Tse-rung, re­ presemado como «salva­ dor de la patria» en un cartel anónimo. Abajo, la atleta Sally GunnelL con la bandera de su país tras ganar u,w. medalla de oro.

Expa nsión de los medios de comunicación

ro de medallas obtenidas se interpretaba en términos de victoria o derrota simb ólica por los medios de co municación de ambos blo­ ques. Los atletas vencedores eran elevados a la categoría de héroes de esa guerra psicológica que no desdeñaba ningún campo de batalla.

Descolonización, combate ideológico, lucha contra el subdesarrollo Con el proceso de la descolonización los fo­ cos de conflicto se trasladaron a otros conti­ nentes. Tal proceso estuvo jalonado por las polémicas sobre la dualidad desarrollo/subde­ sarrollo en el seno de la Organización de las Naciones Un idas (ONU) y sus organism os asociados, y por las convulsiones provocadas por los movimientos de liberación nacional de diversa adsc ripción ideológica. En el marco de la dia léctica Este-Oeste impe­ rante, lo que empezó a denomi­ narse como el Tercer Mundo su­ ponía un vasto teatro de operaciones donde se dirimían algunos d e los litigios interna ­

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cionales de las superpotencias. En ambos ca­ sos se trataba de atraer a las antiguas colonias convertidas ahora en países soberanos. Desde el bloque comunista se procuró avi­ var los sentimientos anticolonialistas y antiim­ perialistas existentes para sustraer a los terri­ torios descolonizados de la influencia de sus ex metrópolis o de Estados Unidos y colocar­ los bajo su órbita. El modelo a trasplantar era el del Estado-partido inspirado en la Unión Soviética, aunque desde la proclamació n de la República Popular China en 1949 su exp e­ ri encia se ría también una fuent e de emula­ ción para algu nos de los grup os revo­ luciona rios que operaban en Asia, África y América Latina. El bloque occidental, por su parte, dio prio­ ridad a la lucha contra el subdesa rrollo para contrarrestar los desequilibrios que amenaza­ ban con favorecer la propagación del comu­ nismo. Ya no se trataba de llevar la civilización occidenta l, en su dimensión cultu ral, a los pueblos carentes de su sentido de la moder­ nid ad. Ah ora eran sus pautas de crecimiento económico y de estructuración social las qu e debían impregnar a las sociedades del Tercer Mundo para sentar las bases del desarrollo.

El erldeudamiento de los paises del Tercer Mundo respecto a los paises desarrollados es uno de sus principales obstáculos para acceder al bienestar. Amba, grupo de trabajadores aplanando una ca n-ete­ ra de Sri Lanka con medios rudimentarios.

La nivelación entre los países avanzados y atrasados sólo sería factible si éstos eran capa­ ces de seguir las huellas de aquéllos, si se acer­ caban a los parámetros occidentales de alfabe­ tízación, industri alización, urb anización o expansión de los medios de comunicación. El índice de renta per cápita resultaba el indica­ dor más fiable del grado de modernización al­ ca nzada, y los expertos de la ONU o la Orga­ nización de las Nacio nes Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNES­ CO) se encargaban de diseñar programas de ayuda al desarrollo orientados hacia la conse­ cución de tales objetivos. Se mantenían vigen­ tes las concepciones etnocéntricas heredadas del pasado, aunque ya no se hablase de socie­ dades primitivas sino en vias de desarrollo. En última instancia, las estrategias emplea­ das para captar a los nuevos países, por la vía del asesoramiento en la organización del apa­ rato del Estado, las inversiones para crear in­ fraestructuras civiles y militares o la forma­ ció n de cuadros en las diversas materias, se dirigían a consolidar los vínculos de dep"en­ dencia con respecto a uno u otro bloque. El propósito de config urar un nuevo polo inter­ nacional alternativo, con la co nstitución del

Movimiento de los países no alineados en la co nfe rencia afroasiática celebrada en Ban­ dung en 1955, se vio absorbido por las fuertes presiones de la geopolítica bipolar tras un breve período de efervescencia reivindicativa.

La carrera espacial Otra de las manifestaciones estelares de la rivalidad entre las superpotencias se plasmó en el terreno de la investigación científica y técnica, y estuvo asocia do al estímulo que re­ cibieron los sectores industriales dedicados a satisfacer las dema ndas y contratos de los es­ tamentos militares. Si en la Unión Soviética se había producido desde sus orígenes una diso­ lución entre lo privado y lo público bajo el imperativo de la salvaguardia de la revolución frente a la amenaza exterior, en Estados Uni­ dos se iba a plantear una situación equivalen­ te en el contexto de la «guerra fríID>. La National Securi­ ty Act, promulgada en 1947, estableció el marco institucional desti nado a per-

El aspeao positi!Jo de la can-era espacial fue el desan-ollo de altas tec­ nologías que más tarde eran aplicadas a la vida cotidiana. El as­ pecto negati!Jo, las in­ mensas cifras de presu­ puesto destinadas a la can-era espacial mien­ tras el Tercer Mundo se debatia en la pobreza. Sobre estas líneas, el Sputnik 1de fabricación soviética. Amba, iz­ quierda, transporte de misiles soviéticos. Bajo estas lineas, el misil de la armada estadouni­ dense Hellfire_

mitir un a m ovilización excepcional que se asemejaba a la de los años de guerra, con la in­ teracción entre lo civil y lo militar; entr e las empresas y laboratorios industriales y los de­ partamentos universitarios; entre la investiga­ ción básica y la aplicada. La financiación apor­ tada por el Estado a los program as de investigación y desa rrollo de las compañías electrónicas y aeroespaciales, vanguardia de las tecnologías de información y comunicación, pasó del 14 por ciento del presupuesto fede­ ral en 1930 al 56 por ciento en 1947. Las gue­ rras de Corea y Vietnam y, sobre todo, la ca­ rrera espacial entablada entre Estados Unidos y la Unión Soviética desde la segunda mitad de la década de 1950, sirvieron de acicate para los nuevos desafíos tecnol ógicos que debía afrontar el sector, dando lugar a una serie de avances científicos que modificaron el panora­ ma de la comunicación mundial. Al lanzamie nto del satélite soviético Sput­ nik 1 en 1957 se respondió por parte estadou­ nidense con la fundación, ese mismo año, de la National Aeronautics and Space Adminis­ tration (NASA) y con la puest a en órbita al año siguiente del Explorer 1. Más tarde, la pri­ mera órbita alre dedor de la Tierra realizada por el cosmonauta soviético Yuri Gagarin, en 196 1, co n la nave Vostok 1, y el primer aterri­ zaje de se res humanos en la Luna prota­ gonizado en 1969 por el equipo estadouniden­ se coma ndado por Neil Armstrong a bordo de

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la nave Apolo X l, m arc aron n uevos hitos de una epopeya que despertó la atención de todo e! planeta. En primer lugar, la carrera del espacio actuó como un escaparate del desarrollo científico de cada país ante la opinión m un dial, que com­ petían por demostrar la eficiencia y capacida­ des de sus complejos industriales y de investi­ gación, en una pugna con claras ramificaciones ideológicas al identificarse las hazañas en este ámbito con las excelencias de los respectivos sistemas políticos -capitalism o y comunismo. Por otro lado, esa inversión tenía secuelas eco­ nómicas, bastante más directas en e! caso esta­ dounidense que en e! soviético, al transferirse al aparato industrial los progresos alcanzados en e! campo de la informática, la electrónica, la biotecnología o los nuevos m ateriales. Por últi­ mo, tuvo un evidente contenido político y mi­ litar asociado a la carrera armamentistic a desa­ tada entre las dos superpotencias. La puest a en órbita de satélites de observación para es­ pia r los movimientos del rival, unida a la ex­ perimentación con armas de largo alcance cada vez m ás sofisticadas, sentaro n las condicio ­ nes para la disuasión y la negociación de trata­ dos para el control y reducción de armamentos.

Explotación del espacio La conquista del espacio fue acompañada de su explotación. En 1962 Estados Unidos había lanzado e! satélite Telstar para dar cobertura a sus comunicaciones con Europa. Tres años des­ pués se puso en órbita el Early Bird, satélite de comunicación comercial que inauguraba la red del International Telecommunications Satellite Consortium (INTELSAT). Con la constitución de esa red, la NASA y la industria aeroespacial estadounidense ofrecian al resto de los países de! «mu ndo libre» la posibilidad de sumarse a la explotación comercial del nuevo sistema de comunicación mundial. Un sistema en e! que Est ado s Unidos conservó un porcent aje de participación mayoritario (el 60%), y al que se asociaron Gran Bret aña, Francia y Alemania con una presencia de cierta entidad (el 20 % entre las tres) . Este sistem a integró también a otras quince naciones industrialízadas (que se repartieron el 20% restante). Ningún país del Tercer Mundo figuraba entre sus miembros.

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La carrera espacial La perra Laika (izquierda), primer ser vivo que fue puesto en órbita, a bordo del Sputnik. Debajo, el Luna 16. lanzado p or los cientificos soviéticos en 1970 y que proporcionó muestras del suelo lunar.

El " caballo de batalla" del programa Apolo es el inmenso cohete en­ cargado de llevar el mó­ dulo lunar más allá de la atmósfera : el Saturno V. Su artifice es Werner von Braun (1912-1977), el ingeniero alemán que durante la Segunda Guerra Mundial desarro­ lló las V-2.

La especulación literaria del gran visiona­ rio Jules Veme o el disparatado viaje cine­ matográfico a la Luna de Georges Mélies no se harían realidad hasta 1969, en que Neil Armstrong y Robert Aldrin pisaron por pri­ mera vez el satélite natural de la Tierra a bordo del módulo Apolo 11 . La carrera espa­ cial había comenzado, sin embargo, unos años antes. El primer ensayo de vuelo tripu­ lado lo realizaron los soviéticos en 1957 con

Al pisar por primera vez la superficie de la Luna, Neil Armstrong pronun­ ció unas palabras para la posteridad: - Es un pe­ queño paso para el hom­ bre, pero un gran salto adelante para la humani­ dad" . Como testimonio de la hazaña, en la Luna quedan la bandera esta­ dounidense, una placa conmemorativa y unas pocas pisadas.

A la izquierda, cohete despegando de la base de Baikonur, Kazajstán. Bajo estas líneas, un vehículo controlado a distancia desde la Unión Soviética, el Lunokhod J, enviado para inspeccio­ nar el suelo lunar.

el lanzamiento al espacio del Sputnik I que llevaba a bordo una perra a fin de estudiar el efecto de la gravedad sobre los animales. Cuatro años más tarde, el astronauta Yuri Ga­ garin logró mantenerse en órbita alre­ dedor de la Tierra a bordo del Vos­ tok, mientras en 1968 Estados Unidos envió el primer vuelo pi­ lotado alrededor de la Luna. La carrera por la conquista del espacio no había hecho más que empezar. Inte­ reses científicos pero también políticos

pUSieron en competición a estadounidenses y soviéticos. La búsqueda de nuevas fuen­ tes de energía y de nuevos materiales fue­ ron los principales objetivos científicos de la exploración del espacio. Antes de la finaliza­ ción del proyecto Apolo en 1972, eran ya trece los astronautas que habían podido pisar la superficie lunar. El lanzamiento de módulos espaciales conllevó la fabrica­ ción de gigantescos cohetes como el Sa­ turno V que medía 111 m de altura y llevaba tres mil toneladas de combustible. Al finalizar el siglo xx la humanidad es­ taba pendiente de alcanzar otra espectacular meta: el de­ sembarco en el planeta Marte. Por otra par­ te, rusos y estadounidenses realizaron en­ tre 1995 y 1998 nueve misiones conjuntas, la primera de las cuales fue la Mir-atlantis el 29 de junio de 1995. La década de 1990 trajo consigo la pues­ ta en marcha de proyectos encaminados a la construcción de estacio­ nes espaciales perma­ nentes. Estas estacio­ nes contaban con esclusas para transferen­ cias de equipos y materia­ les, así como con zonas de amarre para naves de transporte y avituallamien­ to, pues las tripulaciones de estas estaciones debían ser permanentes y, por tanto, reno­ varse periódicamente.

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La comunicación global por satélite (arriba) per­ mite la difusión de seiía­ les de televisión y telefo­ nía por todo el planeta. Las grandes antenas COllviven con los peque­ ,ios receptores. Gracias a ellos es posible obser­ var coa detalle el relieve de la Tiena y la evolu­ ción de las nubes, por lo que una de las más importantes aplicaciones de los satélites geoesta­ cionarios eS la observa­ ción meteorológica (izquierda).

La réplica de la Unión Soviética se tradujo en la apertura a sus aliados del bloque comu­ nista de su sistema Intercosmos en 1965, si bien hasta 1971 no se estableció Intersputnik, organismo dedicado a la explotación comercial de este sector. Ese desfase era ilustrativo de las dificultades de la administración soviética para transmitir a su industria civil los adelantos tec­ nológicos obtenidos en la esfera militar. La prioridad casi exclusiva de su lógica defensiva implicaba una retención de la información considerada estratégica, lo que se traducia no sólo en una ocultación y una tergiversación de los sucesos exteriores, sino también en una concentración de recursos en investigación e industria orientadas hacia fines militares que no revertian hacia el resto de la sociedad al no existir los cauces precisos para ello. A pesar de contar con un sistema de comunicación por satélite, los ciudadanos soviéticos no dispo­ nían de transistores para evitar que captasen las emisiones de radios extranjeras.

El nuevo orden de la información Desde 1957 a finales del siglo se pusieron en órbita alrededor de la Tierra 4 000 satélites, con funciones que abarcaban las telecomunica­

ciones, la meteorologia, la observación militar y civil, la localización de recursos naturales, o la ayuda a la navegación marítima y aérea. El re­ parto de la órbita geoestacionaria se convirtió en un terreno de disputa entre las naciones que ya disponían de la tecnologia necesaria para su explotación y aquellas que aspiraban a conse­ guirla en el futuro. Los intereses en juego eran considerables. Por una parte, afectaban a sec­ tores económicos en gran expansión como los sistemas de telefonía móvil o las cadenas de televisión por satélite. Por otra, las diferencias existentes entre los diversos países para influir sobre la evolución de esos nuevos medios de telecomunicación venían a ser un exponente del mantenimiento de las desigualdades y las redes de dependencia internacionales. Esas cuestiones dieron lugar a una prolon­ gada controversia que saltó a la escena públi­ ca en 1973, con motivo de la cuarta conferen­ cia del Movimiento de los países no alineados celebrada en Argel, donde se reivindicó un «nuevo orden mundial de la información y la comunicación». Los debates sobre el tema tu­ vieron su principal foro en la UNESCO, y se desarrollaron de forma paralela a la crítica de los desequilibrios en los intercambios comer­ ciales y a la demanda de un «nuevo orden eco­ nómico» formulada en la Asamblea General

Los graves desequili­ brios económicos entre las diversas áreas del mundo se estudiaron en las conferencias del Mo­ vimiento de los paÍSes no alineados. Arriba, Tercera Conferencia cele­ brada en Lusaka, Zam­ bia, en 1970. Sobre estas líneas, protesta popular contra la omnipresencia de Estados Unidos.

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de la ONU por el Grupo de los 77, equivalen­ te a los no alineados en matería económica. La polémica tenía como punto de partida la identificación de los elementos estructurales que provocaban el intercambio desigual entre los países, que ensanchaban la fractura en las relaciones Norte-Sur y obstaculizaban el en­ tendimiento internacional. En tal sentido, se observaba que los flujos de información y co­ nocimientos que circulaban por el mundo se dirigian casi en exclusiva de los países del cen­ tro rico y desarrollado hacia los países de la periferia pobre y subdesarrollada: era lo que se calificaba la «comunicación en sentido úni­ co». Esa corriente unidireccional demostraba la existencia de un imperialismo cultural que fomentaba el mantenimiento de la dependen­ cia. Uno de los frentes más críticos se dirigía contra las cuatro grandes agencias de prensa de los países desarrollados -Associated Press, United Press International, Reuter y France Press-, acusadas de ejercer un monopolio en la difusión mundial de noticias, y más en con­ creto contra las agencias estadounidenses, a las que se imputaba la adopción de un sesgo informativo tendencioso y poco objetivo. La actitud que asumieron frente al gobierno chi­ leno democrático de Salvador Allende era una buena prueba.

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El informe que presentó la comisión encar­ gada de su estudio, en la conferencia de la UNESCO reunida en Belgrado en 1980, co­ rroboró el gran desequilibrio existente en los flujos de informac ión de las agencias, en las películas, en los programas de televisión y en otros productos culturales. A ello cooperaban las enormes diferencias que se apreciaban en la disponibilidad de recursos técnicos y me­ dios materiales. La discusión posterior se en­ qu istó entre posiciones que, bajo el pretexto de consideraciones generales, respo ndian a in­ tereses particulares. Estados Unidos realizó una defensa intransigente de la circulación sin restricciones de productos culturales, la doctri­ na del Free Flow of Information, actitud que su­ ponia respaldar la considerable primacia que ejercia en este dominio. Los países del bloque comunista utilizaron las demandas de emanci­ pación cultu ral del Sur como un argumento para reafirmar su cerrazón a toda apertura de sus sistemas de comunicación al exterior. En cuanto al grupo de los paises no alineados, esa discusión sirvió para encubrir las enormes li­ mitaciones existentes en buena parte de ellos para el ejercicio de la libertad de expresión. Fue un medio para difuminar las responsabili­ dades de los dirigentes locales. Pese a todo, la polémica sob re el «nuevo or­ den mundial de la información y la comuni­

El televisor como centro de atención del salón fa­ miliar (arriba) exigía unoS contenidos ampli.os, suaves y convencionales para poder satisfacer a todos los miembros de la familia. Un ejemplo es la serie Te quiero, Lucy (arriba, izquierda), con Lucille Ball, que se em­ pezó a emitir en la déca­ da de ]950. Abajo, el in­ geniero John L. Bird con dos títeres en su primera demostración pública de televisión en ] 926.

cació n» significó una puesta en cuestión del modelo de desarrollo concebido por las estra­ tegias modernizadoras de la década de 1950. Ese modelo no funcionaba , no contribuía a reducir las distancias entre el Norte y el Sur del planeta. Al contrario, a la pervivencia de grandes diferencias económicas se sumaba aho ra el intercambio d esigual en materia de imágenes e informaciones.

La invasión de la intimidad La revolución tecnológica experimentada a lo largo del siglo xx en el terreno de la comu­ nicación a distancia se acompasó, pues, con el devenir internacional, pero al mismo tiempo tuvo efectos di rectos sobre los compo rta­ mientos individuales y las relaciones sociales. La radio había sido el principal medio de co­ municación de masas en la primera mitad del siglo. Desde la invención del transistor, en 1947, por investigadores de los Bell Telepho­ ne Laboratories, que sustituía a los tríodos de vacío y sentaba las bases pa ra la miniaturiza­ ción, se comenzaron a popularizar los recep­ tores de pequeñas dimensiones, alimentados por pilas y dotados de una total autonomía . Mu y pronto escuchar noticias o música si n­ tonizando sus emisoras dejÓ de ser un acto co­ lectivo. También el uso del teléfono cobró una dimensión verdaderamente mundial en la dé­ cada de 1950, con la puesta en servicio del primer cable telefóni co submarino en 1956. Sin embargo, el acontecimiento que iba a re­

volucionar por en tonces el mundo de la co­ mu ni cación fue la llegada de la televis ión. La televisión combi naba las imágenes del cine con el sonido y la va riedad de programas de la radio. En 1929 la BBC había presentado el primer programa realizado para este medio. En la década de 1930 se habían creado estu­ dios de grabación en Gran Bretaña y Estados Unidos, pero sus problemas técnicos hacían que su audiencia todavía fuera escasa. En el transcurso de la Segunda Guerra Mundial las anteriores limitaciones para la emisión y re­ cepción de imágenes quedaron resueltas den­ tro del espectacular avance científico en ma­ teria de comunicación que acompañó al conflicto. Su expansión tuvo lugar en la déca­ da de 1950 en Estados Unidos y en el dece­ nio siguiente en Europa, donde ya en 1954 se había formad o la red de Eurovisión. Su im­ pacto fue tal que el volumen de televisores que poseía la población de un país se utili zó como uno de los elementos para valorar su ni­ vel de desarrollo. De la misma forma que con anterioridad la radio formaba parte de la vida doméstica, la tel evisión ocupó muy pronto un lugar central en los hogares al convertirse en la principal distracción durante los momentos de ocio. Mucho más cómoda y barata que desplazarse al cine, mucho más entretenida y diversificada que los programas de radio, la televisión con­ jugaba facetas de ambos: permitia evadirse de la realidad y concentrarse en ese universo ima­ ginario que ofrecían sus programas, y se rvía para estar informado de la actua lidad y para enterarse de las cuestiones más variopintas. Y todo ello sin esfuerzo. Películas, notícias, de­ portes, concursos, documentales, la gama de productos de entretenimiento e información que cubría la televisión se hizo cada vez más extensa a medida que crecía su número de usuarios. La televisión en blanco y negro cedió el paso a la incorporación del color en un proceso incesante de renovación tecnológica que mejoró la calidad de de­ finición de la imagen y de los sistemas de recepción, que ofrecieron además la posibilidad de captar nuevos canales transmitidos por satélite o por cable. La televisión desbordó todas las previ­ siones y se ha convertido en la ventana por la qu e se asoman al mundo todos

Las compañías de tele­ visión estadounidenses como laABCy la NBC exportaron a la mayoría de los países occidenta­ les sus series televisivas, que en ocasiones eran retransmitidas durante varíos años. Entre el/LIS destaca Bonanza (arri­ ba), de la que se emitie­ ron en Estados Unidos 3] Oepisodios en la dé­ cada de ] 960. Abajo, televisor de ] 948.

ExpansiólJ de los medios de comu nicación 41

los días m iles de millones de personas. Es su principal co ntacto con la realidad exterior a su vida cotidiana y, por tanto, la vía más direc­ ta para introducirse en su intimidad. Su poder de comunicación la ha hecho objeto de innu­ merables debates sobre su capacidad de mani­ pulación de las co nciencias de los espectado­ res. Las grandes agencias de publicidad la utilizan co n profusión para sus ca mpañas de propaganda comercial, en las que se invierten gra ndes cantidades de dinero y que llega n a inducir cambios en los hábitos sociales. Los politicos se valen de ella para lanzar sus men­ sajes y desde los debates televisados, en 1960, entre John F. Kennedy (l91 7- 1963) y Richard Nixon (1913-1996) en su pugna para acceder a la presidencia, esa práctica se ha extendido a casi todos los países occidentales como uno de los momentos estelares de las campañas electorales. La prensa ha encontrado en ella una competidora que le ha arrebatado buena parte de su protagonismo en la transmisión de noticias, al beneficiarse de poder emitir una info rmación inmediata.

De la televisión a la telemática En las décadas finales del siglo xx la televisión se consolidó como el medio de comunicación de masas por exce­ lencia, desplazando a los otros canales de difusión de la inform ac ión. Esa in­ for mación se transmite veloz mente entre los diferentes puntos del planeta

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Los desafíos de la globalización

42 a través de los satélites de telecomunicacio­ nes. Para hacerlo posible también ha sido fun­ damental el concurso de la informática, que al aplicar la electrónica al tratamiento de la in­ formación ha facilitado una explotación cada vez más rápida de numerosos datos. La con­ junción de las telecomunicaciones y la infor­ mática ha dado lugar a la telemática, que per­ mite la utilización a distancia de ordenadores. Las redes de cables han adquirido una ex­ traordinaria densidad para poner al alcance de sus abonados, empresas o particulares el ac­ ceso a la información con una celeridad y efi­ cacia sin precedentes. Al igual que la televi­ sión, los ordenadores han entrado a formar parte de la geografía doméstica. Los ensayos sobre el empleo de la electrici­ dad para acelerar el trab ajo de las calculado­ ras, siguiendo el método del cálculo binario, datan de principios del siglo xx. En 1927 se construyó una máquina de calcular que re­ solvía ecuaciones diferenciales, dentro de un proyecto conjunto de la International Busi­ ness Macrune (IBM) y el Massachusetts Insti­ tute ofTechnology (MIT) . Durante la Segu nda Guerra Mundial esos principios se aplicaron para descifrar los có­ digos de las comunicaciones secretas, perfec­ cionándose algunos de los sistemas que se materializaron en la Electronic Numerical In­ tegrator and Computer. Pero el paso decisivo se dio en la década de 1950 con la incorpora­ ción del transistor y de las memorias de cristal líquido, que introdujeron en este ámbito los conceptos de la miniaturización de las máqui­ nas electrónicas. El ordenador adquiría una fis onomía más maleable como calculadora de gran potencia dotada de memoria y capaz de transmitir órdenes a otros equipos por medio de impulsos eléctricos. La acelerada progresión que experimentó la informática también estuvo muy ligada a la "guerra fria», a la ejecución de los planes del Pentágono y a los desafíos de la carrera es­ pacial. La necesidad de establecer una red de defensa intercontinental que fu ese operativa para la fu erza aérea estadounidense se plasmó en el Semi-automatic Ground Environement (SAGE). El sistema enlazaba cada ordenador con una unidad de radar que registraba la tra­ yectoria de los vuelos, y conectaba por teléfono todos los ordenadores de forma que transmitía

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Expansión de los medios de comunicación

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zados. Junto a los televisores, los ordenadores personales se han configurado como los otros vehículos claves de relación con el mundo.

Hacia una cultura global La ENlAC (arriba) fue la primera computadora que funcionaba entera­ mente a base de circui­ tos electrónicos, salvo la entrada y salida de datos, que se llevaba a cabo con la ayuda de tarjetas perforadas. Esta computadora fue utilizada sobre todo con fines militares y se em­ pleaba para calcular tablas de tiro en la am­

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los datos en tiempo real. A finales de esa misma década de 1950 se empezaron a desarrollar las primeras experiencias de conexión entre orde­ nadores de centros de investigación que trabaja­ ban para el Departamento de Defensa. En 1968 se puso en marcha la Advanced Research Project Agency Network (Arpanet), una red de transmisiones de datos que unía por satéli te los sistemas de investigación mili­ tar con los centros de cálculo de las universi­ dades estadounidenses y de las grandes corpo­ raciones. La idea originaria, concebida desde la perspectiva de la seguridad nacional, con­ sistía en diseñar una estructura que permitie­ se la circulación de los datos num éricos por múltiples vías, de forma que la posible des­ trucción de algún centro de cálculo no impli­ case la desconexión del conjunto de la red. Sobre esa filosofía técnica se edificó, en la dé­ cada de 1990, la red mundial de Internet.

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La sociedad IBM se colocó en la vanguardia del proceso de innovación con la creación de sucesivas generaciones de ordenadores, que llevaron de la «360» en 1954 a la ,,70 1» en 1959 provista de circuitos integrados de tran­ sistores. En la década de 1960 aparecieron los mi croprocesadores, microchips electrónicos equivalentes a la unidad central de un micro-

ordenador y cuyo soporte era el silicio, que se emplearon para los circuitos elec trónicos de los cohetes del ejército estadounidense. En la década siguiente ese avance se aplicó a la fabricación en masa de ordenadores persona­ les, dando lugar a notables cambios en la vida económica y social de los países industrializa­ dos. La compañía Apple apostó por el desarro­ llo de esas máquinas del tamaño de un televi­ sor, provistas de un teclado y una pantalla, lanzando al mercado en 1977 el primer orde­ nador personal y entrando a disputar a IBM su preeminencia en el mundo de la informáti­ ca tras el éxito fulminante del Macintosh. Has­ ta 1981 no responderia IBM al desafío, con un ordenador personal provisto del sistema ope­ rativo de Microsoft. Los ordenadores personales revolucio naron el mundo laboral y personal al introducir la in­ formática en los canales de consumo de ma­ sas. Lo que empezó usándose como una sofisti­ cada máquina de escribir, se ha transformado en un instrumento imprescindible en multitud de sectores productivos, con unas posibilidades asombrosas para realizar operaciones comple­ jas o acceder a informaciones ya elaboradas de muy diversa índole. Su presencia en los hogares se generalizó en Estados Unidos donde, a finales del siglo xx, tres de cada cuatro ordenadores eran adquiridos para su empleo doméstico, situación a la que no iba muy a la zaga el resto de países industriali-

La informática pasó a ser una herramienta im­ prescindible en el trabajo, en la enseñanza y en el hogar. Sobre estas líneas, varios estudiantes utili­ zan ordenadores o com­ putadoras. A la derecha, programas de diseño que facilitan operaciones tre­ mendamente laboriosas si se realizaran sin la informática. Abajo, un antiguo PC que utilizaba disquetes de 5'25".

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La comunicación ha sido la clave de un pro­ ceso hacia la integración mundial y cuyas re­ percusiones no siempre han inducido a consi­ deraciones optimistas. Grupos multimedia, flujos informativos, canales de la órbita geoes­ tacionaria, la articulación de todos esos ele­ mentos parece confluir en tal sentido_ La iden­ tificación de los fundamentos sobre los que gravita esa integración resulta más complicada. Las tendencias hacia la globalización, impul­ sadas desde las esferas económicas y de la co­ municación, han favorecido la cristalización de una cultura global asociada a la expansión de la sociedad de consumo. Frente a su presión asimiladora se encuentra la pervivencia de tra­ diciones, gustos, actitudes, señas culturales de diversa naturaleza firm emente entroncadas en las diferentes sociedades. Las fuerzas que em­ pujan hacia la homogeneización cultural ejer­ cen su actuación en un marco mundial carac­ terizado por la gran heterogeneidad cultural existente entre los diferentes pueblos del pla­ neta. Esa yuxtaposición ha sido una fuente po­ tencial de tensiones de cara al futuro.

Geofinanza y mercado global Los efectos globalizadores del constante progreso tecnológico de los medios de co­ municación no pasaron desapercibidos. El

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Los desafíos de la globalización

Expansión de los medios de comunicación

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impacto que ca usó la primera guerra televi­ sada, la guerra de Vietnam, llevó a Marshall Mc Luhan (1911-1980) a teorizar sobre el advenimiento de la «a ldea global". Las imá­ genes de los ataques de los helicópteros y las aldeas quemadas por el napalm, los reporta­ jes sobre la angustia y las pena lidades de los combatientes, llegaron a todos los hogares es­ tadounidenses. El resultado fue una movili­ zación de la opinión pública, la rebelión en la universidad y las manifestaciones pacifistas. Las demandas para pon er fin al conflicto obligaron a la retirada de las tropas estadou­ nidenses. De esa experiencia algunos deduje­ ron que la capacidad de la televisión para in­ volucrar a las audiencias en los conflictos mundiales permitiría reducir las amenazas de guerra y que, además, sus virtudes pedagógi­ cas propagarían las semillas del progreso en los continentes menos desarrollados. La evolución posterior de los medios de comunicación puso en cuestión esa idílica in­ terpretación' a la par que confirmó las ob­ servaciones formuladas por Peter F. Drucker (1909) sobre la entrada en la era del global shopping center y la globalfactory. Según su teoría, éstos serían en adelante los elementos vertebradores de la nueva fase de integración de la economía mundial. El sector que ocupó la vanguardia de las tendencias hacia la globalización fue el de los intercambios financieros, y para ello hubo que esperar hasta la década de ] 980. Los progresos en el terreno de la telemática po­ sibilitaron el enlace informático entre las dis­ tintas plazas bursátiles. La constitución de un mercado global y continuo de productos fi­ nancieros significó una absoluta fluidez en la

Los medios de comuni­ cación transmitieron la manera de ver el mundo a través de las rejillas ideológicas del «amigo americano». Derecha, desfile triunfal del comandarlte en jefe Nonnan Schwarzkopf tras la guerra del Golfo. Sobre estas líneas, anuncio de la década de 1950 de un producto emblemático en la ma­ quinaria publicitaria estadounidense.

circulación del dinero, que, al combinarse con la búsqueda de una mayor rentabilidad en un espacio más breve de tiempo, generó una dinámica de movimientos especulativos de capitales. La denominada geofinanza concebía el mundo como un sistema, una totalidad a or­ ganizar adaptada a las reglas del mercado. Muy pronto esa visión globalizadora iba a proyectarse en otros sectores económicos, en un contexto de reestructuración de la producción y las inversiones industriales. El nuevo modelo de gestión a implantar en las empresas que aspiraban a tener dimensiones mundiales debía responder a las mutaciones de esa global marketplace. Así comenzaron a establecerse los mecanismos de la empresa global, que funcionaba como una estructura orgánica donde cada pieza se superponía para servir al todo. La fisonomía piramidal de las empresas bajo el «fordismo», que respondía a una dis­ tribución jerárquica de tareas y de poderes y se asentaba sobre una parcelación de los es­ pacios geográficos, iba a ser desplazada pro­ gresivamente por la nueva noción de la em­ presa-red. En ella se procuraban conjugar lo global y lo local La percepción de conjunto de los mercados y los sistemas productivos y técnicos se enlazaba con el recurso a la seg­ menta ción para vencer las resistencias a la

p enetración de productos estandarizados o extranjeros. La estrategia global de las em­ presas se combinaba con la autonomía de las filiales locales para maximizar beneficios y consolidar cuotas de mercado. El marketing y la publicidad comercial, con el concurso de especialistas en comunicación intercultural, se encargaban de parcelar los mercados y los mensajes a emitir hacia cada uno de ellos.

Cultura y consumo de masas Las nuevas técnicas de gestión recurren ahora a la incorporación de materias como la geografía, la historía, la etnología, la socio­ logía, la psicología o la lingüística para mejo­ rar la operatividad de las empresas. Uno de los objetivos claves que guiaron tal conducta fue el hallazgo o la formación de «universos culturales)), referencias o valores susceptibles de aglutinar a su alrededor a amplias capas de población, mensajes con un alto coeficien­ te de aceptación por encima d e las div ersi­ dades nacionales e internacionales. La conve rgencia cultural de los consumi­ dores, fruto de una labor continuada de im­ pregnación de hábitos de conducta y valores en el imaginario de sociedades de tradicio­ nes culturales dispares, es el nuevo desafío que afrontan los intereses cruzados entre el

El fortalecimiemo de Es­ tados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial redundó en la generalización de deter­ minados modelos cultu­ rales, algunos de los cuales fueron trasmiti­ dos mediante la icono­ grafía cinematográfica. Los nuevos vehículos de comunicación de los mo­ delos dominantes permi­ ten ahora que éstos lle­ guen a todo el mundo con una velocidad antes desconocida; la perdura­ bilidad del séptimo arte se contrapone, aSÍ, a la fugacidad de la consulta de una página web. En la imagen, fotograma de Ben Hur (1959) de Wi­ lli.am Wyler.

mundo de la economía y la comunicación. La búsqueda o la creación de esos elementos simbólicos de una «cultura global», con sus potenciales efectos sobre el conjunto de la economía, también estuvo detrás de la cons­ titución de redes publicitarias, de grupos de comunicación multimedia y de cadenas de televisión regionales en casi todos los conti­ nentes e incluso de cadenas de ámbito plane­ tario, como Cable News Network (CNN). El proceso de configuración de grupos y re­ des globales de comunicación empezó en Es­ tados Unidos en la década de 1980 con una primera oleada de adquisiciones y fusiones de compañías, que llevó consigo una fuerte desreglamenta ción del secto r audiovisual Poco después se suprimieron las barreras le­ gales qu e obstaculizaban los vínculos entre compañías de teléfono, de comunicación por cable, de producción de programas para cine y televisión y de difusión de los mismos. En la década posterior se acentuó esa orienta­ ción ante las perspectivas que abrían las lla­ madas autopistas de la información, a través de las cuales podía circular todo producto convertido al lenguaje numérico. Las agrupa­ ciones de empresas se tradujeron en diversas fórmulas de asociación, desde la colaboración de los estudios Disney con la cadena de no­ ticias ABC hasta la megafusión de grupos de comunicación llevada a cabo entre Time,

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Expausióu de los medios de comonicación

Los desafíos de la globalización Warner y Turner. Por otro lado, la empresa Microsoft, convertida en e! suministrador casi único de lenguaje informático con sus distintas versiones del sistema Windows, cre­ aba en 1995 junto a la cadena NBC e! canal de cable y servicio online MSNBC. En e! cur­ so de 19971a misma compañía ya preparaba su intervención en e! mundo de la televisión tras la compra de WebTV; una sociedad dedi­ cada a la conexión con Internet a través de! tel evisor. Internet, la red de redes de ordenadores más grande del planeta, comenzó a funcionar desde 1986 por iniciativa de la National Science Foundation de Estados Unidos. A partir de 1993 admitió la conexión de cual­ quier ciudadano sin necesidad de pertenecer a una universidad o una empresa. En la ac­ tualidad abarca m ás de 160 países y engloba a universidades, centros de investigación, empresas, organismos gu bern amen tales y usuarios particulares. Entre sus servicios se encuentra la World Wide Wibe 0NWW), ca­ lificada como «telaraña mundiaJ", que ha fa­ cilitado e! empleo de los ingentes recursos comprendidos en Internet y que permite combinar los mecanismos de hipertexto con e! uso de técnicas multimedia. Textos, imáge­ nes, vídeos o sonidos, pueden unirse en las estrategias de búsqueda de información. La comunicación no tiene ningún centro direc­ tor, se produce desde un punto de la red ha­ cia cualquier otro sin ningún tipo de jerar­ quía, movién dose en ese territorio inmaterial al que se ha llamado «ciberespacim,. La globalización se acompaña pues de una progresiva imbricación de sectores del mun­ do de la comunicación, la publicidad y las empresas transnacionales. Ello se ha traduci­ do en un incremento de! protagonismo de esos agentes con vocación o intereses globa­ les, y en una paralela pérdida de peso de los actores estatales. En el terreno econ ómico ha disminuido la capacidad de maniobra de los estados ante las corrientes fin ancieras que desbordan sus posibilidades de intervención y provocan un efecto económico de conta­ gio difícil de controlar. En el ámbito de la com unicación y la difusión de información la experiencia de Inter­ net también demuestra la tendencia hacia un mundo multicéntrico.

Las multinacionales son una de las I?Xpresiones más eviclen tes de la glo­ balización que se vive hoy en todos los Tillcones del planeta. Arriba, una caUe de Shanghai con carteles de productos que son consumidos en todo el mundo. Abajo, euros, la moneda europea unificada que se adoptó en 1999.

El modelo americano, factor de homogeneización ¿Ha seguido vigente la supremacía de un modelo occidental, producto de la evolución del heredado del siglo XIX) ¿O acaso el prota­ gonismo cobrado por Estados Unidos a 10 largo del siglo xx, la fuerza homogeneizadora de sus esquemas de valores y sus productos cultura­ les hacen preciso designarlo con mayor preci­ sión como modelo americano? La hegemonia estadounidense parece indiscutible, pero resul­ ta más íncierto saber su capacidad para erigir­ se en referencia universal. El debate suscitado sobre ambas cuestiones dista de ofrecer una contestación satisfactoria, máxime cuando aún se encuentran abiertos varios frentes en los que se dirime quiénes y cómo están construyendo el mundo a su medida. Bastante menor es la in­ certidumbre sobre quiénes asisten a ese proce­ so sin más recursos que aceptarlo pasivamente o rebelarse contra él. En la década de 1930 la pujanza estadouni­ dense, que ya cubria desde los circuitos finan­ cieros hasta los productos de entretenimiento cultural, era observada con recelo por medios intelectuales y artisticos europeos que se sen­ tían representantes de una eminente tradi­ ción cultural. Fue entonces cuando se acu­ ' o «americanismm" a los que se asociaba con el materialismo, el culto al dinero, el maquinis­ mo, la democracia gregaria, o la nivelación cul­

tural por 10 bajo. Se trataba de una reacción defensiva ante la vitalidad de la sociedad esta­ dounidense, que todavía miraba con reverencia las obras del espíritu europeo pero que ya co­ menzaba a dar síntomas de desbordar a aquél en diversas fa cetas de la creación cultural. Al concluir la Segunda Guerra Mundial, y con Estados Unidos convertido en la mayo r pote ncia económica y militar del planeta, la anterior preeminencia cultural europea dejó paso a la nueva he gemonía estadounidense también en este dominio. A ella no había sido ajeno el éxodo hacia el otro lado de! Atlántico de artistas, intelectuales y científicos europeos que huyeron para refugiarse de! ascenso del fascismo. Nueva York había desplazado a París como hogar cultural de Occidente, de la mis­ ma fonna que Washington se había converti­ do en la capital de la política occidental reem­ plazando a Londres y Berlín. La crítica a la americani zación volvió a sus­ citarse en Europa co n motivo del Plan Mar­ sha11, por parte de aquellos sectores politicos e intelectuales qu e 10 consideraban una ofen­ siva del imperialismo estadounidense para colocar bajo su órbita a los países de Europa occidental. La principal batalla de índole cul­ tural afectó al volumen de películas estadou­ nidenses que se proyectaban en las pantallas europeas, y se saldó con el restable cimiento de la política de cuotas en va rios países para salvagu ardar sus producciones nacionales. Pero se trataba de iniciativas sectoriales que

La ceremonia de entre­ ga de los Óscar retrans­ mitida en directo a gran parte del mundo es una muestra de la irradiación de la cultu­ ra estadounidense. Arriba, a la izquierda, Tom Hanks recibiendo la estatuilla al mejor actor principal por la película Forrest Gump en 1995. Sobre estas líneas, celebración del Día del Trabajo en Si/icon Valley, la meca de la industria in¡or­ má tica en Estados Unidos.

no impedían que se identificase americaniza­ ció n con modernización. Las técnicas de ma­ nagement importadas de Estados Unidos sir­ vieron pa fa formar a los cuadros gestores de la recu peración económica europea de la posguerra. La publicidad y el crecimiento económico difundieron los hábitos de! con­ sumo de masas. El cine y la televisión hi cie­ ron más cercana a la sociedad estadouniden­ se, produjeron un efecto de emulación de sus valores y sus fonnas de vida.

La conciencia planetaria Mientras esa influencia estadounidense se derramaba sobre Europa, la sociología del de­ sarrollo - con epicentro tambi én en Estados Unidos- se concentró en irradiar hacia el Ter­ cer Mundo los esquemas económicos y so­ ciales que presidieron el crecimiento de los países occidenta les. Ello significó senta r la equivalencia entre modernización y lo que dio en llamarse westernization, que venía a entenderse como e! pa so de las sociedades tra di cionales a la co ndición de sociedades modernas. El fracaso en ese experimento de trasplante occidental fue acompañado en la década de 1960 por reacciones de rechazo a la dualid ad modernización /desarrollo, a la que se achacaba actuar como mecanismo en­ cubierto de imperialismo cultural. Entretan­ to, en los países industrializados, la revuelta

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Los desafios de la globa li zació n

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Expansión de los medios de comunicación

li·as el colapso soviéti co, el mundo pareció .","ca ntarse hacia el modelo proyectado por la :l1lica superpotencia en el fin del siglo xx. La hegemonia estadounidense, sin embargo, dista de ser aceptada resignadamente por todos los ueblos del planeta.

Una sociedad pluriculturaI

El Acuerdo General de Aranceles y Comercio provocó que entraran en colisión los intereses de Estados Unidos y la Unión Europea, al puno to de generar conflictos sociales en algunos paí·

ses europeos. Arriba, manifestación de

los agricultores franceses. A la izquierda, la base

espacial de Kourou, Guayana Francesa.

de m ayo de 1968 alertab a sobre la alienación cultural hacia la que conducía la sociedad de cons umo. Se trataba de dos formas diferen­ tes de cuestionar un modelo social y econó­ mico que t enía sus raíces en la exp eriencia estadounidense. Frente a esos movimientos de protesta, y también a finales de esa década, Zbigníew Brzezinski elaboró otra interpretación en una cl ave mu y distinta ya que reivindicaba el protagonismo mundial de Estados Unidos, país al qu e co nsideraba la primera sociedad global de la historia . Eje de la "revolución tecn otrónica» producida por el avance de la tecnología de las comunicaciones, Estados Unidos constit uía una sociedad global por su enorme capacidad de comunicación (el 65 % de las comunicaciones mundiales tenían ori­ gen estadounidense), capaz de propagar en el resto del mundo su forma de vida, sus técni­ cas, sus producciones culturales, sus modas y sus métodos de organización. Todo ell o la si­ tu aba en vanguardia de un modelo global de modernidad, que trascendía los conceptos ca-

ducos del imperialismo pues la "dipl omacia de las cañon eras» había cedido el paso a la "diplomacia de las redes». Estados Unidos re­ presentaba el crisol de una nueva conciencia planetaria. Al final del siglo xx esa polémica volvió a recobrar actualidad. Si en el siglo XIX las em­

presas ferroviarias estaban en la cima del mundo de los negocios, y en la primera mitad del siglo XX ese puesto lo ocup aban las so­

ciedades petrolíferas, siderúrgic as y automo­ vilísticas, en la re ct a final d e la centuria las compañí as telem áticas ingresaron en el re­ ducido círcul o de las veinte empresas mun­ di ales m ás importantes. Dos países, Estados Unidos y Japón, disponían de una clara ven­ taja en este terreno. El primero, con su pol o creativo más dinámico en el "Silicon Valley" de California, cun a de la tecnotró nic a. El se­ gundo con la "Silicon Island» localizada en la isla japonesa de Kyushu. La primacia de Estados Unidos y Japón les otorga una influencia enorme sobre las técni­ cas de com unicaci ón modernas, clave del progreso económico y social. Pero sólo en el primer caso esa posición se ve respaldada por otros factores que hacen de la sociedad esta­ dounidense el eje sobre el que gira el planeta. En sus estu dios se fab rica n el ochenta por ciento de las imágenes de ficci ón que reco­ rren el mundo, cuenta con las bases de datos más amplias y completas, y concentra el nú­ cleo del sistema nervioso del planeta: redes de sa télites, medios de comunicación y em­ presas del sector industrial electrónico.

Como ya den unciaron los países no alinea­ dos en la década de 1960, los flujos informati­ vos proyectan los modelos dominantes, no se establecen en pie de igualdad. Esa situación provoca resistencias y conflictos debido a que el mundo continú a siendo un a sociedad pluri­ cultural, pese a los elementos de convergencia que le dan una pátina de uniformidad. Estados Unidos, consciente de su liderazgo en el campo de la comunicación, se ha erigido en baluarte de la "libertad de expresión co­ mercia],>, que viene a dar continuidad a la doc­ trin a del Free Flow of Informaríon. Para demos­ trar su firmeza a este resp ecto abandonaron la UNES CO en 1985, aco mpañ ados de Gran Bretaña, por entender que se estaba produ­ ciendo en su seno una deriva hacia la politiza­ ció n de los problemas de la com unic ación. Una postura que también amenaza ron con adoptar en la Unión Internacional de Teleco­ municaciones. A su lado estuvieron las empre­ sas transn acionales del sector, que ab ogaron por la adopción de políticas neo liberales que eliminasen cualquier tipo de control o regula­ ción de sus actividades por parte de las ins­ tancias gubernamentales. Dichas políticas co­ braron protagonismo desde la década de 1980 en medio de la oleada de asociaciones e inte­ graciones empresariales con que se respondió a los retos de la globalización. La respuesta más activa frente a la ofensiva homogeneizadora implícita en la posición es­ tadounidense vino de la Europa comunitaria, el principal consumidor exterior de sus pro­ ductos culturales e informativos.

Europa reacciona Desde finales de la década de 1970 se plan­ teó la ne cesidad de articular una política co­ mún que abordase la internacionalización de

El World Wide Web (Wv\fv\f) , la red mun· dial de comunicación, desarrollada en 1989 en el Laboratorio Europeo de Partículas (CERN) y puesta a funcionar en }992, se convirtió rápidamente

en el mas popular entor· no de acceso a Internet, con su inmensa canti· dad de infonnación es· tructurada, presentada y transmitida por todo el mundo.

las industrias culturales. Los poderes públicos se cuestionaban cómo compatibilizar la avalan­ cha de una cultura de masas estimulada desde los circuitos del mercado con las iniciativas to­ madas para democratizar los bienes culturales, com o compaginar la libertad de expresión co­ mercial con la "libertad de expresión ciudada­ n a». Según el razonamiento esgrimido por los responsables políticos franceses, se trataba de preservar la identidad nacional, uno de los pila­ res de los estados europeos, que amenazaba con disolverse por la invasión de una cultura global mercantilizada. A esos móviles se agre­ gaban los intereses comerciales de los países europeos, ante su dificultad para competir en este sector con sus rivales extracom unitarios. En la década siguiente comenzaron a tom ar­ se las primeras medidas prácticas. En 198 3 inició su actividad el European Communica­ tion Sat ellite, que permitia la transmisión de 12 000 canales telefónicos y dos canales de te­ levisión. Al año siguiente, el Ariane situaba en órbita el satélite Telecom l. La Europa co­ munitaria ya disponía de satélites propios de telecomunicaciones que mejoraron sus condi­ ciones para afrontar la competenci a estadou­ nidense. La respuesta del gobierno de Estados Unidos fue la inclusión del sistema interguber­ namentallntelsat en la corriente de desregla­ mentación, lo que conllevó, además, la elimi­ nación de las tarifas reducidas antes adoptadas para los paises del Tercer Mundo. Las inicia­ tivas europ eas abarcaron otras dimensiones en su esfuerzo por superar el desnivel tecno­ lógico en la materia, que tuvieron sus prin ci­

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Los desafíos de la globa lización

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· 17' pales p lasmaciones en la aplicación del Euro­ pean Strategic Programm e for Resea rch and Develop ment in l nfo rmation Tech no logies (ES PRIT), y en el proyecto de Medid as de es­ tím ulo al desa rrollo de la industri a audiovisual (program a MEDIA). Las posicio nes de Est ados Uni dos y la Unión Europea entraron en colisión con mo­ tivo de las negoci aciones para la revisión del Ac uerdo G eneral de A ran celes y Com ercio (GATI), que tu vieron lu gar durante 1993. La post ura europea, de inspiración fr ancesa, re­ chazaba q ue los produ ctos audiovis uales se encontrasen entre las m ercancías sujetas a la liberalización del comercio interna cio nal. La cláusula de la «excepción cultural» fu e objeto de una ard u a polémica, qu e se saldó en di­ ciembre de ese año con el reconocimiento de ese supuesto por la O rganizació n Mundial de Comercio, que h ab ía t omado el relevo del GATI. Pero esa victoria se concibió por parte estadounidense com o un a m era co ncesión simbólica, en la confianza de q ue los avances tecnol ógicos en información y comunicacio­ nes acab arían por hacer infructuosos los in­ tentos de poner filtros nacionales o regionales. Un nuevo frente de conflicto potencial esta­ dounidense-europeo se abrió en el ca mpo de las denominadas autop istas de la información . En febrero de 1993 el go biern o de Estados Unidos anunció públi camente la p uest a en march a del Plan Gore, destinado a la construc­ ción de la G lob al Information Infrastru cture (G Il) como so porte técnico para las nuevas su­ perhighways de la info rm ación. La fin alidad de esa red era recuperar la eficiencia de Internet; comunicar t eléfonos, sistemas de cable y re ­ des de datos de alta velocida d; enl aza r a las grandes emp resas entre sí y con los pequeños vendedores al por meno r, y a todos ellos con los bancos financieros y de info rmación m un­ diales, con todos los emisores de imágenes. La contest ación europea se producía a fi na­ les de ese mismo año. La Comisión de las Co­ m unidades Europeas presidid a po r Jacques Delors sentaba las bases del proyecto p ara crea r las info -rutas europeas. Ese dom inio se consideraba una cuest ión estratégica pa ra el crecim ien to económico, la competitividad y el em pleo en el ámbito comunita rio. Pero sus repercusiones se valorab an también en térmi­ nos extraeconómicos. La expansión de las re­

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Expansión de los medios de comunicación 51

El desarrollo de las comunicaciones

y

La prehistoria de las comunicaciones se extiende a lo largo de muchos siglos, pues no es hasta el advenimiento de las teleco­ municaciones eléctricas cuando se puede hablar en propiedad de su historia. En el pasado, la transmisión de mensajes a dis­ tancia se podía agrupar en tres categorías: los sonoros, loS escritos y los realizados a través de animales u objetos diversos. El tam-tam de los pueblos africanos, las cam­ panas de las iglesias del Medievo, los gongs de los monasterios orientales o los característicos gritoS guturales de las muje­ res del Magreb son formas de comunica­ ción a través de sonidos. Entre loS medioS escritos, sin duda el prin­ cipal es el correo. Animales como las palo­ mas mensajeras fueron utilizados hasta en

Grabado del siglo XIX que muestra a unos indíge­ nas norteamericanos lanzando señales de humo. Estas señales pre­ venían de ataques de otras tribus o del ejército estadounidense, además de servir para transmitir otras informaciones.

el siglo xx, durante la Pri­ mera Guerra Mundial, para comunicarse con el frente. y entre los objetos o materias utilizadas desde antiguo para comunicarse se cuentan las banderas, como las que indi­ caban epidemias en los bar­ cos, y las señales de humo de los indios norteamericanos. El telégrafo de Samuel Morse inaugura en 1837 la era de las telecomunicacio­ nes eléctricas. Le seguiría el teléfono en 1876 y, ya en el siglo siguiente, la radio, la televisión, el télex y el fax, entre otros. Los satélites de telecomunicación y el uso de la fibra óptica en sustitución del cable metálico ofrecieron a partir de la década de 1960 nuevas posibilidades, junto a las que se intuían que se derivarían de Arpanet, una red de comunicación controlada por el gobierno de Estados Unidos, antecedente de Internet. En 1989, la puesta a

Arriba, Gugliemo Marco­ ni, que en 1895 realizó la primera transmisión ra ­ diofónica de la historia. A su izquierda la lelfa " y" en el lenguaje de banderas utilizado por los marinos. A la izquier­ da, tam-tam de madera originario de Costa de Marfil.

punto de la interfaz World Wide Web

0NWW), que aplicaba a las redes el princi­ pio del hipertexto, permitió la popularización de la primera «autopista de la comunica­ ción" de USo público y libre, Internet. El co­ rreo electrónico, una de las prestaciones de Internet, facilitaba la comunicación de datos tanto escritos como sonoros o visuales.

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Sobre estas líneas, página del buscador Altavista en una pantalla de ordenador. A la izquierda, la torre de comunicaciones de Telefó­ nica en Barcelona, obra de Santiago Calatrava.

A la derecha de estas líneas, antena de tele· comunicaciones de un radio observatorio en el valle de Owen, en Cali­ fornia, Estados Unidos.

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Los desafios de la globalización

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Expansión de los med ios de comunicación

En vivo y en directo La emisión en directo fue consus­ tancial a la televisión hasta la apari­ ción en 1956 de los primeros magne­ toscopios, que permitían grabar en cinta magnética los programas para emitirlos en diferido. En la siguiente década, la aparición de equipos lige­ ros de producción y el perfecciona­ miento de los enlaces móviles hicie­ ron que se generalizaran las retransmisiones en directo desde ex­ teriores. Se abría paso así el género te­ levisivo por antonomasia, el de reali­ dad ofrecida como espectáculo, en sus más diversas variantes. En 1960, millones de espectadores pudieron asistir a dos acontecimientos míticos de la historia de la televisión, la boda de Balduino 1 de Bélgica y el debate entre Kennedy y Nixon. La puesta en funcionamiento en 1962 de Mundo­ visión a través del satélite de comuni­ caciones Telstar haría realidad el tópi­ co de la televisión «ventana abierta al mundo», y muy especialmente al mundo del deporte, como pronto de­ mostraría el seguimiento masivo de los primeros juegos olímpicos televi­ sados, los de Tokio de 1964, y del Mundial de Fútbol de 1966 que in­ crementaron notablemente la venta de televisores.

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En las retransmisio­ nes en directo, la sala de control de realización recibe la señal de los equipos

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móviles exteriores. En la foto, sala de la cadena de noticias estadounidense CNN.

des y servicios multimedia podía trocarse en un factor de dependencia si llevaba consigo la monopolización de la información por los bancos de datos de una sola potencia: Estados Unidos. Si no se tomaban medidas para consti­ tuir bancos de datos europeos se corría el ries­ go de una subordinación cultural, pues quien administrase tales recursos podría organizar la memoria colectiva según sus criterios. En otros países no europeos se suscitaron debates análogos. La organi zación de agen­ cias de prensa nacionales, la formación de gru­ pos regionales para desplegar políticas secto­ riales, la regulación de las actividades de las agencias de publicidad extranjeras, o la adop­ ción de sistemas de cuotas para preservar la producción cinematográfica nacional fu eron algunas de las respu estas más fr ecuentes adoptadas ante los nuevos desafíos plantea­ dos. Países con un alto grado de desarrollo in­ dustrial como Japón, Australia o Canadá, tam­ bién se preocuparon por los efectos que las tecnologías de la información y la comunica­ ción podían provocar sobre su soberanía na­ cional y comenzaron a ensayar medid as para disminuir su impacto. Otros países como Bra­ sil, la India o China con menor índice de de­ sarrollo, pero con recursos naturales abundan­ tes, re accion aron establecí en do alianzas con firma s cuya implantación favorecían en su mercado nacional, a cambio de las transferen­ cias de tecnología que les permitieran erigir una industria informática propia. Una estrategia combinada a veces con la form ación de grupos de comunicación impor­ tantes, como el brasileño Globo y el mexicano

El sigjo xx inició «la era de la comunicación», y ésta pasó a SI?/' la clave

de su progreso. Arriba, iz­ quierda, Los ricos tam­ bién lloran, un emblemá, tico serial de la cadena mexicana Televisa.

Televisa que, por medio de productos como las telenovelas, empezaron a desbordar las fro nteras del continente americano y llegar a algun os países de Europa.

Las fracturas de una cultura global Americanización, imperialismo cultural, cultura global son términos que expresan con­ tenidos diferentes, aunque en ocasiones se pre­ sentan con excesiva ligereza como fenómenos encadenados. N o obstante, todos ellos hacen referencia a un proceso continuo de interrela­ ción e interdependencia cultural que, por su propia dinámica, resulta portador de los gér­ menes de dominación de unas sociedades so­ bre otras. La expansión de los conceptos y pautas de conducta de una sociedad más po­ tente y dotada de medios para su irradiación acaba, inexorablemente, produciendo un efec­ to de alienación cultural sobre otras socieda­ des que no disponen de mecanismos equiva­ lentes para contrarrestar su influen cia. Pese a los grandes discursos sobre la quimérica apor­ tación de las redes de comunicación e infor-

La aplicación de la alta tecnología al automóvil posibilitó la mejora de su funcionamiento y una mayor seguridad y confo rt. Todo ello poten, ció su comercialización a través de incisivas y costosas campañas de márketing que eleva· ron al automóvil a la categoria de fetiche a los ojos de sus poten­ cia/es compradores. A la izquierda, nudo de autopista en Los Angeles. Arriba, niños africanos frente a

un televisor, principal herramienta de/ márketing.

mación en la nivelación de los desequilibrios sociales y económicos del planeta, la realidad aporta lecturas bastante más matizadas y a ve­ ces inquietantes sobre sus consecuencias. Mientras en el Norte los países desarrollados compiten por adquirir una mayor o menor ca­ pacidad de intervención sobre ese recurso es­ tratégico en que se ha convertido la comuni­ cación, en los países del Sur la dependencia respecto a aquéllos alimenta fenómenos como el retorno al fundamentalismo religioso, el re­ chazo a los símbolos occidentales o las revu el­ tas del hambre en ci udades de África y Am éri­ ca. Norte y Sur están conectados como nunca lo estuvieron, la aldea global es un hecho en cuanto afecta al incremento de los desplaza­ mientos de los turistas o a la emisión y recep­ ción de las imágenes e informaciones. Pero la asimetría de esos flujo s está ocasiona nd o un alejamiento dentro del acercamiento. Los habitantes de los países del Tercer Mun­ do contemplan en las pantallas de los televiso­ res la opulencia de sus vecinos del Norte, toda una gama de productos que les están vedados por la insuficien cia de su poder adq uisiti vo. También observan hábitos y estilos de vid a que no llegan a comprender o que entran en con­ flicto con sus propias experiencias culturales o sociales, en cuestiones como la emanci pación femenina o las relaciones sexuales, por ejem­ plo. Los tópicos y los mitos que genera esa vi­ sión del otro, esa percepción de los desequili­ brios entre las sociedades, motivan deseos de emulación o provocan rechazo. Una parte de la población nutre los flujos de emigración, legal o ilegal, que trata de alcanzar como sea ese fu ­

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V:

Los desafíos de la globalización

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54 tUfO de riqueza. Otros sectores aceptan pasiva­ mente o apoyan activamente las medidas de censura tomadas por sus gobiemos para impe­ dir la occidentalización, que a menudo suelen encubrir una voluntad de reforzar el poder de los dirigentes políticos bajo el pretexto de pro­ teger sus señas de identidad. En un mundo que camina a pasos acele­ rados hacia la integración, se asiste a la para­ doja del incremento de los síntomas de ex­ clusión. Lo cierto es que se está produciendo una integración selectiva, de aquellos países que concentran el mayor potencial econó­ mico y que giran en tomo a la tríada América del Norte, Unión Europea y Asia oriental; de aquellas regiones que han conseguido formar enclaves de aglomeración tecnológica e indus­ trial y que prefiguran lo que viene denomi­ nándose «economía de archipiélago». Los flu­ jos de intercambios de información, como los de mercancías, cada vez están más volcados hacia esos espacios, hac ia esas colectividades vinculadas por una comunidad de consumo sobre la que se edifica la cultura global. El res­ to son zonas de sombra, que no tienen acceso a las nuevas maravillas de la sociedad de la co­ municación . Pero en esas zonas, que no siem­ pre se encuentran en el Tercer Mundo, aun­ que sí sea su medio más propicio, viven muchos millones de personas. Su exclusión es fuente de conflictos, que se manifiestan en el retomo a los enfrentamientos étnicos, en la revitalización de los nacionalismos, en la in­ tolerancia hacia lo extranjero, y al mismo tiemp o en las protestas que tienen lugar en los propios países desarrollados por aquellos que no consiguen adaptarse a las mutaciones.

Realidad como espectáculo Tan inq uietante o más que 10 anterior es el

empleo que se ha dado a veces a esa hegemo­

nia de los recursos tecnológicos en materia

de comunicacíón, como medio para neutra­

lizar los focos de tensión sin provocar reac­

ciones contrarias de la opinión pública. La

guerra del Golfo en 1991, la primera guerra

transmitida en tiempo real, constitu­

ye un caso paradigmático. En las tro­

pas estadounidenses, de cada cien

soldados 45 eran informáticos, logísticos, «co-

La guerra del Golfo de 1991 pasaria a la histo­ ria como la primera gue­ rra retransmitida en

directo por televisióII . La manipulabilidad de la realidad quedo pa­ tente cuando, tras el con­ flicto, periodistas inde· pendientes pudieron acceder al campo de batalla y comprobar los i.nmensos daños causa ­

dos por Estados Unidos.

Si en la década de 1960, el cineasta Jean-Luc Godard ltabia definido a su propÍLl generación como "hijos de Marx y de la Coca-Cola.», en las últimas décadas del siglo, el componente ideo­ lógico ltabia desapareci­ do totalmente, hasta el pu,uo de que, parafra­ seando a Godard, se po­ dia ya hablar de «hijos de McDonald y de la Coca-Cola.» .

municadores» en sentido amplio. La capaci­ dad de los sistemas de información supervisa­ dos desde el Pentágono fue impresionante y logró, pese al abrumador despliegue de pe­ riodistas y a que la cadena CNN cubrió las operaciones durante las veinticuatro horas del dia , que la opinión pública se enterase única­ mente de lo que quería mostrársele. La censu­ ra informativa y la manipulación de los datos, a cargo de expertos en informática y comuni­ cación, produjo la sensación del triunfo de una «guerra limpia». El deslumbramiento de las armas inteligen­ tes, teledirigidas hacia sus objetivos previa­ mente definidos, ocultó las trágicas secuelas de las 100 000 víctimas civiles. La percepción de los espectadores consistía en una mezcla de realidad y ficción, como si en sus pantallas se desplegase una película bélica, con ingredien­ tes de La guerra de las galaxias y de Rambo. No ocu rrió nada comparable a la moviliza­ ción antimilitarista que acompañó a la guerra de Vietnam. La guerra electrónica impuso su lógica sobre los utópicos presupuestos de la aldea global. Algo que volveria a repetirse du­ rante los nuevos ataques de Estados Unidos a [rak a finales de 1998. En ella pso final del siglo XX los cambios so­ ciales, económicos y culturales que han acom­ pañado el vertiginoso desarrollo de los medios de comunicación e información han permitido una mayor interconexión entre las distintas so­ ciedades del planeta, han favorecido un mayor conocimiento mutuo. Pero ese proceso no se ha traducido necesariamente en una mayor com­ prensión, ni en un esfuerzo común por mitigar las desigualdades internacionales. La lógica del progreso ha estado condicionada por móviles mercantilistas y no por ideales solidarios. Uno de los mayores retos planteados a finales del siglo xx ha sido evitar que la conciencia participativa del ciudadano dejara paso a la inercia contemplativa y a la voracidad compul­ siva del consumidor. Al acabar el siglo, la Tie­ rra no era aún ese escenario de McDonaldiza­ ción o McMundo al que aludieron algunos pensadores, no era un solo mundo, y segura­ mente esa situación de diversidad cultural, a pesar de su carácter polémico, es también una de las mejores garantias frente a los riesgos de asimilación que lleva asociados la era de la comunicación.

Expansión de los medios de comunicación

Cronología. Globalización Prensa, radio, TV

Telecomunicación y redes de información

Transportes

Unión Internacional de Telecomunica­ ciones (1906). Primeras emisiones de radiodifusión (1916)

Morse (1901). Unión Radiotelegráfica Internacional (1906). Belinógrafo (1907)

Primer vuelo de un zepelín (1900). Cur­ tiss inventa el hidroavión (1911). Roland Garros cruza el Mediterráneo en avión (1912). Primera travesía aérea del Atlántico (1919). De la Cierva inventa el autogiro (1920)

1900

1925 Amundsen y Nobile sobrevuelan el Polo Norte (1926). Lindberg vuela de Nueva York a París (1927). Circulan en el mun­ do 30 millones de automóviles (1930). Primeras pruebas de propulsión a cho­ rro (1937)

Baird crea el primer televisor (1926). NBC (1926). BBC (1929). Telex (1934). Tubo catódico en color (1949)

Red telefónica Nueva York-Londres (1926). Primer sistema de radar (1935). Aud ímetro (1935)

1950 Primer cable telefónico submarino (1956). Primer satélite experimental de comunicaciones (1956). Arpanet, red de transmisión por satélite (1966)

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Fabricación del primer magnetoscopio (1952). Primera emisión en color (1953). Eurovisión (1954). El satélite Telstar transmite Mundovisión (1962).300 millo­ nes de televisores en el mundo (1974)

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Sistema DBS para la d~usión directa por satélite (1963). Primera guerra transmitida por TV en tiempo real (1991) Rupert Murdoch adquiere la 20" Cen­ tury Fox (1992)

Se comercializa en París la primera tar­ jeta telefónica (1976). El Ariane pone en órbita el satél~eTelecom 1 (1964). Lie­ gan los teléfonos móviles a Europa (1965). Videoteléfonos en color (1992). Puesta en marcha de la Global Informa­ tion Infrastructure (1993). Internet: 30 millones de usuarios (1995)

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El Concorde atraviesa el Atlántico en tres horas (1969) 1975

Primeros trenes de alta velocidad (1961). Circulan en el mundo 400 millo­ nes de automóviles (1990)

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Los desafíos de la globalización

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Hacia una nueva era: globalización

y sociedad informacional

Hacia una nueva e ra

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Crisis y renovación

n el último tercio del si­ glo xx un conjunto de fe­

nómenos y procesos, que

discurrieron por cauces parale­

los y en ocasiones concurrentes,

pusieron en cuestión los pilares

sobre los que se asentó la civili­

zación occidental, generando un

amplio consenso social e intelectual

a la hora de definir las problemáticas sociales, políticas, económicas, cultura­ les y ecológicas con las que se enfrentaba la humanidad. Un vocablo fue recurrente­ mente utilizado para referirse a los cambios del final de siglo: «crisis». Los medios de co­ municación se refirieron constantemente a la crisis social, la crisis política, la crisis económi­ ca, la crisis cultural o la crisis ecológica para explicar las transformaciones y alteraciones que sacudieron los diferentes escenarios de las sociedades y el ecosistema planetario. Sin em­ bargo, para caracterizar el alcance y significa­ do de la crisis, o las crisis, los analistas han mostrado importantes divergencias y desa­ cuerdos. A pesar de ello, se puede hablar con propiedad de la existencia de una «crisis fin de siglo», constituida por una multiplicidad de manifestaciones que cuestionaron los funda-

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mentos sobre los que parecía

asentarse con firmeza la civili­

zación occidental en las pri­

meras décadas de la segunda

mitad del siglo xx.

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sociedades se encuentran interrelacionados bajo la batuta directora de los modelos y sis­ temas de valores de la civilización occidental. Es el momento en el que se realiza plenamen­ te la ideología del progreso heredera de la Ilustración.

Los últimos años del si­ glo XX se cierran con la evidencia de una pro­ funda «crisis» que cues­

tiona las bases sobre las que la civilización occi­ dental se ha erigido en mode/{) para capitalizar la idea de progreso, unas bases que a menu­ do han sido impuestas por la superioridad eco­ nómica y militar En la imagen, puesto de pro­ yectiles en una calle de Kabul, en 1999.

dían liberarse del yugo de la dominación colo­ nial, pero los modelos que perseguían para sus sociedades se basaban en los presupuestos de los dos grandes modelos cristalizados en Es­ tados Unidos y la Unión Soviética.

«tigres asiáticos» no estu­

La edad dorada Las décadas que transcurren des­

de la finalización de la Segunda Gue­

rra Mundial hasta el inicio de la década

de 1970 pueden ser consideradas como una

auténtica «edad de oro» de la civilización oc­ cidental. Es el periodo de la Historia en el que los sistemas de valores emanados de una civi­ lización, la occidental, logran una hegemonía indiscutible a escala planetaria, culminación de una onda de largo alcance que encontró su punto de aceleración en la segunda mitad del siglo XIX con los procesos de expansión colonial. La superioridad tecnológica, militar y económica de Occidente impuso a lo largo del siglo XIX su dominio sobre otras civiliza­ ciones con las que había convivido, de forma más o menos conflictiva. En sentido estricto, la mundialización del planeta es un fenómeno del siglo XX, cuando todos los continentes y

La unífonnízación de las formas culturales bajo la influencia de Occidente puede verse en esta imagen del distri­ to financiero de Singa­ pur. La expansión eco­ nómica de los llamados

Los dos grandes modelos en la segunda posguerra En torno a 1945 los modelos sociales, eco­ nómicos y políticos que emergieron tras el fin de la guerra se fundamentaban en los sistemas de valores heredados de la !lustración, tanto en su vertiente liberal, liderada por Estados Unidos, como en su vertiente marxista, enca­ bezada por la Unión Soviética. Dos grandes modelos ideológicos, políticos, económicos y sociales que se confrontaron a lo largo y an­ cho del planeta hasta el fin de la «guerra fría» en la década de 1980, pero cuyos fundamen­ tos procedían de una matriz civilizatoria co­ mún. De hecho, los procesos descolonizado­ res puestos en marcha en la segunda mitad del siglo xx fueron protagonizados por elites imbuidas de los valores de la civilización occi­ dental. Los lideres independentistas preten­

vo exenta de desequili­ brios y debilidades fi­ nancieras. En esta isla asiótica , modernidad y tradición forman un sor­ prendente conjunto.

Guerra fría y bienestar Al inicio de la década de 1960, una vez su­ perado el peor momento de la «guerra fría», la crisis de los misiles de Cuba, en octubre de 1962, que situó al planeta al borde de una guerra nuclear, se abrió paso un modus viven­ di, por el que el enfrentamiento entre bloques encontró unos cauces normalizados, cuyo fin último era impedir que la confrontación entre Este y Oeste desembocara en el holocausto nuclear, mediante la combinación de la carre­ ra de armamentos, la disuasión nuclear, la fo­ calización de los conflictos abiertos - como la guerra de Vietnam, la permanente crisis de Próximo Oriente, etcétera- y la competencia entre sistemas -ejemplificada en la teoría de la coexistencia pacífica enunciada por el ¡¡der soviético Nikita Jruschov (1894-1971) en el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), en 1956.

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Los desafíos de la globalización

58

En la parte del planeta liderada por Estados Unidos las sociedades de! bienestar consoli­ daron la confianza y el optimismo. El largo ci­ clo alcista registrado por la economía interna­ cional tras la Segunda Guerra Mundial, que permitió la rápida reconstrucción de las eco­ nomías y sociedades europeo-occidentales, alimentada por e! Plan Marshall, generó un contexto económico favorable para e! rápi­ do desarrollo de las sociedades del bienestar. Junto al excepcional ciclo económico de las décadas de 1950 y 1960, los «estados del bienestan> fueron posibles por el cambio de los postulados teóricos y prácticos de las po­ líticas económicas puestas en marcha tras la guerra. El keynesianismo, cuyo acento en las políticas de demanda, impulsadas por e! esta­ do, pretendía garantizar un crecimiento eco­ nómico sostenido. Crecimiento económico, sistemas democráticos y paz social termina­ ron por cristalizar en un amplísimo consenso social en tomo a los estados del bienestar, que permitieron la extensión y consolidación de la sociedad de consumo que había iniciado su despegue en Estados Unidos en el período de entreguerras. En las sociedades industrial-

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La liberación de los co­ lonialismos europeos en­ gendró en muchos casos en Africa una situación endémica: guerras y re­ 1/Ueltas que sólo seroían para cambiar un dicta­

Sobre estas líneas, N iki­ ta fruschov e1l la época de la «desestalinización» y de la coexistencia pa­ cífica . Abajo, una ima­ gen emblemática de la «sociedad del bienestar», el ba>io de Anita Ekberg eH la Fontana de Trevi perteneciente al largo­

dorporo~o Sobree~

líneas, ellider revolucio­ nario congoleño Patrice Lumumba. A la derecha, la Marcha Verde a favor de la retirada de Espa?Uz del Sáhara Occidental.

me~aje

mente avanzadas e! pleno empleo y la eleva­ ción de los niveles materiales de vida trans­ formaron radicalmente los modos y las cos­ tumbres. Frente a las predicciones marxistas de una creciente polarización social ligada a las leyes del desarrollo del capitalismo surgió y se consolidó una sociedad de clases medias, de la mano de los procesos de terciarización y del crecimiento sostenido de los ingresos, tanto directos como indirectos, de los trabaj a­ dores asalariados, a través de la cualificación de la mano de obra y la acción de los sindica­ tos. La sociedad de consum o desactivó el ca­ rácter revolucionario del conflicto entre capi­ tal y trabajo que había acompañado a las anteriores etapas del desarrollo de la sociedad industrial.

En los países bajo influencia soviética la de­ sestalinización iniciada en el XX Congreso del PCUS alimentó las esperanzas de una ma­ yor autonomía respecto de Moscú, abriéndo­ se paso los discursos sobre la vía nacional al socialismo. Sin embargo, el balance fue enor­ memente contradictorio, poniendo al descu­ bierto los estrechos márgenes de maniobra del modelo soviético. De hecho, el experi­ mento liberalizador emprendido por Jruschov se saldó con un triple fracaso: en e! plano eco­ nómico, las medidas reformistas dirigidas a di­ namizar y flexibilizar el sistema de planifica­ ción centralizado no pasaron del papel, lo que a medio y largo plazo tendría consecuencias funestas; en el plano político, la desestaliniza­ ción terminó por ser sustituida por la escle-

La Dolce Vita

(l959) , de Fedenco FeL/ini, sátira de la bur­ guesía romana

Hacia una nueV~l era

59

rotización de la nomenklatura; y, finalmente, en el plano internacional, el monolitismo del bloque soviético comenzó su resquebra­ jamiento, con la crisis chino-soviética inicia­ da en la cumbre de Moscú de noviembre de 1960. Triple fracaso que se plasmó en la sustitución de Jruschov por Leonid Brezhnev (1906- 1982), el15 de octubre de 1964, con la consiguiente congelación de las propuestas reformistas y cuya más elocuente expresión fu e la invasión de Checoslovaquia por las tro­ pas de! Pacto de Varsovia en 1968, que puso fin al experimento de la Primavera de Praga que trataba de construir un «socialismo con rostro humano». En cualquier caso, en la década de 1960, la civilización occidental, sus sistemas de valo­ res, su potencial tecnológico, económico, mili­ tar y cultural brillaban en todo su esplendor a lo largo y ancho del planeta. La ideología del progreso, crisol en e! qu e se había fundido el proyecto de la Ilustración en el tránsito del siglo XVlII al XIX, representada por el sistema filosófico kantiano, desembocó en el siglo XIX en las diferentes filosofias y teorías de la histo­ ria, desde el positivismo de Comte al evolu­

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Los desafíos de la globalización

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cionismo de Spencer pasando por el materia­ lismo dialéctico de Marx, con la convicción de la superioridad de Occidente sobre el resto de las civilizaciones que convivían en el pla­ neta. La concepción lineal del tiempo subya­ cente a dicha ideología de! progreso encontró su confirmación en los irrefutables éxitos de Occidente a la hora de imponer su dominio a escala planetaria. Terminó por convertirse en un lugar común la convicción de que la his­ toria de la humanidad se resolvía mediante la sucesión de formas civilizatorias, en las que Occidente constituía e! modelo más evolucio­ nado mientras el resto representab a formas atrasadas, conden adas a reproducir de m ane­ ra acelerada el modelo histórico recorrido por la civilización occidental. Dicha ideología del progreso quedó asociada a los espectaculares triunfos de la ciencia y la tecnología occiden­ tales al lograr imponer el dominio de la hu­ manidad sobre la naturaleza, inaugurando una nueva era en la que las miserias y lacras esta­ ban llamadas a desaparecer.

Los desesperados inten­ tos de evitar el derrum­ be del edificio político de los soviets fueron a veces sangrientos, a veces pa­ téticos. Sobre estas líneas, manifestación de protesta durante la primavera de Praga en 1968. A la derecha, Leonid Brezhnev en la apertura del XXIV Con­ greso del Partido Comu­ nista ruso.

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La era atómica Un futuro prometedor parecía al alcance de la man o una vez se generalizaran las for­ mas y niveles de vida occidentales, tanto en su vertiente de las más atractivas sociedades del bienestar como en la de las más austeras sociedades de economía planificada. Bien es cierto que en tan optimista paisaje persistí­ an algunos nubarrones, derivados principal­ mente de la amenaza nuclear, símbolo de la ambigüedad del progreso. La era atómica re­ presentaba paradigmáticamente el dominio del hombre sobre las fuerzas de la naturaleza pero también los peligros que dicho control entrañaba, pues por primera vez en su histo­ ria la hum an idad estaba en di sposición de destruir el planeta. Este hecho, radicalmente nuevo en la histo ria de la humanidad , con­ secuencia del desarrollo científico-tecnológi­ co alcanzado por la civilización occídental, introduce un nuevo horizont e intelectual que afectó a la percepción del futuro, de un

futuro hipotecado por el posible estallido de una guerra nuclear. La crisis de la ideología del progreso se demoró, sin embargo, algu­ nos lustros, como consecuencia de los efec­ tos culturales de la «guerra fría» y de la ola de crecimiento registrada en las décadas de 1950 y 1960. Sólo a raí z del estallido de la crisis de la década de 1970 la crisis de la ide­ ologia del progreso se reveló en toda su in­ tensidad. En efecto, el nacimiento de la era atómica con e! estallido de las bombas de Hiroshima y Nagasaki, el 6 y el9 de agosto de 1945, su­ puso, de hecho, la entrada en otro mundo para la humanidad. Hasta esa fecha las dis­ tintas civilizaciones que se habían sucedido o habían convivido a lo largo del tiempo y del espacio habían interactuado con sus respecti­ vos ecosistemas, alterando significativamente en numerosas ocasiones sus hábitats y paisa­ jes, pero hasta entonces la acción del hombre tenía un alcance limitado. Desde 1945 la hu­ manidad, por medio de la civilización occi-

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Las bombas nucleares lanzadas por Estados Unidos contra Hiroshi­ ma y Nagasaki en 1945 habían sido ensayadas en la primera explosión, llevada a cabo en AIa­ mogordo, Nuevo México, el 16 de julio de 1945 (derecha) . Acabada la guerra, los esfuerzos se orielltaron al uso pacifi­ co, aunque na exento de peligro, de esta energía .

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Los desat}os de la globalización

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Armas letales Las dos guerras mundiales fueron un excelente laboratorio para la experi­ mentación de nuevas armas cada vez más letales. La panoplia de armas con­ vencionales se incrementó con la in­ corporación de armas especiales como las químicas, las biológicas y las nucleares. Las armas químicas contie­ nen sustancias tóxicas elaboradas sinté­ ticamente y pueden ser dispersadas desde aviones, o a través de bombas o proyectiles. Unas son letales y otras so­ lamente incapacitantes. Las armas biológi­ cas se dispersan de forma similar a las quí­ micas y en su elaboración intervienen microorganismos o sus toxinas. Durante la guerra de Vietnam Estados Unidos utilizó armas biológicas para destruir cosechas, así como defoliantes químicos para devas-

El horror que significó la explosión de las bombas nucleares no fue sufi­ ciente para detener su fabricación. Arriba, explo­ sión termonuclear reali­ zada por Estados Unidos en el Pacífico en la déca­ da de 1990.

En plerw desarroLlo de la «guerra frW» se creó eL Comité de Actividades Antiamericanas. En este clima de alanna políti­ ca, Julius Roslmberg (amba) fue acusado junto a su esposa de fa­ cilitar infonnación a los soviéticos sobre La bom­ ba atómica. El 19 de ju­ nio de 1953 serian eje­ cutados en la cárcel de Sing Sing.

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tar extensas zonas de vegetación. En cuanto a las armas nucleares, cuyo pri­ mer prototipo puso a punto un equipo de investigadores estadounidenses como fruto del Proyecto Manhattan, se fueron perfeccionando a lo largo de todo el siglo XX como elemento de di­ suasión entre las grandes potencias. Desde la explosión de la~ bombas ató­ micas sobre Hiroshima y Nagasaki no cesaron las voces en contra del empleo de estas armas y de su radiación. A lo largo de la segunda mitad del siglo, la incesante carrera del arma­ mento llevó a la construcción de misiles balísticos intercontinentales, así como de misiles de cabeza múltiple y de crucero, empleados en las guerras contra Irak y en las intervenciones de la OTAN en las diferentes crisis de los Balcanes al finali­ zar el siglo.

dental, se encuentra frente a un hecho inédi­ to en la historia de la Tierra, por primera vez una especie está en disposición de alterar ra­ dicalmente mediante sus acciones el ecosis­ tema global del planeta. A la vez, el hombre ha adquirido la capacidad real de autodes­ trucción de la especie, mediante la Destruc­ ción Mutua Asegurada (MAD), estrategia militar alimentada por las dos grandes super­ potencias durante la «guerra fria», clave de bóveda sobre la que descansó la «dis uasión nuc!ean), mediante una desbocada carrera de armamentos que garantizara en caso de co n­ frontación nuclear la destrucción absoluta del adversario. Los arsenales nucleares almacenados du­ rante la «guerra fría » alcanzaron la capacidad de destruir varias veces la vida del planeta, al menos en sus formas conocidas, con la con­ secuente desaparición de la especie humana, a través de los efectos inducidos por el invier­ no nucl ear. Albert Einstein, que con su for­ mulación de la teoría especial de la relativi­ dad hizo factible la era atómica, al ligar la energía y la materia en su conocida fórmula E ~ mc 2, señaló en 1949 la responsabilidad

contraída por la humanidad: «La bomba H se divisa en el horizonte como un objetivo verosímil. [ ... ] Si llega a construirse, la conta­ minación radiactiva de la atmósfera, y con ello la destrucción de la vida en la Tierra, en­ trarári en el terreno de lo técnicamente posi­ ble. El horror de este proceso reside en su aparente ineluctabilidad. Cada paso parece consecuencia inevitable del anterior. El ani­ quilamiento total aparece cada vez con más claridad al final del proceso. [ ... ] No puede llegar a forjarse una paz verdadera orientando todo nuestro comportamiento hacia la even­ tualidad de un conflicto. Tanto más, si cada día resulta más evidente que este conflicto significaría la destrucción absoluta».

La ideología del progreso Las palabras de Einstein remiten a la espe­ cial configuración que la teo ría del progreso, elaborada por la civilización occidental, ad­ quirió a lo largo del siglo XIX , al identificar miméticamente el progreso de la humanidad con el progreso de la ciencia. El espíritu

La bomba H, O bomba temlOnuclear, fue la pri­ mera de fusión . Sus diez megatones de fuerza ex­ plosiva hicieron que el atown del Pacifico don­ de se puso a prueba en 1952 desapareciera del mapa. En la foto, un grupo de militares y téc­ nicos observa el momen­ to de la explosión . Esta experiencia desencadenó posturas criticas.

cientifista, fundamentado en los éxitos de la física newtoniana y ratificado por la publi­ cación en 1859 del Origen de las especies de Charles Darwin, cristalizó en la representa­ ción determinista de la naturaleza. El descu­ brimiento y conocimiento más profundo de las leyes naturales garantizaban la compren­ sión de la naturaleza, su aplicabilidad a tra­ vés de las innovaciones tecnológicas era la expresión del dominio del hombre sobre la misma, el progreso de la ciencia no sólo sig­ nificaba el triunfo del conocimiento humano sino también el despliegue de su capacidad para enfrentarse y solventar de una manera definitiva los problemas de la humanidad, allanando el camino hacia el reino de la feli­ cidad. De esta forma, la Razón de la Ilustración derivó en razón instrumental, expresada para­ digmáticamente en la ideología del progreso, por la que quedaron soldados los términos: avance de la ciencia/innovación tecnoló­ gica/progreso material, en una ecuación cuyo resultado debía llevar al reino de la felicidad; ec uación compartida por las grandes ideolo­ gías surgidas en el siglo XIX.

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Los pensadores de la Escuela de Frankfurt como Eric Fromm (arriba) o Theodor W Adorno (abajo) orientaron sus esfuerzos

hacia la búsqueda de vias para la tramforma­ ción del mundo. Junto a estas líneas, dos premios Nobel, paci­ fistas conuenddos, Albert Eímtein y el escritor hindú Rabin­ dranath Tagore.

La «disolución del individuo» Fue el filósofo y sociólogo Max Horkheimer (1895-1973) quien, en la década de 1930, en­ contró una definición para el programa de in­ vestigación emprendido por los miembros de la llamada Escuela de Frankfurt: esa definición era la «crítica de la razón instrumental», en la que mostraba su recha zo a la derivación tec­ nificada de la razón. La ra zón instrumental se­ ría, pues, la configuración específica en la que el racionalismo de la Ilustración derivó como consecuencia del desarrollo de la sociedad in­ dustrial. La reflexión de Horkheimer enlazaba

con la denuncia de la pérdida de la identidad del individuo frente al Molok del Estado que in vadía todas las esferas de la sociedad en la na ciente sociedad de masas, que había sido denunciado por el expresionismo, particular­ mente por las pinturas de Edvard Munch y Ensor y la literatura de Frank Kafka. Disolu­ ción del individuo, que encontraba su mani­ festación en la crisis del sujeto que llevó a Sig­ mund Freud a desarrollar en los años del ca mbio de siglo su teorí a psicoanalítica_ Se comprende así el intento de lectura conectada de Karl Marx con Freud re alizada por los frankfurtianos. Con ello, los integrantes de la Escuela de Frankfurt llamaban la atención sobre la insufi­ ciencia de la critica economicista, a la hora de analizar y explicar las transformaciones acae­ cidas en la sociedad industrial. A su juicio, era preciso desarrollar paralelamente una critica al ethos vinculado a las transformaciones de la organización socioproductiva, mediante el análisis de los procesos socioculturales. Hork­ heimer llegó a plantear en Eclipse de la razón que el simple análisis racional de la sociedad resultaba insuficiente e insatisfactorio, toda vez que esa razón había perdido su conscien­ cia y autoconsciencia crítica, tal como se pon­

dría de manifiesto en el carácter manipulable de la opinión pública, que en las sociedades de masas habría terminado por conducir a una completa cosificación del hombre. Para Adorno y Horkheimer el sesgo normativista de la Ilustración conducíría a la razón por la pendiente del totalitarismo. Si bien la ideología del progreso pervivió a un lado y otro del muro de Berlín, lo hizo en preca­ rio al reducirse su ámbito de aplicabilidad al ho­ rizonte de un crecimiento económico ilimitado, a través de la doctrina de la coexistencia pacífi­ ca. El horizonte del futuro se redujo simple­ mente a las cifras del cuadro macroeconómico, en tanto que éste fue abandonado a la esfera del desarrollo científico-tecnológico. La crisis civili­ zatoria de la década de 1920, caracterizada por el cuestiona miento de los principios sobre los que se había edificado la racionalídad moderna de la civilización occidental, fue cegada, desa­ pareció ante el resplandor del hongo nuclear. Las transformaciones acaecidas en el ámbito de la ciencia, con la crístalización del complejo científico-tecnológico, vinculado a las enormes necesidades financieras requeridas por los pro­ yectos de investigación, coadyuvaron a este desplazamiento, tras la revolución cíentífica del primer tercio del siglo xx.

Según el filósofo Herbert Marcuse la sociedad in­ dustrial terminaría por alinear a todas las cla­ ses sociales. Aún así, en la base de los diferentes grupos sociales se man­ tuvieron sus rasgos iden­ tificadores. En las fotos de esta página, de iz­ quierda a derech a y de arriba abajo, se pueden ver tres escenas de ma­ sas correspondientes a diversos grupos sociales y diferemes momentos históricos en el siglo xx: la Italia fascista que dio su apoyo al Duce en multitudinarias caneen·

traciones; jóvenes parti­ cipando en La gran pa­ rade (una fiesta que congrega a jóvenes de toda Europa y otras partes del mundo); y obreros saliendo de una fábrica en un grabado de 1908.

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amp lios sectores de la izquierda occidental, del comunismo soviético a raiz de su interven­ ción militar de 1956 en Hungría,

Primeros síntomas del malestar

El fin de un sueño A fin ales de la década de 1960, el optimis­ mo y la confianza en el futuro de las socieda­ des opulentas de los países desarrollados co­ menzó a prese ntar los primeros sintomas de un malestar que terminaria por eclosionar en los sucesos de 1968, Sus antecedentes inme­ diatos se encuentran en los movimientos por la paz que desde finales de la década de 1950 recorrieron Europa occidental, particularmen­ te en el Reino Unido y la República Federal de Alemania, centrados en la denun cia y la mo­ vilización ciudadana contra el peligro de una guerra nuclear; y en la aparición del «tercer­ mundismo», al calor de los procesos de desco­ lonizació n y del definitiv o descrédito, entre

La celebración de la

Conferencia de Ban­ dung en 1955 (amba, derecha) respondía a una realidad intemacio­ nal concreta, surgida a raiz de la descoloniza­ ción e independencia de paIses de/ Tercer Mundo. A estos países les unia su !/O/untad de mante­ nerse al margen de la hegemonía de los blo­ ques. Sobre estas lineas, sede del cuartel general del ejército francés en el Argel de 1958, protegido por sacos terreros.

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Los desaflo$ de la globalización

Este malestar encontró en la revolución cu­ bana, la guerra de Argelia y, sobre todo, en la guerra de Vietnam, los elementos movilizado­ res de una incipiente «nueva izquierda», que desde el apoyo a los movimientos de libera­ ción nacional y las guerrillas del denominado Tercer Mundo desarrollaron una crítica radi­ cal tanto de las sociedades opulentas del blo­ que liderado por Estados Unidos como de los burocratiza dos y dictatoriales regímenes del socialismo re al, sometidos al férreo control de la Unión Soviética, a la búsqueda de una «tercera» vía que parecía apuntar con el naci­ miento del movimiento de los «países no ah­ nead os», cuyos primeros pasos fundacion ales fueron dados en las Conferencias de Bandung (1955) y Belgrado (1961), Por otra parte, la elevación de los niveles de vida, el creciente co nsumismo asociado al de­ sarrollo de la sociedad de los mass media, la generalización de los sistemas educativos con la consiguiente masificación de la universidad

y la incorporación de las mujeres al mundo del trabajo transformaron los valores de la socie­ dad, particularmente de las jóvenes genera­ ciones nacidas tras la guerra y educadas en el contexto de las sociedades opulentas, El bie­ nestar material parecia una conquista irrevoca­ ble, el horizonte aparecía cargado de prome­ sas de la mano del desarrollo cientifico-técnico, nue vos productos inundaban los mercad os, nuevas oportunidades surgían por doquier y la sociedad del ocio parecía poner sus ventajas al alcance de la mano, En otras palabras, la pro­ mesa de la conquista del paraíso terrenal naci­ da con la Ilustración había llegado, dejando de ser u n horizonte más o menos lejano por el que combatir o en el que confiar. Sin embargo, a mediados de la feliz década de 1960 el m alestar comenzab a a instalarse en determin ados sectores de las soci edades del bienestar, particularmente entre los jóve­ nes que empezaban a mostrar síntomas de rebeldía, encontrando sus primeras manifes­ taciones en la fas cinación que sentían por los nuevos ritmos musicales como el rock and rol/. Jóvenes rebeldes que se identificaban con los nuevos mitos cinematográficos, Jam es D ean y Marlon Brando. Que escuchaban la música de The Beatles, The Rolling Stones, Ja­ nis Joplin o Jimmy Hendrix , Que comenza­

La generación del

baby-boom había llega­

do a su mayoría de edad imponiendo nuevas cos­ tumbres. Arriba, un gru­ po de jávenes hippies ClJmparten el día a día en comuna, una fonna de vida que fue frecuente en la Mcada de 1970. Abajo, la cantante esta­ dounidense lanis lop/in,

Hacia una nueva era

ban a leer a Jack Kerouac y daban los prime­ ros pasos en el viaje iniciático de las sustancias alucinógenas: la marihuana y el LSD, Pero el radicalismo político que proliferaba en los campus universitarios no resultaba ser la única manifesta ción de las transformacio­ nes que se estaban produciendo entre las jó­ venes generaciones de las sociedades del bie­ nestar, Antes del mayo de 1968 el cambio de valores mostraba evidencias en la liberaliza­ ción de las costumbres, especialmente en las relaciones entre los sexos, que daría lugar a lo que se ha llamado la liberación sexual, que ca­ minó de la mano con el nuevo papel qu e las muj eres reivindicaban en la sociedad, al calor de su incorporación masiva al mundo del tra­ bajo, cuestionando los tradicionales roles asig­ nados a la muj er como madre de famili a yes­ posa. Autonomía e independencia de la mujer y, por tanto, reivindicación de su propio cuer­ po y de su sexualidad,

El movimiento feminista La independencia económica ad quirida por las mujeres y la elevación de sus niveles educativos coadyuvaron de manera decisiva a la ampliació n del apoyo social a los movi­

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El movimiento feminista tuvo Como precursor al grupo de mujeres sufra­ gistas CJue a comienzos del siglo comlmzaron a reivindicar su derecho al voto 1m paises como Gran Bretaña y Esta­ dos Unidos. Arriba, a la izquierda, Simone de Beauvoir, autora de El segundo sexo. Sobre estas líneas, Margaret Sanger 1m una conferen­ cia a favor del control de la natalidad. A la iz­ quierda, la escritora feminista Betty Friedan.

mientas en pro de la igualdad de los dere­ chos de la mujer, nacidos en los lustros fina­ les del siglo XIX y representados por las su­ fragistas. De hecho, el movimiento de la mujer que cristalizó en la década de 1960 re­ presentó un cambio cualitativo respecto del discurso, el eco y apoyo social de los movi­ mientos sufragistas y, marcó el nacimiento del movimiento feminista, puesto que ade­ más de reivindicar la igualdad de derechos y deberes de ambos sexos, planteaba la defen­ sa específica de los valores asociados a la fe­ minidad frente a los valores masculinos, dan-

do lugar a una crítica global de la sociedad, identificada por su secular carácter patriar­ cal. De esta forma, el movimiento feminista actuaba en un doble plano. La demanda de la igualdad entre los sexos, mediante modifica­ ciones en el orden jurídico y político que hi­ cieran factible dicha igualdad -fueron las campañas en favor del divorcio, del derecho de aborto, de la igualdad de salarios, la no discriminación por razones de sexo, etcéte­ ra-, situación que llevó a partir de la década de 1970 a la reivindicación de políticas de discriminación positiva, mediante el estable­ cimiento de cuotas para las mujeres. Por otro lado, el discurso feminista, al desa­ rrollar una crítica global a la sociedad patriar­ ca l, se dirige desde la reivindicación de la autonomía e independencia de las mujeres -del control sobre su cuerpo y de la materni­ dad pasando por la igualdad de derechos- a la defensa de nuevos valores asociados a la fe­ minidad para plantear un cambio sustantivo en las formas de organización y relación so­ cial. En 1949, Simone de Beauvoir publicó El segundo sexo, obra inaugural del feminismo de la segunda mitad del siglo xx. El 18 de agosto de 1960 se inicio en Estados Unidos la comercialización de la pildora anticoncepti­ va, que puso en manos de las mujeres un ins­ trumento básico en el control de su sexuali­ dad. En 1963 Betty Friedan publicó La

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mística de la feminidad, obra básica con la de Beauvoir en la fundamenta ción del discurso feminista. En a110S posteriores les siguieron La dialéctica del sexo de Sh ulamith Firesto­ ne (1970), El eunuco hembra de Germaine Greer (1970), La condición de la mujer de Ju­ liet Mitchell (1971), Política sexual de Kate Millet (1971), La política de la liberación de la mujer de Jo Freeman (1975), por citar sólo al­ gunos de los más relevantes títulos de una abundantísima literatura.

Una visión crítica Surgió así un nuevo horizonte, que se acre­ centaría a lo largo de la década de 1960, que discutía los planteamientos lineales del desa­ rrollo de la humanidad que habían caracteri­ zado a la racionalidad moderna de la civiliza­ ción occidental respecto de la evolución de la humanidad, fundam entados en las diferentes manifestaciones de la ideología del progreso. La descolonización avivó el interés por el estudio de otra s formas de civilización distintas de la occidental, impulsando el desa­ rrollo de la etnología y la antropología, que con los trabajos de Claude Lévi-Strauss deri­ varon hacia un planteamiento claramente es­ tructuralista, que trataban de explicar las per­ manencias de las estructuras, los valores y la

Este cartel britanico, fe­ chado en 1913, 1m fa­ vor del voto de la mujer, compara la injusticia que separa a hombres y mujeres en una socie­ dad donde ambos con­ tribuyen con su trabajo, de igual importancia al bienestar social. Arriba, manifestación en Nueva York a favor del aborto.

resistencia de sociedades que respo nden a pa­ rámetros diferenciales respecto de Occidente. El estudio de las otras civilizaciones llevó a Lévi-Strauss a plantear la irreductibilidad de la naturaleza humana, re actualizando los planteamientos del racionalismo ilustrado, sobre la base de la existencia de unas estruc­ turas profundas comunes a las diferentes ci­ vilizacio nes. Estas estructuras revelarían la unicidad de la naturaleza hum ana, en fun­ ción del fondo común presente en el signi­ ficado y las funciones desempeñadas por la estructura de los mitos y de las relaciones

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elementales del parentesco, dando lugar al nacimiento de una antropología estructural que, sin embargo, pretendía hacer compa­ tible con la afirmación de la diversidad civi­ lizatoria.

Bienestar y malestar Fue en este contexto problemático, carga­ do de ambigüedades, en el que se fundirían sin solución de continuidad el optimismo de la década de 1960, alimentado por los éxi­ tos continuados de los estados del bienestar, con el malestar de las nuevas generaciones nacidas en las sociedades opulentas respecto de los valores dominantes en las mismas, cuando estallaron «los mayos del

La construcción del mito de Kennedy tuvo como objetivo acercar el Esta­ do al pueblo en un mo­ mento en que el descré­ dito de sus políticos, encabezados por Eisen­ hower, era motivo de en­ cendidos debates y criti­ cas. Arriba, retrato oficial de John Fitzge­ raid Kennedy.

68». Mayo de 1968 no surgió pues de la nada. En Estados Unidos, la presidencia de John F. Kennedy quedó dramáticamente interrumpida por su asesinato, el 22 de no­ viembre de 1963. Los resultados de la inves­ tigación fueron contradictorios y, sin embar­ go, se convirtió en una leyenda perdurable en el imaginario colectivo de los estadouni­ denses. Las razones hay que buscarlas en su juventud y dinamismo, rasgos que trasladó a su presidencia al rodearse de una serie de jó­ venes y brillantes profesionales que repre­ sentaban las nuevas aspiraciones y formas de la optimista sociedad opulenta que tomaba las riendas del país al inicio de la "década prodigiosa» de 1960. Kennedy representaba un cambio generacional, un nuevo estilo, conocedor del poder de los mass media, ca­ paz de encarnar y proyectar las ilusiones de la sociedad estadounidense. Una nueva época, la era dominada por los medios de comunicación de masas, llegaba con la figura de Kennedy y, sin duda, cola­ boró a alimentar su leyenda. El vicepresiden­ te demócrata Lyndon B. Johnson ganó las elecciones presidenciales de 1964 en una so­ ciedad todavía traumatizada por el asesinato

de Kennedy. Arropado por el sentimiento de culpa, logró el apoyo del Congreso para el programa reformista de la Nueva Frontera y para la legislación más amplia jamás aproba­ da contra la segregación racial. En 1964 la Ley sobre Derechos Civiles prohibía la dis­ criminación racial en hoteles, restaurantes y teatros, otorgaba poderes al fiscal general para garantizar el fin de la segregación en las escuelas y el ejercicio del derecho de voto a la población de color. En tales circunstancias se creó la Comisión de Oportunidades Igua­ les para acabar la discriminación laboral por razones de raza, sexo o religión. Para luchar contra la pobreza se aprobó en 1964 la Ley sobre Oportunidad Económica por la que se destinaban importantes fondos públicos a la educación así como a la forma­ ción profesional. Todas estas medidas iban destinadas a crear la Gran Sociedad que per­ mitiera a todos los ciudadanos estadouni­ denses disfrutar de la prosperidad y de las li­ bertades. Las leyes de 1965 ampliaron considerablemente el sistema de salud públi­ ca y reforzaron el sistema educativo. Esta po­ lítica reformista se vio acompañada y refor­ zada por la acción del Tribunal Supremo en

Eliminar al racismo de la sociedad estadouni­ dense fue una de las me­ tas de los gobiernos de­ mócratas de Estados Unidos en la segunda mitad del siglo xx. El trabajo lo iniciaron las propias comunidades negras, que bajo la di­ rección de sus líderes can.siguieron 'Ver recorw­ cidos algunos de los de­ rechos más elementales del ser humano. En la página antenor (arri­ ba), concentración en lVashington convocada por Martin Luthe,- King (arriba, a la derecha) en 1968. Soln-e estas líneas, una joven negra acude custodiada a una escuela de Little Rack, Arkansas.

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los terrenos de los derechos civiles, las ga­ rantías procesales para los individuos acusa­ dos ante la justicia o la defensa de la libertad de expresión y asociación.

El fuego de mayo de 1968 La presidencia Johnson pasó, sin embargo, a la historia por el malestar de la sociedad estadounidense, sobre todo entre los jóvenes que empezaban a mostrar síntomas de rebel­ día. La guerra de Vietnam desempeñó un pa­ pel determinante. La oposición a la guerra de Vietnam fue creciendo en los campus uni­ versitarios estadounidenses entre 1964 y 1969, oposición a la que los medios de co­ municación, especialmente la televisión con sus crudas imágenes de la guerra, contribuye­ ron decisivamente. El 17 de abril de 1965 tuvo lugar en Washington la primera protes­ ta masiva contra la guerra de Vietnam. La re­ beldía de los jóvenes se expresó también en la formación de diferentes tribus urbanas, que con sus vistosas vestimentas y sus ídolos cinematográficos y musicales manifestaban el rechazo de los valores tradicionales, trans­

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Hacia una nu eva era

Dos imágenes pacifistas, manifestación en Was­

hington contra la guerra de Vietnam en 1972 (arriba) y el Festival de Woodstock, (derecha) celebrado el mismo aFio cerca de Betchel, Nueva York . A la izquierda, atletas estadounidenses haciendo el saludo ca­ racterísco del black po­ wer en la ceremonia de entrega de medallas de las XIX Olimpiadas ce­ lebradas en México. La lucha de los negros esta­ dounidenses por sus de­ rechos civiles se dio a co­ nocer de este modo en todo el planeta.

formando los conciertos en los espacios por excelencia de identificación colectiva: de los rockers a los hippies. El 17 de agosto de 1969 comenzaba el festival pop de Woodstock bajo el lema lave and peace. Paralelamente se desa­

rrollaba la «revuelta negra». A pesar de la me­ jora de la situación legal de la población de color a raíz de la aprobación de la Ley sobre Derechos Civiles de 1964, la insatisfacción de este colectivo se incrementó como conse­ cuencia de su marginación económica y so­ cial. Los avances registrados en la igualdad le­ gal ponían de manifiesto la desigualdad real. El desempleo entre la población de color du­ plicaba la media nacional, un tercio vivía por debajo de los umbrales de pobreza y las vi­ viendas y escuelas de los barrios negros eran muy inferiores a los niveles medios mínima­ mente aceptables. Surgieron grupos que reivindicaban un na­ cionalismo negro que cuestionaba los métodos no violentos de Martin Luther King, como los Musulmanes Negros, las Panteras Negras o el SNCC, Student Nonviolent Coordinating Committee (Comité Coordinador de los Estu­ diantes No Violentos); Stokely Carmichael y Malcolm X fueron dos de los representantes

más significativos del radicalismo negro de la década de 1960, simbolizado por la reivindica­ ción del Poder Negro, ambigua formulación que iba desde la afirmación de la conciencia y orgullo negros al separatismo frente a la inte­ gración. La guerra de Vietnam intensificó el ra­ dicalismo negro, dado el peso de los soldados de color en las tropas destinadas a Vietnam. Desde 1965 estallaron toda una serie de re­ vueltas urbanas, las más graves del siglo.

Arde París Francia estuvo al borde del abismo. Mayo del 68 actuó como el crisol en el que se fun­ dieron todos los síntomas del malestar que arrastraba la sociedad francesa. De una parte, la nueva conciencia social de determinados sectores de las nuevas clases medias atraídas por las tesis terce rmundistas que habian ido cristalizando desde el confli cto de Argelia y

En 1968 los aires de cambio social soplaban por todo el mundo. Arri­ ba, concentración estu­ diantil ante la Universi­ dad de la Sorbona en París, en mayo. Maleolm X (abajo) abo­ gó por la defensa violen­ ta de los derechos junto Con Stokely Carmichael.

que habían encon trado su proyección en la guerra de Vietnam . De otra, el creciente dis­ tanciamiento de amplios sectores de la socie­ dad francesa respecto del régimen patemalis­ ta, y con acendrados ribetes autoritarios, del general De Gaulle, pero también el aleja­ miento respecto de una izquierda tradicio­ nal, representada por el Partido Com unista Francés (PCF), anclada en una posición aco­ modaticia donde se combinaban simultánea­ mente una retórica de la transformación so­ cial con la plena aceptación del estatus político y social. Los nuevos valores asocia­ dos a la sociedad del bienestar, representados por las demandas y aspiraciones de unos uni­ versitarios masificados, hijos de esas clases medias, que habian nacido y crecido en la floreciente sociedad de consumo, representa­ ban una ruptura generacional que cuestio­ naba no sólo el orden social sino también el discurso y la práctica de la izquierda tradi­ cional.

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Los desafíos de la globalización

Mayo del 68 fracasó como revolución, pero transformó la sociedad francesa. Fracasó como revolución desde los cánones clásicos de la iz­ quierda, puesto que no se produjo la susti­ tución radical del viejo orden político. Sin em­ bargo, cambió pautas de comportamiento e introdujo nuevos valores. Cuestiones tales como el reconocimiento de los derechos de la mujer, la liberalización de las costumbres, la de­ mocratización de las relaciones sociales y gene­ racionales o la destrucción del autoritarismo en la enseñanza emergieron de las calles de París.

Tras el telón de acero La controversia chino-soviética, pronto convertida en abierto enfrentamiento ideo­ lógico-político, halló eco en los países d e Europa del Este. Por un lado, afianzando la autonomía yugoslava, al ampliar e! margen de maniobra de Tito, embarcado en el pro­ yecto del no alineamiento. Por otro, favore­ ciendo la creciente autonomía respecto de Moscú de Albania y Rumania, que anclados en la ortodoxia estalinista se distanciaban de la URSS. En 1956 Hungría había represen­ tado la más evidente prueba del vasallaje im-

Durante el tiempo en que el comunismo estu­ vo vigente en Europa del Este se sucedieron diver· sos alzamiento.' de la población en contra del sistema. Dos de los mas significativos ocurrieron en Checoslovaquia y en Hungria; ambos se sal­ daron con una violenta represión. Arriba, a la izquierda, las tropas so­ viéticas entran en Praga en 1968. Sobre estas lí­ neas, ciudadanos de Bu­ dapest queman retratos de Stalin en 1956.

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puesto por la Unión Soviética. Las reformas de Gomulka en Polonia se habían estrellado contra los estrechos y altos muros de! socia­ lismo real. A pesar de ello, Checoslovaquia representaba una esperanza para aquellos que confiaban en reformar desde dentro los regímenes de «democracias populares», me­ diante la construcción de un «socialismo de rostro humano». Las tímidas reformas iniciadas por N 0­ votny en 1963 pronto fueron desbordadas. La elección de Alexander Dubcek como se­ cretario del Partido Comunista Checoslova­ co, en enero de 1968, significó el triunfo de los sectores reformistas, que encontraron un fuerte apoyo social al iniciar un ambicioso proceso de democratización. Era la Primave­ ra de Praga. La restauración de las libertades

civiles y políticas por Dubcek fue vista con temor y aprensión por los burócratas de la Europa oriental, sobre todo en Polonia y la República Democrática Alemana que te­ mían el contagio social de los aires de liber­ tad que recorrían Praga, expresado en los in­ cidentes callejeros de junio en Varsovia. El rumbo de los acontecimientos llevó de la preocupación al rechazo en Moscú, temero­ so de que Checoslovaquia rompiera los vín­ culos con el Pacto de Varsovia y el bloque del Este. La noche del 21 de agosto las tropas so­ viéticas, polacas, alemanas democráticas, húngaras y búlgaras ocupaban Checoslova­ quia. La resistencia popular fue vencida rápi­ damente por los tanques soviéticos, ponien­ do fin de manera sangrienta a la Primavera de Praga.

A pesar del apoyo al mayo francés de intelec­ tuales como Jean-Paul Sartre (arriba, a la dere­ cha) y de los enfrenta­ mientos entre estudiantes y policías (sobre estas li­ neas), la tradicional pru­ dencia tá.ctica del Parti­ do Comunista, el recelo mostrado por el sindicato CGTy el miedo de la ((mayoría silendosa» no

permitieron que el proce­ so de cambio prosperara y el conservadurismo se volvió a instalar en la poli rica francesa .

Hacia una nueva era

Los sucesos de 1968, tanto del mayo fran­ cés como de Checoslovaquia, dejaron impor­ tantes secuelas en la izquierda occidental a corto y medio plazo. Los partidos comunis­ tas occidentales, particularmente e! PC! y el PCE, acentuaron e! distanciamiento respecto de Moscú, dando lugar al «eurocomunismo», que mediante la fórmula del «compromiso histórico» trataban, respectivamente, de abrir las puertas a un gobierno con los democris­ tianos en Italia, y articular en España un am­ plio acuerdo político capaz de poner fin a la dictadura franquista. La plena aceptación del marco democrático significaba la definitiva renuncia a la estrategia revolucionaria abier­ ta por los bolcheviques en 1917; con ello no sólo se alejaban del modelo soviético, sino que trataban de responder a las transforma­ ciones acaecidas en las sociedades industrial­ mente avanzadas, mediante el concepto de «revolución científico-técnica». Así pues, pretendían adecuar e! análisis clasista mar­ xista a la nueva sociedad de clases medias surgida con las sociedades del bienestar. A pesar de ello, amplios sectores sociales com­ prometidos en los movimientos de 1968 mostraron abiertamente sus recelos respecto de los partidos comunistas occidentales por

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Los desafíos de la globalización

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HaLia una nueva era

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pronto estallido de la revolución ll evó a al­ ~ u nos, influidos por la mitificación de las lu­

La revolución en la vida cotidiana

1960 disoció aún más el acto sexual de su faceta re­ productora. El aborto, por . ' ' 1, ". ~ su parte, conoció las prime­ A pesar del fracaso del . o ~ . - . .if. , ~ , ___';"­ ras leyes a favor de su libe­ mayo francés de 1968 en el . , ", 9i~' : ' ''' ~ ( 4 . ¡ -, V' terreno político, en el social 'j¡ {~,' It, ~ '4" ';"~ ~ ralización en 1973, a raiz del caso «Roe contra Wade», significó una importante - - ... ".. I f." 11 ~ . .. ( . ,'f • . ," - " en el que un juez estadouni­ ruptura con los modos del dense decretó el derecho pasado que desembocaría ~"7 l'- t· "¡' .' -1 ..J : , . , : constitucional de las muje­ en movimientos alternativos • '- ,',' a interrumpir su emba­ a los tradicionales partidos . q!.\t 't . ,·, .. ". '1: ,. J,J res políticos como el ecologis­ ~ o~~I-'...coír \;¡ ~f¡,t .. . l ' razo sin interferencias del ",. (; \"'.~;.~ ;',){ .... . . ~ . Estado.

mo o el pacifismo, y la reva­ La difusión del psicoanáli­

lorización del individuo La lucha de los homose­ sis y de los diversos informes sobre la con­

frente a la masa comunista y alíenada. xuales y lesbianas por ducta sexual de los estadounidenses, entre Mientras las mujeres reivindicaban su sus derechos civiles ellos el famoso de Alfred Kinsey, a princi­ libertad sexual, más allá de su mera fun­ arrancó en la década de pios de la década de 1950, junto con mo­ ción reproductora, colectivos también 1960 Ysignificó la salida la de esos colectivos de vimientos juveniles como los beats y pos­ tradicionalmente marginados como los marginación en los par­ teriormente los hippies, sentaron las bases de gays y lesbianas exigían su integración ses más desarrollados, para la ruptura definitiva con las represio­ social. La aparición de las píldoras anti­ aunque en otros vivían en la clandestinidad. nes sexuales del pasado_ conceptivas a finales de la década de

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Los abusos del comunis­ la combinación de varios factores: mientras mo soviético pusieron en la invasión de Checoslovaquia representó la una situación compro­ definitiva ruptura con el modelo soviético metida a los partidos para la «nueva izquierda», las vacilaciones y comunistas occidentales El italiano Ennco Berlin­ tibieza, cuando no abierta hostilidad de di­ guer, cuyo funeral se ve a chos partidos, con respecto a las revueltas de la izquierda, fue uno de 1968 les alejaron de los grupos más compro­

los artifices del «euroco­ munismO). Con esta es­ metidos.

trategia, el comunismo

A corto plazo, condujo a una reafirmación europeo intentaba frenar en los postulados del izquierdismo, basado SUS derrotas electorales.

generalmente en el marxismo-leninismo, el trotsquismo y el maoísmo. El fracaso de las «rev oluciones del sesentayocho» respondió, a juicio de los grupos izquierdistas, a la ausen­ cia de una organización revolucionaria capaz de dirigir el proceso revolucionario, dada la «traición» de la izquierda tradicional. Por ello, la tarea del momento residía en construir el partido de la revolución. A medio plazo, el iz­ qui erdismo se reveló como un camino que miraba más hacia el pasado que hacia el futu­ ro, su fracaso se manifestó en la permanente fragmentación de unos grupos que dificil­ mente salían de la marginalidad política y so­ cial. La frustración de las esperanzas en el

c has guerrill eras del Tercer Mundo, a postular es trategias de guerrilla urbana que desembo­ caron en varios países en el terrorismo.

La tercera vía El descrédito del «socialismo real» en algu­ nos sectores de la intelectualidad occidental quedó subsumido en la fascinación ejercida por la revolución maoísta , particularmen­ te por la lectura idealizada de la «revolución culturah). El maoísmo occidental permitía enlazar con las tesis tercermundistas, alimen­ tando la utopía revolucionaria desde el cues­ tionamiento de los valores y las realidades de la civilización occidental. Aparecía así como una tercera via, que en el plano de la políti­ ca internacional encontraba su expresión en el conglomerado del movimiento de los no ali neados. Intelectualmen te, esta configura­ ción podía enlazar con los planteamientos del estructuralismo sin abandonar la rebel­ día. lean Paul Sartre se hizo maoísta y Mi­ chel Foucault redescubrió a «los olvidados», que no eran ya ni «el pueblo» de Michelet ni los trabajadores, organizados como la clase social portadora del futuro, en un momento en el que éstos habían sucumbido a las prác­ ticas reformistas asociadas al creciente bien­ estar material de las sociedades de consumo de masas. Eran los locos, los marginados, las mujeres, las minorías los nuevos objetos de estudio. Fue el momento del esplendor de la «an­ tipsiquiatria», del triunfo de la Escu ela de Frankfurt de la mano de Herbert Marcuse y su crítica del «hombre unidimensionah de la sociedad de cons umo. Movimiento intelec­ tual que fl oreció de la mano del mayo de 1968, donde nuevos actores sociales emergie­ ron al primer plano de la actualidad, los lla­ mados nuevos movimientos sociales: los jóve­ nes rebeldes, el feminismo, el ecologismo, el pacifismo, el hippismo, la contracultura, lo underground, el rock and roll y el culto a las nuevas formas de conocimiento ofrecidas por la droga. Revolución de las costumbres y los valores que con el estallido de la crisis de la década de 1970 se conjugó con la crisis de

Arriba, concentración la ideología del progreso, planteándose con de Guardias Rojos con fuerza el problema de «los límites del creci­ ejemplares del Pequeño miento». libro rojo en la mano.

Con Foucault la historia abandonaba sus

Sobre estas lineas, cere­ monia de lectura públi­ pretensiones de totalidad para interesarse por ca de la obra del «Gran la fragmentación de los saberes y las prácticas. Timonei».

Frente a la contin uidad se impone la discon­ tinuidad, frente a la homogeneidad la hetero­

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Los desafios de la globalización

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geneidad. Discontinuidad irreductible en su singularidad a todo sistema de causalidad, sus­ tituido por un poliformismo de lo real que se resiste a ser aprehendido en un discurso de la totalidad, en el que cada estrato de lo real se desenvuelve en su propia temporalidad, im­ posibilitadora de la reconstrucción utópica de la ideología del progreso en la que se so­ breimponen las líneas de continuidad sobre las discontinuidades de los cambios, tratando de escapar a toda interpretación finalista a la que estaba condenada la Historia por la ideo­ logía de progreso. El mayo de 1968, en suma, dejó tras de sí un poso ambivalente. Tras el desengaño del socia­ lísmo real los nuevos movimientos sociales, fe­ minismo, ecologismo y pacifismo, elaboraron y ofrecieron proyectos alternativos a la socie­ dad de consumo. Pero la critica al orden social, económico, politico y cultural de la sociedad de consumo se resolvió en la década de 1980 mediante la valorización del papel del indivi­ duo frente a la perspectiva colectiva. La diso­ lución de lo colectivo en lo individual se tra­ dujo en una fragmentación de los discursos, los referentes se transformaron en in­ dividuales, los «metarrelatos» de­ saparecieron frente

Según el filósofo Michel Foucault (arriba a la izquierola), el saber humano no avanza por etapas de un camino único sino que aparece siempre en ruptura con el pasadn. Sobre estas líneas, una pareja de punkies, movimiento juvenil surgido a finales de la década de 1970 que propone una estéti· ca dura y urbana. Abajo, lancha de Creen­ peace.

a los «j uegos del lenguaje» que caracterizarían a la «condición posmoderna» analizada por Frans:ois Lyotard.

Nuevos movimientos sociales Con el apelativo de ( L ,.... -

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del judío, como el proletario revolucionario, construyendo unas mitologias basadas en una serie de contraposiciones (taller frente a fá­ brica, tierra y propiedad frente a especula­ ción, familia frente a individualismo, nación frente a internacionalismo, tradición frente a revolución, raza frente a clase, comunidad frente a socialismo) que desembocaron en el fascismo y e! nazismo. Los nuevos movimientos sociales se nutren de activistas y simpatías de todos los secto­ res de las sociedades industrialmente avanza­ das de Occidente. Sus discursos, mensajes y demandas van dirigidos al conjunto de la so­ ciedad y no a ningún grupo en particular en función de la posición que ocupa social y eco­ nómicamente, Se caracterizan por e! carácter global de sus reivindicaciones y, a la vez, por el carácter particular de los objetivos y pro­ puestas. Actúan más en la dirección de provo­ car cambios globales en la escala de valores que de provocar alteraciones en las bases fun­ cionales del sistema político. Los movimien­ tos feministas, ongs, ecologistas y por la paz reclutan grandes efectivos y simpatías de un arco difuso de la sociedad civil.

Manifestaciones de la socieolad civil contra el Estado, en muy distintas circunstancias. A la iz­ quierda, en protesta por las pruebas nucleares del gobierno frarn:és en Mu­ ruroa, Polinesia france­ sa. Sobre estas lineas, en favor de la democracia en una calle de Shangai en 1989, año de la re­ presión en la plaza de Tiananmen de Pekín.

Estado y sociedad Por otra parte, el sistema social de los países industrialmente avanzados ha mostrado una gran flexibilidad a la hora de incorporar algu­ nas de las demandas de estos movimientos. A ello ha contribuido la consolidación de la democracia como e! sistema político asociado a las sociedades de! bienestar. El juego políti­ co del sistema de partidos se fundamenta en la conquista de mayorías sociales, obligando a los partidos a presentar programas y actuar en conformidad con los valores y reivindicacio­ nes de los diferentes grupos sociales. De tal manera que cuando un determinado valor o demanda es asumido por un amplio sector de la población, este nuevo valor o demanda es incorporado por la sociedad de consumo y, por ende, por el sistema político. Este carácter magmático de las sociedades del bienestar pennite incorporar progresivamente reivindi­ caciones y valores de los movimientos socia­ les, ofreciendo salidas consensuales a las con­ tradicciones presentes en la estructura social, imposibilitando o, al menos, debilitando la confrontación radical entre grupos sociales,

dando lugar a procesos de ósmosis social más que de fagocitosis. Esta porosidad de la sociedad influyó en e! nacimiento yen la dinámica de los nuevos movimientos sociales, El pluralismo de la sociedad encontró traducción en dichos mo­ vimientos y la herencia antiautoritaria de las revueltas de J 968 empujó en la misma di­ rección, por lo que la cohesión se centró en la asunción y defensa de nuevos valores y no en el ámbito organizativo, donde primaron los mecanismos de democracia de base y descentralización, por lo que los grupos dinamizadores mostraron una gra n inestabi­ lidad organizativa compatible con su perma­ nencia, proyección e influencia sociaL La fle­ xibilidad organizativa con la consiguiente entrada y salida permanente de activistas responde al carácter difuso de! apoyo social que obtienen, en concordancia con los ciclos de movilización y desmovilización que les caracterizan, al inclinarse por actuar sobre la opinión pública más que desde e! entramado institucional conformado por el sistema de partidos y organizaciones sociales tradiciona­ les, como los sindicatos, a los que influyen

La democracia llegó a Argentina en medio de desagradables secuelas: para el amplio movi­ miento social de las Madres de la Plaza de Mayo (arriba, izquier­ da) empezó la búsqueda de sus seres queridos he­ chos desaparecer por la dictadura. Arriba, dere­ cha, la imagen triunfa­ lista del presidente esta­ dounidense RiU Clinton, con su hija Chelsea, du­ rante un mitin electoral. Abajo, protesta en Esta­ dos Unidos en el año 1976 tras un escape de dioxina en una fábrica. La dioxina provoca malformaciones en los fetos, afecciones de híga­ do e incluso cárn:er.

transversalmente en función del eco social alcanzado por sus demandas. Sus formas de actuación tratan de optimizar los mecanis­ mos de las sociedades mediáticas, las campa­ ñas son pensadas y organizadas para obtener la mayor repercusión en los medios de co­ municación e influir desde ahí a la opinión pública, combinando marchas masivas y ac­ tuaciones espectaculares, basadas en la no-violencia y la acción directa. El ejemplo paradigmático sería la actividad de Greenpe­ ace. El espacio de! conflicto se desplaza des­ de el centro de trabajo -la fábrica- a la calle y a los medios de comunicación, en función de! carácter global de sus reivindicaciones y de las trasformaciones socioculturales asocia­ das al pape! dominante de los medios de co­ municación.

Ecologismo, la nueva ética La crisis de la década de 1970, los crecien­ tes problemas de contamina ción medioam­ biental, la quiebra de la ideologia del progre­ so, la masificación urbana y el consiguiente empeoramiento de la calidad de vida, acci­ dentes como los de Seveso en Italia (1976) y de Harrisburg en Estados Unidos (1979) die­ ron alas y argumentos al movimiento ecolo­ gista, que desde posiciones marginales fue ampliando su base social, despertando una nueva sensibilidad en los paises industrializa­

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82 dos, llegando a condicionar la acción de los gobiernos y al poco permeable sist ema de partidos. Los inicios del movimiento ecolo ­ gist a se sitúan en Estados Unidos a raíz del «gran apagón», de no viembre de 1963, que dejó sin electricidad a gran parte del norte de Estados Unidos y del sur de Canadá, sobre el que Barry Commoner basó su obra Ciencia y supervivencia, aparecida en 1966, uno de los primeros textos en los que se denuncia la espiral productivista asociad a al optimismo te cnológico. En 1969 David Brower fundó Friends of the Earth (Amigos de la Tierra) , una de las primeras organizaciones ecologis­ tas de carácter mundial. Un año más tarde fun cionaban en Estados Unidos más de tres mil organizaciones medioambientales y eco­ logistas. Ese mismo año, la N ational Aca­ demy of Sciences de Estados Unidos publicó el informe Los recursos y el hombre, primero de una serie de informes procedentes de la comunidad científica que alertó sobre la li­ mitación de los recursos y la explosión de­ mográfica.

Biodiversidad: corazón, pulmón, vida

El parque nacional Virunga (derecha), en la República Democrática del Congo, posee grandes extensio­ nes de rica vegetación, a pesar de la regresión mun­ dial de zonas boscosas.

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La caza ha puesto en pe­ ligro de extinción al tigre (arriba) que poblaba extensas regiones del Sudeste Asiático.

Greenpeace y el medio ambiente En febrero de 19 70, los matrimonios Boh­ len y Stowe trataron de impedir una explo­ sión nuclear estadounidense en Amchitka -Alas ka- prevista para 1971, fundando para ello el grupo No Hagáis Olas, que botó un barco bajo el nombre de Greenpeace el 1S de septiembre de 1971. Nacía así la organización Greenpeace. El 22 de abril de 1970 varios mi­ llones de p ersona s participaron en Estados Unidos en el Earth Day (Día de la Tierra) y las repercusiones de la afirmación de la con­ cie ncia medioambiental en la sociedad esta­ dounidense llevó a la creación por el gobierno de la Agencia de Protección del Medio Am­ biente. El 12 de abril de 1971 varios centena­ res de personas se manifestaban frente a la central nuclear en construcció n de Fessen­ heim, Alsacia. Era el inicio del movimiento antinuclear francés. El 11 de mayo de ese año, 2 200 científicos de todo el mundo se dirigieron a la ONU para alertar sobre la degradación del medio ambien­ te, fue el Mensaje de Menton que proclamó: «Vivimos en un sistem a cerrado, totalmente

Hacia una nu eva era

Las colonizaciones primero y los intereses de las grandes compañías, al socaire de le­ gislaciones poco rigurosas, fueron devas­ tando regiones de la Tierra donde existfan animales y plantas desconocidos en otras partes, poniendo en peligro la biodiversidad biológica. La selva amazónica, la mayor re­ serva ecológica del mundo, con sus siete millones de kilómetros cuadrados, es el pa­ radigma de la destrucción del medio natural. La quema o la tala de árboles para con­ vertir la selva en suelo cultivable, para ser­ vir el comercio maderero, o para la explota­ ción minera ha acabado, además de con las plantas, con muchas variedades de es­ pecies animales. Estas especies, que ya no se volverán a reproducir, habían vivido du­ rante siglos en la cuenca amazónica adap­ tadas para vivir tanto entre la maleza como en lo más alto de los árboles. Se calcula que sólo en la década de 1980 desaparecí­ an anualmente 160000 kilómetros cuadra­ dos de selva tropical.

Arriba, zona deforestada de la cuenca del Amazo­ nas por la instalación de una estación prospectora de petróleo. Sobre estas lineas, indios yanomami, un pueblo indígena que habita en las fuentes del río Orinoco, entre las fronteras de Venezuela y Brasil.

La cada vez mayor presión social, sobre todo a través de colectivos como Greenpeace, con­ dujo a la convocatoria por parte de la ONU de la llamada Cumbre de la Tierra celebrada en 1992, a la que asistieron representantes de 178 países y que recogía el testigo de la cele­ brada en Estocolmo en 1972. Además del pro­ blema de la mengua de la biodiversidad en todo el mundo, se trataron otros importantes te­ mas ecológicos, como el progresivo calenta­ miento de la Tierra, la contaminación o la salud y el crecimiento demográfico, junto a otros es­ pecíficos relacionados con la destrucción de la selva amazónica, pues no en vano la Cumbre tuvo lugar en Río de Janeiro.

Aproximadamente el 70 por ciento de las es­ pecies de vertebrados que existen en el mundo están amenazadas por la destrucción de sus hábitats. A la izquierda, cría de elefante en el Elephant Camp de Kar­ nataka, India. Abajo, foto de grupo de los repre­ sentantes de los países presentes en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro, celebrada en 1992, cuyo secretario general fue Maurice Strong (sobre estas lIneas).

De esta Cumbre surgieron, si no medi­ das enérgicas de los gobiernos, al menos dos conceptos claves para la conciencia­ ción ecológica: el desarrollo sostenible y la solidaridad intergeneracional. Es decir, el uso desconsiderado y exagerado de las ri­ quezas naturales de la Tierra no sólo em­ pobrecería el medio ambiente sino que pondrían en peligro la subsistencia en el planeta de las generaciones venideras.

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dependientes de la Tierra y unos de otros, yeso durante toda nuestra vida y durante las genera­ ciones que vendrán». El eco del movimiento ecologista comenzó a tener una resonancia in­ ternacional, rebasando los límites de los grupos activistas para comenzar a instalarse en la con­ ciencia de la opinión pública, especialmente en los países industrialmente avanzados, donde la degradación del medio ambiente comenzaba a deteriorar los niveles de calidad de vida. En 1972 apareció el primer informe del Club de Roma sobre Los límites del crecimiento. En ju­ nio de 1972 se celebró en Estocolmo la pri­ mera Conferencia Mundial sobre el Medio Ambiente Humano, organizada por la ONU, que dio lugar a la creación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), con sede en Nairobi. El 22 de marzo de 1975 se produjo el pri­ mer accidente grave -conocido- en una cen­ tral nuclear, en Browns Ferry (Alabama, Es­ tados Unidos), donde estuvo a punto de fundirse el núcleo del reactor. Desde ese año, el carácter antinuclear del movimiento eco­ logista tendió a cobrar un creciente protago­ nismo hasta la paralización de los programas

Ciudades y grandes complejos industriales re· gistran los mayores índi­ ces de emisión de gases, que junto a los peligros de fugas radiactivas de las centrales nucleares son uno de los prÍ11Cipa­ les problemas medioam­ bientales. Arriba, trans­ porte de residuos tóxicos. A la derecha, nube de contaminación sobre una gran ciudad.

Las energías limpias pugnan por hacer frente a la nuclear en los países industrializados. Arriba, paneles de generación de energía eléctrica de ori­ gen ¡otovo/taico instala­ dos frente a una central nuclear de Carolina del Norte, Estados Unidos. Abajo, aerogenerador de/ parque eólico de Es­ taca de Bares, cerca de La Coruña, España.

nucleares en la mayoría de los países indus­ trializados tras los accidentes de Harrisburg y Chernóbil. El 10 de julio de 1976 tuvo lugar la catástrofe de Seveso (Italia), donde una nube de dioxina contaminó la zona, obligan­ do al desalojo de una amplia zona de la región norte de Milán. El 16 de marzo de 1978 el petrolero Amoco-Cádiz vertió frente a las cos­ tas bretonas 230000 toneladas de crudo. En junio de ese año se celebró en Albany (Esta­ dos Unidos) el Congreso de Mujeres sobre el Medio Ambiente, síntoma del acercamiento del feminismo a la problemática ecologista, ratificado por la publicación de las obras de Susan Griffin, Woman and Nature. The Roa­ ring ¡nside Her, y Mary Daly, Gyn-Ecology: The Metaethics of Radical Feminism.

El 5 de noviembre de 1978, el movimien­ to antinuclear austríaco logró la paralización del programa nuclear a través de un referén­ dum. Unos meses más tarde, el 28 de marzo de 1979, ocurrió el accidente en la central nuclear de Three Mile Island (Harrisburg, Estados Unidos) provocado por la fusión parcial del núcleo del re actor; la gravedad y repercusión del acontecimiento paralizaron el programa nuclear estadounidense. El 9 de diciembre se celebró en Bruselas una mani­ festación contra la instalación de los euromi­ siles en Europa -misiles nucle ares de alcance medi o-, que fue el inicio del nuevo movi­ miento pacifista europeo con la formación en 1980 de la Campaña Europea por el De­ sa rme Nuclear (END).

Hacia una nueva era

Reacción de los gobiernos El incremento de la sensibilidad medioam­ biental por parte de la opinión pública mun­ dial se tradujo en la aprobación el 5 de marzo de 1980 de la Estrategia Mundial de la Con­ Sen/ación de la Naturaleza, documento elabo­ rado por instituciones medioambientales. Ese mismo mes un referéndum obligó al gobier­ no sueco a programar el abandono de la ener­ gía nuclear para el año 2010. El año 1980 fue el de la publicación del Informe Global 2000. Report to the President of the US, enca rg ado por el presidente James Carter al Departa­ mento de Estado y al Co nsejo de Calidad Ambiental. Sus conclusiones eran aún más alarmantes si cabe que las del primer informe del Club de Roma sobre los límites del creci­ miento. A estas alturas, los argumentos del movimiento ecologista difícilmente podían ser obviadas por la opinión pública y los gobiernos, la sensibilidad medio­ ambiental se extendió como una man­ cha de aceite entre las poblaciones de los países industrialmente avanzados. La eco­ logía y e l conservacionismo dejaron de se r patrimonio exclusivo del movimiento ecolo­ gista, sus demandas empezaron a encontrar eco en los partidos tradicionales, que barniza­ ron sus programas y discursos de un tenue

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Hacia una nueva era

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por la Asamble a General de la ONU de 1983, bajo la presidencia de la primera mi­ nistra noruega Gro Harlem Brundtland; sus trabajos desembocaron en 1987 en el infor­ me Nuestro futuro común, que proponía la adopción de un progra ma mundial para ha­ cer posible un desarrollo sostenible.

Catástrofes medioambientales

color verde con el que atraer a un electorado cada vez más sensibilizado por la degradación del medio ambiente. En el año 1981 científicos británicos anun­ ciaron que desde 1970 se reproducía cada primavera un agujero en la capa de ozono en la Antártida, presumiblemente provocado por la acción de los CFC -gases clorofluoro­ carbonados-; en 1990 se confirmó que otro agujero en la capa de ozono se producía en el polo Norte. En mayo de 1984, la conferen­ cia de Nairobi, convocada por el PNUMA, alertó sobre los procesos de desertización provocados por la acción humana, que afec­ taban al cuarenta por ciento de la superficie terrestre. En junio de 1984, tras las elecciones europeas, se formó el grupo Arco Iris que aglutinaba a los europarlamentarios verdes de la CEE. En octubre de ese año se reunió por primera vez la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, creada

Accidentes como el sufri­ do por una de los reacto­ res de la central ucra­ niana de Chernóbil en el año 1986 (amba) pusieron en duda la efectividad de las medi­ das de seguridad adop­ tadas en muchas centra­ les nucleares con diseños e instalaciones anticua­ dos. El accidente de Chemóbil hizo que se redoblaran los esfuerzos para controlar el funcio­ nam;ento de este tipo de instalaciones.

El 3 de diciembre de 1984 un escape de la multinacional Union Carbide en Bhopal (In­ dia) provocó la muerte inmediata a 2 000 personas y lesiones de diversa consideración a otras 200 000, poniendo de relieve las cre­ cientes dificultades para las producciones de riesgo en los países industrializados y la es­ trategia de las multinacionales de trasladar las mismas hacia los países del Tercer Mundo, menos estrictos en lo referente a las normati­ vas y controles gubernamentales y sociales. El accidente de Bhopal y los agujeros de la capa de ozono plantearon en toda su crudeza el carácter mundial de la conservación del me­ dio ambiente, confirmado dramáti camente por el accidente de Chernóbil. En marzo de 1985 se celebró en París una conferencia mundial sobre la desforestación ante la magnitud del problema, pues cada año desaparecían diez millones de hectáreas de superficie arbolada. En ese mismo año la mitad de los bosques de la República Federal Alemana se encontraban afectados por las emisiones sulfurosas, «lluvia ácida». El 26 de abril de 1986, el reactor 4 de la central nu­ clear de Chernóbil -Ucrania- estallaba, fun­ diéndose el núcleo del reactor y 140 mil per­ sonas tuvieron que ser evacuadas. En 1990, 640 mil personas se encontraban bajo control médico debido a las emisiones radiactivas de Chernóbil, 30 000 km' de territorio pasaron a ser baldíos, al menos durante dos generacio­ nes, y la nube radiactiva se extendió por el te­ rritorio occidental de la URSS alcanzando a Europa occidental. Chernóbil representó el golpe de muerte para los procesos de nuclea­ rización, las moratorias nucleares se extendie­ ron a lo largo y ancho de Europa. En mayo de 1988, la reproducción anormal de un alga, provocada por los vertidos de azu­ fre y fósforo, causó la muerte de millones de

peces en las costas de Suecia y Noruega; la contaminación de los mares Báltico y del Nor­ te causó la aniquilación de buena parte de su vida animal, hasta el punto de que la mitad de las focas desaparecieron de esos mares. En junio de ese mismo año, la NASA presentó pruebas sobre los primeros síntomas del «efec­ to invernadero» -recalentamiento del planeta como consecuencia de las emisiones de gases a la atmósfera, principalmente CO,. El 24 de marzo de 1989, el petrolero Exxon Valdez pro­ vocó una marea negra de cerca de 20 000 km' en Alaska. El 5 de junio se celebró el Día Mun­ dial del Medio Ambiente bajo el lema Alerta mundial, la Tierra se calienta, propuesto por la ONU para llamar la atención sobre el efecto invernadero. Los efectos medioambientales de la guerra del Golfo en 1992 fueron inmensos y el in­ cendio de los pozos petrolíferos de Kuwait significó una de las mayores catástrofes de la

La contaminación mari­

na es el,-esullado de di­ versas conductas. Al es­ caso cuidado por parte de los ciudadanos en la eliminación de residuos en playas públicas se su­ man los vertidos de bar­ cos que llegan a las aguas po r negligencia o conw consecuenc -La de accidentes. Sobre estas lí­ neas, trabajos de lim­ pieza tras el encalla­ mienlo del buque petrolero Exxon Valdez en 1989 en Alaska.

segunda mitad del siglo xx. En junio de 1992 se celebró la Segunda Conferencia Mundial sobre el Medio Ambiente en Río de Janeiro, convocada por la ONU, con la masi­ va presencia de jefes de Estado y de gobierno que simbolizaba la creciente preocupación de la opinión pública mundial por el deterio­ ro del medio ambiente. Sus conclusiones, aunque no llegaron a comprometer a los go­ biernos con las medidas propuestas por el in­ forme Brundtland Nuestro futuro común, apuntaban en la dirección de perseguir un desarrollo sostenible y las voces de los países del Tercer Mundo se dejaron oír para que éste fuera compatible con el bienestar de la población. Tras la caída del muro de Berlín se conoció la situación catastrófica del medio ambiente en la Unión Soviética y los países de Europa del Este. El caso de la destrucción del lago Baikal es paradigmático al respecto.

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El movimiento pacifista

Hacia una nueva era 89

Sobre estas líneas, turbí­ de una potente cen­ tral hidroeléctrica, que proporciona energía sin casi contamiMr el me­ dio ambiente. A la dere­ cha, inundación en la provincia china de Huki, una de las gran­ des catástrofes ecológi­ cas del final del siglo xx,

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En cuanto al pacifismo, aunque el auge de este movimiento se produjo en los años de la «guerra fria», se puede hablar de tendencias pa­ cifistas en todo el siglo, Pacifista es todo aquel que busca la paz en el mundo y la resolución de los conflictos por vias no violentas, La hue­ lla de la Gran Guerra por la gran cantidad de muertes que produjo movilizó a buena parte de la sociedad para que no se volviera a repetir una catástrofe de esas características, La Socie­ dad de Naciones, impulsada por el presidente americano Woodrow Wilson (1856-1924), tra­ tó de proporcionar cauces de diálogo para di­ rimir los conflictos, Las condicion es de Versa­ lles y el ascenso de los fascismos hicieron inútiles los esfuerzos del Congreso de Locamo de 1925 yel Pacto Briand-Kellog de 1928, En 1941 , la Carta del Atlántico significó el origen de la Organización de las Naciones Unidas, En varios de sus puntos, la paz y el deseo de que no se volvieran a repetir las catástrofes que­ daban bien patentes, Las condiciones de la «guerra fría» y los continuos conflictos locales donde los grandes bloques disputaban sus en­ frentamientos dejaban en entredicho la labor de las Naciones Unidas, Fue el miedo al holocausto nuclear lo que movilizó a buena parte de la población en paí­ ses como el Reino Unido y la República Fede­

La guerra del Golfo evidenció una !lez más el papel de árbitro mundial de la paz que se arrogaba Estados Unidos, lo que produjo una fuerte co ntestación

popular en muchos países. Sobre estas líneas, manifestación en Berlín contra esta guerra,

ral Alemana. La lucha contra la expansión de la industria nuclear centró los primeros objeti­ vos. La distensión de la década de 1960 pare­ ció frenar el mo vimiento, pero el mayo de 1968 traj o una nueva concienciación. En Esta­ dos Unidos las manifestaciones contra la gue­ rra del Vietnam tuvieron un auge muy rese ­ ñable, hasta el punto de convertirse en uno de los principales mitos de su memoria histórica.

La instalación de euro misiles en casi toda Europa hizo que en 198 1 se fundara el movi­ miento para el Desarme Nuclear Europeo (END), El reaganismo y la carrera espacial de la década de 1980, junto a los últimos intentos de la Unión Soviética de salvaguardar su pres­ tigio a través del armamentismo, tuvieron res­ puesta en la proliferación de movimientos por la paz y el desarme. Aunque el fin de la «guerra

fría » pusiera cierto punto y final al pacifismo, no dejó de ser un componente de las concien­ cias sociales. Se cuestionaba la presencia de fuerzas armadas en una era de paz y los movi­ mientos de objeción de conciencia se difun­ dieron por todo el mundo.

De la sociedad del bienestar a la sociedad de la información En la década de 1970 varios factores con­ fluy eron en el declive temporal de las pro­ testas que habían atravesado las sociedades opulentas. De una parte, la derrota de las re­ vueltas de 1968, más aparente que re al por lo que se refiere a determinados aspectos de los nuevos valores de los que eran portado­ ras (liberali zación de las costumbres, igual­ dad de derechos de las mujeres, antiautori­ tarismo, etcétera), provocó un reflujo de la

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Los desafios de la globalización

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H(lcia una llueva era

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La sanidad pública fue l"W de los logros de la «sociedad del bienestar» de los paises desarrolla­ dos occidemales y de al­ gunos 1'egimenes comu­ nistas. A la izquierda, atención médica en un

hospital público. A la de­ recha, la euforia consu­ mista propia de la «sociedad del bienestar» represemada por UI1 hi­ permercado.

dinámica de la protesta de la d éc ada de 1960, manifestado en la progresiva margina­ lidad de los grupos herederos de 1968. De otra parte, el cambio de las expectativas, fru­ to del estallido de la crisis de 1970, puso en cuestión el optimismo en un crecimiento ili­ mitado, basado en la ideologia del progreso. La primera crisis del petróleo resquebrajó la fe en un progreso material ilimitado, ofre­ ciendo fuert es argumentos al movimiento ecologista. La crisis de la década de 1970 transmutó el optimismo de la de 1960 en pesimismo. El estallido de la crisis del petróleo en 1973 escenificó ante los ojos de la opinión pública mundial el fin del ciclo alcista que había registrado la economía mun­ dial desde el final de la Segunda Gue­ rra Mundial, particularmente bri­ llante en los países industrialmente desarrollados. Con la perspectiva del ti empo, la crisis de la década de 1970 se ha reve lado como la crisis del modelo de crecimiento so­

Abajo, America, Améri­ ca, una escultura de neón de Martial Raysse que aporta una visión irónica de la mitología del triunfo en el contexto de la sociedad escadoultidel1se.

bre el que se basó la construcción y consoli­ dación de los estados del bienes tar. La quie­ bra del sistema monetario internacional con­ figurado en Bretton Woods en 1944; la crisis de las políticas keynesianas, sobre las que ha­ bía girado la acción de los gobiernos, y su sustitución en la década de 1980 por políti­ cas neoliberales; la reorganización de los sec­ tores productivos unido a los procesos de globalización de las economías, con la con­ secuente pérdida de la capacidad de acción y control de los gobiernos a la hora de definir los escena rios macroeconómicos na­ cionales en una economía mundializa­ da; y, finalme nte, la creciente autono­ mía de los mercados, ahora globales, en particular de los mercados de capitales, tanto financieros como bursátil es, pero también de mer­ canci as, merced a los procesos de automatizació n, estandarización y compu­ tarización, son los elementos más significa­ ti vos de la quiebra del modelo d e creci­ miento de la segunda posguerra.

Crisis y desempleo La crisis de los estados del bienestar fu e consecuencia del encadenamiento de una multiplicidad de factores. El fin del ciclo alcis­ ta en el decenio de 1970 acentuó la crisis fis­ cal del Estado, consecuencia del crecimiento del gasto público y de la disminución de los ingresos públicos fruto de la crisis económica. Los déficits públicos se dispararon y las políti­ cas keynesianas se mostraron ineficaces en un contexto de estanca mi ento económico, infla­ ción e incremento del desempleo. Las políti­ cas de ajuste que se pusieron en marcha en la década de 1970 trataron de corregir los dese­ quilibrios macro económicos mediante la rees­ tructuración de los sectores en crisis, con el consecuente incremento de las tasas de de­ sempleo y del gasto social. Dos fenóm enos concurrentes explican las elevadas tasas de desempleo de las economías industrializadas durante el último tercio del siglo xx, inde­ pendientemente de la evolución del ciclo eco­ nómico: la menor mano de obra exigida por

Los años de bonanza económica pennitieron que en los países desa­ rrollados los estados pu­ dieran ofrecer planes de protección social. An-iba, excursión de jubilados.

los nuevos sectores y procesos productivos, y la globalización de los mercados que empujó en la dirección de la transnacionalización del mercado laboral, desplazando puestos de tra­ bajo a países con menores costes laborales. Ante la ineficacia de las políticas keynesianas, una nueva ortodoxia económica se impuso en la década de 1980, el «neoliberalismo», cuyos máximos representantes fueron el presidente de Estados Unidos Ronald Reagan, y la prime­ ra ministra británica Margaret Thatcher. Ro­ nald Reagan abanderó la revolución conserva­ dora. Un programa que en política exterior propugnaba el restablecimiento de la cuestio­ nada supremacía estadounidense y en política interior el saneamiento de una debilitada eco­ nomía, mediante el credo del neoliberalismo sintetizado en la fórmula de «menos Estado y más sociedacl>" por el que se pretendía relanzar la economia a partir de la iniciativa individual, a través de la bajada de los impuestos y la re­ ducción del déficit público, merced a la dismi­ nución del papel del Estado en la economía, frente a la tradición del Welfare State.

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Hacia una nueva era

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Productore s y consumidores de petróleo ...

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Consumidores del 4% o mas de la prodUCC ión mundial Principales rulas del comercIo del petróleo en 1979

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El bajo precio del petró­ leo hasta la década de 1970 hizo que la mayo­ ria de los paises indus­ trializados dependieran de él. En el mapa apare­ cen los estados producto­ res y consumidores de petróleo. En la década de 1980 se inició "na fiebre bursátil tras la crisis es­ tadounidense de inicios de la década; las opera­ ciones en bolsa (izquier­ da) tentaron incluso a los pequeños ahorristas.

Los nuevos conservadores postulaban que las ayudas sociales reproducían la margina­ ción y la pobreza, porque destruían la iniciati­ va de los individuos acostumbrados a vivir de la asistencia social. El optimismo de la década anterior dejó paso a un sentimiento de des­ confianza hacia el futuro que alimentó la apa­ ri ción y auge de las sectas protestantes funda­ mentalistas, a través de los telepredicadores, que clamaban por un retorno a los valores pu­ ritanos del pasado frente a la liberalización de las costumbres. Ley y orden, familia, reli­ gión y moral tradicional se ofrecían como so­ lución al incierto futuro.

El neoconservadurismo El presidente Reaga n encarnaba los prin­ cipios y presupues tos de la revolución neo­ conservadora en m arc ha. Sin embargo, est a política no cosechó los resultados esperados, debido fundamentalm ente a la política exte­ rior de la presidencia Reagan. Estados Unidos había sufrido en la década de 1970 grand es

descalabros militares y políticos con la derro­ El ascenso de Ronald Reagan al poder en 1981 ta del Vietnam y la revolución iraní, que ha­ (arriba, en el Capitolio, bian erosionado su posición en el mundo. De­ en la to,na de posesión) cidido a restablecer el liderazgo internacional coincidió con la «revolu­ ción conservadora;., que de Estados Unidos, el presidente Reagan se se tradujo en la adopción embarcó en una politica de incremento de los de políticas económicas gastos de defensa, sintetizada en su proyecto neoliberales en casi todo conocido como «guerra de las galaxias». el mundo. Pese a las nego­ ciaciones de desarme con La reducción de la inflación y el aumento la URSS, trató de poner continuado de los gast os de defensa permitie­ en marcha la Iniciativa ron la recuperación de la crisis económica de de Defensa Estragégica, conocida como «guerra 1981-1982, iniciándose una expansión que se de las galaxias». prolongó hasta finales de su preSidencia en 1988. Fueron los años del culto al dinero y del éxito fácil, la llamada época de los yup­ pies. Pero el crecimiento se asentaba sobre unas bases frágiles: un dólar fuerte y un creci­ miento descontrolado de los déficits internos y externos, que generaron una espiral especu­ lativa alimentada desde la Bolsa, con opera­ ciones millonarias de enorme riesgo. Final­ mente, la burbuja especulativa estalló con la crisis bursá til de 1987. Si bien el neoliberalismo reaganiano habia controlado la expansión de la intervención

gub ernamental, el Estado continuó desempe­ ñando un papel de primer orden en la econo­ mía . Aunque durante la década de 1980 las tesis neoconservadoras reorientaron el orden de prioridades del gasto estatal, desde los pro­ gramas sociales hacia el sector industrial-mi­ litar, y, a través de la política fiscal, disminuye­ ron la redistribución de la renta, el Welfare subsistió pese a ver recortadas sus dimensio­ nes y cuestionada la fil osofía política que le sustentaba. Otro tanto su cedió en Gran Bre­ taña con Margaret Thatcher.

La caída del muro de Berlín El definitivo descrédito del comunismo so­ viético, como modelo alternativo a las demo­ cráticas sociedades del bienestar, tras el aplas­ tamiento sangriento de la Primavera de Praga, mostró la incapacidad de apertura y reforma de los esclerotizados regímenes de «socialismo real». Fustradas dichas esperanzas, las socieda­ des de los países de l Este se desentendieron de la retórica y de las promesas vacias de un as

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Grandes potencias nucleares

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gerontocracias que imponian su dominio asfi­ xiante en el sistema social y polítiCO a través de los efectos combinados del sistema de par­ tido único y de una economía planificada cada vez más ineficaz y corrompida. La con­ testación social al sistema quedó circunscrita en la década de 1980 a Polonia, una contesta­ ción que no pretendía, por considerarla impo­ sible, la reforma del modelo sino su derrum­ bamiento, mediante una sosteni da protesta social canalizada por el movimiento Solidari­ dad. Sin embargo, tras la calma de la apatía social en otros países sovietizados se encubría la profunda deslegitimación de unos regíme­ nes fracasados cuyo rápido desmoronamiento sorprendería a propios y extraños. El relanzamiento de la carrera de armamen­ tos al inicio de la década de 1980 con la llega­ da de Reagan a la presidencia de Estados Uni­ dos no hizo sino acelerar un proceso que arrancaba de principios de la década anterior. Económica y tecnológicamente la Unión.so­ viética venía registrando un retraso acumulati­ vo respecto de Estados Unidos, retraso acele-

El despliegue de poten­ cial nuclear por parte de las principales poten­ cias del planeta creó una situación de airo riesgo. Tanto Estados Unidos como la Unión Soviética se basaban en el concepto de «destruc­ ción mutua asegurada». Los arsenales eran tan grandes que, en caso de guerra, no podría haber un vencedor, sino sólo perdedores, lo que disuadiria a ambos a iniciarla. En el mapa (sobre estas líneas) pue­ de verse el balance de las fuerzas armadas de las gra>ldes potencias en 1985.

rada al inicio de la década de 1980 en secto­ res punta relacionados con la carrera de arma­ mentos como la microelectrónica y la infor­ mática. Esta situación no hizo sino agravarse con el relanzamien to de la carrera de arma­ mentos por parte del presidente Reagan, sím­ balizada en su Iniciativa de Defensa Estratégi­ ca, conocida popularmente como la «guerra de las galaxias»,

Disolución de la Unión Soviética Al final de la época de Brezhnev el sistema de economía planificada de la Unión Soviéti­ ca mostraba claros sin tomas de agotam iento. La ineficiencia, el despil farro, la deficiente asignación de los recursos y una corrupción generalizada se retroalimentaron en un proce­ so que desembocó en el estrangulamiento de! sistema, incapaz de enfrentarse con éxito a la sustitución de los viejos sectores productivos, basados en la industria pesada, por los nuevos que en Estados Unidos estaban protagonizan­

do una profunda transformación de la econo­ mía productiva, con fuertes implicaciones en el campo de la tecnología militar, La llegada en 1985 de Gorbachov a la cúspide del poder so­ viético se demostró demasiado tardía, De una parte, los proyectos reformistas de Gorbachov, la perestroika y la glasnost, chocaron con las re­ sistencias de amplios sectores de la inmovilista y gerontocrática nomenklatura soviética. De otra parte, la reforma del sistema de economía planificada se demostró inviable a la al tura de finales de! decenio de 1980, las re­ formas llegaban demasiado tarde y la rigidez del sistema respondió con su cuarteamiento, hasta desembocar en su completa desarticula­ ción. Finalmente, e! desentendimiento de la sociedad respecto a los avatares de un sistema social, que había perdido hacia tiempo la legi­ timidad en el ejercicio del poder, hizo que los impulsos reformistas alentados desde la cús­ pide del poder no en contraran eco social, hundiendo en el descréd ito a su principal protagonista, atrapado en el dilema imposible de avanzar en la transformaci ón de! sistema desde arriba y satisfacer, o al menos neutrali­ zar, a los poderosos sectores inmovilistas. En el corto espacio de t iempo de seis años, los que mediaron entre 1985, con la llegada de Gorbachov, y 199 1, el monolítico y sólido po­ derío de la Unión Soviética fue asombrosa­ mente barrido. La caida del muro de Berlín signifi có el fin de la «guerra fría» . Acabaría así el sistema in-

La esperada disolución de la Unión Soviética atravesó diversas etapas, las primeras de las cua­ les tuvieron lugar en la periferia del imperio. Sobre estas lineas, tra­ bajadores polacos de los astilleros Lenin, en Gdanks, reclamando la democracia para su país. Arriba, derecha, Ryzh­ kov, Gorbachov y Yeltsin al inicio de la perestroi­ ka. A la derecha, oficina del sindicato polaco Soli­ daridad.Abajo, una mu­ jer con un retrato de Josif Stalin, en una manifes­

tación en contra de las reformas en Moscú.

tern acional que había articulado las relacio­ nes internacionales desde el término de la Segunda Guerra Mundial. La desaparición de l Pacto de Varsovia y la descomposición de la Unión Soviética lo atestiguaron . Ahora bien, e! alcance de los procesos desatados en los países bajo regímenes de socialismo real fu e más allá de estas transcendentales conse­ cuencias. El desmoronami ento de los regi­ menes sometidos al dominio soviético y los derroteros emprendidos por la Repúb lica Po­ pular China bajo la direcc ión de Teng Hsiao-ping certificaron la quiebra del mode­ lo económico y social de economia planifica­

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da, que desde la aprobación del primer plan quinquenal de 1929, en la Unión Soviética dirigida por Stalin, se ofreció como un mo­ delo alternativo al de las economias de mer­ cado. De esta forma, el fin de la «guerra fría)) se saldó no sólo con la derrota de una de las dos grandes superpotencias en pugna, la Unión Soviética, y la pérdida de su área de influencia frente a la otra, Estados Unidos, sino también con el descrédito y abandono del modelo político, social y económico a ella vinculado. Por otra parte, al ser la «guerra fría)) una confrontación de sistemas co ntra­ puestos, la ideología que sustentaba el siste­ ma soviético no fue ajena al desmorona­ miento de dicho modelo y la crisis generalizada del marxismo se rebeló desde noviembre de 1989 con toda su intensidad. Uno de los grandes discursos ideológicos surgidos de la Ilustración europea, que a lo largo de! siglo xx había demostrado su ca­ pacidad para articular la acción social y po­ lítica a escala plane taria, ha naufragado es­ trepitosamente en la pa rte final del siglo.

El nuevo milenio comen­ zó bajo el signn de un supuesto «mundo úni­ ca». Tras la desaparición de la Unión Soviética y la evidente inestabilidad del sistema ruso, Esta­ dos Unidos se convirtió en el polo hegemónico del poder interruuional; Bill Clinton (arriba) y los grandes grupos eco­ nómicos aparecieron

como los protagonistas del poder «g/obalizado». Expresión de este proce­ so fue también la irrup­ ción de Internet en la vida de los ciudadanos de todo el mundo; arri­ ba, a la izquierda, un ciudadano de Hong Kong rentabiliza su tiempo al comer y nave­ gar simultáneamente en un restaurante.

Vivir y gobernar en un «mundo único» La caída del muro de Berlín simbolizó e! fin de! sistema internacional surgido tras la

Segunda Guerra Mundial. La desaparición de la Unión Soviética en 1991 no hizo sino confirmarlo. Estados Unidos emergió de la «guerra fría)) como la única superpotencia a escala planetaria. La relevancia de estos acontecimientos llevaron al historiador bri­ t ánico Eric 1. Hobsbawn a situar e! fin de! siglo xx en 1989, año de la caída de! muro. Las transformaciones acaecidas entre ese año y el nuevo milenio permiten hablar con propiedad del nacimiento de una nueva era, que e! sociólogo español Manuel Cas­ tells ha denominado «la era de la sociedad informacional». Una sociedad caracteriza­ da por e! ascenso de las nuevas tecnologías vinculadas a la revolución de las telecomu­ nicaciones, donde Internet se co nvirtió en e! paradigma de los cambios acelerados que transformaron en sólo un decenio los siste­ mas de comunicación y la economía e in­ dujeron, o incrementaron el ritmo, de pro­ fundas tra nsformaciones en la sociedad, la cultura y la política. Un término hizo fortu­ na para designar la nueva situación: la glo­ balización .

La forma en la que la mayor parte del conti­ nente africano hizo su transición desde el siglo XX al nuevo milenio puso en duda la aplica­ ción del concepto de un (. Sobre esta líneas, plántula surgi.da de una semilla genéticamente manipulada; estos avances en el campo de la agricultura hacen prever la posibilidad de introducir plantas trans­ génicas capaces de, por ejemplo, resistir el frío, hacer frente a un pará­ sito determínado o fijar el nitrógeno atmos/enco. A la derecha, una inter­ nauta navega por Intemet.

plo significativo de la transnacionalización de la economía es la reducción de la capaci­ dad de acción e influencia de los sind icatos, cuyas estrategias habían sido desarrolladas en el marco de las economías naciona les, desbordados por las dimensiones p laneta­ rias de los procesos de reorgan ización pro­ ductiva y las estrategias globales de las em­ presas transnacionales, cuyas decisio nes influyen en las co ndiciones del mercado la­ boral -niveles de empleo, modalidades de contratación, evolución de salarios ...- pero

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también en el amplio entramado de empre­ sas -grandes, medianas y pequeñas- a ellas subordinado.

La nueva revolución de las comunicaciones Otro tanto ha ocurrido con los medios de comunicación de masas y la circulación de la infonnaciÓn. Las comunicaciones por satéli­ te, la tecnología digital y las redes informá­ ticas y por cable han creado un mercado global de comunicaciones en el que operan grandes conglomerados empresariales multi­ media, con un claro liderazgo estadouniden­ se. La revolución de las comunicaciones del último tercio del siglo XX no tiene sólo una dimensión tecnológica sino también empre­ sarial. Los satélites, la fibra óptica y la tecno­ logía digital han propiciado la formación de

Sobre estas líneas, mani­ festación de agricultores olivareros españoles, en Madrid, contra una re­ solución de la Comuni­ dad Europea.

grandes gigantes de la comunicación, secto­ res antes segregados ahora se unifican, m e­ diante compras, absorciones, intercambios accionariales ... en los que se funden empre­ sas de telecomunicación, cadenas audiovi­ suales y estudios y productoras cinematográ­ ficas, de televisión y musicales, como los grupos Time-Warner, Disney o Murdoch . Uno de los ejemplos más paradigmáticos de la nueva revolución de las comunicaciones son las autopistas de comunicación, con la red de redes Internet, cuya estructura hori­ zontal permite la conexión en tiempo real de todos los usuarios de forma interactiva, esto es para recibir o transmitir información, en una red global que abre un universo de nue­ vas dimensiones culturales, sociales, econó­ micas y politicas de un futuro inmediato que ya es realidad. La aceleración en la transmisión de la in­ formación y su globalización plantean un nuevo escenario que modifica las pautas so­ bre las que las sociedades y las personas ha­ bían construido tradicionalmente sus iden­ tidades. Los acontecimientos han entrado en una vorágine en la que son consumidos a ve­ locidades de vértigo, en correspondencia con las nuevas estructuras mediáticas instaladas en una voraz carrera por la novedad y la es­ pectacularidad destinadas a atrapar el inte­ rés de unas audiencias cada vez más satura­ das de información y con menor capacidad de sorpresa. La «espectacularización de la in­ formaciófi» termina por embotar los senti­ dos en un acelerado proceso de asimilación, banalización y aculturación. Asistimos a una auténtica paradoja, en el momento de la his­ toria de la humanidad en el que las perso­ nas manejan un mayor volumen de informa­ ción, los individuos se muestran incapaces de asimilarla y procesarla para reafirmar, re­ construir o edificar sus identidades, los acon­ tecimientos pierden significado más allá del impacto puntual que son capaces de generar los mass-media, es lo que los comunicólogos conocen como «ruido». La información ha entrado de lleno en los circuitos de la lógica del consumo fragilizando los procesos de construcción de las identidades colectivas y personales. Nos encontramos en una socie­ dad mediática que se rige por el principio consumista del usar y tirar.

Sociedad mediática e identidad La uniformización de las costumbres y los sistemas de valores propiciados por el siste­ ma mediático global actúa de disolvente de las identidades nacionales y locales; los refe­ rentes culturales y sociales sobre los que las personas construían sus identidades y per­ mitían su posicionamiento en el mundo al proveer un sentido a sus vidas han perdido buena parte de su fuerza cohesionadora a ni­ vel individual y social. La «mercantilización» de los usos y cost~mbres ha invadido las es­ feras privadas, afectando no sólo a las relacio­ nes sociales sino también a las personales, in­ cluidas las familiares. La fragilización de las relaciones familiares entre los cónyuges y en­ tre padres e hijos es una muestra palmaria de ello. Ante esta pérdida de identidad y de re­ ferentes, importantes sectores de la sociedad occidental buscan refugio en un pasado miti­ ficado con el que construir nuevas identida­ des con fuertes lazos cohesionadores, a través de la recuperación de los discursos naciona­ listas, generalmente en dimensiones menores a los espacios nacionales construidos durante los siglos XIX y XX, dada la perdida de peso

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Sobre estas líneas, mani­ festantes en Seattle (Washington) contra la celebración en dicha ciudad de una cumbre de los representantes de 135 paises para de­ batir sobre la globaliza­ ción económica a las puertas del siglo XXI.

Hacia una llueva era 113

específico de los estados nacionales como consecuencia de los procesos de mundializa­ ción; o mediante la fascinación ejercida por todo tipo de sectas y movimientos, más o menos esotéricos, capaces de proveer un sen­ tido de pertenencia en la que el individuo puede sentirse acogido y reconocido. A las puertas del siglo XXI la sociedad oc­ cidental se encuentra caracterizada por una fuerte ambivalencia. De una parte los proce­ sos de globalización tienden a la homogenei­ zación de las costumbres y las identidades, sobre unos parámetros planetariamente co­ munes; de otra, aparecen marcadas tenden­ cias hacia la afirmación de las diferencias, mediante la construcción de identidades lo­ cales, bien territorialmente o de sistemas de creencias, en muchos casos con un señalado componente irracional.

Implicaciones éticas del desempleo científico El desarrollo de la ciencia y sus aplicacio­ nes tecnológicas durante el último tercio del siglo xx plantean nuevos retos a la humani­

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Los desafíos de la globalización 4

dad. Particularmente en el ámbito de la bio­ tecnología y la genética. Las nuevas técnicas de reproducción asistida, la manipulación ge­ nética de las especies, tanto vegetales como animales, la técnicas de clonación abren nue­ vas persp ectivas para la solución de determi­ nados problemas hasta entonces irresolubles en una multiplicidad de campos, desde la sa­ lud a la alimentación, pasando por la crea­ ción de nu evos materiales. Estos nuevos ho­ rizontes vienen acompañados de nuevos interrogantes sobre las posibles consecuen­ cias de determinados avances para el equili­ brio ecológico del planeta y para el futuro de la especie humana. La ética y los sistemas de valores tradicionales se muestran incapa­ ces de ofrecer soluciones convincentes a los nu evos retos planteados, generando incerti­ dumbres respecto d e las decisiones y direc­ ciones a adopta r ante las desconocidas conse­ cuencias que para el futuro pueden t ener determinadas acciones. El debate abierto en la comunidad cientí­ fica, en la sociedad política y en los mass-me­ dia se encuentra ante el problema de la ace­ leración del tiempo en el ámbito d e la investigación, los nuevos adelantos y descu­

brimientos van mu y por delante del posible establecimiento de unas reglas y normas que sean capaces de gobernar las nuevas realida­ des que surgen y sus posibles consecuencias. La dinámi ca no es nueva, así ha ocurrido a lo largo de la Historia de la Humanidad. El problema surge por el impacto global que al­ gunas de estas nuevas realid ades pueden te­ ner, generando procesos irreversibles a esca­ la regional o planetaria . La segunda mitad del siglo xx ofrece algu­ nos ejemplos, a escala reducida, de los efec­ tos de la acción del hombre sobre el planeta, desde el agujero de la capa de ozono a los procesos de desertización, o el calentamiento de la atmósfera. La biotecnología y la genéti­ ca plantean de una forma ampliada el pro­ blema de la responsabilidad del género hu­ mano respecto del futuro del planeta y de la propia especie, puesto que las decisiones del presente pueden condicionar irreversible­ mente el futuro. Una nueva ética de la res­ ponsabilidad se impone, en la que deb erán ser sometidos a cuestión determinados valo­ res qu e han primado la acción de la civiliza­ ción occidental en los últimos tres siglos, sin por ello renunciar al avance de la ciencia y de

Expresión de la "nueva economía" y de los mio­ res predominantes e" la "llueva sociedad», el seco tor de las telecomunica· ciorles resume la vorági· /le que implica la persecución de ¡mas fi· nes mercantilistas a ul· tranza: mayor renrabili· dad y más información

la innovación tecnológica, pero sustituyendo el inocente optimismo de la ideología del Progreso en vigor desde la Ilustración por una nueva actitud que tome en conside ra­ ción las consec uencias para el futuro de los actos y decisiones del presente, reactualizan­ do la reflexión weberiana sob re la ética de la responsabilidad .

en un tiempo que se

vuelve cada vez más fu· gaz. Arriba, a la izo quierda, los tres prota­ gonistas de la fusión empresarial que dio lu­ gar a la macroempresa de telecomunicaciones AOL Time Wamer a co­ milmzos del año 2000 (Steve Case, Gerald Le· vi" y Ted Tumer; de izo quierda a derecha) .

Ante la presión homoge· /leizadora, los indivi· duos y las sociedades buscan caminos de afir· mación de la propia identidad. La afirma. ción de espacios nacio· nales a los que la histo· ria había privado de la capacidad de gestiol1ar la propia vida política, en paridad con el resto de los estados, busca lluevas espacios de defi· nición naciol1a1. A la !z­ quierda, la reina Isabel II y el primer ministro escocés en la sesión de apertura del parlamento autónonlO de Escocia.

Las críticas a la modernidad Los estudios sociológicos realizados sobre la base social de los nuevos movimientos socia les h an revelado que su composición se alimenta fundamentalmente de las nue­ vas clases medias urbanas : jóvenes, muje­ res, universitarios, profesionales del sector público -en especial del mund o de la ense­ ñanza y de los servicios sociales. Una base social con un nivel educativo sensiblemente superior a la media de las sociedades indus­ trialmente avanzadas. Los resultados de es­ tos estudios no deben extrañar si se consi­ deran los valores enarbolados por los nuevos movimientos sociales; estos valores han sido denominados "postmaterialistas»,

Sobre estas líneas, la image!! hierática de Shoko Asahara, guni de la secta Aurn Shinrikyo, instigador de un atenta· do criminal en el metro de Tokyo, es testimonio del auge de las sectas como camino en el que

ltlltc/lOS individuos cmm hallar wt espacio de re­ conocim iento y autoafir. mación.

Hacia una nueva era lIS

ya que las preocupaciones y motivaciones de los activistas, simpatizantes y vota ntes se deslizan más ha cia las problemáticas aso­ ciadas a la calidad de vida, la igualdad en los comportamientos entre sexos, la degrada­ ción del medio ambiente, la demo cratiza­ ción de las rela ciones sociales y el pacifismo que hacia la problemática relacionada con los niveles de ingreso, motor tradicional del movimiento obrero. Los nuevos movimientos sociales repre­ sentan una crítica ilustrada y universalista de la modernidad, tal como se ha configurado en la civilización occidental a lo largo de los siglos X IX y xx, articulada en torno a la ideo­ logía del Progreso, que ha estado asociada a los procesos de racionalización técnica, eco­ nóm ica, política y cultural. Además, gene­ ran nuevas cosmovisiones que tratan de su­ p erar algunos de los valores centrales de la tradición liberal, que polarizó el conflicto sociopolítico de los siglos XVIII y XIX, y del movimiento obrero, que paulatinamente he­ gemonizó el conflicto social entre 1871 y 1945, aunque sin renunciar a ellos. Este pro­ ceso de cambio lo llevan adelante esbozando un nuevo esquema de racionalidad que pre­ tend e superar los efectos perversos de los procesos de modernización, asumiendo los mensajes emancipatorios y liberadores de las tradiciones liberal (libertad y derechos hu­ manos) y socialista (igualdad y solidaridad) en un nuevo contexto universalista que

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Los desafíos de la globalización

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Frente al integrismo ria global del mundo, sino por la exigencia de superar constantemente religioso se impone la los límites que le fija su objeto concreto de conocimiento. vía de la integradón, basada en el recono­ La vida de esas civilizaciones no es un puro recorrido cultural, sino dmiento de las dife­ que se juega sobre el terreno de los intereses materiales, sobre los rendas y el respeto por la cultura ajena. Este incrementos de productividad y los repartos de las cuotas de merca­ es uno de los desafios do a escala mundial. Tampoco la entrada en juego de la religión como planteados en la tran­ sidón del segundo al elemento definitorio significa negar la perspectiva de los cambios: la

tercer m-ilenio, especial­

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l. Claro que uno puede perderse en la tienda de antigüedades de Hobsbawm, pero es un riesgo inevitable en cualquier rama de las ciencias sociales cuando un sistema de dominación está seguro de sí mismo y crea los alicientes para que la mirada del hombre se centre

supervivencia del confucianismo como fondo filosófico y ético de la mente en aquellas so­ dedades tradidonales organización social y política china es del todo compatible con las donde la satanizadón enonnes diferencias entre las fases prerrevolucionaria y actual de evo­ del adversario ha sido una de las causas secu­ lución de dicha sociedad. Otro tanto cabe decir del Islam. En con­ lares de enfrentamiento entre pueblos de distin­ junto, si despojamos al esquema de Huntington de su carga de deter­ tas creendas. Es de es­ minismo, constituye una hipótesis de interpretación que subraya esa perar el día en que la bandera israelí ondee importancia de la religión en el sistema social, desde la cual cabe así en el barrio musulmán mismo llevar las preguntas del historiador hacia los puntos de arran­ de Jerusalén no como signo de arroganda si­ que, a veces muy lejanos en el tiempo, de los problemas que tiene no como prueba de re­ ante sí. No porque el integrismo indio del Bharatiya Janata Party sea conciliación,

largo recorrido al presente. No nos espera certidumbre alguna en el

una reproducción del reino de Rama, el orden perfecto del dharma

toria que el hombre precisa conocer como dato ineludible para la

en cualquier cosa menos en aquello que la puede hacer visible. No hay que magnificar, sin embargo, la importancia de una cortina de humo. Por lo menos, las ideologias del progreso se han alejado y con ello la imagen de la historia como simple camino que conduce en un porvenir, ni del desarrollo capitalista ni del cumplimiento de una profecía inspirada en Marx. Si el pensador italiano Benedetto Croce (1866-1952) advirtió «que toda historia es historia contemporánea», ahora habria que ver en el presente un momento inmerso en una his­

en cuyos principios dice inspirarse, sino precisamente para poder

elección racional. Ello en un marco que no es apocaliptico, pero sí de

conocer la génesis de una mitificación que resulta operativa por la

una radical inseguridad, derivada del hecho probado de que ni

continuidad de unos comportamientos religiosos en la civilización

siquiera esa elección racional le salvará a veces de hundirse ante fuer­

hindú. Y cuya articulación con la revolución experimentada en los

zas superiores. Y siempre, entre el bienestar y la miseria, la paz y la

medios de comunicación social y los intereses económicos de una

destrucción, la libertad y la barbarie.

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Esta perspectiva noctur­

na de Nueva York ofre­

ce una espectacular vi­

sión del grado de

prosperidad alcanzado

por las sodedades capi­

talistas en la segunda

mitad del siglo xx.

Como afirma el histo­ riador Eric Hobsbawm: «El mundo se ha trans­ formado de tal forma que cada día, cada ho­ ra y en todos los hoga­

res. la pobladón tiene a

su alcance más infor­ madón y oportunidades de espardmiendo de las que disponían los empe­ radores en 1914». Pero

este despliegue tecnológi­

co sólo es posible a costa

de ingentes cantidades

de energía que ponen en

serio peligro el equílibrio

ecológico del planeta.



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HISTOR.IA DE LA HUMANIDAD

Orden de aparición 3 Mesopotamia 4 Egipto 5 Persas, partos y sasánidas 6 Israel 1 Prehistoria 2 Neolítico 7 Grecia I 8 Grecia 11 9 Grecia 111 10 Roma I 11 Roma 11

12 Roma 111 13 India 14 China 15 Japón , Corea 16 Bizancio

17 Edad Media 18 Islam

19 Mesoamérica

20 Culturas andinas 21 Las otras Américas 22 Renacimiento

23 24 25 26

Barroco Ilustración Siglo XIX De sociedad rural a sociedad industrial

27 Arte y cultura

28 Siglo XX : Conflictos. Desarrollo, ciencia y técnica 29 Sociedad, ideología, creencias y cultura del siglo XX 30 Desafíos de la globalización .

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