“La emperatriz Isabel de Portugal, esposa de Carlos V. Casa real y facciones cortesanas (1526-1539)”, Portuguese Studies Review, 13, 1-2 (2007), pp. 135-171

June 15, 2017 | Autor: F. Labrador Arroyo | Categoría: Gender Studies, Portuguese Studies, Court history
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F. LABRADOR ARROYO, PORTUGUESE STUDIES REVIEW 13 (1) (2005) 1-38

La Emperatriz Isabel de Portugal, mujer de Carlos V: Casa Real y facciones cortesanas (1526-1539)1 Félix Labrador Arroyo Universidad Autónoma de Madrid

a corte ha cobrado en los últimos años un nuevo significado a partir de premisas renovadoras de estudio y análisis. La consideración de la existencia de un ordenamiento político de la sociedad y de mecanismos particulares en el ejercicio del poder durante la edad Moderna completamente diferentes a los existentes en la sociedad actual se han mostrado como el único camino posible para aprehender el auténtico significado de 2 la corte. Desde este punto de vista, la corte, otrora cadáver historiográfico que ni tan siquiera merecía una categoría histórica y que interesaba tan sólo por su identificación con el lugar donde se encontraban las instituciones centrales, por su aspecto cultural, por su vinculación con las artes,

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El presente trabajo se ha realizado gracias a una beca doctoral de la Fundación Caja Madrid. Abreviaturas utilizadas: Archivo de los Duques de Alba (ADA). Archivo General de Simancas (AGS): Estado (E), Casas y Sitios Reales (CSR), Cámara de Castilla (CC), Contaduría Mayor de Cuentas (CMC), Escribanía Mayor de Rentas (EMR). Instituto dos Arquivos Nacionais/Torre do Tombo (IAN/TT). Biblioteca Nacional de Madrid (BNM). Instituto Valencia de Don Juan (IVDJ). Real Academia de la Historia (RAH). Maravedíes (mrs). 2

Como botón de muestra destacamos los trabajos del profesor Martínez Millán y de su equipo. J. Martínez Millán, ed., Instituciones y elites de poder en la monarquía hispana durante el siglo XVI (Madrid: Universidad Autónoma de Madrid, 1992); J. Martínez Millán, dir., La corte de Felipe II (Madrid: Alianza Editorial, 1994); J. Martínez Millán y C. J. de Carlos Morales, dirs., Felipe II (1527-1598). La configuración de la Monarquía Hispana (Valladolid: Junta de Castilla y León, 1998); J. Martínez Millán, dir., La corte de Carlos V, 5 vols. (Madrid: Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2000); J. Martínez Millán y S. Fernández Conti, dirs., La Monarquía de Felipe II: La Casa del rey, 2 vols. (Madrid: Fundación Mapfre-Tavera, 2005); C. J. de Carlos Morales, El Consejo de Hacienda de Castilla, 1523-1602. Patronazgo y clientelismo en el gobierno de las finanzas reales durante el siglo XVI (Ávila: Junta de Castilla y León, 1996); S. Fernández Conti, Los Consejos de Estado y Guerra de la Monarquía Hispana en tiempos de Felipe II, 1548-1598 (Valladolid: Junta de Castilla y León, 1998); M. Rivero Rodríguez, Felipe II y el gobierno de Italia (Madrid: Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 1998); I. Ezquerra Revilla, El Consejo Real de Castilla bajo Felipe II. Grupos de poder y luchas faccionales (Madrid: Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2000) y H. Pizarro Llorente, Un gran patrón en la corte de Felipe II. Don Gaspar de Quiroga (Madrid: Universidad Pontificia de Comillas, 2004).

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por el análisis del boato y oropel o como demostración de la irracionalidad, del gasto y el derroche de las clases dirigentes, no sólo resurge como centro privilegiado del proceso de toma de decisiones sino que ocupa un lugar central en el análisis de las formas de poder en la organización sociopolítica de la edad Moderna, en la elaboración de comportamientos, de una 3 ideología y de un simbolismo. Durante la edad Moderna el concepto corte albergó una duplicidad de significados, por un lado, su lugar en el espacio, y por otro, un determinado grupo de individuos. Esta interpretación tan amplía tenía su origen en el mundo romano, donde ambas acepciones se asociaban a términos diferentes: la curia y la cohors, de donde pasaron a los tratados medievales, como se constata en los escritos de Alfonso X, que definía la corte como: ... el lugar do es el Rey, e sus vasallos e sus ofiçiales con él, que an cotidianamente de consejar e de servir, e los otros del Regno que se llegan y o por onrra dél, e por alcançar derecho, o por fazer rrecabdar las otras cosas que an de veer con él; e tomó este nonbre de una palabra de latyn que dizen ayors (cohors), en que muestra tanto commo ayuntamiento de compannas, ca ally se allegan todos aquellos que an a onrrar e a guardar al Rey e al Regno. E otros a nonbre en latyn curia, que quiere tanto dezir commo lugar do es la cura de todos los fechos de la tierra, ca ally se a de catar lo que cada uno a 4 de aver segunt su derecho o su estado.

La corte ocupaba este lugar preponderante porque era el espacio donde se ubicaba el monarca, fuente y dispensador de toda gracia. Por lo tanto, de la misma manera que se atribuyó origen divino al poder del rey, también se justificó la existencia de la corte con argumentos que trascendían este mundo: Nuestro Señor Ihesu Christo ordenó primeramente la su corte en el cielo e puso a ssí mismo por cabesça e començamiento de los çangeles et de los archángeles e quiso e mandó quel amassen e quel agardassen como a comen3

P. Merlin, “Il tema della corte nella storiografia italiana ed europea,” Studi Storici 27 (1986): 203-44; T. Dean, “Le corti. Un problema storiografico,” en G. Chittolini, A. Molho y P. Schiera, eds., Origini dello Stato. Processi di formazione statale in Italia fra medioevo ed etá moderna (Bolonia: Il Mulino, 1994), 425-47. R. G. Asch y A. M. Birke, eds., Princes, Patronage and the Nobility: The Court at the Beginning of the Modern Age, c.1450-1650 (Londres: Oxford Universiy Press, 1991); M. Aymard y M. A. Romani, dirs., La Cour comme institution économique: Actas del XII Congreso Internacional de Historia Económica (Sevilla-Madrid 24 a 28 de agosto de 1998) (París: Éditions de la Maison des Sciences de l’Homme, 1998). 4

Partida Segunda de Alfonso X el Sabio (Granada: Impredisur, 1991), tít. IX, ley XXVII.

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çamiento e garda de todo. Et después desto fizo el omme a la manera de su cort; e como assí auíe puesto cabeça e comienço, puso al omme la cabesça en somo del cuerpo e en ella puso raçón e entendimiento de cómo se deuen guiar los otros miembros e cómo se deuen seruir e guardar la cabesça más que assí mismos; e a ssí ordenó la cort terrenal en aquella misma guisa e en aquella manera que era ordenada la suya en el cielo, e puso al rrey en su logar cabeça e comienço de todo el pueblo assí como puso sí mismo cabesça 5 e comienço de los ángeles e archángeles.

Esta definición de corte, se mantuvo durante todo el Antiguo Régimen, incluso en 1729, el Diccionario de Autoridades aún seguía refiriéndose a la Corte de la misma manera que durante la edad Media; esto es, como: “el conjunto o cuerpo de todos los Consejos, tribunales superiores, ministros, criados y oficiales de la Casa Real, y otras personas que asisten y sirven a 6 las personas reales, cuya cabeza es el Rey o Príncipe soberano.” De esta manera, la casa real se convierte en el centro de la corte, alcanzando una preeminencia tal que puede ser entendida como el eje y regulador político indiscutible entre las diferentes instancias y centros de poder, siendo el medio implícito del pacto entre la realeza y la nobleza y el lugar, a falta de instituciones centrales fuertes, de nexo entre el centro 7 y la periferia. En este orden, las medidas tomadas en la real casa tenían una repercusión universal en todo el reino, ya que el monarca no sólo era la cabeza política de su casa, sino que también era cabeza de numerosos organismos a los que gobernaba de la misma manera que su casa; esto es, como un padre de familia. De esta manera, el buen orden y gobierno de la 8 Casa era entendida como una garantía de buen monarca. 5

Leyes de Alfonso X, II, Fuero Real (Ávila: Fundación Sánchez-Albornoz, 1988), lib. I, tít. II, ley II: 189-90. 6

Diccionario de Autoridades ... compuesto por la Real Academia Española (Madrid: Real Academia Española, 1729), 2: 628. 7

C. Mozzarelli, “Principe, corte e governo tra ‘500 e ‘700,” en Culture et idéologie dans la genése de l'état moderne (Roma: École Française de Roma, 1985), 367-79; M. Fantoni, “Corte e Stato nell’Italia dei secoli XIV-XVI,” en G. Chittolini, A. Molho y P. Schiera, eds., Origini dello Stato. Processi di formazione statale in Italia fra medioevo ed età moderna (Bolonia: Il Mulino, 1994), 449-66; A. M. Hespanha, “La Corte,” en La gracia del derecho. Economía de la cultura en la edad moderna (Madrid: Centro de Estudios Constitucionales, 1993), 177-202; A. Álvarez-Ossorio Alvariño, “La Corte: Un espacio abierto para la historia social,” en S. Castillo, coord., La historia social en España (Madrid: Siglo XXI, 1991), 247-60. 8

D. Frigo, Il padre di famiglia. Governo della casa e governo civile nella tradizione dell “economica” tra Cinque e Seicento (Roma: Bulzoni Editore, 1985), 26-5 y 203 ss; I. Atienza Hernández, “Pater familias, señor y patrón: Oeconómica, clientelismo y patronato en el Antiguo Régimen,” en R. Pastor, comp., Relaciones de poder, de producción y parentesco

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De acuerdo con estos planteamientos entendemos que el estudio de la casa de la Emperatriz resulta de gran importancia, no sólo por el análisis de su organización y estructura, sino por ser, por ella misma, un foco de poder, desde donde sus oficiales ejercían sus influencias en el gobierno de la monarquía e, incluso, ocupaban simultáneamente cargos en la administración del Reino, convirtiéndose la Casa en un centro de poder, más aún durante los años de ausencia del emperador, y un lugar de luchas entre los 9 grupos cortesanos.

1. La configuración de la Casa de la emperatriz Isabel a su llegada a Castilla (1526-1528) De acuerdo con estos planteamientos historiográficos, el estilo de servicio y los miembros que ocupaban la Casa del rey o de los componentes de su familia no resultaba una cuestión baladí. Uno de los primeros asuntos que Carlos tuvo que tratar a su regreso a Castilla, en 1522, fue el de su matrimonio. La elección no era un problema trivial. A la importancia del acto en sí, se sumaba la compleja situación política del Reino, y lo que era más importante, la gran heterogeneidad de territorios y señoríos que por los avatares de la fortuna habían recaído en el joven rey y que le obligaban para regirlos y gobernarlos a largas y prolongadas ausencias, convertirían, por ende, durante largos periodos de tiempo, a la persona elegida en la

en la Edad Media y Moderna (Madrid: CSIC, 1990), 411-57. 9

Un revisión profunda del papel de las reinas, en particular, y de las mujeres de la Casa Real, en general, puede verse, para no resultar prolijos, en los trabajos de: A. Chemello, “Donna di palazzo, moglie, cortigiana: Ruoli e funzioni sociali della donna in alcuni trattati del Cinquecento,” en A. Prosperi, dir., La corte e il cortigiano. II. Un modelo europeo (Roma: Bulzoni, 1980), 113-32, G. Saccaro Battisti, “La donna, le donne nel cortegiano,” en C. Ossola, dir., La corte e il cortegiano, I. La scena del testo (Roma: Bulzoni, 1980), 219-50; G. Chaussinard-Nogaret, La vie quotidienne des femmes du Roi. D'Agnès Sorel à Marie-Antoinette (París: Hachette, 1990); S. Bertière, Les Reines de France au temps des Valois (París: Fallois, YEAR?), vol. 2; D. Loades, The Politics of Marriage. Henry VIII and his Queens (Londres: Alan Sutton Publishing, 1994); A. Jordan, “The Development of Catherine of Austria’s Collection in the Queen’s Household: Its Character and Cost,” Ph.D. Thesis, Brown University (1994); M. Sánchez, The Empress, the Queen and the Nun. Women and Power at the Court of Philip III of Spain (Baltimore: John Hopkins University Press, 1998); Mª. P. Marçal Lourenço, Casa, corte e património das rainhas de Portugal (1640-1754): Poderes, instituções e relações sociais (Lisboa: Universidad de Lisboa, 1999); F. Cosandey, La Reine de France. Symbôle et pouvoir, XVe-XVIIIe siècle (París: Gallimard, 2000); y los artículos de F. Labrador Arroyo, “La casa de la reina Catalina de Portugal: Estructura y facciones políticas (1550-1560),” Miscelánea Comillas 61 (2003): 203-52; J. Martínez Millán, “Elites de poder en las cortes de las monarquías española y portuguesa en el siglo XVI: Los servidores de Juana de Austria,” Miscelánea Comillas 61 (2003): 169-202.

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cabeza política visible de Castilla. De esta manera, el círculo más próximo al soberano se puso a barajar las diferentes opciones que la política europea ofrecía al joven monarca. Tras unas largas negociaciones, no exentas de 10 problemas, a comienzos de 1524 se sellaba la primera parte de un doble enlace entre la corona portuguesa y la casa de Austria, la unión entre el rey Juan III de Portugal y la hermana de Carlos, doña Catalina; mientras que, el 17 de octubre de 1525, se firmaba la escritura de capitulación matrimonial entre Carlos e Isabel de Avís, desposándose Carlos por poderes en Toledo el 23 de octubre.

1.1. El séquito de la infanta Isabel de Portugal La Casa que el rey Juan III dio a su hermana y que la acompañó a 11 Castilla estaba compuesto por un variado grupo de servidores con amplia experiencia en el servicio de la familia real. En primer lugar, ocupando los principales oficios palatinos, se hallaba un reducido grupo de servidores portugueses con amplia y probada experiencia de servicio, tanto en la casa de Manuel I y Juan III como en la administración del reino, y que gozaban de la máxima confianza del soberano, destacando el consejero y mayordomo mayor de la reina María, don Rui Teles de Meneses, que fue nombrado mayordomo mayor, veedor de la hacienda y gobernador de la 12 casa de Isabel de Avís desde el 20 de junio de 1517, don João de Saldanha, 13 que desempeñaba el oficio de veedor de la casa; el tesorero Fernao 10

Un estado de las negociaciones matrimoniales en Mª. C. Mazario Coleto, Isabel de Portugal. Emperatriz y reina de España (Madrid: CSIC, 1951), 20ss; F. Labrador Arroyo, “La Casa de la emperatriz Isabel,” en J. Martínez Millán, dir., La Corte de Carlos V (Madrid: Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2000), 1: 234-7. 11

Una descripción minuciosa de este viaje a Castilla en A. Braamcamp Freire, “Ida da emperatriz dona Isabel para Castela. Documentos,” Boletim da Segunda Classe da Academia das Sciências de Lisboa 13 (1921): 10-114. 12

Hijo de don Fernao Teles de Meneses, IV señor de Unhao, mayordomo mayor de la reina Leonor, señor de Flores y Corvo, y de doña María de Vilhena, camarera mayor de dicha reina, mujer de Juan II. Se casó con doña Guiomar de Noronha, hija de Pedro de Noronha, señor de Cadaval, comendador mayor de la orden de Santiago y mayordomo mayor del rey Juan II, y de doña Catarina de Távora, hija de Martim de Távora, repostero mayor de Alfonso V. Sucedió a su padre en el señoríor de Unhão y Gestaço. Fue comendador de Ourique en la orden de Santiago y consejero de Manuel I y de Juan III. IAN/TT, Chancelaria D. Manuel I, Doações, livro. 25, fol. 176; IAN/TT, Místicos, livro. 5, fol. 227; A. Caetano de Sousa, Provas de história genealógica da casa real portuguesa (Coimbra: Atlántida-Livraria Editora, 1947; reimp.), t. 2, 1ª parte: 470. 13

Veedor de la casa de la reina María y caballero del consejo de Manuel I y Juan III. Además, ejercía como montero mayor del infante don Fernando. AGS, E, leg. 16, núm. 427. RAH, Col. Salazar, A. 36, fols. 69-76. Caetano de Sousa, Provas, t. 2, 1ª parte:

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Álvares, que ejerció el mismo cargo en la casa de Manuel I hasta su muerte 14 y más tarde con Juan III, el capellán mayor, Pedro Álvares da Costa, 15 obispo de Oporto, confirmado por albalá de 5 de mayo de 1522, y el secretario André Pires de Landim, escribano de la hacienda y de la cámara 16 de Manuel I. En segundo lugar, se encontraba un importante número de criados, portugueses y castellanos,—alrededor de 65—, que habían servido a su madre, la reina María, y que tras su muerte el 7 de marzo de 1517 habían ido pasando de manera paulatina a formar parte de su casa, destacando su camarera mayor doña Guiomar de Melo, hija de don Duarte de Melo, el 17 de Serpa, y de doña Isabel de Brito. Sus damas fueron doña Brites da Silveira (hija de Martim da Silveira, alcalde mayor de Terena, y de doña 18 Catarina de Azambuja), doña Leonor de Mascarenhas (hija de Fernão

441, 458, 470. 14

Desde el 28 de marzo de 1525 en lugar del difunto Aires de Sequeira. IAN/TT, Chancelaria D. João III, Doações, livro. 51, fol. 6. AGS, CSR, leg. 31, fol. 61; E, leg. 26, núm. 108. RAH, Col. Salazar, A. 36, fols. 69-76. 15

Los anteriores capellanes mayores de la infanta fueron el obispo de Viseu, Diego Ortiz, desde el 30 de mayo de 1517, y don Martinho da Costa, arzobispo de Lisboa desde el 23 de febrero de 1519. Era hijo de Lopo Álvares Feio, señor del mayorazgo de Atalaia do Campo, y de doña Margarida Vaz da Costa. Tres de sus tíos fueron obispos, don Jorge da Costa fue cardenal de la Curia Romana, en cuyo palacio romano vivió y se formó durante sus años de juventud, y al que debió su exaltación al obispado de Oporto desde el 16 de diciembre de 1507, tras la muerte de su hermano, entrando en su diócesis el 9 de abril de 1511; don Jorge da Costa, arzobispo de Braga, y don Martinho da Costa, arzobispo de Lisboa, al cual sucedió como capellán mayor. IAN/TT, Chancelaria D. Manuel I, Doações, livro. 10, fol. 33, livro. 35, fol. 108. AGS, CSR, leg. 31, fols. 55, 57, 61, leg. 67, 5º. A. J. Salvado Motta, Alpetrinienses ilustres (Alpedrinha: Tipografía particular e curiosa do autor, 1929), 35, 37, 62, 95-6, 196-9. 16

Fue escribano de cámara de Juan III y su caballero. AGS. CC, libro de cédulas, r 318-2º, fol. 73 . I. Mª. R. M. Drumond Braga, Um espaço, duas monarquias. (Interrelações na Península Ibérica no tempo de Carlos V) (Lisboa: Centro de Estudos Históricos da Universidade Nova de Lisboa-Hugin, 2001), 43. 17

Fue dama de la reina María. Se casó en Portugal con don Álvaro Mendes de Vasconcelos, hijo único de João Mendes de Vasconcelos, señor del mayorazgo de Esporam, embajador en Castilla y consejero real, y de doña Joana de Sousa, hija de Vasco Martins de Sousa, capitán de los jinetes de Alfonso V, frontero mayor de la Provincia de Tras-os-Montes y alcalde mayor de Bragança. Confirmada por Juan III el 27 de agosto de 1521. IVDJ. Caja, 153 18

Se casó el 10 de abril de 1531 con don Manrique de Silva, maestresala del príncipe Felipe desde 1535 e hijo de don Juan de Silva y Ribera, I marqués de Montemayor. IVDJ, Caja 153. Su madre fue Catarina da Azambuja, hija de Diogo da Azambuja, comendador de Cabeza de Vide, de la orden de Santiago, conquistador de Safim y del consejo del rey Juan II, y de doña Leonor Botello.

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Martins de Almada e de doña Isabel Pinheira), doña Joana de Noronha 20 y doña María de Velasco y doña Violante de Albión; así como las mujeres Isabel de Zaragoza, Nufrica de Almeida, María de Lemos y María de Montoro y el escribano de cámara Francisco de Hermosilla, que anterior21 mente lo fue de la reina Católica. En tercer lugar, destaca una selección de miembros de la nobleza portuguesa, donde cabe reseñar a la dueña de acompañamiento doña Ángela Fabra, que aunque era valenciana de nacimiento se casó con don Sancho de Noronha, III conde de Odemira; la camarera y ama, doña Isabel Fernandes de Magalhaes y su hija Filipa de Magalhaes; las damas doña Guiomar de Vasconcelos (hija de don João de Vasconcelos y Meneses, II conde de Penela, y de doña María de Sousa Ataíde, hija de João de Sousa, capitán de los jinetes del infante Fernando), doña Leonor de Castro e Meneses (hija de don Álvaro de Castro, señor de Torram, y de doña Isabel 22 de Melo); doña Joana Manuel y Guiomar de Castro, hijas de los condes de Faro; doña Joana de Castro (hija de don Henrique de Noronha, comendador mayor de Santiago, y de doña Guiomar de Castro, hija de don Joao de Noronha, señor de Sortelha, y de doña Joana de Castro, señora de Cascais y Monsanto), doña Joana y Teresa de Noronha (hijas de Rui Teles de Meneses, el V señor de Unhao, y de doña Guiomar de Noronha, hija de Pedro de Noronha, señor de Cadaval), y doña Filipa Henriques (hija 23 de don Diogo de Azambuja, comendador de Cabeza de Vide); al maestresala don Diego de Melo y al paje Jorge de Melo, del linaje de los 24 Melo; al paje Rui Gomes da Silva (hijo de Francisco Gomes da Silva, III señor de las villas de Chamusca y Ulme, y y de doña María de Noronha y 19

Sobre este personaje, que fue aya del príncipe Felipe y del príncipe don Carlos véase, G. de Andrés Martínez, “Leonor Mascareñas, aya de Felipe II y fundadora del convento de los Ángeles en Madrid,” Anales del Instituto de Estudios Madrileños 34 (1994): 355-67; J. Mª. March, “El aya del Rey Don Felipe II y del Príncipe Don Carlos, Doña Leonor de Mascareñas,” Boletín de la Sociedad Española de Excursiones 56 (1942): 201-19; C. E. Mascareñas, “Sobre doña Leonor de Mascareñas, aya de don Felipe II y del Príncipe don Carlos” Hispania 7 (1947): 3-23. 20

Ambas habían sido elegidas por la reina Católica para el servicio de su hija María y tenían a su cargo las joyas y ropa blanca. AGS, E, leg. 26, núm. 107. 21

Más información en J. Martínez Millán, dir., La Corte de Carlos V, vol. IV: Relación alfabética de los servidores de las casas reales, passim. 22

Su hermana Joana de Meneses también fue recibida como dama aunque sólo nos consta su referencia de servicio en 1539. AGS, CSR, leg. 69, 5º. 23 24

IVDJ, Caja 153. AGS, E, leg. 31, fol. 61.

Posteriormente fue recibido como contino de la casa real y gentilhombre de la r casa del príncipe Felipe. IVDJ, Ms. 25-I-25, fol. 86 .

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Meneses, hija de Rui Teles de Meneses), y al capellán António Teles de Meneses, que fue años más tarde capellán mayor del infante don Luis. Además, para completar el servicio doméstico fueron escogidos en los meses anteriores al viaje una serie de servidores, muchos de los cuales provenían de las casas del rey, de la reina Catalina y del infante don Luis, como por ejemplo el presbítero Álvaro Rodrigues, deán, sacristán mayor y limosnero de la emperatriz, los capellanes Afonso Fernandes y Afonso de Vilhalobos que fueron con anterioridad capellanes de Juan III, y el hombre de cámara Antonio de Robles, que desempeñaba el mismo cargo en la casa de la reina Catalina; así como los hijos y familiares de viejos servidores de la casa real, caso del maestresala de las damas y mozo de cámara Francisco Muriel, hijo de Miguel de Muriel y María de Montoro, del mozo de capilla Manuel da Costa, hijo del sastre Jorge Dias, de los reposteros de estrado y mesa Sebastiao de Faria y João Nunes; de los mozos de cámara António de Araújo y Pedro Vallejo, hijo del cocinero mayor, y de los hermanos Felipe, portero de cámara, y Diego de Atienza, capellán, hijos de Lucas de Atienza, 25 escribano de cámara de la reina Catalina. Finalmente, fue completado el servicio de la princesa portuguesa en los oficios intermedios o mecánicos con un amplio número de servidores portugueses y castellanos que se fueron incorporando inmediatamente antes del viaje y durante los primeros meses de estancia en Castilla, como por ejemplo, el secretario Pedro de Quintana, que fue secretario del rey Católico, el maestro de capilla Mateo Fernández; los capellanes Estevao de Almeida, Caçio Botado, Antón Bravo, micer Juan de Lisón, Francisco Maldonado, Diogo y João Martins, Antonio de Robles, Juan de Santa Cruz, y Sancho de Soto; los cantores mosén Antón, Arellano, Lope Armesto, Cristóbal de Espinosa, Martín López, Valencia y Sebastián de Zorita; los mozos de capilla Álvaro Afonso, António Furtado, Juan Armero, Jorge Cávelos, Antonio Cordero, Aleixo Ferrera, Diogo Ferrero, Juan de la Fuente, Jerónimo de Henao, Luis de Herrera y Salvador de Urrea, o los reposteros de estrado y mesa, Pedro Álvares, Juan Beltrán, Diogo Fernandes, Francisco Fernandes, Rui Gonçalves, Juan de la Guarda, Pedro Lopes, João 26 Ramires y Bartolomé Sánchez, entre otros. 25

Más información en F. Labrador Arroyo, “La Casa de la emperatriz Isabel de Portugal (1526-1539),” memoria de licenciatura, Universidad Autónoma de Madrid (1999), 28-36. 26

Además, fueron recibidos dos acemileros, un sangrador, un médico y un cirujano, un trinchante de las damas, tres porteros de damas, un contador de la casa y tierras, un botiller, cuatro aposentadores, un tenedor de las andas, un presentador de las tablas,

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2. La reforma de 1528 Tras la revuelta de las Comunidades, los partidos políticos que habían venido dominando la corte castellana experimentaron profundas transformaciones. La nueva situación política originó la emergencia de dos nuevos grupos de poder. Por un lado, el “partido castellano,” encabezado por el secretario Francisco de los Cobos, máximo representante de la política peninsular del Emperador; por fray García de Loaysa, prior de la orden de Santo Domingo y confesor de Carlos V; por el cardenal de Toledo, Juan Rodríguez de Fonseca; y por el presidente del Consejo Real y arzobispo de Santiago, Juan Pardo de Tavera. Por otro lado, estaba el “partido humanista,” liderado por el canciller Gattinara, valedor de la nueva organización política heredada por Carlos V, por el inquisidor general Alonso Manrique de Lara, y al que pertenecían, entre otros, Alfonso de Valdés, Luis Núñez Coronel, Juan Alemán, el Almirante de Castilla y gran parte de los 27 miembros de las casas nobiliarias de los Pacheco y los Mendoza. Durante los primeros años de gobierno de Carlos el “partido humanista” gozó de la confianza del soberano. El canciller genovés Gattinara adquirió —debido a la muerte de los principales consejeros: el canciller Sauvage (1518), el chambelán Chièvres (18 de mayo de 1521), y el obispo Mota (septiembre de 1522)—la jefatura en el poder y la confianza en el ánimo del rey; si bien, paulatinamente, esta situación cambió y las diferentes pugnas cortesanas que se produjeron en el ámbito de las reformas en los órganos de gobierno: consejos y tribunales, supusieron el triunfo del “partido el guarnicionero, un escribano de las cuentas y tres escuderos, once porteros de cámara, un paje, cinco hombres de cámara, dos reposteros de camas, un tamborino y tañedor de la flauta, el guarda de damas Francisco Joanes, veinticuatro mozos de cámara, un gallinero, un portero y dos ayudantes de cocina, un tejedor y un tirador de oro, una dueña de retrete, una teniente de la guarda de damas, la guarda de damas, cinco mozas de cámara, una lavandera de damas, una ayuda de la enfermería y una mujer de acompañamiento. AGS. E, leg. 25, núm. 131, leg. 26, núm. 106, leg. 46, núms. 245, 298, 366, 428, 440, 509. H. Anglés, La música en la Corte de Carlos V (Madrid: CSIC, 1984), 37 y 42. Información biográfica de estos personajes en J. Martínez Millán, dir., La corte de Carlos V, vol. 4. 27

Ambos partidos tenían una raíz política y religiosa distinta. El “partido humanista” se caracterizaba por tener una religiosidad más vivencial y mística, muy próxima a la corriente erasmista o humanista; mientras, “el partido castellano” tenía una concepción más antierasmista, con una espiritualidad heroica y ascética. Como señaló el profesor Avilés Fernández, ambos partidos no dudaron en utilizar los movimientos espirituales que conoció la Península durante el primer cuarto del siglo XVI como canales para hacerse con el control político. Véase, M. Avilés Fernández, “El Santo Oficio en la primera etapa carolina,” en J. Pérez Villanueva y B. Escandell, dirs., Historia de la Inquisición en España y América (Madrid: BAC, 1984), 1: 454-7 y 467-70. Más información, M. Bataillon, Erasmo y España (México: FCE, 1966), passim.

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castellano.” En abril de 1528, antes de que el Emperador partiese hacia Aragón y después a Italia, Francisco de los Cobos y Juan de Tavera idearon un programa de gobierno destinado a la organización política y administrativa del reino, al mismo tiempo que especificaban el séquito que le debía acompañar en su viaje, formado por don Pedro Girón, el duque de Arcos, el marqués de los Vélez y el marqués de Moya; la configuración de la defensa de las fronteras y la provisión de los presidios del norte de África, nombrando al duque de Alburquerque y al duque de Nájera, como virreyes y capitanes generales de Navarra y Cataluña; y al marqués de Comares encargado de Oran y al duque de Medina Sidonia, de Melilla; y la renovación de la administración, eliminando a todas las personas que por una razón u otra tuvieron un papel en las Comunidades, ya que todavía 28 estaba muy fresco su recuerdo. No obstante, el control de los aparatos de gobierno por parte del “partido castellanista” sería insuficiente sin el domino de la casa de la 29 Emperatriz y su entorno, dado que ésta quedaba como regente. Por consiguiente, una vez dominada la “administración,” el partido de Cobos y Tavera, aprovechando el inminente viaje del rey, la petición de las cortes de Madrid de 1528 cuando solicitaron que las casas de la Emperatriz y de su hijo estuviesen ordenadas según la manera del Reino y servidas por naturales de él; así como el deseo de César de acomodar la casa de su 30 mujer, dirigió sus esfuerzos en reformar su real casa. La excusa era dar una organización y estructura conforme era la costumbre y uso en Castilla 28

Al respecto, K. Brandi, Carlos V. Vida y fortuna de una personalidad y de un imperio mundial (México: FCE, 1943), 180ss; J. M. Headley, The Emperor and his Chancellor. A Study of the Imperial Chancellery under Gattinara (Cambridge: Cambridge University Press, 1988), 42-4; H. Keniston, Francisco de los Cobos, secretario de Carlos V (Madrid: Castalia, 1980); M. Giménez Fernández, Bartolomé de las Casas. I Delegado de Cisneros para la reformación de las Indias (Madrid: CSIC, 1984), 7-15; P. Gan Giménez, El Consejo Real de Carlos V (Granada: Universidad de Granada, 1988), passim; J. Martínez Millán, dir., La Corte de Carlos V (Madrid: 2000), 1: 207-51; 2: 31-77; M. Rivero Rodríguez, Gattinara, Carlos V y el sueño del Imperio (Madrid: Silex, 2005), 83-102. 29

P. Marzahl, “Communication and Control in the Political System of Emperor Charles V. The First Regency of Empress Isabella,” en W. Blockmans y N. Mout, eds., The World of Emperor Charles V (Amsterdam: Royal Netherlands Academy of Arts and Sciences, 2004), 83-96. 30

La rumorologia sobre una posible reforma en la organización de la casa de la emperatriz ya estaba presente hacia mayo de 1527 cuando el embajador polaco Dantisco comunicó: “Conservó en su lado la emperatriz a todos los portugueses que trajo; pero sabiendo el emperador que el rey de Portugal había despedido a todos los castellanos que fueron con doña Catalina, ha resuelto cambiar el personal del cuarto de la emperatriz luego que dé a luz” (cit. M. Gómez-Salvago, Fastos de una boda real en la Sevilla de Quinientos (Sevilla: Universidad de Sevilla, 1998), 49).

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de acuerdo al modelo que tenía la reina Isabel la Católica, contestando, además, a las quejas que desde las Cortes de Madrid de 1528 se hacían en este sentido. Los cambios que se debían hacer de acuerdo al programa reformista del “partido castellano” suponían, por un lado, el control de los principales cargos de cada departamento palatino, es decir la sustitución de los portugueses Rui Teles de Meneses, João de Saldanha, Pedro Álvares da Costa y de Guiomar de Melo, bajo el pretexto de que éstos no conocían las costumbres castellanas del servicio real, y la recepción de un caballerizo mayor cliente de Cobos o Tavera, y por otro lado, la posibilidad de abrir la casa a la constelación de clientes, amigos y familiares del “partido castellanista,” cuya fidelidad y colaboración gratificaban mediante mercedes, ayudas de costa y nombramientos, cuya concesión gestionaban directamente 31 ante Carlos V. Sin embargo, cuando se compara la organización y estructura que tenían ambas casas, es decir la de la reina Católica y la de la emperatriz Isabel, se observa que eran prácticamente iguales y que, por tanto, las reformas propagadas por el “partido castellano” se limitaban a cambiar personajes y no estructuras, demostrando la importancia que el control de las casas reales tenía para el éxito o fracaso de un determinado partido o grupo político. El cargo palatino de mayor importancia era el de mayordomo mayor, no sólo por su posición dentro de la Casa sino porque sería el encargado de llevar adelante el programa de reformas. Teniendo esto presente, así como su facultad de patronazgo, era lógico el interés de Cobos por expulsar al señor de Unhao y Gestaço de su puesto. En un primer momento, gracias a la férrea oposición de la emperatriz y del rey de Portugal, se pensó dejar a Rui Teles de Meneses como mayordomo mayor, nombrándole a Juan Ramírez, antiguo teniente de Fernando de Aragón, como su lugarteniente con la misión de recordarle como se servía en tiempos de los Reyes Católicos. Con esta modificación Meneses dejaba de ejercer como gober-

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Personas que se presentaron para ocupar los oficios principales de la Casa, bien el de camarero o maestresala, fueron: don Iñigo de la Cueva, don Antonio de Córdoba, hijo del conde de Cabra; don Álvaro Osorio, Martín Cabrero, camarero del Rey Católico; don Iñigo Manrique, comendador de Granada; don Luis Pacheco, comendador de Burgos; Pedro González de Medina, Álvaro de Lugo, Juan Álvarez Maldonado, el de Salamanca, don Luis Méndez, el mariscal Hernán Díaz de Ribadeneira, que lo suplicó en cortes; don Juan de Acuña, don Hernando Chacón, don Fadrique de Acuña, Pedro Fernández de Córdoba, hijo del marqués de Comares; don Francisco Pacheco, don Diego Osorio, el de Burgos; Hernando Pérez de Guzmán, Juan de Zúñiga, Gracián y Valencia de Benavides para maestresala. AGS. E. leg. 26, núms. 111-113.

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nador y veedor de la hacienda; cargos ambos que ejercía desde su llegada a Castilla y por los que recibía, junto con su oficio de mayordomo medio millón de maravedíes al año. Pero, la presión ejercida por Cobos y Tavera fue tal, temiendo que si Teles de Meneses continuaba en la casa la reforma no alcanzaría las expectativas creadas, que se terminó por nombrar un nuevo mayordomo mayor, aunque, en última instancia, se tuviese que 32 mantener al señor de Unhao ejerciendo otro oficio. Ante semejante circunstancia y a pesar del ofrecimiento último que le hicieron del cargo de contador mayor Teles de Meneses decidió abandonar la corte y regresar a Portugal donde se incorporó a la casa del infante don Luis como su mayordomo mayor, siendo sustituido en abril de 1528, durante la estancia de Carlos en Monzón, por don Francisco de Zúñiga y Avellaneda, III conde de Miranda, que al poco, en el mes de octubre, tuvo entrada en el Consejo de Estado. De este modo, don Francisco se convirtió en una figura clave del gobierno de la regencia. Si la base de su poder era la gracia del emperador Carlos V—demostrada con mercedes tales como la mitra tarraconense para su hijo don Gaspar o la entrada en la orden del Toisón de Oro—sus ámbitos de dominio eran, principalmente, la Casa de la emperatriz y los 33 negocios de Estado y Guerra. Desde el nombramiento del conde de Miranda como mayordomo mayor el programa de reformas se aceleró, puesto que el emperador quería que estuviese concluido antes de embarcarse rumbo a Italia. Así, el 27 de junio, don Francisco de Zúñiga informaba al emperador que la consulta sobre la 34 reforma de la Casa ya estaba en limpio y lista para aplicarse, e inmediatamente después se trató el despido del veedor de la casa, ya que ejercía un 35 importante control económico y efectivo sobre la casa de la emperatriz. 32

AGS. E, leg. 26, núm. 137.

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Tanto era así, que el 4 de abril de 1530, el Emperador encomendaba al Conde el buen funcionamiento de ambos consejos: “... no me ha escrito ninguno, que hay disconformidad entre los del consejo de estado, pero es bien que vos tengáis cuidado, como lo decís, que no la haya; así de conservarlos en toda concordia, lo mismo en los del consejo de guerra.” J. Pellicer de Ossau y Tovar, Justificación de la Grandeza, y cobertura de primera clase, en la casa y persona de don Fernando de Zúñiga, noveno conde de Miranda (Madrid: por Diego Díaz de la Carrera, 1668). Más información en, S. Fernández Conti, “Zúñiga y Avellaneda, Francisco de,” en J. Martínez Millán, dir., La Corte de Carlos V, 3: 472-6. Su expediente en AGS, EMR, Quitaciones de Corte, leg. 19, núms. 1176-1180. ADA, Montijo, caja 50-1 y 3. 34

AGS, E, leg. 16, núm. 502. El Emperador en carta del 30 de junio recordaba a Francisco de Zúñiga la prisa que tenía en lo de la reforma de la Casa de su mujer. AGS, E, leg. 16, núm. 496. 35

AGS. E, leg. 26, núms. 124-126.

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Al principio, la presión de Isabel de Avís obligó a considerar la posibilidad de mantenerle en el cargo: “pareçe q seria bien sostenerle en él, el tpo q él lo quisiese servir y durante éste no se avía de proveer del teniente de mayordomo mayor q está dho por q seria quitarle del todo el ofiçio,” sin embargo el “partido castellano” defendió que semejante cargo no existía en 36 la Casa de Castilla, por lo que era obligado excluirle. Con todo, Saldanha no abandonó la corte inmediatamente, en primer lugar por el retraso en llegar donde estaba la corte por parte del maestresala Diego Osorio de Burgos, señor de Villagera y regidor en Burgos, recibido para hacer las funciones de contador de la hacienda, y finalmente, por querer estar al lado de su señora durante su parto. Siguiendo el plan de reformas se continuó con el aparato económico de la casa. En primer lugar se tenía que ver si se querían dos contadores mayores, uno de la Hacienda y otro de la Casa, como se usaba en tiempos de la reina Católica y como tenía la emperatriz, o solo uno, auxiliado por 37 un teniente del contador mayor, como abogaba el “partido castellanista.” Al final, se optó por la opción propugnada por Cobos y Tavera, siendo nombrado Juan de Zúñiga, deudo del conde de Miranda, por contador de la hacienda y cuentas. Asimismo, por tener los libros a la manera de Castilla, se debía de suprimir el oficio portugués de escribano de cocina, que desempeñaba desde su llegada a Castilla Esteban de Sequeira, cuyas 38 prerrogativas eran idénticas a la de contador mayor. Más tarde, se expulsó, por no existir semejante oficio en la Casa de Castilla, si bien, su cargo era el equivalente portugués al contador de cuentas, al contador de la casa y tierras Diogo Arias. Asimismo, tuvo que regresar a Portugal el tesorero Fernao Álvares, que fue sustituido al poco de llegar a Castilla por el portugués Francisco de Persoa. La capilla, monopolizada fundamentalmente por súbditos portugueses y con una gran influencia en la conciencia real, era una foco que se alejaba 36

AGS. E, leg. 16, núm. 248; leg. 26, núm. 137. A pesar de tener que abandonar la Corte, João de Saldanha no se fue de vacío. No sólo dejó a sus hijos don Afonso de Bobadilha y a doña María da Silva en la casa real, sino que recibió 100.000 maravedíes de juro de por vida. AGS. E, leg. 23, núm. 232. 37

Mª. del C. Mazario Coleto, Isabel de Portugal. Emperatriz y Reina de España (Madrid: CSIC, 1951), 81-2. 38

AGS, E, leg. 26, núms. 124-126. Fue escribano de cocina de la reina María desde el 25 de enero de 1501. Con todo, no regresó a Portugal, siendo nombrado años después, en 1539, contador de la despensa y raciones de la casa de las Infantas, que tuvo hasta el segundo tercio de 1545. AGS, CSR, leg. 123, fol. 409; leg. 61, fols. 164, 483, 533, 595, 980, 1006; leg. 62, fols. 102, 148, 203, 579, 623, 676; leg. 63, fols. 51, 98, 141. E, leg. 45, núm. 280; leg. 46, núm. 288.

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del control que el “partido castellanista” había comenzado a tener sobre el gobierno de la monarquía de Carlos V, más aún, cuando la Emperatriz tenía una religiosidad diferente a la defendida por esta facción. Con todo, a pesar de presentar un modelo casi idéntico al que tenía la reina Isabel la Católica, con ligeras variaciones en las quitaciones, Tavera y Cobos emprendieron también su reforma. Así, el primer paso suponía la destitución del obispo de Oporto por otro religioso más afín al “partido castellano,” ya que si esto no sucedía los cambios apenas serían perceptibles, como así ocurrió. Pero, en este caso, la oposición de la emperatriz fue tan férrea que no se pudo apartar a Pedro Álvares da Costa, que vio, además, incrementadas sustancialmente sus retribuciones,- el doble de lo que recibía su homólogo en la casa de la reina Juana-. Fracasado en este intento, las reformas quedaron relegadas a adecuar el número de criados y sus salarios a las necesidades reales. En relación al número de capellanes, de los veintidós existentes sólo servían dieciocho, número que era considerado suficiente para el servicio diario de la emperatriz, aunque en el futuro se podría reducir a doce; a todos ellos se les debería bajar su asignación a los 15.000 mrs de quitación y ayuda de costa que era costumbre en la Casa de Castilla, demás de no recibir las 16 libras de carne, pues era una costumbre 39 portuguesa. Por otro lado, podría reducirse en dos el número de mozos de la capilla, hasta alcanzar los diez y recibirse a uno o dos predicadores de la casa del emperador. Mientras que se debería de incrementar el número de cantores a doce, recibiendo un contralto, un contrabajo, un tiple y un 40 tenor, así como un organista, que ayudase a Antonio de Cabezón. 41 A su vez, la cámara estaba dirigida por doña Guiomar de Melo. Destacando también el papel de la condesa de Faro, que no tenía un cometido fijo, y de doña Isabel Fernandes de Magalhanes, su antigua ama, que ejercía como camarera, así como una serie de damas portuguesas, a razón de 27.000 mrs de ayuda de costa, -salvo las hijas de la condesa de 42 Faro, que recibían 93.000 mrs cada una -, como doña Leonor de Castro, hija de don Álvaro de Castro, señor de Torram, y de doña Isabel de Melo, 39 40

AGS. CSR, leg. 31, fol. 61; E, leg. 25, núm. 122; leg. 26, núms. 104-108. AGS, CSR, leg. 31, fol. 61; E, leg. 25, núm. 122.

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Tenía 120.000 mrs de quitación, si bien con las raciones que debía de recibir con su cargo percibiría hasta 200.000 mrs, que es lo mismo que en Portugal recibían las camareras mayores. AGS. E, leg. 26, núm. 104. 42

Doña Joana Manuel se casó el 7 de abril de 1541 con don Juan de la Cerda, IV duque de Medinaceli, virrey y capitán general de Sicilia y de Navarra, consejero de Estado de Felipe II, gobernador de los Países Bajos, en sucesión del duque de Alba y mayordomo de la reina Ana. IVDJ, Caja 153.

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futura marquesa de Lombay en virtud de su enlace con Francisco de Borja; doña Joana de Castro, que falleció soltera en el servicio real, doña Joana y 43 Teresa de Noronha, hijas de Rui Teles de Meneses; doña María de Aragón, hija de don Nuno Manuel, señor de Salvaterra y Tancos, doña Brites da Silveira, doña Maria da Silva, hija de don João de Saldanha, doña Leonor 44 de Mascarenhas, doña Brites de Melo, doña Isabel de Saa, doña Guiomar 45 46 de Vasconcelos, doña Filipa de Magalhanes, doña Filipa Henriques, doña Catalina de Mendoça, hija de don João Falcón y de doña Cecilia de Mendoça, hija de Duarte Furtado, comendador de Torras; y doña Brites de Fonseca e Isabel de Fonseca. Igualmente, como mozas de cámara estaban asentadas, María de Ávila con 20.000 mrs, Mencia de Salcedo con 15.000, y María de Santa Cruz, María de Barrionuevo y Francisca de Mendoza con 10.000 mrs. Además, estaba como guarda de las damas Catalina Rodrigues, y por teniente Joana. Asimismo, Estocha Serrana tenía el cargo de dueña del retrete, Juana de Santa Cruz de lavandera, Beatriz Dias de ayudante de la enfermería y Leonor Rodrigues de panadera. De igual manera, estaban asentadas María Montoro, Isabel de Zaragoza y Catalina Rodríguez como criadas sin un cometido fijo. Al margen de todas estas mujeres, la emperatriz tenía asentados en los libros de su casa siete reposteros de camas, todos, excepto Bartolomé de

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Fue la primera esposa de don Luis Fernández Portocarrero, II conde de Palma, caballero de la orden de Santiago, comendador de los Bastimentos y Trece de la orden. Madre de don Luis Fernández Portocarrero, caballerizo mayor del príncipe Carlos y alcalde de los Alcázares de Sevilla, que se casó con Antonia de Abranches; de don Antonio Portocarrero, gentilhombre de la boca del rey Felipe II y su primer caballerizo, que se casó con Juliana de Velasco; de don Pedro de Portocarrero, gentilhombre de la boca de Felipe II, de doña María Portocarrero, que murió sin casarse y de Luisa Portocarrero, monja de Santa Clara de Palma. A. López de Haro, Nobiliario genealógico de los Reyes y títulos de España (Madrid, 1622), 2: 122-3. 44

Hija de don Gaspar de Betencourt, escudeiro fidalgo de Manuel I, y de doña Guiomar de Sá. Hermana de Beatriz de Sá, mujer de don Pedro Laso de la Vega, señor de la Cuerva, de doña Guiomar de Sá, mujer de Diogo Juzarte, caballero principal de Montemor o Velho, y de António Juzarte, y de Margarida de Betencourt. Se casó a fines de la década de los 30 con su cuñado don Pedro Laso de la Vega. No tuvo descendencia. 45

Hermana de don Afonso de Vasconcelos e Meneses, capitán de los jinetes de Juan III, de don Estevão de Vasconcelos, mozo fidalgo de Manuel I, de don António de Vasconcelos e Meneses y don Ambrosio de Vasconcelos, escudeiros fidalgos de Juan III, y de doña Isabel de Ataíde, dama de la reina Catalina. Se casó con Jorge de Portugal, conde de Gelves, alcalde de Sevilla y Andujar, hijo de don Álvaro de Portugal, presidente del consejo de Castilla. IVDJ, Caja 153. 46

Se casó con don Pedro Fernández de Córdoba, señor de la Zubia y presidente del Consejo de Órdenes. IVDJ, Caja 153.

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Ávila, que tenía 27.770, con 22.000 mrs, un trinchante de las damas, 48 Bernardino Duarte, con 11.000 mrs y cuatro hombres de la despensa. Además, tenía a su servicio ocho hombres de cámara, siete con 16.000 mrs 49 al año y uno con 20.000 por tener además cargo de los vestidos y joyas, treinta y dos mozos de cámara, y quince porteros de cámara, de los cuales dos ejercían como ballesteros de maza, con cargo de guardar la puerta de la sala, con 15.000 mrs. También, había tres porteros de las damas: 50 Bartolomeu Rodrigues, Vasco de Abreu y Francisco de Freitas. De nuevo el “partido castellanista” se encontró con un servicio dominado por los portugueses, lo que suponía reformar el departamento en pos de una castellanización del mismo. Programa que presumía, en su aspecto central, la remoción en el cargo de camarera mayor de Guiomar de 51 Melo, o en su defecto, como así se hizo, rodearla de señoras castellanas que, además de acompañar a la Reina, la recordasen los hábitos y 52 costumbres de la casa de su abuela. Las mujeres seleccionadas como 47

En la Casa de Castilla tenían 16.000 mrs, los 10.000 de ración y 6.000 de ayuda de costa. AGS, E, leg. 26, núms. 104-108. 48

En la Casa de Castilla el trinchante de las damas tenía 16.000 mrs. AGS, E, leg. 26, núm. 131. 49

En 1527 se les incrementó su salario en 4.000 mrs pasando a cobrar 16.000 como se acostumbraba en Portugal. En Castilla la usanza era de 14.000 mrs, 10.000 por quitación y 4.000 de ayuda de costa. AGS, E, leg. 25, núms. 122, 125. 50

AGS, CSR, leg. 31, fol. 61.

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Para este cargo se pensó en la marquesa de Terranova, la condesa de Cifuentes, la marquesa de Aguilar, la condesa de Nieva, la condesa de Fuensalida, la marquesa de Astorga, viuda; doña María de Ulloa, doña Magdalena de Padilla viuda, hermana del comendador mayor de Calatrava; doña Inés Manrique, doña Inés Enríquez, la condesa de Palamós, doña Elvira de Mendoza, doña María de Velasco, doña María de Mendoza, viuda de Diego Hurtado; doña Isabel Fabra, doña Beatriz de Mendoza, mujer de don Diego de Castilla; la madre de don Pedro de Ávila, hermana del duque de Bejár; doña Inés Portocarrero y doña María de Mendoza, mujer de don Francisco Pacheco. AGS, E, leg. 26, núms. 111-113. 52

“En lo de las mugeres, pareçe q seria bien q su mag pusiese luego ally una muger de la manera q esta platicado sin título de ofiçio, porq a doña Guimar qde su ofiçio de camarera mayor, q la persona q oviere de venir holgara destar así y ésta será para tener allí conpania a su mag y dezirle siempre lo q la Reyna su abuela hazia e ynformarle de todas las q vinieren y de lo q conviniere y si su mag quisiere q aya más de una puedese hazer ... En lo q toca a lo de doña Guiomar de Melo por ser la persona q es y aver servido tanto a su mag pareçe q es justo si sus magestades fueren servidos q ella qde en el mismo ofiçio de camarera mayor q agora está, y con el mismo salario y preheminençias eçepto q para lo de las damas pues de aqllo no se le sigue a ella sino trabajo... pareçe q si sus magestades fueren servidos q de nuevo se deven reçibir para su mag. una o dos señoras mugeres principales como su mag. las puede escoger para q estén allí sin titulo de ofiçio y sin perjuiçio de doña Guiomar pues a ella ha de qdar el ofiçio libre como esta dho. Solamente estén esta señora o señoras para la conpañía

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dueñas de acompañamiento fueron la marquesa de Aguilar, doña María de 53 Luna, condesa de Osorno, cuyo marido era cliente de Tavera, y doña Ana Pimentel, hija de don Pedro Pimentel, señor de Villafabila, y de doña Inés 54 Enríquez de Acuña, progenitores de los marqueses de Tavara. Otro aspecto importante de la reforma consistía en asentar a María Manuel, criada de la reina Católica, como guarda mayor de las damas con la misión de vigilar la doctrina y las buenas costumbres de las damas como era la usanza en los tiempos de la abuela de la Emperatriz, ya que hasta la fecha sólo Catalina Rodrigues como guarda y su teniente se ocupaban de esto, lo que provocó un desorden en el recogimiento y guarda de las damas. Asi mismo pareçe q seria bien q se tomasen otras dos o tres o quatro mugeres honrradas de menos calidad q tuviesen nombre de dueñas o sin nombre para q sirviesen a su mag de todo lo q fuese neçesario, y acompañasen la cámara por q pareçe muy bien en una cámara de una Reyna espeçialmente media 55 dozena de mugeres honrradas y de hedad y autoridad.

Para ocupar estos asientos las candidatas del “partido castellano” eran: doña María de Ayala, mujer de don Juan de Ayala, doña Inés de Ayala, viuda de Toledo, doña Ana de Dicastillo, doña Ana Celdrán, doña Isabel de Quintanilla, la mujer del licenciado Luxán, la mujer de Mausino y doña 56 Inés de Casena, pero ninguna de ellas fue recibida. Sin embargo, el programa de reformas tuvo éxito en la apertura de la casa a las hijas e hijos de la nobleza castellana. En este sentido, entre abril de 1528 y junio de 1530 fueron recibidas como damas doña Luisa, hija de la marquesa de Aguilar; doña María Manrique, hija de la condesa de Osorno; una nieta de doña María de Ullón, hija del conde de Ribagorza; una hija del conde de Palma; doña María de Aragón, hija de don Alonso Felipe de Aragón, conde de Ribagorza, doña María de la Cueva, hija de don Francisco Fernández de la Cueva, duque de Alburquerque, y de doña Francisca de Toledo, hija del primer duque de Alba; doña Luisa Enríquez, de su mag y para avisar de quien son los q vinieren y de la manera q se deven tratar y acordarle lo q la Reyna su abuela hazia en todo.” AGS. E, leg. 26, núms. 124-126. 53

Por carta de 21 de junio de 1528, el conde de Miranda informaba al Emperador que todavía la marquesa de Aguilar y la condesa de Osorno no habían venido a palacio y que hasta después del parto de la Emperatriz no lo harían. AGS, E, leg. 16, núm. 496. 54

A. López de Haro, Nobiliario genealógico de los Reyes y títulos de España (Madrid, 1622; Orrobaren (Navarra): Wilsen, 1996, reprod. facsímil.), 1: 178-9. 55 56

AGS, E, leg. 26, núms. 124-126. AGS, E, leg. 26, núms. 111-113.

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hija de don Fernando Enríquez, futuro duque de Medina de Rioseco, una hija del marqués de Villafranca y una hija del comendador mayor de León; y por pajes, don Martín de Benavides y Juan Pacheco, hijos del III conde de Santiestebán, Pedro Manrique, hijo de Juan Manrique de Luna, don Martín Cortés, hijo de don Hernán Cortés, I marqués del Valle, y de doña Juana de Zúñiga y Arellana, hija de Carlos Arellano, II conde de Aguilar; don Alonso Fernández de Córdoba, hijo de don Martín de Córdoba y Velasco, don Garcilaso de la Vega, hijo de don Garcilaso de la Vega, comendador mayor de León y consejero de Castilla y ayo de Fernando en 1506; don Fernando de la Vega, hijo de don Fernando de Vega, V señor de Grajal, comendador mayor de Castilla y León y presidente del Consejo de Órdenes; don Francisco de Toledo, hijo del III conde de Oropesa, don Antonio de Toledo, hijo del III duque de Alba de Liste, don Juan Pimentel, hijo natural del conde de Benavente; y don Juan de Avellaneda, hijo de Bernardino de Avellaneda, deudo del conde de Miranda, entre otros. Asimismo, doña Inés Manrique, antigua camarera de la reina Católica, fue 57 recibida como ama del príncipe Felipe. Los planes de reforma afectaron también a otros oficios menores. Así, el despensero mayor, oficio desempeñado por Miguel de Muriel, vio incrementados sus emolumentos en 10.000 mrs, cantidad que lo acercaba a los 50.000 que recibía su homólogo en la casa de la reina Juana. Fue recibido debido a las necesidades del servicio un nuevo aposentador, Juan de Arratía, con lo que la planta de aposentadores la conformaban un 58 aposentador mayor, el portugués Garcia de Meneses, y siete aposentadores. A su vez, estaba asentado por copero García de Cosio, que recibía 20.000 mrs al año, con un ayudante con 6.000 maravedíes. Como ocurría en tantos otros oficios había una diferencia sustancial en la retribución a percibir. Aquí la solución vino dada por el fallecimiento de éste el 7 de octubre de 1530 y su sustitución por Juan Ruiz, el cual recibía una quitación de 44.000 mrs. Además, se redujo el número de reposteros de 59 estrados y se les incrementó su salario en 2.000 mrs, así como el de 57

Hija de don Pedro Manrique de Lara, conde de Paredes y sobrina del poeta Jorge Manrique y del arzobispo de Sevilla, Alonso Manrique de Lara. Se casó dos veces, la primera con el adelantado de Castilla, don Antonio de Padilla, y la segunda con Juan Chacón, hijo de Gonzalo Chacón, contador de la despensa y raciones de la casa de Isabel y del príncipe Juan. AGS, CSR, leg. 31, fol. 61. J. L. Gonzalo Sánchez-Molero, El aprendizaje cortesano de Felipe II (Madrid: Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 1999), 45-8, 85-8. 58 59

AGS. E, leg. 25, núm. 122. Percibiendo de esta manera lo mismo que se daba en la Casa de Castilla. AGS, E,

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mozos de cámara, ya que su trabajo en Castilla era desempeñado por los pajes, quedándose solamente con los de mayor edad para el servicio de la 60 cámara y se recibió a Pedro Fernández como sangrador y a Juan Jaques Arrigón como boticario, ya que no había nadie en estos oficios. Asimismo, fue necesario recibir cuatro maestresalas para el servicio de la mesa, acompañamiento de la Casa y ayuda de la Reina cuando ésta saliese a cabalgar, ya que sólo estaba el portugués Diego de Melo, siendo recibidos Iñigo Manrique, comendador de Granada, Antonio de Córdoba, Luis Pacheco, corregidor de Burgos y Diego Osorio de Burgos, señor de 61 Villagera. Por último, se incrementó el número de oficios mecánicos que servían a la persona real. También se realizaron cambios en el modo y ceremonia de servir la 62 mesa de la Reina ya que ésta se hacía al estilo portugués. Esta forma de servir no agradaba en la corte pues se marginaba el papel que los pajes, generalmente hijos de la nobleza y de las elites locales, tenían en la casa 63 real, por lo que el servicio de la mesa se cambió según usanza castellana, 64 aunque esto no evitó que aún quedasen maneras portuguesas. Por su parte, la caballeriza ocupaba un destacado papel dentro de la estructura de la Casa, pues era el departamento que hacía visible la

leg. 25, núm. 122. 60

En Castilla “no hay hombres de esta calidad, porque para servir en la cámara de la camarera en lo que es menester hay los hombres de cámara que están dichos y en traer el manjar a la mesa y servir de hachas sirven los pajes, aunque sean hijos de señores.” AGS, E, leg. 26, núms. 124-126. 61 62

AGS, E, leg. 26, núms. 124-126. AGS, CSR, leg. 31, fol. 61.

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“En lo de aquí solían servir en las principales fiestas acudiendo el mayordomo mayor con su caña a por el manjar. Además del maestresala que continuamente sirve con sus ballesteros de maza, traen el manjar los pajes que son todos hijos de señores y caballeros hay también trinchantes personas honradas y así sirven las fuentes e copas. Suele servir algún grande o caballero principal y la toalla da el mayordomo mayor y cuando su alteza quiera comer retraída llevaban el manjar hasta su puerta y allí lo tomaban las mujeres.” AGS, E, leg. 26, núms. 104-108. 64

“Pareçe q es bien q como hasta agora lo hazen sirvan a su mag en la mesa tres o quatro damas y q en este tiempo las otras estén en su retraymio como adelante se dirá y sirviendo estas damas no avra neçesidad q se tome trinchante pues ellas lo han de hazer y servir la copa q el mastrisala con sus pajes ha de venir con el manjar hasta la mesa y lo de la mesa han de servir las damas como agora suelen estar presentes al comer el mayordomo mayor q sirve las tovallas y los otros ofiçiales mayores y en este tiempo no debe entrar allí sino gente prinçipal qando su mag quisiere comer retrayda llegaran con el manjar hasta la puerta de la cámara y allí lo tomaran las damas sin q entre ninguno, o como fuere servida lo deste serviçio es otra cosa de las qdaran mucho contentamio a estos Reynos.” AGS. E, leg. 26, núm. 108.

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apostura del cuerpo y la apariencia mayestática del monarca. A pesar de su importancia y de que regulaba las salidas de la reina fuera de palacio, recibió muy poca atención por parte de la Emperatriz, al menos hasta el nombramiento a finales de 1529 de Francisco de Borja como su caballerizo mayor, mostrando hasta esa fecha una total dejadez, no sólo en el número de servidores sino también en la cantidad de acémilas, literas y carros que en ella había. Siendo, con mucho, el departamento que más necesitaba una 65 reforma en su estructura y composición. Así, desde su llegada a Castilla el principal cargo, el de caballerizo mayor, fue ocupado de manera interina, por su fiel amiga, Leonor de Castro, la cual estaba más interesada en las cuestiones de la cámara que en las de la caballeriza permitiendo conflictos como el que se produjo entre João Rodrigues Mausino y Pero Fernandes de Aguiar por el asiento de acemilero, llegando incluso el tema al Consejo de la Emperatriz. En la caballeriza existían, además, una serie de cargos menores, del todo insuficiente para la casa de una reina. Había un tenedor de las andas, João Palha, tres escuderos, dos con 20.000 mrs de salario al año: Diego Rivas y Francisco de Escobar; y otro con 15.000 Diego de Aguilera, que también era portero de capilla; tres pajes con 50.000 mrs de quitación: Rui Gomes da Silva, Francisco Muriel y Jorge de Melo, ocho escuderos de pie y diecisiete mozos de espuelas con 10.000 mrs de quitación cada uno. Pero era tanta la necesidad que incluso antes del nombramiento de Borja se incrementó de manera considerable el número de criados, recomendándose en el caso de los pajes que su número se incrementase hasta llegar a los veinte, siendo todos ellos hijos de la nobleza castellana y de la elite local, percibiendo, como era la costumbre de Castilla, 9.400 mrs de quitación, siendo su maestro el bachiller Juan Bravo; también se pensó en incrementar de ocho a diez los escuderos de pie, lo que se hizo, además de ordenar su manera de servir “a la manera de aca para q por el 65

“Pareçe q sería bien si sus magestades fueren servidos q deven reçebir una persona honrrada para cavallerizo mayor, siendo acontentamiento de doña Leonor de Castro, y q se deven comprar algunas mulas para su mag por q no ésta su cavalleriza como agora está, y siendo servidos dello a de ser a cargo deste toda la cavalleriza y de dar las Raçiones q se dan de çebada a todos, y de la comida de moços despuelas y dlo demas dla cavalleriza como aca se suele hazer y q se ordene todo lo q en ello ha de aver este ha de tener teniente de cavallerizo las quitaçiones deven ser como las de aca q son bien moderadas. Asy mismo si fueren servidos, se ha de poner otra psona honrrada por azemilero mayor, y se deven comprar para su mag. hasta XL azémilas por q demás de lo q servirán en el camino para de asiento son menester para el serviçio de la Casa, a éste se le ha de dar el salario como aca y lo q se acostumbra para tener en pie las azémilas y hase de ordenar las azémilas q se han de para los caminos a los ofiçiales y mugeres por q en esto ay muy gran desorden tanbien ha de tener teniente de azemilero mayor y podría lo ser el q agora es mariscal.” AGS, E, leg. 26, núm. 137.

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camio con las lanzas vayan con la cama de su mag y tengan cuydado de liarla y de hazer las otras cosas q se acostunbran la quitaçión y bestuario 66 q se les da es bien moderado,” y de reducir los mozos de espuelas a doce, aunque en la nómina del primer tercio de 1530 aparecen quince. Por último, se dispuso que cuando la ocasión lo requiriese los músicos, 67 atabaleros y ministriles del Emperador sirviesen a la Emperatriz. En la guardia no se produjo cambio alguno. Se continuó la costumbre de Castilla, siendo servida por doce monteros de Espinosa, los cuales, estaban asentados y recibían su asignación por la Casa de Castilla del 68 emperador y Reina Juana. Antes de 1535, el Emperador creó el tercer componente de la guarda española, la llamada guarda viaja, la cual se quedó al cuidado de la Emperatriz y de sus hijos durante la ausencia que 69 la campaña de Túnez obligó al emperador. Por último, atendiendo a la buena gobernación de las ciudades, villas y lugares que pertenecían a la Emperatriz según el contrato matrimonial: Soria, Alcaraz, Molina de Aragón, Aranda de Duero, Sepúlveda, Carrión, Albacete, San Clemente y Villanueva de la Jara, se creó un pequeño 70 consejo. Las pléyade de candidatos era variada, así para presidente aparecían el obispo de Zamora, el obispo de Oviedo, el obispo de Canarias y el obispo de Mondoñedo, y para consejeros se barajaron los nombres de los doctores Guevara y Vázquez, de los licenciados Luxán, Alarcón, Flores, 71 Polanco, Aguirre y Acuña, además del presidente de la Chancillería de 72 Granada. Al final, el 20 de abril de 1528 quedaba definitivamente

66 67 68

AGS, E, leg. 25, núm. 122. AGS, E, leg. 25, núm. 122. AGS, E, leg. 26, núm. 137.

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D. Soto y Aguilar, Tratado sobre las Guardas Españolas amarilla, vieja y a caballo desde Fernando el Católico hasta Felipe IV, s.d (BNM, Ms. 2047, fols. 20v, 23-24r). 70

“Pareçe q debe aver un presidente y tres del consejo, y seria bien q su mag los nonbrase de los otros consejos, así por su esperiençia como por q seria con menos costa, q a los del consejo bastaría darles por el trabajo q en ello tuviesen hasta L U; y al presidente siendo un obpo de los q aquí siguen podría servir sin darle nada, por q en otras cosas de su acreçentamio su mag le podría hazer md, y aviendo entrellos algo del consejo Real ternía cuydado q las provisiones de la una parte e della otra no se encorxasen q no es peqño ynconviniente; su mag nonbrará los q fuere servido...y tanbién debe ver su mag si en este consejo ha de quedar el dho embaxador... por q en Portugal según dize Juan de Çuñiga no davan parte de cosa ninguna de lo de la Reyna a los embaxadores q allí avía.” AGS, E, leg. 26, núms. 124-126. 71 72

AGS, E, leg. 26, núms. 111-113.

Fue presentado por el arzobispo de Toledo por carta 5 de junio de 1529. AGS, E, leg. 17-18, núm. 164.

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constituido el Consejo de la Emperatriz, nombrándose presidente al obispo de Zamora, con una quitación de 100.000 mrs al año; y como consejeros, el doctor Guevara, que tuvo que abandonar el Consejo de Inquisición; el licenciado Luxán, del consejo de Órdenes; y el licenciado Valdés; todos con un salario de 50.000 mrs. Además, se asentó por fiscal al licenciado Fernando Díaz, a razón de 20.000 mrs al año; y como escribano a Pedro 73 de Barahona, que lo era del Consejo Real, a razón de 9.000 mrs. Este Consejo, a pesar de todo, estaba controlado por el “partido humanista,” ya que entre sus miembros se encontraban el obispo de Zamora, el doctor Guevara y el licenciado Valdés. Este programa de reformas debía estar terminado o al menos en un avanzado estado antes de julio de 1529, cuando Carlos V tenía pensado abandonar la Península rumbo a Italia dejando en Castilla a la emperatriz como regente. A mediados de 1530, la reforma estaba prácticamente terminada, ya que el conde de Miranda pidió permiso a la emperatriz y al 74 emperador para pasar unos días en su casa, aunque la desgraciada muerte pocos días después, del infante don Fernando, el 14 de julio de 1530, le impidió ausentarse.

2.1. Mantenimiento de la casa durante los primeros años El contrato matrimonial firmado por el rey Juan III de Portugal y Carlos I de Castilla establecía la dote que Carlos debía dar a su futura mujer para el gobierno y sustento de su persona y casa en 40.000 doblas, a razón de 365 mrs cada dobla, es decir 15.000.000 de mrs de renta cada año, sobre vasallos de Soria, Alcaraz, Molina, Aranda de Duero, Sepúlveda, Carrión, 75 Albacete, San Clemente y Villanueva de la Jara. Además, los embajadores Laxao y Zúñiga, decidieron aportar otros 10.000 mrs más, asentados en el almojarifazgo de Sevilla, para mejorar el sostenimiento de la persona y casa de la futura Emperatriz. Por lo que la suma total, ascendía a 18.250.000 mrs al año, si bien, el valor de las rentas, del conjunto de tierras de la Emperatriz, según indagaciones previas al enlace, ascendía a 13.480.231 mrs, de los que podía disponer sólo de 6.604.281 mrs, ya que el resto estaba 76 situado en juros de por vida, teniendo, en los primeros años, para el 73

AGS, E, leg. 16, núm. 450; CSR, leg. 31, fol. 61.

74

AGS, E, leg. 19. núm. 43. Carta del conde de Miranda al Emperador fechada en Madrid el 10 de julio de 1530. 75 76

AGS, E, leg. 14, núm. 9. AGS, CMC, 1ª época, leg. 459.

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sostenimiento de su Casa tan sólo 10.254.201 mrs, cantidad insuficiente para su mantenimiento, por lo que se le concedieron otras rentas asentadas 78 en diversos lugares de Castilla. Los gastos de la Casa en su primera nómina, de 7 de mayo de 1526 ascendían a unos a poco más de 18,250.000 79 mrs. cifra que no paró de verse incrementada a lo largo de los años debido a la ampliación del número de servidores y a las necesidades de representación inherentes a una emperatriz. Este hecho, provocó que el 21 de abril de 1528 el conde de Miranda informase al Emperador de ciertos desórdenes económicos que había en la Casa de la Emperatriz, sobre todo, en las cuentas del tesorero en las cuales aparecía que se debía algo más de 3.750.000 mrs y que por ello, su despensa y acostamiento están mal pagados, y que si el Emperador no interviene pronto no habrá buen 80 concierto ni reformación.

3. La organización de la casa real entre 1530-1539 A pesar de los esfuerzos que realizó el “partido castellano” por controlar el entorno de la Emperatriz a través de la reforma iniciada en 1528, la organización y composición de su Casa demuestran que no sólo no hubo cambios significativos en la estructura y ceremonial de la misma, aunque sí alguno en relación a los criados que la formaban y sus retribuciones saláriales, sino que en torno a la figura de Isabel de Portugal, a pesar de que el “partido castellano” dominaba los resortes de la administración a

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Si estas rentas no fuesen suficientes, lo que faltase se asentaría en rentas de otras villas de realengo, o en el caso que la reina Germana de Foix u otra reina castellana muriese, se le ofrecería a la Emperatriz la posibilidad de escoger que villas quedarse para completar la dote. AGS, E, leg. 14, núm. 9. 78

El 3 de diciembre de 1532, el Emperador concedió a Isabel, por su petición, que se trasladasen los 11.645.719 mrs que estaban situados en los partidos de Cuenca y Murcia, y en las salinas de Atienza, y en las alcabalas y tercias de Murcia, Lorca y otros lugares del obispado de Cartagena, y en otras rentas de Chinchilla, Iniesta, Tobarra, Barachín, Hellín, Utiel, Motilla del Palancar a otras rentas de la ciudad de Sevilla, de los partidos de Madera y Alhóndiga, Aroche, Constantina, Utrera y el Condado de Niebla, porque estas últimas eran más seguras y rápidas de cobrar. Mª. C. Mazario Coleto, Isabel de Portugal. Emperatriz y Reina de España (Madrid: CSIC, 1951), 51. 79

D. de la Valgoma, Norma y ceremonia de las Reinas de la Casa de Austria (Madrid, 1958), 20. En 1528 el pago de las quitaciones y ayudas de costa era de 6.784.303 mrs, mientras que el gasto de la mesa era de 839.865 mrs al año. Desconocemos a cuanto ascendía los gastos de la cámara, caballeriza, y otros departamentos de la Casa. AGS, CSR, leg, 31, fol, 61. Asimismo, la suma de las quitaciones y ayudas de costa de los dos últimos tercios de 1530 y el primero de 1531 era de casi 6.300.000 mrs. AGS. CSR, leg. 31, fols, 55, 57. 80

AGS, E, leg. 16, núm. 496.

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través del control de los diferentes consejos y tribunales de justicia, se fue configurando un grupo cortesano opositor, con unos intereses y, por consiguiente, con una concepción política diferentes. La fuerza de este grupo en la Casa real se daba en primer lugar, por las vinculaciones sociales que se consiguieron entablar entre los servidores portugueses y la elite castellana que no pertenecía al “partido castellanista” y entre miembros de la nobleza castellana a través de los diferentes enlaces matrimoniales que fueron favorecidos por la propia Emperatriz: doña María de Aragón, hija de Nuno Manuel señor de Tancos, Atalaya y Asenteira se casó con don Álvaro de Córdoba, señor de Valenzuela, gentilhombre de la boca de Carlos V y futuro caballerizo mayor de Felipe II; doña Luisa de Castro, hija de los condes de Monsanto, contrajo matrimonio con don Juan de Meneses; doña Leonor de Castro con don Francisco de Borja hijo del duque de Gandía; doña Joana Manuel, hija de la condesa de Faro, con don Juan de la Cerda y Silva, hijo del II duque de Medinaceli; doña Filipa Henriques, hija de Francisco de Miranda Henriques, con don Pedro Fernández de Córdoba, hijo del III conde de Cabra; doña Teresa de Noronha con don Luis Fernández Portocarrero, II conde de Palma; doña Isabel de Saa con el I conde de Elda; y doña María da Silva, hija de João de Saldanha, con don Pedro González de Mendoza; doña Mariana de Cabrera y de la Cueva, hija del I conde de Chinchón, con don Luis de Leyba, II príncipe de Ascolí; doña Leonor de Ayala (hija de don Fernando Pérez de Luxán,lcalde de Mojácar y Gaeta, y de doña Catalina Laso de Castilla) se casó con Jerónimo de la Cuesta (hermano del I marqués de Ladrada y doña Francisca de Aragón), con el paje de la casa Juan de Acuña, futuro VI conde de 81 Buendía, y por el poder político alcanzado por sus miembros, como Rui Gomes da Silva, cabeza del futuro partido ebolista y don Francisco de Borja, principalmente. Además, el Consejo de la Emperatriz estaba dominado por miembros del “partido humanista,” hecho en el que sin duda el Emperador no quedaba al margen, ya que era una medida calculada para equilibrar las fuerzas entre los diferentes grupos cortesanos durante su ausencia, ya que Juan de Tavera se quedaba como el principal consejero de Isabel durante su primera regencia. Asimismo, en la cuestión de los salarios se impuso el deseo de la emperatriz; pues, en lugar de moderarse de acuerdo con la Casa de Castilla 81

Es preciso señalar que esta proliferación de uniones matrimoniales, también se dio en los cargos subalternos. Véase apéndice biográfico en, J. Martínez Millán, dir., La corte de Carlos V, IV.

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como quería el “partido castellano,” doña Isabel se decantó porque aquellos que tuviesen su salario más bajo que a la manera de Castilla se les acrecentase, mientras que aquellos que los tenían superior, se les dejase 82 como estaban. Con todo, es preciso señalar, que el “partido castellano” consiguió alguno de sus objetivos, pues si bien no lograron una reforma amplia, al menos alcanzaron a modificar y sustituir algunos oficios vitales en el control de la casa, como fue la destitución de Rui Teles de Meneses y João de Saldanha, colocando en su lugar al conde de Miranda y a Diego Osorio de Burgos, lo que permitió al “partido castellano,” al menos durante algunos años (puesto que el conde pronto se desligó de sus antiguos aliados cortesanos) controlar, en cierta medida, la casa de la Emperatriz, sobre todo, si se tiene en cuenta que la reforma en el ámbito económico se completó, por un lado, con la destitución del contador Diego de Arias, del tesorero y del escribano de cocina, y por otro, por el nombramiento de Andrés Martínez de Ondarza como veedor del servicio de los oficiales, cargo que ya ocupaba en la Casa de Castilla, y de Juan de Zúñiga como contador de hacienda y cuentas, aunque estuvo poco tiempo en el cargo. Asimismo, Guiomar de Melo continuó ejerciendo su oficio de camarera mayor, aunque con menos libertad de actuación al estar asentadas como dueñas de acompañamiento la marquesa de Aguilar y la condesa de Osorno; mientras que Francisco de Borja trabajó con ahínco en la mejora en su departamento, nombrando a Cristóbal de Ortega como su teniente del caballerizo mayor. Además, el programa de reformas permitió abrir las puertas del servicio doméstico de la emperatriz como hemos visto, a gran parte de la nobleza castellana. De la misma manera, la reforma sirvió para racionalizar el servicio de la Casa, asentándose oficios que antes no tenían personal, como brasero, boticario, sangrador, y reduciendo el número de aquellos que ya no tenían ninguna utilidad, caso de los mozos de cámara, o ampliando el número de los que eran necesarios, como los pajes o escuderos de pie. Finalmente, a nivel personal, Francisco de los Cobos pudo introducir en la Casa a gran parte de su familia. Asentó en el oficio de secretario a su sobrino Juan Vázquez de Molina, y más tarde a su otro sobrino Pedro de los Cobos, a su vez, su mujer, María de Mendoza, y su hija, María de Sarmiento, fueron recibidas en la cámara; también, su hijo Diego de los Cobos y los hermanos de su mujer Carlos y Ruy de Mendoza, fueron recibidos por pajes.

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AGS, E, leg. 16, núm. 496.

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En definitiva, el grupo de Francisco de los Cobos y Juan Tavera, a pesar de estos logros, pronto se percató que la reforma no había cumplido sus expectativas, de ahí, que comenzasen a surgir críticas sobre la situación en 83 la casa de la Emperatriz, y como ocurriese anteriormente decidieron aprovechar la salida del Emperador al Mediterráneo en 1535 para culminar la reforma de la casa, cuyos primeros movimientos se expusieron en un 84 memorial de 1533. En realidad, se trataba, esta vez, de equiparar la casa con la de su tía, la reina Juana, sobre todo desde un punto de vista 85 salarial, y de establecer casa al príncipe Felipe al estilo castellano. Proceso éste que se inició hacia 1533 tras el regreso de Carlos a Castilla y que tuvo su primer movimiento de ficha el 21 de mayo de 1534 cuando el Príncipe cumplió siete años y Cobos y Tavera decidieron sacarle de la casa de su madre; pero el paso de un séquito femenino a otro dominado por su grupo 86 político no iba a ser tarea fácil. El primer paso para extraer del ámbito femenino a Felipe era nombrarle un maestro. El elegido fue, gracias a Francisco de los Cobos, el nominalista salmantino Juan Martínez de Silíceo, que recibió su título el 1 de julio de 1534. Pero, a pesar de este triunfo, el “partido castellano” no consiguió más logros. El paso siguiente, se dio a principios de 1535 cuando se decidió nombrar un ayo, siendo elegido el primero de marzo, un miembro destacado del denominado “partido humanista,” don Juan de Zúñiga, 83

Fray Antonio de Guevara que ponía su pluma al mejor postor, afirmaba, refiriéndose a la forma de servir la comida a la Emperatriz: “A lo que decía, que qué come y cómo come la Emperatriz, seos, señor, decir que come lo que come frío y al frío, sola y callando, y que la están todos mirando. Si yo no me engaño, cinco condiciones son éstas, que bastará sólo una para darme a mi muy mala comida ... Sírvese al estilo de Portugal, es a saber; que están apegadas a la mesa tres damas y puestas de rodillas, la una que corta y las dos que sirven; de manera que el manejar lo traen los hombres y le sirven las damas. Todas las otras damas están allí presentes en pie y arrimadas; no callando, sino parlando; no solas sino acompañadas; así que las tres dellas dan a la Emperatriz de comer, y a las otras dan bien a los galanes que decir ...,” J. Mª March, Niñez y juventud de Felipe II. Documentos inéditos sobre su educación civil, literaria y religiosa y su iniciación al gobierno (1527-1547) (Madrid: Ministerio de Asuntos Exteriores, 1941), 1: 24-5. 84

J. Martínez Millán y S. Fernández Conti, “La corte del príncipe Felipe (1535-1556),” en El felicíssimo viaje del muy alto y muy poderoso Príncipe don Phelippe, ed. de P. Cuenca (Madrid: Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2001), LVI. 85

AGS, CSR, leg. 25, fol. 38; leg. 35, fol. 28. Véase mi trabajo, “Las dimensiones del servicio de la emperatriz Isabel,” en J. Martínez Millán, dir., La corte de Carlos V, 2: 93-4. 86

J. Martínez Millán y C. J. de Carlos Morales, dirs., Felipe II (1527-1598). La configuración de la Monarquía Hispana (Valladolid: Junta de Castilla y León, 1998), 36-7.

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capitán de la guarda española y hermano del conde de Miranda, —sin duda uno de los últimos favores que debió agradecer a su hermano, a quien 88 quedaban pocos meses de vida, y asentar una casa según el ceremonial castellano, tomando como modelo la casa que la reina Católica diseñó a su 89 hijo, el príncipe Juan. Esta nueva casa, de la que sabemos muy poco sobre las interioridades de su formación, estaba formada por unas 37 personas, cuyo coste no llegaba a los 3.000.000 mrs, que se completaba con ocho criados de la casa de Castilla y por miembros de la casa de la Emperatriz, como los capellanes 90 91 Antón Bravo, el licenciado Ahumada y Justo Osorio, el mozo de capilla Iñigo de Santa Cruz, los pajes Rui Gomes da Silva y Juan de Benavides, los reposteros de camas Hernando de Medina, Fernando Ortiz de Bibanco y Juan Díaz de Madrigal, los aposentadores, Martim Gomes y João de Paiva, el escribano de cámara, Gil Sánchez de Bazán; el hombre de cámara Francisco de Muñatones y el mozo de cámara Francisco Ortiz; los reposteros de estrado Rui Gonçalves y Alonso Lopes, los porteros de cámara 92 Jorge Soares y João Lopes; el sangrador Juan de Astorga, el sastre Jorge Díaz, el escudero de pie Alonso de Entrambasaguas, el veedor del servicio de los oficiales Andrés Martínez de Ondarza que ejercerá de contador de la

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Tras la muerte del conde de Miranda, el cargo de mayordomo mayor fue a parar al embajador en Roma y alférez mayor de Castilla, don Fernando de Silva, IV conde de Cifuentes, quien fue el 20 de febrero de 1538, era poco afín al “partido castellano.” Fue mayordomo mayor y gobernador de la casa de las infantas desde albalá de 26 de junio de 1539 hasta el 16 de septiembre de 1545 cuando falleció y fue sustituido por don Bernardino Pimentel, marqués de Tavara. AGS, CC, libro de cédulas, 320, 1ª, fols. r r 13 -14 . 88

Una corta biografía en J. Mª March, Niñez y juventud de Felipe II: Documentos inéditos sobre su educación civil, literaria y religiosa y su iniciación al gobierno (1527-1547) (Madrid: Ministerio de Asuntos Exteriores, 1941), 1: 83-9. 89

S. Fernández Conti, “La organización de la Casa del príncipe Felipe (1535-1546),” en J. Martínez Millán, dir., La corte de Carlos V, 2: 97-125; J. L. Gonzalo Sánchez-Molero, “Felipe II, Princeps Hispaniorum: La castellanización de un príncipe Habsburgo (1527-1547),” Manuscrits. Revista d'Història Moderna 16 (1998): 65-86; y con B. Alonso Acero, “El príncipe Juan de Trastámara, un exemplum vitae para Felipe II en su infancia y juventud,” Hispania 59/3 (203) (1999): 871-96. 90

Debido a que tenía además un asiento en la casa de la Emperatriz fue sustituido por albalá 23 de abril de 1536 por Pedro de Reinoso, hijo de la ama del Príncipe. AGS, CSR, leg. 99, fol. 273. 91 92

Desde el 1 de marzo de 1535. AGS, CRS, leg. 117, fol. 110.

“La fee q dieron dlos libros dla enperatriz n.sª dlos asyos q tenia çiertos ofiçiales d su mag. q se han pasado a los libros dl p[ríncip]e don felipe n. sº.” AGS, E, leg. 59, núms. 595-596.

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despensa, raciones y quitaciones y el médico de la casa el doctor Ruiz. Al mismo tiempo, existía un reducido grupo de servidores de la Emperatriz, que cobraban su nómina de su Casa, que estaban encomendados al servicio del Príncipe, tales eran, el tundidor Juan de Carranza, el sillero Juan de Espinosa, el mozo de espuelas Pedro de Espinosa, el mozo de cocina Juan Fernández, el pastelero Miguel de Godoy y el dorador Antonio Ruiz. A tenor de los resultados, la emperatriz pudo controlar los inicios de la casa 95 de su hijo, dando, escaso margen a don Juan de Zúñiga.

4. La disgregación de la casa de la emperatriz (1539) Si se repasan los nombres de los servidores que componían la casa de la Emperatriz en su último año de vida se comprueba la poca renovación de personajes que hubo después de haber experimentado dos intentos de reforma por parte del partido de Francisco de los Cobos y del cardenal Tavera. Cuando la Emperatriz falleció en Toledo, el 1 de mayo de 1539, después de haber dado a luz un infante muerto, su número de servidores 96 según el libro de la veeduría de ese año, era de unas 430 personas: Capellán mayor Capellanes Cantores Mozos de capilla Camarera mayor Guarda de las damas Mozas de cámara Oficios y oficiales de la casa Mozos de cámara Reposteros de camas Porteros de damas Reposteros de estrado Escuderos de pie Cocina

93 94

1 35 15 27 1 1 3 52 6 12 2 23 18 10

Deán, sacristán mayor y limos nero 1 Maestro de capilla 1 Músicos y organistas 3 Oficiales de la capilla 4 Dueñas de acompañamiento 4 Damas 41 Mujeres 9 Hombres de cámara 11 Pajes 73 Porteros de cámara 20 Porteros de cadena 2 Mozos de espuelas 24 Ayudantes de las andas 5 Consejo 9 Aposentadores 17

AGS, CSR, leg. 113, fols. 482-525. AGS, CSR, leg. 120, fol. 579.

95

La primera nómina de la casa databa de primero de marzo de 1535. AGS, CSR, leg. 59, núm. 614. Entre 1535 y 1539 la casa del príncipe tuvo pocos cambios. AGS, CSR, leg. 59, núms. 464, 523, 577, 580, 802, 808, 846 y 847, leg. 60, núms. 39, 84, 88, 124 y 128, 295, 298, 334, 338, 385 y 389. 96

AGS, CSR, leg. 67, 5º.

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Esta cifra era pues considerable, acorde a la importancia de una reina castellana que durante gran parte de su matrimonio ocupó el cargo de regente o gobernadora del reino. Así pues, ante semejante cantidad de personas y ante la influencia que un determinado grupo de ellas tenía en el ánimo de sus hijos, el emperador Carlos decidió dar una solución rápida a la disolución de la casa de su mujer. De esta manera, tras partir el séquito con los restos mortales de la emperatriz a Granada, Carlos V se retiró al monasterio de Sisla, aislándose durante más de un mes. En este monasterio jerónimo meditó la manera de ubicar a los diferentes criados, pensando muy seriamente no recibir a ninguno de ellos, sin embargo, la influencia que habían adquirido en la Corte y en la política era tan grande que no pudo prescindir de todos ellos, por lo que los puso en servicio de las casas de sus hijos e incluso, en una menor cantidad, en la suya propia. De esta manera, por albalá de 4 de junio y de primero de agosto fueron recibidos en la casa de las Infantas los siguientes criados. En la capilla se 97 tomó por capellán mayor, a Pedro Álvares da Costa, obispo de Osma, por 98 deán y maestro para enseñar a rezar a Álvaro Rodrigues, así como a catorce capellanes, entre los que destacaban Afonso Fernandes, que fue nombrado tesorero y deán de la capilla de la princesa Juana durante su 99 estancia en Portugal, y Antonio de Robles y su hermano Melchor, hijos del ama de la infanta María; a tres cantores, tres reposteros de la capilla, diez mozos de capilla, al confesor franciscano Francisco de Orduña y al organista Antonio de Cabezón, que pasaría seis meses sirviendo también al 100 príncipe.

97

Tras servir a las infantas pasó en 1549 a la casa de la princesa Juana, en donde permaneció hasta el tercer tercio de 1552. En Castilla fue nombrado, después de renunciar al obispado de Oporto, el 2 de mayo de 1535 obispo de León y desde el 17 de abril de 1539 obispo de Osma, donde fundó la universidad. Tras la muerte del conde de Cifuentes y el nombramiento de marqués de Tavara como mayordomo mayor de la casa se ocupó, casi durante un año, del día a día de la casa de las Infantas. Murió el 20 de febrero de 1563, siendo sepultado en la capilla mayor del convento del Espíritu Santo en Aranda de Duero. IAN/TT, Col. S. Vicente, vol. II, fol. 270, Mss. da Livraria, v núm. 169, fol. 132 . J. Loperraez Corvalán, Descripción histórica del obispado de Osma (Madrid, 1788; Madrid: Turner, 1978, ed. facsímil), 1: 414. 98

Hasta junio de 1540 cuando en su lugar se asentó Juan López de la Cuadra. AGS, CSR, leg. 61, fol. 58, leg. 120, fol. 218; E, leg. 45, núm. 280. 99 100

v

IAN/TT, Col. S. Vicente, vol. II, fol. 270; Mss. da Livraria, núm. 169, fol. 132 .

AGS, CSR, leg. 35, fol. 28; leg. 61, fols. 58, 161, 483; leg. 100, fol. 337. E, leg. 45, núm. 298.

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En la cámara de dichas Infantas fueron recibidas por camarera mayor 101 doña Guiomar de Melo y por dueña de acompañamiento la condesa de Faro; asimismo, por damas se asentaron Guiomar de Castro y su hermana doña Joana Manuel, doña Luisa de Beaumont, hija de don Francisco de Beaumont, doña Isabel Osorio, hija de la condesa de Osorno, doña María de Castro, hija de don Juan de Castro, doña Isabel de Granada, doña Ana de Guzmán y doña Leonor de Mascarenhas, que durante las ausencias de la camarera mayor hacía sus funciones, doña Brites de Melo, doña María de Mendoza, hija de don Antonio de Córdoba y doña Ana de Zúñiga, hija del conde de Miranda. Igualmente, se tomaron ocho mujeres y como moza de cámara con cargo del cofre a la marquesa Duarte, por tristelera a Mari López, por enfermera a Isabel Mezquita, así como a una panadera, una lavandera, al guarda de las damas, Francisco Yánez y a Leonor Vallejo, que fue moza de cámara de la reina Juana y Catalina de Portugal como guardarropa; además del escribano de cámara, a ocho hombres de cámara, a Juan Lorenzo de Salcedo por presentador de las tablas, a doce porteros de cámara y dos porteros de damas, cuatro mozos de cámara, ocho reposteros de camas y catorce reposteros de estrado, tres maestros de danzar 102 y un tamborino. Además, continuó a su servicio el conde de Cifuentes, que estaba auxiliado por su teniente Diego López de Medrano, diez aposentadores, el oficial de los libros de la mayordomía, Juan de Mena; el contador de la despensa y raciones Estevao de Sequeira, el tesorero Francisco de Persoa, que también lo fue del príncipe, el veedor Andrés Martínez de Ondarza, el despensero mayor, el copero con un ayudante, el veedor de la despensa y cocina João Manuel, que antes fue portero de cámara; el sastre Jorge Dias, el guarda reposte Lope de Vaillo y más de 50 criados en diferentes cargos 103 y oficios. Asimismo, en la casa del Príncipe, que conoció una profunda reforma dirigida por don Juan de Zúñiga, que detentaba el cargo de mayordomo mayor, fueron recibidos, por albalá de 1 de julio de 1539, los maestresalas 101

Otras candidatas para ocupar este puesto fueron la marquesa de Lombay, la condesa de Faro, la marquesa de Aguilar y la guarda mayor de las damas. 102

AGS. CSR, leg. 35, fol. 28; leg. 61, fol. 61; leg. 106, fols. 219-220; leg. 116, fol. 394. E, leg. 45, núm. 298. Todas las mujeres recibían las mismas raciones que tenían con la Emperatriz. AGS, E, leg. 254, s.f. 103

AGS, CSR, leg. 35, fol. 28. Un magnífico estudio de la casa de las infantas en I. Ezquerra Revilla, “La casa de las infantas doña María y doña Juana,” en J. Martínez Millán, dir., La corte de Carlos V, 2: 125-53.

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Luis de la Cerda y Pedro de Córdoba, hijo del III conde de Cabra, el aposentador mayor Miguel de Velasco y cinco aposentadores, el veedor de la despensa y cocina Domingo de la Cuadra, que antes era repostero de camas; como despensero mayor a Miguel de Muriel, por contador de la despensa y raciones a Andrés Martínez de Ondarza y por oficial de los libros de la mayordomía mayor a Juan de Mena. Además, de un botiller y un ayudante, dos cocineros, un portero de cocina, Gonzalo de la Vega, que era ayuda de cocina, un pastelero, carnicero y aguador, un platero de plata, al mercader, aunque sin salario; al sillero, al bordador, a un barrendero, seis reposteros de estrado y mesa y seis reposteros de camas: Diego de Anuncibay, que era aposentador, Francisco de Benavides, Bernardino de Duarte, que era trinchante de las damas, Diego de Navarrete, que era tañedor, Diego de Ormaza y Miguel de Paredes, que era mozo de cámara, dos mozos de cámara y dos ballesteros de maza, cinco porteros de cámara 104 y dos porteros de cadena. En la cámara del príncipe se asentó a Rui Gomes da Silva por trinchante y por pajes a don Diego de Acuña, hijo de don Juan de Acuña, a don Juan de Acuña y su hermano don Antonio Velázquez, nietos del licenciado Acuña; al hijo mayor del V conde de Buendía, a don Martín de Aragón, hijo mayor del conde de Ribagorza, a don Bernardino de Ávila y su hermano Enrique Enríquez, hijos de Diego Fernández de Ávila, a don Juan Beltrán de Guevara, hijo del doctor Guevara, a don Carlos y Juan de Borja, hijos de los marqueses de Lombay, a don Juan de Castilla, hijo de Juan de Castilla, a don Luis de la Cerda Sarmiento, hijo del conde de Salinas, a don Luis de la Cerda y Silva, hijo de Pedro de la Cerda, a don Diego de los Cobos (hijo de Francisco de los Cobos y de doña de María Mendoza), y futuro marqués de Camarasa, a don Diego de Córdoba, hijo de Francisco Pacheco, a don Martín Cortés (hijo del marqués del Valle y de Juana de Zúñiga y Arellana, hija de Carlos Arellano, II conde de Aguilar), entre 105 otros. 104

Además, tenía asiento de lavandera Mencia de Salcedo, de carnicero Juan Vázquez, de cordonero Baltasar Castillo y por boticario a Juan Jaques Arrigón. AGS. CSR, leg. 35, fols. 22, 25, 28; leg. 114, fol. 228; leg. 126, fols. 76, 89-91; leg. 127, fol. 32. E, leg. 46, núm. 411. 105

AGS. CSR, leg. 35, fol. 28. Fueron recibidos por capellanes Antonio de Ahumada, Francisco de Barrionuevo que antes era cantor, Francisco Osorio, Francisco de Guadalupe y João da Silveira; por reposteros de capilla Diego del Arroyo, que era mozo de capilla e iluminador, y Tristao Gomes, que fue mozo de capilla, y a Cristóbal de la Peña por suplicacionero, además de otros 27 criados. Una biografía de estos personajes en el vol. IV de la obra dirigida por J. Martínez Millán, La corte de Carlos V. AGS. CSR, leg. 35, fol. 28; leg. 100, fol. 337; leg. 109, fols. 75-78; leg. 123, fols. 549-558.

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Además, el Emperador asentó en su propia casa a los aposentadores Diego de Alvarado, Francisco Fernández Pintado, Garcia de Meneses y Francisco Verdugo, a los capellanes Álvaro de Borja, hijo de los marqueses de Lombay, Antonio de Vilhegas y Bernabé del Busto, que fue maestro de gramática de los pajes; además, de a Mateo Fernández como maestro de capilla, a Pedro de los Cobos por secretario, a Francisco Gómez por organista, desde el primero de julio de 1543 y a Gregorio de Sepúlveda 106 como portero de cámara. A su vez, concedió una capellanía en la Capilla Real de Granada a los capellanes Fernando de Barrionuevo, Jorge Cávelos 107 y Francisco de Arias. Finalmente, el cardenal de Toledo tomó a su servicio desde el 17 de julio de 1539 a los cantores Juan de Cariñena, Juan del Rincón, Sebastián de Mir, Pedro del Arce, Damián de Talavera, Miguel 108 Garzo y Nofre de Queralt.

5. Conclusión Desde la llegada de Carlos a Castilla, en julio de 1522, en un periodo de fuertes intrigas y disputas, alentadas por los nuevos aires de gobierno que se respiraban en la corte, se inicia una intensa actividad institucional y normativa cuyo principal alentador y valedor fue el gran Canciller genovés Mercurino Gattinara. Este programa que se dio por terminado a finales de 1528 y que supuso la victoria del denominado “partido castellanista” encabezado por el secretario Francisco de los Cobos y por Tavera, obedeció tanto a la necesidad impuesta por la gran diversidad y heterogeneidad territorial y política de los diferentes territorios que Carlos heredó y que se comprometió a gobernar respetando los ordenamientos políticos propios de cada una de las partes; como por la reestructuración del poder en la Corte, tras el paréntesis de las Comunidades, entre los diferentes grupos políticos, que desde el final del siglo anterior se venían disputando el poder; así como, por la reorganización de la administración, de las casas reales y la falta de eficacia de las instituciones que Castilla padecía tras el caos de la

106

AGS, CSR, leg. 35, fol. 28; leg. 106, fols. 638-639; leg. 123, fol. 377; leg. 127, fols. 71-94. E, leg. 68, núm. 98. 107 108

AGS, CSR, leg. 67, 5º.

AGS, E, leg. 46, núm. 293. T. Knighton, “La música en la casa y capilla del príncipe Felipe (1543-1556): Modelos y contextos,” en L. Robledo, T. Knighton, C. Bordas y J. J. Carreras, eds., Aspectos de la cultura musical en la corte de Felipe II (Madrid: Fundación Caja Madrid, 2000), 42; J. Moll, “Músicos de la corte del cardenal Juan Tavera (1523-1545). Luis Venegas de Hinistrosa,” Anuario Musical 6 (1951): 155-78.

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regencia de Cisneros y de los primeros años de gobierno del séquito 109 flamenco. De este modo, una vez dominada la administración, el partido de Cobos y Tavera dirigió sus esfuerzos en reformar la Casa de la infanta portuguesa El “partido castellanista”, además, tradicionalmente había controlado el servicio de las Casas Reales por lo que no podía ver con buenos ojos la composición del servicio doméstico de la emperatriz, no por ser ajena a cuanto tenían las reinas anteriores al seguir un modelo portugués, como erróneamente señaló Mazario Coleto, sino por carecer de cualquier influencia dentro de ella, de ahí, que ante la inminente salida “de estos reinos” del Emperador, decidieran llevar a cabo una remodelación, bajo el paraguas de conformar la casa según era la costumbre de la reina Isabel la Católica, con el fin de controlar, no sólo la casa de la soberana, sino 110 también la regencia. Esta reforma originó infinidad de conflictos y disputas entre los principales patrones de la Corte por asegurarse el dominio y control de la misma, y supuso, principalmente, el cambio de determinados oficios principales, en manos de servidores portugueses, por nobles castellanos vinculados a este grupo cortesano, así como el incremento en el número de servidores, necesarios para dar servicio a la emperatriz, y una equiparación salarial con los oficiales de la casa de la reina Juana. Empero, cuando se comparan las etiquetas, ceremoniales y estructura que tenían la casa de Isabel la Católica, el modelo ideal de Cobos y Tavera, y la casa que trajo la emperatriz se observa que eran prácticamente idénticas (la reina María, hija de los Reyes Católicos, llevó a Portugal el modelo de casa de su madre 109

Véase, K. Brandi, Carlos V. Vida y fortuna de una personalidad y de un imperio mundial (México: FCE, 1943), 180-95; J. M. Headley, The Emperor and his Chancellor. A Study of the Imperial Chancellery under Gattinara (Cambridge: Cambridge University Press, 1988), 42-44; J. Martínez Millán y C. J. de Carlos Morales, dirs., Felipe II (1527-1598). La configuración de la Monarquía Hispana (Valladolid: Junta de Castilla y León, 1998), 21-33; y J. Martínez Millán, dir., La corte de Carlos V (Madrid: Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2000), 1: 207-34. 110

A pesar de la visión partidista que hemos ido exponiendo, los partidos cortesanos no eran tan homogéneos ni seguían unas líneas políticas tan definidas como parece. Las vinculaciones clientelares se consolidaban mediante nexos de nacimiento, origen, condición, formación y parentesco; aunque sin olvidar los diferentes enfoques que ante cuestiones trascendentales del gobierno de la Monarquía tenían. La duración de estas relaciones venía determinada por la utilidad. Pero siempre se tenía presente que la fuente de todo poder era la figura real, y que a él se debían de dirigir para obtener sus peticiones. Véase la introducción de J. Martínez Millán, dir., Instituciones y elites de poder en la monarquía hispana durante el siglo XVI (Madrid: Universidad Autónoma de Madrid, 1992).

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y fue el que se puso a su hija, Isabel de Avís) y que, por tanto, las reformas, propagadas por el “partido castellano” se limitaron a cambiar personajes y no estructuras, demostrando la importancia que el control de la casa real tenía para el éxito o fracaso de un determinado partido político. No obstante, el resultado, por tanto, de la esperada reforma de 1528 no fue tan importante y significativo, ya que los servidores portugueses continuaron manteniendo el dominio e influencia sobre ámbitos tan importantes como la capilla, la cámara y la caballeriza. Además, en 1535, cuando se puso casa propia al príncipe Felipe, Francisco de los Cobos y Juan Tavera, a pesar de asentar ésta de acuerdo al ceremonial castellano, no lograron sacar a Felipe de la influencia portuguesa. En este sentido, la casa de la Emperatriz, a pesar de que en Castilla, el gobierno seguía con firmeza en manos del comendador mayor de León, Francisco de los Cobos, y en menor medida, por el cardenal Tavera, proyectó su influencia en la Corte castellana mucho más allá de la vida de su protectora. Consiguieron establecer en torno a la figura de Ruy Gómez 111 de Silva, príncipe de Éboli, un cohesionado grupo cortesano, uniéndose a diferentes familias nobiliarias castellanas que compartía con ellos, no sólo el servicio de la Casa real, sino también una misma ideología e inquietudes religiosas, que dominaría la política hispana durante los últimos años del 112 reinado de Carlos V y la primera parte de Felipe II. Tras la muerte de la emperatriz, además, la espiritualidad que se practicaba en su real casa se pudo mantener gracias al séquito de damas portuguesas, principalmente, y castellanas que pasaron a formar parte de la casa de las Infantas. Esto explica, no sólo el hecho de que doña Juana profesara en la Compañía de Jesús, sino que tuviera entre sus confidentes y confesores personajes afines 113 a esta espiritualidad. Finalmente, el modelo organizativo de la casa de la emperatriz, junto al de Isabel la Católica, ambos típicamente castellanos, 111

Sobre este personaje, véase J. L. Gonzalo Sánchez-Molero, “La formación de un privado: Ruy Gómez de Silva en la Corte de Castilla (1526-1554),” en J. Martínez Millán, dir., Felipe II (1527-1598): Europa y la Monarquía Católica (Madrid: Parteluz, 1998), vol. 1: 379-400; y J. M. Boyden, The Courtier and the King: Ruy Gómez de Silva, Philip II, and the Court of Spain (Berkeley: University of California Press, 1995). 112

La Reina María educó a su hija la emperatriz Isabel en la observancia, corriente espiritual que se caracterizaba por su antiintelectualismo, por la insistencia en la práctica de las virtudes, por el alargamiento del tiempo dedicado a la oración mental, y por la exigencia de mortificación. Esto explica el visto bueno que tuvieron a los planteamiento humanistas y de Erasmo. 113

J. Martínez Millán, “Grupos de poder en la corte durante el reinado de Felipe II: La facción ebolista 1554-1573,” en J. Martínez Millán, ed., Instituciones y elites de poder durante el siglo XVI (Madrid: Universidad Autónoma de Madrid, 1992), 137-98.

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sirvieron de base para las etiquetas que Felipe II concedió a su cuarta esposa, la reina Ana, en 1575, y que posteriormente fueron ratificadas, con ligeras modificaciones, en las etiquetas de la casa de la reina Margarita, que se dieron en 1603, y las ordenanzas de 20 de abril de 1701 para doña 114 Mariana de Austria.

114

“lo que se hazía en muchas cosas en tiempos de la Emperatriz, que sea en gloria, y lo que toca a cada officio y la jurisdicción de cada uno, questo es muy justo que Vuestra Magestad conserue y mande no hauuiendo inconueniente que lo impida.” Gaztelu a Felipe II, Madrid a 13 de diciembre 1570. AHN. Consejos, leg. 15.188, doc. 87. J. Martínez Millán, “La corte de Felipe II: La casa de la reina Ana,” en L. Ribot, coord.., La monarquía de Felipe II a debate (Madrid: Sociedad Estatal para la Conmemoración de los centenarios de Felipe II y Carlos V, 2000), 164-72.

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Apéndices Apéndice 1 Relación de los principales oficiales de la casa de la emperatriz Capellán mayor

Pedro Álvares da Costa (1526-1539)

Deán, limosnero y sacristán Álvaro Rodrigues (1526-1539) mayor Maestro de capilla

Mateo Fernández (1526-1539) Rui Teles de Meneses, V señor de Unhao (1526/IV-1528)

Mayordomo mayor

Francisco de Zúñiga y Avellaneda, III conde de Miranda (IV-1528/5-X-1536) Hernando de Silva, III conde de Cifuentes (20-II-1538/ 1539) João de Saldanha (1526/VII-1528)

Veedor de la casa Juan Díaz (1530-1539) Camarera mayor

Guiomar de Melo (1526-1539) Ángela Fabra, condesa de Faro (1526-1539)

Dueñas de acompañamiento Ana Pimentel, marquesa de Aguilar (VI-1528/1539) María de Luna, condesa de Osorno (VI-1528/1539) Caballerizo mayor

Francisco de Borja (25-IX-1529/1539)

Despensero mayor

Miguel de Muriel (1526-1539)

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Apéndice 2 1 Funciones de diferentes oficios de la casa real Contador. Toma cuenta de lo que se gasta en la casa y de las rentas de ella. Escribano de cuentas. Escribe delante del contador y asienta en sus libros todo lo que el contador le manda. Despensero mayor. Se le entrega de mano de los compradores todo lo que se compra para el plato de la reina, de sus damas y criados. Comprador. Compra todo lo que se le entrega al despensero mayor. Escribano de compras. Escribe todo lo que el comprador compra. Guarda reposte. Tiene a su cargo la tapicería y cera que se gasta en la casa. Botiller. Tiene cargo de toda la leña que se gasta en la casa y de todas las menudencias que se gastan en la cocina, como son azúcar, especias, miel y otras cosas similares. Escribano de hacienda. Escribe delante del veedor de la hacienda todas la joyas de oro y plata y ropas de vestir y otras cosas así que se encuentran en la recámara, y tiene en su poder libros de todo ello. Escribano de cocina. Tiene cargo de ver todo lo que se guisa en la cocina para su alteza y tiene libro donde asienta de todos los criados de la casa y hace la nómina para pagarles. Tesorero. Recibe todas las rentas de la reina y da lo que es menester para todo lo que se gasta en la casa, y paga a los criados. Copero. Tiene cargo de lo que la reina bebe, él lo lleva hasta la mesa donde su alteza come y allí lo da a una dama, la cual se lo da a la reina. Acemilero mayor y cebadero. Tiene cargo de enviar las acémilas por leña y otras provisiones, y tiene en su poder la cebada que se gasta. Presentador de las tablas. Lleva las tablas de la reina cuando cabalga. 1

Esta relación esta sacada de AGS, E, leg. 12, fol. 296. Un análisis más detenido del conjunto de oficios en D. de la Válgoma, Norma y ceremonia de las reinas de la Casa de Austria (Madrid: Talleres Gráficos Escelicer, 1958).

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Gallinero. Tiene cargo de dar en la despensa todas las gallinas y capones y aves de caza que come su alteza. Secretario. Escribe las cartas que la reina escribe a unas personas u a otras. Mozos de cámara. Sirven de traer el manjar de la reina de la cocina a la mesa y de dar algunos mensajes. Hombres de cámara. Limpian la ropa de la reina y hacen la cama. Reposteros. Sirven de colgar y de colgar la tapicería o de traer leña y hacer fuego en la cámara de la reina. Porteros de cámara. Guardan la puerta de la cámara donde está la reina y no otras puerta. Porteros de cocina. Vienen con las cañas en la mano delante del manjar cuando los pajes lo llevan de la cocina a la mesa y van también delante del que lleva las fuentes y copa hasta la mesa.

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