La élite chilena y el problema de la disciplina social: el caso de la Guardia Nacional en Chile Central (1841-1859)

September 12, 2017 | Autor: J. Cornejo Svensson | Categoría: Chilean Social and Cultural History, Social Discipline
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Descripción

La élite chilena y el problema de la disciplina social: el caso de la Guardia Nacional en Chile Central (1841-1859)1 Autores: Joan Cornejo Svensson 2 y Stefan Meier Valenzuela3 Resumen: En el presente artículo de investigación, los autores analizan cómo el carácter disciplinante de la Guardia Nacional fue evolucionando durante el período 1833-1859 como respuesta a la resistencia encontrada entre los miembros de esta institución. Para esto, fueron revisadas las disposiciones reglamentarias de la institución que tenían como fin normar la conducta de sus miembros. Luego, mediante la revisión de archivos que dan cuenta de casos particulares, se rastreó la resistencia ofrecida al disciplinamiento. Los resultados de la investigación indican que la resistencia sí modificó ciertos aspectos de las disposiciones reglamentarias. De esto se concluye que la disciplina social no fue ejercida a cabalidad, ya que las pautas de conducta esperadas no fueron internalizadas por los sujetos. Palabras clave: Guardia Nacional, disciplina social, resistencia, sectores populares, élite. Abstract: In this paper, the authors analyze how the disciplining intentions of the National Guard were changing during the period between 1833 and 1859 as a response to the resistance found in the members of this institution. For this purpose, the authors reviewed the regulatory dispositions of the institution that were intended to normarlize the behavior of its members. Then, through the revision of archives that includes particular cases, it became a track of the resistance to the discipline. The results of the research indicate that the resistance, in fact, modified some aspects of the regulatory dispositions. From this point, it is concluded that the social discipline was not utterly practiced because the expected behavior patterns weren‟t internalized by the subjects. Key words: National Guard, social discipline, resistance, popular sectors, elite.

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. La investigación fue llevada a cabo en el marco de la cátedra Historia de Chile del siglo XIX a cargo del profesor Pablo Artaza Barrios. El artículo ha sido publicado en el primer número de la revista Convergencia Histórica, perteneciente a estudiantes de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Para mayor información visitar: http://www.revistaconvergencia.cl/ 2 Estudiante de tercer año en licenciatura en historia, Universidad de Chile. Sin actividades de investigación previa. 3 Estudiante de tercer año en licenciatura en historia, Universidad de Chile. Sin actividades de investigación previa.

Introducción Luego de la guerra civil que tomó lugar en Chile durante la década de 1820, en la que la élite tradicional chilena se resquebrajó en una facción liberal y otra conservadora, vino a establecerse –con la victoria de la última– el denominado Estado conservador (1830-1860). Este período suele ser identificado por la historiografía como un primer momento de construcción de Estado nacional, siendo el autoritarismo político de Diego Portales –encarnado en la constitución de 1833– una de sus expresiones más insignes. La caracterización del período en estos términos se apoya, en gran medida, sobre el hecho de que sirvió para la creación de un cuerpo legal e institucional que creemos encarna una suerte de proyecto nacional de la élite chilena. En este contexto, una de las instituciones que jugó un rol fundamental fue la Guardia Nacional4. Los antecedentes de este cuerpo se remontan a los siglos XVI y XVII en los cuales las “[...] milicias fueron una modalidad de instrucción militar para que los habitantes del reino colaborasen con el ejército de línea, ante la eventualidad de ataques exteriores y, particularmente en Chile, para defenderse de los aborígenes” 5. Luego de la independencia, esta institución se estableció oficialmente con el nombre de “Guardia Nacional” o “Cívica”, dependiente del Ministerio de Guerra, lo que da cuenta de su continuidad en el tiempo (hasta fines del siglo XIX) sobre el mismo principio defensor pero con las modificaciones de estatuto correspondientes a la coyuntura histórica. De este modo, durante el „Estado conservador‟ la defensa externa no se tornó tan relevante como la mantención del orden interno. Es en este sentido que la GN funcionó como una herramienta para intentar ejercer disciplina social periodo 1841-1859. Creemos que este intento se manifestó principalmente en el funcionamiento interno de la institución tendiente a regular la conducta de sus miembros, y eso es lo que nos interesa a efectos de este trabajo. Hemos delimitado nuestro estudio a los años indicados porque coinciden con dos coyunturas que creemos importantes: mientras en 1841 se iniciaron una serie de reformas para la reorganización de la administración de la GN, la guerra civil de 185960 marca el final del denominado “Estado consevador”. Cabe señalar, además, que la 4

En adelante, GN. Roberto Hernández Ponce, “La Guardia Nacional de Chile. Apuntes sobre su origen y organización, 18081848”, Revista Historia 19, Santiago (1984), pp. 58 5

intención disciplinar ejercida por parte de la élite no actuó de manera unívoca; por el contrario, encontró una activa resistencia entre los mismos reclutas. Es de este modo que nos planteamos el siguiente problema de investigación: ¿Es posible establecer una relación entre la resistencia ofrecida por los miembros de la GN al disciplinamiento social y la evolución sufrida por esta institución como mecanismo disciplinar? Ante este problema, proponemos como hipótesis de trabajo que durante el período 1841-1859 es posible entender a la GN como un mecanismo de disciplinamiento ejercido por la élite hacia los miembros de este cuerpo para asegurar su hegemonía social, política, económica y cultural en el marco del „Estado conservador‟. Este disciplinamiento se habría expresado en el reglamento de la institución. Asimismo, creemos que existió, por parte de los sectores populares que conformaban la tropa de la GN, una resistencia ante este disciplinamiento, expresado en un sostenido desacato a las disposiciones reglamentarias debido a las discordancias encontradas entre sus prácticas socioculturales y las nuevas prácticas impuestas. Esta situación habría repercutido en la evolución de los mecanismos de disciplina social ejercidos por parte de la élite para reacomodarse a la contingencia. En base a esta hipótesis, nuestro objetivo de trabajo se divide en dos: por un lado, demostrar que la Guardia Nacional funcionó, en el período 1841-1859, como un mecanismo de disciplina social utilizado por la élite; por otro lado, analizar cómo la resistencia por parte de la tropa de la GN a este disciplinamiento modificó y reconfiguró este proceso. Para satisfacer este objetivo, hemos decidido realizar una revisión de una serie de documentos relativos a la GN, a saber: leyes, decretos, circulares, oficios, archivos de la justicia militar, inspecciones generales y revistas de inspección. El acceso a estos documentos ha sido posible mediante la consulta de las compilaciones realizadas por Ricardo Castro y José Antonio Nolasco6. También nos hemos servido del Fondo del

Ricardo Castro, “Recopilación de leyes, decretos supremos i circulares vijentes concernientes a la guardia nacional : desde el 3 de diciembre de 1835 a 14 de diciembre de 1872”, Santiago: Imprenta Nacional, 1873; José Antonio Nolasco, Recopilación de leyes, decretos, reglamentos, órdenes i circulares de carácter general : que se refieren especialmente a la guardia nacional de Chile : desde abril de 1823 hasta marzo de 1890 Santiago, Cervantes, 1890. 6

Ministerio de Guerra (FMG), situado en el Archivo Nacional, así como del Fondo de Justicia Militar (FJM), situado en el Departamento de Historia Militar del Ejército de Chile. Para .el desarrollo de este trabajo historiográfico nos hemos servido de cuatro conceptos clave, los cuales creemos necesario definir preliminarmente para dar cuenta de cómo serán entendidos en el relato. En primer lugar, es preciso definir a nuestros sujetos de estudio. Uno de ellos son los „sectores populares‟, entendiéndolo según Gabriel Salazar y Julio Pinto, quienes

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proponen como un conjunto dinámico de la población chilena que comparte una “experiencia acumulada en la base”7 que se caracteriza por “[...] el drama de alienación padecido [...] a consecuencia del accionar histórico [...]”8 de otro actor social. Este último es nuestro otro sujeto de estudio, que será definido como „élite‟, entendiendo este concepto según los términos de estos mismos autores, a saber: “[...] un grupo minoritario que, durante el siglo XIX se disputa el poder al interior de sí mismo y no con el resto de los grupos sociales [...] Una oligarquía, en fin, que asienta y conserva su poder, que dirige la educación y las artes, que pugna con o apoya a la iglesia, y que se disputa internamente los cargos de gobierno.”9 En segundo lugar, utilizaremos dos conceptos teóricos para interpretar el desenvolvimiento de los sujetos; estos son „disciplina social‟ y „resistencia‟. Respecto del primero, nos nutriremos de dos autores: Gerard Oestrich y Michel Foucault. Oestrich plantea la disciplina como un mecanismo de control social sobre los individuos para lograr “los cambios espirituales, morales y psicológicos […]” 10 necesarios para asegurar la construcción efectiva del Estado. Cabe señalar que este autor entiende siempre a la disciplina como un control ejercido desde el Estado y hacia los individuos, es decir „desde arriba‟. Por otra parte, Foucault desarrolla su tesis en torno a lo que él denomina las “tecnologías del yo”, que divide en cuatro. Aquí nos interesan particularmente dos de ellas: por una parte, las “[…] tecnologías de poder, que determinan la conducta de los individuos, los someten a ciertos tipos de fines o de dominación, y 7

Gabriel Salazar y Julio Pinto, Historia contemporánea de Chile tomo II, Santiago, LOM, 1999, pp. 96. Gabriel Salazar, “Labradores, peones y proletarios. Formación y crisis de la sociedad popular chilena del siglo XIX”, Santiago, SUR, 1989, pp. 13. 9 Salazar y Pinto, Óp. Cit, pp. 38. 10 Gerhard Oestrich, “The structure of the absolutist state”, 1982, 258-273. EN: Ronald Po Chía, “Disciplina social y catolicismo en la Europa de los siglos XVI y XVII” Manuscrits 25, Barcelona (2007): 29-43. 8

consisten en una objetivación del sujeto […]”; por otra, las “[…] tecnologías del yo, que permiten a los individuos efectuar, por cuenta propia o con la ayuda de otros, cierto número de operaciones sobre su cuerpo y su alma, pensamientos, conducta, o cualquier forma de ser, obteniendo así una transformación de sí mismos.” 11 Cabe señalar que este autor pone especial énfasis en la circulación del poder a través de toda la sociedad y cómo éste se ejerce entre las capas más bajas, dando forma así, de manera ascendente, al control y a la disciplina social12. En síntesis, entenderemos el concepto de disciplina social como un complejo entramado de ejercicio del poder que permite el control social de los individuos desde las capas más bajas de la sociedad hasta las más altas, y viceversa. De este modo, la disciplina social logra normar a los individuos tanto en su dimensión corporal como su dimensión psicológica, espiritual y moral, por medio de la regulación conductual directa desde arriba, pero también de la autorregulación. Por „resistencia‟ entenderemos todas las prácticas sociales llevadas a cabo por los sectores populares durante el período de estudio en desacato a las disposiciones reglamentarias de la élite, tendientes a modificar sus modos de sociabilidad. Este proceso ha sido estudiado por diversos autores. Para el caso chileno destacan los trabajos de Luis Alberto Romero y Marcos Fernández Labbé, quienes insertan el concepto en el marco de las relaciones laborales13. Cabe señalar, además, que entenderemos la resistencia no como una acción necesariamente articulada en torno a un proyecto político, sino como todas las prácticas sociales que, desde los sectores populares, tiendan a rechazar y desacatar los hábitos impuestos por la disciplina social.

Michel Foucault, “Tecnologías del yo y otros textos afines”, Barcelona, Paidós, 1995, pp 48. Una cita muy ilustrativa al respecto la ofrece el mismo Foucault en el texto Defender la sociedad: “[…] en vez de preguntarse cómo aparece el soberano en lo alto, [hay que] procurar saber cómo se constituyen poco a poco, progresiva, real, materialmente los súbditos, el sujeto, a partir de la multiplicidad de los cuerpos, las fuerzas, las energías, las materias, los deseos, los pensamientos, etcétera.” (Michel Foucault, Defender la sociedad, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2000, pp. 37. 13 Luis Alberto Romero, “¿Qué hacer con los pobres?”, Santiago, Ariadna, 2007; Marcos Fernández Labbé, “Arriba quemando el sol”, Santiago, LOM, 2004; Marcos Fernández Labbé, “Alcohol y trabajo”, Osorno: Universidad de Los Lagos, 2008. 11

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1. La reglamentación interna de la GN: su carácter disciplinante y evolución en el tiempo Tal como mencionamos sucintamente en la introducción a este trabajo, la GN fue un cuerpo que, teniendo antecedentes coloniales remontables al siglo XVI, se consolidó con mayor fuerza en Chile durante el período denominado Estado Conservador (1830-1860), con la Constitución política de 1833. En ella se oficializó la “obligación del servicio de milicias [...]”14 para todos los hombres con capacidad física de portar armas. Esta disposición constituye la base de lo que será la institucionalización de la GN como mecanismo de disciplina social durante el período. A partir de este momento se puede observar en la reglamentación interna de la GN un sostenido afán por regular la conducta de los miembros del cuerpo. Tal es el caso, por ejemplo, de la Instrucción a los cuerpos cívicos de 1836: Para no distraer de sus ocupaciones en los días de trabajo a los individuos enrolados en la Guardia Nacional conforme a la Constitución en toda la República, i teniendo presente otros motivos de interés público, he venido en decretar i decreto: 1.° En todos los pueblos i distritos de la República recibirán los cuerpos de milicia la instrucción necesaria en los días domingo antes o después de la misa parroquial en la tarde [...] 2.° En la estación de verano se dará instrucción a dichos cuerpos cada quince días, sin que por ningún motivo se les haga reunir con este objeto en días de trabajo, ni en esta, ni en ninguna otra estación del año.15 Esta cita permite apreciar la preocupación por la efectiva asistencia regular a los ejercicios de la GN por parte de la población productiva, así como por la no-interrupción de su actividad. Cabe destacar la implícita intención por mantener a los individuos en un constante estado de actividad, incluso durante el descanso dominical, todo con la intención de que no se distraigan de sus ocupaciones. De este modo, es posible dar cuenta, documentalmente, de la relevancia que tuvo la compulsión productiva en el proyecto del Estado conservador (portaliano). La intención disciplinar del reglamento no apuntó únicamente hacia la tropa de la GN, segmento identificado por Salazar y Grez con los sectores populares, sino también hacia la oficialidad de este cuerpo, la cual estaba compuesta por sujetos de un estatus social más

Sergio Grez, “De la "regeneración del pueblo" a la huelga general. Génesis y evolución histórica del movimiento popular en Chile (1810-1910)”, Santiago, RIL, 2007, pp. 283. 15 Castro, Óp. Cit., pp. 83. 14

alto16. Hacia la mitad de la década de 1840 se observa claramente cómo la reglamentación de la GN se empieza a preocupar por la formación de una oficialidad diferenciada de la tropa, la cual mediante una rigurosa selección y una conducta correcta lograría la dignidad de su grado. En 1844 se daba cuenta de esta situación y de la dificultad para lograr una correcta concesión de grados, ya que “[...] no hai una regla positiva a que ceñirse a esta clase de concesiones [y] parece necesario el fijar algún límite que las prescriba [...]” 17.Un año más tarde, la necesidad de regular la conducta de la oficialidad seguía patente: Habiéndose notado que varios Jefes de los cuerpos cívicos apoyan con su informe las solicitudes de algunos oficiales dando por fundamento la inasistencia a las academias i ejercicios doctrinales de esos mismos oficiales, i teniendo en consideración que tal fundamento lejos de ser un motivo suficiente para que se les conceda su separación del servicio, es un acto del todo reprensible i que liga hasta cierto punto la responsabilidad de los mismos Jefes cuando de parte de ellos no han puesto todos los medios necesarios para compelerlos al cumplimiento de sus deberes, S. E. me ha ordenado prevenir a US. que en lo sucesivo no admita solicitud alguna de oficial cívico, cuya escpeción para separarse no esté apoyada en fundamentos legales i debidamente justificados. 18 El valor del documento radica en que se asume a la GN no solamente como un cuerpo que selecciona a sus oficiales en base a la conducta, sino también como un aparato correctivo en caso de que no se cumplan las obligaciones establecidas. Esto queda de manifiesto al declararse que las malas conductas no pueden ser fundamento para la separación del servicio; al contrario, se propone al servicio miliciano como instrumento que encauce la conducta suprimiendo la indisciplina. Asimismo, cabe destacar cómo, hacia esta década, se van instaurando trabas cada vez mayores para el abandono de la GN incluso al nivel de la oficialidad. Esto último se expresa el mismo año en relación al lugar de residencia de los oficiales cívicos: Deseando conciliar el mejor servicio de los cuerpos cívicos i la conveniencia de los oficiales de su dotación, que, llamados por sus particulares intereses a fijar su residencia en otros lugares distantes de aquel a que pertenece el cuerpo en que sirven, perjudican a éste notablemente con su falta, El Gobierno viene en declarar: 1.° Los oficiales de los cuerpos cívicos que necesitaren mudar de residencia lo avisaran previamente al jefe del cuerpo en que sirven, para que por su conducto puedan obtener del Gobierno el correspondiente permiso. 2.° Los oficiales a quienes se les concediere el 16

Grez, Óp. Cit., pp. 286. Castro, Óp. Cit., pp 108. 18 Ibíd., pp. 112. 17

permiso para mudar de residencia, se incorporarán en los cuerpos del lugar a que se trasladen [...]19 En la cita destaca no solamente el afán por tener un control y registro de la ubicación geográfica de los individuos, sino también la importancia que se le otorga al permanente servicio en la GN, con independencia de los cambios de residencia que efectúen. Tal como se puede apreciar, los documentos citados hasta ahora dan cuenta de un afán por regular y formar la conducta de los miembros de la GN en un nivel más bien „macro‟, preocupándose fundamentalmente por la efectiva asistencia al servicio y una clara diferenciación entre la tropa y la oficialidad. Sin embargo, desde finales de la década de 1840 se puede observar una sostenida intención por regular los aspectos más „micro‟ del comportamiento de los miembros del cuerpo. Un mecanismo que se erigió como fundamental para dar con este objetivo fueron las revistas de inspección, establecidas oficialmente en 1852 con el fin de contribuir “[...] eficazmente a mejorar la disciplina i el arreglo en los cuerpos del Ejército permanente.” 20 Cabe señalar que este decreto tiene sus antecedentes en una serie de sistemáticas reformas realizadas entre 1841 y 1845, entre las que destacaron la reorganización de la administración de la GN así como la “[...] unificación del doctrinal para el ejército y las milicias [...]”21. Dentro de esta nueva orientación reglamentaria (denominada por nosotros como „micro‟), cabe reproducir el decreto concerniente a los “individuos de tropa viciosos e incorregibles”, fechado en 1848, y que señalaba: Dense de baja estos individuos i hágase saber en la órden del cuerpo que se les despide por viciosos; debiendo verificarse ese acto en la forma de lista de la tarde, haciéndoles salir de ella al propio tiempo i despojándolos de las armas i vestuario al frente de todos sus compañeros; previniéndose, además, que para lo sucesivo se les deberá descontar, a todos los individuos que por la misma causa sean licenciados, el último mes que hayan devengado, pero sin incluir en este descuento las cantidades que a cuenta de sus diarios se les hayan suministrado hasta la fecha en que sea despedidos del cuerpo.22 No deja de ser llamativo en el castigo el uso de humillaciones frente a los pares para así mantener una conducta deseada. Asimismo, resalta también la mención a las relaciones salariales dentro de la GN, aspecto cuya reglamentación se venía tratando a lo menos desde

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Nolasco Óp. Cit., pp. 184-185. Castro, Óp. Cit., pp. 138. 21 Hernández, Óp. Cit., pp. 102. 22 Nolasco, Óp. Cit., pp., 69-70. 20

1847, cuando se formalizaron los contratos con los músicos debido a su constante deserción23. En efecto, el salario aparece varias veces en el reglamento de la GN como un instrumento que permite tener un mayor control sobre los miembros del cuerpo. Según Gabriel Salazar, el “[...] servicio miliciano involucró una grave exacción de tiempo para la clase productora.”24 En este sentido, puede entenderse el salario como una forma de compensar –aunque haya sido de manera mínima e insuficiente– el tiempo productivo extraído. Sin embargo, debemos señalar que la efectiva cancelación de éste dependía del cumplimiento de las obligaciones que imponía el servicio cívico, además de no existir la posibilidad de un pago adelantado, tal como se establecía en 1855: “A ningún empleado, cualquiera que sea el ramo del servicio de que dependa, se concederá sueldo anticipado, a menos que por causa del mismo servicio tenga que mudar de residencia.”25 Así, las relaciones salariales pueden ser entendidas como un mecanismo de disciplina laboral –y por lo tanto social– dentro de la GN, destacándose también las diferencias en el pago a los distintos grados del cuerpo, lo que se expresa en el siguiente decreto de 1855: 1. ° Las oficinas pagadores de la República abonarán los diarios de los cívicos que cubran guardia, en vista del presupuesto mensual presentado por los cuerpos a dichas oficinas. 2.° En este presupuesto se consultaran once pesos para cado cabo 1°, diez pesos para cada cabo 2° y ocho pesos para los soldados, quedando a cargo de los respectivos jefes de subdivisión y distribución diaria de modo que se abone el sueldo integro a cada clase.26 El hecho de que el salario aparezca como una forma de retener (disciplinadamente) a los miembros de la GN en el servicio da para suponer que existía una tasa de deserción que no debe haber sido menor27. En efecto, el problema de la deserción aparece tratado repetidas veces en el reglamento, destacando además la denuncia a la desatada concesión de licencias médicas que permitiesen la eximición del servicio miliciano. En 1852 se señalaba al respecto: Siendo necesario arreglar el servicio de los cirujanos de ejercito de esta guarnición, respecto del que deben prestar a los individuos de los batallones cívicos, a fin evitar los abusos de dicho individuos por la facilidad que

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Castro, Óp. Cit., pp. 24-26. Gabriel Salazar, “Empresariado popular e industrialización: La guerrilla de los mercaderes (Chile, 18301885)”, Revista Proposiciones 20, Santiago (1991), pp.220 25 Castro, Óp. Cit., pp. 170. 26 Ibíd., pp. 73. 27 Si bien no contamos con cifras, trataremos cualitativamente el problema de la deserción en el apartado siguiente. 24

actualmente tienen para obtener certificados que los eximen de concurrir a sus cuerpos; dispondrá usted: Que los mencionados cirujanos asistan desde el día uno al seis de cada mes, i en horas fijas, a los cuarteles de los espresados batallones para examinar el estado de la salud de los soldados enfermos i puedan certificar ante los jefes y sarjentos mayores o ayudantes respectivos sobre la invalidez en que se halle alguno de los soldados para cumplir los deberes que le corresponden como Guardia Nacional.28 Lo más interesante de la situación descrita es que se extienden las prácticas reguladoras a sujetos ajenos a la GN, como son los cirujanos, para así lograr un mayor control ante el problema de la deserción. De este modo, la función disciplinar de la GN no afectó solamente a los miembros de la institución, sino también a otros sujetos que, entrando en relación con ésta, interfirieran en su labor. Tal fue el caso de los cirujanos obligados a prestar servicio mensualmente y bajo las directrices de la GN. La regulación conductual que hemos venido describiendo tuvo también su expresión en los aspectos simbólicos. La preocupación por la música en la GN fue expresada tan temprano como 1832 por Diego Portales en función de ir “[...] creando la tradición de un culto patriótico nacional.”29 En 1848 el artículo 86 del reglamento señalaba la necesidad de hacer un uso correcto de la música en la institución: Se prohibe bajo la mas severa responsabilidad a los jefes de los cuerpos emplear en la música o en otros destinos que no sean los de su clase a los sarjentos, cabos, tambores i cornetas de plana mayor; i en las revistas de inspeccion se tendrá especial cuidado de indagar la observancia de este artículo.30 El uso de uniforme de servicio también vino a funcionar como un instrumento normativo en el ámbito simbólico. A este respecto, Sergio Grez hace hincapié en “[...] la obligación impuesta a cada soldado cívico de procurarse por sus propios medios el uniforme exigido por el servicio, so pena de severos castigos.” 31 Asimismo, el decreto de 1856 señalaba la importancia del buen uso del uniforme entre los oficiales: Habiendo notado que desde hace tiempo el abuso en que incurren los señores oficiales de la Guardia cívica en la manera de usar los distintivos de sus respectivos grados, he tenido a bien decretar lo siguiente: 1.° Ningún oficial de la Guardia cívica, desde Capitán hasta Subteniente, podrá usar en

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Castro, Óp. Cit., pp. Capítulo VI. Hernández, Óp. Cit., pp., 87-88. 30 Castro, Óp. Cit., pp. 19. 31 Grez, Óp. Cit., pp. 287. 29

lo sucesivo el distintivo de su grado sino en la forma prevista por el Supremo decreto de 29 de abril de 1852.32 A diferencia de lo que ocurría con el uniforme, el armamento aparecía como un insumo que debía ser proveído únicamente por el poder central. El artículo 90 del reglamento dictado en 1848 señalaba que “Toda entrega de armamento que se haga en lo sucesivo para los cuerpos de la Guardia Nacional, se dispondrá por el Gobierno i por conducto de la Inspección Jeneral.”33 Esta necesidad de control puede entenderse como una forma de disciplinar la relación entre los individuos y las armas que aquellos debían portar en el servicio miliciano. En este sentido, la orden ministerial de 1858, concerniente a la ciudad de Santiago, señaló lo siguiente: US. prevendrá a los Jefes de los cuerpos cívicos de esta capital, que en los días que salgan al campo de Marte a ejercicios doctrinales, no hagan marchar a su tropa con el arma a su discreción, debiendo siempre dirijirse a aquel punto i regresar de el con el arma al brazo. Igualmente dispondrá que el Jefe de más graduación i antigüedad ordene la vuelta de las tropas a sus cuarteles y la orden de marcha.34 Creemos que la cita expuesta da cuenta de una regulación conductual necesaria para dotar de armas de servicio a sujetos reclutados (muchas veces forzosamente). Esto representa, a nuestro juicio, un intento por disciplinar a los miembros de la GN más que militarizarlos. Finalmente, cabe destacar que la regulación conductual realizada por la GN a sus miembros no sólo se limitaba a su desenvolvimiento en servicio, sino que se extendía incluso a los ámbitos más privados de la vida de éstos. En efecto, el decreto dictado en 1857 normaba la posibilidad de contraer matrimonio para los oficiales subalternos: Deseoso el Gobierno de evitar los males que puedan resultar a los oficiales subalternos del ejército, por el hecho de casarse en temprana edad i sin los recursos suficientes para sufragar a las mayores necesidades que ese nuevo estado les impone ha dispuesto que se ordene a los jefes respectivos no den pase a ninguna solicitud que tenga por objeto pedir licencia para contraer matrimonio, de los oficiales que no hubieren obtenido el empleo efectivo de capitán [...]35 Luego de realizar una descripción de la reglamentación interna de la GN en el período de estudio, podemos afirmar que existió un efectivo intento por regular la conducta de los

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Castro, Óp. Cit., pp. 141. Ibíd. pp. 19. 34 Ibíd. pp. 103. 35 Nolasco, Óp. Cit., pp. 156. 33

miembros de la institución, lo cual se expresó de diversas formas, a saber: la asistencia al servicio, la continuidad en él, la distinción de la conducta de los diversos segmentos conforme a su estatus, el control territorial, las relaciones salariales, el control de las licencias médicas, los aspectos simbólicos, el uso adecuado del armamento y el matrimonio. Siguiendo los conceptos explicados en el marco teórico, podemos aseverar que esta regulación conductual funcionó como una de las formas que adoptó la disciplina social en nuestro caso de estudio. Si consideramos que las disposiciones reglamentarias para la GN provenían del Ministerio de Guerra, y por lo tanto del gobierno central, es posible afirmar que se trató de un disciplinamiento ejercido por los sujetos agrupados en la élite para asegurar su hegemonía social, política y económica en el Estado. Sin embargo, nuestro mismo marco teórico nos sugiere que este disciplinamiento no se remitió únicamente al control vertical ejercido „desde arriba‟, sino también a la internalización en los sujetos de una cierta conducta correcta para ser reproducida entre ellos. Todo esto en pos de la mantención de un “[...] „universal supremo‟: la gobernabilidad de la Nación y la estabilidad hegemonizante del Estado.”36 Es decir, el cumplimiento del ideal patriótico esbozado por Portales. Por último, cabe destacar que se observa una sostenida evolución del reglamento durante nuestro período de estudio. En efecto, mientras la disposiciones de la década de 1830 se referían a generalidades tales como la asistencia, a partir de mediados de la década de 1840 se aprecia un afán por normar aspectos cada vez más específicos, llegando –en 1857– al control de la vida privada de los sujetos al limitar la posibilidad de contraer matrimonio. En definitiva, ante resistencias cada vez más específicas, la disciplina social –encarnada en el reglamento– se volvió cada vez más específica. 2. La resistencia a la disciplina en las acciones de los reclutas Tal como insinuamos en la presentación del problema, la función disciplinar ejercida al interior de la GN no lo hizo sin encontrar respuestas reticentes entre los miembros del cuerpo. En efecto, en el apartado anterior pudimos dar cuenta de cómo los decretos

Gabriel Salazar, “Introducción”, en “La violencia política popular en las “Grandes Alamedas”. La violencia en Chile 1947-1987”, Gabriel Salazar, Santiago: LOM, 2006, pp. 44.

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reglamentarios dictados por el Ministerio de Guerra estaban al tanto de esta situación, proponiendo diversas y flexibles soluciones al efecto. Sin embargo, en este apartado pretendemos analizar esta resistencia en un nivel más específico (documentos relativos a sujetos particulares) para así dar con todo el proceso de reconfiguración de la disciplina social en su dimensión más cotidiana. Para ordenar el análisis, hemos dividido las formas de resistencia en tres tipos de desacato: la deserción, el servicio displicente y el acto criminal. Esta división deriva de un afán metodológico por separar las formas de resistencia según el grado de complejidad en que atentan contra el disciplinamiento. Esto permite explicar, por ejemplo, que el acto criminal, sin ser cometido en servicio, sí le competa a la justicia militar en tanto transgrede el proyecto civilizador de la institución37. En cuanto a la deserción, y tal como quedó de manifiesto en el apartado anterior, esta siempre tuvo una importante presencia entre los miembros de la GN, transformándose en una constante preocupación entre los altos mandos del cuerpo. En efecto, ya en 1842 se señalaba la necesidad de dictar una ley que regulara las condiciones para aceptar las peticiones de licencia: La carencia de la ley a que se refiere la parte 4° del art° 2° a las disposiciones transitorias de la constitución de la república da acción a que diariamente se distraiga la atención del Supremo Gobierno con los reiterados reclamos, que por parte de los individuos alistado en la guardia nacional se dirijen pidiendo ser esentados [excentados] del servicio en ella. En tales circusntancia vacila la inspección sobre la regla a que debe atenerse para apoyar o no las solicitudes a la materia [...]38 La deserción era un fenómeno que no sólo aparecía entre las preocupaciones generales, sino también en una serie de casos particulares que aparecen entre las circulares oficiales de la institución. En 1848 la intendencia de la provincia de Concepción envió una solicitud a la inspección general en Santiago para conceder indultos a los desertores por parte de los intendentes y comandantes generales de armas, a lo que recibió la siguiente respuesta negativa: S.E. me ha ordenado contestarle que teniendo aquel delito pena sentada en la ordenanza del ejercito y careciendo el gobierno de facultades para alterar disposición alguna de las que se contienen en aquella es del todo imposible acordar tal autorización pues aunque la constitución política del estado reconoce como atribución del presidente de la república conceder indultos 37 38

Hernández, Óp. Cit; Salazar, Empresariado popular Óp. Cit. Archivo Nacional, FMG, Vol. 296, N° 228.

particulares, esto se entiende que es después que los reos hayan sido juzgados y sentenciados por los tribunales competentes y para esto es necesario que concurra dictamen del consejo de estado. Lo que comunico a V.S es contestación a su citado oficio.39 Cabe destacar la importancia que tenía para el poder central la cautela ante la concesión de indultos ante el delito de deserción, lo que habla de la relevancia que adquiría para éste la mantención de los sujetos en el servicio. Sin embargo, esta “mantención en el servicio” no debe ser entendida de manera demasiado simple, ya que podía adquirir un nivel de complejidad mayor cuando involucraba a autoridades que aceptaban en el servicio a sujetos desertores. Tal es el caso Estanislao Saes, fechado en 1848: Hoy se me ha presentado solicitando indulto el […] desertor del batallón cívico N°2 de esta capital Estanislao Saes cuyo individuo es uno de los que fueron reclamados por el jefe de dicho cuerpo al comandante de armas del departamento de Illapel, habiéndome espuesto dicho desertor que fue admitido en el servicio del batallón cívico del espresado departamento no obstante haber confesado ser desertor. Lo participo a US. para su conocimiento haciéndose presente que he dispuesto prisión del referido [...] hasta tanto se sirve US. resolver sobre el particular de que le de cuentas por nota del 1° del actual, a consecuencia de que la interpuesta por el comandante del batallon N°2 contra el citado comandante de armas de la capital.40 Este caso presenta la particularidad de que el conflicto no sólo se limitó al sujeto desertor, sino que se extendió a una autoridad mayor, el comandante de armas de Illapel, quien se vio envuelto en un problema al aceptar a Saes en su batallón a sabiendas de su condición de desertor. Esto resulta bastante interesante, ya que da cuenta de cómo la dirección de la GN no aceptaba la continuidad en el servicio bajo cualquier término, desaprobando los casos en que ésta haya ocurrido con deserción mediante. La deserción no sólo se presentó en su forma más básica (mera huida), sino que los mecanismos para realizarla se fueron sofisticando con el tiempo. A este respecto queremos dedicar especial atención a la concesión de licencias para evitar el servicio obligatorio. La revista de inspección realizada en 1853 a los batallones de Santiago puso en evidencia el gran volumen de peticiones de licencias: Las muchas excepciones del servicio dictaminas por la autoridad, recargan las fatigas de los demás, y en esos […] ese recargo perjudica notablemente a la tropa que hace el servicio de guarnicion. Algunos jefes me han dicho que 39 40

Archivo Nacional, FMG, Vol. 332, N° 336. Archivo Nacional, FMG, Vol. 296, N° 231.

se comenten abusos […] o motivos de esas excepciones y que a pesar de las medidas que toman para evitarlos, no siempre pueden ser remediados.41 Tal como mencionamos en el apartado anterior, los abusos referidos en la cita expuesta no se limitaban a miembros de la GN. En efecto, cobró gran relevancia el actuar de médicos y cirujanos, quienes solían usufructuar de su profesión para conceder dudosas licencias médicas a todo sujeto que pudiera pagarlas. En este caso, los sujetos con el poder adquisitivo para pagar estas licencias se limitaban a la oficialidad, la cual no estaba compuesta por sujetos de los sectores populares. Esto nos lleva a la necesidad de revisar un aspecto de nuestra hipótesis inicial, a saber: la afirmación de que la resistencia ofrecida a la disciplina social se encontró únicamente en los sectores populares que conformaban la tropa. Por el contrario, también se puede encontrar resistencia en la oficialidad en tanto solía rehuir de las labores que se le asignaba. La evidencia que ofrece la revista de inspección realizada a los batallones de Rancagua en 1855 permite imaginar este escenario más complejo: Los hombres están constantemente en uso de licencias indefinidas, y, constantemente concediéndose a los que vienen a solicitarlas. [...] Las exenciones por motivos de enfermedad no son menos frecuentes, y se conceden asi que los interesados a ellos presentan a sus jefes un certificado del medico, único que reside en el pueblo, certificado que nunca deja de ser favorable al hombre que va a solicitarlo, pues el facultativo tiene cuidado de encontrar siempre en ellos enfermedad mas o menos graves según es la fortuna del pretendiente, o según es la licencia que este tiene miras de solicitar, temporal o absolutamente, porque en el primero caso los derechos que aquel exije valen dos pesos, haciéndose pagar cuatro nada menos en el segundo.42 De este modo, se puede apreciar que la deserción entre la oficialidad existía, y no sólo eso, sino que su volumen era además bastante considerable. De hecho, en 1851 la inspección general de la GN se quejaba de que la gran cantidad de propuestas para llenar plazas vacantes de oficiales que diariamente recibía hacía “[...] imposible retener en la memoria el nombre de los sujetos consultados ni llevar un rejistro de ellos [...]”43. Los intentos de separación del servicio adquirían diversas formas, destacando también las solicitudes que argüían razones familiares, socioeconómicas o fisiológicas. Tal es el

41

Archivo Nacional, FMG, Vol. 396, sin número de folio. Archivo Nacional, FMG, Vol. 396, sin número de folio. 43 Archivo Nacional, FMG, Vol. 390, N°583 42

caso de Pedro Jose Grondon, quien en 1854 elevó desde Los Ángeles una petición a la inspección general que incluía las tres razones: Pedro José Grondon Alferes de la 1° compañía del escuadron N°1 del departamento de la Laja ante U. S. previo el permiso de mis jefes, respetuosamente digo: que segun los despachos que en debida forma acompaño, sirvo en la guardia nacional ocho años, cuyos servicios he prestado con la mayor abnegacion [...] posible, mas como mi posicion social no es [...] mui aventajada; al tener una madre ciega i ser hijo único que atiende a sus cuidados, i el padecer de un entorpecimiento ordinario en la lengua, que me impide el hablar con claridad; me pone en la imperiosa necesidad de solicitar de U. S. mi exoneracion absoluta separacion del servicio. Por lo tanto a U.S. suplico se sirva acordar lo que solicito por ser de justicia.44 Además de la deserción, otra forma adoptada por la resistencia en los miembros de la GN fue el servicio displicente. Este concepto pretende englobar todas aquellas acciones realizadas en servicio, es decir, la no observancia o el mal cumplimiento de las obligaciones que éste imponía, sin que esto significara necesariamente una separación formal de la institución. Un ejemplo de estas acciones es el “delito de embriaguez”, muy grave cuando era cometido por un cívico. La circular emitida por la inspección general en 1848 se refería a este tipo de falta: Tengo el honor de adjuntar a V.S las notas orijinales del comandante general de armas de la provincia de Valparaiso relativas a […] que debe conocer en los delitos de emrbiaguez cometidos por individuos cívicos […] agravante i lugares en que los mencionados cívicos deben sufrir las condenas impuestas por infracciones de bandos de policía.45 Esta falta aparece referida varias veces en nuestro cuerpo documental, lo que da cuenta de la preocupación existente en la dirección de la GN por evitar los excesos con el alcohol entre sus miembros. Un caso destacable es el sumario indagatorio abierto en 1847 contra los tenientes Jose Segundo Molina y Juan de Dios Palacios, ambos del batallón de San Fernando, acusados por “desafío entre ellos” y el primero por levantar un motín46. Este documento narra el altercado surgido entre ambos luego de un ejercicio dominical. Ante el estado de ebriedad de varios sargentos, cabos y soldados, el comandante de armas habría ordenado a Palacios aplicarles el castigo correspondiente. Sin embargo, “[...] el soldado Manuel Valdivia de la 44

Archivo Nacional, FMG, Vol. 425, sin número de folio. Archivo Nacional, FMG, Vol. 332, N°294. 46 Departamento de Historia Militar, FJM, Vol. J003, N°148. 45

cuarta Compañia decia que los oficiales benian vorrachos i no se castigaban [...]” 47, ante lo cual Palacios ordenó a Molina –quien era teniente de aquella compañía– que castigara el atrevimiento de ese soldado. Molina se negó, desafiando a Palacios a enfrentarse, lo que conllevó la inmediata aprensión de ambos. El interés de este caso radica en varios aspectos. En primer lugar, cabe destacar el hecho de que efectivamente se hayan embriagado varios miembros del batallón luego del ejercicio, tanto de la oficialidad como de la tropa, lo que da cuenta que la displicencia en el servicio era transversal a todos los segmentos. En segundo lugar, no podemos dejar pasar la denuncia realizada por el soldado Valdivia concerniente a la injusticia que significaba el castigo a los soldados ebrios en circunstancias que a los oficiales en este estado no se les castigaba. Esto da cuenta de una situación de privilegio ante el reglamento de la que solía gozar la oficialidad. De aquello se puede derivar la idea de que, si bien este segmento de la GN fue objeto de disciplinamiento, su misma condición le permitió gozar de mayores licencias en su comportamiento. Por esta misma razón, no fue extraño que la oficialidad incurriera en sostenidas faltas en el servicio miliciano. En 1853, la revista de inspección realizada a los cuerpos cívicos de Santiago señalaba la considerable diferencia observada entre el comportamiento de la tropa y el de la oficialidad, además de lo odioso que resultaba la falta de castigo para esta última: La tropa de estos cuerpos estan más que regularmente instruidos y en algunas no deja que desear, [...] la oficialidad, en general, aunque distinguida por su educacion y decoro comportamiento, no se halla en el mismo caso. A mas, la falta de asistencia a los ejercicios, el poco entusiasmo que se nota en ella por el regocijo y la sobrada consideracion de ley jefes, para hacerlo cumplir con obligaciones, forman un contraste notable con la estrictes respecto de la tropa. Puede con frecuencia que algunos oficiales no concurran al cuartel ni para formaciones generales; otros que no han asistido nunca, ni se han hecho anteriormente, y algunos que ni siquiera se han presentado al acto de la revista de inspección habiendo sido citados. Entretanto los individuos de tropa que faltan a una guardia a una formación, son castigados con una prision o con un planton, que para ver se dispensar. Esta desigualdad injusta no puede menos que producir un mal efecto y debe hacerse desaparecer, siendo la ley, como es, igual para todos. 48 En este mismo documento se expresaba la inquietud por la carencia de instrucción entre quienes debían impartirla a la tropa, de lo que se puede desprender que la “rigurosa 47 48

Departamento de Historia Militar, FJM, Vol. J003, N°148. Archivo Nacional, FMG, Vol. 396, sin número de folio.

selección” tratada en el apartado anterior (véase página 8) no siempre cumplió su objetivo, manteniéndose incluso en servicio a veteranos displicentes: Ahora voy a llamar la atención a ud más particularmente sobre el estado de instruccion de los ayudantes y sargentos veteranos. La mayor parte de aquellos y todos estos, no conocen las obligaciones que la ley les impone, a tal punto ignoran hasta los primeros elementos del servicio, que el soldado debe saber. En el conocimiento de la táctica no están mas adelantados y tengo noticias, para decir que algunos no saben lo que es fila ni línea.49 El alto mando de la GN solía expresar la necesidad de que los oficiales cumplieran correctamente con el servicio no sólo para normarlos a ellos, sino porque este segmento debía ser el encargado de formar la disciplina y la moral de la tropa, por lo que su conducta precisaba ser ejemplar. Esto remite necesariamente a la concepción, desarrollada por Foucault, de disciplina social como “red de poder” que circula a través y entre todos los niveles de la sociedad. En 1851, una circular emitida en San Fernando solicitaba dar de baja al capitán Jeronimo Valenzuela por: [...] su mala comportacion, por sus repetidas faltas en el servicio, i porque, lejos de contribuir a mantener i fomentar la subordinación i disciplina necesarias era, con un mal ejemplo i corrupción que por medios reprobados había empesado a difundir entre todos sus subalternos i los demás soldados del batallón, un miembro perjudicial en él i que destruía los constantes esfuerzos que haciendo los jefes i demás oficiales del indicado cuerpo, a fin de mantener en el la moralidad i observancia de las disposiciones militares. 50 De este modo, es posible afirmar que la displicencia en el servicio podía llevar a la separación formal de la institución, sobretodo si se observaba entre miembros de la oficialidad. En 1854, el comandante del batallón cívico de Curicó, Jose Gonzales, elevó la siguiente solicitud: Considerando perniciosa a la disiplina y moralidad del batallon de mi mando, la permanencia en el servicio del Capitan de la 1 a compañia Don Pedro Antonio Merino, por su caracter díscolo y advitrario, solicito de US. se sirva pedir la baja de dicho oficial, por convenir así al buen servicio.51 Sin embargo, esta diferencia observada entre el comportamiento de la oficialidad y la tropa no debe llevar a una forzada oposición binaria entre ambos segmentos. Muy por el contrario, existen registros que atestiguan la existencia de acercamientos entre miembros de

49

Archivo Nacional, FMG, Vol. 396, sin número de folio. Archivo Nacional, FMG, Vol. 390. N°37. 51 Archivo Nacional, FMG, Vol. 425. N°50. 50

distintos grados con fines tanto recreativos como políticos52, lo que no es extraño si se considera que en realidad compartían bastante tiempo juntos. Al respecto, resulta ilustrativa la situación en que en 1851 se veían envueltos tres miembros del batallón cívico N°1 de Valparaíso: Existente en este cuerpo tres oficiales: el capitán dela compañía de granaderos don Juan A. Valdivia, el teniente de la misma don Nemesio Vicuña y el igual clase agregado don Natalio del Sol, que no me inspiran confianza algunas, por que su conducta tiende a desmoralizar a la tropa, familiarizándose demasiado con ella y de esta manera haciéndola perder la subordinación y disciplina qe deben guardar. Actos como el conducir soldados de su mismo cuerpo a clubs y consejas que tienden al desorden, hacerlos firmar actas políticas y otras acciones que debilitan la confianza que puedo tener en ellos me ponen en el caso de pedir a V.E. se sirva hacer presente lo espuesto ante el supremo gobierno con el fin de que, si asi lo halla por conveniente, sean estos oficiales dados de baja, por creerlo de absoluta necesita para la moral de cuerpo.53 Esta situación de acercamiento era vista como peligrosa para la mantención de la disciplina, por lo que no fue extraño que se sugiriera una correcta observancia a las distinciones de grado correspondientes. La revista de inspección a los cuerpos de Santiago de 1853 señalaba al respecto: La mayor parte de los ayudantes […] han sido sargentos de los mismos cuerpos y creo que son los menos […] para el destino. Familiarizado de antemano con la tropa y participando de los mismos habitos, no pueden ejercer el prestigio sobre ella, por que la falta de educación y su total ignorancia no son los mejores títulos para merecer respeto y condecoración de los que ayer no-mas eran sus iguales y comandantes.54 Finalmente, la última forma de resistencia que revisaremos consiste en el acto criminal. Para este concepto hemos incluido todos aquellos delitos cometidos por miembros de GN estando o no en servicio, transgrediendo así la ley civil y por lo tanto el proyecto civilizador del Estado conservador y el servicio miliciano. De esta manera, la justicia militar se atribuyó el derecho de sumariar a aquellos miembros de la GN acusados de cometer hurto. En 1853, en la ciudad de San Fernando, el soldado y cigarrero Ramón Mutis fue acusado por don José Sebastián Maturana de haberle robado:

Sobre el problema electoral acarreado por los “derechos republicanos” que concedía el servicio miliciano, véase Salazar, Empresariado popular, pp.220-223. 53 Archivo Nacional, FMG, Vol. 390, N°43. 54 Archivo Nacional, FMG, Vol. 396, sin número de folio. 52

dos relojes uno de oro i otro de plata, dos arrobas de tabaco picado un cajon de cigarros de papel, un cajon de cigarros puros una dosena de cajas de [...] grandes, cuatro estuches nabajas grandes de valor de un cuarto de onza cada un estuche, y barias otras cosas mas de [...]; el cual en el acto [...] se fuga saltando las paredes hasta que fue tomado en la tarde.55 Luego de aprehender a Mutis se procedió interrogarlo, así como se hizo con el acusante y otros testigos. El registro de estas declaraciones –y otras posteriores– permite desglosar varios aspectos del caso. En primer lugar, resulta interesante el nexo laboral que Mutis mantenía desde antes con Maturana, ya que trabajaba en su cigarrería, lugar donde cometió el hurto56. En segundo lugar, cabe destacar que una de las razones que Maturana argüía para sospechar del acusado era un hurto cometido contra él anteriormente: [...] este individuo como cinco meses a esta parte entró a la cigarrera del declarante [Maturana] quitándole a la puerta un tablon que la cubre y sacandole un poco de licor y varios fiambres que adentro tenia y que el hurto que ahora persigue lo han hecho por el mismo punto dejandole la tabla acomodada como hallaba antes de quitarla.57 En tercer lugar, no podemos dejar pasar la declaración que Mutis ofreció cuando se le preguntó el motivo de su huida al ver al agente de policía que se disponía a detenerlo, afirmando que creía ser otro el motivo de su búsqueda: había [él mismo] faltado en esos días la lista del cuartel, i como ya en otras veces los sargentos de mi compañia me han encargado por iguales faltas a los agentes de policia, creí en esta vez me fuesen a tomar por tal motivo. Esta fue la razón por que al divisar al comisario que se dirigía a casa, trepé las paredes i me pasé al sitio vecino; pero luego que supe que me buscaban por autor de un hurto que no había cometido me apresuré con mi hermana Ygnacia Mutis a benirme a presentar ante el señor Yntendente, en cuyo atrabieso desde mi casa fui aprendido por el comisario i juntos nos hemos venido a la casa del espresado señor Yntendente.58 El interés de la cita recién expuesta radica en que Mutis declaraba creer que estaba siendo buscado por inasistencia a las listas, lo que calificaría como “servicio displicente”. Esto da cuenta de la recurrencia de las distintas formas de resistencia al disciplinamiento entre miembros de la GN, además de la distinta valoración otorgada a la gravedad de cada tipo de resistencia (y por lo tanto la gravedad del castigo correspondiente). Si Mutis declaraba no haberse presentado ante una presunta inasistencia pero sí ante una acusación

55

Departamento de Historia Militar, FJM, Vol. J002, sin número de folio. Departamento de Historia Militar, FJM, Vol. J001. Folio “1853”. 57 Departamento de Historia Militar, FJM, Vol. J002, sin número de folio. 58 Departamento de Historia Militar, FJM, Vol. J002 sin número de folio. 56

de hurto, debe haber sido porque temía más al castigo de la primera. Y es que una potencial detención por hurto podría, si bien negarle la libertad durante un tiempo, evitarle los castigos físicos y humillaciones de que era víctima muy frecuentemente la tropa de la GN por parte de jefes imbuidos por un sentimiento de superioridad social59. De hecho, pareciera que estando detenido tenía incluso la posibilidad de solicitar que se le siguiera pagando el salario correspondiente a su servicio. Tal fue el motivo de la súplica elevada en su nombre por su hermana Ygnacia Mutis, un mes después de su detención: Mi objeto, señor, al precente es demandar de su justificacion el ahumento [del] diario para la subsistencia, el cual no se puede negar ni alos mas famosos delincuentes. Demaciado sabido es que todo militar (inclusos los individuos pertenecientes a la guardia nacional) disfruta de los diarios correspondientes a su clace, i no veo porque a mi se me negara, puesto que me hallo yo comprendido entre aquellos. En esta atencion a US. suplico se cirva mandar se me cubran los diarios respectivos desde el dia en que fui preso. Tanto para mi alimentacion i subsistencia mientras permanesca preso, cuanto para satisfacer los empeños contraidos hasta aqui desde que vine a la pricion.60 La preocupación de la GN (a través de la justicia militar) por el buen comportamiento de los “cívicos” aparece expresada en la documentación desde la década de 1840. En 1845 se abrió un confuso sumario indagatorio contra los soldados Fiburcio Guzman y Juan Fernandez, del cual no queda muy claro finalmente si se les acusó de hurto de un caballo o de la compra de aquél, ya que las afirmaciones del caso van cambiando en función de las contradictorias declaraciones de los involucrados61. De estas declaraciones se puede desprender que Guzman, soldado “[...] de la primera compañia del escuadron de guias [...]”62 de Santiago, se encontraban en un viaje a la ciudad de Chillán por razones familiares. Al pasar por el El Olivar (en la actual región de O‟Higgins) se habría encontrado con Fernandez, quien iba camino a la misma ciudad. Luego, en San Fernando, ambos se habrían encontrado con Joaquin Salas (cuyo nombre no recordaba Guzman), a quien le habrían comprado el caballo robado. Sobre esta transacción resulta interesante el siguiente fragmento del interrogatorio realizado a Guzmán: Preguntando: si en la compra que vio del caballo guardó las formalidades legales i nececesarias para una compra: dijo que no observó formalidad 59

Grez, Óp. Cit., pp. 289. Departamento de Historia Militar, FJM, Vol. J001. Folio “1853”. 61 Departamento de Historia Militar, FJM, Vol. J003. Folio 43. 62 Departamento de Historia Militar, FJM, Vol. J003. Folio 43. 60

alguna para la compra del caballo; pero sí le preguntó al paisano que si era seguro el caballo y aquél contestó que no, pero que lo acompañaría hasta Chimbarongo para que no tuviera novedad, i que con ese trato el declarante compró el caballo.63 Tal como mencionamos anteriormente, el caso es muy confuso, no quedando clara cuál es la acusación que se les imputa a los soldados cívicos (la declaración del dueño del caballo afirma la participación de los tres sujetos en el hurto, cometido en El Olivar). Sin embargo, cabe destacar la preocupación de la GN por el buen comportamiento de sus miembros, estando ellos en servicio o no, todo esto en función del proyecto civilizador mencionado anteriormente. Además, el caso da cuenta de una efectiva sociabilidad entre la tropa de la GN y miembros de los sectores populares, como el “paisano Joaquin Salas”, junto a quien se vieron envueltos, de una manera u otra, en el episodio del caballo hurtado. Al ser preguntado por la razón de la sospechosamente larga escala realizada en El Olivar, Guzmán afirmó: “[...] que sólo fue el objeto de reposar, pues habian fondas i canchas de bolos [...]”64. Luego de esta revisión hecha a las distintas formas de desacato que adquirió la resistencia por parte de los miembros de la GN al disciplinamiento ejercido por el reglamento de la institución, podemos hacer dos afirmaciones. En primer lugar, se evidencia una efectiva resistencia al disciplinamiento por parte miembros de todos los segmentos de la GN (tanto tropa como oficialidad), lo que nos lleva a modificar un elemento de nuestra hipótesis inicial que afirmaba que esta acción provenía únicamente de la tropa. En segundo lugar, podemos establecer una relación con la evolución sufrida por el reglamento: se observa que, a pesar de la unificación doctrinal con el ejército en 1845 y las disposiciones generales dictadas en 1848, la sostenida resistencia manifestada en distintos ámbitos y a lo largo de todo nuestro período de estudio influyó directamente en la cada vez mayor especificidad que fue adquiriendo el reglamento y el creciente volumen de decretos dictados.

63 64

Departamento de Historia Militar, FJM, Vol. J003. Folio 43. Departamento de Historia Militar, FJM, Vol. J003. Folio 43.

3. Conclusiones Entre las décadas de 1840 y 1850 se llevó a cabo parte importante del disciplinamiento social ejercido por la élite chilena mediante instituciones estatales en función de mantener su hegemonía social, económica, política y cultural en el marco del Estado conservador. Tal fue el caso de la GN, institución que sirvió como mecanismo de la disciplina social. En ella, el reglamento se preocupó por normar una serie de aspectos de la vida cotidiana de sus miembros, estando ellos en servicio o no. De este modo, es posible entender al reglamento de la GN como una forma institucional que adquirió el disciplinamiento social ejercido. Sin embargo, el proyecto disciplinador se encontró con una activa resistencia por parte de los miembros del cuerpo. Esta resistencia se manifestó a través del desacato en todos los segmentos de la GN, pero la oficialidad siempre gozó de una posición más favorable para poder llevar a cabo estas acciones sin correr peligro; por el contrario, la tropa se arriesgaba constantemente a castigos, vejaciones y pérdida de tiempo productivo. Cabe señalar, sin embargo, que el desacato entre la oficialidad siempre despertó mucha preocupación en el alto mando dado el rol formador que este segmento debía cumplir. La sostenida resistencia ofrecida tuvo un considerable efecto sobre el reglamento de la institución. De hecho, hemos observado una sostenida evolución del reglamento durante el período de estudio, siendo los decretos cada vez más abundantes y específicos, además de remitir de manera creciente a la realidad cotidiana de la GN. En definitiva, el reglamento (encarnación del proyecto disciplinador) se vio enfrentado a una resistencia en una serie de niveles distintos, ante lo cual tuvo que volverse cada vez más específico. Frente a este escenario de resistencia perseverante, cabe cuestionar el efectivo rol disciplinador y moralizador que jugó la GN en el período de estudio. En efecto, creemos que la persistencia de las manifestaciones de desacato de manera sostenida entre las décadas de 1840 y 1850 da cuenta de que los sujetos nunca internalizaron ni reprodujeron las pautas de conducta esperadas por parte de la élite. Es decir, no se realizó completamente el concepto de disciplina social desarrollado en nuestro marco teórico. Y es que según aquél, no basta con que la disciplina se ejerza como un control „desde arriba‟, sino también como una internalización y reproducción, por parte de los sujetos disciplinados, de una serie de conductas esperadas. En definitiva, la GN no funcionó tanto como un mecanismo de disciplina social sino más bien como un instrumento de represión social. Esta afirmación

se justifica al considerar que, si bien la disciplina en el ámbito interno fue infructuosa, hacia el resto de la población la represión fue efectiva, tal como señalan explícitamente los autores Sergio Grez y Gabriel Salazar65. La situación descrita se hizo patente y se mantuvo de manera obstinada a través del tiempo. Y es que la dificultad para realizar cabalmente la disciplina social fue de tal magnitud que hacia 1860 se publicaba una nueva disposición reglamentaria referente a los “individuos cumplidos, viciosos e inútiles”. A pesar de haberse publicado un decreto muy parecido en 1848, tras doce años la persistencia de la situación obligaba a repetir su contenido: Tambien Se servirá US. Prevenir a dichos jefes, que los individuos que haya en sus cuerpos de mala conducta, esto es, reincidentes en la falta de servicio o en otros vicios degradantes que puedan influir en un modo pernicioso en la disciplina i moral de la tropa, se consulten igualmente a esta Inspeccion para decretar su baja, debiéndose desperdirseles del cuartel i a presencia de sus compañeros, de una manera propia para estimular a los demás a cumplir mejor sus deberes i corregir sus costumbres.66

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Véase: Grez, De la regeneración; Salazar, Labradores, peones; Salazar, Empresariado popular. Nolasco, Óp. Cit., pp. 71.

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