La editio princeps del Repertorio de los tiempos de Andrés de Li: el proyecto editorial y la recuperación del incunable

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Descripción

TEXTO, EDICIÓN Y PÚBLICO LECTOR EN LOS ALBORES DE LA IMPRENTA Edición de

Marta Haro Cortés José Luis Canet

2014

© De esta edición: Publicacions de la Universitat de València, los autores Octubre de 2014 I.S.B.N.: 978-84-370-9562-2 Depósito Legal: V-2287-2014 Imagen original de la portada: © Imprenta Municipal-Artes del Libro. Ayuntamiento de Madrid Diseño de la cubierta: Celso Hernández de la Figuera y J. L. Canet Maquetación: Héctor H. Gassó Publicacions de la Universitat de València http://puv.uv.es [email protected] Parnaseo http://parnaseo.uv.es Esta colección se incluye dentro del Proyecto de Investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación, referencia FFI2011-25429

Texto, edición y público lector en los albores de la imprenta / Edición de Marta Haro Cortés, José Luis Canet Valencia : Universitat de València, Publicacions de la Universitat de València, 2014 320 p. ; 17 × 23,5 cm — (Parnaseo ; 23) ISBN: 978-84-370-9562-2 Bibliografía 1. Literatura espanyola - Història i crítica - . 2. Impremta - Història - Origen i antecedents. I. Haro Cortés, Marta. II. Canet, José Luis. III. Publicacions de la Universitat de València 821.134.2)”15/16” 655.11(460)”15/16”

ÍNDICE GENERAL Preliminar

9

Fernando Bouza, Falsos, sin licencia, contra privilegio. La actuación de Lorenzo Ramírez de Prado como juez privativo de impresiones a mediados del siglo xvii

13

Juan Manuel Cacho Blecua, Hacia un catálogo de los textos medievales impresos (COMEDIC): el ejemplo de la Crónica popular del Cid

29

José Luis Canet, A vueltas con las ediciones de la Comedia de Calisto y Melibea

53

Marta Haro Cortés, Motivos iconográficos y su difusión en la imprenta valenciana: las portadas de los libros de caballerías

83

Víctor Infantes, Poesía dramática detrás del grabado. Haz y envés de una prueba de imprenta (1505-1510)

109

Mª Jesús Lacarra, El Libro de las propiedades de las cosas de Bartolomé Ánglico: éxito y fracaso de Enrique Mayer (Tolosa, 1494)

135

Josep Lluís Martos, La editio princeps del Repertorio de los tiempos de Andrés de Li: el proyecto editorial y la recuperación del incunable

155

Miguel Ángel Pérez Priego, Égloga nueva (de Diego Durán)

187

Fermín de los Reyes Gómez, Editores en busca de impresores, impresores en busca de editores en el siglo xv

215

Anastasio Rojo Vega, Nuevos datos para la historia de la imprenta y del comercio de libros impresos en Valladolid (1481-1545)

243

Elisa Ruiz García, Avatares de un manuscrito de autor

263

Bibliografía

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La editio princeps del Repertorio de los tiempos de Andrés de Li: el proyecto editorial y la recuperación del incunable1 Josep Lluís Martos Universitat d’Alacant Con la irrupción del libro impreso, quedaron anticuados los métodos de producción y difusión de las tablas y calendarios manuscritos ordenados por reyes a sus astrónomos personales o elaborados en monasterios por monjes, retomando en muchos casos obras anteriores y adaptándolas a los nuevos tiempos, a los nuevos años. Esto era relativamente sencillo, porque los almanaques partían del ciclo lunar —de ahí su denominación de lunarios—,2 estableciendo períodos de diecinueve años del calendario solar, añadas que se repetían cíclica e idénticamente.3 La importancia de fijar la Pascua y, a partir de ella, el resto del calendario litúrgico y sus consecuencias temporales en el orden civil, era la razón del interés en estos almanaques por parte de eclesiásticos y monarcas; con la imprenta y en las últimas décadas del siglo xv, se revolucionó el control del tiempo y tuvieron fácil y económico acceso a él desde ciudadanos dedicados al comercio, a la notaría o a la medicina, hasta otros que lo usaban con intereses astrológicos. El más importante de ellos —no sólo en un contexto hispánico, sino también con una intesa difusión europea, pues se imprimió en diferentes lenguas en 1. Este trabajo se enmarca en los proyectos Del impreso al manuscrito: hacia un canon de transmisión del cancionero medieval, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación (FFI2008-04486) y La variante en la imprenta: hacia un canon de transmisión del cancionero y del romancero medievales, financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad (FFI2011-25266), de los cuales soy investigador principal. 2. «Aquests textos, habitualment breus i d’una marcada practicitat, servien per a determinar les festes mòbils del calendari litúrgic, qüestions relatives a la pràctica de la medicina astrològica —fonamentalment la flebotomia—, el càlcul d’horòscops, la previsió dels eclipis, etc.», Lluís Cifuentes i Comamala, La ciència en català a l’edat mitjana i el Renaixement, Barcelona-Palma, Universitat de Barcelona-Universitat de les Illes Balears, 2006 («Col·lecció Blaquerna», 3) [1ª ed.: 2002], p. 199. 3. Jordi Rubió i Balaguer (ed.), «El “Lunari” de Bernat de Granollachs», en Llibreters i impressors a la Corona d’Aragó, Barcelona, Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya-Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1993, pp. 424-453 («Obres de Jordi Rubió i Balaguer», 11) [1ª ed.: «Estudi», en Rubió i Balaguer 1948, pp. 9-42], p. 426.

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Roma, Nápoles, Venecia, Lyon y Lisboa—,4 fue, sin duda, el Sumari d’astrologia o Llunari5 de Bernat de Granollachs,6 cuya traducción castellana se llevó por segunda vez a la imprenta precedida del Repertorio de los tiempos de Andrés de Li,7 en un volumen conjunto que tuvo hasta cinco ediciones diferentes antes del 1500.8 De estos incunables que completaban la traducción castellana del Llunari con el Repertorio de los tiempos, la información bibliográfica, generada desde hace un siglo y medio, es escasa, sesgada, errónea y contradictoria, lo que se 4. «Hidalgo, en las adiciones á la Tipografía del P. Méndez, señala las diferentes ediciones que ya en el siglo xv se hicieron de este Lunario, en catalán, en latín, en italiano y en castellano, pudiendo asegurarse que fué, entre los de su clase, el libro más popularizado durante el período que comprenden sus pronósticos, ó sea hasta el año 1500», Benigno Fernández Álvarez, «Real Biblioteca del Escorial. Notas y comunicaciones. Más incunables españoles. Noticias», La Ciudad de Dios, 58 (1902), pp. 417-424, p. 419. Gervasio de Artíñano ofrece —con algún error puntual— un extenso listado de incunables de esta obra en diferentes lenguas, independiente o no del Repertorio de los tiempos, y al final, con menor detenimiento, nos proporciona referencias a los ejemplares del xvi, aunque, por lo que respecta a este último apartado, advierte de que sólo incluye los impresos anteriores a 1500, «Un incunable que aparece», Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 32/7-9 (1928), pp. 232-242, pp. 240-242. Sabemos que se tradujo también al gallego-portugués, aunque en fechas tardías, pues su primera impresión fue en 1518, Cifuentes, ob. cit., p. 200. 5. «A best-selling almanac, appearing in over ninety editions», Laura Delbrugge, «Ties that Bind (and Print): Pablo Hurus and Andrés de Li», La Corónica, 31/1 (2002), pp. 41-47, p. 43. 6. Para el linaje barcelonense de la familia, véase Carme Batlle i Gallart, «Els Granollachs, metges de Barcelona (segle xv), de la cort del rei a la beneficència parroquial», en La pobreza y la asistencia a los pobres en la Cataluña medieval, 2, ed. Manuel Riu i Riu, Barcelona, CSIC, 1981-1982 (Anuario de Estudios Medievales, Anejo 11), pp. 383-414. 7. No contamos con ninguna edición crítica de esta obra, porque la reciente de Laura Delbrugge (ed.), Andrés de Li, El reportorio de los tiempos, Londres, Tamesis, 1999, no recoge la editio princeps, que llega dos años antes a la Biblioteca Nacional, y, sin ofrecer la colación de variantes en aparato, se limita a transcribir el impreso de Hurus de 1495. La edición de Edison Simons (Andrés de Li, Reportorio de los tiempos, Barcelona, Antoni Bosch Editor, 1978), es, en realidad, una transcripción del impreso tardío de 1546. Y no un facsímil de la edición de 1495, como piensa Delbrugge, El reportorio..., ob. cit., p. 44. 8. Las ediciones incunables del Repertorio de los tiempos de las cuales tenemos noticia, aunque no siempre ejemplares, son las siguientes: a) Zaragoza, Pablo Hurus, 12 de agosto de 1492; b) Burgos, Fadrique de Basilea, 21 de mayo de 1493; c) Burgos, Juan de Burgos, 24 de marzo de 1495; d) Zaragoza, Pablo Hurus, 10 de junio de 1495; e) ¿Lisboa, Valentín Fernández de Moravia?, 1497. Considero que el impreso conservado en la Biblioteca Nacional de Nápoles se corresponde a la quinta de las ediciones incunables, que salió de las prensas en 1497 y no en 1506, como pensaba Norton, F. J. Norton, A Descriptive Catalogue of Printing in Spain and Portugal 1501-1520, Cambridge, Cambridge University Press, 1978, p. 443, nº 1224, y como acepta erróneamente Delbrugge, ob. cit., p. 37. Son muchas las ediciones posteriores, que no son ya de interés central para este trabajo. Remito, para ello, al catálogo Comedic, dirigido por María Jesús Lacarra, que está en una fase avanzada en estos momentos y que se integrará dentro de la página web del grupo Clarisel [http:// grupoclarisel.unizar.es/]. En total, el Repertorio de los tiempos se convierte en «a best-selling almanac, appearing in over ninety editions», Delbrugge, «Ties that Bind...», ob. cit., p. 43.

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deriva de una circunstancia tan concreta como la desaparición y/o desconocimiento de ejemplares de esos impresos, o bien de la acefalia y/o ausencias de colofón de buena parte de los conservados. Aquí radica, por lo tanto, el objetivo último de este trabajo, que busca ordenar, corregir e interpretar los datos sobre el origen de este proyecto editorial y su editio princeps, cuyo único ejemplar no llega a la Biblioteca Nacional de España hasta fechas muy recientes.

El Sumari d’astrologia de Bernat de Granollachs y su traducción castellana Estos calendarios se imprimieron como pliegos sueltos,9 cuya conservación era demasiado frágil teniendo en cuenta que las predicciones temporales se alargaban incluso a más de medio siglo y su uso iba a ser continuado, lo que dañaría el impreso y, así, acabaría desapareciendo, como justifican los pocos ejemplares conservados y el más que probable desconocimiento de muchas de esas ediciones. Las claves del éxito del lunario de Bernat de Granollachs10 debían de tener mucho que ver con su temprana llegada a la imprenta y con su alcance cronológico, ya que recogía casi setenta años de calendario,11 lo que le aportaba una relativa entidad física que, en principio, ayudaba a su conservación. Iba precedido por una breve introducción de un folio —«a two-pages introduction that discussed eclipses, how many minutes were in an hour, and the moveable Church feasts of Nupcias, Auent, and the Quatre tempres»—,12 seguida de las sesenta y seis cartas lunares propiamente dichas, correspondientes 9. «Por pliego suelto se entiende, en general, un cuaderno de pocas hojas destinado a propagar textos literarios o históricos entre la gran masa lectora, principalmente popular. Su extensión varía según la de la obra que contienen y así, aunque en un principio sirvió como norma atenerse a lo que era en verdad un pliego, es decir, una hoja de papel en su tamaño natural, doblada dos veces para formar ocho páginas, poco a poco se ha ido extendiendo el concepto y se considera como pliego suelto al cuaderno de hasta 32 planas y aún más», Antonio Rodríguez Moñino, Nuevo diccionario bibliográfico de pliegos sueltos poéticos (siglo xvi), ed. corregida y actualizada por Arthur L.-F. Askins y Víctor Infantes, Madrid, Editorial Castalia-Editora Regional de Extremadura, 1997 («Nueva Biblioteca de Erudición y Crítica», 12) [1ª ed.: 1970], p. 15. Ésta es la medida habitual, de hecho, del lunario de Granollachs. 10. Más allá de tratarse de un género de gran demanda, pues, tanto de manera independiente como en su reunión con el Repertorio de los tiempos, pertenecería al ámbito de los libros de secretos, como los denomina Delbrugge: «“books of secrets”, those texts that range from calendars to magical alchemy, purporting to unlock all the misteries of the medieval world. Books of secrets like the Reportorio were extremely popular», Delbrugge, «Ties that Bind...», ob. cit., p. 44. 11. Recortados en las sucesivas ediciones según iban pasando y quedando anticuados los primeros datos. 12. Delbrugge, El reportorio..., ob. cit., p. 15.

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a los años 1485-1500, «en les quals consignà el mes, l’hora i els minuts dels plenilunis i novilunis de cada any, les conjuncions i oposicions de la lluna i els planetes, els eclipsis, les festes movibles, el nombre auri, etc.»,13 en una sola página para cada año y «distribuidos en seis columnas (meses, días, horas, puntos ó minutos, signos del zodiaco y grados)».14 Es al final de cada tabla, en la parte inferior del folio, donde «were the dates of the feasts of Carnestoltes, Septuagesima, Pascua, Letanies, Assensio, Trinitat, and Corpus Christi. Granollachs also included the Golden Numbers and Dominical Letters for each year».15 No se incluían en el impreso del texto catalán, sin embargo, los pequeños grabados con las posiciones de la luna, que acompañaron a cada tabla desde las ediciones del Repertorio de los tiempos de Hurus. El almanaque de Granollachs era un tratado de astronomía y poco tenía que ver con la literatura de pronósticos, independientemente de que «d’anunciar per endavant el dia que la lluna faria el ple o s’eclipsaria, a profetitzar l’esdevenidor, no hi havia sinó un pas als ulls de la gent senzilla».16 Sin buscarlo directamente, por lo tanto, encontró un público interesado por las profecías, sin haber renunciado al carácter meramente astronómico, que le abría las puertas de la clase profesional ciudadana y, sobre todo, del mundo eclesiástico. Todo esto fue lo que llamó la atención de los hermanos Hurus respecto de la obra de Granollachs, que había sido impresa hacia finales de 1484 o principios de 148517 bajo el nombre de Sumari d’astrologia18 (GW 11298; ISTC 00336600)19 en la que, sin duda, fue su lengua original, el catalán, en un incunable temprano que Jordi Rubió i Balaguer no conocía cuando prologó el facsímil de la edición

13. Cifuentes, ob. cit., p. 200. 14. Fernández Álvarez, ob. cit., p. 419. 15. Delbrugge, El reportorio..., ob. cit., p. 15. «En lo bajo de cada página, y á línea seguida, van las observaciones particulares y los pronósticos de los años respectivos», Fernández Álvarez, ob. cit., p. 419. 16. Rubió i Balaguer, «El “Lunari”...», ob. cit., p. 428. 17. Porque introduce la tabla del año 1485, que habría desaparecido si la fecha fuese posterior. No olvidemos el carácter práctico de los lunarios. Aunque hay quien propone «la existència d’una edició catalana anterior que no ens ha pervingut», Cifuentes, ob. cit., p. 200, por la proximidad en las fechas de las traducciones, no hay datos objetivos que lo avalen, al menos de momento. 18. El título, en realidad, dice exactamente así: De la nobilissima art e scientia de Astrologia es stat tret lo present sumari per lo Egregi e Sapientissim astrolech Mestre Bernat de granollachs Mestre en arts y en medicina dela inclita ciutat de Barçelona. 19. [GW] Gesamtkatalog der Wiegendrucke, Leipzig, K. V. Hiersemann, 1925-2009; [ISTC] Incunabula Short Title Catalogue, Londres, British Library [http://www.bl.uk/catalogues/istc] [fecha de consulta: 15 de abril de 2014].

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del texto catalán de 1513,20 que dependía ya de la refundición de Andrés de Li21 y que incorporaba otras adiciones,22 lo que acabó dando lugar a «two different traditions of emendations to the Repertorio, the Catalan and the Spanish, which in essence change the work so dramatically that it almost could be considered as two separate texts».23 El único ejemplar del incunable de 1484-1485 que se conserva hoy lo hace en la Biblioteca de Catalunya, con la signatura 1-III-19 y ha sido reproducido como facsímil por Josep Chabás Bergón y Antoni Roca i Rossell.24 No presenta 20. «Antonio Palau, pensant en la catalanitat de l’autor, creu probable que la primera edició del Granollachs fos feta a Barcelona i en la seva llengua materna. Hidalgo en les addicions al P. Méndez (p. 369) ja ho deia, i suposava que la primera edició catalana del llibre fou feta a Barcelona vers 1484. Una tal estampació no se’ns és conservada, si tanmateix existí, però sembla fora de dubte que almenys hi hauria un text manuscrit del Lunari, anterior a la data de la primera edició romana, el qual degué circular i ésser conegut abans de la introducció de la impremta a Barcelona», Jordi Rubió i Balaguer (ed.), El «Lunari» de Bernat de Granollachs (edició de 1513): reproducció facsímil de l’exemplar existent a la Biblioteca de Catalunya, precedida d’un estudi, 1948, Barcelona, Les Belles Edicions, p. 437. Tampoco lo hacía Gervasio de Artíñano al enumerar, de manera muy general, las ediciones de este «libro curiosísimo por más de un concepto, que disfrutó de una boga y autoridad extraordinarias, y del que se registran multitud de ediciones latinas, italianas y francesas, pero sin que hubiera aparecido hasta ahora más que una castellana de 1488, y ninguna catalana incunable», Artíñano, ob. cit., p. 232. 21. Marià Aguiló i Fuster, Catálogo de obras en lengua catalana impresas desde 1474 hasta 1860, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1923, pp. 507-508, en los epígrafes 1973 y 1974, recoge dos de estas ediciones catalanas y en catalán, en las que ya había influido Andrés de Li, correspondientes a ésta de 1513 (Biblioteca de Catalunya, sig. 11-VI-11) (BITECA manid 2308) y una de 1501 que muy probablemente era una edición de esta misma obra, según explica muy bien Rubió i Balaguer, «El “Lunari”...», ob. cit., pp. 440-441. No tiene noticia de las ediciones catalanas de 1514 (BITECA manid 1067) y 1519 (BITECA manid 1764), de las cuales hoy no conservamos ejemplar, Rubió i Balaguer, «El “Lunari”...», ob. cit., pp. 440-442. La última noticia de la edición de 1514 es que pertenecía a la biblioteca personal de Pau Font de Rubinat (para este bibliófilo y este fondo, véase Maria Mercè López Casas, «Pau Font de Rubinat i Ausiàs March», en «Cada palabra pesaba, cada palabra medía». Homenaxe a Antón Santamaría, ed. Mercedes Brea, Francisco Fernández Rei y Xosé Luís Regueira, Santiago de Compostela, Universidade de Santiago de Compostela, 2008, pp. 375384), pero sabemos que era también impresa en Barcelona por Juan Rosenbach, como la de 1513 y la de 1519, el otro impreso perdido del que ni siquiera sabemos a qué fondo perteneció, ni, de hecho, estamos plenamente seguros de que se trate de un texto en catalán. BITECA da noticia de otra posible edición del texto catalán de c. 1504 (manid 1747). 22. «The Catalan shows an entirely different set of additions, much more complicated and numerous than those of the Castilian documents. These changes include a number of astrological charts, Paschal and zodiac tables, and a story about “un ermità que va trobar una rata que es transformà en donzella”», Delbrugge, El reportorio..., ob. cit., p. 17. 23. Ibid. 24. Josep Chabás i Bergón & Antoni Roca i Rossell (eds.), El «Lunari» de Bernat de Granollachs: alguns aspectes de la història de l’astronomia a la Catalunya del Quatre-cents, Barcelona, Fundació Salvador Vives Casajuana, 1985. Tiene, además, libre acceso hoy día una versión digital y gratuita del

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signatura de cuadernos,25 ni tiene colofón, por lo que no podemos reproducir su estructura física, ni tampoco sabemos los datos del impresor, de la fecha y del lugar de edición, aunque se ha considerado impreso en Nápoles por Mathias Moravus, según se deduciría de su parecido con otras ediciones de esta misma obra en latín e italiano.26 Vindel llegó a pensar, por los tipos usados, que fue sacado de las prensas sevillanas de Meinardo Ungut y Estalisnao Polono en 1491,27 a partir de la referencia en el Geschichle des Spanischen Frühdruckes de Haebler,28 porque no lo incluía en su Bibliografía ibérica del siglo xv. Chabás y Roca, sin embargo, lo consideran una edición barcelonense.29 Tanto este testimonio impreso de 1484-1485, como el manuscrito que le sirvió de original y sus traducciones más tempranas, se corresponden a la versión auténtica, al primer núcleo del Sumari d’Astrologia. Sus versiones en latín e italiano fueron relativa o estrictamente coetáneas: la primera podría haber sido impresa en Roma en 148530 y parece ser que también la editio princeps de la segunda31 debió de salir de las prensas aquel mismo año, pues el texto italiano fechado en 1487 comienza el calendario en 1485 (GW 11295), lo que no tendría

microfilm a través de Google Books, con la que enlaza en su catálogo la página web de Biblioteca de Catalunya. 25. Aunque su estructura es de treinta y seis folios, en cinco cuadernillos: a6, b10, c6, d10, e4 (GW 11298). 26. P. Veneziani, «Note su tre incunabili “spagnuoli”», La Bibliofilia. Rivista di Storia del Libro, 80 (1978), pp. 57-72; Renato Zironda (ed.), Bernardo Granollachs, Summario de la luna con alchune rasone de astrologia extracte da varii auctori, Vicenza, Galla Libreria Editrice, 1985. Aguiló i Fuster (ob. cit., pp. 506-507) da las referencias en los epígrafes 1971 y 1972. En cuanto a la latina, «per al mateix any se n’esmenta una altra en aquesta llengua descrita per Ch. Brunet», Rubió i Balaguer, «El “Lunari”...», ob. cit., p. 436. Lluís Cifuentes (ob. cit., p. 200) adelanta a 1485 las primeras ediciones italianas. 27. Francisco Vindel, El arte tipográfico en España durante el siglo xv: Sevilla y Granada, Madrid, Dirección General de Relaciones Culturales, 1949, p. 109, nº 34. 28. Konrad Haebler, Geschichle des Spanischen Frühdruckes in Stammbáumen, Leipzig, 1923. 29. Chabás & Roca, ob. cit. Ya lo creían así Méndez e Hidalgo hace un siglo y medio: «Bernardo de Granollach, maestro en artes y en medicina, natural de Barcelona, publicó hácia el año 1484, y probablemente en catalan y en la ciudad de su nacimiento, una obrita con el título de Lunario», Francisco Méndez & Dionisio Hidalgo, Tipografía española ó Historia de la introducción, propragación y progresos del arte de la imprenta en España, Madrid, Imprenta de las Escuelas Pías, 1861, p. 369. 30. Así lo creen Méndez e Hidalgo, ibid., aunque los ejemplares recogidos por GW (11300 y 11301) comienzan el calendario en 1488. Cifuentes (ob. cit., p. 200), sin embargo, considera posterior la edición latina, hacia 1487-1488. No he sido capaz de localizar este pretendido original, coetáneo al catalán y a la versión italiana. 31. A pesar de estar perdida, pues sólo se conservan ejemplares datados o datables entre 1487 y 1488. Cifuentes asegura, en esta misma línea, que «la primera sembla que fou l’italià (Sommario, amb edicions des de 1485)», ob. cit., p. 200.

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ningún sentido, como ya advirtió Artíñano: «Las Tablas atrasadas carecían de todo interés para el público. Ni una sola de las ediciones conocidas las lleva».32 De todas las traducciones del Llunari, la castellana, que salió de las prensas de Juan Hurus el 1488 (Haebler 303bis; Sánchez 15;33 Vindel 21;34 GW 11302; ISTC ig00337100), es fundamental para el nuevo proyecto editorial y, por lo tanto, para este trabajo. El único ejemplar conservado se custodia en la Real Biblioteca de El Escorial (IV-a-11), cosido junto a varios manuscritos en un códice facticio, de cuya existencia dio noticia Benigno Fernández a principios del siglo pasado,35 aunque ni Haebler,36 ni Artíñano lo consultaron directamente;37 y todavía en fechas recientes se llega a considerar perdido.38 Méndez e Hidalgo sí que conocían esta traducción castellana, pero no indicaban la localización del ejemplar consultado.39 Son ellos también quienes proponen la hipótesis de que esta versión del texto hubiese partido «tal vez de una de estas ediciones latinas, hechas fuera de España»,40 aunque Haebler encuentra argumentos sólidos41 para pensar que, en realidad y siendo esto más lógico, se habría traducido del catalán y eso a pesar de que entonces no tenía conocimiento de la existencia del incunable de 1484-1485.42 Además de este producto salido de las prensas de Juan Hurus en 1488, se ha dado noticia de otras dos ediciones del Lunario castellano de Granollachs impreso de manera independiente: una de Fadrique de Basilea de 149343 y otra de 32. Artíñano, ob. cit., p. 233. 33. Juan Manuel Sánchez, Bibliografía zaragozana del siglo xv, Madrid, Imprenta Alemana, 1908. 34. Francisco Vindel, El arte tipográfico en España durante el siglo General de Relaciones Culturales, 1949, pp. 66-68.

xv:

Zaragoza, Madrid, Dirección

35. Fernández Álvarez, ob. cit., p. 419. 36. Konrad Haebler, Bibliografía ibérica del siglo xv. Enumeración de todos los libros impresos en España y Portugal hasta el año de 1500, La Haya-Leipzig, Martinus Nijhoff-Karl W. Hiersemann, 1903 [Reimpresión facsímil en Madrid, Julio Ollero, 1992], p. 361, nº 303bis. 37. Artíñano, ob. cit. El impreso consta de 34 folios, con la siguiente estructura de cuadernos: a8 b10 c6 d10 (GW 11302). 38. «Però fou la traducció al castellà, probablement en una data pròxima a l’edició de Saragossa de 1488 (Sumario), que no se’ns ha conservat, la que assolí un més gran difusió», Cifuentes, ob. cit., p. 200. 39. «La vemos impresa por primera vez en este idioma en 1488», Méndez & Hidalgo, ob. cit., p. 369. 40. Ibid.. Piensan, asimismo, que la traducción al latín debió de ser a partir de la editio princeps en catalán, aunque, en ese caso, la traducción latina e italiana habrían sido casi inmediatas. 41. Que, aunque requieren un estudio pormenorizado, son datos objetivos que fundamentan su hipótesis, a diferencia de la conclusión precipitada de Hidalgo. 42. Haebler, Bibliografía ibérica..., ob. cit., p. 361, nº 303bis. 43. Artíñano, ob. cit.

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Juan de Burgos de 1495, que aparece como nº 303 del catálogo de Haebler.44 Se trata, sin embargo, de dos ediciones fantasma, propiamente dichas, como veremos más adelante.

Del Marquesado de Valdeterrazo a la Biblioteca Nacional: la editio princeps del Repertorio de los tiempos El 22 o 23 de enero de 1997,45 la Biblioteca Nacional de España adquirió el único ejemplar conocido hoy de la editio princeps del Repertorio de los tiempos, que precedía46 a la traducción castellana del lunario de Granollachs: se trata del impreso zaragozano salido de las prensas de Pablo Hurus el 13 de agosto47 de 1492.48 Este ejemplar, que la Biblioteca Nacional ha catalogado con la signatura I-2729, se adquirió «por derecho de tanteo, en Fernando Durán. Libros y Manuscritos, de Madrid (Lote núm. 875 de su catálogo Subasta especial de ocasión en dos sesiones».49 La información aportada por el catálogo de la casa de subastas es paradigmática en «datos ciertamente menguados y hasta ruidosos»:50 «“De la muy notable arte e sciencia d’astrologia”. 4º. Inicial grabada. Texto en letra gótica de dos tamaños, precedido por otros tratados sobre los meses y el cielo, con numerosos grabados procedentes del “Repertorio de los tiempos”, de Li. El ejemplar es falto de la signatura “a” completa. Rarísimo. No Haebler, Hain ni Palau. (Al fin:) Zaragoza, Paulo Hurus, 1492. Salida: 120.000 Ptas.».51 El 44. Haebler, Bibliografía ibérica..., ob. cit., pp. 341 y 361; Konrad Haebler, Bibliografía ibérica del siglo xv. Segunda parte, Leipzig-La Haya, Karl W. Hiersemann-Martinus Nijhoff, 1917 [Reimpresión facsímil en Madrid, Julio Ollero, 1992], p. 82. 45. Porque la subasta tuvo lugar durante ambos días. 46. Aunque, en realidad, lo que iba a ser un complemento al texto de Granollachs acabó dejando para el olvido el nombre de éste. 47. Y no 12 de agosto, como indica Haebler, Bibliografía ibérica...Segunda parte, ob. cit., p. 57, nº 2003, que desconocía el impreso y partía de unas notas del librero zaragozano Alloza, copiadas por P. Lambert. 48. Ibid., pp. 57-58, nº 2003; Vindel, El arte tipográfico...Zaragoza, ob. cit., p. 142-143, nº 48; GW M18802; ISTC id00136900; Martín Abad L-41; BDH 0000108412. Se recoge la descripción y el reproducción fotográfica completa en la Biblioteca Digital Hispánica, tanto de este impreso, como de la segunda edición zaragozana de Hurus (1495) (I-2470/2), pero no la parcial de Fadrique de Basilea, en Burgos (1493) (I-547). 49. Julián Martín Abad, Catálogo bibliográfico de la colección de incunables de la Biblioteca Nacional de España, Madrid, Biblioteca Nacional de España, 2010, 2 vols., p. 484, L-41. 50. Julián Martín Abad, «La valoración del libro: el punto de vista del bibliotecario de fondo antiguo», en Documentos de trabajo. Universidad Complutense de Madrid. Biblioteca Histórica, 2004/08 [http://biblioteca.ucm.es/foa/18057.php], p. 10. 51. Ibid.

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responsable de redactar la noticia, a pesar de reconocer que los grabados contenidos eran del Repertorio de los tiempos de Li, no hizo amago de identificar la obra inicial, limitándose a una vaguedad que, resuelta, habría ayudado a tasar un precio de salida mucho más alto, aunque se multiplicó por diez y alcanzó el 1.100.000 pesetas, como destaca Martín Abad y como sabemos por la Orden ministerial de 27 de enero de 1997, por la que se ejerce el derecho de tanteo para el Estado sobre varios lotes en subasta celebrada los días 22 y 23 de enero (BOE, nº 57, pp. 7633-7634).52 Se indica que los lotes adquiridos son «con destino a la Biblioteca Nacional, quedando depositados en su departamento de Patrimonio Bibliográfico». A pesar de catalogarse, dada la pérdida del primer cuaderno, bajo el nombre del autor que justificaba el impreso, pero cuya obra se había relegado a un segundo plano —Bernart de Granollachs—, se trataba, en realidad, de la prácticamente desconocida editio princeps del Repertorio de los tiempos de Andrés de Li. La Tipografía española del padre Méndez, con las ampliaciones de Dionisio Hidalgo,53 había dado a entender de manera errónea que la primera edición conjunta del Repertorio de los tiempos y del Lunario era la burgalense de 24 de marzo de 1495, salida de las prensas de Juan de Burgos.54 De hecho, así lo creyó Konrad Haebler en 1903, que recogía tanto esta edición (nº 201), como la otra catalogada por Méndez e Hidalgo (nº 202), del 10 de junio de 1495, en las prensas zaragozanas de Pablo Hurus.55 Hay que esperar hasta 1917, en el segundo volumen de su catálogo, para que se dé la primera noticia de la verdadera editio princeps, la de 1492, catalogada por éste como nº 2003, «cuyo paradero no se conoce, aunque debe haber pasado por manos del bien conocido librero Sr. Sanchez de Madrid»,56 momento en el cual se elaboró una descripción que, mediatizada, fue la base de las notas de Haebler: «la copió P. Lambert de unos apuntes que dejó después de su muerte al monasterio de Cogullada en Zaragoza el librero y bibliófilo aragones Sr. Alloza. No hay razón para dudar de su 52. Los lotes nº 1000 y 1125 contenían los otros impresos anteriores al siglo xix, de 1582 y 1604, respectivamente; el nº 225 era un manuscrito del siglo xviii. 53. Méndez & Hidalgo, ob. cit., pp. 333-334 y 368-370. 54. «La investigación sobre los incunables españoles, desde la Tipografía del Padre Méndez, ha dado pasos de gigante, hasta el punto que hoy se puede aseverar que el plano detallado de la producción impresa peninsular durante el siglo xv nos es conocido con gran exactitud», Leonardo Romero Tobar, «Los libros poéticos impresos en los talleres de Juan y Pablo Hurus», Aragón en la Edad Media, 8 (1989), pp. 561-574, p. 561. Fue, en cualquier caso, el punto de partida necesario, que revolucionó en su momento los conocimientos sobre la imprenta antigua en España. 55. No obstante, en ese mismo volumen, pero ya en el Suplemento. (Adiciones. Rectificaciones. Ampliaciones), adelanta en dos años la fecha de la editio princeps al recoger la noticia del impreso que salió de las prensas de Fadrique de Basilea el 21 de mayo de 1493 en Burgos Haebler, Bibliografía ibérica..., ob. cit., p. 360, nº 201bis. 56. Haebler, Bibliografía ibérica...Segunda parte, ob. cit., p. 58, nº 2003.

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exactitud».57 De hecho, no la había, como ha demostrado el tiempo y como había intuido Haebler años antes.58 Unas décadas después, Antonio Palau y Dulcet59 todavía se limitaba a reproducir los datos de Haebler, como se deriva del error común en cuanto a la fecha del colofón y de la ausencia de nueva información. En cualquier caso, Haebler y Palau sí que recogen la noticia de este incunable, a diferencia de lo que pensaba el redactor del catálogo de la subasta, que, sin embargo, no hacía mención alguna al repertorio de Francisco Vindel,60 donde «hubiera encontrado información de interés».61 Efectivamente, Vindel es el primer autor de un catálogo bibliográfico que consulta directamente un ejemplar de este incunable zaragozano de 1492, que, como él mismo indica, «pertenece a la biblioteca del ilustre bibliófilo D. José Mª Huarte, quien, galanamente, me ha facilitado la fotocopia del colofón que damos y me ha permitido examinar el libro».62 Aquí se encuentra, por lo tanto, el dato más importante de los aportados por este catálogo: el nombre del poseedor de este ejemplar a mediados del siglo xx. Este bibliófilo era D. José María Huarte y Jáuregui,63 casado con María Isabel González de Olañate y González Ocampo, la iii marquesa de Valdeterrazo,64 viuda de Fernando de Orleáns, el duque de Montpensier. Pertenecía a la muy 57. Ibid., pp. 57-58, nº 2003. 58. «Consta en el texto que la edición de Burgos es anterior á la que se conoce de Zaragoza del mismo año, pero no consta si no la precedió otra de esta localidad, hoy perdida», Haebler, Bibliografía ibérica..., ob. cit., p. 92, nº 201. 59. Antonio Palau y Dulcet, Manual del librero hispanoamericano, Barcelona, Librería Anticuaria de A. Palau, 1948-1977, vol. vii: 544, nº 137.667. 60. Vindel, El arte tipográfico...Zaragoza, ob. cit., pp. 142-143, nº 48. 61. Martín Abad, «La valoración del libro...», ob. cit., p. 11. 62. Vindel, El arte tipográfico...Zaragoza, ob. cit., pp. 142-143, nº 48. 63. «Hijo de Alberto Huarte Machín, nacido en Pamplona en 1898, siguiendo con la tradición familiar, cursó Magisterio para posteriormente licenciarse en filosofía y letras, complementando su formación universitaria con la carrera de Derecho. Ingresó en 1921, como funcionario del Archivo General de Navarra, del que llega a ser director en 1927, cargo que ejerció hasta 1936. Coincidiendo con dicho nombramiento, fue nombrado Director de la Comisión de Monumentos de Navarra en 1927 y vocal del segundo consejo de Cultura en la ii República. Nada más iniciarse la guerra, dirige la oficina de información y socorro de guerra. Ante su negativa a someterse a la Junta Carlista de guerra es detenido el 3 de septiembre de 1936 siendo destituido de todos los cargos. El 4 de marzo de 1937 le nombran comandante militar de Zarautz [...]. También fue Académico correspondiente de las Reales Academias de Historia y de Bellas Artes de Madrid; miembro del CSIC; Académico correspondiente de los Institutos genealógicos de Perú, Cuba, Méjico, etc.; Académico del Museum d’Histoire Naturelle de Paris», Ana García Santamaría, «Los Huarte», Antzina, 9 (diciembre 2009), pp. 38-44, pp. 40-41. 64. Un título nobiliario creado por Isabel ii el 31 de octubre de 1864, en beneficio del presidente del Consejo de Ministros, Antonio González y González.

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conocida familia navarresa de los Huarte, fundadores del prestigioso Colegio de Huarte Hermanos, inaugurado en Pamplona el 1845, sobre un ideal pedagógico que combinaba la influencia ilustrada española con los ecos de un primer modelo de liberalismo político. José María Huarte nació en esta ciudad el 14 de junio de 1898 y se dedicó, como buena parte de su familia, al magisterio, estudios que completó con los de Filosofía y Letras y Derecho. Debió de ser determinante su etapa como director del Archivo Real y General de Navarra, que lo forjó como el erudito de referencia que es para la historia de aquella región y, por lo que aquí nos interesa, como importante bibliófilo. Nada se sabía hasta este trabajo sobre el paradero de este ejemplar único de la editio princeps del Repertorio de los tiempos desde la muerte de José María Huarte, el 10 de febrero de 1969, en Madrid, hasta su llegada a la Biblioteca Nacional en 1997. Antonio Carreira catalogó hace tres décadas la recuperación de seis manuscritos de la obra de Góngora, dos de los cuales pertenecieron a la biblioteca de José María Huarte, como nº 3060 y 3319: se trata de los que registra, respectivamente, como V y W.65 El primero de ellos llegó a la Biblioteca Nacional en 1996, donde se designa como Ms. 22845 y en cuyo catálogo se indica, en el apartado de Fuente de adquisiciones, lo siguiente: «Compra Durán Sala de Subastas Madrid 1996». Como el incunable de Andrés de Li, este manuscrito de Góngora se adquirió por derecho de tanteo, según se recoge en la orden ministerial de 18 de noviembre de 1996 (BOE, nº 303, p. 37449); fue subastado también en la Sala Fernando Durán, sólo unas semanas antes que la editio princeps del Repertorio de los tiempos: el 14 de noviembre de 1996. El manuscrito de Góngora era el lote 137 y se pagó por él 1.400.000 pesetas. En cuanto al segundo manuscrito, su subasta el 8 de mayo de 2008 en esta misma sala, como señala Pedro C. Rojo,66 que considera que no se llegó a adquirir por la valoración de «deleznable» que le atribuye Antonio Carreira.67 Este manuscrito vuelve a estar hoy en manos privadas y su paradero es, de nuevo, desconocido. No es casualidad que libros de tal entidad pertenecientes a la biblioteca de José María Huarte se subastaran en la madrileña sala Fernando Durán entre 1996 y 1998. No son éstas, además, las únicas noticias que hay al respecto, porque el mismísimo testamento de Quevedo de 26 de abril de 1645, proveniente de este mismo fondo,68 se ofreció como lote nº 190 en la subasta de 6 de junio de 1996, 65. Antonio Carreira, «Los poemas de Góngora y sus circunstancias: seis manuscritos recuperados», Criticón, 56 (1992), pp. 7-20, pp. 11-12. 66. Pablo Jauralde Pou (dir.), Diccionario filológico de literatura española. Siglo xvii, 1, Madrid, Castalia, 2010 («Nueva Biblioteca de Erudición y Crítica», 31). 67. Carreira, «Los poemas...», ob. cit., p. 12. 68. «Tan solo unos años después, en 1996, aparecen los originales de los dos testamentos: el definitivo, el de 26 de abril, apareció en una subasta de Durán: lo vendían los marqueses de Valdeterrazo, a cuyas manos había ido a parar tras la venta del mismo por parte de los herederos del

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adquirido también por derecho de tanteo, según la orden ministerial del 22 de junio de ese mismo año (BOE, nº 160, p. 22202), cuyo precio fue de 6.500.000 pesetas. El legado bibliográfico del marqués de Valdeterrazo se puso en el mercado durante esos años, al menos, y esta casa de subastas madrileña parece que jugó un importante papel en ello. Podríamos seguir la pista de otros ejemplos, pero no es éste el objeto último de mi investigación, sino reconstruir la historia más reciente de este impreso, hasta su llegada a la Biblioteca Nacional. Aún Antonio Carreira nos aporta otro hilo del que tirar: los códices de la biblioteca del marqués de Valdeterrazo eran entonces «propiedad de D. Alberto Huarte, a quien agradecemos su amable autorización para consultarlos, así como al profesor D. Ángel Martín Duque, que supervisa la catalogación de dicho fondo».69 Poco antes de la venta del Repertorio de los tiempos y de otros lotes provenientes de ese mismo fondo bibliográfico, en los años previos a 1992, como fecha de la publicación del trabajo de Carreira, se había preparado un catálogo, probablemente a este fin, que el catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Navarra supervisó. Este dato, junto a la procedencia navarresa de José María Huarte, nos hace pensar que el heredero de su fondo bibliográfico aún debía de encontrarse en su tierra natal, como buena parte de la familia. Se trataba, en efecto, del músico navarrés Alberto Huarte Myers,70 que murió allí el 29 de julio de 2011, como recoge el Diario de Navarra del día siguiente.71 Por la fecha de su muerte, es posible que hubiese sido él quien diese a subasta el incunable del Repertorio de los tiempos en cuestión, los manuscritos de Góngora y el último testamento de Quevedo, para lo que habría confiado en todos los casos que he podido documentar en la Sala Durán, especializada en bibliografía antigua.72 Un rastreo de los catálogos de esta casa de subastas, al menos, desde conde de San Luis, aquel que se lo había prestado a Fernández Guerra. La Biblioteca Nacional lo adquirió y actualmente se encuentra en La Torre de Juan Abad, en la Fundación Francisco de Quevedo, merced a las gestiones de José Luis Rivas, presidente de dicha Fundación», Mercedes Sánchez Sánchez, «El codicilo del primer testamento de Quevedo: 25 de abril de 1645», Manuscrt. Cao. Revista de Manuscritos Literarios e Investigación, 8 (2010) [http://www.edobne.com/manuscrtcao/]. 69. Carreira, «Los poemas...», ob. cit., p. 11. 70. Para su semblanza biográfica y para su árbol genealógico y el de su esposa, que se remonta hasta principios del siglo xix, véase García Santamaría, ob. cit., pp. 42-44. 71. Ignacio Murillo, «Muere Alberto Huarte, de Los Iruñako», Diario de Navarra, 30 de julio de 2011 [http://www.diariodenavarra.es]. 72. También su archivo se vendió, porque localizo una subasta del Archivo de la Orden Militar de Malta de José María Huarte Jáuregui vendido en una subasta por Internet, de la conocida web www.todocoleccion.net, que tuvo lugar el 31 de mayo de 2006, con un precio de salida de 450€ y, tras sólo dos pujas, vendido por 580€. La descripción de los materiales es ésta: «Gran cantidad de correspondencia, fotografías, revistas de la Orden, tarjetas de visita (prácticamente todas de la aristocracia y políticos de la época), periódicos, embajadas, etc. Correspondiente a Don José María Huarte Jáuregui relacionadas con la Soberana Orden Militar de Malta. Años 1950-1960. Algunas

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1996 a 1998, nos podría ayudar a tener noticia de las obras de la biblioteca del marqués de Valdeterrazo que salieron a la venta. Sería muy interesante tener acceso al catálogo supervisado por el profesor Martín Duque, que nos ofrecería datos sobre una riquísima biblioteca privada del siglo xx, que a finales de él parece ser que se ha ido dispersando; sin embargo, aunque he podido contactar directamente, me informa de que no conserva copia de tal listado, ni sabe de su paradero o posible existencia todavía hoy. Sólo me confirma que tal biblioteca era muy nutrida y se encontraba en el momento de su catalogación en un inmueble de tres pisos situado en la calle Mayor de Pamplona, que fue la sede del Colegio de los Hermanos Huarte y que, entonces, aún pertenecía al patrimonio familiar. Aunque cree recordar que se habría elaborado para la venta de una parte importante de los fondos al Gobierno de Navarra y me remite para ello a Juan Francisco Elizari Huarte, el director de la Biblioteca General de Navarra, éste me confirma que no se llegó a producir y que las piezas de la biblioteca del marqués de Valdeterrazo que han llegado a este fondo no lo hicieron como legado o por adquisición directa a la familia, sino por otras vías, como la compra en librerías de viejo.73 Alberto Huarte Myers, aún en 2007, puso en el mercado parte del legado de los marqueses de Valdeterrazo: vendió directamente al Ministerio de Cultura dos dibujos de Goya, que acabaron en el Museo Nacional del Prado —No es siempre bueno el rigor y Quien bencerá, pertecientes al Álbum E (1816-1820). Así se indica en la ficha catalográfica del primero de éstos en la página electrónica de esta pinacoteca (nº D07407): «Adquisición a Alberto Huarte Myers por el Ministerio de Cultura a propuesta de la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico Español, sesión plenaria de 2811-2007; adscripción al Museo del Prado, resolución de la Dirección General de Bellas Artes, 30-11-2007; orden ministerial, 21-12-2007; recepción definitiva por el Museo del Prado, 26-12-2007. Documentación: Exp. 2007/28-1». José Manuel Matilla, en el capítulo dedicado a la incorporación de estos dibujos goyescos a los fondos del Museo, dentro de la Memoria de actividades de aquel año, nos advierte de qué manera llegaron al patrimonio del marquesado de

de las cartas son confidenciales. También hay documentos del Siglo xix de la Orden de San Juan. Entre ellos: Invitación para el bautizo de una infanta (hija de Isabel ii) en palacio con el plano de la capilla y la disposición de las personalidades, un reglamento de la Orden, correspondencia, circulares, un trabajo inédito en manuscrito sobre la orden, planos, etc.». En el Archivo General de Navarra, en la sección de Archivos Personales y Familiares, se encuentra el Fondo de D. José María Huarte, aunque no he investigado si llegó a él por vía de donación o compra. 73. Me puse en contacto con Ángel Martín Duque y con Juan Francisco Elizari Huarte por vía telefónica el 12 de mayo de 2014, cuya atención e interés agradezco desde aquí.

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Valdeterrazo74 y —lo que es más importante para los objetivos de este trabajo— nos informa, a través del catálogo de todos sus poseedores, que pasaron de José María Huarte Jáuregui a Alberto Huarte Myers directamente. Sin embargo, Matilla indica que el primero lo recibió en 1958, a propósito de la muerte de su esposa, la marquesa de Valdeterrazo, pero, si éste murió en 1969, falta saber por qué hasta 1999 no llegaron estos dibujos a Alberto Huarte y si esto ocurrió también con los fondos bibliográficos. María Isabel González de Olañate, la esposa de José María Huarte, lo instituyó como su heredero, junto a Socorro Uhagón y Mazas, al no tener descendencia, en el testamento otorgado en Madrid el 25 de mayo de 1949. Quedaban como albaceas él mismo, su hermano Ángel Huarte y el marqués de Goicorrotea. Tras su fallecimiento, D. José María recibió el legado de los Valdeterrazo en 1958, pero la marquesa había advirtido en su testamento que el heredero de la Casa de Orleáns, de la que provenía su primer esposo, recibiría su legado en segunda generación. El elemento más importante de éste eran las joyas de la Corona de Francia, que habría conservado Ángel Huarte tras la muerte de su hermano, según se deduce de la noticia en ABC (29-5-1982, p. 37) de la resolución del Tribunal Supremo respecto a la demanda del conde de París y de sus hijos, reclamando las joyas en cuestión, que nos ofrece estos datos sobre el legado. Si tenemos en cuenta que Ángel Huarte murió en 1990 y que Alberto Huarte Myers no recibió en 1969 los dibujos de Goya, sino en 1999 —o eso indica, al menos, Matilla—,75 parece ser que quedaron en propiedad del hermano del marqués durante más de dos décadas. Esto podría implicar que también el legado bibliográfico llegó a Alberto Huarte mediatizado, aunque tenemos constancia de que poco antes de 1992 ya estaba en poder de éste la biblioteca de D. José María. No es una contradicción, sino todo lo contrario: si tenemos en cuenta que, por aquellas fechas, el catedrático de Historia Medieval, D. Ángel Martín Duque, estaba supervisando la catalogación del fondo, debía de ser porque acababa de llegar a manos de Alberto Huarte Myers, muy probablemente a propósito de la muerte de su tío Ángel Huarte Jáuregui en 1990, 74. A través de la primera boda de la esposa de D. José María Huarte con Fernando de Orleáns, Duque de Montpensier: «Los dibujos, tras ser heredados por Javier Goya (1928) y posteriormente por Mariano Goya (1854), pasaron a manos de Federico Madrazo (c. 1855-69), quien los puso a la venta en el Hôtel Drouot de París el 3 de abril de 1877, actuando como agente Paul Lebas. A partir de esta subasta se dispersaron, razón por la cual las hojas del Álbum están hoy en día muy repartidas por museos y colecciones de Europa y Estados Unidos. Estos dos dibujos ahora adquiridos por el Prado son los únicos del Álbum que se encuentran en España. A mediados del siglo xx estaban en la colección de la Duquesa Viuda de Montpensier. Debió de ser el abuelo de su marido, Antonio María de Orleáns, quien lo adquirió en la mencionada subasta parisina, pues consta que fueron vendidos en el lote 9» (20). 75. José Manuel Matilla, «No es siempre bueno el rigor y Quien bencerá. Álbum E (1816-20)», en Museo del Prado. Memoria de actividades 2007, Madrid, Ministerio de Cultura, 2008, pp. 20-21, p. 21.

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un dato que, sin embargo, no recuerda y, por lo tanto, no me puede confirmar Ángel Martín Duque. En cualquier caso y más allá de la fecha del legado, no era una casualidad que hubiese sido él quien recibiese la herencia de los Valdeterrazo, aunque mediatizada, porque este sobrino de José María y Ángel Huarte —hijo de su hermano mayor, José Antonio Huarte—76 era algo más que eso: se trataba del ahijado de los marqueses, que no habían tenido descendencia, como destaca Ana García Santamaría.77 Ésta es la razón por la que llega a él la herencia de sus padrinos, los marqueses de Valdeterrazo, y hacia 1990 se catalogan los bienes, que empiezan a aparecer en breve en el mercado, algunos llegando a los fondos públicos del Patrimonio Nacional y otros quedando de nuevo en manos privadas.

El ejemplar de la editio princeps del Repertorio de los tiempos El impreso en cuestión presenta signaturas de cuaderno, lo que permite a los responsables de la Biblioteca Digital Hispánica78 reconstruir su estructura original: a8 b8 c10 d-i8 (BDH 0000108412). Se indica que «están perdidos los dos primeros» cuadernos del único ejemplar conservado, aunque pudiera parecer un error a simple vista, puesto que se inicia en el f. b1, como ya describía el catálogo de la subasta, transcrito por Martín Abad: «El ejemplar es falto de la signatura “a” completa».79 En realidad, «el cuaderno con signatura “b” pertenece a una reproducción fotolitográfica realizada con algún original, retocado, de ese cuaderno, perteneciente a la edición de Zaragoza: Pablo Hurus, 10 vi 1495».80 El impreso original tendría, por lo tanto, 74 folios, lo que significa que, teniendo en cuenta la pérdida de los dos primeros cuadernos, estamos ante un ejemplar que, en la actualidad, sólo conserva 58 folios originales. Éste es un dato importante, porque Haebler indicaba que aquel ejemplar que había estado en posesión del librero madrileño Sánchez en el paso del siglo xix al xx

76. García Santamaría, ob. cit., p. 42. 77. Ibid., p. 41. 78. [BDH] Biblioteca Digital Hispánica, Madrid, Biblioteca Nacional [http://www.bne.es/es/Catalogos/BibliotecaDigitalHispanica/Inicio/index.html] [fecha de consulta: 3 de mayo de 2014]. 79. Martín Abad, «La valoración del libro...», ob. cit., p. 10. 80. Martín Abad, Catálogo..., ob. cit., p. 484, L-41. El deterioro que anuncia Martín Abad de la última hoja (f. i8) es menor —«con la última hoja deteriorada, afectando al texto»—, del margen superior izquierdo, y sólo afecta al calderón inicial y la letra «c» de la palabra «con», que inicia la segunda línea. En el verso no hay texto.

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tenía 60 hojas,81 como recoge también Vindel82 e, incluso, el Gesamtkatalog der Wiegendrucke (M18802). Es decir, que más allá de la posterior pérdida de dos de ellas o de cualquier error de recuento o anotación en este triple estadio de transmisión de la descripción de Alloza,83 parece indudable que el ejemplar que vendió el librero Sánchez a principios del siglo xx, o poco antes, debió de quedarse en Madrid, en manos privadas, hasta adquirirlo la Biblioteca Nacional en 1997, a través de una subasta bibliográfica local. No sabemos, sin embargo, si aquel comprador de Sánchez fue ya uno de los marqueses de Valdeterrazo; o si fue Fernando de Orleáns, el duque de Montpensier y primer esposo de María Isabel González de Olañate quien lo hizo, ya en Madrid en cualquier caso; o bien, incluso, si lo incorporó a este fondo José María Huarte mismo. El ejemplar descrito por Alloza mientras estaba en manos del librero Sánchez y recogido por Haebler era, por lo tanto, el mismo ejemplar consultado por Vindel, perteneciente a la biblioteca de José María Huarte y que hoy se encuentra en la Biblioteca Nacional. La reproducción del segundo cuaderno se añadió con posterioridad a la venta del librero madrileño y antes de llegar al fondo actual en el que se conserva. De todo ello se deriva también que la descripción de Haebler,84 si bien dependía de las notas de Alloza transcritas por Lambert en cuanto al número de hojas conservadas y datos del colofón85 —no podría ser de otra manera, porque no conoció este impreso—, parece que se limitaba a reproducir la estructura del volumen que había ofrecido de la edición zaragozana de 1495 en 1903. Esto es así porque el ejemplar de la editio princeps ya era acéfalo cuando lo vendió Sánchez, como demuestran las 60 hojas referidas. Las notas descriptivas con81. Haebler, Bibliografía ibérica...Segunda parte, ob. cit., p. 57, nº 2003. 82. Vindel, El arte tipográfico...Zaragoza, ob. cit., pp. 142-143, nº 48. Y, además de la concreción de los 60 folios, que podría haber copiado simplemente de Haebler, lo describe como «Un ejemplar falto de esta rarísima edición», Ibid., p. 143, nº 48. 83. No olvidemos que, de hecho, Haebler indica la fecha del colofón como 12 de agosto de 1492, cuando hoy, gracias a la recuperación del incunable, sabemos sin lugar a duda de que se trata del día 13. 84. «port: Reportorio de los tiempos. — fo. 2: Reportorio de los tiempos. ordenado por adiciones en el lunario fecho por Andres de li cibdadano d’Çaragoça. dirigido al muy magnifico y muy virtuoso hidalgo y Señor don pedro torrero. Sigue despues un calendario con curiosísimos grabados en madera á la cabeza de cada mes, y á continuación: De la muy noble arte y sciencia de astrologia ha sido sacado el presente sumario: por el egregio y muy sabio astrologo maestro bernat de granollachs, maestro en artes y en medicina: de la noble cibdad de Barcelona. En el qual se contienen las conjuntiones y opposiciones, conviene saber los girantes: y los llenos de lunas. E todo esta sumado por cada mes y por añadas: desde el año 1492 fasta el año 1550 segun que mas largamente se muestra en el presente libro... impresso a costas del honrado paulo hurus aleman de constancia en la real y magnifica cibdad de Çaragoça. Fue acabada a 12 dias del mes de Agosto de 1492», Haebler, Bibliografía ibérica...Segunda parte, ob. cit., p. 57, nº 2003. 85. Probablemente porque no contenían más información que ésta.

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sultadas no podían contener, por lo tanto, la referencia al grabado inicial con el título del volumen ni el incipit y descripción del prólogo de Andrés de Li. Para ello, Haebler reutilizó su descripción de la segunda edición de Pablo Hurus, que copiaba, en última instancia, la aportada por Méndez e Hidalgo referida a la edición burgalense de ese mismo año. Teniendo ahora conocimiento directo de los impresos de Hurus, sabemos que comparte la estructura de la editio princeps, por lo que sería válida para ella también y, de hecho, para todos los incunables de esta obra.86 Enmarcada por la descripción de la rúbrica inicial y la reproducción del prólogo, por un lado, y por la transcripción de la rúbrica del Lunario de Granollachs y del colofón final, por el otro, Méndez e Hidalgo ya nos ofrecieron hace un siglo y medio una minuciosa estructura de contenidos del Repertorio de los tiempos,87 que Delbrugge desarrolla teniendo en cuenta su distribución por folios y la localización de grabados.88 Como las otras cuatro ediciones incunables, es un impreso en 4º. Presenta caja de 29 líneas y letra gótica, cuyos tipos concreta la Biblioteca Digital Hispánica: 134G, 100G y 76G.89 Tras el colofón, recoge la marca del tipógrafo en un grabado que es exactamente el mismo que el del ejemplar de 1495 —aunque 86. Al menos, porque en ellos se centra mi investigación, que saldrá a la luz en diferentes artículos, de los que éste es el primero. No he revisado las ediciones del siglo xvi, aunque es lógico que reproduzcan también esta estructura. 87. «La siguiente hoja: “Comienca el reportorio de los tiempos”, y sigue á la vuelta y en las tres que van después la materia que indican estos epígrafes: “Que cosa es dia” “En quantos tiempos se parte el dia” “Que cosa es año” “En quantos tiempos se reparte el año” “Que cosa es mes”, y al fin de este capítulo: “Siguense los meses”. Estos meses, que son diez, Enero á Octubre, ocupan cinco hojas, y cada uno de ellos tiene una viñeta alegórica en madera. Otras dos hojas contienen lo que indican estos epígrafes: “De la semana” “De las horas” “De los planetas” “Que cosa es cielo, y de donde desciende y quantos son los cielos”; y al fin: “Siguense los planetas”. Se hace una descripcion de los cielos y los planetas, y acabando en el noveno de aquellos dice, en seguida: “De los signos y que quiere decir signo”. Explicados los doce signos del Zodíaco, que son: Aries, Taurus, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Scorpius, Sagitarius, Capricornius, Aquarius y Piscis, con su grabadito respectivo, con la conclusion de “Fenece el reportorio de los tiempos”, empieza el Calendario. Este tiene doce hojas, una para cada mes; á la cabeza va la viñeta indicada cuando se trató de los meses, encerrada en una orla, expresando dentro de la misma en dos líneas verticales, á derecha é izquierda, el número de horas del día y de la noche; en seguida se ponen los santos del mes, con el signo del Zodíaco correspondiente, y por último, las operaciones agrícolas que debe practicar el labrador, y las reglas higiénicas para conservar la salud. Hay á continuación cuatro hojas con una tabla para saber en qué signo está cada dia la luna, y en cuál de ellos es bueno o malo sangrar ó purgar, con dos grabados que representan las venas que se deben sangrar, según las pasiones que dominen al individuo», Méndez & Hidalgo, ob. cit., pp. 368-369. 88. Delbrugge, El reportorio..., ob. cit., pp. De ella depende, en última instancia, la interesante revisión de contenidos elaborada por Fernando Gómez Redondo, Historia de la prosa de los Reyes Católicos: el umbral del Renacimiento, Madrid, Cátedra, 2012, 2 vols., pp. 2105-2108. 89. Vindel indicaba, sin embargo, que se trataba de una «tipografía a dos tamaños», Vindel, El arte tipográfico...Zaragoza, ob. cit., p. 143, nº 48.

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enmarcado por una orla con cordón en este último caso—,90 con idénticos defectos de entintado: Señor muy virtuoso: huuiendo arriba complido [c]on su merced: en las cosas que dan algun complimiento a la obra presente. lo qual no solo era prouechoso: mas muy necessario. No era razon que en tan noble y esclarescida cibdad: se imprimiesse cosa que en otro lugar se hallasse viciosa. E por ende por obra y estudio del honrado paulo hurus aleman de constancia ha seydo otra vez agora nueuamente con diligencia corregido y emendado el lunario. Porque sin recelo de topar con algun ingenio maliuolo: vaya desembueltamente por todo. E porque como reza valerio: no hay ninguna humildad tan pequeña: que no sea algun poquito tocada de dulcedumbre de gloria: lo hizo el imprimir a sus costas en aquesta real y magnifica cibdad de çaragoça. Fue acabada a xiij. dias del mes de agosto: del año Mil.cccc.xcij.91

Fig. 1. Zaragoza, Pablo Hurus, 1492

Fig. 2. Zaragoza, Pablo Hurus, 1495

En realidad, este f. i8r, con el colofón y el grabado del impresor,92 era lo único que conocíamos de la editio princeps del Repertorio de los tiempos antes de 1997, gracias a la reproducción que hizo Vindel —que corregía los pequeños defectos de conservación de la parte superior izquierda del folio— a partir de la fotocopia facilitada por el marqués de Valdeterrazo.93 90. Con los cuatro trazos del recuadro como grabados independientes y superpuestos. 91. La transcripción es mía, en la que no marco los cambios de línea. La BHD contiene algún error, que corrijo. 92. El f. i8v quedaba en blanco. 93. «D. José Mª Huarte, quien, galanmente, me ha facilitado la fotocopia del colofón que damos», Ibid.

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Ya desde Haebler sabemos que el impreso de 1492 contaba con otros «grabados en madera á la cabeza de cada mes»,94 aunque hay bastantes más. La descripción al respecto, incluso, podría no depender, en última instancia, de las notas tomadas por el librero Alloza. Vindel advierte que sus «grabados son los mismos que sirvieron para la edición de 1495, donde los reproducimos íntegros»,95 de los que no sólo aporta las imágenes, sino que concreta su localización en la estructura del impreso,96 en lo que significa la más minuciosa descripción física de la editio princeps atendiendo a la presencia de éstos, aunque su estudio está aún por llegar. No eran los mismos, a pesar de lo que indicaba Vindel, los grabados de las capitales,97 como podemos ver en el caso de la que inauguraba el lunario de Granollachs,98 que abría el cuaderno f en 1492 y que en 1495 se localizaba en el f. e8v:99

Fig. 3. Zaragoza, Pablo Hurus, 1492

Fig. 4. Zaragoza, Pablo Hurus, 1495

Casi un siglo antes de la aportación de Vindel, ya Méndez e Hidalgo concretaban los datos a partir de la edición de Hurus de 1495, que —lógicamente, porque era su original de imprenta y lo siguió muy de cerca— podemos aplicar a este impreso de 1492, por lo que contaría «con 53 grandes y 34 pequeños 94. Haebler, Bibliografía ibérica...Segunda parte, ob. cit., p. 58, nº 2003. 95. Vindel, El arte tipográfico...Zaragoza, ob. cit., p. 143, nº 48. 96. Ibid., p. 206-216, nº 66. Valga, por ejemplo, el caso de los grabados del zodíaco: «En las signs. a7, recto; a7, vuelto; a8, recto; a8, vuelto; bi, vuelto; bii, recto; bii, vuelto; biii, recto; biii, vuelto; eiii, recto, y eiiii, recto, se encuentran los doce grabados que representan por su orden los doce meses del año, y que se reproducen en la pág. 212)», Ibid., 208, nº 66. 97. En realidad, tampoco puedo confirmar que sean exactamente los mismos el resto de grabados, muy similares, pero con unas ligeras deferencias en el detallismo de las caras, que me hacen dudar de que se trate de meros aspectos de entintado. Está pendiente su estudio, algo que no debería hacerse esperar, por la calidad de éstos y su relación con la imprenta alemana. 98. No contamos con la inicial del Repertorio de los tiempos, que, como en el impreso de 1495, debía de encontrarse también en el f. a3r en la editio princeps. La del prólogo (f. a2r) es mucho más breve. 99. La diferencia de impaginación era porque este folio quedaba en blanco en la editio princeps y se evita en la de 1495.

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grabados en madera perfectamente ejecutados, que representan las figuras de los planetas, las ocupaciones de los diferentes meses etc.»,100 muchos de los cuales «were used previously in German calendars, and may have been brought by Hurus following his return from Germany in 1491».101 Partiendo de la edición de Hurus de 1495, la editora del texto cataloga, sin embargo, 56 grabados de tamaño grande o medio en la sección de Andrés de Li, 38 grabados pequeños con la imagen lunar de la sección de Granollachs, el grabado inicial con el título y el final con la marca del impresor, lo que hace un total de 96, de muy diferente entidad artística; en este catálogo, Laura Delbrugge describe sucintamente las imágenes y las localiza en los folios del impreso.102 Muy probablemente, por la similitud en la impaginación de ambas ediciones, el primer folio de la editio princeps también contenía el grabado del título que conservamos en el ejemplar zaragozano de 1495, al que ya se refirieron Méndez e Hidalgo: «Este título, en grandes letras góticas grabadas en madera, va en la primera hoja».103

Fig. 5

Al desconocer el original, Haebler no pudo valorar si el número de folios era el correspondiente a la edición completa y, así, ofreció como tal los de un ejemplar mutilado. Este dato podría haber inducido a pensar que las ediciones de Hurus diferían notablemente en su composición, al menos hasta el ingreso en la Biblioteca Nacional de la primera de ellas. Nada más lejos de la realidad, porque para la edición de 1495 de Hurus se usó la editio princeps como original de imprenta con tal grado de fidelidad, que incluso parte de la impaginación del 100. Méndez & Hidalgo, ob. cit., p. 334. Una tipología que amplía, a grandes rasgos, Laura Delbrugge: «Some of these xylographs depicted the months as well as their corresponding agricultural tasks, while others personified the planets and signs of zodiac. There were also medical diagrams, including two charts for bloodletting and zodiac charts in which the signs of the zodiac were drawn on the parts of the body over which they held dominion», Delbrugge, «Ties that Bind...», ob. cit., p. 44. 101. Ibid. 102. Delbrugge, El reportorio..., ob. cit., pp. 25-29. 103. Méndez & Hidalgo, ob. cit., p. 333.

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texto era idéntica y eso fue lo que permitió al poseedor antiguo de este ejemplar añadir uno de los cuadernos previos de la segunda edición de Hurus, porque enlazaba perfectamente. Y es que ya advierte Vindel, de hecho, «que aquella segunda edición es una reimpresión casi exacta de la que nos ocupamos, y por ello las características tipográficas son iguales».104 Podemos considerar, por lo tanto, que estos primeros cuadernos perdidos eran prácticamente idénticos en ambas ediciones y, así, concluir que el prólogo de Andrés de Li, con lo que ello implicaba, ya se encontraba en la editio princeps.

El prólogo de Andrés de Li y el impreso del Lunario castellano de 1488 Desde Méndez e Hidalgo105 hasta Gervasio de Artíñano,106 con Haebler107 llevado a los pies de los caballos por este último, el prólogo que Andrés de Li incluye al inicio de la edición del Repertorio de los tiempos, justificándola, ha sido objeto de un intenso debate, poco fundamentado, por partir de un desconocimiento de los ejemplares concretos de los impresos e, incluso, de la existencia propiamente dicha de algunas ediciones incunables. Recogían Méndez e Hidalgo el prólogo del impreso más antiguo conocido por ellos, el de Burgos de 1495, que, dirigiéndose al dedicatario de la obra, don Pedro Torrero, justificaba la necesidad de redación de su Repertorio de los tiempos como complemento al muy valorado108 Lunario de Granollachs: No ha muchos dias en verdad señor que me vino a las manos vna pequeña obra: llamada lunario: notada e impressa en aquesta nuestra muy noble cesarea y augusta cibdad: de materia por cierto tan prouechosa como necessaria. La qual leyendo: y avn despues de hauer la leydo: me parescio: hablando con reuerencia de quien la hizo: tener algunas imperfectiones. No entienda señor su merced: que sean defectos en lo que el auctor scriuio: ca ansi dios me salue es ello tan bueno: que meresce mucho ser alabado. Mas por que tractando en ella de tiempos: años: meses: semanas dias y oras: planetas y signos: los que la leeran a mi ver desearan saber cada qual de aquestos tiempos: que origen tuuo. y porque fueron nombrados ansi. y no deuiera celar en su obra: lo que el quisiera saber en la agena. Por ende muy magnifico 104. Vindel, El arte tipográfico...Zaragoza, ob. cit., p. 143, nº 48. 105. Méndez & Hidalgo, ob. cit. 106. Artíñano, ob. cit. 107. Haebler, Bibliografía ibérica..., ob. cit.; Haebler, Bibliografía ibérica...Segunda parte, ob. cit. 108. No podía ser de otra manera, porque incluye el Lunario tal cual —y sería echar piedras en su propio tejado— y porque ese impreso que le llegó a las manos salió de las prensas de los Hurus años antes.

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señor quise yo por vna manera de addiciones acabar como pude: lo que el nos dejo tan bien principiado.109

De este texto se deriva que Andrés de Li redactó esta obra ex professo para este proyecto editorial. La indudable referencia a Zaragoza justifica no sólo que la redacción del prólogo se hizo allí, a través del deíctico «aquesta», sino también, por un lado, que la edición incunable castellana de Bernat de Granollachs que llegó a las manos de Andrés de Li, como punto de partida del proyecto, estaba también impresa en Zaragoza y que, por otro lado y como sabemos ahora a ciencia cierta, que la publicación de la editio princeps tuvo lugar en esta ciudad, fruto de la colaboración directa y cercana entre el autor y el impresor. A pesar de lo evidente del texto, Méndez e Hidalgo se planteaban la duda —aunque negando la posibilidad— de que Li se refiriese a alguna de las dos ediciones de 1495 que también incluían el Repertorio de los tiempos, lo que no tendría razón de ser, ya que el impreso citado en su prólogo no sólo habría de ser anterior a éstas, sino que habría de contener únicamente la obra de Granollachs, porque, ante la falta de contenidos teóricos que la enmarcaran, Li se propuso completarla. «Dejemos al tiempo que con el descubrimiento de uno ó más ejemplares de este libro aclare lo que ahora se presenta rodeado de oscuridad»,110 decían prudentemente Méndez e Hidalgo; y hasta casi cincuenta años tuvimos que esperar para que Haebler, no sólo no resolviese el problema, sino que lo complicara aun más. Por un lado, manipula la información del prólogo de Andrés de Li —que dejaba claro, sin embargo, que Zaragoza era la ciudad donde se había imprimido el Lunario que impulsó la redacción de su Repertorio de los tiempos: «notada e impressa en aquesta nuestra muy noble cesarea y augusta cibdad»— para concretar, sorprendentemente, que la ciudad en cuestión era Burgos.111 La incoherencia del bibliógrafo denunciada por Artíñano es evidente respecto a este tema, porque en este mismo volumen de su catálogo, pero en otra entrada, Haebler reconoce que se trataba de Zaragoza y no de Burgos la ciudad en la que, según el prólogo, se había imprimido este original 109. Méndez & Hidalgo, ob. cit., p. 368. 110. Ibid., p. 370. 111. «En el curioso prólogo de este libro cuenta el autor que fué movido á componerlo porque vió el Lunario de Bernardo de Granollachs impreso en «esta ciudad», que debe de ser Burgos, pero que para el entendimiento de ello le parecían necesarias ciertas adiciones que reune en el Repertorio. Se conocen algunas ediciones del Lunário sin indicaciones tipográficas y alguna de ellas será la impresa en Burgos, pero todavía no se ha reconocido», Haebler, Bibliografía ibérica..., ob. cit., p. 92, nº 201. Y se esforzaba en reforzar su hipótesis, a pesar de la falta de datos: «Aunque el autor es zaragozano consta en el texto que la edición de Burgos es anterior á la que se conoce de Zaragoza del mismo año, pero no consta si no la precedió otra de esta localidad hoy perdida. Hain trae una edición de este libro en Burgos 1493, pero esta fecha es erronea como se deduce del prólogo y texto de la obra. No se conoce más ejemplar que el de la Bib. Univ. de Madrid que está falto al fin, así que no ha sido posible comprobar sobre el original el colofón», Ibid.

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castellano del lunario que llegó a las manos de Andrés de Li, aunque reincide en sus malas lecturas del prólogo, pero ahora en otro sentido: En el prólogo al Repertorio de los tiempos dice su autor, Andres de Li, que compuso este libro para complemento del Lunario de Bernardo de Granollachs, y que le dió motivo para ello el haber salido el Lunario «no ha muchos dias», en una edición «notada e impressa en aquesta nuestra muy noble cesarea y augusta ciudad». Los epítetos con que designa el autor al lugar de impresión no dejan duda que lo fué Zaragoza, á pesar de que en el día la edición más antigua en que se leen dichas palabras es la impresa por Fadrique de Basilea en Burgos á 24 de marzo de 1495. Pero sabemos que Andres de Li tenía su casa en Zaragoza, y allí habrá escrito su prólogo, el cual quizás se imprimió con anterioridad á la edición de Burgos en otra de Zaragoza de que todavia no se ha encontrado ejemplar ninguno.112

Haebler genera, con esto, una edición fantasma del lunario castellano:113 la que cataloga como nº 303.114 De una lectura descuidada, tanto del prólogo, como de la argumentación de Méndez e Hidalgo,115 reinterpreta que el sintagma «no ha muchos dias» se refiere a la fecha de impresión zaragozana del original de Granollachs y ello le hace afirmar algo tan poco fundamentado como que, entre enero y marzo, se hubiese publicado este impreso independiente del Lunario, que hubiese tenido noticia de él Andrés de Li y que hubiese escrito una obra para completarlo, para que, finalmente, se hubiese compuesto y publicado la edición conjunta, no en Zaragoza, sino en Burgos, el 23 de marzo de 1495. A lo que se refería Andrés de Li con «no ha muchos dias» era, en realidad, al tiempo que hacía de su conocimiento de ese impreso y no a que hubiese salido de las prensas recientemente.116 Aunque aún en su obra de 1903, pero en el «Suplemento. (Adiciones. Rectificaciones. Ampliaciones)», incluye la noticia de un impreso zaragozano del lunario de Granollachs en castellano (Real Biblioteca de El Escorial, sig. A-iv-11), salido de las prensas de Juan de Hurus hacia 1488,117 no elimina en el segundo tomo la entrada a la edición fastasma de 1495, pero advierte que «las cuestiones relativas a éste libro, de que no se 112. Ibid., p. 141, nº 303. 113. Como muy bien advirtió Gervasio de Artíñano: «Me parece que la presunta edición del Lunario en Zaragoza, 1495, o sea el núm. 303 de Haebler, no puede sostenerse, y que cabe suprimirla», Artíñano, ob. cit., p. 239. 114. Haebler, Bibliografía ibérica, ob. cit., pp. 141 y 361; Haebler, Bibliografía ibérica...Segunda parte, ob. cit., p. 82. 115. Méndez & Hidalgo, ob. cit., p. 370. 116. «No ha muchos dias en verdad señor que me vino a las manos vna pequeña obra: llamada lunario». 117. Haebler, Bibliografía ibérica, ob. cit., p. 361, nº 303bis.

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conocen sino referencias literarias, se han complicado aun más de lo de antes» y que «ya con estas ediciones no tiene nada de sorprendiente la cita que se hace en el prólogo del Andres de Li, que á una ú á otra se pudo referir».118 Gervasio de Artíñano parte de este mismo error interpretativo del prólogo, según el cual el impreso del lunario castellano al que se refería Li como origen del nuevo proyecto editorial había sido impreso recientemente. A esto se une el desconocimiento u olvido de la noticia de Haebler respecto de la editio princeps, lo que genera un serie de despropósitos en su argumentación, que, sin embargo, tiene dos virtudes: la de negar la existencia del incunable de la traducción castellana del Granollachs propuesto por Haebler como nº 303 y la de prestar atención a un incunable mal catalogado entonces en la Biblioteca Nacional, que lleva la signatura I-547.119 Bajo ese impreso encontrado cree identificar la edición castellana del lunario que llegó a las manos de Andrés de Li y que fue el origen del Repertorio de los tiempos: «Mientras no se descubran nuevos elementos de juicio, me parece que la presunta edición del Lunario en Zaragoza, 1495, o sea el núm. 303 de Haebler, no puede sostenerse, y que cabe suprimirla, reemplazándola por la nueva de 1493».120 Lo identifica, por lo tanto, como una edición castellana del texto de Granollachs independiente del Repertorio, a la manera de la salida de las prensas de Juan Hurus en 1488: «En resumen: se conocen dos ediciones del Granollachs en castellano: 1488, impresa, según parece, en Zaragoza, por Hurus; y 1493, la actualmente descubierta, de Burgos, por Fadrique de Basilea».121 Esto, sin embargo, tiene unos matices importantes. Artíñano fecha en 1493 este impreso mal catalogado, como es lógico, porque en este año comienza el calendario,122 y, gracias al informe técnico de Gabriel Martín del Río, jefe de la sección de incunables de la Biblioteca Nacional en aquel momento, concluye que había salido del taller burgalense de Fadrique de Basilea, aunque se reconoce la intuición primera,123 que no tenía demasiado 118. Haebler, Bibliografía ibérica...Segunda parte, ob. cit., p. 82, nº 303. 119. «En mis investigaciones y trabajos para el estudio del desenvolvimiento y valor artístico del libro español en su primera centuria, he tenido yo la suerte de descubrir la edición castellana incunable del Lunario que se buscaba, y había escapado a la revisión de los primeros 9.000 números de Raros, efectuada por el ilustre don Marcelino Menéndez y Pelayo en nuestra Biblioteca Nacional, y que figuraba en el índice como edición probable de 1550», Artíñano, ob. cit., p. 233. 120. Ibid., p. 239. 121. Ibid., p. 238. 122. «La primera tabla, importante por darnos la fecha de la impresión, es de 1493», Ibid., p. 233. 123. «Tampoco cabe vacilar respecto al impresor. La nota técnica que ha tenido la amabilidad de redactar mi querido amigo el ilustre jefe de la sección de “Incunables”, de la Nacional, don Gabriel Martín del Rio, después de un minucioso examen, ha confirmado mi primera idea y mis confrontaciones», Ibid., pp. 233-234.

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mérito, al haber localizado ya Haebler la noticia de un impreso del Repertorio de los tiempos salidos de esas prensas en ese mismo año.124 Artíñano considera ambos impresos como algo independiente,125 a pesar de que, en realidad, se trata del mismo, como explicaré en otro trabajo centrado en esta edición de la obra de Li y como el mismísimo catálogo de la Biblioteca Nacional reconoce, haciendo caso omiso a las conclusiones de éste e indicando que se trata del Repertorio de los tiempos, a partir del modelo descriptivo del incunable I-2470, de la edición zaragozana de 1495. Sobre esta hipótesis errada y sobre el desconocimiento de la editio princeps que Haebler ya había recogido, funda sus argumentos, que, en última instancia, se vuelven contra él: «Considero poco probable que, una vez dado el Lunario con las aclaraciones y complementos de Andrés de Lí, que lo hacían asequible a las masas, le daban interés cotidiano y demostraban su utilidad para la vida práctica, siguieran publicándose los áridos y secos Lunarios sueltos».126 Si eso es así —y no lo comparto sensu stricto—,127 constatando hoy la existencia fehaciente de una edición conjunta de ambas obras ya en 1492 y teniendo que haber tenido noticia de ella a través de Haebler, sus conclusiones caen hoy y caían entonces por su propio peso: «el Granollachs de 1488 no fué el que originó el libro de Andrés de Lí y su prólogo. Por lo menos no existe rastro de ello. Por otra parte, su existencia legitima las frases del prólogo, ya que aquel Lunario de 1488 fué impreso en Zaragoza. No es raro que esos conceptos corrieran sin modificarse de unas ediciones a otras, aunque no «pegaran». Hay varios otros casos análogos».128 Tal vez, si hubiese consultado directamente la copia manuscrita del impreso del Repertorio de los tiempos de Fadrique de Basilea, incorporada al final del cancionero EM6 (El Escorial, K-iii-7),129 habría dudado de sus conclusiones. El padre Melchor de Antuña, bibliotecario de El Escorial en aquel entonces, le informó de que esta copia no 124. Haebler, Bibliografía ibérica..., ob. cit., p. 360, nº 201bis. 125. De los que el pretendido impreso del lunario sería anterior al del Repertorio: «El que tengamos información doble y en absoluto independiente entre sí, que es prueba bastante, sobre un Andrés de Lí de 1493, junto con la aparición del incunable que nos ocupa, de ese mismo año, hace presumir que fué ésta, u otra de fecha anterior, pero muy próxima, la que generó el Reportorio», Artíñano, ob. cit., p. 238. En su catálogo de impresos, aportado al final de su trabajo, distingue entre ambos, a los que denomina, respectivamente, k y l: «k) en castellano. La nuevamente descubierta, s. l. n. a.: pero en Burgos, por Fadrique de Basilea). l) en castellano. Incluída en el Reportorio de Andrés de Lí (Hain, 13873. Probablemente la misma del manuscrito de El Escorial. Haebler, 201bis)», Ibid., p. 241. 126. Ibid., pp. 238-239. 127. Porque, con sus matices, la edición de 1493 es ejemplo de lo contrario, como explicaré en otro contexto. 128. Ibid., p. 238. 129. Según la sigla convencional establecida por Brian Dutton, El cancionero del siglo xv (c. 13601520), 7 vols., Salamanca, Universidad de Salamanca, 1990-1991 («Biblioteca Española del Siglo

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contenía el famoso prólogo de Andrés de Li, que sí que abría la edición impresa del Repertorio de los tiempos de 1493,130 como confirma el ejemplar conservado en la Hispanic Society of America, cuya mutilación no afecta a éste.131 No hay ninguna circunstancia extraña en el proceso de copia, sino que el dato de partida de la argumentación de Artíñano —uno de ellos— es erróneo, porque la copia manuscrita de la edición de 1493, sí que recoge el prólogo en el f. 242r-v de este códice facticio, del cancionero EM6:

Fig. 6 xv»).

Para el estudio codicológico del cancionero, véase Josep Lluís Martos, «El cancionero EM6 (Real Biblioteca, El Escorial, K-iii-7): estudio codicológico», en prensa. 130. «Se descubrió en El Escorial una copia manuscrita de otra edición del Andrés de Lí, esa vez por Fadrique de Basilea, en Burgos, a 21 de mayo de 1493 (antes referida), edición ya citada por Hain al núm. 13.873. El digno bibliotecario actual de El Escorial, padre Melchor de Antuña, me comunica que no contiene el Prólogo copiado por Hidalgo de la edición por Juan de Burgos de 1495, prólogo que se repite a la letra en la edición zaragozana de este mismo año. La omisión del prólogo o dedicatoria podría ser muy significativa. Es en él donde se leen las bien explícitas palabras: “vna obrezilla pequeña: llamada lunario: notada & impressa en aquesta nuestra muy noble cesarea & augusta ciudad”; frases que motivaron el que Hidalgo (y tras él Haebler) atribuyeran a Zaragoza la impresión del Granollachs que engendró el Repertorio de Andrés de Lí. No quiero deducir consecuencias de esta omisión, porque la copia manuscrita puede ser incompleta. Si el ejemplar hubiera sido impreso, la circunstancia tendría valor decisivo», Artíñano, ob. cit., pp. 235-238 sic. 131. Según me informa su director, John O’Neill, en correo electrónico de 25 de abril de 2014: «El ejemplar que posee la Hispanic Society está incompleto: faltan las hojas d1, d8, e5: la colación de la primera parte es: a-b8 c10 d8 e6; seguida de otras 32 hojas que no llevan ni signatura ni foliación. Es de tamaño 4to, con encuadernación moderna reciente. No tenemos ninguna información de su procedencia salvo que perteneció a la biblioteca de Archer M. Huntington, fundador de la Hispanic Society».

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La existencia de una edición del Repertorio de los tiempos en Zaragoza y en 1492, de cuya noticia ya disponía Gervasio de Artíñano,132 era suficiente para descartar que un pretendido impreso independiente del lunario castellano de Granollachs en Burgos, fechado en 1493, no podría haber sido el motor del nuevo proyecto editorial, por algo tan evidente como que un año antes ya se había materializado en las prensas de Hurus. Y eso es así, a pesar de no conservar el cuaderno que lo contenía en el ejemplar de la editio princeps, por tres razones, fundamentalmente: a) porque, como he demostrado, la impaginación de este impreso y la de la segunda edición de Hurus (1495), que lo utiliza de original de imprenta, es prácticamente idéntica, sobre todo en los primeros cuadernos, y eso da cabida material al prólogo en cuestión; b) porque las referencias a la ciudad de Zaragoza, como lugar de impresión del lunario de 1488 y de redacción del prólogo, a través del fórico «aquesta», cobran así pleno sentido; c) y, finalmente, porque, como demostraré en otro contexto, la edición del Repertorio de los tiempos de Fadrique de Basilea en Burgos sigue muy estrechamente la princeps, hasta el punto de que los grabados de sus letras capitales son puras imitaciones de la de 1492, más cercanas, incluso, que las de 1495 del mismísimo Hurus. Por todo ello, el impreso del lunario castellano de Granollachs que originó el Repertorio de los tiempos y que se cita en su prólogo es, sin lugar a dudas, la edición zaragozana de Juan de Hurus de 1488, como ya intuyó en su día quien descubrió el único ejemplar conservado de ésta.133 Y, así, el nacimiento del proyecto editorial se vislumbra con mayor claridad, como veremos a continuación.

El origen del proyecto editorial: la relación Andrés de Li y Pablo Hurus Llegados a este punto y habiendo restaurado la edición de 1488 del lunario castellano de Granollachs como aquel impreso al que se refería Andrés de Li en el prólogo del Repertorio de los tiempos, no puede pasarnos desapercibido — porque es una premisa fundamental— que salió de las prensas de Juan Hurus,

132. Y es extraño que no la cite, porque la virulencia de su glosa a Haebler supone un conocimiento de toda la información aportada por éste al respecto. 133. «Es, pues, muy probable, casi seguro, que ésta sea la primera edición castellana de la obra de Granollachs, á que se refería Andrés de Li en el prólogo de su Repertorio, y cuya existencia nadie ha podido hasta ahora comprobar, por carecer dicha edición de las indicaciones de lugar y año», Fernández Álvarez, ob. cit., p. 419.

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durante los años en que se encargó del taller familiar,134 al menos desde el 28 de julio de 1486, cuando se le nombró procurador de los negocios de este último y hasta una fecha indeterminada, entre el 10 de mayo de 1490 —la última vez que se le documenta— y el 12 de enero de 1491, momento en el cual su hermano Pablo ya se encontraba de nuevo en Zaragoza, a cargo de su taller. El abandono de la ciudad durante ese período por parte de Pablo Hurus se atribuye a su estrecha relación con los conversos, que lo llevó a emprender «una prudente retirada»,135 lo que no es baladí para el objeto de este trabajo, pues Andrés de Li pertenecía a ese estrecho círculo de colaboradores136 y parece claro que habría llegado a ser perseguido por motivos religiosos, como se deriva del documento nº 229 de Pallarés,137 fechado el 29 de marzo de 1490, en el que se dejaba constancia de que «Andres Eli havia muchos dias staba preso por la Santa Inquisicion».138 Sabemos muy poco de Andrés de Li, pero debió de ser un converso y tenemos constancia de que vivía en la misma parroquia zaragozana en la que se encontraba el taller de los Hurus, la de San Gil. No es insignificante que aparezca como Andrés Eli o Andrés de Eli en la documentación coetánea,139 como concreta José Fradejas Lebrero.140 Nadie, sin embargo, explica la razón de tal cambio antroponímico al llegar a la imprenta, que mucho tendría que ver con el carácter converso del personaje y con el origen hebreo del apellido: «Eli» ‘ángel’, que da lugar, como sufijo «Iel», a nombres tales como Gabriel, Ezequiel, Nathaniel, etc. Laura Delbrugge, con otros fines 134. Para la etapa de Juan Hurus como responsable de la imprenta, véase Miguel Ángel Pallarés Jiménez, La imprenta de los incunables de Zaragoza y el comercio internacional del libro a finales del siglo xv, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2003, pp. 97-109, que, sin embargo, no recoge datos ni noticia de la impresión del Lunario en castellano de Granollachs más que como ficha 25 del catálogo final (ibid., pp. 851-852). Para la primera etapa de Pablo Hurus en España y, especialmente, en Zaragoza, véase Romero Tobar, ob. cit., pp. 562-563 y Pallarés, ob. cit., pp. 61-96. 135. Romero Tobar, ob. cit., p. 564., n. 12. 136. «Indagaciones pormenorizadas podrían perfilar la hipótesis sobre la condición de judíos conversos que se adjudica al grupo intelectual del que se rodeó el impresor germano», ibid., p. 565. 137. Ibid., p. 181. 138. Ibid., p. 694. 139. Ibid., p. 181. 140. «Tanto en el poder que da para su matrimonio (14 de enero de 1478) como en sus capitulaciones matrimoniales (29 de enero de 1478), como en su primero y segundo testamento (1480 y 1521) él se denomina Andrés de Eli. No obstante en todas sus publicaciones, en casa de Pablo Hurus se le denomina Li. Estamos pues autorizados para considerar que personalmente se llamaba a través de toda su vida Eli —o de Elí— y adoptó para sus publicaciones, quizá para evitar cualquier tipo de errores, el nombre de Andrés de Li», José Fradejas Lebrero, «Andrés de Li 1455?-1521», en Actas del xiii Congreso Internacional de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval (Valladolid, 15 a 19 de septiembre de 2009). In Memorian Alan Deyermond, 1, ed. José Manuel Fradejas, Déborah Dietrick, Demetrio Martín, Mª Jesús Díez, Valladolid, Ayuntamiento de Valladolid-Universidad de Valladolid, 2010, pp. 67-84, p. 67.

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que veremos, justifica la genealogía catalana del apellido, que no documenta, pero que intenta explicar con argumentos poco sólidos.141 Me parece mucho más lógico, sin embargo, su origen hebreo y su modificación para la difusión impresa, desde presupuestos conversos. Andrés de Li es uno de tres colaboradores del taller de Pablo Hurus recogidos por Pallarés,142 aunque es mucho más desconocido que, por ejemplo, Gonzalo García de Santa María.143 Estos intelectuales cercanos a Pablo Hurus son, sin embargo, bastantes más, cuya nómina amplía Romero Tobar: «Ciudadanos notables como Gonzalo de Santa María y Andrés de Li y clérigos regulares o seculares, como fray Gauberte Fabricio de Vagad, Mosén Martín Martínez de Ampiés o Martín García. Van a ser los más frecuentes escritores / o traductores de una imprenta en la que se publican textos de primer orden en el horizonte de la literatura castellana de finales de la Edad Media».144 Pablo Hurus, Andrés de Li y Gonzalo García de Santa María se conocían, al menos, desde 1478, porque, entonces colaboraron, haciendo estos últimos de contacto entre los editores y el impresor para el proyecto editorial de la Biblia castellana de Calatayud, salida de las prensas en aquel año y de la que se documentan, al menos, 79 ejemplares: «Los cristianos nuevos bibilitanos recibirían a través de los conversos de Zaragoza, Gonzalo de Santa María y Andrés Eli, o de amigos y conocidos comunes, de la labor como impresor de Pablo de Constanza y resolvieron hacerle un encargo de capital importancia por el significado que para ellos tenía el libro que querían se imprimiera según un determinado original y cuya lectura iba a acarrearles no pocos disgustos y problemas en el futuro».145 Li y Hurus debían de conocerse ya entonces y, probablemente, mucho tuvo que ver en ello Gaspar Coldort, casado con Aldonza Eli, porque parece tratarse de su cuñado y, en ese caso, llamaría la atención que fuese también de origen alemán y que hubiese sido nombrado procurador por Pablo Hurus en 1478,146 lo que avala una relación ya consolidada entonces.

141 «The Diccionari català-valencià-balear does not list Li or Lli as a Catalan family name but it does list two uses of Lli: one means ‘linen’, and the other is a toponym. In fact, the Coll de Llí is a mountain pass in the Eastern Pyrenees, to the north of the town of Maçanet de Cabrenys, in the northwestern part of the Alt Empordà. It is possible that Li’s family, or even Li himself, was originally from this area in Catalonia», Delbrugge, El reportorio..., ob. cit., p. 18. 142. Pallarés, ob. cit., pp. 181-182. 143. Para lo que es muestra evidente la descompensación bibliográfica que ofrece Romero Tobar (ob. cit., p. 564, n. 13). 144. Ibid., pp. 564-565. 145. Encarnación Marín Padilla, «Pablo Hurus, impresor de Biblias en lengua castellana en el año 1478», Anuario de Estudios Medievales, 18 (1988), pp. 591-603, p. 592. 146. Pallarés, ob. cit., p. 181.

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Que fue el taller de los Hurus el que impulsó la traducción del lunario de Granollachs con fines comerciales —demostrado su éxito editorial en catalán, italiano y latín—, parece quedar fuera de toda duda, porque responde a estrategias comerciales que son propias de los Hurus, que, a menudo, se involucran en los proyectos como editores propiamente dichos147 y no sólo como impresores.148 Incluso van más allá, porque Pablo Hurus encarga la composición de ciertas obras a autores cercanos o llega a traducir otras él mismo.149 Uno de ellos fue, efectivamente, Andrés de Li. La participación de Li en el proyecto debió de ser un encargo, consistente en la redacción del Repertorio de los tiempos propiamente dicho: un texto introductorio que enriqueciera un impreso desde la perspectiva astrológica y desde aplicaciones cotidianas, incluso medicinales, que se añadieron al calendario en su masiva difusión impresa. Su vigencia desde 1488 hasta 1550 habría saturado una parte importante del mercado, que, sin embargo, al añadir tal cantidad de materiales, justificaría una nueva adquisición en su edición de 1492. Se trata de una estrategia básica y frecuente en la imprenta antigua, como lo es también la adición de grabados, que este incunable lleva a extremos cuantitativos y cualitativos notables, por lo que vería incrementado considerablemente su valor: las ilustraciones enriquecían el producto, haciéndolo no sólo más preciado estéticamente, sino también encareciéndolo económicamente. Se trata de unas muy pensadas estrategias comerciales, de mercado,150 que dieron sus frutos, en vista a la cantidad de ediciones que se hicieron en los años inmediatos y durante el siglo siguiente. 147. «Puede asegurarse que en las imprentas peninsulares del xv no existe un clima de colaboración entre autores y editor tan estrecho como el que patrocina Pablo Hurus durante la última década del xv en Zaragoza, clima que, salvando las distancias, podría parangonarse con las trascendentales tertulias humanísticas que viven en torno a las imprentas venecianas de Aldo Manuzio o, poco más tarde, de Gabriel Giolito», Romero Tobar, ob. cit., p. 565. 148. «Early printing was a costly venture, even more so for the printer who also acted as his own publisher as Hurus did. Type, labor, distribution and especially paper were huge costs so a printer had to have considerable capital, either from his own funds, or, more frequently, through the financial backing of one or even several wealthy patrons. Li appears to have been such a patron, or at the very least used his connections within the Zaragozan business community to secure financial support for Hurus’s publishing operation», Delbrugge, «Ties that Bind...», ob. cit., p. 43. 149. «He was a noted humanist, involved in all aspects of his imprenta, and often solicited texts for production from authors within his community. In addition, he translated numerous works himself», ibid., ob. cit., p. 42. 150. «These images greatly increased the potential market for the Reportorio, as they appealed to both the literature and illiterate alike. The Reportorio de los tiempos is testimony to Hurus’s business savvy. He not only included his previously published Lunari verbatim within its pages, but he also used illustration to boost the Reportorio’s marketability, in addition to choosing a work from a genre that had demonstrated public appeal, the almanac», ibid., pp. 44-45.

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En definitiva, un proyecto editorial de tales características debió de surgir directamente de Pablo Hurus, en busca de nuevos incentivos de mercado, para lo que encargó a Andrés de Li la redacción del Repertorio de los tiempos, de manera que «the Lunari to Lunario to Repertorio de los tiempos evolution is an interesting demostration of the process by which texts were created in the Hurus editorial enterprise, namely how the production of one text could inspire another».151 Interpretarlo de otra manera negaría el protagonismo de Pablo Hurus como artífice de un proyecto comercial, que seguía los parámetros de actuación habituales de este taller. De ahí se deriva el tono de Li al referirse en su prólogo al lunario de Granollachs, en estos términos: «No entienda señor su merced: que sean defectos en lo que el auctor scriuio: ca ansi dios me salue es ello tan bueno: que meresce mucho ser alabado». Dudo, sin embargo, que este tópico prologal escondiese lo que se ha interpretado a partir de estas palabras de Haebler en relación a la edición castellana del Granollachs de 1488: «Parece ser la primera edición en castellano, pero se prueba por algunas palabras que es versión de un original en catalán. ¿La precedió una edición catalana impresa?».152 De esta idea y de alguna sugerencia reciente153 parte Laura Delbrugge para sugerir, en primer lugar, la posibilidad de que la traducción castellana del lunario fuese obra del mismísimo Andrés de Li154 y, en segundo lugar, para defender la hipótesis de una posible —y poco probable—155 edición catalana del Repertorio de los tiempos previa a la editio princeps castellana objeto de este trabajo: «There may have been a Catalan version from 1488 entitled Lunari i repertori del temps» y es de ahí que «a logical conclusion would be that Li may have rendered the original Catalan document into Spanish».156 151. Ibid., p. 44. 152. Haebler, Bibliografía ibérica..., ob. cit., p. 361, nº 303bis. 153. Chabás & Roca, ob. cit., p. 93. 154. «The Reportorio included the verbatim reproductions of a translated Catalan text, the Lunari, by Bernat de Granollachs, and it is possible that Hurus employed Li to complete the translation of Granollachs’s Lunari from Catalan into Spanish sometime between the first publication of the work in Catalan (1485) and the Hurus version in Spanish (1488)», Delbrugge, «Ties that Bind...», ob. cit., p. 43-44. 155. Así lo cree también, de hecho, Lluís Cifuentes: «No sembla haver-hi raons per suposar, tal com s’ha fet recentment sense cap base documental, que Andrés de Li, un autor d’altra banda desconegut però “ciudadano de Çaragoça” segons els impressors», hagués estat català i que la primera edició conjunta del seu Repertorio i del llunari de Granollachs s’hagués realitzat en aquesta llengua», Cifuentes, ob. cit., p. 201. 156. Delbrugge, El reportorio..., ob. cit., p. 16. Aunque aduce para ello los catalanismos incluidos en la sección del Repertorio de los tiempos propiamente dicho —puput, camas, polze, morgonar y tramuços, Ibid., p. 19—, el estudio lingüístico que aporta en su argumentación es muy superficial y

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No es fácil de compartir esta hipótesis, porque dice éste en su prólogo al Repertorio de los tiempos que le ha llegado recientemente a las manos un ejemplar del impreso de la obra castellana de Granollachs, que supuso el punto de partida para el proyecto editorial de Pablo Hurus, materializado en 1492. Aunque el tópico del «libro encontrado» sea propio del género prologal, para justificar la redacción de una obra —de su Repertorio propiamente dicho—, dudo mucho de que Andrés de Li, habiéndolo traducido, se hubiese referido al Lunario de 1488 como algo ajeno, porque muchos habrían tenido constancia de ello. Andrés de Li publicó otras dos obras en el taller de Pablo Hurus, ambas posteriores a la editio princeps del Repertorio de los tiempos: la Suma de paciencia (1493) y el Tesoro de la Pasión (1494). De las tres se hicieron reediciones: la de 1495 del Repertorio de los tiempos;157 una de la Suma de paciencia a cargo de Jorge Coci (1505), uno de los impresores que se hizo cargo del taller de los Hurus; y otra del Tesoro de la Pasión entre 1496 y 1498. La Suma de paciencia está dirigida a Isabel de Castilla y de Aragón, con las lecturas consolatorias que se derivan para la joven viuda, y el Tesoro de la Pasión se dedica a los Reyes Católicos,158 buscando «the approval and support of King Fernando and his family, something he [Pablo Hurus] had done in previous productions».159 El reconocimiento del servicio público del taller de Hurus ha sido interpretado por Romero Tobar como parte de un programa político-cultural,160 en el que el control del tiempo no deja de ser una pieza clave y, más allá de la dedicatoria al mercader Pedro Torrero y sin obviar el importante aspecto comercial, en ese mismo marco se podría haber concebido también el Repertorio de los tiempos, que ennoblecía el lunario castellano de 1488 en contenidos y en ilustraciones.

requeriría un análisis más pormenorizado, además de que, pudiéndose tratar de un aragonés el autor y sin conocer el origen geográfico de éste, es muy arriesgado extraer conclusiones de este tipo. 157. Pallarés no conoce ninguna otra externa a este taller hasta las impresas «en Burgos, en 1531, en Zaragoza en 1534 y 1546, y en Sevilla en 1755», Pallarés, ob. cit., p. 182. 158. Delbrugge, «Ties that Bind...», ob. cit., pp. 45-47. El análisis de Fradejas Lebrero (ob. cit., pp. 70-71) al respecto es algo más sucinto, aunque remito también a él. 159. Delbrugge, «Ties that Bind...», ob. cit., p. 45. 160. «La alabanza de los habituales de la casa denota un reconocimiento al servicio público realizado por Hurus, pero también sugiere unas relaciones personales en las que, más allá o más acá de lo estrictamente privado, se pergeña un programa político-cultural en la que destaca la figura y la significación del monarca Fernando y su familia», Romero Tobar, ob. cit., p. 567.

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