La edad del bronce en el Camp de Morvedre: El Pic dels Corbs de Sagunt

July 7, 2017 | Autor: A. Barrachina Ibañez | Categoría: Territorio
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Descripción

BRAÇAL

Núm. 47

2013

La Edad del Bronce en el Camp de Morvedre: El Pic dels Corbs de Sagunt Amparo Barrachina Ibáñez *

1.

Introducción. La Edad del Bronce y El Pic dels Corbs

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a expresión “Edad del Bronce” define un plazo temporal concreto, el del tránsito humano desde su Prehistoria lítica a la Protohistoria. Se lo debemos a C. J. Thomsen (1788-1865). Él fue el creador del concepto de las Tres Edades con el que la arqueología contemporánea pudo comenzar a estructurarse. El danés, empirista, entendía el progreso humano a partir de criterios tecnológicos, por eso, al clasificar los objetos que conformarían el Museo Nacional de Dinamarca advirtió, en 1820, que éstos podían agruparse en tres momentos –en tres edades– en los que la piedra, el bronce y el hierro se convertían, paulatinamente, en los materiales primordiales para ese desarrollo técnico y, por ende, humano. El concepto de las Tres Edades, hoy día está sobradamente criticado. Es simple, limitado a lo material y eurocentrista, la propia dinámica de la arqueología hizo que acabara desechándose. No obstante, su impronta quedó grabada en los mismos estudios que lo cuestionaron. Precisamente, la propia expresión Edad del Bronce­ quedó perpetuada. Sin embargo, su uso actual se hace desde una matización considerable­ respecto a la visión decimonónica. Por eso, a pesar del título de nuestro artículo, ni nos referimos al concepto original del término ni nos circunscribimos al de su nueva concepción. El estudio postlítico de El Pic dels Corbs requería de un



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SIAP. Diputación de Castellón.

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abanico temporal más amplio, el que comienza en una Edad previa, inexistente en la época de Thomsen, el Calcolítico, o Edad del Cobre. Éste, siguiendo la lógica clásica, hace referencia al uso del cobre como materia prima durante el III milenio aNE. Se relaciona con la intensificación agrícola y ganadera respecto al periodo precedente, el Neolítico, así como con la consolidación de los poblados al aire libre en amplias zonas peninsulares­. Es desde ese Calcolítico desde donde enlazamos con lo que hoy día se conoce como la Edad del Bronce, la etapa cultural que transcurre entre el 2500 y el 800 antes de Nuestra Era, es decir entre 4500 y 2800 años hacia atrás desde nuestro presente. En este devenir temporal se producirán los cambios en la organización social que transformarán a las sociedades formadas por pequeños grupos de agricultores y pastores, con fuertes vínculos locales, en otras en las que comienzan a destacar agrupaciones quasipolíticas a una escala relativamente grande. Si en el inicio de la Edad del Bronce, siguiendo la estela de la del Cobre, la presencia de objetos materiales que destacaran a algún personaje respecto al resto de su grupo con representaciones del poder es inexistente, al finalizar la etapa aparecen sobradamente símbolos materiales de un estatus diferenciado. Este proceso no se produjo de una forma homogénea en todas partes. La rapidez de los cambios a lo largo de los 1700 años que dura la etapa del Bronce dependerá de un amplio conjunto de factores tanto naturales –la geografía, el paisaje, el clima…– como imputables a la acción humana. Entre los antrópicos hay que destacar la explotación de las riquezas potenciales de la tierra y las nuevas posibilidades que se abren de entrar en contacto grupos humanos diferenciados por la oferta y la demanda minero-metálica. El incipiente comercio no sólo intercambia bienes materiales ansiados por las partes que lo practican, también se convierte en una fuente de innovación material e inmaterial. Se intercambian productos pero también información, tecnología, costumbres, modas… que modifican drásticamente las culturas locales. En ese lapso de tiempo se pasa de una escasa presencia inicial de metales a un periodo de transición a la Edad del Hierro donde estos son muy abundantes. Se comienza traficando con cobre puro –la base para conseguir bronce– y se acaba produciendo e intercambiando bronces de gran calidad en grandes cantidades, lo que implica un mejor conocimiento técnico de su producción y uso. De la misma forma, el oro y la plata, comerciados en mucha menor medida que el cobre al principio del periodo, cuando acaba son comunes. La Edad del Bronce, pues, se convierte en una encrucijada fundamental para la humanidad. El fenómeno se da en todo el planeta y, a partir de él, nuestra especie toma una vía señalada por las sociedades desiguales, la competición sobre la cooperación y el recurso a la violencia como respuesta inmediata a los conflictos. El Pics dels Corbs es nuestro laboratorio más próximo para estudiar cómo se produjo esa transición. Su larga secuencia, ininterrumpida, nos permite apreciar la evolución sobre el yacimiento y sobre un territorio mucho más amplio, el comarcal conformado por la cuenca del Palància y, por extensión a un territorio peninsular mucho más considerable, el que abarca el espacio comprendido entre el Mediterráneo y las estribaciones orientales del Sistema Ibérico, en sus ramales aragonés y castellano –en su dimensión este/oeste– y por las cuencas del Palància y el Ebro, de sur a norte.

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Vista del Pic dels Corbs desde el norte. Al fondo el puerto de Sagunto.

2.

Un espacio geográfico ubérrimo para un yacimiento rico

El Camp de Morvedre forma parte de la cuenca del Palància. Reúne los municipios que se encuentran en la parte baja de su curso y en su desembocadura. Se caracteriza por un paisaje de montañas abruptas de alturas medias, que pasa en un breve piedemonte a una reducida cuenca sedimentaria que forma la llanura litoral. Su espacio físico se define por la variedad y el fuerte contraste de elementos del paisaje: montañas que no superan los 700 metros; valles estrechos excavados por el río y su cuenca hidrográfica, barrancos o ramblas; el llano litoral con dos humedales separados por el delta del Palància y dieciséis kilómetros de playas formando cordones de arena que cierran las marjales a la influencia marina. Las etapas más antiguas de la prehistoria no aparecen representadas en él. Sólo conocemos de la existencia de restos del Paleolítico Inferior en la cuenca alta del río y del Superior en la Balsa de la Dehesa de Soneja en su cuenca media, es decir hace unos 10.000 años BC (Casabó, Rovira, 1981). Esta ausencia de datos está en relación a las fluctuaciones que en aquellos tiempos experimentara el mar, con diversas fases de transgresión y regresión de la línea de costa. La última de ellas es la Flandriense que tiene lugar al inicio del Holoceno, hace unos 10.000 años aproximadamente. Con ésta se forman las albuferas que hoy conocemos, pues se acompaña de la aportación de gran cantidad de sedimentos que provocaron el crecimiento del cordón litoral o

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restinga, hasta crear verdaderos lagos interiores de agua marina. Estos pasaron a lagos­de agua dulce como producto de las avenidas de su cuenca vertiente –barrancos y arroyos– o de aportes subterráneos. Del Neolítico tampoco tenemos conocimiento, aunque es posible que en el llano litoral pudieran haber existido grupos humanos asentados. De hecho conocemos su existencia en otros ámbitos similares como es el caso de la Ribera de Cabanes (Flors, Sanfeliu, 2011). Además de contar con pinturas rupestres que podrían datarse entre en el Neolítico y la Edad del Bronce en el Barranc del del Diable (Ripolles, 1990), barranc del Llop (Barrachina, Viñals, 1998), Santo Espíritu (Pellejero, 1971; Aparicio, 1977) o la Coveta de l’Aigua Amarga. Las cuales de manera indirecta nos señalan la ocupación de la comarca por unas gentes que, de momento, no han dejado otra huella.­ Como apuntábamos en la introducción, es a partir del Calcolítico o Eneolítico cuando la actividad humana comienza a intensificarse y, en consecuencia, la información que recibimos de aquellos tiempos tan remotos empieza a incrementarse con un número más numeroso de yacimientos. Destacan algunas cuevas de enterramiento que nos indican su presencia. Así, la Cova de la Collita en Quart de les Valls, la covacha del Monte Picaio en Sagunto. Posiblemente con una ocupación del llano litoral o pequeños valles interiores. En la misma línea ascendente, la Edad del Bronce significara para la comarca una intensa ocupación. Por fin, pues, de entre los numerosos yacimientos de esta época encontramos El Pic del Corbs. El yacimiento corresponde administrativamente al término municipal de Sagunt. Puede verse a unos 4 Km. al norte de su núcleo urbano, a la izquierda de la desembocadura del Palància. Está ubicado en un cerro que recibe el mismo nombre, El Pic dels Corbs, aunque también se le conoce como La Muntanyeta de Pasqua. Tiene una altitud de 239,5 metros y se localiza en el extremo sur de la Vall de Segó, siendo el punto más avanzado de la Muntanya de Romeu. Fue descubierto en los años 50 del siglo XX por Facundo Roca. Pronto tomó relevancia y pasó a formar parte de la bibliografía de la época al aportar una de las primeras fechas de C-14 (Vega, 1964; Tarradell, 1965), así como un rico elenco cerámico. Con ello Tarradell estableció las primeras diferencias entre los ítems Eneolíticos de los propios de la Edad del Bronce (Tarradell, 1969). Casi una década después, el Pic dels Corbs también participó en la propuesta de periodización de los Campos de Urnas realizada por Almagro Gorbea (Almagro, 1977). No es si no a finales de la década de los 80 cuando pude iniciar una serie de doce campañas de excavación sistemáticas que concluyeron el año 2000. Tres años después se procedería a la consolidación de las estructuras de una de sus fases más llamativas. Tomando el cerro como punto central se puede observar que el territorio que lo circunvala, compuesto en un 40/45 por cien de montaña hacia el interior y en un 50/55 por cien de llano litoral, puede recorrerse a pie en un plazo de entre una y dos horas (Fig. 1). En su máximo desplazamiento, de dos horas, se llega a alcanzar por el este la playa, la desembocadura del Palància y los humedales situados a ambos lados del cono aluvial. Por el oeste alcanzan el tramo del Palància entre Torres-Torres y Sagunt. Por el sur y norte llega hasta las estribaciones costeras de las sierras Calderona y Espadán respectivamente. El espacio recorrido en una hora queda en su mayoría en la orilla izquierda del Palància, articulándose en torno al área meridional del marjal de Almenara.

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Figura 1.- Área de captación de recursos del Pic dels Corbs. Beige: una hora de recorrido a pie. Grana: dos horas de recorrido a pie. Se incluyen los diversos yacimientos de la misma época.

La zona montañosa que queda en la mitad oeste del cerro, constituye un conjunto de bloques triásicos que forman parte de las estribaciones de la sierra de Espadán. Está surcada por barrancos y arroyadas que descienden en una gran pendiente. La vegetación propia de este medio está muy degradada en la actualidad pues las laderas de la Muntanya de Romeu o han sido abancaladas, o urbanizadas o incendiadas. La mejor vegetación se conserva cuanto más nos alejamos del litoral. El territorio descrito se incluye dentro de la provincia corológica cata!ano–valenciano–provenzal–balear, en el sector valentino-tarraconense, dentro del piso bioclimático termomediterráneo con un ombrotipo seco. La vegetación potencial que le corresponde es la del carrascal termófilo (Rubio longifoliae - Quercetum rotundifoliae sigmentum). De los estudios antracológicos y palinológicos se deduce que la transformación de los bosques naturales de quercineas y pinos comenzó muy atrás en el tiempo, aumentando la extensión natural de los pinares (favorecidos por las repoblaciones forestales) en detrimento de los carrascales. Los cambios que se han producido son difíciles de evaluar por la falta de datos históricos. Sólo conocemos una nota de época histórica que nos aporta Pérez Puchal en la que nos dice “ (….) En un tomo manuscrito, sin fecha, que se conservó en la biblioteca del convento de Sancti Spiritu del Monte hasta su desaparición durante la guerra civil, (…), se dice que al tiempo de la fundación de este

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Detalle de la ubicación de los sectores W y N-NW del cerro del Pic dels Corbs.

convento,­ en 1404, se hallaba todo el terreno cubierto de espesura, con pinos, encinas y otros árboles silvestres” (Pérez Puchal, 1968, 63). Los estudios paleobotánicos de El Pic dels Corbs se reducen a restos antracológicos y semillas encontradas en excavación. Esta limitación en los datos, se compensa por el estudio realizado en la turbera junto al Estany Gran d’Almenara (Parra, 1982; Planchais y Parra, 1984) y los estudios de carbones del cercano yacimiento de Les Raboses en Albalat dels Tarongers, situado a tres kilómetros del ápice del delta del Palància. En este yacimiento se han identificado hasta diecinueve taxones diferentes, destacando porcentualmente la presencia de Quercus ilex, Pinus halepensis, Olea europaea, Arbutus unedo, Pistacia lentiscos y Quercus sube (Grau, 2000: 48-39). En El Pic dels Corbs sólo se han identificado tres taxones: olivo-acebuche (Olea europea), carrasca-coscoja (Quercus ilex-coccifera), Leguminosae sp. (especie de la familia de las leguminosas que no ha podido ser identificada). Los restos recuperados suponen un total de 294 carbones, siendo el taxón predominante el Quercus ilex-coccifera­, en la Fase III. Sin embargo es necesario señalar que es justamente esta fase la que ha aportado la mayoría del conjunto de carbones (81,3%), mientras que el 12,92% corresponde a la Fase V, en unidades muy superficiales, y el 5,78% a la Fase Ib (Haro, 2004: 329). Independientemente de la pobreza de los datos antracológicos de los que se dispone, son los resultados obtenidos en la turbera de Casablanca-Almenara los que

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Figura 2.- Topografía del Pic dels Corbs con indicación de los sectores y las excavaciones.

mejor reflejan la evolución de la vegetación. Dichos estudios señalan la existencia de bosques mixtos de coníferas y frondosas desde el 6000 BP, con el dominio de Quercus sobre Pinus entre 5300+/- 100 BP y 4800+/-90 BP, cronología en la que el polen arbóreo tiene una tasa del 80%, y se mantiene durante el 4700-2200 BP. No será hasta el cambio de Era cuando empiece a producirse la aceleración de la deforestación y aridez de esta subcomarca, que se asocia a la intensificación de la agricultura a partir de época romana. Estos datos concuerdan con la abundante presencia de Quercus en la Fase III de El Pic dels Corbs, mostrando un paisaje poco transformado en fechas que van del 3200 +/- 100 BP al 2870 +/-80 BP, que son las obtenidas con los carbones de dicha fase.

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Así las cosas, se hace evidente que el poblado se asentó en el centro de un medio ecológico diversificado, o sea, rico y variado, disfrutando tanto de un bosque mixto de coníferas y frondosas, poco degradado, que ocuparía también el piedemonte, y de zonas abiertas ricas en pasto alrededor de la albufera, donde la agricultura y la ganadería podían desarrollarse sin afectar en exceso el medio. En consecuencia, disponía­ de los recursos naturales adecuados para que un colectivo humano radicado en aquel cerro pudiera disponer de generosos recursos de vida y progreso social. Veámoslo.

3.

El Pic dels Corbs. Síntesis de la evolución de su secuencia

La particularidad que destaca al Pic dels Corbs por delante de otros poblados es la larga secuencia que contiene su estratigrafía. Las doce campañas realizadas nos han proporcionado una sucesión de fases de ocupación que abarcan desde el inicio del II milenio hasta el primer tercio del I milenio, con algunas ocupaciones posteriores puntuales (romanos, islámicos, guerra civil). El poblado se articula en diferentes terrazas, pues las pendientes condicionan las posibilidades constructivas. Las dos terrazas excavadas por el Centro Arqueológico Saguntino bajo la dirección del Servicio de Investigaciones Prehistóricas del Museo de Prehistoria de la Diputación de Valencia se encuentran en la parte más alta del cerro y miran hacia el oeste (sector W). Las terrazas que excavamos nosotros se encuentran al noroeste (sector NW) y al sur (sector S). La primera (NW) como continuación de las realizadas por el CAS; la segunda área (S) como consecuencia de la construcción del vertedero de residuos solidos (Fig. 2). Sus principales características se presentan estructuradas por fases. Las denominadas por nosotros fases hacen referencia a la sucesión superpuesta de ocupaciones del cerro. La fase I, la más antigua, esta dividida en dos, A-B. Con ello tratamos de señalar que aunque estamos en un mismo momento cultural hemos visto dos etapas constructivas diferentes. También recordar que no todas las fases aparecen en todas las terrazas. Fase IA: Bronce Antiguo, del 2400 hasta el 1900 cal BC // 2000/1900- 1700 aNE: La secuencia del Pic dels Corbs se iniciaría entorno al cambio del III al II milenio, en fechas convencionales, mientras que en fechas calibradas se iniciaría un poco antes del último cuarto del III milenio, en un contexto en el que las características propias de la Edad del Bronce se encuentran bien establecidas en el poblado. Estas se pueden observar en su ubicación en altura y en la construcción de edificios angulares sobre terrazas de nivelación, compartimentados en habitáculos más o menos grandes de formas poligonales, con zócalos de piedra y alzado de manteado de barro sobre entramado vegetal. Las edificaciones se adosan a la roca, utilizándola como pared de fondo y al mismo tiempo protección, mientras que los techos debieron ser a una vertiente. La ocupación se limita al sector W (Fig. 3). La base económica seria la agricultura, la ganadería y la caza. La agricultura representada por el Triticum aestivum (trigo vestido), Hordeum sp., Hordeum vulgare

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Figura 3.- Planta teórica del punto Z-6 en el sector W, excavado por el CAS bajo la dirección del SIP. Desarrollada­a partir del croquis de Facundo Roca.

(cebada­ vestida), Cerealia sp y Vicia faba (haba), siguiendo con el mismo tipo de agricultura extensiva iniciada en el III milenio, complementada con una agricultura intensiva de huerto. Las estrategias ganaderas mantienen una continuidad en los patrones de explotación seguidos durante el tercer milenio, en los que la ganadería de ovicaprinos era la que centraba gran parte de los esfuerzos para la obtención de carne, complementándose con el cerdo. En este tipo de estrategia la caza quedaba relegada a una posición secundaria.

Radiografía de mandíbula infantil del enterramiento del barranc­ Roig, al sur del Pic dels Corbs (Autor: Salvador-Viñals).

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Las actividades artesanales se reducen a la cerámica, donde predominan las formas simples, los contenedores cerrados, ocasionalmente decorados con cordones simples, y los vasos carenados de bocas más o menos cerradas, aunque su característica más destacable es la presencia de cerámicas inciso impresas; la industria ósea, destacando la punta de flecha de tres aletas; y la industria lítica, que mantiene aun relaciones con la fase anterior al utilizar en algunas piezas el retoque cubriente. En cuanto a los objetos de metal es seguro que los conocen, aunque no tenemos datos (Fig. 4).

Figura 4.- Motivos decorativos que caracterizan la Fase IA.

A esta primera fase se asocia la covacha de enterramiento de la Cuesta de la casa de la Viuda excavada en el año 1994. Se trata de un enterramiento colectivo con al menos cinco individuos desarticulados y ordenados por paquetes, algunos con

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señales­ de cremación que aparecieron a partir de los 40 centímetros de profundidad. Aunque en toda la estratigrafía aparecían gran cantidad de restos y materiales asociados. En los paquetes los huesos que aparecen preferentemente son los largos (húmeros, fémures, tibias…), fragmentos de cráneos y mandíbulas completamente fragmentados, además de costillas, falanges, dientes, vértebras. Los materiales recuperados aparecían dispersos entre el conjunto de restos humanos y corresponden a cerámica, sílex y metal. La cerámica recuperada presenta formas simples con superficies alisadas en las que ocasionalmente se puede ver un mamelón. Los adornos procedentes de la covacha son en su mayoría cuentas y botones cuya cronología abarca desde el neolítico hasta el horizonte campaniforme de transición, con variaciones que llegan hasta la edad del bronce. Fase IB: Bronce Medio, que abarcaría desde el 1900 hasta el 1600 cal BC // 17001500 aNE: Se mantienen las características constructivas de la fase anterior, sólo que ahora el área de ocupación se extiende a puntos más bajos de la ladera oeste. Al ampliar el área de viviendas se construyen nuevas terrazas que mantienen el patrón disperso, al menos así se desprende del sector NW donde se acondiciona un nuevo aterrazamiento, que por su ubicación, sirve al mismo tiempo de acceso hacia el conjunto de terrazas situadas en los sectores NW y W. Es posible que también se ocupe el sector S, sí bien, no tenemos constancia de ello. La base económica de esta fase del poblado seria la misma que en la Fase I, o al menos con pocas variaciones: agricultura, ganadería y caza. No hay cambios de importancia. Las actividades artesanales siguen reducidas a la cerámica, que mantiene la mayor parte de los tipos anteriores, aunque algunos contenedores muestran un ligero exvasamiento, y siguen decorándose con cordones simples y ocasionalmente complejos, y los vasos carenados muestran alguna forma de clara tendencia abierta, igualmente continúan las cerámicas inciso impresas; la industria ósea esta escasamente representada; y la industria lítica, también. De los Fondos Antiguos procede un fragmento de crisol y un martillo, que aunque descontextualizado, sabemos que proceden del sector W, por lo que en principio se asociarían a esta fase o a la anterior Fase IA (Fig. 5). A esta fase o a la siguiente es posible que se asocie otro enterramiento colectivo hallado en el Barranc Roig, frente a la ladera sur del cerro y se descubrió tras los barrenados de ampliación del espacio del vertedero público de residuos sólidos en 1991. Los restos estudiados demostraron que se trataba de un enterramiento colectivo con un número mínimo de diez-once individuos de edades variadas, desde ancianos hasta infantiles, con escasas patologías. Sus edades son variadas: un individuo de 18 meses, dos individuos entre 4 y 5 años, un individuo de unos 8 años, un individuo entre 9 y 10 años y un individuo de unos 12-13 años. Entre los adultos se diferencian dos individuos adultos de probable sexo masculino y elevada estatura (170180 centímetros.). Dos individuos adultos de probable sexo femenino y un individuo anciano­. El único ajuar documentado fueron son varios fragmentos de cerámica sin forma, bastante grosera y con desgrasante de tamaño grande (Barrachina, Viñals, Salvador, 1996).

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Figura 5.- Vasos carenados de las excavaciones de 1974 y 1978 del CAS en el sector W, que relacionamos con la fase IB.

En este caso, en el que hemos podido realizar el estudio antropológico del enterramiento, se observan varias cosas interesantes: una elevada mortandad infantil (rondando el 50 por cien), la presencia de un individuo anciano (lo que señala la posibilidad de una larga vida para ciertos individuos) y la apariencia de un enterramiento familiar por la mezcla de sexos y edades. Fase II: Bronce Tardío, que se desarrollaría entre el 1600 y el 1400/1350 cal BC // 1500-1250/1200 aNE: Corresponde al momento en el que se inicia con seguridad la ocupación de la ladera Sur del Pic dels Corbs, que, a diferencia de la ladera W-NW, construye amplias terrazas horizontales y escalonadas, permitiendo la edificación de varias unidades familiares en cada plataforma. Esta diferencia creemos que responde más a la morfología­ de la montaña, cuya ladera sur es mucho más suave y regular, que a diferencias de tipo cultural. Así pues, sin un abandono aparente del poblado, se pasa a ocupar la ladera S, aunque no podemos descartar que el sector W-NW pudiera continuar ocupado.

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La estrategia económica del poblado no parece haber variado con respecto a las fases anteriores, ni en los cultivos, ni en la ganadería, donde seguirá predominando­ la cría de animales domésticos complementados con aportación de carne de caza. Por otro lado los restos de malacofauna empiezan a tomar importancia, lo que indica una explotación del área costera, al otro lado de los marjales. Es probable que esta explotación de los recursos marinos se produjera en las dos fases anteriores, pero carecemos de evidencias. Las actividades artesanales se reducen a la cerámica, donde predominan las formas simples, los contenedores abiertos, decorados con cordones simples y ocasionalmente complejos, y los vasos carenados de bocas abiertas, o carenas reforzadas, aunque su característica más destacable es la ausencia de cerámicas inciso impresas; en la industria ósea el registro es más amplio y se documenta un mayor número de tipos; y la industria lítica, se reduce a los dientes de hoz y molinos. Documentándose en esta fase el primer objeto de metal, una punta de flecha de cobre casi puro (Fig. 6).

Figura 6.- Punta de flecha de cobre. Fase II.

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Estructuras de la Fase III.

Fase III: Bronce Final IA, se iniciaría hacia 1400/1350 y llegaría al 1100/1050 cal BC // 1250/1200-950 aNE: El poblado se abandona definitivamente al final de la Fase II y se reocupa en torno al inicio, o mediados, del siglo XIII cal BC, cambiando todos los aspectos de su cultura material y de su urbanismo. Se puede afirmar con total seguridad que el sector NW fue totalmente reocupado, mientras que el sector W tiene un registro muy limitado, y el sector S está desmantelado por la erosión. Su urbanismo se caracterizara por estructuras de forma ovalada o circular, en terrazas escalonadas que se comunican mediante pasos estrechos, que separan las edificaciones en grupos. Agregando elementos domésticos, posiblemente de carácter comunal, como el horno. Los modos de construir mantienen las pautas de fases anteriores, diferenciándose en lo que podemos denominar como una “perdida de interés por la regularidad y armonía de los paramentos”, incorporando en las obras realizadas grandes bloques de piedra (Fig. 7). Es seguro que continuaran las prácticas agrícolas, únicamente documentadas en los hallazgos de molinos, molederas y dientes de hoz, ya que los únicos restos vegetales registrados han sido las bellotas. Por el volumen documentado debieron ser un elemento importante de su dieta, destacando su concentración alrededor del horno doméstico, y en el interior de una de las cabañas. Tampoco este nuevo grupo humano parece haber transformado mucho su entorno, si nos atenemos a la presencia

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Vaso de carena alta con decoración de boquique y pseudo-excisa. Fase III.

Figura 7.- Planta de las estructuras de la Fase III.

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en esta fase de restos de oso pardo. Aunque los datos de que disponemos sobre la vegetación natural, se reducen a la identificación el Quercus ilex-cocifera y la Olea europea, lo que no es mucho. De todos modos, es evidente que continúan aprovechando todos los recursos disponibles, aumentando notablemente en esta fase la explotación de la costa y posiblemente de los marjales, especialmente de los bivalvos. En el otro vector económico básico, se observan algunos cambios que se evidencian en la mayor importancia de la caza del ciervo, la cría de caballos y cerdos, y un intenso aprovechamiento de los recursos silvestres del entorno, como elementos de diferencia, además de la disminución de importancia de la cabaña de ovicaprinos. Esta continúa estando orientada a la obtención de carne, siendo ahora más numerosas las cabras (que sacrifica más juveniles y adultos) que las ovejas. La oveja es la única en la que se ha podido determinar tan solo un individuo infantil, lo que supone no descartar la utilización de algunos individuos en la obtención de productos secundarios. Aspecto que podría complementarse con el hecho de que es a partir de esta fase cuando se documentan pesas de telar y queseras. Entre las actividades artesanales, la cerámica renueva todos sus morfotipos y decora sus vajillas finas con incisiones, impresiones, boquique y excisión que nos señalan unas claras relaciones con la Meseta en la cultura de Cogotas I. La minería se hace más evidente con la presencia de un fragmento de metal sin transformar, si bien no se ha localizado ningún punto en el que se pudieran realizar estas actividades, ni otros objetos representativos. Además, aunque en el registro aumentan el número de los objetos metálicos, estos son poco significativos y de uso personal, como la cuenta ovalada; o multiusos, como el fragmento de punzón; También desarrollan una bella artesanía de mangos y agujas en hueso; y se documentan por primera vez actividades textiles, con la presencia de dos pesas de telar (Fig. 8).

Figura 8.- Motivos decorativos que caracterizan la Fase III.

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aNE:

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Fase IV: Bronce Final IB, desde el 1100/1050 hasta el 1000/950 cal BC // 950-850

Supone la continuidad del registro material en relación a la fase anterior. Los datos muestran una constante remodelación del espacio habitado, que termina configurando estructuras de nueva planta, exentas, alargadas, aún con zócalo de piedras y esquinas redondeadas, que cambian su orientación y forma respecto a los dos momentos constructivos anteriores, además de la calidad de sus construcciones. Manteniendo sólo las mismas características en el alzado de los muros y los techos. Respecto a la agricultura no tenemos apenas elementos para valorarla, a excepción de dos molinos y algunas molederas, así como dientes de hoz, si bien no se documentan restos vegetales. En cuanto a las actividades entorno a la costa, en esta fase se documenta el único resto asociado a la ictiofauna, mientras que se observa una disminución en la muestra de malacofauna muy evidente. La fauna de la Fase IV muestra la misma distribución entre las especies cazadas y domesticadas que veíamos en la Fase III. Así pues ciervos y conejos mantienen sus primeros puestos sin apenas oscilaciones, con algunos de aves y de lince. Entre las especies domésticas sigue predominando el caballo, seguido de los ovicapridos. Entre ellos siguen siendo más numerosas las cabras que las ovejas, aunque las diferencias son menores. Solo entre las cabras encontramos un individuo infantil, por lo que posiblemente fueran estas las que aportarían la leche, al contrario que en la fase anterior donde el individuo infantil era una oveja. También el cerdo mantiene el patrón de sacrificio ya visto, disminuye el porcentaje de caballos y aumenta el de bóvidos de modo notable. Lo que podría indicar la introducción de un nuevo tipo de estrategia que se consolidara ya en la fase final del poblado. Las actividades artesanales tienen su mejor representación en la cerámica, que continua con los tipos anteriores, aunque las carenas tienen tendencia a redondear los perfiles, y desaparecen las técnicas del boquique y la excisión. Los objetos de metal son escasos, reduciéndose a un arete y un fragmento de pulsera. También se documentan actividades textiles con la presencia de una pesa de telar (Fig. 9). Figura 9.- Pesa de telar de la Fase IV.

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Fase V: Bronce Final II, se desarrollaría entre el 1000/950 y c. 800 cal BC // 850700 aNE: Supone la ocupación aparentemente más intensa del cerro, con la creación de un amplio sistema de terrazas de paso, estrecha, que conectan las diversas áreas de actividad en espacios más amplios, aprovechando el terreno al máximo. La forma de la única cabaña excavada es circular u ovalada, cambiando de nuevo la morfología de las edificaciones. La factura de los muros conservados presenta una calidad irregular, con piedras de diversos tamaños trabadas con tierra, pero con más tierra que cuando los mampuestos estaban regularizados, al menos en el sector NW, ya que los muros de las terrazas del sector S, en los puntos mejor conservados, sí muestran unas caras exteriores de cierta calidad, pudiendo haber estado recubiertas al exterior por una capa de barro a modo de enlucido, el mismo barro con el que se traban las piedras. En cuanto a la base económica de esta fase, para la agricultura, una vez más, no tenemos restos vegetales, ni se documentan molinos o molederas en excavación, a excepción de los reutilizados en los muros. Sin embargo sí se documentan dientes de hoz, lo que seria indicativo de la continuidad de las prácticas agrícolas tal vez con un peso escaso frente a las actividades ganaderas. En este sector de la economía es donde se observan los cambios más significativos en casi todas las especies. A pesar de que el ciervo sigue siendo el primero seguido ahora a muy corta distancia por los ovicaprinos, de nuevo ahora existe una primacía de las especies domésticas frente a las silvestres. La orientación de la cabaña de ovicaprinos está enfocada hacia la producción de productos secundarios (leche y lana), y continúan siendo más numerosas las cabras que las ovejas. Solo una parte de la cabaña (sobre todo cabras) está orientada a la producción de carne. El cerdo se sigue utilizando como carne pero son ahora los individuos jóvenes los que son sacrificados­. El caballo también pasa a ser consumido en mayor cantidad, aunque siguen representados adultos y seniles, por lo que su papel en labores secundarias continúa. También el buey pasa a ser más consumido, pero se eleva el número de adultos y seniles­ por lo que se mantuvieron hasta agotar sus posibilidades de trabajo; permanecen como los segundos en representación dentro de los domésticos. También el medio costero es ahora intensamente explotado, notándose un fuerte incremento en el volumen de restos frente a las fases anteriores. Aunque, un estudio más profundo podría mostrarnos hasta que punto se aprovechan estos recursos como complemento alimenticio, o sí, todo lo contrario, una parte importante de la recolección de conchas esta en función de la elaboración de colgantes, u otros utensilios. En esta categoría de adornos también incluiremos un aplique de lignito y una cuenta Punta de vaina de forro de espada. de ámbar.

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En cuanto a las actividades artesanales, la cerámica cambia de nuevo su repertorio, e incluye las decoraciones acanalas, junto a las incisas, impresas y pseudo-excisas, cuyos paralelos incluyen a este yacimiento en la orbita del Bronce Final III del NE y sur de Francia. Los objetos de metal, es la fase más rica con un total de trece piezas, que incluyen un hacha plana, un puñal votivo, una punta de vaina, tres varillas alargadas, un punzón de sección cuadrada, tres aretes, un fragmento de brazalete, una cuenta de collar de sección oval y un colgante rectangular. También la industria ósea y la lítica son notables, repitiendo tipos ya vistos en las otras fases (Fig. 10).

Figura 10.- Motivos decorativos que caracterizan la Fase V.

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4.

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La metalurgia como prueba de carga

Cuánto hemos visto desglosado en fases puede compendiarse en una actividad, que por la misma conceptualización del término Edad del Bronce, resulta categórica: la metalurgia. En el Pic dels Corbs contamos con pocos indicios de actividades mineras. Sin embargo la presencia de mineral de cobre sin transformas en la Fase III del poblado podría relacionarse con un aprovisionamiento para su transformación. Además disponemos de dos fragmentos de un crisol, un mazo minero con surco en “T” para su enmangue y un colador para el copelado de la plata. Aunque se ignore el contexto de estos elementos que con seguridad proceden del sector W, su hallazgo señala la representación de casi todos los aspectos de la existencia de una verdadera metalurgia al menos desde la fase III de ocupación, si no se ha producido antes. La procedencia del sector W del crisol, el mazo y el colador los hace candidatos a relacionarse con la fase I (A o B). Sin embargo no se ha encontrado escorias o moldes que completarían el elenco básico. Tampoco se dispone de objetos de plata, aunque de los fondos antiguos procede un fragmento de mineral de galena argentífera sin contexto. Sin embargo sabemos que los primeros datos sobre actividad metalúrgica en el País Valenciano se documentan a finales del III milenio o principios del segundo aNE en contextos campaniformes de finales del eneolítico. Su generalización a nivel local se producirá a lo largo de la primera mitad del II milenio aNE. En este sentido es conocida la existencia de afloramientos de cobre en la sierra de Espadán. Su rasgo característico es la presencia de níquel. Algunas de las piezas del Pic dels Corbs poseen en su composición este metal, lo que permitiría interpretar la procedencia de la materia prima de estas vetas. Sin embargo repasando los análisis de las piezas aparecidas en las comarcas valencianas, vemos que muchos yacimientos poseen níquel en la composición de sus útiles y armas, como la Muntanya Assolada o no tiene como en la Lloma de Betxí. Algunos yacimientos tienen una serie de piezas que si lo presentan otras no. Por lo que su presencia no es necesariamente significativa ni señala un origen exclusivo de la zona. Más interesante es la diferencia que existe dentro de los objetos metálicos del Pic dels Corbs entre aquellos que se encuentran tipológicamente entre finales del III milenio y primer tercio del II milenio anE, y los que se encuadran a partir de la segundo tercio del II milenio anE. Los primeros proceden de la covacha y del llano lacustre, además del crisol del sector W. Estos no poseen rastros de níquel en su composición. Los segundos, a partir de la fase II, si lo poseen en cantidades variadas. Por lo que podemos inferir una primera etapa con aportación de útiles por intercambio desde otras áreas y un posterior desarrollo de la metalurgia a escala local que justificaría la existencia del pico de minero. Para Simón la veta que mayores posibilidades tiene de haber sido explotada en la prehistoria es la de Artana-Eslida (Simón, 1995, 135), que queda relativamente próxima al Pic dels Corbs. Otra cuestión no menor es el aprovisionamiento de estaño a partir del momento de utilización de las aleaciones binarias. Las áreas más próximas son los afloramientos de Murcia (Lillo, 1980) y los del Sistema Central (Blasco, Rovira, 1992-1993, 407-408). Evidencia, esta última, de cierto interés si tenemos en cuenta que las aleaciones binarias se producen en el momento en el que aparecen los materiales de tipo Cogotas en el poblado (Fase III).

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En el bronce final se llega a una heterogeneidad tipológica y compositiva, en la que encontramos tanto los cobres arsenicados, como la generalización definitiva de las aleaciones binarias y la aparición de aleaciones ternarias que incluyen el plomo.

Figura 11.- Objetos de bronce de la Fase V: 1. Colgante rectangular; 5. Cuenta o eslabón; SA311. Arete; SA307. Fragmento de brazalete; SA309. Vástago; PA5395. Tres varillas; PA2392. Hacha plana; PA5394. Punta de vaina de forro de espada; PA5396. Puñal votivo.

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En el Pic dels Corbs los dos elementos destacables serán la punta de vaina y el colgante rectangular, cuya relación se establece con piezas similares del occidente de Europa continental (Francia y Bélgica), aportando elementos nuevos a la variedad de los tipos metálicos de nuestra comunidad, ya de por si amplios, y que evidencian una compleja interrelación con fenómenos y dinámicas macroregionales, dentro de un entramado social complejo. El hecho de que una de las piezas proceda del forro de un arma y la otra sea un elemento de adorno, son indicativas, como objetos de prestigio, de que debió de funcionar una estructura organizada (Fig. 11).

5.

Conclusión. La Edad del Bronce y El Pic dels Corbs

Más allá del poblado en si, más allá de Camp de Morvedre como su referente natural, si regresamos al marco geográfico amplio del que se hablaba en el primer apartado de este artículo –el comprendido entre las cuencas del Palància y el Ebro y el Sistema Ibérico oriental y el Mediterráneo– El Pic dels Corbs se evidencia como un caso particular entre los poblados excavados hasta el momento. Es el único que presenta una secuencia tan extensa, con una pervivencia de su ocupación –no exenta de abandonos y reocupaciones– de más de un milenio. Su atractivo medio ambiental como lugar donde estabilizar la vida humana le ha permitido ser testigo privilegiado de los avatares del paso del tiempo. El mutable mundo en el que se suceden las ocupaciones del poblado pasará de la estabilización de los grupos socialmente igualitario de los tiempos del Calcolítico, a los primeros rasgos de complejidad que terminaran por formalizar la estructura social de la cultura ibérica. El Pic dels Corbs lo muestra y lo demuestra para ese espacio peninsular en el que la Edad del Bronce adquirió una singularidad que sólo ahora comenzamos a albirar.

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