La dramaturgia de Nuevo León, ¿entre el Norte y el Centro?

July 24, 2017 | Autor: Elvira Popova | Categoría: Dramaturgia
Share Embed


Descripción

LA DRAMATURGIA DE NUEVO LEÓN: ¿ENTRE EL NORTE Y EL CENTRO?

Por Elvira Popova

Hablar estrictamente de la dramaturgia de Nuevo León significaría pensar en autores que viven y trabajan en alguno de los cincuenta y un municipios que conforman el estado. Pero como expresa un amigo, “Nuevo León es Monterrey”… Este simple y acertado comentario confirmó la inutilidad de mis suposiciones y esperanzas: que fuera de la gran ciudad pudiera encontrar dramaturgos para incluirlos en la presente selección. Los siete autores reunidos en esta edición, a pesar de ser procedentes de suelos diferentes, representan la producción dramatúrgica de Monterrey, porque aquí es donde se han desarrollado como autores de textos dramáticos y los han visto publicados y puestos en escena. ¿Qué significado tiene este hecho en cuanto a su homogeneidad e identidad? ¿Se podría decir que ellos son “el grupo de los dramaturgos regiomontanos” en cuyas obras vive la ciudad, la región y son unidos por características en común? ¿Cómo suena su propia voz en el contexto de la dramaturgia nacional mexicana? Estos serían los puntos de partida y reflexión sobre la dramaturgia de esta parte de nuestro país. La selección de las obras aquí publicadas se hizo con el propósito de presentar la variedad de autores dramáticos en Monterrey: unos, con trayectoria y que siguen activos en su labor creativa, otros, que cuentan todavía con un reducido número de textos, pero han merecido premios y distinciones por su trabajo. Otro de los criterios fue seleccionar obras que destacaran por sus exploraciones formales, temáticas y de lenguaje teatral; que tuvieran como denominador común puntos característicos de la zona, pero que los explorasen bajo una óptica no-localista. Otra de las intenciones fue proponer piezas inéditas. Salvo los textos de Coral Aguirre, Rubén González Garza y Hernando Garza, que fueron escritas hace algunos años, los de Hernán Galindo, Reynol Pérez, Mario Cantú y Vidal Medina son escritas en el 2006. Estos autores han pertenecido a los dos grupos de dramaturgos regiomontanos: Dramas Nuevo León (Rubén González, Hernán Galindo y Reynol Pérez) y Contraseña (Coral Aguirre, Hernando Garza, Mario Cantú y Vidal Medina). Con sus integrantes más habituados en cuanto al ejercicio dramatúrgico, Dramas Nuevo León tendía a una visión más tradicionalista, y Contraseña, conformada por jóvenes en aquel entonces, se inclinaba por la experimentación con el lenguaje teatral. 1

Igual que en muchas otras áreas, en el teatro mexicano también se discute entorno del centro y la periferia y no en pocas ocasiones se trata de ver a los hechos artísticos desde una perspectiva regionalista y no global. Uno de los respetados teóricos y dramaturgos nacionales, Enrique Mijares, afirma en una reciente entrevista que: […] “es muy sencillo ver que las manifestaciones dramatúrgicas del DF tienen una estética, un propósito, si es que se puede llamar propósito a romper con la vocación social del teatro. […] y la dramaturgia del norte tiene una preocupación social muy fuerte, le preocupan los demás, habla de su entorno.” (Mijares, 188) Este orden de pensamientos esquematiza y descontextualiza la dramaturgia creada fuera de la zona fronteriza. No compartimos esta distinción porque creemos, por una parte, en el universalismo del arte teatral; y por otra, en que la visión introspectiva y no la social predominaba en gran parte de la dramaturgia mexicana en la década de los 90; y que hoy la introspección en la dramaturgia nacional cedió a una postura marcada por el contexto sociopolítico. A propósito, ¿qué tanto lo geográfico puede ser característica definitoria en cuanto al arte se refiere? ¿Dónde ubicaríamos los dramaturgos de Nuevo León? ¿En el Norte? ¿En el Centro? ¿En la periferia? ¿Entre el Norte y el Centro? Nuestros autores parten de la tierra que los parió, pero no terminan en ella, sus textos abordan temas y problemas más allá del horizonte de la región. Y cuando sitúan la acción en lugares típicos del área (Agualeguas en “Por encima de la vida” de R. Pérez; un pueblo semidesértico cerca de Monterrey, en “Venados a la luz de la luna” de H. Garza; Monterrey en “El hombre sin adjetivos” de M. Cantú y “Galimatías” de V. Medina), estos dramaturgos igual que H. Galindo y C. Aguirre (quienes disponen sus textos fuera del norte), trascienden lo regional y exploran en lo profundamente humano; hablan de la identidad, la memoria, la soledad, el amor, las dudas existenciales: todos ellos conceptos universales.

Por otra parte, la ausencia de localismo en las obras aquí reunidas se revela a través de las formas de vida presentes en cualquier ámbito contemporáneo: la migración hacia los grandes centros urbanos y la despoblación de las pequeñas aldeas (“Venados a la luz..”, “Por encima de la vida”); la pérdida de identidad, la falta de modelos orientadores, el escepticismo y el cuestionamiento de la existencia de Dios (“Galimatías”, “El hombre sin adjetivos”). La ciudad es una protagonista constante en estos textos. Los códigos de la cultura urbana determinan en mucho la visión de los dramaturgos regiomontanos también en 2

cuanto a personajes: Salvador (“Con la sal de Salvador) tiene un espíritu libre, es portador de la otredad y difícilmente cabría en un espacio provinciano; Emiliano (“Expreso nomeolvides”) se ha acostumbrado a reprimir sus sentimientos por el ajetreado ritmo de sus viajes de negocios y por más que insista que tiene una comunicación de amistad con sus hijos, nos queda clara la ajenación entre ellos; Galimatías (“Galimatías”), Millán, Diana e Isaac (“El hombre sin adjetivos”) profesan un escepticismo y falta de ideales tan característicos de los jóvenes urbanos de la última década del siglo pasado y la primera del nuevo; en Oscar y Pedro (“Por encima de la vida”) es palpable el deseo de una vida diferente lejos del pequeño pueblo que según ellos encuentran sólo en la ciudad. En cuanto al lenguaje teatral, este combina el realismo con la metáfora poética; estructuras más tradicionales con otras que conciernen a lo cinematográfico, a la narraturgia, a la intertextualidad y a los juegos espacio-temporales.

Con mayor experiencia, con más obras publicadas, premiadas y puestas, Hernán Galindo es uno de los autores más representativos de Monterrey. Sus textos tocan puntos esenciales para la visión de la provincia, a pesar de que no necesariamente están ubicados en tópicos concretos del norte. La familia con sus secretos y apariencias, la hipocresía y los prejuicios sociales, manejados de una forma dócil son temas de “Ansia de duraznos”, “Las bestias escondidas”, “Los niños de sal” y “Círculos en el jardín”. Más que un análisis crítico los textos de H. Galindo son un cuadro de la vida, el pensamiento, la percepción y la sensibilidad provinciana. Pero en su más reciente texto, “Expreso a nomeolvides”, el dramaturgo se sale del espacio provinciano y sitúa la acción en la colonia Condesa de la ciudad de México. El texto es una introspección, un viaje hacia los rincones interiores de los personajes. En “Expreso…” Galindo retoma un motivo por el que se interesó en “Los niños de sal”: el del pasado y los recuerdos, pero ahora experimenta con los tiempos y los espacios, los yuxtapone, une los aquí y ahora de los diferentes planos de la vida de don Sebastián. El expreso a nomeolvides con sus vías y rieles es metáfora de los anhelos, del orgullo, el dolor y la esperanza; de las redes y los lazos en la vida de este extraño quien llega al suelo mexicano para buscar mejores oportunidades. Construidos por medio de una estructura cinematográfica, los 20 cuadros de este nostálgico y poético texto hablan de la búsqueda de la identidad, de la memoria, de la soledad, del encuentro entre dos culturas: la mexicana (Tzintzuntzan) y la española (don Sebastián). El autor maneja de una manera contenida y profunda los sentimientos encontrados de su protagonista. Don Sebastián Núñez de la Vega sigue a pie a sus 80 años 3

gracias al lazo que lo une con su gran amor, su difunta esposa Paloma. La presencia de Paloma es real, no es un recuerdo o un flash back; ella vive en otra dimensión espaciotemporal donde también habita Sebastián en el mismo momento que presencia sus pláticas-monólogos con la criada “moreliana de vestidos bordados” o las riñas y reproches con su hijo Emiliano. Es por ello que los cuadros se entrelazan, la acción es paralela, yuxtapuesta y no hay regresiones temporales, sino viajes, traslaciones espaciales en varios recovecos de la memoria y la conciencia de este añejo español. Mas que una historia de amor, más que un acercamiento entre Tzintzuntzan, Sebastián y Emiliano, “Expreso a nomeolvides” es el encuentro consigo mismo de cada uno de estos personajes, quienes se refugian en sus propias soledades. Un cuadro de la vida provinciana propone Rubén González en “La casa de las cruces de gis” en la tradición del teatro de Argüelles y Carballido, como testimonio de las apariencias y los secretos que guardan las familias. Las cruces de gis que dibuja el hijo demente en las paredes de la casa apuntan la vida y la muerte de los miembros de esta familia. Locura, tesoros escondidos y traición envuelven la casa de El General. La muerte de la hija mayor es el inicio de la lente revelación de la enfermiza herencia que ha marcado casi todos de esta sangre. Con su estructura clásica, lenguaje realista y temas que tocan puntos idiosincrásicos, esta obra es cercana a “Residencial Los Pinos”, “Estrella de ceniza” y “El secreto de la Virgen” del mismo autor. Las huellas de gis son símbolo de lo imborrable que es la memoria y también de lo efímero que es la vida. Coral Aguirre es fundadora y figura central del grupo “Contraseña” (ya desintegrado), el cual formaron en diferentes épocas autores como Hernando Garza, Mario Cantú, Vidal Medina, Jorge Silva, entre otros. Si en las obras cortas de Coral se asoma a veces una inclinación a enseñar, a ejemplificar las lecciones y los ejercicios dramatúrgicos y actorales; en sus textos para teatro más complejos como “La cruz en el espejo” (sobre Sor Juana), “Sofía al borde de la luz” (inspirada en los personajes de A. Carpentier del “Siglo de las luces”) y “Con la sal de Salvador” (alrededor de Salvador Novo) entre otras, Coral muestra otra faceta suya – la de la mujer intelectual sumergida en los temas de la identidad, la otredad, la existencia, la libertad, la creatividad. Escrita y puesta en escena por ella misma en 2001, “Con la sal de Salvador” no es una obra biográfica sobre Salvador Novo, a pesar de las extensas investigaciones que realizó la autora durante nueve meses. Como dramaturga Coral no se interesa por lo anecdótico, por contar historias. Ahonda en 4

exploraciones formales y en juegos espacio-temporales. “No es fácil ser quien soy”, dice el protagonista. Gran poeta, artista, parte sustancial de la vida intelectual de México, y también de la bohemia; alguien quien desafió las corduras de la sociedad con su arte de vivir según sus propios criterios. Y también alguien que, con ironía y atrevimiento, disimuló el rechazo, la soledad, las incertidumbres. Este es Salvador Novo en la obra de Coral Aguirre. En una noche de verano Salvador es visitado por los fantasmas de sus amigos, amantes, adversarios y censores. La autora abre los límites de esta noche y por medio de planos paralelos y entretejidos borra las barreras del espacio y el tiempo, juega con personajes históricos (Novo, X. Villaurutia, García Lorca, Antonieta Rivas Mercado, Sor Juana) y ficticios (Él, Joven, Poeta); se sirve de la intertextualidad, fusionando versos de Novo, Villaurutia, Baudelaire y Lorca con narraciones, explosiones y juicios de los Coros (de la Banda, de los Ciudadanos, del Público, de las Locas). Salvador en esta obra “juega, rememora, vive, canta y baila, se disfraza…” (acotación inicial) ante su último encuentro – con La Catrina. En el montaje este encuentro era presidido por una admirable escena: la del ritual de la purificación que celebran los visitantes de la memoria y la imaginación de Salvador, bautizándolo con sal De esta manera, “Con la sal de Salvador” pasa más allá de lo biográfico, de lo documental y entra en el mágico espacio de lo artístico, que se rige por sus propias leyes – las de la imaginación, la angustia, la libertad, el desafío, la ironía, el humor, el dolor. Segunda parte de una trilogía, en “Por encima de la vida” de Reynol Pérez percibimos ecos chejovianos de nostalgia y melancolía. Desde “El tren nuestro de cada día”, “Ana y el hombre” y “¡Que te parta un rayo!” un motivo recurrente aparece en la dramaturgia de Reynol: el de la vida gris y monótona de la gente común, en la cual aparentemente no pasa nada, pero que en realidad se desmorona. El mundo de Agualeguas (el lugar natal del autor) revivió en “¡Que te parta un rayo!” (primera parte de la trilogía). Pero ahora, a pesar de que prosigue con el mismo ambiente del pequeño pueblo de los 70, Reynol interioriza en la vida de sus personajes. Sin grandes acontecimientos y acción externa, la obra se inserta paso por paso en la cotidianeidad de los habitantes de este olvidado pueblito: el zapatero hundido en el pasado y hablando con el fantasma de su gran amor nunca efectuado; su hijo, enamorado, sediento de una nueva vida que quiere buscar “al otro lado”; su novia, llena de esperanzas, ternura y fuerza para enfrentar el amor; y varios personajes más, que hacen revivir una galería de arquetipos provincianos, pero cada uno con su propio destino. “Por encima de la vida” expresa la problemática del poblado que se ha quedado casi sin habitantes por la migración hacia la ciudad o la frontera; lo 5

difícil que es sobrevivir sin esperanzas. Con metáforas y de una manera sugerida, el autor habla también del amor, del pasado, de la calidez y la crueldad humanas, del anhelo de vislumbrar más allá del horizonte inmediato. Intuimos el espíritu y el vuelo mutilado de la gaviota chejoviana y leemos la obra de Reynol Pérez como una metáfora de la imposibilidad de conocernos uno al otro, de conocernos a nosotros mismos – qué observación más cierta de la vida del hombre moderno. En un tono afín – poético y metafórico-, Hernando Garza también cuenta una leyenda sobre la despoblación en su corto texto “Venados a la luz de la luna”. Similar a otros textos suyos como “El día que amaneció lloviendo” y “Crímenes mojados”, el autor aborda temas como: el inconsciente colectivo y sus mitos, la identidad del pueblo, la fusión entre lo real y lo imaginario. Igual que Reynol, H. Garza presenta galería de personajes de la región. Una luz misteriosa en el monte hace que la gente de un pueblito semidesértico desaparezca. Entre luz y sombras, como ritual, la búsqueda de la niña desaparecida se convierte en indagación en ese “algo” que los saque de su vida cotidiana, algo que los maraville, que sea hermoso y misterioso, algo que les hace falta. Tanto R. Pérez, como H. Garza utilizan una joven (Eugenia, Niña) como símbolo de lo bello, de lo otro, de lo intangible que no cabe en el mundo rutinario y grisáceo.

Desde una perspectiva totalmente diferente ven la realidad en sus obras Mario Cantú y Vidal Medina. Nada de poesía, de sueños o ideales. “El hombre sin adjetivos” y “Galimatías” reflejan el desencanto y el escepticismo frente al mundo del nuevo tiempo convulso y desencajado. Ausencia de Dios y de centro orientador, desacralización y descontextualización de la historia, juego de tiempos y espacios, deconstrucción del rol tradicional del personaje, formas dramáticas alineales: estas son las características en común entre los dos autores y en el mismo tiempo, las que los distinguen de sus colegas. Dentro del track postmoderno de sus textos anteriores “Edipo güey” y “Anticristo” encontramos a Mario Cantú en “El hombre sin adjetivos”. La afinidad de Cantú por la intertextualidad y las referencias literarias y filosóficas aquí se presenta no sólo dentro del texto, sino que constituye la obra como totalidad. “El hombre sin adjetivos” es réplica de la novela “El hombre sin atributos” de Robert Musil, donde el escritor austriaco examina la existencia descentrada y sin objetivos de un personaje-antihéroe y analiza la gran crisis espiritual de la época de los años 30. Los tres personajes de M. Cantú son jóvenes urbanos de nuestra época, para quienes ser psicótico o cataplexico

es “la única manera de 6

adaptarse a este mundo de mierda. Uno tiene que ser esquizofrénico para poder vivir aquí, con tantas realidades que se contraponen”, dice Millán. Es por ello que él, Diana, e Isaac habitan en sus propias realidades, construidas por el autor como partes fragmentadas de la “verdadera” realidad. ¿Pero cuál es la auténtica? La de los hombres con adjetivos quienes no viven su propia vida sino una mentira? ¿O la del hombre quien carece de adjetivos porque los mismos habrían de remitir a un centro que ya no posee? El hombre sin adjetivos no existe para los demás, no tiene edad, no tiene personalidad, pero tiene su propia realidad donde entra por medio de tranquilizantes. El dramaturgo continúa con el recurrente desasosiego por la relación del hombre con Dios, por la pérdida de centro ordenador de la realidad y la repercusión en la idea del sujeto. Pero lo nuevo y diferente es la presencia de un sentido social-político: los monólogos de Millán en tono de “oneman show” que enmarcan las escenas, comentan realidades actuales de una manera aguda y burlesca, con un humor negro y absurdo, que recuerda a Woody Allen. El diálogo es cotidiano y directo, pero bajo la insignificancia de las palabras hay un universo subterráneo de significantes: la verdad de este mundo de banalizaciones es puesta en la boca de un desadaptado neurótico – y en esto radica la ironía del nuevo texto de Mario Cantú, cercana al Garap” de Vidal Medina. A diferencia de “Garap” donde Medina reflejó la particular atmósfera de los 90 y con escepticismo habló del consumismo y del vacío de las nuevas generaciones, ahora el autor incursiona en la narratividad escénica (llamada también narraturgia). “Galimatías” es un juego de historias y personajes que intercambian sus roles constantemente, así como pasado narrativo con presente-futuro teatral. Galimatías igual que Millán, Diana e Isaac carece de centro y se enfrenta cada día con sus dudas existenciales. La suya, es la historia banal de un hombre pequeño quien intenta infructuosamente poner en orden su vida, pero re-presentada como sucesión de acciones con narración e irrupción en el presente teatral, con sobreposición de planos y con una divertida mezcla de lenguaje coloquial con terminología pseudocientifica. Parecido al de Cantú, el diálogo de Medina en momentos parece abstracto, pero en el mismo momento es directo y bajo la obviedad se percibe un sentido más allá de lo cotidiano. Este es el panorama de los autores teatrales de Nuevo León. Si los ubicamos al Norte o al Centro deja de tener importancia, porque el verdadero significado del arte teatral es trascender las fronteras y persistir en el espíritu humano.

Referencia: 7

MIJARES, Enrique. “La dramaturgia norteña, un archipiélago de circunstancias”: Entrevista al dramaturgo por Rocío Galicia. En: Latinamerican Theater Review, 40/1, Fall 2006, p. 188.

8

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.